CÓMO SON ADOCTRINADOS LOS NIÑOS

EN UN RÉGIMEN TOTALITARIO

Los niños adoctrinados

en el castrismo y en el nazismo

Los niños en la Cuba de los hermanos Castro

 

Ernesto ‘Che’ Guevara:

El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”.

 

Pioneros por el Comunismo, ¡Seremos como el Che!

 

Pioneros por el Comunismo, ¡Seremos como el Che!: Este ha sido durante casi cinco décadas, el lema de la Organización, adoptado en 1968.

http://educaciones.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=367&Itemid=4

Los niños en la Alemania de Hitler

 

Vídeos muestran el ‘lavado de cerebro’ en Cuba

Aprender y ser pionero

Wendy Guerra

1 de septiembre de 2014

 

Cuando llega septiembre a la isla, terminan las vacaciones.

 

No se acaba el verano, no, porque eso aquí es eterno, pero se acaban los juegos de agua y el largo tiempo de abandonarse al sol.

 

Regresamos a casa. Nos despedimos de los primos, los amigos, los abuelos... La vida cambia.

 

El mar arrastra con furia los castillos moldeados con fantasía, abandonamos los dibujos sobre la arena, nos sacan del mar y nos presentan la vida real.

 

¡Tenemos 6 años!

 

Hemos crecido... y es hora de entrar a la escuela.

 

Aprendemos a leer y a escribir, aquí empieza otro camino: el del conocimiento consciente.

 

La ideología, las vocales, la ideología, las consonantes, los héroes, la historia, las composiciones, los componedores y las consignas. Aprendemos a leer y en el inconsciente aparece la política subliminal o la política puramente dicha, pormenorizada en la pizarra negra con letras blancas.

 

Flores para Camilo... palanganas y mar de mariposas a nuestros pies. Los americanos son el enemigo, y sobre la ética triunfa siempre salvar la revolución. Mucho antes de redactar nos enseñan a predicar el dogma socialista.

 

¿Estamos todos de acuerdo hoy con iniciar a nuestros hijos en este camino? No hay opción, es gratuito, es único, es lo que hubo para nosotros y es lo que hay para nuestros hijos, nietos, biznietos.. En fin, el mar.

 

En el resto del mundo, si te matriculan en una escuela católica el discernimiento entra por los canales correspondientes a esta arista religiosa; si eres judío llegará signado por la historia y los gestos de este milenario camino que tus padres han elegido para tu formación; pero si eres cubano y vives en Cuba, no hay elección, no te salvas de estudiar en una escuela donde el contenido y la forma es la misma para 11 millones de habitantes: una educación marxista-leninista con la única opción de ser pionero y repetir un dogma que ni tus padres ni tú han determinado sea el único aprendizaje humano y ético para ti.

 

Cada mañana, ante la bandera cubana, subes la mano hasta la frente, pones tus ojos en el asta y aprendes o te enseñan a decir...: “Pioneros por el comunismo, seremos como El Che”.

 

¿Quiénes deciden este dogma por nosotros? ¿No es ésta otra religión? ¿Qué sabe un pionero sobre el comunismo? ¿Qué es o ha sido el comunismo para nosotros?

 

En 1976 éste era el mapa para entender la conducta a seguir en mis siguientes 40 años. Debí aprenderlo, leer esta vida de corrido o morir en el estrecho de Florida. Era estar, participar o partir.

 

Este septiembre del 2014 y desde Cuba, me pregunto: ¿los niños que hoy aprendan el dogma socialista, revolucionario, tendrán cuatro o cinco décadas para aplicarlo?

 

¿Sus padres, sus abuelos, su familia está hoy de acuerdo con vincular la educación y el aprendizaje con la ideología socialista?

 

¿Éste sigue siendo el único camino posible para el aprendizaje?

 

¿Se sigue cumpliendo la cita de aquel himno de exploradores: “Pionero soy de corazón”?

 

¿Queremos que nuestros hijos la practiquen? ¿No es ésta otra religión derivada de una ideología inamovible?

Niños cubanos amaestrados

Gusano (Documental, 2014)

“Gusano” y el abuso infantil

Alejandro Armengol

3 de febrero de 2014

 

Hay una ópera que siempre me causa un profundo terror. Está olvidada casi por completo y fue creada por un compositor que pocos mencionan, el checo Hans Krasa. Cuenta las aventuras de dos niños, que cantan para ganar algún dinero que sirva para curar a su madre enferma. Musicalmente es una mezcla con limitado valor de Debussy, Ravel, Berg y Gershwin. La primera vez que se representó fue en un orfanato judío en Praga, en 1942.

 

Lo que me aterra no es la obra sino la historia de sus representaciones. Poco después del estreno, Krasa, un judío, fue enviado al campo de concentración de Terezín (Theresienstadt), considerado la antesala de Auschwitz.

 

Allí Brundibár, que es el nombre de la ópera, fue representada en 55 ocasiones, bajo la dirección de Krasa y con un reparto siempre variable de niños prisioneros.

 

Al terminar la puesta en escena, los nazis escogían entre los pequeños cantantes y mandaban algunos para Auschwitz y el resto quedaba a disposición del próximo espectáculo.

 

Siempre se estaba preparando un nuevo montaje, porque Terezín era un “campo modelo” y no faltaba una audiencia —que en muchos casos incluía a visitantes enviados por los nazis para mostrarles lo bien que ellos trataban a los detenidos— con el entusiasmo suficiente para disfrutar de una jornada de buena música en medio de la barbarie. Nunca faltaron niños tampoco, que sustituyeran a los escogidos.

 

Este es un artículo sobre un hecho trágico, pero no tan trágico como lo que ocurría en Terezín. Tampoco es intento de establecer comparaciones. Sólo intenta, por una parte, destacar ese malsano interés que tanto los dictadores de todo tipo, como los regímenes totalitarios, muestran por los niños. Por la otra quisiera servir de denuncia sobre una forma de abuso infantil que existe en Cuba: enviar a los niños a participar en actos de repudio.

