CONTROLAR LA VIDA DE LOS OTROS

Cómo la NSA puede acceder a sus datos

Thiago Ferrer Morini

21 de octubre de 2013

 

Cuantos más detalles se saben de los programas secretos de la NSA, más se amplía el alcance del espionaje

 

España, bajo el ojo del espionaje de Estados Unidos

ESPECIAL El escándalo del ciberespionaje

 

Conforme van conociéndose cada vez más detalles de los programas de espionaje de EE UU y Reino Unido, se revela hasta qué punto la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés) y el Cuartel General de Comunicaciones (GCHQ) británico tienen acceso a las comunicaciones telefónicas y de datos globales y hasta qué punto pueden obtener información de ellas.

 

En una entrevista a The Guardian, al revelarse los primeros detalles del sistema, el exanalista de la NSA, Edward Snowden afirmó: “Ustedes no pueden ni imaginarse de lo que es posible hacer. Es espantoso hasta dónde llega su capacidad de actuar. Podemos intervenir ordenadores y, en cuanto alguien entra en la red, identificar desde qué ordenador entra”.

 

Hay dos formas por las que la inteligencia estadounidense obtiene datos. La primera de ellas, Prisma, salió a la luz el pasado 7 de junio. Según la documentación revelada por Edward Snowden, grandes empresas de comunicación (Google, Facebook, Microsoft, Yahoo!, YouTube, Apple, etc…), habrían ofrecido a los servicios secretos de EE UU una “puerta trasera” a sus servidores para que estos obtuvieran datos personales de sus usuarios. Washington, a cambio, cubría los gastos de la operación. Jueces especiales, en juicios secretos, han dado autorización para llevar a cabo estas interceptaciones. La documentación publicada sobre Prisma dejaba claro que los datos obtenidos a través de la interceptación de servidores era solo parte de la captación de información.

 

El 28 de septiembre, el The New York Times afirmó que, desde 2010, la NSA estaba utilizando estos datos para elaborar perfiles individuales y gráficos complejos en los que señalaban las interrelaciones entre distintos usuarios de redes sociales.

 

La segunda forma de obtener datos se reveló el 10 de julio, cuando The Washington Post reveló que los agentes de la NSA han tenido la capacidad de obtener datos no solo a través del sistema revelado por Snowden sino también directamente de las líneas telefónicas y de fibra óptica, un sistema con numerosos nombres en clave. En una diapositiva a los agentes, se recomendaba “usar ambos métodos”.

 

Los analistas no creían que la NSA fuese capaz de procesar la inmensa cantidad de datos que circulan cada segundo por las redes globales. Pero el 31 de julio, The Guardian publicaba otra batería de diapositivas sobre un sistema llamado XKeyscore. Ese mecanismo, utilizando metadatos —quién, cuándo y dónde accede alguien a una cuenta o a quién envía un mensaje— extrae, filtra y clasifica la información que cualquier usuario ponga en correos electrónicos y conversaciones digitales, así como los historiales de los navegadores de internet. Enormes cantidades de datos podrían así ser filtradas, por nombre, número de teléfono o, incluso, por el idioma utilizado en la navegación o en la conversación. Las revelaciones del diario británico también señalaba que la NSA utilizaba ese sistema para clasificar datos por su “nivel de interés”: los datos “interesantes” podrían permanecer en los servidores hasta cinco años, mientras que el “ruido” se descartaba en menos 24 horas.

 

Quedaba saber como los servicios de inteligencia son capaces de descifrar la gran cantidad de información que circula cifrada por la red. El 5 de septiembre, Glenn Greenwald firmaba otro reportaje afirmando que tanto la NSA como la GCHQ gastan 250 millones de dólares (182 millones de euros) al año en sendos programas para romper los sistemas de cifrado. Las revelaciones, publicadas en The Guardian, The New York Times y ProPublica, señalan que la inteligencia estadounidense, además de utilizar la llamada “fuerza bruta” —servidores que analizan cada clave posible hasta encontrar la correcta— también ha robado contraseñas y negociado con empresas informáticas para facilitar el acceso de la NSA a la tecnología de cifrado, lo que ha permitido a los servicios de inteligencia acceder por “puertas traseras” a datos que hasta ahora los usuarios consideraban seguros.

 

La documentación revelada por Snowden a cuentagotas dejó claro que el alcance de este espionaje no se ha limitado a EE UU, sino que tiene una escala global. Francia, Bélgica, Brasil, México y Venezuela están entre los países vigilados. Y no han sido solo los Gobiernos: instituciones internacionales como la Comisión Europea y empresas como la brasileña Petrobrás, además de ciudadanos corrientes, han estado bajo el punto de mira de los espionajes estadounidense y británico. Según Snowden, solo cuatro países están expresamente fuera de los límites del espionaje estadounidense: Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, sus socios en el llamado grupo de los Cinco Ojos.

 

EE UU y Reino Unido no han hecho demasiados esfuerzos para desmentir la existencia de todos estos programas. Por el contrario, han acusado a Snowden, y a los periodistas que han publicado sus revelaciones, del delito universalmente utilizado en estos temas sensibles: dañar la seguridad nacional. Y, es más, han insistido en que toda la información obtenida ha servido para lo que considera su objetivo número uno: salvaguardar a estos países de un nuevo atentado terrorista.

 

 

 

La nueva poesía del espionaje

Ernesto Hernández Busto

14 de agosto de 2013

 

Antes sabían lo que buscaban y necesitaban medidas excepcionales para violar la privacidad. Hoy, la cibervigilancia ha convertido la intimidad en un conjunto de datos que facilitan nuestras prótesis electrónicas

 

En un ensayo sobre el discípulo de Ezra Pound y oscuro funcionario de la CIA James Jesus Angleton, Eliot Weinberger, tras notar la curiosa tendencia norteamericana a reclutar espías entre aspirantes a poeta graduados de las facultades de Inglés en las universidades de la Ivy League, nos regala la idea de un libro todavía no escrito sobre “poesía y espionaje”. “Un espía”, dice, “debe averiguar dónde está la mejor información, hacerse de ella sin que lo descubran y lograr transmitirla”. Desde Chaucer hasta Basil Bunting, al menos, los bardos han tenido facilidad para esas tareas, tal vez porque, como pensaba Angleton, un poeta es alguien con sensibilidad especial para la ambigüedad y los sentidos ocultos, casi siempre convencido, además, de servir a unos grandes poderes demasiado imprecisos.

 

He recordado estos días el sugerente ensayo de Weinberger a propósito del caso Snowden. Resulta bastante obvio que en los últimos años el debate sobre el “uso liberador” de las nuevas tecnologías ha dejado lugar a otro sobre el uso gubernamental de la cibervigilancia y los límites de lo privado en la era digital. Y junto a ese desplazamiento de nuestro interés, empieza a filtrarse un nuevo tipo de cinismo: aquel que acepta la decadencia de la privacidad como algo inevitable, el precio a pagar en esta época de nuevos retos a la seguridad y amenazas globales.

