EL PROFETA Y LOS CUBANOS

El Profeta habla del regreso a Cuba

Luis Aguilar León

9 de junio de 2002

 

En cuclillas, a orillas del mar, el Profeta trazaba en la arena rasgos enigmáticos y observaba cómo las olas los borraban lentamente.

 

Entonces un grupo de cubanos se le acercó y uno de ellos le dijo: “Maestro, háblenos de cuándo regresaremos a Cuba”.

 

Irguiendo la frente hacia el horizonte, el Profeta habló casi en susurro.

 

Ustedes no están en Cuba, pero Cuba está en ustedes. Cuba es una isla cargada de dolor y de alegría. Aférrense a ese dolor, porque en él están las raíces de su pueblo; cultiven esa alegría porque ella es el carácter que salva a ese pueblo. Dondequiera que ustedes estén, el sufrimiento los hermana; donde quiera que ustedes canten, canta el indomable espíritu y la dolorosa esperanza de ese pueblo. Ustedes son una ola en el mar infinito de la patria. ¿Por qué preocuparse tanto por el cuándo van a volver, si ustedes no saben cuándo van a morir?

 

Ustedes se afanan todos los días en sus menesteres, y hacen planes de futuro y no se preocupan por cuándo llegará el viento negro que borra los semblantes.

 

Pues bien, trabajen con igual fervor por el retorno a la patria y no se preocupen por cuándo ha de llegar la hora del retorno. ¿O es que el amor tiene una cuota de tiempo y la esperanza un término fijo, y el deber un plazo limitado? Cumplid la cuota de deber de cada día y cada día mejoraréis la faz del futuro. Pero no le pidáis al futuro que os señale una fecha.

 

Vivan con la ilusión del regreso, pero no crean que van a regresar a la ilusión. Las arenas del tiempo caen inexorablemente, y nadie retorna a su pasado o a su juventud. Generación va y generación viene, mas la tierra permanece siempre, dice la Biblia.

 

Hubo una Cuba antes de vosotros y habrá una Cuba después de vosotros, pero la que ustedes conocieron y amaron no la han de encontrar jamás. Ella es parte de vuestra música y parte viva de vuestro dolor, pero el recuerdo amado es como la luz de un farol rodeado de sueños que se va extinguiendo en la mente.

 

Aprendan la parábola de una madre prudente a quien su hijo le dijo:

 

Madre, enseña a mi esposa a hornear el pan, porque el que ella me hace nunca sabe como el que tú me hacías.

 

Y la madre prudente le respondió:

 

Ni yo ni nadie puede hornearte ese pan, hijo mío. Yo lo cocinaba para un muchacho de doce años que corría como el viento y tenía un voraz apetito. Más tú eres ahora un hombre de cuarenta años volcado en el trabajo y los problemas. Yo puedo ofrecerte el mismo pan que siempre hago, pero no puedo devolverte la energía ni la voracidad de los doce años. Vuelve a tu esposa y aprende a disfrutar el pan de los cuarenta. El de los doce años nadie te lo puede devolver”.

 

Cuidad de vuestros hijos, y no permitáis que la ilusión del regreso se convierta en tema que os separe de ellos. Ellos marchan detrás de ustedes, pero su visión cabalga a la vanguardia de ustedes. Y el futuro de la caravana está en las manos de aquéllos que sepan mirar con ojos firmes el mañana.

 

Muchos cubanos han ayudado y van a ayudar al regreso, aun cuando ellos mismos no lograron o no lograrán regresar. Y en ellos alentó y alienta el verdadero amor a la patria. Pues, ¿quién tiene más mérito, aquél que trabaja esperando una recompensa o aquél que se sacrifica sin esperar recompensa? ¿Quién tiene más valor, quien siembra para recoger su cosecha, o quien siembra esforzándose porque la cosecha sea fecunda y a todos aproveche?

