LA CUBA DE FIDEL CASTRO EN VENEZUELA

CONTINUACIÓN

La Cuba de los hermanos Castro

interfiere en la política venezolana

como nunca hiciera Estados Unidos

Nicolás Maduro Moros

y el sanguinario Ramiro Valdés Menéndez

El que murió será más soportable

que el santurrón que tratan

de elevar ahora al cielo de América

los pícaros que no quieren perder el poder

y los aprovechados del dinero de Venezuela

La ‘petrodiplomacia’ que impulsó Chávez

tiene un futuro incierto

13 de abril de 2013

 

Gane quien gane, dicen analistas, las urgencias de la economía con mayor inflación en Latinoamérica llevarán a revisar el manejo de los recursos.

 

Los desafíos económicos que heredará quien gane el domingo las elecciones presidenciales en Venezuela abren una incógnita sobre la capacidad real del país para sostener la estrategia política con la que Hugo Chávez forjó alianzas: la “petrodiplomacia”, reporta la AFP

 

El presidente encargado de Venezuela y candidato oficialista Nicolás Maduro, favorito en las encuestas por más de 10 puntos, promete honrar los acuerdos de cooperación energética que firmó Chávez con varios países de América Latina, como Cuba, Argentina, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Ecuador y Bolivia, y socios no tradicionales como Rusia y China.

 

El opositor Henrique Capriles, de su lado, afirma que parte del “cambio” que propone a los venezolanos está en la política petrolera: “Se va a acabar la regaladera”, afirmó la noche del jueves en Barquisimeto (noroeste), en el cierre de su campaña electoral.

 

Pero gane quien gane, según analistas, las urgencias de una economía con la mayor inflación latinoamericana según datos oficiales (20,1% en 2012), una industria deprimida, ciclos de escasez y una deuda pública que supera el 50% del PIB, lo llevarán a revisar el manejo de los recursos de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), caja grande y chica del Estado venezolano, para el cual representa más de 90% de los ingresos.

 

“Venezuela tiene una situación difícil. Más allá de que es loable que se use el petróleo como palanca para impulsar la integración, se impone la necesidad de poner orden en la casa”, dijo a la AFP el analista Rafael Quiroz, exdirectivo de PDVSA.

 

“Desafíos abrumadores” para el sucesor de Chávez

 

Con los precios del petróleo por las nubes durante gran parte de los 14 años que gobernó, Chávez construyó alianzas y puso a Venezuela, primer productor de petróleo sudamericano y quinto del mundo, en el mapa geopolítico regional.

 

De PDVSA ha salido el financiamiento de los programas sociales de Chávez —174.154 millones de dólares entre 1999 y 2012— y el petróleo que vende en condición de pago preferencial en el marco de Petrocaribe y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), pero las inversiones en el sector cayeron.

 

“La bonanza petrolera no es eterna, aumenta el consumo y ha menguado la capacidad de refinación”, advirtió Quiroz. La producción está estancada en tres millones de barriles diarios (mbd) según el Gobierno —según la OPEP bajó a 2,3 mbd—, y los precios en alrededor de los 100 dólares el barril.

 

Hace un mes, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) auguró “desafíos abrumadores” al sucesor de Chávez para conjugar la necesidad de recuperar el sector petrolero y seguir financiando los programas sociales, en tanto que vaticinó cambios en la “petrodiplomacia”.

 

Aunque el ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, afirmó recientemente que la política petrolera no cambiará, algunos países de Latinoamérica ya olfatean que puede haber una revisión de la diplomacia petrolera en la era post-Chávez, según analistas consultados por la AFP.

 

“Algo tendrá que ser sacrificado”

 

Para Cuba, a donde Venezuela envía 100.000 barriles diarios a cambio de servicios, “la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves”, dijo el economista cubano Carmelo Mesa-Lago.

 

Aunque prometa seguir oxigenando a Cuba de ganar el domingo, Maduro tendrá “una peliaguda” decisión: reinvertir en la industria petrolera para fortalecer la economía, mantener las costosas misiones sociales que le dan apoyo político, y continuar la ayuda a Cuba, dijo Mesa-Lago. Es “imposible conseguir los tres objetivos y alguno tendrá que ser sacrificado”, agregó.

 

“Con la combinación de desafíos internos en materia de inversión y abastecimiento, y un liderazgo disminuido a nivel del Ejecutivo, aún si hubiese continuidad de la administración actual, es prudente anticipar cambios en la política de financiamiento hacia Nicaragua”, coincidió el nicaragüense Mario Arana, exministro de Hacienda y expresidente del Banco Central.

 

Venezuela, con las mayores reservas de crudo del mundo, tiene decenas de acuerdos en materia energética con países de Sudamérica. El pasado miércoles, en Buenos Aires, el canciller venezolano, Elías Jaua, anunció que Caracas ayudará a Argentina a reactivar una refinería de la petrolera estatal YPF afectada por torrenciales lluvias la semana pasada.

 

“Estimamos que habrá continuidad en la política petrolera más que cambios (…) Argentina no es lo mismo que Cuba, que paga el petróleo a menor precio, Argentina paga precio de mercado”, declaró el politólogo Diego di Risio, del no gubernamental Observatorio Petrolero Sur, integrante de la internacional Oliwatch.

 

Capriles dijo estar averiguando sobre los convenios con Argentina. “Nada es gratis. Tenemos demasiados problemas para financiar proyectos políticos de otros países”, afirmó.

 

Jaua viajó a Brasil y Argentina para intensificar las relaciones en el marco de una mayor integración regional, en vista de que Venezuela asumirá por primera vez la presidencia pro témpore del Mercosur, en junio.

 

Pero para Quiroz, es el momento de hacer algo por cambiar la dependencia del petróleo, que “rige la vida del venezolano” y su relación internacional. “Todo empieza y termina en un barril de petróleo”, lamentó.

Vivir una campaña electoral

Dariela Iquique

13 de abril de 2013

 

El jueves fue el cierre de campaña en Venezuela con vista a los comicios del próximo domingo 14 de abril. Dicha campaña, debió designarse contienda, porque fueron realmente crudos los enfrentamientos verbales que tuvieron los candidatos de la derecha y de la izquierda.

 

Nicolás Maduro, partidario del legado chavista y que a su frente de maniobra le nombró justamente Hugo Chávez. Haló tras de sí una verdadera marea roja, como ellos mismos le llaman a los seguidores del Partido Socialista.

 

Henrique Capriles, el candidato de la derecha, no dejó de remolcar menos adeptos. Con un margen de diferencia aunque notable no muy grande. Esta vez su frente nombrado Simón Bolívar arrastró a muchos azules.

 

Nunca fue tan difundida en Cuba campaña electoral alguna, ni siquiera la concluida el pasado mes de octubre y en cuyas votaciones resultó reelegido presidente el desaparecido Hugo Chávez.

 

Esta campaña sin embargo, e imagino se deba a la importancia que reviste para el futuro de Venezuela y por extensión de América Latina y el Caribe, ha sido muy seguida detalle a detalle y trasmitida por la televisión en nuestro país.

 

Para los de mi generación, a menos que no lo hayan vivido fuera de la isla, una campaña electoral es algo extraño. Desde pequeños nos inculcaron que este tipo de acciones respondían a los malos caracteres del sistema capitalista.

 

Donde se invertían grandes sumas de dinero y recursos para hacer labor de proselitismo político, de este u otro partido. Que generalmente estos grupos se desgastaban en promesas al pueblo y se despotricaban unos a otros, atacándose incluso en aspectos de su vida privada.

 

La visión que siempre se nos dio de una campaña electoral fue la de un sensacionalismo partidista, donde cada uno intentaba ser más efectista con tal de ganar el mayor número de votos en las urnas.

 

Y en realidad la definición que siempre nos dieron no está tan lejos de la verdad. Hemos apreciado como ambos bandos se han valido de todo tipo de recursos para ser quien prevalezca.

 

Uno apelando a medios más sucios o menos éticos, pero en definitiva, aquí aplica el término: del fin justifica los medios. Vimos a un Capriles con un desaforado afán nacionalista, haciendo promesas risibles e increíbles y hasta imitando los patrones y símbolos de su eterno antagónico, Chávez.

 

Vimos también a un Maduro, al que se le escapó muy frecuentemente que el estado de salud de su presidente fue muy delicado desde el principio. Que todos sabían de un inevitable deceso (aunque se anunciaba siempre una mejoría, que no era tal) Vimos a ambos ofenderse e insolentarse.

 

Pero lo más importante es que vimos a un pueblo que con absoluta libertad tomaba partido por este o por aquel. Que puede salir a las calles vistiendo los colores que quiera, apoyando a quien decida. Un pueblo que puede expresarse libremente, sin que eso implique sanción alguna para ellos.

 

Vimos un pueblo entusiasta que decide y no acata, que es responsable de su elección y que profesa la ideología que le dé la gana. Y entonces sentí muchas ganas de poder alguna vez tener esa experiencia, de algún día poder vivir una campaña electoral.


 

Venezuela decide este domingo si existe el chavismo sin Chávez

Luis Prados

13 de abril de 2013

 

Las elecciones se convierten en un referéndum sobre la continuidad de la Revolución Bolivariana

 

Las elecciones presidenciales de este domingo, las primeras sin la presencia física de Hugo Chávez en 15 años, se han convertido en un referéndum sobre la continuidad hasta 2019 de la Revolución Bolivariana que el comandante fallecido encarnó y que ha dividido políticamente a Venezuela en dos mitades irreconciliables. El duelo lo protagonizan Nicolás Maduro, el “candidato de la patria” como le llama la propaganda oficial, hijo y heredero del “Cristo de los pobres”, y Henrique Capriles, líder de una alianza de pequeños grupos opositores, derrotado en los comicios del pasado 7 de octubre. Y contra pronóstico, según los sondeos internos de algunas empresas de opinión, el resultado del combate parece más ajustado e incierto de lo que nadie pudo prever hace tan solo un mes.

 

Pero las elecciones son también las últimas en las que Chávez ha hecho campaña. La retórica del régimen ha elevado a las alturas al líder bolivariano hasta un extremo solo comparable con el culto a la personalidad que reciben los ídolos totalitarios. Sus retratos, palabras y anécdotas han estado machaconamente presentes cada minuto en las radios y televisiones públicas y en cada acto y frase de Maduro, cuya campaña ha tenido un carácter intencionadamente religioso. La propaganda chavista se las ingeniado para conformar una nueva Santísima Trinidad en la que Chávez es el Padre Eterno; Maduro, el Hijo, y el pajarito de la famosa y ridícula escena de hace unas semanas, el Espíritu Santo.

 

Maduro, de 50 años, un hombre nada arrogante, según quienes le conocen, carga sobre sus hombros con la responsabilidad de demostrar que el chavismo sin Chávez es posible. Una verdadera prueba de fuego cuando los problemas sobre la economía venezolana se acumulan –alta inflación, enorme déficit fiscal, aumento de la deuda pública, escasez de alimentos y de divisas, apagones y creciente dependencia del petróleo- heredados del populismo de su mentor.

 

Antiguo conductor de autobuses, sindicalista y ex canciller, de lealtad inquebrantable desde 1992 al “Comandante Supremo”, como se le nombra ahora, y considerado un hombre de La Habana –estudió en una escuela de formación marxista cubana en los años 80- ha realizado una campaña mediocre con torpezas como confundir Estados con ciudades de su propio país.

 

El presidente encargado, sin el carisma de su idolatrado comandante, ha empleado un discurso básico destinado a conectar con todo el espectro chavista, desde el fundamentalista al oportunista. Su propia candidatura es para algunos analistas resultado de una tregua entre la nomenclatura del régimen porque ninguna de sus figuras, muerto el líder, tiene poder para imponerse.

 

En su primera campaña, nunca antes se había sometido a la prueba de las urnas, ha advertido que las misiones –el gran programa de asistencia social de Chávez- están en peligro si gana su rival, al que ha llamado repetidamente “burguesito” y “caprichito”, y prometido luchar contra la inseguridad ciudadana, que ha convertido a Venezuela en uno de los países más violentos del mundo. También se ha comprometido a solucionar los problemas en las infraestructuras y servicios públicos.

 

Capriles, un abogado de 40 años, ha aprovechado esta segunda oportunidad para emplear un discurso mucho más agresivo, gracias al cual ha logrado sacar de la depresión a la oposición, hundida tras los descalabros de las elecciones de octubre y las regionales de diciembre. Un gran mérito ya que su campaña se ha desarrollado en unas condiciones de absoluta desventaja frente al poder chavista, que ha abusado sin escrúpulos de todos los resortes y fondos del Estado. Al grito de “Yo no soy la oposición, soy la solución”, ha devuelto golpe por golpe a Maduro, a quien ha llamado “mentira fresca”, y definido a todo su entorno como un grupo de “enchufados”.

 

El líder opositor, fundador del partido de centro derecha Primero Justicia y gobernador del Estado de Miranda, ha denunciado la intromisión de los cubanos en Venezuela –se calcula que hay más de 40.000 en el país, con gran poder en el aparato de seguridad del Estado- y la posibilidad de que el chavismo cometa un fraude manipulando el sistema electoral. Hasta ahora la oposición prefería eludir las irregularidades por temor a que desanimase a sus partidarios a acudir a las urnas. Ahora la situación ha cambiado y el candidato ha pedido a sus seguidores que vigilen todo el proceso en las mesas de votación.

 

La noche del 7 de octubre Capriles aceptó sin demora su derrota. Cuál será su decisión ahora es una incógnita y no se puede descartar que se produzcan incidentes violentos este domingo, dado los ataques que supuestos descontrolados chavistas han llevado a cabo contra los opositores durante la campaña. El papel que adopten las fuerzas armadas será crucial para conocer el signo de la nueva etapa política que se abre en una Venezuela sin Chávez.


 

La Biblia de Hugo Chávez

Miguel Ángel Bastenier

12 de abril de 2013

 

El Socialismo del Siglo XXI querría ser la codificación doctrinal de la religión política del chavismo

 

El Islam tiene el Corán; las diversas confesiones cristianas, desde el maremágnum de protestantismos al catolicismo uno y trino, cuentan con diferentes recopilaciones de la Biblia; el judaísmo se apaña con el Talmud y la Torá; el Tao, o el camino, hace las veces de Kempis oriental; el marxismo no carece de libro de cabecera, El Capital; y el chavismo, en su afán de perdurabilidad, parece que debería concretar en forma documental ese sugerente eslogan de Socialismo del Siglo XXI, en el que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quería encapsular objetivos, ensoñaciones y proyectos para la refundación del país. Pero a la hora de su fallecimiento, víctima de un cáncer, el pasado 5 de marzo, poco o nada se había hecho o dicho que permitiera hablar de codificaciones. Por ello, ante los comicios presidenciales del domingo, 14, en los que el presidente encargado, el exsindicalista Nicolás Maduro, se enfrenta al candidato de la oposición, el multimillonario Henrique Capriles, veamos si es posible identificar ¿qué es eso del Socialismo del Siglo XXI?

 

El término fue inventado a fin de los años 90 por un politólogo alemán, Hans Diederich, que asesoró a Chávez al inicio de su mandato (1999-2013), pero que hace ya algún tiempo que ha renegado de denominación tan ambiciosa, afirmando que en su interior no hay nada, a lo sumo la encarnación del capitalismo de Estado. El propio líder bolivariano utilizó por primera vez el mantra socialista, referido a su Gobierno, en enero de 2005, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, para declararse unas semanas más tarde personalmente socialista, con motivo de la celebración en Caracas de la IV Cumbre de la Deuda Social, el programa alternativo a las cumbres de los G-veintantos. Y con una candidez que solo cabe imaginar en quien se sabe sumo sacerdote del culto a su persona, Chávez admitía que la doctrina estaba aún por hacer cuando afirmaba que “aunque hay experiencias, logros y avances, tendremos que inventárnoslo, y de ahí la importancia de estos debates y esta batalla de ideas; hay que inventar el Socialismo del Siglo XXI y habrá que ver por qué vías”. En lo que podría ser un primer aterrizaje de ese objeto volante no identificado, el sociólogo norteamericano Stephen Levitsky decía que era: “un autoritarismo competitivo, que, a diferencia de las dictaduras o regímenes de partido único, es un híbrido; alberga instituciones democráticas que no son solo fachada; medios independientes y de oposición que compiten seriamente por el poder. Pero en cancha desigual, porque tienen menos recursos, menos acceso mediático, y sus líderes sufren diferentes tipos de hostigamiento” (Nov. 2010, La República de Lima). Teodoro Petkoff, director del diario caraqueño Tal Cual y eminencia gris de la oposición, cuenta que la información oficial se facilita, incluso sobre temas protocolarios como son las giras internacionales de Chávez, únicamente a medios afectos. No hablemos ya de quién se beneficia de la publicidad oficial que como el ojo del amo engorda el caballo.

 

Manuel Alcántara, director del departamento de América Latina de la universidad de Salamanca, subraya que la doctrina chavista “no cuenta con ningún texto medianamente estructurado”, sino que es “una cobertura a la propuesta bolivariana, que engloba viejas ideas con fuerte componente identitario como la patria grande, el anti-imperialismo gringo, el paternalismo de Estado, la mejora de las condiciones de vida de las clases humildes, y el caudillismo mesiánico”. En una primera búsqueda de filiaciones históricas, el analista peruano Luis Esteban G. Manrique, de Política Exterior (Madrid), lo califica de un populismo más cuyas referencias se encuentran en el peronismo y América Latina, en general: “¿Derechas, izquierdas? Yo gobierno con las dos manos, se burló una vez Perón cuando le preguntaron por su ideología”. Y lo que hizo el hoy icono electoral de Maduro fue “reformular para la Venezuela del siglo XXI el viejo modelo populista latinoamericano que se remonta a los años 40 del siglo pasado; del brasileño Getulio Vargas, del que se decía que ‘era el padre de los pobres y la madre de los ricos’; o del colombiano Jorge Eliecer Gaitán, que se declaraba ‘pueblo antes que hombre’. El carácter impreciso de ese populismo ha sido siempre una de las claves de su éxito”.

 

Alberto Barrera, posiblemente el mejor biógrafo independiente del líder, encuentra las primeras huellas de ese bolivarianismo en una trinidad, repetidamente exaltada por el propio Chávez: “La nuez de la ideología que anima el movimiento es un árbol de tres raíces: Bolívar, su mentor el maestro Simón Rodríguez, y el federalista Ezequiel Zamora”, este último un comerciante de provincias (1817-60) que encabezó una insurrección campesina fracasada en 1846; y a todo ello el líder desaparecido añadía una cuarta pata, aunque menor, la de Pablo Pérez Delgado, maisanta (madre santa), un guerrillero del siglo pasado fortuitamente antepasado del propio Chávez. El biógrafo enlaza, finalmente, todo ello con el legado de uno de los progenitores de la izquierda radical latinoamericana, el guerrillero venezolano Douglas Bravo.

 

Los medios son, naturalmente, el mayor vivero de opinión sobre el Socialismo y su fundador. Petkoff, que procede también de la izquierda guerrillera, habla desde el desengaño democrático cuando afirma: “Es una afortunada expresión inventada por Hugo Chávez para denominar su proyecto político, que hasta 2005 careció de cualquier definición ideológica. A partir de esa fecha, quizá por inspiración del propio Fidel Castro, comenzó a dar a sus desvaríos esa cobertura, como cabría esperar de alguien que confiesa no haber leído nada de marxismo, de forma que su socialismo consiste en una mescolanza indigerible de simplezas y simplificaciones, a las que atribuye algún parentesco con el pensamiento de Marx, aunque su traducción en la práctica sea un régimen autoritario, autocrático y militarista”. Michael Reid, el latinoamericanista residente de The Economist, cree que “combina marketing brillante con contenido poco definido, y se basa en el control hegemónico de la economía, sin que ello signifique el fin de la propiedad privada, con una distribución de la renta petrolera a beneficio de los sectores más pobres, a través de estructuras partidarias no institucionales”. Eleazar Díaz-Rangel, director de Últimas Noticias, el diario de mayor difusión de Venezuela, está considerado un chavista equilibrado, y coincide en parte con Reid: “Se habla de Socialismo del siglo XXI para diferenciarlo del que hubo el siglo pasado, que fracasó allí donde pudo ensayarse, o donde se ha transformado para evitar su derrumbe. El socialismo venezolano tendrá libertad de prensa, de asociación política, y se mantendrá la propiedad privada sobre los medios de producción no estratégicos”. La Prensa, entre ellos. Elides Rojas, director de la redacción de El Universal, el diario más prestigioso del país, lo ve, en cambio, como “un batiburrillo ideológico, dinamitado por la realidad, con la vieja retórica del comunismo cubano, el autoritarismo de las más atrasadas dictaduras latinoamericanas del siglo pasado, su buena dosis de populismo y demagogia, hipocresía, doble discurso y, lo más grave, una gran corrupción”. En todo ello abunda con su explosivo verbo una de las plumas más cotizadas del país, Milagros Socorro, colaboradora entre otras publicaciones de El Nacional, competencia del anterior: “Es el totalitarismo de siempre, pero entonado con la rima de una supuesta redención de masas. La novedad estriba en el cinismo de sus defensores que aseguran que beneficia a los pobres, aunque haya devastado la economía venezolana y emplazado al país entre los más violentos del planeta”. Maye Primera excorresponsal de EL PAÍS en Venezuela lo ve más como “una estética, que una ideología; un adjetivo para cubrir con una pátina revolucionaria el viejo sistema rentista-petrolero”. Para Jorge Luis Benezra, periodista de Televen, es un apaño de “identidad ideológica con que justificar el poder”. Y Luz Mery Reyes, directora de una web caraqueña, sostiene, mientras navega escrupulosamente entre Scila y Caribdis, que “pretende superar las fallas del socialismo real, con empoderamiento de los menos favorecidos. Mezcla experiencias distintas como los consejos comunales, estructuras que podrían materializar la preponderancia del poder popular. Pero en la práctica sigue enfrentando los problemas del socialismo real desde un sistema capitalista, aunque signado por el dominio del Estado, que se apoya en los ingresos petroleros”.

 

Juan Carlos Monedero, profesor de la universidad española que ha sido asesor de Chávez, y en 2004 contribuyó a crear el Centro Internacional Miranda, una suerte de laboratorio ideológico de izquierdas, es quien se atreve a pergeñar una cierta definición enumerando lo que considera rasgos esenciales de ese Socialismo: “Es anti-imperialista y contrario a toda colonización económica o cultural; quiere superar el marco capitalista y no solamente corregir sus excesos neoliberales (lo que le aleja de la socialdemocracia del brasileño Lula) ; apuesta por el respeto al medio ambiente como herencia de la Pachamama indígena (cultos precolombinos que adoraban la Madre Tierra), y por la mujer, en los ámbitos laboral, familiar y político; es pacífico pero está armado; distingue entre socializar y estatalizar, y fía en formas populares de gestión económica; entiende que el Estado es solución y problema, con lo que promueve la autogestión del pueblo organizado, superando las limitaciones de la democracia representativa”. Añade con agudeza que el “pensamiento de Chávez lo construyen sus enemigos”, lo que suena como un eco de las palabras del propio líder bolivariano, cuando dijo que él era consecuencia de sus predecesores: la Venezuela rentista del pillaje petrolero.

 

El Socialismo à la Chávez, tenía inevitablemente que heredar características de su progenitor. Alberto Barrera habla de “político catódico” para subrayar la capacidad de arrastre casi hipnótico del líder sobre todo en los medios audiovisuales. Así, el Socialismo chavista comienza por un eslogan, afortunado como decía Petkoff, donde la referencia al siglo XXI parece excusar de ulteriores elaboraciones, porque es una work in progress. Chávez era un novelista de sí mismo, al que le caería bien la manoseada imagen de Pirandello, con la diferencia de que el autor ya lo tiene, él mismo, y lo que busca es la novela que mejor le siente a su personalidad. Adecuadamente, en este recorrido se ha producido una amalgama de opiniones que, aunque formalmente contradictorias, coinciden en la afirmación simultánea de unos rasgos y sus contrarios. Un Ying y Yan caribeño, que trata de poner en práctica un atractivo eslogan con competencia profesional dudosa, limitación pero no abolición de unas libertades que no son solo burguesas, corrupción que viene de antiguo, y en medio de una inseguridad ciudadana crecientemente atroz.

 

Monedero, que se encuentra estos días en Venezuela, destacaba, en una recopilación de José Poliszuk, en El Universal, que “la Biblia dice que los profetas te llevan a la Tierra Prometida, pero nunca llegan a ella. Maduro va a tener que manejar con política lo que el presidente Chávez solventaba con carisma”. Lo que va de ayer a hoy.


 

El fantasma de Chávez

preside el final de la campaña electoral venezolana

Luis Prados

12 de abril de 2013

 

Nicolás Maduro, el presidente ungido en su lecho de muerte por el caudillo bolivariano Hugo Chávez, cerró en la noche del jueves la campaña electoral más corta de la historia de Venezuela, de tan solo diez días de duración, con un gigantesco acto de masas en Caracas. Ante cientos de miles de partidarios vestidos de rojo y acompañado por el exfutbolista Diego Armando Maradona, Maduro, con camisa blanca, llamó a una victoria aplastante, con no menos de 10 millones de votos, en las presidenciales del domingo. “La burguesía cree que la revolución llegó a su fin, que el chavismo se acabó, pero hay Chávez para rato en la historia futura de esta patria libre e independiente, la revolución continúa”, clamó.

 

El huracán bolivariano estaba programado para coincidir con el undécimo aniversario del golpe de Estado fracasado contra Chávez y el mitin, plagado de jaculatorias revolucionarias, tuvo el carácter de una ceremonia religiosa en la que Maduro fue entronizado como el verdadero y único hijo del “comandante supremo”, del “redentor de los pobres”, del “gigante de los pueblos latinoamericanos”.

 

El presidente encargado no dejó pasar la efeméride y amenazó al líder opositor, Henrique Capriles, con estas palabras: “Si el señorito se atreve a desconocer los resultados del domingo, llamaré al pueblo y se convertirá en otro Carmona”, en alusión al empresario Pedro Carmona, cabeza visible del golpe de 2002.

 

Asimismo, prometió luchar contra la inseguridad ciudadana, acabar con la corrupción, mejorar las infraestructuras y la situación económica, sobre todo en el sector eléctrico, que prometió declararlo “asunto de seguridad nacional” y “militarizar” todo el sistema.

 

La marea roja chavista llenó las siete principales avenidas del centro de la capital. Miles de personas y empleados públicos acarreados en autobuses en el mejor estilo del PRI mexicano se concentraron en el centro de Caracas para dar el apoyo de la raza a su candidato. Todos los entrevistados explicaban emocionados su presencia expresando su agradecimiento a la obra social de Chávez y su plena confianza en Maduro. Patria, lucha, revolución y amor al comandante eran las palabras más repetidas así como los eslóganes “¡Chávez, te lo juro, voto por Maduro!” y “¡Con Maduro, el pueblo está seguro!”. Algunas mujeres llevaban un bigote postizo en homenaje al “candidato de la patria” como le llaman los medios oficiales.

 

Capriles cerró su campaña en el Estado de Lara, en el centro oeste del país. Llamó a los venezolanos a “derrotar la violencia” y a sacar al país adelante con “esperanza, fuerza y valentía”. Prometió la creación de tres millones de empleos nuevos, una subida salarial general del 40% y dijo que el domingo la elección es “entre la vida y la muerte”.

 

Dada la extrema polarización política que vive el país, la campaña ha sido un intercambio de golpes más que de propuestas entre el heredero del líder bolivariano y el candidato opositor, y una especie de segunda vuelta de las elecciones del pasado 7 de octubre cuando el oficialismo se impuso por 1,8 millones de votos (cerca de 8 millones contra seis). Ha sido también la primera sin la presencia física de Chávez aunque su fantasma haya estado permanentemente en el primer plano de la propaganda del Gobierno hasta el extremo de convertir los comicios en una guerra santa en honor del “hijo del Cristo de los pobres”. En cualquier caso, como dice el analista Manuel Felipe Sierra, “aunque Maduro haya actuado como un médium del caudillo, la desaparición de Chávez es ya un elemento de distensión y gane quien gane se abrirá una nueva etapa política en Venezuela”.

 

El recuerdo constante del comandante por parte de Maduro, al que ha citado más de 5.000 veces y ha llegado a aparecérsele como un pajarito es una escena ridícula que dio la vuelta al mundo, podría tener efectos indeseados. Si por una parte, el antiguo sindicalista y exministro de Exteriores, quien nunca antes se ha sometido al veredicto de las urnas, necesitaba concentrar el voto de adhesión sentimental al líder fallecido, por otra la comparación entre los dos hombres y las constantes referencias al pasado juegan en su contra, según los analistas.

 

“El carisma de Chávez no se reemplaza. Era un encantador de serpientes que cuando hablaba producía un carrusel de emociones. Maduro es el rey del autogol”, afirma el poeta y escritor Leonardo Padrón. Su heredero se ha visto obligado a aprobar en sus primeros cien días de Gobierno dos devaluaciones del bolívar, que ha perdido un 46% de su valor, y sus promesas electorales sobre mejoras en las infraestructuras y servicios públicos corrían el peligro de sonar a críticas al nuevo santón popular. Pese a la demostración de fuerza de ayer, la fidelidad real del votante de simpatía chavista a Maduro es una de las incógnitas de la campaña. En anteriores elecciones, cuando el comandante no era candidato, el voto de sus partidarios bajaba. Esa abstención podría ser clave ahora cuando sondeos internos de algunos institutos de opinión apuntan a un resultado mucho más ajustado del que se preveía.

 

Si se confirmara esa tendencia será mérito indiscutible de Capriles, que aceptó la candidatura en unos momentos muy difíciles para la oposición tras sus derrotas en octubre y en las regionales de diciembre. En pocos días ha logrado devolver la esperanza a su electorado recurriendo a la munición empleada en las pasadas elecciones –garantía de que conservará las conquistas sociales del chavismo y promesa de una gestión más eficaz-, pero, sobre todo, empleando un tono mucho más agresivo contra su rival e insistiendo en las irregularidades del sistema electoral.

 

Sus críticas al Centro Nacional Electoral (CNE), integrado por mayoría de chavistas, así como sus sospechas de un posible fraude electoral han sido un tema central de su campaña. Semanas atrás se supo que un miembro del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tenía acceso al sistema operativo de 45.000 máquinas de votación y hay dudas sobre la validez del censo electoral. Capriles ha hablado incluso de que el régimen prepara el llamado Plan Stalin para “torcer la voluntad popular”.

 

Estas circunstancias han sembrado la inquietud sobre la posibilidad de incidentes violentos en la noche electoral y en los días siguientes si alguno de los dos contendientes no reconociese su derrota. En ese caso será crucial el papel que adopten las Fuerzas Armadas, garantes del orden constitucional, pero muy ideologizadas en sus niveles más altos.


La violencia política ya ha estado presente en la campaña con el apaleamiento ayer de 14 partidarios del líder de la oposición en la ciudad de Mérida por descontrolados chavistas o días atrás el asalto a tiros y botellazos por otros fanáticos del régimen al campamento de un grupo de estudiantes que realizaban una huelga de hambre en una plaza de Caracas para exigir elecciones limpias. También la violencia común. Además de los asesinatos y balaceras habituales que recogen los periódicos, varias figuras populares en el país han sido víctimas recientemente de secuestros exprés.

 

La suerte está echada y solo hay una cosa segura: que gane quien gane heredará una complicada situación económica con una industria petrolera en crisis, alta inflación, gran déficit fiscal y deuda pública, apagones y acuciante desabastecimiento de alimentos básicos.

Raúl Castro

y las elecciones presidenciales en Venezuela

Eugenio Yánez

11 de abril de 2013

 

Pensar que se reconocería una victoria de Capriles es no conocer al castrismo

 

El castrismo aprende de errores anteriores, sobre todo cuando se trata de cuestiones que tienen que ver con conservar el poder por sobre todas las cosas.

 

Salvador Allende no pudo llevar a cabo su proyecto socialista en Chile, entre otras razones, por la tenaz resistencia de la mayoría del Congreso. Fidel Castro consideró que fue un error no haber disuelto el Congreso chileno desde el primer momento, cuando la Unidad Popular contaba con más simpatías, y después fue demasiado tarde. No por casualidad una de las primeras medidas de Hugo Chávez al ocupar la presidencia en 1999 fue —asesorado por el Comandante— disolver el Congreso venezolano y convocar una Asamblea Constituyente.

 

Los sandinistas en Nicaragua aceptaron unas elecciones que no pudieron manipular a su antojo. Ofrecían en la radio premios a quien pronosticara correctamente con qué porcentaje arrasarían en esas elecciones. Los resultados se conocen: Violeta Barrios de Chamorro ganó y restableció la democracia, y a la pandilla solamente le quedó repartirse escandalosamente la piñata antes del traspaso de poderes. Fidel Castro consideró que había sido un error realizar unas elecciones donde no estuviera garantizada la victoria, y a partir de entonces las “elecciones socialistas del siglo XXI” se deciden antes que los votantes vayan a las urnas.

 

No tiene sentido alegar razones donde imperan presiones. Ni leer encuestas, algunas de ellas amañadas. Ante la inminencia de las elecciones presidenciales del 14 de abril en Venezuela, diferentes personas analizan y hacen pronósticos como si fueran en Estados Unidos, Suiza o Inglaterra, donde se respetan los resultados de las urnas. Los representantes del castrismo que pululan en los foros de comentaristas dirán que George W Bush se robó las elecciones del año 2000 en La Florida. Lo siento por ellos —o no, verdaderamente no lo siento— porque las evaluaciones morales que hagan los hermanos Castro y repitan sus esbirros no tienen la más mínima importancia.

 

Es absurdo pensar que el Gobierno cubano esperaría pasivamente el resultado de las elecciones para recoger las maletas y largarse de Venezuela si triunfara la oposición. Porque lo que está en juego para el régimen no son solamente el suministro petrolero y los subsidios multimillonarios, de extraordinaria importancia para el neocastrismo, sino incluso el modelo de dominación a través de un poder dictatorial que controla los resortes fundamentales de la sociedad pero sabe aparecer como democracia, modelo que no es ajeno a las pretensiones de La Habana para la etapa del postcastrismo que se pretende establecer durante la transición al gobierno sucesor de “los históricos” a partir de 2018.

 

Se dice en Miami —¡ay, cuantas cosas se dicen en Miami!— que desde La Habana están desesperados enviando a Venezuela y cedulando a cientos de cubanos para que puedan votar, porque necesitan hasta el último voto. Aunque todo voto es importante en cualquier elección, en una operación donde se van a manipular y controlar —ya se hace— tal vez hasta más de catorce millones de votos, no parece realista que el Gran Elector pierda tiempo y esfuerzos en unos cuantos cientos de votos de cubanos llegados a última hora para intentar rescatar a un chavismo que estaría sucumbiendo, según partes de combate desde El Arepazo, versión venezolano-miamense del Versailles y La Carreta.

