EL  PAPEL  DE  LA  JERARQUÍA  CATÓLICA

EN  LA  SOCIEDAD  CUBANA

La tiranía castrista

(Parte III)


El padre José Conrado Rodríguez Alegre

Mientras existan cubanos como el sacerdote José Conrado Rodríguez Alegre, tengo la certeza de que lograremos la libertad de Cubacon todos y para el bien de todos”.

José Conrado: “Le pido a Francisco

que sea firme con los gobernantes”

Ramiro Pellet Lastra

1 de agosto de 2013

 

Uno de los curas cubanos más críticos del castrismo denuncia la “bancarrota” de su país y espera que el Papa “les diga la verdad” a los presidentes que van “a besarle la mano”

 

José Conrado se define a sí mismo como un “cura de pueblo”. Pero desde su parroquia en Santiago de Cuba o en la ciudad colonial de Trinidad, donde fue transferido, lanza dardos con un “lenguaje de barricada” contra la corrupción, la represión y otras señas de identidad del gobierno cubano. Cercano a los movimientos disidentes, Conrado sufrió presiones, agresiones y hasta el exilio. Pero sigue denunciando a la dirigencia de su país, como en este diálogo con LA NACION, durante una visita a Buenos Aires, luego de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.

 

Conrado sólo deja la denuncia y pasa al elogio entusiasta cuando analiza la gestión de Francisco al frente de la Iglesia, en quien confía y espera que “cuando vayan a besarle la mano Dilma, Cristina o quien sea, les diga la verdad”.

 

-¿Cómo ve la Cuba de hoy?

 

-Cuba es un país en bancarrota, una bancarrota económica y moral. Es un país erosionado desde el punto de vista familiar. No hay un solo cubano que no tenga parientes en el extranjero, incluido Fidel Castro, que tiene varios nietos y una hija fuera de Cuba como exiliados políticos. Es un país en el que todo el pueblo por una u otra razón ha sufrido el encarcelamiento de un familiar, la muerte de un familiar, lo mismo frente a un paredón de fusilamiento que en el Estrecho de la Florida. Un país con todo un historial de presidio político.

 

-¿Por qué en América latina hay quienes mantienen una buena imagen del castrismo?

 

-Creo que hay una cierta complicidad de las izquierdas, que quieren tomar a Cuba como un paradigma paradisíaco de lo que es la revolución, de lo que es la realización social. También hay una campaña de prensa continua de parte del gobierno cubano. Y están las visitas que se hacen a Cuba, porque los turistas ven Cuba desde los ómnibus refrigerados y desde los hoteles cinco estrellas.

 

-La gente salió a protestar en las calles de muchos países, democráticos y no democráticos, pero no lo hizo en Cuba.

 

-Ellos vieron un espacio de libertad en el que se decidieron a saltar los espacios de miedo que tenían. Nosotros no hemos llegado todavía a ese punto. Creo que estamos a punto de que eso ocurra, pero no hemos llegado hasta ahí. En Cuba, dice un refrán popular, no hay quien tumbe el gobierno, pero tampoco quien lo arregle. Todo el mundo en Cuba sabe que hay que cambiar. Es el acuerdo silencioso y unánime de todos los cubanos.

 

-¿Quizás un incidente menor encienda la mecha, como en la “primavera árabe”?

 

-Pues sí, eso podría darse. Yo pienso que el gobierno se cuida de las multitudes, ya no se hacen tantas concentraciones como antes. Creo que el gobierno ha sido muy sagaz en no permitir que haya actos de violencia desbocada de parte de la policía. Creo que ahí sí el pueblo se lanzaría a la calle.

 

-Y en este contexto, ¿qué perspectivas tiene el gobierno?

 

-La misma gravedad de la situación está obligando al gobierno a pensar otra salida. Hoy están proponiendo que aquellos que siempre fueron considerados sus enemigos eternos y acérrimos, los cubanos del exilio, inviertan en Cuba.

 

-Como sacerdote latinoamericano, ¿cómo vivió la elección del papa Francisco?

 

-Francisco es un regalo de Dios para un momento de crisis. Es un hombre que está por encima de las convenciones de la izquierda o la derecha, porque va a lo esencial, y lo esencial es Dios y la gente que sufre. El papa Francisco sabe que es un servidor.

