ATAQUE  AL  CUARTEL  MONCADA

 

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Asalto al Cuartel Moncada

(Parte I)

Asalto al Cuartel Moncada

(Parte II)

Asalto al Cuartel Moncada

(Parte III)

Asalto al Cuartel Moncada

(Parte IV)

Asalto al Cuartel Moncada

(Parte V)

Asalto al Cuartel Moncada

(Parte VI)

¿Cómo es posible que se celebre un ataque a una fortaleza, que después de solo veinte minutos de combate terminó en derrota para los atacantes?

¿Cómo es posible que se celebre

un baño de sangre como este?

¿Cómo es posible que se celebre una acción armada que tenía el compromiso de restablecer la Constitución de 1940 y realizar elecciones libres en 18 meses, que sesenta años después no se ha cumplido?

Vea en las propias palabras de Fidel Castro Ruz cómo era Cuba antes de 1952 en cuanto a libertades y derechos cívicos; a continuación puede leerse un fragmento del alegato supuestamente pronunciado por Fidel Castro el 16 de octubre de 1953, en el juicio por el asalto al cuartel Moncada, conocido como La Historia me Absolverá  

 

Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos librementeHabía partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro”.

El suicidio de Haydée Santamaría

Tania Díaz Castro

7 de agosto de 2013

 

El suicidio de Haydée Santamaría Cuadrado continúa siendo un problema para Fidel Castro. En la cronología del 2007, editada por el gobierno, no aparece el trágico suceso, ocurrido el 26 de julio de 1980. La prensa oficial casi nunca reseña el percance.

 

La llamada “Heroína del Moncada” no sólo escogió esa fecha tan significativa para dispararse en la boca una bala calibre 45, sino que además coincidió con ciertos hechos ocurridos días antes, que tal vez pudieron influir.

 

Del 6 al 9 de abril, su revolución sufrió un golpe sin precedentes en la historia: en la embajada peruana de La Habana penetraron más de diez mil personas con el fin de huir de Cuba, y luego, a los pocos días, se marcharon otros 125 mil por el puerto del Mariel, en embarcaciones procedentes de La Florida, durante un éxodo ininterrumpido que duró cinco meses.

 

¿Supo Haydée que el propio Fidel Castro dio la orden de realizar “actos de repudio” contra aquellos emigrantes, que ofendió su dignidad al llamarlos escoria, o que dos embarcaciones, el Olo Yumi y Veinte Aniversario, fueron embestidas y ametralladas por fuerzas militares, al norte del Mariel y Río Canímar, donde murieron cincuenta hombres, mujeres y niños, al tratar de dirigirse a las costas de Estados Unidos?

 

Conocí a Haydée en los años sesenta. La escuché conversar muchas veces, dirigir reuniones con intelectuales cubanos y extranjeros. Era una mujer extremadamente sencilla y humilde, apenas con un sexto grado de escuelita rural.

 

Lejos de ser una genuina mandona, como Margaret Thatcher, era evidente que no le importaba mucho haber escalado altos peldaños en la política cubana: Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del Consejo de Estado, así como directora de Casa de las Américas.

 

Para nada su aspecto era el de una mujer importante. Vestía como cualquier mujer de pueblo y asumía sin vanidad el título de “Gran heroína de la Revolución”, que le otorgaron por haber trasladado hasta Santiago de Cuba un par de maletas con fusiles y por cumplir seis meses de cárcel en 1953. También por colaborar con el asalto al Cuartel Moncada.

 

Alguien me contó que en ocasiones lloraba en su despacho, cuando su hijo, Abel Enrique, le confesaba que odiaba a Fidel Castro desde niño, porque cuando ella le proponía llevarlo de paseo, tenía que cancelar por una reunión con Fidel.

 

El pasado 28 de julio, al cabo de sesenta años de aquel sangriento acto terrorista y traicionero, por llevarse a cabo de madrugada, mientras los militares dormían, el propio Fidel Castro confesó que no fue un acto racional, “…puesto que a partir de la experiencia acumulada habría sido mucho más realista y más seguro iniciar aquella lucha por las montañas”.

 

¿Acaso Haydée ya se había dado cuenta de que el ataque al Moncada fue una idea loca de Fidel, por cuya causa ella había perdido a su novio y a Abel, el hermano más querido?

 

¿Acaso el día de su muerte sintió remordimiento al pensar en el joven militar del Ejército que, amable y caballero, la ayudó a bajar del tren sus pesadas maletas con armas, quizá también asesinado por sus amigos disfrazados de militares?

 

Fuentes consultadas:

 

- Carta de Fidel Castro a los jefes que visitaron el país, 28 de julio de 2013, Juventud Rebelde.

- Las “extrañas” maletas de Haydée y Melba, 30 de julio de 2013, Juventud Rebelde.

- Cronología Cubana, Editorial Ciencias Sociales, 2007.