 

Sirve de referencia a esta columna un documental que acaba de dar a conocer Estado de SATS y que se titula Gusano. Es un material elaborado sobre la génesis y el desarrollo de los actos de repudio, y termina enfatizando en uno que, bajo el disfraz de acto cultural, se realizó frente a la sede de este proyecto y contra los miembros e invitados por la organización para un Encuentro Internacional sobre los Derechos Humanos.

 

El Encuentro conmemoró el 65 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y se celebró entre los días 10 y 11 de diciembre del pasado año en La Habana. No solo fue interrumpido con este acto de repudio sino culminó con la detención de varios miembros, entre ellos Antonio Rodiles, coordinador de Estado de SATS.

 

Entre otros méritos, Estado de SATS se ha caracterizado por ser un panel de discusión y análisis sobre la sociedad cubana, que no se limita a la necesaria denuncia de los abusos sino va más allá, y busca contribuir a la elaboración de una sociedad civil en la isla. Por ello la participación de intelectuales y artistas es parte básica del proyecto y Gusano es una buena muestra de esa labor: en pocas ocasiones se ve un material con una factura tan bien realizada dentro de las naturales limitaciones que enfrenta la tarea del activismo a favor de la democracia y la lucha por los derechos humanos en Cuba.

 

Hay un aspecto que vale la pena destacar en este documental, y es la denuncia solo a través de las imágenes, del hecho siniestro de llevar a niños a esa especie de aquelarre, que por supuesto ellos no entienden y al que son obligados a convertirse en cómplices inocentes.

 

Ese objetivo moralmente dañino, de empeñarse en destruirle la infancia a quienes no se sabe si en el futuro permanecerán en Cuba o vivirán en otros países, de tratar de convertirlos en repetidores de consignas huecas e inculcarles un afán de protagonismo y participación política que debe ser preservado para tiempos peores evidencia una falta de humanidad total, al estilo de la practicada en la desaparecida Unión Soviética, China, Corea del Norte y Cambodia.

 

Detrás de cada acto de repudio hay no solo un abuso de autoridad y un despliegue de violencia de forma descarnada, cuyos límites son los que imponen quienes controlan la actividad. También constituyen una expresión brutal que evidencia la esencia soez del régimen cubano y sus gobernantes. Tratar de enmascarar esa degeneración humana con una presencia infantil los hace aún más despreciables.

 

El documental Gusano detalla el odio que encierra cualquier acto de repudio, pero además muestra como, al tiempo que niños son convocados a unirse a una algarabía insoportable, por otro lado son apresados ciudadanos que simplemente intentan expresar y discutir sus derechos de forma pacífica. Esa mezcla de terror, chusmería y desprecio hacia los valores ciudadanos más elementales es lo que el gobierno cubano trata de inculcar a las nuevas generaciones, por encima de cualquier declaración hipócrita sobre buenos modales.

 

 

Pioneros por el comunismo: doctrina con pañoleta

Miriam Celaya

16 de septiembre de 2013

 

Este curso escolar mi nieto César comenzó en primer grado. Está contento por la expectativa de aprender a leer y a escribir, pero sobre todo anda muy entusiasmado porque pronto va a recibir su pañoleta azul que lo convertirá en otro “pionero por el comunismo”, tal como 28 años atrás lo fue su padre y muchísimo tiempo antes que éste, lo fue esta abuela conflictiva.

 

El lunes pasado, recién llegado de su escuela, me llamó por teléfono: “Abuela, te voy a recitar la poesía que me aprendí y que tenemos que recitar todos los niños de mi aula el día que nos pongan la pañoleta”. Y a continuación su voz fresca y limpia repitió la doctrina rimada en una pésima versificación:

 

   Para mi comandante de dulce sonrisa

 

    Guardo para siempre el sol y la brisa.

 

    Para mi comandante de barba y sombrero

 

    He cortado flores en jardín de enero.

 

    Para mi comandante perdido en octubre

 

    Esta pañoleta azul que me cubre

 

Enmudecí por unos instantes, asimilando el mal efecto, y me sorprendí a mí misma buscando los consuelos más estúpidos del mundo: al menos no se trata de una oda al Innombrable, o al argentino que asesinó impunemente a tantos cubanos… Aunque reconozco que es un consuelo tonto; antes o después, el catecismo revolucionario incluye en el programa a estos dos protagonistas del santoral verdeolivo, y habrá otras malas poesías, y habrá consignas y pérfidos rituales.

 

Enseguida me asaltaron los recuerdos antiguos de mi propia iniciación pioneril, cuando yo tenía los mismos seis años que tiene ahora César y andaba mudando los dientes y feliz por la cercanía de mi pañoleta, para entonces azul y blanca, sobre la blusa gris claro de mi uniforme de primaria. Llegó un fotógrafo a la escuela para retratar a los niños aspirantes a pioneros, sentados por turno en un pupitre en el patio de la escuela, con una enorme bandera cubana extendida como fondo, y en la mano un lapicero, como si estuviésemos escribiendo la planilla de solicitud, aunque apenas alguno de nosotros sabía escribir un poco. Porque entonces era requisito imprescindible aspirar a la organización pioneril y recibir autorización de nuestros padres, que debían firmar esa planilla dándonos su consentimiento, antes de pertenecer a ella.

 

En el lapso de esos 48 años han cambiado algunos detalles. Por ejemplo, en mi generación no era obligatoria la pertenencia a la organización de pioneros, la etapa pioneril se limitaba a los grados de enseñanza primaria, la pañoleta solo se usaba en determinadas fechas y ceremonias y los libros de texto no estaban tan abrumadoramente ideologizados; pero en el fondo el contenido de la organización siempre ha sido el mismo: establecer mecanismos de control social al servicio del gobierno a partir de la manipulación de la conciencia de grandes masas desde edades muy tempranas. Gracias a este método, eminentemente fascista, la mayoría de los individuos quedan sujetos, si no a la ideología propiamente dicha, al menos sí al sometimiento pasivo, a la aceptación.