 

Después de Edward Snowden, y sea cual sea el juicio que su actitud nos merezca, tenemos ya evidencias de un pacto inaceptable entre poderes públicos y compañías privadas, una peligrosa componenda entre los gobiernos democráticos y las principales empresas tecnológicas a las que llevamos años usando como mediadoras de nuestra intimidad. Pero tal vez no nos damos cuenta de hasta qué punto el funcionamiento de esta nueva entente, bajo nombres tan poco imaginativos como PRISM o UPSTREAM, representa la mutilación de algunos criterios fundamentales que en el pasado sirvieron para afirmar al individuo frente a la doble lógica del mercado o el Estado.

 

Tenemos ya evidencias de un pacto inaceptable entre poderes públicos y compañías privadas

 

Tras el escándalo suscitado por las declaraciones de Snowden, el analista Evgeni Morozov dejó caer un tuit tan socarrón como revelador: “Estoy espantado de que la Administración de Obama no esté haciendo ningún esfuerzo para que los datos de la NSA sean compatibles con el open government”. El azote de la política norteamericana con respecto a internet y las nuevas tecnologías se burlaba de una evidente contradicción entre las dos grandes pasiones del Gobierno demócrata: por una parte, la confianza casi ilimitada en las nuevas herramientas y su capacidad para facilitar políticas públicas más transparentes; por otra, el papel de implacable censor de información que esa misma Administración ha jugado en los casos de Wikileaks y Snowden.

 

En lo que tal vez sea su mejor ensayo hasta el momento, The price of hypocresy, Morozov analizaba hace poco la nueva economía política del “consumismo de información”, una suerte de tendencia contemporánea que unifica la lógica de mercado con el adocenado optimismo presente a todos los niveles gubernamentales de nuestra época: Big Data ha terminado siendo la manera en que el mercado negocia con la información al margen de cualquier consideración moral, y esto también tiene su traducción política. Con la excusa de garantizar nuestra seguridad, el Estado adopta los métodos más sofisticados de una nueva lógica de mercado donde la información personal es una mercancía más. Ambas instancias están dotadas con tecnología punta y mientras el primero tiene la capacidad casi ilimitada de espiarnos, la segunda trata de seducirnos con una amplia variedad de gadgets concebidos para recopilar información a todos los niveles y proponernos constantemente una nueva idea de nosotros mismos. Una idea reduccionista de nosotros que ni nosotros mismos imaginamos.

 

El ensayo de Morozov venía precedido de un par de fotos elocuentes del general Keith Alexander, director de la agencia de Seguridad Nacional de EEUU: una con uniforme de gala, y otra, durante Defcon 2012, un encuentro de hackers, vistiendo una camiseta de la Electronic Frontier Foundation. Los nuevos espías no se reclutan ya, al parecer, entre aspirantes a poeta, sino entre jóvenes apasionados por las nuevas tecnologías.

 

La figura misma del espía parece haber sido sustituida por la del “analista” o selector. Se da menos importancia a localizar la mejor información o interpretar las acciones de un sospechoso sin hacerse notar, que a hacer acopio y decantar a distancia una inmensa cantidad de datos y metadatos cotidianos, limitando el riesgo y los rejuegos de ambigüedad que caracterizaron al espionaje en los siglos precedentes. El nuevo espía ya no tiene mucho que ver con un atento lector de poesía, sensible a las sutilezas del lenguaje, o con un estudioso del New Criticism, familiarizado con los “siete tipos de ambigüedad” definidos por William Empson, sino que es más bien el encargado de hacer un retrato robot del sospechoso utilizando la mayor cantidad de metadatos que pueda conseguir.

 

El Estado adopta la nueva lógica del mercado, donde la información personal es una mercancía más

 

Algunos liberales de la vieja escuela han acusado a Obama y su Gobierno de incurrir en los mismos pecados que Nixon. Se equivocan: la realidad es bastante peor. En la época de Watergate, los espías sabían exactamente lo que buscaban, y la violación gubernamental de la privacidad operaba desde la antigua noción de medidas excepcionales para casos extraordinarios, al margen del statu quo. Con esa legislación, los culpables directos e indirectos de la intrusión podían ser enjuiciados. Todo eso ahora pertenece al pasado.

 

Cuando en 1978 Susan Sontag incluyó la nota titulada Debriefing, en su novela, Yo, etcétera (“Aprender que el Gobierno, usando información que por ley requiere ser grabada y almacenada indefinidamente en bancos, la compañía telefónica, las líneas aéreas, las compañías de crédito —pueden saber ahora más de mí (de mi vida social, en cualquier caso) de lo que sé yo misma”) seguramente no podía imaginar que cuatro décadas después disculparíamos esas intrusiones como algo obvio, casi banal.

 

Fue un espectáculo lamentable oír al presidente Obama decir que la información sobre llamadas telefónicas recopilada por la NSA era “solo metadatos” y “no incluía el contenido” de ninguna llamada. El uso indiscriminado del espionaje a partir de una ingente cantidad de esos llamados metadatos no solo resulta más invasivo que cualquier otro método de vigilancia, sino que reduce notablemente la idea misma de lo privado, recreándola para uso policial.

 

Es como si, para seguir con la metáfora que hemos usado antes, un poeta pretendiera hacer poesía ya no con las palabras cotidianas, elegidas y colocadas en cierto orden para crear determinados efectos y connotaciones, sino que prefiriese un conjunto heteróclito de signos literales y forzara con ellos una búsqueda semántica de la misma manera que proceden los nuevos algoritmos de Google: a partir de un proceso, más o menos complejo, de desambiguación. El resultado, sin embargo, no garantiza la precisión prometida por los defensores de estos métodos, como tampoco las nuevas búsquedas semánticas garantizan un mejor procesamiento conceptual de la información humana. Con respecto al funcionamiento democrático, hay un peligro fundamental en ese punto en que el Gobierno, como decía Sontag, sabe más de uno que lo que puede recordar uno mismo.

 

Se trata menos de la nostalgia por aquellos espías de la era de Kim Philby y el Círculo de Cambridge, como de una queja sobre los presupuestos a los que el Estado ha reducido la idea de intimidad, y la banalización definitiva de la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Para los nuevos espías, como para esas compañías que se ocupan de recopilar cada día nuestras huellas en la Red y ofrecernos una monótona carta de sugerencias precocinadas, la intimidad, lo privado, es un conjunto manipulable de datos obtenidos a través de nuestras prótesis electrónicas. Ese es el verdadero peligro de aceptar como inevitable una vigilancia rutinaria, que llegará el momento en que a fuerza de creernos poco interesantes acabemos por serlo.

