CAPITALISMO  SALVAJE  DISFRAZADO

EN  LA  CUBA  DE  LOS  HERMANOS  CASTRO

Desconcertante Raúl Castro en Santiago

Luis Cino Álvarez

7 de enero de 2014

 

Los discursos del general Raúl Castro suelen ser cada vez más desconcertantes. No se sabe cuando juega a los chinos o a la ruleta rusa. Antes, al menos, solía ahorrarnos el susto, al avisar cuando iba a hacer un chiste. Ahora ni eso.

 

No es que hiciera de ventrílocuo, pero su  discurso del pasado primero de enero en el Parque Céspedes, de Santiago de Cuba, más que a sus arengas de hace siete años, cuando asumió  el poder,  se parecía a los de Fidel Castro.

 

El general-presidente aseguró que la revolución sigue igual que cuando triunfó hace 55 años, sin más compromiso que con el pueblo. Y uno no sabe cómo entender esto, porque si con alguien rompió hace rato su compromiso eso que todavía algunos llaman “la revolución”, es precisamente con el pueblo, abandonado a su suerte en este sálvese el que pueda… si es de la élite. El compromiso será con Fidel Castro y la dirigencia histórica, esa meritocracia supra-institucional, con los generales, con la ortodoxia  retranquera, pero, ¿con el pueblo?

 

¿Cuál es el compromiso con el pueblo de un gobierno cuyas medidas para actualizar el modelo económico, por mucho que lo nieguen, cada vez se asemeja más a las terapias de choque del capitalismo salvaje que llegó disfrazado de cualquier cosa, sin capital ni mercados, y lo que es peor, sin libertades políticas ni derecho a decir  jí?

 

¿Qué compromiso  es el de un gobierno que pensando solo en sus recaudaciones, toma como patrón los precios del mercado negro, y declara ilegales los mecanismos de supervivencia de un pueblo cada vez más menesteroso?

 

¿De qué valen las promesas de  un sistema mezquino y chantajista que se bate en retirada, que lenta y dolorosamente se disuelve en el agua de borrajas de los Lineamientos del VI Congreso?

 

¿Qué tiene que ver con el pueblo, el chapucero  capitalismo de Estado tan mercantilista como el de las monarquías absolutistas, que se nos vino encima?

 

Este discurso del general-presidente, en que se avanza hacia atrás, me recordó el “llamamiento” al IV Congreso del Partido Comunista, que hizo el general de ejército  cuando era el Número Dos, en marzo de 1990. Entonces entendimos poco y mal. Cuando al fin se celebró el dichoso congreso, en octubre de 1991, resultó exactamente todo lo contrario de lo que se esperaba. Y ya sabemos las consecuencias. Han pasado muchos años y el que era el Número Dos ahora es el Número Uno. Y no es bueno para un gobernante desaprovechar tantas oportunidades.

 

luicino2012@gmail.com

Véase que es más barato pasar el fin de año

en un barco sobre el río Sena, en París, Francia:

http://www.placeminute.com/autres/boat_party_nouvel_an_sur_la_seine_bateau_-_buffet_-_fete,1,4714.html

 

Fin de año en La Habana

José Prats Sariol

26 de diciembre de 2013

 

‘Habría que subir a la red una tarjeta navideña con la bandera, pero en lugar de estrella tendría el signo de $. Quizás en dorado o plateado o, por qué no, verde olivo’

 

Exhibo el honor de mi registro en la privilegiada lista de cubanos que no pueden entrar a Cuba. Nosotros los porfiados disidentes –quizás errados ante la “ideología” del borrón y muchísima cuenta nueva— aún permitimos que varios oficiales de la Seguridad del Estado no terminen como el teniente coronel Castañeda —que “atendía” a Heberto Padilla—, de taxista en su achacoso Lada por Belascoaín hasta Cuatro Caminos.

 

Debieran agradecernos ser tan empecinados. El Ministerio del Interior no tendrá –por ahora— que reciclar a sus agentes, convertirlos en pizzeros o granizaderos… Marino Alberto Murillo –jefe de la comisión de implementación de las reformas económicas— no les ofrecerá trabajos de sereno en alguna empresa brasileña, guardaparque en un campo de golf canadiense, portero de un hotel español, parqueador de autos rentados por antiguos gusanos que le echarán su propinita…

 

No podré reservar para la cena de fin de año en la Plaza de la Catedral, a 150 CUC el cubierto, con una botella de vino o sidra por pareja, amenizada por la banda gigante de Eusebio Leal, Issac Delgado y otros artistas invitados a la exclusiva noche.

 

Es triste, sin embargo, que carezcan de imaginación aun en El Patio, el restaurante que da a la hermosa plaza y donde se cocinará la cena. Porque podrían ponerle nombres históricos a cada plato. Por ejemplo, nada de lugares comunes con la langosta. Mejor “a lo Emilio Roig de Leuchsenring”, para que alguno de los comensales piense en Cuba –padezca un breve carguito de conciencia— y le dé por beberse una botella de Juanito el Caminante, negra sin discriminación racial y más cara que en Las Vegas.

 

Son apenas 150 CUC, la moneda que pronto desaparecerá absorbida por un juvenil peso cubano. Tan saludable como los jubilados que inundan los portales con las obras completas del Che y medallas de la Alfabetización o Girón, de Etiopía o Angola… A precios razonables, por el equivalente a cinco libras de carne de puerco. Aunque depende de si aún no han cobrado la pensión o ya cae el sol. Porque entonces hasta por dos libras de frijoles negros y una de malanga, al precio promedio de los carretilleros que desde temprano pregonan por entre los huecos de las calles de Santos Suárez.

 

Aunque hay otras opciones que los de la lista —¿dirán negra o roja?— nos vamos a perder. No podremos manosear un Granma, con la última foto barrigona de Díaz-Canel o el creciente obituario de personajillos que participaron en tres escaramuzas, todavía llamadas —influencia norcoreana— Batalla de Guisa, Batalla de Santa Clara, Gran Batalla del Jigüe…

 

Nos niegan comparaciones en vivo con las experiencias de nuestro exilio. ¿Pero para qué castigarse? Hay más de 2.500 millones de contundentes razones anuales para meditar, que sostienen el caldero con más fuerza que en El Salvador o en Honduras. Y tal vez –desde un ángulo bien cínico— sea el único logro imperecedero de la revolución.

 

En realidad no son tan brutos, no padecen la testarudez que en España atribuyen a los gallegos. ¿Qué podrían negociar sin lobby cubano en Washington o prensa opositora como DIARIO DE CUBA, denuncias sobre el terrorismo de estado a pesar de la campaña mediática tras el saludo de Obama a Raúl Castro —que se babeaba— en Sudáfrica? Tendrían que desmontar el aparato represivo.

 

Y hasta ahí no llega el mambo, ni reviviendo a Pérez Prado. No, la lista —pequeño detalle— aún hace falta para justificar, invocar, clamar. Ya no les queda de otra —como diría un mexicano. Porque también les sirve para engatusar, chantajear, borrarte a cambio de silencio.

