MUERTOS AL INTENTAR ESCAPAR

DE LA CUBA DE FIDEL CASTRO

 

José Martí:

Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran

Casi todo el mundo reconoce los perjuicios ocasionados por el fascismo y el estalinismo, pero ¿cuántos reconocen públicamente el daño producido por el régimen de los hermanos Castro? Más de cien mil muertes, el 1% de la población de Cuba. Más de dos millones de emigrados, el 20% de la población de un país que hasta 1959 se caracterizó por ser receptor de emigrantes.

Foto del cadáver de Adonis Guerrero Barrios, el último cubano que ha muerto al tratar de escapar de la Cuba de Fidel Castro escondido en el tren de aterrizaje de un avión.

La foto de su cadáver colgando del tren trasero de aterrizaje de un avión de Iberia en el aeropuerto de Barajas, Madrid, le dio la vuelta al mundo.

En memoria de los que no llegaron

 

Desde que los hermanos Castro se adueñaron de Cuba, once cadáveres de cubanos han sido encontrados en los aeropuertos de Madrid, Londres, Dusseldorf (Alemania) y Varese (Italia).


Tratando de escapar de la Cuba de Fidel Castro, han muerto en el mar más de setenta y siete mil cubanos.

 

Estas son verdades como puños que no pueden negar los apologistas de la peor tiranía que ha sufrido América, esos ‘izquierdistas’ adocenados que disfrutan de los derechos que le niegan al pueblo cubano.

 

En la Cuba de Fidel Castro  se vive la contradicción de un supuesto paraíso del que sus habitantes quieren huir para cualquier lugar –tengo amigos viviendo en África y Rusia, por ejemplo-, y de cualquier forma: ya sea en el tren de aterrizaje de un avión o en una balsa improvisada. Cualquiera de estas dos vías de escape significa una alta probabilidad de morir en el intento:

 

- Si utiliza una balsa improvisada, además de lo peligrosa que resulta la navegación en el Estrecho de la Florida por la altura que alcanzan las olas, no debe olvidarse que sus aguas están infestadas de tiburones. 

 

- Viajar en el tren de aterrizaje de un avión significa una muerte casi segura, ya que el tren de aterrizaje no tiene calefacción, oxígeno ni presión, elementos cruciales para poder sobrevivir en la altura. Según los expertos, a 5.490 metros ocurre la hipoxia, que causa debilidad, temblores, mareos y trastornos visuales. A los 6.710 metros, el polizón tendrá que luchar para mantenerse consciente ya que el nivel de oxígeno en sangre disminuye. Por encima de los 10.065 metros, los pulmones necesitan presión artificial para funcionar normalmente. El polizón que tenga la suerte de no resultar mutilados por el tren de aterrizaje retráctil o muertos en estas condiciones extremas, casi seguro estará inconsciente al momento de que las puertas del compartimiento se abran a unos pocos miles de metros sobre el suelo y caerá al vacío.

 

Solamente tres cubanos han logrado sobrevivir a fugas como polizones en aviones. En 1969, el cubano Armando Socarrás asombró al mundo al llegar con vida a Madrid en el tren de aterrizaje de un avión de Iberia. Los desconcertados científicos sólo pudieron explicarse la sobrevivencia de Socarrás como un notable ejemplo de hibernación humana. Al descender la temperatura corporal, también disminuye el consumo de oxígeno. Al parecer, la de Socarrás se redujo justo lo adecuado. Sin congelarse, aminoró su consumo de oxígeno y sobrevivió.

Entrevista a Armando Socarrás Ramírez,

uno de los dos cubanos

que ha podido sobrevivir el viajar

en el tren de aterrizaje de un avión

El otro hecho en que un cubano ha podido sobrevivir al ocultarse en el tren de aterrizaje de un avión ocurrió en diciembre de 2002: Un cubano de 22 años sobrevivió a cuatro horas de bajas temperaturas en el compartimiento del tren de aterrizaje de un avión comercial DC 10 de Cubana de Aviación, entre La Habana y Montreal, Canadá. El joven, que había trabajado en el aeropuerto de La Habana según informó la emisora de televisión TVA, declaró: “Mis pensamientos eran que necesitaba llegar a Canadá y sobrevivir. A veces me faltó oxígeno. Hacía mucho frío”, subrayando que llegó a Canadá para buscar trabajo y enviarle dinero a su esposa, su hija y sus padres en Cuba. (Reuters)