Letra original de la Marcha del 26 de Julio

 

Marchando, vamos hacia un ideal

 

sabiendo que hemos de triunfar

 

en aras de paz y prosperidad

 

lucharemos todos por la libertad.

 

 

 

Adelante cubanos

 

que Cuba premiará nuestro heroísmo

 

pues somos soldados

 

que vamos a la Patria liberar

 

limpiando con fuego

 

que arrase con esta plaga infernal

 

de gobernantes indeseables

 

y de tiranos insaciables

 

que a Cuba

 

han hundido en el Mal.

 

 

 

La sangre que en Oriente se derramó

 

nosotros no debemos olvidar

 

por eso unidos hemos de estar

 

recordando a aquellos que muertos están.

 

 

 

La muerte es victoria y gloria que al fin

 

la historia por siempre recordará

 

la antorcha que airosa alumbrando va

 

nuestros ideales por la Libertad.

 

 

 

El pueblo de Cuba...

 

sumido en su dolor se siente herido

 

y se ha decidido...

 

hallar sin tregua una solución

 

que sirva de ejemplo

 

a ésos que no tienen compasión

 

y arriesgaremos decididos

 

por esa causa hasta la vida

 

¡que viva la Revolución!

 

 

¿Existen tiranos más insaciables

que los hermanos Castro?

 

Entrevistas realizadas por el Dr. Antonio de la Cova

 

REBELDES:

 

Arcos Bergnes, Gustavo (julio 1996) 78 preguntas y respuestas


Arcos Bergnes, Gustavo (mayo 6, 1997) Audio


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Arcos Bergnes, Gustavo (junio 17, 1997) Audio


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Bustillo Rodriguez, Carlos (Junio 3, 1984) Audio


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Chanes de Armas, Mario (Agosto 12, 1993) Audio


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Costa Chávez, Jaime y Raúl Martínez Ararás (Agosto 4, 1984) Audio


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Costa Chávez, Jaime (Agosto 7, 1984) Audio


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de Armas Errasti, Héctor y Raúl Martínez Ararás (Agosto 4, 1984) Audio


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Diaz-Francisco, Angel (Marzo 3, 1988) Audio


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Granados Lara, Gerardo (Agosto 10, 1984) Audio


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Mafut Delgado, Moises (Agosto 7, 1984) Audio


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Martinez Araras, Raul y Orlando Castro Garcia (Dic. 5, 1983) Audio


Martinez Araras, Raul (Agosto 9, 1984) Audio

 

Montano Benitez, Eduardo (Junio 17, 1995) Audio


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Pérez-Puelles Valmaseda, Gerardo (julio 4, 1990) Transcripción

 

Rosete, Elio (Febrero 28, 1988) Audio


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Suardíaz Fernández. Manuel (Abril 29, 1990) Audio


Suardíaz Fernández, Manuel (Abril 29, 1990) Transcripción
 

MILITARES, PARAMILITARES, Y POLICIAS:

 

Abreu Jiménez, Capitán Rosendo (Sept. 27, 1988) Audio

 

Águila Gil, Capitán Manuel (Agosto 5, 1984) Audio

 

Alcolea Ramírez, Cabo Eugenio (Julio 1988) Audio


Alcolea Ramírez, Cabo Eugenio (Julio 1988) Transcripción


Alcolea Ramírez, Cabo Eugenio (Agosto 23, 1988) Audio


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Batista Seguí, Cabo Norberto (Julio, 1988) Audio


Batista Seguí, Cabo Norberto (Agosto 22, 1988) Audio


Batista Seguí, Cabo Norberto (Agosto 22, 1988) Transcripción

 

Camps Ruiz, Teniente Vicente (Sept. 10, 1974) Audio

 

Carrasco Artiles, Teniente Coronel Nelson (Feb. 15, 1975) Audio

 

Cuello Silveira, Soldado Ernesto (Sept. 25, 1988) Audio

 

Cuello, Teniente Mariano (Sept. 24, 1988) Audio

 

Cuervo Castillo, Capt. Médico Teobaldo (Aug. 16, 1974) Audio


Cuervo Castillo, Capt. Médico Teobaldo (Nov. 7, 1974) Audio

 

del Río Chaviano, Col. Alberto (July 29, 1974) Audio


del Río Chaviano, Col. Alberto (Nov. 26, 1974) Audio

 

Escobar Gorra, Ramón [Tigre de Masferrer] (Marzo 28, 1975) Audio

 

Fajardo Mendoza, Sgt. Julián (Nov. 2, 1974) Audio

 

Gajate Erro, Mario (Abril 6, 1975) Audio

 

García, Cabo Eugenio y Teniente Antonio P. Ochoa Ferrer (Feb. 28, 1975) Audio

 

González Amador, Sgto. Eulalio (Junio 29, 1974) Audio


González Amador, Sgto. Eulalio (Oct. 11, 1974) Audio

 