Inaceptable y condenable el espionaje masivo

realizado por el Gobierno de Estados Unidos

Manuel Castro Rodríguez

12 de julio de 2013

 

Estados Unidos reclama la extradición de Edward Snowden –experto en informática empleado de Booz Allen Hamilton, una empresa privada que trabaja para la Agencia Nacional de Seguridad-, para que pueda hacer frente en su país a los cargos que se le imputan por revelar informaciones sobre la red de espionaje norteamericana con alcance mundial.

 

Según Snowden, entidades de inteligencia de Estados Unidos recopilaron millones de registros de llamadas y controlaron información de internet, con la ayuda del Reino Unido. “Podemos instalar micrófonos en máquinas. Una vez entro en la red, puedo identificar tu máquina. Hagas lo que hagas en términos de protección, nunca volverás a estar seguro”, le dijo Snowden al diario británico The Guardian, al explicar este programa de ciberespionaje. “Sentado desde mi escritorio podía grabar a cualquier persona, a ti o tu contador, a un juez federal o incluso al presidente, si tenía un correo personal”, declaró Snowden.

 

Los datos técnicos entregados por Snowden a The Guardian son de 2008, por lo que son obsoletos, ya que cinco años es mucho tiempo en el campo informático. Entonces, ¿por qué insiste tanto Estados Unidos para que Rusia le entregue a Snowden? ¿Será para que la dura sanción a que sería condenado haga desistir a potenciales nuevos Snowden?

 

Es inaceptable el espionaje masivo realizado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), porque es un ataque a las libertades individuales. Edward Snowden -de 29 años de edad- le ha abierto los ojos al mundo sobre el espionaje masivo al que es sometido por EEUU. Snowden declaró que él no quería vivir en una sociedad que hace ese tipo de cosas; explicó sus motivos y por qué él nunca tuvo la intención de permanecer en las sombras.


Véase el vídeo haciendo clic aquí

 

Los hermanos Fidel y Raúl Castro

controlan la vida de los ciudadanos

Manuel Castro Rodríguez

 

Con todo lo condenable que es el espionaje masivo realizado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), los que hemos vivido bajo un régimen totalitario podemos dar fe que no es comparable el espionaje denunciado por Snowden con lo que se padeció en la Alemania nazi, la Unión Soviética y la Alemania comunista, y se continúa sufriendo en Corea del Norte y Cuba.

 

La literatura de la premio Nobel de Literatura Herta Müller es un recuento de la opresión totalitaria vivida durante los últimos años de la Rumania comunista. Müller vivió treinta y cuatro años bajo un régimen totalitario, lo cual es imposible de olvidar; se lo dice uno que vivió durante cuarenta y un años en la Cuba de Fidel Castro, el GULAG de Occidente.

 

En un régimen totalitario el temor es permanente en la vida de cada persona, el saberse vigilado constantemente, como se muestra en este vídeo

Los regímenes totalitarios vigilan a todo el mundo para saber lo que piensan y llegar a controlar todas sus actividades, es el Estado que George Orwell muestra en su novela 1984 -la escribió en 1949-, donde describe un régimen que vigilaba a cada uno de los ciudadanos, donde los derechos y las libertades individuales brillan por su ausencia. Orwell advierte sobre los peligros del avance del Estado, delineando una visión de una vida exenta de libertad, allí donde el individuo está sometido a la supervisión constante del Gran Hermano, el Big Brother, léase el Estado.

 

Los extranjeros no escapan de esta vigilancia. Los hermanos Castro poseen una base de datos con información de intelectuales, académicos y políticos de América Latina. Acumulan datos sobre las características de personas susceptibles de ser captadas para sus intereses. Les interesa mucho sus actividades sexuales, si tienen relaciones extramatrimoniales, cuales son sus gustos y aficiones. De esta forma elaboran un perfil sobre personas que pueden en un momento dado ocupar posiciones relevantes en sus países, con el objetivo de controlarlas en su beneficio.

 

Un pequeño ejemplo de la vigilancia a que es sometida la población en un Estado totalitario es la siguiente película, hecha en Alemania

La vida de los otros (2006)

Los hermanos Castro controlan datos sensibles

de más de 90 millones de latinoamericanos

 

El chip cubano se propaga en Latinoamérica

Adriana Rivera

28 de julio de 2013

 

Empresas estatales de Cuba no sólo participan en la elaboración de la nueva cédula venezolana: también han sido contratadas en Argentina y Bolivia para diseñar sistemas electrónicos de identificación. Los críticos temen que sea la plataforma perfecta para la expansión de los servicios de inteligencia de la isla y hasta el fundador de Wikileaks ha formulado sus objeciones. Funcionarios antillanos manejan datos de identidad de millones de ciudadanos de la región

 

Un contrato con Venezuela fue el trampolín que utilizó Cuba para comenzar a vender servicios de identificación a gobiernos latinoamericanos afines con el proyecto político del fallecido presidente Hugo Chávez. El acuerdo comercial de 172 millones de dólares, suscrito en 2007 para la provisión de la cédula electrónica venezolana, le abrió las puertas a empresas estatales de la isla para participar como intermediarios y proveedores en el mercado de documentos de identidad con chips, el cual está dominado por un selecto grupo de países en cuya cima se encuentran Alemania, Países Bajos, Francia, Finlandia, China y Estados Unidos.

 

La negociación entre Caracas y La Habana –que se hizo sin discusión pública– no sólo puso en manos extranjeras los datos de los venezolanos. También constituyó la oportunidad ideal para Cuba de ampliar sus horizontes estratégicos. El acuerdo –cuyos detalles fueron revelados por El Nacional el de 17 de julio de 2011– fue firmado por el Ministerio del Interior con la compañía cubana Albet Ingeniería y Sistemas, la cual a su vez subcontrató a la multinacional holandesa Gemalto para desarrollar el proyecto de la cédula electrónica venezolana. El documento incorporó la figura de la “autoría moral” para garantizar a los antillanos la propiedad de los programas que fueron desarrollados entonces y que ahora forman parte del portafolio comercial que los cubanos ofrecen en el continente.

 

Por medio de decretos presidenciales, Argentina y Bolivia también pusieron en manos de Cuba el diseño y manejo de nuevos sistemas de identificación electrónica. Funcionarios de la isla ahora están involucrados con servicios gubernamentales que contienen datos sensibles de más de 80 millones de ciudadanos en Latinoamérica. Los diplomáticos cubanos se han preciado de la utilidad de los productos para sus socios en la región. “Hemos desarrollado una tecnología que nos ha permitido afrontar con éxito la seguridad de un país asediado”, dijo Rolando Gómez, embajador de Cuba en Bolivia, cuando fueron presentados en La Paz los sistemas de emisión de pasaportes con chips en 2012. En ese acto dijo que así lograron controlar la subversión: “Ha sido neutralizada a partir de nuestros propios sistemas de seguridad, mediante el control de entrada y salidas al territorio para ejercer plena soberanía”.

