EL MITO DEL DEPORTE

EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO

Fidel Castro:

Todos aquellos atletas que dieron tantas pruebas de lealtad a su patria ocuparán el lugar digno que les corresponde en la sociedad

KnockoutKuba

Cubanos campeones mundiales de boxeo

sobreviven en la miseria

El dueño de Cuba, léase Fidel Castro Ruz, escribió el 16 de julio de 2008:No permitamos jamás que los traidores visiten después el país para exhibir los lujos obtenidos con la infamia”.

Taismary Agüero Leiva recibió el permiso

para entrar a su patria

después de la muerte de su madre

Las autoridades castristas no le permitieron a la voleibolista cubana Taismary Agüero Leiva entrar a su patria para visitar a su madre, que se encontraba en estado grave.

Rematadora de excepcionales condiciones, Taismary Agüero ganó doce medallas con la selección cubana entre 1995 y 2000, incluidas las preseas de oro en las Olimpiadas de Atlanta’96 y Sydney 2000.

La ‘infamia’ que según Fidel Castro Ruz cometió Taismary Agüero fue que se enamoró del italiano Alessio Botteghi, fisioterapeuta del club Perugia, y se quedó a vivir en Italia, sin que el señor feudal Fidel Castro Ruz se lo hubiera autorizado.

Los cubanos somos los únicos ciudadanos de Occidente a quienes las autoridades nacionales nos exigen un permiso para poder entrar a nuestra patria.

Cómo el castrismo castiga a los héroes deportivos

El castigo a Pedro José Rodríguez (Cheíto)

El castigo a Rey Vicente Anglada

Anglada y Bárbaro Garbey,

un abrazo 33 años después

Wilfredo Cancio Isla

30 de agosto de 2013

 

Todavía guarda con nitidez el recuerdo de aquella despedida en los convulsos días del éxodo del Mariel de 1980. Su entrañable amigo -compañero de franela en Industriales- vino a confesarle que se iba del país a probar suerte en Grandes Ligas. Una confesión que recibió entonces como quien escucha a un hermano necesitado de un oído receptivo en su hora más crucial.

 

Rey Vicente Anglada se despedía con dolor de Bárbaro Garbey, sin imaginar que el secreto compartido en amistad sería el germen de un absurdo Vía Crucis que terminó con su brillante carrera beisbolera en Cuba. Garbey había sido separado por supuestas implicaciones en la venta de juegos en la temporada de 1977-1978.

 

“Me dijo que se iba, que estaba decidido a probarse en el béisbol profesional”, recuerda Anglada. “Le pregunté por la familia, pero me respondió que ya lo había pensado todo muy bien… Entonces le di un abrazo y le desee todo lo mejor. Eso fue todo”.

 

El silencio de Anglada sobre la decisión de Garbey le costaría caro. Fue el comienzo de un maquiavélico montaje de sospechas que terminó con acusaciones infundadas de venta de juegos, junto a otros 16 peloteros. El estelar segunda base fue suspendido en el esplendor de su carrera deportiva, en 1982, y sus récords borrados de las estadísticas del béisbol cubano.

 

Una injusticia colosal

 

Anglada cumplió prisión por dos años y ocho meses. Se le aplicó una condena por peligrosidad, aunque nunca pudo probarse su participación en delito alguno. Su carrera deportiva quedó congelada en el momento de máxima plenitud, a los 29 años, en lo que califica como una de las más colosales injusticias cometidas por el gobierno cubano contra un deportista en activo.

 

“Tuve que dejar la pelota cuando mejor hacía las cosas, fue muy duro y es algo que no puede explicarse si uno no lo vive en carne propia, pero uno no puede estar viviendo con una pena durante tanto tiempo”, confiesa el exjugador. “Miro hacia delante, sin rencor, porque guardar resentimientos no trae nada bueno y la vida me ha dado muchas oportunidades de ser feliz”.

 

Las reinvindicaciones llegaron décadas después para el insustituible número 36 de la Nave Azul. Anglada tomó el mando de Industriales en el 2001 y condujo al equipo hasta el título nacional en tres ocasiones, entre el 2003 y el 2006.

 

También dirigió en dos ocasiones el equipo Cuba y ganó los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, en el 2007.

 

Pero Anglada tenía aún un abrazo aplazado por largo tiempo. Y en este viaje a Miami para celebrar el 50 aniversario de los Industriales y reencontrarse con su hijo Dyan, de 24 años, estaba también latente la posibilidad de contactar y compartir con su viejo amigo Garbey, residente en Estados Unidos.

 

Abrazo en Orlando

 

Así fue que después de una llamada telefónica el día después de la llegada a Miami, todo quedó listo para la cita. Dyan y Rey Vicente Anglada viajaron el pasado domingo 18 hasta Orlando, Florida, para que el abrazo con Garbey, postergado por 33 años, se hiciera realidad.

 

“Creo que es algo que me faltaba para ponerle punto final a ese capítulo”, rememora Anglada, de 60 años. “Es una de las cosas más maravillosas que me han sucedido en este viaje y fue un encuentro entre hermanos, como si el tiempo no hubiera pasado”.

 

Garbey, que se retiró como jugador activo en 1988, tiene ahora 56 años. Fue la primera estrella del béisbol cubano posterior a 1961 que logró escapar de la isla y triunfar en Grandes Ligas. En 1984 se agenció un anillo de Serie Mundial con los Tigres de Detroit. Actualmente se desempeña como entrenador de bateo de los Peoria Chiefs, filial de los Chicago Cubs en la Midwest League.

 

“Hablamos mucho de nuestras familias y de la bendición que tuvo de ganar una Serie Mundial apenas entró a Grandes Ligas”, comentó Anglada. “Le dije que espero que no tengan que pasar otros 33 años para el próximo abrazo”.

 

 


Cómo viven los deportistas en Cuba

En busca del dólar perdido

Roberto Madrigal

28 de noviembre de 2013

 

Hace ya unos meses que el doctor Antonio Castro Soto del Valle viene repitiendo su letanía de modificar las circunstancias del deporte “amateur” cubano  para unirse a la corriente por donde va el resto del mundo. Pero cuando el doctor Castro habla de deportes en realidad se refiere al béisbol.

 

Cuba ha tenido históricamente una gran facilidad para producir boxeadores, atletas de campo y pista y peloteros. Después del castrismo se han producido muchos equipos en una gran variedad de deportes que han alcanzado una alta calidad competitiva a nivel olímpico, entre ellos el voleibol y el polo acuático, pero no han creado una base de participación masiva ni de interés nacional que justifique continuar gastando el dinero en ellos. Lo único novedoso que se ha desarrollado consistentemente después de 1959, y que mantiene un alto nivel de juego en la arena mundial, es el ajedrez.

 

Pero el ajedrez, el boxeo y el campo y pista son deportes individuales en los cuales solo un pequeño grupo de participantes llega a hacer grandes cantidades de dinero y eso, mayormente, a través de patrocinios de compañías publicitarias y fabricantes de efectos deportivos. Es muy difícil, para una entidad centralizada, recaudar y controlar esas ganancias. Implicaría la existencia de una infraestructura tributaria que no está presente en la isla.

 

Los cuatro deportes que generan la mayor cantidad de capital para los atletas, en el mundo entero, son el soccer (o fútbol), el baloncesto, el fútbol (o fútbol americano) y el béisbol. De los tres primeros, Cuba no produce materia prima de valor.

 

Castro, hijo del dictador, cirujano ortopédico al parecer interesado en medicina deportiva, se ha hecho cargo de su deporte favorito, el béisbol, y ha quedado como niño sin juguete, ya que la antigua gloria que traían los triunfos de los equipos cubanos en competencias internacionales, con los nuevos arreglos de las organizaciones deportivas internacionales, que permiten jugar a los profesionales, se ha ido desvaneciendo a paso agigantado en la última década. Por otra parte, el flujo de peloteros que abandonan la isla de forma ilegal, para saltar al profesionalismo en los estados Unidos, es cada vez más mayor, y los contratos millonarios son cada vez más cuantiosos y frecuentes. Por otra parte, el triunfo de los peloteros cubanos en los equipos de Grandes Ligas, le duele al doctor Castro, y si está consciente aún, a su padre. El Duque, Liván, Chapman, Puig, Céspedes y ahora Abreu se han convertido en estrellas multimillonarias que no le reportan ningún beneficio económico al gobierno cubano, Perdido el supuesto honor deportivo que tanto han pavoneado por años, ahora intentan beneficiarse de los logros financieros de estos atletas a quienes ellos mismo prohibieron ganarse la vida. Como no pueden controlar sus carreras, intentan controlar sus capitales.

 

Aunque muchos de estos atletas se juegan la vida al intentar llegar a las costas americanas, hace mucho rato que el negocio ha comenzado. Muchas de estas fugas son planeadas con el callado beneplácito de las altas esferas del deporte en la isla y grandes cantidades de dinero se pagan de antemano para asegurar la salida de muchos de estos atletas. Gran parte de ese dinero pasa a las arcas de la clase dominante. Ahora quieren extender el negocio y aumentar los ingresos.

 

Castro Soto del Valle también busca  atraer a la isla un deporte de millonarios: el golf. Aparentemente es un aficionado bastante diestro en un deporte cuyos campos de juego se convirtieron en tierras baldías después que la revolución subió al poder. Un deporte muy alejado de las posibilidades del cubano de a pie.

 

No quieren permitir que el béisbol siga formando parte de la bancarrota ideológica y lo quieren apear del carro del triunfalismo (que ya no camina), para subirlo al de la economía. Me imagino que el anciano Castro ya apenas debe tener aliento, pues si cobra energía y nueva consciencia, no soportaría ver lo que ha quedado del deporte que fue la joya de su feudo ni querrá vivir para observar lo que se le avecina.

 

 

Glorias deportivas en el olvido

Iván García

18 de noviembre de 2013

 

Sin ahorros ni atención oficial viven en Cuba muchas viejas glorias deportivas

 

Todavía Javier Méndez, el elegante jardinero central del equipo Industriales, espera que las autoridades deportivas le hagan un retiro oficial. Y créanme que no ha sido una omisión involuntaria.

 

A grandes estrellas del béisbol local al estilo de Lázaro Vargas, Omar Linares o Germán Mesa, tras diez años de retiro, no se les ha tributado una despedida por todo lo alto, como su afición desea.

 

Si esto sucede en el deporte nacional, qué podemos esperar de otras disciplinas. Mientras luminarias como Mireya Luis, Javier Sotomayor o Raúl Diago regentean paladares de calibre, y otros se casan con extranjeros para vivir en un limbo rosa entre dos mundos, la mayor parte de los héroes deportivos nacionales viven en el olvido.

 

En determinadas fechas, un comentarista deportivo los trae a colación. O el periodista televisivo Aurelio Prieto les hace una entrevista en su programa sobre viejas glorias, donde casi todos se quejan del trato incorrecto de las autoridades tras su jubilación.

 

Aquellos deportistas profesionales o amateurs que decidieron quedarse a vivir en Cuba después de que Fidel Castro se hiciera con el poder a punta de carabina, la pasan aún peor.

 

Quizás ha sido Yasel Porto el único reportero oficial que ha dedicado tiempo para divulgar las antiguas hazañas deportivas en la radio y la televisión. La amnesia del régimen con quienes brillaron en el deporte no sería tan preocupante si no observáramos la indigencia en que viven algunos atletas retirados.

 

La edad útil de un deportista es corta. En muchas disciplinas, como la gimnasia rítmica o artística, a los 30 años se es un anciano. En otros deportes, gracias a los avances científico-técnicos, y por qué no, utilizando novedosas formas de dopaje, se puede llegar a competir pasados los 40.

 

En especialidades como el golf o la más longeva de todas, la equitación, hay competidores de hasta 70 años. Pero en Cuba, excepto los hijos de la exclusiva burguesía verde olivo, esos deportes apenas se practican.

 

Por orden de Fidel Castro, todas las luminarias deportivas cubanas compitieron de manera aficionada. Por tanto, no tienen cuentas en el banco y deben sobrevivir con un miserable retiro.

 

Algunos se buscan unos pesos extras vendiendo aguacates. La mayoría intenta gestionar una colaboración como entrenador en el extranjero. Hay casos de basquetbolistas habaneros que son contratados como porteros o personal de seguridad en instalaciones hoteleras.

 

Hay un jugador que brilló en la liga nacional de baloncesto que ahora es guardaespaldas de un millonario ruso. Y ha tenido suerte. Pues un doble campeón olímpico como Héctor Vinent anda atrapado en el flagelo de las drogas.

 

A un boxeador formidable, tres veces campeón olímpico, Teófilo Stevenson, el alcohol le aceleró la muerte. Nunca quiso el recio pegador tunero aceptar un cheque en blanco y pelear en el pugilismo profesional.

 

Por decreto estatal, debía boxear para su pueblo. Stevenson escogió ese camino. Fue su decisión. Antes que Dios se lo llevara, andaba en su antiguo y abollado auto soviético, vestido con una guayabera blanca que combinaba fatal con sus zapatones chapuceros. Por un trago de ron al strike, contaba anécdotas sobre aquel posible combate con Mohamed Alí que nunca se llegó a dar.

 

Según las nuevas regulaciones del régimen —un intento por insertar a Cuba en el deporte profesional moderno, que es ante todo de clubes—, es probable que los deportistas, pensando en su futuro, puedan ahorrar dinero.

 

Entonces cabría preguntarse si valió la pena que glorias como Teófilo Stevenson renunciaran a salarios millonarios por cuestión de ideología.

 

 

El día después

Alberto Águila

24 de octubre de 2002

 

Pasar al retiro: una experiencia que puede ir de lo sublime a lo ridículo según el béisbol en que se juegue

 

Uno de los aspectos que sobresale en el complejo entarimado del béisbol de Grandes Ligas, es la atención e importancia que se le brinda a los peloteros retirados y que jugaron un mínimo de 5 años: reciben una pensión, de acuerdo con el tiempo que se mantuvieron en el Big Show, que les permite vivir decentemente, sin apremiantes preocupaciones económicas (sobre todo si se tiene en cuenta que, además, obtuvieron salarios decorosos durante el tiempo que permanecieron como jugadores).

 

De igual manera, resulta común ver a figuras que brillaron hasta 5 decenios atrás como representantes en programas y actividades en la comunidad. Algunos, como Bob Watson, ocupan altos cargos; Hank Aaron en Atlanta, Tom La Sorda con los Dodgers, Yogi Berra y Reggie Jackson en los Yankees, etcétera. Los latinoamericanos también son dignos embajadores de equipos de Grandes Ligas: Preston Gómez está con los Angelinos de Anaheim; Tany Pérez es alto ejecutivo de los Marlins; Orestes Miñoso asiste a infinidad de eventos como parte del Chicago; Luis Tiant sigue con el Boston y Tito Fuentes es comentarista de la cadena Fox de TV en español; Joe Valdivieso describe los partidos de los Yankees; Orlando Peña actúa con éxito para Radio Martí; Juan Marichal fue ministro de Deportes en Dominicana y es todo un emblema de Las Ligas Mayores y de su país; también Luis Aparicio en Venezuela, Peruchín Cepeda en Puerto Rico y Rod Carew en Panamá. Cientos y cientos de ex jugadores son scouts de sus equipos en el mundo entero, como el ex lanzador habanero Camilo Pascual con el Minnesota. Larga e interminable sería la lista de ocupaciones relacionadas con el béisbol que desempeñan peloteros ilustres del ayer en el campo rentado.