 

-¿Puede ser una influencia, ya no sólo para Cuba, sino para democracias en problemas?

 

-Creo que va a tener una gran influencia, porque la Iglesia necesita una reforma desde adentro. ¿Cómo se va a predicar si no a los políticos para que no roben? Una Iglesia renovada interiormente es un ejemplo para estos hombres que tienen responsabilidad.

 

-Además del ejemplo, ¿Francisco puede influir desde el discurso, desde la denuncia directa?

 

-Sí, por supuesto. Yo no le pido al Santo Padre que hable con un lenguaje de barricada como el mío, que soy un cura de pueblo, pero sí que sea muy firme con los gobernantes. Que cuando vayan a besarle la mano Dilma, Cristina o quien sea, les diga la verdad.

Pastor de la Libertad I

28 de junio de 2013

Pastor de la Libertad II

28 de junio de 2013

Obispo de Santiago de Cuba

cesa al padre José Conrado

 

El padre José Conrado Rodríguez Alegre, sacerdote católico de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, confirmó el lunes 3 de junio de 2013, que luego de casi 25 años de trabajo pastoral en esa región, el arzobispo Dionisio García le comunicó que no tenía ninguna otra parroquia que ofrecerle.

 

El Arzobispo me pidió que me tomara un año sabático para escribir un libro que me había pedido”, dijo José Conrado. “Me informó que tres sacerdotes religiosos se harían cargo de mi parroquia”, agregó.

 

El padre José Conrado, párroco de la iglesia de Santa Teresita en la ciudad de Santiago de Cuba, asegura que le explicó al arzobispo que podía escribir el libro, sin necesidad de dejar su trabajo pastoral.

 

No me hice sacerdote para escribir libros sino para hacer un trabajo pastoral en el pueblo de Dios”, afirmó José Conrado, y añadió que ante esa respuesta monseñor García le dijo que no tenía ninguna otra parroquia o iglesia que ofrecerle en la Arquidiócesis.

 

José Conrado Rodríguez Alegre es un cura de pueblo, que ha tenido el valor de enfrentarse al régimen totalitario establecido por los hermanos Castro hace 54 años. Eso es lo que lo diferencia de los demás sacerdotes, ha usado su púlpito como trinchera para enfrentarse directamente con las autoridades comunistas, en defensa de los derechos humanos del pueblo cubano, lo cual es inaceptable para la jerarquía católica.

 

El padre José Conrado Rodríguez Alegre recibió en 2010, el premio de la Comunidad de las Democracias Bronislaw Geremek, en Polonia, y en 2011 el premio Tolerancia Plus, en Cuba.

 

El 8 de septiembre de 1994, día de la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, el sacerdote José Conrado lee en su parroquia una carta titulada ‘Cuando la patria peligra’, la cual le envió al dictador Fidel Castro Ruz.

 

El 4 de diciembre de 2007, al producirse la profanación de su parroquia por fuerzas combinadas de la Policía y la Seguridad del Estado, el padre José Conrado asume valientemente la defensa de su iglesia y de los fieles que en ella se encontraban. De “pachanga terrorista” calificó el sacerdote José Conrado el operativo castrista realizado el día en que se celebra la fiesta de Santa Bárbara.

 

El 5 de febrero de 2009 el padre José Conrado le envió una carta abierta a Raúl Castro, el nuevo dictador, en la que le expresa: “en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos”.

La última misa del padre José Conrado

en Santiago de Cuba

Carta del padre José Conrado

sobre la ayuda a los damnificados en Cuba

16 de junio de 2013

 

Señor Lázaro Expósito

Primer Secretario del PCC en Santiago de Cuba.

 

Señor Secretario:

 

Me dirijo a Ud. en su condición de primera autoridad política en nuestra provincia de Santiago de Cuba. Soy consciente de que, dada la estructura jerárquica de la Iglesia, propiamente no me correspondería a mí hacer esta gestión, sino a mi Arzobispo, Mons. Dionisio García, a quien varias veces le he sugerido hacerlo. Pero en descargo de mi conciencia, y por un elemental sentido de responsabilidad personal hacia nuestro pueblo, en vísperas de mi separación quizá definitiva de este pueblo santiaguero que tanto amo, le hago a Ud. esta carta.