 

Se acerca otro fin de año, sin las alucinaciones de aquellos periodistas de Fin de siglo en La Habana. En La Habana que, como vieja dama indigna, patéticamente logra sobrevivir a la peor debacle de su pícara tradición pícara, con redundancia y derrumbes en la calle Infanta, énfasis y avidez por el dinero fácil, con escrúpulos guardados en la vitrina de obsoletos.

 

Habría que subir a la red una tarjeta navideña con la bandera, pero en lugar de estrella tendría el signo de $. Quizás en dorado o plateado o, por qué no, verde olivo… El 2014 aparecería al pie, en puntaje menor, porque el signo continuará primando, sin remedio a la vista larga.

 

Acabo de enviar un regalo pascual a un profesor universitario que necesita cuatro sacos de cemento para un derretido contra las goteras, y a una escritora —pertenece a los alegres irresponsables de “un día es un día”—  que no esperará el año en la aristocrática Plaza de la Catedral, entre abolengos patricios y pedigrí con charreteras, mesas de cortesía para escritores oficialistas y pintores macetas, pero sí en un paladar llamado La California (Crespo entre San Lázaro y Colón) donde por la tercera parte —dos meses de su salario— habrá un menú sin chavistas, gerentes chinos y viudos del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.

 

La California ofrece, además de artistas invitados: “Coctel de bienvenida y cesta de baguette con sorpresa de la casa. Crema de yuca con camarones salteados. Terrina de tomate con queso al basílico (sic) y crujiente de serrano (jamón de Jaruco). Tercer plato a escoger: Pato confitado a la naranja y frutos secos; langosta grillada sobre boniato caramelizado a la sidra; brocheta de pollo acompañada de vegetales; filete de pargo asado al pomodoro. Postre: manzanas al vino tinto acompañadas de helado de vainilla”.

 

Los dos amigos resolverán algo, un poquito ante su 2014 sin incertidumbres, con la certeza de que en Cuba solo ha quedado la llave mágica, milenaria: $. Por eso mismo solo hay que esperar… Lo mucho y lo poco. A estas alturas da igual entre desigualdades.

 

¿Acaso no estamos de fiesta? ¿Entonces? ¿La cubanidad no era amor? ¿Presos políticos, represiones callejeras, listas de indeseables, socialismo del siglo XXI, marxismo-leninismo y demás platos del menú ideológico, hasta el Partido Comunista y la Constitución, no son detallitos a negociar, a escoger en La California o en Fresa y Chocolate, restaurantes privados, como el cliente ordene?

 

Aunque ellos quisieran cerrar el business o deal en la Plaza de la Catedral, entre bendiciones, nuevos marquesados y estridentes sones. Rumba con rumbo fijo: $ y ¡feliz Año Nuevo!

Profesora Elaine Díaz, ¿dónde va a esperar el 2014?

Manuel Castro Rodríguez

3 de diciembre de 2013

 

Como usted es de los cubanos afortunados que superan el salario promedio mensual, equivalente a 20 CUC mensuales, el próximo 31 usted podrá cenar discretamente con su pareja en su casa –digo, suponiendo que el afortunado no sea hijo de un alto oficial o dirigente del PCC.

 

Pero supongamos que su pareja es un profesor universitario, al igual que usted. ¿Cuánto usted gana mensualmente, profesora Elaine Díaz? Supóngase que usted ganase 600 pesos cubanos y el afortunado ganase lo mismo, entonces ¿podrá cenar con su pareja en la Plaza de la Catedral de La Habana?

 

El menú de la cena incluye platos poco comunes en la mesa diaria del cubano, a pesar de algunas combinaciones de exotismo tropical. En el cóctel de bienvenida hay una mezcla ecléctica de “masitas de cerdo fritas a la camagüeyana, escabeche de tres quesos y crepes de jamón serrano”. El primer plato será pavo glaseado de frutas, aceitunas verdes y negras sobre vegetales marinados; y el principal, centro de solomillo de ternera con oliva virgen extra, salsa de ciruela, romero y vino Crianza Cabernet, acompañado de papas a la crema. Se me hace la boca agua, ¿y a usted, profesora Elaine Díaz?

 

Habría que lamentar, sin embargo, que los postres no tienen nada que ver con aquellos que evocaba con nostalgia hace tan solo unos días el propio Eusebio Leal, durante una conferencia de chefs de Habaguanex: Nada de arroz con leche, ni atole, tampoco torticas de Morón, ni cremitas de leche de Cascorro.  En su lugar, una tarta de queso y guayaba  “con confitado de manzana y salsa de caramelo al café, además de surtido de turrones españoles y uvas de la suerte”.

 

La promoción de la cena en la Plaza de la Catedral de La Habana asegura que el ron añejo, el whisky y la coctelería  cubana están incluidos en los 150 CUC, y que el nuevo año será recibido con un “descorche con sable de cava Magnum”.

 

Profesora Elaine Díaz, ¿no vale la pena sacrificarse para disfrutar de la suntuosa fiesta de fin de año que organiza la empresa Habaguanex?  Concebida al ampuloso estilo de su presidente, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, la gran cena programada para el 31 de diciembre de 2013, conjugará la degustación de platos deliciosos, con un formidable espectáculo musical a cargo de la popular orquesta de Isaac Delgado.

 

Profesora Elaine Díaz, todo por el “módico” precio de 150 CUC por persona, equivalentes a 3.600 CUP, el modesto peso cubano utilizado para pagar el salario del trabajador cubano. Usted y su pareja pueden disfrutar esa cena, siempre que estén dispuestos a dedicar la mitad del salario anual de cada uno de ustedes para cenar el próximo 31. ¿O no?

 

Profesora Elaine Díaz, usted me dirá: ¿cómo podríamos sobrevivir en el 2014? Podrían hacerlo si resuelven una invitación a EEUU que les permitiese llevar artículos para revender en Cuba, como hacen todos los cubanos que son invitados por instituciones extranjeras. Usted ya pasó por esa experiencia. ¿O no?

 

Profesora Elaine Díaz, considerando que por razones de peso, son muy pocos los cubanos que pueden disfrutar de tantas delicias, Habaguanex anuncia otras opciones. En los hoteles capitalinos de esa empresa, los precios para Navidad y Año Nuevo varían de 30 CUC a 50 CUC por persona en restaurantes como El Patio o el Conde del Castillo, ambos en La Habana Vieja.

 

Claro, no puede esperar una comida tan suntuosa como la cena al aire libre en la Plaza de La Catedral, concebida para cubanos económicamente exitosos o turistas extranjeros. En El Patio, tendrá que conformarse con unos “camarones con mejillones en salsa, acompañados de sopa de crema de maíz” y en El Conde del Castillo con “dados de pescado y queso marinados con oliva, albahaca y crema balsámica y ensalada de pavo ahumado al carbón con salsa escabechada de vegetales y frutos secos”.