 

El tema vino a colación con las deserciones del pitcher cubano José Ariel Contreras y el entrenador Miguel Valdés, durante su primera entrevista de prensa en Miami. “Es penoso —dijo el primero— ver a los peloteros que me antecedieron, que cuando van al retiro no poseen nada y nadie les ayuda. Mi amigo Luis Giraldo Casanova, acaso el mejor pelotero cubano de los últimos 40 años, pasa por serios aprietos económicos, así como sus familiares”.

 

Esta expresión, que le salió del alma al gigantesco y modesto lanzador sepia, me hizo recordar a las luminarias cubanas que desde principios de los años 60 del siglo pasado llenaron estadios y terrenos y hoy están en la miseria. Ni una de las grandes estrellas de las Series Nacionales desempeña un cargo en la Comisión Nacional de Béisbol, y mucho menos en el engranaje del INDER. Ninguno de los grandes peloteros trabaja de comisionado provincial de pelota, ninguno es comentarista deportivo. ¿Será que en el “país más alfabetizado del mundo” los peloteros carecen de una cultura mínima, o acaso se trata de problemas raciales en una nación donde el 95 por ciento de los jugadores son negros?

 

Eso sí, se les puede encontrar como parqueadores de bicicletas en los estadios, recogedores de pelota o “arregladores” de terrenos, y se cuentan con los dedos de una mano los que logran ser árbitros. Conozco a algunos que han regresado a sembrar la tierra, y otros venden tabacos elaborados en sus hogares para mitigar en algo la despensa vacía. El pitcher Modesto Verdura, uno de los pocos que triunfó dos veces sobre equipos norteamericanos en un mismo evento, ganó durante años 106 pesos mensuales. Algunos terminan de trabajadores de servicio en las cocinas de los estadios, en busca de un mísero plato de comida. Al gran Aquino Abreu le vi trabajando la grama del estadio de Manicaragua. ¿Qué decir de otros?

 

Cuando en Cuba algún deportista da un paso decisivo y marcha en busca de mejor vida y de libertad, Fidel Castro utiliza al INDER y emite de su puño y letra “notas” donde le califica de traidor, como ahora a Contreras y Valdés. No sorprende el epíteto, propio del comunismo. Se emitió en la Unión Soviética, en los años 80, con el gran ajedrecista Víctor Korshnoi, y después se le endilgó a Boris Spasski; de igual forma con tenistas y patinadores en Checoslovaquia y boxeadores y futbolistas en Hungría. Es un método del sistema. Castro empleó la frase con Amorós Hernández, el pitcher zurdo que vino para Miami en 1963, también con el campeón mundial de pesas Roberto Urrutia y el lanzador René Arocha. Es el mismo término que esgrime para generales o médicos, pilotos o músicos, arquitectos, periodistas o escritores que han abandonado la Isla y, más que a ésta, al régimen imperante.

 

 

Fuera de Liga (documental sobre Industriales)

Orlando ‘El Duque’ Hernández

Kendrys Morales

Dayron Robles

Robles, en el aserradero de la FCA

Odelín Alfonso Torna

23 de agosto de 2013

 

Según el régimen cubano, poner el talento y la musculatura al servicio del “capitalismo brutal”, es indigno para un atleta de alto rendimiento, acción que estimula el desprecio de comisarios y voceros del deporte revolucionario. No ven como un agravio competir por Cuba dopado, tampoco agredir físicamente a un árbitro por inconformidad en las decisiones. Para ellos, estos gestos califican como victorias morales.

 

Fidel Castro se encargó de proponer como mejor atleta del año al saltador de altura Javier Sotomayor, luego de que éste diera positivo en el examen antidoping, durante las Olimpiadas de Atlanta 1996. Para el dictador, y para todo el equipo cubano de taekwondo que participó en las Olimpiadas de Beijing 2008, el mérito de Ángel Valodia Matos fue propinarle una patada al juez sueco Chakir Chelbat, justo cuando éste decretaba su derrota por indisciplina.

 

Hace apenas dos años y seis meses, el vallista cubano de 110 metros, Dayron Robles, hoy en el aserradero de la prensa oficial y de la Federación Cubana de Atletismo (FCA), conseguía estar entre los diez deportistas cubanos más destacados de 2011. Por entonces, el haber firmado un documento por la paz en el Tíbet, días antes de coronarse campeón Olímpico en Beijing 2008, o su evidenciada trampa ante el chino Liu Xiang, en la Copa Mundial de Daegu 2011, no pusieron en evidencia “sus valores como atleta revolucionario”.

 

Sobre este segundo incidente, la decisión de los jueces fue unánime, los diferentes ángulos de filmación demostraron la obstrucción de Dayron sobre Liu. Sin embargo, el corresponsal cubano en Daegu, Enrique Montesinos, definió el hecho, anticipadamente (en el periódico Granma, del martes 30 de agosto), como “la protesta descalificadora de su merecido triunfo”.

 

Pero en el ámbito deportivo cubano, donde los atletas son amateurs para la afición y mercancías para la casta gobernante, basta con querer ganar unos cuantos dólares para que te conviertas en indigno o traidor. Bajo esta patente está el controversial Dayron Robles, ex gloria deportiva que causó baja de la FCA por “problemas de salud”, y actualmente milita en el club francés A.S Mónaco.

 

No está en el aserradero de la FCA por su vieja lesión en el empeine derecho. Su carrera deportiva está torcida desde mucho antes de las Olimpiadas de Londres, por una actitud percibida y tolerada por los comisarios del deporte. Después de perder -¿intencionalmente?- la carrera con Xiang en el circuito de Eugene, en Estados Unidos, Robles decidió no participar en la sexta parada de la Liga de Diamante, en la pista del Stadium de Randall´s Island, en New York, el 9 de junio de 2012.

 

Sin dudas transitaba por un período de inestabilidad deportiva, algo que sólo los especialistas pueden explicar con detalles. Pero a ojos vista, su comportamiento en las pistas dejó un sinnúmero de interrogantes sobre el tapete.

 

El “Lord del Guaso”, como le llamaban por acá, no bajaba de los 13 segundos desde 2008. Esto quedó demostrado el domingo 27 de mayo de 2012, con motivo del centenario de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF). El novel cubano de las vallas, Orlando Ortega, le sacó 9 segundos de ventaja (13.09 por 13.18), en el estadio Panamericano de La Habana.

 

Además de los factores físicos y psicológicos, y de un presunto endeudamiento (60 mil euros) de la FCA con Dayron, él tenía sus días contados sobre las pistas cubanas. Lo sorprendente es que el presidente de la FCA, Alberto Juantorena, se indigne por la pérdida de un atleta que ellos mismos consideraban acabado física y moralmente. Podía haber estado en el aserradero desde mucho antes.

 

odelinalfonso@yahoo.com

 

 

La lengua del corredor

Enrique del Risco (Enrisco)

8 de agosto de 2013

 

Alberto Juantorena en su ataque contra el vallista guantanamero Dayron Robles por su declaración de independencia de la Federación Cubana de Atletismo (que el propio Juantorena preside) ha dicho que “es infantil y populista su argumento de que nunca abandonó al pueblo de Cuba. ¿Cómo piensa defenderlo ahora desde la Francia del Arco de Triunfo y la Torre Eiffel?”. Debe decirse que Juantorena además de mostrar un dominio notable en cuanto a la ubicación geográfica de monumentos (pudo haber dicho, por sólo poner un ejemplo, “¿Cómo piensa defender a Cuba ahora desde la Francia de la Torre de Pisa y la Gran Muralla China?” para regocijo de quienes ven bien burlarse de la ignorancia ajena) demuestra una interesante comprensión de la historia. ¿Pueden imaginarse que –ajuste temporal mediante- Juantorena se atreviera a hacerle esa misma pregunta a Ramón Emeterio Betances, delegado del Partido Revolucionario Cubano en París durante la última guerra de independencia cubana? ¿O a Alejo Carpentier durante su larguísima estadía como agregado cultural de la embajada cubana? Y lo triste es que sí, que si lo dejaban Juantorena los hubiera apartado del equipo nacional: a Betances por boricua y a Carpentier por su extranjerizante inclinación a arrastrar la “r”. Y todo eso sin contar con el detalle de que no hay motivos para que a un corredor de 110 metros con vallas no debería encargársele la defensa de un pueblo cuando está mucho más preparado para la huída que para labores estrictamente defensivas.

 

Pero Juantorena, excorredor él mismo, parece convencido que la principal función de cualquier atleta -sin importar la posición que ocupe en el campo- es la defensa. Fue el propio presidente de la Federación Cubana de Atletismo quien dijo que a Robles “Se le ayudó con las peticiones que el país podía resolver, sin desafiar la lógica ni desconocer que hay miles de personas en Cuba (...) que nos han aportado muchas más alegrías, beneficios, tranquilidad y prestigio que él, y sin embargo siguen teniendo la modestia que caracteriza a nuestro pueblo”. Por un lado está la confusión que aporta eso de “la modestia que caracteriza a nuestro pueblo”. (¿De que pueblo está hablando Juantorena? ¿Del finlandés o del coreano? Porque no se me ocurre una virtud menos capacitada para caracterizarnos como pueblo que la modestia. Aunque quizás se refirió a la particular versión de la modestia que exhiben los cubanos a la hora de exigirle algo al gobierno y ahí hay que reconocerle que somos modestísimos). Por otro lado está la convicción de Juantorena de que un deportista puede aportar no sólo alegrías, beneficios o prestigio a su país sino también tranquilidad. ¿Se imagina Juantorena a algún cubano diciendo “se rompió el candado de la puerta de atrás de la casa, pero no se preocupen que la noche pasada fulanita rompió el récord mundial en lanzamiento de la jabalina”? Aunque sí debo de reconocer algo: a mí me tranquiliza mucho que la presidencia de la Federación Cubana de Atletismo esté en manos de alguien como Juantorena. Si no se consiguen más medallas al menos resultará de lo más divertido.

Nota de Manuel Castro Rodríguez: El rancheador Alberto Juantorena Danger cumple eficazmente las órdenes de que reprima a los deportistas cubanos que se rebelen. Juantorena pudo llegar a rancheador porque siempre ha cumplido fielmente lo que le ordena el amo. Los estudiantes universitarios de mediados de la década del setenta recuerdan cuando a solicitud pública de Juantorena, los hermanos Castro eliminaron el estipendio estudiantil, la pequeñísima cantidad de dinero que recibían los estudiantes universitarios para poder pagar el transporte y la merienda en los centros de trabajo donde eran obligados a laborar media sesión diaria. Por supuesto, Juantorena jamás tuvo que trabajar.

Lo peor del caso es que Juantorena casi nunca asistía a la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana, donde estaba matriculado. Además, él y los estudiantes extranjeros eran los que vendían la ‘pacotilla’, tan demandada por entonces en Cuba.

Los entonces profesores de la Facultad de Economía podemos dar fe de que Juantorena obtuvo el título de licenciado, sin haber aprobado una gran cantidad de materias. Como era el golden boy de Fidel Castro, Juantorena hacía y deshacía a su antojo.

**************************************************************

Saturno bota el sofá

Héctor Antón

8 de agosto de 2013

 

El vallista Dayron Robles deja en evidencia a las autoridades deportivas de la Isla. El modelo castrista de control del deporte se agota

 

Razonemos juntos 

Vito Corleone

 

El movimiento deportivo cubano se devora a sí mismo. La saga del castrismo fracasa en su anhelo de mantener en un puño a los bisnietos de la revolución. Los estímulos morales-materiales no alcanzan para compensar los saldos financieros en manos ajenas. El yugo que fundía ética y conveniencia rompió la cadena que unía la lealtad colectiva y el desinterés individual, postura de una mayoría que ni siquiera reclamaba un mínimo de confort.  

 

El vallista Dayron Robles se negó a continuar siendo un traidólares y el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) lo ha convertido en un traidor. El ansia de autonomía política, económica y civil le impide al atleta guantanamero ser un competidor independiente que desea seguir representando a su país, pero al margen de presiones extradeportivas.

 

Como resultado de la protesta oficial cubana, Robles ha debido someterse a una “regla dormida” de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), que le obliga a ser ciudadano de un segundo país durante tres años para poder intervenir en mundiales y olimpiadas. Por lo que Dayron será uno de los grandes ausentes del Campeonato Mundial de Atletismo, previsto para disputarse en Moscú en apenas dos días. Además, se torna difícil que llegue a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro-2016.

 

Botando el sofá

 

Una alegoría popular retrata el entramado dominante del nacionalismo insular. Un tipo sorprende a su mujer engañándolo con otro hombre y, antes de botar a la mujer, tira el sofá a la calle. En el conflicto que nos ocupa, el cornudo es el poder traicionado por ese hombre de la multitud que despierta en una ciudad distante, añorando a su lugar de origen en plena libertad.

 

El problema de Cuba es la satanización o pánico al dinero, esa doble moral que intenta pasar gato por liebre. La moneda dura o su falta libera o esclaviza a quienes desempeñan cualquier actividad que requiera autonomía. Razón que explica el silencio periodístico con respecto a las ganancias económicas que proporciona el deporte, ya sean para engrosar las arcas del Estado o para suplir las necesidades de quienes las obtienen y merecen por sus sacrificios.

 

Un ejemplo de este mutismo purista fue cuando se divulgó la participación del Gran Maestro Leinier Domínguez en la Liga Rusa de Ajedrez, jugando como tercer tablero del Club de San Petersburgo. La nota obviaba el factor económico, distinguiendo el fogueo internacional que necesita un trebejista de este nivel. El lector de esta “cobertura informativa” experimentaba la sensación de que Domínguez intervendría en una liga amateur.

 

Por su parte, la incursión del beisbolista Alfredo Despaigne en la Liga Mexicana del Pacífico parece un contrato internacionalista, donde un pelotero establecido busca superarse en otro contexto, prestando ayuda a una “nación hermana”. Algo ridículo después de que a Michel Enríquez y Yordanis Samón los devolvieran en tiempo record por diferentes motivos basados en una misma causa: generaban más pérdidas que ganancias.

 

En el recién finalizado IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), se abordó el tema del compromiso con la verdad de la prensa nacional. Pero, ¿a quién o a quienes le deben lealtad los reporteros oficiales? ¿Al simulacro de la nomenclatura o a la ansiedad informativa de quienes se desgastan en pesquisas y especulaciones clandestinas?

 

Es increíble la facilidad con que en Cuba soslayan al deporte y sus atletas. Cualquiera diría que estamos en presencia de una cloaca que traga músculos, sudor y quimeras, para luego expulsar excrementos. Basta mencionar a la desmantelada selección masculina de voleibol y su patética actuación en la XXIV Liga Mundial. Y nos preguntamos: ¿Cómo es posible que el Gobierno se permita el lujo de perder a jugadores como Ihosvany Hernández, Robertlandy Simón o Wilfredo León?

 

Por lo visto, el deporte como imagen del proceso revolucionario dejó de ocupar el sitio privilegiado de antes. Ya los deportistas cubanos no tienen un godfather exigente y cordial a quien dedicarle sus proezas y medallas, capaz de hacerlos soñar con prebendas adicionales y un “retiro honorable”.