 

En los últimos meses hemos vivido la tragedia de un pueblo que ha perdido todo o casi todo lo que tenía para vivir: como Ud. sabe más de cien mil familias santiagueras han sido damnificadas por el ciclón Sandy. Con estupor hemos visto cómo se escamoteaba la entrega de la ayuda que de tantos países llegó para nuestro pueblo. Con estupor hemos visto cómo esa ayuda era vendida en el área de la moneda convertible, o a precios inflados, en flagrante violación de la intención de los donantes que lo enviaban gratuitamente. Hemos recibido información de personas serias, que le han seguido el rastro a los transportes y han visto cómo esas ayudas, sobre todo los techos, eran guardadas en almacenes del estado o del ejército, mientras se informaba a la población que ya se habían agotado esos enseres. Con estupor hemos visto repararse las instalaciones del gobierno o el ejército en tiempo récord, mientras el pueblo sigue con sus techos sin cubrir, con sus casas sin hacer.

 

Somos testigos de la frustración de la gente, de su desesperación y su impotencia, de un silencio sordo y amenazador que nos hace pensar que en algún momento podría estallar con una furia incontenible y justificada, que podría tener consecuencias funestas para la convivencia ciudadana. ¡Cuántas veces, al ir a entregarles nuestras humildes ayudas, venidas casi todas de otros cubanos del resto de la Isla, tan pobres como los mismos damnificados, hemos escuchado: “Uds. son los únicos que se acuerdan de nosotros, los únicos que nos han prestado ayuda”!

 

Señor secretario, la gente lo percibe a Ud. como un hombre honesto, que trabaja duro por cumplir con sus obligaciones y que se preocupa por el pueblo. También hemos oído decir que la corrupción y a incompetencia lo rodean a Ud. por todos lados y entorpecen, muy a su pesar, su labor. Todo esto nos entristece y nos preocupa.

 

Como sacerdote he renunciado a tener una familia propia. Al igual que algunos de mis compañeros, cuando nuestras familias, padres y hermanos, decidieron abandonar nuestro país, decidimos quedarnos para servir a este pueblo en desventura. Este pueblo es nuestra familia: nuestros padres, nuestros hijos y nuestros hermanos y hermanas. Para ellos vivimos y por ellos estamos dispuestos a morir. Si hoy levantamos nuestra voz, a riesgo de lo que sea, incluso de ser mal interpretados, es para buscar una solución que ponga remedio a tanta miseria y dolor, y porque estamos dispuestos a no mirar los toros desde la barrera, sino a comprometernos y ayudar con todas nuestras fuerzas.

 

Le pido en nombre de Dios, en nombre de la verdad y la justicia, y haciendo un llamado a su acendrado patriotismo que no pongo en duda, que investigue seriamente lo que está pasando y le ponga pronto remedio. Le pido además que lo comunique Ud. mismo al presidente de nuestro país, el general Raúl Castro Ruz, y así, con todo el peso del Estado se pueda acometer la reparación de tantos hogares destruidos total o parcialmente, algo tan importante para esas familias afectadas por el Sandy. Ese llamado a la solidaridad de nuestro pueblo, que ya ha mostrado su generosidad y valía durante el ciclón y ante sus devastadores destrozos. Así haremos posible aquella Patria que Martí soñaba, “con todos y para el bien de todos”.

 

José Conrado Rodríguez Alegre,

antiguo párroco de Santa Teresita del Niño Jesús

Santiago de Cuba, 16 de junio del 2013

Hace ocho meses, en octubre de 2012, el huracán Sandy azotó el Oriente de Cuba, causando once muertes y grandes daños materiales. Sandy tenía categoría 2 (de 5) en la escala Saffir-Simpson cuando entró a Cuba. A pesar del tiempo transcurrido, los damnificados no han recibido la ayuda internacional enviada al pueblo cubano, pero que el régimen de los hermanos Castro se apropió.

Padre José Conrado: La situación en Santiago es muy grave

Juan O. Tamayo

jtamayo@elnuevoherald.com

26 de junio de 2013

 

El sacerdote cubano José Conrado Rodríguez, conocido por sus fuertes declaraciones sobre el régimen, afirma que la ayuda extranjera enviada el año pasado a Santiago de Cuba tras el huracán Sandy, fue desviada hacia instalaciones militares y del gobierno, pero negada a viviendas particulares.