 

No hay política sin memoria. El 7 de octubre de 2012 Henrique Capriles reconoció casi inmediatamente su derrota, legitimando la victoria de Hugo Chávez sin cuestionar los procedimientos electorales. Posteriormente, se desentendió de su papel como líder nacional opositor para volver a aspirar a gobernador del estado de Miranda, perdiendo de vista que la salud de Chávez podía modificar los escenarios venezolanos en cualquier momento, y solamente reapareció en el candelabro presidencial a última hora, después de anunciada la muerte del caudillo, cuando ya los chavistas llevaban semanas aceitando su maquinaria y haciendo campaña. Ahora anticipa que los mecanismos del Gobierno le pueden derrotar fraudulentamente, mientras el chavismo se compromete a respetar los resultados electorales y acusa a los opositores de preparar violencia post-electoral. Con sus desavenencias internas, improvisaciones, y falta de estrategias y coordinación, la oposición venezolana deja bastante que desear.

 

Es cierto que Nicolás Maduro carece de carisma, y ha tenido comportamientos ridículos en su desespero por imponer su liderazgo, desde su contacto con “el pajarito” hasta burdas groserías o mentiras en sus declaraciones. Pero nada de eso lo inhabilita desde el punto de vista castrista, donde sobran experiencias de “elegir” patéticos personajes como José Ramón Machado Ventura, Salvador Valdés Mesa o Hassán Pérez para cargos de dirección. Y aunque es cierto que la economía venezolana pasa por un mal momento y las perspectivas son sombrías, la oposición no ha dado muestras de tener soluciones reales para esos males, más allá de declaraciones altisonantes. Y los venezolanos de a pie no hablan de Producto Interno Bruto o descapitalización de PDVESA, sino de los tres aumentos salariales prometidos por Maduro para este año.

 

Estudiantes venezolanos han intentado salir al paso a la estulticia con acciones de protesta pacífica para llamar la atención sobre evidentes irregularidades del proceso electoral, pero pueden lograr muy poco. En Venezuela —un país donde reina la violencia— más fácil que comer hallacas en navidades es lanzar una banda de malandros para disolver a golpes, o a tiros si hace falta, a un grupo de estudiantes protestando contra el gobierno.

 

Quienes cuentan con que la Fuerza Armada venezolana no permitiría una estafa electoral, teniendo en cuenta su profesionalismo y respeto a la constitución, viven una historia que ya no es. Los militares venezolanos reunían esos honrosos requisitos, pero tras catorce años de chavismo bolivariano, donde los mandos que no respondían a los intereses “revolucionarios” fueron desplazados, los altos oficiales de hoy nunca han disfrutado de tantas prebendas, privilegios, comisiones, malversaciones y riqueza, gracias a la corrupción fomentada por y desde el Gobierno. Esperar que esa camarilla militar sea capaz de dar un paso al frente en defensa de la legalidad, la constitución y la democracia, es creer que los problemas los resolverán los Reyes Magos o Supermán.

 

Fidel Castro necesitó siempre unanimidad o mayorías aplastantes para ocultar sus temores e inseguridad, porque nunca en su vida ganó elecciones verdaderamente competitivas, pero su hermano se conforma con una mayoría simple: sabe que vale igual que una aplastante para mantener el poder. Y que para las próximas elecciones, dentro de seis años, los que vengan detrás tendrán tiempo de preparar las cosas.

 

De manera que, si en octubre Chávez derrotó a Capriles más o menos 55 % por 44 %, los resultados que se anuncien de las elecciones de este 14 de abril deberían traer una victoria de Maduro con ese mismo margen o quizás un poco superiores, como forma de reafirmar la victoria del pensamiento de Hugo Chávez, ahora a través de sus testaferros.

 

¡Cuánto quisiera estar completamente equivocado!

Maduro dejará de “silbar como un pájaro”

por recomendación de sus asesores

11 de abril de 2013

 

El presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció en un acto que dejará de silbar “como un pájaro” por recomendación de sus asesores, reportó Europa Press.

 

Maduro comentó el pasado 2 de abril que mientras rezaba en una capilla de Sabanetas (oeste), entró un “pajarito chiquitico” que sintió como una aparición del mandatario Hugo Chávez.

 

“Hay algunos asesores que me dicen que a ustedes les cae mal que yo silbe”, comentó el aspirante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) durante un acto de campaña.

 

“Vamos a hacerle caso a los asesores, no voy a silbar más porque le cae muy mal al pueblo, lo desmotiva”, comentó.

 

Maduro dijo estas palabras en un acto en el estado de Lara, en el oeste de Venezuela, cuando llevaba puesto un sombrero de paja con un pájaro como tocado.

 

EEUU: “Ganará Maduro”

 

En Washington, el director nacional de inteligencia de Estados Unidos, James Clapper, auguró este jueves el triunfo del candidato chavista en las elecciones venezolanas del domingo, y dijo creer que continuará la misma línea política que su predecesor.

 

“Con una cómoda ventaja en las encuestas, se espera que gane Maduro y probablemente continuará en la tradición de Chávez”, señaló en una audiencia ante el Congreso, según EFE.

 

Clapper analizó, junto con el director de la CIA, John Brennan; el director del FBI, Robert Mueller; y el director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el teniente general Michael Flynn, las amenazas globales que enfrenta Estados Unidos.

Expresidentes y activistas llaman

a unas elecciones transparentes en Venezuela

10 de abril de 2013

 

En una declaración pública piden al Consejo Nacional Electoral un proceso electoral apegado a normativa

 

Unos 287 firmantes, entre ellos expresidentes latinoamericanos y activistas, han pedido en una declaración pública respeto y transparencia en las elecciones presidenciales venezolanas del próximo domingo 14 de abril. El documento publicado a través del Centro Global para el Desarrollo y la Democracia llama directamente al Consejo Nacional Electoral de Venezuela a que desarrolle la jornada electoral con respeto.

 

“Hacemos un sincero llamado a las organizaciones políticas venezolanas, los poderes públicos, los medios de comunicación públicos y privados, y en especial al Consejo Nacional Electoral para que el proceso se lleve a cabo en el marco del estricto respeto a la normativa electoral, preservando los derechos y obligaciones de todas las partes”, se lee en el comunicado.

 

Además de pedir la transparencia en el proceso, los firmantes han enfatizado la importancia de que todos los candidatos cuenten con los mismos recursos para desarrollar su campaña. Anteriormente, el candidato opositor, Henrique Capriles, había denunciado que el candidato oficial, Nicolás Maduro, abusaba de los medios de comunicación oficiales para promover su campaña.

 

“Se deben preservar las garantías de acceso a y uso equitativo de los medios de comunicación y recursos institucionales lo largo de la campaña, durante el acto electoral y con posterioridad al mismo”, continúa el pronunciamiento. El mensaje también señala que la comunidad internacional respaldará a los venezolanos en la búsqueda de la democracia en su país.

 

El pronunciamiento ha sido firmado por expresidentes como Alejandro Toledo, de Perú; Fernando de la Rúa, de Argentina; Vicente Fox, de México; y el Nobel de la Paz Óscar Arias, de Costa Rica. Además de 105 activistas y personalidades de todo el continente como Jorge Castañeda, exministro de Exteriores de México; Guillermo Fariñas, portavoz de la Unión Patriótica de Cuba; el escritor boliviano Juan Claudio Lechin; y la diputada argentina Laura Alonso.

 

La organización que ha lanzado esta iniciativa continúa añadiendo firmas a este comunicado que también ha sido signado por 90 venezolanos destacados como el ex viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Fernando Gerbasi; el exministro de Fomento, Moisés Naim; así como por 96 organizaciones civiles.

 

 

Elecciones viciadas en Venezuela

Rubén M. Perina

9 de abril de 2013

 

El chavismo usa y abusa los recursos financieros, materiales y humanos del Estado para los gastos de campaña

 

El chavismo usa y abusa los recursos financieros, materiales y humanos del Estado para los gastos de campaña, así como para aumentar demagógicamente, las prebendas, los subsidios, las donaciones y la inauguración de obras, entre otros. El propósito es movilizar el día de las elecciones su tradicional mayoría electoral (unos 8 millones de votantes o 54 % más o menos). Chávez logró esa mayoría regularmente desde 1998 con políticas asistencialistas de inclusión y servicios sociales que beneficiaron capas sociales largamente ignoradas y marginadas por previos gobiernos. Este modelo paternalista/clientelista “empoderó” a esa mayoría estado-dependiente con un nuevo sentido de identidad, pertenencia y dignidad chavista. Por ello a Chávez lo idolatran y lo votan.

 

El régimen chavista controla todos los poderes del Estado, incluyendo el legislativo, el judicial, el electoral, la mayoría de las gobernaciones y las Fuerzas Armadas. Con ese control el chavismo ha modificado las reglas electorales para favorecer a sus candidatos y permitir la re-reelección. Así ha forzado la utilización de un sofisticado sistema automatizado de votación, cuya transparencia y seguridad es cuestionada por al menos la mitad de los votantes. Este genera dudas sobre el secreto del voto, animando a los chavistas pero amedrantando a los opositores. El mensaje velado del gobierno: “Sabe por quien votas. La tecnología lo permite”. Con ese control también se ha evitado desde 2008 una auditoría independiente del Registro Electoral. Las Fuerzas Armadas, encargadas de la seguridad de los comicios, son abiertamente chavistas.

 

El gobierno manipula y abusa los medios de comunicación del Estado y de sus aliados (controlan el 80% de los medios). Así, los canales oficiales ignoran la campaña de la oposición, pero usan sus espacios para denigrar y descalificar la candidatura de Henrique Capriles, violando las reglas electorales. La oposición cuenta con 4 minutos diarios disponibles en los medios televisivos para su campaña, mientras que el gobierno tiene los mismos, más 10 minutos reservados para publicidad institucional, además de la cadenas nacionales por tiempo indefinido. El candidato chavista, el presidente a cargo Nicolás Maduro, hasta se niega a debatir con el candidato opositor. La hija de Chávez usa las cadenas para convertir en votos la memoria, emoción y devoción que el pueblo chavista siente por su difunto líder.

 

Esta distorsión estructural genera un ventajismo difícil de contrarrestar. Y existe además la posibilidad de una manipulación electrónica de los resultados, tal como estudios estadísticos han demostrado ocurrió en las elecciones de 2004 y 2012. Está diseñado para perpetuar el chavismo en el poder

 

Sólo con este ventajismo el chavismo puede superar el voto castigo que debería recibir por la grave situación en que tiene al país, incluyendo el desabastecimiento y la inflación (la mayor en América Latina), la criminalidad (de las más altas en el mundo) y los deplorables servicios del Estado. Un 50% de venezolanos cree que el país está en mal camino. Es la única manera de asegurar el continuismo en el poder de un régimen autoritario en control de una democracia incompleta --un régimen que por sólo ganar elecciones cree que puede ignorar o violentar principios y libertades fundamentales de la gobernanza democrática.

 

Este ventajismo viola preceptos constitucionales y no es sancionado por el Consejo Nacional Electoral ni por la Contraloría General. También contraviene los principios y prácticas fundamentales de elecciones libres y justas, acordados por todas las democracias de continente en la Carta Democrática Inter Americana de la OEA (como pasa en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana). Por ello el chavismo rehúsa invitar la observación electoral de la OEA y la Unión Europea. Pero un triunfo chavista en estas condiciones electorales será cuestionado por la oposición y la comunidad internacional y no gozará de legitimidad de origen.

 

*Rubén M. Perina es exfuncionario de OEA y jefe de varias misiones de observación electoral. Enseña en las universidades de Georgetown y George Washington.

 

 

Falsas esperanzas en la lucha contra el delito

Juan Jesús Aznarez

9 de abril de 2013

 

La promesa electoral de reducir la delincuencia es una de las mentiras más frecuentemente escuchadas entre los candidatos de naciones latinoamericanas

 

La promesa electoral de reducir la delincuencia a la mitad es una de las mentiras más frecuentemente escuchadas entre los candidatos a cargos públicos de naciones latinoamericanas con índices de criminalidad por las nubes. El compromiso es embustero porque la ambición política siempre tiene prisa y la erradicación de la inseguridad ciudadana solo es posible con cuantiosas inversiones en educación y creación de empleo a largo plazo. Los asesinatos, secuestros, extorsiones, pandillerismo y narcotráfico padecidos por México, Venezuela, Colombia, Brasil, Perú, Argentina y Centroamérica son males de vieja data, angustian a la población decente, frenan la inversión extranjera y pervierten el juicio moral hasta extremos alarmantes. Un reportero de la prensa venezolana registró este revelador diálogo en una crónica sobre la muerte de dos chavales y su asesino:

 

“Si solo mató a dos chamos … ¿por qué lo tratan así como a un perro?”.


Eso fue lo que me respondió una muchacha morena clara, quien tenía a su novio preso en la cárcel de La Planta (Caracas).

 

Yanileidy estaba llorosa echándome el cuento de El Gerson, pero no sollozaba por los asesinatos que cometió su novio. Lo que la tenía deprimida era que “a mí Gerson lo tratan como a un perro”.

 

Pero cuando le pregunté sobre las víctimas de su novio, ella cambió el tono lastimero de su voz a uno firme, impregnado de odio y espetó: “Eran un par de raticas (delincuentes), se lo merecían, por eso mí Gerson los mató”.

 

La delincuencia en Latinoamérica causa desajustes profundos en la escala de valores de víctimas y victimarios, y responde a causas estructurales, tan variadas y complejas, que los candidatos a presidencias o escaños parlamentarios no van más allá de prometer su derrota y de disparar amaños estadísticos contra el contrario. La desconfianza en la justicia es tal que apenas se denuncia el 20% de los delitos cometidos. Una impunidad que puede rondar el 70%, el 80% y hasta el 90% explicaría esa apatía ciudadanía. La depuración de los cuerpos policiales tuvo en ocasiones efectos perversos: los uniformados expulsados formaron bandas u ofrecieron sus cualificados servicios al hampa. Pese a los avances de algunas administraciones, el fenómeno es casi endémico en buena parte del continente porque las bandas reclutan cómodamente en favelas, ranchos y villas miseria, auténticos bolsones de pobreza, analfabetismo y desestructuración familiar. Aunque en tendencia decreciente, cerca de 168 millones de latinoamericanos todavía vivían en la pobreza en el 2012, y cientos de miles llegaron a la adolescencia a su aire, con los padres lejos, en la inmigración o en la irresponsabilidad.

 

La delincuencia en Latinoamérica causa desajustes profundos en la escala de valores y responde a causas estructurales, tan variadas y complejas, que los candidatos a presidencias o escaños parlamentarios no van más allá de prometer su derrota y de disparar amaños estadísticos contra el contrario

 

El fatalismo social, la resignación, son desesperantes, pese a que en la clasificación de preocupaciones la violencia precede o se empareja con el desempleo en la mayoría de los países. Pese al generalizado desaliento, cuesta trabajo identificar un partido gobernante que haya perdido el poder por su fracaso en la lucha contra el delito, y esa inmunidad política es perniciosa. La virulencia de la plaga aterra en naciones pequeñas como Honduras y El Salvador, que registran los peores índices de América Latina, pero es más peliagudo analizar el agravamiento de la epidemia en Venezuela, donde el número de asesinatos se ha quintuplicado en los 14 años de régimen bolivariano. Las millonarias inversiones del fallecido Hugo Chávez entre las familias históricamente marginadas, y el incremento de los ingresos de los hogares mendicantes no han impedido que los ‘ranchos’ sean todavía caladero de delincuentes.

 

La sucesión de gobiernos fracasados o incapaces, la proliferación de armas, y el enquistamiento de la inseguridad como problema, llevaron a que el 40% los latinoamericanos apruebe la vulneración del estado de derecho, es decir que las autoridades puedan violar la ley cuando persiguen a los delincuentes y que el 27% no objete tomarse la justicia por su mano, según un estudio demoscópico. El desafuero ciudadano es tan espantoso como las últimas previsiones de la consultora Controls Risks: sólo Nigeria supera a México en número de secuestros. Una de las vías de agua de las deficitarias democracias regionales es pues la inseguridad ciudadana, que seguirá lastrando el desarrollo mientras de América Latina sea la geografía más violenta del planeta, cinco de sus naciones, las más desiguales en la distribución de riqueza y buena parte de sus políticos, los más demagogos y patanes del universo.

Mentira Fresca

Willie Colón

5 de abril de 2013

Mentira Fresca es la canción con la que el cantautor cubano Willie Colón expresa su apoyo a Henrique Capriles y critica al presidente encargado Nicolás Maduro.

Hugolini

César Vidal

6 de abril de 2013

 

El fallecimiento de Hugo Chávez ha tenido lugar e inmediatamente los restos de una izquierda rancia que nunca se resignó al naufragio de la URSS se han lanzado a proferir vítores en memoria suya. Otegui, miembro de una organización terrorista que, a decir de un antiguo coronel del KGB, contaba con los miembros “más brutos, más bestias” de todo el terrorismo internacional, no ha tardado en saludarlo desde la perspectiva de la solidaridad entre revolucionarios. Llamazares, médico educado en La Habana que sigue entusiasmado con las vesanías del régimen de Fidel Castro, tampoco se ha quedado atrás. Sin embargo, estas muestras de zafio totalitarismo constituyen tan sólo una muestra de hasta qué punto la izquierda anda huérfana y desnortada desde que desapareció esa patria de los proletarios que era la URSS. De hecho, Hugo Chávez –al que muchos se empeñan en calificar de manera bastante difusa como “populista”– ha sido el último gran caudillo fascista de la Historia. El término fascismo ha sido mal utilizado y mal entendido durante décadas. Usado por los comunistas para criticar lo mismo a alguien que iba a misa que a los partidarios de la libertad de mercado ha terminado por no significar nada salvo que las izquierdas odian al así adjetivado. Sin embargo, el fascismo, el real, el de Mussolini tuvo unas características muy concretas que despertaron desde el principio el temor de las izquierdas precisamente porque era una forma de socialismo que, dado su carácter nacionalista, resultaba sumamente peligroso como rival. Es ese fascismo en estado puro el impulsado por Hugo Chávez.

 

Cuando Chávez llegó al poder de manera, como mínimo, heterodoxa pocos pensaron que podría durar y mucho menos extender su influencia por todo el subcontinente. Sin embargo, ésa ha sido la innegable e inquietante realidad. Chávez no fue un pensador sofisticado ni un gran teórico de la política. También es indiscutible que no ha traído prosperidad ni justicia a los venezolanos, pero poco puede negarse su repercusión. Las claves de su éxito son, para el que se acerque al tema con objetividad, claramente identificables. En primer lugar, Chávez, como Mussolini o cualquier fascista que se precie, supo utilizar las raíces nacionales –quizás más supuestas que reales, pero, en cualquier caso, nacionales– de su revolución. Lejos de tomar su punto de referencia en el comunismo soviético o chino, Chávez pretendió entroncar con un Bolívar mítico que, ciertamente, no se parecía, precisamente, a lo que él ha llevado a cabo, pero que sigue constituyendo un magnífico mantra para millones de hispanoamericanos que lo invocan sin haberlo leído. Venezuela –como la Italia de los años veinte– no daba, en teoría, un salto en el vacío sino que se conectaba con lo más sugestivo de su Historia nacional. Si para Mussolini era el imperio, para Chávez se trataba de la Emancipación. Partiendo de ese nacionalismo mítico y estomagante, Chávez disparó una agresividad nada oculta hacia los Estados Unidos –la nación enemiga por excelencia siquiera por su éxito– hacia el Occidente democrático, incluyendo de manera muy señalada a España, y hacia el capitalismo. Eran las “plutocracias” que decía Mussolini mientras realizaba gestos no menos histriónicos que los del propio Chávez.

 

En segundo lugar, Chávez intentó establecer un tipo nebuloso de socialismo que no es el soviético ni el cubano y, a fin de cuentas, es una copia del corporativismo propio del fascismo italiano. A fin de cuentas, en los años treinta, la nación más intervenida económicamente después de la URSS era la Italia fascista. Chávez no acabó con la propiedad privada sino que, como Mussolini, la intervino, la amenazó y la sometió creando una nueva clase de propietarios afectos al régimen. Exactamente lo mismo que Mussolini ha hecho Chávez, que podía amenazar con el “Exprópiese” a los enemigos y entregar concesiones a los amigos.

 

Hasta ahí la carga ideológica que es, fundamentalmente y por más que se niegue, fascismo en estado casi puro al buscar la fusión de nacionalismo y socialismo y al no eliminar drásticamente ni la iglesia católica –con la que tanto Mussolini como Chávez llegaron a acuerdos puntuales beneficiosos para ambas partes– ni el capitalismo que proporciona puestos para los partidarios.

 

Pero, a la vez, Chávez ha sabido copiar las muestras más siniestras e inteligentes del talento mussoliniano. Dentro del más puro estilo fascista, Chávez ha ido erosionando desde dentro las instituciones del estado para implantar una dictadura que niega con la boca pequeña la calidad de tal siquiera porque permite las elecciones. Chávez ha ido cambiando la ley electoral, la composición del legislativo y el perfil de la judicatura exactamente igual que Mussolini durante los años veinte. En una sociedad más mediática que la italiana, Chávez captó desde un principio que podía ganar elecciones si previamente controlaba los medios de comunicación. Torrijos o Felipe González no lo habrían hecho mejor. Pero junto a la formación de una nueva ideología –que algunos llaman populismo y que no es sino neo-fascismo sui generis que reniega de sus orígenes de la misma manera que los antisemitas de hoy dicen que sólo son anti-sionistas– y la reestructuración institucional, Chávez supo aprovechar otros factores. En primer lugar, retomó la solidaridad hacia aquellos que podían orbitar en una manera de pensamiento similar siquiera porque tienen fobias comunes. Igual que Mussolini pagaba una pensión a José Antonio Primo de Rivera y respaldaba a movimientos semejantes al suyo en Europa, Chávez ha repartido generosamente los frutos del petróleo entre sus camaradas de hoy desde el Ecuador a la Argentina, desde Bolivia a la Argentina. En este último caso, por añadidura, tendía la mano a otro movimiento de inspiración totalmente fascista como el peronismo. En segundo lugar, Chávez intentó también estrechar lazos con todos aquellos que repudian el sistema democrático occidental y el capitalismo sin el que éste no podría subsistir. Igual que Hitler supo que era obligado tender la mano a un Mussolini condenado por la Sociedad de naciones por invadir Abisinia, Chávez extendió su radio de acción hasta respaldar a un Irán islamista que, despreciando la acción de la ONU, camina inexorablemente hacia la posesión de armamento nuclear.

 

Chávez también sabía mezclarse entre el pueblo, como Mussolini, para demostrar que podía trabajar como un agricultor. Si el Duce segaba, Chávez podía recolectar. Si el Duce conducía un automóvil, Chávez podía servir de chófer a Oliver Stone en un delirante documental. Si el Duce podía crear el Estado Vaticano en virtud de los acuerdos de Letrán suscritos con la Santa Sede y aún vigentes, Chávez podía santiguarse en público y abrazar a obispos. Como sucedió con Mussolini –del que hablaron maravillas personajes como Gandhi o Churchill y del que Lenin dijo que era el único capaz de desencadenar una revolución en Italia– Chávez fue alabado y cortejado por gente de los lugares más lejanos que se acercaban a él soñando con la revolución pendiente o con una oportuna subvención. Han sido periodistas y profesores universitarios, políticos y empresarios, cineastas y sacerdotes. Frente a él han estado, como en el caso de Mussolini, los que aman la libertad porque, en el caso de Chávez, hasta las izquierdas sin brújula lo han alabado siquiera porque era anti-americano y anti-israelí. La cuestión ahora es saber si el legado de Chávez trascenderá su muerte o, como en el caso de otros dirigentes de signo fascista, no podrá sobrevivirlo durante mucho tiempo. Porque lo que es obvio es que igual que Mussolini murió también ha fallecido aquel al que podríamos llamar Hugolini.

El hombre que hablaba con los pájaros

Carlos Alberto Montaner

6 de abril de 2013

 

Si Chávez reencarna en un pájaro, no va a hacerlo en un ave parca y circunspecta, sino en una criatura capaz de trinar durante horas.

 

Nicolás Maduro percibió que un pajarito le hablaba. En un primer momento pensó que era el pájaro chogüí, una criatura usualmente amistosa y parlanchina, pero, como es una persona sagaz, entrenada por los cubanos en los diferentes tipos de trinos, rápidamente se dio cuenta de que era Hugo Chávez.

 

Maduro, un señor educado, sensible y espiritual, discípulo de Sai Baba, le respondió al pajarito. Maduro domina la onomatopeya como nadie. Puede imitar los sonidos de las aves, de los burros, incluso de las personas. En todo caso, fue un sonoro y profundo intercambio de silbidos cargado de emotividad.

 

La conversación fue larga y tendida. Nicolás es bonachón y conversador. El pájaro también. Era locuaz, como Chávez. Si Chávez reencarna en un pájaro, no va a hacerlo en un ave parca y circunspecta, sino en una criatura capaz de trinar durante horas, como si estuviera en la ONU poniendo en su lugar a Bush, ese siniestro Míster Danger.

 

La última vez que Maduro habló con Chávez, más o menos en vida, la conversación duró cinco horas. Es posible que en esta oportunidad haya sucedido lo mismo. Al fin y al cabo, era más difícil (y cruel) hablar cinco horas con una persona moribunda, en coma, con la garganta perforada por una traqueotomía, que comunicarse con un pajarito sano y volador con ganas de parlotear.

 

A mí no me sorprende que Maduro hable con los pajaritos. Me enternece. No es el primer caso que conozco. Cerca de mi casa madrileña, en el parque de Santa Ana, había un tipo que hablaba con las palomas. Le llamaban “Pepe el Palomero”.

 

Pepe les arrojaba pedacitos de pan a las palomas y, mientras lo rodeaban, les soltaba unos largos discursos sobre la monarquía. Las palomas no se iban en tanto durara la ración de pan, lo que indica que respondían mejor a las recompensas materiales que a la argumentación ideológica. (Parece que eran palomas chavistas o, al menos, corrompidas por una variedad elemental del neopopulismo.)

 

A veces, mientras Pepe el Palomero hablaba con las palomas, yo trataba de mediar en la conversación. Pepe afirmaba que había sido amigo de Alfonso XIII, lo cual era improbable porque D. Alfonso se había largado de España en 1931, antes de su nacimiento. (El nacimiento de Pepe, no el de Alfonso, querido lector, no se me haga el gracioso.)

 

Cuando le hice esa objeción, Pepe el Palomero me respondió con una lógica aplastante: “los que hablamos con los pájaros somos capaces de cualquier prodigio”. Y, entonces, bajó la voz, miró en varias direcciones, y me hizo una conmovedora confesión que nunca he podido olvidar: “yo soy una paloma que ha encarnado en un hombre”. (O sea, lo mismo que le ocurrió a Chávez, pero al revés.)

 

Este interesante fenómeno de la transmutación de hombres y aves no duró excesivamente. Una tarde de invierno, Pepe el Palomero desapareció ante nuestros ojos. Se lo llevó una ambulancia. Para evitar escándalos, uno de los enfermeros, mientras le ponía un camisón blanco, largo y enguatado, para que no se hiciera daño, le dijo que él también era una paloma disfrazada de enfermero, personalmente adiestrada por Alfred Hitchcock para desempeñar ese rol. Se lo llevaban, afirmó, a un bello palomar donde podría conversar con muchas criaturas semejantes a él.

 

Pepe parecía feliz. Se despidió de mí saludando con la mano como un político en medio de una campaña. El enfermero-paloma (o al revés), situado a sus espaldas, donde Pepe no lo podía ver, hacía círculos con su dedo índice sobre la sien, con más melancolía que burla.

 

Hasta creo que silabeó una palabra con sus labios, pero sin llegar a pronunciarla. Me parece que dijo: es-qui-zo-fre-nia. No lo entendí bien.

 

 

Animales en campaña

Raúl Rivero

5 de abril de 2013

 

Chávez como pajarito y cubanos como gorilas, de cara a las elecciones.

 

El pájaro que revolotea, silba y bendice al candidato oficial a las elecciones presidenciales del próximo día 14, con el espíritu de Hugo Chávez reencarnado bajo el plumaje leve, es una muestra del desprecio de Nicolás Maduro por los venezolanos. La otra presencia zoológica en el escenario previo a los comicios es también obscena, pero materialista. Son los gorilas cubanos con instrucciones para que el Gobierno se gane el apoyo de los militares con la venta a bajo precio de 20.000 automóviles a la oficialidad.

 

Chávez convertido en un pajarillo que mira con ternura a su discípulo y le ordena salir a vencer al enemigo es un esfuerzo desesperado y torpe por aprovechar el fantasma del líder muerto. Y es, desde el momento en que comenzó a divulgarse como una aparición divina, el episodio que hará pasar a Maduro a la historia. Nadie sabe nunca dónde lo espera la inmortalidad.

 

La idea de tratar de utilizar la ingenuidad, la ignorancia o el fervor real de un sector de sus posibles electores, ha llevado al lépero sindicalista formado en La Habana a desplazar con su ridículo a los más encumbrados representantes del embuste político del folclore latinoamericano.

 

Lo del paracaidista hecho ave, recibido con una oleada de chascarrillos, no le va a dar votos a Maduro, pero la orientación de los asesores cubanos para facilitarle coches baratos a la oficialidad del ejército le puede brindar estabilidad, ventajas sobre su adversario Diosdado Cabello y una vía para evitar la abstención mediante patrullas de guardias y milicianos que recojan a los votantes en sus casas.

 

Para el exministro de Defensa Fernando Ochoa Antich la gestión de los automóviles en este momento muestra interés electoral y es inmoral porque compromete la dignidad de los miembros de las Fuerzas Armadas.

 

El plan aprobado para la compra de los carros le costará unos 400 millones de dólares y ya se preparan las listas para repartirlos después de las elecciones.

 

El pájaro que sobrevoló la cabeza de Maduro en el patio de la casa de Hugo Chávez y los gorilas que quieren regalar autos a sus colegas con el dinero de los venezolanos son nuevas especies de la fauna que trabaja en Venezuela para mantenerse en el poder a toda costa.

El enemigo de Capriles

Francisco Rivero Valera 

5 de abril de 2013

 

El enemigo de Capriles no es Nicolás. Es la abstención.

Esa realidad depende del histórico de la abstención en Venezuela y  de las estrategias de control.

En lo histórico, el promedio de abstención es del 30%. O sea, para un patrón electoral de 17 millones, 5 millones no acuden a votar. Su pico más bajo fue el 7 de octubre del 2012, con 19,4% o 4 millones. Y el más alto, en las elecciones regionales del 16 de diciembre del 2012 con 46,06%, u 8.014.095. Y aunque el triunfo lo obtuvo el oficialismo, en el histórico electoral se observa disminución de votos para el chavismo y aumento para la oposición.

De las estrategias de control se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo, y a pesar de que algunas personas solo piensan que la abstención es enemiga de cualquier candidato, todo depende de 2 factores: el poder de convocatoria y el control de la tecnología.

En Capriles, el poder de convocatoria es efectivo. Pero, el control de la tecnología, no tanto. En cambio, por las buenas o por las malas, el oficialismo tiene poder de convocatoria y control de la tecnología.

Con el control de la tecnología, el oficialismo logra disminuir su abstención de una manera muy sencilla. Según testimonios de un exgerente de Cantv, durante el proceso electoral obtiene información de los votantes, no del voto, en 2 estaciones: en la primera o Sistema  de Información al elector o SIE, y en la estación captahuellas. Transmite en tiempo real a su centro de computación por Wi-Fi o Bluetooth. Y  de 2 a 3 de la tarde, recta final del proceso, obtiene un corte del registro para ordenar a sus líderes comunales o  responsables de la estrategia 10x1, el traslado de los votantes rezagados a los centros de votación, por las buenas o bajo coacción. Por eso es que aparece la avalancha de votos de última hora.

Mientras esto sucede, la oposición espera pasiva el éxito de sus estrategias inocentes: bajar la abstención en base a la buena fe de la gente, que acudirá a votar motivada por el deber. Y obtener información confiable a boca de urna. O sea, la perfecta inocencia es la perfecta ignorancia. J. Jourbet

Ese ventajismo fue ratificado por la Fundación Carter. Por eso, en su informe del proceso electoral venezolano de 2012, recomienda eliminar el paso de la primera estación o SIE, ubicada en la entrada de los centros de votación. Pero, el gobierno no solo se opone a esa recomendación porque, al fin y al cabo, sería como un tiro de gracia contra sus intereses sino que, al contrario, arremete con mayor ventajismo.

Recuerde su descarado ventajismo electoral del 2012. Aumentó el gasto en 45% para regalar casas, neveras, lavadoras y demás. Y la cuota normal de mercado de los medios de comunicación estatales de 5.4%  a 24%. Consumió 40 horas y 57 minutos en cadenas nacionales en 3 meses. Utilizó los 10 minutos diarios de cada estación, destinados a mensajes institucionales, en contenidos relacionados con la campaña, versus 3 minutos diarios en televisión y 4 en radio para la oposición. Usó el transporte y bienes de la nación en su campaña electoral. Y demás. Informe Centro Carter 2012.

O sea, todo parece indicar que el final electoral de este 14 de Abril también será de novela, con los mismos actores: actitud ambigua de los venezolanos ante la abstención, eficiencia estratégica de la oposición y resultados decisivos de las elecciones.

Y aunque la abstención decide,  en política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire. A. Machado.
 
riverovfrancisco@hotmail.com

Nicolás Maduro no cambiará las tácticas de Chávez, aseguró Hernando, exoficial de la inteligencia cubana, Maduro mantendrá su enfrentamiento con Estados Unidos.

 

En este quinto segmento de la entrevista, Hernando calificó a Maduro como una persona que no tiene bienes, y que no se le conoce nada oculto, porque el Departamento de América lo fue guiando para mostrarse como una persona austera y limpia. Hernando usó una alegoría para destacar esa característica: “Maduro bebe debajo de la colcha”.

Elecciones auténticas vs. totalitarismo castrista

Mercedes Montero

30 de marzo de 2013

 

El desastre ha llegado al punto que hoy PDVSA necesita importar de USA la gasolina que regala para el consumo interno. La corrupción administrativa, la politización de la empresa, el desvío de los recursos que son utilizados para acometer proyectos que nada tienen que ver con su misión de empresa petrolera

 

Tal y como expresan todos los ciudadanos conscientes en Venezuela el próximo 14 de abril, 2013, el pueblo venezolano se debatirá en un nuevo proceso electoral, entre dos visiones y proyectos de país, uno que busca un futuro de democracia, libertad, justicia y progreso y otro que representa el continuismo de un régimen castrista con el cual se pretende aniquilar la soberanía venezolana, dar al traste con el país y transformarlo en la provincia número 15 de Cuba.

 

También es necesario repetir que desde que llegara al poder el fallecido presidente de Venezuela, hasta el presente se han dado 19 procesos electorales y referendarios. Lamentablemente en cada uno de ellos el régimen Castro comunista que tiene como objetivo apoderarse de Venezuela para sobrevivir y continuar envenenando al Hemisferio Occidental ha logrado que se ahonde el fraude electoral, mediante la acción de un Consejo Nacional Electoral (CNE) que diseñó y adapta un sistema electoral amañado con el que se pretende ahogar a la verdadera voluntad popular y como consecuencia “legitimar” nuevamente a un gobierno que lo único que ha hecho es rendir la soberanía, saquear las arcas, destruir al país en todos los órdenes, envilecer a los ciudadanos y lograr que una comunidad internacional sin pizca de decencia se arrime a aquellos que sin escrúpulo alguno, le ofrecen todo tipo de prebendas con tal de que le brinden apoyo para justificar el hecho de que en Venezuela se lleve a cabo todo aquello que no quieren para sus respectivos países.