 

Otro cubano que ha podido sobrevivir el viajar como polizón en un avión es Leonardo M.G., de 29 años, técnico fisioterapeuta, que el 29 de abril de 1991 consiguió su propósito de huir de la Cuba de Fidel Castro como polizón en un avión de Iberia, aunque hizo el viaje en la bodega de carga: pasó dos días seguidos metido en un contenedor para maletas. Leonardo M.G. había salido cinco días antes de la prisión donde cumplía condena por haber intentado abandonar clandestinamente el país por mar. Tras soportar bajísimas temperaturas y escasez de oxígeno, Leonardo M.G. llegó vivo al aeropuerto de Barajas, Madrid.

Once cubanos han muerto

tratando de escapar

en el tren de aterrizaje de un avión

 

En 1969, Armando Socarrás Ramírez, de 17 años, y Jorge Pérez Blanco, de 16, viajaron desde Cuba a Madrid en el tren de aterrizaje de un avión DC-8 de Iberia. Socarrás Ramírez fue hallado moribundo por los mecánicos del aeropuerto durante el servicio de rutina a la aeronave, y logró salvarse en un hospital de Madrid. El cadáver congelado de Pérez Blanco cayó del compartimiento durante el acceso de la aeronave al aeropuerto de Barajas, Madrid.

 

En enero de 1970, seis meses después de la hazaña de Socarrás, dos cubanos se acoplaron en la cavidad en que se ocultan las ruedas, pero no supieron colocarse en el sitio indicado y fueron aplastados cuando el tren de aterrizaje se activó.

 

21 de julio de 1991: Dos jóvenes cubanos fueron hallados muertos en el tren de aterrizaje de un avión de Iberia que aterrizó en Madrid, procedente de La Habana. Las dos víctimas fueron identificadas como José Manuel Acebo Cárdenas, de 20 años, y Alexis Hernández Chacón, de 19 años. Según un miembro de la tripulación, las medidas de seguridad son muy estrictas en el aeropuerto de La Habana, donde los equipajes y las maletas son controlados hasta tres veces. Explicó que la única posibilidad que los dos jóvenes fallecidos tuvieron para llegar al avión fue en el momento en que la nave se situó en la cabecera de la pista para iniciar el despegue. En este lugar, el avión se detiene unos segundos o varios minutos, según el tráfico que registre en esos momentos el aeropuerto.

 

22 de agosto de 1999: El cadáver de Félix Julián García, de 28 años, fue hallado en el tren de aterrizaje de un Boeing 777 de British Airways en el aeropuerto de Gatwick, en Londres. El vuelo cubría la ruta La Habana-Londres. Cuando tenía 19 años, Félix Julián García intentó escapar en balsa, pero lo capturaron, y cumplió un año de cárcel. Unos meses después de ser excarcelado, intentó irse otra vez de la Cuba de Fidel Castro, y fue apresado y condenado a un año y medio de prisión. Léase más abajo una entrevista a la mamá de Félix Julián García.


19 de septiembre de 1999: Nueve días después de despegar del aeropuerto de Santiago de Cuba, en el extremo oriental de Cuba, el personal de tierra del aeropuerto de Varese, en Italia, encontró en estado de descomposición en el interior de un Boeing 767 de Alitalia el cuerpo del cubano Roberto García Quinta. Se calcula que el cadáver había pasado al menos por otros dos países europeos, sin que nadie se percatara.


25 de diciembre de 2000: Los cadáveres de los cadetes Alberto Esteban Vázquez, de 17 años, y Maikel Fonseca Almira, de 16, fueron hallados en los alrededores del aeropuerto de Heathrow, en Londres. Ambos eran estudiantes de la escuela militar Camilo Cienfuegos, en Guanabacoa, La Habana, y viajaron el 24 de diciembre en un Boeing 777 de la British Airways. El hallazgo lo hicieron campesinos de la zona. El segundo cadáver se desprendió del compartimiento de la rueda, cuando el avión despegaba rumbo a México. Fidel Castro interrogó a un cómplice de la fuga, detenido en La Habana. Nunca antes se había divulgado en Cuba una noticia sobre algún cubano que había intentado escapar como polizonte aéreo. Para conocer cómo se tergiversa la información en la Cuba de Fidel Castro, léanse estas publicaciones del Granma, el órgano oficial del único partido legal en Cuba

http://www.granma.cubaweb.cu/temas7/articulo220.html

http://www.granma.cubaweb.cu/temas7/articulo237.html

http://www.granma.cubaweb.cu/temas7/articulo239.html

 

22 de julio de 2004: El cadáver de un cubano identificado como Wilfredo D., de 20 años, es hallado en el tren de aterrizaje de un avión de la LTU en el aeropuerto de Düsseldorf, en Alemania, en un vuelo procedente de Cuba. 