 

El plan ha avanzado progresivamente

 

En 2005, Cuba comenzó a crear una red de compañías públicas de exportación de productos informáticos. Unas dependen del Ministerio de Informática y Comunicaciones, que primero estuvo bajo la égida del general Ramiro Valdés –considerado el artífice de los sistemas de inteligencia política cubanos– y ahora de Medardo Díaz. Otras compañías están adscritas al Ministerio de Interior, encabezado por el general Abelardo Colomé Ibarra, al cual le reporta la Dirección General de Inteligencia, mejor conocida como el G2, servicio que es considerado por expertos como uno de los cinco mejor entrenados del mundo. Hay quienes dudan de que los antillanos se limiten a ofrecer a los gobiernos herramientas para la preservación del orden y la seguridad ciudadana.

 

Estas compañías forman parte de una estrategia cubana para extender sus redes de inteligencia en la región. Son en realidad una fachada del G2 que les permite tener control de los sistemas de emisión de documentos de identidad con lo cual pueden otorgárselos a cualquiera”, señala Anthony Daquin, ex asesor del Ministerio del Interior de Venezuela y quien tuvo participación en los procesos de selección de los proveedores para la cédula y pasaporte electrónicos. El ingeniero ahora se encuentra en Estados Unidos en busca de asilo después de que –asegura– fue víctima de una persecución policial en Caracas por sus críticas al tutelaje cubano. Sus afirmaciones han sido desmentidas por voceros oficiales venezolanos, que han dicho que los cubanos no manipulan los datos de la ciudadanía y solo han ayudado a actualizar los servicios de identificación nacionales.

 

Las empresas estatales cubanas tienen distintas denominaciones. En Caracas funciona Albet Ingeniería y Sistemas, que vende los programas producidos en la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana. Fue esa la compañía encargada del proyecto de cedulación venezolano. Otra firma, sin embargo, constituye el rostro más internacional: es Datys. Produce software para fines múltiples, desde identificación de huellas digitales y rostros hasta escuchas telefónicas y monitoreo de redes sociales, entre otros. Esta empresa contribuyó con el diseño del sistema de seguridad basado en el reconocimiento de trazas dactilares que se comenzó a emplear en Argentina desde 2012. En Bolivia, Datys puso en marcha la elaboración de los pasaportes electrónicos junto con otra empresa isleña, Impresos de Seguridad.

 

La irrupción de Cuba en el mercado de identificación llegó en un momento crucial: la Organización de Estados Americanos estableció 2015 como el plazo para que países de la región modernicen sus registros civiles y sistemas de emisión de documentos, como medida para masificar el derecho a la identidad. Además, la Organización para la Aviación Civil Internacional endureció sus normas de seguridad y estableció que a partir de 2010 los Estados debían emitir únicamente pasaportes electrónicos con datos biométricos (como el rostro o la huella).

 

Gran Hermano

 

Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, celebró la cooperación cubana en el desarrollo del Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad (Sibios), un proyecto que pretende recabar los datos filiatorios, rasgos físicos distintivos y huellas digitales de los 40 millones de argentinos. “Queremos agradecer especialmente a la República de Cuba la colaboración para desarrollar este sistema, este software de muy bajo costo, que va a permitir, en tiempo real, conocer y saber quién es la persona que está ante un personal de seguridad o en cualquier otro lado”, dijo en un acto en la Casa Rosada, el 7 de noviembre de 2011.

 

Fernández creó Sibios por medio del decreto 1766/2011 como apoyo para la investigación de delitos y en funciones preventivas de seguridad. Los datos biométricos de la población serán incorporados en un chip en el pasaporte y podrán ser utilizados y cruzados por la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeroportuaria, el Registro Nacional de las Personas y la Dirección Nacional de Migraciones.

 

Ha habido detractores destacados del sistema. “Argentina tiene el régimen de vigilancia más agresivo de todos los Estados latinoamericanos de tamaño mediano”, alertó Julian Assange, fundador de Wikileaks, al portal de noticias argentino Infobae a principios de julio. El hombre que encabezó la mayor filtración de secretos militares y diplomáticos de Estados Unidos critica los servicios biométricos de identidad por el temor de que la información de los ciudadanos pueda ser vulnerada.

 

Assange, desde luego, no ha sido el único crítico: en Argentina se han elevado voces de protesta. “Sibios no solo amenaza la privacidad de los ciudadanos y el derecho a la protección de sus datos personales, sino que también involucra una seria amenaza a los derechos civiles y políticos”, expresó Beatriz Busaniche, directora de la Fundación Vía Libre que ha señalado que el gobierno de su país ha puesto en marcha operaciones de vigilancia masiva en nombre de la seguridad pública. Un argumento semejante al expresado por Edward Snowden, ex contratista de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, quien acusó a su país de ejercer un inmenso poder a través de programas para espiar en Internet. Venezuela le ofreció asilo político.

 

El nuevo sistema, por haber sido aprobado vía decreto, no fue discutido por el Congreso de ese país. Voceros gubernamentales han justificado la colaboración de la isla. “En la región latinoamericana, Cuba es el único país que aplica la identificación biométrica de los ciudadanos”, dijeron fuentes del Ministerio de Interior al diario oficialista Página 12, que reseñó la alocución de la presidenta. Pero la modernización de los documentos de identidad en la isla es aún un proyecto –muy parecido al venezolano– y se espera que comience el segundo semestre de este año. Por ahora, en ese país se usan carnés de identidad de cartón, con los nombres escritos a mano.

 

El Ministerio de Interior y el de Seguridad son los encargados de manejar el Sibios, pero ambos declinaron comentar el proyecto ante solicitudes presentadas para este trabajo. Los pocos detalles conocidos los dejó colar la presidenta Fernández en su discurso: el sistema combinará la información de la huella dactilar con la imagen del rostro del ciudadano. Para finales de 2011, Argentina había recopilado los registros biométricos de ocho millones de personas y la toma de estos datos se hizo obligatoria para tramitar un nuevo documento de identidad o un pasaporte electrónico y se impuso la obligación de tomar las huellas de pies y manos a los recién nacidos.

 

Datys colabora en la República Argentina” es el titular de una información que aparece en la página web de la compañía. Incluso los captahuellas instalados en el aeropuerto de Buenos Aires para agilizar las filas en migración y el sellado de pasaportes también fueron adquiridos con asesoría cubana. Ahora forman parte de la bienvenida de ese país al mundo.