 

Profesora Elaine Díaz, si le sirve de consuelo le recuerdo que para la mayoría de los cubanos que sobreviven con 15 ó 20 CUC al mes, un pequeño pedazo de carne de puerco y una caldosa de viandas hervidas, será la única opción para esperar que el 2014 sea mejor que el año que termina, aunque eso lo venimos esperando desde hace medio siglo. ¿O no? Pregúnteles a sus padres y a sus abuelos cuántas veces les dijeron: “El presente es de lucha, el futuro es nuestro”.

 

¿Qué está pasando, periodista Elaine Díaz?

 

 

 

Tasaciones

Luis Manuel García Méndez

2 de diciembre de 2013

 

Uno de los mayores problemas que tiene la sociedad cubana no es que haya diferencias importantes de ingresos, sino los factores que determinan esa desigualdad

 

Madre, yo al oro me humillo,

Él es mi amante y mi amado,

Pues de puro enamorado

Anda continuo amarillo.

Francisco de Quevedo y Villegas

 

Me escribe un amigo de Cuba que cuenta con un par de titulaciones, está profesionalmente bien situado y recibe a fin de mes su estipendio en pesos devaluados. Se queja de “las diferencias sociales marcadas por Don Dinero” y de cómo el talento, la calificación y las titulaciones (que según él determinaban la estratificación en el pasado) han devenido hoy factores secundarios en el hit parade de la tasación social. Un semianalfabeto con una ponchera o una paladar exitosa mira por encima del hombro al infeliz neurocirujano cuyas destrezas y saberes tasa el Estado a la baja.

 

Se queja mi amigo de que “Todo depende de lo que tengas. Tanto tienes, tanto vales. Algo muy jodido en una sociedad como ésta, que se construyó sobre otros valores”. Y concluye que esa es la razón fundamental de que “todos los jóvenes quieran emigrar, no importa para dónde. El problema es que no ven futuro y eso es difícil de aceptar”. Y al final de su carta aventura la hipótesis de que a mi llegada a España, 20 años atrás, debí chocar horrorizado con esta estratificación patrocinada por el dinero.

 

Mi amigo insiste en creer que, en sus días de gloria, el sistema estuvo dictado por el altruismo, la ponderación de los valores estoicos que sugería el libro de estilo ideológico y la postergación de las recompensas materiales, diferidas hacia un futuro tan incierto como el paraíso dibujado por los sermones de un párroco medieval. Y que eso era un ecosistema feliz. Francamente, yo no sé si él añora ese momento idílico del pasado (que escapó de incógnito por alguna esquina de mi adolescencia, porque no lo recuerdo), o si añora su propia juventud, cuando tener 20 años era un tesoro que suplía todas las carencias.

 

En realidad, había dos libros de estilo. En el primero, para uso exclusivo del Comité de Redacción, se daban por aprendidos los valores estoicos —quienes arriesgaron su única vida por el bien de la patria, deberán gozar sin limitaciones la segunda parte— y podía pasarse a la repartición del botín incautado al enemigo en fuga: autos de último modelo, yates de recreo, casas en Miramar, Varadero, cotos privados de caza. Pero Miramar es finito, de modo que el resto de la plantilla deberá atenerse al libro de estilo apto para todos los públicos, y conformarse con su foto en el mural como vanguardia de la empresa.

 

En 1973, cuando yo ingresé al tercer año de la carrera en la Universidad de Oriente, todavía coleteaba un suceso que había conmocionado el curso anterior a toda la universidad. Dos estudiantes, amigos por entonces del hijo del comandante Guillermo García, máxima autoridad en Santiago de Cuba, solían visitar la casa de su amigo para estudiar juntos. En una asamblea denunciaron que mientras el pueblo santiaguero pasaba hambre y las guaguas aparecían con menos asiduidad que los ovnis, en esa casa se vivía en un microclima de lujo. Se armó tal trifulca, que Fidel Castro insistió en reunirse con ellos en asamblea abierta y concluyó allí que el único error de Guillermo García fue permitir que entraran en su casa aquellos dos malagradecidos. Una lección magistral de sabiduría política, “porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias”, como dijo en su día Martí a Mercado.

 

De modo que cuando llegué a España no sufrí un shock ante un país donde había una diferencia de clases dictada por el dinero. Había ricos y pobres, efectivamente, pero también una extensa clase media integrada por profesionales, obreros altamente calificados, funcionarios de la administración pública. Sin yate ni jet particular, son dueños de su casa, desayunan, almuerzan y comen (dieta mediterránea), sus hijos estudian en las universidades, se operan en buenos hospitales, se jubilan y disfrutan un mes de vacaciones pagadas al año.

 

Las nuevas reglas del juego decían que si yo me esforzaba, si encontraba un trabajo, si era laborioso e inteligente, podría alcanzar esas mismas metas. Era más de lo que me ofrecía la sociedad anterior donde, efectivamente, las diferencias entre ricos y pobres estaban mucho más enmascaradas de puertas adentro, bien fuera la puerta de caoba de una mansión del Laguito o la de bagazo en un tugurio de La Habana Vieja; pero donde yo podía ser el más inteligente de la clase, el más estudioso y el más laborioso, y de todos modos no conseguiría nada a menos que fuera “confiable”. Algunos traían ya la confiabilidad en el ADN, al ser hijos de, hermanos de, nietos de. Cuando entrevisté a los estudiantes del Instituto de Relaciones Internacionales, el 98 % eran confiables por defecto: una antología de ADN Revolucionario. Otros se ganaban esa confiabilidad mediante declaraciones de fe o, en el mejor de los casos, prudentes silencios.

 

Quienes no nos atuvimos a esa regla de oro de la acumulación originaria del capital político, sabíamos que no pasaríamos de clase media sospechosa, sujeta a continuas revisiones, cuando no expulsiones y vetos para ascender en el escalafón. España exigía sudor y neuronas, no declaraciones. De modo que no, amigo mío, no fue tan traumático.

 

Las diferencias sociales marcadas por Don Dinero han existido siempre y me temo que seguirán existiendo. Sin pretender el monopolio de la verdad, creo que son deseables si incentivan la productividad, la creatividad, la innovación, el talento, el espíritu emprendedor, la excelencia, y con ello el crecimiento económico del país y la riqueza colectiva. Son perversas cuando se juega con las reglas trucadas y no se premia a los que más aportan, sino a los más astutos, fulleros o inescrupulosos, capaces de usufructuar en beneficio propio el trabajo ajeno sin aportar valores añadidos.

