VOTACIONES EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO

El asesino en serie Fidel Castro

acudió a depositar su voto,

que es el que lo decide todo en Cuba

desde hace más de medio siglo

Más de un millón de cubanos desestiman

las elecciones generales en Cuba

Marlene Azor Hernández

6 de febrero de 2013

 

Parecería un dato insignificante si se compara con las elecciones en otros países pluripartidistas, pero es un porciento significativo para las condiciones de Cuba

 

Según las cifras publicadas en el Granma Internacional del martes 5 de febrero de 2013, del total de los 8 millones 868.597 inscritos como electores, acudieron a votar el 89,68 % del electorado. Por simple regla de tres, 1 millón 440.075 electores o no acudieron a votar, dejaron la boleta en blanco o la anularon.

 

Casi 1 millón no visitó las urnas, y 459.384, dejaron su boleta en blanco o la anularon.

 

En un país en el cual “el papel dirigente máximo de la sociedad” es del único partido, PCC, donde las comisiones de candidaturas nadie sabe cómo fueron elegidas y con qué criterios se seleccionan a los candidatos, porque el caso es que se proponen 612 candidatos y se eligen exactamente 612 escaños. Parecería que todos los propuestos son “perfectos” para los electores o no hay manera de sustituirlos, pero sobre todo que cada candidato elegido usted lo conoce por una pegatina que le cuenta sus “méritos revolucionarios” y como decía un comentarista, se entera usted del pasado del candidato pero nada de lo que se compromete como diputado una vez que haya sido elegido.

 

Con todas estas “amarras” que no responden a las demandas de los electores sino a la cúpula del Gobierno, es ya una buena noticia contar con más de un millón de cubanos que se desentienden de las elecciones.

 

Según los “optimistas” que se niegan a analizar la realidad del país al margen del filtro del discurso oficial, resultaría que el millón casi y medio se fue a la playa ese día o se encontraba enfrascado en el pequeño negocio que abrió recientemente o andaba en el extranjero de vacaciones.

 

Los 364.576 que dejaron la boleta en blanco tuvieron un breve ataque de alzhéimer y los 94.808 que anularon la boleta se confundieron al votar.

 

Demos por sentado todas estas explicaciones y el resultado es el mismo, para un millón casi y medio de cubanos, las elecciones no son ninguna prioridad. En todo caso esto es un síntoma, no de “despolitización” como lo quieren presentar, sino de rechazo a unas elecciones que no garantizan nada de sus demandas.

 

Casualmente el general/presidente Raúl Castro fue a votar por donde lo eligieron y dejó claro: “Vamos a dejar a Santiago nueva”. ¿Campaña personal?

 

Salvo esta promesa no tenemos claro a qué se comprometen con los electores. ¿Los Lineamientos “bajados” por la dirección del Partido? ¿O el resultado de las demandas de la población en el debate? Si analizamos las 12 demandas más repetidas por más de 10.000 cubanos en el debate de los Lineamientos, sólo tres demandas han sido parcialmente cumplidas con sus limitaciones: la venta de automóviles de uso, la venta de casas y la disminución de las prohibiciones para salir de turistas.

 

Por lo escaso del resultado, podemos deducir que se proponen trabajar en los Lineamientos “bajados” por la dirección del Partido. ¿Y las demandas ciudadanas?, esas pueden seguir esperando.

 

Resulta muy simpático la declaración de Ricardo Alarcón sobre las elecciones en el Granma del domingo pasado: “Es el respaldo a un sistema que no es copiado de nadie y tiene sus raíces en la tradición mambisa” Habría que preguntarle a los vietnamitas y los chinos ¿Cómo tienen tan similar tradición de los mambises? ¿Tendrán asesores cubanos para sus elecciones y no nos hemos enterado? Hurgando más atrás, ¿Cómo eran las elecciones en el “ex socialismo real”? ¿Ellos también se lo copiaron a los mambises?

 

Esta manía de creernos “el ombligo del mundo” nos ha hecho mucho daño como cultura. Es cierto que cada cultura defiende una cierta excepcionalidad, pero en este caso el anhelo se vuelve disparate. En eso tienen razón las comisiones “misteriosas” de candidatura: para Ricardo Alarcón es hora de retirarse.

 

En realidad Ricardo Alarcón se permite sus disparates porque sabe que los suelta frente a una prensa amordazada. En cualquier otro lugar, los medios ya hubieron hecho el día descifrando las raíces “mambisas” del sistema electoral cubano y comparándolas con las enseñanzas de Elpidio Valdés.