 

Todo este repertorio de escamoteos conduce al patriotismo ciego que insiste en preservar el INDER como emblema de la política. ¿Acaso Dayron Robles no puede ser un millonario en su tierra, como el trovador “independiente” Silvio Rodríguez? ¿Qué obstaculizaría al todavía joven corredor gozar de una emancipación financiera sin renunciar al cuestionamiento de una “sociedad perfecta”, como hace el también trovador Pablo Milanés?

 

El money es un fantasma en el trasiego épico de la revolución cubana. Virtualidad cínica de una centrífuga que pretende molerlo todo. Como dice el cronista del asfalto Carlos Varela en su canción La política no cabe en la azucarera: “Todos quieren vivir en el Noticiero/ Allí no hace falta nada/ No hace falta dinero”. Varela se refiere, por supuesto, al Noticiero de la Televisión Cubana.

 

Posdata global

 

Un campeón olímpico y explusmarquista mundial no es solamente orgullo de una nación, sino del mundo. Tal vez Dayron Robles no lleve nunca más las cuatro letras de Cuba en el pecho de su camiseta. Ya sea representando al Club AS Mónaco o como ciudadano de una especie de patria portátil, sus futuras victorias seguirán formando parte de la memoria atlética de millones de ciudadanos, a pesar de los intentos de voluntariosos activistas, como el remoto campeón olímpico de Montreal 76 Alberto Juantorena, que justifican las arbitrariedades ocultas en nombre del “robo de talentos”.

 

Para los nuevos dirigentes cubanos, mantener una postura intransigente garantiza flotar en la marea poscastrista, matizada por aperturas y mudanzas cocinadas a fuego lento. Sin embargo, personajes tenebrosos, como Juantorena, carecen del cinismo estratégico para ser ingenieros de almas, a la vieja usanza estalinista. En lugar de ganarse a la masa, devienen enemigos del pueblo.

 

El elegante de las pistas —como le llamaban al mediofondista santiaguero— que llegó al corazón de tanta gente deviene cancerbero político, despreciado por quienes sienten y padecen nuestro deporte como un naufragio en tierra firme. Todo por un juego donde no se admite la derrota, cuando no se implementan medidas de urgencia para evitarla. Solo necesitamos visitar los precarios Consejos Voluntarios Deportivos, para comprobar que la masividad deportiva brilla por su ausencia.

 

Tronchar la carrera y el estatus cívico de un atleta insignia significa lacerar la sensibilidad popular. Porque hasta el más desposeído habitante de la Isla le desea a Dayron Robles toda la fortuna del mundo. Robles no se vendió por millones de dólares, como no lo hiciera el tricampeón olímpico y mundial Teófilo Stevenson (1952-2012). Pero los mismos que celebraron aquel “gesto heroico” de Stevenson, hoy obligan a Robles a venderse.

 

Esa constante renuencia de las autoridades a permitir el libre albedrío como un accidente orgánico de la contemporaneidad, ha puesto al descubierto las artimañas de un moribundo y temeroso Saturno, quien ante la insubordinación de uno de sus hijos célebres, no encuentra otro remedio que botar el sofá.

El deporte hace aguas

Iván García

8 de julio de 2013

 

Los deportistas se fugan y los mandarines de verde olivo vuelven hacer cálculos errados: piensan gestionar contratos foráneos y embolsarse la mayor parte

 

Las fugas de atletas nacionales han dejado de ser noticia. Los cintillos en primera plana anunciando victorias épicas y campeonatos mundiales han desaparecido.

 

Las arcas del Estado están secas. Ya no salen de escuelas deportivas campeones como si fuesen morcillas en serie. En los últimos Juegos Olímpicos, en Londres 2012, ocupamos el lugar 16.

 

Guárdese con tinta esa actuación. Es probable que a partir de ahora, el desempeño sea peor. El problema no es que la población se haya vuelto sedentaria u obesa. O que al cubano le haya dejado de gustar el deporte.

 

No. De lo que se trata es de una revolución silenciosa dentro del movimiento deportivo nacional. Ya los atletas se cansaron de ser manejados como títeres por la propaganda del régimen.

 

También quieren ganar salarios suculentos, como sus pares del mundo, ser libres para firmar en cualquier club profesional y administrar sus ganancias sin injerencias del Estado.

 

Por eso se marchan de Cuba. Y se seguirán marchando peloteros, boxeadores, voleibolistas, atletas de campo y pista y deportistas de otras disciplinas.

 

Al Gobierno de Raúl Castro no le ha quedado otra que abrir el portón. A partir de ahora, es el Estado quien designa quién compite en una liga foránea y cuánto dinero se le debe pagar.

 

Los mandarines de verde olivo vuelven a hacer cálculos errados. Piensan diseñar una estructura parecida a la de los “cooperantes” en el extranjero. Gestionar contratos y embolsarse la mayor parte. Al igual que médicos y asesores civiles, los deportistas serán una mercancía. Una vía para traer dólares a las desinfladas cuentas del Gobierno.

 

Olvídense del otrora discurso feroz de Fidel Castro contra el profesionalismo. El deporte rentado ahora es bienvenido, siempre y cuando los deportistas sean mansos como un rebaño de ovejas.

 

Pero los tiempos son otros. Incluso un campeón olímpico como Dayron Robles se ha cansado de ser manipulado por control remoto. Robles ha trazado un nuevo panorama: el de atleta independiente. Ha puesto contra las cuerdas a los intransigentes directivos del deporte nacional.

 

Aprovechando los resquicios de la reforma migratoria del pasado 14 de enero, Dayron intenta competir de manera libre en las Ligas de Diamante, sin tener que marcharse del país o renunciar a competir en futuros torneos del orbe bajo el pabellón de las cuatro letras.

 

Son las autoridades las que no quieren aceptar su decisión. Ni siquiera piensan en negociar una salida. Dayron Robles marcará un antes y un después en el movimiento deportivo cubano.

 

Las autoridades se encuentran en una encrucijada. Si ceden ante él, podrían sentar un mal precedente y a corto plazo dejar de controlar los salarios de los deportistas autorizados a competir en ligas extranjeras. Y ahí está la clave.

 

El régimen sabe que mediando en la contratación de atletas puede ingresar anualmente varios cientos de millones de dólares. Lo ideal sería que a dichos deportistas se les trazara un impuesto razonable en relación con sus salarios. Y que los atletas manejaran a su libre albedrío el dinero que se ganan con su sudor y talento.

 

Sería bueno para ambas partes. Los campeones no se verían forzados a marcharse de Cuba. Pero en una autocracia, la sensatez es una mala palabra. Esa posición de fuerza del Gobierno ha traído estos lodos.

 

Debido a políticas erradas, cerca de mil atletas se han visto obligados a escapar. Los deportistas de la Isla no están ajenos al éxito de Yasiel Puig, Yoenis Céspedes y Osmany Juantorena, entre otros muchos.

 

Ellos también quieren competir con los mejores y ganar salarios acordes a su calidad deportiva. En su país ganan salarios de obreros. Son pocos, cuando se jubilan, que como Mireya Luis, Raúl Diago o Javier Sotomayor pueden montar negocios gastronómicos.

 

Solo tienen dos caminos: ser entrenadores deportivos o comisionados políticos al estilo del siniestro Alberto Juantorena. La caída en barrena del deporte cubano es achacable a la testarudez del régimen, que pretende controlar desde un buró y solo con su consentimiento, las contrataciones deportivas.

 

Ya en las últimas Olimpíadas, Cuba no estuvo representada en los deportes colectivos. La pálida actuación del sexteto de voly masculino en la Liga Mundial, con una victoria y siete reveses, es el precio que se paga por esa intolerancia.

 

Todos los años se marchan estrellas del deporte. Los fanáticos se alegran. Pero hay otros caminos por explorar. La patria no es de los Castro. Es de todos. Cada uno de nosotros debe reclamar lo que son derechos inalienables.

 

Es una opción dura. Los amanuenses de la prensa oficial difamarán de los deportistas que libremente decidan separarse del movimiento deportivo oficial. El COI y las federaciones internacionales pueden y deben mediar en el litigio.

 

Atletas como Robles están en su derecho de no ser esclavos. Enhorabuena por Dayron.

De la generación Y: Yoenis Céspedes y Yasiel Puig

Véase la labor diaria de los peloteros cubanos en las Grandes Ligas, el mejor béisbol del mundo, haciendo clic en

 

http://cuban-play.com/

Yoenis Céspedes ganó el Derby de Jonrones de 2013

Estoy muy agradecido a las personas que me eligieron para participar en este emotivo encuentro, espero seguir jugando así para no defraudar a mi gente aquí y en Cuba”, declaró Céspedes después de recibir el trofeo de campeón del Derby de Jonrones, en el marco de la 84ª edición del Juego de las Estrellas realizado en el Citi Field de Nueva Cork, sede de los Mets.

Esta es la primera vez que un cubano gana el  Derby de Jonrones, desde que el cubano-estadounidense Luis González lo hiciera en 2001, cuando jugaba con los Diamondbacks de Arizona.

Adiós, Lolita de mi vida”, diría Bobby Salamanca

La pelota ‘esclava’ le gana a la ‘libre’

Dimas Castellanos

5 de agosto de 2013

 

El castrismo intervino el béisbol nacional en 1961. Hoy le toca a los cubanos desandar ese camino

 

Los hechos y noticias acerca del deporte de las bolas y los strikes durante el recién concluido mes de julio declaran la controversia entre la pelota amateur y la profesional a favor de la segunda.

 

El mes comenzó con el debut de Yovani Aragón en el Torneo Interpuertos de Rotterdam, un evento de menor exigencia que los Juegos Olímpicos y los Clásicos Mundiales, donde el mentor espirituano conquistó la novena corona para Cuba.

 

Le siguió en orden el tope entre la selección universitaria de Estados Unidos y el equipo Cuba, en el que los antillanos exhibieron el más bajo rendimiento de los últimos torneos internacionales: débil bateo, elevada cifra de ponches, fallo en los primeros bates, tácticas desacertadas, errores en fildeo y en tiro a las bases, y les robaron 15 bases en 16 intentos. Por su parte, la escuadra norteamericana también exhibió una débil ofensiva, pero contó con 12 lanzadores con velocidades de entre 93 y 98 millas.

 

Los cubanos, que habían derrotado a las selecciones estudiantiles en 8 de 10 oportunidades, con mayor experiencia y con un promedio de edad de 26,6 años, fueron derrotados por un equipo cuyas edades oscilaban entre los 19 y los 23 años. El mentor Víctor Mesa, quien esperaba “ganar tres o más de tres encuentros”, tuvo que conformarse con una aplastante derrota. Algo similar a lo que le ocurrió en la tercera versión del Clásico Mundial, cuando aseguró que “ganaremos el Clásico, a eso vinimos, no a otra cosa”, pero no pudo mejorar la quinta posición obtenida en el torneo anterior.

 

A estos dos hechos se unen las siguientes noticias:

 

1- El granmense Alfredo Despaigne, contratado por los Piratas de Campeche, conectó de 6-6 el 24 de julio e igualó el record impuesto en 1936 por el Inmortal, Martin Dihigo.

 

2- El cienfueguero Yasiel Puig recibió el premio al Mejor Jugador y Novato del Mes de junio, tras su debut con los Dodgers de Los Ángeles. En 26 partidos encabezó el bateo, fue líder en porcentaje de embases, conectó 7 jonrones y empujó 16 carreras. Con 44 hits se colocó segundo en la lista de todos los tiempos conectados por un novato en su primer mes, a cuatro de la marca de Joe DiMaggio, impuesta en 1936.

 

3- José Iglesias, infilder de los Medias Rojas de Boston (actualmente con los Tigres de Detroit), fue seleccionado Novato del Mes en la Liga Americana. En 25 partidos bateó 395 con cuatro dobles, dos triples, un cuadrangular, seis empujadas, 17 anotadas y ocho bases por bolas, tuvo 11 juegos de dos hits o más y una racha de 18 encuentros seguidos bateando imparables.

 

4- José Fernández, lanzador de los Marlins de Miami, con poco más de tres meses en las Grandes Ligas, fue elegido para el Juego de las Estrellas conjuntamente con el holguinero Aroldis Chapman, cerrador de los Rojos de Cincinnati; mientras el granmense Yoenis Céspedes, de los Atléticos de Oakland, ganó la competencia de jonrones en la Semana de las Estrellas.

 

5- Veteranos del equipo Industriales jugarán varios partidos durante la celebración de los 50 años de ese club en Miami, donde los industrialistas residentes en la Isla se enfrentarán a industrialistas residentes en la otra orilla.

 

Los hechos y las noticias reseñadas nos remiten al momento en que se abolió la pelota profesional. Hasta esa fecha Cuba contaba con un abultado aval en eventos internacionales. Después de la Primera Serie Mundial de Béisbol Amateur, celebrada en Londres en 1938, las cinco siguientes se efectuaron en el estadio La Tropical de La Habana, de las cuales la Isla ganó cuatro. Mientras que la Serie del Caribe surgió a petición de Cuba, cuando en 1948 propuso ante los delegados de Puerto Rico, Panamá y Venezuela, celebrar una serie anual entre los equipos campeones para decidir el mejor de la región. La Habana fue la anfitriona de la primera en 1949. Desde ahí, hasta 1960, Cuba ganó 7 de 12 encuentros, los últimos cinco de forma consecutiva.

 

Fiel a una añeja relación entre política y deporte, el líder de la revolución realizó una prolongada intervención en la pelota. El 2 de enero de 1967, dijo: “Se erradicó el deporte profesional, y sobre todo, se erradicó en aquel deporte, que era uno de los más populares: la pelota… Pero lo más interesante es que jamás ningún deportista profesional cuyo negocio es el deporte, jugó con tanto entusiasmo, con tanta entereza, con tanto coraje, como el que llevan a cabo nuestros deportistas, que no son profesionales”.

 

Ciertamente la revolución llevó la pelota a todos el país, construyó varios estadios, renombró al Gran Stadium del Cerro como Estadio Latinoamericano y le añadió nuevas graderías. A cambio impidió que peloteros cubanos, con estirpe de estrellas, se midieran con los mejores del mundo y que los fanáticos de la Isla se privaran de disfrutar del béisbol profesional que, en vivo o por las cadenas de radio y televisión, disfrutaban desde cualquier punto del país. Sin embargo, el profesionalismo no se erradicó, más bien se solapó. Si profesional es el que percibe un salario por la labor que desempeña, los peloteros de la Serie Nacional, que reciben su salario por esa función, han sido profesionales desde esa fecha hasta hoy.

 

Con esa pelota “libre” Cuba estableció la supremacía durante décadas en las competencias amateurs centroamericanas, panamericanas y mundiales. Se proclamó la gran victoria sobre la pelota “esclava”. Rebosante de orgullo, en octubre de 1975, Castro sentenció: “si en otros países de América latina no existe la revolución social, no se desarrolla la revolución social, por mucha técnica, por muchos entrenadores que contraten, por muchas cosas que inventen, no podrán obtener los éxitos que obtiene Cuba en el deporte”.