 

“La situación en Santiago es muy grave”, porque muchas de las más de 100.000 viviendas dañadas por la tormenta no han sido reparadas, dijo Rodríguez a El Nuevo Herald el martes. “La ayuda no ha llegado a la gente”.

 

Rodríguez hizo las acusaciones inicialmente en una carta pública al jefe del Partido Comunista en la provincia de Santiago de Cuba, Lázaro Expósito, instándole a tomar medidas enérgicas contra el desvío de la ayuda y “la corrupción que lo rodea”.

 

“Con estupor hemos visto cómo se escamoteaba la entrega de la ayuda que de tantos países llegó para nuestro pueblo”, escribió; “cómo esa ayuda era vendida… a precios inflados, en flagrante violación de la intención de los donantes”.

 

“Con estupor hemos visto repararse las instalaciones del gobierno o el ejército en tiempo récord, mientras el pueblo sigue con sus techos sin cubrir”, escribió en la carta, fechada el 16 de junio.

 

En advertencia de posibles disturbios civiles, agregó, “somos testigos de la frustración de la gente, de su desesperación y su impotencia, de un silencio… amenazador que nos hace pensar que en algún momento podría estallar con una furia incontenible y justificada”.

 

Rodríguez dijo a El Nuevo que diplomáticos extranjeros que lo visitaron después de Sandy notaron “un grado de exasperación muy alto” en la ciudad de Santiago de Cuba, escogida este año como sede de las celebraciones del 26 de julio, que marcan el inicio de la revolución de Castro.

 

El huracán Sandy azotó el oriente de Cuba en octubre, causando la muerte de 11 personas y daños por más de $2 mil millones. Muchas de las 100.000 familias cuyas viviendas resultaron dañadas permanecen sin techo o están hacinadas en una o dos habitaciones cuyos techos sobrevivieron, dijo Rodríguez.

 

El sacerdote, cuya propia iglesia y casa parroquial en la ciudad de Santiago perdieron parte de sus techos, dijo que le ofrecieron en el mercado negro chapas de cubierta de zinc de unos seis por tres pies a 300 pesos por pieza, en comparación con las piezas de nueve por seis pies, a 250 pesos, en el mercado legal.

 

Pastores protestantes en el este de Cuba se quejaron de que las autoridades se apropiaron de la asistencia que ellos estaban tratando de distribuir a las víctimas de Sandy, según un informe del Departamento de Estado de EEUU sobre la libertad religiosa en todo el mundo, publicado el mes pasado.

 

Rodríguez, que se ha quejado de que la jerarquía de la Iglesia Católica ha sido demasiado mansa en sus relaciones con el gobierno comunista, también señaló en su carta a Expósito que ésta debería haber sido escrita por alguien más que un simple sacerdote.

 

“Soy consciente de que, dada la estructura jerárquica de la Iglesia, propiamente no me correspondería a mí hacer esta gestión, sino a mi obispo, Mons. Dionisio García, a quien varias veces le he sugerido hacerlo”, escribió el sacerdote.

 

Rodríguez también dijo a El Nuevo durante una larga entrevista que la jerarquía de la Iglesia era “mucho más conservadora ahora. Cuando era mucho más difícil, era más audaz”.

 

Rodríguez anunció en junio que García le había pedido que entregara su parroquia y trabajara en un libro sobre la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba. García no le ofreció una nueva parroquia, de modo que el sacerdote obtuvo una asignación en la diócesis de Cienfuegos.

 

Rodríguez dijo que estaba en Miami al inicio de un viaje de dos meses que le llevará a Brasil para la visita del Papa Francisco, así como a España, Argentina, Chile, Colombia, México y tal vez Costa Rica.

 

El sacerdote escribió una carta pública a Fidel Castro en 1994, culpándolo de la caótica situación de la economía de Cuba, pidiendo elecciones justas e instándolo a iniciar un diálogo con los disidentes y exiliados. Siguió en el 2009 con una carta abierta al hermano y sucesor, Raúl Castro, instándolo a realizar cambios en la política y en la economía de la isla, de estilo soviético.

 

Recibió el premio “Tolerancia Plus” el año pasado, que le fue otorgado por tres grupos disidentes cubanos.