 

Si analizamos los mecanismos de control social en Cuba, en el nivel micro —ya analizados por otros investigadores cubanos y extranjeros— los dispositivos de control ciudadano se componen de varias instancias que permiten maniobrar a los ciudadanos cubanos con márgenes muy restrictivos.

 

Una dependencia estatal mayoritaria (para el empleo y la subsistencia), un control por cuadras de los CDR, que se movilizan tanto para la firma del “socialismo irreversible”, como hicieron en 2002, como para ir a la puerta a tocarle para que vaya a votar en cada elección y también para cada campaña de vacunación masiva.

 

La percepción popular es “no marcarse” frente a lo que perciben inteligentemente como representantes del gobierno (CDR); luego está el dispositivo de la “difuminación del poder de represalias” (cualquiera es un “seguroso”) y todos los ciudadanos viven en la “ilegalidad” por las propias leyes cubanas, y por último y no menos importante un control sobre el léxico. Cada cubano está entrenado en lo que debe decir o no, en dependencia de los espacios en los cuales se manifiesta.

 

En este escenario de dependencia estatal y de control paraestatal a nivel micro (físico y discursivo) es que deben valorarse los esfuerzos de los opositores que abiertamente ya manifiestan su desconformidad y hacen campañas ciudadanas al precio de ser arrestados (6.602 en el año que recién finalizó). Si los opositores tienen que ser propuestos y elegidos “a mano alzada” en las elecciones de cada circunscripción electoral, es explicable porque no salen. La mitad más uno de cada asamblea de circunscripción tiene que desafiar abiertamente al poder, y en ese caso no pueden hablar de “los méritos revolucionarios” del “compañero disidente”, porque no es militante del PCC, algo que se considera uno de los méritos más relevantes de los candidatos.

 

Podemos demostrar como la inmensa mayoría de los viejos y nuevos candidatos a diputados pertenecen al PCC, salvo las “personalidades” escogidas a dedo y la discriminación positiva hacia los representantes de la Iglesia, católicos y protestantes a partir de 1992.

 

Las elecciones cubanas con el 97 % de participación, ya son reliquias del pasado.

 

Es también a la luz de todas estas restricciones y represalias que un millón casi y medio de cubanos que desestimaron las elecciones generales están enviando un mensaje claro a la dirección del país. ¿Nos vamos para la playa?

Cuba vota un Parlamento sin oposición

Yoani Sánchez

4 de febrero de 2013

 

Los electores ratifican entre 612 candidatos afines al Gobierno propuestos para la Asamblea

 

Varias fotos y biografías se mostraban este domingo a las afueras de cada colegio electoral en Cuba. La jornada transcurrió sin sorpresas, ni encuestas previas. Estas últimas no eran necesarias, pues en lugar de seleccionar entre varios candidatos, los electores sólo debían ratificar a los propuestos. Votaban entre 612 candidatos a la Asamblea Nacional para idéntico número de diputados que conformarán este máximo órgano del Poder Popular.

 

En el parlamento que quedará conformado no habrá un solo opositor, a menos que alguno de los propuestos lleve su inconformidad por dentro, cubierta por una máscara de adhesión al actual Gobierno. Sorprende que en un país con tantas polarizaciones ideológicas expresadas en tan alto número de exiliados y en continuadas detenciones por motivos políticos, no exista una representación de esa inconformidad en un Parlamento que se precia de representar la diversidad nacional.

 

Según datos publicados en la prensa oficial entre los miembros del nuevo parlamento figuran obreros, campesinos, cooperativistas, maestros, médicos, científicos, escritores, artistas, líderes religiosos, estudiantes, directivos de entidades productivas, combatientes de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, así como dirigentes políticos y representantes del sistema del poder popular entre otros.

 

Más del 48% son mujeres, el 37% son mestizos o de raza negra y más del 78% nació después de 1959. Abundan otros datos que reflejan el equilibrio en nivel de escolaridad y distribución territorial y que convencerían a cualquiera de que en Cuba los nuevos diputados son un auténtico reflejo de la población. Sin embargo, cuando se leen las biografías colocadas en los Colegios Electorales no se puede conocer cómo levantaría su mano cada candidato para votar por la aprobación o negación del matrimonio entre homosexuales, por ampliar o restringir el trabajo por cuenta propia, por flexibilizar aún más las medidas migratorias o bajo cuáles condiciones propondría sentarse a conversar con el gobierno de los Estados Unidos.