 

Para los niños, sin embargo, ser pioneros no representa una filiación político-ideológica, como en efecto lo es, sino que la pañoleta es un signo denotativo de pertenencia a una escuela, a un grupo de amigos y condiscípulos que comparten aprendizaje, juegos, intereses comunes. La pañoleta dice que “son mayores”, que ya saben leer y escribir o que están próximos a ese conocimiento. Ellos ignoran que recibirán entre poesías, lecturas, lemas y consignas, el sistemático lavado de cerebro oficial que antes recibieron sus padres y abuelos nacidos bajo este régimen.

 

De hecho, el proceso de “pionerización comunista” se ha envilecido más en los últimos 30 años, tras la ruptura generacional entre los cubanos nacidos poco antes o justo después de la instauración del castrismo, y la casta guerrillera del Moncada, el “Granma” y la Sierra, ocurrida con el despertar al desencanto que se produjo fundamentalmente a partir de mayo de 1980, a raíz de los sucesos de la Embajada de Perú y el éxodo de Mariel. Había finalizado el romance “revolucionario”, y en consecuencia, la conciencia de decenas de miles de cubanos comenzó a independizarse paulatinamente del discurso oficial, en tanto las actitudes públicas se mantenían respondiendo a la convocatoria gubernamental. En lo sucesivo, casi cada cubano que se apartaba del credo castrista empezó a lucir dos rostros y dos “morales” contrapuestas: una “verdadera”, para la vida privada junto a familiares y amigos de confianza; otra “falsa”, para mimetizarse en el colectivo laboral y en la sociedad (en “la masa”) y mantenerse a salvo de la represalia y de las delaciones.

 

Así, la iniciación pioneril como rito que marca el comienzo oficial y socialmente aceptado del adoctrinamiento para la servidumbre ideológica, ha devenido también el punto de arrancada en el ejercicio de la llamada “doble moral” (inmoralidad). Un pacto vil tácitamente aceptado por las partes en virtud del cual el gobierno finge creer que todos los padres cubanos aceptan la militancia “pioneril-comunista” de sus pequeños, a la vez que éstos enseñan a sus hijos a seguir la corriente que indica la doctrina en las escuelas y a repetir versos y consignas de loas al régimen, mientras en casa se sobrevive en la ilegalidad e incluso en el discurso contrario al gobierno. “Esto que ves y que oyes aquí no lo puedes decir en la escuela”, “di eso si la maestra te pregunta, pero en realidad las cosas son de esta otra manera”, indican los mayores. Por último, están los niños que usan la pañoleta de “pionero-por-el-comunismo-seremos-como-el-ché” hasta pocos días antes de emigrar con sus padres en busca de la libertad que no encontraron en su propia tierra. Y con esa práctica, una generación tras otra, hemos estado inculcando en nuestros niños la mentira y la hipocresía como valores para enfrentar la vida.

 

Quizás por eso al escuchar a mi nieto recitándome las estrofas de aquella mala versificación quedé congelada. No obstante, rápida como el rayo se me ocurrió una solución cuando, sorprendido por mi silencio, mi chiquillo me preguntó: “Abuela, ¿por qué te quedaste callada?, ¿no te gustó la poesía?”. “No, lo que pasa es que yo me sé muchas poesías más lindas que esa. Vamos a hacer un trato: te las voy a enseñar”. Quedó encantado. Yo también conozco el poder de los versos, pero no para adoctrinar, sino para enriquecer el alma, para hacernos libres. Ya veremos qué versos calan mejor en el espíritu de mi niño, pero me inclino a pensar que serán los que le recite yo.

Véase cómo miente

el representante de la UNICEF en Cuba

Parques extraviados y vacaciones exclusivas

Gladys Linares

23 de agosto de 2013

 

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se reunieron con los vecinos tras el último discurso de Raúl Castro para debatir lo que éste calificó como indisciplinas sociales. El Noticiero Nacional de Televisión monitoreó algunas de estas reuniones para dar la impresión de apoyo popular, cuando en realidad son una muestra de la doble moral en que vivimos.

 

Dentro de estas indisciplinas se señalaron los juegos callejeros. Si bien es cierto que con estos juegos niños y jóvenes molestan a los vecinos, gritan palabras obscenas, discuten, faltan el respeto a los adultos que pretenden llamarles la atención y muchas veces obstaculizan el tránsito, esto se debe a que no cuentan con lugares apropiados ni juguetes donde y con qué distraerse. Los juguetes son caros y en CUC, por lo que muchos padres no pueden comprarlos.

 

Por otra parte, aunque como en épocas anteriores la televisión anuncia algunas de las opciones para el disfrute de las vacaciones, la situación que vive la familia cubana le impide a muchos acceder a estas actividades por la falta de dinero y la escasez de transporte, que los obliga a permanecer horas en las paradas esperando un ómnibus siempre abarrotado, y donde el viaje puede ser insoportablemente estresante por el exceso de calor, por lo que casi la única opción recreativa que tienen nuestros niños es el juego.

 

A esto se suma que las canchas, piscinas y terrenos de juego, donde nuestros adolescentes podrían divertirse sin molestar a nadie, están seriamente dañados por los embates del tiempo y la falta de mantenimiento, por lo que el baloncesto, el fútbol o la pelota se practican en la calle.

 

Mientras, los más pequeños juegan a los “tacos” -batear una chapa de botella- o montan chivichana por las aceras –una tabla rectangular a la que le añaden cajas de bolas y se impulsan con las manos o con la ayuda de otros niños-.