 

Trabajad cada día para que haya una amplia y generosa cosecha que abrigue a los cubanos de hoy y a los de mañana. Y si alguien os critica venenosamente, no permitáis que el odio tienda sus negras alas en vuestras almas y cubra de resentimientos el futuro. No olvidéis que aun cuando parezcan triunfantes, los malvados saben cuán ásperas se tornan las horas del odio; y odiar al tirano no justifica derramar odio en todos los rincones. Vuestro pueblo marcha hoy malherido y necesita vasto apoyo y larga generosidad; ofrézcanle toda la cuota que puedan ofrecer. Y no olvidéis que no ha bastado aprender las palabras de vuestro apóstol para crear libertad; es necesario conocer su conducta, que debió haber sido modelo de ética en vuestra historia. De ahí que sea más sabio preocuparse más del cómo que del cuándo será el regreso.

 

Y el Profeta reclinó su mirada y volvió a trazar rasgos en la arena y a observar cómo las olas barrían lentamente las huellas de sus trazos.

 

*Este artículo fue publicado en el diario El Nuevo Herald, Miami, el 9 de junio de 2002

He aquí que el Profeta hable de los cubanos*

Luis Aguilar León

Diciembre de 1986

 

Desde una roca en el puerto, el Profeta contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra había de llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa gente. Pero el deber lo llamaba a su patria. había llegado la hora de partir. Atenuabas su melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vacío de su ausencia.

Entonces un político de Elmira se le acercó y le dijo: Maestro, háblanos de los cubanos.

 

El Profeta recogió en un puño su alba túnica y dijo:

 

Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen.

 

Nunca subestiméis a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos y heretizan entre los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen simultáneamente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada y en los horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. Dicen que no creen en nadie, y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones, ni aprenden de las desilusiones.

 

No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido ... de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas.

 

Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo menos el aplauso de otro cubano.

 

No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a un restaurante, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino ‘al mejor restaurante del mundo’. Cuando discuten, no dicen ‘no estoy de acuerdo con usted’, dicen ‘usted está completa y totalmente equivocado’.

 

Tienen una tendencia antropofágica. ‘Se la comió’, es una expresión de admiración, ‘comerse un cable’, señal de situación crítica y llamarle a alguien ‘comedor de excrementos’, es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca, ‘ser la candela’ es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción que llaman a las mujeres hermosas ‘monstruos’ y a los eruditos ‘bárbaros’; y cuando se les pide un favor no dicen ‘sí’ o ‘no’, sino que dicen ‘sí, como que no’.

 

Los cubanos intuyen las soluciones aún antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos ‘nunca hay problema’. Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen ‘chico’. Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva al estudio de un famoso pintor, se limitan a comentar ‘a mí no me dio por pintar’. Y van a los médicos, no a preguntarles, sino a decirles lo que tienen.

 

Usan los diminutivos con ternura, pero también con voluntad de reducir al prójimo. Piden ‘un favorcito’, ofrecen ‘una tacita de café’, visitan ‘por un ratico’, y de los postres solo aceptan ‘un pedacitico’. Pero también a quien se compra una mansión le celebran ‘la casita’ que adquirió, o ‘el carrito’ que tiene a quien se compró un coche de lujo.

 

Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría instantánea y colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, enderezar a la América Latina, erradicar el hambre en África y enseñar a Estados Unidos a ser potencia mundial. Y se asombran de que las demás gentes no comprendan cuan sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre ustedes, y no acaban de entender porque ustedes no hablan como ellos.

 

Había llegado la nave al muelle. Alrededor del Profeta se arremolinaba la multitud transida de dolor. El Profeta tórnese hacia ella como queriendo hablar, pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación del timonel de la nave: ‘Decídase, mi hermano, dése un sabanaso y súbase ya, que ando con el schedule retrasao’.

 

El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo un gesto de resignación y lentamente abordó la cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al horizonte.

 

*Este artículo fue publicado en el diario Las Américas de Miami en diciembre de 1986. Imitando a Kahlil Gibrán en El Profeta, Luis Aguilar Leóncritica irónicamente y con amargo dulzor la idiosincracia cubana.

