EL OTRO PAREDÓN

Asesinatos de la reputación en Cuba

 

El asesinato de la reputación en Cuba es una forma organizada de terrorismo estatal orientado hacia la deliberada y completa destrucción de la credibilidad de una persona, grupo o institución.

El día en que le pedí perdón a Huber Matos

Camilo Venegas

27 de febrero de 2014

 

Por años traté de imaginarme su rostro, pero no aparecía en ninguna parte. Lo habían borrado de la historia nacional con meticuloso ensañamiento. Lo difuminaron, Incluso, de una de las imágenes más emblemáticas de la revolución, esa donde de él y Camilo Cienfuegos acompañan a Fidel en el lomo de un Jeep, durante la entrada victoriosa a La Habana.

 

A mediados de la década pasada, Huber Matos estuvo de visita en Santo Domingo y me invitaron a un encuentro con el heroico comandante. Ya era un aciano frágil, pero conservaba intacta su estatura y su fuerza. Cuando nos saludamos me dio un duro apretón. Llegué a sentirme atenazado por los huesos de sus manos.

 

Me costó mucho trabajo pedir la palabra, me intimidaban su mirada y el peso de la historia que llevaba sobre los hombros. “Yo solo quiero pedirle perdón, comandante”, le dije. Entonces le conté el odio que, de niño, llegué a sentir por él: “A mi generación le inculcaron que usted era un traidor a la patria y el responsable de la desaparición de Camilo”.

 

Él también se puso de pie y me dio un abrazo. Otra vez me sentí atenazado. “Gracias, hijo”, me dijo muy conmovido, casi al oído. Aunque no pudieron fusilarlo, acabaron asesinando su reputación, que es la manera más cobarde que ha usado Fidel Castro para anular a sus adversarios. Por eso los jóvenes de mi país saben tan poco de uno de los líderes más valientes que tuvo la revolución cubana.

 

Hoy murió uno de los primeros cubanos que advirtió que aquella gesta popular acabaría convirtiéndose en una oprobiosa dictadura. El día en que la historia se pueda contar tal como fue, Huber Matos volverá a subirse en el Jeep del que nunca debieron bajarlo. Entonces, sin borrar a nadie más, deberá quedar bien claro quién traicionó a quién.

Breve historia cubana de la infamia

Rafael Rojas

Con la Web 2.0 el Gobierno de Cuba descubrió el potencial de esa herramienta para las campañas de asesinato de reputaciones y siembra de ‘medidas activas’. Ha  organizado una red de agentes de influencia que construyen blogs, cuelgan comentarios en los artículos publicados en internet por los principales medios de prensa mundiales  y ‘cuelgan’ documentales en YouTube.

 

Los nuevos programas para procesar textos e imágenes digitalmente hacen innecesario tener un amplio cuerpo de especialistas para falsificar documentos y fotos. El asesinato de la reputación emplea ahora las técnicas del marketing viral. Con un grupo de cyberpolicias operando desde Cuba y sus respectivos colaboradores en el exterior, es posible multiplicar los enlaces hacia mensajes negativos sobre esta o aquella persona ‘sembrados’ por la maquinaria de propaganda estatal en diversos puntos de internet. Por ejemplo, la ‘Operación Verdad’, cuyos ejecutores eran unos trescientos estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), organizados en células y dirigidos por el Consejo de Estado de Cuba. Véase la entrevista realizada por Yoani Sanchez a Eliécer Avila, graduado de la UCI y participante de la ‘Operación Verdad’:

Eliécer Ávila pone en aprietos a Ricardo Alarcón, presidente de la mal llamada

Asamblea Nacional del Poder Popular,

en una reunión con los estudiantes de la UCI

En la desaparecida Unión Soviética la KGB estaba encargada del diseño y ejecución de campañas de descrédito contra aquellas personas clasificadas como ‘antisoviéticas’, con al menos uno de estos objetivos:

 

- Poner en dudas las motivaciones e integridad personal de un conocido disidente.

 

- Sembrar dudas sobre la sinceridad de aquella persona poseedora de información valiosa que se hubiera exilado. Al régimen se le hacía necesario desacreditarla para que esa información fuera desechada.

 

- Destruir la credibilidad de un político extranjero.

 

La compilación de documentos de los archivos de la KGB publicada por Christopher Andrew y Vasili Mitrokhin (The Mitrokhin Archive, 1999, pp. 421-422) contiene una larga lista de orientaciones impartidas personalmente el 22 de noviembre de 1975 por Yuri Andrópov, entonces director de esa institución, para cuestionar el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Andrei Sajarov.

 

La KGB no se detuvo ante ningún escrúpulo: implementó, desde la distribución de un supuesto telegrama de felicitación enviado al científico por el dictador chileno Augusto Pinochet, hasta la fabricación de historias sobre su esposa que la presentaban como una oportunista que seducía hombres influyentes de mayor edad para su propio beneficio.