 

La ilusión se desvaneció. Cuba había estado ganando a los amateurs con un equipo profesional. Al comenzar los choques con presencia de profesionales, la pelota “esclava” demostró ser superior a la “libre”, como ocurrió en los Clásicos. Los resultados comenzaron a decepcionar. Pero lo peor ha sido los cientos de jugadores que se han fugado en busca de la esclavitud, lo que ha afectado especialmente a los lanzadores. Casi todos los mejores pitchers de los últimos 20 años han abandonado la Isla: Desde René Arocha hasta Odrisamer Despaigne y Misael Siverio, y con ellos varios cientos de peloteros de todas las categorías.

 

Después de una larga y brillante historia beisbolera, después de haberse medido con los mejores del mundo y haber triunfado, países sin tradición en este deporte nos vencen o les ganamos con susto. El colofón ha sido, no la derrota ante otros profesionales, sino frente a estudiantes universitarios, verdaderos amateurs que enfrentaron y barrieron en cinco partidos a los “amateurs” de la mayor de las Antillas.

 

Cuba está en retroceso respecto al resto del mundo. La controversia entre la pelota amateur y la profesional está decidida a favor de la segunda. Se impone abandonar la estrategia trazada en 1961. Aunque no se reconozca públicamente, que es mucho pedir, lo más importante es acelerar los pasos que se están dando para regresar al camino que no se debió abandonar. De momento Cuba estará presente en la próxima Serie del Caribe que tendrá lugar en la Isla Margarita, Venezuela, pero el sueño de muchos aficionados y de muchos de los que hoy brillan en la Pelota Profesional, es poder representar a Cuba en el próximo Clásico. No es un gran reclamo, es sencillamente permitir a los peloteros cubanos que residen en el exterior defender los colores de su bandera, como lo hace el resto de los 15 países participantes.

 

 

Omar Linares fue otra víctima de la demagogia

Editorial de La Nueva República

5 de agosto de 2013

 

La pelota es un deporte de los mejores contra los mejores sin que el origen social o la política determinen quién participa. Antes del castrismo, cubanos humildes alcanzaron la fama mundial jugando en los Estados Unidos. No dejaron de ser cubanos dignos por recibir el aplauso del mundo y por ganar sumas fabulosas por su propio talento y esfuerzo. Cuando llegaron los Castro al poder contaminaron la pelota como hicieron con muchas cosas, la convirtieron en un arma más de sus planes para controlar el poder de por vida. Las víctimas de envenenar el deporte con el comunismo fueron los jugadores y el pueblo.

 

Omar Linares era sin dudas el mejor pelotero de Cuba y pudo ser de los mejores del mundo. En 1985 los canadienses le hicieron ofertas millonarias para que se quedara en Canadá a jugar profesionalmente, luego los Yanquis de Nueva York le ofrecieron 40 millones de dólares. Omar no aceptó. El era un niño que creía que todo se lo debía a la “revolución”, como si su capacidad no fuera algo muy personal.

 

Entonces, de haber aceptado una propuesta para jugar en el extranjero la dictadura no le habría permitido ver a su familia. Era una forma de secuestro y extorsión con la cual el régimen castigaba a quienes acusaba de desertores. Linares era un idealista que lo sacrificó todo por la “revolución”, mientras tanto los líderes se aprovechaban del poder para enriquecerse y mandar a sus hijos a estudiar y a pasear fuera de Cuba. Tony Castro, el hijo de Fidel, ha viajado y viaja y en Cuba tiene un Mercedes Benz, un BMW y un Peugeot. ¿Qué no tendrá afuera?

 

Engañado por la demagogia Omar que se quedó en Cuba y del 1982 al 2002 ganó un sueldo promedio mensual de 600 pesos cubanos, el equivalente a más o menos unos 150 dólares al año. Ahora ha salido a trabajar al extranjero, algo que siempre rechazó. Es un entrenador para pulir a los bateadores de los Tigres de Chinandega en Nicaragua.

 

En una reciente entrevista le preguntaron: ¿Y usted cree que hubiese sido un grandes ligas? “Yo hubiera triunfado”, responde. Hoy en vez de tener los millones de dólares dice que tiene el amor de su familia y la admiración del pueblo cubano, algo que vale mucho más que el dinero para él. Omar Linares fue un cubano más de los que se dejó engañar por el castrismo. Pudo haber hecho historia estelar en la pelota mundial. Habría sido admirado por el mundo entero y por supuesto por el pueblo cubano. Con sus millones y su talento hoy podría ayudar al desarrollo de deporte en Cuba que falta le hace y no tendría que estar en un pueblito de Nicaragua lejos de su familia.

******************************************************************

“El niño” Linares en Nicaragua

Eduardo Cruz

 

   A los 11 años conectó un jonrón que atrajo la mirada de los especialistas cubanos. Luego rechazó los millones de dólares de las Grandes Ligas y se convirtió en el mejor beisbolista amateur del mundo.

 

Edmonton, Alberta, Canadá. 1985. Representantes del equipo de beisbol de Grandes Ligas, Azulejos de Toronto, entre ellos Pat Gillick, se acercan al pelotero Omar Linares, tercera base de la selección cubana, quien participa en ese momento en la Copa Intercontinental.

 

Los scouts del equipo canadiense tratan de convencer a Linares de que deserte de la selección de Cuba para jugar en las Grandes Ligas. Linares se niega. Los canadienses comienzan a hablarle de millones de dólares.

 

Son los tiempos de la Guerra Fría. Cuba, bajo el gobierno comunista de Fidel Castro desde 1960, sufre un bloqueo comercial por parte de Estados Unidos y por eso los scouts le dicen a Linares de que va a ganar millones de dólares jugando solo cuando los Azulejos jueguen en casa, ya que por el bloqueo no iba a poder jugar en los estadios de Estados Unidos. Linares, con 17 años en ese tiempo, sigue diciendo que no.

 

Linares, “El Niño” a como le llaman en Cuba por haber ingresado al beisbol mayor a los 15 años, piensa solo en tres cosas: en su familia, su padre Fidel Linares, su madre Francisca Izquierdo y su hermano Juan Carlos. También en la revolución cubana, que desde pequeño sus padres le enseñaron a amar. Y en su Cuba natal. Si acepta la propuesta de los millones de dólares, probablemente nunca regresaría a su amada isla, al menos mientras durara el gobierno de Castro.

 

El talento de Linares es notable. Una gran promesa del beisbol, a como lo demostraron después sus números, ya convertido en el mejor beisbolita amateur mundial de la historia. Los canadienses lo sabían. Por eso, en un último intento desesperado por firmarlo, le ponen enfrente un cheque, firmado para su canje, pero en blanco en la parte donde se lee la cantidad de dinero. Esa parte en blanco Linares la podía llenar con la cantidad de dólares que él quisiera. La respuesta de Linares otra vez fue un rotundo no. Ese episodio no es un mito. Linares se lo confirmó a LA PRENSA.

 

 

“Es cierto. Eso fue en 1985. Y bueno, para no alargar más el tema, aquí estamos con ustedes”, dice Linares en el estadio Flor de Caña, de Chichigalpa, donde desde hace una semana es el entrenador de bateo del equipo Tigres de Chinandega.

 

No fue la primera ni la única vez que Linares fue sometido a propuestas millonarias. Cada vez que jugaba en un torneo internacional era asediado por los representantes de los equipos de Grandes Ligas. En una ocasión los Yanquis de Nueva York, el equipo insigne de las Grandes Ligas, donde casi todos quieren jugar, le ofrecieron 40 millones de dólares solo por firmar, con el mismo resultado infructuoso.

 

En cambio, Linares jugó en Cuba desde 1982 hasta en el 2002, ganando en promedio un estipendio mensual que le daba el Gobierno de 600 pesos cubanos, equivalentes a unos ¡144 dólares al año!

 

En una entrevista que le hizo José Calazán Pérez, de Copabe, le preguntó por qué nunca quiso ser profesional, y Linares respondió: “Yo no dejaría a mi patria, mi revolución que me dio la oportunidad de estudiar y tener lo que tengo, mi familia, mis padres y mis hijos… por ningún dinero del mundo, vendería a Cuba, ni por tantas ofertas millonarias y por nada, se lo debo todo a mi revolución”.

 

El cuerpo técnico de los Tigres del Chinandega se ve fortalecido con la presencia de las estrellas cubanas Omar Linares (centro) como entrenador de bateo y Germán Mesa (Dcha.), como mánager.

 

La leyenda en Nicaragua

 

Moisés Flores, un joven pelotero del equipo profesional de los Tigres de Chinandega, está sudando la gota gorda en el estadio de Chichigalpa. Son las 11:15 de la mañana de este martes y es su segundo entrenamiento bajo el mando del cubano Omar Linares.

 

El próximo 19 de octubre empieza la Liga Profesional de Nicaragua y el Chinandega da los primeros pasos para llevarse el título: contrató a Linares para pulir a los bateadores y a otro grande del beisbol cubano, Germán Mesa, como mánager.

 

El entrenamiento es intensivo. Ese martes Moisés Flores había hecho un riguroso calentamiento, con sentadillas y pechadas incluidas, flexiones del brazo con un hule amarrado a la malla para fortalecer los hombros. Después corrió, corrió y corrió. Luego estuvo aprendiendo cómo batear hacia la izquierda, hacia la derecha, hacer que la bola se desplace a ras del suelo, pegar roletazos, cómo sostener el bate, en fin, fue un entrenamiento inédito para Flores.

 

“Lo que hoy hice nunca lo había hecho con ningún entrenador de bateo”, dice Flores.

 

Un nutrido grupo de espectadores se aglomera en el estadio de Chichigalpa para observar el entrenamiento del Chinandega, especialmente para ver a los cubanos. Hasta el alcalde Víctor Sevilla hace presencia unos minutos. Unos trabajadores de la Alcaldía de Chichigalpa comentan entre ellos la diferencia que hacen los cubanos. “Lo que me gusta de ellos es que están cerca de los jugadores. Mirá al manager (German Mesa) está allá con los pícheres y Linares está aquí con los bateadores. El mánager de antes se sentaba en el dogout, mientras los jugadores estaban entrenando”, dice uno de ellos, que tiene un machete en la mano.

 

Linares se sitúa inmediatamente detrás del home plate, mientras los jugadores batean la pelota que otro de los entrenadores se las pone lentamente. Algunos de los jugadores se muestran nerviosos, tensos, por la mirada del cubano.

 

El cubano es alto y recio. El más grande de los peloteros chinandeganos se ve pequeño a la par de él. En los pocos momentos que agarró un bate se le vio que aún a su edad, casi 45 años, batea mejor que el más hábil de sus pupilos nicaragüenses.

 

Linares es reacio a hablar con los periodistas. Parco. Parece como que si lo entrenaron para evadir a la prensa.

 

En el hotel donde se hospeda junto con Germán Mesa, ya no saben de dónde sacarán más agua de coco, pues es la bebida que todos los días y en varias ocasiones los cubanos piden para refrescarse.

 

Linares se levanta todos los días antes de las 4:00 de la madrugada para salir a correr con otras personas que lo llegan a traer al hotel. Está bastante gordo. Incluso, cuando el sol está que arde, entrena con una chaqueta manga larga y cerrada con el zíper hasta el cuello para sudar y quemar grasa. Linares dice a la revista Domingo de LA PRENSA que se engordó desde que dejó de jugar y abandonó los entrenamientos.

 

En Nicaragua tiene una misión junto con su excompañero en la selección de Cuba: a ser campeón de la Profesional del Chinandega.

 

“La gente (de Chinandega) me ha acogido bien. Me siento bien acá y vamos a intentar que los Tigres de Chinandega ganen el título, lo vamos a hacer con mucha dedicación y esfuerzo”, dice Linares, sentado en un sillón del hotel El Chinandegano.

 

Un jonrón antes de los 11 años

 

“Yo provengo de una familia bastante humilde”, es lo primero que dice Linares cuando lo entrevistamos en el estadio de Chichigalpa. Nació en San Juan y Martínez, en la provincia de Pinar del Río.

 

Su papá, Fidel Linares, era un pelotero destacado en Cuba, un “all-star” (todo estrella). Pero nunca obligó a sus hijos, Omar y Juan Carlos, a que le siguieran sus pasos en el beisbol.

 

A los 8 años, Linares se inclinó por el atletismo. Era veloz y se destacaba en los 60 metros planos y también los 60 metros con vallas. En un tiempo también practicó el baloncesto. Pero como él mismo lo dice: “Lo mío, tarde o temprano, era con el beisbol”.

 

En realidad, Linares jugaba beisbol desde que aprendió a caminar bien, junto con su padre, su hermano Juan Carlos, y sus amigos de la calle en que vivía. Fue hasta antes de cumplir 11 años que comenzó su entrenamiento formal.

 

“Un día, sin cumplir los 11 años, di mi primer jonrón con bate de madera en el estadio municipal. Esa noticia en un pueblo pequeño corrió rápido y sin apenas darme cuenta vinieron las pruebas de captación para la EIDE (Escuelas de Iniciación Deportiva), que en esa etapa eran tremendamente rigurosas”, relató Linares a la revista cubana La calle del medio.

 

Las EIDE son en Cuba las escuelas encargadas de la formación de los atletas para que alcancen un alto rendimiento. Los aspirantes tienen que comenzar en edades tempranas, bajo la supervisión y entrenamiento de personal especializado. En una de ellas, en la Ormani Arenado, se formó Linares, el mejor beisbolista amateur del mundo y una posible estrella de Grandes Ligas, si hubiera sucumbido a los cantos de sirena de los millones de dólares que le ofrecieron durante toda su vida deportiva y que nunca aceptó.

 

La clave para triunfar en el beisbol Linares dice que se la enseñó su papá: disciplina y dedicación, lo demás viene después. Linares tenía que vivir alejado de su familia en los días de semana, ya que se preparaba deportivamente en la EIDE y a la vez cursaba sus estudios académicos.

 

En lo que más se centraba Linares era en aprender a pegarle a la bola con el bate. Esa era su especialidad. “Darle a la bola en el instante preciso es un arte que se desarrolla con paciencia, trabajando muy duro a lo largo de años”, dijo Linares a La calle del medio.

 

Además, Linares se entrenaba con pasión, como si el beisbol era algo sagrado. Su preparación consistía en fortalecer la parte técnica, la táctica y el físico, asegura mientras degusta un cóctel de frutas que le sirve de almuerzo en el hotel donde se hospeda en Chinandega.

 

“El Niño” Linares

 

Linares no soñaba con llegar a ser el mejor beisbolista amateur mundial en la historia. Lo único que quería era llegar al beisbol mayor de Cuba, en la Serie Nacional. “Llegar a la Serie Nacional fue un logro, esa era mi meta”, dice.

 

El primer acercamiento lo tuvo cuando en 1982, cuando fue llamado para integrar la preselección juvenil que tenía previsto competir en el Mundial de Venezuela. Logró quedar en el equipo, en el que participaban peloteros de 17 y 18 años de edad, mientras él solo tenía 14 años.

 

Finalmente un equipo lo llamó para jugar la Serie Nacional, el Vegueros. En los primeros dos años el rendimiento no fue el mejor, pero luego iniciaría una cadena de 15 campañas consecutivas bateando sobre 300, incluyendo ocho por encima de 400, marca en el beisbol cubano y mundial.

 

Y, con poco menos de 18 años de edad fue llamado a integrar la Selección Nacional. Al ver la calidad que tenía como pelotero a tan poca, el narrador deportivo cubano Bobby Salamanca lo bautizó como “El Niño”, y así se quedó hasta hoy.