La hora de la unanimidad*

Luis Aguilar León

13 de mayo de 1960


La libertad de expresión, si quiere ser verdadera, tiene que desplegarse sobre todos y no ser prerrogativa ni dádiva de nadie. Tal es el caso. No se trata de defender las ideas del Diario de la Marina; se trata de defender el derecho del Diario de la Marina a expresar sus ideas. Y el derecho de miles de cubanos a leer lo que consideren digno de ser leído. Por esa plena libertad de expresión y de opción se luchó tenazmente en Cuba. Y se dijo que si se comenzaba por perseguir a un periódico por mantener una idea, se terminaría persiguiendo todas las ideas. Y se dijo que se anhelaba un régimen donde tuvieran cabida el periódico Hoy, de los comunistas, y el Diario de la Marina, de matiz conservador. A pesar de ello, el Diario de la Marina ha desaparecido como expresión de un pensamiento. Y el periódico Hoy queda más libre y más firme que nunca.


Evidentemente el régimen ha perdido su voluntad de equilibrio.


Para los que anhelamos que cristalice en Cuba, de una vez por todas, la libertad de expresión. Para los que estamos convencidos de que en esta patria nuestra la unión y la tolerancia son esenciales para llevar adelante los más limpios y fecundos ideales, la desaparición ideológica de otro periódico tiene una triste y sombría resonancia. Porque, preséntesele como se le presente, el silenciamiento de un órgano de expresión pública, o su incondicional abanderamiento en la línea del gobierno, no implica otra cosa que el sojuzgamiento de una tenaz postura crítica. Allí estaba la voz y allí estaba el argumento. Y como no se quiere, o no se puede, discutir el argumento, se hizo imprescindible ahogar la voz. Viejo es el método, bien conocido son sus resultados.


He aquí que va llegando a Cuba la hora de la unanimidad: la sólida e impenetrable unanimidad totalitaria. La misma consigna será repetida por todos los órganos publicitarios. No habrá voces discrepantes, ni posibilidad de crítica, ni refutaciones públicas. El control de todos los medios de expresión facilitará la labor persuasiva: el miedo se encargará del resto. Y, bajo la vociferante propaganda, quedará el silencio. El silencio de los que no pueden hablar. El silencio cómplice de los que, pudiendo, no se atrevieron a hablar.


Pero, se vocifera siempre, la patria está en peligro. Pues si lo está, vamos a defenderla haciéndola inatacable en la teoría y en la práctica. Vamos a esgrimir las armas, pero también los derechos. Vamos a comenzar por demostrarle al mundo que aquí hay un pueblo libre, libre de verdad, donde pueden convivir todas las ideas y todas las posturas. ¿O es que para defender la justicia de nuestra causa hay que hacer causa común con la injusticia de los métodos totalitarios? ¿No sería mucho más hermoso y más digno ofrecer a toda la América el ejemplo de un pueblo que se apresta a defender su libertad sin menoscabar la libertad de nadie, sin ofrecer ni la sombra de un pretexto a los que aducen que aquí estamos cayendo en un gobierno de fuerza?


Lamentablemente, tal no parece ser el camino escogido. Frente a la sana multiplicidad de opiniones se prefiere la fórmula de un solo guía y una sola consigna, y una total obediencia. Así se llega a la unanimidad totalitaria. Y entonces ni los que han callado hallarán cobijo en su silencio. Porque la unanimidad totalitaria es peor que la censura. La censura nos obliga a callar nuestra verdad; la unanimidad nos fuerza a repetir la mentira de otros. Así se nos disuelve la personalidad en un coro colectivo y monótono.


Y nada hay peor que eso para quienes no tienen vocación de obedientes rebaños.

 

* Este artículo fue publicado en el diario Prensa Libre, La Habana, el 13 de mayo de 1960, a raíz de la clausura del Diario de la Marina por el régimen de Fidel Castro. Fue un artículo de gran valentía que precipitó el cierre también de Prensa Libre pocos días después y la pronta salida del autor hacia el exilio.

