OSWALDO  PAYÁ  SARDIÑAS

MOVIMIENTO   CRISTIANO   LIBERACIÓN

Oswaldo Payá Sardiñas (1952-2012)

Payá puso en jaque a los hermanos Castro

con su Proyecto Varela

Philip Peters, un especialista en Cuba del Lexington Institute, declaró: “El Proyecto Varela sobresale porque fue la única iniciativa en aquella época que recabó la participación ciudadana en gran escala. Nadie había hecho nada semejante, ni antes ni después”.

Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco,

sufrió un “accidente” de tránsito

La familia de Oswaldo Payá se querella

en la Audiencia Nacional de España

contra el régimen castrista por su asesinato

19 de agosto de 2013

La querella está dirigida contra el teniente coronel Águilas y el coronel Llanes, de la Seguridad del Estado, la tenebrosa policía política de los hermanos Castro

 

La familia de Oswaldo Payá ha presentado este lunes una querella en la Audiencia Nacional española por la muerte del disidente cubano hace un año en la isla caribeña, con la intención de aclarar las causas y determinar que no fue un accidente de tráfico.

 

Así lo ha confirmado a la agencia Efe Carlos Payá, hermano del disidente, que falleció junto a Harold Cepero tras estrellarse el coche que conducía el español Ángel Carromero.

 

El nuevo frente judicial se abre una semana después de que Carromero denunciara en una entrevista publicada en el diario El Mundo que “los servicios secretos cubanos asesinaron a Oswaldo Payá”. El dirigente de Nuevas Generaciones del PP aseguró, convencido, que Payá y Cepedo salieron vivos del accidente.

 

Para el vicesecretario de Nuevas Generaciones del PP, “decir que fue un accidente e inculparme fue una coartada perfecta para ocultar la muerte del único opositor que podía liderar la transición en Cuba”.

 

Carromero se estrelló el pasado 22 de julio de 2012 cerca de la ciudad de Bayamo a unos 750 kilómetros al este de La Habana), en compañía de Payá, Cepero y el ciudadano sueco Jens Aron Moding. Solo él y el activista europeo sobrevieron. El automóvil, según Carromero, se salió de la carretera tras ser embestido por un vehículo azul.

 

Accidente organizado por los servicios secretos

 

La familia de Payá ha asegurado siempre que se trató de un accidente organizado por los servicios secretos cubanos, dado que Oswaldo Payá, al frente del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), resultaba incómodo para el régimen de La Habana.

 

La querella ante la Audiencia Nacional ha sido presentada por Ofelia Acevedo Maura y Rosa María Payá Acevedo, esposa e hija del disidente y se justifica en que Oswaldo Payá también tenía la nacionalidad española. Está dirigida contra el jefe de instrucción de delitos de la Seguridad del Estado –al que identifican como teniente coronel Águilas–, y el encargado de delitos de la Seguridad del Estado -nombrado como coronel Llanes-, por su supuesta participación en los delitos de lesa humanidad que culminaron con la muerte de Payá y Cepero.

 

“No fue un hecho aislado, fue el resultado de un proceso de seguimiento y amenazas de muchos años” contra Payá, ha dicho a Efe su hermano Carlos, para quien los militares Águilas y Llanes “son los hilos de los que tirar” en la investigación judicial que pueda llevar la Audiencia Nacional.

 

Fueron ellos, ha añadido, los que “coaccionaron” a Carromero para que diera una versión que hiciera pensar que el siniestro fuera un accidente de tráfico.

 

A través de un comunicado, el MCL ha asegurado que la querella es “necesaria e indispensable” desde el punto de vista de la justicia, puesto que “el régimen cubano no puede seguir persiguiendo, maltratando, mintiendo, asesinando e intimidando a una sociedad impunemente, cual dueños absolutos de la vida de millones de personas”.

 

“Vil inculpación” de Carromero

 

Para ese Movimiento, el pueblo cubano tiene derecho a conocer la verdad de lo sucedido ese día, no sólo por las muertes de Payá y Cepero, sino también por la “vil inculpación” de Ángel Carromero “por un crimen que no cometió”.

 

En el juicio posterior al suceso,  Carromero fue condenado a 4 años de prisión el 15 de noviembre por homicidio imprudente como responsable del accidente -que el gobierno de la isla atribuye a un exceso de velocidad y otros errores de conducción. Un mes después el Gobierno español anunció que había alcanzado un acuerdo con el cubano para que el vicesecretario de Nuevas Generaciones del PP regresara y cumpliera la condena en España, en aplicación del convenio bilateral al efecto de 1998.

 

“Confiamos que en España, donde el poder judicial es independiente del poder político y donde pueden buscar la verdad sin temor ni presiones, podamos llevar a término esta querella y se asigne responsabilidad a los involucrados en este horrible acto, sean estos quienes sean”, añade la nota del MCL, que asegura no buscar “revanchismo ni incitar al odio”.

 

Los familiares recalcan que Oswaldo Payá representaba el sentir de una gran mayoría del “desesperanzado” pueblo cubano y que, como coordinador nacional del Movimiento Cristiano de Liberación, había elaborado junto a otros opositores una propuesta política viable de participación, igualdad y respeto contra un sistema “fracasado que quiere permanecer a toda costa en el poder”.

 

Advierten de que este Movimiento “nunca ha buscado el revanchismo y tampoco incitar al odio o la violencia”, aunque avisan de que “tampoco tenemos miedo” a reclamar sus derechos “ya sea en la Asamblea del Poder Popular en La Habana o en la Audiencia Nacional”. “La primera nos ha contestado con calumnias, difamaciones, insultos, arrestos, golpizas y muerte. Confiamos que en la segunda hallemos el espacio para encontrar la justicia que tanto necesitamos”, concluyen.

Carromero cuenta todo a los cubanos

a través de Radio Martí

 

http://realaudio.rferl.org/ocb/CU/2013/08/15/3b0ed4db-45e6-400d-8730-37874016cf30.mp3

 

El joven político español estuvo en el programa “Las noticias como son”, donde expuso sus recuerdos e impresiones del día en que murieron --o fueron ultimados-- Oswaldo Payá y Harold Cepero.

 

14 de agosto de 2013

 

Angel Carromero, protagonista clave de los sucesos del 22 de julio del 2012 en los que resultaron muertos el líder civilista cubano Oswaldo Payá Sardiñas y el activista de su Movimiento Cristiano Liberación Harold Cepero, contó a Radio Martí el miércoles los detalles de aquella jornada que cambió su vida.

 

A continuación, una versión escrita de la entrevista que Carromero concedió a nuestros colegas Amado Gil y José Luis Ramos para el programa “Las noticias como son”:

 

“VAMOS A VARADERO”

 

--Salimos en la mañana del 22 de julio hacia Santiago de Cuba. Pero allí no se puede hacer nada sin que lo sepa la seguridad del Estado. El día anterior fui a cambiar unos euros por CUC. Me preguntaron para qué quería cambiar el dinero y lo primero que se me ocurrió fue decir que íbamos a Varadero. Un tweet que envió ese día un tuitero oficialista [Yohandry Fontana] anunciando que habíamos salido para Varadero es la primera prueba de que los seguimientos son efectivos y de que siempre se hacen ¿Cómo podían saberlo, si no hablamos con nadie?

 

A lo largo del recorrido nos siguieron en tres ocasiones. Por lo que me dijo Oswaldo eran seguimientos rutinarios.

 

Cada vez que pasas una provincia hay un punto de control. Es como en la Alemania nazi, controlan quiénes van, hacia dónde se dirigen y por qué cambian de provincia. El primer seguimiento fue después de uno de esos puntos de control. Más tarde nos siguió un Lada rojo. Hasta que al final un coche más nuevo nos impactó y nos sacó de la carretera.

 

UN COCHE CON MATRÍCULA AZUL

 

--Entrando en la provincia de Bayamo [Granma] ya es cuando el coche empieza a seguirnos de cerca y ahí es cuando Oswaldo ve la matrícula – algo que yo no sabía, que en Cuba, por la matrícula se sabe qué tipo de coche es—y él se da cuenta de que era un coche del Estado,por la matrícula azul. Y bueno, lo que intentamos fue no dar ningún motivo para que nos pararan. Fueron momentos de tensión en los que no sabíamos qué estaba pasando, pero seguimos adelante.

 

Me hace mucha gracia la versión cubana que sacaron en los primeros momentos en la televisión. Decían que iba a 132 kilómetros por hora.

 

Todos los oyentes saben cómo son las carreteras en el interior de la isla: no es que una persona quiera ir más rápido o más lento, sino que es físicamente imposible ir a esa velocidad en unas carreteras que no es que tengan agujeros, es que están completamente dejadas de la mano de Dios, nunca se ha invertido en mejorarlas. Entonces, aunque uno quiera ir rápido por ese tipo de carretera, pues no puedes.

 

¿DE DONDE SALIÓ ESA FURGONETA?

 

--El coche iba muy cerca de nosotros, estaba pegado a la parte de atrás. Yo lo último que recuerdo es estar mirando por el retrovisor y ver qué nos iba a pasar, porque estaban demasiado cerca. Después nos impactó, perdí el control del automóvil y perdí el conocimiento. Más tarde recuerdo que dos personas me sacaron del coche y me introdujeron en una furgoneta con puerta lateral, como en la que me llevaron al juicio.

 

Esa es otra de las cosas que no entiendo: en el interior de la isla ¿de dónde sacaron de repente una furgoneta moderna que llegara allí y que luego en el juicio nadie sabe quién la llevó, de quién es, o quién me llevó a mí al hospital? Los que me metieron en la furgoneta eran civiles, o vestían por lo menos de civil. Pero nadie los ha identificado.

 

EL HYUNDAI Y SUS ESCENARIOS

 

--He visto las fotos del coche que ha sacado el régimen, o sus satélites, de forma oficiosa. Si alguien las comprara, se dará cuenta de que el coche que muestran cada vez está en un sitio [distinto] a veces sale rodeado de maleza, otras de tierra, más cerca de la carretera o más lejos; con el embellecedor puesto o caído, y sobre todo tuvieron la torpeza de enseñar el árbol contra el que según ellos nos dimos: no está ni doblado. Yo supongo que, según el impacto que ellos dicen, estaría por lo menos torcido, si no roto y quebrado.

 

Aron [Modig] le corroboró a Rosa María Payá que él no recuerda que en ningún momento impactáramos con un árbol y que no estábamos donde dice el gobierno cubano a través de las fotografías. Está claro que si el gobierno cubano no hubiera modificado el coche, no hubiera hecho nada para encubrir lo que realmente fue, ¿por qué no dejó a mi defensa acceder a ese coche? Es que nadie pudo examinar ese coche más que ellos. Entonces tuvieron toda la libertad del mundo para modificarlo y para crear esta historia por la que me enjuiciaron a mí.

 

RODEADO DE MILITARES

 

--En el hospital, cuando me tumban en la camilla lo primero que veo es a una oficial, una militar del Ministerio del Interior sentada a mi izquierda que me toma declaración. No sé si por aturdimiento o por qué, pero le conté lo que pasó. Tomó nota de todo y se fue de la sala. Ya entonces pude preguntarles a las enfermeras.

 

La lógica me decía que si yo estaba allí solo, si era el primero que había llegado y estaba ileso completamente, los demás pasajeros no tendrían ningún problema, o los hubieran llevado a ellos antes. Al principio las enfermeras me decían que sí, que venían al hospital los cuatro. Luego empezaron a decir que éramos tres, hasta que al final dijeron que éramos dos.

 

Al rato llegó Aron y le pusieron en la misma sala donde estaba yo. Le dije “Dios mío, Aron, nos han dado ¿Qué nos va a pasar? ¡Nos van a matar!”. El me contestó: “Probablemente”.

 

A mí me pusieron en una camilla, me sedaron con una vía (suero intravenoso) y recuerdo que estaba rodeado literalmente de militares. Incluso uno de ellos me estaba grabando constantemente con una cámara de mano.

 

SMS, SOS

 

--A través del móvil de Aron llamamos a España y a Suecia para avisar de lo que había pasado. Uno de los mensajes de texto más gráficos es el que envío yo desde el móvil de Aron: “Socorro. Estamos rodeados de militantes. Militares”. Como no tenía mi agenda de teléfonos se lo envié a una amiga común.

 

Me cuentan que desde España, a través de la Iglesia, se manda a un sacerdote para que compruebe que estoy con vida. Yo estaba sedado, y no me acuerdo ni siquiera de haberlo visto. Pero eso permitió que desde España empezaran a enviar mensajes diciendo que yo estaba vivo y estaba bien. Había mucho temor de que pasara de estar vivo y bien a estar muerto.

 

OSWALDO Y HAROLD ¿MUERTOS O REMATADOS?

 

--Todo apunta a que Oswaldo y Harold salieron vivos [del accidente]. Hay una cantidad de incongruencias: ¿Cómo es posible que los dos opositores cubanos murieran y los dos europeos salieran ilesos? ¿Cómo es posible que si esto fue un accidente no se hayan entregado después de un año y más de veinte días las autopsias de los cadáveres? ¿Cómo es posible que a los abogados que me defendían no se les haya dejado ver el coche, acceder a las pruebas por las que se me acusaba? ¿Cómo es posible que no se dejara proponer peritos independientes? Si no había nada que ocultar ¿por qué todas estas cosas?

 

[Según Rosa María Payá, el capitán Fulgencio Medina, que estaba encargado de la investigación entrevistó a dos testigos: un señor que conducía un tractor y alguien que se trasladaba en una bicicleta. Públicamente, en una de las salas del hospital, dijo lo que habían contado los testigos].

 

--Eso en el juicio desapareció. Los testigos que propusieron llevaban sus declaraciones en la mano, apuntadas con bolígrafo. Fue una farsa y la mayor prueba es que el tiempo que estuve retenido en Cuba no podía comunicarme con el exterior sin ser vigilado y controlado, no podía hablar libremente.

 

Sin embargo la familia [de Payá] lo sabía [lo del capitán Medina], porque hubo testigos, y por eso desde el primer momento dijeron que yo era inocente.

 

BOTONES DE MUESTRA

 

--Sobre mi declaración en video, les digo a los cubanos: en España no decimos “accidente de tránsito”, sino “accidente de tráfico”. Simplemente estaba repitiendo lo que me habían dicho que dijera.

 

Es más, me abroché y me desabroché los botones del polo [pulóver] para que se viera que eran varias tomas. En una de las tomas aparezco con dos botones del polo abrochados, y en otra con el polo abierto. A mí me obligaron a grabar ese video.

 

¡Pero si es el típico video que graban los secuestrados!

Hija de Payá se reunió con la DC en casa de Aylwin

 

Raul Castro’s empty talk on civility in Cuba

Editorial Board

August 12

 

PRESIDENT RAÚL Castro of Cuba delivered a speech to the National Assembly last month in which he lamented the demise of Cuban culture and civility. He railed against bad behavior, from building houses without permits to shouting and swearing in the streets, from dodging bus fares to painting grafitti. “Living in society entails, in the first place, accepting rules that preserve respect for decency and the rights of others,” he declared.

 

The rights of others? Civility? Seven days after Mr. Castro spoke these words, the civil society group Ladies in White went on a march for freedom and human rights in Matanzas province. They’ve done this before, on other Sundays, in other towns. A group of Cuban government supporters forcefully cut off the march and proceeded to beat and harass the members of the group, which was founded by the wives, mothers, sisters and daughters of 75 political prisoners who were jailed in a crackdown a decade ago. The attack was just the latest harassement and intimidation of Cuban dissidents.

 

The kind of civility that is recognized all over the world as basic dignity — the freedom to speak and associate, to choose one’s leaders, to live without fearing a regime’s security services — is not on Mr. Castro’s mind. His regime continues to threaten and persecute those who dare challenge its legitimacy.

 

One of the most passionate dissidents in Cuba until his death last year was Oswaldo Payá, champion of a campaign to advance democracy with a national referendum. On July 22, 2012, he died in a car wreck along with Harold Cepero, the leader of the youth wing of Mr. Payá’s Christian Liberation Movement. The driver of the car in which they were riding was Ángel Carromero, a young Spanish politician who was visiting Cuba. Mr. Carromero told us in March that the car was rammed from behind by a vehicle which carried government license plates, after which he lost control of the vehicle.

 

Mr. Carromero has now raised fresh questions about the car wreck in an interview with the Spanish newspaper El Mundo, suggesting that Mr. Payáand Mr. Cepero may have been alive when they were brought to a local hospital and only died later, perhaps at the hands of a state that did not wish them well. He has no hard evidence, but suspicions linger. The family of Mr. Payáwas never given an autopsy report.

 

The most significant unanswered questions are: Who rammed the car on a wide and flat road that day? And why? Mr. Carromero’s latest comments reinforce the need for a thorough investigation. We were heartened to see that the new U.S. ambassador to the United Nations, Samantha Power, last week raised with the Cuban foreign minister the need for a credible investigation into Mr. Payá’s death. A similar demand came from the chairman of the Senate Foreign Relations Committee, Robert Menendez (D-N.J.). Perhaps it is too much to suggest that Mr. Castro might allow a genuine investigation into these tragic deaths, no matter where it leads. That would be truly civil.

 

 

En Cuba no existe Estado de Derecho

Ángel Carromero

12 de agosto de 2013

 

Señor Gimbernat,

 

Leo con asombro su tribuna del pasado viernes. Reconozco su amplia trayectoria académica y, por lo tanto, me sorprende aún más que usted hable de Cuba como si de un país democrático se tratara, que asuma que fui sometido a un juicio justo con todas las garantías procesales, que se suscribió un convenio entre dos países con Estado de Derecho y que se trató de un simple accidente de tráfico. Nada más lejos de la realidad.

 

Cuba es una dictadura comunista en la que no existe Estado de Derecho. Entre otras muchas tropelías, el Poder Judicial depende del Consejo de Estado, presidido por el hermano Castro de turno. Por lo tanto, no hay imparcialidad judicial, sino que sus sentencias se supeditan a las directrices del dictador.

 

El juicio al que fui sometido fue una farsa. Fui retenido, incomunicado, obligado a grabar un video propio de secuestrados de Al Qaeda. De hecho, no tuve acceso a un abogado hasta 20 días después de ser injustamente encarcelado.

 

En cuanto a los encuentros que tuve con el cónsul general de España, he de decir que nunca fueron a solas. Siempre estaba presente un teniente-coronel de la Seguridad del Estado que supervisaba lo que decíamos. Lógicamente, ni el cónsul ni yo teníamos libertad y nos limitábamos a tener conversaciones triviales que no molestaran a nuestro oyente. Lo mismo pasaba en las pocas comunicaciones que me permitieron tener con mi madre y un amigo. El teléfono estaba pinchado y no sólo tenía al mismo teniente-coronel vigilando lo que hablaba, sino que también era grabado con una cámara mientras estaba al teléfono.

 

Siendo usted catedrático de Derecho Penal, sabrá que en cualquier país democrático la defensa tiene acceso a las pruebas, puede proponer testigos y presentar peritos que emitan dictámenes independientes, además de poder contratar un abogado que no dependa de ningún organismo estatal. Por desgracia, como le digo, Cuba no es una democracia. Allí todos los abogados pertenecen al bufete colectivo de la Revolución y no tienen acceso a una copia de los expedientes de acusación; de hecho, los tienen que transcribir a mano. Además, no existe la posibilidad de proponer peritos diferentes a los militares que designan ellos. Y sobre todo, no tienen acceso a las pruebas por las que se acusa.

 

Cuando el Estado cubano te señala, ya sabes que estás condenado. Por ello, no tiene lógica recurrir ninguna sentencia. Ellos son juez y parte. No hay posibilidad alguna de contradicción.

 

Respecto al traslado a España, el Gobierno y yo mismo aceptamos la condena cubana como única forma de volver a mi país. Pero el Gobierno previó que al llegar a España pudiera hacerse justicia. Firmó un memorándum complementario al Convenio de Traslado. En él recogió, en su punto tercero apartado C, «que la parte española asume el compromiso de comunicar a la parte cubana la concesión de indulto». Es decir, el Gobierno se reservó la posibilidad de concederme dicho beneficio, solicitado ya por la familia de Oswaldo Payá, con la única condición de comunicarlo. Por ello, no corre riesgo ni la palabra dada por España ni ningún otro compromiso, puesto que se contempló desde el principio esta posibilidad.

 

Por último, recordarle que en las dictaduras los asesinatos de Estado son una práctica común. La familia de Oswaldo lo sabe. ¿Mienten ellos al defender mi inocencia?

 

 

Una muerte muy sospechosa

Andrés Oppenheimer

11 de agosto de 2013

 

La nueva embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Samantha Power, merece crédito por haberle pedido al gobierno cubano que inicie una investigación creíble sobre la sospechosa muerte del líder disidente cubano Oswaldo Payá. Sin embargo, Power debería haber ido más lejos que eso. La semana pasada, Power envió un tweet diciendo que acaba de plantearle al canciller cubano, Bruno Rodríguez, la necesidad de una investigación seria del misterioso accidente automovilístico del 2012 en el que Payá perdió la vida.

 

El disidente cubano, fundador del Movimiento Cristiano Liberación, era conocido en todo el mundo por haber organizado una petición que reunió más de 25.000 firmas en la isla para pedir un referéndum sobre si el gobierno cubano debía permitir la libertad de expresión y una democracia multipartidista.

 

Payá, a quien tuve el honor de entrevistar muchas veces, fue un verdadero Mahatma Gandhi cubano. Nunca alzaba la voz, y permanente predicaba un mensaje de no violencia y de reconciliación nacional. Muchos de nosotros lo veíamos como la mejor esperanza para la Cuba post-Castro.

 

Payá murió el 22 de julio del 2012, cuando el auto en el que viajaba se estrelló contra un árbol en una carretera del interior de Cuba. Payá, de 60 años, y su compatriota cubano Harold Cepero, de 32, los dos sentados en el asiento trasero, fueron declarados muertos poco después.

 

El conductor del auto, el joven político español Angel Carromero, y su copiloto, el activista político sueco Jens Aron Modig, sobrevivieron al accidente. Carromero fue arrestado bajo cargos de homicidio vehicular, pasó cinco meses en una cárcel cubana, y fue liberado con la condición de cumplir el resto de su sentencia en España.

 

Tras el accidente, la hija de Payá, Rosa María Payá, afirmó que un auto del gobierno cubano había estado siguiendo al grupo, y que había embestido repetidamente desde atrás al auto en que viajaba su padre, hasta sacarlo de la ruta y estrellarlo contra un árbol. Como evidencia, dijo que los dos europeos habían enviado mensajes de texto a sus amigos en Europa desde el lugar del accidente, diciendo que estaban siendo seguidos por otro auto.

 

Pero los familiares de Payá no tenían pruebas sólidas en ese momento. Ambos europeos estaban recluidos en una prisión cubana, y Carromero había firmado una declaración en la cárcel avalando la versión gubernamental de los hechos.

 

Para colmo, Carromero tenía un historial de ser un pésimo conductor: había acumulado 45 multas en Madrid en los 15 meses anteriores a su viaje a Cuba. Y Modig, tras ser liberado de la cárcel cubana, dijo a los periodistas que estaba dormido cuando se produjo el accidente.

 

Pero la versión de la familia Payá empezó a sonar mucho más creíble unos meses después, cuando -ya en España- Carromero declaró a The Washington Post que había firmado el documento en la cárcel cubana bajo presión, y que varios autos de la policía secreta cubana, con sus características chapas azules, “nos venían siguiendo desde el comienzo”.

 

Carromero le dijo al Post que la última vez que miró por el espejo retrovisor antes de perder la conciencia, “vi que el auto se había acercado demasiado, y de repente sentí un impacto atronador que venía de atrás”.

 

En una entrevista posterior con el diario español El Mundo, publicada la semana pasada, Carromero dijo que Payá y Cepero habían sido trasladados a un hospital, donde “los servicios secretos cubanos los mataron”. Para mas evidencia, El Mundo también mostró fotos de los mensajes de texto que habían enviado los dos europeos desde el lugar del accidente, diciendo que estaban siendo seguidos.

 

En una entrevista telefónica, Rosa María Payá me dijo que su familia ya ha pedido una investigación internacional a la Relatoría Especial de Asesinatos Extrajudiciales de Naciones Unidas, y a la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos. También ha planteado el caso en los tribunales españoles, ya que Payá tenía además ciudadanía española.

 

Con respecto a la petición de Power al canciller cubano, Rosa María Payá me dijo que “es un buen primer paso, pero el gobierno de Obama tendría que hacer la petición directamente al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, y al relator especial de asesinatos extrajudiciales. Que yo sepa, todavía no lo han hecho”.

 

Mi opinión: Estoy de acuerdo. Power merece aplauso por plantear el caso de Payá, pero en vez de pedirle una investigación creíble al canciller cubano -todos sabemos cómo terminará eso-, debería hacer la petición a la ONU, la OEA y otras instituciones internacionales.

 

Ya hay demasiadas nuevas pruebas -incluyendo las fotos de los mensajes de texto y dos testigos- como para no hacer una investigación creíble de la muerte de uno de los grandes héroes de los derechos civiles latinoamericanos.

 

 

Los demócratas cubanos le estamos agradecidos

a la Democracia Cristiana de Chile

 

Este viernes 9 de agosto la casa del expresidente Patricio Aylwin fue la sede del encuentro entre la directiva de la Democracia Cristiana y Rosa María Payá Acevedo, hija del fallecido líder opositor cubano Oswaldo Payá Sardiñas.

 

La activista cubana, que visita el país para participar en una escuela de formación política del Centro Democracia y Comunidad, tras la cita agradeció a la Democracia Cristiana por el respaldo a las gestiones que realiza para aclarar si el Gobierno de Raúl Castro provocó la muerte de su padre.