 

13 de julio de 2011: El cadáver de Adonis Guerrero Barrios, de 23 años, fue hallado colgando del tren trasero de aterrizaje de un avión de Iberia en el aeropuerto de Barajas, Madrid, España, en un vuelo procedente de Cuba; perdió la vida por congelación. Ha sido el último cubano que ha perdido la vida en similares circunstancias.

Entrevista a la mamá

de Félix Julián García

Jóvenes cubanos que en busca de libertad y vida... encontraron la muerte

(Testimonio de una madre cubana cuyo hijo murió en el tren de aterrizaje

de un Boeing 777 con destino a Londres)

 

LA HABANA, 24 de enero (Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad) - Lucía García Carbajal es la madre de un joven que murió igual que los dos camilitos (alumnos de la escuela militar Camilo Cienfuegos) a quienes recientemente el gobierno de Cuba dedicó un tremendo acto político. El hijo de Lucía se llamaba Félix García García. Al morir tenía 28 años. Su final ocurrió en el tren de aterrizaje del Boeing 777 que recorre la distancia entre Londres y La Habana.

 

Lucía García Carbajal, con ese dolor eterno que reflejan las madres que sobreviven a sus hijos, accedió a contestar algunas preguntas.

 

“¿A qué se debe el hecho de que jóvenes cubanos, prácticamente niños, como los camilitos recién fallecidos, se decidan a salir del país desafiando la muerte en el tren de aterrizaje de un avión o a bordo de una balsa?”, le preguntamos.

 

“Yo estoy segura que se debe a la desesperanza, a la frustración, a la desesperación que tiene la juventud cubana. A todo eso se debe el deseo inminente de emigrar a cualquier costo, por cualquier vía, de cualquier forma y sin meditar. También a la desinformación tan grande con relación a hechos como éstos”, explicó.

 

“¿Quisiera decirle algo a los padres, que al igual que usted, han sufrido la desgracia de perder a un hijo en el intento de salir del país?”, inquirimos.

 

“Ante todo, yo los acompaño en su dolor, que es el mío propio”, dijo. “Hace un año y medio que yo perdí a mi hijo, en esas mismas circunstancias, y me solidarizo con ellos, con los padres, con los abuelos, con todos los familiares de esos jóvenes, porque han perdido la vida en pleno esplendor, cuando podían haber hecho muchas cosas”.

 

“¿Cree usted, Lucía, que si el caso de su hijo hubiera tenido la divulgación del de los camilitos podría haberse evitado la muerte de estos últimos?”

 

“Sí”, afirmó. “Yo creo que si en aquel momento (eso fue hace 17 meses) se hubiera divulgado, al menos en una noticia breve en el periódico Granma, esos muchachos quizás no hubieran muerto. Si un especialista en aeronáutica hubiese hablado en una de las Mesas Redondas sobre lo que le ocurrió a mi hijo Félix, esos muchachos quizás no hubieran muerto”.javascript:;

 

El gobierno de Cuba ha desplegado una tremenda campaña política relacionada con la muerte de los jóvenes estudiantes de la escuela militar Camilo Cienfuegos. Hasta se llevaron a cabo dos Mesas Redondas, una detrás de la otra.

 

Pero de Félix no se habla. El caso del hijo de Lucía es como si nunca hubiera existido. La prensa oficial cubana nunca escribió nada sobre el mismo. El asunto radica en que Félix se oponía al sistema político impuesto en Cuba por el Partido Comunista. Estaba acosado, tenía que abandonar el país, buscar la libertad, y en el intento perdió la vida. Una historia con aspectos similares a la de los camilitos: libertad, Boeing 777 a Londres, tren de aterrizaje por asiento, la muerte...