 

Veamos lo que ha representado para Venezuela esa alianza mortal con la Cuba de los hermanos Castro:

 

Hoy en día el país está gobernado desde La Habana por Raúl Castro y tiene a Nicolás Maduro, un títere ignorante e irrito, como “presidente encargado” y candidato presidencial, por obra y gracia del golpe de Estado Constitucional continuado llevado a cabo por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano, corroborado por una Asamblea Nacional (AN) que no delibera sino que conforma, por un Poder Moral que es todo lo contrario y una Fuerza Armada, que no sirve al país y a su Constitución sino al castrismo. Un Ministro de Defensa que públicamente y sin vergüenza alguna sale defendiendo al Partido de gobierno y al candidato de la “revolución”

 

Venezuela, el país más rico de Latinoamérica, tiene una economía quebrada, PDVSA la que una vez fuera su industria insignia, hoy en día está endeudada hasta el tuétano con los chinos. La Faja del Orinoco regalada en pedacitos a los diferentes chulos y amigos. Plagada por la desinversión, la descapitalización, la venta de sus activos en el exterior que representaba una ventaja competitiva y de mercado, la falta de mantenimiento, los accidentes laborales y ambientales.

 

El desastre ha llegado al punto que hoy PDVSA necesita importar de USA la gasolina que regala para el consumo interno. La corrupción administrativa, la politización de la empresa, el desvío de los recursos que son utilizados para acometer proyectos que nada tienen que ver con su misión de empresa petrolera.

 

Con la industria básica de Guayana sucedió lo mismo que con la petrolera estatal, la región que una vez fuera polo de desarrollo, hoy en día está en completa ruina, no se produce la electricidad necesaria para el país, no hay cabillas, ni aluminio, los iraníes que manejan esas empresas implantaron un sistema esclavista que ha dado origen a una serie de conflictos laborales y asesinatos de líderes sindicales, la región se ha transformado en tierra de nadie y como en toda Venezuela el crimen organizado y la violencia han tomado cuerpo de una manera alarmante.

 

La industria privada, la agricultura, la producción de alimentos en un país que había alcanzado la soberanía alimentaria han desaparecido por obra y gracia de la revolución, que tiene maestría en confiscación, expropiación, nacionalización para luego entregárselo a rusos, bielorusos, iraníes, chinos. En fin el robo que se le ha hecho a los industriales, agricultores y ganaderos venezolanos ha traído como consecuencia que el país dependa de la importación, con unos puertos y aeropuertos manejados por cubanos, especialistas en administración para la quiebra de todo lo que funcionaba. Después y antes que todo, su misión es robar. Por supuesto esto ha traído como consecuencia el desabastecimiento. En la actualidad hacer un mercado semanal en el país es una verdadera odisea, los anaqueles de los mercados están vacíos, si se consigue pollo, no se consigue carne, no hay papel higiénico, no hay jabón, cuando aparece un producto, desaparece otro y la gente se pelea a puño limpio para agarrar cualquier producto que ha aparecido. Es decir la miseria se apoderó del país rico que está siendo administrado por aquellos que tienen el don de Midas al revés.

 

La infraestructura del país está en el suelo, las carreteras, casas, edificios, hospitales, escuelas , tuberías, nombre lo que sea que todo está derruido, sucio, sin mantenimiento, lo que da es tristeza, las ciudades y pueblos venezolanos se parecen a Calcuta, no son ni sombra de lo que una vez fueron.

 

No hay empleo, solo aquello que los venezolanos llaman “tigritos”, un trabajito ocasional, con el que logran salvar la semana o el mes. Los jóvenes que se gradúan de unas universidades que viven bajo el asedio de las fuerzas destructoras de la revolución, no consiguen un trabajo digno, por esa razón la emigración de sus mejores recursos continua en aumento. Los asesinatos en el año 2012 llegaron a la cifra de 21.600, pero además cometidos con una saña característica de un submundo infernal. En los hospitales además de no tener ni siquiera gasas, hay pacientes que por falta de camas duermen en el suelo. En Venezuela tener cáncer es morir por causa doble, no solo a consecuencia de la terrible enfermedad, sino también de mengua. Por no hablar de las escuelas que ofrecen cualquier cosa menos oportunidades de una buena educación. En su afán de cubanizar al país la educación revolucionaria quiere borrar la historia, para contarla de acuerdo con la fábula castrista.

 

Es hora que el candidato Capríles se comprometa con el pueblo a cuya voluntad apela a exigir el respeto a los derechos políticos de los venezolanos que es la única forma de conocer mediante elecciones auténticas cual es la verdadera voluntad de los ciudadanos. El país de todos tiene que ser recuperado. En Venezuela existe la necesidad perentoria de recuperar su libertad y democracia, representada por la independencia de los poderes del Estado y el respeto y cumplimiento del articulado de su Constitución.

Otra devaluación del bolívar

Venezuela efectúa una devaluación encubierta

del bolívar en plena campaña

Ewald Scharfenberg

29 de marzo de 2013

 

Caracas mantiene en secreto el tipo de cambio aplicado en la puja por 200 millones de dólares

 

Un bien público -200 millones de dólares provenientes de la renta petrolera- fue subastado este miércoles por el gobierno venezolano entre agentes privados sin informar el precio ganador en la puja. La medida, poco saludable para la transparencia en la gestión pública, la adoptó el ejecutivo nacional para evitar un costo político que pudiera afectar la marcha de la campaña para las elecciones presidenciales del próximo 14 de abril, en las que se da por descontado un triunfo del candidato oficial y actual presidente encargado, Nicolás Maduro.

 

Se trató de la primera actuación del nuevo Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad), creado por el gobierno venezolano tras el anuncio, el pasado 8 de febrero, de una devaluación del 32% de la moneda local, el bolívar, cuya tasa de cambio pasó de 4,30 a 6,30 bolívares por dólar. El Sicad consiste en un complejo sistema de subasta de divisas que se rige por el llamado método Vickrey. Al sistema sólo pueden acceder empresas que demanden divisas para la importación y cumplan determinadas condiciones y requisitos administrativos. Del promedio de los máximos y mínimos ofrecidos durante la puja, resulta un precio marcador del volumen total de divisas a la venta.

 

A la salida del primer proceso de subasta, regido por el también en estreno Órgano Superior para la Optimización del Sistema Cambiario, el ministerio de Planificación, responsable del área, se limitó a informar que se habían adjudicado diversos montos de divisas a 383 empresas participantes, menos de 1% del universo total de empresas importadoras inscritas en el registro correspondiente. Pero no dio a conocer el precio resultante de las transacciones. Según trascendió a través de oficinas de asesoría económica, el promedio de las transacciones rondó los 14 bolívares, un precio que más que duplica la tasa de cambio oficial establecida por el gobierno al devaluar en febrero pasado. En otros términos, equivaldría a una segunda devaluación para la administración interina de Nicolás Maduro.

 

Hugo Chávez evitó la devaluación como la peste; ahora su proyectado sucesor, Maduro, ha consentido dos -quizás inevitables, según especialistas-  para sincerar el valor del bolívar, pero tratando de que el ciudadano común no se percate de las consecuencias que tendrán -en términos de desabastecimiento y carestía- en su nivel de vida. En caso contrario, podría perder respaldo en las cruciales elecciones del 14 de abril.

 

El Sicad fue creado como sustituto de un mecanismo anterior, el Sitme, otra instancia alternativa de obtención de divisas tras cuyas siglas se hallaba un mercado controlado de títulos de deuda pública denominados en dólares. El Gobierno decidió eliminarlo tras denuncias de corrupción. Tanto el Sitme como el Sicad actual buscan, por una parte, aliviar el efecto de los cuellos de botella que se presentan con regularidad en el organismo administrador de divisas, Cadivi. En Venezuela rigen desde 2003 un régimen de control de cambios por el que el Estado se reserva toda transacción cambiaria y la adjudicación por cupos de divisas a empresas y ciudadanos a través de Cadivi. Pero la engorrosa burocracia del ente ha dejado sin surtir con frecuencia las necesidades de importación del país que, según cifras oficiales, en 2012 ascendieron a más de 56.000 millones de dólares. Ese déficit crónico dio lugar a un próspero mercado negro de divisas y a los mecanismos alternativos que el gobierno ensaya.

 

En boca de los ministros del área y del propio presidente encargado, el Gobierno ha dejado saber que el Sicad tiene por propósito el de refrenar el precio del dólar negro, que este jueves -de escasa actividad económica por tratarse de un asueto de la Semana Santa- se cotizaba en páginas de Internet por 25 bolívares, todavía muy lejos de los 14 determinados ayer en la subasta.

 

El combate al dólar negro –cuyo simple nombre está prohibido publicar en medios venezolanos por una ley penal- se ha convertido en una prioridad oficial. Esta misma semana, el propio presidente encargado Maduro pidió sanciones contra un sitio de internet, lechugaverde.com, donde se informaba sobre la cotización de la divisa. “Yo pido más celeridad para que vayan presos los que están detrás del sabotaje económico a través del dólar paralelo”, reclamó.

 

Las expectativas del gobierno son que el precio de las subastas –previstas para ocurrir hasta el 29 de marzo en una primera ronda- se convierta paulatinamente en el marcador para el dólar paralelo. Mientras tanto, confía en que las devaluaciones técnicas que las subastas generen no harán sentir sus efectos alcistas en los precios de la calle antes del 14 de abril, día de las elecciones.

Duelo después del duelo

Raúl Rivero

29 de marzo de 2013

 

La oposición va a las urnas solamente con la fuerza del candidato Capriles y los diálogos abiertos en las calles con millones de venezolanos que quieren libertad y progreso.

 

Ningún país puede convertir su existencia en un velorio eterno porque hasta la muerte como espectáculo tiene previstos sus telones. Venezuela vuelve a una realidad que seca los pañuelos, guarda las banderolas y esconde el luto. La violencia no cesa, el bolívar se deprecia frente al dólar, se derrumba la economía, aumenta la escasez de alimentos y Nicolás Maduro hace campaña electoral disfrazado de Hugo Chávez.

 

El presidente encargado venció a los demás aspirantes a morar en el palacio de Miraflores. Él fue el elegido y ahí está con todo el poder para disfrutarlo. Y con un legado para padecerlo: el desastre de 14 años de autoritarismo, experimentos populistas y desbarajustes económicos y sociales perdidos en la letra pequeña del documento de la herencia.

 

El caudillo dejó a Maduro la boina roja y una nación desestabilizada, dividida por el radicalismo de su ideología y, ahora también, por las diferentes corrientes chavistas que se suben al ring. Le dejó el chándal y una Venezuela rica y fértil obligada a comprar los productos básicos en el extranjero y en la que salir a pasear o dormir tranquilo es una ilusión porque el año pasado se produjeron 21 mil asesinatos, una tasa de 73 muertes violentas por cada 100 mil habitantes.

 

Los aparejos que recibió de su amado líder irán con Maduro a los escenarios donde pronuncie sus discursos como aspirante a presidente en las elecciones del próximo 14 de abril. Y le acompañará, como parte de su cosecha propia, la fama de alumno predilecto del castrismo, las tánganas con sus compañeros de viaje y la tendencia de muchos electores chavistas a desaprobarlo en la comparación con el personaje real.

 

A pesar de todo, Maduro se presenta con ventajas. Cuenta con la mayoría de los seguidores del jefe muerto y dispone de todos los recursos del Estado para ganar los comicios más desiguales de la historia venezolana. Tiene a su favor, en la región, la complicidad o el silencio de los dirigentes políticos.

 

La oposición va a las urnas solo con la fuerza del candidato Henrique Capriles y los diálogos abiertos en las calles con los millones de venezolanos que quieren libertad y progreso. Pero los avatares del heredero de Chávez le pueden ayudar a salir del chavismo.

Elecciones y espiritismo

Rafael Rojas

28 de marzo de 2013

 

Como en todas las lides, las ideas políticas, en medio de una campaña electoral por la presidencia de un país, se empobrecen. Los candidatos tienen que capitalizar la polarización, ahondando la fractura de las comunidades en dos mitades, binariamente enfrentadas por la ideología y la moral. Es lo que está pasando en Venezuela, con el duelo espiritista entre Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonski.

 

El líder opositor venezolano, que destacó por su mesura y civilidad en la contienda contra Chávez en octubre, ha decidido lidiar con Maduro de un modo más confrontacional. Suscribió, sin pruebas, el rumor de que el presidente había muerto antes de su llegada a Venezuela desde La Habana y que las honras fúnebres habían sido fingidas, facilitando que su rival lo acusara de mentir y profanar la figura del presidente difunto.

 

Luego Capriles, que en las pasadas elecciones había sugerido mantener líneas estratégicas de la política exterior chavista, decidió romper con La Habana y cuestionar el intervencionismo cubano en la agenda de Maduro. Es probable que la impugnación del vínculo con Cuba le gane adeptos entre el chavismo inconforme con la influencia cubana y el prolongado tratamiento del presidente en la isla, pero también es evidente que la agresividad anticubana encoleriza aún más a los detractores de Capriles.

 

Maduro, por su parte, incorporó las casi dos semanas de funerales de Chávez a la campaña por su elección. La ventaja que le asegura la condición de presidente encargado ha sido criticada, incluso, por el chavismo crítico, que observa un deterioro de los mensajes del candidato oficial. Ese chavismo crítico lamenta un inquietante ascenso de la religiosidad en el discurso de Maduro, que busca apuntalar el culto a la personalidad de Chávez.

 

En vez de enfatizar en la parte más sólida del legado chavista —las misiones, el combate a la pobreza, los planes de urbanización y desarrollo social, el gasto público a favor de la educación y la salud—, Maduro se ha concentrado en la explotación mística del halo de santidad del presidente fallecido. El candidato oficial entiende las elecciones de abril como una batalla entre el bien y el mal, en la que el ganador contará con el apoyo del “espíritu desencarnado” de Chávez.

 

El maniqueísmo lleva a uno y otro a suplantar ideas con creencias. Así como Capriles pone en duda la fecha de la muerte del mandatario y la autenticidad de sus funerales, Maduro propone embalsamar a Chávez, acusa a Estados Unidos de haber inoculado el cáncer del presidente, insinúa que su rival es homosexual, inventa un complot de ex funcionarios del Departamento de Estado, en Washington, para asesinar a Capriles, y asegura que San Hugo, desde el cielo, “influyó” para que el Papa Francisco resultara electo.

 

La religiosidad que envuelve ambas campañas electorales tiene un punto de contacto en el culto a la personalidad de Chávez, en nombre de quien muchas veces también habla Capriles. Valdría la pena preguntarse, a la luz de esta deriva espiritista de la izquierda y la derecha venezolanas, qué ha sido de las tradiciones críticas de una y otra. Qué ha sido del marxismo y del liberalismo, de la estirpe laica de la socialdemocracia o la democracia cristiana.

 

rafael.rojas@razon.com.mx

Los Ortega de Nicaragua, Morales en Bolivia, Mujica en Uruguay y el brasileño Lula da Silva han recibido apoyo o han mantenido una estrecha relación con el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, aseguró Hernando, ex analista de información de la Inteligencia cubana.

Según el exoficial, el Dpto. analiza las características de cada líder latinoamericano para entonces comenzar a relacionarse, darle apoyo y prepararlo en su futuro político, como en el caso de Nicolás Maduro, quien recibió entrenamiento en Cuba.

Otros han recibido refugio en La Habana y apoyo logístico de las autoridades cubanas.

¿El futuro de Venezuela?

 Sistematizando la miseria

Miriam Celaya

24 de marzo de 2013

 

Escucho a la vecina del apartamento de los altos dando voces a la de la planta baja: “¡llegó el pollo por pescado… y vence mañana!”. El grito interrumpe mi trabajo y despierta mi memoria: este jueves 21 de marzo se cumplieron 51 años de la instauración de la cartilla de racionamiento, un sencillo adminículo que todavía cumple relativamente sus funciones como instrumento de control oficial, procurando igualarnos en la pobreza.

 

“La libreta”, como popularmente se le conoce, desempeña la doble misión de aliviar las crónicas carencias alimentarias de la familia cubana distribuyendo algunos productos básicos a precios subsidiados, y a la vez, de servir al gobierno como un instrumento más de dominación sobre la sociedad. No es una exageración, la Historia está repleta de ejemplos que ilustran cómo los pueblos despojados de derechos y de la capacidad de producir y ganar su propio sustento, pierden también su condición de individuos libres y, como animales de corral, se someten a la voluntad de quien les procuran lo mínimo indispensable para no morir de hambre.

 

La cartilla, que según las propias declaraciones oficiales provoca gastos astronómicos al Estado en su celo por garantizar al menos una parte de la alimentación del pueblo, es –más que un bondadoso subsidio– una inversión política. En realidad, casi podría asegurarse que de no ser por la cartilla que administra el hambre evitando la hambruna, este país hubiese sido ingobernable.


La importancia que el régimen otorgó al sistema de racionamiento se refrenda en multitud de ejemplos que persisten. Toda una institución administrativa creada para tales efectos, con oficinas municipales –antes OFICODA, actualmente ORC (Oficina de Registro del Consumidor) –, empleados, archivos, almacenes y centros de distribución y venta, encargada de velar porque se cumpla la asignación de consumo exacta para cada cubano, incluyendo la concesión de exiguos productos “extra” para enfermos crónicos validados por certificados médicos, e incluso el control de campañas como la llamada “revolución energética” –con la entrega a nivel nacional y el control del pago de los equipos eléctricos chinos durante uno de los últimos delirios del deteriorado Comandante en Jefe.  


Así, la mal llamada “libreta de abastecimientos”, en cuyos inicios y por varias décadas cubrió una lista considerable de productos racionados, tanto alimenticios como otros de uso doméstico, comenzó a contraerse sin llegar a desaparecer a medida que los efectos del fracaso del sistema se sucedían uno tras otro. Fue, probablemente, el auxiliar más efectivo del gobierno para contener el descontento popular bajo los embates de la crisis de los ´90, cuando se comenzaron a racionar incluso las almohadillas sanitarias femeninas; y en los últimos años, con el advenimiento del “raulismo”, ha sufrido drásticos recortes al mantener subsidiados solo algunos productos básicos, pese a que los cubanos no han recuperado la autonomía productiva y el salario medio no llega a un dólar diario.

 

La cartilla se ha convertido en un documento que forma parte inseparable de cada familia, a tal punto que a cualquier cubano humilde, principalmente del amplio sector de la tercera edad, le preocupa más la pérdida de la cartilla que la de su documento de identidad. Porque no solo se siente parcialmente protegido en sus necesidades de consumo, sino que ésta ha propiciado todo un mecanismo de trueques ideados por la creatividad popular para suplir otras carencias. De esta manera, los productos asignados que algún miembro de la familia no consume son utilizados para intercambiarlos o venderlos y así adquirir otros necesarios. Por demás, también se ha desarrollado un mercado subterráneo, tanto con la certificación ilegal de “dietas” con tarifas fijas como con los productos propiamente dichos, que escapa por completo al control de las autoridades, incapaces de cubrir las necesidades básicas de la población y de eliminar la corrupción que es fuente de subsistencia para la mayoría de los cubanos.

 

La cartilla además ha dado origen a nuevos vocablos y frases que algún día formarán parte del lexicón socialista que alguien habrá de escribir. Solo los nacidos y crecidos bajo un sistema que tiene el discutible mérito de haber sistematizado la miseria, sembrándola como si de una virtud se tratase en la conciencia de una parte significativa de sus víctimas, conocemos el significado de frases que, en buena lid, resultan ofensivas y humillantes para la dignidad de las personas. Quiénes, si no nosotros, sabrían interpretar el lenguaje cifrado de la pobreza estandarizada: plan jaba, pollo por pescado, pollo de población, picadillo de niño, pescado de dieta, lactoso y para viejitos, café mezclado, arroz adicional…; o las ya desaparecidas picadillo extendido, carne rusa, fricandel, masa cárnica, perro sin tripa y otras lindezas por el estilo.

 

Pero en estos tiempos difíciles el sostenimiento de la cartilla por parte del gobierno se hace prácticamente imposible. He aquí que esa herramienta de control debe desaparecer, tal como ha anunciado directa o veladamente el General-Presidente en más de una ocasión, porque –otrora instrumento utilísimo para el gobierno– se ha tornado un lastre insostenible en medio de la crisis final del sistema. Por otra parte, el régimen no puede darse el lujo de despojar de subsidios a una mayoría pobre que escasamente sobrevive con la ayuda de la cartilla. Al menos no puede hacerlo sin pagar un alto costo político por ello, además de la amenaza de enfrentar un probable aumento del descontento y el desorden social. La cartilla, pues, se ha trocado en un bumeran para el sistema.

 

No obstante, la asignación de alimentos se ha seguido contrayendo, como parte del plan gubernamental de eliminar gradualmente los subsidios. En la actualidad, la cartilla es una magra libretita con 10 pequeñas hojas para marcar lo que “le toca” mensualmente a cada persona: 7 libras (lb) de arroz, 3 lb de azúcar blanca, 2 lb de azúcar morena, ¼ lb de aceite, 10 onzas de granos, 11 onzas de pollo que sustituye la antigua cuota de pescado, 1 lb de pollo “de población” o picadillo, 10 huevos, 400 gramos de espaguetis, un minúsculo pan de 80 gramos y, de vez en vez, media libra de mortadella con soya. Los niños de 0 a 3 años reciben una limitada cantidad de compotas y leche en polvo hasta los 7 años, de los 7 a los 14 reciben una cuota de yogurt de soya. Tal es la canasta básica oficial.

 

Por el momento, aunque escuálida y en merma constante, la cartilla permanece entre nosotros. Esperemos que su desaparición, como la de otros signos del totalitarismo, siga marcando también los momentos finales del sistema que la creó.

 

 

Capriles: Ni a yanquis ni a cubanos

24 de marzo de 2003

 

Fue la expresión del candidato opositor Henrique Capriles al referir que de ser presidente no regalará la nación.

 

El candidato de la oposición. Henrique Capriles, dijo que de ser elegido Jefe de Estado no regalará más el dinero de los venezolanos.

 

“Vamos a dejar de regalar el dinero de ustedes a otros países (...) porque nosotros no le vamos a entregar este país ni a los yanquis ni tampoco al Gobierno cubano. Llegó el momento de tener un Gobierno que realmente sea nacionalista y que use los recursos del país para invertirlos en esta tierra”, exclamó Capriles parapetado en una tarima en el estado Yaracuy.

 

Criticó al candidato del régimen: “Nicolás conoce mejor Moscú que San Felipe (capital de Yaracuy) y ahora dice que van a solucionar los problemas (...) después de años recorriendo el mundo y regalando los recursos. ¡Mentira!”, enfatizó.

 

Durante su agitado discurso se preguntó: “¿Queremos un Gobierno que nos una, que nos convoque a todos o un Gobierno que nos divida, que nos ponga a pelear?”.

 

Por su parte, el candidato oficialista rezó junto a sus partidarios concentrados en el estado Lara (oeste) un Padre Nuestro por la memoria del presidente fallecido Hugo Chávez, recordando a sus seguidores que el fallecido exmandatario “se sacrificó por el pueblo de Venezuela” y “entregó su vida” por ellos.

 

“Ahora la minoría de los partidos del odio, del candidato del odio, dirigen su campaña contra el pueblo (...) frente a su odio, frente a su obsesión, le decimos va de retro satanás, bien lejos con tu odio, tu odio me resbala”, añadió Maduro.

 

 

Capriles choca con el poder del chavismo

Ewald Scharfenberg

24 de marzo de 2013

 

El candidato de la oposición renuncia a una campaña casa por casa y lucha contra el reloj a tres semanas de los comicios

 

Venezuela, que fue gobernada durante casi tres meses por un presidente que no estaba, ahora vive una campaña presidencial no declarada. Las normas anunciadas el 9 de marzo pasado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para las elecciones del 14 de abril —en las que se escogerá al sucesor del fallecido presidente Hugo Chávez— prescribían solo 10 días de propaganda, del 2 de abril al 11 de abril a la medianoche.

 

Sin embargo, este sábado, los dos principales candidatos en liza coincidieron en la ciudad de Maracay, en el Estado de Aragua, a unos 100 kilómetros al oeste de Caracas. El presidente en funciones de Venezuela y heredero designado por Chávez del liderazgo oficialista, Nicolás Maduro, cerró un acto convocado para lanzar un movimiento juvenil contra la delincuencia.

 

Mientras tanto, en el sector El Limón de la misma ciudad, el gobernador del Estado de Miranda y candidato presidencial de la oposición, Henrique Capriles, presidía bajo un intenso aguacero lo que denominó una “asamblea de ciudadanos”.

 

No hay tiempo que perder. Se trata de una campaña muy corta y, si no imprevista, sí sobrevenida, como la propia muerte del líder después de una larga y todavía misteriosa agonía.

 

Su plazo no es la única singularidad de la campaña. El principal cartel de la campaña de Maduro, por ejemplo, no muestra una imagen del candidato: en su lugar aparece un plano del difunto comandante. El lema que acompaña a la fotografía, “Maduro, desde mi corazón”, está impreso en unos caracteres que remedan la caligrafía de Chávez, como queriendo certificar con un manuscrito la voluntad expresa de viva voz por el propio caudillo, a través de todas las televisiones en cadena nacional en diciembre de 2012, de que Maduro fuera candidato.

 

Ambos competidores van a trabajar contra el reloj durante la Semana Santa. Del triunfo de cualquiera de los dos surgirá, además, el primer presidente caraqueño desde que Edgar Sanabria ocupara el cargo en la Junta Provisional de Gobierno en 1959, tras el derrocamiento de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.

 

También estos días se ha hecho notar una coincidencia en el origen de sus apellidos, pues tanto Capriles como Maduro proceden de la comunidad sefardí que se asentó en las vecinas Antillas Holandesas antes de pasar a tierra firme venezolana.

 

Estas similitudes no consiguen ocultar, sin embargo, las diferencias abismales en las condiciones con las que cada contrincante aborda la campaña. Amparado por el aval póstumo de Chávez, Maduro todavía no duda en usar el aparato del Estado. Según denuncia de Carlos Ocariz, director nacional del Comando Opositor, desde que los candidatos se postularon ante el CNE el 11 de marzo, el principal canal del Estado, Venezolana de Televisión —fuente de la señal de los demás medios radioeléctricos oficiales en determinadas ocasiones—, había dedicado 21 horas de cobertura a los actos de Maduro. De ese tiempo, casi cinco horas y media correspondieron a transmisiones en cadena nacional de radio y televisión. Mientras tanto, no se había registrado cobertura alguna de eventos de Capriles. “Las únicas veces que Capriles sale en el llamado canal de todos los venezolanos”, denunció Ocariz en una rueda de prensa que ofreció el sábado en Caracas, “son para ridiculizarlo”.

 

A la sombra del doble papel de Maduro como presidente en funciones y candidato gubernamental, la confusión entre sus comparecencias oficiales y las de la campaña electoral propicia el trasvase de recursos públicos para la financiación de sus actividades políticas de propaganda. El pormenorizado registro en bases de datos gubernamentales del censo electoral —el censo de votantes se utiliza con frecuencia para cuestiones de asistencia social— se convierte en una eficaz herramienta de inteligencia electoral para las opciones de Maduro y, en algunos casos, hasta de presión clientelar.

 

La vigente Constitución de 1999, impulsada por Chávez, prohibió los mecanismos de financiación pública de las campañas electorales. Capriles podría buscar entonces fondos entre potenciales donantes privados, por lo general, empresarios que temen verse sometidos al control del Estado como fuente de negocios o exponerse al acoso interesado de las agencias reguladoras.

 

Para colmo, la atípica campaña ha forzado a Capriles a deshacerse de su estrategia de visitas casa por casa que, durante la pasada campaña para las elecciones de octubre de 2012, le generó tantos beneficios. En una carrera corta, apuesta ahora por realizar actos de masas en diversas localidades que puedan convertirse en acontecimientos noticiosos. Según Ocariz, durante la semana pasada Capriles ha visitado 11 ciudades del interior del país.

 

No obstante, las oportunidades de que el mensaje del candidato opositor se difundan parecen escasas. Globovisión, un canal de información continua de tendencia claramente opositora, que está a punto de ser vendida a capitales privados cercanos al chavismo, sigue haciendo por ahora las veces de emisora oficial de la campaña de Capriles. Pero se trata de una voz solitaria en el desierto radioeléctrico.

 

El propio Ocariz se quejaba desde la sede del Comando Opositor de Capriles de que muchas radioemisoras privadas, cercadas económicamente por el Gobierno, están buscando ya abiertamente un acercamiento al chavismo y rehúsan difundir los anuncios de campaña del candidato de la oposición.

 

Sin nombrarla, Ocariz acusó a la presidenta de la Cámara Venezolana de la Radiodifusión, Enza Carbone, de coordinar una labor de filtro y censura de los mensajes que la campaña de Capriles intenta difundir a través de los medios. “Usted no es la que debe revisar el contenido de las cuñas”, exhortó Ocariz, antes de exigirle a la ejecutiva del gremio privado de televisión que abandone “ese mecanismo de intimidación”.

 

No solo contrarreloj sino, además, contracorriente, Capriles se juega sus opciones para el próximo 14 de abril. Ligero, astuto y perseverante, se enfrenta al poder inclemente de un Estado mastodóntico y multimillonario. La situación se asemeja a las fábulas criollas de Tío Tigre y Tío Conejo, cuyas moralejas suelen recalcar la superioridad de la astucia frente al poder. Con la diferencia de que, si se atiende lo que hasta ahora dicen las encuestas y parece refrendar el escaso tiempo disponible, en esta historia no parece que Tío Conejo vaya a ganar.

Entonar el himno de Cuba

revela sumisión de Venezuela

Américo Martín, ex líder guerrillero

Adriana Rivera

24 de marzo de 2013

 

El ex líder guerrillero Américo Martín considera que Maduro retomó la idea –desechada por Chávez– de formar un gobierno con la isla

 

En las redes sociales hubo desconcierto e indignación por un lado, y mensajes de apoyo por otro. El video del presidente encargado, Nicolás Maduro, cantando en cadena nacional (transmitida el viernes) el himno de Cuba sigue circulando activamente en Internet. Mientras, su pareja y dirigente del PSUV, Cilia Flores, les dijo a los jóvenes venezolanos que debían sentirse orgullosos de entonar la canción cubana.

 

El ex líder guerrillero Américo Martín, que en la década de los sesenta conoció a los hermanos Castro en Cuba, consideró que fue una torpeza del presidente encargado, Nicolás Maduro, cantar el himno cubano en cadena, en medio de una campaña electoral. “Está demostrando que trata de remozar la vieja tesis de Chávez, abandonada por él mismo años después, de crear un solo gobierno entre Cuba y Venezuela y que en la isla causó malestar”.

 

La relación de dependencia que han establecido los dos países es compleja y afecta los intereses nacionales, afirmó Martín. “Se ha creado una relación de total sumisión ideológica y política de Venezuela a Cuba; entonar el himno lo revela. Pero al mismo tiempo Cuba es totalmente dependiente de Venezuela desde el punto de vista energético y financiero a corto plazo. Venezuela le provee el triple del subsidio que le daba la Unión Soviética”.

El hombre de La Habana

Carlos Alberto Montaner

24 de marzo de 2013

 

Un exagente cubano de inteligencia, quien se llama (o se hace llamar) “Hernando”, presumiblemente radicado en Estados Unidos, acaba de revelar un dato muy importante: las relaciones entre Nicolás Maduro y los servicios de espionaje y subversión de la Isla son anteriores a los contactos entre La Habana y Hugo Chávez.

 

Según “Hernando”, Maduro se formó en la “Escuela Ñico López”del Partido Comunista de Cuba a fines de los años ochenta. Su declaración se puede encontrar en YouTube. Basta con escribir en la barra “Hernando Ex Agente de Inteligencia”, o entrar al canal de YouTube “Universo Increíble”. Es muy fácil de localizar.

 

A juzgar por esta información, Nicolás Maduro es mucho más que un simpatizante de la revolución cubana o un trasnochado marxista radical, platónicamente enamorado del comunismo: es un viejo colaborador de la inteligencia castrista. Por eso Raúl Castro convenció a Hugo Chávez de que éste era su heredero natural. Maduro formaba parte del grupo. Era uno de ellos.

 

Aparentemente, lo detectó y reclutó Norberto Hernández Curbelo, embajador cubano en Caracas en aquellos años, aunque luego el vínculo fue mantenido por un hábil apparatchik cubano llamado Germán Sánchez, sociólogo y también exembajador de Cuba en Venezuela, quien tenía a su cargo penetrar, organizar y conquistar al riquísimo país petrolero, algo que logró con habilidad por su trato peligrosamente agradable.

 

Años más tarde, Sánchez cayó en desgracia por las intrigas de la burocracia cubana. Raúl Castro no se sentía bien con él. Le parecía demasiado “intelectual” e independiente. Lo imaginaba como un apéndice de otro dirigente que había perdido su confianza: Manuel Piñeiro, “Barba Roja”, jefe del Departamento de América del Partido Comunista, el gran foco subversivo de la revolución.

 

Pero había otro factor en la destitución de Sánchez: Raúl Castro quería controlar directamente las relaciones con Venezuela. Si la revolución dependía de esos subsidios, no era sensato dejar estos vínculos en manos de alguien en quien no confiaba.

 

Eso quiere decir que Maduro, cuando se estrene como presidente electo, tratará de “radicalizar el proceso” por recomendación de La Habana. ¿Qué significa esa expresión? Quiere decir que abandonarán las pocas formalidades democráticas que subsisten invocando la necesidad de “salvar la revolución” de las traiciones y el acoso de los enemigos del pueblo.

 

Cuba no puede correr el riesgo de perder unas elecciones o un referéndum revocatorio en Venezuela. Un subsidio de trece mil millones de dólares anuales, incluidos 115 000 barriles diarios de petróleo, es un botín demasiado jugoso para dejarlo escapar por un capricho de la aritmética.

 

Además, no sólo Henrique Capriles sabe que “Maduro no es Chávez”. Raúl también comparte ese criterio. Chávez, por las torcidas razones que fueren, era un caudillo que conectaba con el pueblo y tenía las bridas de las instituciones esenciales. Maduro, por mucho que se empeñe en imitar al líder muerto, es otra cosa. Otra cosa opaca y densa que no despierta más emoción que la vergüenza ajena.

 

¿Cómo se maneja al pueblo para que obedezca y transite dócilmente hacia el control social total? Como siempre se ha hecho: mediante el miedo a los castigos junto a la falsa ilusión de que los indiferentes no serán molestados y podrán continuar sus vidas sin graves inconvenientes.

 

En 1933, cuando los parlamentarios le entregaron todo el poder a Hitler tras la quema del Reichstag, estaban confiados en que las cautelas legales protegerían a los alemanes del establecimiento del totalitarismo. Sólo tardaron 52 días en descubrir su error. El parlamento alemán dictó una Ley Habilitante y Hitler, en pocas semanas, desmontó la democracia liberal de la República de Weimar. A partir de ese punto, a palo y tentetieso, el Führer controló toda la autoridad y comenzó a prepararse para la guerra mundial y el exterminio paralelo de judíos, gitanos, homosexuales, minusválidos, y de toda persona que empañara el destino luminoso de la raza aria.

 

El señor Maduro sin duda dispondrá de la Ley Habilitante, como antes sucedía con Chávez. Sólo falta que alguien incendie el Parlamento o genere cualquier pretexto para liquidar la farsa para siempre. O al menos, por un buen número de años. Eso es lo menos que La Habana espera de su hombre.