 

La hija del fallecido líder opositor cubano expresó: “Estamos buscando una investigación independiente que aclare lo sucedido. Para eso tomaremos los pasos que decidamos sean más concretos y efectivos. Ahora tenemos más esperanzas, contamos con el apoyo de la Democracia Cristiana chilena y de muchos otros defensores de derechos humanos de la libertad en el mundo”.

 

Payá Acevedo indicó que además “contamos con la determinación de que los cubanos deben ser libres y deben ser libres ahora”.

 

El presidente de la Democracia Cristiana chilena, Ignacio Walker, destacó que “estamos muy contentos de tener a Rosa entre nosotros. La habíamos invitado en enero y no pudo venir porque no la dejaron salir de Cuba”.

 

El presidente de la Democracia Cristiana calificó a Oswaldo Payá como un “mártir de la lucha contra la dictadura en Cuba” y anunció que “en los próximos días estaremos presentando un proyecto de acuerdo en el senado para solicitar que el Gobierno de Chile tenga a bien pedir una investigación independiente e imparcial para determinar las verdaderas características de la muerte de Oswaldo Payá”. “Hay motivos para pensar que fue más asesinato que accidente”, expresó Walker.

 

Walker enfatizó que “seguiremos fortaleciendo la solidaridad internacional con Cuba, con la lucha del pueblo cubano por la democracia, por los derechos humanos, tal como en Chile, bajo la dictadura de Pinochet contamos con la solidaridad de la comunidad internacional”.

 

Aquí no hay dictaduras buenas y malas, nosotros tuvimos una dictadura de derecha, nuestros amigos cubanos tienen una dictadura de izquierda, una dictadura comunista; de hecho, una dinastía comunista, con sucesión hereditaria, donde un hermano le pasa el relevo a otro hermano. Nuestra lucha es la misma, por los DD.HH, por la libertad, por la democracia, en cualquier rincón del mundo”, agregó el presidente de la Democracia Cristiana chilena.

Cinco sólidas razones que señalan

al castrismo como el asesino de Oswaldo Payá

Jorge Hernández Fonseca

11 de agosto de 2013

 

Apareció en la prensa del exilio opositor cubano un artículo de Juan Orlando Pérez, firmado en Londres el pasado 10 de agosto, que sustenta una tesis como mínimo discutible: “la dictadura cubana no tenía razones por qué haber mandado a asesinar a Oswaldo Payá en estos momentos”, como un aporte razonado en un caso controversial, sobre el cual -en su primer aniversario- ha habido varios desdoblamientos de peso relacionados con colocar a la dictadura castrista en el banquillo de los acusados por el crimen del opositor cubano y de Harold Cepero.

 

No quiero enjuiciar las causas que decidieron a Pérez para escribir el artículo que motiva mis razonamientos al respecto. Baste solamente decir que en los momentos actuales, que la familia Payá comienza a recibir apoyo internacional de cierto peso y que uno de los principales testigos de los hechos, Ángel Carromero, ha hecho declaraciones fuertes acusando a la dictadura castrista de asesinato y de que han comenzado a llegar desde la isla informaciones que se encajan en el rompecabezas acusando al castrismo, los argumentos vertidos por Pérez van en sentido contrario al esfuerzo opositor de sentar a los verdugos en el banco de los reos.

 

Claro que lo anterior no cambia sustancialmente los argumentos del articulista, razón por la cual quiero en mi análisis obviar aspectos relacionados con compromisos asociados a estrategias democráticas, motivaciones o intenciones, para tomar el toro por el cuerno de sus argumentos.

 

Según el punto de vista que defenderé en mí análisis, la dictadura castrista cubana tuvo muchas razones (todas torvas) para haber mandado a asesinar a Oswaldo Payá y a Harold Cepero, gravemente heridos en un accidente de tránsito cerca de Bayamo. Entre estas razones he seleccionado solamente cinco de ellas, para refutar la esencia del artículo referido arriba:

 

Primero: No es verdad, como asegura Pérez en su artículo, que “sólo Raúl Castro podría dar semejante orden (de asesinar Payá) ni siquiera, ya, su hermano”. Fidel Castro conserva todavía en Cuba poder de ‘vidas y haciendas’ --y en este caso-- es uno de los posibles culpables por semejante orden, probablemente para perjudicar los planes reformistas de Raúl, como se ha hecho en otras ocasiones. El articulista que rebato hace una conjetura, “Fidel ya no tiene ese poder” yo hago otra “sí lo tiene”. Es sabido que en la isla hay dos tendencias: la de los cambios que llevan adelante Raúl y sus generales y la tendencia conservadora, que se opone a los cambios, muy probablemente centrada en la figura --y quizá las ordenes-- del anciano dictador retirado. En defensa de este punto de vista aporto la reciente “chapucería” con el contrabando de armas en un barco de Corea del Norte. Una posible coartada de los conservadores fidelistas contra los reformistas de Raúl. Adicionalmente, tanto Raúl cuanto Fidel, sí darían gustosos la orden de asesinar Payá y Cepero en circunstancias como las que se sucedieron después del accidente, donde tanto Payá como Cepero salieron con vida, pero probablemente muy mal heridos. La orden en ese caso podría haber sido “sáquenlos del lugar del accidente y mátenlos”, con la seguridad de que posteriormente se montaría un circo para encubrir el asesinato. Algún día sabremos si la orden de ejecución salió desde un sembrado de matas de “morringa”, desde una finca de recreo --entre tragos del mejor whisky-- o de la mente de un ‘agente’ enardecido.

 

Segundo: La razón que esgrime Pérez para decir que el castrismo no tenía “razones” para haber mandado a matar a Payá y a Cepero es que “ya Payá había pasado sus mejores días” y que por eso “no habría que eliminarlo”. La deducción es claramente falsa: si Payá pasó sus mejores días, es precisamente el momento de matarlo. De la misma manera que Fidel y Raúl mantienen intactas las lecciones marxistas aprendidas del “librito”, en sentido de aferrarse al poder a toda costa (y a todo costo) también mantienen la lección de “eliminar físicamente a sus enemigos más destacados y prominentes”, principio que ambos hermanos llevan más de medio siglo aplicando sin contemplaciones. No es necesario que ese enemigo destacado esté en sus mejores días, todo lo contrario. La ocasión se preparó en momentos que la figura de Payá era menos mencionada a nivel internacional, lo cual, en lugar de ser un argumento válido para decidir “no matarlo” es todo lo contrario, favorece la opción “matarlo”; pasadas las mejores glorias y sabiendo que es un enemigo destacado, valiente y enérgico, “aprovecha y mátalo”, en las complejas circunstancias de un accidente claramente provocado previamente.

 

Tercero: La versión de la dictadura cubana --“accidente imprudente” de Carromero-- no ha tenido en cuenta las grabaciones de los mensajes de los extranjeros envueltos en el accidente, en sentido de que “un auto los chocó por detrás y los tiró de la carretera”. En favor del “accidente provocado” hay mucho más que las declaraciones actuales de Carromero y/o los testigos cubanos del lugar de los hechos, que no lo refieren. Hay grabaciones de mensajes hechos (y grabados) a través de los teléfonos móviles de los dos extranjeros envueltos en el accidente, que en una investigación imparcial, tendrían un fuerte impacto, sobre todo, contradiciendo la versión oficial en sentido que el accidente fue causado por “imprudencia del chofer del auto”. Si bien no hay pruebas del trato que recibieron Payá y Cepero después del accidente --camino al hospital de Bayamo-- en lo que respecta a que el accidente fue causado por un auto de la policía política, caben muy pocas dudas y fue este elemento precisamente el obviado, ocultado y no llevando en cuenta durante el juicio, por razones asociadas a las características de la orden recibida desde el alto mando de asesinar a Payá, --o a falta de esas órdenes-- de someter a los heridos a condiciones mortales durante el traslado al hospital por parte de los policías políticos envueltos en el accidente y posterior asesinato.

 

Cuarto: La dictadura prepara una transición amañada, para la cual está seleccionando elementos supuestamente comprometidos con la oposición política cubana, con vistas a conformar una oposición dócil y sometida que le permita “lavarse la cara” ante la comunidad internacional --sobre todo frente a EEUU y Europa-- que exigen una apertura política. En este caso, Oswaldo Payá jugaría un papel muy importante como pieza de denuncia y/o validación, según la óptica externa –sobre todo europea-- suponiendo que los raulistas preparen “opositores amañados” como delegados por ejemplo a la Asamblea Nacional del Poder Popular, sin darle a Payá el sitio que le pertenece. Con Payá en vida dentro de Cuba, nada de esto podría ser estructurado sin darle un asiento --donde quiera que fuera-- a Oswaldo Payá, que sería la pieza que convalidaría –o no-- semejante intento de apertura. El poder “hacer desaparecer” a Payá, facilita este importante paso del plan general de “transición” raulista.

 

Quinto: No es necesario imaginar una orden de asesinar a Payá desde que él salió a viaje a Oriente con sus amigos visitantes y Harold Cepero. Es claro que fueron seguidos por un auto --reconocido también en el artículo que analizo-- y parece evidente --porque otras veces ya había sucedido con Payá y las grabaciones lo expresan-- que le dieron un “empujoncito” que los tiró de la carretera provocando el accidente, del cual Payá y Cepero salieron gravemente heridos y los dos extranjeros quedaron atontados (o sin conocimiento). Es así que se da la ocasión de la posible orden de asesinato de parte de Fidel o de Raúl, o simplemente, como el artículo también conjetura, de un exceso de celos por parte de los policías políticos que actuaron en los hechos, sometiendo a los heridos a condiciones mortales durante el traslado al hospital. Es este el momento clave de la decisión “mátalos” o “protégelos”. Habidas cuentas que habían sobradas razones de parte de la dictadura castrista para “eliminarlos”, la orden de parte de Raúl sería “mátenlos” y la orden del anciano dictador sería la misma, como sería también el libre albedrío de los esbirros envueltos en el “accidente provocado” y posterior asesinato durante el traslado.

 

Finalmente quiero expresar mi completa solidaridad con la familia Payá en su intento de hacer justicia con este injustificable crimen y dedicar mi modesto homenaje a Oswaldo Payá como patriota y luchador, que no merece otro análisis que no sea del agradecimiento por su ejemplo.

La muerte de los otros

Martín Santiváñez*

9 de agosto de 2013

 

El Leviatán tropical que el castrismo ha construido a lo largo de sesenta años exige, de manera sistemática, una cuota de sangre. La legitimidad del modelo está en función del terror que el líder y el Partido son capaces de imponer. La cuota, ese concepto que todo revolucionario convicto y confeso aprende en las “escuelas populares”, es el pago que demanda la ideología para construir aquí en la tierra el paraíso ácrata, el Edén del “hombre nuevo”, un mito apreciado por los remanentes del guevarismo.

 

Así, el Estado regentado por los Castro, adecuando principios de la ortodoxia comunista a la realidad latinoamericana, ha seguido el viejo manual político esbozado por Marx, el hombre que escribió, en un arrebato de sinceridad radical, que lo suyo (y lo de sus discípulos) era “proferir gigantescas maldiciones”. En realidad, lo que el castrismo ha hecho con Cuba es la hoja de ruta de todos los regímenes comunistas que han sido, son y serán. Todo se legitima si con ello se construye el futuro. Siguiendo esta lógica, la sangre puede y debe ser ofrecida en holocausto si con ello se consolida la revolución.

 

Por eso, no sorprende que un Estado construido bajo estas premisas ideológicas totalitarias y maniqueas, haya decidido asesinar a un opositor de fuste como Oswaldo Payá. Sin logros económicos que ofrecer después de sesenta años de mesianismo y estatolatría, los Castro solo puede mantenerse en el poder empleando en el frente interno, indistintamente, la coerción masiva o la aniquilación selectiva.

 

Además, en el exterior, el castrismo disfruta del apoyo material del ALBA y de la complicidad política de ese bloque que algunos analistas denominan la “nueva izquierda latinoamericana”: el lulismo del PT, el socialismo chileno de la Bachelet, la confluencia peruana de Villarán, etc. La realidad es clara: la “nueva izquierda” latinoamericana nunca ha dejado de acudir a los besamanos que periódicamente organiza La Habana.

 

Este es el Estado policial que ha asesinado a Oswaldo Payá después de perseguirlo durante toda su vida pública. Esta es la tiranía clásica a la que Payá se enfrentó con valentía, fe y decisión. Un despotismo que apela al miedo, al comisariato y al “juicio popular”, apoyándose en el aplauso o el silencio cómplice de sus parientes ideológicos.

 

No es un Estado distinto a las dictaduras que edificaron muros, Gulags o campos de concentración. El grado de refinamiento, la sofisticación que el instrumento de los Castro ha desarrollado en la vigilancia y la represión sólo es comprensible si tomamos en cuenta el soporte internacional, el paraguas externo, la ayuda o el silencio de la comunidad global. Oswaldo Payá no sólo era un obstáculo interno. Se había transformado en un referente peligroso a nivel mundial. La lógica revolucionaria, la de la cuota por el futuro, entró en juego materializándose en el asesinato narrado a El Mundo por Ángel Carromero. La existencia, la propia condición vital de un líder que predicó el mensaje de libertad, unidad y reconciliación era insoportable para un Partido que se legitima desde hace seis décadas en función al miedo y la división.

 

La muerte de Oswaldo Payá no es un crimen más de la dictadura castrista. Su asesinato puede y debe generar una reacción internacional que liquide la aspiración de convertir a los Castro, a punta de maquillaje, en los autores iluminados de una “democracia popular” distinta, pero tolerable.

 

España no debe pactar con el terrorismo de Estado. Si quiere recuperar la iniciativa a nivel regional, el gobierno tiene que denunciar las irregularidades del caso Payá, la ilegalidad del trato a Carromero y la represión dictatorial que estrangula a la oposición cubana día a día. El que guarda silencio ante la muerte de Payá es un cadáver, un cuerpo inerte para la democracia. Porque Oswaldo, el socialcristiano, encarnó siempre lo mejor de Cuba: la síntesis por encima de las divisiones, la denuncia valiente ante el foro internacional y la esperanza de un cambio real. Los otros, los que han construido a fuerza de ideología una dictadura feroz y los que callan movidos por falsos cálculos políticos, convergen en un mismo y execrable resultado: la prolongación material de un Leviatán tropical que exige en holocausto, cada cierto tiempo, la cuota de sangre de los mejores hijos de la libertad.

 

* Investigador del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. Visiting Fellow de SAIS - Johns Hopkins University.   

¿Quién defiende los derechos de los cubanos?

Oswaldo Payá

La credibilidad de Carromero

y de la política española

Eugenio Yánez

8 de agosto de 2013

 

Los asuntos de tribunales no se manejan “políticamente”

 

Más de siete meses después de haber regresado a España, y tras varios meses cumpliendo su (injusta) sanción fuera de la cárcel, Ángel Carromero amplió sus declaraciones sobre las circunstancias del “accidente” de Oswaldo Payá y Harold Cepero cerca de Bayamo aquel fatídico día, hace más de un año, que costó la vida a los dos opositores.

 

No hay que reprochar a Carromero que solamente haya hablado cuando estuvo en su país. No sería justo pretender que lo hiciera antes, ni que estando preso en 100 y Aldabó impugnara el libreto oficial redactado por el régimen para sus declaraciones. Hubiera sido suicida. No existían efectiva protección consular ni contactos diplomáticos a favor del español. Se sabe como funciona la “justicia” en Cuba.

 

Sin embargo, resulta incoherente que en estos momentos vuelva nuevamente a la carga con su versión, y reitere, como anteriormente le señaló a Rosa María Payá, sus sospechas, o más bien sus convicciones, de que la muerte de ambos opositores no fue por accidente, pero que no haga nada más que ofrecer declaraciones sobre eso.

 

El largo brazo del castrismo llega a España, y Carromero lo sabe. El joven español debe haber recibido amenazas desde las sombras. Que decida volver al tema es positivo, pues demostraría que ha logrado sobreponerse a los temores, algo que no ha hecho ni por asomo su compañero de viaje —nunca mejor eso de compañero de viaje, y nada más— el sueco Hans Aron Modig, convaleciente en Estocolmo de amnesia selectiva y silencio sepulcral hace ya un año.

 

Si Carromero considera que a través de su Partido Popular español (PP) podrá lograr algún resultado, ya está demasiado crecidito para creer en Los Reyes Magos. El PP enfrenta problemas de gobernabilidad e ineptitud ante la profunda crisis económica que vive España, además del comportamiento delictivo de su extesorero y la ceguera (o complicidad) generalizada de los altos cargos del partido ante esos hechos. Por si fuera poco, aparecen corruptos funcionarios del gobierno y directivos del partido a todos los niveles a lo largo y ancho del país. El PP no puede estar interesado en asumir la batalla de Carromero y chocar con el gobierno cubano. Además de que La Habana tiene en los archivos de “la seguridad” suficientes expedientes sobre políticos españoles —de todos los partidos— para que un Don Quijote vaya a surgir a apoyar a Carromero sin pensarlo demasiado.

 

Los intereses españoles en Cuba son muchos. Intereses del Estado español, no del partido en el poder. Lo fueron en tiempos de la colonia y tras la independencia cubana, lo fueron durante el franquismo, y lo han sido cada vez más en la democracia, independientemente del gobierno que haya ganado las elecciones en España. Esos capitales son españoles, no “populares” o “socialistas”. Lo que les interesa son las inversiones que realizan en Cuba y los beneficios que obtienen, no la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero, y mucho menos la eventual inocencia de un encausado y condenado Ángel Carromero.

 

Todo gobierno español conoce perfectamente las violaciones de derechos humanos en Cuba; la difícil situación política, económica y social por la que pasan los cubanos; que el gobierno cobra a los inversionistas en moneda fuerte y paga a sus trabajadores en pesos cubanos devaluados. Que Fidel Castro estuvo oficialmente en el poder desde 1959 hasta 2006, y que desde entonces a la fecha está Raúl Castro, ambos sin haber realizado nunca elecciones libres ni democráticas. Saben de las innumerables cárceles a lo largo y ancho de la Isla, de las golpizas a los disidentes y las Damas de Blanco, de los millones de exiliados, y de todas las arbitrariedades que el régimen ejecuta diariamente.

 

Y lo que es válido para España lo es también para los países de la Unión Europea. Sin embargo, más allá de una “Posición Común” cada vez menos común y menos posicionada, ni los europeos en general, ni los españoles en particular, con algunas dignas excepciones, han dicho mucho, ni dicen mucho, ni dirán mucho.

 

Menos aun los actuales líderes españoles. No hay que ser amnésicos ni malagradecidos: en determinados momentos algunos se han portado muy bien con el pueblo cubano, pero tanto los gobiernos “socialistas” como los “populares”, aun siendo críticos de la dictadura, buscan siempre acomodos con La Habana, con el objetivo de garantizar, antes que todo, los intereses españoles en la Isla. Aunque tales intereses monten a horcajadas sobre las espaldas, la sangre, el sudor y las lágrimas de los cubanos: desde las inmoralidades “socialistas” del gobierno anterior a las incoherencias “populares” del actual, Madrid negocia con la tiranía de los Castro con guantes de seda y lechos de rosas, mientras trata a los presos políticos, opositores, disidentes y cubanos de a pie con desprecio, frialdad y mentalidad burocrática para salir del paso. Nada personal: simplemente, asuntos de negocios. Realpolitik.

 

Si Carromero realmente pretende algo más que limpiar su conciencia lo que tendría que hacer, y así ya se lo han indicado claramente, es dirigirse a los tribunales de su país y presentar el caso con relación a la muerte del ciudadano español Oswaldo Payá. Todo lo demás, sin acudir a los tribunales, no irá más allá de escándalo periodístico, declaraciones cruzadas, hipótesis más o menos festinadas, alboroto, elucubraciones, o acusaciones morales pero sin fundamento legal.

 

Lo que no significa, sin embargo, que llevar el caso ante los tribunales españoles sea garantía de que se lleve a cabo el correspondiente procedimiento, y mucho menos que se llegue a un eventual resultado transparente, justo y esclarecedor.

 

Porque, lamentablemente, en la justicia española y sus funcionarios hay síntomas de un nivel de corrupción comparable al de muchos funcionarios electos y políticos de todos los partidos.

 

Lo que no es poca cosa.

Carromero asegura que Payá fue asesinado

Ángel Carromero: “Servicios secretos cubanos asesinaron a Oswaldo Payá”

 

Estoy seguro de que él salió vivo del accidente. Las enfermeras y un párroco me aseguraron que en el hospital ingresamos los cuatro”, señaló el joven español en una entrevista difundida este lunes, en la cual señaló que decir que la muerte del líder disidente fue accidental -tal como asegura el régimen comunista- “fue una coartada perfecta para ocultar la muerte del único opositor que podía liderar la transición en Cuba”.

 

 

Los obispos cubanos y el Gobierno español tienen el deber de contribuir a aclarar las muertes de Oswaldo Payá y Harold Cepero

 

 

Carromero habló, ¿y ahora qué?

Alejandro Armengol

6 de agosto de 2013

 

Lo importante del testimonio de Carromero es que algunas de las personas por él mencionadas pueden ser interrogadas al respecto

 

Al fin Ángel Carromero ha contado su versión sobre lo ocurrido el día en que perdieron la vida Oswaldo Payá y Harold Cepero, y por primera vez sus palabras plantean hechos concretos, cita documentos y personas a las que se puede preguntar al respecto. De esta forma, coloca en una posición delicada al actual Gobierno español. Una posición que podría tornarse embarazosa si la Moncloa decide ignorarlo y no hacer nada.

 

Con la entrevista concedida al diario español El Mundo, Carromero, vicesecretario de Nuevas Generaciones del Partido Popular de Madrid, ha decidido arriesgarse —algo que siempre se le ha reprochado por no hacerlo—, y su testimonio merece ser atendido y contestado.

 

Ha transcurrido un año desde aquel 22 de julio de 2012 en Bayamo, en la zona oriental de Cuba, y lo ocurrido no ha dejado de ser noticia, tanto por el reclamo incesante de la familia Payá para que se realice una pesquisa transparente del suceso, como por las más diversas informaciones, editoriales de prensa, declaraciones de organizaciones del exilio y de derechos humanos en diversas partes del mundo —hasta rumores y especulaciones—, que no han cesado de producirse sobre lo que a todas luces es aún un incidente complejo, oscuro y sospechoso.

 

Porque lo que siempre ha despertado sospechas puede resumirse en dos aspectos: el historial del régimen totalitario de La Habana, de eliminar y desprestigiar a sus opositores más diversos —con mayor o menor potencialidad de acción—, y la destacada labor en favor de la democracia de los fallecidos, en especial Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) y una figura con un amplio reconocimiento internacional. Sin embargo, en esta compleja madeja —siempre en crecimiento durante un año— habían faltado los datos que permitieran ir más allá de la opinión y la conjetura.

 

Carromero coloca a Madrid en una posición delicada por dos razones simples: tanto una de las víctimas era ciudadano español por naturalización, como el supuesto victimario involuntario lo es por nacimiento. Más allá de establecer que el régimen de los hermanos Castro es, en última instancia, responsable por lo ocurrido —algo que atañe en buena medida a las denuncias internacionales— lo que se trata ahora es de determinar si ese régimen es también culpable directo de las muertes. Se impone dar el paso del aspecto político a la investigación penal, y el encargado de dar ese paso es Madrid, en lo que tiene que ver con la búsqueda de la verdad y en determinar el grado de culpabilidad de los que —según Carromero— ejecutaron lo que él considera fue un asesinato, así como en precisar quienes ordenaron llevarlo a cabo; o al menos dieron luz verde para una persecución y hostigamiento que desembocó en las muertes.

 

Si se trató de una nueva chapuza, de las que al parecer se inclina cada vez más a cometer el régimen de Raúl Castro, y el objetivo era amedrentar y no matar, el delito es igualmente serio. Pero para el joven político de Madrid no se trató de un error, ni de un fallo en los cálculos, sino de un asesinato premeditado. La acusación es grave, e implica una gran obligación —no solo moral sino también jurídica—, tanto para el que acusa como para los acusados.

 

Lo importante del testimonio de Carromero es que algunas de las personas por él mencionadas pueden ser interrogadas al respecto, ya que aparentemente están fuera del alcance del gobierno de la Isla, y no tienen a su disposición el recurso fácil o difícil de refugiarse en la justificación o la cobardía, de invocar en secreto las presiones o amenazas que el poder puede ejercer sobre ellas —o al menos no deben ampararse en ello.

 

Los testigos

 

Carromero dice que los cuatro que iban en el automóvil salieron con vida tras la colisión producida cuando fueron embestidos por un vehículo con chapa estatal, que el impacto no fue fuerte, ya que no se rompieron los cristales del auto. “Las enfermeras y un párroco me aseguran que en el hospital hemos ingresado los cuatro”, afirma.

 

No dice específicamente que le informaron que las cuatro víctimas estaban con vida, aunque se deduce del ingreso, y hay además un dato significativo. Por supuesto que no se puede esperar, en las condiciones imperantes en Cuba, que las enfermeras declaren, pero ese sacerdote que aparece ahora debe ser buscado, y preguntarle al respecto. Es deber de la Iglesia Católica una aclaración.

 

Más adelante añade que la embajadora de Suecia tardó 24 horas en ir a buscar a su acompañante de esa nacionalidad, y en su caso especifica: “Yo sólo pude ver al cónsul general meses antes del juicio y nunca a solas. Siempre había un teniente coronel delante”. En Cuba siempre se ha afirmado que recibió la debida atención consular. El entonces cónsul general debe responder sobre este aspecto.

 

En otra parte de la entrevista afirma: “A mi abogado lo vi una vez el día antes del juicio y pude hablar con él a solas 60 segundos por el descuido de un coronel. En ese momento le dije: ‘Pepe, en España saben que no ha sido un accidente, ¿verdad?’. Él me contestó que sí, pero que me mantuviera en la versión oficial y me aseguró que el Gobierno y mi partido estaban conmigo”. Este es un punto fundamental, que debe ser aclarado por el abogado.