 

Las numerosas instrucciones a centenares de oficiales de la KGB —bien actuasen como diplomáticos o de modo encubierto— y a las redes de agentes que ellos dirigían, incluían buscar el modo de diseminar rumores en medios de prensa, programas de radio y TV, medios culturales, científicos, políticos y diplomáticos. Según afirman Andrew y Mitrokhin en su libro (p. 632), a fines de los años 80 disminuyó considerablemente la capacidad de acceso de la KGB a los principales medios de prensa occidentales.

 

En Cuba las técnicas más refinadas del asesinato estatal de reputaciones fueron aprendidas de la KGB y la STASI. Para aplicarlas se construyó un engranaje específicamente dedicado a concebir actividades de ese tipo en el Ministerio del Interior y coordinarlas con diversas dependencias civiles del Partido Comunista de Cuba y el Gobierno.

El asesinato de la reputación

como estrategia castrista

Juan Antonio Blanco

 

 

Denigrar es un placer

Fernando Dámaso Fernández

19 de noviembre de 2013

 

Desde la adjudicación del calificativo de bitongos, en el temprano 1959, a los jóvenes que se pronunciaban en contra del recién estrenado régimen, las autoridades cubanas siempre han utilizado términos denigrantes, al referirse a quienes no comulgan con sus ideas y son capaces de manifestarlo públicamente. Anexionistas, plattistas, mercenarios, lacayos del imperio, traidores, apátridas, anticubanos y muchos otros han sido utilizados con profusión durante más de 54 años, y aún hoy se utilizan en sus campañas de descrédito. Sin embargo, el más empleado ha sido el término de gusanos. Gusanos fueron los primeros profesionales, intelectuales, artistas, trabajadores y estudiantes que dijeron no, y gusanos siguen siéndolo quienes continúan diciendo no. El término está tan enraizado en la población que muchas personas, sin pensar en lo que significa, lo aplican festinadamente a todo aquel que se sale de la línea oficial. Para ellos no existen quienes piensan distinto, sino simplemente gusanos.

 

El término, por inercia, también es asumido por algunos opositores o disidentes, al referirse a ellos mismos o a otros que simpatizan con sus ideas. Una conocida ya fallecida, contraria al régimen desde sus inicios, decía con orgullo que ella era una gusana protozoaria. Sin llegar a estos extremos, el término aún hoy continúa medrando en la actual sociedad cubana, echando leña al fuego de la división y de los enfrentamientos políticos. Entre los defensores del régimen es el preferido por las turbas de estudiantes, trabajadores, profesionales, artistas, amas de casa y otros movilizados, bajo la cobertura oficial de pueblo enardecido, para participar en los mítines de repudio contra la Damas de Blanco y otros opositores pacíficos.

 

Para el exterior se ha dejado el de anticubanos, siempre, residan donde residan, cumpliendo las órdenes de la mafia anticubana de Miami. En realidad, en Miami lo que existe es un poderoso grupo de cubanos antigubernamentales, que se repite en otras ciudades del mundo, al igual que existieron contra el gobierno dictatorial de Batista en la década de los años cincuenta. A nadie entonces se le ocurrió calificarlos de anticubanos, porque no lo eran entonces ni lo son ahora. Una cosa son los políticos y otra totalmente diferente es Cuba.

 

Tergiversar los términos, para sacar provecho de ello en la confusión creada, y generalizar el descrédito, ha sido y es una práctica habitual de las autoridades cubanas. Ella no ayuda a crear el clima de tolerancia y de respeto mutuo, imprescindible para que se produzca el diálogo nacional que Cuba necesita.

El otro paredón

Carlos Alberto Montaner

El otro paredón

Uva de Aragón

El otro paredón

Marcelino Miyares

Marcelino Miyares –como miembro de la Brigada 2506 combatió en Playa Girón- leyó un mensaje de Ana Julia Faya, una de las autoras de El otro paredón, cuyo hermano peleó en Playa Girón en defensa de la incipiente dictadura. Ana Julia Faya, analista política y editora, expresó:

Lo que convierte en valioso mi testimonio no es la calidad o no del relato, sino las extraordinarias situaciones que me tocaron vivir a lo largo de cuatro décadas. Ser partícipe de dos procesos represivos contra intelectuales seguidores o fieles al sistema; vivencias adquiridas dentro de dos organismos centrales del Estado socialista, como el Consejo de Estado y el Comité Central; más las experiencias familiares vividas junto a un historiador y a un poeta en Cuba, partícipes ellos a su vez de otros procesos represivos, no son poca cosa”.

Preguntas - El otro paredón

Carlos Alberto Montaner, Uva de Aragón y Juan Antonio Blanco respondieron las preguntas

EL OTRO PAREDÓN. Asesinatos de la reputación
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Anatomía de un intento

de asesinato de mi reputación

Carlos Alberto Montaner

22 de agosto de 2012

 

La maquinaria gubernamental de difamación aprovecha la presentación de una novela en Italia para hacer campaña. El autor responde a una entrevista llena de difamaciones y, a su vez, lanza unas preguntas.

