CUBA EN LA DÉCADA DEL VEINTE

Principales construcciones realizadas

durante la década del veinte

 

Carretera Central (1.179 Km.). Tiene base de concreto y una capa de asfalto. Continúa siendo la mejor vía de Cuba.

 

Capitolio Nacional.

 

Hotel Nacional.

 

Alineación y ampliación de la entrada del puerto de La Habana.

 

Prolongación del Malecón hasta el Vedado.

 

Escalinata de la Universidad de la Habana.

 

Edificio del Rectorado de la Universidad de la Habana.

 

Edificio de la Escuela de Ingeniero.

 

Edificio de la Escuela de Derecho.

 

Parque de la Fraternidad.

 

Avenida de las Misiones.

 

Reconstrucción del Prado.

 

Presidio Modelo en Isla de Pinos.

 

Escuela Técnica Industrial.

 

Acueducto, alcantarillado y pavimentación en Santa Clara.

 

Palacio de Justicia en Santa Clara.

 

Reparto de Miramar.

 

Reconstrucción de Rancho Boyeros, organizándolo como una ciudad industrial con el objetivo de sacar de La Habana las fábricas contaminantes.

 

Construcción de pabellones para la exposición de las ferias ganaderas y agrícolas.

 

 

Cuba se vio afectada por el ‘crac del 29’, cuando comenzó un período de contracción económica mundial conocido como la ‘Gran Depresión’.

 

El 24 de octubre de 1929 quebró la Bolsa de Nueva York. Trece millones de acciones no encontraron compradores y ocasionaron la ruina de miles de inversionistas, muchos de los cuales habían comprado los títulos con créditos que no pudieron pagar. Como dijo John Kenneth Galbraith, asesor del presidente Kennedy: “El rasgo de la catástrofe de 1929 fue que lo peor empeoraba continuamente. Lo que un día parecía el final de la crisis, se demostraba al siguiente día que sólo había sido el comienzo”.

De Estrada Palma a Machado

Félix Luis Viera

15 de noviembre de 2013

 

Una obra para aumentar los conocimientos sobre el nacimiento de la república cubana y su zigzagueante desarrollo

 

Asumo que Cuba, la República de Generales y Doctores (editorial El Barco Ebrio, 2013), del periodista e investigador cubano Robert A. Solera, tiene dos sustentos: el de la vocación del historiador y el del hombre devoto de su tierra. Hoy, en un mundo cada vez más pragmático —que incluye a los cubanos residentes en la Isla y los que habitan fuera de ella— dedicarse por entero a preparar y escribir una obra como la que nos ocupa, magra, se supone, en dividendos económicos, es un acto de fe.

 

No nos estamos refiriéndonos a un compendio, un manual, un ensayo, un libro de consulta o de texto. Sino a todo esto. Creo que quienes lean esta obra coincidirán conmigo en que sus 326 páginas deben ser recomendadas a alumnos desde la secundaria hasta la universidad; a historiadores, sociólogos, politólogos y en fin a todos —cubanos o no— los interesados en aprender, reafirmar, o acrecer sus conocimientos sobre el nacimiento de la República cubana y su zigzagueante desarrollo hasta desembocar en la primera de las dictaduras que nos han asolado.

 

Gracias a Dios, este es un libro neutral; desideologizado, quiero decir. Solera, autor exiliado que rezume amargura y cierta implacabilidad en sus artículos referidos a la dictadura castrista, no cae en la trampa de “planfetizar” en este caso. Solo expone sin que un adjetivo, un tono alto, una alusión, un término calificador asome para dar constancia de alguna parcialidad, por evidente que esta pudiera ser.

 

Algo que hace a Cuba... una obra apasionante, es un leguaje sin nada de rebuscamientos y por rachas con tono de relato (un relato, claro, que elabora lo testimonial); asimismo, colabora para lo antes dicho, la manera en que está armado el volumen, en cuanto a tiempo y espacio, digamos (algo que me atrevería a afirmar le costó sudor neuronal al autor). Vaya..., que no hay fárrago, no hay fatiga.

 

Lo anterior no obsta para que constatemos el dato pormenorizado, la fecha exacta, el documento fehacientemente citado; lo cual, por supuesto, no es novedad en el género, pero sí lo es en buena medida que la retahíla no nos agobie.

 

Varios de los episodios de nuestra historia republicana y sus antecedentes están tratados con afán de aporte, como es el caso del desempeño del contradictorio General Quintín Bandera o la destitución del Generalísimo Máximo Gómez o, más tarde, la intríngulis del Partido Independiente de Color y el porqué de una guerra tan abstrusa y por consiguiente baldía. A la imagen de José Martí no se la pule ni con toquecito de lirismo.

 

Desde Estrada Palma hasta Gerardo Machado, los gobernantes de Cuba están asumidos como debe ser, como hombres de su tiempo histórico, y como seres que en ocasiones se equivocaron de buena fe y en otras hicieron de la falacia una presumible equivocación. La injerencia, las intervenciones de los diferentes gobiernos de Estados Unidos en los asuntos y la geografía de Cuba, respectivamente, tienen a mi modo de ver un sustento que equilibra razones y del cual se infieren verdaderos corolarios. Esta es una de las zonas del libro que yo como lector más agradezco. Entre las que incluyo además el surgimiento de los Ferrocarriles de Cuba, de la Lotería Nacional, de la Moneda Nacional o de la Inmigración. Temas que ya sabemos han sido muy tratados por los historiadores y otros académicos, pero resulta que en este libro de Solera encontramos no pocos detalles de nuevo valer, sustentados por datos y opiniones muy concretos. Otros aspectos semejantes serían la enjundia de la crueldad de Gerardo Machado o el porqué del camino que toma Antonio Guiteras.

 

Llamo la atención, también, sobre la gráfica que aparece al final del libro, diversa, novedosa en parte, imparcial siempre. Y asimismo acerca de tan cuidada edición; al menos este lector no halló ni una errata.

 

Los que queremos a Cuba, debemos agradecer esta entrega que, sin devaneos, nos hace transitar por un tramo de nuestra historia..., sí..., muy triste en ocasiones, pero muy cierto.

GRAVI, la reina de las cremas dentales

En 1927 el doctor Ignacio López Trélles crea la fórmula de la pasta dental Gravi, en su farmacia llamada ‘La Central’, en Martí No. 67, esquina a Daniel González, en Jovellanos, provincia de Matanzas, Cuba.

Tres décadas después, la pasta dental Gravi ocuparía el primer lugar en el mercado de Cuba, superando a la Colgate.

 

Laboratorios Gravi

Esta publicidad muestra la variedad de productos Gravi -faltan la pasta dental Gravi y los jabones Rina (de lavar) y Suave (de tocador)-.

 

Margarita Balboa

En la década del cincuenta los Laboratorios Gravi –a través de su publicitaria Siboney- la contrataron como actriz y locutora para anunciar la pasta Gravi y el jabón de tocador Suave.

 

Jabón de lavar Rina

Publicidad del jabón de lavar Rina: “Rina es duro… duro de verdad”.

 

Consuelito Vidal Regal anunciaba el jabón de lavar Rina

Hay que tener fe, que todo llega”. Así decía desde las pantallas de los televisores cubanos en las postrimerías de los años cincuenta con los brazos abiertos de par en par, al igual que su sonrisa: Consuelito Vidal. La teleaudiencia sabía que se refería al fin de la tiranía batistiana (era combatida por el esposo de Consuelito, integrante del M-26-7), que sería sustituida por una tiranía totalitaria, la de los hermanos Castro.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.