 

En otra pregunta detalla que se considera un buen conductor y que “la mayoría de las multas que tengo son de aparcamiento. Me quitaron los puntos del carné por ir hablando por el móvil y por superar en 10 kilómetros por hora el límite de velocidad en la A-3”.

 

De acuerdo a lo publicado en el diario español El País el 3 de agosto de 2012, Carromero había perdido su carnet de conducir por “homicidio por conducción imprudente”, y agrega el periódico que se trata de un “delito penado entre uno y diez años de cárcel, había acumulado 45 multas de tráfico desde marzo de 2011, tres de ellas por exceso de velocidad, aunque la mayoría eran infracciones por aparcamiento indebido que no generan la retirada de puntos. Antes de esa fecha tenía otras sanciones por infracciones más graves, que dieron paso a la decisión de Tráfico, que le comunicó que le iba a retirar la licencia”.

 

¿Cuáles fueron esas infracciones más graves, que Carromero no menciona o no recuerda en el momento de la entrevista con El Mundo?

 

Al preguntársele cómo valora la gestión del Gobierno español, Carromero responde: “Consiguieron traerme de vuelta y por eso les estoy agradecido”. Sin embargo, ahora denuncia un serie de irregularidades, que al parecer ese mismo gobierno, del cual dice estar agradecido, supuestamente permitió pasar por alto o hacerse de la vista gorda, para que siguiera en curso un proceso que tuvo como resultado su traslado a España a finales de ese mismo año en que ocurrieron los hechos.

 

La España actual

 

Las declaraciones de Carromero hay que verlas dentro del contexto actual de la situación política española: un presidente del Gobierno debilitado por el caso del exgerente y extesorero Luis Bárcenas y un Partido Popular (PP) que si públicamente ofrece una imagen de unidad, en lo interno está sumergido en una fuerte lucha por el poder y en divisiones que a veces salen a flote y otras se mantienen soterradas. Sus comentarios fueron dados a un periódico que mantiene una enconada batalla contra ese mismo gobierno. Es más, a partir de la comparecencia de Mariano Rajoy ante el Parlamento, el 1 de agosto, la rencilla entre El Mundo y la presidencia española se ha hecho incluso personal. El director del diario, Pedro J. Ramírez, denunció el viernes 2 de agosto que es “seguido y vigilado” por el gobierno de Rajoy por las informaciones que el rotativo ha publicado en el marco del escándalo de presunta financiación ilegal en el PP.

 

Al preguntársele en la entrevista sobre la fuerte defensa de su caso por parte de Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid, Carromero ha respondido: “Esperanza está defendiendo la verdad. Se ha portado conmigo como una madre. Antes de todo esto no me había reunido nunca con ella, pero desde que me afilié al PP a los 16 años soy aguirrista”.

 

Que Aguirre dio luz verde a Carromero es algo que despierta muy poca duda, pero es posible que haya más: ¿Fue ella la que lo alentó o instigó a estas declaraciones, en un momento en que el caso Bárcenas se mantiene en el candelero, pero no ha proporcionado nuevos titulares tras el último discurso de Rajoy?

 

Pocos en España —podría afirmarse que nadie— duda de las aspiraciones presidenciales de Aguirre. Sus diferencias con Rajoy vienen de años. Su renuncia a la presidencia de la Comunidad de Madrid no ha implicado “su retiro de la vida política”, como en su momento decretó desacertadamente Mario Vargas Llosa. Aguirre no solo mantuvo su cargo al frente del PP en la comunidad madrileña, sino que ha practicado una disidencia a veces vocinglera y otras más pausada. Su ferviente anticastrismo ha encontrado una afinidad política perfecta en su campaña de reivindicación de Carromero, con objetivos políticos propios.

 

Como suele ocurrir en todo lo relacionado con Cuba, la trama siempre tiene dos cabezas: una hacia el exterior, hacia la Isla, y otra nacional, sea Washington o Madrid, la Casa Blanca o la Moncloa.

 

Sin embargo, más allá de cualquier circunstancia, ahora es más imperioso que nunca la búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido a Payá y Cepero. Carromero ha decidido asumir un riesgo, está en juego su prestigio —o lo que queda de éste— y por ello merece que sus acusaciones se investiguen. Pero, sobre todo, lo merecen más los opositores muertos y sus familiares, y también el pueblo cubano.

 

 

El testimonio de Ángel Carromero

Álvaro Vargas Llosa

6 de agosto de 2013

 

Había algo profundamente desolador en la actitud del joven político español Ángel Carromero desde el “accidente” que costó la vida a los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Comprensible, perfectamente humano y acaso políticamente inevitable, pero desolador. Porque bastaban dos dedos de frente, que es lo mismo que decir una mínima información sobre los métodos del comunismo a lo largo del siglo XX, para saber que la versión oficial, la de un accidente provocado por la imprudencia de Carromero, era altamente dudosa y que el testimonio de la familia de Payá, que no paró nunca de denunciar lo que a su modo de ver había sido un crimen de Estado, tenía más credibilidad y fuerza moral.

    Me alegro, pues, de que Carromero haya vencido todas las barreras, desde el miedo hasta la razón del Estado español, que le impedían cuestionar la versión oficial y haya decidido brindar el testimonio que ha dado a El Mundo hace pocos días. Porque, independientemente de que se haga justicia algún día o de que esa denuncia tenga alguna consecuencia práctica, y ambas cosas están por verse, su silencio, su acquiescencia, implicaban, por explicables que fuesen, una derrota de la libertad. Así lo sentíamos al menos muchos de los que, entendiendo los constreñimientos terribles que le impedían hablar sin censura, veíamos que con el paso de los días la víctima se iba convirtiendo en culpable incluso a ojos de muchos demócratas.

    Nunca sabremos exactamente cómo murieron Payá y Cepero, pero al menos ahora sí sabemos dos cosas: que el régimen cubano no ha logrado instalar a la víctima que iba al volante dentro de un estado de cautiverio psicológico perenne y que el Gobierno español, que sus razones tendrá para preferir la extrema cautela, no ha podido evitar que el testimonio que realmente importa, que es el de quienes salieron con vida de aquella tragedia, discurra libremente. Las cosas en su sitio.

    En un mundo más justo y donde la izquierda totalitaria no gozara de la protección que le confiere el complejo de inferioridad de los demócratas, ya habrían ocurrido muchas cosas (cosas, me apresuro a añadir, que probablemente hubieran sucedido si los hechos se hubieran dado bajo un régimen ideológico de signo contrario en la isla): el Gobierno español habría tomado cartas diplomáticas en el asunto para llegar a la verdad y castigar, eventualmente, el crimen (Carromero no era el único español, por cierto: Payá tenía pasaporte español también); la Audiencia Nacional ya estaría ocupándose del caso y, al otro lado del charco, los órganos jurisdiccionales del Sistema Interamericano ya estarían abocados a una investigación seria. Para no hablar de la actitud de los partidos, medios de comunicación e instituciones de la sociedad civil de los países libres, que en lugar de tratar a Carromero, como ha ocurrido a lo largo del último año, del modo que quería la propaganda cubana, lo habrían defendido sin complejos.

    Pero no estamos en un mundo justo. Apenas en un mundo lleno de mugre moral en el que de tanto en tanto los defensores de la libertad tienen el coraje de mostrarles a sus congéneres por qué no es infinitamente más injusto de lo que es. Al menos, en el puñado de países donde hay un Estado de Derecho y una democracia liberal, o algo que se les parece mucho. La salida del clóset moral de Carromero, si puedo usar esta impertinente metáfora, con su liberadora entrevista es uno de esos episodios.

    Refiriéndose a su decisión de hablar, Carromero afirmó en la entrevista que Payá hubiera hecho lo mismo que había decidido hacer él. Que no quepa la menor duda. Es posible que ese valor sea, precisamente, la razón por la que Oswaldo murió.

Rosa María Payá pide solidaridad al cumplirse

el primer aniversario de la muerte de su padre

A un año del cadalso

Orlando Luis Pardo Lazo

22 de julio de 2013

 

El Proyecto Varela es el legado de Oswaldo Payá que sobrevivirá a los hermanos Castro. Incluso al capitalismo sin derechos humanos que ya se ensaya para entronizarlo después de los Castro

 

Esperé hasta el final de la cola, tras cientos de dolientes que desfilaban ante su ataúd, bajo el altar mayor. Era un mes de julio caluroso hasta lo criminal. Y en la parroquia El Salvador del Mundo, en el municipio Cerro de Ciudad de la Habana, velaban al fundador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL): Oswaldo Payá, 1952-2012.

 

Me doblé sobre el vidrio de la humilde caja. Allí estaba la bandera nacional, con su geometría siempre represiva de barrotes azules y blancos, y ese triángulo rojo con la estrella como un ojo rapaz. El olor a flores muertas era insoportable, también el incienso hipócrita de una Iglesia cuyo Cardenal es hoy casi un ministro del Gobierno comunista ya cincuentenario, dando la espalda a sus fieles como otras tantas veces en la historia nacional.

 

Miré la cara de Oswaldo Payá. Tenía un moretón en la mejilla izquierda. En el exilio cubano, se le acusó de castrista por pretender una transición pacífica hacia la democracia que fuera de la ley a la ley, para que resultase redentora de verdad y no terminase en el cambio-fraude de un caudillo militar por otro con traje y corbata. En las filas de la oposición, recibió críticas de autoritarismo por la virtuosa vehemencia de sus convicciones. La soledad de aquel cadáver reciente era la típica de nuestros mártires.

 

Pensé en que junto a él habían segado la vida de un joven líder del MCL llamado Harold Cepero. Y en este punto fue como si Oswaldo Payá me mirase con culpa, sin necesidad de abrir sus párpados pesados como telones.

 

En ese instante tuve una visión arrasadora, cuyo fondo era la alocución radial que acababa de oír en la voz de su aún más joven hija, Rosa María Payá, quien anunció con dolor pero muy ecuánime al mundo que, después de décadas de vigilancia y amenazas constantes, su padre había sufrido un atentado, tal como lo demostraban los sms enviados a Suecia y España por los dos extranjeros sobrevivientes al "accidente".

 

En mi visión, Oswaldo Payá era sacado del auto de turismo en que viajaba y juzgado in situ por un tribunal militar, que lo condenaba a muerte sin darle la palabra, para cumplir así la vieja venganza personal del Comandante en Jefe de la Revolución, que jamás le perdonó ser un hombre libre y feliz dentro de Cuba, capaz de reunir más de 25.000 firmas en su contra, de hablar sin miedo pero sin odio el corazón al recibir el premio Sajarov del Parlamento europeo, y de estar a punto de obtener un merecidísimo premio Nobel de la Paz (título que Fidel Castro siempre ansió para él).

 

Entonces, un hilillo de sangre comenzó a manar de la oreja izquierda de Oswaldo Payá, surcándole el cuello hasta depositarse en el bolsillo de su camisa. Nadie más lo veía en la iglesia abarrotada de opositores, prensa extranjera y agentes secretos infiltrados (todos indistinguibles en más de un sentido). Sin darme cuenta comencé a llorar. Las lágrimas caían mansas por mis mejillas, sin poder controlarlas. Me llamaban del extranjero y yo les reportaba llorando, aunque ni siquiera me sentía triste. Estaba simplemente arrasado. Lo que comenzó con unos guerrilleros que fusilaban sin juicio desde mucho antes de 1959, ahora terminaba con un asesinato de Estado, mientras los inversionistas del mundo libre cuentan ya sus monedas para invertir y verse investidos como los salvadores de la última utopía totalitaria en la Tierra.

 

El Proyecto Varela del MCL, la idea de reducir a la tiranía al emplazarla a cumplir con su propia legislación, sigue vigente hoy, y ningún funcionario cubano (ni hoy ni mañana) tendrá legitimidad hasta tanto la Asamblea Nacional del Poder Popular no cumpla con lo estipulado, y reconozca a esta petición ciudadana que se le entregó dentro del marco constitucional. Ese legado de Oswaldo Payá sí sobrevivirá a los hermanos Castro. Incluso al capitalismo sin derechos humanos que hoy ya se ensaya para entronizarlo después de los Castro.

 

Es muy posible que el crimen quede impune en términos judiciales. Pero las vidas de Harold Cepero y Oswaldo Payá (hayan sido arrancadas como en mi visión o de cualquiera otra cruel manera) son ya un evangelio vivo, patrimonio de todos los cubanos, para que la violencia de Estado sea incinerada en Cuba junto al último de los uniformes verde-verdugo de la Seguridad del Estado.

Bienvenida, familia Payá

Pío E. Serrano

17 de junio de 2013

 

Si la familia Payá ha considerado que su lucha por tratar de demostrar el crimen cometido en la persona de Oswaldo la puede realizar de manera más efectiva con este desplazamiento, nada tengo que oponer

 

Confieso que, en general, prefiero evitar el uso de la primera persona en las reflexiones políticas. Quizás se deba ello al cuidado que suelo tomar para no permitir que una excesiva subjetividad termine por deformar las ideas que deseo expresar. Sin embargo, en la ocasión de la llegada de la familia Payá a Estados Unidos, deseo expresar abiertamente mi alegría por su decisión.

 

En primer lugar, porque es suya. Tomada en el libre ejercicio de su voluntad. En segundo lugar, porque considero que el natural relevo generacional en la oposición al régimen castrista y el natural posicionamiento ante sus nuevas estrategias, permite el diseño de nuevas y más arriesgadas, incluso polémicas, propuestas.

 

Si la familia Payá ha considerado que su lucha por tratar de demostrar el crimen cometido en la persona de Oswaldo la puede realizar de manera más efectiva con este desplazamiento, nada tengo que oponer. Es más, tengo el convencimiento de que, efectivamente, se ha tratado de un asesinato. Cinco décadas de implacable represión castrista avalan esta presunción.

 

Para los que piensan que la resistencia interior de Payá y sus compañeros ha sido una versión blanda de oposición desconocen la eficacia moral y estratégica del Proyecto Varela. No sólo Payá puso en evidencia ante la opinión pública mundial la nula credibilidad de la propia legalidad del régimen sino que también puso nerviosa a la alta jerarquía de la Iglesia Católica cubana. Y todo ello dentro de la Isla, arrostrando los ciertos peligros que lo acecharían, hasta consumarse en su asesinato.

 

A estas alturas, poco importa que el Gobierno español, por boca de su ministro de Exteriores, se haya puesto de perfil e ignore la farsa en que La Habana convirtió el juicio que encontró culpable al único español imputado. Es una práctica habitual que responde a la defensa de los intereses españoles en la Isla.

 

A estas alturas, es perfectamente legítimo que la familia Payá instrumente a su favor la legalidad vigente, que le permite la flexibilidad de golpear fuera y dentro, sin renunciar al propósito que la alienta.

 

A Lenin le gustaba repetir, dejad que los burgueses hagan sus leyes, con ellas haremos la cuerda con la que los ahorcaremos. Y reescribiendo a Deng Xiao Pin, podemos repetir, dentro o fuera, o dentro y fuera, lo importante es que el gato cace ratones.

 

No sé si la familia Payá continuará alentando el proyecto político que defendía Oswaldo, apoyado en un moderado grupo de seguidores dentro y fuera de la Isla; supongo que sí, por lo que le oí proclamar a Rosa María en Madrid, después de entrevistarse con Ángel Carromero y el canciller español. Mucho me alegraría que fuera así. Mientras más plural sea la oposición al régimen más ganaremos los cubanos en la futura integración de una sociedad política en libertad.

 

Nadie tiene el privilegio de trazar las fronteras de “pureza” en la composición de ese cuerpo formado por sucesivas e indistintas oleadas de exiliados o inmigrantes. Todas ellas idénticas, al menos, en el rechazo al régimen.

 

Esta familia que acaba de llegar a Miami ha sufrido la persecución y el atropello, la humillación y las golpizas de los represores en Cuba. No han hecho oposición desde las tibias aguas del Norte. Se ha ganado, al menos, el respeto, aunque algunos puedan disentir legítimamente de sus propuestas. Y estoy seguro de que su decisión en nada se debe a la huida de tales consecuencias. Sencillamente, ha creído que así puede ser más útil.

 

Todos los exilios poseen una perversa tendencia autofágica. La conocieron los exilios de los rusos blancos, los republicanos españoles y hasta los mexicanos que huían de los momentos más cruentos de su revolución y los chinos que se fugaban de Mao. Durante más de cinco décadas los exiliados cubanos la hemos practicado. Ya es hora de que comencemos a olvidarla.

¡Bienvenidos a Estados Unidos!

El sagrado derecho de la familia Payá

Eugenio Yánez

13 de junio de 2013

 

A la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad

 

Cuando vivía en Cuba, la primera vez que supe de Oswaldo Payá y su labor cívica fue por noticias de la radio extranjera, puesto que en la información oficial, naturalmente, él era ninguneado y silenciado.

 

Me asombró, y admiré a aquella persona capaz de salir casa por casa, en ciudades donde los mítines de repudio campeaban por su respeto, a proponer a los cubanos firmar una petición —cualquiera que fuese— que no estaba dentro de las líneas, los intereses o las “orientaciones” del Gobierno cubano.

 

El terror, las amenazas, los golpes, eran recursos de la dictadura que, simplemente, no limitaban el accionar de Payá, un cristiano firmemente convencido de sus ideas y del camino para materializarlas. Un hecho de la magnitud de esa recogida de firmas requería, además de valor personal, una convicción política y una capacidad de liderazgo de la que no todos los valientes disfrutan, ni dentro de Cuba ni en el extranjero.

 

Cuando escuchaba aquellas noticias lo menos importante para mí era si Payá y su Movimiento podrían recoger firmas equivalentes al 0,0001, el 0,2, el 17, el 43,25 o el 82,09 porciento de los votantes. Considerar que la impronta de Oswaldo Payá y el Movimiento Cristiano Liberación en Cuba puedan ser medidos por el porcentaje de firmas recogidas para sus proyectos con relación a los eventuales votantes, en el mejor de los casos es ingenuo, y en el peor, miserable: lo fundamental era la disposición de esos cubanos valientes a tocar puertas, hablarle cara a cara a las personas, mirándoles a los ojos, y solicitarles su firma en una petición que, aun dentro de los marcos de lo autorizado por la Constitución socialista, asustaría a más de uno. Solamente estar dispuesto a salir a recoger esas firmas era un acto de dignidad y valor de una trascendencia mucho más allá de la estulticia cotidiana.

 

¿Cuántos informantes de los CDR, militantes del Partido, “come-candela”, segurosos, indiferentes, cobardes, habrán encontrado Payá y esos cubanos dignos que le seguían cuando los residentes respondían al toque de las puertas de sus casas y ellos comenzaban a explicar el por qué de su presencia?

 

Cuando posteriormente todo el mundo tuvo conocimiento de la actividad de Payá y su Proyecto Varela, gracias a un discurso del expresidente Jimmy Carter en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, televisado a todo el país y ante la prensa extranjera, la estatura política de Oswaldo Payá se agigantó más aun.

 

Todo lo anterior no desconoce que, desde mi percepción, Payá no siempre tuvo la razón en todas sus posiciones políticas, en sus relaciones con la población cubana, con el resto de los disidentes y opositores dentro del país, con la Iglesia Católica, ni con los exiliados. Considero que no siempre sus propuestas fueron las mejores ni las más adecuadas. Sin embargo, nunca he dejado de admirarlo y respetarlo, porque esa situación demostraba que él no era un dios, sino un ser humano, con sus luces y sus sombras, como somos todos, algunos con más luces, como Payá, otros con más sombras.

 

Tras el nebuloso accidente de tráfico de junio de 2012 que costó la vida a Oswaldo Payá y Harold Cepero, y las cobardes, confusas, vacilantes y contradictorias declaraciones de los dos supervivientes extranjeros que les acompañaban, la familia Payá, con todo su derecho, y teniendo en cuenta las amenazas y “accidentes” anteriores que sufrió Oswaldo, consideró insuficiente la explicación oficial sobre los acontecimientos, y ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para conocer lo que realmente podría haber sucedido ese trágico día. Eso no es ni majadería ni testarudez, sino justo y normal reclamo de quienes pierden a un ser querido en circunstancias nada claras y de antecedentes tenebrosos.

 

Ofelia Acevedo, la viuda de Payá, en todo momento demostró entereza, dignidad y valor. Rosa María, la hija de Ofelia y Oswaldo, en su reciente gira por Europa y Estados Unidos, siempre fue sobria, responsable y certera en sus declaraciones, sin aspaviento innecesario ni búsqueda de protagonismo, insistiendo en el empeño de que se pueda conocer toda la verdad sobre la muerte de su padre, más allá de toda duda. Tan certera resultó su gira que los esbirros del régimen comenzaron a amenazarla a ella y a toda su familia desde el anonimato de las redes sociales y las llamadas telefónicas malintencionadas, incluso antes de que regresara a Cuba.

 

Ahora los familiares de Payá decidieron hacer lo que hemos hecho casi dos millones de cubanos a lo largo de más de medio siglo, por una razón o por otra: salir de Cuba y radicarse en el extranjero, en este caso en Estados Unidos. Todavía no se conocen todos sus planes y estrategias para esta nueva etapa, pero lo que hagan a partir de ahora, cómo y cuándo, es algo que corresponde decidir a la familia Payá, a más nadie. Ya el tiempo y la vida dirán la última palabra sobre los resultados de sus decisiones.

 

Es cierto que, más que ciudadanos privados, los familiares de Oswaldo Payá, sobre todo después de la gira internacional de Rosa María, son vistos como figuras icónicas o símbolos de la oposición cubana, y eso motiva criterios, comentarios y opiniones que no se expresan habitualmente sobre cualquier hijo de vecino que decida hacer lo mismo que ellos. A pesar de eso, esperar de todos los familiares, automáticamente, similares acciones y posiciones a las del carismático fundador del Movimiento Cristiano Liberación es una expectativa que, en el mejor de los casos, peca de demasiado optimista.

 

Sin embargo, me parece que todos y cada uno deberíamos preguntarnos muy claramente quiénes somos nosotros para juzgar y calificar las conductas de la familia Payá y evaluar las decisiones del Movimiento Cristiano Liberación como si viviéramos en las alturas del Olimpo, por sobre los simples mortales, opinando festinadamente sobre lo que debieron o deberían hacer.

 

La libertad de expresión, de la que todos disfrutamos en este país, no nos da derecho a juzgar superficialmente las acciones de los demás, ni nos convierte en Gran Hermano, vigilando desde el Parnaso la conducta y las acciones del resto de los cubanos.

 

Sobre todo cuando no hemos logrado, después de más de medio siglo, que se restablezca un Estado de Derecho en nuestra patria, y tenemos que vivir en el extranjero con una libertad prestada que disfrutamos y agradecemos, y bien miserables seríamos de no saberla agradecer.

 

De manera que, sin pretender juzgar lo que no me corresponde, ni sentar cátedra de nada, ni dar “orientaciones” ni consejos a nadie sobre cómo actuar, ante la noticia de la llegada de esta familia a Estados Unidos, expreso una vez más mi respeto y mi admiración por el difunto Oswaldo Payá, y les digo a sus familiares lo que corresponde en estos casos, lo que tantos cubanos hemos escuchado al llegar a estas tierras de libertad y que tanto optimismo nos ha brindado en esos momentos difíciles de la llegada:

 

¡Bienvenidos a Estados Unidos!

Dos patrias tiene ella: Cuba y Miami

Alejandro Armengol

12 de junio de 2013

 

La oposición acaba de inaugurar la posibilidad de estar entrando y saliendo de Cuba por temporadas, mantener viviendas en ambos países y dejar que el tiempo pase

 

¿O son una las dos?

 

La llegada de la familia Payá a este ciudad ha iniciado un capítulo nuevo en la larga historia del exilio y la lucha contra el régimen castrista. Ahora se puede ser disidente y opositor en esta orilla del Estrecho de la Florida, trasladar el buró de La Habana a Miami y establecer el puesto de mando en cualquier suburbio. Como en las ofertas de tiempo compartido —donde varias familias se reúnen para comprar una vivienda de verano y se ponen de acuerdo para dividirse los meses en que la utiliza cada cual—, los cuarteles de invierno se levantan al resguardo del aire acondicionado y con la garantía de que no hay amenaza de apagones constantes si en el futuro falta el petróleo venezolano, siempre que se pague la cuenta de electricidad.

 

Por supuesto que nadie que vive desde hace años en el exilio tiene derecho a criticar que otros compartan igual destino, así que lo primero es un saludo de bienvenida para la familia Payá y el mejor de los deseos de una estancia grata y un futuro promisorio.

 

Continuar el discurso opositor en este lado del estrecho puede resultar enaltecedor, entretenido y en ocasiones hasta provechoso. Solo que aquí también hay la posibilidad de criticar y discutirlo; no rechazarlo con actos de repudio, violencia y gritos, sino simplemente expresar otra opinión.

 

La familia Payá ha escogido un camino no heroico, y tiene todo su derecho a ello. A Miami vino todo lo que quedaba de la familia en Cuba. Cinco miembros llegaron el jueves a Miami: su viuda Ofelia Acevedo, su hija Rosa María y su hijo Reinaldo; además de la madre de Acevedo, de 86 años, y una hermana. Una hermana de Payá y una tía habían llegado el 30 de mayo. Su hijo mayor, Oswaldo, se asentó en Miami unos meses antes, de acuerdo a una información ofrecida en El Nuevo Herald.

 

Lo novedoso del caso es que no se lo plantean como un viaje sin regreso o un destierro hasta el final de la dictadura castrista. Nada de ello. Gracias a la Ley de Ajuste Cubano, y gracias también a la nueva política migratoria del gobierno de Raúl Castro, pueden estar hasta dos años por aquí y en cualquier momento regresar a la Isla sin necesitar permiso de las autoridades cubanas. Y por supuesto, también luego regresar a Estados Unidos.

