La izquierda democrática

versus

la izquierda totalitaria

 

 

Correo de contacto (profesorcastrocuba@aol.com)

Los violadores de los DDHH deben ser denunciados, independientemente

de que sean de derecha o de izquierda

 

 

Why the ‘left’ does not know what Cuba is like

Manuel Castro Rodríguez

 

Internet access in Cuba is something relatively new and is still inaccessible to most citizens. Access to mobile internet was introduced in December 2018, when some gained the ability to consume and share independent news in a country where all traditional media are run by the state since over 60 years.

 

In San Antonio de los Baños, a city of about 46,000 people to the west of the capital Havana, chanting “libertad” (freedom) and other anti-government slogans hundreds of Cubans took to the streets on July 11, 2021. Protests spread quickly across Cuba until the internet was cut off by the state-owned company Etecsa. This prevents people from sharing information about the gatherings and claims of abuse against authorities known for their repressive tactics to silence criticism.

 

The marchers were demanding end over 60 years of a totalitarian regime. During his nearly five decades of rule in Cuba, Fidel Castro built a repressive system that punished virtually all forms of dissent. For example, on March 18, 2003, in a coordinated action by agents of the Department of State Security, or Cuban political police, 75 people were arrested, including opponents, journalists and old man leftist economist Oscar Espinosa Chepe, in what we now refer to as Cuba’s Black Spring.

 

 

Eight years ago I wrote “Qué es la ‘izquierda’ adocenada”. Now I only updated the title and the money that Castroism receives for “slaves in white coats” — healthcare professionals that work and live under miserable conditions in Cuba. That is Cubas medical internationalism.

 

 

La ‘izquierda’ adocenada desconoce cómo es Cuba

Manuel Castro Rodríguez

 

10 de octubre de 2013

 

 

Este artículo tiene 4 secciones:

 

1- Qué es la ‘izquierda’ adocenada

 

2- El archipiélago GULAG de Occidente

 

              3- ¿Revolución o involución?

 

4- La socialdemocracia

 

1- Qué es la ‘izquierda’ adocenada

La ‘izquierda’ adocenada —o sea, los nostálgicos del comunismo— considera a La Habana como su Vaticano y a Fidel Castro Su Santidad algunos de sus integrantes llegan a considerarlo su Dios. Esta ‘izquierda’ es la negación del marxismo que dice profesar.

 

Ya pasó la época en que el poeta chileno Pablo Neruda escribiera Oda a Stalin, el vocero oficial del Partido Comunista Uruguayo anunciara la muerte del sanguinario dictador titulando en portada “¡Gloria eterna al camarada I.V. Stalin!” y que el Partido Comunista de Argentina llorara por Stalin.

 

Como ya no es políticamente correcto venerar a Stalin en público, ahora la ‘izquierda’ adocenada idolatra a su sucedáneo, un sicópata que después de ocupar violentamente el poder absoluto durante casi medio siglo —gobernó con mano de hierro, causando la muerte de más de cien mil cubanos, se lo traspasó a su hermano por motivos de salud.

 

Fidel Castro demostró fehacientemente su odio a los homosexuales. Los invito a ver el fragmento del discurso pronunciado por él en la escalinata de la Universidad de la Habana el 13 de marzo de 1963, donde el dictador hace referencia a rockeros y homosexuales:

 

Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.”

 

Pero la ‘izquierda’ adocenada pretende ignorar la persecución a la comunidad LGTB.

 

También los invito a ver el ‘Arbeit macht frei’ del castrismo.

 

En 1977, mientras miles de presos políticos cubanos eran torturados, la ‘izquierdista’ Barbara Walters transmitió una entrevista con el asesino serial en la que lo aclamaba como el salvador de mi patria.

 

La ‘izquierda’ adocenada goza de los derechos consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero apoya al régimen militar que le niega al pueblo cubano el disfrute de esos mismos derechos. Esa ‘izquierda’ pretende desconocer que Cuba es el único país occidental donde es ilegal ser opositor: marxistas, liberales, socialistas, trotskistas, democristianos y anarquistas sufren difamación, ostracismo, destierro, cárcel, tortura y asesinato. Por eso, el filósofo socialista argentino Oscar del Barco expresó en diciembre de 2005:

 

Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara”.

 

El lema de la ‘izquierda’ adocenada pareciera ser: “los enemigos de mis enemigos son mis amigos, sea quien sea, haga lo que haga, no importa”. Como expresó Canek Sánchez Guevara, nieto mayor de Ernesto ‘Che’ Guevara:

 

El sistema político cubano se ha comportado como una monarquía y no sé por qué se le sigue llamando socialismo”.

 

2- El archipiélago GULAG de Occidente

Gulag era la sección del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la extinta Unión Soviética que dirigía el sistema de campos de trabajo forzado. Gulag se asocia con los lugares donde encarcelaban a los opositores del estalinismo. El nombre Gulag se dio a conocer en 1973 cuando se publicó el libro Archipiélago Gulag, escrito por Alexander Solzhenitsyn.

 

En septiembre de 1971, un despacho de la agencia France-Presse anunciaba que el fotógrafo francés Pierre Golendorf había sido condenado, por las autoridades cubanas, por actividades de espionaje al servicio de la CIA. Miembro del Partido Comunista de Francia, Golendorf se había identificado hasta tal punto con la revolución cubana, que en 1967 decidió instalarse en la Isla para participar en la construcción de un “socialismo con rostro humano”.

 

Y entonces se inició una aventura que habría podido escribir Franz Kafka: un entusiasta partidario del socialismo choca contra la implacable burocracia, contra las decisiones tomadas precipitadamente, contra la desorganización erigida en dogma y contra el poder absoluto del “líder máximo”, Fidel Castro, disimulado bajo una fraseología revolucionaria.

 

Y ocurrió lo que es inaudito en cualquier otro país: Golendorf fue detenido, interrogado y acusado, sin prueba alguna, de pertenecer a la CIA. Durante más de tres años en la cárcel, él luchará contra la soledad y la locura, el terrible sentimiento de haber sido herido en lo más querido para él: el ideal. Golendorf conservó intacta su fe en el socialismo, aunque es un hombre que vivió lo que le parecía imposible: un Gulag en Occidente. Los invito a conocer el Gulag castrista.

 

3- ¿Revolución o involución?

Cuba tenía excelentes condiciones naturales. En 1950, atendiendo a una solicitud del Gobierno de Carlos Prío, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) envió una misión técnica a Cuba, presidida por Adam Francis Truslow y compuesta por 17 economistas de prestigio. Durante varios meses realizaron un estudio de la economía cubana, conocido posteriormente como Informe de la Misión Truslow, que señaló:

 

la impresión general de los miembros de la misión de observaciones a través de toda Cuba, es que los niveles de vida de los campesinos, trabajadores agrícolas, trabajadores industriales, oficinistas y otros es mucho más alto que los de sus grupos similares en otros países tropicales y que la mayor parte de los países de América Latina”.

 

Tres años después, en 1953, el ingreso nacional per cápita de Cuba era de $325, superior al de Italia ($307), Austria ($290), España ($242), Portugal ($220), Turquía ($221), México ($200), Yugoslavia ($200) y Japón ($197). (Véase Charles P. Kindleberger, Economic Development, McGraw-Hill, 1958).

 

Ese mismo año Eugene Staley hizo una investigación (The Future of Undeveloped Countries, Harper, Nueva York, 1954), para el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, donde clasificó a Cuba entre los 31 países más desarrollados del mundo.

 

En julio de 1956 el Departamento de Comercio de Estados Unidos publicó Investment in Cuba: Basic Information for United States Businessmen, donde se expresa:

 

Los ingresos nacionales de Cuba han alcanzado niveles tales que dan al pueblo cubano uno de los niveles más altos de vida en la América Latina”.

 

En 1949 la producción industrial representó el 15% del ingreso nacional. En 1958 aumentó al 25%, gracias a que se invirtieron 462,4 millones de dólares en la industria no azucarera, desglosado de la forma siguiente: extractiva (120,2 millones de dólares), electricidad (90,0), refinación de petróleo (68,0), papel y elaboración de madera (46,0), metalúrgica (21,3), química (17,2), materiales de construcción (9,8), tabaco y licores (4,5), alimentaria (3,6), textil (1,8) y otras (80,0).

 

En 1958, con una población de seis millones de habitantes, Cuba tenía un producto interno bruto per cápita de 374 dólares, según el Atlas of Economic Development (1961) de Norton Ginsburg, o de 520 dólares, según otros autores (H. T. Oshima, Felipe Pazos, José F. Álvarez Díaz, Leví Marrero, José M. Illán). Ese mismo año, el ingreso nacional por habitante de España era de 180 dólares, menos de la mitad del de Cuba en cualquiera de los dos cálculos.

 

El académico marxista argentino Guillermo Almeyra admite que en la década del cincuenta Cuba “era el segundo en desarrollo después de la Argentina”.

 

En 1958 el salario promedio mensual en la industria tabacalera era de 359 dólares; en la industria cervecera, 273 dólares; mientras que en la industria azucarera era solamente de 120 dólares.

 

Con 6,5 millones de habitantes, Cuba tenía unos seis millones de cabezas de ganado vacuno. Los pies de cría se exportaban y el precio minorista de la carne era de unos 40 centavos la libra. En 1958 la producción de carne de res excedió las 180.000 toneladas métricas que requería el consumo nacional, por lo que se exportaron 3.800 cabezas de ganado. En consumo de carne de res, Cuba ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica.

 

En octubre de 1964, International Affaires publicó The Cuban economy; its past and its present importance, escrito por Ernesto ‘Che’ Guevara. En español se publicó en Nuestra Industria, revista económica, en diciembre de 1964, con el título Cuba, su economía, su comercio exterior, su significado en el mundo actual, que está disponible en el sitio ARCHIVO CHILE, página web del marxista Centro de Estudios ‘Miguel Enríquez’ (CEME). Ernesto ‘Che’ Guevara escribió:

 

En 1958 la población cubana ascendía a 6,5 millones de personas con un ingreso per cápita de unos $350 (calculado el ingreso nacional según la metodología capitalista); la fuerza de trabajo ascendía a una tercera parte del total de habitantes y una cuarta parte de la misma se encontraba prácticamente desempleada.

 

Simultáneamente con un gran derroche de tierras fértiles y la subutilización de la fuerza de trabajo rural, las importaciones de alimentos y fibras textiles de origen agrícola, ascendían como promedio al 28% del total de importaciones. Cuba poseía un coeficiente de 0,75 cabezas de ganado bovino por habitante, índice que la situaba únicamente por debajo de los grandes países ganaderos.”

 

O sea, ‘Che’ Guevara reconoce que antes de que los hermanos Castro se adueñaran de Cuba, el ingreso nacional per cápita cubano (356 dólares) casi duplicaba el de España (180 dólares).

 

Che’ Guevara dijo: “La belleza de La Habana -evidentemente una de las ciudades más ricas y más bellas de América- …”

 

La Habana, mi ciudad natal, es una ciudad destruida por el castrismo.

 

Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 1958 Cuba tenía 19.700 tractores, 1 por cada 117 hectáreas, mucho más que la Unión Soviética (1 por 153), Argentina (1 por 320), México (1 por 373) y Venezuela (1 por 431). Por encima de Cuba solamente estaban Estados Unidos y Uruguay.

 

En 1958, Cuba era el principal exportador de azúcar de caña en el mundo. Sin embargo, con los hermanos Castro en el poder, Cuba ha tenido que importar azúcar. Véase aquí.

 

Según Antonio Nuñez Jiménez, uno de los principales colaboradores de Fidel Castro para instaurar el totalitarismo, Cuba producía en 1958 casi todo el fríjol negro y el maíz que consumía (Geografía de Cuba. Editorial Lex, La Habana, 1959).

 

El sociólogo marxista James Petras escribió Cuba: revolución permanente y contradicciones contemporáneas, donde señala:

 

Mientras que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos iban a la zaga de Cuba en la década de 1960, hoy han superado a Cuba en la diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos de fabricación para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo limitado de productos de exportación”.

 

Durante toda la etapa republicana anterior al triunfo de la revolución (1902-1958), solamente en dos años —1907 y 1921— Cuba importó más de lo que exportó, logrando un superávit acumulado de dos mil millones de dólares. Después de que los hermanos Castro llegaron al poder, ha sido lo contrario, solo en tres años Cuba logró superávit, a pesar de que la Unión Soviética:

 

- Pagaba un precio por el azúcar cubano muy superior al precio vigente en el mercado mundial.

 

- Le vendía petróleo a Cuba a precios muy por debajo a los precios vigentes en los mercados internacionales.

 

- Le permitió a Cuba reexportar petróleo en base a un acuerdo que preveía que si los niveles de consumo cubano de este producto eran menores que lo planificado, esa diferencia Cuba podía reexportarla a los precios vigentes en los mercados internacionales.

 

 

En 1958, Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía. Actualmente, Cuba importa el 80% de los alimentos que consume y Estados Unidos es su principal abastecedor.

 

Fidel Castro declaró el 23 de enero de 1959:

 

Se decía que si no había una crisis económica, si no había hambre, no era posible una revolución y, sin embargo, se hizo la Revolución”.

 

El 18 de enero de 1959, dos semanas después del triunfo de la revolución, salió publicada la segunda parte de la Edición de la Libertad de la revista Bohemia, en la que Raúl Castro declaró:

 

Puedes asegurar que si nosotros logramos hacer cumplir fielmente la Constitución de 1940, habremos realizado una verdadera revolución”.

 

Sin embargo, veinte días después, el 7 de febrero de 1959, Fidel Castro sepultó la Constitución de 1940 que había prometido restablecer, como se puede comprobar si se lee el Manifiesto de la Sierra Maestra, y le quitó al Congreso sus funciones legislativas.

 

El 16 de febrero de 1959, un mes y medio después del triunfo de la revolución cubana, Fidel Castro declaró en el acto de su toma de posesión como Primer Ministro:

 

(…) con la ventaja de contar con un país rico, donde se puede sembrar todo el tiempo en el año, un pueblo inteligente y un pueblo entusiasta, un pueblo ansioso de alcanzar un destino mejor, lograremos un estándar de vida mayor que ningún otro país en el mundo”.

 

En 1958, Argentina y Cuba lideraban a Iberoamérica en clase media. Dos meses y medio después de asumir el poder, el 16 de marzo de 1959, Fidel Castro declaró:

 

Que hay clase media, ¿por qué si aquí todo el mundo debiera ser clase media? (APLAUSOS.) ¿Por qué si en nuestra patria no debiera existir un solo pobre? ¿Por qué si esta es una de las islas más ricas y fértiles del mundo? ¿Por qué si aquí pueden vivir 30 millones de habitantes? ¿Por qué si Holanda, si Dinamarca, si esos países con más habitantes, con menos tierras, con menos fertilidad, son incomparablemente más ricos que nosotros?

 

Como reconoce Juanita Castro, hermana de Fidel y Raúl: “La gran tragedia de Cuba empezó con Batista y siguió con Fidel”. Fidel Castro pasó rápidamente de humanista a totalitarista. A los pocos meses de llegar al poder, Fidel Castro comenzó a exportar la subversión armada y a reprimir a sus antiguos compañeros de lucha.

 

El resultado del modelo castrista ha sido la destrucción de las principales fuentes de recursos. En 1958 la deuda externa era de unos 50 millones de dólares. En 1982 aumentó a 3.5 mil millones con Occidente. El 1 de septiembre de 2008 el Club de París informó que Cuba era el segundo mayor deudor mundial: 29.7 mil millones.

 

El diario español El País informó el 22 de mayo de 2009:

 

Según empresarios extranjeros, la falta de liquidez ahora es asfixiante y está provocando importantes retrasos en los pagos y demoras considerables en las transferencias bancarias. ‘Las empresas extranjeras pueden tardar cinco meses o más en sacar su dinero del país, y también está limitado el dinero que se puede sacar en ventanilla debido a la escasez de divisas’, asegura un hombre de negocios con más de un millón de dólares inmovilizado’”.

 

Como consecuencia de su diplomacia médica, la Cuba castrista ha acumulado un capital simbólico considerable (buena voluntad, prestigio, influencia, crédito y poder) y recibe 9.628 billion dollars anualmente. La exportación temporal de médicos cubanos también proporciona una válvula de escape para los profesionales de la salud descontentos que ganan mucho menos en Cuba que los trabajadores menos calificados del sector turístico.

 

En el período de 1959-1989 se llevaron los servicios de salud y educación hasta los lugares más recónditos, aunque en no pocas ocasiones se discriminó al cubano por su condición de nacional —véase el ‘apartheid’ en la salud pública después de 1959.

 

Véanse las fotos de los pacientes psiquiátricos muertos de hambre y frío en la Cuba castrista

 

Véase la calidad de los servicios del sistema de salud que puede usar el cubano de a pie

 

Véase por qué después de ciento treinta años sin cólera, Cuba lo sufre oficialmente desde 2012

 

Véanse la neuritis óptica y la neuropatía periférica en la Cuba castrista

 

Véase la calidad de los servicios del sistema de educación que puede usar el cubano de a pie

 

Véase el suicidio infantil en Cuba

 

Véase la Cuba real frente a la Cuba oficial

 

Véase la miseria existente en Cuba

 

Entre 1960 y 1990, Cuba recibió una ayuda de 65.000 millones de dólares por parte de la Unión Soviética, sin contar la que recibió de los otros países socialistas. Para que se tenga una idea de lo que representa esa ayuda, téngase en cuenta que a través del Plan Marshall los países europeos recibieron de Estados Unidos 13 mil millones de dólares de la época, para la reconstrucción necesaria después de la Segunda Guerra Mundial.

 

¿Qué hicieron los hermanos Castro con tantos recursos?

 

En 1968, nueve años después de haberse producido la huída de Batista, el expresidente cubano Ramón Grau San Martín dijo de Fidel Castro:

 

Durante años, muchos malos políticos trataron de acabar con el país y no pudieron. Este hombre lo ha conseguido en poco tiempo”.

 

3- La socialdemocracia

La mayor parte de la izquierda occidental tiene un discurso sobre Cuba limitado a la solidaridad con el régimen militar, mostrándose sorda y ciega ante las denuncias irrefutables que se han hecho. Pero, ¿se puede calificar de izquierdista a quien apoya un régimen cuyo comportamiento es la negación de la historia de las luchas de la izquierda por lograr un Estado de bienestar que garantice una sociedad democrática, teniendo en cuenta las relaciones causales entre equidad y democracia?

 

La sociedad ideal por la que la izquierda tanto luchó ha sido lograda en los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia), donde la socialdemocracia ha logrado establecer un modelo económico-social que le garantiza a sus ciudadanos la mejor calidad de vida en el mundo, como lo demuestra el hecho de que estas naciones siempre ocupan los primeros lugares en el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Por ejemplo, en el IDH de 2011 que clasifica a 187 países y territorios, Noruega ocupa el primer lugar.

 

En el IDH publicado en mayo de 1990, que fue la primera vez que se presentó el Índice de Desarrollo Humano, se expresa:

 

La principal conclusión que se desprende en cuanto a políticas es que, para que el crecimiento económico enriquezca el desarrollo humano, se requiere de un manejo efectivo de políticas. A la inversa, para que el desarrollo humano perdure, tiene que estar continuamente nutrido por el crecimiento económico.”

 

Por ello, y como siempre seré enemigo de la violencia, considero que para lograr la democratización de Cuba se debería realizar una propuesta desde la socialdemocracia para la transición pacífica. Al igual que Juan Pablo II, estoy en contra del comunismo y del capitalismo salvaje.

 

 

 

 

¿A cuál izquierda usted pertenece?

Manuel Castro Rodríguez

17 de enero de 2014

 

La izquierda es conocida por sus luchas destinadas a lograr una sociedad más justa, donde se satisfagan plenamente los derechos sociales básicos -alimentación, salud, educación, vivienda y empleo-, y se elimine todo tipo de discriminación o exclusión. Además, históricamente la izquierda se ha caracterizado por solidarizarse con los oprimidos.

 

Sin embargo, la mayor parte de la izquierda iberoamericana tiene un discurso sobre Cuba limitado a la solidaridad con el régimen militar, mostrándose sorda y ciega ante las denuncias irrefutables que se han hecho. Pero, ¿se puede calificar de izquierda a quien tiene un comportamiento que es la negación de la propia naturaleza de la izquierda? Como expresa Canek Sánchez Guevara, nieto mayor de Ernesto ‘Che’ Guevara: “El sistema político cubano se ha comportado como una monarquía y no sé por qué se le sigue llamando socialismo”.

 

Llegué a Panamá el 10 de agosto de 2001. Al poco tiempo ya estaba luchando contra lo mal hecho, combatiendo las injusticias perpetradas por los poderes político y económico: he participado en vigilias y marchas de protesta, hablado en programas radiales y escrito columnas de opinión en sitios izquierdistas y en diarios panameños, donde llegué a tener una columna semanal en dos de ellos: La Estrella de Panamá y el Panamá América. En el primero dejaron de publicarme -consideraron que mis artículos no eran políticamente correctos- y eliminaron de la edición online todos los artículos que durante un par de años escribí todos los domingos. A la columna semanal del Panamá América renuncié cuando los nuevos dueños –allegados al presidente Martinelli- me editaron el contenido de un artículo.

 

En el 2007 asesoré a los médicos cuando hicieron una huelga que duró tres meses; elaboré la propuesta y participé en las reuniones con la ministra de Salud y el director de la Caja de Seguro Social.

 

Mi primer contratiempo con la Embajada de Cuba ocurrió cuando empezaron a usar médicos cubanos como rompehuelgas, por lo que le envié un extenso correo a la Primera Secretaria con copia a Julio Manduley –bien relacionado con la cúpula castrista, por ser sobrino de la difunta Celia Sánchez Manduley, la persona que más influencia ha ejercido sobre el dictador Fidel Castro-, protestando por tal hecho: “¿El pueblo cubano se sacrifica para que los médicos cubanos sean utilizados como rompehuelgas? Sería la mayor afrenta que Cuba le podría hacer al pueblo panameño, además de que sería una gran afrenta a la memoria de José Martí”. Mi protesta dio resultado: dejaron de usar a los médicos cubanos como rompehuelgas.

 

Soy un profesor non grato en el sistema educativo panameño, porque denuncio la pésima calidad de las universidades panameñas, que están entre las peores del mundo. Los profesores panameños que se autodenominan de izquierda guardan silencio cómplice, porque tienen buenas relaciones con el rector de la Universidad de Panamá, Gustavo García de Paredes –se le llama el Rector Eterno porque lleva quince años en el cargo, para lo cual ha violado la ley y/o la ha acomodado para mantenerse en el cargo aunque su oponente lo superó por 841 votos.

 

A esos profesores los he agrupado en la expresión ‘izquierda’ adocenada, dado que su comportamiento es la negación de la propia esencia de la izquierda. Esos profesores idolatran a los hermanos Castro, a pesar de los múltiples documentos –incluyendo vídeos- que les he mostrado. Comprendo que pueda existir ignorancia, pero no que se ignore la verdad.

 

Como expresó el académico marxista cubano Haroldo Dilla Alfonso: “A la muerte física de Zapata sucedió un segundo asesinato: una avalancha de difamaciones organizada por el gobierno cubano. Utilizando para ello a algunos intelectuales devaluados del patio y a la red de voceros estalinistas que medran en la izquierda mundial, han dicho que la víctima era un preso común (…)”. Aunque mantuve informada a la ‘izquierda’ adocenada panameña sobre todo lo que estaba ocurriendo con Zapata –de hecho fue la crónica de una muerte anunciada-, una buena parte de ella se prestó servilmente a firmar un documento calumniando a Zapata.

 

La senadora Isabel Allende –hija del presidente Salvador Allende- demostró ser de izquierda: respaldó la declaración de los diputados de su partido en que se le solicitó al régimen cubano que liberara a los presos políticos. La senadora Allende declaró: “Las libertades de opinión, asociación y reunión fueron libertades por las que en el PS luchamos y seguiremos luchando siempre. Ojalá que efectivamente haya una reacción por parte de las autoridades cubanas y comprendan que el mundo condena hoy a las sociedades que no respetan el derecho de la libre opinión”.

 

Dentro de dos semanas, los gobernantes de 33 países de América Latina y el Caribe viajarán a Cuba a reafirmarle el visto bueno al Gobierno del único país del hemisferio occidental donde es ilegal ser opositor. ¿No es una ironía que la Cumbre de La Habana sea dedicada a cómo erradicar la pobreza? El profesor marxista argentino Guillermo Almeyra reconoció que en la década del cincuenta Cuba “era el segundo en desarrollo después de la Argentina”.

 

Ahora el cineasta marxista cubano Eduardo del Llano señala que: “La gente no da limosnas sólo porque su corazón se haya endurecido, sino porque lo que lo separa del indigente es apenas que uno de los dos está tumbado y el otro de pie. Eso en una Habana que parece un suburbio de sí misma, donde cada vez hay más barrios y manzanas con el espíritu y la traza de pueblos de campo. De hecho, es como si todo el país, harapiento y resudado, viviera en un portal, tapándose con un Granma y con una botella de ron casero al alcance de la mano”. Véanse los vídeos sobre la destrucción física y el daño antropológico causados  a Cuba por el castrismo.

 

Hago mías las palabras del escritor español Antonio Muñoz Molina, premio Príncipe de Asturias, cuando expresa: “Estoy en contra de la dictadura de Castro no a pesar de que soy de izquierdas, sino porque lo soy; ser de izquierdas no me parece que sea alabar a un tirano”.

Exportación del control de Estado,

el más letal producto cubano en Venezuela

Juan Reynaldo Sánchez*

19 septiembre de 2014

 

Venezuela ha terminado como el principal mercado receptor de un producto del gobierno cubano con letales consecuencias para las libertades democráticas y ciudadanas: la exportación del control de Estado mediante los tentáculos de sus órganos de inteligencia.

 

¿Qué otra cosa efectiva puede ofrecer el régimen de Fidel y Raúl Castro que no sean nefastos mecanismos de vigilancia sobre los ciudadanos o misioneros que terminan convertidos, quieran o no, en vehículos de propaganda e influencia política?

 

Fidel Castro siempre tuvo un interés desmedido con relación a Venezuela y su potencial económico y petrolero. Las estrategias que amasó desde 1959 y los focos guerrilleros que exportó a la nación suramericana no le dieron los dividendos inmediatos, pero la llegada al poder de Hugo Chávez por la vía electoral cuatro décadas después no pudo llegar en mejor momento para sus planes y para la sobrevivencia de su régimen.

 

Un mensaje desesperado

 

Con la fundación del Foro de Sao Paulo, en 1990, y la inauguración de primera Cumbre Iberoamericana de Presidentes y Jefes de Estado en Guadalajara, en 1991, Castro apeló a la retórica de la unidad y la colaboración hemisférica frente a las potencias desarrolladas, pero en realidad  su mensaje era desesperado respecto a Cuba. Ya se había desmerengado el bloque socialista (para usar su propia expresión) y la isla se encaminaba a padecer el llamado “período especial”, un tsunami de carencias extremas que se acompañó con 12 y 14 horas diarias sin electricidad.

 

La unión económica de América Latina como cuestión de vida o muerte era en realidad un inocultable llamado de auxilio para Cuba, pues quien tenía más cerca la muerte era el gobierno cubano, sin los suministros que le enviaban la Unión Soviética y demás países del “socialismo real”.

 

Y entonces se produce la bendición Hugo Chávez, quien comienza a enviarle a Cuba todo el petróleo que necesitaba y otros insumos que permitieron mejorar la precaria situación económica de la isla.

 

Para garantizar la sostenibilidad de esta providencial inyección económica, Castro sabía que era imprescindible mantener el control absoluto sobre el presidente Chávez y su gobierno. Para ello retomó el plan que años antes había comenzado con el derrocado presidente Salvador Allende en Chile. Así se inicia la tarea de lograr el control de los círculos más cercanos al mandatario venezolano, específicamente colocando personal cubano en su entorno más íntimo.

 

Escolta renovada

 

Al igual que sucedió con Allende, la primera sugerencia de Castro a Chávez fue que no debía confiar su seguridad a fuerzas comprometidas con los gobiernos anteriores y que debía tener dentro de su escolta personal a hombres fieles a toda costa. De esa manera le propone enviar a Venezuela un grupo de oficiales de la Seguridad Personal y, a la vez, que miembros de la escolta chavista fueran a Cuba para pasar cursos especiales de seguridad personal. Al menos cuatro grupos de escoltas de Chávez viajaron a La Habana en los primeros meses de su mandato presidencial.

 

La segunda etapa del plan de consistió en mostrarle a Chávez la necesidad de tener un aparato fiable para la detección, obtención y análisis de posibles señales de atentados  y  de intentos de golpe de estado. La propuesta caló en Chávez y no se hizo esperar el envío a Venezuela de personal de la contrainteligencia y de la contrainteligencia militar con el fin de formar redes de informantes dentro del gobierno, de la población e incluso dentro de las Fuerzas Armadas (CIM).

 

La expansión cubana dentro de las instituciones gubernamentales venezolanas se fue agrandando hasta lograr el control absoluto del gobierno y de los cuerpos armados, logrando la mayor influencia que haya tenido jamás el régimen de los Castro en un país del hemisferio y del mundo.

 

En materia de inteligencia y contrainteligencia se parte de la base que para tener control se debe tener en primer lugar información. Para lograrlo en Venezuela, Cuba  utiliza a antiguos informantes y colaboradores venezolanos que mantuvieron lazos históricos con la inteligencia cubana como Alí Rodríguez Araque, que inició y mantuvo esos vínculos desde su época de guerrillero, y Adina Mercedes Bastidas Castillo, quien fue asistente del ministro del Interior de Nicaragua, Tomás Borge y desde esa época era informante e importante colaborador de la inteligencia y el gobierno cubanos. No olvidar tampoco que el actual presidente Nicolás Maduro estudió y se formó en instituciones cubanas.

 

Cooperantes a la carta

 

Otro medio utilizado para obtener información son los ¨cooperantes cubanos, que tienen misiones muy específicas ordenadas por los oficiales de la inteligencia cubana en territorio venezolano. Las tareas van desde mantener un chequeo constante de sus compañeros hasta información relacionada con la filiación política de los nativos con quienes se relacionan.

 

La CIM cubana dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas adquiere una estructura similar a la que tiene en Cuba. En cada escalón de mando hay un representante de la CIM que no está subordinado al jefe de la estructura militar, sino al jefe inmediato superior de la CIM en el país. De esta forma todos los militares están bajo su investigación constante, incluido el jefe de la unidad, y se crean redes de informantes y agentes dentro de los diferentes niveles de mando, utilizando el sistema de lealtad y vigilancia de todos contra todos. Se estima que hay más de 500 altos oficiales de la CIM en Venezuela.

 

Sumado al factor humano,  la tecnología creada en Cuba por empresas tales como Datys y Xetid ayudan al  control que ejerce el gobierno cubano en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

 

Empresas al servicio

 

La empresa cubana Albet comercializa programas y compuestos de computación por medio de empresas extranjeras como la francesa Gemalto, ya que Cuba no cuenta actualmente con la tecnología necesaria para la fabricación de algunos componentes sofisticados.

 

Desde el 2010, Albet ha comercializado las cédulas de identidad con el gobierno de Venezuela. Estas cédulas tienen todos los datos requeridos de una persona, incluso su filiación política y cuenta con un sistema denominado R.F.I.D.( emisión de información por radio frecuencia), lo que permite trasmitir la información sin conocimiento del poseedor de la cédula y  determinar su ubicación exacta y hasta con quién está reunido. A partir del 2015 todos los ciudadanos venezolanos dispondrán de este tipo de cédula, según el objetivo declarado por el gobierno.

 

Sin embargo hay modos de modos de bloqueo del sistema  R.F.I.D.

 

Los modos son tan sencillos como envolver la célula de identidad en papel de aluminio, lo que no se permite que la información de la cédula salga al espacio. También hay en el mercado fundas especializadas para bloquear al R.F.I.D. o cuando se tiene más de un documento con este chip, unirlos y así una con otras hacen interferencia e impiden la lectura correcta de la información.

 

Datys es un sistema de identificación de rostros, huellas (rasgos biométricos), identificación de ADN y el control de las redes sociales en internet, creando bases de datos para el control ciudadano.

 

La sombra de Ramiro

 

Los sistemas creados por Datys se emplean en Venezuela en inmigración, seguridad nacional y en las Fuerzas Armadas, y violan los derechos ciudadanos en cuanto a la información privada y particular; su objetivo principal es garantizar  la seguridad y el orden interior en beneficio de la élite gobernante.

 

En amplia relación con Datys en cuanto a la tecnología y sistemas computarizados opera Xetid, empresa de tecnología e información para la defensa, creada en cuba en el 2012. Al igual que Datys, tiene sus bases en la creación de la empresa cubana Copextel, en 1991, bajo la tutela del Comandante Ramiro Valdés Menéndez.

 

Xetid cuenta con sistemas informáticos capaces de establecer el intercambio de información entre diferentes mandos de las Fuerzas Armadas, así como mediante un sistema denominado Genesig, que fue creado en cooperación con la empresa Geocuba y la Universidad de Ciencias Informáticas. Mediante Genesig pueden representarse en los mapas del país, por provincias y municipios, los objetivos de interés para la seguridad y defensa nacional, así como otros indicadores, posicionamientos de entidades militares, opositores, enemigos y otros.

 

Estos sistemas complementan junto al factor humano un conjunto de informaciones que permiten a Cuba y al país que lo emplea, el control total de la economía, la sociedad y la defensa. Hoy por hoy Venezuela, su economía, su sociedad y sus fuerzas armadas están en manos del gobierno cubano, en gran medida gracias a estos sistemas de control.

 

Y sacudirse de semejantes amarras  les va a resultar extremadamente difícil a los venezolanos.

 

*Juan Reynaldo Sánchez perteneció al cuerpo de seguridad personal de Fidel Castro entre 1968 y 1994, con grado de teniente coronel.

 

 

La ruta al poder total

Armando Chaguaceda*

18 de septiembre de 2014

 

Legitimidad democrática  y deriva autoritaria parecen ser  inversamente proporcionales  en Venezuela.

 

Por estas fechas, el libro El telón de acero. La destrucción de Europa del Este 1944-1956, de Anne Applebaum, se ha convertido en todo un éxito editorial para el público interesado en temas de historia y política contemporáneas. La obra —una magistral pieza historiográfica, avalada por un caudal de testimonios, documentos de archivo y años de investigación en países al oriente del Elba— da cuenta de las estrategias seguidas por Moscú para la sovietización de Europa del Este, tras la Segunda Guerra Mundial. Y nos deja una idea clave: que la ruta y estrategia hacia al control total(itario) de una sociedad no supone el dominio inmediato ni permanente de cada espacio y factor de poder, comunicación y producción; sino apenas la captura, meticulosamente planificada, de aquellos elementos políticamente decisivos para, llegado el momento, impedir el avance adversario y consolidar la hegemonía propia.

 

Mi lectura del libro se ha superpuesto, en tiempo y contenidos, con el seguimiento de la coyuntura venezolana, cuyos análisis he compartido en estas mismas páginas. Y las enseñanzas de la obra son particularmente valiosas para comprender la evolución reciente de un régimen donde conviven precariamente un reforzado militarismo y, cada vez más disminuidas, reminiscencias republicanas. Cuando se escriben estas líneas, legitimidad democrática y deriva autoritaria parecen ser inversamente proporcionales en Venezuela. Pues mientras podía prevalecer en las urnas (en una proporción aproximada 60/40), el chavismo guardaba ciertas formas institucionales y legales; e incluso experimentaba en el ámbito local, dando cabida a ciudadanos organizados —ciertamente, a sus afectos— en la gestión comunitaria de las políticas públicas. Incluso en su pico de apoyo popular y debilitamiento opositor (en el bienio 2005-2006, tras el cuestionado fracaso del Referéndum revocatorio y la costosa retirada opositora de las elecciones parlamentarias) el oficialismo avanzó en la captura de instituciones claves, pero no buscó controlar o reprimir frontal o masivamente toda forma de organización, comunicación o producción autónoma. Simplemente administró el disenso.

 

Empero, lo que parece indicar la actual (y acelerada) estrategia combinada de compra y cierre de medios, criminalización de la protesta y manejo medieval de la economía es que en Miraflores y Fuerte Tiuna ya no confían en una voluntad popular expresada en votos. Ante la merma de apoyo ciudadano —ocasionado por su deriva autoritaria y pésima gestión económica— Maduro y su equipo han demostrado una vocación feroz para permanecer, a toda costa, en el poder. Típica de una oligarquía cohesionada por miedos y privilegios, huérfana de liderazgo.

 

Examinemos los datos. Según Datanálisis —para muchos la más respetada e imparcial casa encuestadora del país—, la base social oficialista es hoy una minoría (sin dudas apreciable) en el panorama nacional: en una encuesta reciente, 34 por ciento de los ciudadanos se autodefinen como independientes, 33.8 por ciento como opositores, y solo 29.7 por ciento se identifican con el gobierno. En ese universo, ocho de cada 10 ciudadanos creen que la situación es negativa: el peor indicador en la última década. Y un 99 por ciento de los ciudadanos que se autodefinen como opositores, el 91 por ciento de los independientes y un 44 por ciento de los oficialistas valoran negativamente la situación del país. Cifras que hablan del desgaste del gobierno nacional y su manejo de la política doméstica.

 

En particular, un 53 por ciento de los electores identifica directamente a Maduro como el responsable, y seis de cada 10 ciudadanos consideran necesario un cambio de gobierno mediante la renuncia del ejecutivo o por la realización de un referendo revocatorio presidencial.1 Si sumamos los niveles de desafección política y de descontento con la gestión y situación económicas con la adscripción a los bloques políticos existentes, salta a la vista que estamos ante un gobierno impopular e ineficiente. Y, para no pocos ciudadanos, ilegítimo.

 

En Miraflores tienen clara esa situación; razón que les lleva a acelerar los intentos de copar y controlar lo más posible los espacios institucionales y sociales del campo político. La estrategia parece responder a varios patrones. Primero, acosar a la oposición política partidaria con golpes quirúrgicos: la persecución a los cuadros de Voluntad Popular y Primero Justicia, el encarcelamiento de líderes como Leopoldo López y el bloqueo de movimiento y comunicación a Henrique Capriles; además de la recurrente siembra de rumores entre los partidos que integran la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). En otro registro, la táctica de dificultar —con apoyo del aparato del partido oficial y sus organizaciones de base— la gestión de alcaldes y gobernadores de oposición obedece a un intento de provocar que los traspiés en la administración de las cosas redunden, a la postre, en una pérdida de capacidad (y prestigio) de los opositores electos para gobernar a los hombres.

 

Pero lo que parece ser, recordando aquella expresión del arte militar soviético, la “dirección del golpe principal”, es el paulatino pero incesante cierre de espacios y fuentes de poder social. La compra mediante empresarios fantasmas del canal Globovision y de los diarios Últimas Noticias y El Universal, así como el acoso a TalCual y el cierre de varios diarios y emisoras regionales, han condenado al discurso opositor al silencio frente a amplios sectores de la población. Otros medios privados practican razzias de aquellos periodistas que se resisten a la autocensura o la descafeinización de su línea editorial. Quedan entonces El Nacional —sobreviviendo de forma precaria— y las redes sociales y sitios del ciberespacio —amenazados de regulación por el proyecto de hegemonía comunicacional gubernamental— como reductos para la información y comunicación autónomas.

 

Incluso la aparente falta de una estrategia económica coherente del gobierno —en cuyo seno las posturas pragmáticas y radicales coexisten, compartiendo la idea de un poder monopólico— si bien empeora el panorama económico, no parece afectar decisivamente su actual poder. La progresiva pauperización de la clase media, la dependencia de amplios sectores populares de la menguante dádiva estatal, y la reciente aprobación de un control biométrico a las compras de productos —mediante tarjetas electrónicas— en la red de mercados públicos y privados, presagia el advenimiento de una sociedad más controlada. No es descabellado pensar que, contrario censos de los consejos de economistas, el gobierno arrecie los controles y la intervención en la economía, aumentando las importaciones que sostienen su clientela —aún al costo de la venta de activos como la petrolera Citgo y del endeudamiento galopante con China— y que, en el caso poco probable de alguna resistencia empresarial organizada, responda expropiando activos.

 

A todos estos factores de índole política y económica hay que añadir una variable demográfica. El incremento de la emigración calificada tiene un notable impacto, cualitativo y cuantitativo, en el segmento opositor. No solo porque se van quienes son —por sus valores y modo de vida— potenciales integrantes de una sociedad civil defensora de la autonomía y movilizadora de votos frente al Leviatán; o funcionarios de las asediadas administraciones regionales opositoras, cuadros de los partidos democráticos y técnicos, dueños o gerentes del empresariado no ligado al oficialismo. O porque la diferencia de votos en las pasadas elecciones demuestra que unos cientos de miles pueden hacer la diferencia; sino porque el efecto moral del discurso de la resignación, la derrota y la huida pueden ser desastrosos en el resto de la población opositora o independiente, que se queda en el país y sufre y resiste la imposición del modelo oficial. En especial para los jóvenes.

 

Ante tan siniestro panorama, uno pensaría que no hay nada que hacer; que el modelo cubano se impondrá, más temprano que tarde, en Venezuela, coronando su larga marcha con la abolición formal de la democracia residual aún existente. Sin embargo, conviene recordar que el sector democrático de la ciudadanía venezolana ha logrado detener, durante 15 años, la marcha de un proyecto de dominación cuyos precedentes (en Rusia, China, Cuba) fueron los de la supresión —y sujeción estatal— de toda forma políticamente relevante de autonomía social, en lapsos que promediaron los tres a cinco años. Hoy, la existencia de una (por vez primera) clara mayoría social adversa —en diverso modo y filiación— al desorden reinante; el crecimiento de disensos —ciertamente no decisivos— en las propias bases del oficialismo; y la misma existencia —con todos sus bemoles y egos— de una MUD aparentemente decidida a bregar unida de cara a las parlamentarias de 2015, son antídotos para el derrotismo.

 

La decisión de acompañar la defensa de los resquicios democráticos y el acompañamiento de la protesta social, si bien necesitan de mayor dinamismo y coherencia en sus modos de concretarse, puede significar que los líderes opositores han entendido, en el límite, el signo de los tiempos. Uno donde los modos de hacer política opositora y organización ciudadana —incluida la de aquellos sectores del chavismo críticos del actual gobierno— deberán cambiar, rápida y decisivamente ante la estrategia programáticamente totalitaria del autoproclamado Alto Mando Político de la Revolución. So pena de no tener un mañana en el cual, sencillamente, existir.  

 

* El autor es un académico marxista cubano

 


El chavismo y el culto a la pobreza

Cubaencuentro

8 de septiembre de 2014

 

El presidente venezolano Nicolás Maduro no hace más que intentar apropiarse de un concepto que no es marxista, sino demagogo y manipulativo

 

No es que se encuentre algo novedoso ni original en el comentario. Cuando el gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami, afirmó que los venezolanos, mientras “más pobres” son más leales al chavismo, estaba repitiendo al mismo tiempo una verdad, un mito y una mentira.

 

La verdad es que cualquier proyecto que proponga beneficios a los más pobres encontrará oídos receptivos entre ellos.

 

El mito es la exaltación a la pobreza, que está detrás de lo expresado por el gobernador, y que el propio presidente venezolano, Nicolás Maduro, hizo más evidente al agregar una frase del nicaragüense Augusto C. Sandino, quien dijo que “los humildes son los que siempre llegan al final”. Algo que por otra parte tampoco es cierto.