 

Felipe no ha podido llevar a los hijos a la playa porque un carro cuesta 20 pesos por persona, y la comida también es cara. Dice que va a empezar a ahorrar para las próximas vacaciones, y mientras tanto que monten chivichana. En cambio, el hijo de Papito va algunas veces a jugar a casa de un vecinito nuevo. Éste tiene una piscina inflable enorme y muchos juguetes que le envía la abuela de Miami. La mamá del muchachito llama a todos los niños de la cuadra para que jueguen todo el día.

 

Los cines tampoco son ya lo mismo que antes de 1959, e incluso que hace unos años, cuando había matinés diarias durante las vacaciones. Casi todos los cines de barrio han desaparecido, y los pocos que quedan son utilizados para otras actividades, en el mejor de los casos para ensayos de grupos de títeres, de payasos o de baile.

 

Nuestros parques han tenido todavía peor suerte. De aquellos entrañables parquecitos de diversiones con canales, tiovivos, cachumbambés y columpios de los que tanto disfrutaron los niños de hace treinta o cuarenta años, hoy apenas quedan solares yermos con algunos trozos de tubos que sobresalen de la tierra. En muchos casos ni eso, pues la basura los tapa.

 

Según el Granma del 4 de octubre de 2010, durante el vigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, José Juan Ortiz, representante en Cuba del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), aseguró que nuestra peculiaridad es “desde hace muchos años tener a la infancia como prioridad política”. Asimismo destacó los “entornos protectores de la niñez” creados en la isla.

 

¿Desconoce acaso que para proteger a los niños y niñas hay que proporcionarles condiciones para su esparcimiento, que ayuda a desarrollar hábitos y habilidades necesarios para la vida? Y el juego sano es un factor determinante para lograrlo.

Si de ‘conducta impropia’ se trata…

Miriam Celaya

26 de julio de 2013

  

El Gobierno hace campaña por la ‘pérdida de valores éticos y morales’ en la sociedad. ¿Pero qué hay de la grosería de entrar en arreglos armamentistas con la dictadura norcoreana?

 

El título alude a un memorable documental que, con seguridad, muchos cubanos de todas partes hemos visto, basado en el descarnado testimonio de quienes sufrieron la arbitrariedad y el terror implantados por el castrismo en la purga desatada unos cuarenta años atrás. Conducta impropia fue una ilegal figura delictiva establecida por el régimen castrista en las décadas del 60 y el 70 del pasado siglo para reprimir lo que oficialmente se consideraran desviaciones sexuales (homosexualidad, “blandenguería”), diversionismo ideológico o todo aquello que pudiesen interpretar las autoridades como políticamente incorrecto. Bajo esa etiqueta fueron presos, defenestrados, enviados a campos de trabajos forzados o sencillamente pasados al insilio, numerosos intelectuales, artistas y gente común y corriente.

 

En su mayoría las víctimas anónimas de esa cacería que se erigió como política de Estado fueron hombres, por cometer el grave delito de usar melenas largas, pantalones demasiado estrechos, no incorporarse a las “zafras del pueblo” o preferir cierto tipo de música, entre otros. Nadie escapaba del riguroso escrutinio de la Inquisición verde olivo y de sus celosos comisarios; cualquiera podía caer en desgracia ante los rígidos parámetros revolucionarios.

 

Con el tiempo, la represión se mantuvo, pero cambiaron los métodos. Algo de lo que antes fuera condenado pasó a ser tolerado y actualmente los esquemáticos guerrilleros se han visto obligados a asumir nuevas poses y hasta a aceptar ciertas diferencias. Sin pedir disculpas por los daños causados, sin admitir aquella persecución sin precedentes ni el atentado contra derechos elementales de las personas libres, ahora ese mismo gobierno simula estar al frente de la defensa de esos derechos, y para demostrarlo promueve campañas, realiza eventos y hasta organiza marchas y festivales.

 

Sin embargo, a raíz del discurso pronunciado por el general-presidente en la reciente sesión de la Asamblea Nacional, en el que anunció una cruzada contra la grosería y las indisciplinas sociales y señaló la “pérdida de valores éticos y morales” que se ha enraizado en la sociedad, vuelven a correr aires de censura por nuestras calles. Algunas personas aseguran que ya se están aplicando multas a quienes profieran “malas palabras” o mantengan actitudes groseras en lugares públicos, que suban a los ómnibus por la puerta de atrás o no paguen su pasaje, que escandalicen y molesten a los vecinos, que arrojen basuras y escombros en la vía, etc. Lo cual, en principio, no estaría del todo mal si no se tratara en realidad de una campaña más, si hubiese algún cubano libre de todos estos pecados como para multar a los pecadores, o si al aplicar las medidas no se incurriese, a la vez, en la vulneración de otros derechos ciudadanos.

 

Por ejemplo, días atrás un adolescente habanero, que aquí llamaré Daniel, residente en el municipio Cerro, regresaba a su casa después de su acto de graduación de enseñanza secundaria. Con el desparpajo y la peculiar idea de libertad propios de su edad, sintiéndose ya sin compromisos con la escuela y bajo el sol inclemente del verano, había subido, doblándolas hasta sus rodillas, las perneras de su feo y ya desvaído pantalón de uniforme amarillo, y traía la camisa medio abierta por fuera del fajín. Despreocupado, caminaba concentrado en la música de los audífonos atronando en sus oídos, por eso lo tomó de sorpresa un hombre que lo detuvo bruscamente en plena vía y, lleno de autoridad, tras exigirle apagar la música y sacarse los audífonos, le ordenó bajarse inmediatamente las perneras del pantalón.