 

Una de las grandes diferencias entre el capitalismo de primer mundo y el de tercero, es que en el primero hay una extensa clase media con poder adquisitivo, derechos y deberes, que no sólo constituye una importante sociedad civil sino también un motor económico. En el modelo tercermundista, una microscópica élite suele ser propietaria del país, mientras la gran mayoría malvive en la miseria. Esta última es una sociedad en equilibrio inestable, cuando no a punto del estallido. Un modelo que, desgraciadamente, dada la connivencia entre los poderes políticos y el capital financiero, se está extendiendo al primer mundo. En las grandes empresas financieras de Wall Street, las retribuciones de algunos ejecutivos pueden multiplicar por 500 el menor salario de la empresa. Y eso en un sector cuyo único producto no son automóviles ni viandas sino espejismos. De modo que quienes producen bienes, innovan y reconfiguran este mundo, suelen ser peor retribuidos que quienes revenden, no ya las cosas, sino la imagen de las cosas. Los comerciantes de humo.

 

Si el dueño de un chiringuito decide ponerse un salario de diez mil euros, es su dinero y quebrará en breve. Por eso seguramente no lo hará. Cuando los gerentes de las compañías, meros empleados contratados por el Consejo de Administración en nombre de la junta de accionistas, se atribuyen a sí mismos bonus, indemnizaciones millonarias y salarios de escándalo, poco les importa el destino de la compañía que deben guiar. Siguen el modelo del cargo público cuya primera tarea es ordeñar la teta del Estado hasta que se seque, del alcalde recién electo cuya primera medida es duplicarse el sueldo, o del banquero que cobra copiosa indemnización por llevar una institución pública a la quiebra.

 

Por eso Occidente está llegando, con esta crisis, a un momento de inminente cambio: el ciudadano está cansado de elegir políticos que después no se consideran servidores públicos, sino de sí mismos o, en todo caso, del capital financiero y los grupos de presión a quienes nadie ha elegido. A pesar de la campaña alarmista de la patronal Economiesuisse y de los partidos de derechas, en marzo pasado, el 68 % de los suizos aprobó en referendo limitar los salarios excesivos, los “paracaídas dorados” y las indemnizaciones de los directivos de las grandes empresas. Aunque el 24 de noviembre el 65 % de los suizos votó contra la iniciativa 12:1 para limitar a 12 veces el menor salario la retribución de los ejecutivos, ideas similares están floreciendo por todas partes: el movimiento 15M, la Tasa Tobin, la eficaz persecución del billón de euros anuales de fraude fiscal en la UE y, lo más difícil, el cierre de los paraísos fiscales que, según Tax Justice Network, no están encabezados por las Islas Caimán o las Bahamas, sino por Delaware, el pequeño estado norteamericano donde tienen su sede la mitad de las compañías que cotizan en Wall Street. Y en segundo lugar, Luxemburgo, Suiza y la City de Londres.

 

Hace poco, en la Universidad Complutense de Madrid, un estudiante latinoamericano me preguntó si yo creía que el capitalismo tal y como lo conocemos es la solución para la humanidad. Espero que no, le respondí, sino una etapa de tránsito hacia un sistema mejor, más libre, solidario y participativo, y que premiará a los más aptos, no a los más pillos. No se trata de derogar la democracia imperfecta para establecer una dictadura perfecta llena de buenas intenciones y que al final ya sabemos cómo acaba, sino de implementar los mecanismos para una democracia efectiva, un verdadero gobierno de la mayoría, donde los políticos no pasen de ser empleados, servidores públicos que deben rendir cuentas a la junta de accionistas: los electores. Con Internet y las redes sociales, disponemos de las herramientas para crear redes de gobierno participativo, continuo, que no se limite a unas elecciones cada cuatro años.

 

Pero Cuba ni siquiera ha alcanzado ese conflicto. Su mayor problema hoy no es que haya diferencias importantes de ingresos, sino, de nuevo, los factores que determinan esa desigualdad. Si ayer la confiabilidad política determinaba que te tocara una mansión de Miramar o un apartamento en Alamar (el factor común en el mar, pero no es lo mismo “mira” que “ala”), ahora la diferencia está en que tú seas un pobre neurocirujano o un flamante analfabeto dueño de una paladar. El gobierno prohíbe a los profesionales ejercer sus oficios por cuenta propia porque sabe que en la nueva sociedad del conocimiento sólo el talento es un valor añadido seguro. El resto lo fabrican los chinos a bajo costo. De modo que si se repite en la isla la historia soviética o la piñata sandinista, si el general X, administrador de la empresa Cubaguanex, despierta una mañana como dueño, dispondrá de 500 ingenieros para ofrecer a sus presuntos clientes filete intelectual a precio de ternilla. Si ahora se permitiera a esos ingenieros trabajar por su cuenta, estos podrían hacerle la competencia desleal al desvalido e indefenso Estado cubano. Así, la lista de los oficios permitidos parece un edicto de algún Capitán General del siglo XIX: forrador de botones, hojalatero, arriero, reparador de colchones, aguador, cantero. Por eso el más interesado en emigrar no es el albañil, sino el doctor.

 

Den Xiaoping dijo hace muchos años, parafraseando a Winston Churchill, que el socialismo es el camino más largo entre el capitalismo y el capitalismo. El peligro de esta política de redistribución de la riqueza es que mientras se recorre ese camino (muy lentamente; dada su juventud nuestros generales no tienen apuro) y llega el momento en que no les quede más remedio que liberalizar el trabajo de los profesionales, ya no haya demasiados en activo, porque el éxodo, sobre todo de profesionales jóvenes, es galopante. Si algo puede marcar la diferencia en el futuro de Cuba es el talento que se ha educado durante el último medio siglo y que ahora se desangra hacia geografías más promisorias, como apunta con razón mi amigo. Y me temo que seguirá teniendo razón, a menos que los generales se preocupen un poco más por el destino de la infantería y menos por el puesto de mando. Lamentablemente, basta un repaso a la historia para comprender que los generales suelen prodigar a la tropa un afecto meramente estadístico.

Halloween:

Cuba abre la puerta al mundo del más allá

Polina Martínez Shvietsova

31 de octubre de 2013

 

Cada vez que se acercan los días 30 y 31 de octubre, llegan montones de mensajes (sms) por la red de los móviles, convocando a celebrar Halloween. Se descorcha la provocación, el glamour, el consumo y los placeres mundanos.

 

¿Quiénes festejan Halloween en la Cuba actual? Sin lugar a dudas son los chicos ricos de la emergente clase media alta, la “jet set” en las  zonas de Miramar, Kolhy o Nuevo Vedado. Allí donde predomina la clase política/militar/gerencial. Pero últimamente, en Cuba, Halloween está dejando de ser solo un fenómeno de la jet set. Se extiende a otras clases sociales con menos recursos. Cada cual a su manera, celebra esta tradición que, aunque nunca fue demasiado fuerte en la isla,  con la revolución fue completamente expulsada de nuestro calendario de fiestas.