 

Al evocar a Sandino —es patético como la izquierda reaccionaria vuelve una y otra vez a las figuras de antaño, como tratando de sacar agua de un pozo agotado— Maduro no hace más que intentar apropiarse de un concepto que no es marxista, sino demagogo y manipulativo, y que precisamente la Iglesia Católica más tradicionalista explotó por siglos: los más pobres son los verdaderos elegidos para el Reino de los Cielos. También es otro ejemplo de que el ideario chavista —si es que así puede considerar algo que más allá de una mezcolanza es una aberración— carece incluso de “frases hechas” propias y toma de aquí y del otro sin importarle la coherencia, pero eso es algo que apenas vale la pena repetir.

 

A Maduro se le podría decir que, desde el punto de vista cristiano, el concepto de elección divina de los pobres quedó atrás con el protestantismo, e incluso el propio Vaticano lo esgrime poco hoy en día. Una cosa es la humildad —que entre paréntesis la Iglesia postula pero no practica en su sede— y otra bien distinta es elevar a santidad el ser pobre. No es que los católicos consideren, al igual que los protestantes, que Dios premia con riquezas en la tierra a los elegidos, sino que el sermón de resignación y Cielo eterno para los desposeídos ha sido sustituido en gran medida por una agenda social, aunque no política, al menos en apariencias.

 

Por supuesto que desde el punto de vista de compensación emocional constituía un consuelo pensar, mientras se padecía hambre y miseria, en una recompensa futura. Pero la utilización de esa satisfacción espiritual, convertida en instrumento de sumisión, siempre fue criticada, precisamente, por los revolucionarios.

 

No es que el chavismo no postule entre sus objetivos el vencer la pobreza en Venezuela. Simplemente se trata de que no enfrenta el proyecto de una forma adecuada. Todos los planes de “misiones socialistas” parten de un principio abyecto, y es mantener la dependencia del ciudadano con el Estado. Aquí radica la mentira.

 

El chavismo no se plantea reducir la pobreza, no lo ha logrado tampoco, sino dosificarla, administrarla, y en algunos casos incluso extenderla.

 

Actúa así porque sabe que, por lógica —y lo planteado por el gobernador del estado Aragua lo dice a las claras— al disminuir esa base de personas que viven en una dependencia perpetua con las limosnas del gobierno, disminuye también su apoyo. Eso ocurre incluso —o más aún— en los países donde se llevan a cabo planes eficientes de reducción de la miseria, que no es el caso precisamente de Venezuela.

 

Ha ocurrido en Estados Unidos, donde por ejemplo miles de ciudadanos negros han logrado no solo salir de la pobreza, sino convertirse en miembros de la clase media, e incluso millonarios, y en la actualidad pertenecen a organizaciones o expresan opiniones similares a los capitalistas blancos, asiáticos o de otro origen étnicos.

 

Estos ciudadanos que han logrado superar las limitaciones de origen social —y el mencionar a los negros responde solo a buscar un ejemplo fácil, porque ocurre con independencia de raza— apoyan y buscan leyes que les permitan obtener máximos ingresos y pocos impuestos, sin preocuparles el destino de otros tan pobres, como lo fueron sus padres o abuelos. Que dicha actitud resulta reprobable desde un punto de vista ético, y poco humanitaria, es cierto. Sin embargo, no por ello deja de reflejar un característica natural en el ser humano, donde el individualismo e incluso el egoísmo no es fácil de desterrar.

 

La solución, siempre difícil —y que no ha resuelto tampoco el capitalismo ni el neoliberalismo, aunque también se proclamen en abanderados contra la pobreza—, es buscar un equilibrio que combine las necesidades y ambiciones personales con el bienestar común.

 

Se puede argumentar que tal camino resulta casi siempre una simple hipótesis, pero mucho más válida que el estereotipo de buscar bondades en la pobreza. Porque más allá de una corriente dentro de la novelística realista y social de los siglos XIX y principios del XX —luego heredada por cierto en la telenovela, tan cultivada en Venezuela— hay poco mérito en la pobreza. Precisamente porque a quienes están en esa situación no se les permite, o les resulta difícil, alcanzar mérito alguno, en cuanto a comportamiento social y no en referencia a casos individuales.

 

Incluso el marxismo tradicional hablaba de trabajadores —que vivían miserablemente— pero no depositaba sus esperanzas en los más desposeídos, que ni siquiera contaban con el “privilegio” de poder ser explotados. Quienes caían en la situación de sobrevivir de la limosna, gracias a la caridad, caían en la categoría amplia del “lumpen proletario”, fácil de manipular por cualquier poder, especialmente por el más reaccionario.

 

Ciudadanos pobres —muy pobres y sin esperanzas— apoyaron el nazismo en Alemania o el fascismo en Italia, y formaron parte de los escalones más bajos de los cuerpos represivos, donde se caracterizaron por su ferocidad, alimentada por una vida de frustraciones y maltratos.

 

Precisamente a este sector desposeído —más que a quien es pobre por recibir un bajo salario— es al que siempre mira al chavismo como base de apoyo. Sector que más que por la pobreza se define por la marginalidad. Son quienes han encontrado en el chavismo una razón de ser. Y si el gobierno de Chávez y ahora el de Maduro les brinda un sentido de integración política —para ser utilizados de acuerdo a sus fines—, no por ello los libra de la marginalidad social y económica.

 

Fue el marxismo soviético, con Lenin a la cabeza, el que glorificó a los pobres en novelas y películas. Los utilizó y por supuesto al mismo tiempo los explotó.

 

Si el chavismo retomó ese concepto desde el inicio —y con el gobierno de Maduro lo ha sobrecargado de fanatismo y fanfarronería—, no es solo por su carencia de un cuerpo ideológico moderno y apto, sino sobre todo por esa injusticia innata en su forma de proceder, que necesita de la escasez, las dificultades ciudadanas y la falta de artículos que cubran las necesidades más elementales, a fin de sobrevivir. Al fin y al cabo, ni Chávez ni Maduro se han preocupado por convertir al gobierno en el gran y único empleador —como hizo Fidel Castro en Cuba y ahora Raúl está dando marcha atrás por incapacidad económica del Estado—, más allá de agrandar el aparato burocrático y servirse de la industria petrolera ya existente. Les ha bastado con transformar la asistencia estatal —a la que está obligado cualquier país en mayor o menor medida— en una forma de caridad política y un reparto de prebendas y migajas, donde los pobres reciben poco y muchísimo menos de lo que merecen por vivir en una nación con una gran riqueza petrolera, que a diario se despilfarra.

 

 

Preguntas a Camila Vallejo

Manuel Castro Rodríguez

Junio de 2014

 

Este es el tercer correo que le envío a la diputada Camila Vallejo.

 

Diputada Vallejo, usted goza de todos los derechos consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero apoya al régimen militar que le niega al pueblo cubano el disfrute de esos mismos derechos. ¿Por qué?

 

Diputada Vallejo, la dictadura de Pinochet duró diecisiete años y se les permitía a los opositores pacíficos entrar y salir de Chile. ¿Por qué no le pregunta a la presidenta Bachelet? La dictadura de los hermanos Castro cumplió cincuenta y cinco años. ¿Por qué a decenas de miles de cubanos se nos impide entrar a nuestra patria?

 

Diputada Vallejo, la invito a ver los vídeos donde se muestran la destrucción física y el daño antropológico causado por la tiranía de los hermanos Castro.

 

Diputada Vallejo, ¿por qué no le pregunta a Sergio Bitar, exministro de Salvador Allende,que estuvo en Cuba hace tres meses?

 

El socialista Bitar fue ministro con Allende (1970-1973), con Ricardo Lagos (2000-2006) y en el primer mandato de Bachelet (2006-2010). Fue senador durante ocho años (1994-2002). Bitar, quien ha visitado Cuba cinco veces, declaró:

Cuando tú entras ya en una fase de declinación en la cual no mejoran las condiciones de vida, no mejoran las libertades, no mejoran los espacios de autorrealización, no mejoran las formas de inserción global y no hay avances en los campos de la innovación, entonces esto no tiene sentido.

Esto no puede ser vestido con un propósito de un socialismo. No hay ningún socialismo humanista que pueda sostenerse conceptualmente desde el punto de vista de las realidades cubanas”.

 

Diputada Vallejo, el castrismo ha superado con creces al criminal Pinochet. Casi todo el mundo reconoce la existencia del Holocausto, pero ¿qué nombre tiene lo ocurrido en Cuba bajo los hermanos Castro?  Más de cien mil muertes.  Más de dos millones de emigrados, el 20% de la población de un país que siempre se caracterizó por ser receptor de emigrantes.

 

Diputada Vallejo, ¿por qué en la última década nacieron cubanos en 138 países? Porque los cubanos continuamos votando con los pies.

 

Diputada Vallejo, ¿por qué usted no les solicita a los hermanos Castro que hagan un plebiscito en Cuba, como lo hizo el dictador Pinochet? Si el régimen de los hermanos Castro es tan bueno, ganaría ampliamente. ¿Por qué en Chile sí, pero en Cuba no?

 

Diputada Vallejo, su indiferencia de ignorar mi reiterada solicitud de que me ayude a salvar mi vida, ¿no contrasta con su disposición a repetir la propaganda del régimen militar cubano? Usted le escribió una carta al presidente Obama, pidiéndole el indulto de tres espías cubanos que permanecen encarcelados en Estados Unidos, condenados por conspiración y el asesinato de cuatro cubanos:

Armando Alejandre.

Carlos Costa.

Mario de la Peña.

Pablo Morales.

 

Por cierto, diputada Vallejo, ¿por qué el régimen de los hermanos Castro nunca ha mencionado alos otros integrantes de la Red Avispaque cooperaron con las autoridades norteamericanas?¿Por qué el régimen de La Habana tampoco ha dicho una palabra sobreotros espías castristas que han confesadoy han sido condenados?Por ejemplo: Ana Belén Montes.

 

Diputada Vallejo, ¿por qué usted hace como el avestruz cuando se trata de la vida de los opositores pacíficos a la peor tiranía que ha sufrido América?

 

Diputada Vallejo, ¿su proceder no es el más cruel de los rechazos a salvar la vida de un opositor pacífico?

 

Diputada Vallejo, ¿usted ni tan siquiera puede pedirle públicamente al general Raúl Castro Ruz que me permita regresar a mi patria?

 

Diputada Vallejo, con su actitud usted se está haciendo cómplice por omisión de mi muerte anunciada. ¿No puede indignarse a favor de mi vida? Por una vez, ¿usted no puede demostrar independencia del castrismo?

 

Las anteriores son algunas de las preguntas que un izquierdista que sufre con su indolencia aspira a que Camila Vallejo le responda. ¿La diputada Vallejo tendrá el valor de hacerlo?

 

En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.

George Orwell

 

¿Tan poco valor tiene para usted una vida humana, diputada Vallejo?

 

Usted ni tan siquiera ha hecho acuse de recibo de mi anterior correo. Le recuerdo que la verdadera izquierda siempre ha sido contestataria y solidaria con los oprimidos, siempre ha sido la primera en combatir las injusticias y defender los derechos humanos.

 

Usted no pierde oportunidad para hacer apología del régimen de oprobio imperante en mi patria, tiranía denunciada por una gran cantidad de izquierdistas, como puede ver si hace clic en el siguiente enlace.

 

Por favor, respóndame,diputada Vallejo. Le repito mi anterior correo.

 

Mi vida depende de la solidaridad internacional, diputada Vallejo

 

Estimada Sra. Camila Vallejo:

 

Ante todo, reciba un respetuoso saludo. Deseo de todo corazón que su niña se encuentre bien, creciendo sana y feliz.

 

Soy el profesor cubano residente en Panamá que varias veces ha escrito comentarios en su blog. Como usted tiene excelentes relaciones con los hermanos Castro, le solicito que me haga el favor de hacerle una carta abierta al general Raúl Castro Ruz, pidiéndole que me permita regresar a mi patria, así como a todos los cubanos que estamos en una situación similar.

 

Diputada Vallejo, aunque el artículo 13.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece queToda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”, a decenas de miles de cubanos se nos impide entrar a nuestra patria. ¿Eso no es una mostruosidad?

 

Diputada Vallejo, ¿cuál es mi ‘delito’? Denunciar las violaciones a los derechos humanos que sufre el pueblo cubano. Por eso la senadora Isabel Allendeexpresó hace cuatro años:

 

 Las libertades de opinión, asociación y reunión fueron libertades por las que en el PS luchamos y seguiremos luchando siempre. Ojalá que efectivamente haya una reacción por parte de las autoridades cubanas ycomprendan que el mundo condena hoy a las sociedades que no respetan el derecho de la libre opinión”.

 

Diputada Vallejo, decidí hacerle esta solicitud dado que:  

 

1- El estado de indefensión en que me encuentro podría hacerme perder la vida. Por negarme a cometer ilegalidades en la estatal Universidad Marítima Internacional de Panamá (UMIP) y luchar para que el pueblo panameño tenga la educación superior que se merece, estoy desempleado desde hace dos años. Estoy haciendo todo lo que está a mi alcance, porque no quiero morirme ahora y lejos de la tierra que me vio nacer.

 

2- Históricamente la izquierda se ha caracterizado por solidarizarse con los oprimidos ymi vida depende de la solidaridad moral internacional. Hago hincapié enque no solicito ayuda monetaria alguna.

 

3- Usted le escribió una carta al presidente Obama, pidiéndole el indulto de los tres agentes de la Red Avispa –dieciséis de sus integrantes fueron arrestados desde 1998- que permanecen encarcelados en Estados Unidos,  condenados por conspiración y asesinato. El propio Fidel Castro Ruz reconoció implícitamente el 19 de octubre de 1998, el espionaje cubano contra las bases militares norteamericanas:

 

si acaso pudiera interesarnos algo con relación a algunas instalaciones de Estados Unidos próximas a Cuba, serían los movimientos de tropas que pudieran preceder una agresión a Cuba. Pero estamos conscientes de que en este momento no es esa la línea fundamental del gobiernoSí nos podía interesar cuántas tropas se acumulaban en la Florida”.

 

Por cierto, diputada Vallejo,el segundo en rango de la Red Avispa era el mayor Ramón Labañino Salazar, que fue alumno mío en la Universidad de la Habana (UH). Labañino –así era como lo llamábamos en la UH- fue sentenciado a cadena perpetua más 18 años –su sentencia fue reducida a 30 años-, por espiar en dos bases militares norteamericanas:

 

a) La base de la fuerza aérea de Barksdale, en Louisiana, donde entonces radicaba el Centro de Mando de Retaguardia del ya inexistente Comando Aéreo Estratégico.

 

b) La base de la fuerza aérea de Mac Dill, en Tampa, La Florida, donde se controla y dirige todo el tráfico aéreo militar de Estados Unidos en el Caribe, Centro y Sudamérica. En ese entonces en esa base radicaban el Comando de Operaciones Especiales y el Comando Central (CENTCOM), responsable de las actividades militares norteamericanas en Asia y el Cercano Oriente.

 

Diputada Vallejo, después de esta digresión procedo a explicarle el estado de indefensión en que me encuentro.

 

Aunque mi vida depende de la solidaridad internacional, le reitero que no solicito ayuda monetaria alguna. Jamás en mi familia existió un pedigüeño, la forma en que mis padres me educaron fue el ganarme la vida con mi trabajo. Tengo 65 años, pero con suficiente lucidez intelectual y capacidad de trabajo para laborar un par de décadas más.

 

Sólo conozco dos sociedades: la cubana y la panameña. En ambas predomina la doble moral; muchos la practican, yo no puedo. Para mí es sagrado el respeto a los derechos humanos, los valores cívicos, las normas y la justicia; muchos me han dicho que ese es mi talón de Aquiles. No es que yo tenga vocación de Sísifo, si no que mis padres me enseñaron la importancia de ser consecuente: que haya concordancia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace.

 

Al poco tiempo de arribar a Panamá, me percaté de la pésima calidad de la educación y de la mediocridad de su clase política.  Es obvio que la primera es consecuencia de la segunda, dado que como nos dice Henry Brougham: “La educación hace a la gente fácil de dirigir, pero difícil de manipular; fácil de gobernar, pero imposible de esclavizar”.

 

Lo peor del pésimo comportamiento de la clase política de Panamá es que 1.363 panameños murieron por hambre desde el año 2002 hasta el 2012, o sea 124 muertos anualmente, aunque durante ese periodo los gobiernos manejaron un presupuesto acumulado de 96 mil millones de dólares, para una población de tres millones y medio de habitantes. Es una vergüenza que en un país con un ingreso per cápita elevado, se produzca la muerte de niños por hambre.

 

Además, en Panamá la explotación de los trabajadores es mayor que en EEUU ylos trabajadores han visto reducida su  participación en el producto interno bruto (PIB): de 37,8% en el año 2000 a 30,3% en el 2012.

 

En el año 2007 el Gobierno del PRD-Partido Popular hizo todo lo posible porprivatizarlos servicios de salud; puedo dar fe de ello porque participé en las reuniones que la Comisión Médica Negociadora Nacional (COMENENAL) sostuvo con la ministra de Salud y el director de la Caja de Seguro Social.

 

El Gobierno del PRD-Partido Popular acudió incluso a usar como rompehuelgas a los médicos cubanos que se encontraban en Panamá por la Operación Milagro. Cuando me enteré de ello, le envié un extenso correo a la Primera Secretaria de la Embajada de Cuba con copia a Julio Manduley –asesor de FRENADESO y sobrino de Celia Sánchez Manduley, la persona que fue más cercana a Fidel Castro-, protestando por tal hecho:

 

¿El pueblo cubano se sacrifica para que los médicos cubanos sean utilizados como rompehuelgas? Sería la mayor afrenta que Cuba le podría hacer al pueblo panameño, además de que sería una gran afrenta a la memoria de José Martí”.

 

Mi protesta dio resultado: dejaron de usar a los médicos cubanos como rompehuelgas.

 

En un artículo denuncié que el “vicepresidente Rubén Arosemena insiste en contravenir el acuerdo de equiparar el salario de los médicos“ y le dije al vicepresidente Arosemena: “Si usted desea saber cómo es factible realizar la equiparación salarial, invíteme a una sesión de trabajo“. Dos años después salió publicado Escándalo envuelve a Rubén Arosemena. A pesar del pésimo comportamiento de este dirigente democristiano, ahora se postuló para ser diputado, pero afortunadamente no resultó electo en las elecciones realizadas el pasado 4 de mayo, donde los democristianos panameños sólo obtuvieron un diputado.

 

De hecho soy un profesor non grato en el sistema educativo panameño, por negarme a realizar ilegalidades y denunciar la mercantilización existente en las universidades panameñas, que están entre las peores del mundo como muestran todos los informes internacionales; por ejemplo:

 

http://www3.weforum.org/docs/WEF_GCR_Report_2011-12.pdf

 

http://www.topuniversities.com/university-rankings/latin-american-university-rankings/2012

 

http://www.scimagoir.com/pdf/ranking_iberoamericano_2012.pdf

 

http://www.topuniversities.com/university-rankings/latin-american-university-rankings/2013

 

http://www.topuniversities.com/university-rankings/latin-american-university-rankings/2014#sorting=rank+region=+country=+faculty=+stars=false+search=

 

Como nos dice Martin Luther King: “Quien acepta la maldad sin protestar contra ella, realmente coopera con ella”. Por ello, al percatarme de la crítica situación de la educación en Panamá me entregué a tratar de mejorarla. Una parte de la sociedad panameña conoce de mis esfuerzos por lograr una mejora radical de las universidades; por ejemplo, hace siete años la Conferencia Episcopal Panameña tuvo la gentileza de invitarme a exponerle mis reflexiones sobre esta temática: durante unas tres horas fueron receptivos a mis argumentos.

 

En varios artículos denuncié la pésima calidad de la  educación y la clase política panameñas, por ejemplo:

 

Analfabetos funcionales, un artículo que me publicó el diario Panamá América el 21 de agosto de 2006, pero no aparece online.

 

Revalorización de la figura del docente, un artículo que me publicó el periódico La Prensa el 2 de septiembre de 2006.

 

Plan de Estudiospublicado en el Panamá América el 14 de marzo de 2007, pero no aparece online.

 

Mercaderes de la Educaciónpublicado en el Panamá América el 4 de mayo de 2007 y reproducido el 8 de agosto de 2007 por la Universidad de Santiago de Compostela, España.

 

Crisis de valorespublicado en el Panamá América el 20 de junio de 2007.

 

Crisis de valores del Ejecutivopublicado en el Panamá América el 11 de julio de 2007, pero no aparece online.

 

¿Quebrará la Universidad Interamericana de Panamá?,publicado en varios sitios digitales y reproducido el 15 de octubre de 2007 por la Universidad de Santiago de Compostela, España.

 

Crisis de valores del Legislativopublicado en el Panamá América el 25 de octubre de 2007.

 

Forjar mejores ciudadanospublicado en La Prensa el 14 de febrero de 2008.

 

Colapso educativo publicado en La Prensa el 16 de abril de 2008.

 

A ‘mazazos’ contra las universidades estatales y privadas, publicado en varios sitios digitales desde septiembre de 2009.

 

Diputada Vallejo, por las venas de su hija también corre sangre cubana, por lo que estoy convencido que usted conoce la obra de José Martí, el más insigne de los cubanos. He sido formado en el ideario martiano, ese que nos enseña que:

 

La palabra es para decir la verdad, no para encubrirla”.

 

Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado”.

 

De los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos”.

 

El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

 

Ver en calma un crimen es cometerlo”.

 

Diputada Vallejo, sufro represiónpor guiarme porel ideario martiano. En Panamá los mercaderes de la educación y la clase política no me perdonan que haya denunciado su pésimo proceder. En Cuba los hermanos que detentan el poder desde hace 55 años no me perdonan que denuncie las violaciones a los derechos humanos que sufren mis compatriotas; en palabras de Rosa Luxemburgo, que fue asesinada el 15 de enero de 1919 por luchar por el socialismo -aprovecho para invitarla a que lea la crítica que una gran cantidad de izquierdistas le hacemos al régimen de La Habana-:

 

La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que éste sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. Y no precisamente a causa del fanatismo de la ‘justicia’, sino debido a que todo lo que hay de enriquecedor, de saludable y de purificador en la libertad política, depende de ello y su eficacia desaparece cuando la ‘libertad’ se convierte en un privilegio”.

 

Sra. Camila Vallejo, hace tres años usted fue conocida en casi todo el mundo por dirigir las protestas estudiantiles en pos de una educación pública gratuita y de calidad; su bello rostro y las atinadas declaraciones que usted hacía ocuparon un lugar destacado en los más disímiles medios de comunicación. Todo ello  contribuyó significativamente a que ahora usted ocupe un escaño en la Cámara de Diputados de Chile. La felicito por ello.

 

Diputada Vallejo, por luchar para que el pueblo panameño tenga la educación superior que se merece, durante más de un año sufrí restricciones alimenticias limítrofes con el hambre -por ejemplo, ingiriendo diariamente casi un cuarto de libra de azúcar que mezclaba con agua. Sé lo dañino que es eso, máxime que fui macrofeto (pesé doce libras), mis antepasados por vía materna –incluyendo a mi madre, mis tíos y mi abuela- fueron diabéticos y un tío paterno murió de diabetes a los 22 años. Pero el hambre es mala consejera. De hecho esto es la crónica de una muerte anunciada, si no recibo la solidaridad moral internacional.

 

Diputada Vallejo, me siento en una situación kafkiana, a tal punto que no sé cómo no he perdido la razón. Mi vida depende de la solidaridad internacional que presione al general Raúl Castro Ruz para que me permita regresar a mi patria.

 

Diputada Vallejo, prefiero morirme en una cárcel de mi patria, que como homeless en una calle de Panamá.

 

Diputada Vallejo, ¿usted no va ha hacer nada para evitar mi muerte en Panamá?

 

Agradeciéndole de antemano su atención y la ayuda que me pueda brindar para salvar mi vida, queda de usted,

 

Manuel Castro Rodríguez.

Dirección: Ciudad de Panamá, El Cangrejo, Vía Argentina.

Edificio No. 33. Apartamento 15-A.

Identificación panameña: E-8-91740. Usted no sabe cuánto siento no poder darle una identificación cubana, pero ese es uno de los tantos derechos de que somos despojados los cubanos que vivimos fuera de la patria.

 

 

Sobre Eduardo Galeano

Rubén Blades

29 de mayo de 2014

 

Recientemente el escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó que no podría leer nuevamente su libro "Las venas abiertas de América Latina", por su retórica gastada y por la ausencia de un criterio económico mejor informado. No se mostró arrepentido de haberlo escrito, pero indicó que esa etapa ya estaba superada. Dichas opiniones han creado un torrente de reacciones, sobre todo en el ámbito de la Izquierda latinoamericana. 

 

Antes que descienda sobre este asunto la pared del silencio, algo que usualmente ocurre en estas situaciones, me gustaría aplaudir la honestidad y madurez mostrada por Eduardo Galeano. Cabe aclarar a los que se consideren ofendidos por su declaración, que el no ha renunciado a su posición en la Izquierda, ni ha ido en busca de un refugio a la derecha del argumento político. Se limito a reconocer uno de los temas que un gran numero de los que simpatizamos con el argumento humano de la Izquierda hemos observado desde hace décadas, por lo general sin comentarlo públicamente, quizás para no dar una apariencia de apoyo a las posiciones del Imperialismo, y de la Derecha y así robustecerlos con nuestra auto-critica.

 

La izquierda doctrinaria latinoamericana no ha podido trascender los desacreditados discursos de barricada, los apoyos incondicionales, la repetición de pensamientos invalidados por el tiempo, la incapacidad de criticar objetivamente los errores y contradicciones de los líderes y de los postulados de las llamadas revoluciones populares. El resultado de esta inercia ha producido la parálisis del justo argumento de la Izquierda y nos ha llevado a la oficial aceptación de mentiras y de contradicciones, a la condonación de flagrantes violaciones al ideal de justicia social y a la resignación intelectual de que la ideología va por encima de todo y que justifica plenamente que se ignore la razón de cualquier argumento contrario al dogma, incluso si contribuye a la creación de una mejor respuesta social.

 

"Las venas abiertas de América Latina" continúa identificando correctamente la génesis de muchos de los problemas políticos y económicos que hoy experimentamos en América. La admisión de Galeano no descalifica la mayoría de los comentarios correctos de su libro y su honradez tampoco crea validación general a los postulados de la derecha, ni produce la victoria, por "forfeit", del argumento imperialista. Aun así, no me sorprendería que los voceros de la izquierda dogmática -de quienes nunca he podido comprender cómo explican la dialéctica de Marx- armen la ya tradicional alharaca, en esta oportunidad en contra de Galeano.

 

Recordemos la terrible debacle política sufrida por el comunismo internacional, estrepitosa caída ante la cual la masa trabajadora, ni siquiera en el “paraíso de los trabajadores” de Rusia, hizo absolutamente nada para evitar o defender. El hecho histórico de que el Marxismo-Leninismo no encontró el apoyo popular que evitara su desaparición, resulta algo extraordinario y digno de discusión en los niveles más serios de la izquierda. El único escritor que recuerdo haberse referido al hecho fue el mexicano Jorge Castañeda, en su libro, "La utopía desarmada".  Por favor, corrijan si me equivoco.

 

Muchos de los intelectuales de la Izquierda tradicional criolla permanecen encerrados en un dogma indefensible, colgados todavía de rituales como el culto a Fidel y disertando aun dentro de los confines de la retórica pura del '60, como si no hubiese transcurrido el tiempo y como si hubiesen aprendido nada de lo que ha ocurrido desde entonces. A pesar de las contradicciones entre su discurso y la realidad de los tiempos, siguen dedicados a culpar exclusivamente al Imperialismo, al capitalismo y a la derecha por los males del mundo, sin aceptar la parte de responsabilidad que nos corresponde a todos los seres humanos, incluyendo a los que militamos desde la Izquierda.

 

Galeano, al admitir públicamente sus dudas, expone en sus revelaciones la mentira en la que insiste vivir ese fragmento de la Izquierda latinoamericana. Su autocrítica les produce estupefacción, confusión, rabia y hasta sospechas de traición.  Para ellos, lo aceptable es solo lo que se vislumbra dentro del espejismo dogmático-ideológico donde residen. Fuera del mismo, nada es real. Por eso pronunciamientos como el de Galeano, que no hacen otra cosa mas que mostrar errores históricos, o los sumen en profundo mutismo, o son resueltos ignorándolos. 

 

Venezuela nutre a Estados Unidos con el petróleo que le permite continuar su ritmo de acción "imperialista". En Nicaragua, Ortega se alía con lo que una vez denunció como el corrupto poder político para alterar la constitución y poder lograr la re-elección. En Cuba, a una población con uno de los mayores niveles de educación de América no se le permite el ejercicio de la libre expresión de su pensamiento crítico.

 

Nuestro mundo es mucho más complejo y diverso que el que justificó inicialmente la creación de los argumentos de Marx y Engels. La Izquierda debe reconocer la necesidad de evolucionar como opción, mejorada y consolidada, moderna e inclusiva, para enfrentar inteligentemente los cantos de sirena de la derecha y de sus manifestaciones más extremas e inhumanas, como los grupos xenófobos y/o neo-fascistas que cada vez adquieren mayor protagonismo popular en el escenario político y social mundial, entre otras razones, por el debilitamiento del ideario Socialista.

 

La autocrítica de Galeano no significa la aceptación de la Derecha y sus argumentos anti-populares, anti-solidarios y eminentemente materialistas. Su autocrítica no equivale a un abrazo con el Fascismo, como el que se dio Stalin con Hitler en el '40, para quedarse con la mitad de Polonia, algo que por entonces tampoco fue criticado por la mayoría izquierdista. Galeano no ha renunciado al contenido del argumento social justo, fundamento vital de la Izquierda. Su autocrítica es un signo de madurez.

 

Creo que la forma correcta de convencer a las mayorías del mundo de la bondad de un verdadero socialismo es basando su acción y pensamiento en el ser humano y en su posibilidad espiritual y física y no envolviendo esta posibilidad con un dogma inmutable y omnímodo, abandonado por sus propios autores, que permite y justifica la esclavitud del alma y de la mente en función del triunfo de una abstracción, inalcanzable por lo inhumana. El socialismo debe trascender a la tesis de la oferta política que permuta oportunidades materiales, a quienes no necesariamente se las han ganado, a cambio de la subordinación absoluta a una teoría que demanda la muerte del sentido común y la aceptación de la irrealidad. De otra manera, la Izquierda corre el riesgo de transformarse en algo políticamente irrelevante, como le ocurrió al Marxismo-Leninismo a consecuencia de heridas auto-infligidas.

 

Ojalá que los comentarios de Eduardo Galeano provoquen una discusión honesta que permita el examen crítico y objetivo del estado actual de la Izquierda en Latinoamérica y de sus posibilidades futuras en el ámbito de la administración pública. Que la polémica se convierta en la puerta de ingreso libre a una discusión internacional abierta, que sostenga y ayude a mejorar, sin artimañas o mentiras, los fundamentos de nuestra genuina preocupación social. Que las emociones del pro y del contra por lo expresado por Galeano se transformen en la síntesis de una voluntad común, creadora de propuestas sostenibles por lo sensatas, que contribuyan al desarrollo exitoso de ideas capaces de producir una sociedad más justa y más satisfactoria.

 

Un mundo que no requiera de héroes, en donde cada individuo contribuya, en la medida de su posibilidad, a la defensa y expansión de un espíritu universal que nos represente a todos.

 

Me uno a las felicitaciones que recibe Eduardo Galeano por su honradez.

 

 

El chavismo quiere acallar a diario izquierdista

 

 

Por qué protestan los venezolanos

(Parte II)

Manuel Castro Rodríguez

13 de abril de 2014

 

Expresé en la primera parte de este artículo –fue publicado el 16 de marzo- que los venezolanos tienen muchos motivos por los cuales protestar –y que se analizarían detalladamente en la continuación-, pero el más importante es por la intervención de los hermanos Castro en Venezuela.

 

Véanse otras causas de las protestas que vienen realizándose en Venezuela desde hace dos meses.

 

La tasa de homicidios. La creciente criminalidad es el problema que más preocupa a los venezolanos. Desde que Hugo Chávez llegó al poder, los asesinatos se han cuadruplicado: la tasa de homicidios pasó de 19 a 79 por cada 100.000 habitantes. Según Naciones Unidas, el índice de homicidios de Venezuela es el quinto más alto del mundo. En el pasado año 2013 se produjeron 24.763 asesinatos.

 

La inflación (Índice de precios al consumidor, IPC): Según el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional de Estadística (INE), el país terminó el pasado año 2013 con una tasa de inflación de 56,3%, el mayor índice en América Latina. En enero de este año el indicador se situó en 3,3% y en febrero en 2,4%. Con estos resultados, las variaciones acumulada y anualizada se ubicaron en 5,8% y 57,3%, respectivamente. Las tasas de inflación de los dos primeros meses de 2014 son superiores a la registrada en diciembre (2,2%), a pesar de los controles y fiscalizaciones emprendidas por el Gobierno desde noviembre para contener la inflación.

 

Para que se tenga una idea: en Venezuela el índice de precios al consumidor en febrero fue 2,4%. En Brasil fue del 0,69%, y el Gobierno brasileño estaba preocupado porque fue la segunda mayor tasa en los últimos 13 meses; el año pasado ya había superado la meta oficial y la inflación fue del 6% en 2013.

 

Aunque por ley el BCV está obligado a publicar la información sobre la inflación durante los primeros diez días del mes siguiente, esto se viene violando sistemáticamente.

 

La escasez de productos básicos. En las tiendas minoristas no se consigue pollo, harina precocida, carne de res, papel higiénico, detergente para lavar, azúcar, leche, harina de trigo, mantequilla y arroz. Según el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional de Estadística (INE), la escasez de alimentos fundamentales fue de 26,2% en enero, una ligera disminución con respecto al mes de diciembre (28,3%); después no se han actualizado los datos.


La escasez general es un indicador que se comenzó a registrar en 2005. Alcanzó su máximo histórico en enero de 2014 con 28%. Entre enero de 2005 y enero de 2014 la escasez superó el 20% en 14 ocasiones. Y 10 de esas 14 se dieron entre enero de 2013 y enero de 2014. Para entender la magnitud del problema, una escasez ‘normal’ es de 5%.

 

Supermercado en Venezuela

Enero de 2013

Supermercado en Venezuela

Marzo de 2013

¿Cómo es posible que Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, sufra tal escasez de alimentos? También hay insuficiencia de medicinas.

 

Supermercado en Venezuela

Abril de 2013

En diciembre de 2013, 46 productos tuvieron una escasez superior al 40% y la de 21 productos superó el 70%.

 

Supermercado en Venezuela

Septiembre de 2013

Para febrero de 2014 se reportó extraoficialmente que la escasez general superaba el 31%.

 

Supermercado en Venezuela

8 de febrero de 2014

Aumentó el déficit habitacional. El déficit habitacional pasó de 1,5 millones de viviendas para finales de 1998 a casi 3 millones para 2013. Las cifras oficiales dan una visión poco alentadora de las políticas de vivienda del Gobierno, incluyendo la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV). Con la GMVV se prometieron 2 millones de viviendas entre 2011 y 2017, pero entre 1999 y 2009 el sector público y el privado construyeron apenas un poco más de 530 mil viviendas.

 

Venezuela tiene una de las peores tasas de crecimiento económico de América Latina. Al comparar las cifras del PIB ofrecidas por el Banco Central de Venezuela (BCV) para el período enero/septiembre de 1999 con las del mismo período en 2013, la producción consolidada creció 55,4%, por debajo del crecimiento de Latinoamérica y el Caribe de 60%, según el FMI. Por actividades económicas:

 

1.  El PIB No Petrolero venezolano creció 69,8%. Resalta que, del total producido, 68% corresponde a servicios y apenas 32% a bienes producidos en el país.

 

2. El PIB Petrolero venezolano cayó 10,95%, lo que resulta particularmente preocupante cuando para septiembre de 2013 (último dato disponible), el 96,9% de las exportaciones eran petroleras.

 

Las importaciones se multiplicaron por 3,9 entre 1999 y 2013. A pesar del crecimiento económico no petrolero registrado en los últimos 15 años, cada vez es más dependiente de las importaciones (y por lo tanto de las divisas petroleras). Vale agregar que según cifras del BCV, las exportaciones petroleras pasaron de representar 71% del total en 1998 a ser el 96,7% en 2013.

 

Aunque no se han publicado las estadísticas, el 30 de diciembre de 2013 el presidente Maduro afirmó que Venezuela había crecido 1,6% en 2013. Al comparar esa cifra con las registradas por el FMI en el resto de Latinoamérica y El Caribe  (actualizadas al 8 de abril de 2014), Venezuela ocupa la posición 23 entre los 32 países de la región.

 

La mala gestión de las empresas públicas. Se demuestra con algunos ejemplos:

 

Agropatria registra fallas en suministro, escasez de insumos y problemas de pago, según los productores agrícolas. Desde su estatización en octubre de 2010 y hasta octubre de 2013, el Gobierno Central inyectó recursos en al menos 4 oportunidades, por un monto de US$ 660,75 millones para contrarrestar las pérdidas.

 

Alcasa cerró el 2013 con una producción de 38.000 toneladas de aluminio primario, 36,3% menos que 2012 y 79,7% menos que 2008, año de la nacionalización. Con esto, la producción de la empresa cayó por quinto año consecutivo.

 

Sidor cerró el 2013 con una producción de 1,5 millones toneladas de acero líquido, la más baja de los últimos 30 años. Estos niveles de producción fueron 10% menos que los de 2012, apenas el 30,5% de la capacidad instalada de la planta y 36% de su récord histórico de 4,3 millones de toneladas de acero, logrado en el 2007 en manos de Ternium.

 

Venirauto tenía planificado ensamblar 80.000 vehículos entre 2006 y 2012. Sin embargo, durante ese periodo sólo ensambló 12.000 unidades, el 15% de la meta. La empresa da pérdidas.

 

Lácteos Los Andes arrojó pérdidas de 61,4% en 2012, según la Memoria y Cuenta del Ministerio de Alimentación. En abril de 2013 los trabajadores denunciaron que la producción había caído 40% y faltaba materia prima.

 

Industrias de insumos para la construcción fueron asumidas por el Gobierno Central en 2007. Según cifras del BCV,  para 2012 la producción de hierro, acero, aluminio, cabillas y cemento se mantuvo por debajo de los de 2006. Y para mediados de 2013,  siete de cada diez constructores del sector privado no disponían de cantidades suficientes de cemento, cabillas, productos de acero, mallas, entre otros. Quienes las habían conseguido, tuvieron que pagar sobreprecio o por adelantado para garantizar el suministro.

 

Crisis económica. El 25 de marzo el presidente Nicolás Maduro devaluó el bolívar un 88%, aunque en enero había afirmado que “Venezuela tiene los recursos en divisas suficientes para mantener el dólar a 6,30”. Desde entonces, se ha devaluado la moneda mediante los sistemas de Sicad 1 y Sicad 2. A la fecha, el dólar de Sicad 1 cotiza a una tasa de 10 BsF/US$ (subasta Nº 07-2014), lo que implica una devaluación de 58,73% con respecto a la tasa Cadivi. El 10 de abril de 2014, el tipo de cambio Sicad 2 cerró en 49,1086 BsF/US$, lo que se traduce en una devaluación de 679,5% respecto a la tasa Cadivi. Hace un año, en febrero de 2013, se devaluó el tipo de cambio Cadivi de 4,3 BsF/US$ a 6,3 BsF/US$, aun cuando en octubre de 2012 el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, había afirmado que el tipo de cambio se mantendría en 4,3 BsF/US$ durante todo el año 2013.

 

Cifras del Banco Central de Venezuela muestran que entre febrero de 2012 y febrero de 2014 la liquidez monetaria (M2) aumentó 51,1% en términos reales, mientras que en términos nominales aumentó en 183,6%.

 

Entre febrero de 2012 y febrero de 2014, las reservas internacionales cayeron 21,59%, al pasar de US$ 27.763 millones a US$ 21.769 millones. Esto, sumado al fuerte aumento de la liquidez monetaria, hizo que el dólar implícito (liquidez monetaria dividida por las reservas internacionales) aumentara en 261,7%, al pasar de 16,5 BsF/US$ a 59,5 BsF/US$.

 

En el período 2006-2013 la producción petrolera de Venezuela ha caído casi 500.000 barriles por día (b/d), lo que es equivalente a la producción de un país petrolero como Ecuador. Esto aunado al derroche gubernamental, entregando petróleo a precios irrisorios a sus amigos extranjeros, como el caso de Cuba con 100.000 barriles diarios, de los cuales una parte son revendidos por el régimen militar cubano. Si a esto se le suma la nacionalización de industrias, la corrupción generalizada y once años de controles cambiarios, han causado que el dólar sea cada vez más escaso en la cuarta economía latinoamericana y uno de los principales países productores de petróleo del mundo.

 

El 3 de febrero de 2014 se conoció que Delsa Solórzano, diputada al Parlamento Latinoamericano, le exigió a Contraloría difundir qué empresas de maletín recibieron divisas:

 

No son los venezolanos que piden un cupo a Cadivi para viajar, los que necesitan una remesa para sus familiares en el exterior o los ciudadanos que están enfermos de cáncer y necesitan dólares para su tratamiento, son los funcionarios públicos que otorgaron dinero a empresas de maletín los que roban al país y la contralora sabe quiénes son esos funcionarios públicos”.

 

Control de los medios de comunicación. Restricción de divisas a los periódicos para que no puedan importar de papel. Proceso iniciado por Diosdado Cabello contra el diario Tal Cual podría llevar a prisión a Teodoro Petkoff durante 4 años. Radio Caracas Televisión y Globovisión sufrieron la represión chavista. Eliminación de la parrilla de NTN24, canal de noticias de Colombia. Amenazas y expulsión a corresponsales de CNN. Limitaciones a internet y los medios sociales.


No existe independencia de poderes. Desde hace una década todos los poderes están controlados por el gobernante de turno: primero Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro. Por ejemplo, en una confesión escrita, notariada y apostillada el exmagistrado Eladio Aponte Aponte reveló que por órdenes del presidente Chávez él redactó las sentencias de todas las instancias que conocieron el caso de Iván Simonovis -exsecretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, condenado a 30 años de prisión ya cumplió 9-, otros dos comisarios –Henry Vivas y Lázaro Forero- y ocho policías rasos integrantes de la Policía Metropolitana de Caracas. Según el exmagistrado Aponte Aponte, cuando este caso llegó a la Sala Penal él elaboró el fallo que desechó el recurso de casación introducido por la defensa sin siquiera leer el expediente. “La orden que expresamente me dio el presidente Chávez era salir de eso de inmediato, sin más tardanza”.

 

Hace dos meses el presidente Maduro ordenó por TV la captura del líder opositor Leopoldo López, el cual permanece en una prisión militar sin que la fiscalía haya presentado pruebas de los hechos que se le imputan.

 

Violaciones sistemáticas a la Constitución. Probablemente, el venezolano de a pie no se percata  de las constantes violaciones a la Constitución por parte de la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), como fueron demostradas por el diputado Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática, en el ‘Diálogo con justicia por la paz’ que el pasado 10 de abril sostuvo el presidente Nicolás Maduro con líderes opositores, en el Salón de Ayacucho del Palacio de Miraflores. El diputado Ramos Allup expresó:

 

 Sería negativo que dialogáramos sobre la consecuencias y no sobre las causas, nos estamos enfocando en discutir las consecuencias y no las causas. Una de las causas, la más eficaz, es que el Gobierno se ha separado del propio marco constitucional, y no pocas veces al separarse del marco constitucional han transgredido la Constitución”.