 

Periodista y escritor. Su último libro es la novela Otra vez adiós.

 

www.firmaspress.com

 

© Firmas Press

Nicolás Maduro, agente de la inteligencia castrista

(Parte 3)

23 de marzo de 2013

La idiotez del culto póstumo a Hugo Chávez

Bernard-Henri Lévy

22 de marzo de 2013

 

Dejando de lado su antisemitismo y sus aliados dictadores, ¿por qué tendría la izquierda que conmemorar a un hombre que reprimió a su pueblo y arruinó la economía? Es un insulto a los venezolanos.

 

El fallecimiento de Hugo Chávez, seguido por su rebuscado funeral, ha desatado una ola de idiotez política, y por ende, de desinformación, de una magnitud que no se había visto desde hace cierto tiempo.

 

No haré demasiado hincapié –porque es un hecho público y notorio- en el Chávez “amigo del pueblo”, cuyos principales aliados eran dictadores con las manos manchadas de sangre: Ahmadineyad, Bashar al-Assad, Fidel Castro y, anteriormente, Gaddafi.

 

Tampoco ahondaré, porque esto también es del conocimiento público, en el Chávez cuyo antisemitismo patológico en su régimen de 14 años provocó el exilio de las dos terceras partes de la comunidad judía de Venezuela. (Es difícil imaginar que un ministro del gobierno de François Hollande en Francia vea a este Chávez como un “híbrido de Léon Blum y De Gaulle”). ¿Acaso no fue Chávez devoto de las teorías de conspiración de Thierry Meyssan, aquel discípulo del revisionista argentino y negador del Holocausto, Norberto Ceresole, quien manifestó su sorpresa porque a los israelíes les “gusta criticar a Hitler” aunque “han hecho lo mismo y quizá cosas peores”? ¿Cómo podía reaccionar un judío de Caracas al ver que su presidente estigmatizaba a una minoría conformada por “descendientes de aquellos que crucificaron a Jesucristo” y quienes, según Chávez, “se habían apoderado de las riquezas mundiales”?

 

Desde sus acusaciones a la Casa Blanca por intento de magnicidio hasta su acercamiento a Ahmadineyad y Gaddafi, he aquí un vistazo de algunas razones de la supuesta animadversión de Chávez hacia Estados Unidos.

 

Lo que menos se conoce, algo que lamentaremos haber pasado por alto en la medida en que el culto póstumo de Chávez se inflama y se vuelve cada vez más tóxico, es que este “socialista del Siglo XXI”, este supuesto “defensor incansable de los derechos humanos”, gobernó sofocando a los medios, clausurando canales de televisión que le eran adversos y prohibiendo a la oposición el acceso a las fuentes noticiosas estatales.

 

Lo que menos se conoce, o no mencionan deliberadamente los que pretenden convertir a Chávez en una fuente de inspiración para una izquierda sin aliento, es que este líder maravilloso, aparentemente tan preocupado por los trabajadores y sus derechos, toleraba los sindicatos solamente si eran oficialistas. Permitía las huelgas solamente si las controlaba u orquestaba el régimen. Y, hasta el final, persiguió, criminalizó y mandó a la cárcel a sindicalistas independientes quienes, como Rubén González, el representante de los trabajadores mineros agrupados en Ferrominera, no esperaron que el bolivarianismo se materializara para exigir condiciones de trabajo dignas, protección contra los accidentes laborales y salarios justos.

 

Que Chávez, el hombre, descanse en paz. Pero hacer creer que el saldo del chavismo ha sido positivo es un insulto para el pueblo venezolano.

 

Lo que se ha omitido de muchos de los retratos que se difunden durante estas sesiones de duelo mundial –y lo que debería recordarse si se quiere evitar que el chavismo sin Chávez se convierta en una pesadilla mucho peor- es la represión de la etnia yukpa de la Sierra de Perijá, llevada a cabo en nombre de la “integración cultural”; los crímenes de sicariato encubiertos por el régimen contra ciertos caciques, quienes, como Sabino Romero en 2009, no se doblegaron ante Chávez y, en términos generales, el que hubiera puesto a dormir los movimientos democráticos y populares que no tuvieron la dicha de figurar en la agenda de Chávez. Por ejemplo, en materia de la mujer, no hay que olvidar que los derechos de la mujer sufrieron un retroceso dramático durante el reinado del comandante. Además, ¿acaso sería injusto para el difunto líder señalar que dos disposiciones de la ley de familias –una que protege a las mujeres que son víctimas de violencia doméstica; la otra, sobre las divorciadas- fueron rechazadas por el régimen por ser demasiado pequeñoburguesas para la norma del machismo imperante?

 

En cuanto a las buenas almas que nos recuerdan que el populismo nacional de Chávez tuvo “al menos” el beneficio de darle de comer al hambriento, atender a los más vulnerables y reducir la pobreza, no mencionan que estas reformas fueron posibles solamente y llanamente por la temeridad presupuestaria, financiada por el colosal ingreso petrolero, inflado por los altos precios del crudo. El resultado ha sido que la economía real del país, la modernización de su infraestructura y equipos, así como la formación de empresas capaces de generar riqueza sustentable, fueron sacrificadas irresponsablemente en el altar de una especie de cesarismo más bien diseñado para comprar la paz social antes que construir la Venezuela del mañana.

Himno de Cuba durante acto oficial venezolano

causa asombro e inconformidad

22 de marzo de 2013

La Economía de Chávez: legado y desafíos

Leonardo V. Vera

21 de marzo de 2013

 

Hugo Chávez llegó al poder en el año 1999 en medio de una situación económica compleja, al borde de una crisis externa y fiscal. Gran parte del problema se ubicaba en la caída estrepitosa de los precios del petróleo ocurrida en el año 1998 que llevó al crudo venezolano a cotizarse en 9 dólares el barril. Como consecuencia del desplome de los precios, la calificación del país había bajado y era necesario atender compromisos internos y externos por servicio de deuda del orden de los 8.800 millones de dólares. La economía acusaba ya un problema de estancamiento con un magro crecimiento de apenas 0,2% (al cierre de 1998), altas tasas de inflación (del orden del 35,8%), y una agudización de los problemas de empleo y pobreza. En resumen, el gobierno de Chávez iniciaba su gestión con grandes expectativas de cambio, pero con un cuadro altamente complicado para el manejo macroeconómico, y en una fase del ciclo petrolero muy inconveniente para el país.

 

Ante este panorama Chávez reaccionó en una forma audaz y hasta inconcebible pues en lugar de hacer los ajustes internos de rigor, se trazó la meta de torcer el curso del mercado petrolero mundial y de los precios del petróleo. Chávez comprendió tempranamente que la recuperación de los precios requería de un esfuerzo de coordinación en el seno de la OPEP y fue el primero en mostrar disciplina comenzando por respetar los acuerdos. En agosto de 1999 decidió hacer una gira a 10 países de la organización incluyendo Iraq y Libia y se convirtió en el primer jefe de Estado en visitar a Sadam Husein después de la llamada Guerra del Golfo. Los frutos de este esfuerzo se comenzaron a ver rápidamente. A finales de diciembre de 1999 la cesta OPEP estaba ya en 25 dólares y desde entonces el curso de los precios, apuntalado por la absorción energética de China y los gigantes de Asia, es bien conocido.Nada mejor para un proyecto que aún se mostraba errático y ambiguo que tapar las deficiencias en la gestión de los recursos con una renta creciente.

 

En agosto de 1999 decidió hacer una gira a 10 países de la organización incluyendo Iraq y Libia y se convirtió en el primer jefe de Estado en visitar a Sadam Husein después de la llamada Guerra del Golfo.

 

Chávez conocía del poder estratégico interno y externo de la renta petrolera. Con toda consciencia presentó a los hermanos menores de Sur América, Centro-América y el Caribe acuerdos como el ALBA y Petrocaribe donde se ofrece crudo en condiciones increíblemente favorables –ventas a plazos de 20 años, intereses muy bajos y re-pagos en mercancías y especies-. La gratitud de estos pueblos -cuya dependencia energética es crítica para sus economías- es hoy día inmensa, pero Venezuela, a raíz de ésta realidad y los acuerdos con China, está hoy día dejando de percibir cerca de 2 dólares por cada 10 dólares de exportaciones de crudo y el estrangulamiento y la creciente demanda de divisas han generado delicados escenarios de escases doméstica.

 

Chávez fue un líder nacionalista pero con una indiscutible proyección e influencia regional. Su decidió empeño por romper viejos esquemas de integración y cooperación regional y promover nuevos experimentos estaba movido por su anti-nortemericanismo. Decidido opositor del ALCA encontró respaldo en los gobiernos de Brasil y Argentina para enterrar el acuerdo, lo que obligó al gobierno norteamericano a conformarse con la consolidación de ciertos convenios bilaterales de libre comercio. La desarticulación que promueve luego de la Comunidad Andina vino como consecuencia de la firma de un acuerdo de libre comercio que hace Colombia con los EE.UU.

 

Venezuela perdió todo su mercado de exportaciones no tradicionales con la Comunidad Andina y terminó aceptando una entrada absolutamente desventajosa al Mercosur por esta jugada, si se quiere, caprichosa. Otras iniciativas como el Banco del Sur, y el Sucre, inspiradas igualmente en el rechazo a los bancos de desarrollo tradicionales y al dólar como medio de pago internacional, todavía son prematuras para ser evaluadas.

 

En lo interno, el control absoluto de la renta petrolera fue el pilote sino la palanca fundamental del modelo distributivo y de avance y control del Estado sobre la economía. Chávez logró este control finalmente en el año 2003 cuando doblegó la huelga general convocada por los empleados de la industria petrolera y despidió a casi 20 mil trabajadores involucrados. El camino quedó despejado para emplazar el modelo de reparto de la renta, pero la industria petrolera quedaría herida perdiendo su capital más importante. Venezuela dice tener hoy las reservas probadas de crudo más grandes del planeta pero produce 20 por ciento menos petróleo que hace 14 años atrás.

 

Entre tanto el modelo de reparto se ha materializado en las llamadas “misiones”, un conjunto creciente y heterogéneo de programas de desarrollo social que ha terminado siendo una exitosa transacción de ayuda socio-económica por sujeción política. Las misiones, no cabe duda, pueden ser programas con una muy cuestionable calidad, pero allí donde no hay nada, la utilidad marginal de un servicio o una transferencia es infinita (y la gratitud también). En un país donde la inflación promedio de la última década ha estado cerca de 30%, que la pobreza haya disminuido más de 20 puntos en algo más de una década dice mucho del poder y del apalancamiento de estos programas.

 

La renta petrolera también sirvió para consolidar una presencia invasiva del Estado en todos los ámbitos de la economía. En enero de 2005 en el Foro Social Mundial en Porto Alegre Chávez declara que su modelo era el “Socialismo del siglo XXI”. A juzgar por las acciones, el Socialismo del siglo XXI terminó siendo la proyección de un orden anacrónico; algo en esencia ya visto y cuestionado incluso por los mayores antagonismos ideológicos. Las expropiaciones en masa de empresas de telecomunicaciones, eléctricas, cementeras, centrales azucareros,  empresas de alimentos, siderúrgicas, hoteles, hipermercados, bancos, constituyen un lastimoso ejemplo de cómo invertir recursos públicos por miles de millones de bolívares y dólares sin generar empleo y aumentado la concentración económica.

 

Los mismos o mejores efectos de cobertura en servicios y distribución de bienes así como en ganancias de eficiencia se habrían logrado, promoviendo un adecuando marco regulatorio. Tras la entrada en vigencia de la Ley de Tierra cerca de 4 millones de hectáreas de tierras potencialmente productivas han sido expropiadas en Venezuela y cedidas la mayor de la veces a manos campesinas (lo equivalente a dos veces el tamaño de un país como El Salvador), pero la producción agrícola se mantiene estancada y las importaciones de alimentos han crecido en casi un 380% desde el año 2000. Venezuela ha asegurado su seguridad alimentaria importando masivamente pero no así su soberanía alimentaria.

 

Esta manera de atacar la propiedad -sin blanco fijo- y de concebir al empresario privado nacional como un enemigo público, determinó el cierre macroeconómico del modelo venezolano. Nadie en sano juicio entierra sus capitales en un ambiente de semejante incertidumbre.  Quien lo hace es por qué tiene la expresa garantía oficial de poder remitir los jugosos dividendos que se extraen de una economía enloquecida por el consumo; es decir, algunas arriesgadas empresas transnacionales y otros tantos nuevos ricos de origen chino, ruso y bieloruso.

 

Venezuela es un caso singular en América Latina cuya economía se maneja como una economía de guerra: con un control administrado de divisas en el sector externo y con controles de precios interno que tienen ya más de una década. Lo paradójico es que haya que recurrir a estos extremos transitando por una bonanza petrolera. No puede ser de otro modo, pues de lo contrario los dólares petroleros entrarían por una puerta y saldrían por la otra.

 

En este ambiente de elevado riesgo, inflación y desconfianza es muy difícil cosechar empleos productivos y Venezuela los necesita más que nunca.  La población joven en edad escolar está creciendo así como la matrícula en el sistema de educación superior  –en gran medida como resultado de los programas de desarrollo social- y hay un grave riesgo de que el país no ofrezca las oportunidades que este ejército de jóvenes estará reclamando en breve tiempo.  El modelo del socialismo del siglo XXI donde sólo el empleo público crece apalancado por la renta petrolera, tiene sus límites. La renta dejó de crecer hace ya dos años y el país comienza ver grandes dificultades económicas en el horizonte. Venezuela sigue reclamando por un empuje creciente y sostenido de la economía privada, productiva y diversificada y eso requerirá profundos e ineludibles cambios.

Nicolás Maduro, agente de la inteligencia castrista

(Parte 2)

18 de marzo de 2013

Canalladas no, verdades

Fernando Ochoa Antich

17 de marzo de 2013

 

La brillante intervención de Henrique Capriles, con motivo a la presentación de su candidatura presidencial, ha sido fuertemente atacada por el oficialismo a partir del mismo momento en que se dirigió a los venezolanos. Las razones del ataque están a simple vista. Sus palabras, firmes, valientes y serenas, lograron de inmediato un efecto sorprendente en el espíritu de lucha de una oposición que parecía desmoralizada, y casi ausente, después de la derrota sufrida durante las elecciones de gobernadores. Ese importante impacto fue percibido de inmediato por los asesores de opinión del régimen que, equivocadamente, decidieron que el propio Maduro le respondiera. Craso error. El efecto se multiplicó al infinito. Definitivamente, no hay peor consejero que el miedo.

 

La respuesta de Maduro, al contrario, fue desproporcionada, mal preparada y peor dicha, en la cual demostró muy poco instinto político. Al día siguiente, ese error fue centro del debate en la calle. No hubo nadie, ni oficialistas ni opositores, que no llegaran a una inmediata conclusión: Hugo Chávez jamás le hubiera respondido. Voz de pueblo, voz de Dios, Sin lugar a dudas, en esa frase se resumió la percepción popular. Además, equivocó totalmente la estrategia. Se dedicó a atacarlo desde un punto de vista personal que le hizo perder de inmediato la estatura necesaria en un líder emergente que, sin tener suficiente arrastre popular, se encuentra ante el reto de reemplazar al jefe de un proceso político que, por catorce años, ha sido la única figura del régimen con propio brillo personal.

 

Las palabras de Maduro buscaron descalificar al candidato opositor al llamarlo de manera desconsiderada: “canalla, infame, e irresponsable”, sin realmente responder ninguno de los señalamientos de fondo que caracterizaron su intervención. Además, del ataque personal trató de convencer a sus seguidores que Capriles había ofendido la figura de Hugo Chávez y la dignidad de su familia, al afirmar que sus palabras “eran la mayor ofensa a su memoria” y que “el objetivo de la oligarquía, de este señorito que acaba de llegar de Nueva York, el de los apellidos, es provocar al pueblo”. El único aspecto de alguna trascendencia que tuvieron sus palabras fue la absurda defensa a la indebida e inaceptable posición del almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa.

 

En realidad, el discurso de Capriles lo único que hizo fue hacerse vocero de los mil rumores que, de manera permanente, circulan en la sociedad venezolana sobre la enfermedad, gravedad y muerte de Hugo Chávez y señalar un conjunto de innegables verdades. Es imposible desconocer que las antijurídicas interpretaciones que hizo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia para autorizar la continuidad del anterior gobierno, sin que Hugo Chávez se hubiese juramentado como presidente constitucional, y permitir ahora que Nicolás Maduro se transforme de manera inconstitucional en “presidente encargado” de la República han comprometido la legitimidad de la candidatura presidencial de Nicolás Maduro y del gobierno nacional.

 

Es imposible negar, que la enfermedad de Hugo Chávez fue tratada de manera muy poco transparente desde el mismo momento en que tuvo que reconocer que sufría de cáncer para detener los comentarios existentes en la opinión pública. La verdad, la única verdad, es que a Hugo Chávez se le exigió un esfuerzo sobrehumano con la tesis de que era imprescindible, para ganar las elecciones del año pasado, que él fuera el candidato presidencial. Esta verdad la conocía perfectamente la camarilla gobernante, que se aprovechó del sentido de trascendencia histórica que dominaba la personalidad de Chávez para convencerlo de mantener su candidatura, aún con riesgo de su propia vida, y de que se tratara en Cuba para evitar se conociesen los pormenores de su estado de salud…

 

Tampoco se puede negar, que la operación a que fue sometido Hugo Chávez fue retardada demasiado tiempo para facilitar el triunfo en las elecciones para gobernadores. Estoy seguro, que la familia de Hugo Chávez no estuvo de acuerdo con ese sacrificio, pero era difícil doblegar su voluntad y, mucho menos, en medio de las presiones de todo orden a que debió de estar siendo sometido. De igual manera, no encuentro explicación de su traslado a Venezuela en medio de un problema respiratorio tan delicado. Henrique Capriles, lo único que hizo fue plantear las mismas interrogantes que diariamente se hacen los venezolanos. De lo que sí está plenamente seguro nuestro pueblo es que Nicolás Maduro está utilizando la muerte de Hugo Chávez para fortalecer sus aspiraciones presidenciales.

 

 

 

El Método del Discurso

La primera noche

Fausto Masó

16 de Marzo de 2013

 

Cuando Capriles aceptó la candidatura de la MUD, esa primera noche sacó a la oposición del derrotismo, logró galvanizarla, unificarla, animarla para un combate desigual frente a un adversario que se comporta como si poseyera el monopolio del insulto, de la rectitud moral y oponérsele fuera un delito de lesa patria; cambió las reglas del juego, entusiasmó a sus seguidores, movilizó a los que luchan por principios, desconcertó a Maduro. Seguir en ese estilo provoca la respuesta indignada de lo que califican cualquier crítica de injuria. Capriles agitó el avispero, pero si retrocede se lo comerán vivo. No queda otro remedio que avanzar y que el sol salga por donde salga.

 

¿Será ese el tono de la campaña? No hay otro, el de la rebeldía necesaria frente a la amenaza que se cierne sobre el país, de una dictadura democrática, un gobierno autoritario con respaldo internacional, como ya lo vimos en las exequias. Este régimen tolerará una oposición al estilo de la que permitía el PRI en el pasado.

 

O se pone en pie la oposición o le pasarán por encima, la convertirán en una farsa, la anularán moralmente. Se trata de hablar de igual a igual con el chavismo, rechazar ser ciudadanos de segunda clase, a menos que se le ocurra a la oposición comportarse como el que come pescado y les coge miedo a los ojos.

 

Los políticos crecen cuando demuestran coraje y toman decisiones sin el amparo de las encuestas. Con sus palabras, Capriles se convirtió en el líder de la oposición, algo que no había conseguido después de ganar las primarias; tomó una decisión difícil, en contra de la opinión de expertos y analistas de encuestas, apostó por que el país prefería un líder capaz de asumir riesgos, de encabezar a sus seguidores en una lucha heroica, movidos por los principios, por la convicción de que democráticamente hay que impedir seis años más de un gobierno desastroso.

 

¿Basta con esto para ganar las elecciones del 14 de abril? Nadie sabe, pero sirve para dar el primer paso en un largo camino, donde se requerirá armar un discurso que le muestre a los humildes una salida a la miseria que no le ofrece el chavismo.

 

La estrategia de Maduro no por elemental e inescrupulosa deja de ser efectiva: apelar a los peores instintos machistas, usar sin pudor el sentimentalismo que despierta el fallecimiento de Chávez, explotar el resentimiento social, las inmensas ventajas de un poder omnímodo.

 

Los dados están cargados a favor de Nicolás Maduro, pero no queda otro remedio que dar la pelea para salvar la democracia porque el plan del PSUV es convertirse en una dictadura con apariencias democráticas que celebre elecciones en las que la oposición no tenga oportunidad de luchar, como en los peores tiempos del PRI.

 

El PSUV marcha hacia el enfrentamiento entre militares y civiles, por eso los guiños que envía Maduro al Ejército.

 

Los gobernadores tampoco lo obedecerán como si fuera Chávez.

 

¿Y quién quita que al final la abstención chavista no nos sorprenda el 14 de abril? La campaña de la mentira ataca el corazón del socialismo del siglo XXI, cuando el gran mentiroso no es tan ingenioso como su antecesor, porque, al final, el socialismo totalitario se vuelve un embuste en beneficio de una nueva clase.

 

El que tenga ojos que vea.

 

@faustomaso

El último ‘show’

Xavier Sáez-Llorens

17 de marzo de 2013      

 

Desde una perspectiva sociológica, me parece completamente legítimo que un venezolano llore o celebre la ausencia de Chávez. La mitad de la población percibió beneficio, la otra mitad perjuicio. No hay peor hipocresía que criticar agriamente a alguien en vida para después ofrecerle ternura al morir o viceversa.

 

La muerte no redime a nadie. Esta metamorfosis conductual ocasiona que la historia se replete de distorsiones, catalogando impostores como héroes. En aras de objetividad, le puedo conceder algunos aciertos en el ámbito social. Los logros, empero, fueron alcanzados deteriorando paz, libertad y democracia. Provocar, además, el éxodo de miles de ciudadanos que no podían disfrutar de independencia política, cultural o económica en su país natal, constituye una execrable violación a la dignidad humana. Mis padres sufrieron situación similar durante la tiranía franquista. No se lo deseo a nadie. Cualquier persona que fuerce esta migración debe ser inmediatamente descalificado como hombre de bien.

 

Hasta el momento de su velorio, todo lo que rodeó al líder bolivariano fue un show mediático destinado a manipular emociones para preservar poder. A juzgar por la obra de teatro montada por Maduro, contundente exhibición de tercermundismo rancio, tal parece que el leal camarada será igual o peor. El culto a la personalidad es propio de dictaduras, monarquías y teocracias. Ni Chávez, curiosamente, pretendía ese narcisismo cadavérico. Él había expresado que adorar a los muertos en público era una actitud macabra, reflejo de la podredumbre de la sociedad actual (AristeguiNoticias.com). García Márquez, literato afín al socialismo, señaló que no había justificación alguna para confundir reverencia a los ídolos con tributo a las momias, oponiéndose a los festejos funerarios para exaltar muchedumbres (“El destino de los embalsamados”, El País, septiembre 15, 1982).

 

Venezuela fue sometida por 15 años a un régimen personalista, donde todo giraba en torno al caudillo. No obstante, ni el día ni el detalle de su muerte pertenecen a sus fieles seguidores. La mentira fue la principal protagonista. La filtración accidental de sucesos y la lógica médica sugieren que Chávez murió en Cuba. Es plausible que primero sobrevino el cese de la función cerebral y tiempo después la desconexión de la ventilación artificial. Antes de la pantomima que envolvió su retorno e internación en hospital militar, debió ser preparado por algún artista de la tanatopraxia (cuidado estético del cadáver). Durante la ceremonia religiosa, cualquier observador acucioso pudo percatarse de la presencia de signos visibles que delatarían el tiempo de su fallecimiento. La ciencia forense no da lugar a especulaciones (Pachard, Libro de Patología Legal, Panamá 2011).

 

Existen hallazgos tempranos (primeros días) y tardíos. Apenas el corazón deja de latir, el cuerpo pierde calor y se enfría (algor mortis). La deshidratación, causada por falta de aporte endógeno de agua, provoca resequedades o excoriaciones en tegumentos y mucosas, particularmente en labios, córneas y genitales. La sangre, al no poder circular, se acumula por gravedad en sitios declives, ocasionando decoloraciones azulosas y livideces en zonas de presión (livor mortis). Horas después, los músculos se tornan rígidos (rigor mortis). Paralelamente, acontecen numerosos cambios químicos, con liberación masiva de enzimas que degradan fibras y células de forma generalizada (autolisis) y formación de ampollas cutáneas.

 

La reducción en el suministro de oxígeno favorece la proliferación de bacterias anaeróbicas, habitualmente presentes en el tracto gastrointestinal del ser humano. Los microbios propician la síntesis de ácidos orgánicos y gases que fermentan los tejidos. Este estado de putrefacción se manifiesta usualmente a las 24 horas del deceso por la aparición de una mancha verde en el abdomen, la cual se extiende al resto del cuerpo y deja la piel marmórea (fase cromática). Uno a dos días después, sobreviene deformación e hinchazón del cuerpo, inicialmente evidente en vientre y rostro (fase enfisematosa). Luego de varios días, comienza la separación de las partes blandas, con desprendimiento de cabellos, uñas o piel de manos y pies (fase colicuativa).

 

Un sinnúmero de delegados internacionales acudió a la misa final. Los motivos de la nutrida concurrencia incluyen genuina amistad, conveniencia ideológica, diplomacia política o deseo de seguir recibiendo subsidios económicos o petroleros en el postchavismo. Los jerarcas cubanos parecían ser los estrategas de toda la parafernalia planeada para el antes, durante y después de Chávez. Esta injerencia foránea contrasta con el discurso tradicional de la izquierda que critica cualquier intervención extranjera en las soberanías nacionales. De mal gusto fue utilizar ese momento de dolor para lanzar arengas revolucionarias, acentuar lucha de clases y acusar al imperio estadounidense de asesinato. Maduro insinuó la inoculación deliberada del cáncer. Morales se sumó al ridículo hablando de envenenamiento. Para rematar la faena oligofrénica, resulta que Chávez persuadió a la deidad cristiana para que el nuevo pontífice fuera latinoamericano. Quizás piensa que sus votantes son todavía más tontos que él mismo.

 

Urge estipular que para ser mandatario, el candidato debe poseer un coeficiente mental no menor de 80 (inteligencia promedio) como requisito fundamental. Estos dos personajes, por lo visto, ni siquiera llegan a cifras limítrofes.

 

Otro criterio debería ser descartar a los que se creen imprescindibles, para prevenir megalomanías. Cito como ejemplo a países escandinavos. ¿Puede usted mencionar, sin necesidad de Google, los jefes de gobierno de Noruega, Finlandia, Suecia o Dinamarca? Lo dudo. Estas naciones, sin embargo, funcionan de maravilla. Sobran explicaciones.

@xsaezll

xsaezll@cwpanama.net

Contradicciones con respecto

a la enfermedad de Hugo Chávez

16 de marzo de 2013

“¿A quién le creemos? ¿A Nicolás Maduro que en rueda de prensa el pasado 5 de marzo anunció al país el lamentable fallecimiento del presidente Hugo Chávez en el Hospital Militar a las 4:25 de la tarde? ¿Le creemos a Pérez Arcay que dijo que Chávez llegó de Cuba muerto?”, se preguntó este sábado la diputada al Parlamento Latinoamericano Delsa Solórzano al informar de la creación de una comisión para investigar todo lo relativo a la información dada sobre la salud y muerte del Presidente Chávez.

 

“Estamos llenos de dudas. Repetimos... ¿A quién le creemos? ¿A Nicolás Maduro que en rueda de prensa el pasado 5 de marzo anunció al país el lamentable fallecimiento del presidente Hugo Chávez en el Hospital Militar a las 4:25 de la tarde? ¿Le creemos a Pérez Arcay que dijo que Chávez llegó de Cuba muerto?”, se preguntó hoy la diputada al Parlamento Latinoamericano Delsa Solórzano al informar de la creación de una comisión para investigar todo lo relativo a la información dada sobre la salud y muerte del Presidente Chávez.

 

“Pérez Arcay se empeña en aclarar lo que dijo. La verdad que lo que dijo es que Chávez llegó de Cuba muerto, eso lo dijo él y esa es la explicación que estamos esperando del Gobierno nacional”.

 

“Este mar de contradicciones nos obliga, con todo respeto a sus familiares, a preguntarnos, ¿a qué se deben esta enorme cantidad de contradicciones?”, se preguntó Solórzano.

Nicolás Maduro, agente de la inteligencia castrista

(Parte 1)

16 de marzo de 2013

Nicolás Maduro, actual presidente en funciones de Venezuela, y candidato oficialista a las venideras elecciones fue captado por el Departamento América en la década del ochenta, aseguró Hernando, ex oficial de la inteligencia castrista.

 El ex analista de información de los servicios de inteligencia de los hermanos Castro, quien prefiere usar un alias por su seguridad, trabajó durante 18 años para el departamento, hasta que escapó de Cuba.

Izquierdista argentino

desenmascara a Maduro y los Castro

No estuvo bien

Santiago O’Donnell

10 de marzo de 2013

 

La muerte de Chávez estuvo mal. No digo la muerte en sí, todos vamos a morir, pero cómo se manejó desde el poder, ocultando la verdad a toda esa gente que se preocupaba por él y que salió a la calle a llorarlo cuando finalmente le dijeron que Chávez había muerto. Esa gente, ese pueblo, se merecía la verdad.

 

Yo entiendo que en la política no conviene mostrar debilidad. Entiendo que la construcción del mito sirve para afianzar a los herederos políticos del comandante. Entiendo que se quiera preservar todo lo que hizo Chávez por la inclusión social en Venezuela y por la unidad latinoamericana. Pero lo que hicieron me sigue pareciendo una falta de respeto.

 

No soy un experto, pero me parece que una persona que es operada de cáncer al menos cuatro veces en menos de un año y medio tiene un cáncer galopante y no está en condiciones de gobernar. Ya en la campaña para las elecciones de noviembre se lo vio a Chávez todo hinchado de cortisona y él mismo reconoció que tenía que tomar poderosos calmantes para controlar el dolor.

 

Después estuvo tres meses en Cuba prácticamente sin dar señales de vida, encerrado en un hospital de un país que depende económicamente de lo que decida el enfermo o su eventual sucesor, sin que puedan verlo los presidentes extranjeros que viajaron a visitarlo, ni nadie que no pertenezca al círculo íntimo de Chávez y tenga el visto bueno de los hermanos Castro. Los cubanos manejaron la comunicación desde la isla como lo vienen haciendo desde que triunfó la revolución, hace ya muchas décadas: siguiendo a rajatabla el modelo totalitario propagandístico de las dictaduras china y soviética.

 

Salvo en Corea del Norte, Irán, Cuba y países por el estilo, cuando una persona importante se enferma, ni hablar el presidente, se estila que el médico que lo trata o el jefe del equipo médico informe periódicamente sobre el estado de salud del paciente. Alguien que se haga responsable desde el punto de vista médico y diga qué enfermedad tiene el paciente, en qué consisten las operaciones que se le realizan, qué órganos están afectados y cuál es el tratamiento que se le practica. Información básica. No hace falta entrar en detalles ni hacer un reality. Tampoco se puede negar lo evidente.

 

En el caso de Chávez, todavía no sabemos qué tipo de cáncer sufrió, ni qué le removieron en las intervenciones quirúrgicas, ni de dónde se lo removieron; nunca se supo si lo conectaron o no a un respirador artificial, pese a que se dijo muchas veces desde el gobierno que Chávez padecía una infección pulmonar; no se sabe si estaba bajo el efecto de la morfina y ni siquiera se sabe si en algún momento estuvo inconsciente durante los tres meses que estuvo en Cuba, según los chavistas, gobernando Venezuela.

 

Entonces, me parece, es lógico que mucha gente empiece a poner en duda la información fragmentaria e incompleta que dieron Maduro y un par de ministros, convertidos en portavoces de médicos que ni siquiera se sabe quiénes son.

 

No hace falta odiar a Chávez, ni tener amigos en el exilio de Miami, ni ser golpista para desconfiar.

 

Anoche, un médico legista me dijo que preparar un cuerpo para ser exhibido durante diez días sin descomponerse lleva días, no horas. Pero Chávez empezó a ser mostrado pocas horas después del anuncio de su muerte y según los testigos estaba rozagante. Las fotos con las hijas y con la tapa del Granma de ese día, al mejor estilo Fidel; el tweet anunciando que estaba contento de volver a Venezuela; la limpia y vigorosa firma estampada en el único decreto que supuestamente firmó durante su última convalecencia en Cuba; la ausencia de familiares y funcionarios en el Hospital Militar, después de su vuelta, mientras supuestamente se estaba curando, tras aterrizar sin que nadie lo vea; la supuestas discusiones de gabinete y enérgicas órdenes que les daba a sus ministros, cuando después resulta que no podía hablar porque le habían practicado una traqueotomía... en fin, un montón de cosas que pueden ser verdad. Pero cuando un gobierno oculta información básica, si somos honestos, creo, vamos a sospechar.

 

¿Y qué importa si hubo ocultamientos y aun mentiras si todo se hizo en función de un bien común, el de preservar los grandes logros de la Revolución Bolivariana? Bueno, está bien. Ignoremos eso y también el fracaso económico, el dólar en negro, la inflación record, la criminalidad record, la corrupción, las valijas, la patotas armadas que fungen de milicias chavistas, la Corte Suprema de mayoría automática, el odio hacia Estados Unidos cuando le vende todo su petróleo a Estados Unidos, el enfrentamiento con las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, ignoremos que no hubo dictador en el mundo que Chávez no abrazara. Hagamos de cuenta que hay golpes de Estado buenos, como el que dio Chávez, y golpes de Estado malos, como el que le hicieron a Chávez. Pasemos por alto estos detalles y vayamos al día en que anuncian su muerte.

 

Me parece que para anunciar un complot internacional, sobre todo en un día de tanta sensibilidad para los venezolanos, hay que ser un poquito más serios, quizás hasta se podría mencionar alguna prueba. Y decir que le inocularon el cáncer, justo en ese momento, ¿no es jugar con los sentimientos de la gente?

 

Así llegamos a la Constitución. Y sí, voy a decir lo mismo que dice Capriles, ese rival tan odiado por el chavismo. No lo digo porque lo dijo Capriles, sino porque leí la Constitución. Mi impresión es que no la están cumpliendo. Más bien, que el gobierno venezolano está manipulando la Carta Magna chavista para afianzar el liderazgo de Maduro en defensa del modelo carismático cesarista plebiscitario que moldeó el comandante.

 

La Constitución venezolana dice que si la ausencia del presidente se produce antes de la jura, tiene que asumir el presidente de la asamblea, que no es Maduro sino Diosdado Cabello. Lo dice muy claro. También dice que el presidente tiene que asumir el 10 de enero y no cuando pueda, en otra fecha. También dice que ni el vicepresidente ni miembros del gabinete pueden ser candidatos en una elección para reemplazar al presidente. También dice que el vicepresidente debe ser nombrado por decreto presidencial, ya que no es un cargo electivo. Pero por suerte para los chavistas, con sucesivas ampliaciones Chávez se aseguró una mayoría automática en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), órgano de 32 miembros con el que reemplazó a la vieja Corte Suprema de siete jueces a partir de la Constitución de 1999.