 

Escala boliviana

 

Los técnicos cubanos de la isla recalaron en Bolivia en 2009, año en el que ese país estrenó un censo electoral con datos biométricos, que incluía las huellas y señas físicas de los ciudadanos. El 8 de abril de ese año, el presidente Evo Morales emitió el Decreto Supremo 068, que autorizó la contratación directa –por un monto de 1,47 millones de dólares– de las empresas cubanas Datys y Acited-Impresos de Seguridad para proveer los equipos y programas informáticos que expiden los pasaportes de lectura mecánica y para suministrar al Estado 350.000 libretas para el documento corriente, el oficial y el diplomático.

 

Más adelante, en 2010 y 2011, otros decretos de Morales pusieron en manos de Datys la instalación de equipos para la captura de registros biométricos y la base de datos en 9 sedes departamentales y en 16 oficinas consulares bolivianas en países como España, Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos, Italia, Francia, Inglaterra y Japón. “Los técnicos me explican que a partir de ahora las personas que entren al país estarán registrados y serán controlados todos sus movimientos en Bolivia”, explicó complacido Morales cuando presentó el sistema cubano en el Palacio de Gobierno, el 23 de octubre del año pasado.

 

El sistema Emipas.bo, con el que operan los pasaportes de Bolivia, es descrito en la página web de la compañía Datys. Permite la personalización del documento electrónico y la inclusión de datos biométricos y alfanuméricos; además promete la garantía de unicidad de las personas que aparecen en la base de datos. Emplean también Frontpas, una aplicación para el control y vigilancia en los pasos fronterizos que incluye cámaras de video.

 

La negociación con Cuba no ha estado exenta de críticas. “Hemos planteado en el Parlamento observaciones con respecto a la participación de ese país en áreas de seguridad e identificación, pero el gobierno no responde y descalifica a los denunciantes”, dice Adrián Oliva, jefe de la fracción del partido Convergencia Nacional. “Los sistemas migratorios, el padrón electoral y la carnetización (cédula de identidad) están conectados. En este último, que también tiene asesoría cubana, hemos observado muchas irregularidades como la existencia de personas con más de una identidad”. Los señalamientos, sin embargo, formaron parte de un debate que pareció diluirse y no se tradujo en acciones concretas ante instancias parlamentarias o judiciales.

 

En octubre de 2012, el Ministerio de Gobierno de Bolivia firmó un nuevo contrato con Datys –esta vez por casi 700.000 dólares– para la provisión de software, licencias y hardware especializado para el Sistema Migratorio Nacional, un proyecto se desplegaría en tres aeropuertos y 15 puntos fronterizos. El documento indica que además de la verificación de la identidad de las personas y la autenticidad de los documentos de viaje, Datys tiene entre sus objetivos corroborar que el pasajero tiene el tipo de visa apropiada para el motivo de viaje declarado. El contrato incluye una advertencia que no pasa desapercibida: se indica que los sistemas también tienen la misión de ayudar a detectar quiénes provienen de “países de riesgo en determinadas actividades”; así como comprobar los impedimentos para entrada y salida de nacionales y extranjeros por “listas negras de instituciones bolivianas u organismos internacionales”.

 

Ni el Ministerio ni la Dirección General de Migración de Bolivia respondieron las solicitudes de entrevistas para aclarar hasta qué punto tienen acceso los cubanos a las bases de datos nacionales. Más allá del silencio, los chips cubanos alcanzan nuevas latitudes en el continente.

 

 

Los softwares espías de Datys

28 de julio de 2013

 

La creación de programas informáticos para la vigilancia de las comunicaciones entre los ciudadanos no es asunto exclusivo de Estados Unidos y un grupo de países desarrollados. Datys es una compañía del Gobierno de Cuba que produce software con capacidad para vulnerar la confidencialidad de lo que las personas intercambian a través de Internet o de los teléfonos.

 

La firma, adscrita al Ministerio del Interior, del cual depende también el servicio de inteligencia conocido como G2, dispone de un catálogo de 40 productos cuya presentación habla por sí misma. Xyma Phone Verivoz permite verificar la identidad de una persona mediante la voz a través de llamadas telefónicas. “Es de utilidad para los órganos policiales en la supervisión de aquellos ciudadanos sujetos a control”, precisa la presentación comercial. Un sistema de grabación de llamadas denominado Xyma Phone Record permite la escucha en tiempo real de las conversaciones que se estén dando en las líneas telefónicas analógicas o digitales conectadas. El sistema es capaz de transcribir los diálogos para ser analizados. Con otro programa, llamado Gema, garantizan a sus clientes el análisis de archivos y de la mensajería institucional “para la detección de fugas de información sensible”.

 

Stela es la denominación de otro software que hace “minería de redes sociales”. Es decir: permite identificar grupos de individuos a partir de las relaciones que se establecen entre ellos; detectar la influencia de esas personas dentro de su grupo; identificar sus roles y procesar temas e hilos de conversación en redes de correo electrónico. La lista de utilidades del programa incluye el “monitoreo y vigilancia para tareas de seguridad”. Nada de lo anterior es irrelevante en Venezuela, donde se han denunciado las actividades de funcionarios encubiertos cubanos. Uno de ellos, apodado Aramis, conversó con Mario Silva, de acuerdo con la grabación que se le atribuyó al ex conductor del programa televisivo La Hojilla, del canal estatal VTV. En el audio ambos reconocen que la inteligencia cubana opera en el país. El fallecido presidente Hugo Chávez estableció una alianza con Fidel y Raúl Castro que ha sido, para muchos opositores, el punto de partida de la penetración antillana en Venezuela.

 

Datys participa en las ferias de informática que se celebran anualmente en La Habana y fue la ponente estrella en el Simposio de la Técnica Criminalística Cubana de 2012, que patrocinó -entre otros organismos del Estado cubano- el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Usualmente en la presentación de sus productos aparecen gráficos de flujo que siempre terminan con la silueta de un oficial de policía.

 

Rostro y huellas

 

Datys entregó a Argentina un conjunto de programas que forman parte de los sistemas de seguridad de ese país. En el paquete están incluidos al menos cinco softwares. Biomesys Babyfeet permite comparar las impresiones de los pies de recién nacidos y es de uso obligatorio en los hospitales sureños. Biomesys AFIS Civil se emplea para contrastar trazas dactilares, rostros y hasta muestras de ADN. Biomesys Palmfusion permite verificar imágenes de las palmas de las manos. Biomesys Face facilita el reconocimiento de rostros, y Biomesys Plataforma de Identificación Multibiométrica pone a disposición una base de datos para guardar la información biográfica y biométrica de las personas. La información que procesa el software cubano es usada por siete organismos estatales, entre los que se cuentan la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Policía Federal.