Henry Ramos Allup

El diputado Ramos Allup superó el doble del tiempo de intervención permitido, con una secuencia de argumentos que despertó el interés de la cúpula del PSUV:

 

Por fin estamos dando este debate, o diálogo, por primera vez en quince años, es demasiado tiempo, lo que en cualquier otro país es normal, es rutinario, aquí se ha convertido en noticioso porque es un caso excepcional pero al fin se dio”.

 

Cometió un error al decir que “en cualquier otro país es normal”, ya que en la Cuba de los hermanos Castro ni una sola vez en 55 años ha tenido lugar un hecho como ese.

 

El diputado Ramos Allup se refirió al léxico usado por el Gobierno que no se encuentra estipulado en la Constitución, como ‘unión cívico-militar’. “Cuatro palabras muy socorridas por el Gobierno, que están constantemente en el léxico y los discursos (…) Revolución, socialismo, hegemonía y unión cívico militar(…) En este país se habla del tema militar y todavía a la gente le corre un frío por el espinazo. ¿Cuál unión cívico-militar está aquí (en la Constitución)?, aquí no hay ninguna unión cívico militar, presidente Maduro, hablar de la unión cívico militar a quien más afecta es al civil y usted es civil, sobre todo porque en nuestros países de América Latina tenemos una tétrica y nefasta experiencia de la irrupción de militares en la política”, dijo, exigiendo que se tenga a “los militares cumpliendo sus funciones específicas y más nada que eso, el único derecho político que tienen los militares activos es el sufragio político, ningún otro”.

 

Además, el Gobierno de Venezuela está seriamente cuestionado en su legitimidad, dado que Maduro ocupa el cargo de presidente inconstitucionalmente, porque el presidente electo era Chávez, que había muerto sin llegar a juramentarse en el cargo, y según el artículo 233:

 

Artículo 233. Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia, o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato.

 

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional.

 

Si la falta absoluta del Presidente o la Presidenta de la República se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva.

 

En los casos anteriores, el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional correspondiente.

 

Maduro no podía ocupar el cargo durante el segundo proceso electoral. La presidencia temporal le correspondía al presidente de la Asamblea Nacional.

 

Además, esa elección fue muy cuestionada. Según el escrutinio oficial, Maduro ganó por menos del 1,5 % de los votantes, resultado que no ha sido reconocido por la oposición. El 18 de abril de 2013, cuatro días después de realizarse las elecciones presidenciales venezolanas, los presidentes de los países de la UNASUR se reunieron en Lima y respaldaron “implementar una metodología que permitiera la auditoría total de las mesas electorales”, lo cual no se ha cumplido.

Cuba y Venezuela, las lecciones de la historia

Ariel Hidalgo*

11 de abril de 2014

 

Hasta 1958 en Cuba y Venezuela gobernaban dos dictadores salidos de las filas militares. En ese año Venezuela se liberó mediante un movimiento cívico-militar y luego abrió sus puertas solidariamente a los exiliados cubanos, con quienes cooperó hasta el logro del fin de la dictadura caribeña. Los acontecimientos posteriores llevaron lamentablemente a ambos países a una situación semejante por caminos muy diferentes, pero a un nivel dramáticamente mucho más grave de esta espiral. ¿Se repetirá la historia? Es preciso aprender de ella para que cuando lleguen nuevas alboradas tanto en Cuba como en Venezuela, ese sol no vuelva a apagarse jamás.

 

Pero este vínculo viene de mucho más lejos. Entre 1822 y 1823 se tejió en Cuba la Conspiración Rayos y Soles de Bolívar contra el colonialismo español originada en las logias masónicas cubanas bajo el liderato de José Francisco Lemus, quien ya se había entrevistado en Philadelphia con representantes del gobierno de la Gran Colombia. Participaron numerosos cubanos célebres, así como varios latinoamericanos, entre ellos el venezolano Juan Peoli, cuya esposa mantenía correspondencia con el propio Bolívar. Tenían como objetivo apoyar el desembarco de un contingente de tres mil soldados bajo el mando del general bolivariano Manuel Manrique. Pero la expedición se frustró, tanto por la fuerte oposición de Gran Bretaña como de los Estados Unidos. La conspiración fue descubierta y sus principales dirigentes, deportados a España.

 

Cuando José Aniceto Iznaga, patriota cubano que intentó revivir la conspiración, se reunió con Bolívar en Caracas en 1927, éste le dio todo su apoyo, pero para entonces los hacendados de la Isla favorecían mucho más la anexión a los Estados Unidos. Bolívar, por su parte le escribió a Iznaga acerca de la oposición angloamericana: Si los cubanos proclamasen su independencia, presentando siquiera un simulacro de gobierno, y pidiesen auxilio al Gobierno de Colombia, entonces ni el Gobierno de Inglaterra ni el de los Estados Unidos se opondrían, ni aunque se opusieran Colombia se detendría”. En 1850, un venezolano, Narciso López, ondea por primera vez la actual bandera cubana que él mismo había ayudado a diseñar. José Martí, el más prominente héroe nacional de Cuba, vivió seis meses en Caracas en 1981, a la que llamó “cuna de América”. Publicó una revista, colaboró asiduamente en la prensa venezolana, impartió clases de Literatura y Gramática Francesa, creó una cátedra de oratoria, pero se vio obligado a salir del país por negarse a dar loas al entonces presidente Guzmán Blanco. En carta de despedida al director de la Opinión Nacional, diría:  Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí a un hijo”. Actualmente hay una estatua suya en una plaza con su nombre en Chacaito, Caracas, desde cuya plataforma habló el líder opositor Leopoldo López antes de entregarse a las autoridades del régimen de Maduro.

 

Lo nuevo en el paralelo entre Cuba y Venezuela es la participación de efectivos militares de la actual dictadura cubana en la represión brutal contra los manifestantes venezolanos, en particular las Tropas Especiales, creadas en 1986 bajo el asesoramiento de oficiales soviéticos y vietnamitas, más conocidas como “Avispas Negras” por la avispa negra en sus escudos con el aguijón listo para el ataque, formados en grupos de cinco, integrados lo mismo por hombres que por mujeres, y actuando en territorio ocupado por el enemigo, en particular motines y disturbios. Decenas de mártires ha costado en las últimas semanas la lucha pacífica de los venezolanos en las calles por una Venezuela mejor. Los cubanos tenemos una gran deuda con Venezuela. Cubanos y venezolanos debemos marchar juntos en la lucha por la libertad para que ambos pueblos conquisten juntos un nuevo amanecer, y el camino ha sido ya trazado por los estudiantes y los principales líderes opositores venezolanos: la lucha pacífica. Dejemos la responsabilidad de la violencia en manos de los represores, pues como dijera Leopoldo López, “la violencia es el lenguaje de los que no tienen la razón”. Como ha demostrado hartamente la historia de nuestros países, lo que llega por la violencia se mantiene por la violencia y es incapaz de fundar un reino de paz.

 

Infoburo@aol.com

 

*El autor es un profesor marxista cubano

Conferencia Episcopal de Venezuela

condena al Gobierno de Nicolás Maduro

2 de abril de 2014

2. Causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y autoridades de la República de implantar el llamado “Plan de la Patria”, detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático; las restricciones a las libertades ciudadanas, en particular, la de información y opinión; la falta de políticas públicas adecuadas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana; los ataques a la producción nacional, que ha conducido a que en nuestro país hoy se haga necesaria la importación de toda clase de productos; la brutal represión de la disidencia política; el intento de “pacificación” o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física.

Respuesta al ‘llamado urgente’ de Nicolás Maduro

Juan Antonio Blanco

3 de abril de 2014

 

Para convocar al diálogo tendría que dejar de criminalizar a la oposición. Para hablar de independencia y soberanía venezolana tendría que expulsar al ejército de ocupación cubano.

 

El presidente de Venezuela ha publicado un artículo de opinión en The New York Times en el que ofrece su visión de lo que ha acontecido en ese país por quince años y concluye con un llamado abierto: “Venezuela necesita paz y diálogo para moverse hacia delante. Damos la bienvenida a cualquiera que sinceramente desee ayudarnos a alcanzar esos objetivos”.

 

Magnifico, señor Maduro. Estoy seguro de que muchos desean ayudar. Yo entre ellos. Lo que sucede es que no compartimos su visión de las cosas. Si ese fuera el caso no podríamos ayudar a los venezolanos a alcanzar la “paz y diálogo” para seguir adelante. Me explico.

 

¿Cuál es la naturaleza del conflicto venezolano?

 

La esencia del conflicto en Venezuela se expresa entre la mayor parte de la población y un régimen político-económico que ha sumido el país en un estado de cosas que ya le resulta insoportable.

 

¿Le sorprende que la gente no responda sus llamados a una “conferencia de paz”? ¿Cómo podría una persona responsable acudir a un diálogo convocado por el líder de una fuerza que reprime a personas de todas las edades y géneros cuando expresan su descontento por la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, la improductividad nacional, la exclusión laboral por razones de preferencias ideológicas, la brutalidad policial, la corrupción a todos los niveles, la mordaza a la libertad de expresión?

 

Recuerde, Sr. Maduro, cómo se iniciaron estas jornadas de protesta nacional. Después del asalto y violación a una compañera de estudios, algunos estudiantes decidieron expresar su protesta por la falta de seguridad ciudadana en el campus universitario en que estudian. El Estado los embistió con toda la brutalidad de la que es capaz. Fue entonces que la protesta se extendió a los estudiantes de todo el país. Y las fuerzas uniformadas y paramilitares del Estado las embistieron de nuevo, pero con mucha más saña. Fue entonces que salieron otras fuerzas y sectores de población a apoyar a esos jóvenes. Son sus hijos, ¿sabe?

 

Usted entonces dispuso que contra todos ellos se usara todo el arsenal: perdigones, gases lacrimógenos, mangueras de agua a presión, tanques livianos, vuelos rasantes de cazas de combate. Pero la protesta siguió creciendo. Encarceló a un líder de oposición que se entregó a una justicia que hasta ahora no ha hecho honor a ese nombre y lo mantiene injustamente encarcelado. Ha desaforado alcaldes y diputados electos violando todos los procedimientos legales. Y los balazos de sus paramilitares y las granadas de gases lacrimógenos de la Guardia Nacional no solo afectaron a quienes protestaban, sino que penetraron en viviendas donde causaron víctimas que estaban recogidas en su hogar. Lógico: más personas se indignaron. No hace falta acudir a teorías conspirativas y acusar a países extranjeros para comprender por qué.

 

Su gobierno que tanto había hablado de la “Intifada” palestina pudo asistir a una nacional. Los “indignados venezolanos” —que recibieron peor trato que los que se manifestaron en Wall Street— decidieron rehusar el uso de armas de fuego y cuchillos. Se enfrentaron a aquella tropa a fuerza de botellas incendiarias, piedras y devolverles las granadas de gas que les arrojaban. Pero usted no se detuvo a reflexionar. Ordenó a su Guardia Nacional y paramilitares que siguieran matando a jóvenes desarmados —en nombre del Socialismo del Siglo XXI— con certeros disparos a la cabeza.

 

La tortura, los arrestos arbitrarios, las golpizas, los disparos de los malandros paramilitares fueron alentados en nombre de la revolución. ¿De cuál? ¿La de las camisas pardas nacional-socialistas de los bares de Múnich?

 

Según su versión este el choque inevitable con un puñado de violentos que intentan derrocar el actual gobierno en Venezuela. No, Sr. Maduro. Este es el choque ampliamente popular con un Gobierno que se ha propuesto deliberadamente desmontar la democracia y las instituciones republicanas para instalar un régimen totalitario, sumiso a la elite de poder cubana, que mantiene un ejército de ocupación extranjero de miles de asesores militares, de inteligencia y otras especialidades para controlar incluso a los funcionarios públicos. Ese es el poder que usted y el Sr. Diosdado Cabello representan.

 

La voluntad e intereses de la mitad —si es que no ya de la mayoría— ha sido sistemáticamente desconocida por su partido y Gobierno. Los diputados disidentes silenciados y golpeados físicamente en la Asamblea Nacional. Es allí donde debería haber tenido lugar desde un inicio el diálogo que hoy usted reclama.

 

¿Y ahora qué?

 

¿Usted quiere que vengan del Vaticano u otro lugar a llamar “a todos por igual” a abandonar la violencia, cuando su bando la inició y es quien la ha ejercido frente a una población desarmada? Sr. Maduro, usted no está en la Colombia de las FARC, Irlanda del Norte del IRA, o Sri Lanka de los Tigres Tamiles. Está en Venezuela, donde aquella parte del pueblo que su gobierno ha desconocido, atropellado y vejado, ahora resiste desarmada la embestida de verdaderas hordas fascistas. Para poder dialogar usted tiene primero que retirar de las calles a la Guardia Nacional y desarmar a los grupos paramilitares.

 

¿Usted quiere que los mediadores hagan un llamado a respetar la soberanía e independencia venezolanas? Adelántese a esa petición: expulse de Venezuela al ejército de ocupación cubano. Con ellos presentes no puede haber un diálogo en condiciones soberanas.

 

¿Usted quiere que el mundo crea en su buena fe? Libere a todos los presos políticos, permita el retorno de los exiliados y no siga criminalizando y reprimiendo la protesta social.

 

Y rece mucho o hable con algunos de esos pajaritos que le trasmiten mensajes del difunto Chávez. Lo va a necesitar porque aun si el Vaticano llama a todos a seguir el ejemplo de Jesús hay quienes no van a olvidar lo sucedido. El perdón, a fin de cuentas, es potestad exclusiva de las víctimas… y ellas no siempre están dispuestas a extenderlo.

 

 

Véase qué tipo de régimen existe en Venezuela

 

 

Monseñor Ovidio Pérez denuncia al chavismo

 

 

Mentor político de Chávez denuncia

la ocupación de Venezuela por los hermanos Castro

 

 

Maduro, el fascista eres tú

Alejandro Armengol

26 de marzo de 2014

 

El poschavismo degenera con rapidez y violencia hacia un fascismo rojo. Los que en este momento mandan en Venezuela han decidido acallar mediante el atropello. Amenazar con encerrar a los que expresan pacíficamente su desacuerdo con un “heredero” que ha acabado despojándose de cualquier disfraz democrático e intenta implantar una dictadura total en el menor tiempo posible.

 

El gobierno de Nicolás Maduro no se inicia donde lo dejó Chávez, sino donde lo comenzó Fidel Castro en Cuba: con la amenaza de meter en la cárcel a quien se le opusiera —que la cumplió de inmediato— y una campaña de desinformación destinada a desprestigiar a todo aquel que consideraba un enemigo.

 

Maduro y Diosdado Cabello no han perdido un minuto en dejar en claro que con ellos no hay diálogo y negociación posible: acatar o sufrir las consecuencias. Por supuesto que han recurrido a ese viejo expediente de hablar del peligro de golpe de Estado, incitación al caos y los desórdenes por parte del bando contrario, así como tampoco se han demorado un segundo en lanzar acusaciones de que han sido los opositores pacíficos los responsables de las muertes ocurridas.

 

¿Cuántas veces ocurrieron “sabotajes” en momentos muy precisos en Cuba, la quema de un círculo infantil durante los días del éxodo del Mariel, varias bombas que dieron pie a decretos gubernamentales o a la creación de los órganos de vigilancia en cada cuadra, sin que nunca se supiera quién en realidad había estado tras esas acciones?

 

En ese libreto, que en la actualidad es dictado por La Habana —incluso con más fuerza que durante la época de Chávez— no es de extrañar que ocurran situaciones que de inmediato se utilicen para justificar la represión.

 

En todo ello, no hay originalidad. No lo inventaron los Castro. Existe desde mucho antes, pero nunca se aplicó con tanta eficiencia como durante el fascismo, el gobierno nazi y el comunismo.

 

Precisamente lo que está ocurriendo en toda Venezuela es que el régimen avanza con prisa en imponer una maquinaria represiva que consolide y perpetúe su presencia.

 

El desastre político que vive Venezuela es un retroceso histórico y social. Maduro ha comenzado a retrotraer al país a algo nunca vivido en Venezuela: una dictadura como la cubana.

 

No lo está haciendo ni siquiera guiado por un objetivo ideológico malsano, sino por ambición personal. Pero los fines personales no alteran para nada lo peligrosa que se está tornando la situación en Venezuela.

 

Bastan algunas referencias a lo que significó Mussolini  para Italia y para el mundo, y mencionar como luego el régimen de La Habana ha repetido estas mismas características, para  comprobar la forma en que estas ahora comienzan a perfilarse en Venezuela.

 

Fascismo y Ur-Fascismo

 

El Partido Fascista de Mussolini nació bajo la bandera de que era la fuerza destinada a establecer un nuevo orden social, pero fue financiado por los terratenientes y las capas más conservadoras de la sociedad italiana. En su comienzo, el fascismo fue un movimiento urbano de tendencia republicana, que contaba con un amplio apoyo entre la clase media y que se extendió a las áreas campesinas. El primer gobierno de Mussolini incluyó tanto a ministros liberales como populistas, hasta tener la fuerza suficiente para establecer un régimen totalitario, que subsistió durante 20 años proclamando su lealtad al rey Víctor Manuel III y a la familia real. Sin embargo, cuando el Rey destituyó y encerró a Mussolini, éste reapareció con el apoyo nazi proclamando una nueva república.

 

Mussolini fue en un comienzo un militante ateo que incluso retó a Dios a que lo destruyera como prueba de su existencia, pero no sólo pactó con la Iglesia Católica y reconoció la soberanía del estado vaticano, sino que gobernó con el beneplácito del papa Pío XI, los obispos y la curia romana.

 

A diferencia del nazismo y el comunismo soviético, que no permitieron la menor muestra de disidencia en los terrenos del arte y la cultura, bajo el fascismo italiano fueron toleradas manifestaciones artísticas y literarias que se apartaban del oficial estilo grandilocuente.

 

¿Quiere esto decir que existió en Italia una mayor tolerancia que en Rusia o en Alemania? Nada de eso, el líder comunista Antonio Gramsci murió en la cárcel, el diputado opositor Giacomo Matteotti fue asesinado por una grupo de rufianes fascistas y el propio Mussolini se responsabilizó del hecho. A su regreso, durante el gobierno establecido en Saló bajo el respaldo alemán, el Duce prometió fusilar a los miembros del Gran Consejo que habían votado en su contra, entre ellos su yerno, el conde Galeazzo Ciano, al que ejecutó por la espalda. Cuando algo realmente amenazaba su poder, el dictador italiano sabía que la mejor manera de resolverlo era por la vía rápida: eliminando al contrario.

 

Desde hace años los cubanos saben cuantas similitudes existen entre el fascismo y el régimen de La Habana. No son simples coincidencias. El gobierno de Fidel Castro siempre fue profundamente fascista, sólo que llegó al poder con atraso, en un momento en que tal denominación ya estaba cubierta de ignominia. Raúl Castro ha establecido breves reformas destinadas única y exclusivamente a su sobrevivencia. Ripios a cuentagotas en permitir timbiriches e intentos de seducción de grandes capitales, pero en lo político una continuidad absoluta o casi absoluta.

 

Ur-Facismo

 

Umberto Eco enuncia 14 características típicas de la ideología fascista en su artículo Ur-Fascismo. El régimen cubano las cumple a plenitud. Eco dice que es suficiente que una de ellas esté presente para permitir que el fascismo se aglutine a su alrededor. Según el ensayista y novelista italiano, en un sistema fascista no hay lucha por la vida, sino que la vida se vive para la lucha. En tal perspectiva, todo el mundo es educado para convertirse en un héroe. En toda mitología, un héroe es un ser excepcional, pero bajo la ideología del fascismo total, el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo está directamente vinculado al culto de la muerte.

 

Decirle fascistas a los opositores pacíficos venezolanos es un insulto soez. Señalar las similitudes entre el fascismo, el castrismo y ese poschavismo donde la fanfarria, el sainete y el velorio ceden cada vez más el lugar a la fuerza bruta es únicamente advertir de un peligro.

 

Si el presidente Maduro está en problemas, con una situación que cada día escapa más de sus manos, el gobierno cubano también debe estar preguntándose qué hizo o qué no hizo en su labor de asesoramiento de seguridad, pero más que un problema de los maestros, lo que ha ocurrido es que los alumnos salieron malos, indisciplinados y torpes.

 

Sin embargo, las intenciones no escapan con los malos resultados. Lo único que interesa a Maduro es el poder. Es la copia de un fantoche de un fantoche. Un mal imitador de Castro y Mussolini, pero no por ello menos malvado.

 

 

Tanquetas reprimen al pueblo

 

 

El crimen de María Corina Machado

Elizabeth Burgos

21 de marzo de 2014

 

MCM rompió la dependencia psicológica que Fidel Castro ejerce sobre la política -y los políticos- venezolanos. De allí su peligrosidad para el plan cubano en Venezuela y la aplicación del ensañamiento contra ella.

 

La rebelión ciudadana que desde febrero ha tomado las calles del país ha desplazado radicalmente las piezas del tablero y ha demostrado un hecho de suma importancia histórica. En Venezuela ha surgido una oposición que ya no es rehén del castrismo. Eximida de esa influencia que ha perneado durante decenios el modo de pensar y el sentir político de los venezolanos -todas las tendencias políticas confundidas, lo que explica al carácter ambiguo, y muchas veces incoherente de la oposición-, ha logrado la libertad de rebelarse y expresar el sentimiento nacional más elemental que anima a los ciudadanos ante la invasión de otro país que venga a imponer su ley.

 

La Habana no podía permanecer indiferente. El mantenimiento en el poder de Nicolás Maduro es un asunto de sobrevivencia. Pese a la aceleración de las negociaciones de Cuba con la Unión Europea llamadas a poner término a la “Posición Común” que condicionaba el otorgamiento de créditos y la apertura de una política de cooperación con la isla, al respeto de los derechos humanos y a una apertura democrática. La actividad diplomática desplegada por los gobiernos latinoamericanos en pro del reconocimiento sin condiciones de la dictadura castrista, al igual que lo ha hecho por parte de la OEA su Secretario General, José Miguel Insulza, ha dado sus frutos diplomáticos, pero los frutos que le den a comer a los cubanos, tardarán algún tiempo. Cuba seguirá dependiendo de Venezuela. La dictadura cubana está obligada a proteger el equipo que ha puesto en el poder.

 

Pero sería ingenuo pensar que los Castro juegan una sola carta. Nunca lo han hecho. En todas las circunstancias conflictivas, Fidel Castro, que es un verdadero genio en el arte del detalle táctico, siempre tiene de reserva varias cartas bajo la manga. Es indudable, que a los Castro les conviene más mantener en el poder a un incondicional como Maduro. Han hecho todo lo posible. Creyeron que la rebelión cesaría tras los certeros disparos en la cabeza.

 

Para el aparato cubano, es innegable que se está ante un escenario inédito. La Habana tiene que prepararse, porque llegado el caso en que la situación se haga insostenible y exija de manera ineludible un cambio de escenario, Cuba puede perfectamente sacrificar a Maduro. Por supuesto que el hecho no la tomará desprevenida: tendrá preparadas una, dos o más cartas de recambio que ya debe estar barajando. De allí que no sea de excluir en un futuro inmediato, ver en el escenario político venezolano actitudes titubeantes e incomprensibles, posturas sorprendentes, alianzas contra natura: en todos esas expresiones bizarras, lo más seguro es que esté la mano hábil del aparato cubano; sin excluir que quienes son objeto de la manipulación no se percaten de ello. No sería la primera vez que lo haga, ni la última, porque desafortunadamente al castrismo todavía le queda vida por delante en América Latina. El castrismo ya es parte de la estructura mental del comportamiento político del latinoamericano, de allí el milagro que significa el surgimiento en Venezuela de una generación de jóvenes libres de esa tara congénita.

 

La arremetida contra María Corina Machado es parte de ese escenario. En un terreno como el de la oposición, bastante pobre en ideas y sin un programa político digno de ese nombre, a la que de hecho el poder muchas veces le ha marcado la agenda, el surgimiento de una voz que exprese los valores que forjaron el sentimiento de pertenencia a la nación; que al expresarse toque esas fibras profundas que mueven a los pueblos a defender el espacio que habitan, perturba el escenario y se hace necesario excluirla, neutralizarla.

 

Fidel Castro es paciente en el odio y la revancha siempre termina tomándola. Difícilmente ha olvidado la osadía de la carta pública que le envió María Corina Machado, en respuesta a una “Reflexión” de enero 2012 del cubano en donde alababa la “genialidad de Chávez” y reprochaba a la parlamentaria “la dureza extrema “con que lo increpó con frases que “pusieron a prueba su caballerosidad y sangre fría” ante el “insultante calificativo de ladrón”. La reflexión de Fidel Castro, es una muestra de la “guataquería”, como llaman los cubanos a la adulancia más vergonzosa. Consideró que la frase “águila no caza mosca”, era una frase “elegante y sosegada”, a lo que MCM le responde que se trata de una grosera manifestación de desprecio hacia sus interlocutores, y sólo “un déspota considera que un parlamentario elegido por el pueblo no tiene credenciales para discutir con el presidente de su país”. Sin embargo, al referirse al discurso pronunciado por Chávez (Informe a la Nación, enero 2012) en la Asamblea Nacional y que dio origen a la intervención de MCM, Fidel Castro, al tratar de alabarlo, se traiciona e incurre en la manifestación de condescendencia más patética que pueda imaginarse, al afirmar que “no alcanza a explicarse cómo un soldado de modesto origen, fuera capaz de mantener con su mente ágil y su inigualable talento tal despliegue oratorio sin perder su voz ni disminuir su fuerza”. Para Fidel Castro, el origen modesto no concuerda con el talento. La reflexión de Fidel Castro, merecería un análisis de texto. No hay desperdicio, cada palabra tiene su significado, cada frase es un mensaje destinado a manipular. Quien es un dechado de ambos, trata a Betancourt de vanidoso e hipócrita. A Pablo Neruda, al que insultó y trató de agente del imperialismo, lo menciona “insigne y laureado poeta”.

 

En un párrafo relativo al colombiano Marulanda, vale la pena citarlo porque expresa a cabalidad la manera cómo el pensamiento de Castro se inspira de lo militar: a Marulanda, lo considera “valiente y revolucionario”, pero no coincide con él en su concepción táctica, por que según Castro dos o tres mil hombres habrían sido suficientes para derrotar a un ejército regular convencional en Colombia; en cambio, Marulanda organizó un ejército con “casi tantos soldados como el adversario” y “eso es sumamente costoso y virtualmente imposible de manejar; se torna imposible.” De lo cual se infiere, de que para controlar los movimientos de protesta en un país eminentemente urbano como Venezuela, es más manejable un ejército integrado por tiradores de elite, desplazándose en motocicletas. El certero disparo en la cabeza, revela la doctrina militar que profesa Fidel Castro: lo menos costoso y que sea lo más eficaz.

 

Habituado a que jamás nadie lo haya cuestionado, la carta pública de MCM tiene que haber significado un duro golpe al monumental narcisismo del cubano. Ella responde punto por punto los cuestionamientos y la versión de la historia que como de costumbre forja el cubano. La diputada desmonta la versión ficticia que hizo Chávez en su presentación de “un país de paz y prosperidad que no existe”. Tal vez la frase más dura que debe haberlo herido profundamente es cuando le recuerda al dictador cubano que intervino en Venezuela en los 60, pretendiendo imponer un régimen como el cubano por lo que “su ataque a Rómulo Betancourt no puede ocultar un hecho que está inscrito en la historia: Betancourt lo derrotó a usted política y militarmente, su reconcomio por esta fatalidad es evidente”. Le recuerda también la carta que le envió Castro a Carlos Andrés Pérez desmarcándose del golpe de Chávez de 1992, lo que demuestra la falta de principios del cubano. La carta de MCM es un compendio del comportamiento abusivo de Castro hacia Venezuela, de sus versiones sesgadas de la historia. Una pieza epistolar de un raro rigor, sin retórica, ni golpes bajos. Los golpes fuertes son las contundentes verdades que expresa.

 

Una carta necesaria porque todavía, pese a los acontecimientos recientes, todavía existen medios, incluso de oposición, que persisten en hablar de la “supuesta” intervención cubana.

 

En una entrevista periodística a propósito de las razones que la incitaron a escribir la carta, MCM declara que lo hizo porque creyó que era “el momento de poner las cosas claras y demostrarle a esos hombres autoritarios al frente de mi país, de Venezuela y también el de Cuba, que no les tenemos miedo, que no les bajamos la cabeza y que no vamos a tolerar más mentiras”.

 

“He expresado lo que siente la inmensa mayoría de los venezolanos. Es un tema de dignidad, es un tema de soberanía y un tema de independencia y ha llegado el momento de llamar a las cosas por su nombre y que sepan que no les tenemos miedo”.

 

Es por ello que esa carta tiene un significado histórico profundo, porque abre la senda hacia la voluntad de sobrepasar el chantaje ideológico del castrismo, a lo que hasta ahora ningún responsable político venezolano se había atrevido o haya tenido la iniciativa de hacerlo con ese rigor y eso tiene que haberlo comprendido perfectamente el estamento cubano. En el momento en que el poder castrista se percata de que el contenido de lo expresado en la carta ha cobrado cuerpo y ha tomado la forma de una rebelión civil, es evidente de que buscarán la manera de callarla.

 

Vale la pena citar en su integridad el párrafo final: “Comandante Castro, deje de intervenir en los asuntos internos de Venezuela. Hágalo de buen grado o las fuerzas democráticas de Venezuela se lo volverán a hacer entender como hace 50 años”.

 

Una demostración de rigor y una conciencia firme de fidelidad a los principios republicanos, he aquí el “crimen” que busca castigar el presidente de la Asamblea Nacional.

La Guardia Nacional entró

a la Universidad Central de Venezuela

con seis tanquetas y otros vehículos militares

12 de marzo de 2014

Centenares de miembros de la Guardia Nacional entraron a la Universidad Central de Venezuela, donde reprimieron a los estudiantes

 

Espionaje castrista a Venezuela

 

 

Por qué protestan los venezolanos

(Parte I)

Manuel Castro Rodríguez

16 de marzo de 2014

 

Las protestas comenzaron en Táchira el 4 de febrero, por la inseguridad existente en la Universidad de los Andes: “Los manifestantes salieron a tempranas horas a protestar por la inseguridad que los aqueja ya que habían intentado violar a una joven estudiante en el jardín botánico de esa casa de estudios”.

 

Ocho días después, miles de personas salieron a protestar. El 12 de febrero se produjo una feroz represión que provocó 3 muertos y 23 heridos, además de torturas. Un día después Juan Manuel Carrasco, de 21 años, y Jorge Luis León, de 25, fueron detenidos en Valencia por la Guardia Nacional, y permanecieron entre 55 y 60 horas antes de comparecer ante el juez. “Los militares me violaron con el cañón de un fusil”, denunció Juan Manuel Carrasco, que es ciudadano español. “Reclamé por nuestros derechos. Me golpearon muy feo, en las costillas, en la cabeza, con patadas, cachazos (con la culata) de los fusiles. También con los cascos”. Carrasco insiste que en el cuartel había varios cubanos: “Se lo noté en el acento”.

 

Es innegable que el asesoramiento castrista también incluye el campo de la represión más cruel, incluyendo la tortura. No son pocos los opositores cubanos que han sido torturados por el régimen militar de los hermanos Castro, como se puede comprobar haciendo clic aquí.

 

Seis preguntas para entender las protestas en Venezuela

 

El 24 de febrero el gobernador del estado Táchira y miembro del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, José Vielma Mora, criticó “excesos” de la Guardia Nacional en la represión de las protestas. “Aquí nadie está autorizado para ejercer la violencia”, dijo. El gobernador del estado Táchira se quejó de la presencia del Ejército en su Estado. “Me molesté mucho con el sobrevuelo de aviones militares en Táchira, fue un exceso inaceptable”. “No soy parte del régimen, fui electo por los ciudadanos de Táchira”.

 

No estoy de acuerdo con mantener presos a Simonovis y Leopoldo López”, declaró el gobernador oficialista. “Un tema de la paz, es que todos los que están presos por cuestiones políticas, hermano, mándelos para su casa (…) Necesitamos creer que eso va a ocurrir”.

 

El gobernador oficialista señaló que “cualquier protesta estudiantil debe ser atendida”. “Ellos tienen el derecho a protestar”. “Yo estoy de acuerdo con la protesta pacífica, porque nos ayuda a entender qué está ocurriendo”. Enfatizó que se mantiene del lado de las autoridades militares “para recordarles: mira los derechos humanos”. Dijo que estáen contra de tratar una manifestación pacífica con violencia y atropello”.

 

Vielma Mora aceptó que se equivocó en la acción contra las manifestaciones y ofreció disculpas: “Acepto mis errores y pido disculpas por ellos. No pongo mi cargo a la orden porque podría ocuparlo alguien que no quiera la paz”. El gobernador oficialista también criticó la censura gubernamental a las informaciones sobre las protestas. “Estoy en contra de la censura de cualquier tipo”, declaró.

 

¿Por qué el gobernador oficialista José Vielma Mora se desdijo unos días después?

 

El 12 de marzo otras trespersonas muertas durante los graves enfrentamientos en Valencia y una brutal represión de la Guardia Nacional en Caracas, contra una marcha pacífica de los estudiantes, marcaron con sangre, gas y una escalada de violencia otra jornada de la ola de protestas contra Nicolás Maduro. Una ola que no deja de crecer, pese a las cinco semanas transcurridas”.

 

Al menos veintiocho personas han muerto y se han documentado múltiples denuncias de torturas y otros atropellos realizados por los militares venezolanos y los paramilitares armados por el Gobierno de Venezuela, que en la neolengua del régimen son llamados ‘motorizados’, ‘tupamaros’ o ‘colectivos’. Por ejemplo, Gina Rodríguez, viuda de Guillermo Sánchez, denunció:A mi esposo lo mataron los colectivos”.

 

Algunos de estos ‘colectivos’ han sido entrenados en Cuba por las Tropas Especiales -una unidad élite que responde directamente a los hermanos Castro-, más conocidas como Avispas Negras, debido a la avispa negra que muestra en su escudo, con el aguijón listo para atacar:

El que era jefe de las Tropas Especiales cubanas, Antonio Briones Montoto, murió el 28 de mayo de 1967 en Machurrucutu, Venezuela, cuando formaba parte de la invasión castrista. Pocos días después también cayeron en Venezuela otros cubanos combatientes del mismo cuerpo: Gilberto Pico Rivers y Pedro Cabrera Torres.

 

El Gobierno de Venezuela ha ignorado las condenas y los llamados al cese de la represión hechos por personalidades latinoamericanas. Por ejemplo, trece días después de haber comenzado esta ola de violencia, el prestigioso escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado -al producirse el triunfo de la revolución sandinista en 1979, integró la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional; fue electo vicepresidente de Nicaragua en 1984- condenó “el asesinato de jóvenes estudiantes en VenezuelaLa represión, la persecución y los muertos no son ni siglo veintiuno, ni son socialismo sino lo mismo de siempre en Venezuela”.

 

El 4 de marzo, un mes después del inicio de las protestas, el expresidente socialista Ricardo Lagos y tres ex presidentes socialdemócratas condenaron el deterioro de los DDHH en Venezuela:

  

Llamamos muy especialmente al Gobierno para que contribuya a crear sin demora las condiciones propicias para ese debate, con una agenda compartida y sin exclusiones. Para ello es indispensable que se ponga cese de inmediato a la persecución contra los estudiantes y los líderes de oposición, incluida la liberación del señor Leopoldo López y de todos los detenidos o perseguidos por razones políticas. Igualmente, es imperativo que se adelante una investigación independiente y transparente sobre las denuncias de torturas y otras violaciones a los derechos humanos y que se ponga cese al hostigamiento a la prensa independiente…”.

 

Dos días después, el 6 de marzo, Pompeyo Márquez -fue militante comunista desde los años treinta, guerrillero en la década del sesenta y fundador del Movimiento al Socialismo (MAS)- publicó Urge un gobierno de transición, donde expresa:

 

Se ha conformado un nuevo cuadro político a partir del 12 de febrero, luego de la represión desatada por el gobierno asesino de Maduro, quien dio la orden públicamente de reprimir las protestas, respuesta de la población a la crisis sistémica que padecemos. Una represión desproporcionada contra la resistencia estudiantil y juvenil, que ha hecho gala, con heroicidad, de las tradiciones de anteriores generaciones de las cuales formé parte, y con las cuales me identifico plenamente y aliento a mis 92 años”.

 

Véanse los vídeos que muestran las violaciones sistemáticas de los DDHH que vienen sufriendo los venezolanos desde el 4 de febrero. Desde hace más de un mes en Venezuela se ha hecho algo común los asesinatos, los secuestros y las torturas por motivos políticos.

 

Según el Foro Penal Venezolano asciende a 59 las denuncias de tortura:

 

Estas jóvenes fueron salvajemente golpeadas y amenazadas de violación por los militares. La menor de edad de tanto jalarle el cabello se le desprendió el cuero cabelludo y tiene sutura de más de cinco puntos. No conformen con eso, los efectivos las bañaron en vinagre, sustancias de bombas lacrimógenas, agua y les cortaron el cabello. Posteriormente son entregadas a otros funcionarios que, bajo coacción, las hacen firmar un acta, donde consta que no se les violaron sus derechos humanos. Como se negaron a firmar, las amenazaron con meterlas en un calabozo donde habían presos comunes con bastante tiempo sin estar con mujeres. Bajo ese psicoterror firmaron las actas para salir en libertad. El 13 de marzo esas valientes féminas fueron al Ministerio Público a denunciar”.

 

Véanse otras denuncias sobre el trato inhumano aplicado a los que han protestado.

 

La única explicación razonable al comportamiento irracional del Gobierno de Venezuela y los principales dirigentes chavistas es que Fidel y Raúl Castro lo están incitando a ello. Por ejemplo, el 17 de febrero el gobernador del estado Carabobo, Francisco Ameliach, llamó a los integrantes de las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH) “a prepararse para el contraataque fulminante“. En el mismo tuit expresó que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello “dará la orden“.

 

De acuerdo al artículo 1 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes:

 

1. A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas.

 

2. El presente artículo se entenderá sin perjuicio de cualquier instrumento internacional o legislación nacional que contenga o pueda contener disposiciones de mayor alcance”.

 

Venezuela suscribió ese tratado en 1985 y lo ratificó en 1991.

 

Los venezolanos tienen muchos motivos por los cuales protestar –se analizarán detalladamente en la continuación de este artículo-, pero el más importante es por la intervención de los hermanos Castro en Venezuela. Cuando estaba terminando este artículo, se publicó que miles de venezolanos marcharon contra la injerencia castrista en el Gobierno y las fuerzas armadas de Venezuela. Véanse las fotos.

 

Para poder detener este baño de sangre que pareciera no tener fin, la comunidad internacional tiene el deber moral de exigir que:

 

1- El Comité contra la Tortura de Naciones Unidas investigue las múltiples denuncias de torturas realizadas por la sociedad civil de Venezuela.

 

2- Se ponga fin definitivamente a la injerencia de los hermanos Castro en el Gobierno y las fuerzas armadas de Venezuela.

 

 

Venezuela: ¿mediación?

Juan Antonio Blanco*

14 de marzo de 2014

 

Opuesto hasta la fecha a toda gestión mediadora externa, Maduro pretende fabricarse ahora una alineada con sus objetivos. ¿Qué hacer?

 

Si se desea contribuir a resolver un conflicto lo primero es conocer su naturaleza.

 

El gobierno venezolano y sus aliados andan en busca de una gestión mediadora a su gusto. Ello supone encontrar actores externos conferidos de algún tipo de autoridad (si es que no de credibilidad) que se planteen “la búsqueda de una solución a la crisis venezolana”, pero sobre premisas erradas. Personas que hagan llamados a que “todas las partes abandonen la violencia” y se abstengan de iniciativas que, como las manifestaciones de protesta, “puedan provocarla”. Maduro, que hasta ahora se había opuesto a toda gestión mediadora externa, parece ahora dedicado a fabricarse una mediación alineada con sus objetivos.

 

Intentan crear una mediación mediante la cual reciban trato simétrico victimario y víctimas. Y en la que la sacrosanta consigna de devolver la “normalidad y la paz a Venezuela” en la práctica se traduzca en abandonar las calles para regresar al statu quo madurista previo a la rebelión. Los ciudadanos han de retornar “pacíficamente”, o sea, de forma resignada, a la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, la supresión de derechos y libertades universales, los poderes centralizados en la Presidencia, y a la aceptación de que las fuerzas armadas y los servicios de orden público e inteligencia continúen sometidos a las directrices del gobierno cubano.

 

Los llamados de Maduro a “dialogar” no han prosperado. Mientras, los grupos paramilitares asesinan estudiantes y las bombas lacrimógenas y disparos de fuerzas regulares y paramilitares penetran viviendas donde residen mujeres, ancianos y menores. Nadie con un mínimo sentido de responsabilidad y decoro pudiera acceder a semejante circo. Por eso Maduro se encamina ahora a buscar actores externos que, careciendo de esas virtudes, se presten a sacarlo del atolladero en que lo han metido su soberbia, estulticia y la escalada represiva que ellas generan.

 

Creo que siempre se debe buscar una salida racional a cualquier conflicto, lo que no supone que todos se puedan resolver de ese modo. Mucho menos que puedan acometerse cuando los pretendidos mediadores entran a la cancha con guión concertado de antemano con una de las partes.

 

Quienes deseen de buena fe contribuir a buscar una salida pactada al actual conflicto venezolano deben primero comprender su naturaleza y la de los actores (nacionales y extranjeros) involucrados.

 

Tampoco es asunto de llegar a Caracas, instalar una “comisión mediadora internacional” en algún hotel, llamar a las partes a sentarse en torno a una mesa y reportar como indisciplinados e intolerantes a quienes no acudan a la cita. Las partes no están en igualdad de condiciones  y cualquier diálogo requiere de un conjunto de circunstancias que lo hagan posible.

 

Por otro lado, es un error pensar que el caso de Venezuela solo compete a los gobiernos latinoamericanos sea en el marco de UNASUR o cualquier otro foro regional. Las recientes declaraciones del ministro de Defensa ruso —cuando, a raíz de los sucesos en Kiev y Caracas, anunció que su país estudiaba el establecimiento de bases en Venezuela, Nicaragua y Cuba, mientras procedía a invadir la Península de Crimea— nos recuerdan que vivimos en un mundo global. La crisis en Venezuela —país con las mayores reservas petroleras del planeta— impacta los intereses de ciudadanos y gobiernos en regiones. A todos compete dar pasos que puedan contribuir a darle solución.

 

Los que desde cualquier latitud se interesen en ofrecer sus buenos oficios deben tener presente que en este caso hay un prerrequisito indispensable para poder iniciar un diálogo: el cese inmediato de la violencia física y verbal, lo cual supone el desarme de los grupos paramilitares y el repliegue a los cuarteles de las fuerzas de la Guardia Nacional y la policía, que hoy reprimen el ejercicio pacífico de la libertad de expresión y reunión pública. Sin perdigonazos, golpizas, gases lacrimógenos, aviones de guerra, tanques, francotiradores y otras lindezas de la “democracia alternativa” del madurismo, no habrá necesidad de barricadas ni de lanzar cocteles molotov. La criminalización de la protesta social y el asesinato de la reputación de toda disidencia deben cesar de inmediato.