 

En sucesivos fallos hechos a medida de Maduro, el TSJ falló que Maduro podía ser el “vicepresidente ejecutivo” aunque Chávez no había firmado ningún papel nombrando a Maduro vicepresidente, por el solo hecho de que Maduro había sido vicepresidente en el período anterior; después falló que Chávez podía jurar cuando y donde quisiera, sin que por eso se pusiera en duda que estaba al mando y en control del país, cuando era evidente que no estaba en condiciones de hacerlo, sólo para sostener a Maduro; después habilitó la candidatura de Maduro para las próximas elecciones al inventar el cargo de “presidente encargado”. O sea, para que se entienda, la Constitución prohíbe al vice y los ministros ser candidatos, pero no al “presidente encargado”, pero porque ese cargo no existe, no figura en la Constitución. Mejor dicho, no existía. La maniobra se consumó el viernes en una juramentación que, lejos de los treinta y pico mandatarios que asistieron al funeral de Chávez, apenas contó con la presencia de Correa, los presidentes destituidos de Honduras y Paraguay y una ex senadora colombiana expulsada del Congreso de su país, todos ellas personas muy repetables, pero con un peso simbólico relativo a la hora de la legitimación.

 

Ese es el problema que yo le veo a esta situación. Entiendo que Lula, Dilma, Insulza y los estadounidenses estén preocupados porque la transición es un momento delicado en un país tan polarizado como Venezuela, y nadie quiere problemas. Entiendo que los Castro estén preocupados por el petróleo regalado, porque medio siglo de experimento comunista no les alcanzó para darse cuenta de que así la economía no funciona.

 

Pero toda esta manipulación que se hace para fortalecer a Maduro, a la larga o a la corta, podría debilitarlo. Porque podemos pasarnos días enteros hablando de las falencias y las debilidades de las democracias formalistas y neoliberales que colapsaron en Venezuela y otros países de región. De cómo esas democracias fracasadas fueron interpeladas y reemplazadas por la camada de caudillos personalistas que lideró Chávez.

 

Pero algunas formalidades parecen necesarias. Decir la verdad aunque duela, por ejemplo, o respetar la Constitución cuando no me conviene. No para retroceder, ni para entregar el país, ni para bajar las banderas, sino para estar mejor. Para progresar a partir de lo que ya fue, más allá de lo malo y de lo bueno.

 

sodonnell@pagina12.com.ar

Busquemos nuevos caminos

De Cuba con Fidel a Venezuela sin Chávez:

dos ‘sucesiones’

Isabel Sánchez

AFP

15 de marzo de 2013

 

CARACAS -- Dos regímenes socialistas, dos legados, dos líderes máximos, carismáticos y controvertidos que dejaron el mando, uno por muerte y otro por enfermedad, con sucesores por ellos designados: Cuba y Venezuela, dos transiciones con algunas similitudes y grandes diferencias.

 

Aunque sus gobiernos y seguidores rechazan los paralelismos entre ambos países atados económica y políticamente, la muerte del presidente Hugo Chávez, hijo político de Fidel Castro, rememoró esa alianza en Venezuela, inmersa ya en una dura campaña para designar al nuevo gobernante en elecciones el 14 de abril.

 

“Con Cuba seguimos firmes”, afirmó esta semana el presidente encargado y candidato oficialista, Nicolás Maduro, a quien la oposición ha llamado despectivamente el “candidato de La Habana”.

 

“Esto no es Cuba, el gobierno cubano no va a mandar en Venezuela, aquí estamos millones de venezolanos que vamos a defender (…) la no injerencia”, criticó el candidato opositor Henrique Capriles.

 

Chávez, fallecido el 5 de marzo a los 58 años, había designado en diciembre a Maduro heredero político antes de partir a Cuba para una cuarta cirugía contra el cáncer, sobre el que no se ha revelado información clínica. Tampoco en relación a la hemorragia intestinal que Fidel, de 86, sufrió en 2006 y lo alejó del poder.

 

Desde la llegada de Chávez al poder en 1999, Venezuela se convirtió en aliada estratégica de Cuba, a la que suministra más de 130,000 barriles de petróleo diarios que La Habana paga en parte con el trabajo de unos 40,000 médicos y otros profesionales.

 

-- ¿Sucesión? --

 

Analistas venezolanos, afines y críticos a Chávez, coinciden en destacar que, además de tener dos procesos históricos distintos, Maduro debe ser sometido a elección directa, en tanto que Raúl Castro fue designado presidente por el parlamento.

 

“Hay sucesión, pero Cuba es un régimen cerrado, allí la sucesión fue más controlada, Venezuela se cuida en guardar las formas democráticas”, comentó la analista María Teresa Romero, de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

 

Para los analistas Nicmer Evans y Farith Fraija, ambos países coinciden en la voluntad de conservar la revolución, pero son sistemas políticos diferentes. “En Venezuela no hay sucesión. Aquí hay una designación de un candidato que va a ir a elecciones, que será refrendado en 30 días”, subrayó Fraija.

 

El analista Carlos Romero, crítico del gobierno, opinó que “aunque en ambos casos la sucesión se ha dado sin vacío político”, una diferencia importante es que “la oposición partidista existe en Venezuela, mientras en Cuba, con partido único, no es permitida”.

 

“El problema de Rául es la burocracia, la oficina. El de Maduro, la oposición, la calle”, estimó.

 

En ambos países, los líderes dejaron el engranaje listo para que se siguiera adelante en su ausencia. Tanto Maduro como Raúl han pedido unidad, para evitar que colapsen los logros de la revolución.

 

-- “¡Eficiencia o muerte!” --

 

En Cuba el cambio del bastón de mando se dio con el líder vivo, en Venezuela, luego de la muerte del líder: no es poca cosa, tratándose de dos hombres que transformaron a sus países, con gobiernos ultrapersonalizados, el de Fidel de casi medio siglo y el de Chávez de 14 años.

 

Desde que Raúl tomó el mando, bajo la consigna “¡Ahorro o muerte!”, lleva a cabo un lento proceso de reformas en busca de eficiencia económica. Retirado ya, Fidel se deja oír cuando es necesario para mostrar su respaldo.

 

Aunque levanta como testamento político el programa con el que Chávez venció a Capriles en octubre pasado para un tercer periodo, Maduro empezó a dar los primeros pasos con pie propio, prometiendo combatir la violencia y la corrupción, temas que eludía su mentor.

 

El sistema económico es también muy diferente. Venezuela tiene las mayores reservas de crudo mundiales y aunque Chávez nacionalizó e intervino en sectores económicos clave, no estatizó como lo hizo Cuba -más del 95% de la economía en manos del Estado- en los años 60, cuando nacionalizó hasta las ventas de pan con lechón.

 

-- El que imita fracasa --

 

Desde que saltó al primer plano con Chávez en lo peor de la enfermedad, Maduro, con fama de negociador, alzó la voz contra los opositores, a quienes llama “pandilla oligarca” y “fascistas”, interpela con familiaridad a los seguidores, cuenta anécdotas e incluso adopta ademanes, al estilo de su mentor.

 

“No es que yo lo quiera imitar, es que yo lo admiro, lo considero mi padre, mi maestro, mi guía”, expresó el miércoles Maduro, quien ha reiterado ante las multitudes: “Yo no soy Chávez, soy su hijo”.

 

“Él tendrá que mantener elementos iconográficos importantes y poner los propios en la inauguración de la nueva etapa. Nicolás no es Chávez. Tiene que imprimir su sello personal”, consideró Evans.

 

El general Raúl Castro, de 81 años, era poco conocido personalmente por los cubanos hasta que tomó el mando, pero desde el principio marcó su propio estilo, discreto, con pocas apariciones en televisión y discursos cortos. ¡Fidel es Fidel“, advirtió.

 

Maduro, exchofer de autobús y exsindicalista que llegó a ser canciller y vicepresidente del país, es una presencia continua en televisión en estos días, incluso mostrando una faceta personal, hablando de su pareja Cilia Flores, besándola en público, presentando a su hijo o hablando de su infancia.

Chavismo, no castrismo

Roberto Álvarez Quiñones

15 de marzo de 2013

 

Chávez ha sido posible gracias al fracaso histórico de la receta ‘revolucionaria’ de Castro y del Che Guevara.

 

Quienes en América Latina afirman que Hugo Chávez fue el heredero natural de Fidel Castro se equivocan. Al igual que Nicolás Maduro, Evo Morales y Daniel Ortega cuando dicen que el dictador cubano es su padre político e ideológico, o Rafael Correa cuando asegura que el comandante barbudo fue el inspirador de la “revolución ciudadana” ecuatoriana.

 

Mal hacen también los actuales gobernantes de Argentina, Brasil y Uruguay cuando rinden pleitesía al anciano barbudo como presunto precursor del izquierdismo y el populismo (constante apelación al “pueblo” para mantenerse en el poder) que hoy campea en América Latina.

 

Es todo lo contrario, ello ha sido posible gracias al fracaso histórico de la receta “revolucionaria” de Castro y del Che Guevara. Los gobernantes de izquierda en América Latina llegaron al poder por la vía de las urnas y no como guerrilleros, ni con atentados terroristas, o asaltos a bancos.

 

Fue repartiendo millones de petrodólares y no fusiles que Chávez logró tener una influencia política en América Latina que nunca tuvo el dictador cubano, por dos razones: 1) no tenía petróleo, ni tampoco dinero debido al desastre económico comunista; y 2) porque era alérgico a las urnas y se aferraba a su tesis —compartida con el Che Guevara y Mao Tse Tung—, de que “la liberación de los pueblos” solo era posible mediante la lucha armada y el derrocamiento violento de las burguesías nacionales aliadas al “imperialismo yanqui”.

 

Castro jamás habría podido formar una alianza de varios países subordinados a él políticamente como el ALBA , creada por Chávez a billetazos y petróleo gratis, todo succionado del Tesoro de Venezuela.

 

El chavismo y el boom populista latinoamericano constituyen una elocuente expresión del fracaso de Fidel Castro y del Che Guevara como estrategas de la izquierda continental.

 

Chávez, un ‘flojo’

 

Ambos acusaban de traidores a los partidos y líderes de izquierda que participaban en los procesos electorales democráticos. “Le hacen el juego a la burguesía y al imperialismo”, gritaba Castro. Y proclamaron el dogma de la lucha armada como única vía revolucionaria para llegar al poder. Recordemos que el Che lanzó la consigna mundial de “crear dos, tres, muchos Vietnam”, para acabar con el imperio estadounidense y liberar a los pueblos oprimidos.

 

Cuando recientemente Mariela Castro comparó a Chávez con el Che Guevara mostró una asombrosa ignorancia sobre la obra y el pensamiento político-ideológico del argentino. El líder venezolano habría sido para el Che un enemigo de la revolución, o en el mejor de los casos, un “flojo” que no merecía mucho respeto.

 

Por suerte para los latinoamericanos la teoría guevarista-castrista del “foquismo”, o sea, crear focos guerrilleros rurales o urbanos que se multiplicarían como un incendio planetario (lo mismo que pensaba Trotsky), fue solo apoyada por grupúsculos sin calado político y no por la izquierda socialdemócrata, y ni siquiera por los partidos comunistas, que calificaban de nacionalistas pequeño-burgueses a Castro y el Che.

 

Muy poco respaldo popular tuvieron aquellos focos insurgentes urbanos manejados o apoyados por La Habana, como Tupamaros, Montoneros, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, o Acción Libertadora Nacional de Carlos Marighela (Brasil); y las guerrillas rurales en varios países.

 

Alergia a las urnas

 

El segundo factor que impidió a Fidel Castro influir de veras en el escenario político regional fue su fobia patológica al voto popular, un mal que arrastraba desde la Universidad de La Habana. En 1947 quiso ser presidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Derecho y fue derrotado por su colega Freddy Marín. Luego aspiró a secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), segundo cargo más importante luego del presidente estudiantil, y fue vencido por Alfredo Guevara. Dado su ego napoleónico, aquellas dos derrotas lo marcaron para siempre.

 

El golpe de Estado contra Salvador Allende en 1973 sirvió a Castro para reafirmar que la vía electoral no era viable. Y en julio de 1979 presentó el derrocamiento de Anastasio Somoza por los sandinistas como muestra de que su teoría apocalíptica era válida. Eufórico, el tirano aumentó su apoyo de todo tipo a las guerrillas en El Salvador y Guatemala en los años 80. Estas, sin embargo, terminaron por aceptar las reglas del juego “burguesas” y se convirtieron en partidos políticos. La guerra fratricida alentada por los Castro dejó cientos de miles de muertos, destrucción y dolor.

 

No es cierto el argumento de que Fidel y el Che exportaban la violencia en los años 60 porque había en Latinoamérica dictaduras militares de derecha. En los tres países intervenidos con guerrilleros cubanos, Venezuela, Argentina y Bolivia había gobiernos elegidos democráticamente. Incluso el nacionalista René Barrientos, llamado “El general del pueblo” por su popularidad, y presidente de Bolivia cuando el Che fue allí para “liberarla”, fue electo por amplia mayoría en las elecciones de 1966.

 

Luego de los años 70 y parte de los 80, con la llegada de la democracia, la piromanía de Castro, sin embargo, se mantuvo intacta hasta el surgimiento de Hugo Chávez. Al quedarse sin los subsidios de Moscú entonces se subió al tren de la “pluriporquería electorera”, como calificaba a las elecciones con varios partidos.

 

Tan pronto Chávez salió de la cárcel en 1994, amnistiado por el presidente Rafael Caldera (el mismo error de Batista, que amnistió a Fidel porque no lo tomaba en serio), fue a La Habana y le explicó al comandante que era tan grande la frustración de los venezolanos con los partidos políticos tradicionales que él sería el nuevo presidente del país en las próximas elecciones. Todo dependía de una buena campaña y un discurso atractivo para las masas. Y nadie mejor que un dictador marxista con décadas de experiencia para ser el consejero del futuro nuevo mesías revolucionario, a cambio de que bombardease con subsidios y petróleo regalado a la Isla.

 

Así vio la luz el chavismo, una versión más autoritaria del viejo populismo latinoamericano tipo peronista o varguista (el de Getulio Vargas en Brasil en los años 30, 40 y 50), y esta vez consistente en un coctel de nacionalismo, marxismo, autoritarismo, fascismo, castrismo “internacionalista”, y fervor antiestadounidense, que se pueden mezclar todos a la vez, o por separado, a gusto del consumidor.

 

En resumen, aunque no por razones político-ideológicas, sino por la fuerza irresistible de sus petrodólares, Hugo Chávez tuvo y tiene en la realpolitik latinoamericana más protagonismo e influencia que Fidel Castro.

 

Hay más chavismo que castrismo en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, cuyos gobiernos no han estatizado por completo la economía, hay partidos políticos de oposición, sindicatos libres, y medios de comunicación privados, libertades inexistentes en Cuba. Y políticamente están más cerca de Chávez que de Fidel, o su hermano Raúl, los gobernantes de Argentina, Uruguay, Brasil, Perú y El Salvador, aunque en privado rechazasen el autoritarismo y la subordinación del teniente coronel a La Habana.

 

La influencia regional del chavismo, que nunca fue demasiado lejos, comenzará declinar hasta desparecer al faltar el caudillo megalómano que firmaba cheques sinfín para sus vecinos y compraba compromisos políticos “bolivarianos” continentalmente. Eso sí, va a seguir causando mucho daño a los venezolanos.

 

En cuanto al castrismo, aunque no lo admitan públicamente, los líderes latinoamericanos lo perciben como un fósil jurásico. Ni los chavistas lo quieren para Venezuela.

¿El fallecimiento tuvo lugar en fecha anterior a la anunciada? 

 

Taxidermismo del siglo XXI

René Gómez Manzano

14 de marzo de 2013

 

A raíz de la muerte de Hugo Chávez, Maduro ha llevado a extremos el culto al caudillo muerto. Está previsto que las honras fúnebres se prolonguen por una década. Los jerarcas bolivarianos llegaron al dislate de convocar a mandatarios extranjeros -Raúl Castro entre ellos- en un día en que no estaba previsto el entierro, pues el cadáver seguiría expuesto a la adoración de sus fieles.

 

Maduro manipula el fervor hacia el difunto. Ante los comicios presidenciales a celebrarse el 4 de abril, el nombre del fallecido es mencionado más de dos mil veces. Habló de embalsamar el cadáver, convertirlo en objeto de la taxidermia, cuando existe un video en que Chávez critica las momias sagradas, calificando esa práctica de “macabra”.

 

La exhibición de las momias de los caudillos desaparecidos constituía una práctica predilecta de los regímenes marxistas-leninistas. Todavía están ahí, en grandes mausoleos, los despojos de Lenin, Dimitrov y Ho Chi Minh. Aunque han pasado a ser objeto de curiosidad para turistas.

 

Pero he aquí que el presidente de facto acaba de anunciar que será muy difícil llevar a cabo el embalsamamiento, por razones técnicas. Según expresó, especialistas provenientes de Rusia argumentan que la decisión debió haberse tomado con mayor antelación.

 

¿Cuál es el motivo de este cambio de planes? ¿Será que el fallecimiento tuvo lugar en fecha anterior a la anunciada? ¿Es ésa la razón de que el cadáver haya perdido las condiciones adecuadas para ser embalsamado?

Proceso de endiosamiento del difunto es la aspiración de los chavistas a que su caudillo reciba los honores del Panteón Nacional, lo que implicaría una reforma constitucional de carácter urgente.

 

El apartado décimo-quinto del artículo 187 de la actual carta magna faculta a la Asamblea Nacional para enterrar en el Panteón Nacional a “los venezolanos ilustres que hayan prestado servicios eminentes a la República”, pero solo “después de transcurridos veinticinco años de su fallecimiento”. La espera de un cuarto de siglo es justa y razonable.

 

Si ciertos católicos son más papistas que el Papa, los sucesores del muerto son más chavistas que Chávez. Olvidan que su jefe fue el máximo inspirador y redactor de la “Constitución Bolivariana”. Igual que violaron su artículo 233 para instaurar como Encargado de la Presidencia a Maduro y no a Cabello -a quien le correspondía.

 

Con el pésimo desempeño de la economía venezolana tras casi decenio y medio de absoluto control chavista, avanza la inseguridad ciudadana.

 

Pese a los fantásticos precios que alcanzó el petróleo bajo Chávez, la inflación es galopante y el desabastecimiento sistemático. La reciente devaluación de la moneda muestra el debilitamiento del régimen bolivariano.

Venezuela y América Latina sin Chávez

Edmundo Jarquín

14 de marzo de 2013

 

El discurso del Socialismo del Siglo XXI se ha quedado sin abono en una región en pleno auge económico y con estrechos vínculos comerciales con Estados Unidos

 

La gran influencia que el presidente Hugo Chávez ejerció en su país y América Latina durante tres lustros hace inevitable que los análisis derivados de su desaparición se enfoquen en tratar de escudriñar las consecuencias de su ausencia.

 

El presupuesto más importante de cualquier análisis es que habrá chavismo sin Chávez, como por muchas décadas ha habido peronismo sin Perón en Argentina. Moisés Naím, intelectual venezolano y acerbo crítico de Chávez, resumió de la siguiente forma el impacto de Chávez en Venezuela: “La consecuencia más duradera y positiva del mandato de Chávez es que hizo añicos la pacífica coexistencia de Venezuela con la pobreza, las desigualdades y la exclusión social… su capacidad de hacer que los pobres sintieran que tenían a uno de los suyos en el poder no tiene precedentes”.

 

La vocación social de Chávez no está en duda, pero sí su eficacia. Por el lado del consumo, los masivos programas distributivos de Chávez han contribuido a reducir la pobreza, pero como deja una economía en escombros, surgen dudas en cuanto a la sostenibilidad de esa reducción de la pobreza. El mismo Naím habla de la “oportunidad perdida”, pues Chávez, en medio de un boom petrolero también sin precedentes, se gastó casi un millón de millones (billón) de dólares y dejó una economía bastante más débil que la de hace quince años.

 

De lo anterior, precisamente, dependerá si el chavismo sin Chávez se logra articular en una forma de gobierno estable y duradero. Sin el carisma de Chávez, que ayudaría a explicar las carencias que ahora enfrentará la población, sus sucesores, a medida que el momento altamente emocional generado por la muerte del caudillo y su funeral vaya quedando atrás, la tendrán muy difícil, independientemente de la cohesión interna que pueda tener ese chavismo sin Chávez.

 

Y de la consolidación o no en el gobierno del chavismo sin Chávez, dependerá mucho la influencia que tendrá en el continente. El peso de Chávez a nivel internacional tuvo dos grandes fuentes, el discurso político-ideológico y la enorme capacidad financiera de Venezuela. Ambas fuentes se han venido agotando.

 

Cuando Chávez llegó al poder, a finales de los 90, América Latina tenía dos décadas de serio agotamiento económico, y cuando empezó el boom de los precios del petróleo, la región tenía veinticinco años de estancamiento económico. Entre 1978 y 2003, ¡un cuarto de siglo!, el ingreso per cápita de la región había crecido, en promedio, solamente el 16%. Casi nada. En ese mismo período, el ingreso per cápita de Estados Unidos y Europa, que partían de niveles muchísimo más altos, se había incrementado más del 50%, y en países de Asia había crecido 100%, 200% y hasta 500%, como en China. La única excepción en nuestra región fue Chile, que en ese período lo duplicó.

 

Un cuarto de siglo de estancamiento económico, con enormes consecuencias sociales negativas, era terreno propicio para un discurso político-ideológico que se opusiera frontalmente al Consenso de Washington, como se conoció al conjunto de medidas de ajuste económico, estabilización, privatizaciones y libre comercio, que se impulsaron desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y se atribuyeron a Estados Unidos.

 

Chávez encarnó y lideró ese discurso, que tuvo un punto culminante cuando el caudillo venezolano le aguó la fiesta el presidente George Bush junior, y al proyecto de Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA), con ocasión de la Cumbre Hemisférica celebrada en Mar del Plata, Argentina, en 2005. Hoy tenemos un escenario totalmente diferente. Casi sin excepción, todos los países del continente están creciendo, algunos a fuerte ritmo, y, curioso, una gran cantidad de ellos han suscrito acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. En ese nuevo terreno, el discurso del Socialismo del Siglo XXI se ha quedado sin abono. Es más, es un discurso derrotado por la realidad.

 

Y ahora Venezuela, con enorme déficit fiscal, deuda e inflación, tiene menos capacidad de cooperación. En ese contexto, mantener los programas de cooperación puede entrar en conflicto con la necesidad interna de consolidar el chavismo sin Chávez.

 

En resumen, la herencia de Chávez será de mucha memoria y cada vez menor influencia.

 

Edmundo Jarquín ha sido embajador de Nicaragua en España.

Chávez murió el 30 de diciembre y fue embalsamado

 

Rafael Poleo

10 de marzo de 2013

 

Ahora que Henrique Capriles Radonski habló, les cuento: Chávez se desangró en la operación de diciembre y nunca se repuso. Murió el 30 diciembre y fue embalsamado”, dijo el periodista venezolano, Rafael Poleo, a través de su cuenta de Twitter @PoleoRafael.

 

Las aseveraciones del analista político coinciden con las sospechas de muchos venezolanos que piensan que hubo demasiada opacidad en la información suministrada por el gobierno venezolano.

 

No tengo mucha fe en que venezolanos le paren a que Maduro es mentiroso, como no le paran a la corrupción. No hay esa ética.

— Rafael Poleo (@PoleoRafael) March 11, 2013

 

De todos modos, será pedagógico exigir veracidad. Estamos formando una conciencia democrática.

— Rafael Poleo (@PoleoRafael) March 11, 2013

Queda el anacronismo de Cuba

 

El fin de la fiesta revolucionaria

Luis Prados

13 de marzo de 2013

 

La muerte de Chávez abre una nueva etapa en una América Latina escorada hacia una izquierda más pragmática

 

Ha pasado una semana desde la muerte oficial de Hugo Chávez. Embalsamado o no, la momia no hablará. Probablemente durante sus 70 días de agonía sus mensajes a sus herederos no irían mucho más allá de las palabras del emperador Septimio Severo a sus hijos en el lecho de muerte: “Permaneced unidos, pagad al ejército y descartad lo demás”.

 

Ha terminado el duelo y comenzado una fase de retórica revolucionaria que alcanzará su clímax en las elecciones del próximo 14 de abril, un combate desigual donde la oposición venezolana, muy dividida y mucho más desarticulada que en las presidenciales del pasado octubre, al fin y al cabo, terrenal, tendrá que enfrentarse al hijo de un semidios, Nicolás Maduro, el hijo de Chávez, el “Cristo de los pobres”.

 

La derrota electoral de la oposición parece previsible. Pero tal vez a medio plazo, como dice el ex guerrillero salvadoreño y analista político, Joaquín Villalobos, “las negociaciones entre el chavismo rico y el chavismo ideológico supongan una desradicalización, más aún al coincidir con una pésima situación económica. Está claro que la fiesta se acabó”. También en el frente internacional: “No es lo mismo el binomio Fidel / Chávez que el de Raúl Castro / Nicolás Maduro”.

 

La desaparición del caudillo venezolano ha suscitado un debate internacional sobre sus repercusiones en el continente y sobre quién tomará el relevo de su proyecto político en la región. Probablemente Chávez no tenga sucesor, puede que ni tan siquiera sea una cuestión importante. El hecho relevante es que América Latina giró la izquierda en la primera década de este siglo fruto de un cambio en la demografía electoral, que hizo vencedores a quienes reclamaron o descubrieron la necesidad del Estado frente a la violencia, la desigualdad y la exclusión social. Solo Guatemala, Honduras y Paraguay tienen hoy gobiernos conservadores, y los dos últimos como resultado de golpes de palacio o golpes de Estado, como se quieran llamar. Colombia y Chile son casos aparte. En el primero, los presidentes Uribe y Santos reivindicaron la primacía del Estado. Más aún, como dice Villalobos, “la hegemonía conservadora en Colombia es mantenida por la guerrilla de las FARC, que sigue suscitando miedo entre la población”. En el segundo, no parece que las encuestas estén a favor de la continuidad del presidente Piñera.


Por influjo de Chávez, sus acólitos fomentaron la exclusión política, el odio y el rencor social, pero también dotaron a sus países de una estabilidad sin precedentes. Evo Morales ganó en Bolivia en 2005 con el 54% de los votos y repitió en 2009 con el 64%. Rafael Correa triunfó en Ecuador en 2006 con el 56% de los sufragios y de nuevo en 2009 (51%) y el pasado febrero (57%).

 

También ha cambiado la geopolítica del continente. Huecas o no, en estos años se han creado varias organizaciones supranacionales en América Latina, decididamente alejadas del patronazgo estadounidense y de la OEA, como el ALBA (2004), la Comunidad Suramericana de Naciones (2004), Unasur (2008), la CELAC (2011) y la Alianza Pacífico (2012), resultado de una nueva conciencia regional. Incluso en Venezuela, cabría preguntarse si la oposición al chavismo renunciaría en caso de victoria a la diplomacia petrolera, probablemente más eficaz y menos estridente, heredada de su enemigo.

 

Queda el anacronismo de Cuba, quizá el gran perdedor con la muerte de Chávez. Hace un año, la bloguera Yoani Sánchez reproducía en EL PAÍS esta frase oída a una señora en La Habana: “Si a Chávez le paso algo, nos va a caer encima un segundo Periodo Especial”. La mujer se refería a la dramática etapa de escasez que sufrieron los cubanos tras el derrumbe de la Unión Soviética a principios de los años noventa. Chávez tomó el relevo de la URSS en la tarea de proporcionar respiración asistida al régimen de los hermanos Castro vendiéndole petróleo barato. ¿Cuánto tiempo durará este maná? ¿Existe el riesgo de que la isla caiga en una nueva etapa de desabastecimiento y se desate otra crisis migratoria?

 

Muerto Chávez, América Latina entra en una nueva era en la que habrá que tener en cuenta a otro jugador, México, cuyo Gobierno actual está decidido a reeditar su relevancia diplomática en épocas pasadas –las buenas relaciones históricas entre el PRI y el régimen castrista, recientemente renovadas, su papel en los acuerdos de paz en Centroamérica…- y es muy consciente de su capacidad para amortiguar crisis y reconciliar posiciones encontradas.

 

¿Sobrevivirá el chavismo sin Chávez? ¿Se consolidará como una suerte de priismo mexicano o peronismo argentino del siglo XXI? Dejemos que responda el sociólogo y analista Roger Bartra: “No es fácil institucionalizar el populismo. Sus sucesores no parecen muy brillantes ni carismáticos. El problema para la izquierda latinoamericana es que el populismo tiende a derivar hacia la derecha para sobrevivir”.

The Decade That Was (2003-2013)

Michael Shifter

13 MAR 2013

 

Latin Americahas, for the most part, seen sustained growth, reduced levels of poverty and equality, and rising confidence and activism on the global stage

 

The death of Hugo Chavez came just days before the US marked the 10-year anniversary of the Iraq war. Both in the United States, as well as in Latin America, it is worth reflecting on the last decade – the lessons that should be learned, the risks and opportunities that lie ahead.

 

Not surprisingly, the Iraq anniversary has prompted a lot of soul-searching in the United States. The military adventure undertaken in March 2013 is widely, and rightly, considered among the most costly strategic mistakes in US history. Measured in any terms – human, economic, or political – the war was a disaster.

 

The story in Latin America over the past decade – which can be dated from the start of the Lula administration in Brazil in January 2003 – is, in contrast, a far happier one. The region generally performed well and witnessed a remarkable transformation. With Brazil, and now also Mexico, leading the way, Latin America has, for the most part, seen sustained growth, reduced levels of poverty and equality, and rising confidence and activism on the global stage.

 

For the United States, the Iraq war had huge political significance. After all, Barack Obama, reflecting public opinion, was first elected in 2008 in large measure because of his opposition to that war “of choice” (not necessity). His moves in Iraq, and now in Afghanistan (the US’s longest war ever) have fulfilled his promises of withdrawal.

 

Obama’s second term foreign policy cabinet – with John Kerry at the State Department and Chuck Hagel at Defense – only reinforce that direction towards greater caution. The Republican Party, meanwhile, has been increasingly torn between a more isolationist group and those traditionalists who are advocating for a muscular foreign policy.

 

There are, in some ways, parallels to another misguided and losing venture – the Vietnam War – which made Americans wary of military engagements. But that period was interrupted by the attacks on New York and Washington on September 11, 2001 – without which Iraq (and, of course, Afghanistan) would not have been conceivable.

 

It is hard to separate the myriad costs of the Iraq war with the financial troubles experienced in the United States, especially after the 2008 crisis, and the overall pessimistic mood (60 percent believe the country is headed in the wrong direction). For the United States, the economic costs of the war have been estimated at least at $1 trillion. (The economist Joseph Stiglitz calculates that the costs will reach some $3 trillion.)

 

Although the natural reaction in the United States has been to turn inward and be wary of further military adventures that entail committing troops (thus, the exception of the controversial use of drones), the challenge for Obama’s second term will be to come up with a strategic and credible foreign policy approach that takes into account the country’s interests and global responsibilities and also enjoys public support. The world is, if anything, increasingly turbulent – witness Syria, Egypt, and Libya today, and the continuing concern with Iran – and will demand US leadership that is clear about what to do, and what to avoid. The Iraq war weighs heavily.

 

In Latin America, meanwhile, the main risk following the last decade is that the region that has performed so well will fail to take advantage of the opportunity to carry out deep and pending reforms in education, justice, security, infrastructure and other areas that enhance productivity and competitiveness and create a foundation for long-term, broad-based development.

 

Complacency, even triumphalism in some countries, is a concern. The ruinous state of the Venezuelan economy after 14 years of Chávez’s rule should alert other commodity-rich South American countries to the perils of the so-called “dutch disease” and the need to have a diversified economy that is not so dependent on commodities – and so vulnerable to price fluctuations in the global market.

 

In addition, the end of the decade marks a moment when innovative social policies – largely the conditional cash-transfer programs – that have succeeded in reducing poverty levels will need to be complemented by new approaches that can meet the growing demands and expectations of the region’s expanding middle class. For this, a look at the record of efforts in Europe and the United States will be useful. Government programs need to keep pace with profound changes in the economy and society.

 

The shifting fortunes in the United States and Latin America over the past, crucial decade have been very clear. The United States has great strengths, and resilience, but two draining wars and a financial crisis and severe fiscal pressures undermined the nation’s confidence. And Latin America also continues to face major problems, though the social and economic advances since 2003 have been dramatic by many measures.

 

Are these tendencies reversible? Are these cyclical phenomena? It is hard to know. One can imagine different possible scenarios. But it seems clear that the shrinking, historic asymmetry between the United States and Latin America – which has been evident for decades but was accelerated in an unprecedented way from 2003-2013 – is likely to continue.

 

That demands a constructive US-Latin American relationship that is still being worked out – one that calls for a serious commitment and some imagination from Washington and, in Latin America, strikes a balance between Carlos Menem’s “carnal relations” of the 1990s and Hugo Chávez’s belligerent posture over the past decade.

 

Michael Shifter is president of the Inter-American Dialogue.

El castrismo envía más de 2.000 agentes para apuntalar a Maduro en el poder

Emili J. Blasco / Corresponsal en Washington

13 de marzo de 2013

 

Los 100.000 barriles de petróleo que Caracas manda a La Habana cada día se pagan con enviados del castrismo que acaban controlando en gran medida Venezuela

 

Cuba jugó fuerte en la gestión política de la enfermedad de Hugo Chávez y ahora está volcada en asegurarse de que el proceso electoral beneficia a Nicolás Maduro. Además del alrededor de 46.000 colaboradores cubanos que oficialmente viven en Venezuela, todos con la misión se garantizar la revolución chavista, La Habana está enviando un destacamento de agentes para el control electoral, que podría llegar a los 2.500 efectivos, de acuerdo con información de inteligencia salida de la isla.

 

«Estamos aquí para ratificar nuestra entrega; si hasta ahora lo estábamos dando todo, ahora estamos dispuestos a dar hasta nuestras vidas, nuestra sangre si fuera preciso por esta revolución», proclamó la semana pasada Roberto López, jefe de las misiones cubanas en Venezuela, cuando una representación de estas rindió honores ante el cadáver de Chávez.

 

De la continuidad del chavismo depende la pervivencia del régimen cubano. Los 100.000 barriles diarios de petróleo que Venezuela envía a su aliado suponen 3.700 millones de dólares al año. Cuba no los paga directamente, sino que básicamente devuelve el favor con sus 46.000 ciudadanos que en Venezuela oficialmente trabajan como médicos, maestros, preparadores físicos… Unos servicios que Caracas paga extrañamente caro.

 

«Todo eso es una tapadera que esconde el control que Cuba tiene de Venezuela», asegura un anterior alto cargo de la estructura de poder chavista emigrado a Estados Unidos, que mantiene el anonimato para evitar represalias contra su familia. «El centro de operaciones de la inteligencia cubana, el G2, está en la sede que en Caracas tiene la agencia de noticias cubana Prensa Latina», denuncia.

 

Esta persona indica que el control cubano es «absoluto», desde el mando en la expedición de los documentos nacionales de identidad a la gestión de los registros oficiales de todo tipo: de propiedad, mercantiles… «Todos los datos informatizados de los ciudadanos venezolanos se manejan desde Cuba», dice.