Padre José Conrado: Los cubanos se sienten muy desamparados

Wilfredo Cancio Isla

6 de julio de 2013

 

Tras denunciar en una carta pública las irregularidades en la ayuda a los damnificados del huracán Sandy en Santiago de Cuba, el padre José Conrado Rodríguez fue sorprendido por una inesperada respuesta de las autoridades cubanas mientras visitaba esta semana la ciudad floridana de Orlando.

 

No fue contactado ni recibió acuse de recibo. Pero la respuesta no pudo ser más clara y directa: el destinatario de su carta, Lázaro Expósito, primer secretario del Partido Comunista en el territorio santiaguero, hablando ante le gobernante Raúl Castro en la televisión cubana.

 

“Fue una respuesta literal a la carta, la estocada les llegó al corazón”, comentó José Conrado en entrevista con CaféFuerte. “Es un buen signo”.

 

El pasado martes, un reportaje televisivo sobre el VII pleno ordinario del Comité Central del Partido Comunista presentó a Expósito hablando sobre la marcha de la recuperación en Santiago y la atención a los damnificados por Sandy, el pasado octubre.

 

El turno del aludido

 

En la intervención difundida, el dirigente santiaguero responde tácitamente, varios de los puntos de la carta de José Conrado, difundida a fines de junio en Miami.

 

“[En] lo más afectado que es la vivienda, aunque es un volumen grande de más de 170 mil viviendas afectadas y 15 mil derrumbes totales, los programas se vienen cumpliendo bien. Ha habido equidad en la distribución, se ha distribuido de manera rápida, se han presentado pequeñas cosas que se han enfrentado con rigor, sin ningún problema; hay satisfacción en la población”, dijo Expósito interrogado por Raúl Castro.

 

Agregó que la recuperación marcha “con un apoyo absoluto de la dirección del gobierno”.

 

“Ahí no ha faltado nada para trabajar, y se ha llevado el techo y el recurso a partir de la posibilidad real que existe”, manifestó Expósito.

 

José Conrado dice que él no estaría tan seguro sobre la satisfacción de la población de la zona, y que sería mejor preguntarle a la gente del barrio de San Pedrito y otras zonas donde hay fuertes críticas sobre la desatención gubernamental y los turbios manejos de los recursos destinados.

 

Desamparo y frustración

 

“Hay entre 105 mil y 120 mil familias afectadas, y la gente se siente desamparada”, consideró el sacerdote, tradicionalmente crítico con el régimen cubano. “Hay mucha frustración y mucha impotencia acumulada y eso se percibe en cualquier conversación con personas que fueron afectadas y están todavía esperando por materiales para poner un techo, mientras en el mercado negro se están vendiendo las planchas de zinc”.

 

El sacerdote considera que este sentimiento de desamparo que palpó entre feligreses y población santiaguera es parte de un mal mayor que afecta a toda Cuba.

 

“La debacle es general”, opinó el sacerdote. “Hay sectores de la población muy deprimidos, muy apagados, muy empobrecidos, que sobreviven a duras penas, sin tener esperanzas de nada; otros viven desesperados por irse del país; otros quieren sacarle la leche a la vaca hasta sus últimas consecuencias; otros navegan en la corrupción a niveles increíbles... Estamos viviendo la haitianización de Cuba, hoy Cuba se parece cada vez más a Haití”.

 

A raíz de la entrada en vigor de una nueva política migratoria y los viajes de figuras de la disidencia al exterior, José Conrado piensa que ha sido un cambio de gran impacto para la sociedad cubana.

 

El país no da más

 

“La gente ha ganado también en libertad y en conciencia de que el país no da más, de que el gobierno no da más”, consideró. “Es como la leyenda del Rey Desnudo: los disidentes están diciendo lo que todos saben y no se atreven a decir, que el rey está desnudo”.

 

José Conrado, de 62 años, estará visitando varias parroquias católicas de la comunidad hispana en Estados Unidos durante este mes. Luego asistirá a Brasil para la visita del papa Francisco, en ocasión de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, del 23 al 28 de julio.

 

A su regreso a Cuba se incorporará a la parroquia de Trinidad, adscrita a la Arquidiócesis de Cienfuegos, luego de que monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, le pidió que entregara su puesto en la iglesia de Santa Teresita y se dedicara a escribir un libro sobre la Virgen de la Caridad del Cobre.

