ENTREVISTAS  A  EXESCOLTA 

DEL  DICTADOR  FIDEL  CASTRO

Entrevistas al ex teniente coronel Juan Reynaldo Sánchez, guardaespaldas del tirano Fidel Castro Ruz por más de dieciséis años: de 1977 a 1994.

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 2

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 3

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 4

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 5

Predicar como Madre Teresa,

vivir como Vito Corleone

Eugenio Yánez

29 de mayo de 2014

 

La vida secreta de Fidel Castro, en un libro que acaba de aparecer en Francia y pronto lo hará en España

 

Fidel Castro, que exaltaba la austeridad y el sacrificio, tuvo vida de magnate petrolero o jeque árabe, o mejor aun, de capo de la mafia o el narcotráfico.

 

Lo que muchos sospechaban y otros se niegan a reconocer, aparece en detalle en el libro en francés de Juan Reynaldo Sánchez y el periodista Axel Gyldén, de L'Express, titulado La vie cachée de Fidel Castro (La vida secreta de Fidel Castro), basado en entrevistas con un cubano que sabe perfectamente lo que dice al referirse al “secreto mejor guardado de la Revolución”. Gyldén asegura que verificó las informaciones antes de publicar el libro.

 

Durante 24 años Sánchez perteneció a la Dirección de Seguridad Personal del Ministerio del Interior, diecisiete de los cuales en la escolta de Fidel Castro. Como guardaespaldas del Comandante en Jefe recorrió Cuba de un extremo a otro, visitó innumerables países, incluyendo Estados Unidos, México, España, Nicaragua, Zimbawe y Corea del Norte, y alcanzó grados de Teniente Coronel. Un día quiso desmovilizarse por solicitud propia. Le ofrecieron dejar la escolta y continuar en “el aparato”, sin retirarse, a lo que no accedió. Eso provocó la furia de Castro y trajo como resultado la detención y prisión de Sánchez por “insubordinación”, delito estrictamente militar en el que, como en saco rato, cabe cualquier cosa. Finalmente, logró salir de Cuba y reunirse con su familia en Estados Unidos.

 

La vie cachée de Fidel Castro explica el disfrute del tirano de todo lo humano y lo divino en Cuba, como feudo privado, desde decenas de mansiones a exclusivos cotos de caza, un yate de ensueño con interior forrado con maderas preciosas de Angola, y hasta una isla privada, Cayo Piedra, al sur de Bahía de Cochinos, con delfines y tortugas para alegrar al dictador mientras disfrutaba, entre otras cosas, del whiskey escocés Chivas Regal, su bebida predilecta. Sánchez debió acompañar al tirano “cientos de veces” a ese “jardín del Edén”. A Castro le gustaba la pesca submarina allí, lo que implicaba movilizar una embarcación acondicionada como policlínico, además de otras, aviones, servicios médicos y tropas para protección; a donde fuera, iban dos miembros de la escolta con el mismo grupo sanguíneo, por si necesitara una transfusión de urgencia. En tiempos de lluvia prefería cacerías de patos alrededor del palacete La Deseada, al sur de la provincia de Pinar del Río. Y hay muchas revelaciones más.

 

Aunque ignoro si este libro hablará de esto, también sabemos hace tiempo que hubo épocas en que a Castro le encantaban los camarones al pincho con ajo y mantequilla, como confesó al brasileño Fray Beto en una entrevista, o la leche de búfala, como él mismo reconoció. Nunca comió nada de lo que se distribuye para consumo de la población en Cuba o él recomendaba de alimento a los cubanos, como croquetas de torula, picadillo de soya, pescados como chicharro o claria, o moringa. No por respetar las reservas de alimentos del país, como dirán los demagogos, sino porque su ego y soberbia no le permitían “rebajarse” así, actitud que contradice aseveraciones de amanuenses como Ignacio Ramonet, Oliver Stone, Gianni Miná, Atilio Borón y otros miserables que hacen hincapié en la austeridad del dictador, aunque compartieron sus lujos y conocieron su flotilla de autos blindados de lujo o algunas de sus mansiones.

 

Ya en el 2006 la revista Forbes acusó a Castro de ser uno de los gobernantes más ricos del mundo, lo que lo enfureció, y lanzó una campaña para demostrar su “austeridad”, proclamar que vivía de su sueldo de 800 pesos cubanos mensuales, y amenazando con demandar a la prestigiosa publicación, porque sabía que Forbes no podría demostrar su acusación. Las cosas no fueron a más por su repentina enfermedad y retiro de la vida pública.

 

Entonces yo fui uno de los pocos que aseguró en la prensa escrita y la televisión en español del sur de La Florida que no creía las denuncias de Forbes, no por integridad moral de Fidel Castro, que nunca tuvo, sino porque no podrían encontrarse propiedades a su nombre cuando fácilmente podrían estar a nombre de un testaferro, el Consejo de Estado, o cualquier institución pantalla. Cuba es una finca donde todo pertenece a Fidel Castro, aunque nunca aparezca algo a nombre suyo. Sabía que la contraofensiva de La Habana sería aplastante, pero la enfermedad del tirano salvó a Forbes y sus informantes de un ridículo colosal.

 

Sin embargo, en esta ocasión, desmentir las denuncias de La vie cachée… no será fácil para el régimen, porque no son cifras sacadas de debajo de la manga por Forbes, sino vivencias personales de quien estuvo literalmente junto a Castro diecisiete años. Los sicarios verbales del régimen, con su desfachatez y escaso coeficiente intelectual, pretenderán desacreditar a Sánchez con argumentos de character assassination, o queriendo desviar el debate a otros temas, como siempre. Pero el libro demuestra que Fidel Castro predicaba como la Madre Teresa mientras vivía como Vito Corleone.

 

He aquí una muestra de su hipócrita, demagógico y populista discurso: “…allá en EEUU, con la pompa y el oropel característico de los imperios decadentes, a despecho de los millones de desempleados y desamparados y de la incertidumbre en la que otros muchos millones de personas viven actualmente en ese país (…) aquí, con la modestia, la austeridad, la sencillez, el calor humano, el patriotismo y el espíritu solidario de los trabajadores, en un clima de esfuerzo, de trabajo, de creación, de lucha contra el atraso, contra el subdesarrollo, contra las secuelas de la opresión…”.

 

Mayor cinismo, imposible.

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 6

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 7

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 8

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 9

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 10

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 11

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 12

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 13

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 14

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 15

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 16

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 17

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 18

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 19

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 20

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 21

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 22

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 23

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 24

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 25

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 26

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 27

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 28

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 29

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 30

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 31

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 32

El escolta del dictador Fidel Castro

Parte 33

Seleccione idioma

José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.