 

En Bolivia, Datys implantó el programa Emipas.bo, para la emisión de pasaportes electrónicos. El sistema mantiene una base de datos con la foto y las huellas de cada ciudadano que tramita ese documento en el país andino.

 

Cuba multiplica su presencia en los cuerpos de seguridad de la región al tiempo que avanza en otro de sus intereses estratégicos: el militar. En marzo, el Gobierno de la isla anunció la creación de la Empresa de Tecnologías Informáticas para la   Defensa, adscrita al Ministerio de Informática y Comunicaciones. Medardo Morales, presidente de la nueva compañía, dijo que buscaría elevar la soberanía tecnológica de la isla y crear la infraestructura necesaria para “garantizar la seguridad y defensa”. Ahora la lucha de la revolución es tecnológica.

“La vida de los otros” en Cuba

Lilianne Ruiz

28 de junio de 2013

 

En cada calle de Cuba existen los llamados “vigilantes revolucionarios”. Son independientes del trabajo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y se reúnen periódicamente con un oficial de la seguridad del Estado para informar y caracterizar todo lo que sucede .Pero no es un Estado de Derecho lo que protege este complejo aparato de vigilancia y represión. La seguridad del Estado en Cuba es una policía política destinada a impedir la diversidad política y garantizar la estabilidad del partido único.

 

Como en la película alemana La vida de los otros (2006), que conmovió al mundo por su valor histórico, ese servicio secreto cuenta a su vez con órganos auxiliares, provistos de los medios técnicos “para poder operar de manera personalizada y mantener un control efectivo” -relata Raúl Borges Álvarez, quien hasta el año 1989 se desempeñó como oficial de la contrainteligencia.

 

“A veces hay personas a las que no pueden penetrar con un agente y las controlan mediante los medios técnicos. Hasta el año 1989 había más de 30 departamentos en la Dirección General de la Contrainteligencia. Uno de estos departamentos es el 21, encargado del “enfrentamiento a la contrarrevolución”.

 

Raúl Borges Álvarez, a raíz del encarcelamiento político de su hijo, Ernesto Borges Pérez, inició actividades de denuncia que lo llevaron progresivamente a la oposición política dentro de la Isla.

 

Cuenta que existe el departamento de chequeo visual, que en Cuba se le llama k/J. Consiste en el seguimiento físico de personas o la creación de puntos fijos fotográficos o fílmicos. Lo mantienen desde un punto cercano y de ese modo controlan las personas que entran o salen de un lugar, que también puede ser una casa particular.

 

“Incluso, pueden conseguir el modo para tomar actividades privadas con el objetivo de chantajear con cuestiones relacionadas con el pudor”, agrega el ex agente.

 

Está el chequeo de la correspondencia o K/C, “la correspondencia dirigida a un disidente, pasa por funcionarios que tienen en 100 y Boyeros. El Centro de chequeo se llama Internacional, porque se revisa lo que viene de todas partes del mundo, además del territorio nacional. El nombre de la “Persona de Interés Operativo” está en una lista y el oficial operativo al que le ha sido asignado “el caso” es informado del contenido de esta correspondencia”, continúa Borges Álvarez. “Luego, se hacen fotocopias de las cartas, y se decide si posteriormente el envío debe llegar o no a su destino”.

 

El chequeo telefónico o K/T, monitorea 24 horas todas las llamadas. Ahí van haciendo toda una caracterización de lo que sucede, y lo van trasmitiendo. De acuerdo con el interés que tenga la conversación, al momento es comunicado al oficial operativo “que atiende al disidente”.

 

“De este modo pueden impedir mediante la desconexión una entrevista telefónica para denunciar un hecho ante un medio extranjero, ya que los medios nacionales están vedados por ser propiedad del Estado, frustrar una reunión, intentar sabotear un proyecto político, impedir la realización de una protesta en reclamo de derechos. Pero sobre todo -afirma-, están estudiando el perfil desde la privacidad de esa persona, para luego ver cómo pueden controlarla. Desde intentar su reclutamiento por medio de la intimidación y el chantaje, hasta sacarla de circulación”.

 

Policía política estudia perfiles individuales como lo haría un asesino en serie

 

La aparición de la Seguridad del Estado en la persona del oficial operativo puede significar detención, amenazas, pérdida de libertad. Todo este complejo aparato represivo, que tiene como objetivo desarticular los esfuerzos por el cambio no violento en la Isla, trata de hacer creer en primera instancia que los derechos no existen.

 

Cuando eso no es posible, dada la determinación de ese mismo opositor, se tratará entonces de destruirlo. Hay que recordar que una de las garantías de estabilidad de un sistema totalitario es mantener de manera individual una crisis de identidad donde la persona decide no tener ella misma iniciativas que puedan contradecir los dictámenes que provienen de la alta dirección, en este caso de la “Revolución”.

 

Como se trata de aspectos individuales como la libertad, la identidad y el reclamo de derechos, la policía política, habiendo estudiado el fenómeno de la represión y la sumisión (que fuera documentado desde los tiempos de Lenin y Stalin), se dirige a la destrucción del individuo.

 

Lo más escandaloso es que para llevar a cabo la violación, institucionalizada, de los derechos humanos en Cuba, la policía política estudia previamente los perfiles de las personas, como lo haría un asesino en serie, que estudia rutinas, fortalezas, debilidades, los temores y las esperanzas de las víctimas.

 

En la nómina del Departamento 21 hay agentes con comportamientos muy violentos, que luego son reconocidos por el gobierno con órdenes al servicio distinguido, ascensos rápidos y prebendas. Todos esos beneficios, que estimulan la crueldad, son obtenidos por realizar detenciones arbitrarias, sitiar lugares de reunión, propinar golpizas que pueden dejar complicaciones y secuelas posteriores, torturas e intimidación mental y física contra opositores.

 

La excusa ideológica para estos atropellos descansa sobre una falsedad, aquella de que las personas que hacen política ajena al partido comunista, o defienden las libertades y los derechos humanos, son “mercenarios y agentes del imperialismo”.

 

Algunas organizaciones políticas independientes y de derechos humanos dentro de la Isla abogan por formular una nueva legislación que impida al sistema y a sus agentes gozar de poderes para recluir, detener y castigar a seres humanos que perseveran en su dignidad y derechos inalienables.

CDR: La cuota de espías no está racionada

Tania Díaz Castro

29 de julio de 2013

 

Los cubanos sabemos que el gobierno de Fidel Castro, desde sus inicios, violó el derecho a la privacidad de los ciudadanos. El 28 de septiembre de 1960 fundó los Comités de Defensa de la Revolución -CDR-, una organización con raíces fascistas, cuyo programa es “Espiaos los unos a los otros”.

 

Me consta -porque trabajé de joven en esa organización, durante cuatro años- que al propio Raúl Castro no le gustaba la idea de los CDR.