 

Así que la oposición acaba de inaugurar la posibilidad de estar entrando y saliendo de Cuba por temporadas, mantener viviendas en ambos países y dejar que el tiempo pase, los hermanos Castro se mueran y ver si entonces el futuro de Cuba es más luminoso u oscuro. Para decirlo en cubano: capear el temporal, cualquier temporal. Mientras tanto, y con la residencia asegurada gracias a la Ley de Ajuste, los más jóvenes iniciar una nueva vida y edificarse un futuro en un país que de pronto se ha convertido en una especie de foster home para los hijos y servicios de asistencia social para los de edad avanzada. Todo ello sin necesidad de adquirir compromiso alguno con la nación que sirve de país de adopción en cuanto a beneficios, pero que en realidad no lo es en cuanto a un compromiso ciudadano.

Rosa María vive

Orlando Luis Pardo Lazo

15 de abril de 2013

 

Vuelve Rosa María sin escoltas ni escándalo mediático, vulnerable y sonriente, acariciando su cruz incansable.

 

Mañana al amanecer Rosa María Payá vuelve a Cuba, tal como lo prometió en el aeropuerto de La Habana dos meses atrás. Su palabra, contrario a lo que es habitual en Cuba, vale.

 

Vuelve Rosa María sin escoltas ni escándalo mediático, vulnerable y sonriente, acariciando su cruz incansable, de vuelta a su ya clásica casita de la calle Peñón, junto al parque Manila al que nunca regresarán su padre Oswaldo Payá Sardiñas (1952-2012) ni su amigo entrañable Harold Cepero Escalante (1980-2012). Ambos líderes del Movimiento Cristiano Liberación, ambos muertos un domingo atroz de julio pasado a manos de desconocidos y en un lugar todavía incierto de Cuba, dado que la versión oficial se ha hecho insostenible tras las evidencias y testimonios expuestos al mundo por Rosa María Payá sin necesidad de alzar su voz. Ante la gritería grosera de todo totalitarismo de Estado, la voz de una ciudadana cubana dejada huérfana de amistad y amor.

 

Vuelve Rosa María Payá a la tierra donde se corrompen los restos mortales de la dirigencia mártir del Movimiento Cristiano Liberación. Vuelve viva y con ganas de resucitar el deseo sagrado de vivir en la verdad en una sociedad socialista, tan atacada de pánico e hipocresía. Rosa retorna y retoña en Cuba sin ninguna enfermedad cómplice de nuestro oficialismo octogenario. Vuelve sin ínfulas de violar las leyes del tránsito o declararse en huelga de hambre. Vuelve inflamada de vida y libertad. Vuelve ella, con L y L, tal como un viernes de febrero último ella voló.

 

La Seguridad del Estado cubana no contaba en absoluto con sus 24 años recién cumplidos de resistencia ante el horror en que hemos abandonado a la familia Payá-Acevedo. Una familia que todavía recibe las amenazas anónimas de que “antes de que caiga la Revolución, te vamos a asesinar”. Y, en efecto, hay mucho de eso en la retórica reumática de la Revolución: anonimato, miedo a tener un rostro más allá del de Fidel y Raúl (nuestro juicio de Nuremberg será de formato mínimo).

 

Mañana al amanecer Rosa María Payá quedará fuera de las manos mediáticas de comisiones de derechos humanos y parlamentos solidarios y ONGs y gobiernos demócratas. Porque en Cuba son solo los cuerpos los que cuentan, y el nuevo rostro del Movimiento Cristiano Liberación, sin vocación de sacrificio, vuelve a una patria perversa que, como hace apenas unos meses, puede que no la deje viajar otra vez. Puede que nunca veamos su gesticulación pausada, sin la arrogancia inverosímil de nuestros caudillos. Puede que nunca más oigamos le ternura vehemente de su valor. En este sentido, habría que decirle a tiempo un adiós del alma a Rosa María Payá.

 

Lo principal aquí radica, por supuesto, no en su imagen virtuosa, sino en el legado de una obra aun pujante y posible en las iniciativas ciudadanas del Proyecto Varela, el Proyecto Heredia, El Camino del Pueblo, y tantas otras propuestas concretas que reducen la impunidad del gobierno cubano, al forzarlo a acatar su propia legalidad para transformarse según la voluntad popular. Un esfuerzo de decenas de miles de ciudadanos que sigue siendo ignorado por nuestro inoperante Parlamento nacional, órgano de gobierno que al parecer prefiere apostar por su suicidio de cara a un futuro de transición.

 

Es precisamente ese silencio intimidante, es esa impunidad insultante al margen incluso de la moral, es esa mudez malvada de mentiras y muerte, la bienvenida con que las autoridades de La Habana acechan ahora a Rosa María Payá. El Estado cubano continua sordo hasta la insolencia. Su lógica operativa no es para nada institucional, sino de secta secreta.

 

En consecuencia, cualquier desmán es esperable contra ella y su familia, tanto dentro como fuera de la Isla, ahora o dentro de la sobrevida de una década en que torturaron ante sus ojos de niña a su propio papá. Nada es desestimable en esa caldera criminosa donde los activistas más incómodos de la oposición cubana han sido, son, y serán convertidos de cuerpos en cadáveres.

 

Mundo, mira mejor.

 

Rosa María Payá hoy vive.

Rosa Maria Payá, hija de Oswaldo Payá,

en Sevcec A Fondo

Carta de Huber Matos a Rosa María Payá

12 de abril de 2013

 

Estimada compatriota, desde que llegó a tierras de libertad hemos visto con admiración como cada declaración suya ha sido puntual, efectiva y consistente. Con ellas ha honrado la memoria de su admirable padre, ha elevado la estatura política del Movimiento Cristiano de Liberación y ha servido a la causa de la libertad y la democracia de nuestro país. Rosa María, usted ha ganado la simpatía del exilio cubano y de millones de personas en el mundo.

 

Estamos viviendo momentos cruciales y en el contexto en que se debate el castrismo y sus cómplices externos, su viaje no podía haber sido más oportuno. La dictadura enfrenta un creciente descontento popular, una infatigable oposición y el descrédito internacional. Con maniobras desesperadas trata de lograr que, si no se levanta el embargo de los Estados Unidos, por lo menos el gobierno de Obama le permita a los ciudadanos estadounidenses viajar como turistas a Cuba. Los miles de millones de dólares que captaría la tiranía por el ingreso de turistas de este país les ayudaría a continuar imponiendo un régimen de fuerza e injusticia en nuestra patria, en lugar de obligarlos a una transición auténticamente democrática.

 

Ante estas circunstancias y en respuesta a sus declaraciones en Miami pidiendo la solidaridad y unión del exilio cubano para apoyar la investigación internacional sobre la muerte de su padre y del compatriota Harold Cepero, quiero hacerle saber que Cuba Independiente y Democrática (CID) respalda su propuesta incondicionalmente. Estamos dispuestos a firmar un documento de unidad para este propósito y pueden contar con nuestros esfuerzos dentro y fuera de Cuba.

 

Si por diferentes razones la unidad de los cubanos ha sido un objetivo elusivo, la unidad a favor de una investigación internacional como la planteada por ustedes es un paso que ningún demócrata cubano puede eludir o rechazar.   Creemos que ningún demócrata del mundo puede esquivar un asunto tan grave, tan imparcial y tan importante.

 

En consecuencia, empecemos por el principio e insistir en la verdad de lo sucedido a dos patriotas que ya no están con nosotros pero cuyo sacrificio, unido al de muchos otros, nos obliga a que sumemos esfuerzos para que se exponga la mentira y el cinismo conque el régimen ha manejado esta tragedia.

 

Atentamente,

 

           Huber Matos B.

 

Secretario General

Cuba Independiente y Democrática (CID)

Miami, abril 12 de 2013

Estados Unidos apoya abrir

una investigación sobre la muerte de Payá y Cepero

28 de marzo de 2013

 

“El pueblo de Cuba y las familias de estos dos activistas merecen un claro y creíble conocimiento de los eventos que condujeron a sus trágicas muertes”, señaló el Departamento de Estado.

 

Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, dijo este jueves que Washington apoya las peticiones para que se abra una investigación independiente sobre la muerte de los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero, reporta EFE.

 

“Apoyamos los llamamientos para que se abra una investigación independiente con observadores internacionales” sobre la muerte de estos activistas, indicó Nuland, quien aseguró que EEUU ha considerado que debía “sumarse a las voces que piden (aclarar las muertes) lo antes posible”.

 

La familia de Payá y el diario The Washington Post —que ha publicado tres editoriales sobre el tema en lo que va de mes— han insistido en la necesidad de que se inicie una investigación independiente e internacional que permita aclarar las circunstancias del supuesto “accidente de tráfico” en el que fallecieron Payá y Cepero.

 

“El pueblo de Cuba y las familias de estos dos activistas merecen un claro y creíble conocimiento de los eventos que condujeron a sus trágicas muertes. Estados Unidos continuará defendiendo los derechos de todos los cubanos a pedir que se defiendan los derechos humanos y la democracia”, explicó Nuland.

 

A comienzos de este mes el diario The Washington Post publicó una entrevista en exclusiva con el dirigente de Nuevas Generaciones del Partido Popular español, Ángel Carromero, que conducía el vehículo en el que iban los disidentes fallecidos.

 

En la entrevista, Carromero aseguró que un automóvil los expulsó de la carretera y que el vehículo que intencionalmente los impactó por detrás portaba distintivos del Gobierno de Cuba.

Conferencia de prensa de Rosa Maria Payá

en el Parlamento Europeo

27 de marzo de 2013

Fernando Savater, el famoso escritor y filósofo español, declaró que como persona interesada en la justicia y también como compatriota del fallecido activista cubano Oswaldo Payá, solicita una investigación internacional sobre su muerte.

 

“Cuba es una dictadura, la familia Payá ha sufrido y sufre marginación y amenazas y hay razones para pedir que su muerte sea aclarada”, dijo Savater.

 

Agregó que “como es imposible que las autoridades cubanas lleven a cabo esa investigación, pues sospechamos que pueden estar involucradas en el lado siniestro de este asunto, es exigible que las organizaciones internacionales hagan una investigación imparcial”.

Un senador de EE UU pide a la ONU

que investigue la muerte de Payá

Bill Nelson envía una carta a Ban Ki-moon en la que explica que, tras la nueva versión ofrecida por Ángel Carromero, es necesario que se aclaren los hechos

Eva Saiz Washington 19 MAR 2013

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Inaudito, ni un solo diputado del PP ni del PSOE se ha interesado en aclarar la muerte de Oswaldo Payá, que también tenía la ciudadanía española.

 

A los diputados del PP y del PSOE solamente les interesan las enormes ganancias obtenidas por las empresas españolas en Cuba, gracias a que explotan mano de obra semi-esclava.

 

Inaudito, el diputado Teófilo de Luis nació y se crió en Cuba, de donde salió cuando era un adolescente, pero él tampoco muestra interés alguno en aclarar la muerte de Payá.

 

Poderoso caballero es Don Dinero.

Caso Payá: ¿Podría naufragar ante la ONU?

Liliane Ruíz

22 de marzo de 2013

 

La petición para que se realice una investigación “internacional e independiente”, sobre la muerte de su padre, que ha hecho ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU Rosa María Payá -hija del desaparecido líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá Sardiñas- debería sentar un precedente histórico de cómo la Comunidad Internacional puede respaldar el interés de aquellos que no pueden defenderse ante el poderío sistémico de un Estado totalitario.

 

A pesar de que no se ha dicho una palabra en los medios informativos cubanos acerca de la declaración de Ángel Carromero –conductor del auto donde viajaba Payá- al diario The Washington Post, los cubanos enterados opinan con la invariable petición de reserva con sus nombres.

 

“Que sean esclarecidas las circunstancias de la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero (el 22 de julio de 2012) es una cuestión de primer orden para todos los cubanos y especialmente para quienes han decidido manifestar su oposición (al régimen). Ningún cubano puede hacer, hoy en día, más que pedir la solidaridad internacional”, expresó un hombre de 55 años.

 

“Siempre pareció un accidente muy asimétrico. Quizá algo así sucede porque subsiste en la naturaleza humana una satisfacción maligna que el sistema coloca en el lugar idóneo y cree que puede existir sin someterse a la ley. De la ley de Dios no escapa nadie”, dijo una mujer de más de 30 años que también pidió omitir su nombre.

 

El sistema represivo cubano, armado de una amplia gama de métodos, es inmune a la penalización por las violaciones de los derechos humanos; los métodos de que se sirve el sistema cubano – y que son la garantía de la perpetuidad en el poder de los octogenarios asaltantes al Cuartel Moncada- van desde el acecho de todas las llamadas telefónicas, la expoliación de objetos personales -para impedir el trabajo de la sociedad civil-, las detenciones arbitrarias, la organización de procesos espurios para encarcelar a los opositores, y por último -todo parece indicarlo- el asesinato; con la posibilidad, para quien tiene el control total, de manipular la escena de un crimen y presentarlo como un accidente donde las víctimas sobrevivientes aparecen auto inculpándose.

 

Semanas después del siniestro, donde solo murieron los dos disidentes cubanos, la televisión nacional trasmitió un documental que intentaba ofrecer todas las explicaciones posibles de los detalles sobre el supuesto accidente ocasionado –según dijeron- por el exceso de velocidad con que conducía Ángel Carromero. Pudo vérsele declarar contra sí mismo ante cámara, en el interior de alguna dependencia del Departamento de Seguridad del Estado (DSE), y exonerar de responsabilidad al gobierno cubano por el evento que costó la vida a Payá y Cepero; ni siquiera se quejaba de la ausencia de señalización en las carreteras cubanas, ni de las malas condiciones del terreno.

 

Recientemente, Carromero, enviado a España para cumplir su condena, dio una entrevista a The Washington Post, donde relató:

 

“La última vez que miré por el espejo, me di cuenta de que el auto (que les seguía) se había acercado demasiado , y de repente sentí un impacto estruendoso por detrás. (…) Me advirtieron que yo era su enemigo y que yo estaba muy joven para perder mi vida. Uno de ellos me dijo que lo que yo les había dicho no había ocurrido, y que yo debía tener cuidado, que dependiendo de lo que yo dijera, las cosas podían ir muy bien o muy mal para mí.(…) Ellos me dieron otra declaración para que la firmara -una que de ninguna manera se aproximaba a la verdad. La nueva versión hablaba de gravilla, de un terraplén, de un árbol. Yo no recuerdo nada de esas cosas. (…) El golpe por atrás cuando nos salimos de la carretera, no tenía por qué ser fuerte, porque recuerdo que no había contén o inclinación. El pavimento era amplio, sin tráfico. (…) La última velocidad que vi en el velocímetro era de aproximadamente 70 kilómetros por hora. Las bolsas de aire ni siquiera se dispararon durante el accidente, ni las ventanas se rompieron, y tanto yo como el pasajero del asiento delantero salimos del carro ilesos”.

 

El régimen cubano podría haber calculado al liberar a Carromero que después de haber cedido al chantaje y haber sido procesado en Cuba –en un juicio que no tuvo nada de público, y donde resultaron detenidos todos los activistas que intentaron acercarse a la sala donde se celebró- éste perdería credibilidad. Pero tanto aquellos que han pasado por la experiencia de haber estado prisioneros del DSE, como los que se han documentado acerca de los procedimientos de dicho departamento –depositario del legado de la Stasi y la KGB- para hacer firmar a los detenidos falsas declaraciones contra sí mismos, saben que Carromero puede estar diciendo ahora la verdad. Lo que amerita la investigación reclamada por la hija de Payá.

 

Pero, a pesar de la declaración de Carromero –apoyada por el sueco Aron Modig, el otro sobreviviente de la tragedia, que ante la presión y el incierto futuro de Carromero había declarado en Cuba “estar dormido”-, la petición hecha al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, por Rosa María Payá, tiene la aparente limitación de que el Estado cubano no es firmante de los Pactos de Derechos Humanos de la ONU, y de ese modo existe un impedimento para que la petición pueda ser formalizada y reconocida por el Consejo.

 

Sin embargo, tal limitación, impuesta por la renuencia del gobierno cubano a concederle jurisdicción al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en lo concerniente a los abusos y arbitrariedades cometidos sistemáticamente en la Isla contra opositores no violentos, no debe paralizar la acción de dicho Consejo de Derechos Humanos, a favor de la lucha por la restitución plena a los cubanos, de los derechos y libertades contenidas en la Carta Internacional de Derechos Humanos, que contiene el Protocolo Facultativo que en su artículo 1 dice lo siguiente:

 

Todo Estado (…) que llegue a ser parte en el presente Protocolo reconoce la competencia del Consejo para recibir y considerar comunicaciones de individuos que se hallen bajo la jurisdicción de ese Estado y que aleguen ser víctimas de una violación, por ese Estado Parte, de cualquiera de los derechos enunciados en el Pacto. El Consejo no recibirá ninguna comunicación que concierna a un Estado Parte en el Pacto que no sea parte en el presente protocolo.

 

En este entuerto, que la diplomacia no ha logrado resolver, podría naufragar no solo la posibilidad de hacer justicia a Oswaldo Payá y Harold Cepero, también supondría mantener la impunidad de las autoridades a la hora de seguir violentando los derechos de los cubanos.

Rosa María Payá Acevedo entrevistada

en el programa Los Desayunos de la TVE

18 de marzo de 2013

Conocemos los métodos de Villa Marista

Martha Beatriz Roque

14 de marzo de 2013

 

Las recientes declaraciones hechas por el joven español Ángel Carromero al diario The Washington Post, no han cogido de sorpresa a los que siguieron de cerca su juicio y los acontecimientos que lo vincularon con la muerte del líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá Sardiñas y de uno de sus colaboradores, Harold Cepero.

 

En todo momento, la familia de Payá mantuvo su testimonio de que un auto los estaba persiguiendo; así como plantearon que existían mensajes de texto, sobre este hecho, intercambiados con Europa. En particular el día en que ocurrió el fatal accidente me encontraba en misa, en horas de la tarde, en la Iglesia de San Juan Bosco y me comuniqué vía telefónica con Ofelia Acevedo, la viuda de Oswaldo, y ella me habló de la existencia de los mensajes e incluso explicó que eran personas amigas las que lo decían. Esto ocurrió cuando todavía el régimen no le había confirmado siquiera el deceso de su esposo, todos eran rumores.

 

Los que hemos estado presos en las mazmorras castristas, y además convivido allí con extranjeros, sabemos los métodos de chantaje que utilizan con los mismos, por eso nada de lo que hayan hecho a Carromero nos resulta ajeno, ni la forma en que él reaccionó, efectivamente parte de la “cultura del miedo”, que desgraciadamente alcanza a la mayor parte del pueblo de Cuba, y mientras no desaparezca, no alcanzaremos la libertad.

 

El que Carromero haya manifestado en la actualidad que fue drogado y después interrogado, que incluso tuvo que leer lo que declaró públicamente y que fue obligado a firmar una confesión distorsionada, no es más que una confirmación de los métodos que la policía política acostumbra a usar.

 

Sin utilizar su nombre, pues no tengo autorización, podría contar una anécdota de una cubana-americana que estuvo conmigo en una celda de Villa Maristas, (Dirección de Operaciones de la Seguridad del Estado); ella llevaba varios meses cuando yo ingresé en julio de 1997. A esta mujer, cuando entró en el país, le detectaron una pequeña partícula de TNT en el bolso que traía y fue interrogada una y otra vez hasta el cansancio. Ella explicó que con ese mismo bolso había venido ya una vez a Cuba, pues acostumbraba a hacerlo anualmente para ver a su familia.

 

Después de hacerla gastar miles de dólares en abogados cubanos del Bufete Internacional, que nada lograron, y enfermarla de los nervios, por la desesperación de no saber en que terminaría todo aquel proceso y sin poder ver a su familia, decidieron liberarla. Preparándola para ello, una semana antes le cambiaron la dieta. Comenzaron a darle carne, pescado y viandas, reforzándola con leche. De igual forma la sacaban a coger sol, tratando de mejorar el aspecto que esta mujer tenía producto de los días pasados en las celdas de la aterradora Villa Maristas. La vistieron con las ropas que llevaba el día de la detención y la llevaron a un cuarto de filmación donde la obligaron a decir que la habían tratado bien durante el tiempo que estuvo presa. Esa era la condición para dejarla en libertad. Así actúa el régimen con los extranjeros.

 

La idea de convocar una investigación internacional independiente sobre los sucesos acaecidos que redundaron en la muerte de Payá, debería ser apoyada tanto por los opositores dentro de la Isla, como por los miembros de la nación cubana en el exilio.

 

Pienso que los que estaban de acuerdo con los proyectos de Oswaldo y también los que no lo estaban, deberían aunar esfuerzos para poner en claro lo que sucedió. El trabajo de este disidente durante años, su afán de libertad para el pueblo de Cuba, el estoicismo de su familia, merecen una reivindicación de los hechos. El mundo necesita conocer la realidad de lo que sucede en nuestra Isla.

The Washington Post:

Estados Unidos no debería ser cómplice del silencio

sobre quién mató a Oswaldo Payá

 

La Administración de Barack Obama debe exigir una investigación sobre la muerte del líder disidente cubano Oswaldo Payá, dijo este miércoles en un editorial el diario estadounidense The Washington Post.

 

El diario publicó recientemente una entrevista con el español Ángel Carromero, el único condenado por el suceso en el que murieron Payá y el activista Harold Cepero, que las autoridades cubanas describieron como “accidente de tránsito”.

 

Carromero, conductor del vehículo en el que viajaban los opositores, fue sentenciado a cuatro años de cárcel por homicidio imprudente y repatriado en diciembre pasado. Tras callar durante más de seis meses, dijo a The Washington Post que un auto los golpeó por detrás y que las autoridades cubanas lo drogaron y amenazaron para que aceptara firmar una declaración falsa de lo ocurrido.

 

“Los recuerdos de Carromero sugieren que Payá no murió por la conducción temeraria (del español) sino por un intento de silenciarlo —para siempre”, advirtió el diario.

 

Destacó que el pasado miércoles la hija de Payá, Rosa María Payá, presentó al Consejo de Derechos Humanos de la ONU una declaración, firmada por 46 activistas y líderes políticos del mundo, instando a realizar una investigación internacional e independiente sobre la muerte de su padre.

 

“Las crecientes y creíbles alegaciones de que el Gobierno cubano puede haber sido cómplice en el asesinato de su crítico más prominente, una figura principal en la lucha por los derechos humanos, no puede ser ignorada por la comunidad internacional”, indicó la declaración.

 

El diario señaló además que la presentación de Rosa María Payá fue interrumpida por el representante de La Habana en Ginebra, quien la llamó “mercenaria” y cuestionó su derecho a estar en la sala.

 

“Nelson Mandela fue encerrado en Robben Island. Andrei Sajarov fue exiliado a Gorki. Vaclav Havel fue arrojado a una celda en Praga. Aung San Suu Kyi estuvo repetidamente en prisión domiciliaria. Todas esas valientes voces disidentes fueron acalladas en algún momento por regímenes autoritarios, pero al final encontraron su camino a la libertad. Oswaldo Payá de Cuba nunca tuvo esa oportunidad”, expresa The Washington Post.

 

“Después de la muerte de Payá, la Casa Blanca le rindió tributo diciendo: ‘Continuaremos inspirados por su visión y dedicación a la búsqueda de un futuro mejor para Cuba, y creemos que su ejemplo y liderazgo moral perdurarán’”, señaló el diario. “Cuando activistas prodemocracia fueron arrestados y golpeados en su funeral, la Casa Blanca nuevamente alzó su voz”, añadió.

 

“Pero tras la publicación la semana pasada de la entrevista a Carromero, la Administración no ha dicho una palabra”, criticó. “¿Y si hubieran sido Sajarov, Aung San Suu Kyi, Mandela o Havel los atropellados en la carretera? ¿No hubiera dicho nada?”.

 

“En esta crítica coyuntura, con nueva información en la mano, Estados Unidos no debería ser cómplice del silencio sobre quién mató a Oswaldo Payá”, concluyó el diario.

 

Obama administration should urge

a probe of Oswaldo Payá death

Editorial Board

March 13

 

NELSON MANDELA was locked up on Robben Island. Andrei Sakharov was exiled to Gorky. Vaclav Havel was thrown into a Prague jail cell. Aung San Suu Kyi was repeatedly placed under house arrest. All of these courageous, dissident voices were muffled at some time by authoritarian regimes, but in the end, they found their way back to freedom. Oswaldo Payá of Cuba never got that chance.

 

Mr. Payá, who pioneered the Varela Project, a petition drive in 2002 seeking the guarantee of political freedom in Cuba, was killed in a car wreck July 22, along with a youth activist, Harold Cepero. The driver of the vehicle, Ángel Carromero, a Spaniard, was convicted and imprisoned on charges of vehicular homicide; in December, he was released to Spain. He told us in an interview published on the opposite page last week that the car carrying Mr. Payá was rammed from behind by a vehicle with government license plates. His recollections suggest that Mr. Payá died not from reckless driving but from a purposeful attempt to silence him — forever.

 

On Wednesday, his daughter, Rosa Maria Payá, appeared before the U.N. Human Rights Council in Geneva. Speaking for the group U. N. Watch, Ms. Payá presented an appeal signed by 46 activists and political leaders from around the world, urging the United Nations to launch an international and independent investigation into Mr. Payá’s death. The signatories declared, “Mounting and credible allegations that the Cuban government may have been complicit in the murder of its most prominent critic, a leading figure in the human rights world, cannot go ignored by the international community.”

 

The Varela Project was summarily and arbitrarily crushed by Fidel Castro. Ms. Payá told the council that Cuban authorities imprisoned the majority of its leaders. She said that Yosvani Melcho Rodriguez, 30, has spent three years in prison as punishment for his mother being a member of the movement with Mr. Payá.