 

Linares dice que aún hoy en Cuba decir “El Niño” Linares es provocar un debate sobre quién ha sido el mejor pelotero de la isla, una polémica cuya balanza casi siempre se inclina a favor de él, respaldado por múltiples acciones en el campo deportivo, como los cuatro jonrones que le conectó en un juego de la Serie Nacional al equipo de Villa Clara, o los tres jonrones en el juego de la Final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.

 

¿Y usted cree que hubiese sido un grandes ligas?, se le pregunta. “Yo hubiera triunfado”, responde, mientras se apresura a terminar la entrevista, porque tiene mucho trabajo con el Chinandega. Hoy en vez de tener los millones de dólares dice que tiene el amor de su familia y la admiración del pueblo cubano, algo que vale mucho más que el dinero para él.

 

                   Difícil otro como Linares

 

   Omar Cisneros, mánager nicaragüense que se preparó en Cuba en los años ochenta y que ha dirigido a la selección pinolera, asegura que conoció a Omar Linares desde 1982 y que nunca ha visto a un beisbolista mejor que el cubano.

 

   “Omar (Linares) era uno de los bateadores más difícil de enfrentar. Podía batear cualquier cosa, desde un toque de bola hasta un jonrón”, dice Cisneros, quien señala que el cubano es una buena adquisición del Chinandega para esta temporada de la Profesional y será de mucha ayuda para los bateadores chinandeganos.

 

   El mánager nicaragüense recuerda que cuando fue scout de los Filis de Filadelfia, los jugadores de todos los países latinoamericanos tenían como máximo ejemplo a Linares, de quien asegura que los equipos de Grandes Ligas lo iban a firmar y a pasarlo directamente a la gran carpa, sin necesidad de que pasara por las categorías inferiores.

 

   “Como Omar Linares es difícil encontrar otro”, finaliza Cisneros.

 

La vida de Omar Linares

 

   Nace el 23 de octubre de 1967, en San Juan y Martínez, Pinar del Río, Cuba.

 

   Hijo del también beisbolista Fidel Linares y de Francisca Izquierdo.

 

   Se casó hace 17 años con Dianelys Mena. Tienen tres hijas: Samantha, Melissa y Melanie. Tiene una hija mayor que se llama Samira.

 

   A los 8 años de edad se inscribió en la EIDE Ormani Arenado, para practicar atletismo, pero a los 10 años se cambió al beisbol después que conectó un jonrón y las autoridades lo captaron para un entrenamiento especial.

 

   Tiene un hermano que se llama Juan Carlos, también beisbolista.

 

   A los 14 años es llamado a la selección juvenil que participó en el Campeonato Mundial Juvenil junior celebrado en Barquisimeto, Venezuela, en 1984.

 

   A los 15 años debuta en el beisbol mayor de Cuba, en el equipo Vegueros y desde entonces se le comenzó a llamar “El Niño”.

 

   En 1985 integró la selección mayor con la tarea de sustituir en la tercera base a la estrella Pedro José Rodríguez. Dejó la selección por voluntad propia a los 33 en el año 2001.

 

   Fue campeón nacional 5 veces, dos veces medalla de oro olímpico, seis veces campeón mundial, seis veces campeón intercontinental, cuatro veces campeón panamericano y cuatro veces campeón centroamericano y del Caribe.

 

   El 16 de junio del 2002 a la edad de 34 años y por voluntad propia se retira del deporte activo.

 

   Jugó tres años más en el beisbol japonés, con el equipo Los Dragones de Chunichi, convirtiéndose en el primer pelotero a quien el gobierno cubano le permitió jugar en el ámbito profesional.

Los rollos del voleibol cubano:

Morenas lejos del Caribe…

Miguel Ernesto Gómez Masjuán

28 de julio de 2013

 

Durante mucho tiempo fueron conocidas como las Espectaculares Morenas del Caribe. Bajo la dirección de Eugenio George, Antonio Perdomo y Luis Felipe Calderón (en distintos períodos), la selección cubana de voleibol fue indetenible, especialmente en la década del noventa. Tres títulos olímpicos consecutivos, dos campeonatos mundiales, dos Grand Prix, siete coronas panamericanas en línea ilustran cuán grande fue el dominio de una generación que tuvo en Regla Torres —reconocida como la mejor voleibolista del siglo XX— y Mireya Luis a sus dos grandes líderes.

 

Después, como tristemente sabemos, vino la debacle y, en la actualidad, el voleibol femenino cubano lo ha perdido todo (o casi todo), a tal punto que ni siquiera domina en su zona geográfica. ¿Las razones para tan profunda caída? Muchas, pero podríamos resumirlas en la incapacidad de adaptación al deporte contemporáneo. En otras palabras, al igual que sucede con el voleibol masculino, las jugadoras más talentosas ya no están en el Caribe y sí dispersas por diferentes ligas del mundo.

 

Esto no es nada nuevo, pero las “solicitudes de bajas” en el equipo nacional han aumentado notablemente. Las últimas en realizar esta petición fueron las pasadoras Ana Yilian Cleger y Lilianne Marcillán, por lo que la selección quedó, de repente, sin acomodadoras.

 

Ciertamente es muy difícil para cualquier cuerpo técnico obtener resultados cuando su plantilla es inestable y, además, cuando sabe que, quizás en un futuro no tan lejano, cualquiera de sus estrellas emergentes pudiera, también, “solicitar la baja”, para luego reaparecer, probablemente dos años después, en la nómina de algún club profesional.

 

Creo que todos han identificado el “problema”, pero lo que más me preocupa es la ausencia de decisiones que afronten, directamente y sin tapujos, el tema principal. Analicemos algunas declaraciones recientes de Eugenio George, ese formidable director técnico, sin dudas el más completo del siglo XX y quien ahora ocupa el puesto de presidente de la Federación Cubana.

 

De acuerdo con George, “ninguna liga foránea va a resolver nada, tenemos que trabajar en nuestro país deportistas, entrenadores, directivos, todos, en aras de rescatar los valores que han caracterizado a nuestro deporte”. A partir de estas palabras, entonces me parece que, por el momento, la inserción de jugadoras cubanas en ligas profesionales está “fuera del tablero de negociaciones”.

 

Además, supongo que con estas posiciones, pues también sigue en “línea de espera” la posibilidad de reincorporar al equipo nacional a voleibolistas que juegan (o lo harán próximamente) en el extranjero. La lista, como también sabemos, es larga e incluye a Giselle Silva, Yanelis Santos, Wilma Salas, Kenia Carcasés, Nancy Carrillo, Daimí Ramírez y Rosir Calderón.

 

Cualquier parecido con lo que sucede en el voleibol masculino no es mera coincidencia. Entonces, aquí tenemos el punto neurálgico del problema: la no utilización de todo ese talento que se formó en Cuba (incluso algunas brillaron con la selección nacional). ¿Por qué no utilizarlo? ¿Por qué no avanzar hacia posiciones que superen las diferencias y nos permitan disfrutar de nuevos triunfos de las que una vez fueron “Espectaculares Morenas del Caribe”.

 

Por lo pronto, el equipo nacional regresará al Grand Prix, pero en ese certamen su principal objetivo será “aprender” y “tomar experiencias”, dos frases que cada vez son más comunes en casi todas las modalidades deportivas que se practican en Cuba.

 

Algunos datos del Grand Prix:

 

Cuba ha participado en 18 de las 20 ediciones. De acuerdo con el diario Granma, las mejores actuaciones de las cubanas ocurrieron en el debut de estos certámenes, en Japón, 1993, cuando ganaron el título, y en el 2000, al repetir el primer escalón. No asistieron a las citas del 2009 y el 2010, mientras que sus peores actuaciones tuvieron lugar en 2003 y 2011, al finalizar en el onceno escaño.

 

En la vigésima edición, Cuba jugará contra Holanda, China y Bulgaria en el primer fin de semana; luego el equipo viajará a Ekaterimburgo, donde chocará contra Tailandia, Italia y las anfitrionas rusas. Después cerrará en Kazajstán, frente a Brasil, Holanda y las locales.

 

La selección estará liderada por la atacadora opuesta Yoana Palacios (22 años) y la central Rosanna Giel (18); mientras, como pasadoras debutarán Beatriz Vilches (18) y Dairilis Cruz (22) quien hasta hace muy poco era atacadora auxiliar. Completan al equipo: Melissa Vargas (¡de solo 13 años!), Jennifer Álvarez (19) y Sulian Matienzo (18), las centrales Daymara Lescay (20), Alena Rojas (20) y Heidi Rodríguez (20), y las líberos Emily Borrell (21) y Dayessi Ruiz (16).

 

Juan Carlos Gala se mantiene como director técnico y contará con el apoyo de Regla Torres y Wilfredo Robinson.

 

Pobres resultados en 2013 de la selección cubana:

 

Dos torneos en China, donde enfrentaron a las locales, Puerto Rico y Tailandia: el balance fue de 0 y 6

 

Copa Panamericana en Perú: finalizaron en el cuarto lugar y aseguraron un boleto para el Grand Prix de 2014

 

Copa Boris Yeltsin: cuarta posición entre seis participantes

Pollona

Iván García

25 de julio de 2013

 

Las cinco derrotas ante la selección universitaria de EEUU dejan en evidencia al béisbol cubano. Más que un formador de deportistas, el director Víctor Mesa es un dictador de la pelota

 

Nadie. Ni los fanáticos que asisten a la agitada peña deportiva del Parque Central en la parte vieja de La Habana, los apostadores de barrio o el seguidor más pesimista, hubiera pronosticado una barrida de la selección universitaria de Estados Unidos a la selección nacional de Cuba.

 

Las cinco derrotas propinadas por la novena norteña es una señal de las lagunas que afloran en nuestro béisbol. Una más. Desde que en 1987 se iniciaran estos topes anuales, cuando el martes 16 de julio pasada las 8 y 30 de la noche, en un abarrotado estadio Latinoamericano el zurdo matancero Jorge Luis Valdés ganó el primer encuentro, el match entre ambas escuadras era dominado por Cuba.

 

En las 11 versiones anteriores, los cubanos habían ganado 34 partidos frente a 23 Estados Unidos. Era otra época. Se jugaba con bate de aluminio y en calidad y cantidad la pelota nacional vivía su etapa dorada. Especialistas estadounidenses etiquetaban de Doble A a la Serie Nacional.

 

Y la selección de la Isla tenía calificación de Triple A, con un cuadro regular de potenciales Grandes Ligas. Los topes frentes a equipos universitarios de Estados Unidos eran el techo del béisbol cubano en ese período.

 

En los campeonatos mundiales, intercontinentales, panamericanos y centroamericanos, la poderosa novena cubana arrasaba a sus rivales amateurs a fuerza de jonrones siderales y un pitcheo de lujo.

 

En 1999 llegó el beisbol profesional a los torneos internacionales. No eran jugadores de cromos. Eran jóvenes promesas o descartes las que representaban a sus equipos, con la excepción de las novenas asiáticas que competían en Juegos Olímpicos o lides del orbe con peloteros de su primera liga.

 

La calidad subió varios cuerpos. Y la novena cubana mantuvo el tipo. Hombres como Omar Linares, Antonio Pacheco, Germán Mesa y Orestes Kindelán siguieron demostrando que eran jugadores de talla extra. Al retirar por decreto a una camada de más de 50 excelentes peloteros, el béisbol en Cuba comenzó a caer en cámara lenta.

 

Las fugas de peloteros estrellas como Kendrys Morales, Alexei Ramírez, Yoenis Céspedes, Aroldis Chapman y Yasiel Puig acentuaron el panorama sombrío. Desde 1991, casi 400 peloteros de todas las categorías han abandonado el país para competir en el béisbol rentado y administrar sus finanzas sin la injerencia del Estado.

 

Sus ausencias se sienten. No eran peloteros del montón. Y aunque Cuba sigue siendo una cantera formidable de beisbolistas, a día de hoy, cualitativamente estamos en declive.

 

Equipos como Industriales, históricamente la novena con mejor cuerpo de lanzadores, a causa de las múltiples fugas de pitchers, en su nómina actual no tiene un lanzador decente.

 

El último mohicano que les quedaba era Odrisamer Despaigne. A principios de julio abandonó la selección nacional en París. Santiago de Cuba, el sempiterno rival de Industriales y otro de los equipos grandes, ahora mismo es una novena mediocre. Las fugas de jugadores de clase la han transformado en un equipo de los últimos en la tabla de posiciones.

 

Si queremos analizar las causas de las cinco derrotas frente a los universitarios de Estados Unidos no podemos soslayar el pasado reciente. Solo un mentiroso, fanático intransigente al régimen o desconocedor del béisbol, puede decir sin sonrojarse que nuestra pelota no está en crisis. Sí lo está.

 

Y la peor noticia es que aún no hemos tocado fondo. No podemos analizar el béisbol local solo por la calidad de un grupo de peloteros. Debemos mirarlo en su conjunto.

 

El béisbol que se juega en la temporada cubana es un buen medidor de que andamos sin brújula. Los mismos errores de bulto de los managers en los juegos chiquitos, falta de concentración de los atletas, mal corrido de bases, no poner la velocidad en función de la ofensiva, lanzadores con rectas y rompimientos de categorías de cadetes, pésimo pensamiento técnico-táctico y bateadores con deficiencias notables en la mecánica de bateo, son algunas de las claves que lastran la calidad de la Serie Nacional y luego se trasladan a la selección.

 

Si la joven novena universitaria estadounidense pudo estafar 15 bases en 16 intentos, es el resultado de que la mayoría de los receptores tienen deficiencias defensivas.

 

En los clásicos apenas se utiliza el robo de base. Si el DT Víctor Mesa pierde cuatro partidos seguidos por una carrera, el análisis que debemos hacer es que es un mal manager en estrategias. Aunque tiene virtudes. Sabe sacarle el jugo a los peloteros. Dar el máximo de sí mismo. Pero su alocada forma de interpretar el juego lo hace cometer demasiados errores en partidos claves.

 

Sus críticas y aspavientos a los peloteros los presiona en momentos álgidos. Mesa no es un formador de deportistas. Es un dictador del béisbol. En Cuba nunca ha ganado nada, aunque ha tenido buen resultado con equipos de poco lustre como Matanzas.

 

Sus inesperados cambios de pitchers, el poco respeto por establecer una rotación de lanzadores, con abridores, estabilizadores, relevistas y cerradores, y el uso del robo de base o el toque de bola en momentos inadecuados, le han pasado factura a la hora cero.

 

Pongo un ejemplo. En el quinto partido frente a Estados Unidos perdía por 5 carreras en el octavo inning. Los bateadores emergentes le respondieron, y un jonrón de Lázaro Herrera con dos en bases acortó la diferencia. Con el juego 5 a 3, el siguiente bateador consigue una base por bolas. Con Irait Chirino, hombre proa al bate, y perdiendo por dos carrera y un out, ordenó un robo de base.

 

Resultado: el bateador se ponchó y el corredor fue capturado en el intento de robo. Con su mala estrategia sepultó la esperanza de remontar el partido. Los juegos reñidos lo ganan o lo pierden los managers. Claro que toda la culpa de las derrotas no son achacables a Víctor Mesa.

 

Con un bateo anémico de 179, solo tres extrabases, siete errores en fildeo y cinco errores mentales en el tiro a las bases, receptores que solo capturaron a un hombre de 16 intentos y malas estrategias del manager a la hora de producir carreras, dieron al traste con la victoria.