 

Ignoro si Anna Cherubini existe, o si es el nombre real o el seudónimo de una comunista italiana que escribe al dictado de los servicios cubanos de inteligencia. Da igual. Lo importante no es la persona, sino lo que ha escrito. Es una muestra perfecta para explicar cómo funcionan las llamadas “medidas activas” contra los demócratas de la oposición desarrolladas por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba dirigido por el coronel Rolando Alfonso Borges, versión caribeña de Joseph Goebbels.

 

El 17 de agosto pasado, en las páginas de TellusFolio, un exitoso site italiano, con motivo de la presentación en Italia de la traducción de mi novela La mujer del coronel (Edizioni Anordest),una persona que firma como Anna Cherubini me pide que responda un cuestionario (Le domande da fare a Montaner).

 

En realidad no se trataba de una legítima entrevista, sino de lo que los abogados llaman, en español, un intento de “asesinato de la reputación” y en inglés “character assassination”. No obstante, voy a responder extensamente el cuestionario y, al mismo tiempo, me gustaría que la señora Cherubini, o quienquiera que se esconda tras ese nombre, responda, a su vez, las preguntas que deseo hacerle.

 

En todo caso, para entender en qué consiste esta medida activa desarrollada por los servicios de inteligencia, muy utilizada por la Unión Soviética y sus satélites cuando existía el comunismo en Europa (no hay que olvidar que el gobierno de los Castro, y en especial el Ministerio del Interior, fueron modelados por el KGB y la Stasi en la década de los 60), a continuación sigue una definición escrita por el Dr. Juan Antonio Blanco, profesor e historiador quien era, hasta hace una década, analista del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y hoy vive exiliado y al frente de un departamento de estudios latinoamericanos en el sur de la Florida. Dice Juan Antonio Blanco en la segunda edición del libro El otro paredón:

 

 El asesinato de reputación (character assassination) es un proceso deliberado y sostenido dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona, institución, grupo social o nación.

Los promotores del asesinato de reputaciones para lograr sus fines emplean una combinación de métodos abiertos y encubiertos como son la formulación de acusaciones falsas, fomento de rumores y la manipulación de informaciones.

El asesinato de reputación persigue la finalidad de anular la capacidad de influencia de la víctima, silenciar su voz y lograr su rechazo por la sociedad. Al transformar a sus víctimas en no-personas las hacen vulnerables a abusos aún más graves como pueden ser la agresión física, el encarcelamiento, la expropiación de bienes, el destierro, asesinato e incluso genocidio de todo el grupo social al que pertenecen.

La propaganda nazi antisemita y el Holocausto que le siguió son el ejemplo más extremo de los peligros asociados con las campañas estatales de asesinato de la reputación. Cuando un gobierno se vale de ese recurso para justificar agresiones y abusos contra sus víctimas puede considerarse a esas campañas como una forma de terrorismo estatal. Por lo general, las masacres, crímenes de lesa humanidad y genocidios son precedidos por una campaña de este corte.

En el siglo XXI, con el arribo de las Web 2.0 y las redes sociales virtuales, la diseminación de falsedades se realiza de modo mucho más rápido y efectivo. Los prejuicios sociales sembrados contra la víctima terminan por arraigarse gradualmente en la memoria social colectiva y las personas —en especial las nuevas generaciones— los aceptan como la historia verdadera o la biografía real.

Con el paso del tiempo, las percepciones falsas que fueron deliberadamente fabricadas y difundidas por diversos medios de comunicación, pueden ser incluso incorporadas a los sistemas de educación, y se convierten en parte de la historia oficial que se acepta socialmente y resultan entonces difíciles de revertir”.

 

La ‘entrevista’ de Anna Cherubini

 

 A continuación reproduzco las preguntas de la señora Cherubini en Le domande da fare a Montaner, así como mis respuestas: 

 

 Ya han pasado unos días desde que Gordiano Lupi moderó, el pasado viernes, en el marco incomparable de las islas Tremiti, la presentación de un libro de Carlos Alberto Montaner Suris. No pude asistir a este interesante evento, así que encomiendo a continuación a Tellusfolio las preguntas que quería hacerle al señor Montaner.

¿Cree usted que es éticamente aceptable que alguien que dice ser periodista reciba pagos regulares del gobierno de EEUU a través de la Oficina de Transmisiones a Cuba, para producir noticias negativas contra Cuba, como se descubrió en 2006?

Este escándalo llevó a la destitución de tres periodistas del diario The Miami Herald (Pablo Alfonso, Olga Connor, Wilfredo Cancio Isla) y se han puesto al descubierto las conexiones entre la administración de EE UU y los periodistas en el sur de Florida, incluyendo a Montaner, destinatario de miles de dólares.