 

Halloween es una contracción de All Hallows’ Evening, ‘Noche de Todos los Santos’, también conocida como Noche de Brujas o Noche de Difuntos, fiesta de origen celta que se celebra principalmente en los Estados Unidos, Canadá, Irlanda, el Reino Unido y en algunos países no anglosajones como México. Tiene origen en la festividad celta del Samhain y la festividad cristiana de los Santos. Las actividades típicas de Halloween son la famosa recogida de golosinas por los niños que van de casa en casa diciendo “trick or treat” y, sobre todo, las fiestas de disfraces. Además las hogueras, las bromas, la lectura de historias de miedo y las películas de terror. Es una de las fechas más significativas del calendario festivo estadounidense y canadiense. Algunos países latinoamericanos festejan ese día sus propias tradiciones.

 

Se dice que en la noche de Halloween, se abre la puerta que separa el mundo de los vivos del mundo del más allá. Los espíritus de los difuntos hacen una procesión en los pueblos en los que vivían. En Europa, son muchas las ciudades en las que los jóvenes han decidido importar el modo con que Estados Unidos concibe Halloween. La imagen de niños norteamericanos correteando por las oscuras calles, disfrazados de duendes, fantasmas y demonios, pidiendo dulces y golosinas, ha quedado grabada en la mente de muchas personas.

 

Con la llegada de  la revolución a Cuba, esta fiesta “burguesa” fue categóricamente eliminada del calendario festivo nacional. Los revolucionarios –dijeron-  no podían permitirse el consumo y la distracción. Dicha celebración, a su vez, estaba asociada al imperio del mal, “el capitalismo”.

 

Hay lejanos recuerdos de los años 80, cuando un grupo de jóvenes del municipio habanero de Regla se reunían en Halloween, con fiesta de disfraces y toda la tradición incluida. No creo que en los años 90 se haya manifestado tal fenómeno, a no ser en alguna que otra fiesta privada con sonido rockero. Sin embargo, este leve despertar no prendió y paulatinamente quedó extinguido.

 

Halloween pareció reanimarse en la Isla en el cruce del año 2009 al 2010. Por aquel entonces el proyecto Matraka Producciones hizo una megafiesta en el club universitario José Antonio Echevarría. Fue una larga noche de brujas y vampiros. Este resultó el puntillazo inicial, pues para 2011, 2012, y ahora en el 2013, ya se han convocado  a fiestas de disfraces y espectáculos, mediante la red de móviles. A ellas acuden, sobre todo, los amantes de las fiestas house, los que andan en autos, motos y llevan dinero para cervezas y para pagarse damas de compañía.

 

Algunas  tiendas privadas  venden los típicos productos de esas fechas. Se incluyen muchos disfraces de brujitas, la muerte, la típica calabaza. Las tribus urbanas de la céntrica calle G comenzaron a ir disfrazados desde el pasado fin de semana. Lo repetirán el próximo fin de semana.

 

¿Será que el país cambió, o simplemente asume nuevos disfraces ante los ojos de la opinión pública internacional? Tantos años de disfraz ideológico han dado como resultado, por una parte, el curioso espectáculo de los felices infantes del VIP jugando a caramelo o susto; y por la otra, en los suburbios y los “llega y pon”, el desfile de fantasmas de todo un pueblo.

 

 

 

Por sindicatos verdaderamente independientes

Iván García Quintero

10 de julio de 2013

 

Los trabajadores cubanos necesitan sindicatos enérgicos y creíbles. Que estén de su mismo lado en la trinchera. Y con mayor autonomía

 

Con esa proverbial capacidad para la magia semántica, los clichés y las jergas que tiene el régimen de los Castro, pomposamente denominan ONG a cientos de organizaciones fundadas y supervisadas por el partido gobernante.

 

Desde la asociación de escritores, pasando por los comités de defensa de la revolución en cada barrio a la única central de trabajadores, se nos dice que son agrupaciones independientes.

 

Es una auténtica pirueta gramatical. De independiente nada. Reciben ‘orientaciones’ de los mandarines ideológicos. Y a un llamado de ‘la revolución’ salen a las calles a linchar verbalmente a un disidente o firman de manera unánime una carta solicitando la liberación de los 4 espías presos en Estados Unidos.

 

Todas esas agrupaciones deben hacer público su lealtad a los hermanos Castro. De lo contrario no existirían. Una empleada de una fábrica en las afuera de La Habana me cuenta cómo funciona su sindicato.

 

De vez en cuando hacen un matutino, recordando una fecha patria o condenando la chapuza diplomática que sufrió recientemente el mandatario boliviano Evo Morales, donde tres países europeos desautorizaron el vuelo por sus corredores aéreos. Después de dar vivas a Fidel, Raúl y la revolución comienza la jornada laboral.

 

Los sindicatos cubanos mantienen una perenne luna miel con el partido comunista. Son la misma cosa. Se intercambian camisas de acuerdo a la ocasión. El 90% de los líderes sindicales pertenecen al partido. Y viceversa.

 

Las reuniones sindicales son aburridas, pocas veces discuten o gestionan algo importante. Se suelen efectuar después de la jornada laboral. Puro actos protocolares. Los trabajadores desean llegar rápido a su hogar, apenas debaten y levantan la mano de forma unánime para aprobar cualquier agenda.

 

Unos años atrás, los sindicatos repartían efectos electrodomésticos y casas de veraneo en la playa a los trabajadores destacados. También autorizaban a formar una brigada de la empresa para la construcción de apartamentos.

 

Se premiaba a quienes habían demostrado su lealtad a la revolución en una trinchera en Angola o haciendo horas extras de trabajo voluntario. Si eras un innovador brillante, en tu fábrica te vendían a plazos una moto rusa de dos velocidades. O un viaje de 15 días a la Alemania de Honecker. Ya ni eso.

 

La Central de Trabajadores de Cuba, creada en 1961, es un apéndice del partido y el gobierno. Cuenta con 18 sindicatos en diferentes ramas y cerca de 3 millones de afiliados. El 96% de los trabajadores cubanos pertenecen a la CTC.

 

Sus estatutos establecen que se efectúen congresos cada cinco años y en ellos se elija al secretario general y a los nuevos representantes en el comité nacional y el secretariado. El máximo representante de la CTC tiene que ser miembro del partido comunista.

 

Semanalmente editan un periódico, Trabajadores. A no ser Lázaro Peña, en los primeros años después de la llegada al poder de Fidel Castros, los posteriores secretarios generales ni pintan ni dan color. Roberto Veiga, Pedro Ross Leal y Salvador Valdés Mesa han estado más cerca de la cúpula gobernante que de los intereses de la clase obrera. A partir de marzo de 2013, al frente de la CTC está una mujer, Carmen Rosa López.

 

La necesidad de sindicatos auténticos e independientes es un clamor dentro de un amplio sector laboral. Desde hace dos décadas, gradualmente, las condiciones laborales han empeorado. El reclamo principal son los bajos salarios y la doble moneda en uso. Con la pérdida del millonario subsidio soviético, el 'estado benefactor' se ha hundido.

 

Hoy los precios de casi todos alimentos los rige la oferta y demanda. Sin embargo, los salarios apenas han crecido en los últimos 24 años. Cada buró sindical conoce de esas quejas.