 

El diálogo —de cumplirse ese prerrequisito y poder llegarse a él— tendría entonces que abordar el tema de la libertad incondicional de los presos políticos, el fin de la injerencia cubana en Venezuela y los acuerdos para avanzar hacia la genuina normalización del funcionamiento de la sociedad.

 

Es imprescindible priorizar y resolver el tema de los presos políticos —algunos en muy mal estado de salud. Su libertad debe ser incondicional e inmediata.

 

Manifestar, como acaba de hacer UNASUR, la “preocupación ante cualquier amenaza a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela” es, cuando menos, un dislate. La intervención extranjera que pisotea la independencia venezolana e impide a ese pueblo autodeterminarse no es una amenaza potencial sino un hecho de larga data. No se trata de evitarla sino de ponerle fin. Ello supone en el caso de Venezuela la salida inmediata de miles de asesores militares cubanos ya instalados en el país, así como aquellos que se desempeñan como tales en los cuerpos de inteligencia, controles informáticos y de los aeropuertos.

 

Sin perdigonazos, disparos en la espalda, presos políticos, torturados, gases lacrimógenos ni ocupación extranjera, los venezolanos podrán ejercer su plena soberanía y, basados  en su propia Constitución —la famosa “roja, rojita” violada brutalmente por este régimen de vocación estalinista—, comenzar a recorrer los caminos para una Venezuela reconciliada.

 

“Normalizar Venezuela” no es exhortar a los ciudadanos a que retornen resignados a sus casas. Implica separar poderes públicos, restablecer el estado de derecho, garantizar la probidad del sistema electoral, proteger las libertades de expresión, prensa y asociación, recuperar la seguridad ciudadana y reconstruir el aparato productivo y financiero del país. Esa es la paz que merecen los venezolanos. La otra es la de los sepulcros.

 

*El autor es un académico izquierdista cubano que es Dr. en Historia de las Relaciones Internacionales

Represión nocturna

 

 

Maduro contradice a Chávez

 

Paramilitares chavistas

El chavismo cuenta con paramilitares motorizados que en la neolengua del régimen son llamados ‘tupamaros’ o ‘colectivos’.


Los “colectivos”,

el implacable brazo paramilitar del chavismo

 

A pedido de Maduro, intervienen con armas para intentar frenar las protestas opositoras

 

Son el brazo armado del chavismo, el músculo más radical del oficialismo. Y están dispuestos a dar su vida por el “proceso bolivariano”.

 

Los llamados colectivos revolucionarios, siempre cabalgando sobre sus motos, participan desde el primer minuto en la dura represión contra las protestas de estudiantes y de opositores. Sus balas ya suman varias víctimas mortales. También tienen sus propias bajas.

 

Intervinieron a balazo limpio al terminar la marcha del 12-F, donde uno de sus líderes, Juan Montoya, murió víctima del disparo de un paramilitar oficialista o de un agente de la Inteligencia Militar. Desde sus filas partió otra bala que acabó con la vida de Génesis Carmona, Miss Turismo en Carabobo, según los testigos presentes y su propia familia. La misma puntería, directa a la cabeza, que asesinó a Wilmer Carballo en Cagua. Un motorizado disparó al comerciante, de nacionalidad española, que defendía su urbanización.

 

En San Cristóbal lloraron a Daniel Tinoco, uno de sus líderes estudiantiles. Sus amigos dicen que jamás olvidarán la fotografía que circuló por los celulares de todos ellos: su amigo, el gordo Tinoco, tantas veces vocero de sus luchas, tumbado en el hospital con un disparo en el centro del pecho. La bala asesina de los colectivos, “tupamaros” los llaman en Táchira, acabó con sus sueños mientras permanecía junto a las barricadas con sus compañeros.

 

Y todo ello con la mirada complaciente de las fuerzas del orden, como se comprobó ayer una vez más. Henri Falcón, gobernador de Lara, aportó documentos gráficos de la colaboración entre paramilitares, Guardia Nacional y policía. “Encapuchados y grupos armados vinculados al PSUV, con el resguardo de GNB y PNB”, denunció en su cuenta de Twitter.

 

La salvaje ley de la calle, protegida desde el poder. La semana pasada escucharon cómo Nicolás Maduro les impartía órdenes por televisión, a ellos y a las Unidades de Batalla Hugo Chávez (UBCH). “Candelita que se prenda, candelita que se apaga”, arengó el presidente. Los colectivos no dudaron un solo segundo: pocas horas después atacaban con violencia la alcaldía opositora de Mérida y por la mañana emprendían una batalla campal contra vecinos de Los Ruices. Uno de sus miembros, mototaxista, cayó muerto de un disparo en el pecho.

 

“Los colectivos nacen como grupos de luchadores sociales que se unen para atacar en sus comunidades problemas a los que el Estado no ofrecía solución. Con el tiempo comenzaron a desvirtuar su filosofía para convertirse en grupos parapoliciales que se sentían con derecho a hacer limpieza social. Son jueces que imponen penas, incluso la muerte”, afirma Isoliett Iglesias, escritora y periodista de policiales, buena conocedora de las entrañas de estos grupos.

 

La penúltima ejecución ocurrió hace dos semanas en el 23 de Enero, bastión de la revolución en Caracas. Una veintena de paramilitares secuestró a tres jóvenes. Al día siguiente, dos de ellos aparecieron torturados y muertos. La prensa local asegura que se trata de un colectivo que se denomina WarairaRepano, nombre indígena del Ávila, la montaña que circunda Caracas.

 

Expertos en violencia aseguran que existen más de 9.000 grupos repartidos por todo el país, aunque los más famosos son los 30 colectivos y 2000 ultras del 23 de Enero: la Piedrita, los tupamaros, Alexis Vive, los chirinos... Su número se incrementó, y fortaleció, desde el golpe de estado de 2002, cuando Hugo Chávez se dio cuenta de que no tenía todas las armas del país a su servicio.

 

“No acepto la campaña de demonización de los colectivos venezolanos. Si en algún lugar hay conciencia, es en estos colectivos”, defendió el propio Maduro en medio de los enfrentamientos.

 

 

Carta de una venezolana, hija de exiliados uruguayos

  

El músico uruguayo Jorge Drexler publicó en su cuenta de Tumblr una carta de su prima, que vive en Venezuela, en la que relata la situación que atraviesa el país. 

 

“Carta de mi prima venezolana (hija de exiliados políticos de la dictadura uruguaya) en la cual nos explica a la familia la grave situación en Venezuela en estos días.

 

    Solos

 

    Por estos días vi la foto de los presidentes latinoamericanos posando con Raúl Castro en Cuba. Una foto por decir lo menos curiosa, de varios hombres y mujeres que en su mayoría pasaron media vida tratando de convencer a sus conciudadanos de que eran la mejor opción de gobierno en sus países, luchando por sus ideas justas o injustas, ganando con enorme esfuerzo unas elecciones, que sonreían junto al designado heredero de la monarquía cubana. Como siempre que veo una cosa así, me acordé de Yoani Sánchez, me la imaginé en el piso de un carro recibiendo patadas en la cara, aquella vez que se la llevaron por andar escribiendo un blog, y me pregunté si la lluvia de golpes sería tal vez distinta si ella supiera que quien iba a salir mañana a defenderla y a acusar a los esbirros del régimen no era, digamos, la bestia de George Bush. Yo cuando pienso en los cubanos siempre termino diciéndome lo mismo: solos, los dejamos solos.

 

    Eso de la foto fue antes de que empezaran las protestas en Venezuela. Claro que yo no iba a a protestar, no porque no sobren razones, sino porque me parecía que se estaba llamando a tumbar el gobierno. Entonces fue cuando otra vez, otra muchacha de la universidad en el Táchira fue atacada por unos malandros en pleno día, estuvo a punto de convertirse en otra de las decenas de miles de personas asesinadas por año en Venezuela (las cifras son oficiales), y los muchachos dijeron basta. Y salieron, protestaron, se portaron mal, quemaron cauchos, trancaron calles. Agarraron a unos cuantos, y los mandaron, sin proceso alguno, directamente a la cárcel de Coro a mil kilómetros de distancia. En una de esas demostraciones del surrealismo venezolano a las que nos hemos acostumbrado últimamente, los presos hicieron una protesta violenta y dijeron que esos muchachos no podían entrar en la cárcel, aquí solo hay criminales, dijeron, los estudiantes no deben estar aquí.

 

    Así empezó todo, y aquí en Mérida esa misma tarde estaban protestando los estudiantes. Y salió Leopoldo López a llamar a una marcha. Tampoco iba a ir, no me gusta nada Leopoldo López, aunque tengamos enemigos comunes, y pienso que Henrique Capriles tenía mucha razón y mucho valor en llamar a que no se saliera a descargar la frustación sin ton ni son, arriesgando la vida de los estudiantes. Pero resultó que la noche anterior a la marcha salieron con más fuerza que nunca los llamados “colectivos”. En Mérida se llaman Tupamaros. Todos los conocemos. Tienen motos, andan de a dos. El de atrás lleva el arma. Se cubren la cara. La mayoría viven en unos edificios que antes eran residencias de estudiantes, y donde ahora la policía no entra. Tienen también un “brazo civil”, digamos, que participa en las elecciones. Esa tarde salieron, rompieron las puertas de un edificio donde viven varios amigos míos, entraron con las motos. Disparando. Así en varios edificios donde viven estudiantes que salen a protestar siempre. Se pasearon por la ciudad, y las “ballenas” anti disturbios de la policía venían detrás de ellos, apoyando. El patrón se ha repetido en todos estos días de manifestaciones en todo el país: sueltan a los colectivos adelante, con las motos, armados, y la guardia nacional viene atrás. Lo que pasa es que yo vivo aquí en Mérida y eso no lo vi en una foto de twitter: lo vi.

 

    Por eso yo fui a la marcha, vestida de blanco como todos. No porque hay una conspiración del imperio para tumbar a Maduro en la que yo participo, ni porque me convencieron con un folletito de la CIA de dejar de ser la hija de un exiliado político de la dictadura uruguaya para convertirme en una fascista de la ultraderecha, para usar el término con que me llama nuestro presidente. Salí, con miedo eso sí porque las balas no me gustan, a decirles a los criminales de las motos que la ciudad no es de ellos, es nuestra, que podemos caminar por sus calles cuando queremos, que no pueden decirnos con sus motos y sus pistolas adónde no ir. Salí porque si mi padre estuviera vivo, habría salido conmigo del brazo con los estudiantes. Y fue hermoso, y cantamos, y se nos unió toda la ciudad en la manifestación más grande que se había visto hasta entonces. Y entonces vino la noche, y de nuevo salieron las motos. Me llamó una amiga, atrincherada en su apartamento: vienen los “tupas”, y la policía los proteje, y quién nos defiende a nosotros.

 

    Los tupas. No escogieron el nombre por casualidad. Lo escogieron sabiendo que hay muchos, demasiados, tristes intelectuales de la así llamada izquierda latinoamericana, para quienes el discurso y el nombre lo es todo. Usted dice tupamaro, y ellos piensan en los torturados de la dictadura uruguaya, no en los muchachos que salieron ayer mostrando las heridas que la Guardia Nacional Bolivariana les hizo cuando los detuvo. Son el tipo de gente que si usted le dice guerrillero, ellos piensan en un joven buen mozo de barbita con una boina negra y su estrellita blanca, no en un anciano narcotraficante colombiano sin escrúpulos que es capaz de secuestrar niños para llevarlos a pelear a la selva. Son el tipo de gente que piensa que Chávez nacionalizó el petróleo venezolano y nunca se fijaron en la fecha. Son gente a la que usted les dice que los políticos venezolanos de oposición no salen en ninguna televisión venezolana desde hace meses porque está prohibido, y dicen: ah, pero. Y uno sabe que si mañana en su país prohibieran aparecer a los políticos de oposición, se indignarían. Que no estarían contentos si supieran que la tercera parte de los ministros de su país son militares, que oficialmente no hay separación de poderes, que el jefe del ejército juró que la oposición jamás ganaría una elección en este país, que la presidenta del Consejo Nacional Electoral celebra todos los años el aniversario del golpe de estado que quiso dar Chávez, y me paro porque la lista es larga.

 

    En este momento en las calles de Venezuela está ocurriendo una tragedia. No es que hay disturbios y la policía antimotines dispara bombas lacrimógenas y muere alguno, no es eso, que lamentablemente pasa en todo el mundo a cada rato. Es que hay grupos armados financiados por el estado, disparando y matando. Y hay una censura informativa total. Debería bastar que se supiera eso, debería bastar saber que en Táchira cortaron internet y sobrevuelan las ciudades aviones de guerra, que cerraron las emisoras de cable que daban noticias, debería bastar saber que están atacando a los periodistas, que hay estudiantes muertos, para que el intelectual de izquierda levante por fin los ojos de su enésima edición de “Las venas abiertas de América Latina” y mire alrededor, descubra que el siglo es el 21, que el muro de Berlín cayó, que los muchachos de la Sierra Maestra envejecieron y ahora no dejan a sus nietos gobernar, ni escribir un periódico nuevo, ni salir de su país, ni fundar un partido político, ni gritar abajo el gobierno. Que si en Venezuela no hay ni pan ni medicinas ni leche no es porque Obama está conspirando día y noche contra nosotros. Que somos perfectamente capaces de hundir económicamente un país sin ayuda de ninguna transnacional imperialista. La gente aquí piensa que los gobiernos latinoamericanos no dicen nada ante las atrocidades de este momento en Venezuela porque tienen intereses económicos. Yo pienso que no, yo pienso que es por la misma razón por la que se sacaron la foto aquella: porque viven en el siglo pasado.

 

    Sí, Maduro dice que yo soy una fascista violenta de la ultraderecha que esta en una conspiración internacional para tumbar su gobierno. Que lo diga. Yo mañana vuelvo a salir con los muchachos, a exigir al gobierno que desarme a los colectivos, a decir que las calles son nuestras, a recordar a la estudiante que murió con una bala en la nuca, a darle fuerza a la otra que perdió un ojo. Y saldré con el mismísimo exacto orgullo, inocencia y alegría con que salen todos los estudiantes de América Latina a gritar viva la U, viva la Universidad, muera la bo, muera la bota militar. Y no, no les voy a explicar a los izquierdistas nostálgicos lo que pasa, ni les voy a mostrar los videos y a jurarles que es verdad, ni me voy a sentar a discutir con ellos cosas tan elementales como el derecho a la libertad de expresión, porque estoy, estamos, hartos. Está a la vista, mírenlo, mírennos. Estoy segura de que habrá (que hay) muchos que entiendan, y que esos no nos dejarán solos.

 

 

Uniformados y civiles

dispararon en Candelaria el 12 de febrero

 

 

 

¿Quiénes son los fascistas?

Manuel Castro Rodríguez

21 de febrero de 2014

 

Se han documentado múltiples denuncias de asesinatos y atropellos realizados por los militares venezolanos y los paramilitares armados –los llamados ‘colectivos’- que apoyan al Gobierno de Venezuela. Por ejemplo, Juan Manuel Carrasco, un ciudadano español agredido en Venezuela, denuncia: “Los militares me violaron con el cañón de un fusil”.

 

Sin embargo, en internet se puede ver una gran cantidad de artículos y comunicados calificando de ‘fascistas’ a los venezolanos que protestan en las calles. ¿Cómo se explica esto?

 

Gustavo Levon nos dice en su ‘Psicología de las masas’ que las creencias son muy difíciles de adquirir, pero una vez obtenidas es prácticamente imposible eliminarlas. ¿Eso es lo que sucede con los agentes de influenciacastristas que repiten como papagayos la propaganda proveniente de La Habana? ¿O es que son mentirosos compulsivos que necesitan ayuda especializada? ¿O existen otras razones?

 

Los agentes de influencia de los hermanos Castro en Panamá siempre están dispuestos a cumplir con las tareas encomendadas: ¡Pa’lo que sea, Fidel, pa’lo que sea! Por ejemplo, un cable del 19 de febrero de Prensa Latina, la agencia oficial de noticias de los hermanos Castro, expresa: “El candidato presidencial independiente panameño, profesor Juan Jované, comparó hoy la violencia protagonizada por grupos fascistas en Venezuela con la situación en 1973 en el sangriento golpe del exgeneral Augusto Pinochet”.

 

El profesor Jované está tan compenetrado con su papel de divulgador del discurso de La Habana, que ignoró declaraciones hechas dos días antes por Heinz Dieterich, profesor investigador de la UAM Xochimilco y creador de la ficción conocida como Socialismo del siglo XXI, que es en la que se sustenta el Gobierno de Venezuela. Dieterich señaló que las protestas en las calles de Venezuelaes un proceso predecible, por el desempeño de la economía, la inflación, desabastecimiento; se creía que Maduro iba a reaccionar proponiendo un plan comprensivo e integral y no se ha hecho, lo cual genera un panorama muy peligroso, porque la sociedad está dividida en dos partes”.

 

Hace unos ocho años conocí al profesor Jované. Me llamó la atención que fue muy amable y parecía una persona honesta, incapaz de decir una mentira, lo cual se contradecía con las apologías que hacía del castrismo en las entrevistas que le hacían. Aunque en la era de internet ya ningún extranjero puede alegar que está engañado con lo que ocurre en Cuba, le otorgué el beneficio de la duda y empecé a enviarle artículos donde autores marxistas criticaban a la tiranía cubana, así como vídeos sobre la represión castrista. Ni en una sola oportunidad el profesor Jované intentó rebatir algo de lo que se expresaba en esos artículos y vídeos.

 

Cada vez que por casualidad nos encontrábamos, el profesor Jované se mostraba muy atento y en más de una oportunidad me invitó a que fuera a su casa -algo que es muy poco común en Panamá-, pero nunca lo visité. También me llamó la atención que aunque él escribía una columna semanal en el diario Panamá América, jamás condenó ni una sola de las tropelías cometidas por el rector dela Universidad de Panamá, donde Jované es catedrático titular. Además, al haberse graduado en Chile en una buena universidad, el profesor Jované sabe que las universidades panameñas son una caricatura de lo que debe ser un centro de educación superior, pero él guarda silencio cómplice sobre ello.

 

Desde finales del año 2009, diariamente le estuve suministrando información sobre la huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, incluyendo la resolución de Amnistía Internacional en la que lo declaraba prisionero de conciencia. El profesor Jované nunca me preguntó algo al respecto. Y llegó el 23 de febrero de 2010, cuandomurió el activista de los derechos humanos Orlando Zapata Tamayo, después de 85 días en huelga de hambre, reivindicando su condición de preso de conciencia reconocido por Amnistía Internacional y que se le respetase su integridad física, ya que era torturado y golpeado por sus carceleros.

 

Como escribió Haroldo Dilla Alfonso, académico marxista cubano:

 

A la muerte física de Zapata sucedió un segundo asesinato: una avalancha de difamaciones organizada por el gobierno cubano. Utilizando para ello a algunos intelectuales devaluados del patio y a la red de voceros estalinistas que medran en la izquierda mundial, han dicho que la víctima era un preso común (…)”.

 

El profesor Jované fue uno de los sujetos que participaron de la campaña difamatoria, al firmarel documento calumniador. Le ruego al lector que me disculpe por usar la palabra ‘sujetos’, pero es el término más suave que he encontrado para llamar a quienes apoyan a un régimen que asesina niños y golpea a mujeres pacíficas.

 

Le pido al lector que vea esos vídeos y me diga si el castrismo no es una versión actualizada del fascismo. Todo parece indicar que el chavismo va por el mismo camino. Entonces, ¿quiénes son los fascistas? Los que apoyan al castrismo, ¿no son fascistas rojos, para diferenciarlos de los seguidores de Mussolini que se apropiaron del término?

 

¿Cuál es el ‘delito’ de esas mujeres que son golpeadas? Disentir pacíficamente de la tiranía comunista, la cual ha destruido a la otrora ‘Perla del Caribe’. Le solicito al lector que vea los vídeos que muestran cómo era Cuba en 1958 y la destrucción causada por el castrismo.

 

Otros sujetos que participaron del asesinato de la reputación del mártir Orlando Zapata Tamayo fueron el cubano Julio Manduley –asesor de FRENADESO y bien relacionado con la cúpula castrista, por ser sobrino de la difunta Celia Sánchez Manduley, la persona que más influencia ha ejercido sobre el dictador Fidel Castro-, varios seguidores de la narcodictadura de Noriega y los periodistas Filemón Medina -secretario general del Sindicato de Periodistas de Panamá- y Euclides Fuentes Arroyo. Si desean conocer a todos los ciudadanos panameños que se prestaron a denigrar al mártir Zapata Tamayo, pueden hacerlo aquí.

 

Hace cinco días el Consejo Nacional de Periodismo “manifestó su solidaridad con los medios de comunicación independientes y periodistas venezolanos que en ejercicio de sus funciones son víctimas de persecución y acoso por parte del gobierno venezolano”.

 

Esto provocó que el principal agente de influencia castrista entre los periodistas de Panamá, Filemón Medina, atacara fuertemente al Consejo Nacional de Periodismo, repitiendo el clásico discurso de los hermanos Castro: “El Sindicato no puede avalar condenas a un gobierno enfrentado a la voracidad de una burguesía anti patria que como no tiene líderes, ahora abandera a un agente de la CIA que además salió de la cárcel donde estaba por robar los dineros públicos, gracias a una amnistía que le dio en vida el propio Hugo Chávez”.

 

¡Filemón Medina miente descaradamente! Medina tergiversa la realidad y manipula la información al mejor estilo de Goebbels o Fidel Castro. El líder opositor venezolano Leopoldo López fue alcalde del municipio metropolitano de Chacao por dos períodos (2000-2008). Durante su último año de mandato, el Gobierno de Hugo Chávez lo inhabilitó para ejercer cargos públicos. López apeló a la Comisión y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH y Corte CIDH) y ambas concluyeron que hubo una violación de sus derechos. Hace dos años y medio, el 16 de septiembre de 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos le dio la razón al líder opositor venezolano Leopoldo López en su demanda contra el Estado de Venezuela. Sin embargo, el Gobierno de Chávez mantuvo sobre López la prohibición de postularse a cargos de elección popular y truncó así su candidatura a la alcaldía metropolitana de Caracas en 2008, que más tarde ganó -en dos oportunidades- su compañero Antonio Ledezma.

 

Aquí puede leerse un cerro de mentiras dichas por Filemón Medina con respecto a Cuba.

 

La ONG Human Rights Watch emitió un comunicado donde critica los excesos de los equipos antimotines contra los manifestantes y la decisión del presidente Nicolás Maduro decensurar a medios de comunicación.

 

¿Qué están tratando de hacer los opositores venezolanos? Evitar que su patria sea otra Cuba. Ojalá que no sea tarde, porque ya Venezuela está en poder de los hermanos Castro, como se expresa en este vídeo. Puedo dar fe de que es verdad la mayoría de las cuestiones que se denuncian en ese vídeo.

 

El profesor Jované, Julio Manduley, Filemón Medina, Euclides Fuentes Arroyo y otros sujetos que bailan al compás de los Castro saben que Cuba es el único país occidental donde es ilegal ser opositor: marxistas, liberales, socialistas, trotskistas, democristianos y anarquistas sufren difamación, ostracismo, destierro, cárcel, tortura y asesinato. Por eso, el filósofo socialista argentino Oscar del Barco expresó en diciembre de 2005, hace más de ocho años: “Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara”.

 

¿Qué credibilidad pueden tener estos agentes de influencia? Por ejemplo, hace unos meses Euclides Fuentes Arroyo publicó un artículo en el que toma como referencia a Edmundo García, uno de los principales agentes mediáticos de los hermanos Castro en Miami. Para que el lector tenga una idea de la baja catadura moral de Edmundo García -una fuente de la que se nutre Euclides Fuentes Arroyo-, le sugiero que lea la carta abierta del cantautor Pablo Milanés a Edmundo García.

 

Además, ¿al lector no le llama la atención que el Ministerio de Relaciones Exteriores de los hermanos Castro publique artículos de Euclides Fuentes Arroyo? Compruébelo aquí y aquí.

 

Repito la pregunta que hice casi al inicio: Los que apoyan a un régimen que asesina niños y golpea a mujeres pacíficas,  ¿no son fascistas?

 

Como me guío por principios, condeno la violación de los DDHH donde quiera que se realicen, sea en Cuba, Panamá, China o Venezuela. Eso es algo que nunca podrá comprender el régimen de los hermanos Castro y mucho menos sus testaferros.

SOS Venezuela

El lema de la ‘izquierda’ adocenada  pareciera ser

los enemigos de mis enemigos son mis amigos, sea quien sea, haga lo que haga, no importa

 

 

La doble moral de Dilma Rousseff

¿Primavera en Caracas?

Ariel Hidalgo*

21 de febrero de 2014

 

“Insurrección pacífica progresiva”, lo denomina un diplomático anteriormente destacado en Venezuela, mientras que el presidente de ese país, Nicolás Maduro, lo llama “golpe de estado en desarrollo”. Son dos definiciones para interpretaciones diferentes sobre lo que está ocurriendo actualmente en ese país: el vuelco de los estudiantes a las calles para retar al régimen de Maduro, quien ha acusado a dirigentes de la oposición y a diplomáticos norteamericanos de haber promovido las manifestaciones.

 

Pero lo cierto es que las protestas brotaron espontáneamente de los estudiantes a través de las redes sociales, sin una cabeza visible –como en el caso de la primavera egipcia que derrocara al dictador Mubarak–, incluso lejos de Caracas, en la Universidad de San Cristóbal, próxima a la frontera colombiana y fue después que líderes de la oposición decidieron apoyarlas. ¿Un golpe de estado realizado por estudiantes cuyas acciones, salvo pocos casos aislados, han sido pacíficas? Contradictoriamente los principales actos de violencia han sido perpetrados por elementos progubernamentales, como lo ha demostrado hasta la saciedad el cúmulo de grabaciones realizadas principalmente con celulares de los propios manifestantes, hasta el punto de que el propio Maduro públicamente ha tenido que reconocer de hecho la responsabilidad de partidarios suyos, a los cuales descalificó.

 

Por otra parte, ¿se trata de atentar contra la democracia impidiendo que un gobierno electo en las urnas pueda terminar el período establecido por la ley electoral, o de una insurrección justificada contra una dictadura? ¿Es realmente una dictadura? Recordemos que Maduro ocupó ese cargo por vías inconstitucionales, porque el presidente electo había muerto sin llegar a juramentarse en el cargo, y según el artículo 233 Maduro no podía ocuparlo durante el segundo proceso electoral donde presuntamente fue elegido, porque “el vicepresidente en el ejercicio de su cargo no puede presentarse en las elecciones”. La presidencia temporal le correspondía al Presidente de la Asamblea Nacional. Pero además, su elección fue muy cuestionada con serias alegaciones de fraude electoral que él mismo hizo creíbles al negarse a un recuento de votos productos de unas elecciones muy reñidas. A todo lo anterior se unió una política arbitraria de mordazas, actos violentos, escándalos de corrupción, desabastecimiento, aumento de la criminalidad y medidas económicas que lejos de atenuar la crisis, la agudizaban. Todos estos elementos radicalizaron el proceso de la rebeldía ciudadana iniciada por el estudiantado, algo que, a su vez, provocó la discordancia dentro del liderato opositor.

 

En las actuales circunstancias es posible hacer ya un balance de los cambios producidos por estas jornadas en el escenario político venezolano. En primer lugar es muy evidente que se ha producido un cambio de liderato en la oposición venezolana. Capriles, al oponerse inicialmente en nombre de la vía electoralista, a la nueva estrategia que las circunstancias imponían, quedó detrás de las posiciones de vanguardia, mientras que Leopoldo López, quien había sido jefe de la campaña de Capriles en el 2012, supo calibrar la situación más certeramente y ganarse las simpatías y el apoyo de amplios sectores populares.

 

Pero también es evidente que esa oposición ha escalado un nivel aparentemente irreversible y el gobierno de Maduro parece tener los días contados, aunque no así el chavismo, que permanecerá, si no como gobierno, al menos como una oposición alimentada por una leyenda. Muchos, sobre todo los más pobres, seguirán recordando los tiempos del chavismo del Chávez vivo, como días gloriosos.

 

Chávez murió oportunamente a tiempo para mantenerse ante ellos idealizado, sin las máculas de la responsabilidad del desastre económico derivado inexorablemente de su desacertada política populista. Y la actual oposición, como gobierno, podrá mantener a raya a los actuales dirigentes chavistas, incluso evitar que un posible golpe militar escamotee la victoria popular, pero no a ese fantasma que le obligará a adoptar o a mantener algunas de sus reformas sociales.

 

Infoburo@aol.com

 

*El autor es un profesor marxista cubano

¿Libertad de prensa en Venezuela?

Cazando pájaros con misiles

Cristina Marcano

12 de marzo de 2014

 

El Gobierno venezolano responde a las protestas con un inédito derroche de saña y odio. Atrapado en sus clichés ideológicos y asesorado por los cubanos, Maduro está condenado a fracasar como presidente y como dictador

 

“Las armas deben reservarse para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten”, sostenía Maquiavelo. Después de su strip-tease represivo de febrero, pareciera que Nicolás Maduro ha leído mucho Che Guevara y muy poco al estratega florentino. O tal vez piense que ha llegado ya al último lugar.

 

El presidente venezolano no se ahorró ningún recurso para atemorizar a los jóvenes manifestantes venezolanos y convencerlos, por la fuerza, de que abandonen la calle. Incapaz de resolver sus demandas concretas, el mandatario optó por el modus operandi de los dictadores para intentar garantizarse una paz a la cubana, en medio de una debacle económica y una incontenible epidemia criminal que auguran cada vez mayor descontento y protestas.

 

El Gobierno desplegó todas las fuerzas policiales, la Guardia Nacional, la Guardia del Pueblo y el Sebin (inteligencia). Además echó mano de los autodenominados “colectivos”, grupos de choque que han actuado en cooperación con la Guardia, especialmente después de que les ordenara salir a defender la revolución.

 

Se han usado aviones Sukhoi para intimidar a los combativos muchachos de San Cristóbal y tanques por docenas, como si la Guardia Nacional estuviera combatiendo a terroristas de Al Qaeda y no a veinteañeros armados, como mucho, con piedras y cócteles molotov. Día tras día, la policía y los militares han prodigado una incesante lluvia de gases tóxicos, aunque su uso en el control de disturbios está expresamente prohibido por la Constitución venezolana, igual que el de armas de fuego como las que han segado la vida de varias personas.

 

Maduro ordenó el arresto del dirigente opositor Leopoldo López —ya sabemos cómo funciona la obediente justicia venezolana—, su primer gran preso político, y una verdadera razia contra los manifestantes, en la que han caído numerosos periodistas y algunos desafortunados curiosos. Más de mil detenidos en un mes. Un récord que supera los de la ola de saqueos de 1989, conocida como “El Caracazo”.

 

Desde el inicio de las protestas, y seguramente para evitarnos la “zozobra”, el presidente ha ofrecido un nutrido festival de censura que incluyó la salida del canal internacional NTN24, amenazas a la agencia France Presse, un día de bloqueo a Twitter, la expulsión y vejación de la principal presentadora de CNN en español y ataques a más de 70 periodistas venezolanos y extranjeros (cuatro al día, en promedio). Además de desvaríos y mentiras olímpicas de miembros de su Gobierno que consumirían esta página completa. Baste una anunciada por la televisión oficial: la captura de ocho terroristas internacionales buscados por Interpol que acabaron siendo una fotorreportera italiana y un transeúnte portugués.

 

Hemos visto —no por televisión, obviamente, sino por YouTube o Twitter— brutalidad policial y abusos sin fin. Cabezas pateadas por pesadas botas negras, mujeres golpeadas con cascos en la cara por negarse a entregar sus móviles, huesos triturados por tacones militares, ojos reventados por bombas lacrimógenas, cráneos fracturados por fusiles y hermosos rostros desfigurados por descargas de perdigones a quemarropa, como el de Geraldine Moreno, que no sobrevivió al encuentro con la “gloriosa” Guardia Nacional, como la llamó Maduro poco después de su muerte.

 

Un voluminoso catálogo de atropellos e irregularidades, seguido de excesos judiciales, documentados por diversas ONG de derechos humanos, que han inflamado aún más a los manifestantes. Solamente el Foro Penal Venezolano ha denunciado 40 escalofriantes casos de torturas y tratos crueles e inhumanos. Un derroche de saña y odio desconocido para dos generaciones.

 

¿Por qué Maduro decidió cazar pájaros con misiles? ¿Por qué no intentó sofocar las protestas a la manera de su aliada, Dilma Rousseff, presidenta de Brasil? En principio, los universitarios, acosados por la delincuencia en sus centros de estudio, donde han robado salones de clase completos, solo demandaban seguridad y la liberación de dos jóvenes detenidos en una manifestación en San Cristóbal.

 

¿Por qué no atendió el legítimo reclamo? ¿Acaso le convenía escalar las protestas que han arrojado 23 muertos, de distinto signo político, y más de 300 heridos? ¿Por qué muestra esas garras ahora, cuando aún no cumple un año en la presidencia? ¿Hubo sectores en eso que llama Dirección Político-Militar de la revolución interesados en que cruzara esa línea? ¿Quizá su poderoso socio militar, el capitán Diosdado Cabello, exgolpista y jefe de la Asamblea Nacional, tan empeñado en hacerle sombra?

 

¿Es realmente el presidente un títere de Cuba dispuesto a asumir el coste político —y tal vez legal— de la violación de derechos humanos? ¿A quién va dirigida su demostración de fuerza, solo a la oposición?

 

Un hecho determinante en el trágico final de la protesta pacífica del 12 de febrero no ha sido suficientemente aclarado. De no haber sido por los disparos de agentes del Servicio de Inteligencia Nacional (Sebin) —que mataron a dos personas cuando la marcha convocada por López había concluido—, no hubiera habido otro muerto más esa noche, 23 heridos y 30 detenidos. Cinco días después, Maduro señaló que los funcionarios incumplieron sus órdenes de acuartelarse ese día. Si es cierto, ¿a quién obedecían entonces? ¿O es que tan solo tenían sed de matar? Todos estos días han transcurrido en esa misma oscuridad.

 

¿A quién dirige el presidente esa demostración de fuerza, solo a la oposición?

 

El cinismo, las mentiras, la criminalización de las protestas y de los manifestantes, la vileza de negar o minimizar las violaciones a los derechos humanos antes de investigar y, por último, la brutalidad judicial con que se castiga a los detenidos han provocado una honda arrechera: esa indignación extrema tan venezolana que durante un mes el Gobierno se ha dedicado a alimentar con gran esmero.

 

Sin duda, se ha producido una profunda falla telúrica en Venezuela. Con febrero se ha ido lo poco que quedaba de democracia, más allá del puro ejercicio electoral.

 

Tras un mes de incesantes protestas y dura represión, la dirigencia opositora —afectada con la persecución política contra López y su partido— tiene por delante el reto de encauzar esa indignación, que por momentos parece haberles desbordado; retomar una sola línea de acción y ofrecer esperanzas a esos jóvenes escépticos, que se sienten exiliados en su propio país y por eso luchan con tanto coraje.

 

Han hecho bien en condicionar el diálogo con el Gobierno conscientes de que las revoluciones no dialogan, se imponen.

 

La poca legitimidad que tenía el presidente para la mitad de la población que votó por la oposición se ha desvanecido completamente. Para esos millones de venezolanos, Maduro es hoy un esbozo bastante acabado de dictador. No un hombre fuerte. Nunca lo será. Más bien un hombre débil, necesitado de la fuerza para infundir miedo en un contexto que augura calles más calientes. Uno de mirada insegura, por más que se empeñe en rugir.

 

Probablemente por eso se ha valido de los temibles “colectivos”, tan parecidos a los Tonton Macoute haitianos, a los Batallones de la Dignidad panameños, a las Brigadas de Respuesta Rápida castristas. Pero sabe que la represión no resolverá los graves problemas de Venezuela.

 

El país podrá estar dividido políticamente, pero no en la pérdida de calidad de vida. Todos padecen por igual la inseguridad, la escasez, la inflación, la devaluación y la crisis hospitalaria. No por diversión suenan las cacerolas en los barrios, donde los muchos descontentos todavía no se atreven a protestar por las amenazas de los paramilitares.

 

Atrapado en sus clichés ideológicos y asesorado por los cubanos, Maduro está condenado a fracasar como presidente. No solo arrastra una economía disfuncional y un pesado legado de corrupción, sino que se ha atado al mismo Gabinete hipertrófico que condujo a la nación con las mayores reservas de petróleo a la catástrofe económica.

 

Quizá por eso se ha precipitado a usar la represión antes que otros medios. Tal vez, en el fondo, piensa que es la única manera de gobernar a los insumisos venezolanos en medio de tanta ineficacia. Sin embargo, Nicolás Maduro corre el riesgo de fracasar también como dictador. Paradójicamente, se ha metido en una olla a presión en la que se cocina mientras hay gente en su entorno que parece interesada en avivar el fuego.

 

 

Mensaje de los estudiantes a la nación

Autoritarismo e inopia de una carta abierta

Haroldo Dilla Alfonso*

10 de marzo de 2014

 

Decir que el chavismo triunfa con un 60 % es una vulgar mentira que ningún articulista decente se permitiría

 

Las cartas abiertas han sido las hijas venidas a menos del género epistolar. Con las nuevas tecnologías de la comunicación se han masificado. Todo el mundo escribe cartas abiertas, y por eso se ha erosionado la maestría. Y de expresiones literarias han pasado a ser pasquines políticos.

 

Obviamente, una carta abierta no es un tratado académico, ni siquiera un ensayo que obliga a referenciar las ideas. Es algo más ligero. Pero por muy ligeras que sean, siempre se agradecen en ellas veracidad en lo que se afirma y coherencia en lo que se argumenta. Y creo que todo esto falló en la carta abierta dirigida a Rubén Blades, escrita por Guillermo Rodríguez Rivera (GRR) y publicada en su blog por Silvio Rodríguez con tanto cariño que muchos pensaron que era de él.

 

La admonición de GRR a Rubén Blades es un ejemplo de cómo toda una franja de la intelectualidad cubana ha decidido chapotear en la pobreza de la pobreza. Y ha hecho de sus miserias subjetivas una suerte de retiro virtuoso construido de malos cálculos, mentiras y retóricas edulcoradas. No obstante, no por ello esta carta es intrascendente, pues resulta un verdadero monstruo, de esos que genera la razón autoritaria que prevalece en la sociedad transnacional cubana (no solo en la Isla) y que constituye uno de los más serios escollos que enfrentará la futura república democrática.

 

Lo primero que llama la atención en la carta es la maestría de GRR para caricaturizar todo lo que no entiende. Y como no entiende casi nada de lo que afirma, toda la carta es una caricatura. Por ejemplo, se destaca la manera como percibe y trata de explicar lo que es una revolución, sus pertinencias y sus costos, que termina reducida a un pasquín heroico y emotivo sin ningún valor argumental. Y fuera de ella —donde existe una gama de actividades y posicionamientos políticos que ven el cambio de otra manera— simplemente menciona a “las encopetadas damas de la alta sociedad (que) salen a hacerle caridad a los que no tienen justicia”. De manera que para GRR la política aparece dividida en dos bandos: los radicales revolucionarios (entre los cuales me imagino que él se ubica) y los filántropos mojigatos.

 

También lo hace cuando se refiere al complejo binomio mayoría/minoría, y en particular cuando trata a esta última como un subproducto de la propia vida. Pero una minoría no es un residuo desechable, sino una parte del mundo que interpelamos, que merece un espacio y que eventualmente puede convertirse en mayoría. Esa es una regla vital de toda democracia.

 

Toda propuesta política —revolucionaria, reformista o conservadora— es susceptible de ser impugnada, y solo una visión reaccionaria de la vida puede creer que hay algo que no lo pueda ser, y que quien lo haga merece ser excomulgado. Eso fue lo que los atenienses entendieron cuando inventaron la democracia, y lo que los inquisidores medievales echaron por tierra cuando levantaron cánones divinos. Y esto último es lo que defiende GRR asombrosamente en nombre de una revolución.

 

Solo que, y aquí me detengo en los recovecos de la empiria, los conceptos de minoría y mayoría merecen ser tratados con cuidado particular en el caso de Venezuela. Es innegable que Hugo Chávez cultivó una cadena envidiable de triunfos electorales, sobre todo en la época de oro de su proyecto entre 2004 y 2008, pero siempre ganó sobre una minoría consistente superior al 40 %. Pero hace ya un tiempo que no es así, pues la crisis del modelo chavista —acentuada con su muerte— ha ido desgajando los apoyos.

 

Y en consecuencia, decir con GRR que el chavismo triunfa con un 60 % es una vulgar mentira que ningún articulista decente se permitiría, no importa cuan flexible sea escribir una carta abierta a un cantante y publicarla en el blog de otro.

 

En las elecciones presidenciales de 2012 —con Hugo Chávez en la arena— el oficialismo captó el 54 % de los votos; y en las de 2013 algo menos del 51 %, contra algo más del 49 % de la oposición. En todas ellas se usaron cuantiosos fondos públicos en apoyo de los candidatos oficialistas —ello es usual en muchos países de América Latina— pero en la última se usaron recursos inéditos: los provenientes del saqueo de supermercados y del adelanto de las navidades con los consiguientes pagos de regalías. Sin ellos —que marcan un límite acerca de lo que se puede hacer en unas elecciones— ese tenue 1 % se hubiera inclinado probablemente a favor de la oposición. En las elecciones municipales de diciembre/2013 el chavismo logró un poco más de un 49 %, y todo el espectro de oposición algo menos de un 51 %. Y en particular la oposición de la llamada Mesa Democrática arrasó en las principales ciudades del país.

 

Finalmente, es lamentable el desliz ético que implica mirar hacia el lado, como hace esta franja aquiescente de la intelectualidad cubana, y no observar la verdadera situación de la Isla: una economía decrépita, una política desgastada, una sociedad que se empobrece y una población que decrece. En lugar de esta mirada crítica necesaria —compromiso ineludible de todo intelectual— estas criaturas se deshacen en variaciones de un discurso gastado y conservador sobre utopías, peligros externos, narcisismos sin sentidos, y otras bagatelas especulativas. A pesar de que taxonómicamente se ubican en la izquierda, constituyen los ripios en desbandada de un pensamiento autoritario, retrógrado y contrarrevolucionario.

 

Y GRR hace todo esto magistralmente en su breve carta abierta, cuando con una abusiva flexibilidad ética, regresa a la actitud plañidera sobre las intolerancias de Miami (la mejor manera que tienen algunos intelectuales cubanos de no mirar a las intolerancias propias), para lo cual echa mano nada más y nada menos que a aquel incidente en que Oscar de León fue penalizado en el sur de la Florida por cantar en Cuba. Omitiendo que cientos de intelectuales y artistas cubanos no pueden ejercer profesionalmente en su país —en el que nacieron— y algunos ni siquiera pueden visitarlo.

 

La buena noticia es que GRR y sus patrocinadores no son parte de un futuro, sino de un pasado. El futuro está en otro segmento intelectual, que despliega una crítica creativa desde las diferentes esquinas de la producción intelectual, sin los atavismos ideológicos y emotivos de una generación que en algún momento nos dijo algo para quedar hoy sepultada en la inopia, por los tiempos y las costumbres.