 

El Nuevo Herald y The Miami Herald jamás me han pagado por publicar noticias negativas sobre Cuba. Son dos publicaciones serias y objetivas. Yo no hago esa clase de periodismo sectario, semejante al de Granma, que es el órgano de un partido político. Los dos diarios, en inglés y español, como muchos periódicos del mundo, compran y me pagan mi columna semanal.

 

Radio Martí es, como sucedía con Radio Free Europe, una emisora financiada por la sociedad norteamericana para burlar la censura totalitaria de los Castro. Es una reliquia de la Guerra Fría, sencillamente porque el gobierno de los Castro es una reliquia de la Guerra Fría. Esa entidad, como todos los medios en donde aparecen mis escritos, había contratado mi columna para que la leyera semanalmente. La columna podía ser sobre Cuba, la Unión Europea o sobre cualquier cosa, porque escribo a propósito de múltiples temas, y por esos artículos pagaban el mínimo que autorizan las normas (cien dólares). La razón por la que ellos me ofrecieron ese espacio para reproducir mis columnas, y por la que yo acepté pese a la ridícula remuneración que pagaban, era porque Cuba, mi país, es el único de América Latina en el que no aparecen mis columnas debido a la censura estalinista que allí impera. Era la única forma de compartir mis puntos de vista con mis compatriotas.

 

Tampoco es verdad que los periodistas de The Miami Herald que colaboraban con Radio Martí —como los que en Europa trabajan en otros medios y esporádicamente colaboran con la BBC o con Radio Exterior de España, ambos medios pagados con fondos públicos— resultaran expulsados del periódico. Quienes salieron del diario fueron el presidente de The Miami Herald, Jesús Díaz, como consecuencia del absurdo reportaje publicado, y el periodista autor de la información, Oscar Corral, este último por un penoso delito de carácter sexual en el que incurrió poco después.

 

Olga Connor cotinúa escribiendo en el periódico semanalmente. Pablo Alfonso y Wilfredo Cancio fueron readmitidos cuando se comprobó la injusticia que habían cometido con ellos, y luego decidieron marcharse. A mí, muy cordialmente, me llamó Humberto Castelló, director de El Nuevo Herald, para ofrecerme excusas y jamás dejaron de publicar mis columnas.

 

Radio Martí, por cierto, está obligado por la ley a mantener los mismos altos estándares informativos de La Voz de América, entidad que controla sus emisiones. En esos micrófonos no se puede mentir ni difamar, como hacen Granma y los otros voceros del régimen. Por eso, una parte sustancial del pueblo cubano escucha Radio Martí con la misma avidez que en época del Telón de Acero los pueblos sojuzgados por el comunismo escuchaban Radio Free Europe. 

 

¿Cómo se justifican los contactos con el terrorista Juan Felipe de la Cruz, en julio de 1973 en Madrid?

Juan Felipe de la Cruz, autor del atentado realizado en Montreal en 1972 contra el diplomático cubano Sergio Pérez Castillo, murió en el Avrain Hotel, cerca de París, víctima de la bomba que se prepara para golpear la Embajada de Cuba, pocos días después de la reunión en España con Montaner, quien le dio un coche de alquiler, según lo confirmado por Orlando Bosch en su libro Los años que he vivido.

 

Yo no tengo absolutamente dada que ver con esos hechos. El Dr. Orlando Bosch, en su libro dice lo siguiente: “Acción Cubana recibió de su gente en Cuba informes confidenciales sobre la visita de un alto funcionario castrista a Francia. Se planeó un atentado. La misión fue encomendada a Juan Felipe de la Cruz, quien voló a Madrid y se trasladó a París en auto alquilado que le propició, sin conocimiento de causa, Carlos Alberto Montaner”.

 

 ¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Algo que sucedía con alguna frecuencia. Muchos cubanos de Miami, como yo tenía cierta popularidad entre los exiliados, vivía en España y mi teléfono estaba en la guía, cuando viajaban a Madrid llamaban para pedir informaciones de cualquier tipo (hoteles, pensiones baratas, restaurantes, médicos, y hasta colegios para sus hijos). Pues bien, hace 40 años, creo recordar, alguien, presumiblemente el señor Felipe de la Cruz, invocando el nombre de un periodista amigo, llamó a mi oficina de Madrid para preguntar qué agencia alquilaba coches a buen precio. Como era habitual, lo atendí cortésmente y le pasé la llamada a mi secretaria, quien le dio los nombres y teléfonos de tres agencias, como solía hacer. Eso fue todo. Por ello el Dr. Bosch aclara que, el alquiler del auto lo “propició, sin conocimiento de causa, Carlos Alberto Montaner”. No tenía la menor idea de nada.