 

Esto es así porque el Artículo 171 de la Ley Electoral establece claramente que “todo elector sólo tomará en cuenta, para determinar a favor de qué candidato depositará su voto, sus condiciones personales, su prestigio, y capacidad para servir al pueblo”. Más adelante la norma dice: “La propaganda que se realizará será la divulgación de las biografías, acom­pañadas de reproducciones de la imagen de los candidatos”. O sea, que sólo se vota a partir de un retrato acompañado de una semblanza, sin saber a ciencia cierta cuáles son los programas o tendencias de estos representantes.

 

Sorprende que en un país con tantas polarizaciones no exista representación en el Parlamento

 

Que una ley electoral obligue a algo tan subjetivo como “lo que elector deberá tomar en cuenta para determinar su voto” y que además prohíba hacer campaña por determinados programas deja claro que la democracia cubana no descansa en el principio de “unidad dentro de la diversidad” sino de la poca diversidad en torno al único partido permitido.

 

La propaganda oficial repite insistentemente que no es el Partido Comunista quien propone a los candidatos sino las organizaciones de masas, entiéndase la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, la Central de Trabajadores de Cuba, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la Federación de Estudiantes Universitarios, ña Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Asociación de Combatientes de la Revolución. Pero basta leer los estatutos de estas entidades para comprobar que en cada uno de ellas se declara la incondicional lealtad al Partido a Fidel Castro y a la Revolución. Los máximos dirigentes de estas instituciones son miembros del Comité Central del Partido Comunista o de su filial juvenil y son ellos quienes designan a los miembros de la Comisión de Candidatura.

 

Vale la pena añadir que está prohibido fundar asociaciones paralelas, de manera que estas organizaciones de masa, en lugar de representar los intereses de sus asociados ante el poder, resultan meras poleas de trasmisión para hacer cumplir los designios del poder ante la población.

 

El listado final de candidatos se conforma con un 50% de entre quienes fueron elegidos como delegados de circunscripción y la otra mitad la nombra la Comisión de Candidatura entre personalidades de la cultura, el deporte, la ciencia o por sus méritos históricos. En el país hay casi 15.000 circunscripciones, de manera que seleccionar de ellas unas 300 personas permite hacer una criba muy favorable para el Gobierno. La candidatura realizada por estas comisiones es sometida a las Asambleas Municipales donde a mano alzada los miembros de esas entidades aprueban las propuestas. No hay noticias de que en una sola de estas reuniones haya sido revocada alguna propuesta.

 

Para llegar hasta la Asamblea Nacional un opositor no solo debería ser elegido como delegado de su circunscripción, sino que tendría que superar los rígidos requisitos que tiene en cuenta la Comisión de Candidatura, porque resulta más que obvio que nunca será contado en el otro 50% de personalidades destacadas. Este proceso comienza con una asamblea de barrio donde a mano alzada los vecinos tendrían que votar por él, como candidato, bajo la mirada vigilante de los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución, los militantes del Partido y en ocasiones con la presencia de la Seguridad del Estado, que suele ir allí donde viven los más conflictivos.

 

Algunos opositores y miembros de la sociedad civil alternativa han intentado autoproponerse en estas asambleas de barrio y, sin excepción, han sido encarados de forma contundente y de alguna manera intimidatoria por los militantes del partido, quienes suelen concluir su intervención con frases como “estamos seguros que nadie aquí va a votar por este enemigo de la patria”. ¿Quién levantaría la mano con esos truenos?

 

Mientras existan estas reglas del juego no habrá opositores en el parlamento y las leyes propuestas por el Ejecutivo seguirán aprobándose de forma unánime o con amplia mayoría. La Asamblea Nacional seguirá a años luz de ser el motor de los cambios en Cuba.

¿Para qué votar en la Cuba de Fidel Castro?

El diablo no se esconde

Arnaldo M. Fernández

4 de febrero de 2013

 

No hay opción real cuando los votos válidos se dan con respecto a una lista única de candidatos predefinidos

 

Nada tiene de sustancial que en estas elecciones no se haya convocado al voto unido, si cualquier voto válido conduce al mismo resultado.

 

Siempre es bueno saber de qué se está hablando. Si lo nuevo en estas elecciones estriba en que no ha habido convocatoria por el voto unido, nada tiene de interesante o significativo, porque como quiera que se vote válidamente en Cuba saldrán electos los mismos candidatos. Para dejarlo bien claro: el candidato será elegido incluso si sólo él o ella votara por sí mismo y los demás electores de su distrito anularan o dejaran en blanco sus boletas.