 

“Mi hijo, Félix Julián García García, era un joven completamente opuesto al sistema”, narró. “Había sido amenazado durante un acto de repudio, por disentir del gobierno. El murió exactamente en ese mismo avión de la British Air Ways, un sábado 22 de agosto de 1999. Hace ya 17 meses. Su cuerpo fue encontrado colgando del tren de aterrizaje, congelado... (la voz se le corta a Lucía) la presión de las autoridades, el acoso sobre nosotros, no permitió que le diéramos en aquel momento la debida divulgación al hecho de su muerte”.

 

Por un momento la mujer se calla y parece como si se hubiera fugado del lugar transportada en sus propios recuerdos. Pienso que quizás allí vea a su hijo Félix, le tome las manos, lo acaricie... La voz de Lucía vuelve a brotar acusadoramente.

 

“En el primer aniversario de la muerte de mi hijo agentes de la Seguridad del Estado ya se aparecieron en mi casa tres días antes de la fecha. Yo pensaba llevarle flores al cementerio. Me arrestaron y me hicieron muchas preguntas. Entre las amenazas que me hicieron ellos plantearon que no iban a permitir que se le diera connotación política a la muerte de Félix”.

 

Sin embargo, ahora Lucía está desconcertada por el despliegue propagandístico que se le ha dado al caso de los camilitos.

 

“Todo esto me ha asombrado, veo la tremenda connotación política del caso de estos camilitos. De Félix nada se dijo, sólo lo saben algunas personas del municipio Boyeros (donde reside Lucía), los que trabajaron con él.

 

“Mi hijo trabajaba, hasta el día que viajó hacia la muerte, en el centro textil El Vaquerito, en Santiago de las Vegas. Cuatro meses antes de morir se le presentó un problema de hernia discal que se le originó en su puesto de trabajo. Allí no tenía medios para protegerse, sentía ya fuertes dolores en las rodillas, estaba bajo licencia por certificado médico en espera de que lo atendiera un especialista en Ortopedia”.

 

Félix fue a prisión cuando tenía 19 años de edad. El no cometió ningún delito, sólo trató de salir del país. Pero, en Cuba, para salir del país hay que tener un permiso del gobierno. Sin esa autorización la salida es ilegal. Sin embargo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice otra cosa.

 

“Por eso cumplió dos sanciones” recuerda Lucía. “Mi hijo era un opositor, no aceptaba el comunismo. Por eso no se habla de él en la prensa ni en las Mesas Redondas. Todo el que lo conoció sabe que no ingería bebidas alcohólicas, que era católico, trabajador. Sin embargo, los del Partido Comunista lo amenazaban, hasta en su empleo. Le decían que se podía ver envuelto en cualquier momento en un juicio por propaganda enemiga. Estas amenazas se las hacían porque Félix era una gente muy franca, que planteaba lo que sentía abiertamente y él se oponía a tantas cosas mal hechas que vemos hoy en nuestro país”.

 

Poco antes de subir a la nave de la British Air Ways la situación se había tornado muy peligrosa para Félix García García.

 

“Esa decisión desesperada de él, entrar al aeropuerto y subirse al tren de aterrizaje del avión, fue una decisión motivada por el acoso que de que era objeto”.

 

Lucía reside en un barrio marginal ubicado en las afueras del poblado habanero Santiago de las Vegas. Le doy gracias por haberme concedido la entrevista. Sé que recordar aviva su dolor. Y espero que de alguna manera este escrito llegue a los jóvenes cubanos para que no les suceda lo mismo que a los camilitos Alberto y Maikel ni que al hijo de Lucía. Jóvenes cubanos que en busca de libertad y vida... encontraron la muerte.

Maikel y Alberto: ¿Víctimas o héroes?

Tania Díaz Castro

2 de febrero de 2001

 

Por supuesto que el gobierno de mi país, Cuba, no puede reconocer las verdaderas razones por las que dos jóvenes, casi niños, perecieron en el intento de llegar a Estados Unidos ocultos en el dispositivo del tren de aterrizaje de la aeronave Boeing 777 de la British Airways el pasado 24 de diciembre, con el propósito de escapar de su entorno.

 

Maikel Fonseca Almira, de 16 años, y Alberto Esteban Vázquez Rodríguez, de 15, estudiaban en la conocida escuela “Los Camilitos” bajo una rígida disciplina militar -en vez de aulas, pelotones; en vez de nivel educacional, batallones. Vestían uniformes militares cada día y juraban ser como el Che en cada matutino.