 

La selección nacional se ponchó 55 veces, 11 por partido. Demasiado. Del habitual equipo regular cubano solo estuvieron ausente Frederich Cepeda, José Dariel Abreu y Alfredo Despaigne.

 

El bateo de fuerza fue nulo. Dos dobles y un jonrón. Se desprende una conclusión lógica: los bateadores cubanos no están acostumbrados a un pitcheo que promedia entre 92 y 98 millas en su recta.

 

Lanzan en la zona baja, con un excelente comando de lanzamientos y varios tipos de bolas quebradas a buena velocidad. Si vemos los números, observamos que el tope de cinco juegos fue un match de pitcheo. Cuba promedió para 1.38 contra el impresionante 1.13 de Estados Unidos.

 

La ofensiva estuvo de lágrimas. Los nuestros batearon 179, 5 puntos más que sus rivales. La diferencia estuvo en el uso agresivo de la velocidad en las bases y que la escuadra norteña supo producir las carreras en el momento decisivo. Ésas fueron las claves para que Estados Unidos nos diera “pollona”.

Instalaciones deportivas:

se derrumban o desaparecen

Iván García Quintero

15 de julio de 2013

 

El Panamericano, el mayor estadio de campo y pista de Cuba, no tiene pizarra para brindar información a los espectadores.

 

En Centro Habana, al pie de dos surtidores gigantes de agua donde se abastecen camiones cisternas, existió una vez uno de los centros deportivos más emblemáticos de la capital.

 

Lo llamaban El Pontón. Era un polideportivo con una pista de atletismo, dos terrenos de béisbol, sala de judo, canchas de tenis y una piscina de 25 metros. Allí se iniciaron estrellas beisboleras como Rolando Verde o Enrique Díaz, el rey de las bases robadas. Si usted pasa por el sitio ya no verá los terrenos de béisbol ni la pista de atletismo.

 

Cuentan los vecinos que para evitar inundaciones, a la empresa Acueductos de La Habana en sus labores de drenaje no encontró mejor solución que convertir el lugar en un extenso campo de gravilla y maleza.

 

La piscina es una alberca hedionda repleta de trastes. De la política de tierra arrasada solo se salvaron las canchas de tenis. El Pontón ahora es un inmenso espacio yermo. Su deterioro no es una excepción. La mayoría de las canchas deportivas en la capital necesitan mantenimiento con urgencia.

 

En algunas entrenan y compiten estrellas del deporte. En el Estadio Panamericano, al otro lado de la bahía, entrenaba Dayron Robles, oro olímpico en 110m con vallas en Pekín 2008. Reiteradamente, Robles se quejó de las pésimas condiciones que tenía para entrenar.

 

El gimnasio de pesas presentaba filtraciones. Ladrones nocturnos y trabajadores del centro han desmontado piezas de mármol de las paredes, lámparas fluorescentes, equipamientos, tubos de las cercas y todo cuanto se pueda cargar.

 

El Panamericano, el mayor estadio de campo y pista de la isla, no tiene pizarra para brindar información a los espectadores. Casi en su totalidad, los asientos en las gradas son puro cemento. Al edificarse muy cerca del mar, con materiales deficientes, el salitre ha provocado daños en partes de su estructura.

 

Fue construido en 1991 con motivo de la celebración de los Juegos Panamericanos en La Habana. A pesar de una mano de pintura y una pista sintética nueva, la instalación donde entrena la crema y nata del campo y pista en Cuba, se encuentra en un estado lamentable.

 

Lo mismo ocurre con el centro bajo techo Kid Chocolate. Enclavado en el corazón de la ciudad, frente al Capitolio Nacional, fue diseñado para competencias de voly, baloncesto, balonmano o fútbol sala. Debajo del graderío tiene locales de adiestramiento a niños en la práctica de artes marciales. Fue edificado hace dos décadas. La marquetería de madera está destrozada. El tabloncillo necesita ser remozado. Los baños son un asco.

 

En la Ciudad Deportiva, sede del INDER y de la nomenclatura del deporte nacional, sus instalaciones y terrenos tienen mejor talante. Pero la mayor sala techada del país, con capacidad para 14 mil espectadores, hace dos años no puede acoger la liga mundial de voly por rotura en sus equipos climatizados.

 

El abandono también se observa en el antiguo estadio del Cerro, hoy Latinoamericano, emblema del béisbol cubano. Inaugurado en 1946, la instalación vive horas bajas.

 

El terreno de juego debe ser levantado para mejorar su drenaje e irregularidades. El ruinoso techo de zinc necesita ser sustituido, igual que las luminarias. Y dotar al segundo mayor estadio de pelota de América de una pizarra moderna y funcional. El Estado destinó un crédito para la reparación del Latinoamericano. Pero las obras marchan a paso de tortuga.

 

El deterioro también llega al Centro de Alto Rendimiento Cerro Pelado, donde se forman futuros campeones olímpicos. Las condiciones constructivas son deficientes. Los atletas residen hacinados en chapuceros edificios de cuatro y cinco pisos.

 

No es raro que un atleta de primer nivel en Cuba venda implementos deportivos como calzado, pelotas y guantes. Algunos, como la campeona olímpica de jabalina en Atenas 2004 Osleidys Menéndez, se han visto obligados a subastar por internet sus medallas.

 

En la escuela de iniciación deportiva (EIDE), ubicada en el municipio Cotorro, formadora de niños y adolescentes que sueñan con la gloria olímpica, existe un déficit de implementos deportivos de calidad, pésimos los terrenos, las piscinas no funcionan y la alimentación y alojamiento de los futuros atletas es precaria.

 

Si en la pirámide de alto rendimiento se observa desidia estatal y no aparece el presupuesto destinado a la reparación de instalaciones deportivas, qué queda entonces para los centros deportivos de base.

 

Consignas en los medios oficiales invitan a practicar deportes para mejorar la salud. Es loable. Pero los terrenos son auténticos pedregales. Pistas sin arcilla. Tableros de baloncesto sin aro. Piscinas convertidas en vertederos. Sin contar que adquirir ropa y calzado deportivo de calidad representa el salario de cinco meses de un profesional.

 

Mientras la mayoría de las instalaciones habaneras se derrumban ante la vista de todo, Eugenio, 43 años, hipertenso crónico, corre bajo un sol de plomo en el antiguo Pontón. Recuerda que en la enorme piscina, él y muchos alumnos de su escuela aprendieron a nadar. Treinta años después, se pregunta si un día volverá a funcionar.

Entérense, se acabó la esclavitud

Leonardo Calvo Cárdenas

19 de julio de 2013

 

Resulta realmente increíble que a estas alturas las autoridades cubanas estén discutiendo y cuestionando el derecho del campeón olímpico de Beijing 2008 y ex recordista mundial de 110 metros con obstáculos, Dayton Robles, a competir libremente. El joven atleta guantanamero, después de emanciparse hace unos meses de sus vínculos con la Federación Cubana de Atletismo, recomenzó entrenamientos y ha incursionado en los inicios de la temporada atlética bajo los colores de un Club de Mónaco perteneciente a la federación francesa del deporte rey, hecho que ha provocado la ira de las autoridades deportivas de la Isla.

 

El caso es que Dayron Robles, después de varios años de una brillante trayectoria deportiva decidió dejar de competir para poner fin así a una lamentable saga de inconsecuencias y desmanes con que el gobierno cubano afecta permanentemente los intereses de los atletas de alto rendimiento.

 

Siendo Robles estrella mundial, campeón y recordista, tuvo que sufrir, como tantos otros, el escamoteo sistemático de los recursos financieros obtenidos con sus actuaciones. A principios del año pasado, un reportaje televisivo de la periodista Julia Osendi trajo la historia increíble de las pértigas y canoas empantanadas en el puerto habanero varios meses después de concluidos los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. El mismo reportaje mostró al mismísimo Dayron Robles, visiblemente irritado, protestar con toda la vehemencia que le caracteriza por la ausencia de los compuestos recuperantes tan necesarios en el proceso de intenso entrenamiento.

 

Robles, quien a sus excelentes condiciones atléticas une su sencillez y buen carácter, amén de una esmerada educación que lo hace capaz incluso de responder a los periodistas en varios idiomas, hace pocas semanas convirtió un aparente y prematuro retiro en conflictivo regreso. El presidente de la Federación Cubana de Atletismo, Alberto Juantorena, ha emprendido una cruzada de protestas y reclamaciones ante las autoridades mundiales del deporte que ha vuelto a dejar al descubierto la naturaleza hegemonista e insensible de los gobernantes cubanos.

 

Juantorena, bicampeón olímpico de 400 y 800 metros planos en Montreal 1976, y ex recordista mundial de 800 y sempiterno aspirante a la Presidencia del Comité Olímpico Cubano (COC), ha reaccionado como el iracundo capataz de una dotación de esclavos ante la huida de valiosa “pieza”. El otrora estelar corredor exigió que se prohíba competir a Robles, por carecer de permiso de las autoridades cubanas, aunque el atleta ya posee licencia por haber causado baja de la Federación nacional.

 

Juantorena, que parece ampararse en la resolución del Comité Olímpico Internacional (COI) que exige un permiso del país de origen para que un atleta compita en citas estivales bajo otro pabellón antes de los tres años, se comporta como si Robles fuera un objeto, propiedad privada del gobierno de La Habana. El federativo cubano, con su comportamiento, nos recuerda que en 1978, como estudiante atleta, propuso la supresión del estipendio que recibían todos los estudiantes universitarios, para aportarlo entonces al XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, acción que por cierto lo convirtió por muchos años en la persona más odiada en las universidades.

 

Sin embargo, este funcionario, ahora enfrentado a los organismos rectores del deporte universal, es solo el rostro coyuntural de un sistema y una mentalidad esencialmente caracterizada por el desprecio a la dignidad y a los intereses de las personas.

 

El caso Dayron Robles es un capítulo más de esa triste saga de hegemonismo indolente, lo que ha generado durante más de veinte años el éxodo de cientos de talentos que han preferido buscar espacios en otras latitudes.

 

No debemos olvidar que la voleibolista Regla Torres abandonó el deporte activo muy poco tiempo después de haber sido elegida mejor jugadora del siglo XX. La saltadora Niurka Montalvo, después de contraer matrimonio con un ciudadano español, fue impedida de seguir compitiendo por Cuba y luego de ganar el campeonato mundial las autoridades aquí le negaron la posibilidad de participar en los juegos Olímpicos. Hace pocas semanas, los voleibolistas Wilfredo León ―quien desde niño se había convertido en un prodigio de este deporte― y Yoandry Díaz solicitaron la baja del plantel nacional y la respuesta oficial fue sancionarlos por supuesta indisciplina.

 

Los gobernantes cubanos son incapaces de reconocer que el mundo cambió y, sobre todo, que el valor que sustenta la modernidad es el respeto y la protección de los derechos e intereses fundamentales de los seres humanos. Autoridades de La Habana siguen considerando a atletas y profesionales como medios básicos ―termino que califica a los objetos útiles como propiedad institucional, cuidadosamente registrados e inventariados― siempre sujetos a control estricto.

 

En el momento en que el deporte profesional norteamericano comienza a dejar de ser un absurdo tabú en nuestras pantallas, en el momento en que los primeros peloteros autorizados por el gobierno coinciden, en los terrenos de la Liga Profesional Mexicana de Verano, con algunos jugadores cubanos todavía considerados desertores, el caso Dayron Robles desluce la jugada.

 

Ojalá Dayron pueda continuar su carrera con éxito y sin sobresaltos. Ojalá este nuevo y lamentable conflicto sirva para que los gobernantes cubanos entiendan de respeto alguna vez, para que podamos disfrutar y enorgullecernos de las actuaciones de los deportistas cubanos donde quiera que estén.

 

Montesinos3788@yahho.es

 

 

Paradojas cubanas: Entre la política y la necedad

Gustavo Arcos

19 de julio de 2013

 

Ante decenas de millones de espectadores, un cubano, Yoenis Céspedes, gana la competencia más espectacular en la Semana de las Estrellas del béisbol profesional norteamericano.

 

Otro, el cienfueguero Yasiel Puig, se convierte por vez primera en la historia de ese deporte, en recibir el premio al Mejor Jugador del Mes, siendo un novato. Puig ha implantado varios récords en apenas un mes de juego con los Dodgers de Los Ángeles, pero... nuestros medios deportivos no pueden hacerse eco del extraordinario paso de él y de otros como Aroldis Chapman, Yuniesky Betancourt, Kendrys o José Iglesias. El nombre de Cuba, gracias al trabajo profesional de estos atletas (donde por supuesto también ha intervenido su formación mientras jugaban en la isla), se ha mencionado como nunca por estas semanas en las Grandes ligas, pero en nuestra isla el Instituto Nacional de Deportes y Recreación (INDER) mira hacia otro lado.

 

¡Tuvieron que pasar 53 años para que en nuestra televisión se volviera a hablar y sobre todo transmitir (con previa edición) béisbol profesional! ¿Más vale tarde que nunca? Pero la estupidez, no ha sido superada. Aún queda bastante de ella por todos los rincones. Directrices institucionales de manera ridícula, obvian, censuran o extirpan de los récords, las extraordinarias jugadas de los nuestros en ese y otros circuitos. Podemos ver a venezolanos, dominicanos o japoneses, pero no a los cubanos. Para los censores, los aficionados no tenemos derecho a la admiración, el orgullo, ni el goce.

 

Alberto Juantonera y el INDER le niegan a Dayron Robles toda participación internacional no solo bajo el nombre de Cuba sino de cualquier otro club. Dayron por voluntad de estos funcionarios se ha convertido en un nómada, un NO hombre y un NO atleta. Como otros, está preso de la política y la necedad. Mientras, el propio hijo de Juantorena se convierte en la estrella del volley en Italia, donde también se destacan cubanos y cubanas, cuyos nombres, por decreto de nuestros ideólogos, han sido borrados y sus carreras negadas. Cada día escuchamos y leemos el punto de vista oficial sobre el éxodo, la deserción o la emigración de nuestros atletas, pero los medios jamás nos dan la posibilidad de que los implicados y “acusados” respondan y expongan sus puntos de vista. El Estado cambia ¡al fin!, la política migratoria, pero el INDER vive fuera del Estado, es otro país que se rige por otras leyes y conceptos.

 

Víctor Mesa insulta de forma sistemática a la prensa, los aficionados, los árbitros y a sus propios jugadores, pero sigue siendo el director del equipo Cuba. Higinio Vélez lleva más de 10 años al frente del beisbol nacional y aunque no ha logrado ni un solo éxito relevante en su gestión, sigue teniendo las riendas del mismo. El deporte cubano ha cedido en todas y cada una de las disciplinas. Países sin desarrollo, ni tradición deportiva, son capaces ahora de vencernos. Belice puede ser hoy un rival en fútbol, Irán nos vence dos veces en voleibol y Curazao puede ofrecer resistencia a nuestro equipo nacional de beisbol. Todos los deportistas del planeta juegan con normalidad en ligas, clubes, equipos y torneos fuera de sus naciones de origen, desarrollando al máximo sus talentos y habilidades. La mayoría de ellos, cuando llega el momento, representan con dignidad y emoción, también a sus países. Solo los cubanos son marginados e imposibilitados de hacer esto. Entrampados en el juego de la política y la ideología, para la prensa oficial y los dirigentes, todo atleta que compita fuera de Cuba, sin la autorización del INDER, no existe, no es legítimo, deja de ser cubano.