 

*El autor es un académico marxista cubano

 

 

 

 

La crisis venezolana y el futuro de Cuba

Ariel Hidalgo*

7 de marzo de 2014

 

Lo más probable en este momento es una profunda preocupación en los altos mandos de Cuba. Un régimen que concentra casi la totalidad de bienes de producción en manos del Estado, es incapaz de sostenerse por sí mismo, pues al requerir de un enorme ejército de burócratas para administrar esos bienes es incapaz de controlarlos tan eficientemente como lo hacían antes miles de capitalistas, terratenientes y pequeños propietarios, realmente interesados en la conservación y productividad de todos esos bienes, ya que una propiedad que supuestamente es de todos, no es en realidad de nadie y en consecuencia lo que les interesa a esos funcionarios son las ventajas y el poder que le proporciona ese control. Los “faltantes” y “desvíos” reportados en numerosas auditorías constituyen sólo la punta del iceberg, pues esos auditores son también burócratas y por tanto tan corruptos como aquellos a los cuales auditan. En otras palabras, esa centralización propicia una corrupción generalizada que da lugar a una crisis estructural permanente, la que a su vez genera más corrupción en un ciclo repetitivo en espiral.

 

¿Entonces por qué ha podido mantenerse durante más de medio siglo? No sólo por la represión, sino sobre todo por contar siempre con dos factores: fuentes de sostenimiento económico y válvulas de escape de las presiones sociales. La fuente ha ido cambiando, primero el alto precio del azúcar en el mercado internacional y luego el subsidio soviético. Pero cuando ese precio cayó y el campo socialista desapareció, esa dirigencia se encontró de pronto sin fuente alguna y enfrentó el peligroso “período especial”.

 

¿Por qué no se derrumbó entonces? Por otro factor: la válvula de escape, consistente en éxodos masivos cuando los ciclos de corrupción-crisis alcanzaban su máxima expresión, generalmente cada catorce o quince años: Camarioca, Mariel y finalmente en 1994, tras la protesta del llamado maleconazo, el éxodo de los balseros. A partir de entonces ese recurso también deja de funcionar por la política estadounidense de devolver a Cuba a los refugiados interceptados en alta mar y una vigilancia marítima reforzada. Si suman, a partir de entonces, catorce o quince años más, caemos exactamente en la sucesión raulista.

 

Se recordará la alarmista frase de Raúl Castro de que “estamos al borde del abismo” y la afirmación de algunos académicos de la Isla de que el modelo cubano se ha agotado completamente. Había que buscar entonces un sucedáneo de las válvulas de escape migratorias: las reformas. Se comienza a aflojar las ataduras que frenaban las actividades económicas independientes y a conceder algunas migajas de libertades, pero el objetivo verdadero es crear expectativas de cambios entre la población y evitar la explosión social para mantener el control del Estado-Partido y de la burocracia sobre los principales bienes de producción, como se revela claramente en su reciente discurso en el XX Congreso de la CTC: “la empresa estatal es y será la forma principal en la economía nacional, de cuyos resultados dependerá la construcción de nuestro socialismo”. Al mismo tiempo, había surgido una nueva fuente de sostenimiento: el subsidio petrolero de la Venezuela chavista.

 

Analicemos ambos factores, válvula de escape y fuente de sostenimiento. Mesa Lago, el más prominente conocedor de la economía cubana en la Diáspora, declaró recientemente que muchas medidas tomadas para capear la crisis tienen más bien efectos adversos, que el salario real y las pensiones se han reducido considerablemente y que si el gobierno cubano pierde el subsidio venezolano, es imposible que sobreviva. De ahí que los militares cubanos en Venezuela salgan ferozmente contra los manifestantes. Según dos generales venezolanos retirados, la mayoría de los represores son cubanos, y los propios estudiantes denunciaron que los cubanos “nos atacan de manera vil y salvaje”.

 

Como contrapartida, la oposición busca la alianza simbólica con el héroe nacional cubano: su líder, Leopoldo López, despidiéndose de los manifestantes a la sombra de su estatua antes de entregarse a sus captores, y los estudiantes, disfrazando su imagen de manifestante, con carteles a sus pies y máscara con la bandera tricolor. Si se produce la caída de Maduro y las reformas terminan siendo contraproducentes, no será nada aventurado predecir otra primavera en la isla-llave de las Américas.

 

Infoburo@aol.com

 

*El autor es un profesor marxista cubano

 

 

El expresidente socialista chileno Ricardo Lagos y tres ex presidentes socialdemócratas condenan deterioro de DDHH en Venezuela

 

Ricardo Lagos (Chile),

Oscar Arias Sánchez (Costa Rica),

Alejandro Toledo (Perú)

y Fernando Henrique Cardoso (Brasil)

4 de marzo de 2014

 

Quienes suscriben, Oscar Arias Sánchez, Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos y Alejandro Toledo, hemos acordado formular la siguiente declaración conjunta:

 

Hemos venido observando con preocupación y alarma los acontecimientos que se han desarrollado en Venezuela durante las últimas semanas. Manifestaciones estudiantiles de protesta pacífica contra las políticas del gobierno, que son normales en cualquier sociedad democrática, han sido objeto de una represión desproporcionada por parte de la fuerza pública y de ataques por parte de grupos armados ilegales que algunos medios vinculan con partidos políticos en el gobierno.

 

A partir de esos hechos ha venido produciéndose una alarmante escalada de violencia y un rápido deterioro de la situación de los derechos humanos en el país.

 

La violencia ha cobrado ya varias vidas por heridas de bala; estudiantes detenidos han informado públicamente que han sufrido torturas y tratos inhumanos y degradantes por parte de las autoridades; se ha hostigado a la prensa independiente y se ha obstaculizado que los medios de comunicación que informen sobre los acontecimientos, incluyendo la eliminación del aire de un canal internacional de televisión y la amenaza de hacer lo mismo con otro, agresiones físicas a periodistas y la falta de papel para la prensa escrita.

 

Adicionalmente, la protesta cívica y la oposición democrática han sido criminalizadas. Se amenaza con procesos penales a numerosos estudiantes presos; el señor Leopoldo López, líder de un partido opositor, ha sido precipitadamente privado de su libertad e inculpado por diversos delitos, con un sesgo notoriamente político y otros líderes democráticos son perseguidos penalmente por razones políticas.

 

Condenamos esos hechos y urgimos al Gobierno venezolano y a todos los partidos y actores políticos a establecer un debate constructivo, conforme a los cánones de la democracia reconocidos universalmente y plasmados en la Carta Democrática Interamericana.

 

Llamamos muy especialmente al Gobierno para que contribuya a crear sin demora las condiciones propicias para ese debate, con una agenda compartida y sin exclusiones. Para ello es indispensable que se ponga cese de inmediato a la persecución contra los estudiantes y los líderes de oposición, incluida la liberación del señor Leopoldo López y de todos los detenidos o perseguidos por razones políticas. Igualmente, es imperativo que se adelante una investigación independiente y transparente sobre las denuncias de torturas y otras violaciones a los derechos humanos y que se ponga cese al hostigamiento a la prensa independiente, incluido el restablecimiento de la señal del canal internacional de TV abolido por el Gobierno. Es también indispensable que las manifestaciones de protesta de los partidos de la oposición y de otras organizaciones sociales se mantengan dentro de los cauces pacíficos que han de regir en una sociedad democrática y del respeto debido al mandato de las distintas autoridades del país, en los términos pautados por la Constitución venezolana.

 

Como amigos que somos de la democracia venezolana, confiamos que ese país logre superar la extrema polarización y la intolerancia que han dominado la escena política en los últimos años, males que han venido erosionando la eficacia de las diversas instancias internas para el debate democrático así como la confianza en la independencia e imparcialidad de numerosas y relevantes instituciones. Al mismo tiempo, hacemos un llamado a la comunidad internacional a sumarse a un esfuerzo concertado para el fortalecimiento de la democracia y la preservación de la paz en Venezuela.

 

OSCAR ARIAS SÁNCHEZ

FERNANDO HENRIQUE CARDOSO

RICARDO LAGOS

ALEJANDRO TOLEDO

 

Heinz Dieterich: “A Maduro le quedan máximo

8 semanas más en el poder”

3 de marzo de 2014

 

Para el ideólogo de izquierda, asesor de Hugo Chavez, y creador de la frase “El socialismo del siglo XXI”, los días de Maduro están contados

 

El sociólogo alemán Heinz Dieterich, quien fue asesor del fallecido presidente Hugo Chávez y creador de la frase “El socialismo del siglo XXI”, considera que los días del presidente Nicolás Maduro están contados. En una entrevista del diario Spiegel de Alemania del 3 de marzo del presente año, Dieterich afirmó que el jefe de Estado venezolano “no durará ni ocho semanas en el gobierno y probablemente será suplantado por una junta de gobierno”

 

“Para los militares y gobernadores chavistas está claro que su política significa indudablemente el fin de la era bolivariana. La política debe dar un giro de 180° o todo estará perdido”, agregó.

 

Lea la entrevista completa a continuación:

Una entrevista de Klaus Ehringfeld a Heinz Dieterich
Spiegel Online – Publicado el lunes, 03-03-2014

 

La persona

El sociólogo alemán Heinz Dieterich de 71 años es profesor universitario en México y algo así como el jefe ideológico de la izquierda latinoamericana. El asesoró durante muchos años al difunto presidente Hugo Chávez en asuntos políticos e ideológicos. A él se le debe la frase “socialismo del siglo XXI”.

 

Spiegel Online: Señor Dieterich, se tiene la impresión de que en Venezuela pasa justo lo mismo que en Ucrania…

 

Heinz Dieterich: En casi todos los aspectos el escenario es comparable con la situación de Ucrania.

 

S O: ¿En dónde se esconden exactamente los problemas?

 

Dieterich: La catastrófica situación económica, la incapacidad del gobierno, reformas forzadas e intereses externos. Además del intento de algunos países por buscar sacar ventaja en la solución a la crisis.

 

S O: ¿Qué ha pasado para que la gente se sienta lista para arriesgar su vida en las calles?

 

Dieterich: Es una mezcla de factores: primero, la inconmensurable retórica de muerte del presidente Nicolás Maduro, que separa a los venezolanos en “fascistas” y “leales”. A esto se le suma el encarcelamiento del líder opositor Leopoldo López y los graves problemas que atraviesa el país, lo que permitió que los sectores radicales hayan movilizado a los frustrados.

 

S O: ¿Qué tan profunda es la duda de la gente respecto al problema?

 

Dieterich: Objetivamente la amenaza de muerte, el problema de base es la violenta criminalidad que hace de Caracas, la capital, una de las ciudades con la tasa de homicidios más alta del mundo. El que falte el papel higiénico y la harina, mortifica, pero no es una amenaza a la vida; el que además, por causa de la devaluación del Bolívar, viajar al exterior resulte tan complicado, molesta mucho a la gente. Si todo eso se junta, te lleva a una profunda frustración. Y además las muy poco inteligentes reacciones del gobierno, que en vez de comprensión impone represión, hacen que hierva a su máximo punto, que es lo que ahora vemos.

 

S O: ¿Por qué se produce de pronto esta efervescencia?

 

Dieterich: Yo ya dije en diciembre, que Maduro tenía que dar resultados inmediatos para que el descontento en el país no aumentara. Pero esto no ocurrió. La indolencia del gobierno es grande. Maduro ha perdido prácticamente el año que ha gobernado desde la muerte de Chávez. Por si fuera poco a esto se le unen intereses externos. Los EEUU con el presidente Barak Obama al mando intensifican una política exterior expansiva. Eso juega un papel importante en el desarrollo del conflicto.

 

S O: ¿Cuáles son las medidas más urgentes que debe tomar el gobierno?

 

Dieterich: Es indispensable que Maduro y sus ministros controlen la inflación de 55%. El desabastecimiento debe enmendarse y la violencia debe ser encarada. Además es necesaria una reforma económica: el cambio del dólar y del bolívar debe ajustarse a niveles reales. La moneda debe fluctuar libremente, sin que por ello se vean amenazados los ingresos de los estratos pobres.

 

S O: ¿Es esto suficiente para reparar el desgarramiento de la sociedad?

 

Dieterich: Esa grieta siempre ha estado ahí. Ni 15 años de chavismo lo han reparado. Pero ahora también están en la calle aquellos que votaron por Maduro.

 

S O: ¿Quiénes son los que están en las calles de Venezuela?

 

Dieterich: Yo veo tres grupos: el fuerte núcleo de derechas, que están entrenados por paramilitares y están armados. Después, los estudiantes: muchos de ellos creen que viven en una dictadura que no tiene una verdadera resistencia. Y finalmente muchos que fueron seguidores de Chávez, pero que no están de acuerdo con Maduro y que se oponen al empeoramiento de las condiciones de vida. Si Maduro sigue como hasta ahora, crecerán el segundo y tercer grupo, y el gobierno tendrá que renunciar al poder, como ocurrió en Ucrania.

 

S O: ¿Es probable que el presidente sea derrocado?

 

Dieterich: Se va a seguir discutiendo en las líneas del chavismo sobre una solución efectiva a la crisis sin que ésta se vea como un derrocamiento. Mientras tanto, está claro para todos que Maduro no tiene ni concepto ni instrumentos para modernizar al país. Él pensaba y piensa que basta con emular a su antecesor Hugo Chávez en la retórica y la coreografía y mantener el modelo económico.

 

S O: ¿Entonces los días del presidente Maduro están contados?

 

Dieterich: No durará ni ocho semanas en el gobierno y probablemente será suplantado por una junta de gobierno. Para los militares y gobernadores chavistas está claro que su política significa indudablemente el fin de la era bolivariana. La política debe dar un giro de 180° o todo estará perdido.

 

S O: Pero la oposición tampoco tiene realmente un plan constructivo…

 

Dieterich: No. Los portavoces no buscan un compromiso que sea mejor para todos. Quieren barrer al gobierno. Eso es antitético y criminal, y las personas en la calle pagarán con su sangre –pero eso no lo permitirá la fuerza armada-.

 

S O: ¿Es esa la salida para Venezuela?

 

Dieterich: Habrá probablemente una mediación bajo la dirección de un organismo regional como la Organización de Estados Americanos o la Unión de Naciones Suramericanas y del Caribe. Pero también es posible una gran coalición si aparecen entretanto voces moderadas dentro de la oposición.

 

 

La doble moral de José Mujica

 

 

La ‘izquierda’ adocenada pretende desconocer que en Venezuela los más destacados líderes socialistas –Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y Américo Martín– son activos opositores al chavismo

Pompeyo Márquez

 

Pompeyo Márquez: “Mientras el chavismo

no salga del poder no entraremos al siglo XXI”

Alonso Moleiro

17 de marzo de 2014

 

Para el veterano activista político, el país está asistiendo al fracaso de casi todos los fundamentos del modelo chavista. Cercanos, de acuerdo a su óptica, al fin de un ciclo histórico. Sostiene que la tarea de la Unidad debe consistir en señalar un camino programático y restaurar la normalidad institucional, sobre la base de lo planteado en la Constitución Bolivariana de 1999.  Para Pompeyo Márquez, no habrá forma de conjurar el actual entuerto si el chavismo no sale del poder: “su sola presencia es un factor de profundización de la crisis”.

 

¿Qué opina de las protestas a nivel nacional?

 

Tengo una óptica en particular, en la que he insistido cuando converso con los amigos que me visitan: lo que está pasando en Venezuela es el cierre de un ciclo histórico. Se ha concretado el fracaso del modelo que el chavismo le ha querido imponer al país. El saldo de ese ciclo arroja un balance verdaderamente deplorable. Un país en el cual ocurren todas las salvajadas posibles. Un país en crisis, no solamente económica, sino política e incluso cultural. Con paños calientes y estas imposturas superficiales sobre el diálogo no se va a resolver este problema. La solución a la crisis política venezolana consiste en la salida del gobierno de Nicolás Maduro del poder. Ahí está la Constitución. Para quienes siempre se desalientan y dicen que Venezuela no tiene salidas, debemos insistir en que no es así. Venezuela tiene salidas. La salida es la unidad nacional para conquistar nuevas perspectivas. A este país hay que abrirle nuevas visiones en torno a la democracia, nuevas posibilidades de la libertad. Regresar a la autonomía de los poderes públicos. Hablo del restablecimiento de la República Civil. Ése debe ser el objetivo del momento. Un objetivo que debe estar claro. No hay salidas de la crisis venezolana sin un cambio de gobierno.

 

¿Pero cómo, según usted, se sustituye a Nicolás Maduro? No parece tan fácil…

 

Mediante las luchas que se están librando. A esa luchas hay que darles un objetivo claro: decirle con absoluta franqueza al país que no existe solución posible a esta crisis. Que es una necesidad existencial regresar a la democracia. Eso puede lograrse si la unidad le termina de concretar a todos los sectores un proyecto. Venezuela ha pasado por situaciones verdaderamente graves en el pasado y ha salido de ellas en paz. Muchas veces. A finales del siglo XIX, cuando el presidente era Ignacio Andrade, fue un país a un paso de disolverse. No había gobierno y parecía que no había país. El pueblo venezolano ha logrado derrocar dictaduras, imponer su voluntad, entenderse, salir adelante. Necesitamos regresar a la normalidad institucional, garantizar su funcionamiento con paz social, estimulada desde el poder. Mientras no salgamos del chavismo no entraremos al siglo XXI. Aquí está planteada, de nuevo, la disputa entre barbarie y civilización. Los procederes chavistas son violentos, inciviles. Debemos dotar al país de un ambiente para el acuerdo y la convivencia.  Para eso necesitaremos del concurso de las Fuerzas Armadas, un cuerpo que es venezolano, un patrimonio del país que a todos nos pertenece. Que normalicemos nuestras vidas en una República Civil. Al venezolano hay que ponerlo a soñar sobre la posibilidad de vivir con dignidad. Yo he venido insistiendo en que el país necesita un gobierno que gobierne para todos. Hay que reestructurar los mecanismos democráticos para reencontrarnos como adversarios. Como lo hizo Mandela, en Sudáfrica, en un ambiente mucho más difícil. También los alemanes hicieron una sola Alemania y se reunificaron. ¿Por qué no vamos a poder los venezolanos crear de nuevo una república civilizada, que nos logre meter en el mundo moderno, sin los errores del pasado? El objetivo hay que exponérselo al país con claridad: reconquistar la República Civil. Por eso estamos luchando. Por la democracia y la libertad.

 

¿Pensó usted que el chavismo podía entrar en una crisis como ésta?

 

El chavismo encarna un proyecto inviable. Mucho más en manos de Maduro. No hay forma de concretarlo. El resultado es la destrucción de nuestras industrias, el deterioro general de los servicios, de todo. El intento de crear sociedades al estilo cubano ha fracasado en todas partes del mundo. No hay un solo modelo rescatable. No hay solución posible a la actual crisis económica si no hay un cambio de modelo. Mantener el modelo económico chavista agudizará esta crisis. Se necesita cumplir la Constitución: fomentar la economía mixta, la inversión nacional y extranjera, el fomento de capitales nacionales para desarrollarnos; además de la inversión estatal, de la presencia estatal, decidida, reguladora, para desarrollar al país. La experiencia la tenemos a la vista en muchos países latinoamericanos: Uruguay, Brasil, Perú. ¡Así fue Venezuela! Venezuela fue un país pionero en el continente, el faro de la democracia en la región, el lugar que le dio cobijo a muchísimos inmigrantes de Europa y de América Latina. Hoy está destrozada. El índice inflacionario venezolano es el más alto del mundo. Hay que promover acuerdos.

 

¿Piensa usted es que es posible conjurar esta crisis o procurar, en el mediano plazo, un cambio de gobierno, procediendo de forma pacífica?

 

El esfuerzo tendrá que ser pacífico, como ha sido mayoritariamente, como se está viendo, pero claro que el esfuerzo no es solamente de uno. Aquí hay varios actores en el escenario. Algunos de ellos pueden ser factores de promoción de la violencia. El problema es enfrentar eso. Es importante hacer llamados a las Fuerzas Armadas para que sean garantes de la Constitución y sus derechos.

 

¿Cree en el actual marco constitucional o es partidario de forjar una Sexta República?

 

Esta Constitución nos puede cobijar a todos. El asunto es hacerla cumplir, no vulnerarla de manera fraudulenta como ha hecho el chavismo. Quien se lea los diez primeros artículos de la actual Constitución puede concluir que ahí está el país con el que uno sueña. Yo quisiera morir en democracia, en un país como el que está propuesto en esos artículos de la Constitución Nacional. ¿Qué plantean esos artículos? Pues que Venezuela es y será para siempre una nación democrática. Es uno de sus fundamentos. Un modelo federal, descentralizado, con pluralismo político, con un correcto equilibrio entre la atmósfera privada y la pública. El artículo 328 dispone que las Fuerzas Armadas están al servicio de toda la Nación y en ningún caso de parcialidad política alguna. Esos artículos disponen la existencia de la economía mixta, los derechos humanos. Esa Constitución nos puede regir por un período determinado que pueda servir para unir a los venezolanos, convocarlos de nuevo, para decirle al chavista:  aquí está nuestra Constitución, nuestra democraciavamos a ceñirnos a su letra y sus disposiciones y vamos a honrar el pacto constitucional. Tenemos que conquistar una Venezuela en la cual podamos, de nuevo, tener un país normal. En funcionamiento y ambiente de cooperación. No estamos imaginando imposibles. Las exigencias principales de la sociedad venezolana en este momento hay que transformarlas en objetivos.

 

Según usted, ¿puede el chavismo, desde el poder, hacer lo necesario para conjurar esta crisis? ¿Piensa que tiene la voluntad, las herramientas, la claridad para hacerlo?

 

Intentan hacerlo. Es lo que están tratando de hacer. La propuesta de diálogo de Maduro está pensada para ganar tiempo. Es una comedia. ¿Cómo puede haber diálogo con represión, en los términos en los cuales los plantea Maduro? Centenares de presos, torturas, disparos a muchachos en la cabeza, ejerciendo de forma brutal la fuerza contra muchachos desarmados. Es el engaño. Y no se debe caer en ese engaño. El diálogo, ese diálogo del gobierno, está  agotado.

 

Si está agotado, ¿cuál es la salida entonces?

 

Un diálogo sobre bases reales. Que hablemos sobre lo mismo, no que engañemos al país usando a unas personas como instrumento para defraudar a la opinión pública. En realidad, hay que seguir luchando. Si el gobierno no se sincera y no hace las concesiones que debe hacer, sobre las bases de la verdad, no tiene sentido dialogar. Ese diálogo de Miraflores es una farsa total. Estamos debatiendo dos modelos de sociedad y nadie debe perderlo de vista. Para no perdernos en la politiquería tenemos que saber que esto es muy serio. No estamos para aventuritas. El país necesita un cambio de gobierno. Ésa es la verdad. Un cambio de modelo, una transición a otra realidad, la realidad de nuestra Constitución de 1999. Maduro desperdició una oportunidad. Pudo haber tomado decisiones económicas racionales y se empeñó en llevarnos a este despeñadero. Lula fue uno de los primeros que se lo dijo, a los días de ser nombrado presidente: abrir el abanico del diálogo. No se puede gobernar un país con la mitad de la Nación en contra. Yo tengo una gran fe en Venezuela. Una gran confianza. Se van a producir los cambios en el país. No es un invento: es una exigencia de la sociedad venezolana. En consecuencia, esa exigencia se cumplirá. La permanencia del chavismo en el poder es la profundización de la crisis nacional. El elemento clave para comprender lo que nos pasa es ése: no hay solución a esta crisis, que es de enormes dimensiones, si no se derrota al chavismo y éste no sale del poder.


 

Urge un gobierno de transición

Pompeyo Márquez*

6 de marzo de 2014

 

La República vive momentos aciagos. Se ha conformado un nuevo cuadro político a partir del 12 de febrero, luego de la represión desatada por el gobierno asesino de Maduro

 

“Es imperativo transitar otros caminos -constitucionales, mas no electorales- para rescatar la democracia y restablecer la vigencia de la Constitución”; tomo este enunciado del llamamiento de “Venezuela Soberana”, el cual respaldo.

 

La República vive momentos aciagos. Se ha conformado un nuevo cuadro político a partir del 12 de febrero, luego de la represión desatada por el gobierno asesino de Maduro, quien dio la orden públicamente de reprimir las protestas, respuesta de la población a la crisis sistémica que padecemos. Una represión desproporcionada contra la resistencia estudiantil y juvenil, que ha hecho gala, con heroicidad, de las tradiciones de anteriores generaciones de las cuales formé parte, y con las cuales me identifico plenamente y aliento a mis 92 años.

 

Ningún otro gobierno había disparado a mansalva a los manifestantes con tan lamentable saldo de fallecidos y heridos. Muchos de los cientos de detenidos denuncian haber sido torturados, sometidos a juicios ilegales y secuestro en instalaciones militares.

 

Quince años de chavismo han llevado a Venezuela a la catástrofe, y podemos concluir que en estos momentos no estamos para aplicar pañitos calientes. Hay que buscarle una salida a la crisis que no es otra que un cambio de gobierno y un cambio de régimen.

 

La rebelión civil que vive el país debe producir cuanto antes una transición enmarcada dentro de los parámetros establecidos por la Constitución, las leyes vigentes y el Derecho Humanitario internacional ante el desmoronamiento que ocurre en todos los ámbitos del devenir nacional.

 

He sostenido que en la modernidad ha sido decisiva la participación de los militares en la solución de las crisis, participación que no tiene por qué ser violenta. El 23 de enero de 1958 las FFAA, respaldadas por el pueblo, derrocaron al dictador sin disparar un solo tiro.

 

Este es el momento para que magistrados y diputados oficialistas, que tienen injerencia en las decisiones del Poder Judicial y el Poder Legislativo, reflexionen sobre su responsabilidad histórica. Es preferible que sean ellos mismos los que remuevan a Maduro del cargo y busquen un consenso con la oposición para adelantar una transición, antes que mantenerse obstinadamente en el error, y seguir avalando un régimen ilegítimo, usurpador, totalitario y subordinado a Cuba. El marco legal para esa transición que permita rescatar la democracia, restablecer el hilo constitucional y defender la República de su inminente disolución se fundamenta en los artículos 350, 333 y 328 de la Carta Magna.

 

* El autor fue militante comunista desde los años treinta. Guerrillero en la década del sesenta. Fundador del Movimiento al Socialismo (MAS).

 

 

Américo Martín: “Se ha concretado el colapso del modelo económico chavista”

Alonso Moleiro

5 de marzo de 2014

 

Para el escritor y dirigente político las protestas que han sacudido el país están alimentadas por un poderoso malestar producto de una crisis económica de carácter sistémico, cuyas consecuencias se advirtieron hace mucho tiempo. Martín observa poco margen de maniobra para el ejecutivo y aprecia claras señales de ingobernabilidad. La oposición, agrega, debe procurar acercarse a un escenario constitucional.

 

¿Por qué piensa usted que se han levantado estos motines?

 

Como ocurre con este tipo de estallidos, las causas no son unívocas, y al mismo tiempo no son perceptibles sino cuando se manifiestan. Lo que estamos presenciando no es un episodio similar al de las manifestaciones estudiantiles por el cierre de RCTV. Aquella, por su naturaleza, fue una explosión limitada, y sobre todo en cuanto al objetivo. Era una protesta, no se proponía más nada, era una denuncia, el tema ahí no era producir rectificaciones, virajes o cambios de gobierno. En este caso la complejidad es mayor a la de cualquier momento anterior. Incluso es mayor a la del llamado Caracazo de 1989. El caracazo fue la acumulación de las tensiones sociales a partir de la decadencia del nivel de vida del venezolano a partir de 1980. Como recordarás, desde fines del gobierno de Medina, en 1945, hasta más o menos Luis Herrera, los venezolanos tuvieron el más alto nivel de vida del hemisferio, al menos de América Latina. Habitualmente ocupaban ese espacio junto a Argentina, Uruguay y Cuba. Un país sin inflación, con poco desempleo, crecimiento, moneda fuerte y sin ningún problema de seguridad en las calles.  El fracaso del modelo sustitutivo importador comenzó a hacerse sentir en los 80.  El estatismo excesivo, las limitaciones a la inversión extranjera y la repatriación de capitales. Los estallidos tuvieron una deriva de saqueos y pillaje, en parte porque la respuesta del gobierno de Pérez al desarrollo de los hechos fue muy lenta. El gobierno de Pérez nunca se imaginó que las cosas se fueran a escalar de esa manera.

 

¿Cabe hablar aquí con todas sus letras de un estallido social?

 

Podemos hablar de un estallido social, sin duda. Se une el reclamo estudiantil, que retoma un puesto de vanguardia, de antorcha de la sociedad, como siempre ha sido en América Latina, con dos factores adicionales. En primer lugar, la abundancia de voceros y líderes. Y que  están participando además los estudiantes medios, una particularidad que se observa sobre todo en Venezuela y en Chile, y que es un hecho aceptado, y digno de destacar.  Los estudiantes han sido vistos en ocasiones como parte de sectores privilegiados del país, aislados en realidades apartadas. Hace rato que eso ya no es así. Hay dos millones de liceístas y unos 400 mil, algo más, estudiantes universitarios. Una de las aristas de esta crisis, de las muchas que tiene, es la del enseñamiento contra las Universidades, el acoso a los profesores, el rezago salarial y la crisis en general de la Educación Superior. La autonomía de las Universidades Nacionales es un criterio muy enraizado en toda la región. Pero no es sólo el tamaño. Esta es una crisis económica grave, producto del fracaso del modelo que intenta implantar ahora Maduro. Era fácilmente previsible, y se había advertido, de por qué iba a fracasar. Básicamente, porque no hay posibilidad alguna de reforma social o aumento de la calidad de vida de la población si no se produce. Venezuela ha seguido descansando demasiado tiempo en la ilusión de que lo que no se podía producir aquí se podía importar. Esa abundancia a partir de los precios petroleros creó la idea de que acá se podían hacer ensayos de expropiación, el desarrollo de modelos imaginarios destinados a estrangular la inversión. El gobierno se dio el lujo de tratar de aniquilar la producción privada, o en todo caso limitarla y perjudicarla, para desarrollar experimentos que no caminaron. Los sinsabores se ocultaban en el dinero de la producción petrolera.  Pasó lo que tenía que pasar: se creó una crisis muy profunda en el aparato productivo, y también en el corazón económico de Venezuela, Pdvsa. La movilización estudiantil concurre con todos los factores de deterioro económico y social, el descontento social. La concurrencia de esos dos factores me hacen pensar que acá podría venir un estallido mucho peor que del Caracazo, y de lo que ocurrió en el mundo estudiantil a lo largo de los años.

 

No hablamos de problemas de coyuntura: lo que sucede parece expresar un malestar que tiene un horizonte histórico.

 

No, no. Por primera vez uno puede decir con toda propiedad que se trata de un fenómeno muy enraizado, muy profundo. Que tiene que tener una salida.

 

¿A qué atribuye usted el silencio del chavismo activista? ¿Será desconcierto; esperan una orden, se están desentendiendo?

 

Puede haber de las tres cosas, pero diría que el factor predominante es el desconcierto. El chavismo ha perdido su unidad de respuesta. Eso no sólo se expresa en que existan distintas personalidades que expresan políticas y estilos distintos. También en la falta de participación de los chavistas en los actos de respaldo al gobierno. No es demasiado lo que se ve. Eso ha llevado al gobierno a confiar la respuesta en la calle de las movilizaciones estudiantiles a grupos armados, los grupos paramilitares del gobierno expresados en colectivos. El chavismo no responde con espontaneidad ni con sinceridad; está desbordado por la situación.

 

¿Podremos afirmar que la situación actual ya expresa el colapso del modelo económico chavista, o piensa que el chavismo tiene margen de maniobra?

 

Sin la menor duda se concreta su colapso. Eso se puede medir en cifras. Desde el punto de vista productivo quedó en el foso. Este año el país crecerá, si acaso, si es que lo hace, 1 por ciento del PIB.

 

Sin contar los problemas monetarios, cambiarios y fiscales del gobierno.

 

Sí, pero esos problemas, expresados así, son derivados. Derivados de qué: de que la economía no produce nada. La economía agrícola está muy lastimada y la manufacturera igual.

 

Lo mismo que los servicios.

 

Sí, el comercio. Esto es parte de una misma cosa: si tú no produces, pero tienes un ingreso muy elevado producto del precio de un producto de importación, puedes cubrir por un tiempo las fallas con el dinero, pero tarde o temprano eso va a estallar. Todos los ensayos destinados a sustituir el modelo económico capitalista fracasaron estrepitosamente.

 

En Venezuela parece estar gobernando una de las variantes de la Liga Socialista que perteneció a la ultraizquierda de los años 70. Un núcleo dirigente dogmático, obcecado, que ni siquiera parece estar dispuesto a revisar lo que ha hecho un país como Ecuador, socio del Alba, para ofrecerle a la sociedad soluciones prácticas. Nicaragua tiene acuerdos con el FMI.

 

Pese a su pobreza, Nicaragua mantiene incluso un tratado de libre comercio con los Estados Unidos que es extremadamente beneficioso para ellos. No ha aniquilado a las empresas privadas; al contrario. Todo eso pese a lo sinvergüenza que ha resultado ser Daniel Ortega. El caso de Ecuador es interesante: es un país con poca inflación, país en el cual la moneda es el dólar y que no tienen un Banco Central. Correa es un economista de mucha formación y tomó decisiones adecuadas; es un economista egresado de Illinois. Lo que pasa es que es un pedante insufrible.

 

La pregunta que todo el mundo se hace es qué va a pasar aquí: la más frecuente y la más difícil de responder. ¿Te animas a aproximarte a ese abismo con un pronóstico? ¿Cómo ves la conducción del proceso?

 

El sólo hecho de plantearse eso así habla de la gravedad del problema y la incertidumbre que cubre el futuro de Venezuela. No soy adivino y mientras más viejo me pongo menos adivino quiero ser. Señalo tendencias. Cómo se desarrollen ellas pasa a ser otro problema. Todo cabe en este momento en lo posible: todo. No pronostico nada de eso; pero veo tendencias claras de ingobernabilidad. No es sólo el fracaso del modelo: los bastones del modelo tampoco funcionan. La renta petrolera no puede resolver ahora este problema. El déficit fiscal es gigantesco, abarca un 15 por ciento del PIB. La sobrecarga del gasto público y los compromisos adquiridos son difíciles de llevar. Hay algo que no se puede devolver: la deuda. La deuda soberana, la deuda del petróleo, es gigantesca, no hay reservas para pagarla. Eso es lo que ha generado el desplome de los bonos de la deuda del mercado internacional, que para sostenerlos el país tiene que pagar un interés demasiado alto, y por otra parte, el cese de las inversiones. Cada vez hay más dudas sobre los volúmenes y la calidad de la inversión. Venezuela tiene una de las tasas del riesgo país más altas del mundo. No tienes posibilidades de atraer inversiones grandes, estás obligado a pagar una deuda vencida, con riesgo de embargo; no tienes capacidad productiva interna y tu gasto público es estructuralmente regresivo. Por eso mismo, tienes un grave problema inflacionario. Si tienes todo eso, tienes un problema grave. La inflación se puede agravar.

 

¿Podrá la dirigencia chavista regresarse en el camino hacia el desastre? ¿Tendrá tiempo de tomar decisiones correctivas?

 

Nunca es tarde si la dicha es buena, dicen. Lo que yo le puedo sugerir al gobierno es que le mande mensajes al país. Que dé muestras de autenticidad que permitan a la gente concluir que la rectificación es sincera. Que tal como lo dijo el propio gobernador Vielma Mora, al cual nadie puede acusar de pertenecer a la oposición, que libere a los presos políticos, a Iván Simonovis y Leopoldo López; a todos los estudiantes; a tomar decisiones racionales; cambia su lenguaje respecto a los que se le oponen, que anuncie su disposición a rectificar en materia educativa, económica, y llama a concertar en alto nivel con los sectores productivos privados, para reactivar la producción nacional. Son detalles, cada uno de ellos suma. Gran parte de la crisis tiene que ver con la confianza; la confianza en el gobierno está vulnerada y el gobierno hace muy poco para hacerla respetar. Si es que hay tiempo para eso. La única respuesta de la que disponemos va en la dirección contraria. La verdad, y lo más grave, es que quisieran mandar una respuesta pero no pueden, porque son víctima de su propio engranaje; de las luchas internas, de su propia dinámica interna.

 

Comienza a sentirse la ausencia de Chávez en el gobierno. Lo que tanto se anunció: que los factores en pugna terminen fagocitándose; que no se tomen decisiones y quede perjudicada la marcha del gobierno.

 

Tampoco Chávez hubiera podido con la magnitud de esta crisis económica. Habría tenido que rectificar. La habilidad de Chávez consistía en aplazar las crisis internas, mantener la cohesión y una adhesión de militantes por la vía de la mística. El actual gobierno parece impedido de hacer eso mejor. Para Maduro el diálogo es vital para su propia sobrevivencia; mucho más que para la oposición.

 

Tiene que estar en un problema muy serio un gobierno que recibe a la dirigencia de Fedecámaras en Miraflores para que ésta le diga cosas que no quiere oír frente al país.

 

Eso sería lo normal. Claro, la cosa es cómo son ellos; la cultura de comportamiento del chavismo. La gente ve con asombro ese paso normal porque ellos han construido una ideología y un modelo basado en la división del país. Establecer un modelo para obligar al resto del país a someterse a él. Esa división es obra de Hugo Chávez. La heredó Maduro, la cultivó, y ahora es víctima de ella.

 

¿Podemos decir que esta crisis es sistémica? Toca todas las costuras del chavismo?

 

¡Claro!

 

¿Cómo evalúas la conducción de la oposición de este proceso? El ambiente del país cambió de un día para otro el 12 de febrero.

 

La gente le pide a la Oposición cosas que no puede dar. Hay mucha ansiedad, y claro, la gente tiene razones para estar ansiosa. La oposición es plural, afortunadamente, de no serlo no podría ser la expresión del país. Eso significa que su Unidad esta estructurada en torno a causas grandes, dentro de las diferencias. Por ejemplo, para ganar las elecciones, o enfrentar la represión. Sin esas causas, la unidad absoluta es innecesaria. Lo normal en un país democrático es que todos los factores ocupen su puesto con la distancia requerida. La democracia cristiana, la socialdemocracia, el partido socialista, el comunista: estarán unidos si necesitan hacerlo en torno a un objetivo muy grande, absolutamente necesario. En este caso, derrotar al chavismo. Cuando lo que está amenazada es la democracia, en un feroz marco represivo como el actual, todos vuelven al frente unidos. Por eso he dicho que, pasadas las elecciones era inevitable, y necesario, que aparecieran nuevos líderes. Los grandes momentos de unidad han sido así en la historia: para enfrentar al nazifascismo acordaron en una plataforma personajes tan disímiles como Churchill, Stalin y Roosevelt. La oposición no se ha dividido y lo que ocurre es completamente normal. La diferencia es que ahora se ha reactivado bajo el impacto y el dinamismo del movimiento estudiantil. El movimiento estudiantil vuelve a colocar esta crisis frente a una tarea común: enfrentar esta crisis, superarla, y restablecer la democracia.

 

¿Y eso cómo se hace? ¿Cómo llegamos hasta ahí con un mecanismo incruento?

 

Los escenarios cruentos siempre son malos. Podrá decir algunos que necesarios, o inevitables, pero nunca son deseables. Escenarios como el de Ucrania, o mejor el de Siria, que es más violento, se presentan, no se desean. Se asumen y ya. En 1948, en un momento decisivo de la vida colombiana, Jorge Eliécer Gaitán le dijo a Mariano Ospina Pérez en un discurso memorable: “Su sola voluntad bastaría, señor Presidente, para restablecer la calma y la paz. Queremos la paz, profundamente: pero que circunstancias inesperadas no cambien nuestra voluntad.”

 

La oposición puede y debe acercar el nudo de esta crisis a un escenario de consulta nacional.

 

No le queda más remedio. La oposición ha ratificado cosas muy importantes: que el camino es la paz; no ceder a la violencia; no confundir a los adversarios en una sola cosa, saber distinguirlos. Eso se manifestó en la extraordinaria marcha de María Corina Machado al cuartel general de la Guardia Nacional. Lo que les dijo es fundamental: el proceder de los asesinos homicidas que cegaron la vida de los estudiantes no puede inculpar a toda la fuerza como cuerpo armado. Llevó una carta en donde se les dice eso. Lo cual llevó entonces a Aristóbulo Istúriz a pedirle en Miraflores un aplauso a la Guardia Nacional: comprendió que la institución quedó tocada con el gesto de María Corina.

 

¿Lo que está pasando es bueno o malo?

 

Ni bueno ni malo. Es lo que está pasando.

 

¿Usted se siente optimista o pesimista con este proceso que acaba de desencadenarse?

 

Ni pesimista ni optimista. Soy realista.

 


Tiempo de ratas

Teodoro Petkoff*

19 de febrero de 2014

 

Un joven valenciano, Juan Manuel Carrasco, ha denunciado una cosa horrible. Nunca, que se sepa, habría ocurrido cosa semejante en nuestro país. Los cuerpos policiales, en general, suelen ser muy rudos en sus procedimientos, los cuales niegan, por lo general, el respeto a los DDHH

 

Un joven valenciano, Juan Manuel Carrasco, ha denunciado una cosa horrible. De acuerdo con su testimonio, confirmado, según informan sus familiares, por exámenes médicos, miembros de la Guardia Nacional, entre los maltratos a que lo sometieron, le habrían introducido por el orificio anal el cañón de un fusil.

 

Esta es una denuncia que debe ser investigada a fondo y, como reza el lugar común, hasta sus últimas consecuencias, porque de ser cierta, su gravedad no puede ser disimulada ni minimizada. Nunca, que se sepa, habría ocurrido cosa semejante en nuestro país. Los cuerpos policiales, en general, suelen ser muy rudos en sus procedimientos, los cuales niegan, por lo general, el respeto a los derechos humanos.

 

Pero el joven así agredido ha sufrido no sólo un daño físico sino uno mucho más grave, de carácter psicológico, que no puede quedar impune. Aparte del joven Carrasco, es al gobierno a quien conviene más que a nadie, investigar los hechos y, de ser ciertos, proceder a sancionar a sus autores con todo el peso de la ley.

 

Si esta brutal canallada no es sancionada con una pena concomitante con la gravedad de lo ocurrido, entonces estaríamos entrando en un ámbito donde todo vale y donde se habrían perdido todas las restricciones morales y éticas que norman la conducta humana. En efecto, el silencio de la jueza ante la cual el joven denunció el hecho es demasiado sintomático de los tiempos de ratas que vivimos.

 

Desde luego que la violación de este joven supera con mucho las brutalidades tradicionales que hemos conocido en nuestro país, pero ella fue parte de toda una sinfonía represiva de muy altos decibeles. Puñetazos, patadas, golpes de las cabezas contra el pavimento, saltos encima de los cuerpos que yacían en el piso, fueron algunas de las “exquisiteces”, más que represivas verdaderamente delincuenciales, que acompañaron la bestial ordalía padecida por el muchacho violentado con el cañón de un fusil.

 

Llama poderosamente la atención que las más altas autoridades del país, que otrora fueron de los más activos denunciantes de excesos, torturas y demás atropellos policiales, teniendo, como tienen, conocimiento de estas barbaridades que se cometen ahora, se comporten como si la cosa no fuera con ellos, como si no se tratara de asuntos que les competen directamente y sobre los cuales tendrían que tomar medidas urgentes, so pena de que la brutalidad policial ocupe completamente el ámbito de la conservación del orden público.