 

 Dejémoslo claro: me repugna profundamente el terrorismo. Me parecía abominable cuando lo practicaba abundante y cruelmente el Movimiento 26 de Julio, la organización creada por Fidel Castro durante la lucha contra la dictadura de Batista (hubo noches en las que hicieron estallar cien bombas en La Habana), y me siguió repugnando cuando la oposición, en los primeros tiempos de la dictadura comunista, integrada casi toda por personas que procedían de la revolución, recurrió a ese método de lucha.

 

También, por supuesto, y en mayor medida, me resulta aún más injustificable el terrorismo de Estado practicado por el gobierno de Castro, cuando adiestra, ayuda y alienta a terroristas como el venezolano Carlos Ilich Ramírez, El Chacal, formado en Cuba y preso en Francia por numerosos crímenes, así como en el pasado hizo con los tupamaros uruguayos, los montoneros argentinos y los etarras españoles. Si es condenable que existan organizaciones terroristas, más lo es que existan gobiernos terroristas, como sucede con el de los Castro, que así figura en la lista que compila anualmente el Departamento de Estado norteamericano.

 

Si a la señora Anna Cherubini le interesan los vínculos de Bosch con otras personas que practican el terrorismo, no debe señalarme a mí, sino a Fidel Castro. Además, debe tener en cuenta la afectuosa relación que existió entre Bosch y Fidel Castro desde fines de los años cuarenta. Ambos fueron amigos y ambos militaron en la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR) que dirigía Emilio Tro. Por eso, Orlando Bosch, cuando triunfó la revolución en 1959, se convirtió en el coordinador del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Las Villas y Fidel le ofreció el cargo de Ministro de Salubridad, distinción que no aceptó porque era, realmente, anticomunista.

 

De paso, como veo que tiene interés en los hechos de sangre originados en las riñas políticas cubanas, la señora Cherubini debe averiguar y contarles a los lectores italianos por qué en la época en que Fidel y Bosch eran amigos y militaban en la UIR, Castro trató de matar al estudiante Leonel Gómez (lo hirió por la espalda) el 12 de diciembre de 1946. Y por qué asesinó al sargento de la guardia universitaria Oscar Fernández Caral el 4 de julio de 1948, si éste no mentía al acusarle de dispararle, poco antes de fallecer. Asímismo, podía aclarar, de una vez por todas, la responsabilidad de aquel joven Fidel Castro en el asesinato del líder estudiantil Manolo Castro (no estaban relacionados) el 22 de febrero de 1948, entonces acusado de ser el autor intelectual del crimen.

 

Sin embargo, como italiana que es, o dice ser, o se supone que sea, si de verdad está interesada en el terrorismo y la violencia revolucionarias, acaso le interesará explorar las relaciones entre el aparato subversivo cubano y las Brigadas Rojas, y, sobre todo, el Gruppi di Azione Partigiana fundado por Giangiacomo Feltrinelli, un millonario comunista totalmente deslumbrado por la figura de Fidel Castro, como me contó el periodista italiano Valerio Riva, quien viajó a La Habana en los primeros tiempos de la revolución junto a Feltrinelli. 

 

¿Cómo responde usted a quienes dicen que estaba al tanto de la preparación del asesinato del rector de la Universidad Centroamericana, el jesuita Ignacio Ellacuría, que tuvo lugar en noviembre de 1989 en Salvador? ¿Y cómo se explica el hecho de que, justo una semana antes, en el curso de un programa de Mercedes Mila, amenazó a Ignacio Ellacuría?

En noviembre de 2009, el diario español El Mundo informó que, de acuerdo a los documentos desclasificados de inteligencia de EE.UU. y la CIA y el CESID (servicio secreto español), sabían que el sacerdote salvadoreño Ignacio Ellacuría y cinco de sus compañeros serían asesinados por escuadrones de la la muerte del ejército salvadoreño.

 

Solamente la mala fe y la voluntad de difamar pueden llevar a Anna Cherubini —o sea, a los servicios secretos cubanos— a repetir una infamia que ya he desmentido con pruebas que están al alcance de cualquiera que busque en YouTube.

 

Mi debate con el jesuita Ignacio Ellacuría en el programa de Mercedes Milá ocurrió cinco años antes del monstruoso asesinato de éste y otros sacerdotes y colaboradores. Y fue un debate intenso, pero respetuoso, como correspondía a dos personas decentes. Por supuesto que no existió por ninguna de las dos partes la menor amenaza. Fue un simple intercambio vigoroso de ideas.

 

Es interesante analizar cómo el aparato de difamación del gobierno cubano monta la mentira que ahora repite Anna Cherubini: 1) aparece una información en un diario español que dice que los servicios de inteligencia de ese país sabían que iban a matar a Ellacuría el 16 de noviembre de 1989. 2) Con el mayor descaro, mienten y afirman que una semana antes del asesinato, yo había discutido con el sacerdote en la television y lo había amenazado de muerte. El gobierno cubano oculta que el debate había sucedido cinco años antes, y que en él, por supuesto, no había existido ninguna amenaza. 3) Hacen la afirmación canallesca de que, como yo vivía en España, sabía que los militares salvadoreños iban a matarlo y por eso lo amenacé.