 

El gobierno de Fidel Castro engaña a pocos con su propaganda contra la Ley de Ajuste Cubano, la que existe hace más de tres décadas sin que hubiera tanta alharaca en torno a ella. Maikel y Alberto, aunque inmaduros, sí, no eran ciegos ni sordos. Mucho menos, válgame Dios, pusilánimes ni sumisos. Ni siquiera le temían al Estado, que ya es mucho decir, pues como bien dice el destacado político y periodista Carlos Alberto Montaner “es el único depredador autorizado a matarnos de un trancazo”.

 

Maikel y Alberto vivieron en Cuba por espacio de más de quince años. Se trataba, estoy segura, de dos chicos valientes y aguerridos. Como jóvenes al fin, se daban cuenta de la falta de libertad que sufrimos los cubanos. Sabían, y dieron prueba de ello, de que tal como dice el citado periodista “libre es el que rechaza. El que tiene que acatar no es libre”.

 

Maikel y Alberto rompieron con la disciplina que impone el Estado cubano. Conocían perfectamente las diferencias entre sociedades libres y totalitarias. Cuando tomaron la decisión de abandonar la sociedad donde vivían, en busca de la otra, sabían los riesgos que correrían al querer hacer sus propias vidas de la forma que ellos soñaban. No eligieron el mejor medio, pero sí conocían el camino.

 

Estamos, repito, ante dos chicos valientes, que de seguro miraban con un oculto desprecio a los temblorosos, a los que se suman a una manada incapaz de decidir por sí misma. Tenían estudio, comida, ropa, botas militares nada cómodas, pero querían más. Querían, como Icaro, tocar el cielo y lo lograron, porque huían de tantas imperfecciones. De hombres, tal vez hubieran sido disidentes perseguidos o miembros de un partido que jamás podría ser legal estando Castro en el poder.

 

Me niego por eso a aceptar que carecían de angustias, tristezas, inquietudes, razones y racionalidad, que fueran tontos o ingenuos hasta dejarse engañar por alguien o por algo.

 

Aquellos que se van no se sienten atraídos por millones de dólares, sino por cosas tan sencillas como un trabajo bien remunerado o hacer una vida normal.

 

De ningún modo los considero víctimas, sino seres privilegiados por su fuerza de carácter y tesón. Hasta es posible que me recuerden los versos del poeta Casal: “porque en ti veo la tristeza de los seres que deben morir temprano”.

Balseros aéreos

Luis Manuel García Méndez

22 de marzo de 2002

 

El 24 de diciembre de 2000, dos adolescentes cubanos, Alberto Esteban Vázquez Rodríguez y Maikel Fonseca Almira, ambos estudiantes de la escuela militar Camilo Cienfuegos, sufrieron sobre el Océano Atlántico la Nochemala de sus recién iniciadas vidas. A la 01:02 de ese día, cuando el Boeing 777 de la aerolínea British Airways, que cumplía la ruta Habana-Londres, se detuvo en la cabecera de la pista del aeropuerto José Martí, esperando para su carrera de despegue, ambos jóvenes se introdujeron en el compartimiento del tren de aterrizaje, espacio sumamente reducido. Tras sortear la vigilancia, soportaron la velocidad del despegue, que llega a 320 kilómetros por hora, y eludieron ser aplastados por el tren al subir, cuyo mecanismo hidráulico alcanza las 200 atmósferas. A 2.000 metros comenzaron a sentir los efectos de la presión, que disminuía rápidamente. A diez kilómetros sobre el nivel del mar, a la escasa presión se unió la falta de oxígeno y una temperatura exterior de 50 grados bajo cero. Pocos seres humanos, aún bien equipados, resistirían atravesar el Atlántico en esas condiciones. El cuerpo de uno de los jóvenes fue hallado en un campo cercano al aeropuerto de Londres. El segundo, fue despedido sobre la misma pista. Los exámenes forenses concluyeron que ambos ya habían muerto antes de caer.

 

La televisión cubana culpó a la Ley de Ajuste, y en especial a Juan A. Rodríguez Jústiz, abuelo de Alberto, y residente en Estados Unidos, quien al mostrarles el “american way of life”, sembró en sus mentes la idea de esa fuga suicida. Ni una palabra sobre la crisis perpetua y la falta de expectativas que adolecen los ciudadanos de la Isla. Ese es, al parecer, un factor insustancial.