 

Para la Guardia Nacional es muy importante garantizar la investigación imparcial de lo sucedido y asegurarse de que, si fue cierto, los responsables de ello sean sancionados penalmente con severidad.

 

Aparte del homicidio, es difícil imaginar un atropello más humillante y vejatorio que el experimentado por el joven Carrasco. No es un hecho banal ni trivial. Además de infligir sufrimiento físico, se añade la afectación de la dignidad y el orgullo del joven agraviado. Este hecho emplaza a la GN, no sólo como institución sino como cuerpo compuesto por seres humanos. ¿Cómo se sentirían los comandantes de la GN si alguno de sus hijos fuera sometido a semejante vejamen?

 

* El autor fue militante del Partido Comunista de Venezuela y guerrillero en la década del sesenta. Fue fundador y dirigente del partido Movimiento al Socialismo (MAS).

 


La protesta es legítima

Teodoro Petkoff*

18 de febrero de 2014

 

El derecho a la protesta no puede ser vulnerado o minimizado mediante subterfugios que lo coarten en la práctica. Lamentablemente el gobierno que, alguna vez, habló de diálogo y cuyos capitostes en su reiterada y torpe retórica suelen parlotear hasta el cansancio de amor y paz, parece hundirse crecientemente en ese intransitable camino de birlar los derechos constitucionales.

 

A pareció ayer una Carta Pública de Henrique Capriles a los venezolanos que merece una glosa. El centro de la misiva lo constituye una doble reafirmación; por un lado, la de la protesta por la conducta represiva y abusiva del gobierno frente a la ciudadanía que exige respeto a sus derechos; por el otro, la ratificación de la decisión ciudadana de mantener la protesta legítima ante el comportamiento antidemocrático del gobierno.

 

En la práctica se trata de dos caras de una misma moneda, que se expresa en la decisión de los venezolanos de no dejarse apabullar ni acoquinar por el talante crecientemente represivo de la dirigencia oficialista.

 

El punto de partida del texto de Capriles lo constituye la exigencia de respeto a la Constitución. En ella están las reglas de juego que nos comprometen a todos los venezolanos. La Constitución no pertenece a ningún grupo o sector particular.

 

Es de todos y a todos nos compromete por igual. Pero, no por obvio puede dejarse en segundo plano: el garante principal del respeto a la Carta Magna es el Estado y su gobierno. Si Estado y gobierno se colocan al margen de la Constitución, entonces, todo vale; nadie estaría obligado a respetar una normativa cuyos custodios determinantes son precisamente aquellos agentes del Estado que se colocan fuera de ella. Sería el caos, que es a lo que parecen querer jugar algunos sectores gobernantes.

 

El respeto a la Constitución es indisociable del respeto a los derechos del ciudadano, entre los cuales se cuenta uno crucial: el derecho a la protesta, ejercido por todos los medios siempre que sean pacíficos.

 

Respetar la Constitución comporta el respeto al ciudadano. Nuevamente, estamos ante dos caras de una misma moneda. La Constitución no es una mandarria para apalear a los ciudadanos sino el resultado de un consenso nacional en torno a las normas elementales para la convivencia civilizada en una sociedad.

 

Desde luego, es obvio de toda obviedad que la Constitución debe establecer las normas para castigar también aquellas conductas que vulneren esa convivencia civilizada. Castigar conforme a derecho, mediante juicios debidamente establecidos en la ley y no conforme a la voluntad o los caprichos de los gobernantes. Pero el derecho a la protesta no puede ser vulnerado o minimizado mediante subterfugios que lo coarten en la práctica.

 

Lamentablemente el gobierno que, alguna vez, habló de diálogo y cuyos capitostes en su reiterada y torpe retórica suelen parlotear hasta el cansancio de amor y paz, parece hundirse crecientemente en ese intransitable camino de birlar los derechos constitucionales, en los dos sentidos señalados.

 

Ojalá, el país lo merece, un poco de prudencia y de racionalidad se aposente en las calenturientas cabezas gubernamentales. No por reprimir van a solucionar el problema que subyace en el fondo, los anaqueles vacíos, los precios que vuelan, los muertos de cada hora.

 

* El autor fue militante del Partido Comunista de Venezuela y guerrillero en la década del sesenta. Fue fundador y dirigente del partido Movimiento al Socialismo (MAS).

 


Miquilena a los militares: No defiendan un régimen subordinado a Cuba

 

El político Luis Miquilena explica que la destrucción del aparato económico por parte del gobierno es el origen de las manifestaciones

 

“Esta es la hora más oscura de la historia”, dice el político de 94 años de edad, Luis Miquilena, quien presidió la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. Ayer el dirigente dio una declaración en la cual analizó coyuntura del país. En ella exhortó a los militares a desconocer cualquier orden que atente contra los derechos humanos y a ser fiel a la letra de la Constitución. “Ustedes están obligados a defender nuestra soberanía que hoy está amenazada por la injerencia cubana. No se presten a defender un régimen ilegítimo, usurpador y totalitario que está subordinado a Cuba”.

 

Sobre las protestas que han proliferado desde principios de febrero dijo lo siguiente: “La inequidad generada por el manejo irresponsable de las políticas económicas de este gobierno, mal remedo del cubano, ha originado las protestas que son una respuesta al gran descontento popular”. Invitó a a los estudiantes a permanecer en las calles: “Que mantengan esa rebeldía juvenil, tal como los héroes precursores del futuro”.  Miquilena aseveró que el gobierno del presidente Nicolás Maduro, sucesor del fallecido Hugo Chávez, ha destruido sistemáticamente el aparato económico del país que ha hecho pasar penurias a los venezolanos para conseguir alimentos. “Han pasado cosas nunca antes vistas en Venezuela, ciudadanos luchando para arrebatarse un pollo en los automercados”, explicó.

 

Para el político, los universitarios fueron los primeros en tomar las calles ante el malestar. “Los estudiantes y los jóvenes han recibido del gobierno la respuesta de las balas antes sus legítimos reclamos. Este es un gobierno asesino que ha disparado con todos los medios a sus adversarios”. Manifiesta que el presidio de Leopoldo López y la amenaza de levantar la inmunidad parlamentaria a María Corina Machado son elementos que degeneran las instituciones del país. “La Asamblea Nacional, que debe ser el instrumento regulador del Poder Ejecutivo, hoy en día es la sucursal de ese poder”.

 

Miquilena dedicó además el siguiente mensaje al país que se reproduce:

 

“Hoy estamos en presencia de una situación más grave que la dictadura de Pérez Jiménez si tomamos en cuenta el ingrediente extranjero que está militando en este momento, no solo en la política represiva del gobierno sino en todo el estrato de su estructura económica.  Debemos concluir que el pueblo de Venezuela debe acompañar a su juventud y que esta no debe cesar hasta que se terminen las causas que originaron las protestas. Se ha hablado en uno de los escenarios de un llamado que ha hecho el gobierno, en estos momentos que agoniza, a realizar conversaciones con la oposición.

 

“Si examinamos el cuadro que el país está viviendo cuando las cárceles están repletas de estudiantes, cuando han sido golpeados y apaleados, cuando tenemos un número considerable de muertos, cuando sigue la represión contra los dirigentes, cuando vemos un Poder Judicial arrodillado al Poder Ejecutivo y recibiendo los mandatos para que condene a los jóvenes, tenemos que levantar la voz de protesta para hacer un llamado a la oposición. Una oposición que se respete no puede sentarse en la misma mesa con los verdugos del pueblo. No se puede dialogar con un funcionario que ha abusado de su poder para asesinar a nuestro pueblo.

 

“No creo que sea procedente que se siente en una mesa una unidad que se respete, cuando sabemos del martirio que están sufriendo esos hombres torturados por este régimen. Este es un gobierno ilegítimo de origen y esa ilegitimidad la corroboró las últimas acciones que ha hecho con todos estos atropellos, crímenes y torturas. He tenido una larga vida, he padecido bastantes tormentos pero también he tenido satisfacciones, y hoy, cuando se acerca el ocaso de mi vida, he querido dar gracias a la providencia porque he podido alzar mi voz con los ideales de justicia social que fueron las inquietudes de mi juventud”.

 

* Luis Miquilena fue militante del Partido Comunista de Venezuela. Mentor político de Hugo Chávez. Durante los primeros años del gobierno chavista ocupó importantes cargos en la administración pública: presidente de la Asamblea Constituyente, presidente de la Comisión Legislativa Nacional y ministro del Interior y Justicia.

 

 

Teodoro Petkoff denuncia a Diosdado Cabello

17 de marzo de 2014

 

 

¿Por qué Ignacio Ramonet

continúa tergiversando la información?

Manuel Castro Rodríguez

4 de marzo de 2014

 

Sr. Ramonet, ¿por qué usted continúa tergiversando la información?

 

Sr. Ramonet, recientemente usted ha escrito varios artículos sobre Venezuela:

 

Un “golpe lento” en marcha

http://www.reporteconfidencial.info/noticia/3213922/por-ignacio-ramonet-un-golpe-lento-en-marcha/

 

¿Está en riesgo la democracia en Venezuela?

http://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a183300.html

 

Sr. Ramonet, ya nada me extraña de usted. Le recuerdo que hace casi un año, el 10 de marzo de 2013, le solicité que le diera el derecho a réplica a la bloguera Yoani Sánchez, porque Monde Diplomatique, cuyo presidente y director de la Redacción es usted, estaba participando en la campaña difamatoria contra Yoani Sánchez, como puede comprobarse en este enlace

 

http://www.monde-diplomatique.es/?url=mostrar/pagLibre/?nodo=39be9f06-c0cb-454e-816f-6967ec52d9ce

 

Sr. Ramonet, ¿por qué usted no cumplió con ese elemental deber de un periodista que se precie de serlo?

 

Sr. Ramonet, le envío información sobre Venezuela que está al alcance de todo el que quiera verla. Sr. Ramonet, una vez más usted ha quedado como lo que es: un nostálgico del comunismo que miente a todo gas. Para usted la Declaración Universal de Derechos Humanos es letra muerta

 

Maduro baila en cadena nacional mientras velan a estudiante Geraldine Moreno +

 

 http://www.maduradas.com/insolito-maduro-baila-en-cadena-nacional-mientras-velan-a-estudiante-geraldine-moreno-foto/

 

http://voces.huffingtonpost.com/2014/02/25/nicolas-maduro-baila-protestas_n_4854713.html

 

GNB remató a Alejandro Márquez en el área de rayos X del hospital

 

https://yrj8p7qye6fzoz3aqjhp.r.worldssl.net/con-la-culata-de-un-fusil-gnb-remato-alejandro-marquez-en-el-area-de-rayos-x-del-hospital/

 

Se han documentado múltiples denuncias de asesinatos y atropellos realizados por los militares venezolanos y los paramilitares armados que apoyan al Gobierno de Venezuela. Por ejemplo, un español agredido en Venezuela denuncia: “Los militares me violaron con el cañón de un fusil”.

 

El dramático relato de un periodista detenido en Venezuela

http://www.infobae.com/2014/02/27/1546857-el-dramatico-relato-un-periodista-detenido-venezuela

 

Abogado de la periodista italiana detenida en Venezuela habla sobre los abusos de su retención

http://www.ntn24.com/videos/entrevista-venezuela-123304

 

Canciller de Venezuela agredió a un periodista

http://www.infobae.com/2014/02/25/1546205-el-canciller-venezuela-agredio-un-periodista

 

Declaraciones del mentor político de Hugo Chávez

Miquilena a los militares: No defiendan un régimen subordinado a Cuba

 

http://www.el-nacional.com/politica/Miquilena-Protestas-respuesta-descontento-popular_0_365963559.html

 

El político Luis Miquilena explica que la destrucción del aparato económico por parte del gobierno es el origen de las manifestaciones

 

Esta es la hora más oscura de la historia”, dice el político de 94 años de edad, Luis Miquilena, quien presidió la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. Ayer el dirigente dio una declaración en la cual analizó coyuntura del país. En ella exhortó a los militares a desconocer cualquier orden que atente contra los derechos humanos y a ser fiel a la letra de la Constitución. “Ustedes están obligados a defender nuestra soberanía que hoy está amenazada por la injerencia cubana. No se presten a defender un régimen ilegítimo, usurpador y totalitario que está subordinado a Cuba”.

 

Sobre las protestas que han proliferado desde principios de febrero dijo lo siguiente: “La inequidad generada por el manejo irresponsable de las políticas económicas de este gobierno, mal remedo del cubano, ha originado las protestas que son una respuesta al gran descontento popular”. Invitó a a los estudiantes a permanecer en las calles: “Que mantengan esa rebeldía juvenil, tal como los héroes precursores del futuro”.  Miquilena aseveró que el gobierno del presidente Nicolás Maduro, sucesor del fallecido Hugo Chávez, ha destruido sistemáticamente el aparato económico del país que ha hecho pasar penurias a los venezolanos para conseguir alimentos. “Han pasado cosas nunca antes vistas en Venezuela, ciudadanos luchando para arrebatarse un pollo en los automercados”, explicó.

 

Para el político, los universitarios fueron los primeros en tomar las calles ante el malestar. “Los estudiantes y los jóvenes han recibido del gobierno la respuesta de las balas antes sus legítimos reclamos. Este es un gobierno asesino que ha disparado con todos los medios a sus adversarios”. Manifiesta que el presidio de Leopoldo López y la amenaza de levantar la inmunidad parlamentaria a María Corina Machado son elementos que degeneran las instituciones del país. “La Asamblea Nacional, que debe ser el instrumento regulador del Poder Ejecutivo, hoy en día es la sucursal de ese poder”.

 

Miquilena dedicó además el siguiente mensaje al país que se reproduce:

 

“Hoy estamos en presencia de una situación más grave que la dictadura de Pérez Jiménez si tomamos en cuenta el ingrediente extranjero que está militando en este momento, no solo en la política represiva del gobierno sino en todo el estrato de su estructura económica.  Debemos concluir que el pueblo de Venezuela debe acompañar a su juventud y que esta no debe cesar hasta que se terminen las causas que originaron las protestas. Se ha hablado en uno de los escenarios de un llamado que ha hecho el gobierno, en estos momentos que agoniza, a realizar conversaciones con la oposición.

 

“Si examinamos el cuadro que el país está viviendo cuando las cárceles están repletas de estudiantes, cuando han sido golpeados y apaleados, cuando tenemos un número considerable de muertos, cuando sigue la represión contra los dirigentes, cuando vemos un Poder Judicial arrodillado al Poder Ejecutivo y recibiendo los mandatos para que condene a los jóvenes, tenemos que levantar la voz de protesta para hacer un llamado a la oposición. Una oposición que se respete no puede sentarse en la misma mesa con los verdugos del pueblo. No se puede dialogar con un funcionario que ha abusado de su poder para asesinar a nuestro pueblo.

 

“No creo que sea procedente que se siente en una mesa una unidad que se respete, cuando sabemos del martirio que están sufriendo esos hombres torturados por este régimen. Este es un gobierno ilegítimo de origen y esa ilegitimidad la corroboró las últimas acciones que ha hecho con todos estos atropellos, crímenes y torturas. He tenido una larga vida, he padecido bastantes tormentos pero también he tenido satisfacciones, y hoy, cuando se acerca el ocaso de mi vida, he querido dar gracias a la providencia porque he podido alzar mi voz con los ideales de justicia social que fueron las inquietudes de mi juventud”.

 

 

La doble moral de Michelle Bachelet

Correo enviado a la presidenta Michelle Bachelet

¿Ceguera selectiva de la presidenta Bachelet?

Manuel Castro Rodríguez

15 de marzo de 2014

 

Presidenta Bachelet, como me guío por principios, condeno la violación de los DDHH donde quiera que se produzcan: sea en Cuba, Panamá, Chile, China o Venezuela.

 

Presidenta Bachelet,consultada sobre si creía que en Venezuela se habían violado los Derechos Humanos usted declaró que “sólo tengo la información de prensa y nunca prejuzgo con la información de prensa”.

 

Presidenta Bachelet, ¿usted se olvidó que millones de personas conocimos de los crímenes de Pinochet mediante la información de prensa?

 

Presidenta Bachelet, ¿ya usted leyó los numerosos artículos de marxistas, socialistas y otros izquierdistas que muestran la causa de lo que está ocurriendo en Venezuela y su solución más factible? Se los he enviado en varias oportunidades, léalos, por favor:

 

Presidenta Bachelet, ¿ya usted vio los vídeos donde se muestra cómo son reprimidos los estudiantes venezolanos? Véalos, por favor:

 

Presidenta Bachelet, ¿usted nunca disfrutó del izquierdista Alí Primera, cantautor de música de protesta? Pues Servando Primera, uno de sus hijos, tuiteó “Mi papá para defenderse no usó balas, usó versos, si la GNB usa sus canciones, que sea para defender al pueblo, no para enfrentarse con él”.

 

Presidenta Bachelet, ¿por qué los estudiantes chilenos pudieron protestar y a los estudiantesvenezolanos se les niega ese derecho?

 

Presidenta Bachelet, la mejor demostración de que en Venezuela se están violando los DDHH son los discursos del presidente Maduro exhortando a sus paramilitares a reprimir a los opositores. ¿Tampoco los ha visto, presidenta Bachelet?

 

Presidenta Bachelet, usted también declaró: No vamos a aceptar que nadie utilice la violencia o viole los derechos de un pueblo que eligió un gobierno democráticamente electo”. Presidenta Bachelet, ¿por qué usted apoya a la tiranía de los hermanos Castro, aunque en Cuba no existe un gobierno democráticamente electo desde hace 66 años? ¿O usted considera que un régimen de partido único es democrático?

 

Presidenta Bachelet, ¿por qué usted apoya a la tiranía de los hermanos Castro, conociendo que asesina niños? Presidenta Bachelet, la invito a ver nuevamente los vídeosconalgunos de los niños asesinados por órdenes de Fidel y Raúl Castro:

 

Presidenta Bachelet, ¿por qué usted apoya a la tiranía de los hermanos Castro, conociendo que sus paramilitares golpean a pacíficas mujeres? Presidenta Bachelet, nuevamente la invito a ver los vídeos conalgunas de las mujeres golpeadas por órdenes de Fidel y Raúl Castro

 

Presidenta Bachelet, al lado de los hermanos Castro, Pinochet fue la Madre Teresa. ¿O no?

 

Presidenta Bachelet, usted debería saber que se está con los oprimidos o con los opresores. En los casos de Cuba y Venezuela usted ha demostrado que apoya a los opresores.

 

Cuando Michelle Bachelet,  presidenta de Chileviajó a Cuba en el año 2009, se negó a recibir a una representación de las Damas de Blanco, Premio Sájarov 2005 del Parlamento Europeo.

 

No obstante, la presidenta Bachelet se reunió durante hora y media con el creador de la dinastía comunista, que oficialmente ya no ocupaba cargo alguno en Cuba. Véase lo contenta que estaba la presidenta Michelle Bachelet  después de reunirse con el asesino serial Fidel Castro Ruz:

 

La indignacion selectiva de Camila Vallejo

Armando Valdés-Zamora

16 de marzo de 2014

 

Es hermosa la chilena Camila Vallejo. Nadie la conocía (o casi) hasta ese mayo de 2011 en que se convirtió en el símbolo de airados estudiantes chilenos allá al sur, en Santiago. Ese Sur, al revés o al derecho, según se le mire, lejano y soleado cuando hay nieve en los países ricos, frío y casi europeo, cuando los europeos se van de vacaciones estivales.

 

Es hermosa, repito, Camila. Un día hasta casi me embullo a irla a escuchar en París, en un mitin con estudiantes franceses: pero no hay que exagerar. Ni siquiera la belleza justificaba volver a oír el lenguaje de mis peores pesadillas cubanas.

 

Conocida en el mundo entero la Camila: una especie de chilena Libertad guiando al pueblo que le hizo ganar premios: The Guardian de Londres la nombró Personalidad del año 2011, y la agencia France-Press la ubicó entre las 10 personalidades más influyentes en 2013.

 

        Ahora es un poco menos hermosa Camila, porque como a todos nosotros (y a pesar de dejarse filmar saliendo en bicicleta de la universidad en ejercicio a la vez físico y mediático) le va pasando por encima el tiempo. Geógrafa, la muchacha chilena. Novia y madre de la hija de un cubano comunista, Camila.

 

        Que exista un cubano emigrado comunista es ya todo un record de Guinness, supongo. Pero no un comunista así, de cafetín, no. Un comunista militante de la juventud comunista chilena, líder estudiantil (el cubano estudia medicina en Chile, acto paradójico, si se tiene en cuenta que según la propaganda de los Castro y la opinión de los latinoamericanos, Cuba es una potencia médica) e incluso presidente de una organización estudiantil hasta que lo relevara, precisamente,…Camila Vallejo.

 

Una amiga me dice en Facebook:

 

_ Sí, es de Santa Clara el novio de la Vallejo, del barrio, tú hasta conoces a la mamá…

 

Veo que el muchacho nació en 1983 y vivió en Santa Clara, la ciudad de mi infancia en Cuba. Me imagino haberlo cruzado por el Parque Vidal, o en mi camino diario al Campo de Sport donde iba a correr todas las tardes. Julio César Sarmiento Machado, se llama. Machado es un apellido santaclareño, no lejos de ahí nació el primer dictador de la historia de Cuba: Gerardo, lejano pariente de mi familia, por cierto.

 

Estoy embelesado de tanta común casualidad, ¿no? Algo une al novio de Camila y a mí: la misma ciudad compartida, las mismas casi cotidianas vivencias…

 

¿Puede ser casual (me pregunto intentando ser ingenuo) que este muchacho llegara a Chile desde Cuba con 19 años, y se convirtiera en dirigente comunista y agitador estudiantil y novio y formador privado de la líder comunista de las manifestaciones que sacudieron al gobierno de derechas de Sebastián Piñera? Las casualidades existen, claro. Pero el complot también…

 

No sé si Camila, antes dirigente de enardecidos estudiantes, ahora mamá de una niña y además diputada en el nuevo gobierno de Michelle Bachelet nada más y nada menos que por una municipalidad llamada Florida (para seguir en el cubaneo), ha tenido tiempo de leer sobre Cuba. No sé, tengo dudas. Exigirle que viva la vida de los cubanos, sería pedirle demasiado a esta burguesa airada, pero pedirle que se informe mejor no es un injusto: en mi caso es casi una advertencia, tan bien que me cae su belleza.

 

        ¿Ha leído Vallejo el libro Persona non grata de su compatriota y Premio Cervantes de literatura Jorge Edwards expulsado de Cuba a pesar de haber sido el embajador de Allende en ese “país hermano”?  ¿Sabe Camila Vallejo por qué se suicidó en Cuba Beatriz Allende, la hija del presidente derrocado por Pinochet? Puede leerlo en Mea Cuba, un libro de otro Premio Cervantes, el cubano Guillermo Cabrera Infante. A Beatriz los servicios secretos cubanos le mandaron de novio y esposo a un agente. Al caer Allende, y ya de regreso a Cuba, es decir al infierno, el esposo cubano dio por terminada su misión y su relación: Beatriz terminó disparándose un tiro en la cabeza, debe andar ahora, esta desdichada Beatriz chilena, acosada por harpías en el séptimo círculo, el que destinara Dante a los suicidas.

 

Quizás sea cruel esta recomendación de lecturas. O injustas. Pero la bella Camila podría despertar de su inocencia con la explicación de las casualidades en su propia cama.

 

Una mañana me desperté yo en París con una foto que por suerte vi después de haber dormido: ¡Camila Vallejos del brazo de Fidel Castro en La Habana! Pero no está sola Camila en la foto, la acompaña otra joven comunista chilena. Y Liudmila Álamo, ¡una muchacha con la que algún día de los años 90 me tomé un helado en el Coppelia de Cienfuegos!

 

Decididamente seguimos ligados por estrechos lazos afectivos la hermosa Camila Vallejo y yo. Cuánta ilusión, diría un romántico. Cuanto morbo, un chaval español. Tremendo lío, un cubano entusiasta.

 

Debo aclarar que en el momento de la foto mi remota amiga cienfueguera era Secretaria General de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba…ahora no. Liudmila fue defenestrada de su cargo, y debe deambular en piyama por algún puesto menor, como sucede siempre en la isla con quienes son destronados de improviso.

 

A Liudmila no la reconocí en la foto de tan gorda, parecía no haber parado de tomar helados desde la última vez que nos vimos por allá por el 92 (algo en común tienen los comunistas prósperos en Cuba con los triunfantes exilados cubanos: el peso, el volumen de la obesidad incontenida) pero sí, claro, sí reconocí a la Camila, que de furiosa indignada en Santiago pasaba a apacible enfermera en La Habana, con sonrisa lisa y mirada de admiración al dictador más longevo de la historia de América Latina.

 

¿Y a qué viene esta descarga mía sobre alguien que ya ha dejado las primeras planas? ¿No?, Camila. Pues resulta que hace unos días la hermosa Vallejo se atrevió a denigrar nada más y nada menos que a los estudiantes venezolanos que protestan contra Nicolás Maduro. De manera indirecta, claro, de manera evasiva: la indiferencia de ignorar es el más cruel de los rechazos.

 

La comunista y diputada chilena se opuso a una proposición de diputados de su país que querían protestar por el viaje de Maduro a Chile. Camila considera que todo viene de afuera, y que la causa de las muertes en las calles de decenas de estudiantes en Venezuela, es una conspiración de la derecha internacional.

 

Creo que ha habido una utilización mediática en Venezuela en alianza con grupos de derecha de Venezuela y también con Estados Unidos, por tratar de demostrar que en Venezuela hay una sistemática violación de Derechos Humanos.

 

Es decir que la líder de estudiantes coincide con las aberrantes acusaciones del propio gobierno de Venezuela y el de Cuba. No puede, ahora, indignarse Camila a favor de los estudiantes venezolanos como lo hizo antes por los de su país, porque su indignación es selectiva.

 

Como todos los comunistas, Camila ve el mundo fácil y binariamente dividido en dos: los buenos a la izquierda, los malos a la derecha. Y lo que no corresponda con sus propias ideas es enemigo, y por tanto, de derecha…aunque sean estudiantes como sus camaradas, quienes gritan por la libertad, contra la escasez, la corrupción, y la venta de su país…a Cuba.

 

Yendo más lejos: “En Chile aspiramos tener los logros alcanzados en Venezuela”, se ha atrevido a afirmar Camila Vallejo. A uno sólo le da por pensar en la célebre falta de papel higiénico que padecen los venezolanos…

 

Ahora mismo, mientras termino estas evocaciones, reaparece Camila, serena, con un pullover a rayas que la hacen parecer un marinero en tierra, detrás, justo detrás de Bachelet, la presidente, el día de la toma de posesión, allá al sur, en Santiago, la capital de la democracia más ejemplar y próspera de toda Latinoamérica.

 

Nicolás Maduro ha cancelado el previsto viaje oficial a Chile para celebrar la victoria de la socialista Bachelet. Otra victoria del coraje de los venezolanos que siguen en las calles y alteran el itinerario del avión presidencial.

 

        Camila Vallejo no tendrá la ocasión de tomarse en su Santiago una foto con Maduro, de pasar de indignada estudiantil a enfermera apacible, como hiciera allá en La Habana, al lado de Fidel Castro y de mi antigua amiga Liudmila, la de los helados.

 

 

Chile y la soledad de los demócratas venezolanos

Antonio Sánchez García

11 de marzo de 2014

 

1

Si a las generaciones de mis mayores les correspondió la tragedia de la Guerra Civil Española como lección de democracia ante el espanto totalitario y de comportamiento solidario ante las desgracias y desventuras de nuestros iguales, a las nuestras y en proporción a la dimensión de los conflictos regionales, les correspondió la tragedia chilena. Viví la primera desde las míticas recreaciones de mi militancia en las Juventudes del Partido Comunista chileno, el arrobamiento y la admiración ante el ejemplo de las Brigadas Internacionales y las leyendas y canciones que acompañaban nuestras reuniones adolescentes. Cantábamos Los Cuatro Generales, el Ejército del Ebro, Ay Carmela y desde luego el Bella Ciao e incluso el Volga Volga, aprendido en ruso ante el ícono deslumbrante de José Stalin. Llevados de la mano por Elías Lafferte, Volodia Teitelboim y Pablo Neruda.

 

No imaginábamos que en Chile pudiera vivirse un horror semejante, si bien mi profesor de Filosofía Contemporánea, el orteguiano y andalucísimo Paco Soler, a quien asistía en sus seminarios sobre Heiddeger, Ortega, Julián Marías y Xavier Zuviri, solía decirme, mientras recorríamos caminando al final de la tarde el largo trayecto desde el Pedagógico en la Avda. Macul a su casa en la Avda. Simón Bolívar, “nadie se lo espera, pero cuando aquí pase lo que tiene que pasar…” Recibí ese mismo mensaje en un estremecedor grabado de un gran pintor chileno –Bonatti–, que intitulara “Si no lo detenemos a tiempo…”.

 

No lo detuvimos. Y no por culpa del pueblo, sino de las dirigencias. Y en no poca medida por la nefasta y venenosa intromisión de Fidel Castro. Como siempre. Doy fe del profundo e ingenuo sentimiento solidario que dominó a la sociedad chilena en esos primeros días de la Unidad Popular, recién llegado de Berlín a Santiago de Chile con mi familia. Cuando primaba el contagioso anhelo por la igualdad sin menoscabo de la libertad, la redistribución sin ánimos devastadores y la alegría desbordante de ver el triunfo de anhelos populares, alimentados en mi familia por la militancia comunista de mi padre, taxista,  y profundamente afincados en la sociedad chilena, frustrados desde el fin de los gobiernos social democráticos de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos a treinta años de distancia, a fines de los treinta comienzo de los cuarenta.

 

Ese tiempo anhelante, contagioso y palpitante que atrajese a miles de argentinos, brasileños, uruguayos, venezolanos y centroamericanos que, bueno es reconocerlo, recibieron un trato privilegiado, no duró mucho. Pronto el radicalismo extremo se hizo carne del ingenuo y desbordante socialismo popular chileno, Fidel llegó con su corte de facinerosos a sembrar la cizaña, el socialismo de rostro humano chocó con las determinaciones objetivas que no permitieron, no permiten ni permitirán jamás la imposición del socialismo real –el marxista leninista, maoísta o castro fascista, llámese como se llame- sin mediar la dictadura proletaria. Véase: del partido.

 

2

De esa experiencia aprendí una lección inolvidable, que las nuevas generaciones de chilenos no conocieron y sus mayores parecen haber olvidado: no hay revolución marxista sin terror. No hay socialismo real sin dictadura.  Y como colofón de esos años terribles: así la democracia sea un imperfecto sistema de gobierno, además de perfectible es el mejor de los sistemas políticos hasta hoy inventados por el hombre. Surge de su naturaleza y su vivencia social. El socialismo es la imposición de un delirio. Por filosófica y metafísica que sea su fundamentación.

 

Esa experiencia estaba viva en la Venezuela a la que llegué un 28 de junio de 1977, tras cuatro años de exilio en Alemania. Si bien todavía acechada por el temor de la insurgencia, la amenaza del guevarismo, la agónica sobrevivencia de la violencia que hacía una década se había cebado en el cuerpo generoso de una sociedad visceralmente democrática y popular, invadida por el castrismo con sus mejores comandantes, para quebrarle el espinazo asaltando el poder con las armas. Tras el establecimiento de una dictadura socialista a la cubana.

 

Nunca logré transmitirle a los venezolanos, que parecieran no querer saberlo, empeñados como están por despreciar su propio pasado,  la insólita felicidad que se respiraba y se vivía en las calles y barrios de Venezuela por esos años. Después de vivir una década en Berlín Occidental y pasar largas temporadas en Buenos Aires, en Paris y en Madrid, tenía suficiente experiencia como para reconocer que hasta entonces no había conocido otro país –y hasta hoy no lo conozco- en el que se viviera una felicidad semejante, con tanta alegría, tanto desenfado y sobre todo: tantas facilidades. A pesar de no ganar más de quinientos bolívares mensuales por la clase que impartía en la maestría de filosofía, poco más de cien dólares de entonces, me bastaba almorzar un pabellón criollo –5 bolívares– para sentir que estaba viviendo a cuerpo de rey. Bajar a la playa era cuestión de un par de bolívares, viviendo el Caribe en todo su esplendor. Las amistades eran populosas, de todas las razas, todos los colores y todas las nacionalidades. Y la generosidad tan insólita, que al mes estaba escribiendo en el Papel Literario de El Nacional, que dirigía entonces Alberto Crespo con la ayuda de Tomás Eloy Martínez. El contacto me lo ofreció un amigo ecuatoriano recién conocido de cuyo nombre no logro acordarme.

 

No recibí jamás un solo rasgo de rechazo por mi condición de chileno. Al contrario: serlo era como un pasaporte que abría todas las puertas y franqueaba todos los obstáculos. Jamás había conocido, y no he vuelto a conocer transcurridos 37 años desde entonces, una sociedad más abierta, alegre, móvil, desprejuiciada. Podías desayunar en un chiringuito callejero de la Avda. Baralt, almorzar en casa de un profesor de clase media en Colinas de Bello Monte y cenar invitado por la más empingorotada de las familias en el Country Club.

 

Un conmovedor desprejuicio y una exuberante movilidad social que me permitió con los años tratar como padres putativos a dos venezolanos excepcionales, que he amado como a mis padres auténticos, que representaban, sin embargo, los dos extremos opuestos del prejuicioso análisis marxista, del que yo era un experto por aquellos años, como que me había formado a la vera de Marcuse, Adorno y Jürgen Habermas: Pompeyo Márquez, el más autentico, egregio y popular de los políticos marxistas venezolanos del siglo XX, y Ricardo Zuloaga, patriarca de una familia de empresarios de la más goda de las estirpes. Y de una bondad y una integridad sin límites.

 

Quiero que alguien me explique si conoce otro país en el mundo en que se pueda comer a la mesa con un prócer marxista como mi bien amado Pompeyo Márquez y un encumbrado y rico empresario de la aristocracia local como nuestro inolvidable Ricardo Zuloaga, sin que exista una sola diferencia que impida la comunión total de pareceres, aún con diferencias ideológicas aparentemente tan notables.

 

3

Puedo responder con mi corazón en la mano: Chile era y sigue siendo el ejemplo contrario, en donde las diferencias de clase son abismales, los prejuicios insoportables, la prepotencia de los de arriba sólo equiparable a la humildad de los de abajo –a los que pertenecí y siento que sigo perteneciendo. A pesar de los terremotos sociales que el intento de Allende provocara y la dictadura de Pinochet terminara por imponer. Para un chileno, llegar a Venezuela era como para un sediento encontrarse de pronto y sin mediar preparativos con el más prodigioso de los oasis.

 

No exagero. Si usted le pregunta a los chilenos que se quedaron obnubilados por Venezuela, lanzaron por la borda sus equipajes y se quedaron a echar raíces en esta tierra de promisión, tendrá el mismo cuadro, la misma admiración por Venezuela y el mismo entrañable amor verdaderamente patriótico por este país. Que lo siento también en quienes llegaron de Europa huyendo de los horrores de la grandes guerras y holocaustos para asumir la venezolanidad como una forma de existencia vital. A veces más acendrada y consciente que la de sus nativos. Una cosa es ser hijo natural de Venezuela. Otra muy distinta, acogerla como a una amante.

 

Lo cuento porque los mismos sentimientos experimentaron las decenas de miles de chilenos que llegaron a Venezuela huyendo de la dictadura militar que asolaba a su patria. Como argentinos y uruguayos. A quienes se les abrieron las puertas de las direcciones y las redacciones de nuestros periódicos y lo que quisieran emprender en la radio, en el cine o en la televisión. Periodistas de primera línea que auspiciados por Diego Arria cumplieron con el sueño de todo periodista de altura: fundar un periódico. He mencionado al extraordinario escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez. Debo agregar a Rodolfo Terragno y a Miguel Ángel Díaz, los argentinos que fundaron en 1978 El Diario de Caracas. De tanta excelencia entonces como La Opinión, de Buenos Aires o El País, de Madrid. Laboraban además en la prensa venezolana el Negro Jorquera, portavoz de Salvador Allende, y Manuel Cabieses, director de Punto Final y militante del MIR chileno. Y decenas de otros militantes exiliados, como José Carrasco Tapia, el mítico Pepone, dirigente del MIR asesinado posteriormente por los agentes de la DINA en Santiago. Fueron decenas los periodistas chilenos que laboraron en El Nacional, El Universal, Últimas Noticias, el Bloque de Armas. Columnistas, reporteros, fotógrafos y caricaturistas. A esa hornada pertenecía quien fuera director del periódico Puro Chile, el medio de mayor tiraje y popularidad durante el gobierno de la Unidad popular, Miro Popic. Que se labraría una importante carrera en la publicidad venezolana. Y tantos actores, actrices, cineastas, músicos, directores y dramaturgos. Como la gran novelista Isabel Allende, quien acaba de confesar haber vivido entre nosotros los años más felices de su vida.

 

A la casa de mi esposa llegaron importantes personalidades del allendismo, como sus médicos y amigos personales, Danilo Bartulin y Arturo Girón, que acompañaron a Salvador Allende en La Moneda aquel aciago e inolvidable martes 11 de septiembre de 1973 hasta sus últimos minutos y testificaron luego de su suicidio. No fueron los únicos médicos que se instalaron en nuestro país y a los cuales les debemos importantes aportes en todos los campos de la medicina. No encontraron obstáculo para ejercer su profesión. En Caracas o en el interior de la república. Ingenieros, arquitectos, paisajistas, abogados, notables constitucionalistas y reconocidos especialistas en derechos humanos. No hubo profesión, por humilde que fuera, en donde no destacara la presencia de exiliados chilenos, acogidos como hijos de la Patria de Bolívar. Desde mecánicos, carpinteros, albañiles, fresadores y plomeros hasta figuras que han hecho historia en el teatro  y el cine venezolanos.

 

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Los hay políticos, naturalmente. Y fueron quienes recibieron el más privilegiado de los tratos. Aniceto Rodríguez, del Partido Socialista; Anselmo Sule, del Partido Radical socialdemócrata; Renán Fuentealba y Claudio Huepe, de la Democracia Cristiana; Sergio Bitar, que fundara una importante y próspera empresa en Venezuela, y decenas de otros políticos de menor rango, de todos los partidos y tendencias tributarios del marxismo chileno, la socialdemocracia y el socialcristianismo. Cuya presencia bajo la protección solidaria del Estado, los gobiernos y los partidos venezolanos hizo posible en julio de 1975 el primer encuentro de la disidencia chilena, embrión del cual llegaría a desarrollarse posteriormente la llamada Concertación Democrática. Tuvo lugar bajo los auspicios de la Fundación Friedrich Ebert, del SPD alemán, del gobierno socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez y del Partido Copei. Los firmantes de la trascendental declaración entonces publicada fueron Clodomiro Almeyda, Sergio Bitar, Renán Fuentealba, Rafael A. Gumucio, Carmen Lazo, Bernardo Leighton, Hugo Miranda, Carlos Morales, Aniceto Rodríguez y Anselmo Sule. Quienes conozcan algo de la historia de Chile podrán comprobar la inmensa importancia de ese encuentro y el valor del respaldo venezolano a la causa de la democracia chilena. Poco les importó a nuestros gobiernos enfrentar a los más poderosos gobiernos del mundo y en especial a Estados Unidos, corresponsables en gran medida del golpe de Estado de Augusto Pinochet. Ni Richard Nixon, ni Gerald Ford, ni Jimmy Carter ni mucho menos Ronald Reagan intimidaron a los gobernantes venezolanos como parece lograrlo un figurón de cuarta categoría como Nicolás Maduro sobre Sebastián Piñera y Michelle Bachelet. Sin duda: la grandeza venezolana de entonces escasea hoy por hoy en América Latina. Un barril de petróleo vale más que los compromisos de honorabilidad y los principios, que según Rómulo Betancourt eran esenciales en cualquier política internacional. Y que jamás dejaran de ser observados, hasta la entrega de la República a la satrapía cubana.

 

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Ciertamente, se requirieron otros diez años para que el proyecto allí esbozado cuajara en una realidad que fuera capaz de unir a todas las fuerzas democráticas y antidictatoriales, derrotar al tirano electoral, pacífica y constitucionalmente mediante el histórico plebiscito de 1988 y gobernar al país desde el año 1990 al año 2010. Los veinte años más prósperos, pacíficos y fructíferos de la historia de Chile.

 

La generosidad de los gobiernos venezolanos no da cuenta de los respaldos económicos entregados a quienes se acercaban a Caracas en busca de mecenazgo. Alguno de los favorecidos forma parte del Comando de Campaña de Michelle Bachelet, beneficiada durante los años de que hablamos por el régimen dictatorial y estalinista de la DDR, que según numerosos reportajes da cuenta de rasgos muy determinantes de su conducta política y existencial. No es lo mismo haber encontrado refugio en un país ejemplarmente democrático, abierto, desenfadado y generoso que haberlo hecho bajo la sombra adusta y totalitaria del comunismo soviético.

 

¿Es esa una de las razones de la insólita indiferencia y rechazo que recibimos los venezolanos que nos acercamos a Santiago de Chile en busca de respaldo de parte de las fuerzas políticas de la izquierda chilena, principales beneficiadas por la generosidad de nuestros trópicos? ¿O es congénito a la idiosincrasia chilena la mezquindad y el mal agradecimiento? No lo era en tiempos de la Unidad Popular. Si es producto de la dictadura, Dios nos cuide de seguir esos pasos. Venezuela perdería su más hermosa seña de identidad: su desinteresada generosidad con sus vecinos. Que no ha requerido jamás de laudatorias proclamaciones hímnicas. La hipocresía no es nuestro mayor defecto.

 

 

Maduro, el apparatschick

Antonio Sánchez García

9 de marzo de 2014

 

   No existe una exacta traducción para el término “apparatschick”, que viera la luz en la Rusia soviética junto al fenómeno de su súbita emergencia. Poco después del asalto al poder por los bolcheviques, el 4% de los militantes del Partido Comunista de la Unión Soviética o PCUS, alrededor de 15.000 funcionarios, constituían la casta de los aparatschicks. Esa extraña y repulsiva mezcla de burócrata, funcionario y lameculos oficial del y al servicio del régimen. Los hombres del Aparato. Tuercas y tornillos, manivelas y enchufes de la maquinaria del Estado, atropellaron a los viejos militantes de fuertes convicciones morales e intelectuales, creativos, voluntariosos, corajudos, esos revolucionarios profesionales que le sirvieron a Lenin para asaltar el Poder en Octubre de 1917, para terminar controlando de manera anónima, solapada, aviesa y terrorífica el temible aparato totalitario.  Esos grisáceos y anodinos burócratas que corresponden al perfecto perfil de lo que un gran novelista austríaco, Robert Musil, llamara “El hombre sin atributos”. Para Pierre Bordieu, que fuera uno de los primeros intelectuales europeos en prestarle atención al fenómeno, el apparatschick debe su preeminencia en la pirámide del Estado comunista soviético a su integración a los aparatos orgánicos y burocráticos del partido. No valen nada en sí mismos, son meros reptiles: valen en cuanto participan de la catarata que desde las alturas del Poder – el tirano y el Comité Central de su Partido -han terminado por asfixiar toda vida social.