 

De momento, Daniel dudó si el sujeto estaría en su pleno juicio, así que le preguntó quién era y por qué debería hacer lo que le ordenaba. El individuo entonces se identificó, no por su nombre y apellidos, sino como “inspector de menores”, lo acusó de estar usando incorrectamente el uniforme, “un símbolo de la Patria que le había entregado la Revolución” y que por esa causa sus padres podían ser multados y él retenido en un “centro de atención a jóvenes con conductas inadecuadas”.

 

Sin dejarse impresionar demasiado, Daniel le explicó que ya ese no era su uniforme porque, de hecho, estaba regresando de su graduación de secundaria, así que no tendría que usarlo más; que ya iba para su casa y tenía mucho calor después de permanecer largo rato parado al sol en el patio de la escuela oyendo los obligados discursos antes de obtener su diploma, y que él tenía entendido que los símbolos patrios eran la bandera cubana, el escudo nacional y el himno de Bayamo, y no un viejo pantalón que —para más señas— no se lo había dado ninguna revolución sino que se lo había comprado su madre a sobreprecio en el mercado subterráneo, cuando ya no le sirvió más el que “le tocaba por el cupón” en el curso anterior. El hombre persistió en sus amenazas, le exigió su carné de identidad y hasta trató de retener a Daniel por el brazo, ante lo cual el adolescente se sacudió y, ya seriamente asustado, echó a correr hasta su casa.

 

El hecho, rigurosamente cierto, se basa en el testimonio directo del jovencito y de su familia. Pero en realidad, lo importante aquí no es dirimir simplemente si Daniel actuaba de manera correcta o no. Durante muchos años ha sido costumbre entre nuestros adolescentes que se gradúan de diferentes niveles de enseñanza realizar esta especie de rito de paso en el que se desacraliza el viejo uniforme, considerado por ellos —y por generaciones anteriores, ya no tan jóvenes— un símbolo del control que ejercían las instituciones educacionales sobre sus vidas. Es apenas un inocente acto de rebeldía propio de esas etapas de la vida que se traduce en disímiles formas de expresión: desde hacerse estampar sobre las camisas las firmas de los compañeros de clases hasta la rotura intencional del uniforme en tiras que dejan colgar sobre sus cuerpos, sin mayores consecuencias.

 

De lo que se trata aquí, en esencia, es de que ningún funcionario o agente del Gobierno puede tener la autoridad de coaccionar a un menor, sea en privado o en la vía pública, trasgrediendo tanto el derecho de ese adolescente como el de sus padres y demás familiares adultos. La gravedad del hecho es que, con otros matices y en otro escenario, aquí se repiten la impunidad oficial y la indefensión ciudadana, a contrapelo de los supuestos “cambios” que pregona el Gobierno, lo que debería disparar de inmediato las alarmas en la sociedad.

 

Y ya que de multas y de castigos se trata, el Gobierno no está en condiciones de tensar la cuerda. Es a los cubanos a quienes correspondería analizar por estos días qué medidas tomar por la incalificable grosería gubernamental de entrar en arreglos armamentistas con esa otra dictadura del planeta, la norcoreana, engañando al pueblo cubano y ofendiendo al mundo civilizado y a las organizaciones internacionales de las cuales somos miembros. Castro II debe explicar esta y otras muchas violaciones que delatan la falta de valores éticos y morales del Gobierno antes de pretender aplicar medidas coercitivas sobre sus “gobernados”.

 

Habría que incluir también en el análisis la responsabilidad directa de medio siglo de abuso totalitario en la pérdida de ética y de valores morales de la sociedad, sin mencionar la violación sistemática de los derechos ciudadanos a lo largo de todo ese tiempo. Lástima que este mismo gobierno nos haya privado también, con la supresión de las instituciones cívicas, de las herramientas con las cuales pedirle cuentas y hacerle obedecer. Sin dudas, ya está siendo hora del inicio de verdaderas reformas en Cuba, comenzando por las políticas.

Una abuela sin justicia

Lilianne Ruiz

16 de julio de 2013

 

“¿Usted me va a decir que el Estado tiene más derecho sobre mis nietos que yo, que los he criado desde que nacieron?” —fue la respuesta de Reina Ruiz Pérez al fiscal, el día en que pretendía presentar su caso de adopción ante el Tribunal Provincial de La Habana.

 

Más tarde, frustrada por el desamparo, advirtió al representante de la autoridad de su deseo de hacer una protesta pública y terminó detenida por enésima vez en su vida.

 

El fiscal había espetado que “tras el fallecimiento de la madre, la patria potestad pasa al padre. De no quererlos el padre, (los niños) pasan al Estado”.

 

En el año 2010, luego de la muerte de su hija, comenzó el litigio de la mencionada abuela por la custodia legal de sus nietos; puesto que los padres de ambos menores no tienen objeción alguna en ceder la custodia a la abuela materna, y en la práctica tampoco se hacen cargo de ellos.

 

“Los niños viven conmigo desde que nacieron, pero ningún trámite legal de mis nietos yo lo puedo llevar a cabo” —señala Ruiz Pérez.

 

Los Tribunales cubanos “le han negado (a la abuela) el acceso a la justicia”, apunta la abogada de Cubalex, Laritza Diversent, consultada al respecto: “En Cuba la adopción se tramita a través de un expediente de jurisdicción voluntaria; eso significa que se trata de un asunto de interés particular. En esos casos la ley de procedimiento autoriza a ir sin representación letrada. En otras palabras, las abuelas están autorizadas de forma legal a adoptar a sus nietos”.

 

Ruiz Pérez nos narra además que desde los años 90, en que comenzó a militar en la oposición no violenta a la dictadura del Estado en Cuba, ha debido enfrentar muchos abusos, entre los que se cuenta haber sido encarcelada sin juicio en la prisión de mujeres, conocida como “Manto Negro”; además de innumerables detenciones en estaciones de Policía para impedir sus actividades de protesta. Muchas de estas detenciones ocurrieron a la vista de sus tres hijos, y al menos una vez fue conducida a la Estación de Policía en compañía de la más pequeña de sus hijas.