 

La Ley Electoral (1992) considera elegidos a quienes reciben «más de la mitad del número de votos válidos» (Artículo 124). No son válidos los votos en blanco ni aquellos en que no puede determinarse la voluntad del elector (Artículo 114), esto es: tampoco cuenta la voluntad antigubernamental manifiesta de garabatear la boleta o adornarla con algún improperio gráfico o textual. Un solo voto válido decide la elección por mayoría absoluta en cualquier distrito.

 

Así como no votar por ninguno, votar por algunos o un solo candidato es irrelevante. La elección viene predeterminada por la lista única de candidatos. No tiene sentido plantear que “si hipotéticamente resultaban no elegidos el 50 % más uno de los diputados, no había manera legal de reconstituir el Estado”. Ese problema hipotético tiene fácil solución legal. La segunda vuelta no es obligatoria en el caso de diputados a la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado puede a discreción encargar la elección a la asamblea municipal correspondiente y aun dejar vacante la diputación (Artículo 125).

 

No es cierto que “los ciudadanos han sido llamados a votar y a optar por todos, por algunos o por ninguno”. La exhortación publicada en Granma reza: “voto por uno, por varios o por todos los candidatos”. Votar por ningún candidato presupone anular la boleta o dejarla en blanco, es decir: dar un voto sin validez. La convocatoria oficial, como manda la lógica del poder, llamó a emitir un voto válido: por todos, por algunos o por uno de los candidatos predeterminados.

 

Y estas opciones serán como la ley manda, pero jamás como manda la lógica electoral. No hay opción real cuando los votos válidos se dan con respecto a una lista única de candidatos predefinidos por triple filtro: la Comisión de Candidatura Nacional escoge (Artículo 87), los candidatos pasan a las comisiones municipales y las asambleas municipales terminan por nominarlos en votación “a mano alzada” (Artículo 96).

 

Por diseño legal, solo estos candidatos pueden ser elegidos. Así resulta que percibir algo interesante en la precitada convocatoria oficial esconde al diablo antes que develarlo. El quid radica en que votar por cualquier candidato es votar por el régimen y la oposición sólo puede manifestarse por abstención de votar o invalidación del voto.

 

Coda

 

La memoria falla si el candidato peor votado de la historia se remite a 1993 y con el 82 % de los votos. En las elecciones generales de 2008, el primer secretario del único partido en Santiago de Cuba, Misael Enamorado, consiguió nada más que 74.7 %. En cualquier precinto electoral de Occidente hubiera sido landslide, pero Lázaro Expósito vino de apagafuegos como primer secretario del Partido en Santiago y Enamorado no apareció en la lista de candidatos 2013. Donde sí no puede fallar la memoria es en que desde 1993 los candidatos a diputado se exponen al voto popular y la gente sigue votando por ellos para consolidar la tiranía de los números.

Intermezzo. La unanimidad

Estudiantes de la UCI

versus Ricardo Alarcón

Crítica a una crítica cubana

Guillermo Almeyra

30 de agosto de 2009

 

En la última semana dos historiadores cubanos –Orlando Cruz y Felipe Pérez Cruz– han tratado de responder a mi artículo "Las opciones de Cuba", publicado en La Jornada. Me alegra mucho que tantos que pueden disponer de Internet en Cuba lean mi periódico y lo que escribo. Igualmente me satisface que el primero –quien recibió duras críticas de sus lectores– me diga "camarada", y el segundo, "respetable profesor", aunque ambos, despeñándose, al final de sus piezas literarias sugieran que estoy bajo la influencia del "liberalismo", "la contrarrevolución", "el anticomunismo y el antisovietismo", y otros cocos polémicos.

 

Quiero, por eso, antes de responder a Felipe Cruz, hacer alguna observación. Desde los 13 años de edad (tengo 81) soy socialista, y marxista revolucionario militante desde los 19. Fui secretario del comité argentino de solidaridad con la revolución en Cuba (que fundé) ya en 1957, y estuve preso en una cárcel de alta seguridad por ese motivo. Desde entonces defiendo la revolución cubana, sin decir por eso "amén" a todas las posiciones del gobierno revolucionario. Aunque para algunos el calificativo de profesor sea peyorativo y sugiera "intelectual pantuflero que escribe desde un escritorio sin contacto con la gente", puedo enorgullecerme de lo que enseñé, hice y hago en las aulas y, antes y ahora, no sólo como profesor, en el movimiento obrero y en la vida política y social de México y de Argentina, por no hablar de otros países.