 

“Mi traslado se debió a que se me dijo que no había espacio para mí en la Diócesis de Santiago de Cuba, así que hice mis maletas porque quería seguir oficiando como párroco... ya no tengo nada más que me ate a Santiago que no sea mi madre anciana de 87 años, mis hermanos y mis amigos. Estaré ahora en Trinidad y atendiendo todo el Valle de los Ingenios”, expresó José Conrado.

Padre José Conrado:

hacia una teología de la responsabilidad social

Jesús Rosado

17 de julio de 2013

 

No voy a repasar la historia de las accidentadas relaciones entre Estado cubano e Iglesia después que el castrismo asume el poder en 1959. Es un proceso montuoso plagado de intrigas e intimidaciones por parte del gobierno que ya se ha ido documentando profusamente. Si alguien quiere revisar ese acontecer más detalladamente lo remito a trabajos como: Iglesia (católica) y Estado (totalitario) de Arnaldo M. Fernández, a los diversos ensayos del profesor Juan Clark sobre el tema o a Cuba: la iglesia católica y el estado en tiempos de revolución de Javier Figueroa de Cárdenas.

 

Sin embargo, para comprender el rol trascendente que asume el padre Conrado en la práctica pastoral más reciente en la sociedad cubana, resulta útil perfilar las principales actitudes de la Iglesia católica ante la realidad nacional, siempre presuponiendo que sus estrategias institucionales van dirigidas en lo fundamental a la conquista de un espacio social permanente.

 

Su premisa invariable para la consecución de ese fin ha sido la estricta observancia del cuerpo jurídico creado por el régimen castrista. A partir de ese principio, la proyección clerical ha oscilado coyunturalmente de acuerdo a las circunstancias internas o externas, tendiendo hacia el acercamiento o el desapego según dicte la conveniencia, pero evitando meticulosamente entrar en conflicto con los poderes del estado.

 

Las razones están a la vista: uno, la Iglesia católica en Cuba no representa mayoría. La presencia es histórica y eventualmente influyente, es cierto, pero su arraigo no cuenta con una base amplia. Dos, en algún momento crucial fue declarada enemiga de la “revolución”, lo cual es un antecedente pendiente de desvanecimiento si lo que se desea en última instancia es lograr visibilidad contundente.

 

Ni el significativo Encuentro Nacional Eclesial Cubano, celebrado en 1986, quizás la más importante reunión de la Iglesia en la historia cubana, ni las memorables visitas de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI lograron arrancarle al régimen castrista la proporción de espacio que la Iglesia ocupa de una manera regular en todas las sociedades libres.

 

Esa vulnerabilidad en un contexto político donde las masas hasta ahora han mostrado manifiesta obediencia hacia la dictadura ha condicionado que la jerarquía eclesiástica actúe desde dos presunciones tácticas. Primero, suponiendo que la docilidad de la mayoría responde a una aceptación real del proceso político por miedo o por simpatía. Segundo, considerando que el sometimiento es una farsa que oculta resentimiento y pavor y esa apariencia adopta modalidades cambiantes. A partir de ahí se han trazado las directrices eclesiales para el acercamiento efectivo a la comunidad, a la par que se mantiene un prudente equilibrio en la relación con el estado. Precisamente es en la búsqueda calculada de ese balance que la opinión pública ha detectado repudiables ambigüedades o concesiones provenientes de la jerarquía católica por tal de ganarse los favores de un poder que a las buenas o las malas es la que se reserva la clave de las mayorías.

 

Definidos los presupuestos para los métodos adoptados por la cúspide católica, cabe ahora plantearse la duda en cuanto a si es posible otra opción en el ministerio pastoral que se aparte de ese pragmatismo eclesiástico.

 

Los que hemos seguido la actuación del padre José Conrado observamos que su nobleza se ha colocado del bando de aquellos pastores que han asumido la misión de ayudar al rebaño en el proceso que transita desde la subordinación ciega u oportunista hacia el sincero ejercicio de la responsabilidad social. Una convocatoria al compromiso con la verdad y hacia la toma de decisiones que rescaten deberes y derechos cívicos, pero bien lejos de la instigación a la rebelión violenta que caracterizó aquella teología de la liberación que alcanzó auge en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado.