 

Las dimensiones de esa supervisión foránea han sido apuntadas con frecuencia en los medios. «The Economist», por ejemplo, identificó hace dos años a Bárbara Castillo, exministra cubana, como alguien con un poder mayor que los propios ministros venezolanos, según testigos presenciales.

 

Rendir cuentas

 

«Los jefes cubanos son una estructura paralela a la que las propias autoridades venezolanas tienen que dar cuenta, también en el Ejército o la Judicatura», apunta la fuente antes mencionada, que corrobora el caso de Bárbara Castillo. También asegura tener conocimiento de la rendición de cuentas que el actual ministro de Defensa, Diego Molero, estuvo realizando ante instancias cubanas sobre militares afectos y desafectos en su anterior puesto como responsable de la «contrainteligencia de Miraflores» (el palacio presidencial).

 

Agentes cubanos se han venido ocupando, además, de la función de guardaespaldas de las figuras institucionales más importantes del país, comenzando por el propio Hugo Chávez. Estos días se ha visto a su inseparable jefe de seguridad personal cubano desfilando junto al féretro.

 

La cifra exacta de cubanos en Venezuela se ignora. En alguna ocasión La Habana ha hablado de 65.000 personas. La más reciente es la de 46.000, ofrecida en la Asamblea Nacional venezolana. Pero dado el secretismo de parte de sus operaciones es difícil dar crédito a cualquier número. El respetado escritor, historiador y exministro Simón Alberto Consalvi, fallecido el lunes, incluso llegó a hablar de 100.000.

 

«Cubazuela»

 

Su llegada comenzó a producirse a partir de la firma en octubre de 2000 del primero de los más de 150 acuerdos suscritos desde entonces entre Cuba y Venezuela, inaugurando lo que muchos han denominado como «Cubazuela». «Dos países, una sola nación», dijo Fidel Castro en 2005. «Con una sola bandera», añadió Chávez. Y Castro apostilló: «somos venecubanos».

 

En abril de 2001 llegaron los primeros 6.000 médicos para el programa llamado Barrio Adentro, que hoy oficialmente alcanza los 30.000 efectivos. Se trata de la prestación sanitaria a las clases más populares venezolanas. Médicos, enfermeras y otro personal llegado de Cuba residen en esos mismos barrios. El control de datos personales en los ambulatorios y esa presencia capilar garantiza el control ideológico y electoral del grueso de los potenciales votantes del chavismo.

 

«Nos sentimos doblemente comprometidos y hemos asumido esta triste eventualidad con mucha disciplina, con mucho deseo de seguir adelante apoyando al pueblo venezolano y en todos los procesos que se avecinan», declaró uno de los médicos a la cadena nacional TeleSur.

El sucesor de Hugo Chávez

Félix Luis Viera

12 de marzo de 2013

 

Maduro vencerá en las próximas elecciones en el país sudamericano gracias al show proselitista que se llevó a cabo durante los funerales de Hugo Chávez

 

Desde hace tiempo, aun antes de que en diciembre pasado el fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez se trasladara hacia La Habana para la cuarta intervención quirúrgica, se sabía que Nicolás Maduro sería su sucesor. Maduro es el hombre de confianza del finado gobernante, y sobre todo, el hombre de confianza de los hermanos Castro.

 

Maduro vencerá en las próximas elecciones en el país sudamericano: un 56 % del pueblo votó por el chavismo en las pasadas elecciones presidenciales, y en los próximos comicios este porcentaje podría aumentar gracias al show proselitista que se llevó a cabo durante los funerales de Hugo Chávez. Este patetismo —tan latinoamericano por cierto— en las exequias del desaparecido gobernante, no hay dudas de que estimulará a otros componentes de las clases más desposeídas —y menos instruidas— de la sociedad venezolana para votar por primera vez por el chavismo; es decir, por Nicolás Maduro. Sentimentalismo mediante.

 

Nicolás Maduro encontrará un país polarizado y en crisis, donde se avisa que este año la inflación acumulada podría alcanzar el 28 %, donde la infraestructura se halla destrozada en varios puntos geográficos de la nación y la criminalidad viene en aumento (tan solo en los tres primeros meses de este año se registran 4.527 víctimas mortales, lo que equivale a una persona muerta por esta causa cada cinco minutos; una tasa que supera la de México, donde existe una guerra contra el narcotráfico.) Por otra parte, se vaticina otra devaluación y el desabastecimiento de los productos de la canasta básica se propaga por las principales ciudades del país, a lo que se suma que la producción petrolera, según el último registro, es un 25 % menos que cuando Hugo Chávez tomó el poder hace 14 años.

 

Al tomar posesión y en los días sucesivos, Nicolás Maduro no ha podido exponer en público ninguno de los datos adversos que aparecen en el párrafo anterior, y los que faltan, puesto que sería sacar a la luz el atolladero que ha heredado del fallecido mandatario, por él idolatrado. Esa es la encrucijada que tiene delante Nicolás Maduro. Los resultados desfavorables que agobiarán a Venezuela en los próximos meses y años, irán a su cuenta, no a la de Chávez, quien ya ha sido santificado por el propio Maduro. De modo que este, quien se verá obligado a tomar medidas económicas impopulares para tratar de enmendar el rumbo equívoco que antes tomara su predecesor, ¿qué podrá hacer? Pues... simplemente, cualquier decisión que tome al respecto, será vista por las “masas oprimidas” como una negación de las bondades de Hugo Chávez y aun, según el caso, como una traición a los presupuestos políticos del fallecido mandatario. Nicolás Maduro, cuyo temperamento sanguíneo, pasional, subjetivo, a lo cual se une un proceder totalmente parcial al analizar la situación de su país, es, sobre todo por estas razones, una persona impedida para llevar las riendas de su país, de cualquier país. Y tiene asimismo delante de sí esa disyuntiva propia de quien sustituye a un líder de gran carisma: si lo imita, lo está imitando; si no lo imita, está desvirtuando sus esencias.

 

A lo anterior se suma que la transición del mando en Venezuela no es comparable, como quieren hacernos ver algunos analistas, con la ocurrida en Cuba hace seis años y meses. En la Isla ya existía en 2006 una dictadura férrea establecida durante décadas, con el control total de los medios de divulgación y propaganda internos y con un bloqueo absoluto de las ideas políticas del exterior; en Venezuela existe una oposición reconocida, aún hay órganos de prensa independientes y en general lo que solemos llamar “las fuerzas vivas” están en activo.

 

Así las cosas, lo mejor que puede ocurrirle a la oposición política venezolana en las próximas elecciones es que el presidente elegido sea Nicolás Maduro, quien de este modo quedará como el responsable del desastre inevitable.

El posible impacto de la muerte de Chávez

en la economía cubana

Carmelo Mesa-Lago

12 de marzo de 2013

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves

 

Desde que asumió el poder Hugo Chávez en 1999, y particularmente a partir de 2001, Venezuela ha prestado una ayuda económica vital y creciente a Cuba; la muerte de aquél abre la interrogante de si dicha ayuda continuará, disminuirá o terminará, y cuál sería el posible impacto en la economía cubana en los dos últimos casos.

 

En 2005-2011 (no hay cifras aún para 2012), el comercio exterior de mercancías cubano se concentró de forma escalada con Venezuela. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) alcanzó un récord de $8.325 millones en 2011, más de cuatro veces el intercambio de 2005, debido principalmente al alza del precio del petróleo. La participación venezolana en el intercambio total cubano saltó de 23 % a 42 % entre 2006 y 2011, seguida de Japón con sólo 10 %. En 2011 el déficit de mercancías con Venezuela fue $3.470 millones (porque Cuba exportó muy poco e importó mucho, especialmente petróleo) y creció de 27 % a 44 % del déficit total cubano de $6.047 millones. Cuba no informa cómo paga dicho déficit, pero lo hace en parte con el superávit de servicios. En 2010, el balance de servicios cubano, excluyendo el turismo, fue $7.442 millones, que corresponde al pago de profesionales cubanos en el extranjero (médicos, enfermeros, maestros, entrenadores de deportes, personal de seguridad), en su gran mayoría estacionado en Venezuela, y excedió en más de $1.000 millones al déficit de la balanza de mercancías.

 

El acuerdo de cooperación firmado entre los dos países en 2000 estableció que Cuba proveerá servicios profesionales pagados por Venezuela, a cambio del suministro de petróleo y sus derivados. El actual convenio se extiende de 2010 a 2020 y no especifica la forma de fijar los precios de los servicios cubanos; según la CEPAL, el valor de dichos servicios es indizado al precio del petróleo. He estimado el valor del crudo importado de Venezuela en 2010 en $2.759 millones y el valor de los servicios profesionales cubanos en $5.432 millones, lo que resulta en un excedente de $2.673 millones en favor de Cuba, que puede ser usado para sufragar el déficit de la balanza de mercancías con Venezuela.

 

Hay cifras contradictorias sobre el número de profesionales cubanos en Venezuela. Si tomamos la más citada de 40.000 profesionales en 2010 y el valor de los servicios estimado en $5.432 millones, resultaría en un promedio de $135.800 anual por profesional, 27 veces el salario promedio de un médico venezolano y, varias veces mayor al de un enfermero o un maestro. De manera que Venezuela otorga un subsidio a Cuba y esta no podría exportar fácilmente sus profesionales a otros países porque estos pagarían precios de mercado sin subsidios.

 

Venezuela suministra a Cuba 105.000 barriles diarios de crudo y derivados, 92.000 para el consumo (62 % de la demanda total cubana) y 13.000 para refinar en Cienfuegos, supuestamente pagados con los servicios profesionales, pero se mostró que el valor de estos es 2,5 veces superior al del petróleo. Cuba recibe un trato preferencial para el pago de las importaciones del crudo venezolano: debe abonar la mitad en 90 días y la otra mitad en 25 años, con dos de gracia y una tasa de interés de sólo 1 %; el financiamiento aumenta según sube el precio del crudo, lo cual protege a Cuba contra las oscilaciones del precio. No hay estadísticas fidedignas sobre el pago del petróleo por Cuba; el Anuario Estadístico ya no reporta el volumen y precio importado del crudo total y desagregado por países. Se ha estimado la deuda petrolera acumulada entre $5.000 millones en 2001-2009 (24 % del adeudo total de PDVSA) y $13.800 millones. Cuba exporta parte de dicho petróleo al mercado mundial.

 

Entre 2000 y 2011, se firmaron 370 proyectos de inversión entre los dos países por un estimado de $11.000 millones, incluyendo la duplicación de capacidad de la refinería en Cienfuegos, una planta de gas licuado con gasoducto de 320 kilómetros, una refinería en Matanzas, y la ampliación de la existente en Santiago de Cuba. Además, el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela otorgó $1.500 millones para financiar proyectos cubanos en 2007-2010, 88 % del desembolso total de dicho banco en el período. También el Fondo Autónomo de Cooperación Internacional concedió créditos por $1.083 millones a empresas cubanas, incluyendo aeropuertos internacionales en La Habana y Varadero.

 

Estimo el valor del intercambio de bienes y servicios con Venezuela en 2010 en casi $13.000 millones, incluyendo el intercambio comercial de mercancías, el pago de los servicios profesionales y la inversión directa, sin contar la deuda petrolera y los otros créditos citados. El total representó entre 20,8 % y 22,5 % del PIB cubano en 2010, basado en dos estimados del PIB. Una comparación con el intercambio comercial, subsidios, créditos e inversión con la ex Unión Soviética es difícil porque parte era en rublos, parte en pesos y parte en dólares pero, según mi estimado, el total en 1989 era de $12.715 millones. Aunque hay que ajustar esta cifra a la inflación, es obvio que la relación con Venezuela es tan primordial como la que había con la URSS y, consecuentemente, su dependencia.

 

La economía venezolana se ha beneficiado enormemente del aumento del precio del petróleo y del correspondiente ingreso del gobierno: 2,5 veces en 2000-2012 sobre los 13 años precedentes (las ventas de petróleo aportan 90 % del total de las exportaciones venezolanas y 50 % de su recaudación fiscal). A pesar de ello, ha ocurrido un deterioro en los indicadores macroeconómicos, debido a las inadecuadas políticas de Chávez (cifras de CEPAL): 1) el PIB por habitante se desaceleró de 16 % en 2004 a 3,7 % en 2012; 2) la inflación creció de 22 % a 29 % entre 2007 y 2011 (la mayor con creces en la región); 3) e1déficit fiscal aumentó de 1,2 % del PIB en 2008 a 3,8 % en 2012; 4) la formación bruta de capital disminuyó de 28 % del PIB en 2007 a 23 % en 2012; 5) la balanza de capital y financiera fue negativa y se deterioró de -$16.834 a -$20.241 millones entre 2009 y 2012; 6) las reservas brutas internacionales cayeron 40 % entre 2008 y 2012 (de $43.127 a $25.864 millones); 7) la inversión extranjera directa se tornó de positiva ($4.875 millones) a negativa (-759 millones) entre 2010 y 2012; 8) la fuga de capitales en los tres últimos años sumó $89.453 millones y en 2012 fue una de sólo dos negativas en la región; y 9) la deuda bruta se duplicó entre 2006 y 2012 y sobrepasó $100.000 millones.

 

La industria petrolera venezolana sufre problemas crecientes que han causado una caída en la producción, exportaciones, ganancias y sostenibilidad financiera. La producción del crudo bajó de más de 3 a 2,5 millones de barriles diarios, por falta de mantenimiento, el despido de 18.000 empleados de PDVSA (la mitad de su personal técnico) y la ausencia de inversión. PDVSA debió invertir $13.300 millones en 2010 pero no lo hizo por falta de recursos; en 2008 suspendió pagos a sus contratistas y proveedores incurriendo en una deuda de $7.000 millones en 2009; según el Banco Central no pagó los impuestos debidos. La crisis eléctrica genera frecuentes apagones que afectan a la producción y la población. En 2012 se clausuró una de las diez refinerías mayores del mundo, en las Islas Vírgenes, a la que PDVSA le suministraba la mitad de su producción, debido a una pérdida de $1.300 millones desde 2009. El pesado crudo venezolano es difícil de procesar en las refinerías mundiales diseñadas para procesar el crudo ligero y por ello Venezuela ha expandido las refinerías cubanas.

 

En el plano social las políticas redistributivas de Chávez disminuyeron la desigualdad en el ingreso, que era muy alta, mientras que sus programas sociales redujeron la incidencia de pobreza entre la población de 48,6 % en 2002 a 27,6 % en 2008; sin embargo la pobreza aumentó a 29,5 % en 2011, similar al promedio regional, y Venezuela fie el único país en que la pobreza subió entre 2008 y 2011. El desempleo abierto ascendió de 7 % a 8 % entre 2008 y 2012 (versus un promedio de 6 % en la región) a par que el salario medio real se deterioró en 8 puntos porcentuales (cifras de CEPAL). El enorme aumento de la inflación ha recortado el poder adquisitivo de los grupos de menor ingreso, los programas de salud se han deteriorado, y el “Índice de la miseria”, estimado por The Economist en 2012, combinando la inflación y el desempleo, situó a Venezuela en el segundo peor lugar entre 92 países.

 

La fijación por el gobierno de topes a los precios de los alimentos ha provocado escasez generalizada, crecimiento del mercado negro y una escalada en la inflación, agravada por la expansión en la emisión monetaria. El gasto público total creció a 33 % del PIB en 2008 y más de la mitad del mismo se asignó al gasto social. Para evitar hiperinflación y enfrentar el fuerte recorte en el ingreso fiscal, el gobierno impuso un ajuste: redujo el presupuesto, aumentó el IVA, expandió el endeudamiento externo, cortó a la mitad las divisas y gastos con tarjetas de crédito de viajeros al exterior, disminuyó los gastos y servicios de PDVSA, así como los salarios de altos funcionarios públicos. Chávez prometió que no recortaría el gasto social, ni devaluaría el nuevo bolívar que se cotizaba a 2,14 por un dólar, pero a inicios de 2010 lo devaluó; este año el Vice-Presidente Maduro ejecutó otra devaluación a un tercio, pero aún así el bolívar se cotiza en el mercado negro muy por debajo de la tasa de cambio oficial. Las devaluaciones abaratan las exportaciones, encarecen las importaciones y generan más ingresos para el gobierno pero reducen el poder adquisitivo de la población.

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves. Si Maduro gana las elecciones, enfrentaría una peliaguda decisión entre tres objetivos: reinvertir en la industria petrolera para aumentar su producción y fortalecer la economía, mantener los costosos programas sociales que le dan apoyo político, y continuar el nivel y generosidad de la ayuda a Cuba que es una aliada poderosa. Es imposible conseguir los tres objetivos y alguno tendrá que ser sacrificado.

 

Si se redujera sustancialmente o terminara la ayuda venezolana (equivalente a más de un quinto del PIB cubano), la crisis económica en Cuba sería muy fuerte pero algo menor a la crisis de los años 90 por varias razones: un ingreso de $2.800 millones por el turismo extranjero que era exiguo en 1990; remesas externas cuyo monto es incierto pero se estima entre $2.000 y $3.000, las cuales eran muchísimo menores en 1990; 350.000 cubano-americanos que visitan la Isla cada año y gastan recursos cuantiosos; Cuba también produce más petróleo que en 1990 pero aún depende en 62 % de la importación; por último hay ahora una mayor diversificación con socios comerciales que en 1990 (42 % con Venezuela versus 65 % con la URSS). Aún con estos paliativos, el golpe sería potente y los cubanos tendrían que sufrir otra crisis parecida a la del Período Especial. Raúl Castro ha procurado fuentes alternativas de comercio e inversión con otros países pero no ha logrado aún resultados substanciales.

 

Los riesgos analizados, combinados con el fracaso de los tres primeros intentos de encontrar petróleo en las aguas profundas del Golfo de México, podrían ser un acicate para acelerar las reformas estructurales de Raúl, como la única alternativa para mejorar la economía y reducir su dependencia de Venezuela. Sin embargo, estas reformas hasta ahora no han producido resultados significativos y la estrategia correcta de acelerarlas tomaría varios años en dar frutos.

 

Carmelo Mesa-Lago is Distinguished Service Professor Emeritus of Economics and Latin American Studies at the University of Pittsburgh.

Hugo Chávez “aplaudía la represión

contra la disidencia en Cuba

Líder de las Damas de Blanco

11 de marzo de 2013

 

La líder de las Damas de Blanco acusa al Gobierno cubano de “terrorismo de Estado

 

La líder de las Damas de Blanco, la activista cubana Berta Soler, ha advertido de que mientras el Gobierno de Raúl Castro aprueba “reformillas” como la nueva ley migratoria, la represión contra la oposición “se recrudece”, hasta el punto de que podría ser considerada “terrorismo de Estado”.

 

   Soler, que este lunes ha llegado a Madrid desde La Habana, se ha mostrado esperanzada por visitar “un país donde hay libertades y democracia”. Su viaje se enmarca dentro de las visitas internacionales que realizan varios disidentes cubanos desde la entrada en vigor, a mediados de enero, de la reforma migratoria.

 

   La líder de las Damas de Blanco ha querido aclarar que su viaje no es fruto de la bondad del régimen castrista, sino de la “presión internacional”. En este sentido, ha restado importancia a la “reformilla migratoria”, toda vez que los “requisitos” impuestos antes de este cambio para obtener el permiso de salida ('carta blanca') se aplican ahora para negar la concesión del pasaporte o la salida del país.

 

   Soler ha advertido, en una entrevista a Europa Press, de que el Gobierno sigue teniendo un “filtro” para vetar los viajes y ha citado el caso de su marido, Ángel Moya, que no pudo obtener el pasaporte por tener una condena en vigor. Moya es uno de los opositores detenidos durante la Primavera Negra de marzo de 2003 y, aunque se benefició de un programa de excarcelaciones, su salida de prisión no ha supuesto un indulto.

 

   Las Damas de Blanco agrupa a esposas de presos de la Primavera Negra y Soler considera que, aunque ya todos han abandonado la cárcel, sus condenas siguen en vigor y la lucha no ha terminado. “Estamos por la libertad de los presos políticos y también por los Derechos Humanos”, ha explicado, antes de apuntar que “todos los cubanos son familia” y, como tal, las Damas de Blanco luchan también por las libertades de toda la ciudadanía.

 

   Soler ha recalcado que “la represión se recrudece” en Cuba. Para la líder opositora, el Gobierno de Raúl Castro perpetra “terrorismo de Estado” contra quienes no comulgan con las ideas del régimen. Ahora, según Soler, los opositores no solo reciben “golpes” en la cárcel, sino también en la calle, “para infundir miedo” entre la población.

 

   Las integrantes de las Damas de Blanco han sufrido los abusos del Gobierno, ha denunciado la líder de este grupo, que ha lamentado que el régimen actúe “impunemente”. En este sentido, ha pedido “presión” a la comunidad internacional, para “no dar oxígeno” al Ejecutivo castrista, una petición que confía en transmitir personalmente a autoridades políticas en España.

 

   Respecto a la futura salida del poder de Raúl Castro, Soler ha apuntado que “todo es igual”, ya que al margen de las caras, sigue sin haber “elecciones libres”. Un régimen castrista sin hermanos Castro será “más de lo mismo” si no se producen cambios y “se resuelve la necesidad del pueblo”, ha apostillado.

 

“DEDO ACUSADOR”

 

   En este escenario represivo, Soler ha defendido la necesidad de que siga adelante un grupo como las Damas de Blanco, con su “dedo acusador” apuntando directamente a la actividad del régimen.

 

   Entre los sucesos denunciados por las Damas de Blanco figuran la muerte de los opositores Oswaldo Payá y Harold Cepero y la posterior condena contra el español Ángel Carromero, condenado por homicidio imprudente.

 

   Para Soler, tanto la muerte de Payá y Cepero como la de la anterior líder de las Damas de Blanco, Laura Pollán, podrían ser fruto de la actividad del régimen. Soler ha sugerido que el accidente de tráfico en el que perdieron la vida Payá y Cepero fue provocado y ha preguntado por qué fue la policía política la que avisó de la muerte de Pollán desde el hospital donde ésta estaba ingresada.

 

MUERTE DE CHÁVEZ

 

   Cuba se ha visto salpicada estos días por homenajes en memoria del presidente venezolano, Hugo Chávez, uno de los principales aliados políticos de la isla. Sin embargo, según Soler, el fallecimiento de Chávez “importa a Fidel y Raúl, pero no al pueblo”.

 

   Soler ha denunciado que los cubanos de a pie no se han beneficiado del petróleo llegado en los últimos años desde Venezuela y que terminaba sirviendo como combustible para vehículos de la seguridad del Estado. Entretanto, “había ambulancias que no podían salir” por falta de gasolina, según esta activista.

 

Nosotros no nos alegramos de la muerte de Chávez, pero tampoco la lamentamos”, ha indicado Soler, al recordar que el difunto presidente venezolano “aplaudía la represión” contra la disidencia en Cuba.

El naciente culto a Hugo Chávez

Jorge Castañeda

11 de marzo de 2013

 

Importa más su martirio que el grado de bienestar que dio a los venezolanos

 

Sacar el balance de la gestión de Hugo Chávez en Venezuela tomará tiempo, al igual que cualquier análisis de su legado en América Latina. Más allá del evidente fervor que despertó entre sus millones de seguidores venezolanos, y su notable conexión con los sectores más desfavorecidos de su país, se necesitarán datos duros para saber si sus entristecidos adeptos de hoy realmente se beneficiaron de su magnanimidad petrolera. O tal vez su devoción proviene más bien de una identificación étnica y social intangible —crucial, sin duda— y duradera.

 

Las cifras tendrán que ser recopiladas por fuentes confiables, las mismas que proporcionan números económicos y sociales de otros países, para ser comparables con el pasado venezolano y con otras sociedades latinoamericanas, sobre todo a la luz del gasto de más de un billón (en castellano) de dólares a lo largo de los 14 años de Gobierno chavista. Los avances deberán ser medidos para poder ser aquilatados y cotejados con los costos, principalmente en materia social: educación, salud, vivienda, pobreza, desigualdad. Me atrevo a sospechar que la raíz del naciente culto a Chávez en Venezuela se origina en la sensación etérea que genera su martirio y la inclusión impresionista de los excluidos, y no tanto en las estadísticas de bienestar, que probablemente resulten ser mucho menos exitosas de lo que se piensa.

 

En cuanto a su legado latinoamericano, más allá de la fatigada e irritante retórica bolivariana, habrá que ver cómo sobreviven varios países a la posible interrupción, a mediano plazo, del inmenso subsidio chavista a sus economías: Cuba, Nicaragua, Bolivia, El Salvador, y en menor medida la República Dominicana. Como se ha escrito muy bien en estas y otras páginas, una parte de la severa crisis económica —déficit público, desplome de las reservas monetarias, inflación, escasez de todo tipo de bienes— que heredará el nuevo mandatario proviene de la cantidad de barriles de petróleo ya comprometidos con China, Cuba y otros países, y que o bien no generan ingresos, o los que generaron ya fueron dilapidados. Para los beneficiarios de esa generosidad chavista, prescindir de esos barriles dolerá tanto como la pérdida del amigo. El agradecimiento a Chávez por su apoyo difícilmente durará más que el apoyo mismo; este puede tener los días contados, cualquiera que sea el resultado de las elecciones del mes de abril.

 

Lo factible desde ahora, entonces, es formular una serie de preguntas sobre lo que sucedió realmente durante estos dos años de trágica agonía y muerte de un gobernante con suerte hasta que se le agotó. Las interrogantes que siguen merecerán una respuesta durante la campaña electoral que comienza en Venezuela, pero también en la conciencia de las personas que siguen acontecimientos como estos y muchos otros.

 

¿Qué hubiera sucedido en otro país si durante dos años el jefe de Estado en funciones se atendiera médicamente en otra nación, bajo un sigilo completo, que aseguraba que los gobernantes del segundo país supieran más del estado de salud del enfermo que la población, la oposición, los médicos y hasta el Poder Legislativo y Judicial del país propio? ¿Qué pasaría en otro país si las principales decisiones médicas las tomaran no solo galenos extranjeros y en otra nación, sino personas subordinadas por completo al poder político de ese otro país? Una cosa son los jeques y los príncipes del golfo Pérsico que se atienden de sus males cardiacos en la Cleveland Clinic, donde el Gobierno de Estados Unidos sabe obviamente cómo evolucionan, pero donde difícilmente da órdenes a los cardiólogos de lo que deben hacer. ¿Qué hubiera acontecido en otro país si durante dos años un Gobierno extranjero coadyuvara a mantener un velo de silencio y de secreto casi perfectos sobre el destino más elemental del gobernante de una nación? A estas preguntas hipotéticas se suman varias más, de orden factual, emanadas de los mismos acontecimientos.

 

¿Cuándo supieron Chávez y sus colaboradores que su cáncer era terminal y que le restaban pocos meses de vida? ¿Antes o después de lanzar su candidatura a la presidencia el 11 de junio de 2012? ¿Antes o después de los comicios celebrados el 16 de diciembre del año pasado? ¿Se enteraron a mitad de la campaña? ¿Cómo hubiera reaccionado el electorado venezolano de haber votado sabiendo que la persona a la que iban a elegir a la presidencia no tomaría posesión y fallecería dos meses después de su victoria electoral? ¿Cómo hubieran respondido los votantes venezolanos si a media campaña se hubiera filtrado, con fundamentos y de manera fidedigna, que el verdadero estado médico de Chávez era de encontrarse desahuciado, y que en realidad los electores estaban enviando a Nicolás Maduro a la presidencia y no a Hugo Chávez?

 

¿Es imaginable hoy en día algo por el estilo en un país democrático? Existe el precedente de Franklin D. Roosevelt en las elecciones norteamericanas de noviembre de 1944, cuando fue electo por cuarta vez, en condiciones de salud guardadas en secreto, y que llevarían a su muerte apenas seis meses más tarde, y en el ínterin, a su extrema debilidad en la Conferencia de Yalta. Pero eso sucedió hace 70 años. Hoy se antoja inconcebible.

 

Siguen más interrogantes. ¿Bajo qué condiciones de sedación, de dolor, de sufrimiento y angustia, tomó Chávez decisiones importantes a lo largo de los últimos meses, a partir del momento en que se enteró del desenlace fatal que se asomaba en el horizonte? ¿A qué tantas presiones estuvieron sujetos por parte de los cubanos? ¿Con qué autonomía y conciencia pudo resolver asuntos delicados como la devaluación del bolívar, el curso de la campaña presidencial, el apoyo o el sabotaje a las conversaciones de paz en Colombia, y la selección de su sucesor? ¿Fue óptimo el tratamiento sugerido / impuesto / escogido por los cubanos? ¿Se transfirió de verdad el equivalente de la tercera parte de las reservas actuales del Banco Central a La Habana?

 

Estas son algunas preguntas que deben importarles a los venezolanos y que ojalá obtengan respuesta a lo largo de la breve campaña electoral que comienza, en condiciones terriblemente adversas para la oposición. Las exequias son un acto de campaña chavista; la designación de Maduro como presidente encargado es un acto de campaña chavista; las amenazas del almirante Molero Bellavia, ministro de Defensa, de “darle en la madre a toda esa gente fascista de este país” es un acto de campaña chavista; la asistencia de varios jefes de Estado latinoamericanos al sepelio, en estas condiciones, es un acto de campaña chavista.

 

Pero aunque la oposición no pueda remontar todas estas tremendas desventajas, si logra arrancarle al chavismo pos-Chávez respuestas a las interrogantes planteadas, habrá avanzado mucho en preparar la reconstrucción del país. Chávez le hereda a su pueblo la veneración que este siente por uno de los suyos, junto con una sociedad polarizada al extremo y una economía devastada. Como escribió Moisés Naím, entrega una oportunidad perdida. Quizás le convenga más a la democracia venezolana que el chavismo recoja los platos rotos; pero ojalá la sociedad venezolana sepa, con pleno conocimiento de causa, cómo y cuándo se rompieron.

Duelo con bochinche

11 de marzo de 2013

 

El presidente encargado Nicolás Maduro incumpliendo con el decreto de Duelo Nacional, el cual establece que no se pueden realizar concentraciones, formalizó su candidatura para las elecciones presidenciales del 14-A ante el CNE

 

El presidente encargado Nicolás Maduro formalizó este lunes su candidatura para las próximas elecciones del 14 de abril ante el Consejo Nacional Electoral. Maduro llegó vestido de tricolor y manejando un autobús, acompañado de la procuradora general de la República Cilia Flores y el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello. Para el acto también estuvo presente el nuevo vicepresidente Jorge Arreaza y el alcalde de Caracas Jorge Rodríguez.

 

Saludó a la presidenta del CNE Tibisay Lucena y a los demás rectores del CNE. Aseguró que “aquí vengo hoy 11 marzo pidiendo a Dios su bendición, y a nuestro padre redentor de esta tierra comandante Hugo Chávez que me de fuerza, sabiduría y que me permita cumplir plenamente la orden que él me instruyó aquella noche del 8 de diciembre cuando le dijo al pueblo que si algo sucedida aquí en la tierra nosotros tomáramos su bandera, su programa y su causa y siguiéramos la batalla hacia la consolidación de la patria”.

 

Entregó el “programa de gobierno de la Patria 2013-2019”, el cual fue el mismo que consignó el presidente Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 7 de octubre. Además aseguró que él no es Chávez, pero sí es su hijo.

El secretismo oficial

añade más incógnitas a la muerte de Chávez

Elisabet Sabartés

11 de marzo de 2013    

 

El cadáver tuvo que ser manipulado días antes para conservarlo y exponerlo

 

La primera mentira la dijo él. “Estoy curado”, anunció Hugo Chávez en septiembre del 2012, al inicio de la campaña electoral en la que fue reelegido presidente de Venezuela por última vez. Había pasado más de un año desde que el caudillo comunicara al mundo que padecía cáncer. Pero lo cierto es que cuando lanzó su candidatura la enfermedad estaba en fase terminal y la suerte, echada.

 

Así, el comandante de la revolución bolivariana -bautizado desde ayer como “líder supremo”- puso a funcionar la maquinaria de engaños, falacias y patrañas que el régimen utilizó para ocultar la verdad sobre su estado de salud y las circunstancias de su muerte. Una operación propagandística -cuyo guión habría sido escrito en La Habana- que se extendió a las jornadas de duelo y seguirá aplicándose hasta las próximas elecciones presidenciales. El rosario de mentiras oficiales es interminable, pero tuvo sus momentos estelares. Especialmente, después de que el Gobierno notificara el regreso de Chávez a Caracas, el 18 de febrero, tras permanecer 70 días en Cuba para someterse a una cuarta operación por la recurrencia del cáncer. Quedarán para la antología del disparate las palabras de su delfín, Nicolás Maduro, al informar el 22 de febrero de que el presidente -con respiración asistida mediante una cánula traqueal- se comunicaba por escrito o a través de “otras formas que él mismo ha creado” y mantenía reuniones de trabajo de más de cinco horas con espíritu “enérgico”.

 

El engranaje de desinformación gubernamental se encargó también de difundir los tres últimos mensajes de @chavezcandanga, la cuenta de Twitter del caudillo, para anunciar su regreso al país. “Hemos llegado de nuevo a la Patria venezolana. Gracias, Dios mío!! Gracias Pueblo amado!! Aquí continuaremos el tratamiento”, decía el primero. Extrañamente, el jefe del Estado, cuya vitalidad el régimen ensalzaba, no volvió a escribir nada más. Tampoco firmó ninguna nueva orden ejecutiva, como las que supuestamente suscribió desde La Habana, con rúbricas rojas -algunas de ellas idénticas- enarboladas por el oficialismo como prueba irrefutable de la capacidad de su líder para gobernar, mientras expertos grafólogos dictaminaban que habían sido generadas por ordenador.

 

Desde su retorno a Venezuela, nadie vio a Chávez nunca más. Tres días antes del regreso, el Gobierno difundió fotografías en las que el presidente aparecía sonriente con sus dos hijas mayores, Rosa Virginia y María Gabriela, leyendo el diario Granma en el hospital cubano. Técnicos en manipulación digital concluyeron que las imágenes habían sido trucadas, a partir de fotos anteriores. ¿Por qué? Dos pruebas: el ejemplar del diario del Partido Comunista de Cuba había sido insertado y la nariz de María Gabriela no mostraba la modificación de cirugía plástica que se hizo en noviembre del 2012.

 

La cascada de engaños siguió fluyendo en las horas previas a la muerte de Chávez, con partes médicos contradictorios, que anunciaban avances y retrocesos en el estado del paciente, mientras las facciones del régimen negociaban sus cuotas de poder. La zozobra terminaría el 5 de marzo a las 4,25 de la tarde con la noticia del deceso. Pero no las mentiras.

 

Una nueva sospecha de artimaña se suscitó tras la aclaración innecesaria del ministro de Asuntos Exteriores, Elías Jaua, al afirmar que si bien la defunción del caudillo inundaba el país de tristeza, también era un motivo de “alegría porque había muerto en su tierra”. Las palabras de Jaua acrecentaron las dudas sobre el lugar del fallecimiento y abonaron las versiones de algunas fuentes que aseguran que el presidente venezolano habría expirado en Cuba a principios de enero, cuando se detectó en La Habana la presencia del tanatopraxista italiano Massimo Signoracci, conocido como el embalsamador de los papas.