 

Esta organización no sólo sirvió para dividir al pueblo, sino además para violar de forma sistemática la vida privada de todos, para que dejara de ser un derecho de cada cual desarrollar la propia intimidad.

 

Tal vez el señor Edward Snowden, fugitivo ex agente de la CIA, según dicen aquí por tratar de alertar a los americanos sobre el espionaje electrónico del gobierno, no sepa mucho sobre la historia de nuestra dictadura, ni le interese saber. Pero lo que sí resulta definitivamente incomprensible es que sean el gobierno cubano y sus incondicionales amigos del ALBA, los más ardientes defensores de este hombre, que supuestamente lucha por defender el derecho de las personas a su privacidad.

 

La historia de los CDR ha dejado un sabor amargo en la sociedad cubana. Proliferó el chisme, la maledicencia, la envidia, la mentira y el odio.

 

Los teléfonos de los que ingresamos en la oposición pacífica, por los años 80 del siglo pasado, y los de cientos de miles de ciudadanos no simpatizantes con el castrismo, se mantenían intervenidos a través de un centro de escucha del Ministerio del Interior, un programa ampliamente criticado por los defensores de los derechos civiles, en franca violación de la Constitución.

 

Recuerdo que en 1987, mi pequeña hija descolgó el teléfono de casa y escuchó que un hombre le dijo que me iba a aplastar con su auto, porque yo era una cucaracha contrarrevolucionaria –así llamó públicamente Fidel Castro a los que se oponían a él-. Mi hija, llorando, apenas podía repetir las palabras de aquel que cumplía una orden de la Seguridad del Estado.

 

Luego, no hubo más amenazas. Me suspendieron el servicio telefónico que yo poseía desde mucho antes de la Revolución, así como a todos los que pertenecían al Movimiento de los Derechos Humanos en La Habana. Y para que nos sintiéramos bien vigilados, una cámara de vídeo funcionaba las 24 horas del día frente a nuestras casas.

 

Esta organización de tips o soplones tiene incluso su museo, idea de Fidel Castro, para todo aquel que le quiera conocer las entrañas. Está situado en la populosa calle Obispo, número 310, en La Habana. Allí se exhiben documentos históricos, donde se reflejan las tareas de espionaje de algunos CDR, con múltiples denuncias a los vecinos, gente humilde del pueblo, llamados enemigos internos de la Revolución.

 

Este antiguo y valioso edificio del bulevar capitalino representa hoy una de las historias más lamentables y fracasadas del castrismo, en la que una buena parte del pueblo fungió como protagonista voluntario, para vigilarse unos a otros, con el fin de mantener apuntalado a un régimen en bancarrota.

 

El significado de esta organización en los tiempos de cambios estructurales, surgidos durante el raulismo, está por verse. Ya los vecinos no son “los ojos y oídos” de la revolución, el elemento fundamental para detectar inconformes. Hoy casi todos son inconformes. Por eso cabe preguntarse quién espía a quién, si todos ven que el socialismo fidelista se está disolviendo, como un puñado de sal en una taza de inodoro.

La delación en Cuba

Daniel Morcate

25 de julio de 2013

 

El abogado de Miami Avelino González ha revuelto el avispero con sendas demandas contra dos destacados peloteros cubanos de Grandes Ligas, mi paisano holguinero Aroldis Chapman, meteórico serpentinero de los Rojos de Cincinnati, y Yasiel Puig, la joven sensación de los Dodgers angelinos. Les acusa de haber delatado a personas a la policía política castrista a cambio de ser reivindicados en el béisbol oficial con la esperanza de viajar al extranjero y cumplir el sueño de todo cubano cuerdo: exiliarse y recuperar la humanidad perdida a las imposiciones y humillaciones del totalitarismo. Aunque nada deberíamos prejuzgar en ausencia de veredictos, si es que éstos llegaran a producirse, las acusaciones son graves. Los testimonios y evidencias que aportan los denunciantes, los cuales tuve oportunidad de examinar, más graves todavía. Y cuando menos merecen un público debate sobre un tema doloroso: la delación de unos cubanos contra otros, estimulada por la dictadura como eficaz mecanismo de control y represión.

 

Pero vayamos por parte, como famosamente dijera Jack el Destripador. A Chapman lo acusan el dominicano Carlos Mena Perdomo, quien declaró a Univisión: “consiguió un jugoso contrato millonario a costillas de cogerme como chivo expiatorio y dejarme en una cárcel en Holguín”; y el cubano Danilo Curbelo García, quien dijo: “me robaron mi vida, me la acabaron porque alguien quiso hacerlo, no porque me lo merecía”. A Puig lo acusa el también cubano Miguel Corbacho Daudinot, quien sostuvo: “él testificó contra mi persona injustamente, me separó de mi familia”. Acompañan los expedientes judiciales documentos del temible Ministerio del Interior castrista en los que aparecen estampadas firmas que, según González, son las de los hoy famosos peloteros. Estos niegan, mediante abogados y agentes beisboleros, haber sido delatores. Y prometen defenderse “con vehemencia”. En documento judicial, sin embargo, Chapman “admite que testificó en los juicios a Curbelo García y Mena Perdomo” pero “niega que conspiró, ayudó o alentó” al gobierno castrista.

 

Al margen de lo que establezcan las cortes en estos casos, conviene resaltar ciertas verdades. La primera es que, si eres cubano y viviste en la isla de los Castro, necesariamente sufriste chivatería, ya fuera en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en tu vecindario o, en los casos más aberrantes, en tu propia casa. Así de profunda ha sido la degradación de la sociedad cubana. La segunda verdad es que si tú mismo no delataste a nadie, probablemente te costó más que a los delatores y sus familiares el satisfacer tus necesidades básicas: tener un techo sobre tu cabeza, ingerir alimentos decentes, ir a la universidad, obtener un empleo y promociones, recibir permiso para viajar dentro de la isla o al extranjero.

 

La delación de unos ciudadanos contra otros es tal vez el arma más poderosa del estado totalitario. El castrista la ha enseñado a usar con destreza y alevosía. Y le saca enorme partido. Cuando cursaba la secundaria en Holguín, un envilecido profesor de educación física, que trabajaba para la policía política, me invitó a denunciar a mis padres tan pronto supo que éstos habían solicitado marcharse del país. Raciel, maestro de pacotilla y compañero en el equipo de pelota que yo había formado en el barrio, llevaba la relación de autos que visitaban mi casa. Y la vecina de enfrente denunciaba compras “ilegales” de leche que hacía mi padre. Con el castrismo, muchos cubanos aprendieron a chivatear por fanatismo ideológico, privilegios, venganza o puro odio.