 

Con lo que no contaba el aparato de difamación castrista es que existía una copia del debate que se puede ver en YouTube o en mi blog. No obstante, el gobierno de los Castro continúa repitiendo la mentira, como ahora ha hecho Anna Cherubini.

 

¿Cómo se definen las actividades dirigidas a bloquear las inversiones extranjeras en Cuba, como las visitas a las oficinas de las compañías extranjeras que operan en Cuba por los miembros de la PDC (Plataforma Democrática Cubana) y por el propio Montaner? ¿Es verdad que por ese tono amenazante Montaner fue expulsado de las oficinas de Tryp Hoteles? ¿Es cierto que Montaner y el PDC amenazaron con elaborar el “Salón de la Vergüenza”, una lista negra de las compañías extranjeras que operan en Cuba?

 

Jamás en mi vida he estado en las oficinas de Tryp Hoteles, así que es absolutamente falso que fui expulsado de ellas (ni siquiera sé dónde se encuentran). Por el contrario, hace unos años, unos ejecutivos de esa empresa, muy amablemente, me invitaron a cenar en Madrid para conocer mi opinión sobre estas inversiones de los hoteleros españoles o de cualquier nacionalidad en Cuba.

 

Tras escucharlos durante veinte minutos quejarse y burlarse de la realidad política cubana, les dije, y ahora reitero, que por dos razones fundamentales esas inversiones en hoteles pueden tener consecuencias penales, cuando se restablezca en Cuba la democracia.

 

La primera: las multiples violaciones de las normas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), institución a la que pertenecen tanto España como Cuba. En esa Isla, el Estado, de común acuerdo con su socio inversor extranjero, les confisca a los trabajadores el 95% del salario mediante un cambio de moneda tramposo, y le prohibe todos los derechos sindicales, comenzando por el de huelga. Eso constituye delito.

 

La segunda razón: la complicidad entre la gerencia extranjera de esos hoteles y las actividades ilegales de espionaje a que someten a muchos de los huéspedes. La cadena Tryp, Meliá y el resto de los empresarios hoteleros son cómplices en la colocación de cámaras de video y grabadoras de audio en las habitaciones, y saben que entre sus empleados hay policías dedicados a esos menesteres. Incluso aplicando la propia ley cubana actual, esas actividades son ilegales.

 

Téngase en cuenta que no se trata de empresarios que invierten en países controlados por dictadores, sino de empresarios que se asocian con la dictadura para ganar dinero sin importarles los derechos de los trabajadores o la intimidad de las personas que utilizan sus servicios. Si en Madrid o en Roma un hotel oculta micrófonos o cámaras en las habitaciones de los huéspedes, los responsables de ese delito pueden acabar en la cárcel y resultar severamente multados.

 

Lo que entonces les dije a los hoteleros de Tryp, en el tono cordial que suelo utilizar, porque me pidieron mi opinión, es que esa colaboración es profundamente inmoral, y les recordé lo que les sucedió en Alemania a empresas como Bayer, Krupp y Volkswagen por colaborar con la dictadura nazi: además de pedir perdón públicamente por lo que ahora llamaríamos “irresponsabilidad moral coorporativa”, hasta hace unos años estuvieron pagando altas multas por su comportamiento contrario a la ética.

 

¿Está de acuerdo de haber apoyado, como admitió (“... porque nos detuvieron casi en el momento en que planeábamos ayudar a las guerrillas campesinas de las montañas del Escambray...”, en Havana Journal, 16 de agosto de 2005), el trabajo de las bandas terroristas que aterrorizaron a la Sierra del Escambray en los años 60 y que cometieron crímenes atroces como el del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech?

 

1960. Situémonos en Cuba. Apenas ha pasado un año de la fuga de Batista y ya se ha constituido una dictadura comunista. La revolución, hecha para restaurar la libertad, ha sido traicionada por Fidel Castro. Todos los periódicos, medios de comunicación y escuelas privadas fueron confiscados por el Gobierno en los primeros 18 meses. Sorpresivamente, Fidel entregaba la revolución a la Unión Soviética y calcaba esa manera siniestra de organizar la sociedad. La diversidad, incluso el homosexualismo, se convertía en un crimen. Cualquier crítica se pagaba con la cárcel. En ese momento, ya había unos 19.000 presos politicos en el país y no cesaban los fusilamientos.

 

Ante esa traición, numerosos revolucionarios que habían luchado contra Batista, vuelven a tomar las armas contra la nueva dictadura. En las montañas del Escambray, en el centro de la Isla, se produce una verdadera rebelión campesina dirigida por el comandante Plinio Prieto, el capitán Porfirio Remberto Ramírez, presidente de los estudiantes de la Universidad de Santa Clara y el comandante Evelio Duque.