 Luis Enrique Aguilar León
1925-2008

 

Historiador, ensayista político y profesor cubano, nacido en Manzanillo (Oriente), aunque de niño también vivió en Cárdenas y Remedios. A los once años se mudó a Santiago de Cuba y se educó en colegios jesuitas en Santiago de Cuba (Colegio de Dolores) y en La Habana (Colegio de Belén), coincidiendo en ellos con el joven Fidel Castro. Se tituló en Derecho por la Universidad de la Habana (1949), por la Universidad Complutense de Madrid (1950) y en Relaciones Internacionales (Ph.D.) por la American University de Washington, D.C. (1967). Tomó un curso en Ciencias Sociales en la de Toulousse (1953).

 

Enseñó Filosofía del Derecho en la Universidad de Oriente a partir de 1951, después de ganar la cátedra en brillantes oposiciones. A mediados de los cincuenta se trasladó a La Habana a ejercer su profesión de abogado y como articulista político (Bohemia, Prensa Libre, Carteles). Fue Director de la Universidad del Aire del Circuito CMQ (radio). En 1959 fundó, junto a José Ignacio Rasco, Dámaso Pasalodos y otros, el Movimiento Demócrata Cristiano (MDC), pronto proscrito por el nuevo gobierno revolucionario y que, en el exilio, se unió a otras organizaciones en los primeros intentos de derribar violentamente al nuevo régimen. En el exilio desde 1960, enseñó en Columbia University, N.Y., en 1961-62, y en Georgetown University en Washington, D.C. a partir de 1962, con un intervalo en Cornell University en Ithaca, N.Y. de 1969 a 1970. En 1988 inauguró la Cátedra Emilio Bacardí Moreau sobre Estudios Cubanos de la Universidad de Miami antes de volver a Georgetown University y allí jubilarse en 1992 como profesor emérito de historia, después de 30 años de docencia en ese centro. Ha sido Senior Fellow del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami, y por cuatro años hasta el 2002 profesor de la misma.

 

Ha publicado prolíficamente en prensa y revistas sobre temas cubanos e internacionales (Washington Post, Diario Las Américas) y de 1994 a 2004 en El Nuevo Herald de Miami con una columna semanal (publicada con frecuencia en inglés en The Miami Herald). En su trayectoria de profesor ha dictado cursos en diversos centros, entre otros, en el «Centre de la Amerique Latine» en París y en St. Antony’s College en Oxford, Inglaterra, en 1995. Ha disertado sobre estos temas en numerosas conferencias en Estados Unidos, Hispanoamérica y Europa. Políticamente ha mantenido su filiación con el Partido Demócrata Cristiano de Cuba en el exilio, hoy integrado en la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA). Residió últimamente en Cayo Vizcaíno, Florida, donde murió el 5 de enero de 2008 a causa del mal de Altzheimer.

 

Su época estudiantil en Santiago de Cuba y en La Habana cuando tuvo ocasión de conocer a Fidel Castro ha sido evocada recientemente en un libro norteamericano de estilo periodístico: The Boys from Dolores, de Patrick Symmes (Pantheon, Nueva York 2007, 352 págs), quien recoge testimonios de varios de los compañeros del futuro gobernante.

 

Selección bibliográfica de Luis Enrique Aguilar León:

 

1952 «La realidad de Hispanoamérica» en Revista Cubana de Filosofía, vol. II, 1952, nº 10, págs. 43-47.

 

1957 Pasado y ambiente en el proceso cubano, La Habana, Ediciones Ínsula,1957, 85 págs. «Sociedad Cubana de Filosofía».

 

1958 «Sacrificio y deber de una generación», en Carteles, La Habana, 16 de marzo de 1958.

 

1959 «El dilema», en Prensa Libre, La Habana, 27 de junio de 1959.


«El Comunismo y la revolución cubana», en Prensa Libre, La Habana, 5 de julio de 1959.

 

1960 «La hora de la unanimidad», en Prensa Libre, La Habana, 13 de mayo de 1960.