 

El régimen totalitario es el principal culpable de la proliferación de una práctica tan degradante y mezquina como la delación. Pero ser chivato es una seria afección moral que requiere tratamiento individual y colectivo. Un primer paso ha de ser el reconocerse como delator, hacer acto de contrición y reparar el daño ocasionado a las víctimas, en la medida en que esto aún es posible. Para la sociedad, se impone un amplio debate sobre los orígenes y consecuencias de la chivatería, debate que por razones obvias se ha postergado en Cuba. Las demandas a Chapman y Puig brindan la oportunidad de reflexionar sobre el tema en el exilio, donde demasiadas víctimas conviven con sus antiguos delatores mediante un pacto de silencio insano y contraproducente.

El espía que llegó de Artemisa

Carlos Cabrera Pérez

5 de julio de 2013

 

Más que confirmar la caída en desgracia de Ricardo Alarcón de Quesada, los recientes cambios en la cúpula comunista cubana vienen a refrendar que el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez conserva su poder intacto en el régimen, pese a los errores clamorosos en la gestión de las telecomunicaciones y los constantes rumores sobre un supuesto patrimonio que habría atesorado en los años dedicados a la ¿computación?

 

En el plano histórico, Ramiro Valdés fue el líder local -junto a José “Pepe” Suárez- que más combatientes aportó al asalto del Cuartel Moncada (1953), gracias a sus relaciones y trabajo en Artemisa, donde era bodeguero y masón. Padeció cárcel, se exilió en México, viajó en el Granma, sobrevivió a Alegría de Pío (1956), formó parte del núcleo duro de la Sierra Maestra y luego fue el segundo jefe de la columna del Che Guevara en la invasión de Oriente a Occidente.

 

Aunque las versiones discrepan, nunca ha ofrecido testimonio de su etapa junto al guerrillero argentino; unas fuentes aseguran que ha escrito sus recuerdos para dejar su testimonio, y otros aseguran que para Valdés es un tema incómodo, porque no querría contar cómo Fidel Castro bajó la ventanilla al Che, y lo abandonó en el Congo y Bolivia tras su sonada bronca por la salida de tono de Guevara en Argel contra los soviéticos.

 

Incondicional de Fidel Castro

 

“Ramiro sabe que el argentino era un tipo complicado, difícil, nada pragmático, y ha tenido que elegir entre su cariño al Che y su lealtad incondicional a Fidel [Castro]. Pero toda elección es dolorosa”, me dijo recientemente en Madrid un excolaborador de Valdés. “Yo ya cerré esa página -se justifica, mientras paladea una cerveza helada en un bar- pero si Ramiro contara lo que nos hicieron Machado Ventura y Raúl [Castro] cuando nos sacaron del Ministerio [del Interior], muchos se asombrarían”.

 

Hombre de carácter hosco, “un pesao”, como se diría en buen cubano, pese a no tener estudios superiores descubrió muy pronto las ventajas de controlar los entresijos de la Seguridad del Estado, a lo que se ha dedicado en cuerpo y alma desde que asumió por vez primera la cartera de Interior.

 

Su otra obsesión es hacer ejercicio físico para combatir el envejecimiento. Muchos habaneros recuerdan sus carreras diarias entre la Plaza de la Revolución y Santa Fe (oeste de La Habana, donde vive en un casoplón junto al mar), lo que llevó al defenestrado Carlos Aldana a decir una vez: “Este cabrón se está preparando para sobrevivirnos, se lo tengo que contar a Raúl [Castro]”.

 

Y vaya si le sobrevivió, Aldana murió políticamente de un infarto masivo made in VISA, tarjeta que habría aceptado de un amigo que supuestamente trabajaba para la CIA, según se filtró. Y alguien contó que acabó llorando en el despacho del entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), quien había sido su mentor y padrino.

 

Dos mandatos en el MININT

 

Durante sus dos mandatos en el Ministerio del Interior (MININT), Ramiro Valdés maniobró con habilidad para evitar que el Partido Comunista tuviera peso específico dentro de la institución, actitud que le granjeó la enemistad manifiesta de José Ramón Machado Ventura. Fiel a Raúl Castro desde el II Frente Oriental Frank País, Machado Ventura fue depositando en Fidel Castro quejas varias sobre Valdés para ir minando su posición.

 

Pero como sus méritos históricos y largos años de trabajo en la sombra impedían apartarlo totalmente, una vez que Raúl Castro consiguió echarle del MININT y poner a José Abrantes -con ningún poder propio para establecer equilibrios con los raulistas, pues solo dependía de la simpatía de Fidel Castro-, los Castro decidieron encomendarle una nueva tarea: el desarrollo de la Informática y las Telecomunicaciones.

 

Craso error. Estaban premiando a un pirómano con gasolina y fósforos abundantes; es decir, estaban poniendo en manos de un espía juguetes tecnológicos que le permitirían acopiar aún más información sobre compañeros, amigos, rivales y enemigos.

 

Al parecer Ramiro Valdés, ahora con 81 años, tiene su propio Registro Secreto, al margen del Registro Secreto Oficial del MININT.

 

Misión en Venezuela

 

Algunos atribuyeron su vuelta al poder real a su papel en las grabaciones que el Departamento KJ del MININT hizo de las fiestas de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque en la finca matancera de Conrado Hernández, quien representaba en Cuba a empresarios vascos, pero ese trabajo lo dirigió y coordinó el coronel Alejandro Castro Espín y sus hombres de confianza y amigos de la infancia, Casas y Segura.

 

Por si fuera poco, en 2010 apareció en Venezuela para coordinar una campaña energética, según explicó el fallecido Hugo Chávez cuando se filtró la presencia en Caracas del Dzerzhinsky caribeño. O sea, que a estas alturas, Ramiro Valdés también tiene secretos venezolanos y no sería descartable que fuera el muñidor de la medida activa de la Seguridad cubana, quemando a Mario Silva, un ayatolá chavista, y sirviendo su cabeza en bandeja de plata a Diosdado Cabello.

 

La noticia, aunque es noticia, no es la anunciada muerte política de Alarcón, sino que Ramiro Valdés sigue cerca de Raúl Castro en esa sala de la que se entra y se sale “no por demérito alguno”, y donde el espía que llegó de Artemisa parece sembrado.

 

Aunque nada es eterno, al menos hasta que siga conservando sus juguetes preferidos en Santa Fe o quizá en la finca de Pijirigua, donde vivió y murió su amigo y compañero Fidel Labrador Ruiz, tuerto y medio muengo desde el ataque al Moncada, del que Ramiro Valdés Menéndez salió ileso, como ahora.

Sobre el caso de la agente Denia Fernández Rey

(Parte I)

Sobre el caso de la agente Denia Fernández Rey

(Parte II)

Sobre el caso de la agente Denia Fernández Rey

(Parte III)

Sobre el caso de la agente Denia Fernández Rey

(Parte IV)

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.