 

“Yo iba a la Unidad de Calabazar hasta cuatro veces en la semana”—cuenta la abuela. “Una vez me encerraron en la oficina del jefe de la Unidad con la niña más chiquita, hasta que llegó la oficial de “Atención a Menores” buscando al jefe de la Unidad. Cuando abrió la puerta vio a la niña durmiendo sobre mis piernas y se escandalizó porque no eran todavía las 8 de la mañana, cosa que delataba que habíamos pasado la noche allí encerradas”.

 

Con un largo historial de acoso y persecuciones políticas, a sus 53 años, Reina Ruiz Pérez ha obtenido la visa para residir en los Estados Unidos como refugiada. El problema radica en que, a los efectos, el Estado cubano no le ha permitido hasta el momento asumir la representación legal de sus nietos; siendo ella, en la práctica, la única en asumir el cuidado de los menores, que viven en su casa desde que nacieron, adonde les llega la pensión —por haber sido la mamá difunta una trabajadora del Estado— consistente en 100 pesos cubanos para cada niño (equivalente a 4 dólares al mes).

 

Este impedimento legal significa que los niños no han podido obtener la documentación para viajar con ella a los Estados Unidos.

 

Ruiz Pérez, tras contratar un abogado no pudo realizar la adopción; como consta en el expediente del caso: “el proceso contratado el día 29 de agosto de 2012 será archivado definitivamente”. Luego, siguiendo las recomendaciones ofrecidas por Cubalex, —centro de información legal— amparada en los artículos de la ley que la autorizan, se presentó con un escrito ante los Tribunales para activar ella misma el procedimiento de adopción, pero el Tribunal igualmente le negó realizar el procedimiento.

 

En la última visita que le hizo la Seguridad del Estado a la señora Ruiz Pérez, los agentes que se presentaron como “de Inmigración” le expresaron que venían a “preocuparse” por la situación de los niños, y alegaron que no era el gobierno cubano el que los tiene “parados”, sino “tu gobierno norteamericano que no les quiere dar la visa”.

 

Pero no sólo la policía política ha expresado ese argumento.

 

Según consta también en el expediente del caso, la presidenta del Tribunal de Boyeros “trató a Ruiz Pérez en forma despectiva” y le expresó que “la culpa de que los americanos no los dejaran irse no era de ella, y que allí no se aceptaba ninguna adopción”.

 

Cabe preguntarse cuál es el objetivo al negar a la abuela en cuestión hacer el procedimiento de adopción como está establecido.

 

De mantenerse esta situación el Estado cubano estaría violando la Convención de los Derechos del Niño, que exige considerar siempre el interés superior de los menores.

La cartilla cubana “A leer”

Félix José Hernández

4 de julio de 2013

 

Cartas a Ofelia / Crónicas del adoctrinamiento escolar en Cuba

 

Estimados amigos:

 

Creo que debe de ser importante informar al mundo de cómo aprenden a leer y escribir los cubanitos. Como los padres cubanos no pueden escoger el tipo de educación que desean para sus hijos.

 

Como la politización de la enseñanza llega a niveles elevadísimos en Cuba.

 

Al Sr. Castro Ruz y a su régimen hay que denunciarlos ante todo el mundo democrático, en lo que se refiere a la niñez, mostrando el libro “A Leer”, libro que escandalizaría a cualquier padre del mundo democrático.

 

Sería una buena lectura para los padres venezolanos, así comprenderían algo del “mar de felicidad” en el que según el Sr. Chávez navega Cuba.

 

Si me lo permiten, como fui once años maestro en La Habana, les puedo escribir algunos comentarios:

 

En la primera página, se nos señala que “Todos los materiales de este libro han sido revisados y aprobados por la Subdirección de Español del Centro de Desarrollo Educativo del Ministerio de Educación”.

 

Para aprender la letra “e” se coloca una estrella que lógicamente es roja (pág.20), más adelante una familia realiza trabajo voluntario y así el niño aprende a leer: ¡Mamá! ¡Papá! y ¡Pepe! (Pág.26)

 

Para la “y” se utilizan los símbolos de la patria, la bandera “y” el escudo nacional dibujados (Pág.33)

 

Las primeras frases completas que el niño lee son: ¡La Plaza!, ¡El Pueblo! Aplausos y más aplausos. Vemos y oímos a… (aquí aparece un dibujo representando el busto de Fidel Castro) ¡Viva el Socialismo!

 

Todo esto acompañado de una ilustración de la Plaza de la Revolución llena de pueblo y de banderas rojas. (pág.47)

 

La “f” de fusil, “En manos buenas, un fusil es bueno”(pág.50). Acompañado de una ilustración de un grupo de soldados cubanos que desfilan con las bayonetas caladas y con tanques de guerra en la Plaza de la Revolución (pág.51).

 

En la página 52 un juego de palabras: “vimos, fuimos” y “feliz, felices” con un desfile de milicianos en la ilustración, acompañado de un texto que dice: “el niño fue muy feliz al ver a sus padres milicianos desfilar”.

 

Para aprender la “p”, un “puño” en alto delante de una bandera roja, un niño pionero con una “pañoleta roja” y un verso: “De niño pionero, mañana obrero” (pág.65)

 

Todo esto va trazando las pautas de la vida “normal” de un cubanito, él debe ser pionero, sus padres milicianos, con ellos realizará el trabajo voluntario, etc.

 

A partir de la página 66 no aparece un sólo niño que no esté uniformado de pionero, nuevas ilustraciones lo muestran con los instructores y las banderas rojas. Muchos textos hacen alusión a esto: “El niño y la niña son dos buenos pioneros…” (Pág.66)

 

Una doble página (68-69), muestra el mítico yate Granma en medio de una tormenta en un mar enfurecido, acercándose a las costas de Cuba para “liberarla”. En la página 74 se ven a los expedicionarios con Fidel Castro a la cabeza, desembarcar en un manglar en condiciones difíciles.