 

Pronto los soviéticos asumieron la creación de esta suerte de robots fanatizados al servicio del Comité Central y el Secretario General del Partido, para terminar engulléndoselo, asumiendo su educación sistemática en escuelas de cuadros. Pues si un apparatschick muestra rasgos genéticos – su grisura intelectual, su disposición a asesinar a su madre si sirve a los fines abstractos y genéricos del partido, su perruna sumisión a las órdenes superiores, su lacayismo congénito y su absoluta falta de inteligencia, perspicacia y originalidad – terminar por vaciarles del cerebro y del corazón toda veleidad sentimental para convertirlos en fríos autómatas, requería dotarlos de mínimos conocimientos sobre la cofradía a la que le dedicarían todos los empeños que se les encargara. Pues si bien también en los Estados Unidos se daría un fenómeno semejante en lo que los norteamericanos llaman “los Cincinnatus”, analizados genialmente en 1963 por Zbigniew Brzeziński und Samuel P. Huntington, la economía general del sistema de dominación al que sirven es absolutamente distinta.

 

Stalin fue un caudillo como Beria, el carnicero, fue su apparatschik. Fidel es un caudillo como Ramiro Valdés ha sido su apparatschick. Raúl fue toda su vida un apparatschick hasta que su hermano lo elevó al trono. Se convirtió en el Monarca de los burócratas, funcionarios y aparatschicksdel PCC. Chávez fue un caudillo, Maduro, un apparatschick. Cumplió con todos los pasos en la carrera de un clásico apparatschickt: no tiene origen nacional, es un despatriado, carece de raíces, se le desconoce todo otro atributo que no sea haber piloteado un metrobus y haberse convertido en reposero sindical, se incorporó al castrismo recién salido del cascarón, siguió los cursos de la escuela de cuadros del castrismo en Cuba y lacayo de Hugo Chávez desde los tiempos de Yare, haría su carrera a la sombra del aparato de estado del chavismo.

 

No pretendo hacer una fenomenología del apparatschick, que existen estudios sobre el fenómeno y muy valiosos, como el de Pierre Bordieu. Pero sí destacar los “atributos” que le caracterizan y decidieron a su favor cuando la muerte inminente de Chávez, el caudillo militarista y autocrático, criollo y vernáculo por antonomasia,  le obligó a seguir las instrucciones de Fidel Castro, que lo dominaba como si le hubiera conocido sus más íntimos y vergonzantes secretos – ¿qué otra función tiene su riquísima videoteca? – y lo llevó a declarar su heredero al más gris y oscuro funcionario de su tingladillo burocrático. Chávez, que no le debía su poder a nadie ni nada más que a su megalomanía, su psicopatía, su delirio narcisista, su insólita capacidad de simulación, su fabulosa inescrupulosidad, su seducción hermafrodita que lo llevó a rodearse de la mayor y más furibunda tropa de ambigüos de nuestra burocracia – Chaderton, de los de amor a primera vista – , tuvo que caer rendido ante la decisión de la tiranía cubana de la que se encontraba prisionero, secuestrado e hipnotizado.

 

Esa es la razón de por qué Maduro y no Diosdado, Maduro y no Rangel, Maduro y no Jorge Rodríguez. A todos ellos les faltaba ese no se qué con el que se nace, se repta, se crece y se trepa: estar dispuesto a lamerle el trasero al tirano cubano hasta que se le secara la lengua.

 

 

El muro chileno

Este documental muestra como los chilenos honestos se percataron de la gran estafa que es el comunismo, mientras que otros –como la madre de Michelle Bachelet- disfrutaron de esa sociedad opresiva en grado sumo.

La lección de Venezuela

Rafael Rojas*

20 de febrero de 2014

 

Era predecible que una fractura como la que vive Venezuela desde mediados de la década pasada, en ausencia de una figura polarizadora, pero, a la vez, mediadora, como la de Hugo Chávez, rindiera el saldo de violencia y confrontación que hemos visto en los últimos días. Las instituciones y mecanismos que, en cualquier país democrático, ayudan a administrar esos conflictos, como los del gobierno representativo o la opinión pública, han experimentado un deterioro tal, que es comprensible que la política se fugue a la calle y pierda civismo.

 

Tras la muerte de Hugo Chávez, los sucesores designados, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, abandonaron todo instinto negociador y se dieron a la tarea de continuar el aniquilamiento público de la oposición, en la Asamblea y en los medios. Cuando un gobierno, en vez de gobernar para toda la nación sino sólo para sus partidarios, convierte el ataque a la oposición en una prioridad, no puede aspirar a que esa oposición se sienta incluida en las instituciones.

 

El extraordinario desempeño electoral de Henrique Capriles en las primeras elecciones postchavistas, debió advertir al gobierno de la creciente fuerza de la oposición venezolana. En vez de experimentar fórmulas incluyentes, que permitieran un marco negociador en el poder legislativo y una legitimidad asegurada en los medios, el chavismo optó por acentuar la polarización, pero lo hizo de manera más torpe a como lo hacía Chávez, aprovechando el duelo por la muerte del líder para deslegitimar a la oposición.

 

Olvidaron los sucesores de Chávez que no hay democracia —y Venezuela, a pesar de todo, intenta ser constitucionalmente una democracia— sin oposición. Adoptaron plenamente los modos políticos de un régimen como el cubano, donde la oposición siempre ha estado excluida de las instituciones y los medios, propiedad absoluta del Estado. Las consecuencias de esa réplica imposible las hemos visto en los últimos días en las calles de Caracas.

 

Con los muertos y heridos de esta semana y el encarcelamiento de Leopoldo López, se inicia un nuevo capítulo en la historia política de Venezuela. Por mucho que los aliados de Maduro, en América Latina, hablen de “agresión fascista” y persistan en la fantasía de que todo ha sido orquestado desde afuera, como antesala de una nueva “invasión de Estados Unidos”, lo cierto es que el conflicto venezolano es de factura tan doméstica como el propio chavismo.

 

Toda fractura social posee un elemento activador de la política, que se refleja en muchos casos a través de la polarización. No hay dudas de que uno de los legados reconocibles de Hugo Chávez fue la entrada en política de grandes capas de la población, excluidas de la vida pública de ese país. Pero una sociedad fracturada y una política polarizada no pueden prescindir de instancias mediadoras, como las que aseguran el gobierno representativo, la deliberación o interpelación parlamentaria y el debate público. En días pasados, la oposición venezolana reaccionó como la obligó a reaccionar el gobierno. Despojada de su lugar en el Estado y los medios, buscó un lugar en las calles.

 

*El autor es un académico izquierdista cubano

 

 

“Chávez, el líder más dañino en 35 años”

 

 

 

La doble moral de Cristina Fernández

La doble moral de la izquierda latinoamericana

Darío Mizrahi

dmizrahi@infobae.com

 

Muchos acusan de conspiradores a los venezolanos que protestan y justifican la represión, pero estiman legítima toda movilización contra un gobierno al que se oponen

 

¿Qué sustento tiene decir que toda protesta es una legítima movilización popular si se hace contra un gobierno “de derecha”, pero que es un intento desestabilizador instigado por el fascismo y la CIA cuando se hace contra uno “de izquierda”?

 

Llaman la atención las contradicciones de presidentes como Dilma Rousseff, que sufrió en carne propia la represión salvaje de la dictadura brasileña, o Cristina Kirchner, que se define a sí misma como una luchadora por los derechos humanos. No sólo no pidieron explicaciones a Nicolás Maduro por los ataques conjuntos de bandas armadas y de la Guardia Nacional que ya mataron a más de 10 estudiantes en Venezuela, sino que ratificaron el apoyo a su gobierno.

 

Aunque en ese caso podría argumentarse que lo hacen por conveniencia. “La actitud de los presidentes de izquierda podría ser decepcionante para mucha gente. Algunos de ellos fueron víctimas de violaciones a los derechos humanos, y los que no, eran defensores. Pero cuando llegan al poder se convierten en agentes económicos al servicio de las empresas de sus países. Han dejado de pensar en la importancia de la democracia para favorecer a los empresarios de sus países”, dice a Infobae el sociólogo Carlos Raúl Hernández, profesor de la Universidad Central de Venezuela.

 

¿Pero cómo se explica que intelectuales sin la responsabilidad de gobernar incurran en la misma contradicción? Camila Vallejo es el mejor ejemplo.

 

Como líder estudiantil lideró masivas protestas en Chile contra la administración de Sebastián Piñera, en reclamo de educación gratuita, y condenó severamente los intentos del Estado por reprimirlas. Sin embargo, en estos días calificó a las movilizaciones de estudiantes venezolanos como parte del “mismo guión golpista de 2002”, y no hizo referencia a la represión estatal y paraestatal, que fue mucho más cruenta que la sufrida por los chilenos.

 

“El caso de Camilo Vallejo es elocuente -continúa Hernández-. En Venezuela han asesinado a 15 personas, de las cuales 13 están vinculadas a la lucha estudiantil, y ella no ha dicho una palabra. Esto demuestra que hay un sector de la izquierda que no cree realmente en los derechos humanos, y que los utiliza como bandera, pero luego construye regímenes autoritarios”.

 

La izquierda dividida

 

El histórico dirigente político venezolano Teodoro Petkoff, ex militante del Partido Comunista y fundador del Movimiento al Socialismo, explica que en Venezuela la izquierda está dividida. “Una parte apoya al Gobierno, y convalida las actuaciones represivas”, cuenta, en diálogo con Infobae.

 

No es fácil comprender cómo, quienes dedicaron su vida a condenar las persecuciones políticas, puedan apoyarlas cuando los perseguidos son otros y no ellos. “Es la naturaleza del poder. Hay gente que cuando lo adquiere, lo asume de una manera brutal, no dispuesta a aceptar opiniones contrarias. Cuando se encuentran con una disidencia actúan brutalmente contra ella, como lo hacía antes la derecha venezolana”, dice Petkoff.

 

La única manera de sostener esa doble moral que reclama porque se respeten los derechos de los que piensan igual, pero justifica que sean arrasados los de “los otros”, es considerándolos enemigos.

 

“Es algo que responde al maniqueísmo intelectual. Cuando uno divide al mundo entre buenos y malos llega a esa clase de dislates. Si los estudiantes reclaman en Chile por una educación pública, con todo derecho, estamos todos de acuerdo en que la represión es ilegal. Pero si mañana las protestas son contra Michelle Bachelet, ¿los mismo intelectuales van a decir que esos estudiantes son reaccionarios y que están siendo manipulados por la CIA, sin considerar que el problema sigue siendo el mismo?”, se pregunta el periodista argentino Carlos Gabetta, ex militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, una organización guerrillera de izquierda que operó en los '70.

 

Por momentos sorprende la obstinación de la que pecan algunas de las personas más instruidas en las sociedades latinoamericana. Intelectuales reconocidos insisten en que las miles de personas que protestan no lo hacen porque están descontentas con el Gobierno, sino porque están siendo manipulados por poderes ocultos.

 

“Sería una ingenuidad imaginar que Estados Unidos pueda no querer aprovechar la situación en Venezuela. Pero de ahí a pensar que la situación ha sido generada por la CIA es un disparate. Es ignorar datos de la realidad interna, del desmanejo económico del gobierno”, dice Gabetta.

 

“Los intelectuales que apoyaban al chavismo se dividieron en dos. Entre las personas más sinceras empieza ha haber deserciones, pero otros siguen cerrando los ojos”, agrega.

 

Cuando esto ocurre, los intelectuales cometen el peor pecado posible, que es perder la independencia de pensamiento y la mirada crítica.

 

“Creo que los que siguen defendiendo al chavismo así, de manera tan cerrada, -continúa Gabetta- son deshonestos intelectualmente hablando. Entre ellos hay dos categorías: los que creen sinceramente, y los que defienden porque están ganando dinero y tienen un puesto. Pero los dos son deshonestos intelectualmente, porque un intelectual lo primero, y casi lo único, que tiene que ejercer es la crítica. Mirar la realidad de frente”.

 

La persistencia en la defensa del chavismo a pesar de todas las acciones que contradicen abiertamente los ideales que dice defender revela otra característica de parte de la izquierda: la preponderancia que le asigna al análisis de lo discursivo y lo simbólico por sobre lo que pasa con las personas en su vida cotidiana.

 

“Eso es muy frecuente en la historia universal de la izquierda. ¿Cuanto tiempo duró el mito de la Unión Soviética? ¿Cuánto tiempo se lo tragó la izquierda? O lo que ocurre con Cuba, donde a pesar de las evidencias que se pueden comprobar viajando allí, conservan cierta indulgencia al referirse a lo que pasa”, dice Petkoff.

 

“Cuando no puedes encontrar hechos concretos que te definan como un sujeto del cambio revolucionario, adoptas una postura que al menos lo aparenta. Entonces, en la confrontación discursiva con la llamada derecha, que termina siendo el resto de la población que no te apoya, encuentras un estímulo, una prueba de tu ficticia conducta de izquierda”, agrega.

 

La oposición al régimen cubano es un testimonio de las consecuencias de este comportamiento de la izquierda. Además de ser perseguidos en su país por oponerse a las políticas del Gobierno, y de ser considerados criminales por ello, deben soportar que muchos de los supuestos defensores de los derechos humanos en América Latina les den la espalda.

 

Convirtiéndolos de víctimas en victimarios, algunos intelectuales de izquierda los acusan de las peores cosas porque decidieron oponerse a un régimen “antiimperialista y socialista”.

 

“Pienso desde un punto de vista filosófico que todo hombre tiene derecho a exponer y asumir la posición política que le parezca, con respecto al país donde vive y al resto mundo. También tiene derecho a defender un modelo socioeconómico que pueda ser igualitario, socialdemócrata o conservador”, dice Guillermo Fariñas, líder opositor al régimen cubano y portavoz de la Unión Patriótica de Cuba, en diálogo con Infobae.

 

Para defender esa libertad de opinión se pensó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que funciona como un límite ideológico. Dentro del marco de valores que plantea, todas las diferencias políticas deberían ser igualmente respetadas. “La declaración de los derechos humanos está para cumplirse. Uno no debe como ser humano, sea de izquierda o de derecha, tratar de justificar su incumplimiento. Tiene 30 puntos, y ver si cada uno se cumple o no es lo que debería guiarnos”, agrega.

 

Cuando se juzga un acto en función de la ideología de quien lo comete, y no desde la gravedad del hecho en sí mismo, se sostiene una doble moral que permitió justificar las peores masacres de la historia. “Los violadores de los derechos humanos deben ser denunciados. Sean de derecha o de izquierda”, concluye Fariñas.

 

 

Venezuela and the Hypocrisy of the International Left

Carlos González

Filmmaker and Human Rights Activist

02/24/2014

 

As students and the middle class protest for almost two weeks in the streets of Venezuela, the international left remain silent. Why is this wide swath of Venezuelan society protesting? Because of meddling from the United States in preparation of a fascist coup, says Venezuelan President Nicolás Maduro. Certainly lines borrowed from the Cuban/Soviet handbook.

 

Venezuelans are protesting because of 56 percent inflation, one of the highest in the world. Venezuelans are protesting because they have one of the highest murder rates in the world, 25,000 violent deaths last year, one person killed every twenty minutes. The murder rate in Caracas is 122 per 100,000, numbers not seen in war zones. They are in the streets because they don't have basic necessities such as bread, meat, toilet paper, electricity... the list is long.

 

Take former London Mayor Ken Livingston, a long time supporter of the Bolivarian Revolution. Would he violently repress London residents if they were out in the streets protesting a murder rate higher than Baghdad’s such as Caracas’? I don't think so, he would be forced to resign.

 

Or Sean Penn and Oliver Stone, also admirers of the “pretty revolution” as Chávez used to call it. What would they do if President Obama shut down newspapers, TV stations, and jailed those that opposed his views, just as President Maduro has done? I think they would call on people in the United States to take to the streets and protest just as Venezuelans have done.

 

The Venezuelan government has closed television stations critical of the government. It is denying opposition newspapers foreign currency in order to purchase printing paper, some have closed and others can only publish slimmed down dailies. Colombian news station NTN24 was taken off the air by the government for their extensive coverage of the protests, and four CNN reporters in Venezuela had their credentials revoked. Are these the actions of a legitimate democracy?

 

Supporters of the Venezuelan government argue that President Maduro was democratically elected. Yes, technically he was. But were those fair elections? As those that follow Venezuela closely know, the PSUV -- the government ruling party -- uses tax payer’s money to fund their campaigns, where as the opposition has to rely on legal fundraising to a huge disadvantage.

 

Let’s not forget the “Tascón List” effect. In the 2004 recall referendum, Luis Tascón, a member of Chávez's ruling party, published a list online of all those that voted to recall Chávez. Those that worked government jobs were summarily fired and lost their livelihood for exercising a democratic right, so much for a secret vote. To this day, and before each election, government workers are advised to vote for the ruling party or otherwise face losing their jobs.

 

Human Rights Watched has denounced, “the accumulation of power in the executive branch and the erosion of human rights guarantees have enabled the government to intimidate, censor, and prosecute its critics.” As James Bloodworth points out in his brilliant article in The Independent, “In Britain there is an ongoing debate over the use of water cannons which the home secretary wants the police to have the power to deploy during unrest. The British left is in principle opposed to water cannons, as any civilised person should be. However I have just watched a video of Venezuelan protesters being water-cannoned and I have heard not a word of condemnation from the people who will be writing angry letters to the New Statesman if the same weapon is deployed on British streets. Why the double standard?” Mr. Livingston, can you please explain?

 

Those on the international left that applaud the reduction of poverty in Venezuela, fail to see that more advances have been made in other Latin American countries without the huge oil wealth that Venezuela possesses, and without eroding democratic principles. True social justice cannot exist outside a fully functioning democracy.

 

It’s time for those us on the left to stop defending the undefendable, to denounce the repressive actions of a government shooting at it’s own citizens for demanding a true democracy and a better life. Socialism without democracy is simply a dictatorship.

 

President Maduro keeps calling the students and the middle class that are protesting on the streets fascists, perhaps he should look in the mirror.

 

Webster Dictionary:

 

fas•cism noun \'fa-shi-zem also 'fa-,si-\

 

: a way of organizing a society in which a government ruled by a dictator
controls the lives of the people and in which people are not allowed to
disagree with the government.

 

: very harsh control or authority.

Daniel Cohn-Bendit, líder del Mayo Francés,

ante al conflicto venezolano

24 de febrero de 2014

 

Entrevistador: Como siempre, justo antes de las 8 am, todas las mañanas. Buenos días, Daniel Cohn-Bendit.

 

Daniel Cohn-Bendit: Buenos días, Maxim.

 

Entrevistador: Dani, en estos últimos días hemos estado siguiendo lo que acontece en Ucrania, pero hay otro país que está siendo sacudido por manifestaciones y una oleada de violencia. Ése país es Venezuela. Las manifestaciones ya han dejado una decena de muertos. Una gran parte del país manifiesta contra la catastrófica situación económica. ¿Cómo explica que Venezuela, uno de los países de mayor producción de petróleo, en la actualidad se encuentre atado económicamente?

 

Daniel Cohn-Bendit: A la sombra de Ucrania y lejos de Europa, una revuelta popular pasa desapercibida. Después de semanas, miles de venezolanos manifiestan contra el poder chavista, post Chávez, del presidente Maduro. Tanto burgueses como jóvenes, como pobres, como intelectuales, denuncian la inflación, la corrupción y la criminalidad. ¿Saben cuántos ministros hay en el gobierno de Maduro? Más de cien ministros. La revuelta ha dejado diez muertos y cientos de heridos. Hay escasez de productos de primera necesidad. Venezuela debe importarlo todo. El país vive únicamente de la renta petrolera, lo que resulta en una inflación de un  56% en 2013, que impacta principalmente en el poder adquisitivo de los más pobres. En fin, la inseguridad dejó la cifra de 25 mil homicidios el año pasado, comparados con 5 mil homicidios en 1998, antes de que Chávez llegara al poder. Entonces la propaganda a favor del gobierno chavista no da para más, el gobierno no ha encontrado la forma de explicarle al pueblo las razones de la crisis. El gobierno juega al anti imperialismo y anti americanismo. Maduro, el sucesor de Chávez, está tan conectado con Cuba como Yanukovich lo estaba con Rusia. El servicio secreto cubano forma a la policía política venezolana. Además, la semana pasada. Maduro se solidarizó con el presidente Yanukovich y dijo que en su país no sucedía lo mismo que en Ucrania. Maduro moviliza a todos sus partidarios al combate contra lo que llama “grupos de fascistas e imperialistas” y dice que la manifestación contra él es una revuelta fascista.

 

Entrevistador: Parte de la izquierda francesa se solidarizó con Maduro y Chávez. Pienso sin duda alguna en Jean-Luc Mélenchon.

 

Daniel Cohn-Bendit: Lo que es fenomenal no es que la izquierda francesa lo haga, sino la presidenta de Brasil, que resistió contra la dictadura, hoy en día se pronuncie en solidaridad con el gobierno de Maduro. Una parte de la prensa de izquierda en Francia, como Liberté y Libération, habla de la oposición en Venezuela como de “extrema derecha”, como si fueran los combatientes de la FAF. Fidel Castro, y luego Chávez, se han vuelto los héroes que admira Jean-Luc Mélenchon. Que la prensa sea censurada, que la libertad sea confiscada y que la corrupción sea desbordante no le molesta en lo absoluto. Cuando Chávez y Ahmadineyad estuvieron mano a mano, no les molestó. Su lema parece ser “los enemigos de mis enemigos son mis amigos, sea quien sea, haga lo que haga, no importa”. Jean-Luc Mélenchon sueña con poder hablar más de seis horas, sin interrupción en la radio, como lo hacía Chávez o lo pretende Maduro, ése es su sueño.

 

Daniel Cohn-Bendit es diputado del parlamento europeo en representación de los verdes. Es el portavoz del Partido Verde Europeo. Reelegido en 2009 es, además de ecologista, partidario del federalismo europeo.

 

Traducido de la emisión de radio de Europe 1, 24/02/2014 “A la sombra de Ucrania, Venezuela”. Escúchelo en francés en http://bit.ly/1o5idFA

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El eurodiputado francés Jean-Luc Mélenchon, presidente del Partido de Izquierda (PG), es un ferviente partidario de la tiranía de los hermanos Castro.

La desmemoriada izquierda latinoamericana

Héctor E. Schamis

23 de febrero de 2014

 

La crisis de Venezuela sorprende a una izquierda desmemoriada, conceptualmente perdida, desconectada de su propia historia y normativamente a la deriva

 

A mediados de los setenta, buena parte de América Latina estaba bajo regímenes militares. Según decían, era para combatir a la subversión armada que buscaba tomar el poder. Para los jerarcas militares no era una guerra fría ni convencional, donde se ve los colores del enemigo enfrente de uno; esa era una guerra “sucia”. La estrategia marxista era confundirse con la población civil, había que operar en la clandestinidad como ellos. Así justificaron la represión ilegal e indiscriminada. Ocurría generalmente por las noches, para atemorizar a la población. Estaba a cargo de personas sin uniforme en vehículos sin identificación, con los que llevaban a los detenidos a centros de reclusión clandestinos. Allí algunos de ellos eran legalizados y trasladados a prisiones oficiales. Otros, la mayoría, eran ejecutados. Desaparecían, ya que no se expedía documentación alguna de su deceso; el terrorismo de estado en acción.

 

Con Carter en la presidencia, mientras tanto, comenzó una nueva política exterior: la promoción de los derechos humanos. Videla y Pinochet lo vieron como una claudicación de Washington ante el comunismo, pero la izquierda lo vio como una protección, y comenzó a darse cuenta que esa noción era mucho más que una formalidad de la democracia burguesa. El gobierno de Carter respaldó a la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se enfrentó con convicción a las acciones ilegales de esos estados represivos. Así fue como se instalaron los derechos humanos en la agenda progresista de la región. Así se hizo la democratización de los ochenta.

 

Los líderes latinoamericanos de hoy, en los gobiernos y en los organismos multilaterales, fueron parte de esa historia. Algunos encarcelados, muchos exiliados, la mayoría con familiares y amigos desaparecidos, y casi todos habiendo sido víctimas de violación de derechos. ¿Qué pensaran, en su intimidad, sobre la crisis de Venezuela, especialmente viendo a los paramilitares en motocicleta, los llamados Tupamaros, tirando a quemarropa por las calles oscuras de San Cristóbal o Caracas? Todo esto mientras las fuerzas regulares miraban y las mujeres, llorando a gritos desde sus ventanas, colgaban los videos que tomaron con sus teléfonos. ¿Qué dirán acerca de los muertos por la espalda y con tiros a la cabeza, las torturas y vejámenes denunciados, las detenciones ilegales, la censura y la expulsión de periodistas?

 

La crisis de Venezuela será un parte-aguas para toda la región porque sorprende a una izquierda desmemoriada, conceptualmente perdida, desconectada de su propia historia y normativamente a la deriva. De ahí las respuestas —o las no-respuestas— a esta crisis: el silencio, la confusión, el balbuceo sin sentido, o bien la negación, mecanismo de defensa inconsciente que en este caso parece ser bien consciente. Dilma y Bachelet, al igual que Mujica (¿qué pensará sobre los tupamaros?) y también la OEA, han hecho mutis por el foro. Mercosur tampoco dijo nada, y eso que por muchísimo menos que esto —la destitución pacífica de Lugo— expulsaron a Paraguay del bloque.

 

Los que callan son más lúcidos, en realidad, porque los que hablan suenan como si fuera una confesión de parte: desconocen cómo funciona una democracia y no les importa mostrarlo, ignoran qué son los derechos humanos y les tiene sin cuidado. En Cuba, Granma se refirió a la importancia de Maduro para asegurar el normal suministro de petróleo —Cuba hace tiempo que cambió el rojo romántico por el negro realista. Correa —en vísperas de ser derrotado en la elección del gobierno de la ciudad de Quito—y Morales apoyaron sin demasiado argumento a Maduro, como era de esperar.

 

Cristina Kirchner se lanzó con su acostumbrada verborragia, y aprovechó la cadena nacional para apoyar fervientemente a Maduro por haber sido “el ganador legítimo de las últimas elecciones”. Ella no comprende que una victoria electoral no otorga un cheque en blanco, que la sociedad tiene derecho a reclamar contra la inseguridad, la inflación, el desabastecimiento y la censura —como también sucede en Argentina— y que es obligación de un gobierno resolver esos problemas. Mucho menos entiende que una elección, per se, no define a un gobierno como democrático. A eso se le debe agregar la manera como este ejerce el poder, es decir, de acuerdo a preceptos constitucionales que garantizan y refuerzan derechos ciudadanos. ¿Le habrá dicho alguien que Salazar, Stroessner y Suharto, entre muchos otros, también llegaron al poder por el voto? ¿Hay algún libro de historia que los considere democráticos?

 

Maduro mismo habló en cadena la noche del viernes. Se refirió a los gobiernos “progresistas, de izquierda y socialistas que están transformando América Latina, logrando la unión del continente, defendiendo a los humildes y al ciudadano de a pie”. También hablo de “mayorías permanentes”, sin embargo, una noción ajena a la democracia, que se basa en la alternancia, justamente. Y también se quejó de quienes expresaron preocupación por las violaciones de derechos —Martinelli, Piñera, Santos, Alan García— por entrometerse en asuntos internos de Venezuela. Maduro ignora, obviamente, que esa es precisamente la característica de los derechos humanos y los tratados internacionales que los consagran: la jurisdicción es universal. Eso fue lo que pasó exactamente con Pinochet en Londres en 1998, por ejemplo. Un juez español (también en silencio hoy, a propósito) lo acusó ante un tribunal británico por crímenes de lesa humanidad invocando el derecho internacional.

 

La crisis de Venezuela es profunda e incierta hoy, pero viene a descubrir otra crisis, quizás más profunda y aún más incierta de cara al futuro: la de la izquierda latinoamericana, perdida intelectualmente y abrumada por una hipocresía casi inimaginable, una verdadera crisis de identidad. La violencia en Venezuela hoy será parte-aguas porque el legado más perverso que deje lo sufrirá la propia izquierda democrática, el verdadero progresismo que tiene delante de si una titánica tarea: descontaminar y recuperar un lenguaje que les fue robado por el autoritarismo bolivariano y que, en el camino, le vació su significado. Tamaña ironía, considerando que el camarada Maduro se enfrenta todo el tiempo a los fascistas.

 

Héctor Schamis es profesor en Georgetown University, Washington DC. (Twitter @hectorschamis)

La soledad de los estudiantes venezolanos

Enrique Krauze

27 de febrero de 2014

 

Mientras el país se encamina hacia una dictadura, en Latinoamérica hay un apoyo al chavismo por parte de la izquierda derivado, en el fondo, del prestigio menguado pero extrañamente vivo de la Revolución cubana

 

La mayoría de los estudiantes de Venezuela no tienen memoria de otro régimen que no sea el chavista, y no quieren envejecer con él. Sus democráticas voces se escuchan a todo lo largo y ancho de Venezuela. Marchan arriesgando la vida. En 2007, salieron a las calles a protestar contra la confiscación del RCTV, la más antigua estación de televisión independiente en el país. A fines de ese año, fueron la principal fuerza de oposición al proyecto chavista de confederar a Cuba con Venezuela. Y lograron detenerlo, al menos en su aspecto formal. Sus hermanos menores han decidido recoger la antorcha.

 

En Venezuela hay 2,4 millones de estudiantes de nivel medio y 400.000 de educación superior. Aunque los estudiantes activos en todo el país suman varias decenas de miles, la mayoría simpatiza con el movimiento opositor. Prueba de ello es que, desde hace años y hasta la fecha, la principal universidad pública —Universidad Central de Venezuela— elige sistemáticamente a líderes opositores al chavismo.

 

No buscan revertir la atención social a los pobres. Critican la ineptitud económica del régimen y —sobre todo— el ocultamiento de la gigantesca corrupción, que alguna vez saldrá a la luz. Saben que Hugo Chávez acaparó uno a uno todos los poderes (legislativo, judicial, fiscal, electoral) y enmascaró, con el velo de su discurso, el dispendio sin precedente de más de 800.000 millones de dólares que durante sus mandatos entraron a las arcas de la empresa estatal de petróleo PDVSA. Saben que los niveles de inflación en Venezuela son los más altos del continente, que la deuda pública se ha vuelto tan inmanejable que hay una carestía crónica de alimentos básicos, electricidad, medicinas, cemento y otros insumos primarios (como producto de las masivas expropiaciones a las empresas privadas y la caída brutal de la inversión). Y saben muy bien que la criminalidad en su país es también la más alta del continente.

 

Los jóvenes calibran estos problemas, pero su mayor agravio es el ahogo sistemático y creciente de la libertad de expresión, que impide a la gente tomar conciencia y sopesar por sí misma las realidades del país. Chávez voceaba sus logros (algunos reales, la mayoría imaginarios) a toda hora y en especial en su maratónico programa dominical Aló presidente, pero su sucesor Nicolás Maduro (primitivo, proclive a disparates y fantasías) ha recurrido a la represión directa de las voces disidentes. La idea es hacer que prive la verdad única, la verdad oficial. Ya desde 2012, el Gobierno chavista absorbió Globovisión, la última cadena abierta de televisión independiente en el país. También desfallece la radio independiente. Y se ha limitado a tal extremo la venta de papel periódico que la prensa escrita tiene los días contados. Venezuela, es la dramática verdad, se encamina hacia una dictadura y, en varios sentidos, lo es ya.

 

Los estudiantes venezolanos cuentan con el apoyo de sus padres y maestros y de al menos la mitad de la población que en 2013 votó contra Maduro (y que si no sale a las calles es por una natural precaución frente a los delatores en los barrios). Pero, en el ámbito latinoamericano, los jóvenes están casi solos. Es sorprendente la cantidad de usuarios de Twitter (jóvenes por añadidura) que en América Latina asumen el libreto del Gobierno venezolano y atribuyen “los disturbios” a las fuerzas “fascistas”, “reaccionarias”, “de derecha” que, aliadas con el “Imperio”, en un oscuro “complot”, traman un “golpe de Estado” para “derrocar al Gobierno”. Ante el alud de vídeos en YouTube que circulan mostrando el asesinato a mansalva de estudiantes por parte de unidades móviles de las milicias formadas en tiempos de Chávez (La Piedrita o los Tupamaros), muchos usuarios comentan que las imágenes están “truqueadas”. Paradójicamente, Maduro ha condenado el uso del Twitter (“esas máquinas imbéciles”, llamó a esa red) y se declaró víctima de una “guerra cibernética”.

 

En México, la prensa de izquierda —con gran ascendiente entre los jóvenes— apoya sin cortapisas a Maduro. En esos ámbitos, Leopoldo López resulta ser el instigador de la insurrección y no lo que es: un líder desarmado y ahora sometido a un juicio ilegal sobre cargos falsos y fabricados.

 

El poder de la ideología en Venezuela es explicable: en millones de personas perdura el convencimiento de que la obra social de Chávez fue tangible y de que si no hizo más por ellos fue porque se le atravesó la muerte. Otro factor es la dependencia directa de millones de venezolanos del erario, consecuencia del debilitamiento progresivo de la actividad empresarial y la inversión privada. Las simpatías de los países dependientes del petróleo venezolano tienen la misma raíz. El clientelismo tiene intereses creados en creer en el chavismo. Pero ¿cómo explicar la popularidad de la ideología chavista o sus variantes en países que no pertenecen a su órbita?

 

Aunque la Revolución cubana ha perdido su aura mítica, la democracia representativa y el liberalismo no han podido arraigar de manera definitiva en la cultura política de América Latina. Por eso el chantaje ideológico de Cuba y Venezuela funciona aún: nadie quiere parecer “de derecha” en un continente enamorado de la Revolución, donde los ídolos políticos no han sido demócratas como Rómulo Betancourt, sino redentores como Eva Perón, Che Guevara, Fidel Castro o Hugo Chávez. Octavio Paz señaló la razón de este anacronismo: tras la caída del muro de Berlín, sectores amplios de la izquierda latinoamericana se negaron a practicar la crítica del totalitarismo cubano. Y si no lo hicieron con Cuba, menos lo hacen con esa versión derivada que es la Revolución Bolivariana.

 

Debido a esta falta de autocrítica, hoy en México vivimos una paradoja. El movimiento de 1968 fue una hazaña de los estudiantes y de las corrientes políticas e intelectuales de izquierda. Los estudiantes fueron masacrados por el Gobierno de Díaz Ordaz y grandes líderes de izquierda fueron encarcelados. Hoy, no pocos herederos de esa izquierda defienden las acciones represoras del Gobierno venezolano, que son equiparables a las de Díaz Ordaz. Hoy muchos herederos de esa izquierda han volteado la espalda a la democracia.

 

El apoyo al chavismo es, en el fondo, un derivado del prestigio menguado, pero extrañamente vivo de la Revolución cubana. Estar contra ella es estar con “el Imperio”. Que Cuba sigue siendo una meca de la ideología latinoamericana se comprobó cuando en la reciente Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), celebrada los días 28 y 29 de enero de 2014 en La Habana, prácticamente ningún presidente faltó. Y Fidel fue proclamado “guía político y moral de América”. En esa cumbre, por cierto, todos los participantes (incluida Cuba) firmaron respetar los derechos humanos. Su firma vale el papel en que está escrita.

 

Pero más importante que la ideología son los fríos intereses materiales. En este sentido, la postura de Brasil es tan paradigmática como cínica: las oportunidades económicas (turísticas, energéticas, sobre todo) que se abren en Cuba después de la eventual muerte de los hermanos Castro son demasiado importantes como para tomar posturas idealistas y arriesgar la estabilidad de la isla. Y esa estabilidad implica mantener intacta la alianza entre Venezuela y Cuba. Solo así se explica que Dilma Rousseff, que en su juventud fue una estudiante torturada por los militares, ahora apoye a un Gobierno cuyas fuerzas policiacas emboscadas reprimen estudiantes.

 

Esta lógica es ajena a los estudiantes venezolanos. Aquilatan el valor de la libertad porque —a diferencia de sus coetáneos en otros países de la zona— la ven seriamente amenazada. Saben que en el mundo prevalece y avanza la democracia. No tienen pensado emigrar del país. Pero América Latina —sus Gobiernos, sus instituciones, sus congresos, sus intelectuales y aun sus estudiantes— es ingrata con Venezuela. El país que en gran medida la liberó hace 200 años, hoy lucha solo por su libertad.

 

Enrique Krauze es escritor y director de la revista Letras Libres.

 

 

Las relaciones desmedidas

Cristina Marcano

30 de marzo de 2014

 

Todo empezó con 29 agentes que llegaron en 1997 a ayudar a Hugo Chávez

Ahora miles de cubanos trabajan y controlan la Administración pública venezolana

Prohibido tener amigos venezolanos

 

Cuando el doctor Janoi González aterrizó en el aeropuerto internacional Simón Bolívar, de Venezuela se sintió como si no hubiera salido de Cuba. “No había un solo venezolano, la estructura estaba dirigida por cubanos”, afirma refiriéndose a una parte de la zona bajo control militar conocida como Rampa 4, de exclusivo uso oficial. El experto en radiodiagnóstico, natural de Pinar del Río, entró al país un mediodía de diciembre de 2012 sin que sus documentos fueran revisados por autoridad venezolana alguna. “No hay chequeo de migración. Unos funcionarios cubanos te dan unas palabras de bienvenida, vivas a Chávez y a la revolución, y te ponen un cuño [sello] en el pasaporte”. Ese sello dice: “Válido solo Cuba Venezuela”.

 

Janoi González es uno de los miles de cooperantes enviados por La Habana a Venezuela y, como muchos de ellos, se vio sometido a unas pésimas condiciones de trabajo y a una vigilancia aún más estrecha que la que normalmente sufre en su país natal. “Se cobraba una basura: 1.200 bolívares [entonces 200 euros según el cambio oficial y 50 en el mercado negro]”. Carecía de libertad de movimientos y vivía hacinado. Al principio tuvo que compartir con seis personas una habitación de 20 metros cuadrados en un motel de Guanare, la capital agrícola de Venezuela. Luego, en la cercana Acarigua, eran “17 en cinco habitaciones, con un solo baño”, detalla por teléfono desde Estados Unidos, adonde escapó en 2013.

 

Si se observa detenidamente el mapa de América, Cuba luce como una pequeña lengua, un jirón de tierra que pareciera flotar a la deriva. Nada más lejos de la realidad. Anclada en una vieja dictadura comunista, la isla ha tenido claro dónde encontrar dólares para mantenerse a flote. En los últimos 15 años, esa lengua de 108.000 kilómetros cuadrados, con una de las economías más atrasadas, ha logrado saciar su apetito en Venezuela, un país nueve veces más grande, tres veces más poblado y con enormes recursos; entre ellos, las mayores reservas de crudo del mundo.

 

La Habana recibe diariamente de Caracas más de 100.000 barriles de petróleo en condiciones preferentes, que paga con trabajadores de la salud. Además, obtiene inversiones directas, créditos blandos, subsidios y millonarios contratos como intermediario de importaciones venezolanas de alimentos, bienes y equipos a terceros países.

 

No es todo. En este caso, la lógica de la historia según la cual los países más poderosos suelen influenciar políticamente a sus vecinos más pobres se ha ahogado en el Caribe. Aparte de una ayuda estimada en 8.700 millones de euros anuales, Cuba tiene un poder sin precedentes sobre el Gobierno de la mayor potencia petrolera de Sudamérica. Y otra excepción. No ha sido impuesto. Los cubanos no han tenido que disparar un tiro. Desde finales de los noventa comenzaron a cruzar los 1.450 kilómetros que los separan de Venezuela por invitación del presidente Hugo Chávez, quien puso su seguridad, su salud y mucho más en manos de sus camaradas antillanos.

 

Miles de cubanos trabajan hoy en la Administración pública venezolana. En la presidencia, ministerios y empresas estatales. Como burócratas, médicos, enfermeras, odontólogos, científicos, maestros, informáticos, analistas, técnicos agrícolas, de electricidad, obreros y cooperantes culturales. También en seguridad, inteligencia e, incluso, en las Fuerzas Armadas.

 

La mayoría son además milicianos. “Tenemos en Venezuela más de 30.000 cederistas cubanos de los 8,6 millones de miembros que tiene nuestra organización”, reveló en 2007 Juan José Rabilero, entonces jefe de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos, en un acto público en el Estado de Táchira, al oeste de Venezuela. Nada hace pensar que esa cifra haya disminuido. Aproximadamente el 70% de la población cubana forma parte de ese sistema de vigilancia y delación.

 

Los cubanos manejan el sistema de identificación de los venezolanos, sus cédulas de identidad y pasaportes; sus registros mercantiles y notarías públicas. Saben qué propiedades tienen y qué transacciones hacen. También codirigen sus puertos y tienen presencia en aeropuertos y puntos de control migratorio, donde actúan a sus anchas. La firma cubana Albet, SA, de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), que maneja los sistemas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), tiene tanto poder que no permite el acceso de venezolanos al último piso de la sede central del servicio en Caracas. También son cubanos los sistemas informáticos de la presidencia, ministerios, programas sociales, servicios policiales y de la petrolera estatal, PDVSA, mediante la empresa mixta Guardián del Alba.

 

La venta de estos servicios, de discutible calidad y cuyas web son de estética castrista, es obra de Ramiro Valdés, segundo vicepresidente del Consejo de Estado cubano, considerado el hombre más cercano a Caracas, después de Fidel y Raúl Castro, y su principal asesor en tácticas de represión política, según algunas fuentes.

 

Aunque los cubanos suelen relacionarse solo lo estrictamente necesario con la población local debido a que el reglamento disciplinario sanciona las “relaciones desmedidas con nacionales”, su presencia se siente. “Se produce la paradoja de que los cubanos dependen económicamente de nosotros y sin embargo tienen una influencia política sobre nosotros muy fuerte”, destaca la historiadora Margarita López Maya, quien simpatizó con el proyecto chavista en sus primeros años y se apartó criticando su deriva autoritaria.

 

Los cubanos saben casi todo de los venezolanos, pero estos desconocen en realidad cuántos cubanos trabajan en el país, cuánto cobran por sus servicios y los términos de los acuerdos de importación de sus servicios, mantenidos por el Gobierno venezolano en secreto.

 

Según las últimas cifras oficiales, de mediados de 2012, en Venezuela había un total de 44.804 cooperantes en las llamadas misiones sociales: 31.700 en salud (11.000 médicos, 4.931 enfermeros, 2.713 odontólogos, 1.245 optometristas y 11.544 no especificados), 6.225 en deporte, 1.905 en cultura, 735 en actividades agrícolas, 486 en educativas y 54 en atención a discapacitados. Sin embargo, se presume que podrían duplicar esa cantidad. No hay datos oficiales sobre los que trabajan en el sector eléctrico, de la construcción, en informática, en asesoría de seguridad al Gobierno y en otras áreas.

 

El general retirado Antonio Rivero, excolaborador de Chávez, asegura que actualmente en el país hay más de 100.000 cubanos, entre ellos 3.700 funcionarios de su servicio de inteligencia, el G2. “Nada más en seguridad y defensa, estimamos que puede haber unas 5.600 personas”. Y afirma que hay cubanos en las bases militares más importantes del país. “En la Fuerza Armada hay unos 500 militares activos cubanos que cumplen funciones de asesoría en áreas estratégicas: inteligencia, armamento, comunicaciones e ingeniería militar. También en el área operativa y en el despacho del ministro de la Defensa, que cuenta con un asesor cubano permanente con el grado de general”.

 

Según el oficial, que trabajó como jefe de telecomunicaciones de la presidencia y fue director nacional de Protección Civil, la presencia de La Habana se remonta a 1997, cuando 29 agentes cubanos encubiertos se establecieron en Margarita y en 1998 ayudaron a Chávez en la campaña electoral en tareas de inteligencia, seguridad e informática.

