TERGIVERSAR   LA   HISTORIA,

TÍPICO DE LOS REGÍMENES TOTALITARIOS

El castrismo es el arte de mentir,

tergiversar, manipular y reprimir

Manipulación fotográfica antes del Photoshop

En la foto ubicada a la derecha -publicada por el periódico Revolución en 1962, el órgano oficial del Movimiento 26 de Julio, que Carlos Franqui dirigía- puede verse a Franqui al fondo. En la foto ubicada a la izquierda -publicada por el periódico Granma en 1973- se ha aplicado el típico procedimiento estalinista tan común en la Cuba de los hermanos Castro para borrar a los revolucionarios que se han opuesto a la tiranía castrista: Carlos Franqui ha desaparecido.

Ramiro Valdés, Camilo, Che Guevara y Carlos Franqui

Cuando Fidel Castro apoyó la intervención soviética en Checoslovaquia en 1968, Carlos Franqui cortó las relaciones con el régimen y se exiló. Su nombre y su imagen fueron eliminados de la historia oficial de la Cuba de los hermanos Castro.

Stalin eliminaba a sus enemigos de las fotografías. En esta foto un comisario fue retirado de la fotografía original.

En este fotografía, Mao Tse-tung (el primero desde la derecha) eliminó a Po Ku (primero desde la izquierda).

Mario García Menocal: otra víctima

de la historiografía castrista

Orlando Freire Santana

8 de octubre de 2013

 

Uno de los artículos dominicales más recientes del periodista Ciro Bianchi Ross, aparecido en Juventud Rebelde (edición del 22 de septiembre) fue dedicado a Mario García Menocal, el tercer presidente de la República de Cuba durante el período 1913-1921. Bianchi apunta que un parque habanero llevó el nombre del ex mandatario, y que en el lugar existió un busto de Menocal; un busto que ya había desaparecido.

 

Con el objetivo de comprobar si quedaba algún rastro del busto, nos dirigimos al referido parque, ubicado en la manzana comprendida entre las calles 6, 8,15 y 17 en el barrio de El Vedado. Después de recorrer minuciosamente el parque no hallamos ningún indicio de que el busto hubiese existido, ni siquiera su pedestal. O sea, que a diferencia de la estatua de Tomás Estrada Palma en la Avenida de los Presidentes -decapitada, pero conservando su pedestal-, de la efigie de Menocal no queda absolutamente nada.

 

Preguntamos a tres personas que mitigaban el calor en varios bancos del parque, dos jóvenes y un hombre maduro que dijo ser vecino de los alrededores, acerca de si conocían el anterior nombre del parque, y también de alguna estatua que hubiese existido allí. Pero nada. Los tres expresaron que el parque se llama John Lennon, cuya famosa efigie reposa en otro banco de la instalación, y que desconocían la denominación del parque antes de que allí estuviese el ex Beatle. Y del hipotético busto de Menocal, jamás habían oído hablar.

 

Por suerte, ya a punto de retirarnos, nos topamos con una señora octogenaria, también residente en ese barrio, la que nos confirmó lo planteado por el periodista. Pero dijo más: el busto de Menocal fue eliminado a principios de la revolución de Fidel Castro, por un problema político, y no como otras estatuas que han desaparecido últimamente de parques habaneros, depredadas por personas que buscan apropiarse de los valiosos materiales que las componen.

 

No es difícil imaginar que la destrucción del busto se realizó en el contexto de la descalificación de las figuras públicas que prestaron servicios en la etapa republicana, máxime al tratarse de un Presidente de la República. De acuerdo con el punto de vista de la historiografía oficial, esas figuras traicionaron los ideales de los padres fundadores  -Martí, Maceo, Gómez-, y devinieron títeres del imperialismo norteamericano. Es decir, que fueron baluartes de la hoy llamada “pseudorepública”, tan denostada por los manuales con que se les enseña la historia a nuestros estudiantes.

 

Mas, al margen de la actuación de Menocal con posterioridad a 1902, conviene repasar su labor antes de esa fecha.

 

El 26 de febrero de 1895, dos días después de comenzada la guerra necesaria que preparó Martí, y renunciando a su cómoda posición de ingeniero civil, el joven Mario García Menocal  -contaba con 29 años- se alzó en armas contra el colonialismo español. A los pocos meses, tras cumplir con éxito algunas misiones encomendadas por Máximo Gómez, alcanzó el grado de capitán. Y ya al siguiente año sus dotes de buen guerrero se pusieron de manifiesto: más de 12 acciones combativas le valieron los ascensos consecutivos a comandante, teniente coronel y coronel. Al final de 1896, y también a propuesta de Gómez, recibe el grado de general de brigada por su actuación en el ataque y toma del poblado de Guáimaro, de gran significación para los mambises al haberse firmado allí la primera constitución de la República en Armas en 1869.

 

En agosto de 1897 se destacó en el ataque a la ciudad de Las Tunas, donde resultó herido de gravedad, y obtuvo los grados de general de división. Hacia el final de la guerra, tras cruzar la trocha de Júcaro a Morón, y operar en la provincia de La Habana, fue ascendido a mayor general. Por último, y en reconocimiento a su brillante hoja de servicios, fue uno de los nueve generales que asistieron al acto por el cese de la dominación española en Cuba.

 

Aun considerando los desaciertos que haya podido tener como gobernante, ¿qué derecho le asistió al castrismo para ultrajar la memoria de un hombre que lo dio todo en la manigua en pos de la independencia de Cuba? Ningún derecho. Solo la fuerza que emana de un poder ilimitado.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.