 

Alberto Esteban y Maikel no han sido los primeros, pero sí los últimos en intentar convertirse en balseros aéreos, casi siempre con dramáticos resultados.

 

La palabra “balsero” ya ha pasado al diccionario universal del siglo XX. Y cuando se pronuncia, indefectiblemente se piensa en Cuba. Desde 1959 a la fecha, cientos de miles de cubanos se han echado al mar en busca de una costa más acogedora. La avalancha del Mariel, o las imágenes escalofriantes de 1994, cuando los navegantes improvisados zarpaban en cuanta cosa flotara, acuden de inmediato a la memoria.

 

Pero hay un tipo de balsero —si por ello se entiende al interesado en alcanzar otras costas sorteando las trabas institucionales cubanas, y la reticencia de las embajadas extranjeras para conceder un visado— más sofisticado: el balsero aéreo.

 

Balseros aéreos son los (las) jinetera(o)s que consiguen su balsa matrimonial para emigrar —al respecto, recomiendo la página http://www.maensl.com/cuba/tramites_protocolo.htm, “Protocolo para casarse con una cubana / no (Paso a paso)”—. Balseros aéreos son los que conciertan matrimonios migratorios, pagaderos al contado. Los que han desviado aeronaves hacia aeropuertos “enemigos”. Los funcionarios que olvidaron el billete de regreso. Los que en cierta época aprovechaban la no exigencia de visado a los cubanos por parte de las autoridades suecas, y trocaron por nieve el sol inclemente de la Isla. Las decenas de miles que tras una visita familiar decidieron quedarse de visita para siempre. Y hasta ahora, todos los que conseguían un billete a cualquier sitio, siempre que hiciese escala en el aeropuerto de Barajas.

 

En 1999, 178 cubanos solicitaron asilo en el aeropuerto de Madrid. En 2000, se cuadruplicó la cifra, hasta 801. En 2001, unos 3.000 lograron quedarse en España por la misma vía. De las 3.273 solicitudes de asilo que tramitó el año pasado la comisaría de Barajas, el 90% fueron presentadas por cubanos en escala hacia Moscú, según estimaciones de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Sólo en los dos primeros meses de 2002, la cifra de embarajados ascendió a 709. 1.715 solicitudes de asilo desde septiembre hasta enero de 2002. El día 14 de marzo, 49 cubanos, llegados en dos vuelos, pidieron asilo, con lo que ascienden a 282 en una semana las peticiones de asilo, de los que 182 han logrado su “permiso de entrada”, un documento que les permite ingresar en territorio español.

 

Como en su día la popularidad de Suecia, el boom Barajas responde a una grieta oportuna. Según un antiguo convenio entre la URSS y Cuba, los cubanos no necesitan un visado para viajar a Rusia, sólo una carta de invitación de un nativo de ese país. Por lo general se trata de rusas residentes en Cuba, casadas con cubanos que estudiaron allí, quienes invitan a todos cuantos deseen conocer la Plaza Roja, por 20 módicos dólares. Quien cobra a precio de bolsa roja es el Estado cubano: 100 dólares por legalizar la carta, 50 por el pasaporte y 150 por el permiso de salida (la conocida tarjeta blanca, que recuerda la carta de libertad que se otorgaba a los esclavos en el siglo XIX). Quienes aspiran a embarajarse, adquieren entonces un pasaje Habana-Madrid-Moscú-Madrid-Habana, y se quedan sin conocer la momia de Lenin, porque al trasbordar al vuelo de Aeroflot, solicitan asilo.

 

España, por lo general, no concede el asilo. La Dirección General de Asilo y Refugio, dependiente de la Delegación del Gobierno para la Extranjería, suele rechazar su petición —de acuerdo a las convenciones internacionales, carecen de pruebas que les permitan demostrar su condición de perseguidos—. En su lugar, se les otorga asilo humanitario, una figura contemplada por el artículo 25.4 de la Ley de Extranjería.

 

El estatuto de asilo humanitario, que abarca a personas cuyos países se hallan en una situación económica de emergencia, les da un plazo de 60 días para encontrar un trabajo y regularizar su situación. En caso contrario, deberán abandonar el país.