 

En la página siguiente el niño aprenderá el texto: “el yate famoso”, “en él vinieron”: (aquí se ven los dibujos representando a Fidel Castro, el Dr. Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro y Juan Almeida, sin los nombres escritos, así el niño aprenderá a identificarlos)… “ y otros valientes a darle la libertad a nuestra patria. Ya somos libres. Todos podemos ir a la playa y pasear en yate”.

 

Un juego de palabras: “verdes – verdad”, hace alusión al color verde del uniforme de Castro y de sus amigos.

 

La última frase del texto pudiera catalogarse de surrealista, ya que se sabe que actualmente las mejores playas y los pocos yates con que cuenta el país, están sólo a disposición de los altos funcionarios del Estado y de los turistas que pagan con dólares.

 

“Cuba, territorio libre de América” (página 82) y “¡Cuba sí, yanquis no!” (Pág.84) con una lustración de un tanque de guerra para aprender la letra “q” de “tanque”, inician a los cubanitos a los lemas de la revolución triunfante y al “antiimperialismo yanqui”.

 

A partir de las páginas 90-91 comienzan las ilustraciones de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, “g” de “guerrillero” y de “gorra” (lógicamente, de color verde oliva).

 

En la página 92 encontramos “ganamos la batalla” y en la 93 un texto que trata de la admiración de un niño hacia una gorra verde, regalo de un miliciano que luchó en la Sierra. Aquí es necesario aclarar a los niños que lucharon contra los “bandidos contrarrevolucionarios”. Esto último no está escrito en el libro, pero el maestro lo tiene en las indicaciones metodológicas que bajan de las instancias superiores.

 

“El guerrillero es valiente”, “guerrero”, “guerra”, con ilustraciones apropiadas para aprender “gu”.

 

Ya aquí la revolución triunfó, se ha explicado desde el desembarco del yate Granma, la guerrilla de la Sierra Maestra en los años cincuenta, hasta la lucha contra los “bandidos” contrarrevolucionarios en los años sesenta, pero a partir de ahora hay que admirar a los que parten a “liberar a otros pueblos”, así encontramos un poema dedicado al Dr. Guevara de la Serna en las páginas 119-120, ilustrado con un dibujo que representa al famoso guerrillero y además con las montañas, fusil, boina y mochila de éste.

 

Se indica que es un “coro cantado” y merece ser reproducido integralmente:

 

Yo quisiera ser como él:

yo quisiera ser,

yo quisiera ser,

como él, como él,

Yo podría ser,

yo podría ser,

como él, como él.

Yo tendré que ser,

yo tendré que ser,

como él, como él,

¿Cómo quién?

¿Cómo quién?

Como el Che.

Como el Che.

Como el Che.

 

Este poema, al igual que muchos otros que abundan en todos los libros de la escuela primaria cubana, dedicados a la gloria de los héroes vivos o muertos de la revolución, fue escrito por la Sra. María Álvarez Ríos, verdadera “educadora” revolucionaria.

 

El último texto del libro habla de José Martí (p.141), acompañado por un dibujo donde Martí está rodeado por niños con trajes típicos de países de la América Latina. El texto invita a seguir el ejemplo de “sacrificio y heroísmo” del que “consagró su vida a la libertad de la patria y por ella murió” y a “luchar como él por la patria mayor: por nuestra América”. O sea que se trata de convencer al niño de que siguiendo los ejemplos de Guevara y Martí, su “futuro glorioso” es el de ¡Liberar a América Latina!

 

Recordemos que el Sr. Castro siempre ha dicho que José Martí es el autor intelectual de su revolución. Además todos los niños cubanos cada mañana antes de comenzar las clases deben jurar con la mano en la frente, exclamando a coro:¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Ché!

 

¡De esta forma aprenden a leer y a escribir los cubanitos y cubanitas!

Adoctrinamiento político

para niños y niñas en Cuba

Yenisel Rodríguez Pérez

 

“Para saber mañana” es el programa líder en la campaña mediática del gobierno que busca adoctrinar a la más joven de las generaciones de cubanos, con la trillada y deslegitimada ideología “de la Revolución Cubana”.

 

Con programas infantiles como éste se violan diariamente los derechos de la niña y del niño en nuestro país.

 

Algo sumamente grave, más cuando el gobierno cubano está llamado ante la Convención de los Derechos del Niño, a certificar programas adecuados para éstos.

 

Aunque definir lo que es adecuado para los pequeños es un asunto controversial, no queda duda de que la ideologización y la politización exacerbada y descontextualizada del imaginario infantil es un violentamiento grave del proceso de educación e instrucción en esa etapa de la vida.

 

¿Qué rol juega entonces la sede de la UNICEF en Cuba al no pronunciarse sobre este hecho?

 

Sabemos que la Convención de los Derechos del Niño no exige obligatoriedad de cumplimiento para aquellos gobiernos que como el cubano firman y ratifican sus declaraciones.

 

Por eso es importante estar al tanto de los informes que el gobierno cubano presenta cada año al comité de las Naciones Unidas dedicado al tema. Conocer de los ejemplos que utiliza para sustentar empíricamente ese manipulado optimismo con el que cada año define de manera efectiva la cultura cívica de los niños y las niñas cubanos.

 

¿Cómo encaja “Para saber mañana” con las necesidades políticas de la infancia?

 

¿En qué tipo de consulta popular o diagnóstico psicopedagógico se basa la dirección del programa para justificar la utilización en el guión de conceptos tales como “Patria o Muerte”; “Estudio, Trabajo y Fusil” o “Imperialismo”?

 

El guión de “Para saber mañana” es tristemente predecible. Tras una estética pop-baby incoherente e improvisada, se derrama un torrente de consignas políticas, fechas históricas e indicaciones partidistas que dejan aturdidos a los pequeños.