 

Todos son oficiales del ejército revolucionario que derrocó a Batista. Quieren y piden democracia. Han visto con horror cómo apresaron y condenaron a 20 años de cárcel al comandante Huber Matos, uno de los héroes de Sierra Maestra, por escribirle una carta privada a Fidel Castro denunciando la entronización del comunismo.

 

El ala democrática del primer gobierno de la revolución, tiene que huir del país o esconderse para volver a la lucha. El Dr. Manuel Urrutia, primer presidente de la revolución, debe buscar refugio en una embajada junto a toda su familia. Se sabe que hay poco tiempo para evitar que la dictadura de corte estalinista arraigue en el país. Todas las universidades se convierten en focos de conspiraciones contra la nueva tiranía.

 

Es en ese contexto en el que yo, a los 17 años, hace más de medio siglo, junto a un grupo de estudiantes, como hicimos miles de muchachos, nos integramos a la Resistencia, como hicieron los franceses o los italianos honorables y patriotas contra los nazis y los fascistas.

 

Fue en ese contexto en el que planeábamos ayudar a las guerrillas campesinas del Escambray para evitar la tiranía que se cernía sobre el país y rescatar la democracia negada por Castro pese a sus previas promesas.

 

Lamentablemente, los cuatro amigos (entre miles de estudiantes que conspiraban) fuimos apresados y condenados a largas penas. A uno de ellos, a Alfredo Carrión Obeso, lo asesinaron los guardias en la cárcel. Yo logré escaparme al poco tiempo de haber sido apresado.

 

No dudo que algún grupo guerrillero antitotalitario haya cometido excesos condenables, pero los fusilamientos en masa de los detenidos los cometía el Gobierno. Como me contó un médico, oficial del ejército de Castro que luego desertó en España, mataban inmediatamente a los prisioneros de un tiro en la cabeza, para abrirles rápidamente el estómago y los intestinos con el objeto de averiguar cómo se alimentaban.

 

En el Escambray, en efecto, hubo crímenes lamentables. De cada 100 crímenes, 99 los cometió la dictadura. Esta historia ya le he contado en alguno de mis libros.

 

Estas son las preguntas que me gustaría hacerle al señor Montaner. Una vez dicho esto, me pregunto: ¿le compraría un coche usado a este hombre? Un coche que no lo sé, pero no es un libro!

Mis preguntas a Anna Cherubini

 

Este final de la señora Cherubini sirve para demostrar, con sus palabras, por qué miente y difama, por qué intenta asesinar mi reputación: su propósito —que es el de la policía política cubana— es intentar impedir que se publiquen o se lean mis libros o los escritos de cualquier demócratas de la oposición. A eso se dedican las dictaduras totalitarias: a censurar, a impedir que las personas se expresen libremente. En eso consiste el “asesinato de la reputación”. Afortunadamente, es inútil. Un día los pueblos derriban los muros.

 

Por último, en vista de que yo he respondido las preguntas de la señora Anna Cherubini —o de quien las haya formulado—, me gustaría que en justa reciprocidad me respondiera las mías. Son muy sencillas:

 

1)  ¿Por qué en Cuba, después de 53 años de dictadura de partido único, no se les pregunta a los cubanos, como proponía Oswaldo Payá, si quieren seguir con ese fallido sistema, o si prefieren un modelo de Estado multipartidista en donde haya diversas opciones, como existe en las 20 naciones más prósperas del planeta y, además, en toda América Latina?

 

2)  ¿Por qué los cubanos no pueden organizarse y reunirse libremente para defender las ideas y los intereses que comparten? ¿Por qué no pueden crear sindicatos que no dependan del Estado-patrón? ¿Por qué no pueden escribir y debatir sus ideas y propuestas con libertad?

 

3)  ¿Por qué los cubanos no pueden leer los libros y los diarios que desean, o escuchar las emisoras internacionales de radio que les plazca, o tener antenas parabólicas para ver televisión de otros países, o acceder libremente a internet? ¿No han bastado 53 años de adoctrinamiento y pensamiento único, infligidos a tres sucesivas generaciones de cubanos, para convencerlos de las bondades de un sistema que tiene que dedicarse a ocultar la realidad exterior como mecanismo de defensa?

 

4)  ¿Por qué los cubanos no pueden entrar y salir libremente de la Isla, sin necesidad de permisos? ¿Son esclavos o menores de edad?

 

5)  ¿Por qué se les niega a los cubanos la posibilidad de enriquecerse con el producto de su esfuerzo, como se autoriza a los extranjeros? ¿Por qué los cubanos talentosos, capaces de crear riqueza si los dejaran, no pueden aspirar a vivir con las comodidades con que viven, por ejemplo, Raúl Castro o Ramiro Valdés?