 

Lo esencial de esa prédica sobre la responsabilidad social es incentivar en el ciudadano de a pie la expresión sin miedo de las disensiones ante la autoridad política partiendo de la fe cristiana. Exponer su compromiso hacia el ejercicio de la libertad ante la misma autocracia que lo ha sojuzgado como individuo y como miembro de la comunidad. Ese acto de restauración moral implica concientizar dobleces y aprender a rebasarlas que es el primer paso constructivo hacia la madurez cívica en el caso cubano.

 

Continuador del ideario de Varela y de la vocación crítica de monseñor Meurice, José Conrado es portador también de las herramientas humanísticas contemporáneas que proporciona la adquisición libre de conocimientos en los claustros católicos relegados por el oficialismo. La misión pastoral para la que se siente elegido se añade a una vanguardia ética que viene erigiéndose de entre los escombros ciudadanos tras medio siglo de totalitarismo y su praxis excepcional de la dignidad se basa en la experiencia cotidiana junto al que padece la desesperanza acumulada.

 

Dicho rol no le es ajeno al Vaticano. Estas voces alternativas, ocasionalmente incómodas, pero que se identifican con los sectores más golpeados son funcionales al ajedrez político del alto clero. El cura transgresor que se expresa valerosamente sumando feligreses y empatías es contraparte necesaria para compensar los comportamientos mediatizados en las negociaciones con el estado.

 

Claro, son premeditaciones jerárquicas que tampoco deben pasar inadvertidas al intelecto cultivado del padre Conrado, pero que no le proveerán un manto de protección cuando tenga que lidiar con la coerción política. No por ello será menos vigilado. Al contrario, a la larga se le hace más pesada la cruz porque a la misión legítima de evangelizar, acompañar y compartir con el pobre, la historia, por añadidura, le va deparando el ministerio estoico para ayudar en la autorreconciliación a los cubanos que pecaron de hipócritas ejerciendo el sacerdocio.

Carta abierta a Raúl Castro

del sacerdote José Conrado Rodríguez Alegre

5 de febrero de 2009

 

Estimado señor Presidente:

 

Hace quince años me atreví a escribirle al entonces jefe del Estado cubano, doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber para el bien de la Patria. La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle partícipe de mis preocupaciones actuales.

 

¿Debo acaso describirle la situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose: ¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más elemental para los míos? Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es “a cualquier precio”. De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más jóvenes, sea abandonar el país.

 

Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. Como hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable, en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución, pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla. En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de nosotros. Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… “No basta decir pa’lante, hay que saber pa’ dónde”.

 

Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este, junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido en el totí que carga con todas nuestras culpas. Y esa es una cómoda pero engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, “solemos entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola, porque nos da miedo mirarla a los ojos”.

 

No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes, tantos compatriotas acaban de perder “con sus pobres enseres: miedos, penas”. Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una profunda revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras aspiraciones y de nuestros objetivos. Y aquí cabría, con todo respeto, recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo semejante: “No se funda un pueblo, general, como se manda un campamento”.

 

El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que algo está cambiando en este mundo. La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el signo de que algo está cambiando entre nosotros. El gobierno cubano que Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con nuevos criterios y nuevas actitudes.

 

Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos, de dentro o fuera del país, tienen algo que decir. En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: “La injusticia particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente”. Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión, información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o enemigos.

 

La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios. Y guardar silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.

 

Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias naciones europeas, para los damnificados por los ciclones que azotaron nuestra tierra. Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera, también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda, porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros enemigos. Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo, puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos. Nada contribuye más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y recibir. La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones interpersonales, también lo es entre países: “más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre”. Como dijo su Santidad Juan Pablo II en su visita a nuestro país: “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más que lo desee. Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.

 

Créame, señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo hiciera esa lista podría ser muy, muy larga. La verdad, he querido hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío sacerdote, ya fallecido, solía decirme: “un hombre vale lo que vale su corazón”. En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud. un hombre sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como dice la canción: “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…”. Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor. Como le dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud.

 

Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo, general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más, lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración desinteresada. Así haremos realidad el sueño martiano de hacer una patria “con todos y para el bien de todos”.

 

Quiero terminar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa, Benedicto XVI en 1968: “Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica”. Si eso vale para la autoridad eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad humana, por poderosa que ésta pueda ser. Con mis mejores votos,

 

José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.

Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús.

Santiago de Cuba

Entrevista a Guillermo Fariñas

sobre el papel de la jerarquía católica en Cuba

(Parte I)

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.