 

El guionista no utiliza mucho diseño didáctico para adecuar el contenido de los panfletos ideológicos a las capacidades intelectuales de su teleaudiencia.

 

Los chicos reciben su dosis de adoctrinamiento político a la manera brutal y sin cortapisas.

La educación

en la Cuba de los hermanos Castro

En el programa A Fondo del 13 de abril de 2012, Pedro Sevcec entrevista al crítico Alejandro Ríos sobre el documental Mi gudu gudu, realizado por Jean Jean, un estudiante haitiano en Cuba, sobre el adoctrinamiento comunista a que son sometidos los niños cubanos.

Los niños del paraíso

Dr. Luis Aguilar León

Abril de 2001

 

El paraíso no existe. Al menos no existe en esta tierra oscura que viaja el infinito. Los niños sí existen. Y existen aquí en ésta tierra, donde los mortales conocen temprano al dolor y, en ocasiones, sienten el aliento del infierno. Tal vez por esa presencia y esa ausencia, los lectores de La Divina Comedia del Dante siempre se inclinan a leer más a los lacerantes versos del Infierno que a las suaves estrofas del Paraíso. En una ocasión, cuando alguien le preguntó al gran poeta la razón de ese desnivel en su obra maestra, el Dante respondió que a él le bastaba mirar en torno para tener una visión realista del infierno, mientras que al paraíso sólo su imaginación llegaba.

 

Las religiones han sabido siempre superar en forma positiva ese dualismo paraíso-infierno. Los buenos, los que obedecen a dios y se sacrifican por el prójimo, obtendrán un premio eterno: el paraíso. Los malos, los que no se arrepienten de sus maldades, daran con sus almas en el fondo de un perpetuo infierno.

 

Ambiciosos mortales, sin embargo, aprendieron temprano a distorsionar en su favor esa fórmula religiosa. Para ello proclamaron que el paraíso celestial era una invención de los mortales, pero que si el pueblo estaba dispuesto a sacrificarlo todo por una causa, el paraíso se podía edificar en ésta tierra. Para ello, había que comenzar por pulverizar a los malos que explotaban a otros humanos para que una nueva sociedad, justa y luminosa, se irguiera sobre el polvo de la maldad. Pero, los líderes insitían en que era preciso no vacilar nunca en la aniquilación de los malos y de todos aquellos que se opusieran o vacilaran ante las órdenes del líder. Sólo entonces, los niños crecerían y se transformarían en los “hombres nuevos”.

 

En el siglo XX, esa distorsionada fórmula adquirió un poder totalitario. Il Duce fascista; el Fuhrer nazi; el “camarada” comunista que ocupaba el poder supremo; mantenían el falso dualismo de creer que ellos podían simultáneamente destruir al infierno y crear el paraíso en la tierra: la Italia fascista iba a ser el paraíso de los italianos; el III Reich alemán iba a brindar dos mil años de poder y felicidad a los alemanes; y la Unión Soviética marchaba hacia la perfecta sociedad comunista.

 

Bajo la propaganda crecía el desastre. En 1945 el cadáver del Duce colgaba de una carnicería en Milán y el Fuhrer se suicidaba en un Berlín destruido. Décadas más tarde la Unión Soviética se derrumbaba en silencio dejando al desnudo un vasto cementerio de vidas y esperanzas.

 

A pesar de tales sangrientos antecedentes, en 1959, el pueblo cubano cayó bajo la influencia de un líder maestro en el arte de ofrecer y engañar. La vacía fórmula fue de nuevo desplegada. Fidel Castro entrampó al entusiasmo del pueblo y se convirtió en un Moisés tropical que guiaba a su tribu hacia el paraíso. No habría más hambre ni injusticia en toda la isla, jamás correría de nuevo la sangre entre cubanos, y el vicio sería enviado al exilio. Todo eso si se cumplía la condición básica: obedecer al guía cuyo férreo báculo pulverizaba a los “enemigos” y a los “desobedientes”.

 

Los niños iban a estar y a crecer sin saber de dios ni escuchar opiniones diferentes. Habría un texto único, un partido y un Líder infalible que había convertido en santo y modelo de la infancia a un guerrillero argentino llamado “Ché” Guevara.

 

Inevitablemente, la fórmula falseada condujo al desastre. No un desastre parcial si no un desastre total que ha traído la más honda crisis económica y ética de la historia de Cuba. ¿Y los niños cubanos que iban a crecer y a transformarse en modelos del mañana? Digamos que el mañana ya llegó y pasó. Que dos generaciones de cubanos que han crecido bajo el trauma del fracaso y la mentira están muy lejos de proporcionar “modelos”. Que la mayor parte de los cubanos menores de cuarenta años sólo aspiran a escapar de la isla regida todavía por el viejo y brutal Moisés.

 

A los niños cubanos se les inspira odio a los “enemigos” de la revolución y se les anima a denunciar a sus familiares. Con el pretexto de aprender cuestiones agrarias, se les lleva a trabajar en el fango en campamentos promíscuos, y se les arrebata la personalidad enseñándoles que no son nada sin el Líder. Algunos de ellos perecen con su familia intentando cruzar sobre el mar.

 

Quién quiera tener atisbos de esa trágica realidad debe ver un documental escrito y dirigido por Mari Rodríguez Ichaso y producido por Purita F. Ichaso Carrillo titulado LOS NIÑOS DEL PARAÍSO, el cual fue presentado ayer en Ginebra. Las escenas son conmovedoras, pero es un deber verlas. Los que deseen ayudar a esa causa pueden dirigirse al “Committee for the Human Rights of Children Inc.”; P.O Box 565-483; Miami, Fla 332-56-5483 o llamar a la Dra Lydia Usategui (305-595-5959)

Adoctrinamiento de niños en Cuba

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.