 

Ms. Payá was interrupted in Geneva by the Cuban representative, who accused her of being a “mercenary who has dared to come to this room.” His attempt to silence her drew support from China, Russia, Pakistan, Nicaragua and Belarus. The U.S. representative spoke up for her right to address the group. She was then allowed to finish.

 

After Mr. Payá’s death, the White House paid tribute to him, saying, “We continue to be inspired by Payá’s vision and dedication to a better future for Cuba, and believe that his example and moral leadership will endure.” When pro-democracy activists were arrested and beaten at his funeral, the White House again spoke up. But in the past week, since Mr. Carromero’s interview was published, the administration has not uttered a word. What if it had been Sakharov, Aung San Suu Kyi, Mandela or Havel who was run off the road? Would it have said nothing? At this critical juncture, with new information at hand, the United States ought not to be complicit in silence about who killed Oswaldo Payá.

 

Read more on this issue:

 

Ángel Carromero speaks out about the crash that killed Payá

 

The Post’s View: An eyewitness to Oswaldo Payá’s death speaks out

 

Jackson Diehl: The Oswaldo Payá mystery continues

 

Carl Gershman: Who killed Cuban dissident Oswaldo Payá?

Tres escándalos por torpeza

Marlene Azor Hernández

13 de marzo de 2013

 

Tres casos que se producen por la indefensión de los ciudadanos cubanos frente al sistema legal en Cuba, la criminalización de la información y una creciente represión política

 

En los dos últimos meses se han presentado tres escándalos internacionales responsabilidad de la torpeza de los órganos represivos cubanos. Los tres escándalos son el resultado de una política de Estado expresa y errática: los actos de repudio a la bloguera Yoani Sánchez, las declaraciones de Carromero sobre la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero y la reciente declaración de ocho escritoras cubanas contra la violencia de género en Cuba centrándose en el caso del escritor Ángel Santiesteban y olvidando “de paso” la represión contra las Damas de Blanco.

 

Son tres casos que se producen por la indefensión de los ciudadanos cubanos frente al sistema legal en Cuba, la criminalización de la información al margen de los canales oficiales y para oficiales del Estado cubano y una expresa y creciente represión política contra los que disienten del estado de cosas en el país.

 

Que el embajador de Cuba en Brasilia, o que las embajadas cubanas de los países que visita Yoani estén orientando directa o indirectamente la trasnacionalización de los actos de repudio (hubo también una convocatoria, bajo los auspicios de la embajada cubana en México, para los nuevos actos de repudio durante la visita de Yoani Sánchez a este país), habla de los métodos del gobierno cubano para internacionalizar sus métodos de represión internos sin tener en cuenta que el mundo fuera de sus fronteras tiene los más variados canales de información y posibilidades de réplica, algo desconocido en la Isla para la inmensa mayoría de la población cubana “desconectada” de Internet y sometida a la prensa monopólica estatal.

 

Los métodos burdos contra la bloguera disidente han resultado felizmente, en que sea recibida en el Congreso de Brasil y por el canciller de la República Checa en su gira por varios países. Yoani es, gracias al acoso gubernamental cubano, una sólida figura internacional. No creo que esta era la intención de la internacionalización de los actos de repudio. En buen criollo: “el tiro les salió por la culata”.

 

Con relación a las declaraciones de Carromero, me parecen ciertas, en primer lugar por la indefensión ciudadana ante el sistema legal cubano, subordinado si el caso tiene que ver con “lo político” al Ministerio del Interior. Esta es la razón más importante: la discrecionalidad de los aparatos de la seguridad cubana y la subordinación de los tribunales de justicia a sus mandatos es lo que cuestiona la credibilidad de la justicia cuando el caso tiene que ver con “lo político”.

 

En segundo lugar porque hacer esas declaraciones ponen en peligro la vida de Carromero que ya declaró frente a notario que “si algo le pasara en su integridad física no es casual”. En tercer lugar porque la opacidad de los métodos de la seguridad cubana y los arrestos arbitrarios sin presentar causas, la incomunicación de los reos por largos períodos presos arbitrariamente y la lapidación pública contra los disidentes no tiene ninguna contra respuesta posible ni legal ni civil y ocurren todos los días en Cuba. ¿Existen actos de golpizas y violencia contra los disidentes documentados en videos en los lugares de los hechos? Sí. ¿Por qué desconfiar de un actor de primera línea de un evento que siempre hemos conocido con la interferencia de los aparatos represivos del Estado cubano? ¿Por qué desde el primer momento aparece la información de un “lada rojo” en los mensajes de Jens Aron Modig, el sueco durmiente?

 

Si los tribunales de justicia cubanos tuvieran alguna credibilidad para juzgar a los disidentes podríamos tener el derecho de duda sobre las declaraciones de Carromero, pero todas las represiones cotidianas contra los disidentes nos muestran la indefensión y la vulnerabilidad de los ciudadanos cubanos frente a “la legalidad socialista”.

 

Si los políticos españoles no respaldan a su ciudadano no es más que la muestra de un partido en el poder que ha variado radicalmente su postura con relación al gobierno cubano. La diplomacia entre gobiernos se desentiende de sus ciudadanos en Cuba y en España. No porque sea rutina se tiene que banalizar.

 

La declaración de las ocho escritoras cubanas contra la violencia de género me parece loable en su intención de luchar contra la violencia de la mujer, pero me parece un acto de desinformación total parcializar su demanda con el ejemplo concreto del caso del escritor Ángel Santiesteban. Casualmente este caso presenta una gran cantidad de irregularidades judiciales y extrajudiciales y coincide con el mismo tiempo en que el escritor cubano Ángel, comienza a publicar en su blog “Los hijos que nadie quiso” sus posiciones de rebeldía política muy molestas para las autoridades cubanas, precisamente por ser un escritor laureado dentro y fuera de Cuba. Un caso de violencia doméstica presentado en el 2009 y engavetado por improcedente, se reactiva mucho tiempo después a partir de la postura crítica del escritor[1].

 

La rebeldía explícita en Cuba se paga con la cárcel.

 

La falta de información en la Isla, ha producido la desinformación sobre el caso y las escritoras cubanas han parcializado su declaración, difundida en varios blog de comisarios políticos reconocidos, entre ellos el de Enrique Ubieta.

 

Peor ha sido que las escritoras hayan “olvidado” a las Damas de Blanco, y que no las consideren mujeres por su posición política. Esta discriminación y parcialidad hace que una loable intención de luchar contra la violencia de género, se convierta en un panfleto político parcializado y demerite su buena intención inicial. La solidaridad selectiva en el movimiento feminista cubano y su doble rasero para juzgar las injusticias pone al descubierto el déficit de información y la prohibición del estado cubano de que se hable de las Damas de Blanco como mujeres cubanas con derechos a pronunciarse y a manifestar pacíficamente en un país en el que las leyes y el aparato represivo se mezclan en un maridaje turbio, discrecional y arbitrario.

 

¿Pueden las Damas de Blanco presentar una denuncia por maltratos golpizas y arrestos arbitrarios en el sistema legal cubano? ¿Lo pueden hacer los disidentes?

 

Si las feministas cubanas no saben las respuestas a estas preguntas o creen que viven en un Estado de Derecho, entonces “la desconexión” con la realidad es galopante.

 

Y créanme, yo soy una feminista consciente y hace muchísimos años.


Llamamiento para la investigación internacional

sobre la muerte de Oswaldo Payá Sardiñas

 

Carta abierta a las Naciones Unidas, al Secretario General Ban Ki-moon, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Navi Pillay, y los embajadores de todos los Estados miembros

 

12 de marzo de 2013

 

Excelencias:

 

Le instamos a apoyar nuestra demanda de una investigación internacional e independiente sobre el presunto asesinato del disidente cubano Oswaldo Payá, una figura de renombre mundial y ganador del Sajarov del Parlamento Europeo, Premio, que murió en un accidente automovilístico en Bayamo, Cuba, en julio 22, 2012, junto con su compañero activista Harold Cepero.

 

En un testimonio dramático nuevo por el conductor del vehículo, Ángel Carromero describe, de The Washington Post entrevista de fecha 6 de marzo de 2013, como su vehículo fue seguido, acosados ​​y finalmente embestido por detrás por una placas de asiento de coche de licencia del gobierno. Sr. Carromero alega además que, tras el accidente, que fue drogado, maltratado y obligado por las autoridades cubanas a hacer una confesión falsa.

 

Las nuevas revelaciones corroboran las afirmaciones hechas por los familiares de las víctimas y otros testigos, así como el informe de la agencia de noticias ABC de España acerca de los mensajes de texto enviados contemporáneo con el incidente de los teléfonos móviles del Sr. Carromero y otro pasajero, Aron Modig, lo que indica que su coche fue perseguido y golpeado, causando el accidente.

 

Cabe destacar que de acuerdo con la familia de Oswaldo Payá, los agentes de seguridad del Estado habían amenazado varias veces para matarlo.

 

Montaje y creíbles acusaciones de que el gobierno cubano haya sido cómplice en el asesinato de su crítico más prominente, una figura destacada en el mundo de los derechos humanos, no puede quedar ignorado por la comunidad internacional.

 

Las familias de las víctimas, y el pueblo de Cuba, tienen el derecho de saber la verdad, y que tienen derecho a la justicia. Esto sólo puede ocurrir con la creación de una investigación internacional e independiente. Por lo tanto, respetuosamente le pido que apoyen nuestro llamado.

 

Atentamente,

 

  1. Armando Calderón Sol, ex presidente de El Salvador
  2. Alfredo Cristiani, ex presidente de El Salvador
  3. Luis Alberto Lacalle, ex Presidente de Uruguay
  4. Alejandro Toledo, ex presidente de Perú
  5. Edward McMillan-Scott, Vicepresidente del Parlamento Europeo
  6. Markus Meckel, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania
  7. Irwin Cotler, MP, ex Ministro de Justicia y Fiscal General de Canadá
  8. El arzobispo Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz
  9. Zbigniew Romaszewski, ex Presidente del Senado polaco, fundador del movimiento Solidaridad
  10. Stanislav Shushkevich, ex presidente del Soviet Supremo de Bielorrusia, un líder de la oposición en Belarús
  11. Arnold Vaatz MP, Sub Jefe CDU, Alemania
  12. Jón Baldvin Hannibalsson, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Islandia
  13. Mantas Adomênas MP, Lituania
  14. Laura Alonso MP, Argentina
  15. Mbarka Bouaida, el ex diputado, Marruecos
  16. Philip Claeys MEP
  17. Michael Danby MP, Australia
  18. Mátyás Eörsi, Secretario General del Foro Parlamentario por la Democracia, exdiputado, Hungría
  19. David Kilgour, exmiembro del Parlamento, Canadá
  20. Adam Lipinski MP, ex Secretario de Estado de Polonia
  21. Palouš Martin, exembajador, República Checa
  22. Marija Ausrine Pavilioniene MP, Lituania
  23. Marco Perduca, senador italiano, co-vicepresidente del Partido Radical No Violento
  24. Janelle Saffin MP, Australia
  25. Egidijus Vareikis MP, Lituania
  26. Renate Wohlwend MP, Lichtenstein
  27. Emanuelis Zingeris MP, Lituania, Presidente del Foro Parlamentario por la Democracia
  28. Algis Casto MP, Lituania
  29. Rimantas Jonas MP días, Lituania
  30. Corina Fusu MP, Moldavia
  31. Tadeusz Iwinski MP, Polonia
  32. Vytautas Juozapaitis MP, Lituania
  33. Liutauras Kazlavickas MP, Lituania
  34. Valeriu Munteanu MP, Moldavia
  35. Victor Popa MP, Moldavia
  36. Paulius Saudargas MP, Lituania
  37. Valeriu Saharneanu MP, Moldavia
  38. Werner Schulz MEP, Alemania
  39. Aurelija Stancikiene MP, Lituania
  40. Povilas Urbsys MP, Lituania
  41. Fabian Hamilton MP, Reino Unido
  42. Patricio Walker, Senador, Chile
  43. Lincoln Díaz-Balart, ex congresista, Estados Unidos
  44. Matteo Mecacci, ex miembro del Parlamento, Italia
  45. András Schiffer MP, Hungría
  46. Katalin Ertsey MP, Hungría
  47. Eligijus Masiulis MP, Lituania
  48. Gintaras Steponavičius MP, Lituania
  49. Albinas Mitrulevičius MP, Lituania
  50. Irena Šiaulienė MP, Lituania
  51. Domas Petrulis MP, Lituania
  52. Algirdas Sysas MP, Lituania
  53. Raminta Popovienė MP, Lituania
  54. Gediminas Kirkilas MP, Lituania
  55. Arūnas Dudėnas MP, Lituania
  56. Orinta Leiputė MP, Lituania
  57. Audrone Pitrėnienė MP, Lituania
  58. Dangutė Mikutienė MP, Lituania
  59. Zita Žvikienė MP, Lituania
  60. Jolita Vaickienė MP, Lituania
  61. Valentinas Mazuronis MP, Lituania
  62. Vytautas Antanas Matulevičius MP, Lituania
  63. Linas Balsys MP, Lituania
  64. Vitalijus Gailius MP, Lituania
  65. Rokas Zilinskas MP, Lituania
  66. Juras Požėla MP, Lituania
  67. János Horváth MP, Hungría
  68. René Bolio, ex senador, México, el presidente de la Concertación Mexicana
  69. Rosa Díez González MP, España
  70. Carlos Martínez Gorriarán MP, España
  71. Álvaro Anchuelo Crego MP, España
  72. Irene Lozano Domingo MP, España
  73. Antonio Cantó García del Moral MP, España
  74. Francisco Sosa Wagner MEP, España
  75. Carlo Casini MEP, Italia
  76. Hillel Neuer, director ejecutivo de United Nations Watch
  77. Juan Suárez, Secretario Internacional, Directorio Democrático Cubano
  78. Carl Gershman, presidente de la Fundación Nacional para la Democracia
  79. Ken Wollack, Presidente, National Democratic Institute
  80. Lorne Craner, Presidente, Instituto Republicano Internacional
  81. Zohra Yusuf, Presidente, Comisión de Derechos Humanos de Pakistán
  82. Yang Jianli, Presidente de Iniciativas para China
  83. Carlos E. Ponce, Coordinador General, de América Latina y el Caribe, la Red por la Democracia
  84. Faisal Fulad, Secretario General de Derechos Humanos de Bahrein Sociedad Watch
  85. Art Kaufman, Director Senior, Movimiento Mundial para la Democracia, la Fundación Nacional para la Democracia
  86. Alessandro Pettenuzzo, Unión Europea de Relaciones Públicas
  87. Lehlohonolo Chefa, Director Ejecutivo de Análisis de Políticas y el Instituto de Investigación de Lesotho
  88. Anki Flores, ex secretario general del Servicio de Información Antirracismo, Ginebra
  89. Shauna Leven, Director, René Cassin organización
  90. Bhawani Shanker Kusum, Director Ejecutivo de Gram Bharati Samiti, India
  91. Duy Hoang, Portavoz, Viet Tan
  92. Ntwiga Dickson, Director Ejecutivo, Fundación Solidaridad International House
  93. Nazanin Afshin-Jam, el presidente, detener las ejecuciones infantiles
  94. Atamao BT Kane, Presidente, Southpanafrican Internacional
  95. Bueno Machisa, Zimbabwe Human Rights Association
  96. Obinna Egbuka, Presidente de la Organización de la Juventud de mejora
  97. Internacional de la Cultura Multiracial Shared
  98. Zofia Romaszewska, uno de los fundadores del movimiento Solidaridad, Polonia
  99. Fernando Savater, filósofo, escritor y activista, España

Delegado castrista en Naciones Unidas

intenta bloquear denuncia de Rosa María Payá

12 de marzo de 2013

La representación del régimen militar cubano intentó bloquear la declaración de Rosa María Payá ante el Consejo de Derechos Humanos, en la que denuncio el acoso contra activistas en Cuba y pidió una investigación independiente sobre la muerte de su padre, el líder opositor Oswaldo Payá.

 

Payá hizo referencia a que su padre, líder del Movimiento Cristiano de Liberación muerto en julio del año pasado, trabajó en Cuba por los cambios pacíficos legales para que los cubanos disfrutaran de todos los derechos.

 

Además promovió el proyecto Varela que pide un referéndum apoyado por más de veinticinco mil cubanos para que se garantice el derecho a la “libertad de expresión, asociación, elecciones libres, libertad de presos políticos pacíficos y la posibilidad de tener empresas privadas”.

 

Hasta ahora el gobierno se niega a realizar este plebiscito y encarceló a la mayoría de sus líderes”, indicó Payá.

 

Las autoridades cubanas dijeron que mi padre y Harold Cepero, joven activista, murieron en un accidente de tránsito pero después de entrevistar a los sobrevivientes confirmamos que sus muertes no fueron accidentales”, dijo Payá.

 

Tras la anterior declaración el representante de la misión castrista manoteó con firmeza para que el vicepresidente del Consejo, el embajador de Ecuador, Luis Gallegos Chiriboga, la interrumpiera y llamara a “un punto de orden”.

 

El representante castrista, Juan Quintanilla, dijo ante el pleno que “era necesario interrumpir la intervención de la mercenaria que ha osado venir a esta sala”.

 

Y queremos preguntar si este debate es para referirse a cuestiones generales que puedan demostrar una violación de derechos humanos o también se presta para abordar cuestiones específicas como lo está haciendo la mercenaria que está haciendo uso de la palabra en este momento”, cuestionó.

 

El diplomático pidió al vicepresidente del Consejo “que ilustre a la mercenaria que está haciendo esta intervención”.

 

Por su parte, Estados Unidos tomó la palabra y subrayó que es derecho de las organizaciones no gubernamentales intervenir ante el Consejo y que se debe ofrecer esta tribuna a pesar de que el contenido de lo que abordan difiera de la visión de un país en particular.

 

A su vez, China, Rusia, Pakistán, Ecuador y Bielorusia, apoyaron la moción de Cuba en el sentido de interrumpir la declaración de Payá.

 

Sin embargo, el titular del Consejo pidió a Payá ajustarse al tema de “situaciones de derechos humanos que requieren atención del Consejo” y Payá volvió a hacer uso de la palabra.

 

“El conductor del coche (el español Angel Carromero), continuó Payá, declaró al Washington Post que fueron intencionalmente embestidos por detrás”.

 

En la entrevista que Carromero concedió recientemente al diario estadunidense explicó que “conducía con cuidado, sin darles motivos para que nos pararan (…) y la última vez que miré el espejo retrovisor me di cuenta que otro coche se nos había acercado demasiado, y de golpe sentí un impacto ensordecedor atrás”.

 

El accidente ocurrió el 22 de julio de 2012, a unos 700 kilómetros de La Habana y de acuerdo a la versión oficial el auto que conducía Carromero se salió de la carretera a causa de su alta velocidad y chocó contra un árbol.

 

La muerte de Payá dejó a la oposición cubana sin su principal líder, galardonado en 2002 con el Premio Andrei Sajarov a los Derechos Humanos del Parlamento Europeo.

 

Su hija, buscando apoyo de la ONU, envió una carta abierta al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y a la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, en la que dice que el Gobierno cubano pudo estar detrás de la muerte de su padre.

 

Asimismo, la joven activista cubana denunció ante el máximo órgano de la ONU que vela por los derechos humanos, que “la seguridad del estado del gobierno cubano llama a casa de mi familia en La Habana para decir te vamos a matar, son las mismas amenazas de muerte que hicieron a mi padre”.

 

Es responsabilidad del gobierno cubano la integridad física de todos los miembros de mi familia”, advirtió Payá, quien instó a Naciones Unidas a iniciar una investigación internacional e independiente sobre la muerte de Oswaldo Payá y el joven activista Harold Cepero.

 

La verdad es esencial en el proceso de reconciliación que Cuba necesita”, sostuvo Payá.

 

No buscamos venganza, tenemos derecho a saber quienes son responsables de la muerte de mi padre”, llamó Payá al tiempo que cuestionó “cuándo se responderán a las demandas de derechos humanos del pueblo de Cuba para poder disfrutar de la democracia y de las libertades básicas”.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Una vez más, Naciones Unidas permite que los representantes de la tiranía castrista difamen a los cubanos que acuden a denunciar las violaciones de los derechos humanos. En dos oportunidades el delegado del régimen militar llamó “mercenaria” a Rosa María Payá y el vicepresidente del Consejo, el embajador de Ecuador, Luis Gallegos Chiriboga, se lo permitió.

Carromero y la confesión de la verdad

Dora Amador

12 de marzo de 2013

 

Hay políticos de corazón limpio, pero muchos se venden, traicionan, mienten públicamente sin el mínimo pudor ciudadano con tal de llegar o mantenerse en el poder.

 

Se diría que es el caso de Jorge Moragas, Jefe de Gabinete del presidente Mariano Rajoy, del Partido Popular español. La influencia que tiene Moragas en la cúpula del partido gobernante es indiscutible, ya se le conoce como el escudero del presidente.

 

Jorge Moragas y el cubano Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación y gestor del Proyecto Varela, eran amigos. No hubo una entrega de premio u otra ocasión significativa en Europa homenajeando a Payá a la que Moragas no asistiera dándole su apoyo y siempre exponiendo en tribunas y congresos y a la prensa la grandeza humana del incansable luchador, premio Sajarov de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, por la libertad de su patria.

 

Yo personalmente siempre sentí gratitud hacia el diplomático del PP. No creo que haya habido político español que haya defendido la causa del pueblo de Cuba como él. Por años fue, como Vaclav Havel, la voz europea de los esclavos del totalitarismo. Me quedaba impresionada con las intervenciones de Moragas en el Parlamento durante el gobierno de Rodríguez Zapatero por su pasión en defensa de los derechos humanos de los cubanos.

 

Pero la amistad del actual Jefe de Gabinete del gobierno con Payá se detuvo tan pronto fue nombrado por Rajoy al puesto que ocupa hoy. ¿Qué pasó? Los intereses económicos, las grandes inversiones hoteleras de España en Cuba ocuparon el primer lugar en la agenda hacia la isla. De un plumazo se tiraron al basurero los amigos, los principios, la solidaridad.

 

Significativamente, Ángel Carromero decidió confesar toda la verdad sobre el “accidente” que tuvo en Cuba, en el cual murieron Payá y Harold Cepero, activista destacado del MCL, al diario estadounidense The Washington Post, y no a un periódico español. Antes se lo había confesado a Rosa María Payá, hija del cubano cuya vida y obra, iluminadas siempre por su fe católica, fueron, como las del también católico Vaclav Havel, una gran inspiración y esperanza para mí.

 

El mismo día en que salieron las revelaciones de Carromero, The Washington Post publicó un editorial del cual quiero citar su magnífico final: “El verano pasado, cuando el coche que conducía el señor Carromero se salió de control, las autoridades cubanas deben haber concluido que al fin habían silenciado al señor Payá y no se oiría nada más sobre él. Probablemente pensaron también que habían intimidado al joven español para que no hablara. Pero fracasaron. Ahora tenemos un testigo ocular que sugiere que agentes de Castro trataron de matar al señor Payá y luego intentaron encubrir el asesinato.

 

El único curso de acción apropiado es convocar a una investigación internacional que pueda ser independiente y no contaminada por las injerencias de los matones del régimen de Castro. El legado del señor Payá debe ser exponer la verdad de su muerte, y exhibir esa verdad para que todos la vean, sobre todo el pueblo de Cuba, para quien el señor Payá quería nada más y nada menos que el derecho a vivir libres de la tiranía”.

 

¿Cuál ha sido la reacción de Rajoy y Moragas ante las revelaciones públicas de Carromero y el editorial? Desligarse de las acusaciones de Carromero, indicándole a su ministro de Exteriores José Manuel García Margallo que le diga a la prensa que si Carromero tiene “evidencias” de que el carro en el que iban fue impactado por detrás, que acuda a un tribunal.

 

Moragas debe de saber, o por lo menos fuertemente sospechar, que quien era su entrañable amigo fue asesinado por Fidel y Raúl Castro. En honor a esa amistad y a la verdad, el Partido Popular que él dirige junto a Rajoy, debe secundar el pedido del Washington Post para que se lleve a cabo una investigación internacional. O mejor aún, que diga lo que sabe, como pidió el hermano de Oswaldo, Carlos Payá, en lugar de impedir a sus miembros que hablen sobre ese caso –hay suficientes testimonios en la prensa española sobre el silencio impuesto–, estoy segura de que con eso bastaría. No habrá necesidad de una investigación internacional, ya se cuenta con suficientes pruebas para encausar a los hermanos Castro.

 

Son tantos sus asesinatos en estos 54 años, que para ellos, este era un muerto más. Pero se equivocaron. Oswaldo Payá está vivo como una llama en el alma de Cuba que clama por justicia, y la verá.

UPyD desenmascara a José Manuel García-Margallo,

ministro de Asuntos Exteriores,

con relación a la muerte de Oswaldo Payá

11 de marzo de 2013

 

El diario estadounidense The Washington Post pidió ayer una investigación internacional sobre el probable asesinato de los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero, a la luz de las recientes declaraciones de Ángel Carromero, el joven afiliado del Partido Popular que conducía el coche en el que ambos viajaban cuando sufrieron el accidente que, según la versión oficial de La Habana. Carromero ya adelantó a Rosa, la hija de Payá, que se vio obligado a declarar ante las autoridades cubanas lo que ellas le exigieron. Ahora ha contado cómo sucedieron de verdad los acontecimientos, y es el relato de una auténtica pesadilla.