 

Rivero pidió la baja en 2010 y denunció ante la Fiscalía y la Asamblea Nacional la injerencia de Cuba en las Fuerzas Armadas con documentos, grabaciones y casi un centenar de fotografías. Fue acusado entonces de ultraje al Ejército y de “revelar noticia privada o secreta en grado de continuidad”. Actualmente está en libertad condicional.

 

“Los militares cubanos comienzan a llegar después de 2007. Su asesoría incluye un área educativa, de ingeniería militar en construcción de fortificaciones y en la doctrina, donde cambia el concepto de guerra planteado por el de la guerra asimétrica, que implica involucrar a la población civil en un sistema de defensa”, explica el general.

 

Ante sus denuncias, Chávez admitió entonces una cooperación menor con el Ejército. “[Los cubanos] nos han dicho cómo almacenar las brújulas, cómo reparar las radios de los tanques y cómo se debe almacenar la munición”.

 

En 2013, la oposición obtuvo y divulgó una grabación en la que el conductor de un programa de televisión en el principal canal del Estado, Mario Silva, confirmaba la presencia de antillanos en los cuarteles. En ella se le oía: “Ayer tuvimos una reunión de inteligencia con dos camaradas cubanos, dos oficiales cubanos, en Fuerte Tiuna”, decía Silva al agente cubano Aramís Palacios. Rivero afirma que por el país han pasado y siguen pasando militares cubanos de alta jerarquía como el general Leonardo Andollo Valdés, segundo jefe del Estado Mayor de Cuba. “Él es el encargado de todo el trabajo militar que hacen los cubanos en el país en seguridad y defensa”, señala. Andollo y otros oficiales del Grupo de Coordinación y Enlace de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba en Venezuela (Gruce) han sido fotografiados en guarniciones militares del país mientras oficiales venezolanos compartían con ellos información estratégica.

 

“Chávez buscó siempre que nuestra Fuerza Armada Nacional (FAN) se adecuara a la cubana. Era vital para consolidar su proyecto socialista”, sostiene Rivero. Un funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), que no quiso ser identificado, indicó que sus pasos son seguidos de cerca por agentes de La Habana.

 

Venezuela es el principal socio comercial de la isla, muy por encima de China, Canadá y España. “La economía cubana creció a costa de la venezolana durante la crisis financiera global. Cuba recibe créditos de Venezuela a tasas del 1% cuando, en promedio, Venezuela se endeuda con el resto del mundo a una tasa del 12% anual. Estamos hablando de una economía que obtiene en apoyos un total de unos 8.700 millones de euros al año, 726 millones de euros al mes”, señala el economista venezolano Ángel García Banchs.

 

Nada más en materia petrolera, agrega, “el subsidio está por el orden de los 3.600 millones de euros anuales, a razón de más de 100.000 barriles diarios”.

 

Se trata de un viejo sueño acariciado por Fidel Castro desde los años sesenta, cuando dio entrenamiento, dinero y hombres a la guerrilla venezolana. Ahora, como antes con la Unión Soviética, Cuba encontró en el único petroestado de Latinoamérica su gallina de los huevos de oro.

 

A cambio, se desconocen los beneficios económicos que Venezuela obtiene de su alianza con la isla, que paga la factura petrolera con servicios profesionales y técnicos sobrevalorados. Cuba exporta a sus trabajadores a un precio muy superior de lo que les paga, en una exitosa modalidad de explotación laboral y penetración ideológica.

 

En 2010, Venezuela pagó unos 3.950 millones de euros en servicios profesionales, de acuerdo con un informe del economista cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor de la Universidad de Pittsburgh, “un promedio de casi 100.000 euros anuales por profesional, 27 veces el salario promedio de un médico venezolano”. Es decir, 8.225 euros mensuales por cooperante.

 

En 2011, Venezuela pagó aún más: 9.745 euros mensuales por cada cooperante de salud, según se desprende del Acuerdo de Compensación de Deudas suscrito entre la petrolera estatal PDVSA y el Banco Nacional de Cuba. El documento precisó que la factura de la Misión Médica Cubana por los servicios prestados en el último trimestre de ese año sumó más de 925 millones de euros. Pero solo una ínfima parte llega a los bolsillos de los trabajadores enviados por el Gobierno cubano. Según Solidaridad Sin Fronteras, ONG de Miami que en el último año y medio ha asistido a más de 3.000 cooperantes que han huido de este país sudamericano, cada médico recibe alrededor de 180 euros mensuales.

 

Un cooperante de una de las misiones en Caracas, que pide anonimato para evitar represalias, asegura que actualmente el Gobierno venezolano le da un estipendio de 3.000 bolívares al mes (unos 180 euros en la tasa oficial y unos 26 en el mercado negro) y el Gobierno cubano le deposita en una cuenta en la isla 225 pesos cubanos convertibles (CUC), equivalentes a 225 dólares (163 euros). El margen de ganancia para el Gobierno de los Castro en este envío de trabajadores lo convierte en un negocio redondo y es considerado por Mesa Lago como un “subsidio encubierto”. En el caso de los técnicos de salud, a quienes Cuba paga al mes 125 CUC (90 euros), el margen de ganancia es todavía mayor.

 

“Los médicos cubanos son enviados por el régimen de La Habana a otros países en carácter de esclavitud moderna, son sometidos a muchas horas de trabajo y la paga es prácticamente mísera mientras que la dictadura cubana recibe miles de dólares por cada profesional”, asegura Julio César Alfonso, de la ONG Solidaridad sin fronteras.

 

Los funcionarios que dirigen a los cooperantes en Venezuela son de alto nivel. El jefe de la Oficina de las Misiones Sociales Cubanas en Venezuela, Víctor Gaute López, ocupa el lugar 16º en el Comité Central del Partido Comunista cubano, integrado por 118 miembros. El embajador cubano en Venezuela, Rogelio Díaz Polanco, es el último de esa lista.

 

La Habana también vende educación. Según datos oficiales, han formado 14.000 médicos venezolanos y actualmente forman a 19.000 más. Aunque se trata de una relación económicamente desigual, el Gobierno venezolano se comporta como si estuviera en deuda con Cuba. En palabras de Janoi González, “quien paga manda, excepto en Venezuela”. Pero el chavismo nunca ha tenido expectativas de obtener beneficios comerciales, sino políticos. Y en ese terreno, hasta ahora los Castro han servido a sus propósitos de mantener un poder hegemónico y bloquear a la oposición.

 

El propio Chávez admitió en una ocasión que si no hubiera sido por Fidel y su idea de lanzar las primeras misiones sociales, que reflotaron su popularidad, hubiera perdido el plebiscito de 2004 que le mantuvo en el poder.

 

La historiadora López Maya advierte la insólita situación de dependencia. “Sin la ayuda de los Gobiernos venezolanos, posiblemente ya hubiera colapsado la economía cubana, y sin embargo existe una situación de subordinación a políticas cubanas por la experticia que tienen en el socialismo, por la admiración que le profesan y por la desconfianza de este Gobierno a sus profesionales y a sus cuadros preparados para el ejercicio del poder”. Ningún otro país había tenido tanto poder en Venezuela desde la época de la colonia. Ni siquiera Estados Unidos, en su momento de mayor injerencia en la región, llegó a tanto a pesar de que tuvo una oficina militar dentro de Fuerte Tiuna hasta 2002.

 

López Maya recuerda la influencia de las transnacionales petroleras en las primeras décadas del siglo XX y la del sector militar norteamericano en todos los ejércitos de América Latina, incluyendo el de Venezuela, durante la guerra fría. Pero entonces, dice, “había una subordinación económica y ahora con Cuba hay una subordinación en términos del socialismo”.

 

Por el momento, la dependencia está garantizada. El presidente Nicolás Maduro, fiel admirador de los Castro desde su paso por la Escuela de Formación Política de La Habana a mediados de los ochenta, parece necesitarlos aún más que Chávez para asegurarse el control político de los suyos y de toda la sociedad venezolana. A cualquier precio.

 

 

Prohibido tener amigos venezolanos

 C.Marcano

 

“Te quieren sancionar por cualquier cosa. No podemos ir al cine, ni a un mall [centro comercial], ni a la playa. Si una paciente te invita, no puedes aceptar”. Lisandra Santos, médico, de 28 años, trabajó entre 2009 y 2013 como especialista en endoscopia para la Misión Médica Cubana en Venezuela. El año pasado pidió refugio en Estados Unidos.

 

Su elocuencia contrasta con la parquedad de los cubanos en Venezuela, quienes no hablan de su experiencia o lo hacen como si las paredes oyeran. En sus pupilas asoma un destello de temor ante cada pregunta, cada palabra, que pudiera comprometerlos. “No podemos relacionarnos con ustedes [los venezolanos] más que por trabajo. ¿Tú sabes cómo llaman eso, si vas por ejemplo a casa de alguien, si haces amistad? Relaciones desmedidas con nacionales”, cuenta un técnico destacado en un centro de diagnóstico integral (CDI) que pide no revelar su nombre. El hombre, de 36 años, rechaza una invitación a cenar porque también tienen prohibido salir después de las seis de la tarde. “Supuestamente es por la inseguridad, puro control”.

 

El médico Janoi González, refugiado en Estados Unidos desde 2013, asegura que les espían constantemente. “En cada misión hay una persona que se llama jurídico. Todo el mundo sabe que el jurídico es un agente de seguridad del Estado, que controla todo, que acusa, que tiene derecho a revisar tus documentos privados, tu teléfono, todo”. Las faltas son sancionadas con penas que van desde amonestaciones y la confiscación de un porcentaje de su exiguo salario en Cuba hasta la expulsión de la misión y el retorno inmediato a la isla, según el reglamento disciplinario.

 

“En la misión, uno sufre la necesidad. Nos pagaban muy poco. Cuando llegué en 2009 recibía 500 bolívares mensuales (84 euros al cambio oficial) y me fui de la misión en 2013 ganando 1.500 (172 dólares). Comida, transporte, teléfono... teníamos que pagarlo nosotros mismos. Yo gastaba 500 bolívares y no compraba nada”, recuerda Lisandra, en entrevista telefónica desde Miami.

 

Esa mensualidad en moneda local, como explica un técnico que trabaja en el oriente del país, “no es un sueldo, sino un estipendio que no alcanza por el alto coste de la vida, por la inflación” (56% en 2013). Actualmente subió a 3.000 bolívares (menos de 26 euros en el mercado negro, el único en el que podrían cambiar). La asignación es costeada por Venezuela, aparte de lo que paga por persona (más de 9.400 euros mensuales).

 

En la isla, el Gobierno cubano les deposita un salario mensual —entre 125 y 225 pesos convertibles cubanos (CUC), la misma cantidad en dólares al cambio actual, dependiendo de la especialidad— que solo pueden cobrar a su regreso, de vacaciones o definitivo, “con evaluación satisfactoria”.

 

Con todo, es más de lo que ganarían en la isla. “La gente vive con mucho miedo de que le quiten la misión porque como es un dinerito… Yo como médico recién graduada ganaba en Cuba 16 dólares, y mi mamá, que también es médico, 25 dólares”, refiere Lisandra.

 

El alojamiento en Venezuela es una verdadera lotería. Muchos viven en lugares de alta peligrosidad, o apretados en espacios pequeños. Lisandra durmió 15 días en una cama improvisada con tablas en una estación de bomberos de Aroa (Yaracuy), hasta que, gracias a una prima, logró un traslado para Caracas, en la principal guarnición militar del país. “Vivíamos cuatro mujeres en un cuartico con dos literas, un baño y una salita. También había casas de 16 personas”.

 

Si abandonan la misión y piden refugio en EE UU, como han hecho centenares, pierden el dinero depositado en la isla y no pueden volver a Cuba en ocho años.

 

“Desde 2006, unos 8.000 muchachos han llegado a Estados Unidos, la gran mayoría vienen desde Venezuela. Solamente entre finales de 2012 y 2013 salieron de allá unos 3.000 desertores”, asegura Julio César Alfonso, director de la ONG estadounidense Solidaridad Sin Fronteras (SSF).

 

Ese año, Washington aprobó el programa Cuban Medical Parole, que permite al personal cubano “reclutado” por el Gobierno cubano para trabajar o estudiar en un tercer país solicitar un visado humanitario. Pueden optar médicos, enfermeros, paramédicos, fisioterapeutas, técnicos de laboratorio y entrenadores deportivos.

 

Quedarse en Venezuela es una opción difícil para los que no obtienen la visa de EE UU o quienes, pese a las restricciones, han entablado noviazgos clandestinos y tienen parejas venezolanas. No solo enfrentan la presión de los Gobiernos cubano y venezolano —hasta hace un mes les era imposible legalizarse—, sino que les cuesta conseguir empleo.

 

Un técnico casado con una venezolana relata las represalias que sufren quienes abandonan la misión. “El Gobierno cubano, además de robarnos el dinero que tenemos en el banco, ganado con sacrificio, encima nos prohíbe entrar a territorio cubano sin importarles si un familiar enferma o se muere”. Además, agrega, “no podemos ejercer nuestras profesiones porque no hemos revalidado el título”.

 

Lisandra, aunque también se enamoró de un venezolano, huyó a EE UU. Como la mayoría, se fue por la frontera con Colombia, ante el temor de ser detenida en el aeropuerto. “Si descubren algo, te montan en un avión y te mandan para Cuba”. Ya en Bogotá, las autoridades migratorias la deportaron a EE UU. En Caracas temía por su vida. “En Venezuela me sentí casi peor que en Cuba, porque para mí es un régimen muy similar, pero con inseguridad. Me atracaron con pistola en la calle, en el metro… ¿se imagina? ¿Un sistema represor con inseguridad?”, pregunta Lisandra.

 

Cristina Marcano es periodista venezolana, autora junto a Alberto Barrera de la biografía Hugo Chávez sin uniforme: una historia personal.

 

 

El consenso de La Habana

Ibsen Martínez

23 de febrero de 2014

 

El consenso de La Habana postula que las naciones de la región pueden coexistir con un gobierno sistemáticamente violador de los derechos humanos como, con largas pruebas, lo es el actual régimen venezolano. En la hora presente sobra todo llamado del tipo “¡no nos dejen solos!”. Nada debemos esperar los venezolanos de los mandatarios de la región; todo ha de depender de nosotros mismos

 

1 Durante los años noventa cristalizó en el mundo de los organismos multinacionales el llamado “consenso de Washington”: un decálogo de recomendaciones a los países en aprietos económicos que condicionaban el auxilio financiero del FMI, los aportes del Banco Mundial y las provisiones de la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos.

 

Dichas recomendaciones, que los detractores del sistema financiero multilateral dieron en llamar “recetas del Fondo” [monetario], era un conjunto de políticas económicas configurador de un “paquete” estándar de reformas específicas para los países en apuros.

 

Se atribuye esa locución a un economista inglés, John Williamson, quien acuñó el término en 1989, seguramente sin imaginar que, muy pronto, sus tecnocráticas palabras cobrarían en todo el planeta un segundo sentido, más político; un sentido más abiertamente peyorativo, contestatario y denunciador de toda orientación gubernamental encaminada a promover una economía de mercado.

 

Denunciar el consenso de Washington se convirtió en el santo y seña de quienes adversaron (y aún adversan) una bestia negra bautizada como neoliberalismo. Y a quienes propugnasen dichas reformas (disciplina fiscal, flexibilización del mercado laboral, eliminación de barreras proteccionistas, suspensión del financiamiento monetario de los déficits, autonomía de los bancos centrales, etcétera) se les tuvo por fundamentalistas del mercado.

 

2 Si tengo tan presente todo esto del consenso de Washington es porque en el trecho de historia política venezolana que fue de 1989 a, digamos, 1992, en más de una ocasión escribí, con toda la sañuda sorna de era capaz, en contra de quienes, en nuestro país, adelantaron, si bien a trancas y barrancas, esas reformas.

 

Fueron, sin duda, tiempos paradójicos, como ha sido todo tiempo en nuestra América. Una paradoja, y no la menor, consistió en que fuesen precisamente líderes históricos de los populismos colectivistas de centro izquierda, los partidos nacionalistas y estatistas de más abolengo en el continente quienes acometieron, con resultados disímiles, las reformas implicitas en el consenso de Washington.

 

Víctor Paz Estenssoro, por ejemplo, fundador del boliviano Movimiento Nacionalista Revolucionario, quien fuera cuatro veces presidente de aquel país y artífice de la nacionalización de toda su minería en los años cincuenta del siglo pasado, hizo suyo en 1985 el programa neoliberal contra el cual había hecho feroz campaña y lo echó adelante, aun al costo de despedir a más de 35.000 mineros de la estatal del estaño. Pero la adopción de las recetas propugnadas por Milton Friedman logró abatir la hiperinflación más descomunal registrada desde los tiempos de la Alemania de los años veinte e hizo de la boliviana una economía todavía hoy muy saludable.

 

Fue quizá siguiendo el ejemplo de Paz Estenssoro que el otrora populista Carlos Andrés Pérez ensayó, en su segundo gobierno, seguir su ejemplo con los resultados que conocemos. No fueron ellos dos los únicos políticos latinoamericanos de raigambre populista que abrazaron, cada quien a su modo, el consenso de Washington: el proteico y camaleónico peronismo argentino nos dio nada menos que al más arrebolado de los neoliberales suramericanos: Carlos Saul Menem.

 

La otra paradoja, que da pretexto a esta bagatela dominical, tiene que ver con el advenimiento de la democracia a escala continental que, se acepte o no, era un inexcusable requisito, implícito en el consenso de Washigton. Es un hecho que en la década de los noventa, ¡pronto hará un cuarto de siglo!, la democracia logró afianzarse hasta el punto de que, con excepción de Chile y Cuba, todo el continente vivía en democracias, con seguridad imperfectas, pero debatiblemente funcionales.

 

Sin embargo, con enigmática regularidad, cada toma de posesión pacífica de un presidente elegido en libres comicios tenía invariablemente un invitado de honor, una vedette que movilizaba la simpatía de los medios y de la opinion pública: el dictador cubano Fidel Castro.

 

La “coronación” de Carlos Andrés Pérez, en 1989, tuvo como atracción especial al hombre que cinco meses más tarde fusilaría, luego de un juicio amañado, al general Arnaldo Ochoa.

 

Tengo para mí que la presencia de Fidel Castro en las ceremonias de toma de posesión democráticas de los años noventa tiene un recóndito sentido ritual para la resentida tribu latinoamericana, ante el indiscutible éxito de los Estados Unidos como sociedad y como nación. El respeto y la unción reverencial que la Cuba de los Castro suscita en el ánimo de tantos gobernantes latinoamericanos es un síntoma que la polítología, por sí sola, no sabe ni podría explicar.

 

Es un tópico del antinorteamericanismo de nuestro continente, desde los tiempos de José Enrique Rodó y Rubén Darío, hasta los de Rubén Blades, señalar las innúmeras intervenciones militares y el innegable apoyo que Washington dio a golpes derechistas durante todo el siglo XX en nuestro continente. Pero, bien visto esto de la injerencia en asuntos ajenos, sólo la Cuba de los Castro compite con los Estados Unidos en descarado intervencionismo. Desde las guerrillas guevaristas de los años sesenta, pasando por las guerras de Centroamérica, hasta el “protectorado” que hoy padece Venezuela.

 

La cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), sostenida en La Habana a fines de enero pasado, reunió a 29 de los 33 mandatarios de la región. Tan sólo el presidente de Panamá rehusó la invitación, indignado por el apresamiento de un buque norcoreano que intentó pasar armamento cubano de contrabando por el canal panameño.

 

Cito un fragmento del despacho publicado por el diario español El País: “El Gobierno de Raúl Castro no recibió críticas directas de ninguno de los asistentes a la cumbre por el asunto de los derechos humanos en la isla, tal y como sucedió por ejemplo en 1999, cuando los reproches del presidente mexicano Ernesto Zedillo por la situación de las libertades en la isla, terminaron por congelar la especial relación de su país con Cuba.” Añado solamente que, en la declaración final de la cumbre, los mandatarios vecinos obviaron con cruel desparpajo el tema de las libertades a cuya defensa los obliga la Carta Democrática de las OEA.

 

El consenso de La Habana postula que las naciones de la región pueden coexistir con un gobierno sistemáticamente violador de los derechos humanos como, con largas pruebas, lo es el actual régimen venezolano. En la hora presente sobra todo llamado del tipo “¡no nos dejen solos!”. Nada debemos esperar los venezolanos de los mandatarios de la región; todo ha de depender de nosotros mismos.

La “solidaridad” con Cuba y la indecencia política

Haroldo Dilla Alfonso

24 de marzo de 2014

 

El pluralismo y la tolerancia tienen un límite infranqueable en la indecencia

 

Siempre me ha parecido morbosa la relación afectiva que tiene la mayor parte de la izquierda política e intelectual dominicana con el gobierno cubano. Sea por inercia, por afectividad o por compasión, la mayor parte de los(as) “progres” dominicanos han optado por ser cómplices de una situación que no desearían para su propio país. Incluso contra la que han luchado en su propio país.

 

Ello explica, por ejemplo, que conocidos exfuncionarios letrados cubanos —que no es lo mismo que intelectuales— hayan encontrado en esta media isla una excelente oportunidad para desplegar sus vocaciones en instituciones estatales o políticas —los casos del Archivo General de la Nación, la Fundación Juan Bosch o los partidos de la seudoizquierda aliados al PLD— que reciben fondos públicos.

 

Un caso bien conocido es el de Eliades Acosta, un funcionario cubano que tuvo papeles muy destacados en la represión contra intelectuales cubanos, en su país o en terceros, desde sus altas posiciones al frente de la Biblioteca Nacional José Martí o desde una secretaría del Partido Comunista. A su haber, cuenta con la organización de francachelas represivas contra actividades públicas centradas en intelectuales oposicionistas o sobre temas cubanos que no se avenían con las políticas oficiales cubanas.

 

Para hacerlo, Acosta ha utilizado el conocido recurso de las bandas de paleros que se agrupan en algunos llamados “comités de solidaridad con Cuba” y que boicotean agresivamente las actividades programadas. El caso más conocido —no el único— fue su participación en la feria del libro de Guadalajara en 2002. Allí organizó todo tipo de vandalismos contra los intelectuales cubanos críticos al régimen en la Isla, y en particular saboteó un panel en que prominentes figuras intelectuales continentales —como el muy marcado caso del izquierdista inclaudicable Roger Bartra— arrebatando los micrófonos a los ponentes, cerrando las puertas y reteniéndoles por más de media hora entre insultos y amenazas a cargo de grupos de fanáticos.

 

Destituido de todos sus cargos en Cuba, Acosta no ha encontrado mejor consuelo que asentarse en nuestra media isla a la sombra del Archivo para investigar y escribir con verdadero fervor democrático contra la dictadura… de Trujillo.

 

Pero por muy repulsivo que resulte el historial de Eliades Acosta, siempre hay que sospechar en él algún talento que le sirvió para escalar posiciones en el aparato de control y represión intelectual en Cuba. Y por eso, aunque resulta un demérito compartir cualquier escenario con una persona que posee un record de abusos represivos, no es el peor caso. Nuestro dinero público también sirve para pagar a figuras absolutamente execrables, como es el caso muy señalado de Dario Machado, una de las figuras más despreciables y mezquinas del aparato represivo anti-intelectual cubano.

 

Darío Machado nunca ha sido un intelectual, sino a lo sumo un administrador del aparato ideológico, que durante años tuvo a su cargo la única agencia oficial cubana autorizada a hacer encuestas de temas políticos (la llamada Opinión del Pueblo) y desde esa posición se encargó de mentir y desinformar en nombre de la sociología. Y también desde esa posición ejerció una función de comisario político, intimidando a los investigadores y censurando a las investigaciones. En 1996 fue el peón seleccionado para organizar la represión contra el Centro de Estudios sobre América —el mejor centro de investigaciones sociales que ha tenido el país— y contra cada uno de sus investigadores. Lo hizo con saña y absoluta desvergüenza. Tanta que finalmente resultó inservible para los propios represores, y terminó relegado a funciones burocráticas en uno de los aparatos de control ideológico.

 

Pero a pesar de todo ello, Darío Machado tiene un espacio entre nuestros “progres” e izquierdistas. Unos días aparece hablando de la revolución continental con representantes de la seudo-izquierda aliada a la derecha peledeista en la Plaza Bolívar, otro día disertando sobre metodologías teóricas (justo lo que tenazmente desconoce) con los integrantes de La Multitud, y ahora aparece publicado en el boletín del Archivo General de la Nación (enero/abril 2013).

 

Obsérvese que no hablo en contra de que las instituciones dominicanas inviten y traigan a funcionarios o intelectuales cubanos que apoyen al gobierno de la Isla. Lo creo lamentable, pero ello es parte de un juego pluralista. Lo que discuto es que se gaste dinero público amparando a figuras con historiales criminales en la represión de intelectuales cubanos y que se les promueva como intelectuales. Eso no es solidaridad con el pueblo cubano, ni rigurosidad profesional, sino complicidad inmoral.

 

El pluralismo y la tolerancia tienen un límite infranqueable en la indecencia. Nuestros “progres” e izquierdistas en retirada deben aprenderlo.

Estudiar en Cuba:

¿Cuál es la lección para los estudiantes canadienses?

Victoria L. Henderson

9 de septiembre de 2013

 

Puntos de vista disidentes en un programa de estudio popular en el extranjero

 

En pocas semanas, los estudiantes de una de las universidades más antiguas, élite de Canadá, serán invitados a inscribirse para un viaje de estudios a Cuba. El curso ofrecido por la Universidad de Queen desde 2001, lanzado por primera vez como Ética del Desarrollo, luego cancelado y sometido a una revisión administrativa para ser cambiado de nombre al de Sociedad y Cultura Cubana en 2008.

 

Hace diez años, formé parte de la delegación de Queen; al llegar a la Habana, poco después de que el gobierno cubano encarceló a 75 disidentes políticos y ejecutó sumariamente a tres de ocho hombres que habían secuestrado un transbordador de pasajeros en un fracasado intento de escapar de la isla.

 

Al estar en Cuba para estudiar la ética del desarrollo, la Primavera Negra de 2003 —podría decirse— resultaba precisa como tema de estudio, una oportunidad no sólo para discutir las acciones de Cuba sino también para pensar en términos más generales sobre los mecanismos legales, retóricos, y analíticos para calificar a ciertos individuos como “terroristas,” lo que escucharíamos de Fidel Castro al describir a los secuestradores y disidentes en su discurso del Día del Trabajo ese año.

 

Hubo impulso para este tipo de investigación, ya que se formularon preguntas similares en el contexto de la guerra estadounidense contra el terrorismo.

 

Pero la República de Cuba, parece estar sostenida por un estándar diferente -de al menos, como los llama Paul Hollander: peregrinos políticos, intelectuales comprometidos en un abrazo incondicional con el socialismo- hasta en sus momentos más opresivos.

 

Mientras los eventos de la Primavera Negra provocaron la condena de varios intelectuales prominentes —quienes alguna vez estuvieron alineados con el régimen cubano— (incluso José Saramago, Eduardo Galeano, Susan Sontag, entre otros), la profesora de la Universidad de Queen que encabezaba nuestra delegación, Susan Babbitt, acusó a “los ex-amigos de Cuba” de “confiar incuestionablemente en información parcial y falsa.” Para Babbitt, lo que estaba en cuestión en la Primavera Negra de Cuba no era el uso (o el abuso) de la pena de muerte, sino el tema acerca del “derecho a existir en Cuba.” Esta también era la posición de la Red Canadiense en Cuba, algunos miembros de la misma, acompañaron a la delegación de Queen.

 

Pero la pena de muerte era el problema para el difunto Lucius Walker, un ministro bautista afroamericano, fundador de Pastores para la Paz, quien hizo uso de la palabra en la Plaza de la Revolución de La Habana antes de que Castro se dirija a la gente el Día del Trabajo. Walker instó a los líderes cubanos a abolir la pena de muerte, que, después de haber sido abrogada en 1940, fue reintroducida, ampliada, y celebrada por el régimen revolucionario de Cuba como una herramienta legítima para “liquidar a los terroristas.”

 

La réplica de Castro a Walker demostró que las habilidades en oratoria dan como resultado el ganar un lugar en la historia de la política. El líder cubano explicó a la muchedumbre que la preocupación de Walker por la pena de muerte se debe entender en el contexto del sistema judicial estadounidense, que desproporcionadamente ejecuta a afroamericanos e hispanos, muchos de ellos inocentes de cualquier delito.

 

Por el contrario, continuó Castro, la ejecución de los secuestradores del transbordador de Baraguá fue en “legítima defensa” del gobierno revolucionario contra las acciones terroristas de mercenarios apoyados por los Estados Unidos. Los secuestradores –quienes en su totalidad eran negros y que uno había participado en la intervención militar cubana en Angola en los años 1970 (irónicamente, considerada la razón de su ejecución)– fueron arrestados, procesados y ejecutados en seis días, a pesar de que ninguno de los pasajeros del transbordador resultó herido.

 

Las ejecuciones sumarias estaban muy lejos de la justicia aclamada por Castro en el juicio seguido en su contra por el ataque contra el cuartel del ejército de Moncada en 1953. El entonces joven revolucionario se quejó de la rapidez con la cual la fiscalía presentó su caso, diciendo que “Dos minutos me parece muy poco tiempo para pedir y justificar que un hombre se pase a la sombra más de un cuarto de siglo.”

 

Cincuenta años después, Castro no tuvo problemas con el hecho de que los secuestradores tuvieran sólo 15 minutos para hablar con los abogados  -asignados por el Estado- antes de enfrentarse a juicio en un caso de pena de muerte.

 

Durante la década desde la Primavera Negra, han habido una serie de cambios en Cuba, así como en el programa de estudio de campo ofrecido a través de la Universidad de Queen. El curso ahora incluye algunos pasos (más de 1.000 páginas de lectura obligatoria) de o sobre disidentes seleccionados, entre ellos Oswaldo Payá. Pero, el material necesita ser actualizado para reflejar el hecho de que Payá ahora está muerto. Un juicio pendiente alega que fue asesinado por el régimen de Castro.

 

Además, dado que ninguno de los índices de los dos libros requeridos para el curso posee la entrada “presos de conciencia,” los estudiantes deben saber que la detención de los críticos del gobierno de Cuba está en alza, 6.602 casos de detenciones reportados en 2012 frente a 4.123 en 2011 y 2.074 en 2010.

 

Entre los detalles del manual del curso se ofrecen consejos sobre dónde encontrar “bonitos souvenirs”, como camisetas de Ernesto (Che) Guevara. Las camisetas son representativas del mercado turístico cubano; pero, promover la imagen de un individuo que abogó por la necesidad de cultivar el odio por el enemigo para convertirse en una “máquina de matar eficaz, violenta, selectiva, y fría” es inconsistente con el stand más publicitado de Queen contra la incitación al odio.

 

Como una nueva generación de estudiantes de la Universidad de Queen es invitada a participar en el programa de estudio de campo de Cuba, muchas de las cuestiones planteadas por los acontecimientos de la Primavera Negra se mantienen, sin dejar de lado aquellos acerca de la construcción política del terrorista, o —como han llamado recientemente a la bloguera disidente Yoani Sánchez— la traidora y estar en contra de Cuba. Tal retórica permite que el gobierno cubano argumente como Fidel Castro lo hizo ese primero de mayo hace diez años, que no hay ningún problema “entre cubanos”; sólo hay un problema “entre la gente de Cuba y el gobierno de los Estados Unidos.”

 

Lo más destacable y molesto es la tercera opción: hay un problema entre el gobierno de Cuba y la gente a la que dice representar, pero estratégicamente los descarta. Los alumnos pueden no ser capaces de resolver el problema. Pero tampoco deben ser cómplices ocultándolo.

 

Traducido por Melania Osorio De La Torre.

 

 

Semántica y el uso del lenguaje

El doble rasero

de la ‘izquierda’ adocenada panameña*

Manuel Castro Rodríguez

27 de septiembre de 2010

 

José Martí considera los derechos del ser humano como la esencia misma de su existencia. Expresa: “Me parece que me matan un hijo cada vez que privan a un hombre del derecho a pensar”. La defensa del “respeto a la libertad y al pensamiento ajenos” constituye una parte tan esencial de su ideario político que la llama “mi fanatismo”. Dice: “Si muero o me matan, será por eso”.

 

El 5 de febrero de 2009 el sacerdote José Conrado Rodríguez le dirigió una carta abierta a Raúl Castro en la que le expresa: “en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades”.

 

Hasta un defensor del castrismo como Ignacio Ramonet reconoce que “los informes anuales de la organización Amnistía Internacional critican la actividad de las autoridades en materia de libertades (libertad de expresión, libertad de opinión, libertades políticas) y recuerdan que en Cuba, hay decenas de ‘prisioneros de opinión’. Sea cual fuese el motivo, se trata de una situación que no se justifica”.

 

La izquierda es conocida por sus luchas destinadas a lograr una sociedad más justa, donde se satisfagan plenamente los derechos sociales básicos -alimentación, salud, educación, vivienda y empleo-, y se elimine todo tipo de discriminación. Soy de izquierda por convicción y martiano de corazón.

 

El comportamiento de algunos que se definen como izquierdistas es la antítesis del pensamiento socialista emancipador. La ‘izquierda’ adocenada panameña es un ejemplo de ello: Cuando ya sólo los estalinistas defienden al castrismo, esta ‘izquierda’ continúa mostrándose ciega, sorda y muda ante sus múltiples crímenes, y prosigue apoyándolo incondicionalmente.

 

Me sorprendió que Javier Viquez –uno de los más cercanos colaboradores políticos del profesor Juan Jované-, realizara una apología del castrismo, por lo que emplacé cara a cara a Jované, quien evadió definirse al respecto y no ha tenido la entereza de enfrentarse al debate público al que lo he invitado en innumerables ocasiones.

 

La ‘izquierda’ adocenada panameña tiene un doble rasero: con razón repudia la tiranía de Pinochet -duró diecisiete años y produjo tres mil víctimas, entre muertos y desaparecidos-, pero apoya a la tiranía cubana que ya triplicó a la chilena. Al tiranizar a Cuba por más de 51 años y con más de diez mil seiscientas muertes documentadas, el castrismo ha superado con creces al criminal Pinochet. Además de violarle al pueblo cubano los derechos consagrados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el castrismo le niega los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales inalienables a todo ciudadano.

 

La ‘izquierda’ adocenada panameña se ha hecho acreedora a la profecía de Isaías: “Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo”.


* Este artículo fue publicado el 27 de septiembre de 2010 en el diario El Panamá América, pero desapareció de la edición online

Carta abierta a Camila Vallejo

Ismael de Diego

6 de abril de 2012

 

Camila:

 

Usted es portavoz de un grupo grande de personas que confían en su integridad y tiene con ellos una enorme responsabilidad, el de haber contraído un compromiso con la verdad y la transparencia. En nombre de esos jóvenes que representa y ya que usted sí goza del privilegio de expresar su opinión libremente, le suplico que se informe con objetividad.

 

Los coches lanza agua, los gases lacrimógenos y demás maquinaria represiva a las que usted está acostumbrada, no son la única forma de represión que existe. En Cuba se aplican otros métodos, en gran medida porque no va dirigida a una muchedumbre que se manifiesta en plena calle y que además responde con violencia, quizás justificada, ante la agresión. Aquí la represión va dirigida principalmente a grupos defensores de los derechos humanos, periodistas independientes, activistas políticos, blogueros, artistas e intelectuales, todas personas de ideas, de ideas incómodas para el sistema, pero de ideas. Personas pacíficas que, hasta la fecha, no han realizado ningún acto público que se asemeje a lo que usted ha experimentado, entre otras cosas, porque no tienen ese derecho. Y es ese, el acto de manifestarse a plenitud en las calles, el mayor temor que mueve al sistema represivo en mi país. Estas personas de las que le hablo son acusadas, en su mayoría, de servir a los intereses de los Estados Unidos. Constituye este el gran argumento acusatorio que esgrime nuestro gobierno y de esa manera se atribuye el derecho de, y le ruego  no se  aburra: intervenir los teléfonos, escuchar llamadas y suspender el servicio de móviles y líneas privadas a su antojo; perseguir hasta la demencia, con agentes uniformados y vestidos de civil, todos los movimientos de su vida privada y pública; intervenir el correo electrónico, regular todo contacto con extranjeros dentro y fuera de Cuba; detener a menudo a la fuerza, encerrar sin acusación por días enteros, en muchos casos sin informar a los familiares; coordinar y alentar turbas civiles para agredir, física y verbalmente a personas violando los más elementales derechos humanos. Así funciona la represión en Cuba.

 

Todas estas medidas fueron aplicadas en un día, aproximadamente a unas 300 personas durante la visita del Papa Benedicto XVI, acusadas de agitación sin ninguna evidencia. Lo sé de primera mano porque fui uno más de los secuestrados por las autoridades, que desde hace un tiempo atrás me vienen aplicando este tipo de acoso enfermizo. Soy cineasta y mi único delito ha sido ser radicalmente honesto en mis principios y criterios e intentar realizar un documental sobre el grupo de punk contestatario Porno para Ricardo. Eso ha sido suficiente crimen para que se me persiga y se me hostigue hasta el punto del secuestro, y recibir amenazas de privación de libertad por parte de oficiales de la Seguridad del Estado durante mi detención. Como era de esperarse, también fui acusado de actuar en nombre de los intereses de los Estados Unidos, cosa que reto públicamente a demostrar.

 

Le recuerdo que la organización de jóvenes comunistas de Cuba, por la que usted ha sido invitada a nuestro país, no es una organización independiente como la suya. Al contrario, es una organización creada por el gobierno cubano para representar sus intereses y también, como es de esperarse, las organizaciones estudiantiles comunistas, son las únicas que tiene permiso para existir en Cuba. Así mismo ocurre con todas las organizaciones sociales que gozan el reconocimiento del Estado, sean obreras, campesinas, tanto intelectuales y culturales como regionales y comunitarias, todas creadas por el Partido Comunista y todas de carácter excluyente. Cuando escucha en sus debates, sus opiniones y visiones, críticas sobre nuestra realidad, en verdad está escuchando la opinión del Partido Comunista, opiniones y críticas permitidas y complacientes. Si quiere objetividad, ahí no la va a encontrar.

 

Espero que comparta la sospecha conmigo de lo extraño que resulta que en toda Cuba no exista un solo movimiento popular que discrepe, aunque sea en un par de aspectos, abiertamente  del gobierno. Ni un grupo estudiantil, de trabajadores de ningún sector de la economía, ni de intelectuales y artistas. De campesinos y obreros, representantes de comunidades, líderes  religiosos. De madres indignadas, despedidos en masa, pensionados miserables, ni siquiera de clientes insatisfechos. No ha existido un solo grupo con reclamos auténticos en 53 años de proceso “revolucionario”, cero manifestaciones legítimas en más de medio siglo, y casi ninguna persona suficientemente elevada moral y éticamente para cuestionar al gobierno. Y eso es muy raro, al menos para el género humano, tan exigente e inconforme por naturaleza. Las únicas excepciones a esta regla, aquellos que sí han luchado por las injusticias reales de este sistema, han sido, invariablemente acusadas de colaborar, actuar en su nombre, de ser asalariados de los Estados Unidos y desacreditados públicamente y con saña en los medios masivos, todos por cierto propiedad del gobierno. Créame que es imposible tanta coincidencia, particularmente en un país donde se viven tantas carencias de todo tipo, tanto de libertades personales, como económicas y espirituales. Algún reclamo auténtico debe haber.

 

Las demandas que se hacen desde el delicado margen de la disidencia no son aspectos que tocan a un solo sector social sino a todos los cubanos. Y hablan de la libertad de viajar fuera de nuestro país sin requerir un permiso especial por parte del gobierno. De permanecer en el extranjero más de 11 meses sin caer en la categoría de “quedado” y perder nuestra nacionalidad y nuestras propiedades. De tener libre acceso a internet y gozar, a la par del gobierno, del acceso a la información noticiosa de nuestra preferencia. Del derecho a la privacidad y a la participación social en todos los niveles sin condicionantes ideológicas. De poder asociarnos y tener una opinión política abierta, sea la que sea, y de que no se encarcele a nadie por su pensamiento. Podría seguir, pero pretendo ser breve. Como ve, no son nimiedades, son todos derechos fundamentales del ser humano y que no dudo, usted y los jóvenes de su país, sí disfrutan.

 

Le recuerdo también que detrás del rostro amable y preocupado de la Revolución Cubana, se esconde una dictadura militar en su más estricta definición. La resistencia durante las sangrientas dictaduras del pueblo chileno y argentino han sido y son un ejemplo para todos los cubanos, de lucha, de integridad y de valor ante la injusticia. Los atropellos de los que somos víctimas actualmente en Cuba, también ocurrieron en su país y son considerados una abominación y condenados en estos días de democracia por muchos sectores, precisamente por haberlos sufrido en carne propia. Justificarlos sería muy irresponsable. Todos conocemos los horrores a los que fueron sometidos estos pueblos en las décadas de los 70 y 80, pero muy poco se conoce en el mundo el historial represivo de esta “Revolución” que persiguió a los religiosos de todas las creencias, se ensañó con furia con los homosexuales hasta llegar a excluirlos de sus ocupaciones, golpearlos y encarcelarlos. Persiguió a todo aquel que escuchara una música extraña o tuviera gustos no comprendidos por el esquema de la época, acusados de “diversionismo ideológico”. Recogió, encarceló, procesó y deportó a sus provincias de origen a miles de cubanos por el infame delito de visitar la capital de su país. Miles fueron despojados de su vida en purgas colectivas acusados de cualquier cargo de moda donde usted podía ser culpable de tener “una risa pequeño burguesa”, “una conducta impropia” o un “pariente quedado” y así ha sido desde los primeros años este proceso revolucionario, cuando fue respaldado por miles de cubanos llenos de esperanzas, que se fueron diluyendo entre torpezas y decisiones arbitrarias.

 

Aún existe una fascinación incondicional por la Revolución Cubana en Latinoamérica, en gran medida por el desconocimiento de nuestra realidad, gracias a que los medios de denuncia han sido eficientemente silenciados a lo largo de todos estos años, tal vez por la generosa actitud con la que se muestra hacia fuera el gobierno de Cuba. He notado la tendencia a idealizar nuestro sistema, quizás porque durante los años que ustedes vivieron bajo la represión fueron perseguidos por ideas que parecían materializarse aquí, creando tal vez una ilusión romántica de justicia. Pero sepa también que esta dictadura encuentra crédito y se justifica con esas complicidades ante su pueblo, y es certificado de credibilidad la inocencia ciega con la que muchos apoyan a este gobierno, sin cuestionamientos esenciales, sin que prime la verdad.

 

Así que le pido, no se deje engatusar por las caras sonrientes y pregunte. Pregunte por la UMAP, por la parametración, por los “actos de repudio” de ayer y por los de hoy, por las brigadas de acción rápida y la condición abiertamente declarada de “vigilantes” de los CDR y sus siniestras “verificaciones”, con menos glamour televisivo pero con igual costo humano. Y ya que quizás a usted sí le den alguna respuesta, pregunte por favor, por el hombre desesperado que gritó solo, no en una manifestación, sino solo, un par de opiniones en la misa que ofició el Papa en Santiago de Cuba y que fue golpeado a puños limpios, no con agua, desaparecido y hasta el sol de hoy nadie sabe dónde está. Y cuando tenga algunas respuestas, acudiendo a su criterio, pregúntese, por mí y por los millones de cubanos que queremos saber, si las cosas no podían haber sido de otro modo.

 

Ismael de Diego

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.