 

Pero están atrapados por la disciplina partidista. Son juez y parte. Dentro de pocos meses se efectuará el XX Congreso de la CTC. Es improbable que se aborden las innumerables fallas que lastra las funciones sindicales.

 

Un sindicato moderno debe velar por la rentabilidad de su empresa, la permanencia de los empleos y salarios acordes a los beneficios de la empresa. Un sindicato independiente puede y debe, mediante negociación colectiva, intentar mejorar las condiciones laborales.

 

Los trabajadores cubanos necesitan sindicatos enérgicos y creíbles. Que estén de su mismo lado en la trinchera. Y con mayor autonomía. Lo ideal sería un central obrera que pueda sentar al régimen en una mesa de diálogo, con armas de presión como las huelgas y protestas laborales.

 

Hace rato que en los bolsones de capitalismo existentes en Cuba se viene explotando salarialmente a los trabajadores. Compañías foráneas que pagan entre 800 y 2 mil dólares mensuales al gobierno por cada empleado. Y el régimen solo desembolsa al trabajador el 2%. En foros internacionales se ha denunciado esa feroz explotación que sufre un sector empadronado en negocios con firmas extranjeras.

 

El panorama que se nos viene encima es desolador. Maquilas instaladas en la zona portuaria del Mariel donde los salarios promedios serían de dos dólares diarios. O menos. Como en China, Indonesia o Bangladesh.

Carne de cerdo es producto lujoso

Osmar Laffita Rojas

4 de julio de 2013

 

Tal parece que el gobierno se ha planteado muy en serio la política de eliminar productos de la canasta básica, en la libreta de racionamiento, cuyo precio de venta minorista ha sido durante años subsidiado por el Estado.

 

Tal política, típica del socialismo salvaje que sufrimos en Cuba, no se corresponde con la precaria economía de la mayoría de la población, con salarios mensuales que no sobrepasan los 20 dólares, con los cuales tienen que enfrentar la indetenible subida de precios de productos esenciales para su alimentación.

 

Hasta finales del año 2009, en los puntos de venta de Comercio Interior, el arroz de producción nacional se vendía a 0,12 centavos de dólar la libra. En el año 2010, la sequía provocó que mermara la producción. Esto, sumado a innumerable deficiencias en las cosechas, dio lugar a que comenzaran a vender arroz procedente del exterior, de manera liberada, a 0,20 centavos de dólar la libra.

 

Algo similar sucedió con la carne de cerdo. Hasta el año 2009, en toda la red de venta minorista de productos liberados, de los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE), la carne de cerdo, cuando más cara se vendía, era a 0,85 centavos de dólar la libra. Pero, de manera inexplicable, desapareció de los MAE, y comenzaron a comercializarla a precios de mercado en las tarimas de los vendedores particulares, donde los precios fluctúan entre 1 y 1,60 dólares la libra, de acuerdo con los tipos de carne.

 

Los precios de venta del arroz y la carne de cerdo son muestras de la aplicación inmisericorde de este socialismo.

 

El pasado año, 270 mil toneladas de arroz fueron acopiadas, almacenadas y comercializadas por el Ministerio de Comercio Interior, pero no se ha vuelto a vender a 0,12 dólar la libra. En los puntos de venta liberada de arroz, sea de producción nacional o de importación, hay que pagar la libra a 0,20 centavos de dólar.

 

El caso de la carne de cerdo es más escandaloso y abusivo. El pasado año, se produjeron 252 toneladas. Las empresas porcinas estatales produjeron 80% de esa cantidad. Finalizado marzo del presente año, la producción reportada fue de 41 mil 300 toneladas; de ellas, las empresas porcinas produjeron 32 mil 900 toneladas, para un 79,7% del total producido.

 

¿Cómo se explica que si el mayor productor de carne de cerdo en Cuba es la estatal Unión de Empresas Porcinas, su comercialización minorista se realice en un 100% en los puntos de venta de comerciantes privados, que imponen a la población altos precios y que permanecen inalterables? Por su precio, inalcanzable para la mayoría, comer carne de cerdo se ha convertido en un lujo.

 

Resulta verdaderamente escandaloso que ninguno de los integrantes del Consejo de Ministros, y sus acompañantes del partido comunista y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en ninguna de las cuatro reuniones celebradas del poder ejecutivo, entre marzo y junio, haya salido en defensa de la expoliada población, que se ve obligada a pagar la libra del arroz y de carne de cerdo a aprecios que distan mucho de los que había fijado el Estado en su red de mercados minoristas.

 

Si ya no existen mayores problemas con la producción de arroz, resulta verdaderamente indecoroso que los dirigentes del Ministerio de la Agricultura y de Comercio Interior, con la autorización de sus superiores, y en perjuicio de la mayoría de los consumidores, mantengan a 0,20 centavos de dólar el precio de la libra de arroz.

 

En cuanto a la carne de cerdo, evidentemente las empresas porcinas estatales venden ilícitamente miles de toneladas a compradores privados. Es esa la explicación del por qué en todo 2012, y en los meses trascurridos del presente año, la carne de cerdo no se vendió en los MAE, y mucho menos en las carnicerías administradas por las Direcciones Municipales de Comercio.

 

Está claro que estamos en presencia de un lucrativo negocio que reporta millones de dólares, y en el cual están implicados corruptos dirigentes de los Ministerios de Agricultura y de Comercio Interior, además de acaudalados intermediarios y compradores privados. Esta alianza de mafiosos controla el mercado minorista del arroz y la carne de cerdo, imponiendo precios inalcanzables. Solo les interesa ganar cuantiosas sumas de dinero. Si la mayoría del pueblo come o no, no ha sido nunca su problema.

 

ramsetgandhi@yahoo.com

Cuba 2030

Jorge Olivera Castillo

22 de mayo de 2013

 

En un informe elaborado a principios de este año por el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, sus siglas en inglés), la oficina de análisis y de anticipación geopolítica y económica de la Agencia Central de Inteligencia, se consigna el paulatino declive de Occidente y el surgimiento de potencias emergentes como Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.

 

El estudio revela la aparición de otros cambios estructurales que redefinirán la evolución del mundo.

 

El impacto de redes sociales como Facebook y Twitter, los fenómenos asociados al cambio climático, el aumento del crimen organizado, el agotamiento de los recursos naturales y, sobre todo, la crisis por los déficits en el abastecimiento de agua, aparecen entre los temas más destacados en el documento, que sale a la luz cada cuatro años.

 

En un artículo firmado por el periodista franco-español Ignacio Ramonet, publicado originalmente en el diario Le Monde Diplomatique y reproducido en Granma, no se menciona que el informe en cuestión incluya a Cuba como una pieza de relevancia en el ámbito estratégico regional y mucho menos internacional.

 

No es necesaria una paciente labor intelectual para avizorar un futuro sombrío en Cuba. Con un breve bosquejo de la realidad nacional, se llega a las peores conclusiones. En el 2030 habrá aquí un capitalismo acompañado de serios problemas estructurales.