 

El coche que conducía el joven español fue seguido por varios vehículos, hasta que uno lo embistió por detrás. En ningún momento circularon a velocidad excesiva, por consejo precisamente de Oswaldo Payá. Tras la colisión (que no accidente), Carromero fue llevado a un hospital civil, pero estuvo constantemente vigilado por militares. Se le aplicaron sedantes por vía intravenosa sin que él supiera exactamente por qué, y lo hicieron en tal cantidad que él les achaca sus pérdidas de memoria. Le pusieron delante una declaración, sin relación alguna con lo sucedido, y le amenazaron con tener serios problemas si no la hacía suya. Tras su paso por el hospital, fue trasladado a una prisión, incomunicado y recluido en una celda sin ventanas ni baño, repleta de insectos, en la que languideció todavía drogado. Fue entonces cuando le grabaron en un vídeo que el régimen difundió para dar credibilidad a su versión.

 

La versión de Carromero cuadra con los mensajes de texto enviados por él y por el cuarto acompañante, el sueco Aron Modig, que fueron difundidos por la familia Payá. La versión oficial del régimen castrista es ya insostenible. Antes de que se produjeran las revelaciones de Carromero, la diputada de Unión Progreso y Democracia Irene Lozano ya había pedido al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que promoviera una investigación internacional para aclarar este suceso tan triste. La reacción del ministro fue indigna de un gobernante: trató de responsabilizar a UPyD de la suerte que puedan correr otros presos españoles en Cuba.

 

Es evidente que el Gobierno tenía el deber sacar de su pesadilla cubana a Carromero. Pero, ¿qué precio ha pagado por conseguirlo? Oswaldo Payá era ciudadano español y, reconozca o no Cuba la doble nacionalidad, también es el deber del Gobierno hacer lo posible por aclarar las circunstancias de su muerte. Existen indicios muy fundados de que un español fue asesinado por la dictadura de los hermanos Castro. El hecho de que haya en Cuba otros presos españoles o intereses comerciales que puedan sufrir represalias, no puede servir para eludir responsabilidades. España, un país europeo, democrático, económicamente desarrollado, no puede dejarse intimidar por el matonismo de un régimen comunista. A largo plazo, los intereses de nuestro país en la zona se defienden demostrando fortaleza, seriedad y compromiso con la democracia. García-Margallo recordó que fue su grupo el que promovió en Bruselas la Posición Común frente a la dictadura castrista. Bien, hay que exigir que no se dilapide esa herencia, que no se convierta en papel mojado.

 

Payá era ciudadano español, y esto obliga a España a actuar, por más que Margallo no quiera darse por enterado. Pero Oswaldo era algo mucho más importante que un español: era un luchador, un líder democrático. Una persona que renunció a tener una vida cómoda, que sufrió cárcel, campos de trabajo, persecuciones y ataques. Su talla es equivalente a la de Vaclav Havel en la antigua Checoslovaquia, Aung San Suu Kyi en Birmania, Nelson Mandela en Sudáfrica, Walesa en Polonia, Liu Xiaobo en China, o, sin irnos tan lejos, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, José Luis López de Lacalle o tantos y tantos militares, guardias civiles, policías o ciudadanos en general asesinados por el terrorismo etarra. Son personas que renunciaron a su tranquilidad por lograr una sociedad con un mínimo de justicia y dignidad. Dignidad y justicia que no eran sólo para ellos, sino para todos. No se puede mirar para otro lado.

Hagan que no parezca un accidente

Irene Lozano Domingo, portavoz

de UPyD en la Comisión de Asuntos Exteriores

8 de marzo de 2013

 

La declaración de Carromero -a quien no conozco – molesta mucho al Gobierno, porque no sólo niega que la muerte de Payá fuera un accidente, sino que además pone en evidencia la ridícula credulidad del Gobierno. Fue presionado hasta límites inconcebibles en las cárceles cubanas, y en España con métodos más sofisticados, para que negara lo que ha confesado alWashington Post. A Margallo le gustaría que fuera un espejismo, pero no: es la gota de agua para beber que quería Coleridge.

 

Una de las razones más poderosas que tenía el Gobierno para desconfiar de la versión oficial de la muerte de Oswaldo Payá era que parecía un accidente. Cuando un disidente fallece en una dictadura, la profilaxis más elemental recomienda presumir la culpabilidad del régimen hasta que demuestre su inocencia. No por nada, cualquiera se puede chocar con un pino en una carretera de mala muerte en Bayamo. Pero si es un opositor y parece un accidente, hay que mostrarse escéptico incluso ante el árbol.

 

Sin embargo, el Gobierno cubano le explicó al español que parecía un accidente, y este lo creyó sin encontrar nada extraño. Casualmente, en los días siguientes se aireó aquella horrible lista de multas impuestas a Ángel Carromero, que reforzaban aún más la hipótesis del accidente, una divina coincidencia. De Cuba no pudo salir esa información, porque no la tenían, así que debió de salir de alguien no muy lejano al propio Carromero, probablemente de su mismo partido. Parece, pues, que la idea de que pareciera un accidente suscitó una enorme sintonía: es lo que tienen los alineamientos de estrellas mafiosas, crean extrañas constelaciones.

 

La hipótesis del accidente más el episodio de las multas tenían otra ventaja: erosionaban la figura de Carromero ante la opinión pública. Puesto que su testimonio resultaba capital para conocer la verdad, no venía mal mermar su credibilidad, por si se daba el caso de que quisiera contarla. De la eficacia de los interesados en minar la figura de Carromero da idea un solo hecho: que haya tenido que ir a revelar su verdad alWashington Post. Si lo hubiera hecho a un medio español, de entrada la mitad de la población no le habría creído. Ciertas voces de su propio partido lo habrían achacado a una conspiración de la otra mitad; otras lo habrían incorporado a su agenda para rentabilizarlo políticamente; y la paleoizquierda habría aprovechado para interpretar su clásico sainete cubano con salutación marxista. La anécdota ilustra también el estado de postración del periodismo patrio: una exclusiva internacional se va a un periódico extranjero porque aquí todos están demasiado faltos de credibilidad como para que se pueda leer en ellos la noticia desnuda, sin toxicidades partidistas. Ojo al dato o, como diría Coleridge, “agua, agua por todas partes, y ni una gota para beber”.

 

En fin, al grano. Hoy tengo especial interés en afirmar que la decisión de Ángel Carromero de dar su testimonio sobre lo ocurrido lo convierte en un hombre valiente. Ha hecho lo que menos le conviene, porque alinearse con la familia de Oswaldo Payá en este caso significa -lo diré sin mucha pompa-, estar del lado de los perdedores. Lo ha hecho con la única expectativa de servir a la verdad; por lo demás, no le traerá más que perjuicios. Por supuesto, algunos de sus correligionarios de partido lo felicitarán por su valentía, aunque en privado, para salvar su alma sin afectar a su cartera -perdón, quise decir, su carrera-. La declaración de Carromero -a quien no conozco– molesta mucho al Gobierno, porque no sólo niega que la muerte de Payá fuera un accidente, sino que además pone en evidencia la ridícula credulidad del Gobierno. Fue presionado hasta límites inconcebibles en las cárceles cubanas, y en España con métodos más sofisticados, para que negara lo que ha confesado al Washington Post. A Margallo le gustaría que fuera un espejismo, pero no: es la gota de agua para beber que quería Coleridge.

El ‘Post’ exige una investigación internacional de la muerte de Payá

Eva Saíz

7 marzo de 2013

 

La nueva versión sobre el accidente que costó la vida al disidente cubano que Ángel Carromero ha facilitado al diario suscita la duda sobre su posible asesinato

 

El diario The Washington Post ha exigido este miércoles en un editorial que se lleve una investigación internacional sobre la muerte del disidente cubano Oswaldo Payá. En una entrevista concedida al mismo periódico y que se publica junto al editorial, Ángel Carromero, el dirigente de Nuevas Generaciones del PP que conducía el coche en el que falleció Payá y que fue condenado a cuatro años de prisión por homicidio imprudente por ese siniestro, ofrece una versión distinta a la que reconoció ante las autoridades cubanas que sugiere que la muerte de Payá fue provocada.

 

En la entrevista, la primera que concede Carromero a un medio de comunicación tras ser extraditado de Cuba y obtener el tercer grado penitenciario en España, el dirigente popular asegura que la muerte de Payá no se debió a un accidente sino que el coche que él conducía fue embestido por un vehículo con distintivo del Gobierno cubano que lo sacó de la carretera. “Oswaldo y Harold me dijeron que debía tratarse de ‘la Comunista’ porque tenía una matrícula azul, que es la que decían que utilizaba el Gobierno”, asegura en la entrevista al diario estadounidense.

 

“La única solución posible es iniciar una investigación internacional e independiente sin las taras propias de las prácticas brutales del régimen castrista”, dice el editorial del Post. El periódico exige que se revele la verdad sobre la muerte de Payá, especialmente al pueblo cubano “para el que Payá aspiraba nada menos que a que pudiera disfrutar de su derecho de vivir libre de cualquier tiranía”.

 

El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, se desmarcó este miércoles de las nueva versión de Carromero y aseguró a los medios de comunicación españoles que “no tenía constancia” de que el coche que conducía el dirigente del PP hubiera sido embestido. Lo único que le consta a Margallo, según ha indicado, son los telegramas remitidos a Madrid desde la Embajada española en La Habana y el acuerdo firmado por el cónsul español para garantizar la extradición de Carromero a España el 28 de diciembre del año pasado.

 

Para The Washington Post, las nuevas revelaciones de Carromero -en las que asegura que fue drogado tras el accidente, que le obligaron a declarar bajo amenazas que nadie embistió el coche que conducía y que el juicio por el que fue condenado a cuatro años de prisión por el homicidio imprudente de Payá fue una farsa-, son “un testimonio que sugiere poderosamente que agentes del Gobierno de Castro querían matar a Payá y que trataron de encubrir su asesinato”.

 

Carromero, de 27 años, conducía el coche en el que el pasado 22 de julio fallecieron Oswaldo Payá y otro disidente cubano, Harold Cepedo. Tras ser condenado en Cuba a cuatro años por el homicidio involuntario de Payá y Cepedo, Carromero fue extraditado a España donde, a principios de enero de este año, se le concedió el tercer grado penitenciario. Hasta ahora, siempre había sido la familia de Payá quien había sostenido que la muerte del disidente no fue provocada por un accidente de tráfico.

Carromero sostiene que otro coche

golpeó el vehículo en el que viajaba con Payá

y que fue presionado en su declaración

6 de marzo de 2013

 

Dice que su estancia en la cárcel de Bayamo fue “lo peor que ha vivido” y que el juicio fue “una farsa”

 

El vicesecretario general de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Ángel Carromero, sostiene que el accidente de tráfico, que costó la vida del disidente cubano Oswaldo Payá, fue precedido por el impacto de otro automóvil que les estaba siguiendo durante el trayecto y que éste le comentó que podía ser de una brigada policial del Gobierno cubano.

 

Además, ha asegurado que las autoridades cubanas le presionaron para que corrigiera su declaración inicial sobre el accidente de tráfico y que debía “tener cuidado” con lo que manifestaba porque las cosas podían irle “muy bien o muy mal”. “Me advirtieron que era su enemigo y que yo era muy joven para perder la vida”, expone Carromero en una entrevista en el Washington Post, recogida por Europa Press.

 

Según su versión, Carromero se percató de que el coche que les estaba siguiendo había dos ocupantes que les miraban “de forma agresiva”, tal y como apreció desde el retrovisor, y que comenzó a “sentir miedo” porque se estaban acercando “demasiado” a su coche.

 

Después, el vicesecretario general de NN.GG de Madrid dice que tras perder el control del vehículo y debido al impacto no tiene recuerdos claros de lo ocurrido, una situación que a su juicio puede deberse a los fármacos que le administraron.

 

Tras recuperar el conocimiento, el dirigente de NN.GG del PP de Madrid confiesa que cuando volvió a la conciencia se encontró en la habitación de un hospital donde un agente del Ministerio del Interior cubano le tomó declaración. Además, ha añadido que el centro sanitario era civil pero que había mucha presencia de personal militar.

 

GRABACIONES Y PRESIONES

 

Carromero también detalla que le comenzaron a grabar todo el tiempo hasta el día en que fue encarcelado y que, al insistir en su declaración inicial, otro oficial le empezó a relatar una “versión oficial” de lo ocurrido a modo de declaración para que lo firmara.

 

Al respecto, el dirigente de NN.GG del PP de Madrid sostiene que estaba “muy drogado” y que le costaba entender los detalles del accidente que le relataban los miembros de la autoridad cubana. “Me dieron otra declaración para firmar que de ninguna manera se parecía a la verdad”, apostilla Carromero para detallar que se puede apreciar en las imágenes grabadas por las autoridades cubanas que estaba ‘drogado’

 

En este sentido, remarca que el pavimento de la calzada era amplio y que no había tráfico, lo que no hacía difícil que les golpeara el otro vehículo. También agrega que no circulaba a una velocidad excesiva y que rondaba los 70 kilómetros.

 

Por otro lado, Carromero confiesa que su estancia en la cárcel Bayamo “es lo peor que ha vivido” por estar en régimen de incomunicación, sin poder ver la luz del día y por las malas condiciones de salubridad del recinto puesto que su celda estaba “llena de insectos”.

 

El vicesecretario general de NN.GG considera también que el juicio al que fue sometido “era una farsa” y que tuvo que aceptar el veredicto sin apelación para tener la posibilidad de “salir de ese infierno”, aunque también decidió declararse no culpable.

 

Carromero también agradece las gestiones realizadas por el Gobierno al conseguir su repatriación y que ahora está centrado en “recuperar su vida anterior”. También sostiene que ha recibido amenazas de muerte ya en España y que ha prestado declaración ante un notario para que se sepa que es inocente y su versión de lo ocurrido.

Carromero: No podría vivir siendo cómplice en silencio

Redacción CaféFuerte

6 de marzo de 2013

 

Ángel Carromero, un líder juvenil del partido gobernante en España, estaba de visita en Cuba el pasado julio cuando un automóvil que conducía se estrelló, causando la muerte de los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Carromero fue declarado culpable de homicidio vehicular; en diciembre, él fue enviado a España para cumplir su condena. Esta semana accedió a ser entrevistado por The Washington Post sobre el accidente. Carromero, de 27 años, es licenciado en Derecho y recibió un curso de negocios en la Universidad de Fordham, en Nueva York.

 

¿Qué pasó ese día?

 

Oswaldo Payá me pidió que lo llevara a visitar a unos amigos, ya que no contaba con medios para viajar por la isla. Había cuatro de nosotros en el auto: Oswaldo y Harold Cepero en el asiento posterior, [Jens] Aron Modig [de Suecia] en el asiento delantero y yo como conductor. Fuimos seguidos desde el comienzo del viaje. De hecho, cuando salimos de La Habana, un tuit de alguien cercano al gobierno cubano [se refiere al perfil de Yohandry Fontana] anunció nuestra partida: “Payá está en camino a Varadero”. Oswaldo me dijo que, desafortunadamente, eso era normal.

 

Pero yo realmente me inquieté cuando paramos para echar gasolina, porque el auto que nos seguía se detuvo, esperó a plena vista hasta que terminamos y luego continuó siguiéndonos. Cuando pasamos los límites provinciales, el vehículo que nos seguía cambió. Finalmente, era un viejo Lada de color rojo.

 

Y luego otro auto, más nuevo, apareció y comenzó a acosarnos, poniéndose muy cerca de nosotros. Oswaldo y Harold me dijeron que tenía que ser de “la Comunista”, porque tenía una placa azul que, según ellos dijeron, es la que utiliza el gobierno. Con bastante frecuencia yo lo miraba a través del espejo retrovisor y podía ver a los dos ocupantes del auto mirándonos agresivamente. Yo tenía miedo, pero Oswaldo me dijo que no me detuviera si ellos no nos lo indicaban o nos forzaban a hacerlo. Conduje con cuidado, sin darles razón alguna para detenernos. La última vez que miré por el espejo, me di cuenta de que el auto se había acercado demasiado -y de repente sentí un impacto estruendoso por detrás.

 

Perdí el control del auto y también la conciencia -o eso es lo que creo, porque, a partir de ese momento, mis recuerdos no son claros, quizás por los medicamentos que me suministraron. Cuando recuperé el conocimiento, me habían puesto en una furgoneta moderna. No sé cómo había llegado hasta allí, pero ni Oswaldo, ni Harold, ni Aron estaban dentro del vehículo. Pensé que era extraño que sólo fuera yo y supuse que el resto de ellos no necesitaban antención en el hospital.

 

Empecé a gritar a la gente que conducía la furgoneta. ¿Quiénes eran ellos? ¿A dónde me llevaban? ¿Qué estaban haciendo con nosotros? Entonces, aturdido, volví a perder el conocimiento.

 

¿Qué pasó después de eso?

 

La próxima vez que me desperté, estaba en una camilla y era trasladado a una habitación de hospital. La primera persona que me habló fue una oficial uniformada del Ministerio del Interior. Le dije que un auto había chocado nuestro vehículo por detrás, haciéndome perder el control.

 

Ella tomó notas y, al final, me dio mi declaración para que la firmara. El hospital, que era civil, había sido militarizado súbitamente. Estaba rodeado por soldados uniformados. Una enfermera me dijo que me iban a poner una línea intravenosa (IV) para extraerme sangre y sedarme. Recuerdo que me siguieron extrayendo sangre y cambiándome la línea constantemente, lo que realmente me preocupó. Todavía tengo las marcas de eso. Pasé las siguientes semanas medio sedado, y sin saber exactamente lo que me habían inyectado en mi cuerpo.

 

Algunos mensajes de texto fueron enviados desde la escena y se ha informado acerca de otros, aún no revelados. ¿Sabe usted de ellos?

 

Se llevaron mi teléfono móvil cuando me sacaron del auto. Yo sólo pude utilizar el teléfono móvil de Aron mientras estuvimos juntos en el hospital. No recordé los mensajes hasta que llegué a España y los leí, en los cuales pedía ayuda y decía que nuestro auto había sido golpeado por detrás.

 

¿Cómo obtuvieron su declaración?

 

Comenzaron a filmarme constantemente y siguieron haciéndolo hasta el último día que estuve encarcelado en Cuba. Cuando me interrogaron sobre lo que pasó, les repetí lo que le dije a la oficial que originalmente tomó mi declaración. Ellos se enfurecieron. Me advirtieron que yo era su enemigo y que yo estaba muy joven para perder mi vida. Uno de ellos me dijo que lo que yo les había dicho no había ocurrido, y que yo debía tener cuidado, que dependiendo de lo que yo dijera, las cosas podían ir muy bien o muy mal para mí.

 

Luego vino un señor que se identificó como un experto gubernamental, quien me dio la versión oficial de lo ocurrido. Si la aceptaba, nada me pasaría. En aquel momento yo estaba severamente medicado y me era difícil entender los detalles del supuesto accidente que me estaban diciendo que repitiera. Ellos me dieron otra declaración para que la firmara -una que de ninguna manera se aproximaba a la verdad. La nueva versión hablaba de gravilla, de un terraplén, de un árbol. Yo no recuerdo nada de esas cosas.

 

El golpe por atrás cuando nos salimos de la carretera, no tenía por qué ser fuerte, porque recuerdo que no había contén o inclinación. El pavimento era amplio, sin tráfico. Sobre todo, no estoy de acuerdo con la afirmación de que estábamos viajando a una velocidad excesiva, ya que Oswaldo era muy cauteloso. La última velocidad que vi en el velocímetro era de aproximadamente 70 kilómetros por hora. Las bolsas de aire ni siquiera se dispararon durante el accidente, ni las ventanas se rompieron, y tanto yo como el pasajero del asiento delantero salimos del carro ilesos.

 

Un video de usted explicando el accidente fue mostrado a los periodistas por las autoridades cubanas. ¿Bajo qué circunstancias fue hecho?

 

Una vez que salí del hospital, me llevaron a una cárcel en Bayamo. Es lo peor que yo he vivido jamás. Yo estuve en régimen incomunicado, sin poder ver la luz del día. Caminábamos entre las cucarachas hasta que me pusieron en la celda de la enfermería, junto con otro preso cubano. Las condiciones eran deplorables. Un chorro de agua caía desde el techo una vez al día, el inodoro no tenía tanque y se podía usar solo cuando tenías un cubo de agua para tirárselo después a la taza. La celda estaba llena de insectos que me despertaban cada vez que caían sobre mi cuerpo. Aunque no recuerdo casi nada específico de aquellos días, las imágenes vienen a mí —y sólo deseo que fueran pesadillas y no recuerdos.

 

El video que las autoridades dieron a conocer se grabó en esas circunstancias. Como los espectadores pueden ver, mi cara y mi ojo izquierdo están muy hinchados, y yo hablo como si estuviera drogado. Cuando un oficial me dio un cuaderno en el que se exponía la versión oficial del gobierno cubano, yo me limité a leer declaraciones de ese cuaderno. De hecho, usted puede verme leyendo expresiones cubanas que yo no conocía, como “accidente de tránsito” (en España es “accidente de tráfico”), y puede verme dirigiendo la mirada hacia la esquina derecha, que era donde estaba parado el oficial que sostenía las notas. Yo tenía la esperanza de que nadie podría creer que el video hubiera sido libremente grabado , o que lo que yo decía allí correspondía a lo que realmente sucedió.

 

¿Quién lo envió a Cuba? ¿Por qué viajó allí?

 

Nadie me envió a Cuba y yo ni siquiera le dije nada a mi jefe sobre el viaje. Viajé allí durante mis vacaciones de verano, como tantas otras personas que van para dar su apoyo al pueblo cubano -porque admiro a los defensores pacíficos de la libertad y la democracia como Oswaldo, que es muy conocido en España.

 

¿Qué piensa usted sobre el juicio efectuado en Bayamo?

 

El juicio en Bayamo fue una farsa, para convertirme en un chivo expiatorio, pero tuve que aceptar el veredicto sin solicitar apelación para tener una mínima posibilidad de salir de aquel infierno. Sin embargo, en el último momento decidí no declararme culpable, pensando en Alan Gross.

 

En cuanto a las autoridades españolas, sólo puedo darles las gracias por haber logrado repatriarme. No quiero causar más problemas. Quiero volver a mi vida previa a este incidente. Incluso entiendo que, a pesar de que soy inocente, tengo que continuar con mi libertad restringida por el acuerdo bilateral entre Cuba y España. Solo espero que esta injusta situación no dure mucho tiempo.

 

A pesar de las acusaciones a las que estoy sometido diariamente por la prensa y los defensores de la dictadura castrista, no es mi intención seguir hablando de esta experiencia traumática. He recibido amenazas de muerte en España y he tenido que declarar ante un notario para que al menos la verdad se sepa si algo me ocurre.

 

¿Por qué está usted hablando ahora?

 

Lo más importante para mí es que la familia Payá siempre ha defendido mi inocencia, a pesar de que ellos son los más perjudicados por esta tragedia. Por eso, cuando conocí a Rosa María [Payá] esta semana, no pude seguir ocultando la verdad. No sólo soy inocente —yo soy una víctima más, que también podría estar muerto ahora. Sé que esta decisión podría provocar más ataques brutales contra mí de los medios de comunicación desde Cuba, pero no merezco ser considerado culpable de homicidio involuntario, y, sobre todo, yo no podría vivir siendo cómplice con mi silencio.

 

No sé lo que me dieron por línea intravenosa en Cuba, pero sigo teniendo grandes lapsos de memoria. Lo que no han podido lograr es que me olvide de Oswaldo, una de las personas que más me han impresionado en mi vida. Él es el verdadero protagonista de esta pesadilla. Él fue una persona excepcional y nunca lo olvidaré.

 

Traducción del inglés y notas: Café Fuerte.

Ángel Carromero on the crash that killed Cuba’s Oswaldo Payá

March 5, 2013

 

Ángel Carromero, a leader of Spain’s ruling party, was visiting Cuba last July when a car he was driving crashed, killing Cuban dissidents Oswaldo Payá and Harold Cepero. Mr. Carromero was convicted of vehicular homicide; in December, he was released to Spain to serve out his term. This week he agreed to be interviewed by The Washington Post about the crash. Mr. Carromero, 27, holds a law degree and has taken a business course at Fordham University in New York.

 

What happened that day?

 

Oswaldo Payá asked me to take him to visit some friends, since he didn’t have the means to travel around the island. There were four of us in the car: Oswaldo and Harold Cepero in the back, [Jens] Aron Modig [of Sweden] in front, and me driving. They were following us from the beginning. In fact, as we left Havana, a tweet from someone close to the Cuban government announced our departure: “Payá is on the road to Varadero.” Oswaldo told me that, unfortunately, this was normal.

 

But I really became uneasy when we stopped to get gas, because the car following us stopped, waited in full view until we were finished and then continued following. When we passed provincial borders, the shadowing vehicle would change. Eventually it was an old, red Lada.

 

And then another, newer car appeared and began to harass us, getting very close. Oswaldo and Harold told me it must be from “la Comunista” because it had a blue license plate, which they said is what the government uses. Every so often I looked at it through the rearview mirror and could see both occupants of the car staring at us aggressively. I was afraid, but Oswaldo told me not to stop if they did not signal or force us to do so. I drove carefully, giving them no reason to stop us. The last time I looked in the mirror, I realized that the car had gotten too close — and suddenly I felt a thunderous impact from behind.

 

I lost control of the car, and also consciousness — or that is what I believe, because from that point my memories are unclear, perhaps from the medications they gave me. When I recovered consciousness, I was being put into a modern van. I don’t know how it had gotten there, but neither Oswaldo nor Harold nor Aron was inside. I thought it was strange that it was only me, and I figured that the rest of them didn’t need to go to the hospital.

 

I began to yell at the people driving the van. Who were they? Where were they taking me? What were they doing with us? Then, woozy, I again lost consciousness.

 

What happened after that?

 

The next time I awakened, I was on a stretcher, being carried into a hospital room. The first person who talked to me was a uniformed officer of the Ministry of the Interior. I told her a car had hit our vehicle from behind, causing me to lose control.