 

Triste y patética la posición del INDER y de los que más arriba o abajo, toman tan absurdas decisiones. Son justamente muchas de esas posturas las que motivan la partida de nuestros jóvenes y talentosos atletas.

 

Ellos, dejarán de ser del INDER, pero lo que nunca dejarán de ser es CUBANOS.

Nancy Carrillo de la Paz

Después de ganar medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 2004 y unos cuantos premios individuales, Nancy Carrillo renunció a la selección cubana en 2009. Tuvo que permanecer inactiva durante 2 años (norma del régimen cubano), trabajó en una farmacia en Cuba para ganarse la vida y aumentó de peso (20 kilos) antes de que la tiranía castrista le permitiera salir de Cuba. Tuvo un breve paso por la liga brasileña, pero había un problema con su transferencia. Carrillo esperó unos meses hasta que firmó un contrato con el club suizo Volero Zurich, para la temporada 2012-2013, siendo tan bueno su desempeño que el club suizo le prorrogó el contrato por otros 5 años.

Otro beisbolista cubano

deserta de la selección nacional

Maye Primera

18 de julio de 2013

 

El lanzador Misael Siverio huyó este martes, dos días antes de que el equipo participara en una serie de cinco juegos amistosos en Estados Unidos.

 

Misael Siverio no lanzará para la selección cubana de beisbol cuando, este jueves por la noche, se enfrente a Estados Unidos en el Principal Park de Des Moines, en la ciudad estadounidense de Iowa, en el primero de una serie de cinco juegos amistosos programados a partir de hoy. El pitcher, de 24 años, desertó el martes y planea quedarse en Estados Unidos. Es el segundo pelotero cubano que abandona el equipo en menos de un mes. Como otros tantos cubanos, que han huido antes, Siverio espera jugar en las Grandes Ligas.

 

“Dejar atrás lo de uno no es fácil, pero esta es una decisión que la pensé mucho y la tomé por mi futuro y por mi familia. (…) Mi sueño, por supuesto, es llegar a las Grandes Ligas, y a partir de ahora comenzaré a dar los pasos necesarios para lograrlo’’, dijo Siverio al diario de Miami El Nuevo Herald, unas horas después de escapar del hotel donde se alojaba el equipo, en la ciudad de Des Moines. Su plan inicial es viajar este jueves a Miami, donde aspira conseguir un representante para seguir su carrera como agente libre.

 

La selección de Cuba llegó a Iowa el lunes por la tarde para participar en cinco partidos amistosos contra el equipo universitario estadounidense. Las series amistosas de beisbol entre Cuba y Estados Unidos fueron retomadas en julio de 2012, en La Habana, después haber estado suspendidas durante casi dos décadas. “Recibir a Estados Unidos en 2012 fue la culminación de un trabajo arduo por parte de Estados Unidos y Cuba”, dijo esta semana Antonio Castro, hijo del líder cubano Fidel Castro y médico de la selección. El equipo cubano no viajaba a EEUU desde 1996.

 

Los periodistas deportivos describen a Siverio como “dueño de una pronunciada curva”, que es “su arma más letal”. Es también el segundo lanzador que abandona la selección en menos de un mes. “Trascendió que el lanzador capitalino Odrisamer Despaigne Orué, uno de los miembros del plantel y potencial abridor en la lid holandesa, desertó de las filas cubanas durante la escala del conjunto en el aeropuerto Charles de Gaulle de París, Francia”, anunció el diario Granma tras la huida de Despaigne, el 29 de junio pasado, quien viajaba a Holanda para participar al Torneo de los Puertos de Rotterdam.

 

Otros peloteros cubanos ya lo habían hecho y ahora triunfan en las Grandes Ligas. Al menos 18 de estos jugadores están en las principales listas de las mayores. Yoenis Céspedes tiene 27 años, es jardinero de los Atléticos de Oakland ,y este lunes por la noche ganó el Derby de Jonrones en el Citi Field en Nueva York. Aroldis Chapman desertó en 2009 y en 2010 firmó con los Rojos de Cincinnati. Yasiel Puig dejó la isla en 2012 y ese mismo año ganó un contrato de 42 millones de dólares para jugar siete años con los Dodgers de Los Ángeles. “Quiero esforzarme al máximo para seguir el mismo camino de ellos’’, dice Misael Siverio, quien desde el año pasado buscaba una oportunidad para desertar.

Fuga perpetua

Héctor Antón

21 de junio de 2013

En prever está el arte de salvar

José Martí

 

El deporte aficionado como estratagema política sucumbió. En el camino quedaron muchos atletas, pero son más los que se preparan para desafiar el nuevo futuro

 

Un mediodía candente de 1993, sentado frente al colchón del Centro Voluntario Deportivo José Martí del Vedado, el exluchador Daniel Pozo reconocía: “El deportista cubano es el más honesto del mundo”. Inquietaba esta sentencia de quien fuera una esperanza del pasado, ya sin privilegios, mientras impartía clases a gladiadores en taparrabos con ansias de montarse en un avión. La charla recreaba una lección de autoengaño para esa pléyade de figuras que debían vivir con poco, dedicar sus triunfos al comandante en jefe y rechazar ofertas millonarias supuestamente incomparables al calor de su gente.

 

En ese entonces, los pilares de la quimera pos59 descansaban en ofrecerle la oportunidad de alcanzar el podio olímpico a diamantes en bruto de origen humilde provenientes de todos los rincones de la Isla. Ya el tenis de campo no era el deporte blanco o hobby de la rancia aristocracia habanera. Los gánsters americanos no podían apostar por la sangre hambrienta encima de un cuadrilátero. Un mundo feliz se diseñaba “con todos y para el bien de todos”.

 

El deporte se había convertido en un derecho del pueblo. La masa podría entrar y desahogarse en salones limpios de vestuarios y prendas lujosas. Los privilegios se limitaban a una cuestión de principios. Todo marchaba al compás del sueño compartido por una multitud agradecida. Hasta que un día los hijos pródigos amanecieron transformados en hijos bastardos de la patria, renunciaron a una fidelidad simbólica y comenzó la estampida.

 

Rompiendo el estambre

 

¿Quién fue el primero en incitar la rebelión de los inconformes maniatados por la tiniebla igualitaria del orden revolucionario? El pesista —devenido en célebre fisiculturista— Sergio Oliva, la tenista negra Aleida Spex, un militante-símbolo de la juventud comunista como el primer latinoamericano plusmarquista mundial en levantamiento de pesas Roberto Urrutia, el pelotero René Arocha… Es difícil sintetizar los factores políticos, económicos y humanos que han permitido establecer una marca insuperable: Cuba ostenta el récord mundial de atletas desertores.

 

La tierra natal del esgrimista Ramón Fonst, el ajedrecista José Raúl Capablanca o el boxeador Eligio Sardiñas (Kid Chocolate) ha visto partir a sus titanes del coliseo apelando a todas las vías posibles de escape: desde el artefacto marítimo hasta ganarse la visa estadounidense en una lotería —guardando prisión en la Base Naval de Guantánamo— o disfrazándose de mujer para burlar a los cancerberos del Aeropuerto Internacional José Martí, evidencia de un bastión tan inexpugnable como vulnerable.

 

Se trata de una épica bochornosa que se evoca con una mezcla de tristeza y admiración. Las trampas ideológicas devienen un signo de la esclavitud moderna. Rebasar la línea del horizonte personifica una transgresión emancipadora, alternativa seguida por millares de cubanos que brillan o sobreviven desperdigados por el mundo.

 

Mil y una razones para estar de acuerdo

 

Basta revisitar el documental clandestino KnockoutKuba (2009) para quedar atrapados entre las cuerdas. Darsi Ferrer Ramírez y Manuel Benito del Valle entrevistaron a once glorias del boxeo (y también a sus familiares) que decidieron quedarse en Cuba. Este material tuvo su premier nacional en la sede del proyecto Estado de Sats, bajo un intenso cordón policial, a raíz de la Olimpiada de Londres-2012.

 

El testimonio es amargo. Un espejo de impaciencia que añoran destrozar quienes actualmente demuestran credenciales sobre el ring y ponderan en silencio los éxitos de estrellas fugadas como Joel Casamayor, Guillermo Rigondeaux o Yuriorkis Gamboa, quien antes de escapar llegó a vender a un coleccionista su medalla de oro olímpica ganada en Atenas-2004 para resolver una necesidad familiar.

 

Enrique Regüeiferos batalló contra el cáncer mientras pudo, olvidado en un humilde cuarto de La Habana. Douglas Rodríguez (fallecido en el 2012) vendió los muebles sanitarios de su casa para beber. Ángel Herrera se gana la vida rentando su viejo automóvil a terceros para que se use de taxi ilegal. Tullido de medio cuerpo, el bicampeón olímpico y mundial, entre las cuatro paredes de su apartamento en Alamar, recuerda el tiempo de sus hazañas con orgullo. Mirar hacia atrás es suficiente para evitar una humillación del presente.

 

'Todos aquellos atletas que dieron tantas pruebas de lealtad a su patria ocuparán el lugar digno que les corresponde en la sociedad' (Fidel Castro. La Habana, 4 de mayo de 1999)

 

¿Quiénes tienen la culpa de que estas palabras del “máximo líder” retumben ya como un eco lejano? ¿Quiénes son los que roban, mienten y no aman a Cuba en nombre de convicciones que ocultan en el búnker de su falsa conciencia? ¿Por qué los voceros de la corrupción ajena no informaron sobre la causa de que el Comisionado Nacional de Voleibol Raúl El Mago Diago fuera sustituido de su cargo por supuestas irregularidades financieras? La contracara del deporte cubano es la trayectoria de un rumor que se lee a manera de culebrón detectivesco.

 

Como lo advertía el magíster del absurdo teatral Virgilio Piñera: “Los chismes son más instructivos que la historia almacenada en tomos”.

 

El crimen de una ilusión

 

La caída del Muro de Berlín y el derrumbe del campo socialista marcaron un punto crucial para que el deporte cubano quedara más aislado y solo. El paripé amateur se hizo evidente con la participación de atletas sufragados por el Estado en ligas profesionales. Un amago de apertura que reveló las contradicciones del mecenazgo estatal y su cobro de altos porcientos en las ganancias “personales”. Ello provocó la huida de numerosos voleibolistas rumbo a Europa, donde juegan profesionalmente en Bosnia, España, Rusia o Italia.

 

Sin embargo, existe un porciento notable de atletas que se acogieron al exilio por motivos similares a los del ciudadano común. Querían irse del país, aunque dicha opción les costara abandonar el deporte. Muchos pusieron en peligro sus vidas y las de sus familias cuando la denominada “crisis de los balseros”, en el verano de 1994. No todos abrieron los ojos cuando tenían veinte años, como el lanzador Liván Hernández, ni ostentan hoy cuatro anillos en Series Mundiales de Grandes Ligas como su medio hermano El Duque.

 

Ser víctima de la política no implica transformarse en un político hábil en los ardides del cálculo. Aquí pudieran hallarse los equívocos de quienes ejercen más los músculos que un cerebro maquiavélico. La honestidad (o, mejor dicho, ingenuidad) de una mente ordinaria se revierte en una pistola caliente.

 

Cada paso atrás en el deporte cubano ha venido acompañado del éxodo de sus artífices. Ahí están los ejemplos del baloncesto masculino, el boxeo, el atletismo, la esgrima, la gimnástica o los sobreprotegidos peloteros. Según una estadística oficial: veintiocho lanzadores de la capital han desertado en el último ciclo olímpico. Articular un cuerpo de pitcheo estable se vuelve imposible entre fugas y desencantos. El descalabro de Industriales en la 52 Serie Nacional de Béisbol (2012-2013) no hubiera sido tal de conservar en su nómina a serpentineros como Armando Rivero, Yoán Socarrás, Gerardo Concepción o Antonio Romero.

 

Por su parte, el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) ha establecido un sistema de pago en moneda convertible y estímulos adicionales para quienes lo merezcan por su combatividad política o méritos atléticos. Otra “salida de lujo” es prestar ayuda técnica en terceros países, una negociación controlada por el Estado y vista como tabla de salvación por veteranos “confiables”.

 

Tampoco faltan las estrellas pasajeras o los soplones carismáticos que poseen viviendas decorosas, así como prospectos frustrados sin un garaje donde guardar sus vehículos de la era soviética. A los pejes gordos de la nomenclatura no les interesa el mal de parkinson postpugilístico sufrido por Jorge Luis Romero sin un medio de transporte que lo lleve al hospital. Cinco veces cayó a la lona y cinco veces se levantó Romero ante la pegada demoledora del puertorriqueño Wilfredo Gómez en la final del Campeonato Mundial de La Habana-1974. Qué importa la salud actual de un fidelista consumado por el olvido.

 

En lo que perdura esta agonía, el triunfalismo de los caballeros de la Mesa Redonda no cree en lágrimas. En fecha reciente, el Doctor en Ciencias Pedagógicas Alcides Sagarra presentó en televisión un retablo de “protagonistas mudos” de su legado como entrenador-jefe de la Escuela Cubana de Boxeo. Hicieron acto de presencia el mencionado Ángel Herrera, Félix Savón, Emilio Correa y Armandito Martínez, entre otros. Un muestrario de los avances conseguidos por nuestra robótica en la esfera deportiva.

 

De cara al futuro inmediato

 

Una legión de insignias forjadas en el seno de la revolución se resiste a confiar en impredecibles o tardías rectificación de errores. Resaca de una perestroika materializada en un tonel de vodka añejado por la amnesia.  

 

Con sus audacias y torpezas, los atletas cubanos dan la impresión de corear que la vida es muy corta y el socialismo real (o irreal) demasiado largo. “La gente se cansa” —repite un fanático de la esquina que bebe para olvidar. “Un hombre decepcionado es un posible traidor” —susurra un intelectual de gabinete.

 

Dayron Robles abandonó la selección nacional de atletismo. Su ex-entrenador Santiago Antúnez se acogió al retiro. Luego declaró que Dayron estaba muy disgustado. ¿De qué se resentía el titular olímpico de Beijing-2008? ¿De continuas lesiones o por falta de atención gubernamental hacia su persona? Tal parece una coartada destinada a sobrevolar con fortuna renovados obstáculos. Ojalá que el controvertido vallista y su fiel preparador no terminen ninguneados por el costo de su maniobra, como le ocurrió al saltador de longitud Iván Pedroso, nueve veces monarca del orbe y vencedor en la Olimpiada de Sídney-2000.

 

Un desvío similar al de Robles escogieron los voleibolistas Wilfredo León y Yoandri Díaz, quienes provocaron irritación en las autoridades. Ante el compromiso de la Liga Mundial, les denegaron la baja del equipo y, en represalia, los expulsaron por indisciplina grave. Alguien comentó que todavía no han indemnizado al INDER cuanto se gastó en su formación deportiva.

 

Dayron Robles (Guantánamo, 1986) o Wilfredo El Bebé León (Santiago de Cuba, 1993) encarnan el futuro deseado por jóvenes dispuestos a evadir el soborno emocional de los complejos de culpa, vindicado por sus padres adoptivos o garroteros consecuentes. Ahora deberán sortear los escollos que implica la ejercitación del libre albedrío en el “momento inadecuado” como algo natural, sin considerar el efecto rebote propio de un sistema que calca la relación entre militarismo y deporte en la antigua Grecia.