 

La tardía conexión con los sistemas que rigen las finanzas y la economía mundiales -los que, por cierto, serán más descentralizados, pero igualmente devotos a su perfil mercantilista, basados en la maximización de las ganancias a toda costa- estará entre los puntos desfavorables a enfrentar por los gobiernos que sucedan a la actual dictadura cubana.

 

Lógicamente, también serán más visibles aquí las huellas tercermundistas. Los anillos de pobreza alrededor de las grandes ciudades, en este caso de la capital, el crecimiento de la criminalidad y el tráfico de estupefacientes, constituirán tres desafíos para los que no habrá soluciones duraderas. Es probable que en la Cuba futura exista un gobierno fuerte, como el de Putin en Rusia.

 

Sin referencias democráticas durante un período tan largo, sin entrenamientos ni habilidades en las cuestiones relacionadas con la economía de mercado, será realmente complicado mantener el control, con el objetivo de evitar el caos, cuando llegue la hora del pluralismo político, el libre ejercicio de las actividades económicas y la legitimización de los derechos cívicos y sociales.

 

¿De qué manera se enmendarán los graves problemas de vivienda y los de salud pública?

 

Muchos hospitales tendrán que cerrar por falta de insumos, ausencia de higiene, o para ser demolidos por causa de su deplorable estado arquitectónico.

 

Ni hablar del incremento de los homeless y de, en general, una indigencia que engordará los índices de personas afectadas por el alcoholismo y las enfermedades psiquiátricas.

 

Otro asunto de vital importancia y para el que tampoco habrá paliativos es el relacionado con la balanza comercial.

 

Las deudas atrasadas y las reticencias de los centros financieros internacionales y privados para otorgar créditos a un país con tan bajas posibilidades de cumplir con sus compromisos, refuerzan las tesis que auguran un panorama poco halagüeño.

 

Es casi seguro que para el 2030 tendremos un gobierno elegido democráticamente. Eso no quiere decir que seremos más felices. El capitalismo salvaje nos acecha y sus reglas son determinantes. Habrá que esforzarse por ser competitivos y pedirle a la providencia que nos dé fuerzas y salud.

 

Más que una república, lo que dejarán los gobernantes de ahora es un montón de ruinas y la fatal estandarización de la indisciplina, la doble moral y una extensa cadena de insuficiencias que conducen a ver el futuro con una elevada dosis de pesimismo.

 

oliverajorge75@yahoo.com

Farmacéuticas cubanas

apuestan por el agua milagrosa

Rogelio M. Díaz Moreno

20 de marzo de 2013                

 

El agua embotellada suele verse, según la conciencia y nivel adquisitivo del observador, como una necesidad, un lujo, o un negocio agresivo al medio ambiente e innecesario la mayoría de las veces.

 

En última instancia, es un negocio estándar para las compañías que pueblan los anaqueles de los supermercados y hasta para los pequeños estafadores que rellenan los envases vacíos con agua del grifo -con frecuencia igual de buena.

 

Las empresas europeas Vichy y Evian, por ejemplo, sacan ganancias millonarias con esta actividad, que multiplica cientos de veces el precio de un litro del sencillo líquido. No obstante, acá en Cuba tenemos compañías que dejan chiquitas a estos consorcios. No se trata de Ciego Montero, ni de Los Portales.

 

El centro Labiofam, ubicado en las afueras de La Habana, multiplica el precio del litro de agua por mucho más. Los pingues ingresos tienen la ventaja adicional de no tropezar con tantas suspicacias ecológicas, pues la etiqueta del frasco vendido opera una estafa de gran efectividad.

 

Labiofam comercializa una cantidad cada vez mayor de los mal llamados medicamentos homeopáticos, de amplia aceptación entre el público con problemas de salud y falta de cultura científica.

 

Cualquiera puede averiguar cómo se preparan estos “medicamentos”. Las mismísimas personas que recomiendan la homeopatía se lo pueden explicar. Se toma una sustancia X y se diluye en agua hasta el punto que no queda una simple molécula del compuesto original en trillones y trillones de litros.

 

La descripción sencilla de la elaboración de la “medicina” homeopática revela que, con ella, lo más que se puede resolver son los casos de deshidratación. Por esta razón, la explicación del proceso nunca es simple ni diáfana, sino que viene sazonada por una gran dosis de rutilante palabrería y términos de alguna manera relacionados con las corrientes filosóficas en boga.

 

Por ejemplo, a finales del siglo XVIII-principios del XIX, Samuel Hanehman, “descubridor” de la Homeopatía, mencionaba “propiedades divinos”, mensajes de Dios, entre otros argumentos que convencían a las personas.

 

Hoy los homeópatas dan a entender que se trata de propiedades de la mecánica cuántica u otras de la física y la química que le otorgan al agua una “impronta” o memoria de los poderes curativos de la sustancia original. Tales propiedades no existen, según el nivel de conocimiento de la ciencia actual.

 

En última instancia, la práctica ha confirmado la sobria realidad. La homeopatía ha sido invalidada en numerosos estudios y ensayos clínicos, y esta información está bastante accesible en numerosas revistas científicas y bases de datos, como la cubana Infomed.

 

No obstante, todo esto no ha sido obstáculo para que un grupo con gran iniciativa haya enraizado en Labiofam el lucrativo negocio de vender agua milagrosa. En Cuba ya se conoce desde hace cierto tiempo, el Vidatox 30CH, un frasquito homeopático obtenido “a partir” del veneno de alacrán, que promete mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por cáncer.

 

Hay que poner “a partir”, entre comillas, porque al efectuar treinta operaciones de dilución en las que el volumen inicial crece cien veces añadiendo simplemente agua, usted se quedó con sales de calcio, sodio, potasio, y hasta arsenio y uranio disueltos en agua, pero ya en su pomito no le queda nada del alacrán.

 

Las personas afectadas por la grave enfermedad pagan buenos dineros por un pomo con agua, un tilín de alcohol tal vez, y una etiqueta. Ante el buen resultado comercial, otros mercachifles disfrazados de científicos han salido a copiar el proceder de Labiofam, pero incrementado exponencialmente.

 

Según una última información con la que tropecé en el diario Trabajadores, el Instituto Finlay ha registrado recientemente toda una docena de etiquetas homeopáticas contra males diferentes, dígase problemas de insomnio, dolores menstruales, cefaleas, asma y demás.

 

Hay que enfatizar lo de la etiqueta, porque el formato externo es lo único que puede distinguir a un pomo de agua de otro; a menos que tengan porcentajes distintos de alcohol añadido, ni el más avezado especialista podrá distinguir los pomitos de “medicina homeopática” contra una enfermedad, de aquellos contra otra: todos contienen simplemente agua, bien cara.

 

La impunidad con que operan estos practicantes del oscurantismo se ve facilitada por las buenas relaciones políticas de su directiva, sumado a la ausencia, en la sociedad cubana, de grupos de defensa de derechos de los consumidores.