 

She took notes and, at the end, gave me my statement to sign. The hospital, which was civilian, had suddenly been militarized. I was surrounded by uniformed soldiers. A nurse told me they would put in an IV line to take blood and sedate me. I remember that they kept taking blood from me and changing the line all the time, which really worried me. I still have the marks from this. I passed the next few weeks half-sedated and without knowing exactly what they were putting in me.

 

Some text messages were sent from the scene, and there have been reports of others, not yet disclosed. Do you know about them?

 

They took away my mobile phone when they took me out of the car. I was only able to use Aron’s mobile phone the time we were together in the hospital. I didn’t remember the messages until I arrived in Spain and I read them, asking for help and saying that our car was hit from behind.

 

How was your statement obtained?

 

They began to videotape me all the time, and they kept doing so until the last day I was jailed in Cuba. When they questioned me about what happened, I repeated what I told the officer who originally took my statement. They got angry. They warned me that I was their enemy, and that I was very young to lose my life. One of them told me that what I had told them had not happened and that I should be careful, that depending on what I said things could go very well or very badly for me.

 

Then came a gentleman who identified himself as a government expert and who gave me the official version of what had happened. If I went along with it, nothing would happen to me. At the time I was heavily drugged, and it was hard for me to understand the details of the supposed accident that they were telling me to repeat. They gave me another statement to sign — one that in no way resembled the truth. It mentioned gravel, an embankment, a tree — I did not remember any of these things.

 

The hit from the back when we left the road didn’t need to be hard, because I remember that there was no curb or incline. The pavement was wide, with no traffic. I especially did not agree with the statement that we were traveling at an excessive speed, because Oswaldo was very cautious. The last speed I saw on the speedometer was approximately 70 kilometers per hour [about 45 miles per hour]. The air bags did not even deploy during the crash, nor did the windows shatter, and both I and the front-seat passenger got out unhurt.

 

A video of you describing the accident was shown to journalists by Cuban authorities. Under what circumstances was it made?

 

Once I left the hospital, they took me to a jail in Bayamo. It’s the worst thing I’ve ever lived through. I was held incommunicado, never seeing the light of day. We walked among cockroaches until they put me in the infirmary cell, along with another Cuban prisoner. The conditions were deplorable. A stream of water fell from the roof once a day, the toilet didn’t have a tank, and you could use it only when you had a bucket of water that you could throw afterward into the bowl. The cell was full of insects that woke me up when they fell on my body. Although I remember almost nothing specific from those days, images come to me — and I only wish they were nightmares, and not memories.

 

The video that the authorities made public was recorded under these conditions. As viewers can see, my face and my left eye are very swollen and I speak like I am drugged. When an officer gave me a notebook in which the official Cuban government account was laid out, I limited myself to reading statements from that notebook. In fact, you can see me reading Cuban expressions I didn’t know, like “transit accident” (in Spain it’s “traffic accident”), and you can see me direct my gaze to the right corner, which is where the officer stood who held the notes. I hoped that no one would think that the video was freely recorded, or that what I said there corresponded to what really happened.

 

Who sent you to Cuba? Why did you travel there?

 

Nobody sent me to Cuba, and I didn’t even tell my boss about my trip. I traveled there during my summer vacation, like so many other supportive people — because I admire the peaceful defenders of liberty and democracy like Oswaldo, who is very well known in Spain.

 

What do you think about the trial in Bayamo?

 

The trial in Bayamo was a farce, to make me the scapegoat, but I had to accept the verdict without appeal in order to have the minimal possibility to get out of that hell. However, I decided at the last minute to not declare myself guilty, thinking of Alan Gross [an American contractor sentenced to 15 years in prison for bringing communications equipment into Cuba illegally].

 

As for the Spanish authorities, I can only thank them for managing to repatriate me. I don’t want to cause any more problems. I want to get my previous life back. I even understand that, even though I am innocent, I have to continue with my liberty restricted due to the bilateral accord between Cuba and Spain. I only hope that this unjust situation will not last for long.

 

Despite the accusations to which I am daily subjected by the press and by the defenders of the Castro dictatorship, it’s not my intention to go on talking about this traumatic experience. I’ve received death threats in Spain, and I have had to testify before a notary so that at least the truth would be known if something happened to me.

 

Why are you speaking out now?

 

The most important thing for me is that the Payá family always has defended my innocence, when they are the most injured by this tragedy. That’s why, when I met Rosa Maria [Payá’s daughter] this week, I could not hide the truth any more. I am not only innocent — I am another victim, who might also be dead now. I know that this decision could result in more brutal media attacks against me from Cuba, but I don’t deserve to be considered guilty of involuntary homicide, and, above all, I could not live, being complicit through my silence.

 

I don’t know what they gave me in the intravenous line, but I continue to have large memory lapses. What they didn’t manage to make me forget is that Oswaldo is one of the people who most impressed me in my life. He is the true protagonist of this nightmare. He was an exceptional person, and I will never forget him.

 

The interview has been translated from Spanish.

Rosa María Payá Acevedo

entrevistada por la televisión sueca

4 de marzo de 2013

Rosa María Payá Acevedo, hija del mártir cubano Oswaldo Payá Sardiñas, Premio Sarajov 2002 a la Libertad de Pensamiento que otorga el Parlamento Europeo.

El crimen y el silencio: el asesinato de Oswaldo Payá

Huber Matos Benítez*

1 de marzo de 2013

 

El crimen y el silencio van de la mano. El cubano que no sume su protesta ante las siniestras circunstancias que Rosa María Payá ha denunciado en España faltaría a la más elemental solidaridad humana.

 

Por primera vez Rosa María se ha reunido en Madrid con Ángel Carromero, el joven político español que manejaba el automóvil en que viajaban Oswaldo Payá, Harold Cepero y el dirigente de la juventud sueca Jens Aron Modig, el 22 de julio de 2012 cerca de la ciudad oriental de Bayamo en Cuba.

 

Ángel Carromero le ha informado a Rosa María Payá que desde que salieron de La Habana eran seguidos muy de cerca por lo menos por un automóvil Lada color rojo. Que otro automóvil los golpeó premeditadamente por detrás, pero que por ese golpe no murieron ni su padre ni Harold Cepero. Que los ocupantes del Lada Rojo estaban allí antes que llegara ningún funcionario y, que él y Aron Modig fueron retirados del lugar inmediatamente.

 

En un twit enviado por Aron Modig al exterior desde el lugar de los hechos dice que: Ángel le acaba de informar que han sido golpeados por otro automóvil, pide “socorro” y dice que están rodeados de militares.

 

La dictadura castrista alegó que el exceso de velocidad en que conducía Carromero fue la causa del accidente en el que murieron Payá y Cepero. Carromero, acusado por "homicidio imprudente” en un extraño juicio fue condenado a cuatro años de prisión. El gobierno español consiguió que cumpliera la condena en España.

 

A la familia Paya no se le permitió ni conversar con Carromero ni asistir a su juicio, aunque lo intentaron. La familia se enteró que Oswaldo Payá no fue asistido medicamente y que lo llevaron a un hospital cuando ya estaba muerto. Siempre pidieron una investigación imparcial.

 

Ya Oswaldo Payá había sido víctima de otra embestida por un automóvil de la que milagrosamente se salvó. También había sido objeto de amenazas de muerte por los represores del régimen. Su liderazgo y respaldo internacional eran demasiada molestia para el régimen.

 

La familia Payá no tenía forma de presentar pruebas del crimen cometido contra Oswaldo Payá y Harold Cepero. En un sistema represivo ¿Quién se las iba a dar?

 

Ante los atropellos, torturas y asesinatos que cometen las dictaduras, son éstas y sus secuaces y no las víctimas o sus familiares las que están obligadas a esclarecer los hechos ante el tribunal de la opinión pública nacional e internacional.

 

Si las dictaduras fueran inocentes de sus barbaries hasta que se pruebe lo contrario, habría que haber descartado en su momento como improbadas, las denuncias de los asesinatos masivos que cometieron Hitler, Stalin y Mao en sus reinos de terror. También descartar los crímenes de Assad en Siria hasta que no se presenten las pruebas de que cada cañonazo, bomba cohete o tortura y asesinato contra la población civil fue responsabilidad de sus militares y milicianos.

 

En los regímenes totalitarios la carga de la prueba no está en las víctimas ni en sus familiares. Es fundamento ideológico y practica de estos sistemas tratar a los contrarios políticos como enemigos y destruirlos moral y físicamente.

 

Para denunciar sus sospechas sobre la muerte de Oswaldo Payá sus familiares nunca tuvieron que presentar más pruebas que las dudas que expusieron públicamente. La evidencia era abrumadora.

 

Si el gobierno castrista era inocente, debió haber permitido que los dos sobrevivientes, Carromero y Aron Modig, pudieran entrevistarse lo antes posible con la familia de Oswaldo Payá como esta pidió reiteradamente. El régimen nunca lo permitió.

 

Ante la presencia de dos extranjeros hubiera sido muy fácil pedirle a España y a Suecia que enviaran a Cuba una comisión de investigadores a corroborar los hechos. ¿Por qué no lo hicieron?

 

Las muertes de Oswaldo Paya y Harold Cepero deben ser investigadas por la comunidad internacional. Es lo menos que merecen dos insignes patriotas que consagraron su vida al bien común y a la defensa de los derechos humanos.

 

A todos los cubanos y a los hombres y mujeres en el mundo que respaldan el ideal de una Cuba democrática nos corresponde la denuncia de asesinatos que no pueden quedar impunes. José Martí advirtió que “ver cometer un crimen en calma es cometerlo”.

 

Patria, Pueblo y Libertad

 

*Huber Matos Benítez es secretario general de Cuba Independiente y Democrática (CID)

Declaraciones de Rosa María Payá

La morte di Oswaldo Payá è stata un delitto di Stato?

Gordiano Lupi

1 Marzo 2013
 

   Ángel Carromero ha detto a Rosa María Payá che la morte di suo padre –Oswaldo Payá Sardiñas– non è stata provocata da un semplice incidente stradale. Questo riferisce la figlia del noto oppositore cubano durante una conferenza stampa che ha avuto luogo a Madrid, nella sede della Fundación Hispano Cubana.


   Il Movimiento Cristiano Liberación, gruppo fondato da Payá, ha divulgato il seguente comunicato, che si può leggere nella sua pagina Facebook:

 

   «Rosa María Payá ha confermato di aver incontrato Angel Carromero e di aver avuto assicurazione che la morte di Oswaldo Payá non fu provocata da un incidente, ma da un veicolo che urtò deliberatamente il mezzo a bordo del quale viaggiava suo padre. Più tardi divulgheremo maggiori informazioni».

 

   Tale ricostruzione sarebbe in sintonia con i messaggi di testo scritti da Ariong Moding (il politico svedese che viaggiava con loro) subito dopo l'incidente, dove si faceva riferimento a un'auto che li avrebbe spinti fuori strada. La figlia di Payá ha chiesto ancora una volta un'indagine internazionale sulla morte del padre e dell'attivista Harold Cepero, affinché venga dimostrato un “probabile delitto di Stato”.


   Nonostante tutto resta ancora la sentenza di un Tribunale cubano: «L'incidente stradale nel quale sono morti Payá e Cepero è stato causato dalla condotta di guida imprudente di Carromero»".


   La verità, con tutta probabilità, non la conosceremo mai.

Oswaldo Payá Sardiñas fue asesinado

Captura de los mensajes de textos enviados

por el sueco Aron Modig desde Bayamo, según

ha divulgado el Movimiento Cristiano Liberación

Traducción: Dice Ángel que

un carro lo empujó fuera de la carretera

Conferencia de prensa en Madrid

Rosa María Payá Acevedo

28 de febrero de 2013

 

Hoy mi padre cumpliría 61 años. Hoy mi madre, mis hermanos y yo no tendremos su presencia física siempre optimista y esperanzadora. Hacen hoy 221 días que los padres de nuestro amigo Harold Cepero Escalante viven el dolor de no volver a ver a su joven y carismático hijo.

 

Mi padre y Harold se encontraban inmersos en la campaña del Camino del Pueblo que ofrece a los cubanos una vía para transitar hacia la democracia, un camino de reconciliación abogado por la mayor parte de la oposición cubana, una opción pacífica por la libertad y la prosperidad de nuestro pueblo, frente a la falta opciones de un gobierno que ya no tiene nada que ofrecer a sus ciudadanos.

 

El 22 de julio de 2012, luego de años de amenazas de muerte contra mi padre, que se habían hecho más frecuentes e intensas en los meses anteriores y de un dudoso accidente de tráfico en el que mis padres casi pierden la vida, mi madre recibió una llamada telefónica desde Madrid que jamás olvidaremos. Regis Iglesias nos informaba que algo les había sucedido a nuestros amigos y a sus acompañantes. Unos minutos después recibíamos un mensaje de texto en el que nos decía que el auto en que viajaba había sido embestido y sacado de la carretera, que había tres personas en el hospital y la cuarta estaba desaparecida. Unas horas después supimos que mi padre y Harold estaban muertos.

 

Luego de haber escuchado los testimonios de las personas que estuvieron en el hospital al que trasladaron a los sobrevivientes y escucharon la lectura de las primeras actas tomadas a los testigos por la policía, en boca del capitán Fulgencio Medina.

 

Luego de haber leído los twits publicados por Yohandry Fontana, que es una página del Gobierno cubano.

 

Hemos sabido que:

 

1. Mi padre, Harold Cepero, Aron Modig y Ángel Carromero estaban siendo seguidos y monitoreados por la Seguridad del Estado del Gobierno cubano desde el momento en que comenzaron el viaje en la Habana.

 

2. Había al menos otro auto (uno marca Lada Rojo) que viajaba casi en paralelo con el auto en el que viajaba mi padre y los pasajeros de este Lada estaban en el lugar de los hechos antes incluso de que llegase el primero de los testigos oficiales.

 

3. Mi padre no recibió ningún tipo de ayuda médica antes de morir y solo fue llevado al hospital después de muerto.

 

4. Harold Cepero Escalante no es llevado nunca a un salón de operaciones ni a terapia intensiva.

 

5. No se ha podido demostrar que Ángel Carromero condujese a exceso de velocidad.

 

Luego de haber leído los mensajes de texto los sobrevivientes extranjeros a sus amigos en Madrid y Estocolmo, y que serán publicados. Luego de haber conversado con Ángel Carromero, único sobreviviente con plena memoria de lo ocurrido y de las comunicaciones que mi familia y el MCL ha tenido con Aron Modig y con las personas que fueron destinatarias de los mensajes y llamadas de auxilio de ambos sobrevivientes, hemos confirmado que:

 

1. No hubo un accidente.

 

2. El carro en que viajaban mi padre, Harold, Aron y Ángel fue intencionalmente golpeado por detrás por otro auto, pero este golpe no ocasionó la muerte a ninguno de los pasajeros.

 

3. Ninguno de los sobrevivientes recuerda que el auto haya dado vueltas o se haya estrellado contra árbol alguno.

 

4. Los dos extranjeros fueron inmediatamente sacados del lugar de los hechos por hombres que llegaron en otro auto.

 

No sabemos qué ocurrió con mi padre y mi amigo, pero unas horas después ambos estaban muertos. Nuestras familias, el Movimiento Cristiano Liberación, nuestros hermanos de lucha y amigos dentro y fuera de Cuba tenemos derecho a saber cómo murieron y quién o quiénes son responsables por sus muertes y …

 

Los datos que hemos expuesto, la persecución gubernamental bajo la que vivimos Cuba y el aumento de la represión sobre el movimiento democrático cubano me hacen temer por la seguridad de todos. Durante años la Seguridad del Estado amenazó directamente la vida de mi padre y ahora persigue y amenaza a los miembros de mi familia y del MCL. El Gobierno cubano es el responsable de la integridad física de nuestras dos familias y de los activistas de nuestro movimiento.

 

Mi padre y Harold dedicaron y entregaron sus vidas por un cambio pacífico que traiga la reconciliación, los derechos y el bienestar a nuestro pueblo. Esa reconciliación necesita del reconocimiento de toda la verdad, del perdón y de la buena voluntad de sus actores. Esa es la verdad que estamos buscando y que no cesaremos hasta encontrar, por eso pedimos el apoyo a todas las instituciones y personas que puedan ayudar para realizar una investigación internacional sobre el probable asesinato de mi padre y de Harold Cepero. Ellos ya están en la presencia de Dios y desde allí iluminarán nuestro camino.

En la Fundación Hispano Cubana, en Madrid,

la hija del difunto disidente Oswaldo Payá,

leyó ante la prensa un comunicado

en el que ha relatado los hechos

que conoce sobre las horas anteriores y posteriores

a las muertes de su padre y Harold Cepero

Político español reconoce que

la muerte de Payá no fue accidental

28 de febrero de 2013

 

La muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero “no fue producto de un accidente”, explicó el político español Ángel Carromero a la hija de Payá, según dijo ella en rueda de prensa.

 

Rosa María Payá Acevedo ha revelado en Madrid que sostuvo una reunión con el político español Ángel Carromero, quien le explicó que la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero “no fue producto de un accidente”.

 

“Un vehículo que les seguía les golpeó por detrás”, publicó el Movimiento Cristiano Liberación en Facebook y prometió otros detalles.

 

Payá Acevedo hizo las declaraciones en rueda de prensa en la Fundación Hispano Cubana de Madrid.

 

La hija del exlíder del Movimiento Cristiano Liberación reclamó una investigación por el “probable asesinato” de su padre y de Cepero, y no descartó emprender acciones legales para esclarecer las circunstancias del siniestro, ocurrido el 22 de julio cerca de Bayamo.

 

El encuentro entre Rosa María Payá y Carromero se produjo el pasado 16 de febrero.

 

En una entrevista con Europa Press, la joven dijo que confía en que Carromero explique públicamente los detalles que ha transmitido a la familia, aunque entiende que se sienta “presionado”.

 

La activista se mostró extrañada por el trato a Carromero en España —“el de un condenado”—, pues ella no da ninguna validez al juicio celebrado en Cuba.

 

Payá Acevedo estudia emprender acciones legales en España, país del que su padre también era ciudadano.

 

“No descartamos nada”, apuntó sin entrar en detalles, aunque sugirió la opción de presentar una querella ante la Audiencia Nacional por el “posible asesinato de un ciudadano español”.

Rosa María Payá Acevedo, hija de Oswaldo Payá,

presentó el caso de su padre en cumbre de DDHH

El 19 de febrero de 2013, la hija del fallecido disidente y fundador del Movimiento Cristiano Liberación, participó en la Cumbre de Ginebra sobre Derechos Humanos y Democracia, donde denunció el asesinato de Oswaldo Payá y Harold Cepero y solicitó la solidaridad internacional para que se investigue.

Regis Iglesias Ramírez

presentó el caso cubano en cumbre de DDHH

El 19 de febrero de 2013, el activista político y ex preso de conciencia cubano Regis Iglesias Ramírez participó en la Cumbre sobre Derechos Humanos y Democracia realizada en Ginebra, donde denunció el asesinato de Oswaldo Payá y Harold Cepero y solicitó la solidaridad internacional para que se investigue al respecto.

Vídeo de Rosa María Payá Acevedo

para Conferencia Internacional Oswaldo Payá

Oswaldo Payá fue el primer opositor cubano en recibir, en 2002, el premio Sajárov del Parlamento Europeo, una distinción que también se les otorgó a las Damas de Blanco en 2005 y a Guillermo Fariñas en 2010.

Oswaldo Payá: Muerte de un demócrata

Por VICENTE BOTÍN

 

(Especial para Infolatam).- Recibía a la prensa extranjera en su casa habanera del barrio del Cerro, trufada de micrófonos, y hablaba sin tapujos, sin importarle que sus palabras llegaran, nítidas, a los escuchas de la Seguridad del Estado. Era el disidente con más peso, el más peligroso para el Gobierno cubano al que logró poner contra las cuerdas con el “Proyecto Varela”, una iniciativa para promover la democracia en Cuba partiendo, paradójicamente, de las leyes de la propia dictadura.

 

De fuertes convicciones católicas, Oswaldo Payá estudió en el colegio de los Hermanos Maristas de La Habana, hoy sede de la Seguridad del Estado, y participó desde muy joven en grupos de reflexión laicos vinculados a la Iglesia Católica, perseguida y silenciada desde el ascenso al poder de Fidel Castro. En 1988 fundó el Movimiento Cristiano de Liberación, de tendencia demócrata cristiana, que en pocos años se convirtió en una de las organizaciones más importantes de la sociedad civil cubana. Dos años más tarde dio a conocer el documento “Llamamiento al Diálogo Nacional” en el que proponía la celebración de un referéndum para elegir una Asamblea Constituyente que redactase una nueva Constitución, y una amnistía para los presos políticos.

 

En 1996, Oswaldo Payá alumbró el Proyecto Varela, su iniciativa más ambiciosa, para exigir la libertad de asociación, la convocatoria de elecciones libres, y la libertad de expresión. El 10 de marzo de 2002, Payá decidió ir más lejos y presentó el Proyecto Varela en la Asamblea Nacional del Poder Popular con el aval de 11.000 firmas. El Artículo 88 de la Constitución de 1976 permitía a los ciudadanos proponer reformas legales si diez mil electores registrados presentaban sus firmas a favor de la propuesta.

 

Fidel Castro quedó noqueado. Era la primera vez que resultaba atrapado en su propio entramado legal. Su entonces canciller, Felipe Pérez Roque, salió a la palestra para reiterar la eterna cantinela: “El Proyecto Varela –dijo Pérez Roque– forma parte de la estrategia de subversión contra Cuba, ha sido concebido, financiado y dirigido desde el exterior, con la participación activa de la Sección de Intereses norteamericana en La Habana; forma parte del mismo esquema de subversión, no tiene el menor asidero en las leyes cubanas, es una burda manipulación de la Constitución y las leyes de Cuba…”.

 

Las palabras del hoy defenestrado ministro de Exteriores no fueron suficientes y Fidel Castro se vio forzado a convocar un referéndum para modificar la Constitución suprimiendo el polémico Artículo 88 y declarar “irrevocable” el socialismo. Obtuvo un resultado “a la búlgara” del 98,97 por ciento de votos favorables a su propuesta. Oswaldo Payá contraatacó con otras 14.000 firmas, pero el gobierno hizo oídos sordos. Ese año el Parlamento Europeo otorgó a Payá el Premio Sajárov de Derechos Humanos.

 

La inquietud del gobierno ante las iniciativas de Payá y el auge que estaban tomando otros movimientos disidentes como Arco Progresista o Todos Unidos, se tradujo en la brutal represión de la llamada “primavera negra” de 2003. Setenta y cinco disidentes fueron detenidos, juzgados y condenados en un pogromo selectivo que incluyó a periodistas, sindicalistas, maestros, médicos, bibliotecarios independientes, militantes de grupos de oposición y defensores de los derechos humanos, toda una muestra del inconformismo y la resistencia pacífica contra un régimen fascista etiquetado de comunista.

 

Todos ellos fueron juzgados  de acuerdo con la Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, más conocida como “ley mordaza” y condenados a penas que oscilaban entre los cinco y los veintiocho años de prisión. El grupo más castigado fue el de Oswaldo Payá: de los 75 encarcelados casi 40 militaban en el Movimiento Cristiano de Liberación. Paradójicamente Payá no fue detenido ni perdió su trabajo para una entidad estatal como especialista en equipos hospitalarios, pero a partir de ese momento sufrió un permanente acoso por parte del gobierno y de turbas a su servicio que organizaron  actos de repudio frente a su domicilio.

 

La muerte de Oswaldo Payá supone un duro golpe para el futuro democrático de Cuba. Payá era un peso pesado entre los grupos disidentes que desde hace años y pese a sus diferencias, tratan de establecer bases comunes de actuación para una transición pacífica a la democracia. En 2007, nueve meses después de la proclama de Fidel Castro en la que cedió provisionalmente el poder a su hermano Raúl, el Movimiento Cristiano de Liberación y los grupos más importantes de la disidencia, difundieron un documento titulado “Unidad por la Libertad” en el que expresaron su deseo de trabajar responsablemente en la formación de un bloque unitario “si las circunstancias aconsejan  que ese paso es necesario y el más conveniente para lograr los cambios hacia la democracia en Cuba, que es nuestro objetivo  y la razón de ser de la oposición cubana”. Además de Payáfirmaban el documento entre otros, Vladimiro Roca, de “Todos Unidos”; Martha Beatriz Roque y René Gómez Manzano, de la “Asamblea para Promover la Sociedad Civil”; y Elizardo Sánchez, de la “Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional”.

 

En 2009, Oswaldo Payá participó en un nuevo “Diálogo Nacional”, un proyecto para lograr un programa común entre todas las fuerzas políticas para restablecer la democracia en Cuba. A pesar de su ideología demócrata cristiana, Payá no gozó de las simpatías de la Iglesia Católica y él criticó abiertamente el acercamiento entre el gobierno de Raúl Castro y el cardenal Jaime Ortega. Como muchos, no entendió la complicidad del cardenalOrtega con la dictadura en la operación de “blanqueo” llevada a cabo con la excarcelación y destierro de disidentes cubanos.

 

El camino a la libertad en Cuba está jalonado de personas como Oswaldo Payá que desgraciadamente no verán el fin de la dictadura. Hay muchas muertes en ese tránsito, demasiados accidentes, sobradas sospechas, numerosos interrogantes.Y ninguna respuesta.

 

 

Ocho notas sobre una muerte

Antonio Elorza

10 de agosto de 2012

 

¿Cómo afecta a las relaciones entre Cuba y España? ¿Cómo ha reaccionado la prensa española? ¿Cambiará la política europea hacia Cuba?

 

La muerte de Oswaldo Payá en un accidente de automóvil, provocado o no, supone un punto de inflexión tanto para la vida política de Cuba como para las relaciones entre los gobiernos de La Habana y de España. Han sido publicados ya comentarios, muy pertinentes, como el de Bertrand La Grange en este diario o el de Eugenio Yáñez en Cubaencuentro, pero tal vez por eso resulte posible ya esbozar un primer balance de los significados del episodio.