 

Hay que soltar al talento hecho en Cuba para que se mida en circuitos profesionales y pueda volver sin traumas a casa como lo hacen venezolanos, nicaragüenses o dominicanos. No importa que estos puños y piernas rentadas —y rentables— sientan o no orgullo de representar los colores patrios en campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos.

 

Ya no rueda por la garganta esa píldora vencida de que el abrazo de un jefe de Estado o la popularidad se equiparan a millones de dólares capaces de proporcionar una vida y una vejez honorable, nada incompatibles con el cariño de los aficionados. El deporte amateur como estratagema política sucumbió. La Reforma Migratoria implementada por el Gobierno, en vigor desde enero, ofrece un alivio pírrico: los traidores de hoy deberán esperar ocho años para regresar al país como bienvenidos traidólares.

Yasiel Puig's First Two Major League Home Runs

Will Yasiel Puig Be a 2013 MLB All-Star?

Yasiel Puig's First Carrer Dodger Grand Slam

Fantasy baseball Roundtable: What's Yasiel Puig's trade value?

 “Yasiel Puig may be one of the best fantasy players for years to come, increasing value in keeper leagues”.

 http://sportsillustrated.cnn.com/fantasy/news/20130703/fantasy-baseball-roundtable-yasiel-puig-justin-verlander/

 

Yasiel Puig fue elegido Jugador y Novato del Mes de junio en la Liga Nacional.

 

José Iglesias fue seleccionado Novato del Mes de junio en la Liga Americana.

 

Véase el extraordinario rendimiento de Yasiel Puig

http://espndeportes.espn.go.com/tv/programas/redes/blog?entryID=1836106&name=redes&cc=5800

 

Yasiel Puig disputará el último puesto

de la Liga Nacional para el Juego de las Estrellas

Vote para que Yasiel Puig vaya a ese juego

http://mlb.mlb.com/mlb/events/all_star/y2013/fv/ballot.jsp?tcid=ASG13_HP_MW

José Fernández y Aroldis Chapman

fueron elegidos para el Juego de las Estrellas de 2013

José Fernández, abridor de los Marlins de Miami

Aroldis Chapman,

cerrador de los Rojos de Cincinnati

Aroldis Chapman lanzó a 105 millas por hora

24 de septiembre de 2010

Life just beginning for Cuban pitching phenom

Ihosvany Hernández

Taismary Agüero recibió el permiso

para entrar a su patria

después de la muerte de su madre

La Storia di Taismary Agüero

(Parte I)

La Storia di Taismary Agüero

(Parte II)

Yasser Portuondo

Osmany Juantorena

Alain Roca

Robertlandy Simón

Leonel Marshall

Raydel Hierrezuelo

Rolando Jurquín Despaigne

Deserciones sin fin en el deporte cubano

Iván García Quintero

ivangquintero@yahoo.es

29 de junio de 2012

 

El gobierno arma su barullo. En un artículo reciente, Granma acusó de terrorista a un abogado cubano-boricua. Según el diario, alentó las deserciones de cinco jugadores de baloncesto, casi la mitad del equipo de la selección nacional.

 

Unos meses atrás, Edmundo García, reportero cubano radicado en Miami, publicaba en el periódico La Calle del Medio un análisis del desengaño sufrido por la mayoría de los peloteros que abandonan su patria. García usó argumentos razonables, pero miopes.

 

Todos los deportistas profesionales no pueden ser Lionel Messi, Albert Pujol o Rafa Nadal.  Como en cualquier sector de la vida, hay personas talentosas, simples empleados y gente mediocre. El punto no es si de los más de 300 peloteros que han abandonado Cuba desde 1991 sólo el 15% ha podido jugar en Grandes Ligas.

 

No. De lo que se trata es de que cada deportista está en su derecho de intentar competir al más alto nivel. Luego, si fracasan, existen otras competiciones de menor calibre donde probar fortuna. En cualquiera, ya sea jugando baloncesto en Uruguay o béisbol en la liga profesional de Italia, los salarios son cien veces superiores a los devengados en Cuba. Es lógico que el régimen se preocupe por el goteo incontrolable de deserciones. Ha invertido dinero y tiempo en formar atletas de alto rendimiento.

 

Lo peor es que no tienen manera de frenarlo. De nada vale llenar las delegaciones deportivas de agentes secretos para desalentar las huidas. Los deportistas se las ingenian para evadir la vigilancia y los controles. Granma no dice que el motivo de los atletas para abandonar su país es simple: quieren ser profesionales y ganar salarios acorde a su calidad.

 

Mire usted, en Cuba un medallista de oro olímpico gana el equivalente a 300 dólares mensuales. Comparado con un obrero, su salario es 15 veces más alto. Pero cuando ese deportista mira hacia sus homólogos en otras partes del mundo, lo que gana es una miseria.

 

Si eres una estrella como el luchador Mijaíl López o el pelotero Yulieski Gourriell, te autorizan a comprar un auto chino. Con 300 dólares en la isla se puede desayunar café con leche y tener dos comidas abundantes al día. Los fines de semana puedes acudir a discotecas de calibre. Poco más.

 

Los deportistas que devengan 300 dólares al mes son los menos. La mayoría compite todo el año como si fuese un profesional y, cuando pasa por el cajero, cobra un salario de obrero.

 

A más de un atleta ya retirado, y que en su día fue destacado, usted se lo puede encontrar fumigando por las casas en la campaña contra la epidemia del dengue. O como porteros y personal de seguridad en hoteles cinco estrellas.

 

Es cierto que cuando un pelotero de nivel como Yoennis Céspedes llega a la gran carpa, de su salario millonario se le descuentan los gastos ocasionados en su preparación. Reste todo lo que quiera, y al final, pregúntenle a Céspedes si no está satisfecho con su paga.

 

Intentar frenar el éxodo de jugadores con el argumento de que no todos llegan al estrellato, es insultar la inteligencia de un deportista. Ellos son los primeros en reconocer que el deporte profesional no es cosa de coser y cantar. Muchos de los que se marchan no son siquiera atletas de primer nivel. Pero piensan en grande. Quieren ser libres, firmar por clubes rentados y ganar un salario decoroso.

 

A ningún atleta se le debe negar la posibilidad de probarse. Si fracasa, y si así lo desea, debiera permitírsele regresar a su patria. El régimen del general Raúl Castro ve la contratación de deportistas como una batalla solapada para descalificar el sistema político cubano.

 

Puede que haya algo de eso. Pero es un fenómeno que atañe al deporte mundial. Cientos de futbolistas brasileños prueban fortuna en ligas europeas. Unos triunfan, otros fracasan. Al retornar a Brasil, si pueden, se contratan en clubes de su país. De lo contrario, deben buscarse un oficio o profesión.

 

Quiéralo o no el gobierno de los Castro, el deporte es un negocio. Y los atletas cubanos con calidad desean competir al más alto nivel. La vida útil de un deportista es corta. En el béisbol, a los 38 ó 39 años, todavía se pueden tirar unos cartuchos. En otras disciplinas pasado los 30 ya eres un veterano.

 

No es lo mismo jubilarse con una cuenta en el banco de unos miles de dólares o euros, que retirarse sin siquiera una despedida pública, como viene aconteciendo en Cuba, después de varios años de trabajo con niños, cobrando un salario mínimo en una devastada aérea deportiva municipal.

 

Si el deporte en la isla anda de capa caída no es debido al acoso de los “mercaderes” o scouts profesionales. El gran culpable es el régimen verde olivo.

 

Al no autorizar a los deportistas que compitan libremente en un club profesional, la única puerta que les deja abierta es la del destierro. A día de hoy, las autoridades deportivas cubanas le están haciendo la faena gratis a las sucursales de Grandes Ligas. O a la liga italiana de voleibol.

 

Tantas deserciones han pasado factura al deporte cubano. En las olimpíadas de Beijing quedamos en el lugar 22. En la cita londinense no espere más.

 

Hasta el campeón de las vallas cortas, Dayron Robles, con solo 26 años, piensa retirarse después de Londres. Y es que entrenar en condiciones anormales y ganar sueldos miserables desalienta a las luminarias del deporte en Cuba.

 

Por vez primera en 48 años, ningún equipo cubano de deportes colectivos estará en unos Juegos Olímpicos.

 

Las deserciones prometen no detenerse. Y no es que en otras naciones todo sea fácil para un atleta. Pero pueden ganar salarios decentes. Algunas veces de seis ceros.

Cuba teme por el futuro de su voleibol

EFE

5 de febrero de 2002

 

LA HABANA.- Un clima de incertidumbre reina entre muchos aficionados cubanos sobre el futuro de su voleibol masculino, tras las recientes deserciones de seis importantes miembros del principal elenco de la isla.

 

Ihosvani Hernández, ex capitán del plantel cubano, Jorge Luis Hernández, Iaseer Romero Mayeta, Leonel Marshsall, Ramón Gato y Angel Dennis abandonaron el cuadro cubano tras concluir un torneo en Amberes (Bélgica), a finales de diciembre último.

 

Estas importantes figuras del denominado “deporte de la malla alta” cubano, decidieron no regresar a su país debido a sus intenciones de desempeñarse, según sus propias palabras, en la “Liga Italiana” de voleibol, considerada como una de las más fuertes y mejor pagada del mundo. Luego de transcurrir un poco más de un mes de estas deserciones, las autoridades deportivas cubanas no han hecho ningún comentario al respecto.

 

“De momento no se emitirá ninguna declaración oficial sobre el tema”, dijo recientemente a Efe una alta fuente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), de Cuba, que prefirió el anonimato. Por su parte, la prensa especializada local, oficialista, tampoco ha hecho ningún comentario sobre el asunto.

 

Pero la destitución de Gilberto Herrera, anunciada el 24 de enero pasado por el diario “Juventud Rebelde” sin siquiera mencionar su nombre ni las motivaciones de su despido, ha sido interpretado por los analistas como “la respuesta inmediata” a la “fuga” de los seis voleibolistas antillanos. Herrera, considerado como el entrenador del voleibol masculino cubano “más cotizado”, prestó su experiencia y talento con éxito en esta disciplina en España, Turquía y Grecia. Poco antes del inicio de la Liga Mundial pasada y teniendo en cuenta el “descalabro” de los antillanos en la edición precedente de esa velada, las máximas autoridades del Inder entregaron el bastón de mando a Herrera para intentar mejorar sus resultados en la arena internacional.

 

Su nombramiento al frente de los locales creó una sensación de “alivio” y de “esperanza” entre los millones de aficionados locales a este disciplina, que después del béisbol y el boxeo, es una de la mas seguidas, pero que terminó un año después. Herrera fue sustituido por el técnico Eliseo Ramos. La otra respuesta más reciente sobre el tema, según los entendidos, la dio el pasado sábado Felipe Pérez Roque, ministro cubano de Relaciones Exteriores, en la premiación de los deportistas más destacados del año 2001.

 

Los especialistas de este deporte no sólo lamentan la deserción de los seis jugadores -a los que el gobierno de Fidel Castro siempre atendió sus necesidades principales, como el otorgamiento de coches, casas y una parte de las ganancias en dólares-, sino también la posterior destitución de Gilberto Herrera y lo que ambos hechos representan para esa disciplina en el país. “Las seis deserciones tienen un peso muy grande en el desarrollo ulterior del voleibol cubano, que se hará más evidente con la salida de Herrera del plantel”, según coinciden los especialistas.

 

La próxima Liga Mundial, el Campeonato Mundial de Argentina y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador, en noviembre próximo, figuran entre los principales compromisos del voleibol cubana en el presente año.

 

 

 

Desertan deportistas cubanos

Fernando Ravsberg

3 de enero de 2002

 

Los aficionados al deporte de Cuba -que son la mayoría de la población- están de luto por la pérdida de gran parte de la selección nacional de voleibol, que decidió quedarse en Europa.

 

Seis de las principales figuras de este deporte decidieron abandonar la selección y viajar a Italia para integrarse a jugar como profesionales en la liga de ese país.

 

Solo regresaron a la isla dos de los jugadores regulares del equipo por lo que ahora Cuba deberá partir prácticamente de cero para reorganizar la selección nacional.

 

¿Por qué se van?

 

Varios de estos deportistas jugaron en la Liga Italiana de voleibol pero en el año 2000 las autoridades cubanas se lo prohibieron aduciendo que regresaban demasiado cansados al país.

 

Tal decisión produjo malestar entre los deportistas ya que su participación en Italia les daba la posibilidad de competir contra jugadores de su nivel y les permitía ganar mucho más dinero.

 

Hay que tener en cuenta que en Cuba todo el deporte es amateur por lo que los deportistas de alto rendimiento perciben el mismo salario que recibían en el centro de trabajo de donde provienen.

 

Amateur vs. profesional

 

El debate sobre la posibilidad de practicar el deporte profesional en terceros países está presente en casi todas las expresiones deportivas de Cuba pero el gobierno muestra pocos signos de flexibilidad en este sentido.

 

La fuga de peloteros a las Grandes Ligas de béisbol estadounidense es prácticamente constante y la más espectacular pero también se producen por esta razón bajas en otras disciplinas deportivas como el atletismo, esgrima o el polo acuático.

 

El problema radica en que los deportistas cubanos desean ganar como los profesionales además de poder medirse con sus iguales en los terrenos en que esto es posible, llámese Grandes Ligas o Liga Italiana.

 

Argumentos oficiales

 

Las autoridades de gobierno -porque aquí el deporte es un problema de Estado- aducen que los países desarrollados están robando los valores deportivos del tercer mundo gracias a su mayor poder económico.

 

Basados en que la formación de los deportistas cubanos es completamente gratuita, le niegan el derecho a irse a competir en otros países por lo que la única opción de muchos resulta la fuga.

 

Para que un deportista cubano pueda competir en otro país necesita un permiso del gobierno, sin el cual se convierte oficialmente en un desertor que no puede regresar a Cuba.

 

Una decisión política

 

Aun los medios de información nacionales no informan nada sobre la fuga de los voleibolistas de la selección, a pesar de lo cual este es el tema de conversación de la mayoría de la población.

 

Muchos de los aficionados cubanos con los que pudimos hablar cuestionan que se les haya prohibido jugar en la Liga Italiana y sostienen que se trató más de una decisión política que deportiva.

 

A pesar de que quedarse es oficialmente considerado una traición, varios fanáticos dijeron a la BBC que el problema de fondo está en “una política deportiva equivocada y fuera de tiempo”.

 

¿Habrá flexibilidad?

 

Las primeras declaraciones que realizaron los deportistas fugados fueron del agrado de muchos aficionados que ven en ellas una salida para no perder a un equipo que trajo no pocas glorias al país.

 

El capitán de la selección de voleibol, Ihosvany Hernández, declaró en Italia que no abandonaba el equipo por razones políticas ni económicas y que estaba dispuesto a jugar por Cuba en los torneos internacionales.

 

Ahora habrá que esperar la reacción de las autoridades cubanas ante esta propuesta, porque si mantiene la misma política que en ocasiones anteriores, los “traidores” no podrán volver a vestir los colores de su país.

Seleccione idioma

José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.