 

Si Anna Cherubini no desea o no puede responder estas preguntas, tal vez el coronel Rolando Alfonso Borges se anime a hacerlo. Al fin y al cabo, en su condición de Jefe Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba no solo le corresponde la tarea vil de intentar asesinar la reputación ajena. Entre sus funciones está defender la maltrecha reputación de la revolución. Aquí tiene una oportunidad de hacerlo.


La traducción al italiano de este texto fue publicada ayer en TellusFolio.

Asesinatos de la reputación por Kaos Cuba

Manuel Castro Rodríguez

18 de junio de 2011

La dirección de Kaos Cuba está en poder del sociólogo Aníbal Garzón Baeza, el cual debiera saber que en los países totalitarios no es la fiscalía la que ha de probar la culpabilidad del acusado, sino es éste el que tendrá —por lo general, inútilmente—  que intentar demostrar su inocencia.

 

La Universidad Internacional de la Florida (FIU), el Instituto de Investigaciones Cubanas (CRI) y la editorial Eriginal Books invitan a la presentación del libro El otro paredón: asesinatos de la reputación en Cuba, firmado por Carlos Alberto Montaner, Ana Julia Faya, Rafael Rojas, Uva de Aragón y Juan Antonio Blanco. ¿Aníbal Garzón Baeza desconoce que Ana Julia Faya, Rafael Rojas y Juan Antonio Blanco son izquierdistas cubanos?

 

La presentación del libro será el próximo jueves 24 de junio, a las 7:30 p.m., en el salón 243 del Graham Center de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), en la 107 SW y la 16 Street de Miami. A excepción de Faya, los escritores del libro estarán presentes y firmarán ejemplares. La entrada es gratuita. Para más información, los interesados pueden llamar al (305) 348 1991.

 

El asesinato de reputaciones que examina este libro es aquella forma organizada de terrorismo estatal orientada hacia la deliberada y completa destrucción de la credibilidad de una persona, grupo o institución (…) El otro paredón examina este tema a la luz de la experiencia cubana durante las últimas cinco décadas, mediante varios ejemplos: el del político Carlos Márquez Sterling, el empresario Amadeo Barletta, el periodista Carlos Alberto Montaner y los académicos que laboraban en centros de ciencias sociales creados por el propio régimen cubano”, apuntan los editores.

 

¿Por qué será que el asesinato de la reputación de los cubanos que nos oponemos a la tiranía castrista encuentra en Kaos Cuba un terreno ideal para su divulgación? Kaos Cuba está en la obligación moral de publicar al menos lo escrito por los izquierdistas Ana Julia Faya y Juan Antonio Blanco.

 

Ana Julia Faya expresa:

La investigación en las Ciencias Sociales, entre otras exigencias, requiere del uso de todas las fuentes posibles, con independencia de las ideologías o posiciones políticas de sus emisores, si el investigador a cargo pretende ser veraz y respetuoso ante sus lectores, o ante sus alumnos si se trata de un profesor. Por lo mismo, requerirá también de que explícitamente reconozca esas fuentes en el trabajo terminado o la conferencia impartida. Es que la valoración de una y otra información contribuyen a la objetividad que todo académico deberá imprimir en sus resultados. Estos, además, deberán mostrar la valoración de las hipótesis diversas, a veces contradictorias, por las que el intelectual ha debido transitar durante el a veces arduo y siempre estresante camino de la creación.

    No obstante, la aplicación de estas normas elementales ha encontrado muy serios obstáculos en Cuba, donde pesan posiciones ideológicas y políticas oficiales sobre la investigación histórica, económica, filosófica o política, que castran los resultados de talentosos intelectuales seguidores del socialismo —o revolucionarios, como todavía se les llama en Cuba a los partidarios del régimen—, no ya la obra de opositores o disidentes, la cual se rechaza de antemano. Los obstáculos aumentan si se trata de discernir cuáles son las fluctuaciones del pensamiento de un solo líder, de características totalitarias además, y cuando las posibilidades de publicación se reducen a aquellas admitidas por las autoridades correspondientes, quienes pueden encontrarse en un rango que va desde el Departamento Ideológico del Comité Central (CC) del Partido Comunista de Cuba (PCC), pasando por la institución académica a la cual se pertenece, hasta la casa editorial.

   

Juan Antonio Blanco señala:

Los economistas cubanos discuten hoy las mejores opciones para reconstruir la viabilidad material del país. Los historiadores tienen su propia faena pendiente. Tienen que reconstruir los hechos tal cual sucedieron, aunque luego se dividan acerca de cómo interpretarlos. Ésa es su contribución a la construcción del porvenir. Es difícil saber hacia dónde ir cuando se desconoce de dónde venimos.  Además de ser es una responsabilidad profesional hay otra razón irreprochable para hacerlo: es un deber ético hacia muchas víctimas cuya dignidad agredida espera ser reafirmada.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.