 

Con estas y otras aguas milagrosas que vienen en camino, se ofrece curar nada más y nada menos que el cólera, el dengue y otros azotes virales que demandan los correspondientes esfuerzos por parte de las autoridades de la salud y de todo el país.

 

El colmo vendrá a ser el “compuesto” PrevengHo que serviría, literalmente según el artículo deTrabajadores “para prevenir cualquier dolencia”.

 

A veces, la magnitud del disparate debería servir de alerta para la sociedad y las instituciones que deben proteger a la población. Si este PrevengHo tuviera algún sentido, ya se podrá liquidar el sistema nacional de salud, por redundante.

Qué dengue, ni qué SIDA, ni qué infartos, ni qué cáncer, ni qué nada.

 

Unas goticas a cada cubano, un par de reverencias a los divinos salvadores del Instituto Finlay, y a despreocuparnos y a vivir felices y contentos. Y a salvar al mundo, de paso.

 

Lástima que no sea cierto. Lástima que todo no sea más que una estafa vergonzosa, que le costará en el bolsillo y en la salud a nuestros familiares, vecinos y compatriotas. Lástima que en nuestro propio país, haya tales inescrupulosos mercachifles de la salud humana.

Del socialismo utópico al capitalismo salvaje

Iván García

15 de enero de 2013

Una de las maneras de sacar adelante un negocio es con argucias financieras, ocultando ganancias, comprando mercaderías por debajo de la mesa, utilizando métodos de competencia desleal, incluso delatando a tus competidores a la policía tributaria.

Cuando hace tres años Octavio, 52 años, le solicitó un préstamo de 8 mil dólares a un familiar suyo en Miami, con el propósito de abrir una 'paladar' en el barrio habanero de La Víbora, estaba seguro de que su negocio prosperaría. No fue así. En este falso invierno cubano, aún debe los 8 mil dólares a su pariente. Y lo que es peor, tuvo que cerrar el restaurante debido a la irrentabilidad.

“Además de pocos clientes, adquirir alimentos frescos y de calidad resultaba una odisea. Para que estos negocios funcionen uno debe tener buenos contactos en el mercado negro. Comprando alimentos e insumos de manera legal la cosa no funciona, no puedes progresar. Sin contar que no existe un mercado mayorista y los impuestos son muy elevados”, confiesa.

Fracasar en un emprendimiento privado es decepcionante. Claro que en el capitalismo real hay vencedores y perdedores. Pero la Cuba de Fidel Castro siempre se consideró un santuario anticapitalista y enemigo del libre mercado.

Cuando en 1993 el gobierno de Castro autorizó la apertura del mercado libre campesino y talleres artesanales, lo hizo bajo un estricto control fiscal y la celosa supervisión de un batallón de inspectores estatales quienes, debido a las normas y prohibiciones impuestas al trabajo por cuenta propia, les resultaba muy fácil pillar al propietario violando las leyes trazadas.

Con el tiempo, el trabajo particular fue languideciendo, asfixiado por un cerco de medidas que impedían prosperar. En octubre de 2010 el General Raúl Castro reabrió la iniciativa privada y flexibilizó las reglas de juego.

Era lógico. La autocracia verde olivo deseaba sanear las cuentas públicas y las plantillas infladas de obreros y empleados improductivos resultaban un fardo bastante pesado. El plan del régimen era enviar a millón y medio de trabajadores al paro en tres años. Y que se las arreglaran como pudieran, montando timbiriches de pan con croqueta o rellenando fosforeras.

De manera callada, sin el estruendo de las marchas revolucionarias, borrando del discurso oficial el Patria o Muerte Venceremos y sacándole la lengua a la retórica marxista, el gobierno de los Castro se transmutó de un sistema socialista (al menos así reza en la Constitución) en un formidable aparato de capitalismo estatal, regentado por sociedades anónimas de militares con guayaberas blancas.

Para infinidad de cubanos, durante 54 años acostumbrados a corear consignas y aplaudir, esperar órdenes de arriba y recibir magros subsidios, fue traumático decirles desde una tribuna que debían cambiar de mentalidad.

De los más de 400 mil trabajadores particulares con licencia para ejercer por cuenta propia, muchos lo venían haciendo de forma clandestina hace tiempo. Al abrirse el portón de un capitalismo disfrazado, los que fueron pillados desnudos fueron precisamente los que laboraban para el Estado. Eran personas adaptadas a cobrar un salario ridículo todos los meses, trabajar poco y expertos en robar o adulterar las finanzas en beneficio propio.

A falta de cursos de gerencia en pequeñas empresas, inversiones y mercadeo, los cuentapropistas han tenido que aprender las leyes del capitalismo a fuerza de fracasos. Los negocios más rentables ahora mismo son la renta de habitaciones, taxis privados y fotógrafos de quince, bodas y cumpleaños. Pero excepto los choferes de alquiler, que debido al caótico funcionamiento del transporte urbano genera ganancias, por cada uno que triunfa, tres fracasan.

Las devoluciones de licencias superan las decenas de miles. Así y todo, la mayoría considera que es preferible trabajar por su cuenta, que devengar un miserable salario estatal. Entonces la gente se arriesga y apuesta por abrirse su propio camino. Sobre la marcha han aprendido a nadar contracorriente.

Es el caso de Jesús, un fotógrafo de éxito que ha obtenido un buen billete tirando fotos en fiestas, sobre todo a muchachas que cumplen 15 años. “Mi experiencia me dice que, aparte de la calidad y profesionalidad de tu trabajo, uno debe saber venderse”, expresa en su estudio, construido en un garaje. Paga 10 cuc por anunciarse en la guía telefónica. Y un rotulista le cobró 50 cuc por confeccionarle un llamativo cartel lumínico a la entrada de su casa.

O el de Gerardo, que se dedica al alquiler de habitaciones y se anuncia en internet. Son lecciones que no aprendió Octavio, ex dueño de una 'paladar' en La Víbora.

En esta versión criolla de capitalismo al peor estilo africano, los futuros propietarios deben tener presente que las buenas conexiones con vendedores del mercado clandestino son fundamentales para no quebrar. Otros intentan enamorar con dinero. Es usual, por cada cliente que lleves a cenar o alquile una habitación, que el dueño te dé 5 pesos convertibles, además de comida gratis y un par de cervezas, si es un restaurante privado.

Y es que ante leyes rígidas que impiden enriquecerse, una de las maneras de sacar adelante un negocio es con argucias financieras, ocultando ganancias, comprando mercaderías por debajo de la mesa, utilizando métodos de competencia desleal, incluso delatando a tus competidores a la policía tributaria.

El fracasado Octavio no se asombra. “En ese mundillo la honestidad vale poco. Hay que ser un perro de pelea. De otra manera no triunfas”. Él es un buen ejemplo. Sin que todavía aparezca en los libros de historia, Cuba ha pasado del socialismo utópico al capitalismo salvaje. En silencio.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.