 

En los días del duelo, nuevas falacias salieron a flote. Esta vez, las incógnitas se abrieron por las evidentes diferencias entre el ataúd que partió en cortejo fúnebre desde el hospital militar Carlos Arvelo de Caracas -donde Chávez habría muerto- hasta la capilla ardiente en Fuerte Tiuna y el féretro en el que finalmente quedaron expuestos los restos mortales del caudillo. En las fotografías de ambas cajas mortuorias publicadas en la prensa se aprecian dimensiones, espesores y molduras de madera claramente distintas. Las discrepancias sugieren que la caja que recorrió las calles de la capital podría haber estado vacía, dado que no contaba con el sistema de control de temperatura necesario en un catafalco como el que se instaló en la Academia Militar.

 

Pero la polémica no cesó aquí. El Gobierno sembró más pistas falsas cuando, tres días después de la muerte de Hugo Chávez, anunció la extensión del velatorio por una semana más y el posterior embalsamamiento de sus restos, que serán expuestos al público para siempre. Expertos de todo el mundo consultados por los medios venezolanos desmontaron la falacia: el procedimiento de conservación de un cadáver debe realizarse inmediatamente después del deceso. De lo contrario, y con el clima extremadamente caluroso de Caracas, el cuerpo entraría rápidamente en proceso de descomposición. Los médicos precisaron, además, que la técnica requerida para la exposición permanente de restos mortales no es el embalsamamiento sino la taxidermia, un método mucho más complejo que exige varias semanas de trabajo. Todo esto abre nuevos interrogantes sobre si Chávez murió, como se dijo, el 5 de marzo, porque al día siguiente su cadáver ya estaba instalado en la capilla ardiente.

 

La historia de esperpento que el régimen bolivariano ha ido construyendo alrededor de la muerte de su líder no termina aún. Los próximos capítulos están por escribirse en la campaña electoral que se avecina, con la previsible utilización de su cuerpo momificado como arma electoral a favor del sucesor, Nicolás Maduro. Pero a la revolución podría fallarle el guión por el flanco más sensible: la segunda hija del caudillo, María Gabriela, se habría negado a asistir al funeral de Estado, en señal de protesta por la manipulación política de los restos de su padre. ¿Tendrá el valor de hablar?

Nicolás Maduro

ha sido entrenado por los hermanos Castro

Obsérvese cómo Nicolás Maduro miente y difama

De fascistas, miserables y malas copias de Chávez

Francisco Peregil

11 de marzo de 2013

 

En Venezuela ha nacido un líder. Y, como marcan los cánones, nació cometiendo un error. Esto último es muy propio de los líderes. Algunos, incluso, afloraron después de un golpe de Estado. Henrique Capriles Radonski será desde hoy el líder de la oposición venezolana -y valga el oxímoron- no porque decidiera aceptar el ofrecimiento de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) para concurrir a las presidenciales del 14 de abril, donde apenas tendrá opciones de ganar. Tampoco porque el siete de octubre consiguiera más de 6,5 millones de votos frente a Hugo Chávez y se quedará a 11 puntos de diferencia, cifra récord en la oposición. Será el líder porque el Gobierno empezó a tratarlo el domingo con el miedo que provocan los auténticos líderes. Y tal vez no se habría visto ese miedo si Capriles no hubiera cometido un error.

 

El domingo por la tarde, después de deshojar de forma muy calculadora la margarita de su candidatura Capriles va y dice que sí, que acepta el liderazgo que le ofreció la alianza opositora y concurrirá a las presidenciales del 14 de abril. Pero justo antes de anunciarlo anuncia lo que “nadie se atreve a decir”:

 

Aquí le han venido mintiendo a los venezolanos. Todo esto que está pasando, todo estaba fríamente calculado: cuándo iban a hacer las elecciones… cronograma de todo el proceso electoral (…) Nicolás le mintió a este país durante los últimos meses. Le mintió. Le digo a nuestro pueblo oficialista [a los chavistas]: a ustedes les mintieron durante semanas. El presidente de la República se fue el 8 de diciembre y durante semanas salían algunos voceros… Hace unos días atrás les dijeron a los venezolanos que se habían reunido con el presidente de la República, habían hecho una reunión de trabajo durante cinco horas.

 

¿Nadie lo va a decir? Yo sí lo voy a decir. Porque yo respeto profundamente a los venezolanos. Jamás me verán tratando de ganar algo con el dolor de otros. Pero salieron descaradamente [diciendo]: “hemos reunido cinco horas con el presidente… el presidente fue al gimnasio… el presidente tal cosa…”

 

Y tú, Nicolás [señalando con el dedo], yo sé que me estás viendo... Fuiste capaz de salir frente a unas cámaras y jugar con la esperanza de millones de venezolanos. Y decir, “el presidente se está…”.

 

Y ahora viene la frase:

 

¿Quién sabe cuándo murió el presidente Chávez?

 

Siguió:

 

Ustedes tenían todo cuadrado, ustedes llevaban semanas en campaña. (…) Y ahora, encima, ustedes utilizan el cuerpo del presidente para hacer campaña política.

 

Pero ya había dicho esa frase: “¿Quién sabe cuándo murió el presidente Chávez?”. Capriles no tiene ninguna prueba para insinuar algo tan grave. El discurso habría sido igual de incriminatorio sin no hubiese mencionado esa frase. En cuanto terminó Capriles su conferencia, Maduro aprovechó para salir en los canales públicos donde no se había emitido la conferencia de Capriles como si en realidad todos los oyentes lo hubiesen escuchado. Se envolvió en en la toca del luto ofendido y cargó contra Capriles con todo el arsenal de insultos heredados. Dijo que que Capriles había ofendido a la familia y al recuerdo de Chávez;  aseguró que se había quitado la máscara y se le veía ya “el rostro nauseabundo de fascista”, lo volvió a llamar “irresponsable fascista” y “miserable”. Insistió en.  Y después de tanto insulto llamó al amor y a la paz.

 

Acababa de nacer el líder Capriles, ungido por los mejores insultos de Chávez. Cuando, en las elecciones del 7 de octubre,  Chávez le llamó cochino a Capriles reveló el respeto y temor que le infundía como rival. El domingo, tras la comparecencia de Maduro, el ministro de Comunicación venezolano, Ernesto Villegas, promovía en Twitter la etiqueta #caprilesmiserable y escribía:

 

Cómo puede llamarse quien acusa a una madre, padre, hermanos e hijos de mentir con su luto? #caprilesmiserable

 

La campaña quedaba al descubierto. El mensaje de Capriles será:

 

-Nicolás, tú no eres Chávez, eres sólo un mentiroso.

 

Y el de Maduro:

 

-No te consiento que ofendas la memoria del comandante, ¡fascista!

 

Maduro contará con todo el aparato mediático del Gobierno y la inmensa herencia emocional de un Chávez recién muerto. El presidente Maduro ayudará al candidato Maduro, como ya lo ha hecho hoy lunes, al anunciar un plan de desarme para la próxima semana. Maduro afronta así el gran tema de la inseguridad, tal vez la principal preocupación de los venezolanos. Quiere “subir a pie” a tocar las puertas “de los escondites, de los malandros, de las bandas”, para decirles que dejen las armas. Durante muchos años este mismo Gobierno dijo que la inseguridad era la consecuencia de la pobreza y que combatiendo una se terminaría venciendo a la otra. Se ninguneó durante lustros ese problema y se ocultaron las cifras de las muertes violentas. Pero sigamos...

 

Capriles cuenta con la nunca despreciable simpatía que despiertan aquellos que continúan batallando, aunque tengan la derrota asegurada. Y cuenta también con la inmensa distancia que hay entre el carisma de Chávez y la cara de Maduro. Resulta entrañable, casi conmovedor, observar el  esfuerzo que hace Maduro por imitar a Chávez en cada uno de sus gestos y palabras. En esa manera que tenía Chávez de mover la mano derecha de arriba hacia abajo para recalcar la precisión de una fecha –hoy, 11 de marzo—en ese alargamiento épico de las vocales –hasta la victoriaaaa siempreeee, rumbo al socialismoooo-.  

 

Con estos mimbres, la carrera hacia el Palacio de Miraflores se presenta entretenida y, tal vez, más disputada de lo que podría parecer. Quizás por eso Maduro ha recurrido, desde el primer momento, el armamento pesado de los insultos más gruesos y los golpes más bajos. El domingo por la noche Maduro presumió de que él, a diferencia de Capriles, sí tiene hijos. Y el lunes por la mañana afirmó en un mitin: “Yo sí tengo mujer, me gustan las mujeres”, un reclamo electoral al que no haría ascos el republicano más conservador de Estados Unidos. Tal vez, 14 años de “revolución roja-rojita” se hubiesen merecido un mensaje menos machista. Pero es lo que hay.

Capriles acepta ser el candidato

de la MUD para el 14 de abril

Venezuela: la Constitución embalsamada

Jorge I. Dominguez

11 de marzo de 2013

 

Esta semana, el presidente encargado de Venezuela Nicolás Maduro anunció que el cadáver del presidente Hugo Chávez sería embalsamado para dejarlo en exposición permanente. La manera en que se ha llevado a cabo el proceso de sucesión presidencial hace pensar que la Constitución del país también está siendo momificada.
I. Dice la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

 

Artículo 231. El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional.

 

Al fallecido presidente Hugo Chávez —o a sus colaboradores— se le hizo incómodo cumplir esta norma el pasado 10 de enero. De modo que el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela dictaminó lo siguiente el 9 de enero de 2013:

 

La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sentenció que la juramentación del Presidente reelecto, Hugo Chávez Frías, puede ser efectuada en una oportunidad posterior al 10 de enero de 2013 ante el Máximo Juzgado, de no poder realizarse ese día ante la Asamblea Nacional [...]

 

II. Dice la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal [...] Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional.

 

Al vicepresidente Nicolás Maduro se le hizo incómodo cumplir esa norma al fallecer el presidente Hugo Chávez el pasado 5 de marzo. La razón es obvia: es más fácil para Maduro ganar las próximas elecciones si se mantiene en el cargo de presidente interino que si ocupa el puesto el Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, como establece claramente la Constitución. Y de nuevo el Tribunal Supremo de Justicia lo complació dictaminando lo siguiente:

 

La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en ponencia conjunta, interpretó el contenido y alcance del artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

 

Indica la sentencia de la Sala Constitucional que ocurrido el supuesto de hecho de la muerte del Presidente de la República en funciones, el Vicepresidente Ejecutivo deviene Presidente Encargado y cesa en el ejercicio de su cargo anterior. En su condición de Presidente Encargado, ejerce todas las atribuciones constitucionales y legales como Jefe del Estado, Jefe de Gobierno y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

 

III. Dice la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes.

 

El presidente Hugo Chávez murió el 5 de marzo, de modo que para cumplir lo establecido con la Constitución se tendrían que celebrar elecciones antes del 4 de abril. Parece que a la dirigencia chavista se le hizo incómodo cumplir esa norma. Prefirieron celebrar la elección no 30, sino 40 días después de la muerte de Chávez. Sucede que el 14 de abril se cumplen once años del regreso de Hugo Chávez al poder tras el golpe de estado perpetrado contra su gobierno el 12 de abril de 2002. Evidentemente, celebrar las elecciones ese día tendría una gran importancia simbólica para Maduro, pero violaría lo establecido en la Constitución. El Consejo Nacional Electoral, mostrándose tan complaciente como TSJ, ha llamado a elecciones en la fecha que más le conviene al chavismo, el 14 de abril, como se puede leer en su sitio web:

 

El Consejo Nacional Electoral decidió convocar la Elección Presidencial sobrevenida para el día domingo 14 de abril, en una larga sesión extraordinaria celebrada de este sábado 9 de marzo.

 

Tres violaciones graves de la Constitución en dos meses, con el claro objetivo de inclinar la balanza electoral hacia Maduro, dejan en entredicho el proceso de sucesión presidencial en Venezuela. El Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral de Venezuela parecen dispuestos a refrendar cualquier cosa que Nicolás Maduro y sus seguidores deseen, sin importar si cumplen o no con la ley fundamental de la República. Las “lecturas” que estas instituciones han hecho de la Constitución en los últimos dos meses son lamentablemente tendenciosas. Maduro y sus asesores parecen estar convencidos de que ese es el camino para retener el poder, y de que cuentan con suficiente apoyo para tratar la Constitución del país como si fuera una serie de sugerencias que el poder ejecutivo está en libertad de cumplir o no según le convenga.

 

Y ese no es el único síntoma inquietante. Maduro y sus partidarios se comportan a ratos como si su proyecto gozara con un apoyo unánime o arrolladoramente mayoritario en el país. En realidad, más de seis millones y medio de ciudadanos (casi el 45% del electorado) votaron en contra del chavismo en las elecciones del 7 de octubre pasado. Ningún presidente que busque el bien de su patria puede gobernar declarando traidora (o “majunche” o “pitiyanqui”) a casi la mitad de la nación.

 

El apoyo al chavismo de poco más de la mitad de los venezolanos se ha basado en el culto a un líder omnipresente, en la defensa de la dignidad de los más pobres a nivel simbólico y en planes concretos y extensos del gobierno para elevar la calidad de vida de las capas más humildes de la población. Maduro, antiguo conductor de autobuses y líder sindical, puede reclamar legítimamente el papel de defensor de los pobres. No se puede asegurar, sin embargo, que tendrá la misma capacidad de convocatoria que Hugo Chávez para mantener el apoyo del 55% del electorado que votó hace cinco meses por el presidente que acaba de fallecer.

 

Y la capacidad del gobierno de Maduro para ampliar —o siquiera continuar— los programas sociales de Chávez está en entredicho. La economía venezolana ha entrado una temporada de desaceleración, como explicaba este viernes en The New York Times Clifford Krauss en un artículo titulado “Dwindling Production Has Led to Lesser Role for Venezuela as Major Oil Power“.

 

Nicolás Maduro es un líder menos carismático que su maestro, que recibe el poder con una economía en baja y que tiene una preocupante inclinación a ignorar las normas del juego democrático. A partir de esos presupuestos, es difícil creer que el ex conductor de autobuses guiará los destinos de su país de manera que la mayoría de “sus pasajeros” pueda tener un viaje agradable. El año próximo por estas fechas quisiera poder decir que mis temores eran completamente infundados.

Cuba sin Chávez

Alcibíades Hidalgo

11 de marzo de 2013

 

El escenario para Cuba es el de un mundo sin Hugo Chávez, pero no sin Venezuela y su apoyo millonario, al menos por el momento

 

Cuba se encuentra ya frente al temido escenario de un mundo sin Hugo Chávez. En La Habana, afirman las crónicas, los más pesimistas acumulan velas para enfrentar los venideros cortes de energía que traerían —quizás tan pronto como en el próximo verano— los insoportables “apagones” que junto a la “Opción Cero” y otros términos de la neolengua revolucionaria identificaron el “Período Especial en Tiempo de Paz” que siguió a la disolución de la Unión Soviética dos décadas atrás.

 

La amenaza de las vacas flacas, la desaparición del transporte y el regreso a la era de las bicicletas y las neuropatías, del fin del subsidio venezolano que constituye un secreto a voces incluso en una isla de información muy racionada, subyace en las expresiones de dolor, sinceras o a tono con la propaganda oficial, con las que el cubano de a pie se refiere a la muerte de un líder extranjero demasiado presente en su vida pero de bolsillo profundo y generoso.

 

Por su parte y de cerrado duelo, el gobierno de Raúl Castro hace lo suyo para alimentar la imagen de este nuevo Che Guevara, que no murió asesinado en La Higuera, sino de cáncer y demasiada pasión por la Revolución Bolivariana. El discurso gubernamental asegura también que Cuba, pese a las circunstancias, resistirá todos los embates y continuará navegando por el mar de la felicidad que Chávez pidió en algún momento para su pueblo.

 

Lo que está en juego en la relación Cuba-Venezuela es la más fuerte alianza política del continente, sobre la cual descansa el complejo entramado de unos 300 acuerdos firmados a lo largo de los muchos años de poder chavista y que constituyen la base económica de la supervivencia del régimen cubano. En ellos se incluyen, además del esencial suministro de combustible a precios insólitamente preferenciales, proyectos por más de 1.300 millones de dólares anuales en intercambios en educación, deporte, agricultura, comunicaciones, administración de puertos, cooperación en materia militar y de inteligencia y una infinita lista de etcéteras.

 

La Habana es a las claras el socio beneficiado por términos comerciales de excepcional holgura que, al estilo de la relación con los soviéticos en su momento, pero todavía menor en volumen, mantienen a flote una economía atada al capricho político de Fidel Castro durante medio siglo, que ahora su hermano menor intenta reconstruir sin éxito notable.

 

Venezuela es por mucho el primer socio comercial de Cuba, con cifras oficiales de intercambio por encima de los seis mil millones de dólares por año desde 2010, muy superiores a las de China, Canadá, España, Brasil y Estados Unidos que ocupan los siguientes puestos. La primera fuente de divisas para el país es la venta de servicios profesionales, de los que Caracas aparece como principal cliente, en particular por la presencia de unos cincuenta mil profesionales de la salud que garantizan la asistencia médica en los barrios pobres de las ciudades venezolanas, en el llamado programa Barrio Adentro, uno de los pilares de la política social del chavismo, que hasta Henrique Capriles Radonski prometió respetar durante su campaña electoral.

 

La masiva presencia médica —que ha reducido sustancialmente el nivel de atención en la propia Isla— paga solo en parte el suministro de unos 92.000 barriles diarios de crudo venezolano, que cubren aproximadamente la mitad del consumo cubano con un valor de 3.200 millones de dólares anuales. La diferencia se remite a créditos a 25 años con un 1 % de interés, que pese a su generosidad correrán seguramente la suerte de la multimillonaria deuda de Cuba con la ahora disuelta Unión Soviética, que La Habana ni siquiera reconoce con exactitud.

 

Los ingresos por remesas familiares, turismo, exportación de níquel y otros que la economía cubana ofrece en discutibles estadísticas, no cubrirían siquiera los gastos energéticos a precios del mercado. La desaparición del segundo mecenas histórico de la revolución cubana, sería por tanto y solo a causa de este rubro, la ruina definitiva de la economía insular.

 

Es ante todo a estas millonarias cifras que forman parte privilegiada del despilfarro del tesoro nacional de Venezuela que Hugo Chávez se lleva a la tumba, a las que se refieren quienes apuestan por la continuidad del castrismo si se mantiene la ayuda o los que aguardan su desaparición si cesa bruscamente.

 

En realidad, el pronóstico del futuro inmediato de la Isla puede que esté a medio camino entre ambas opciones. La marea roja que colmó Caracas y el funeral del Comandante Presidente, convertido de hecho en el apoteósico inicio de campaña electoral de su sucesor designado Nicolás Maduro, indican cuán difícil será para la semiparalizada oposición venezolana arrebatar el poder a los herederos de Chávez, beneficiarios de su carismático legado político y financiero.

 

A un lado han quedado las fricciones nada imaginarias entre las facciones chavistas, ante el objetivo prioritario de conservar el poder. Con respecto a Cuba ni siquiera el discurso opositor que logró el voto de casi la mitad de los venezolanos en las recientes elecciones presidenciales en las que finalmente se impuso Hugo Chávez, se atrevió a incluir en su programa de gobierno la salida de las decenas de miles de cubanos que constituyen parte esencial de la alianza forjada entre ambos países a lo largo de casi tres lustros de poder chavista.

 

Pese a las presiones por revertir la cada vez más precaria economía interna, aún con el precio del barril de petróleo por encima de los cien dólares, a Nicolás Maduro, le sobrarían razones y ganas en el caso de resultar electo para prolongar la relación de excepción con el gobierno de los Castro, aunque solo fuera por el simbolismo de seguir el camino señalado por el Chávez que con su solo dedo lo hizo presidente de Venezuela.

 

Más adelante se impondrán las realidades económicas del legado chavista, la inflación cifrada ahora oficialmente en un 22 %, la escasez de dólares para las importaciones de productos básicos de la vida cotidiana, los recordatorios de Pekín sobre la necesidad de honrar la deuda millonaria de los ricos venezolanos con los hermanos chinos, los resultados de la sistemática depauperación de la industria del petróleo, la crisis social que ha convertido a Caracas en una ciudad más peligrosa que Bagdad y sobre todo la evidencia de la diferencia de carisma entre el gris heredero y el presidente más procaz que recuerde América Latina, ahora embalsamado en un panteón socialista.

 

Sólo entonces, podrán entrar en discusión los subsidios a Cuba, pero por ahora, al iniciarse el último período de cinco años de su gobierno si Raúl Castro cumple su palabra, el escenario es todavía el de un mundo sin Hugo Chávez, pero no sin Venezuela y su apoyo millonario, al menos por el momento.

 

El verdadero hijo

 

Pero si Raúl Castro puede encontrar algún alivio en la esperanza de que el variopinto oficialismo venezolano repetirá a corto plazo una barrida electoral como la ocurrida en las últimas elecciones para gobernaciones y alcaldías, en las que el voto popular fue hábilmente manipulado para enviar un mensaje de aliento al enfermo terminal de Miraflores, en La Habana hay otro Castro francamente desconsolado.

 

Si logra interpretar la magnitud de lo ocurrido, Fidel Castro debe con seguridad estar llorando con lacerante dolor, como apunta el comunicado oficial cubano sobre la muerte de Hugo Chávez, la desaparición de su más entrañable heredero político, o mejor aún de su verdadero hijo, como también lo identificó la prensa oficial.

 

El carisma, como Raúl Castro aprendió en carne propia, no es transferible. Ante la falta de vocación por la revolución continental de su hermano —más preocupado por el vaso de leche que no logra llevar a la mesa de los niños cubanos pese a las tempranas promesas— el mayor de los Castro halló casi veinte años atrás en el derrotado teniente coronel golpista un regalo del cielo, un soñador tan creyente en el mito castrista como dilapidador de los fondos nacionales, con la tenacidad propia de un militante y la irresponsabilidad de un nuevo rico.

 

Con Chávez se va la esperanza del Socialismo del Siglo XXI, esa entelequia que sustituyó a las variantes europeas de las ideas de Carlos Marx y que jamás han encontrado sustento práctico en ninguna de las regiones del planeta. Nicolás Maduro no parece calzar las botas para ese otro reemplazo y Rafael Correa no logra la bendición de La Habana, no se sabe si por falta de fondos o de fe en el modelo cubano que Chávez asimiló como dogma.

 

Al regreso de Caracas

 

Cuando regrese de Caracas Raúl Castro tendrá nuevas razones para preocuparse. En Venezuela se despedirá de un nuevo aliado, el preferido de La Habana, que tras vencer el reto electoral, deberá probar ante los suyos que es capaz de imponerse sobre las diferentes corrientes del chavismo, tan corruptas como interesadas en prolongar el saqueo del botín, antes que garantizar la supervivencia del experimento cubano.

 

En la Isla, para el menor de los Castro lo suyo es una apuesta contra el tiempo en busca de los cambios imprescindibles que otorguen la eficiencia imposible a un modelo que ni siquiera logra definirse. Las pocas y tímidas reformas económicas decretadas en cinco años no logran romper el letargo de la corrupción generalizada, la burocracia oficial y la indiferencia popular. La lealtad al legado de la revolución no asoma ya en los jóvenes más preocupados por huir del paraíso prometido que en lograr inútiles títulos universitarios. Su logro más notable, el permiso casi libre para entrar y salir del país adquiere ante el fallecimiento de Chávez (bien previsible para el gobierno cubano) la sospechosa condición de una estampida migratoria de nuevo tipo como las que Fidel Castro endilgó a tres administraciones demócratas en otras tantas décadas.

 

Por si fuera poco, Raúl deberá continuar muy atento a la evolución ideológica de su presunto heredero Miguel Díaz-Canel, nacido cuando ya los hermanos Castro desbarataban sin piedad el orden anterior, no vaya a ser cosa que ese pequeño Gorbachov que muchos líderes socialistas llevan dentro aparezca cuando ya sea demasiado tarde. Algo que ni la previsiblemente milagrosa momia del Presidente Comandante podrá impedir.

 

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: El autor trabajó con Raúl Castro. Un profesor cubano exilado en Brasil, que prefiere guardar el anonimato, expresó:

Hidalgo, con respecto a tu análisis hay que esperar como se desarrollan los acontecimientos, con respecto a Maduro sigo pensando diciendo que no se puede subestimar porque fue guagüero (chofer de ómnibus). Por lo que se puede intuir en tus palabras eres de los que sigues esperando un Gorbachov castrista, tu mejor que nadie sobe que las condiciones existentes en la desaparecida Unión Soviética son muy remotas a las existente en la Cuba actual, con la existencia de una disidencia interna/oposición cada día más consolidada, la situación económica internacional y la nacional, en que tu antiguo jefe está tratando de hacer pininos, el flujo de información entre los cubanos, a pesar de los pesares y del castrismo, se está abriendo paso paso, ya algunos disidentes está saliendo, sin tener que esperar el permiso castrista, buscando solidaridad internacional y a la vez conociendo los sistemas democráticos con sus ventajas y desventajas. Entonces no hace falta ningún Gorbachov lo que hace falta es que el castrismo acabe de entender que la única salida a la crisis cubana es la democratización de Cuba, dejemos ya de estar esperando de hombres fuertes en Cuba, que lo que hace falta es autorizar la legalización de los partidos políticos como primer paso a la democratización de y eso lo puede hacer tu antiguo jefe, el general/presidente”.

Henrique Capriles denuncia

el uso electoral de la muerte de Chávez en Venezuela

Ver vídeoCapriles acusa a Maduro de uso electoral de la muerte de Chávez

El doctor Navarrete, un perseguido político en el exilio

El cáncer de Hugo Chávez. Un diagnóstico exacto y un médico en fuga

Víctor Flores García

10 de marzo de 2013

 

En octubre de 2011 el doctor Navarrete dio la exclusiva de la enfermedad del presidente venezolano a MILENIO, y por ello fue perseguido y tuvo que abandonar su país; la esperanza de vida del mandatario era de 12 a 18 meses y se cumplió fatalmente.

 

La odisea del doctor Salvador Navarrete Aulestia desde que reveló la gravedad incurable del cáncer que venció al presidente Hugo Chávez, comenzó cuando debió abandonar Venezuela con toda su familia, acosado por los servicios secretos del Gobierno, en octubre en 2011. Nunca imaginó el calvario que padecería por asumir la responsabilidad de explicar que la enfermedad mortal era un sarcoma originado en el tejido del suelo de la pelvis, de “muy mal pronóstico”, y que la expectativa de vida era de dos años. Así desataba una tormenta política con todo tipo de usos, especulaciones y desmentidos.

 

La entrevista publicada en MILENIO Semanal (No. 728, 17-10-2011), semanario antecesor del Dominical MILENIO, fue luego divulgada por las principales agencias de noticias y cadenas de televisión internacionales. Varios colegas de la prensa extranjera me llamaron para pedir detalles y confirmar la autenticidad de la fuente. La prensa escrita venezolana que se estrellaba en Caracas con un muro de silencio y declaraciones vagas sobre la naturaleza precisa de una enfermedad que mata, pero que también puede ser curada, publicó aquella conversación sobre el perfil clínico de un Presidente en el poder.

 

Respondí a quienes querían saber más, que había publicado la esencia de esa historia; que había cultivado aquella amistad con Navarrete durante mis años de corresponsal en Caracas, entre 2006 y 2008; y que no había más. Aquel médico laureado con los premios de la Sociedad Venezolana de Cirugía, y dos premios del Congreso Venezolano de la especialidad, intelectual y formador de cirujanos en la Universidad Central de Venezuela, fue blanco de ataques por aquella crucial decisión de ofrecer la información de que disponía, para que la sociedad venezolana tomara conciencia de la magnitud del dilema.

 

Era una información que pudo haber cambiado el desenlace de las elecciones presidenciales de 2012: un hombre abatido por una enfermedad terminal fue reelecto hasta 2018. La oposición fue la que más puso en duda la prognosis fatal y muchos la imaginaron como un plan oculto que denominaron “operación lástima”, mediante la cual el mandatario engañaba para ser reelecto. Una semana antes de su muerte, 80 por ciento de los venezolanos confiaba en que Chávez retornaría al poder, según la encuestadora Datanálisis, que pronosticó la ventaja de 10 puntos de Chávez al ser reelecto. De ese tamaño fue la conmoción y el ocultamiento casi perfecto del mal.

 

Lo cierto es que inmediatamente después de la publicación del texto el 19 de octubre de 2011, el doctor Navarrete, quien había cuidado de la salud del Presidente en 2002 en el Palacio de Miraflores —cuando sufrió un intento del golpe de Estado, antes de confiar su salud al cuidado exclusivo de médicos cubanos—, fue interrogado en su clínica por los servicios de inteligencia venezolanos (Servicio Bolivariano de Inteligencia, Sebin), en busca de una supuesta conspiración oculta detrás de aquella entrevista.

 

El asunto fue asumido en persona por el coronel José Álvarez Tineo, director del Sebin. Sorprendido porque sus declaraciones tomaran aquella deriva, se colocaran como tema de espionaje político y no como un asunto de supremo interés público sobre la principal figura nacional de Venezuela, el doctor Navarrete, quien gozaba de una reputación irreprochable como cirujano, tuvo que abandonar su país de forma intempestiva junto con toda su familia. Navarrete publicó una carta de respuesta a las especulaciones y se hundió en un silencio absoluto hasta el día de la muerte del Presidente, el pasado martes 4 de marzo. Nunca más tuve contacto con él, pero supe en forma indirecta de lo mal que la pasaba. Tampoco abordé nunca más el tema, pero el desenlace fatal confirmó el doloroso y triste pronóstico; y la pertinencia de publicarlo.

 

En su despedida para aclarar las cosas que habían llegado tan lejos en apenas dos días de frenesí mediático y persecución, el doctor Navarrete escribió: “Quiero dar la cara, pero con la seguridad de que los elementos serán evaluados justamente. Al coronel José Alvarez Tineo (director del Sebin), mis más sinceras disculpas por no haber podido cumplir con lo prometido el día de nuestro encuentro, los acontecimientos posteriores me obligaron a salir del país con mi familia de manera abrupta, algo que no deseaba y no tenía planificado hacer”.

 

La carta del doctor Navarrete, hijo y nieto de comunistas, militante moderado del chavismo de la primera hora, exponía las razones de fondo que lo llevaron a aceptar la entrevista: “No soy un traidor a la Patria, la Patria no es el Presidente, la Patria somos todos y en ese todos están incluidos nuestros hijos, familia, amigos y enemigos, y quiero que sepan que esta entrevista está dirigida a todo el mundo para la reflexión”.

 

Narraba detalles de sus cavilaciones sobre qué hacer con aquella información: “Días antes de conceder la entrevista mantuve una serie de conversaciones con miembros del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y les pedí que le transmitieran al Presidente estas inquietudes; e incluso pedía hablar directamente con él y poner mi conocimiento a la orden”.

 

Agobiado por la campaña en su contra en los medios chavistas y molesto por la utilización que la oposición hacía de su alerta a la opinión pública venezolana, el doctor Navarrete enfatizaba la dimensión política de su historia. En la entrevista ofreció detalles inéditos de la personalidad del mandatario y su entorno: “Nos hizo miembros del personal de la mayor confianza adscritos al Palacio de Miraflores. Éramos tres médicos venezolanos, un cardiólogo, un gastroenterólogo y este servidor como cirujano del equipo. De los tres yo era el único con militancia política, como miembro de la Dirección Nacional Ampliada del Movimiento Quinta República (MVR), fundado por el presidente Chávez, como parte de la Dirección de Formación Ideológica, que fue un gran partido hasta su conversión en 2007 en núcleo del PSUV”.

 

Así se entienden las íntimas razones del doctor Navarrete expuestas en su carta: “Basado en la información oficial y en mi condición de médico venezolano pensaba sobre el dilema ético que representa velar por la salud de la persona más importante de nuestro país, en momentos en que se ha diagnosticado una afección maligna, y la falta de previsión ante una posible ausencia, temporal o definitiva, en los manejos de la nación, debido a la falta de comunicados médicos claros sobre su condición actual”.

 

Sus preocupaciones sobre la vida que se extinguía para el jefe máximo de la revolución bolivariana estaban al centro de su misiva: “Me preocupa que el Presidente y su entorno político no conozcan la magnitud de su enfermedad puesto que ha sido manejado con un completo hermetismo. Las consecuencias de un desenlace fatal y la importancia que tenía informar tanto a su organización como a los grupos que lo apoyan, al igual que a los grupos políticos que lo adversan, fueron las razones que me llevaron a abordar este delicado asunto”.

 

Las consecuencias que avisó Salvador Navarrete mientras trataba desesperadamente de salir de su país, ocurrieron con toda la fuerza de su dramatismo: “El Presidente es una figura nacional importante, probablemente la que más, y también una figura mundial, por lo que su desaparición física en este momento pudiera ser más traumática de lo que los políticos perciben. Estamos viviendo una profunda transformación social y no hay duda que el Presidente la inició hace muchos años, como se cita en la entrevista. Sin embargo, ¿qué pasa si desaparece en este momento sin que todos los actores políticos tomen previsiones para cuidar al país, para atender los cambios, para rescatar lo social, preservar los aspectos positivos de esta revolución?”.

 

Conversé con la directora de MILENIO Semanal, Roberta Garza sobre el acoso al cirujano. La primera reacción fue expresarle todo el apoyo de la única manera posible, en forma periodística. Aquel breve texto publicado en la siguiente edición, una semana después, señalaba en su parte medular:

 

“El doctor Navarrete es un cirujano y académico de la medicina con una extensa carrera, quien formó parte del equipo de galenos que cuidó de la salud del presidente Chávez hasta que éste decidiera confiarse por entero a los médicos de La Habana. El doctor Navarrete es aún parte del cuerpo médico venezolano de la familia Chávez.

 

“El doctor Navarrete aceptó tratar de manera voluntaria y libre un tema de interés público en Venezuela y el resto del mundo. El mismo día de la publicación, el 17 de octubre, el doctor Navarrete fue visitado en su consultorio por personal del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) de Venezuela. Al día siguiente fue brevemente detenido. Condenamos que el doctor Navarrete haya sido sometido a cualquier tipo de presiones o amenazas con el fin de obligarlo a retractarse de lo publicado.

 

“La versión escrita fue postergada una semana y, finalmente, aprobada por el mismo doctor Navarrete. Para todo el contenido publicado existe un respaldo en grabaciones. Por su parte el presidente Chávez afirmó en La Habana que tras cuatro sesiones de quimioterapia está libre de células cancerosas. Redacción M Semanal”.

 

Por la delicada naturaleza del tema, acepté excepcionalmente enviar el borrador al cirujano. Pidió suprimir los nombres de sus colegas y objetó el titular centrado en la expectativa de vida. Eso demoró la publicación una semana. Aceptamos lo primero. Lo segundo es una historia dramática: la expectativa de vida en la grabación era “de 12 a 18 meses”. Dicho en octubre de 2011 significaba entre octubre de 2012 y abril de 2013. Consciente del drama y de lo impredecible de la ciencia médica, extendió su prognosis hasta dos años. Y así quedó en el titular. Fue algo que lo contrarió.