 

Sigo, por otra parte, de cerca y con pasión lo que pasa en Cuba y, por supuesto, en este mundo ligado por la cibernética no me faltan informaciones de primera mano. De modo que puedo pedir que no me atribuyan lo que no dije ni lo que no soy, por conveniencias polémicas. No ignoro las realizaciones de la revolución; no dije ni pienso que el país va fatalmente a una implosión (hablé, en cambio, de una crisis gravísima, que cualquier cubano responsable ve). No dije que el partido comunista sea igual a lo que era el soviético (creo que en él está lo mejor y también lo peor de la sociedad cubana; o sea, revolucionarios ejemplares y oportunistas, sectarios y trepadores). Y, sobre todo, jamás confundí el comunismo con el estalinismo, que es su negación; o el rechazo a la burocracia estalinista con el antisovietismo, porque ésta destruyó los soviets, el partido de Lenin y la III Internacional. Creo pues que la objetividad es un criterio básico para discutir ("Criterios sobre los comentarios de G. Almeyra", subtitula mi crítico F. Cruz su artículo, casi cinco veces más largo que mi nota).

 

Debo agradecer también a F. Cruz que escribe mejor que su colega, a pesar de que dice responder a los "acertos" (con c, y por aserciones) de "cierto" comentarista (evidentemente conocido en el medio oficial) fijando "criterios" (¿oficialmente?) para encarar mis afirmaciones. Sin embargo, una cosa es la sintaxis (e incluso cierta pasión patriótica, y no solamente burocrática, que se entrevé) y otra la lógica elemental. Si, según mi crítico, en Cuba todo va del mejor modo posible y se hace todo lo que habría que hacer, ¿por qué los peligros de contrarrevolución burocrática que denunció Fidel y por qué la crisis y, en particular, la crisis moral, no de toda la juventud –jamás podría decir eso cuando me dirijo a lo mejor de ella– sino de una parte importante de los jóvenes urbanos?

 

En Bulgaria las votaciones llegaban a 99 por ciento (formalmente no había enfermos, ni opositores, ni nada), ¿pero representaban un buen termómetro social? La participación en Cuba de 96.89 por ciento en las elecciones ¿quiere decir que todos esos votantes están totalmente de acuerdo con todo? Hubo 14 mil 500 asambleas para postular a los candidatos a puestos representativos, pero ¿no hubo una preselección previa de ninguno por el partido y cualquiera puede presentarse como candidato? Los diputados, es cierto, pueden ser revocados por sus mandantes: ¿alguno acaso lo fue? ¿Lage y otros dirigentes fueron revocados por sus electores o por sus pares, o por la crítica de Fidel, que no tiene ningún cargo en el Estado?

 

En las asambleas sindicales, que son convocadas "para discutir el cumplimiento de los planes y aprobar el proyecto de presupuesto", ¿se puede modificar el orden del día, incluir otros puntos críticos y propuestas, elegir delegados por resolución de las bases? En las asambleas en los centros de estudio, ¿es posible discutir y rechazar los programas y los métodos de enseñanza? Además, si el partido es tan democrático como mis críticos lo pintan, ¿por qué expulsó a Celia Hart, a pesar del voto unánime en contra de su célula? ¿No saben tampoco estos historiadores que el marxismo-leninismo –que el Estado quiere difundir– fue una invención aberrante de la burocracia soviética y que sería mejor enseñar la historia de las ideas socialistas y del movimiento obrero mundial? ¿O qué Mella fue expulsado y militó en México en la Oposición de Izquierda? ¿Tampoco saben que la idea de la infalibilidad del Papa pertenece a la Iglesia católica pero no al marxismo, y que si bien Fidel es un revolucionario y tiene grandes méritos, también ha cometido grandes errores? ¿Por qué tener fe, como religiosos, en la vieja generación revolucionaria cuando de lo que se trata es de preparar su relevo elevando el nivel de preparación y de participación política de los jóvenes y de los trabajadores?

 

Por último, el patriotismo antimperialista, en efecto, despierta energías y da una mística absolutamente necesarias. Pero de lo que se trata no es de construir sólo un país independiente sino de avanzar hacia la construcción de las bases del socialismo, que es sinónimo de internacionalismo en el análisis y en la acción, de democracia, de autogestión generalizada…

 

Guillermo Almeyra es un profesor marxista, viejo defensor de la tiranía castrista.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.