 

Primero, y ante todo, la pérdida de Payá supone un golpe decisivo para las perspectivas, agónicas perspectivas, de una transición democrática en la Isla. No es que la cabeza de la Iglesia cubana, el arzobispo Jaime Ortega, sea un militante activo de la misma, pero al menos sus buenas relaciones con la dictadura proporcionaban un mínimo de protección al movimiento demócrata-cristiano de Payá, quien desde su tenaz política de utilización de resquicios legales en el orden totalitario, al intentar presentarse a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y sobre todo, con la puesta en marcha del Proyecto Varela, había superado la condición de disidente para convertirse en opositor. Ahora todo se ha hundido.

 

Segundo, las circunstancias de la muerte han favorecido por todas partes a los intereses gubernamentales. Payá había proclamado siempre su independencia en relación a Estados Unidos. Ahora su desaparición queda asociada a la ayuda aportada por organizaciones anticastristas del exterior, de España y de Suecia, base suficiente para que el gobierno cubano trace la inevitable “American connection”.

 

Tercero, como ya se ha escrito, la forma de la ayuda que traían los jóvenes español y sueco, no pudo ser más desafortunada. Perfectamente detectable la llegada de ambos, sobre todo de Carromero, por los servicios de Seguridad cubanos, sometidos a control desde ese momento y del encuentro con Payá sus andanzas, no hubiera hecho falta el accidente para que la historia acabase mal.

 

La presión sobre la disidencia es muy alta, según pude comprobar en junio al visitar a mi viejo amigo Elizardo Sánchez en La Habana, sometido a un cerco del que no faltaba ni la presencia ostentosa del auto con el seguroso dentro a unos metros de su casa. Con la circunstancia agravante, en este caso, de realizar la misión con las siglas puestas y los “populares” en el gobierno de España.

 

Cuarto, faltó en ambos —Carromero y Modig— la entereza necesaria para afrontar con dignidad las presiones de la Seguridad cubana, una vez detenidos. Era inevitable.

 

Quinto, sorprende en cambio que los medios de opinión españoles, salvo obviamente aquellos inscritos en la derecha, no concedieran importancia alguna a este hecho fundamental, que afectó y afecta sobre todo al detenido español. Parece lógico que en Cuba valga todo cuando se trata de aplastar al enemigo, interior o exterior. Los derechos humanos han sido vulnerados desde un primer momento, al privarle al detenido de asistencia de un abogado, mantenerle incomunicado por un tiempo indefinido y, finalmente, forzarle a una confesión que constituirá una prueba decisiva en su contra, transmitida por añadidura a través de la televisión de Estado. Tal y como se hace en Irán, y como se hizo en Cuba —proceso Ochoa, entre otros—, sin que revirtiera por lo menos a favor del acusado. Tocaba aquí intervenir al PSOE, por encima de las diferencias de partido, y no lo ha hecho. Al contrario, las Juventudes Socialistas (JSE) han pedido responsabilidades al Gobierno español.

 

Sexto, no menos sorprende la actitud de destacados líderes de opinión, dispuestos a acumular pruebas en contra del detenido y ciegos y sordos ante la dimensión de derechos humanos. El protagonismo ha sido aquí asumido a título personal por Mauricio Vicent, excelente conocedor de la vida política en la Isla, a quien además las autoridades castristas privaron del derecho a informar. Ya en un reciente reportaje sobre las bellezas de La Habana, dibujaba un panorama idílico de libertad, con el ejemplo de los hipercensurados e hipercontrolados libreros de la Plaza de Armas, en cuyos puestos “hay de todo”, incluso ejemplares de Bohemia de 1959 “con Fidel Castro en portada jurando que no era comunista”. Ahora su implicación es mayor, al sacar a la luz una pieza de acusación fundamental ante la opinión contra el joven “pepero”: su carnet de conducir en blanco de puntos. Noticia importante sin duda, pero que ve la luz el 3 de agosto, una vez difundida la nota oficial del Gobierno castrista y se presenta como muestra de que todo discurre dentro de la legalidad, por dura que ésta sea, y en contra de quien es descrito con sarcasmo como “un as del volante”. Connotación contra denotación: el tema del carnet borra toda preocupación por los derechos humanos.

 

Séptimo, el relato oficial es irreprochable, y se ve confirmado por la declaración televisada de Carromero: velocidad excesiva, derrape, testigos donde tenían que estar, golpe contra un árbol ausente de las fotos (que destroza la parte trasera), homicidio involuntario. De Harold Cepero, muerto por complicaciones tras una fractura abierta de fémur, casi nadie se acuerda. Única reserva. Sucedieran las cosas de este modo, o de otro, sabemos que la versión oficial cubana confirmaría punto por punto lo que quisiesen confirmar, con independencia de los hechos, y que no van a admitir análisis contradictorios.

 

Octavo, gana por todas partes el Gobierno cubano y pierden los demócratas. Moratinos ya había roto los puentes con la disidencia, sometiéndola a una incomunicación aún hoy del todo vigente, según me contaba Elizardo Sánchez, y cuando ya la política española de Exteriores se orientaba hacia Europa sin militancia alguna respecto de la cuestión cubana, estos acontecimientos alejarán toda posibilidad de cambio. Como es lógico, intentarán sacar con discreción del infierno a Ángel Carromero y pagarán el precio que haga falta, que Mauricio Vicent ya se ocupó de señalar lúcidamente: el Doce de Octubre, fiesta oficial en todos los sentidos.

Corresponsales de HABLEMOS PRESSS reportaron desde los funerales de Oswaldo Payá que la policía la emprendió a golpes contra opositores.

 

El hecho ocurrió alrededor de las 9:30 de la mañana del 24 de julio de 2012 en la calle Peñón del municipio Cerro, cercano a la parroquia San Salvador, donde se velaba el cadáver de Payá.

 

“La policía la emprendió a golpes contra un grupo de opositores y los está montando por la fuerza en un autobús”, informó Calixto Ramón Martínez Áreas, corresponsal de la agencia, el cual se encuentra detenido desde hace varios meses.

 

Más de 300 personas acompañaron el féretro y cuando los asistentes comenzaron a desplazarse al cementerio, se produjeron en el entorno de la parroquia las detenciones, entre ellas la del premio Sajárov Guillermo Fariñas. En una conversación telefónica desde su casa, el psicólogo Fariñas le explicó a la agencia Efe que fue “empujado, golpeado e introducido a la fuerza en un ómnibus” en el momento de su arresto.

 

Cuando me interrogaron en las dependencias policiales de Tarará (balneario del oeste de La Habana) no me supieron decir qué decreto-ley estábamos incumpliendo al querer acompañar el carro fúnebre con el féretro de Oswaldo Payá, y solo nos dijeron que cumplían órdenes”, apuntó Fariñas, premio Sajárov del Parlamento Europeo-2010.

 

Además de Fariñas, también fueron arrestados Antonio González Rodiles, su novia Ailer, Julio Aleaga, Ricardo Medina y Pavel Herrera. El portavoz del CCDHRN denunció que las detenciones se produjeron “con violencia”.

 

Detenciones de disidentes empañan entierro de Oswaldo Payá.

Sus restos mortales recibieron sepultura en el Cementerio de Colón de La Habana.

 

Las detenciones de varios disidentes al régimen cubano empañaron el funeral y entierro de Oswaldo Payá, un referente de la oposición que se destacó por su activismo en favor de una transición democrática en Cuba.

 

Los restos mortales del fallecido en un accidente el domingo pasado, recibieron sepultura en el Cementerio de Colón de La Habana, tras un funeral oficiado por el cardenal Jaime Ortega, máxima autoridad católica en la isla.

 

Al finalizar el acto religioso y cuando el cortejo se encaminaba hacia el camposanto, algunos disidentes fueron detenidos en los alrededores del templo y trasladados a dependencias policiales, según denunció la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), que lidera Elizardo Sánchez.

 

Además de Fariñas, entre los arrestados figuran Antonio González Rodríguez, su esposa Ailer, Julio Aleaga, Ricardo Medina y Pavel Herrera.


En el Cementerio de Colón -donde no se registraron incidentes-, más de 300 personas, entre familiares, amigos, opositores y algunos diplomáticos, dieron su último adiós y brindaron una ovación a Payá, que fue sepultado en una bóveda familiar.

 

Su viuda, Ofelia Acevedo, agradeció la compañía y colaboración de “los hermanos de la oposición” y garantizó que la lucha de su marido y las propuestas pro democráticas que plasmó en documentos como el famoso “Proyecto Varela” darán su fruto y suponen una “base común” para la disidencia.

 

Uno de los aspectos más relevantes de las honras fúnebres a Payá, de profundas convicciones católicas, fue la participación de muchos representantes de la jerarquía católica encabezados por el cardenal Jaime Ortega.

 

Incluso el Papa Benedicto XVI envió un mensaje de pésame y apoyo a la familia del opositor que fue leído por Ortega durante el funeral.

 

El cardenal cubano en su homilía destacó de Payá su fe cristiana “siempre firme y constante” y una “clara vocación política” que no lo alejó de la iglesia pues, “al contrario, siempre buscaba en su fe cristiana inspiración para su opción política”.

 

“La aspiración a participar en la vida política de la nación es un derecho y un deber del laico cristiano”, señaló el también Arzobispo de La Habana, quien recordó que sin embargo “la jerarquía, obispos y clero en general no deben hacer opción política partidista en ningún caso”.

Ver vídeoEntierro en La Habana del disidente cubano Oswaldo Payá

Comunicado de Ofelia Acevedo y Rosa Maria Payá Acevedo

Ofelia Acevedo, viuda de Payá, le pide al Gobierno español

la libertad inmediata para Ángel Carromero

Entrevista a Carlos, hermano de Oswaldo Payá

 

Ver vídeoEntrevista íntegra al hermano de Oswaldo Payá

Certeza razonable

Manuel Cuesta Morúa

1 de agosto de 2012

 

Ha muerto un hombre decente, de familia monogámica, repleto de resonancias simbólicas, acosado por las trampas de la indecencia y el compromiso sin confesión

 

La discusión en torno a la terrible muerte de Oswaldo Payá Sardiñas tiene una connotación e importancia múltiples. La primera connotación es siempre humana: compromete el valor de la vida y la quiebra del equilibrio familiar cuando la pérdida de un ser querido es inesperada. Este es el ámbito digamos que cósmico de la muerte, que nos toca a todos como seres vivos, pero que no admitimos si la desaparición física de la persona se produce a “destiempo”, antes que se consuma lo que entendemos como el ciclo natural de desgaste humano. La razón por la que la muerte de un niño no encaja subjetivamente.

 

A esta connotación, que a mi modo de ver es la principal, agreguemos en el caso del fundador del Movimiento Cristiano Liberación otras dos: una política y otra moral. En la línea de Sor Juana Inés de la Cruz, quien nos enseñó que los hechos naturales de la vida, y todos sabemos que la muerte lo es, adquieren su valor si nos lleva a una reflexión mayor sobre las condiciones que rodean la existencia humana.

 

Como un hombre público relevante para el ámbito político cubano —recordemos que Payá Sardiñas abrió la ruta a la ciudadanía con el Proyecto Varela—, su muerte trágica somatiza la violencia política del Estado y sigue invitando a una deliberación y acción decisivas sobre la estructura violenta del curso y el discurso del régimen cubano.

 

Tendemos a pensar que la paz civil de las sociedades solo se rompe cuando las partes en conflicto entran en una disputa manchada de sangre. Esto supone a la violencia como fenómeno exclusivamente físico, reprobable únicamente cuando maltrata o elimina el cuerpo de los contendientes. Nada más alejado del concepto integral y moderno de violencia que capta el sentido de lo violento en su fase inicial: en la gestualidad y en las palabras, como saben bien las feministas y desafortunadamente sufren muchos niños.

 

Cuando esta violencia inicial se enquista e institucionaliza, se estructura lo que podemos llamar la violencia cívica permanente de los Estados contra los ciudadanos en aquellas sociedades, como la cubana, donde la ley no regula la convivencia plural, sino que justifica el poder de los poderosos. La diferencia que hay entre el Estado de derecho y el Estado de legalidad; la misma que existe entre guerra civil y guerra cívica.

 

Es la violencia cívica permanente del Estado cubano la que convierte en certeza razonable la tesis del asesinato de Estado contra Payá Sardiñas. Del lenguaje violento a la proyección primaria, de la gestualidad amenazante al derroche hormonal, de la intimidación barriotera a la permanente inseguridad psicológica de los ciudadanos, cualquiera sea el ámbito de su actividad civil, el Gobierno cubano ha montado un clima de violencia por más de 50 años con pocas muertes físicas y un sin número de muertes civiles y psicológicas. Como podrían testimoniar estadísticamente el exilio, las prisiones y las clínicas de psiquiatría cubanas.

 

En este sentido la muerte física de Payá es la señal negativa de que se ha sobrevivido positivamente a la muerte civil y psicológica a la que estamos expuestos los cubanos desde el nacimiento. La constante y recrudecida amenaza que se cernía sobre él, según su propio relato y el de sus amigos y familiares, indicaba esa vitalidad cívica y psicológica que el Estado cubano no tolera en sus adversarios. No era Oswaldo Payá Sardiñas el único expuesto a la violencia cívica de aquel. Tampoco será el último. Sí ha sido hasta ahora la única de las víctimas que alimenta con confusa claridad la certeza razonable del asesinato.

 

Certeza razonable, no pruebas irrefutables y mucho menos convicción. Solo el testimonio de los sobrevivientes podrá aportar alguna evidencia cierta de que efectivamente el Gobierno tuvo que ver con su muerte. Y algo huele mal en Dinamarca cuando uno de ellos no recuerda nada.

 

Ahora, mi hipótesis es otra: la de la pérdida de control del Estado sobre el peligroso juego intimidatorio de la policía política. Sin negar lo que afirman los familiares, el asunto es completamente grave como para aseverar, sin la duda de toda hipérbole, que Payá fue mandado a matar. Se necesita confirmación antes de tal acta acusatoria. Para un régimen que posee el monopolio absoluto de todo el repertorio de armas mortales, más el control total de nuestro itinerario, en un país donde no hay cuerpos de seguridad privados ni quienes prueben nuestras comidas antes de ingerirlas, creo que es más fácil diseñar el arreglo de nuestras vidas con algo cercano a una limpieza absoluta que no implique ni remotamente a los que se encargan del trabajo sucio en los órganos de inteligencia.

 

Los acontecimientos de junio de este año, donde el automóvil de Payá Sardiñas fue embestido supuestamente por mandato de Estado, abonan mi hipótesis, si es que se demuestra aquel suceso, en el concepto que manejo de certeza razonable y pérdida de control sobre los recursos humanos de intimidación. El clima de odio es tan fuerte hacia los adversarios de lo que en toda regla debemos llamar castrismo que cabe considerar una estrategia intimidatoria en tensión con el profesionalismo. Un profesionalismo que parece se ha perdido también en lo que otrora era un servicio de inteligencia y contrainteligencia mundialmente reputado. No olvidar que hay tres cosas que minan la eficacia estratégica de estos servicios hoy en Cuba. Primero, está poblado de delincuentes en sus áreas operativas; segundo, basa su táctica en la profilaxis intimidatoria y en la infiltración, lo que ya no funciona frente a las estrategias abiertas de la sociedad civil y, tercero, carece, a la altura de 2012, de recursos morales e intelectuales para un diálogo persuasivo —en el sentido de atravesar— y neutralizador de los adversarios. De ahí la proliferación de Hutus culturales en los cuerpos de seguridad: aquellos que contando en sus arsenales con armas sofisticadas de liquidación instantánea, tienen el coraje de repetir este nuevo mantra represivo: machetes que son poquitos.

 

Para hostigar con éxito se necesita profesionalidad milimétrica. De lo contrario se obtienen resultados letales en un ambiente de certeza razonable cuando se trata de la puja del Estado con los integrantes de la sociedad civil. A fin de cuentas todos sabemos que para algún segmento de las élites del poder y sus fanáticos de masa el mejor contrarrevolucionario —y me cuento entre los que asumen este último término técnicamente y sin complejos— es el contrarrevolucionario muerto.

 

Lo que me lleva finalmente a la connotación moral de la muerte de Payá. Él era un cristiano. Un hombre en la vena romántica de Martí, quien creía que la política era el vehículo público por excelencia para fundar el amor y la armonía entre los hombres como condiciones previas al reino de la bondad. Esta ingenuidad política tiene y tendrá en todo momento un valor supremo: rescatar la moralidad y los valores para la política en épocas demasiado cínicas, en las que incluso las doctrinas más vetustas piensan demasiado pegado a la tierra. Quiero decir que ha muerto un hombre decente, de familia monogámica, repleto de resonancias simbólicas, acosado por las trampas de la indecencia y el compromiso sin confesión. La dimensión moral del futuro tiene varios nombres, uno de ellos es Oswaldo Payá Sardiñas.

Discurso de Oswaldo Payá al recibir el premio Sajarov

 

El ingeniero Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación y principal impulsor del Proyecto Varela, recibió el 17 de diciembre de 2002 el premio Sarajov a la Libertad de Pensamiento que otorga el Parlamento Europeo.

 

El Proyecto Varela propone un referendo político para que los cubanos puedan decidir su destino en cuanto a las libertades de expresión y asociación, y el derecho a tener empresas privadas propias. También pide la liberación de prisioneros políticos y cambios en la ley electoral cubana, que actualmente sólo admite como legal al Partido Comunista. Los proponentes del Proyecto Varela presentaron el documento avalado por 11 mil firmas de cubanos, como exige la ley, a la oficialista Asamblea Nacional de Cuba, pero el gobierno de la isla ignoró la petición y puso en vigor un contraproyecto que establece que el sistema político y económico imperante en la isla es “irrevocable”.

 

Las siguientes palabras fueron pronunciadas por Payá ante el Parlamento Europeo, el 17 de diciembre de 2002 en Estrasburgo, Francia:

 

Discurso de Oswaldo Payá

 

Gracias al señor presidente, Pat Cox, y a este Parlamento en el que están representados muchos pueblos de Europa.

 

Ustedes han concedido el premio Andrei Sajarov al pueblo de Cuba; digo al pueblo cubano porque es el gran merecedor de este reconocimiento. Lo digo sin excluir a ninguno de mis compatriotas, sea cual sea su posición política, porque los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras. En mi país hay miles de hombres y mujeres que luchan por los derechos de todos los cubanos en medio de la persecución. Cientos de ellos están presos sólo por proclamar y defender estos derechos, por lo que yo recibo este reconocimiento en su nombre.

 

Digo que este premio es para todos los cubanos porque entiendo que, con este premio, Europa quiere decirles: “Ustedes también tienen derecho a los derechos''.

 

De esto siempre estuvimos convencidos, pero hubo etapas en las que parecía que esa verdad no era tan evidente para muchos en el mundo.

 

No vengo aquí a pedir apoyo para la oposición al gobierno cubano, ni a condenar a los que nos persiguen. No es una ayuda para Cuba que algunos en el mundo tomen partido por el gobierno cubano o por los que se le oponen, a partir de posiciones ideológicas. Nosotros queremos que se tome posición a favor del pueblo cubano, con todos los cubanos. Y eso significa apoyar el respeto a todos sus derechos, apoyar la apertura, apoyar la demanda de que se consulte a nuestro pueblo en las urnas sobre los cambios que estamos demandando. Pedimos la solidaridad para que se le dé la voz a nuestro pueblo en las urnas, como lo propone el Proyecto Varela.

 

Muchos han relacionado este premio con el Proyecto Varela, y tienen razón, porque los miles de cubanos que, en medio de la represión han firmado esa petición de referéndum, están haciendo una contribución decisiva a los cambios que Cuba necesita. Estos cambios significarían participación en la vida económica y cultural, significarían derechos políticos y civiles y reconciliación nacional. Ese sería el verdadero ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la independencia y soberanía de nuestro país.

 

El padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales. Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo, tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José Martí: “Con todos y para el bien de todos''.

 

No hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que la violencia genera más violencia y que cuando los cambios políticos se realizan por esa vía se llega a nuevas formas de opresión e injusticia.

 

Queremos que nunca más la violencia y la fuerza sean vías para superar crisis o gobiernos injustos. Esta vez realizaremos los cambios mediante este movimiento cívico que ya está abriendo una nueva etapa en la historia de Cuba, en la que prevalecerá el diálogo, la participación democrática y la solidaridad. Así construiremos una paz verdadera.

 

Los héroes luchadores cívicos cubanos, los ciudadanos que firman el Proyecto Varela, no tienen armas en las manos. No tenemos un brazo armado. Tenemos los dos brazos extendidos, ofreciéndoles las manos a todos los cubanos, como hermanos, y a todos los pueblos del mundo. La primera victoria que podemos proclamar es que no tenemos odio en el corazón. Por eso decimos a quien nos persigue y a los que tratan de dominarnos: tú eres mi hermano, yo no te odio, pero ya no me vas a dominar por el miedo, no quiero imponer mi verdad, ni que me impongas la tuya, vamos juntos a buscar la verdad. Esa es la liberación que estamos proclamando.

 

Todavía hay quien sostiene el mito de la disyuntiva entre los derechos políticos y civiles, por una parte, y la capacidad de una sociedad para construir la justicia social y lograr el desarrollo, por otra. No son excluyentes. La ausencia de derechos civiles y políticos en Cuba ha tenido graves consecuencias como la desigualdad, la pobreza de la mayoría, los privilegios de una minoría, el deterioro de algunos servicios, aun cuando éstos están concebidos como sistemas humanos y positivos.

 

De esta manera, aunque muchos cubanos han trabajado durante años con amor y buena fe, hoy existe una grave situación en materia de derechos civiles y políticos, además de una creciente desigualdad y deterioro de la calidad de vida para las mayorías. Inclusive se les atan las manos a los ciudadanos, neutralizando las inmensas potencialidades de creatividad y laboriosidad de los cubanos. Esa es la principal causa de nuestra pobreza. No se puede justificar esta realidad afirmando que el pueblo cubano escogió libremente este sistema. Ustedes saben que ningún pueblo de los representados en este Parlamento, ni ningún pueblo en el mundo, renunciaría jamás al ejercicio de sus derechos fundamentales. Cada vez se demuestra más que el bienestar y el progreso en materia económica y social son frutos del ejercicio de los derechos. De igual manera, una democracia no es verdadera o no es completa si no es capaz de iniciar y sostener un proceso de elevación de la calidad de vida de todas las personas. Porque tampoco ningún pueblo ejerce su voto libremente para optar por la pobreza y la desigualdad que reduzca a las multitudes a una situación de desventaja y marginación.

 

Nuestros pueblos latinoamericanos están reclamando la democracia real que es aquélla en la que se puede construir la justicia. Es escandaloso que en nombre de la eficacia se apliquen métodos que pretenden superar crisis y acabar con la pobreza, pero que, en la práctica, amenazan con aniquilar a los pobres.

 

No pretendo anunciar nuevas posiciones o modelos, pero nuestro pueblo ha vivido y sufrido diversos sistemas políticos y económicos. Hoy sabemos que cualquier método o modelo que, en una supuesta búsqueda de la justicia, el desarrollo o la eficacia, se sitúe por encima de la persona o anule cualquiera de los derechos fundamentales conduce a alguna forma de opresión, a la exclusión, y sumerge a los pueblos en la calamidad.

 

Queremos expresar desde aquí nuestra solidaridad con todos los que sufren cualquier forma de opresión y de injusticia, con los que están silenciados y marginados en el mundo. La causa de los derechos humanos es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la solidaridad no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a seguir siendo humanos. Sin solidaridad humana tampoco conservaremos un mundo limpio donde siga siendo posible la vida para los seres humanos.

 

Por eso, humildemente creo que más que nuevos modelos, tanto en las sociedades como en las relaciones entre los países, lo que se necesita es un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu debe expresarse en la solidaridad, la cooperación y la justicia en las relaciones entre los países y no será un freno al desarrollo. Porque si se subordinan las políticas y los modelos a la realización de la persona, a la construcción de la justicia y la democracia, si se humanizan las políticas, entonces se superarán los abismos que separan a los pueblos y seremos una verdadera familia humana.

 

Llegue desde Cuba nuestro mensaje de paz y solidaridad a todos los pueblos. Todos los cubanos reciben este premio con dignidad y proclamando nuestra esperanza de reconstruir nuestra sociedad con el amor de todos, como hermanos, como hijos de Dios. Los cubanos somos sencillos y sólo queremos vivir en paz y progresar con nuestro trabajo, pero no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad.

 

Ante el Señor de la historia, que fue acostado en un humilde pesebre, depositamos este homenaje, y nuestras esperanzas.

 

Gracias y feliz Navidad.

 

(La Asamblea, de pie, aplaude al orador.)

PROYECTO VARELA
Este proyecto propone la modificación de algunas leyes para de esta forma avanzar en el mejoramiento de la sociedad. EL PROYECTO VARELA, quiere convertir en leyes lo que son ya derechos establecidos en la Constitución de la República de Cuba y que no se cumplen.
Este proyecto va dirigido a abrir espacios de participación libre y responsable de los ciudadanos en la vida política y económica de la sociedad.
Se propone a los ciudadanos que apoyen la petición de un Referendo para que sea el pueblo quien decida sobre este paso de apertura. La Constitución de la República en el artículo 88g, da el derecho a que los ciudadanos realicen esta petición. Esperamos que el Gobierno respete este derecho.
EL PROYECTO VARELA convertiría en leyes, el derecho a la libre expresión, la libertad de prensa y la libertad de asociación. También el derecho de los ciudadanos a tener sus empresas, algo que ahora es privilegio de los extranjeros. También propone una modificación de la Le
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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.