Santería oficialista

Luis Cino

30 de mayo de 2013

 

Hace unos días, el vicepresidente Miguel Díaz-Canel visitó el palacete en el Paseo del Prado donde radica la Asociación Cultural Yoruba. Reunido con los representantes de los Consejos de Babalaos Mayores, el número dos del gobierno les dijo: “Ustedes han sido muy fieles a la revolución”.

 

Nadie lo duda. No hacía falta que lo dijese el vice. Solo hay que ver las letras del año de la santería oficialista, apaciguadoras y en sintonía con los Lineamientos del Partido Comunista, bien distintas de las de la santería real que emiten los babalaos de la vieja casona de La Víbora.

 

La santería también es un arma de la revolución. Y uno de sus negocios. Los babalaos oficialistas, además de rogar a los orishas por la salud de Fidel Castro, con cantos en lengua y toques de tambores, recaudan bastantes dólares y euros para las arcas del régimen.


Cada vez son más los extranjeros que vienen para hacer iyabó en Cuba, sin reparar en los gastos. Hacer santo en Cuba puede costar a un extranjero entre 900 y 4 mil dólares. El precio depende del orisha escogido (Elegguá, por ejemplo, cuesta el doble que cualquier otro santo), de la fama del babalao y de la urgencia del cliente.

 

En Cuba resulta más caro hacerse iyabó, pero en el mundo prefieren la Regla de Ocha de La Habana que la macumba brasileña, y los sacerdotes de Ifá cubanos que los de Nigeria, la cuna de la religión yoruba. No sólo por el aché más fuerte que pregona la Asociación Cultural Yoruba, siempre atenta al marketing místico-folklórico, sino también porque en La Habana ocupada por la Policía Nacional Revolucionaria hay más protección para los visitantes foráneos que en Lagos o Bahía.

 

Otra ventaja es que en Cuba no hay limitaciones en cuanto a la matanza de animales para alimentar con sangre los santos y las prendas.  

 

Durante la reunión con Díaz- Canel, el presidente de la santería oficialista, Antonio Castañeda, afirmó que la Asociación cuenta con más de 30 mil miembros, de ellos 5 mil en el exterior.


Hace solo unos años eran mil 169 los asociados extranjeros. O sea, se ha más que duplicado la cifra de ahijados “yumas” vestidos de blanco, con collares (generalmente traídos de Miami para ser “curralados” en Cuba) y guerreros, que pagan bien, saludan a los orishas, chapurrean “maferefún, padrino” y adicionalmente, propagandizan por el mundo las bondades del castrismo.

 

Así, gracias a los negocios de los babalaos y babalochas de utilería de la Asociación Cultural Yoruba, los turistas extranjeros se están llevando de Cuba, además de los tabacos, las obras de arte, las langostas, el son, las cotorras y la crema y nata de las jineteras y los pingueros, también el aché. Quiero decir, el poco que debe quedar, si es que queda alguno porque dicen los que saben –y no hay por qué dudarlo- que cada vez estamos más ossobbo y con más muertos oscuros a rastras.

 

luicino2012@gmail.com

Seleccione idioma

José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.