 

En la práctica, ni un solo cubano ha sido deportado. Aún así, este documento no les permite regularizar su situación, otorgándoles el derecho a vivir como ilegales o, en palabras del Colegio de Abogados de Madrid, “les dejan en una enorme indefensión”. Están introduciendo irregulares con el consentimiento del Ministerio del Interior”, señala Sebastián Sánchez, del turno de Extranjería del Colegio de Abogados de Madrid. Al no tener visado de residencia, los cubanos deberían solicitar exención de visado. Si se lo concedieran, en un mes tendrían que presentar una oferta de empleo, un certificado de que no hay trabajadores europeos o extranjeros residentes que solicitan ese empleo, y con ello solicitar permiso de residencia y trabajo. Para obtener sólo residencia, deberán tener una cuenta bancaria ascendente a unos 21.500 euros. Para todo ello disponen de tres meses. Si lo consiguen en un año es tiempo récord.

 

Una situación que podría estallar a mediano plazo. Por el limbo legal en que se encuentran los cubanos, y por las reacciones de otros colectivos de inmigrantes, quienes opinan que la discriminación positiva que se dispensa a los cubanos debería hacerse extensiva a inmigrantes de otros países. Yolanda Villavicencio, de la asociación colombiana Aesco, opina que “existe una utilización política, en el sentido de que los cubanos vienen de un país con un régimen no apreciado por el Gobierno español”. Por su parte, según el diario El País, al portavoz de la embajada de Cuba la avalancha de compatriotas no le preocupa. “Lo que está sucediendo es responsabilidad del Gobierno español”, concluye.

 

Se sospecha, aunque nadie sabe cuándo ni cómo, que el Ministerio del Interior implementará procedimientos extraordinarios para legalizar a esos inmigrantes. Los cubanos aún distan de ser una presencia importante en el país. Y, al parecer, España sigue interesada en que así sea. Lo cierto es que, como respuesta a la avalancha de balseros aéreos, el pasado día 15 activó un visado de tránsito que deberán solicitar en La Habana los presuntos visitantes de Lenin y otros cubanos que hagan escala en Madrid.

 

A los consulados cubanos sólo le interesan sus ciudadanos en el exterior cuando se trata de cobrarles una tasa consular. Como de costumbre, la culpa siempre la tiene otro. Ciertamente, la motivación fundamental de este éxodo es económica. No obstante, es el propio gobierno cubano quien marca a su emigración como política; aunque más tarde, una vez consumada, le exija autorreconocerse como una simple legión de espaldas mojadas. Basta ver el desprecio con que las autoridades consulares en Madrid se desentienden del destino de esa “escoria apátrida”, que sólo transitará a emigración cuando comience a enviar sus remesas en euros.

 

El gobierno español, que reconoce la situación excepcional en que viven los ciudadanos cubanos, así como los fuertes vínculos entre ambos pueblos, no está en condiciones de repatriar simplemente a quienes llegan a Barajas. Pero tampoco desea irritar a los mandatarios de la Isla—donde España es el segundo inversionista—ni suscitar una avalancha migratoria que podría incluso ser manipulada desde La Habana como un instrumento de disuasión política —no sería la primera vez—. De modo que aplica la política del sí, pero no. E instituye el visado de tránsito, posiblemente como un mecanismo para “filtrar” esa inmigración, sin verse obligada más tarde a repatriarla.

 

El destino de los hombres y mujeres cubanos es asunto exclusivamente nuestro. Ningún gobierno priorizará nuestros intereses, salvo que coincidan con los suyos. Y mucho menos, el gobierno que dice representarnos.

El éxodo del Mariel (1980)

El éxodo de 1994

Documental Balseros

 

En el verano de 1994, un equipo de reporteros de la Televisión de Cataluña filmó y entrevistó a siete cubanos y sus familias, cuando preparaban su huida de Cuba utilizando unas balsas de confección casera. Siete años después de que se lanzaran a las peligrosas aguas del Estrecho de la Florida, el equipo de Balseros se reencuentra con aquellos personajes para descubrir cuál ha sido su destino. Esta es la historia de algunos de los verdaderos sobrevivientes de nuestra época, que muestra la tragedia del pueblo cubano que solo la puede entender quien la haya sufrido.

Al fin el mar

Balseros cubanos (Orishas)

90 Millas

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.