 

La respuesta oficial tuvo tres escenarios. Por primera vez desde que el Presidente anunció la enfermedad meses atrás, una junta médica emitió el primer parte médico centrado en desmentir al doctor Navarrete, con el argumento de que no era un “médico tratante” del mandatario. En realidad él nunca dijo tal cosa, sino “los médicos de la familia” que armaron un rompecabezas con la información disponible.

 

Tocó el turno a la ministra de Salud, Eugenia Sader, quien negó ser discípula del doctor Navarrete y descalificó su diagnóstico. Cuando le pregunté si había tenido consecuencias su conversación con el Presidente por la manera en que descuidaba su salud, Salvador Navarrete respondió sin dudar: “El Presidente nunca se enemistó conmigo. Ese episodio quedó allí, en el vacío, y se diluyó aún más con las posteriores tribulaciones del golpe de Estado. Desde entonces descubrí muchas cosas en el entorno del poder y abandoné la militancia política, pasé a los ‘cuarteles de invierno’ como asesor el gobierno en el área de Salud”, hasta julio de 2011, cuando su renuncia fue aceptada con “una carta bonita de despedida” de la ministra Sader.

 

Al final fue el propio presidente Chávez quien salió a desmentir al doctor Navarrete en una conferencia con corresponsales extranjeros. Recordó vagamente que a él lo cuidaba mucha gente “hasta brujos”, que recordaba al jefe del equipo de aquellos médicos en Miraflores. En particular, el presidente Chávez recordó al ministro de la Secretaría de la Presidencia, Rafael Vargas, quien vivía en la residencia presidencial. Pero negó que el doctor Navarrete lo hubiera tratado alguna vez a él o a su madre, afirmó que estaba curado y espetó: “El doctor Navarrete es un embustero… ¿Cuánto le pagaron?”. Desde entonces ha sido un perseguido político en el destierro.

La «dolce vita» de los Chávez

Ludmila Vinogradoff

10 de marzo de 2013

 

Sin rubor ni tapujos, sus hijas cuelgan en las redes sociales las fotos de sus viajes y sus citas con los famosos

 

Le gustaba llevar relojes de marca del tipo Patek Phillip y trajes de firma a la medida, mientras predicaba por televisión su «socialismo siglo XXI» y abrazaba a los niños y ancianos para conquistar el corazón de los desposeídos. En los 14 años que gobernó a Venezuela, Hugo Chávez no se privó de ningún placer mundano como son los innumerables viajes que hizo alrededor del planeta, hospedarse en los hoteles más caros, tener vehículos y llevar joyas costosas.

 

Así lo relata a ABC el sastre Giovanni Scutaro, quien en los primeros años de su gobierno le cambió sus trajes sencillos de «liquiliqui» (traje típico llanero de cuello Mao) y uniforme militar por conjuntos de última moda de cachemir, corbatas de seda y finas camisas de marca española. Los zapatos también de firma.

 

La influencia del apellido Chávez ha dado luz verde para gastar Su numerosa familia compuesta por sus padres, seis hermanos, cuatros hijos y varios nietos y una larga lista de sobrinos y ahijados, tampoco quiso quedarse atrás. La influencia del apellido Chávez les ha dado luz verde para gastar a manos llenas el presupuesto público. Sus preferencias especialmente por los entretenimientos y espectáculos «Made in USA» han contrastado con el discurso «antiimperialista» de su líder.

 

Sin ningún rubor ni tapujo, las hijas Rosinés y María Gabriela han colgado sus fotografías en las redes sociales mostrando cómo disfrutan de la vida privilegiada por llevar el apellido presidencial. En sus viajes al exterior se codearon con la élite política y artística internacional. No se perdieron ningún estreno de artistas como Justin Bieber o Madonna, mientras el común de los venezolanos no sueña con esas banalidades ni viajar en primera clase porque tiene los dólares restringidos por el control de cambio de la oficina de CADIVI.

 

María Gabriela tiene debilidad por los coches de carrera María Gabriela, la hija predilecta del líder, también tiene debilidad por los coches de carrera. Con fondos de la petrolera estatal financió al piloto criollo Pastor Maldonado en los circuitos de la F1.

 

Estos caprichos elitistas han sido criticados por la base chavista, especialmente por los 17.000 damnificados que esperan en refugios desde hace dos años que les den una vivienda.

 

Predicar para otros

 

El diputado opositor Carlos Berrisbeitía estima que Chávez habría gastado más de 350 millones de dólares en sus viajes al exterior durante 14 años, en los que siempre llevó una nutrida delegación incluyendo a su familia. «Ningún otro jefe de Estado del continente americano ha derrochado tanto».

 

La «familia real» como denominan a los Chávez en Barinas, era una familia humilde que surgió prácticamente de la nada y que nunca aplicó la prédica del mandatario de que «ser rico es malo». Tal vez pensó que eso era para los pobres y que el ejemplo no empieza por casa.

 

«Ningún otro jefe de Estado del continente ha derrochado tanto» Lo cierto es que la prensa extranjera estima que Chávez ha dejado una herencia incalculable para su familia. Las cifras hablan de unos 2.000 millones de dólares, una fortuna que habría amasado la familia presidencial, según publicó hace dos semanas Jerry Brewer, presidente de la ONG Criminal Justice International Associates (CJIA) de Virginia del Norte.

 

Al pie de monte andino está situado Barinas, de 35.200 kilómetros cuadrados con una población de 800.000 habitantes, estado natal de Chávez , convertido en el feudo de su familia porque lo ha gobernado su padre Hugo de los Reyes y su hermano mayor Adán en estos 14 años de era chavista. Al parecer la fortuna sólo ha tocado la puerta del clan presidencial en Barinas, pues éste figura entre los estados más pobres de Venezuela.

 

El feudo de 45.000 hectáreas de la «familia real» en Barinas incluye una fortuna de 17 fincas, 10 vehículos tipo Hummer, residencias veraniegas, joyas con esmeraldas, rubíes y relojes de oro de 24 kilates, ropa de marcas como Coco Channel. Lo dice el diputado Wilmer Azuaje que los conoce como la palma de su mano.

 

El patrimonio familiar alcanza un valor de 535 millones de dólares, de los cuales 265 millones de dólares están depositados en cuentas bancarias en el exterior, afirma Azuaje.

 

La madre, Elena Frías, ha cambiado mucho de estilo desde que su hijo ascendió a la Presidencia. Sus fotografías la delatan. De mostrarse como una mujer humilde y sencilla al comenzar el gobierno ha pasado a ser una señora encopetada y enjoyada cuyo rostro muestra a la legua que ha pasado muchas veces por el quirófano.

 

La ostentación de Elena Frías casa con su carácter fuerte y lleno de temple. Es la madre del que ideó «la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI». Lo muestra la crónica «En busca de la mamá de Chávez» en la Antología de Crónica Latinoamericana Actual, editado por Alfaguara. En el año 2008, la cuenta bancaria de Elena contaba con 16,3 millones de dólares, que ahora deben haber aumentado, según el diario mexicano La Razón.

La herencia maldita

Miriam Celaya

10 de marzo de 2013

 

Desde el martes 5 de marzo, la televisión cubana se ha dedicado casi absolutamente a transmitir las exequias de Hugo Chávez. El finado más célebre del último lustro, quien ha sido también el que más tiempo estuvo en remojo antes de partir definitivamente de este mundo y cuyo estado de salud ha sufrido más manipulaciones que el de Josef Stalin y Fidel Castro, es objeto por estos días de una despedida de magnitud y magnificencia olímpicas. Un duelo con carácter extraterritorial que en Cuba ha sido extendido a todas las provincias del país, cual si se tratara de una cuestión nacional.

 

Y, efectivamente, de eso se trata, porque el amor que une a Nuestra América bajo los turbios nubarrones del ALBA nada tiene que ver con la sangre derramada a lo largo de una supuesta historia común ni con la lucha contra el avieso enemigo ídem del norte, sino con el petróleo que mana del Orinoco hasta las venas de nuestras exhaustas economías, la cubana en particular.

 

Este duelo, no obstante, constituye mucho más que el dolor auténtico de los millones de venezolanos que simpatizaban con el caudillo o la pena de ocasión de sus seguidores en el poder: es la postrera utilidad del caudal político del finado líder. Lo luctuoso con fines utilitarios. Las imágenes permanentes del llanto auténtico de la madre, del sufrimiento de sus hijos y allegados, de la marcha de cientos de miles de venezolanos y todo el morbo de la prolongada exhibición, han sido utilizados para violar la Constitución y colocar al sucesor, Nicolás, quien se verá forzado a madurar prematuramente para tratar de capitalizar –duelo mediante– el vacío de liderazgo que dejó tras de sí un presidente populista con el que se podía simpatizar o no, pero que innegablemente poseía el carisma con que se suele atrapar la adoración de las multitudes.

 

Nicolás Maduro, tal como se ha demostrado durante estas semanas de su gobierno en funciones, no tiene carisma ni talento. En realidad Nicolás no tiene ni la menor gracia, de manera que deberá aferrarse con todas sus fuerzas, no a Cristo, sino a su condición de heredero político de dedo –ya que su candidatura dimana de la designación del difunto Chávez (¿o quizás de orientaciones expresas de La Habana?) y no de elecciones realizadas dentro del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV)– y también aprovechará a su favor estas iconografías de dolor del pueblo, mientras permanezcan frescas en la memoria de los electores.

 

Justamente para reforzar la memoria popular y propiciar un uso permanente del interfecto presidente, se ha tomado la grotesca decisión de embalsamarlo y colocarlo en una urna de cristal en el nuevo Palacio de la Revolución para adoración perpetua de su pueblo, a imagen y semejanza del padre de la revolución soviética que en la lejana Plaza Roja hace tiempo dejó de ser objeto de culto para convertirse en gancho turístico. Así, en lo sucesivo, los opositores tendrán que competir contra el candidato oficialista recién juramentado como Presidente y contra el espectro de Chávez materializado en forma de momia.

 

En todo caso, existen grandes probabilidades de que el candidato del PSUV resulte electo en los comicios que se avecinan. Lo difícil será que logre remontar con éxito la espinosa situación socioeconómica que atraviesa Venezuela siguiendo las pautas establecidas por su predecesor, dizque socialismo del siglo XXI tal engendro. Porque, ciertamente, Maduro heredaría junto con el cetro de Miraflores una profunda crisis interna refrendada hoy por hoy en el aumento indetenible de la violencia, en la polarización extrema, en la devaluación de la moneda, en la descapitalización del país, en el deterioro de la infraestructura de una economía monoproductora, en la corrupción galopante y en la insostenible estrategia política de ganar adeptos mediante gratuidades y prebendas –forma distorsionada de redistribución de la riqueza–, entre otros muchos acuciantes y complejos problemas.

 

El espíritu de Chávez habrá partido con la gloria de los amplios y diversos programas sociales de salud, educación, viviendas y regalías al pueblo y a sus fieles que impulsó durante 14 años, y así pasará a la evocación de los más humildes como el benefactor. Su sucesor, en cambio, deberá cargar sobre sí la responsabilidad de las consecuencias de los desatinos del mandatario fallecido y de un mal entendido y peor aplicado proyecto de redención del pueblo.

 

Porque, como lo ha demostrado la historia, el populismo, lejos de generar riquezas, multiplica y generaliza la pobreza. El petróleo por sí solo no resolverá la crisis venezolana, y así como en Cuba –infinitamente más pobre de recursos naturales que Venezuela pero con una dictadura pródiga en astucias– el fidelismo no pudo superar siquiera el traspaso del ancianísimo caudillo vernáculo de la escena al camerino, los días del chavismo están contados a partir de estas mismas honras fúnebres, que podrían marcar el inicio de la adversidad de un guagüero devenido político.

Cuando mueren los grandes líderes

Carlos Malamud

10 de marzo de 2013

 

La canción de Horacio Guarany “Si se calla el cantor”, popularizada por Mercedes Sosa, dice: “Si se calla el cantor calla la vida/porque la vida, la vida misma es todo un canto/si se calla el cantor muere de espanto/la esperanza la luz y la alegría./ Si se calla el cantor se quedan solos/los humildes gorriones de los diarios/los obreros del puerto se persignan/quién habrá de luchar por su salario”.

 

Cuando el 1 de julio de 1974 murió Juan D. Perón, un manto de silencio cubrió Argentina. En medio de una violenta confrontación política, la partida abrupta del líder dejaba huérfana a una sociedad postrada y perpleja ante semejante pérdida. El silencio del cantor que había luchado por el salario de todos ellos fue llorado por numerosos ciudadanos que habían visto en su labor de gobierno, especialmente en la de la primera época, los gestos necesarios para dotarse de voz y de algunos mínimos derechos que hasta entonces les habían sido negados.

 

El silencio de las calles de Buenos Aires aledañas al Congreso de la Nación donde se velaban los restos de Perón, transmitía un sentimiento plagado de dolor y desconsuelo. El frío de esas jornadas reforzaba la idea de desamparo omnipresente en aquel gélido invierno porteño.

 

Después del derrocamiento del gobierno popular en 1955, el peronismo impulsó la consigna “Perón vuelve” (PV), dando a entender que ésa era una de sus máximas reivindicaciones. La P dentro de la V también se podía leer como “Viva Perón” Con posterioridad a 1974 se mantuvieron las siglas aunque con un significado algo diferente, orientado al porvenir: “Perón vive”.

 

A casi 40 años de su muerte, el recuerdo de Perón se ha marchitado bastante. Ni siquiera sus teóricos herederos, representados por la presidente Cristina Fernández, se esfuerzan por mantener vivo su recuerdo. Desde la mística nacional y popular se percibe que la historia y la iconografía de Evita, lo que hoy podríamos llamar su relato, está mucho más cercana a la idea de “revolución bolivariana” o del “socialismo del siglo XXI” que la épica del viejo general.

 

Inclusive el mito de Eva Perón ya no es lo que era. Dejó de ser un sentimiento propio de los sectores populares para convertirse en el símbolo de una militancia autoconvencida. El inexorable paso del tiempo coloca en su lugar a los mitos, a muy pocos los engrandece, mientras que a la gran mayoría los convierte en simples mortales.

 

El recuerdo de Perón, tan presente en muchas de las comparaciones realizadas con Hugo Chávez después de su muerte, viene a cuento por las generalizadas imágenes del dolor popular visibles en las calles venezolanas. Las largas colas pobladas de gente afligida en Caracas y Buenos Aires expresaban sentimientos comparables. Sin embargo, a partir de un cierto momento, de determinados gestos y declaraciones, el sentir frente a la muerte de los dos mayores líderes populistas latinoamericanos tomó rumbos divergentes. La bifurcación de las vidas paralelas se produjo a partir del intento de convertir en inmortal al dirigente venezolano, con el propósito de prolongar eternamente la comunión directa entre el líder y las masas.

 

Inmortalidad, eternidad, permanencia entre los vivos, son algunos de los conceptos repetidos una y otra vez tras la muerte de Chávez. Inclusive el objetivo de embalsamar al comandante bolivariano se vincula claramente con esta cuestión. En otras épocas los dirigentes comunistas hablaban del “culto a la personalidad”, motivo de preocupación por el desviacionismo revolucionario que expresaba.

 

Si analizamos los ejemplos mencionados por Nicolás Maduro, hoy presidente encargado, el futuro no se presenta demasiado brillante para Hugo Chávez. Lenin, Mao o Ho Chi Minh fueron los nombres evocados, los dirigentes revolucionarios embalsamados tras su muerte para permanecer inmortales en el recuerdo de su pueblo. Más allá de haberse convertido en objetos de culto turístico ¿cuál es el recuerdo de Lenin en Rusia, de Mao en China o de Ho Chi Minh en Vietnam? ¿Qué queda hoy de unos mitos que expresaban las ansias eternas de las reivindicaciones populares?

 

La memoria es esquiva y los mitos se asientan en la memoria. La memoria no es la historia, aunque algunos se empeñen en modelar la primera y reescribir la segunda a su imagen y semejanza. Pero el tiempo es inmisericorde y su paso atempera las pasiones. Cuando dentro de dos o tres generaciones la crispación sembrada por el chavismo para movilizar a sus fieles haya dejado paso al diálogo y la concordia, los venezolanos podrán expresarse de otro modo, reconociendo todo lo bueno que les aportó Chávez pero criticando sin temor todo lo malo que hizo. Y frente al tiempo, los cadáveres embalsamados resisten poco. Como dice la canción: “si se calla el cantor calla la vida”, pero, como agrega a continuación: “la vida misma es todo un canto”, un canto que merece múltiples cantores y no un único que monopolice el canto y la poesía.

Pelea en supermercado para comprar pollo

Un guiño al ala marxista

Alfredo Meza

10 de marzo de 2013

 

Jorge Arreaza, el nuevo vicepresidente de Venezuela, no parece alterarse nunca en público y su voz siempre parece la misma. El suyo es un tono aplanado y sin matices, incluso aburrido para quien lo escucha en televisión. Eso saltaba a la vista cuando era presentador en horario estelar de un programa de entrevistas en la estatal Venezolana de Televisión. A pesar de ese temperamento desangelado se las arregló para ascender en la burocracia bolivariana y conquistar el corazón de Rosa Virginia Chávez Colmenares, la hija mayor del fallecido Hugo Chávez. Tal vez le haya ayudado el firme argumento que tiene a la hora de defender sus ideas que le atribuyen quienes lo conocen.

 

Fue presidente de Fundayacucho, la institución creada por Carlos Andrés Pérez para capacitar al talento venezolano en el extranjero, viceministro de Desarrollo Científico y hasta el viernes ministro de Ciencia y Tecnología. Fue la coronación de una carrera que empezó al obtener un grado de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela. A sus 39 años, puede presumir de una vida medianamente cosmopolita. Cuando era niño vivió en Curacao (Antillas holandesas) y en Vigo. Sus padres eran diplomáticos. Habla con fluidez inglés y holandés. Estudió un máster de Estudios Políticos Europeos en la Universidad de Cambrigde. Y tiene vínculos con la oposición. Es primo del denostado ex director de la planta Globovisión y del portal La Patilla, Alberto Federico Ravell, uno de los enemigos públicos del chavismo radical.

 

En los últimos meses de vida del comandante presidente, Arreaza estuvo al pie de su lecho en La Habana y en Caracas, así que conoció como nadie los entresijos del real alcance del cáncer que fulminó a su suegro. Fue él quien enseñó en la transmisión obligatoria de radio y televisión la última foto de Chávez, esa en la cual salía recostado en una cama junto a Rosa Virginia y María Gabriela, su otra hija, leyendo una edición del diarioGranma. Arreaza se mudó a La Habana durante el trance de caudillo y era el enlace con la jerarquía del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela.

 

Una galería de fotos de la cadena estadounidense Univision muestra hasta qué punto Chávez y Arreaza eran cercanos: en una de las imágenes están juntos bañándose en un río junto al niño Jorge Alejandro, fruto de la unión con Rosa Virginia; en otra juegan al tenis de mesa en el solar de una vivienda no identificada. Ambos eran una yunta muy cercana en privado, aunque en público siempre mantuvieron las distancias. Pero en los funerales afloraron todos sus sentimientos. La noche del viernes el presidente encargado Nicolás Maduro lo juramentó frente al féretro del líder bolivariano. Allí, con la Constitución venezolana en una mano y el brazalete tricolor en la otra, la señal de luto de la nomenklatura y el pueblo chavista, Arreaza aceptó la jura “en nombre de su padre, comandante Hugo Chávez Frías”.

 

El compromiso con Chávez es más profundo de lo que sugiere la primera lectura de ese acto. El director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, lo califica “como un Giordani joven”, aludiendo con ello al pensamiento económico del ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, un devoto de las teorías económicas marxistas. “Si bien Giordani era el ideólogo, él era el encargado de llevar a la práctica todas esas ideas destinadas a avanzar en la planificación centralizada del Estado”, explica.

 

Oliveros cree que Arreaza es el responsable del diseño de la Ley de Costos, un instrumento que permite al gobierno calcular, de acuerdo a la estructura de costos presentadas por las empresas privadas, el precio que deben cobrar al consumidor final, y de los aportes parafiscales que debe hacer el empresariado. De acuerdo con los cálculos de este economista, en Venezuela los controles institucionales han mermado los ingresos del capital privado hasta en 50%. Así, toda empresa debe pagar 1% de los salarios pagados al Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces); 2% de los salarios pagados a la Ley del Régimen Prestacional del Vivienda y Hábitat; 1% de la utilidad de la operación para fortalecer la lucha contra las drogas; 0,5% de los ingresos brutos para proyectos relacionados con ciencia, tecnología e innovación y el 1% de la utilidad neta para fortalecer el deporte venezolano.

 

En el modelo de planificación centralizada que es hoy Venezuela, Jorge Arreaza tiene también la llave de la repatriación de las divisas. Después de 2008, el presidente Chávez transfirió al ministerio que hasta ayer encabezó Arreaza la responsabilidad de emitir a las empresas el aval definitivo para adquirir dólares preferenciales. En Venezuela rige un estricto control de cambios desde hace 10 años, que le ha permitido al gobierno cerrar un poco el grifo de la fuga de capitales, a la vez que obligar a los capitales extranjeros a reinvertir sus ganancias en el país.

 

Arreaza es un hombre de la línea dura. Su trabajo ha contribuido a mantener el control sobre la acumulación del capital privado sin pagar un alto costo político. Su nombramiento es una clara señal de que la silenciosa batalla con el ala pragmática que encabeza Diosdado Cabello, el poderoso presidente de la Asamblea Nacional, seguirá en los próximos meses. Como Maduro es consciente de que debe compartir el poder con Cabello, el nombramiento de Arreaza es también un guiño al ala marxista que hace vida en el batiburrillo que es el chavismo. Un ejercicio de equilibrio que determinará en buena medida el futuro de la llamada revolución bolivariana.

Boletín de Noticias No. 261

Frente Institucional Militar

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9 de marzo de 2013

 

Editorial

 

Ha muerto Hugo Chávez, se cierra el ciclo vital de un líder populista y autocrático que gobernó por más de 14 años y copó la escena política de Venezuela por más de 20 años, desde que intento en 1992 derrocar por la vía del golpe de Estado el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez. Un balance superficial de su gestión lo podemos reflejar en la realidad del país, en donde pudiéramos destacar, entre otras, la utilización de la Fuerza Armada Nacional con propósitos políticos; la ausencia de autonomía y separación de poderes y la cesión de soberanía venezolana al régimen comunista de los hermanos Castro por cuya liberación, más temprano que tarde, nuestro pueblo entero y su FAN, tendrán que organizarse para expulsar a las fuerzas de ocupación, tal y como está estipulado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para restituir la soberanía e independencia de nuestra Patria. Nuestra posición intransigente de opositores a este proyecto pseudosocialista de país no implica que no lamentemos la pérdida de un ser humano y compañero de armas. A los familiares y seguidores de Hugo Chávez Frías vaya nuestra palabra de condolencia. Sin embargo, nuevos nubarrones ensombrecen el futuro de nuestra Patria. Ayer viernes 08-03-2012, contraviniendo lo establecido en el art. 233, la Sala Constitucional del TSJ presentó una interpretación, a todas luces, errónea, ventajista y abusiva anunciando que Nicolás Maduro puede ser candidato presidencial sin separarse del cargo de Presidente encargado. En las pasadas elecciones del 7O y 16D el país entero fue víctima del ventajismo electoral en donde el régimen utilizó todos los recursos que tiene el Estado para hacer campaña electoral. A ello debemos sumarle las recientes declaraciones del Ministro de la Defensa, Almirante Diego Molero Bellavia, quien afirmó que: “…la misión de la Fuerza Armada Nacional es llevar a Nicolás Maduro a ser presidente de la República”, violando de esa manera los artículos 328 y 330 de la Constitución Nacional, aunado a un cuestionado Consejo Nacional Electoral (CNE) cuyos Rectores no ocultan su parcialidad con el proyecto chavista y sus simpatías con el régimen comunista de los hermanos Castro. Los Castro cuentan con un ejército de ocupación en nuestro territorio con el propósito claro de defender sus intereses que significan los 110.000 barriles diarios de petróleo que les suministran, sin contraprestación, los vende-patria venezolanos. Sin pasar por alto los infundados y permanentes ataques del régimen venezolano en contra de los Estados Unidos de América (sin consecuencias hasta el presente), el único cliente seguro que cancela en efectivo los aproximadamente 1.200.000 barriles diarios de petróleo que le vendemos; podemos concluir que a Venezuela le espera un futuro incierto.- Caracas, 9 de marzo de 2013.-

 

Le digo a la prensa extranjera, no crean que aquí no está pasando nada. Lo digo con todo respeto, el gobierno cubano no va a mandar en Venezuela, aquí estamos millones de venezolanos que vamos a defender la soberanía del país, la determinación, la no injerencia”, insistió Henrique Capriles Radonski.

 

Incitación a la violencia

Gral. de Div. (Ej) Fernando Ochoa Antich

 

Las imprudentes declaraciones del ministro de la Defensa, almirante Diego Molero Bellavia, al afirmar que “la misión de la Fuerza Armada Nacional es llevar a Nicolás Maduro a ser presidente de la República”… y la inconstitucional decisión del vicepresidente Maduro de encargarse de la Presidencia de la República, sin ni siquiera consultar a la Asamblea Nacional, es una clara incitación a la violencia que puede comprometer la estabilidad de Venezuela durante el próximo gobierno. En lo que afirmo no hay exageración. Nuestro pueblo ha demostrado una importante madurez para enfrentar la muerte de Hugo Chávez y preservar la paz. Es inaceptable que las irresponsables ambiciones de la camarilla gobernante pueda comprometer un gesto de tanta nobleza. El aspecto jurídico no requiere discusión. El artículo 328 de la Constitución vigente establece que la Fuerza Armada, “en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. La equivocada posición del almirante Molero debilita gravemente su autoridad moral sobre los cuadros militares en un momento tan delicado como el que vive Venezuela. Yo espero que los demás miembros del Alto Mando Militar hagan oír su voz, con la discreción que corresponde, pero con la firmeza necesaria para que ese mensaje llegue al interior de nuestra Fuerza Armada y sirva para mantener su necesaria unidad interna. Ya se han cometido suficientes errores durante estos años. Rectificar es el único camino… La decisión del vicepresidente Maduro de encargarse de la presidencia de la República es verdaderamente sorprendente. El tiene que conocer el contenido del artículo 229 que limita totalmente la posibilidad de aspirar la presidencia de la República a quien ejerza la función de vicepresidente. Nicolás Maduro al encargarse de la presidencia, es vicepresidente encargado de la presidencia de la República, por lo tanto está inhabilitado para ser candidato presidencial. No hay duda, que el Tribunal Supremo de Justicia volverá a resolver el problema en base a los intereses políticos del oficialismo mediante alguna triquiñuela jurídica. Lo que no entiendo es la necesidad de tomar un atajo tan inconveniente si el tiempo que va a ejercer el cargo es realmente tan corto. La única explicación que encuentro para esta decisión son los números en las encuestas. Debe ser que todavía no cuadran para garantizar un seguro triunfo en las cercanas elecciones presidenciales. Es verdad, que la figura de Henrique Capriles demostró una fuerza muy importante que obligó al régimen a abusar del poder para lograr que Hugo Chávez obtuviese el triunfo en las anteriores elecciones. De todas maneras, la actual maniobra es continuación de la que se ha venido desarrollando desde el mes de enero de este año. Maduro tiene dos meses ejerciendo el poder, tiempo suficiente para fortalecer su imagen. No creo que sea necesario un mes más. Además tiene a su favor el impacto emocional de la muerte de Hugo Chávez. Debería estar tranquilo. Es posible que el temor se base en el permanente incremento en el costo de la vida que ha generado la devaluación de la moneda y la progresiva escasez de productos de primera necesidad. Las manifestaciones de protesta se habían generalizado antes de la muerte de Hugo Chávez. La paralización nacional generada por su sepelio ha evitado que continuara ese proceso. No tengo la menor duda, la semana que viene estos hechos volverán a repetirse, posiblemente con mayor fuerza. Es un problema estructural que no creo tenga fácil solución, aunque ya se escuchan rumores de un posible incremento de los sueldos y salarios. De lo que si estoy seguro es que estas compensaciones no serán suficientes para detener la caída del poder adquisitivo de los venezolanos. El próximo período presidencial será muy complejo. Se requiere superar, a través del diálogo, las grandes diferencias que separan al chavismo de la oposición. Si no se logran establecer canales de comunicación, los riesgos que enfrentará Venezuela serán inmensos. La única manera de lograrlo es entendiendo que se requieren unas reglas de juego que permitan crear un sistema político que facilite la convivencia de dos fuerzas casi iguales La tesis mantenida por el chavismo de crear una hegemonía política para implantar el socialismo fracasó definitivamente. No lo han logrado en catorce años. Cada día la oposición es mayor. Un mito no lo va a evitar… Lo único que permite la convivencia es un régimen que garantice la alternancia republicana en medio de la paz.

fochoaantich@gmail.com     @FochoaAntich

El Valdés de Venezuela

Jorge Castañeda

10 de enero de 2013

 

Ya sabemos que Hugo Chávez no será juramentado hoy 10 de enero como presidente de Venezuela; ya que por un lado sus médicos han dicho que no está en condiciones de hacerlo, y por el otro lado el Tribunal Supremo de ese país resolvió que no es necesario el juramento formal ante la Asamblea Nacional, Chávez era y sigue siendo Presidente, y el juramento puede hacerse posteriormente ante el mismo tribunal. Cada quien puede pensar lo que quiera, pero así es. También sabemos que por lo pronto Chávez no va a renunciar, provocando la celebración de nuevas elecciones en el transcurso de los siguientes 30 días. Y sabemos que si bien su estado de salud es muy grave, sólo sería inminente su fallecimiento por decisión de la familia. Todo lo demás son suposiciones, es decir, lo más divertido.

 

Una posible explicación de la extrañísima paradoja recién surgida en Caracas consiste en un fenómeno casi psicoanalítico. Me explico: los chavistas, es decir, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, apoyados por el segundo nivel de gobierno y del poder, se sienten seguros de arrasar en una elección convocada después del deceso de Chávez o su inhabilitación voluntaria para ejercer la Presidencia. La oposición, encabezada todavía por Henrique Capriles, parece pensar lo mismo: iría al matadero electoral de celebrarse comicios nuevos. Por tanto, la oposición está actuando lógica aunque no muy valientemente al no presionar para que se convoquen elecciones; pero la postura chavista se antoja contradictoria: si van a ganar y saben que Chávez ya no se recupera, ¿por qué al mal (buen) paso no darle prisa? Pues, como dirían Freud y Lacan, porque matar al padre es un asunto muy complicado.

 

Chávez, para ellos y para sus partidarios, no es un simple Presidente, un simple comandante, un simple mandatario, sino junto con Bolívar, una figura paterna con todas las implicaciones de la misma. Y si los clásicos del psicoanálisis hablaban de matar al padre en un sentido afectivo o analítico, en este caso se trata de algo mucho más literal: una decisión política de desconectar a alguien que muy probablemente está en una situación de vida asistida. No sé si sea la mejor manera de tomar estas decisiones, ni si por este camino se avance en la solución de los inmensos retos económicos, sociales y de violencia que enfrenta Venezuela. Pero no descarto que éste sea el sentimiento del núcleo duro chavista y de la familia cercana.

 

La segunda especulación vuelve ociosa o secundaria la primera. Me extraña, debo confesarlo, que a los soberanistas mexicanos a ultranza no les resulte incómodo que las principales decisiones sobre la Presidencia de un país, sus procedimientos jurídicos, ejecutivos, y hasta legislativos, se tomen en otro país, donde agoniza en secreto un Presidente, adonde acuden a reuniones de trabajo varias veces al día el vicepresidente, presidente de la Asamblea, ministro de Información, procuradora general de la República, gobernadores, militares, etcétera, en pocas palabras, toda la nomenclatura, pero no sólo ellos: también los padres, los hermanos y las hijas del jefe de Estado.

 

No quisiera ni imaginar qué pasaría si algo por el estilo sucediera entre México y otro país, que por lo menos tendría la ventaja de ser más grande, más rico y más moderno. Ser protectorado de una potencia no es muy sano que digamos. Serlo de una isla empobrecida y envejecida con menos de la mitad de habitantes que el país propio, resulta aberrante. Algún día alguien tendrá que explicar cómo el rumbo futuro de una Venezuela repleta de reservas petroleras, con casi 30 millones de habitantes y una sociedad civil vibrante y organizada, se resolvió bajo las órdenes de un señor de nombre Ramiro Valdés Menéndez, de 80 años de edad, durante años jefe de la represión de La Habana, que llegó a México en 1955 y partió a Cuba en el Granma acompañando a Fidel y Raúl Castro y al Che Guevara: hace más de medio siglo. Una cosa es Juan Valdez en Colombia; otra muy distinta Ramiro Valdés en Venezuela.

Un socialismo roto y huérfano

Raúl Rivero

6 de marzo de 2013

  

La desaparición física de Hugo Chávez, discípulo, hijo adelantado y, al final, padre de Fidel Castro, deja desvencijado, roto y huérfano al llamado socialismo del siglo XXI, una corriente política que domina una importante región de América Latina y en la que entran, si se ajustan un poco en los asientos, mesiánicos, totalitarios, arribistas y moderados con resultados positivos para el desarrollo de sus países.

 

La debacle original hierve desde diciembre en Venezuela, cuando el presidente viajó a Cuba para someterse a una cirugía y no se le volvió a ver porque entró en una agonía que sus atareados herederos disimulaban con partes médicos escritos por propagandistas para ganar tiempo, ponerse de acuerdo y armar la figura de Nicolás Maduro para convertirlo en un Chávez, sin discurso, ni carisma, ni bigote.

 

Los venezolanos son los que sufrirán con más rigor la muerte del hombre de Barinas porque a los desbarajustes económicos, la violencia y la imposición de un régimen autoritario que se ha gestado durante 14 años, se une ahora el desconcierto que se puede tocar con la mano en las altas esferas del Gobierno, los militares y la oposición.

 

El otro golpe inmediato y directo será para Cuba. La dictadura de la isla ha reconocido que con el dinero de Venezuela y la cercanía y la generosidad de Chávez con su admirado comandante, consiguió estabilizar medianamente la economía después de que volara por el aire el campo socialista y se declara en el país, el llamado período especial, un eufemismo para la ruina y el hambre.

 

El núcleo duro del socialismo del siglo XXI pierde a su jefe máximo y Rafael Correa está preparado para sustituirlo de inmediato, pero llega disgustado con su colega de Nicaragua, Daniel Ortega. Y lo sustituye en la cumbre del movimiento por la argentina Cristina Fernández. Así es que el velorio del líder se hace con devoción revolucionaria y una primera escisión en la cumbre.

 

El alerta y preparado economista de Quito tiene la misión de darle coherencia al grupo, continuar con un tono discreto y respetuoso con Brasil y Uruguay, reencontrarse con el nicaragüense, incorporar a los que queden en Miraflores y soportar a Evo Morales, para que progrese el viejo proyecto antiimperialista aunque falte o se rebaje el flujo de la tubería de petrodólares y en los conflictos internacionales falten los tropezones y se eche de menos las rancheras en las celebraciones.

 

El Hugo Chávez que ha muerto hace unas horas deja esa y otras muchas marcas en su país y en el continente. Lo más sobresaliente de su obra puede ser su torpeza como dirigente político. De todos modos, el que murió será más soportable que el santurrón que tratan de elevar ahora al cielo de América los pícaros que no quieren perder el poder y los aprovechados del dinero de Venezuela.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.