 

1968 Marxism in Latin America. Editado y con introducciones a ambas ediciones de Luis E. Aguilar León, Knopf, Nueva York 1968, xii, 271 págs. Edición revisada: Temple University Press, Filadelfia 1978, 412 págs.

 

1972 Cuba: conciencia y revolución (el proceso de una reflexión sobre el problema cubano), Ediciones Universal, Miami 1972, 188 págs.

 

1974 Cuba 1933: prologue to revolution, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York 1972, x, 256 págs. Re-impresión: Norton, Nueva York 1974, 256 págs.

 

1977 «Fidel Castro: apuntes sobre un caudillo socialista», separata de Revista/Review Interamericana, vol. 7, no. 3 (Otoño 1977), págs. 372-399.

 

1983 «Latin America, 1983-1985» en Latin America, The World Today Series, Stryker-Post Publications, Washington D.C. 1967- , v.

 

1984 De cómo se me murieron las palabras, Editorial Playor, Madrid 1984, 205 págs. «De cómo se me murieron las palabras y otros cuentos, cantos y cuestiones»

 

1987 Comentarios en La Crisis de octubre: al borde del abismo, documental televisivo de 60 mins. emitido por WLTV, Miami, octubre 1987.

 

1988 «Discurso», en Proceedings of the U.S.-Cuba Roundtable, International Freedom Foundation, Washington, D.C. c. 1988, 100 págs.

 

1989 Prólogo a Chistes, political humor in Cuba, Cuban American National Foundation, Washington, D.C. 1989, ii, 34 págs.

 

«Década trágica», Herencia Cultural Cubana, Miami 1989- , panfleto núm. 009 (Ciudades y regiones de Cuba). También en Revista Hispano Cubana, núm.10 (http://www.hispanocubana.org).

 

«Cuba: Nacimiento de la República», en Revista Hispano Cubana, núm. 13 (http://www.hispanocubana.org)

 

Reflexiones sobre Cuba y su futuro, Ediciones Universal, Miami 1991, 1ra. ed., 155 págs.; 1992, 2da. ed., 192 págs.; 2003, 3ra. ed., 206 págs.

 

Todo tiene su tiempo: tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de soñar y tiempo de pensar, Ediciones Universal, Miami 1997, 211 págs. «Artículos aparecidos previamente en varios libros y publicaciones seriadas».

 

«Subestimar a Castro es marchar hacia el desastre», Herencia Cultural Cubana, Miami 1997- , panfleto núm. 064 (Parte II: Historia y política en Cuba).

 

«Los grabados del paseo pintoresco por la isla de Cuba», prólogo a Paseo pintoresco por la isla de Cuba (Edición facsimilar de obra homónima, impresa por Soler y Comp., La Habana 1841-1842), Herencia Cultural Cubana, Ediciones Universal, Miami 1999, 1ra. ed., xlii, 290, 47, 10 págs.

 

En The Cambridge History of Latin America, Cambridge University Press, Cambridge 1986, editada por Leslie Bethell. Vol. V, «Cuba, c. 1860-1934», págs. 229-264. Vol. XI, Bibliographical Essays, «Cuba», págs. 413-419. Esta obra ha sido traducida al español.

 

En Cuba, a short history, editado por Leslie Bethell, Cambridge University Press, Cambridge 1993. «Cuba, c. 1860-c. 1930», págs. 21-56.

 

En Cuban Communism, 1959-2003, editado por Irving Louis Horowitz y James Suchlicki, Transaction Publishers, New Brunswick, Nueva Jersey 2003, 11th. edition. «From immutable proclamations to unintended consequences», págs. 69-85.

 

En The Democracy Reader, editado por Diane Ravitch y Abigail M. Thernstrom, Harper Perennial, New York 1992, 352 págs. «In defense of free speech», pag. 311.

 

Textos de Luis Enrique Aguilar León en el Proyecto Filosofía en español:

 

1952 «La realidad de Hispanoamérica»

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.