González Alfonso, Teniente Coronel Angel (Abril 18, 1975) Audio

 

Juan Pita, Teniente Médico Erik (Dic. 21, 1974) Audio

 

Machado Rofe, Teniente Ángel (Dic. 31, 1974) Audio

 

Martija, Justo Ramón (Agosto 28, 2000) Audio

 

Martínez Verdecia, Policía Horacio (Julio 26, 1974) Audio

 

Mas Renedo, Teniente Médico Roberto (Feb. 15, 1986) Audio

 

Morales, Sgto. Cesáreo (Oct. 27, 1974) Audio

 

Morales Gros, Soldado Rafael (Sept. 12, 1974) Audio


Morales Gros, Soldado Rafael (Sept. 12, 1974) Transcripción

 

Ochoa Ferrer, Teniente Antonio Policarpo (Dic. 23, 1974) Transcripción

 

Oliva López, Soldado Armando F. (Abril 6, 1975) Audio


Oliva López, Soldado Armando F. (Abril 6, 1975) Transcripción

 

Olivares Pérez, Soldado José (Junio 7, 2004) Audio


Olivares Pérez, Soldado José (Junio 7, 2004) Transcripción

 

Pérez y Sainz de la Peña, Rolando (Enero 19, 1975) Audio

 

Piedra Negueruela, Col. Orlando (Oct. 20, 1974) Audio


Piedra Negueruela, Col. Orlando (Feb. 7, 1974) Audio


Piedra Negueruela, Col. Orlando (Marzo 14, 1975) Audio

 

Pupo Miranda, Soldado Ángel (Mayo 14, 1990) Audio

 

Reyes Martín, Soldado Néstor (Mayo 1989) Audio


Reyes Martín, Soldado Néstor (Junio 17, 1989) Audio

 

Rico Boue, Teniente Teodoro (March 2, 1988) Audio

 

Rodríguez Pérez, Soldado Antonio H. (Sept. 9, 2000) Audio

 

Sadule, Capt. Alfredo (Nov. 28, 1975) Audio

 

Salabarría Aguiar, Mario (Dic. 7, 1983) Audio


Salabarría Aguiar, Mario (Dic. 7, 1983) Transcripción


Salabarría Aguiar, Mario (Abril 6, 1990) Audio

 

Sánchez Pruna, Soldado Juan Manuel (Agosto 26, 1988) Audio

 

Valdés Cabrera, Teniente Ismael - 1953 (Feb. 22, 1975) Audio


Valdes Cabrera, Teniente Ismael - 1957-59 (Feb. 22, 1975) Audio

 

Virues Moraga, Sargento José Hidalezio (Agosto 14, 1988) Audio

 

Xenis López, Policía Evelio (Febrero 1988) Audio


Xenis López, Policía Evelio (Marzo 1, 1988) Audio

 

Yánez Pelletier, Teniente Jesús (Mayo 6, 1997) Audio


Yánez Pelletier, Teniente Jesús (Mayo 6, 1997) Transcripción

 

Yánez Pelletier, Teniente Jesús (Feb. 23, 1998) Audio


Yánez Pelletier, Teniente Jesús (Feb. 23, 1998) Transcripción
 

POLITICOS Y CIVILES:

 

Abascal Berenguer, Gerardo (Dic. 9, 1984) Audio


Abascal Berenguer, Gerardo (Dic. 9, 1984) Transcripción

 

Algarra Peralta viuda de Mario Muñoz, Dinorah (Agosto 3, 1991) Audio

 

Arango Alsina, Ramiro (Marzo 1, 1988) Audio


Arango Alsina, Ramiro (Marzo 1, 1988) Transcripción

 

Bartolomé, Manuel (Agosto 16, 1993) Audio


Bartolomé, Manuel (Agosto 16, 1993) Transcripción

 

Casero Guillén, Luis (Agosto 9, 1984) Audio


Casero Guillén, Luis (Agosto 9, 1984) Transcripción

 

Celeiro, René (Agosto 5, 1984) Audio


Celeiro, René (Agosto 5, 1984) Transcripción

 

Chibás Rivas, Raúl (Julio 28, 1984) Transcripción

 

Conte Agüero, Luis (Agosto 26, 1988) Audio


Conte Agüero, Luis (Agosto 26, 1988) Transcripción

 

Cowley Gallego, Gustavo (Oct. 5, 1974) Audio
[Inicio de la carrera militar de Fermín Cowley Gallego; participación de Gustavo en la revolución de 1933, sublevación de Atarés y exilio; conspiración trujillista de 1959; actuación de William Morgan, Jesús Carreras, Eloy Gutiérrez Menoyo y Camilo Cienfuegos en la conspiración trujillista; actuación de Fermín Cowley el 10 de marzo de 1952, el desembarco del Corinthia, y su asesinato por Carlos Borjas]

 

Cowley Gallego, Gustavo (Oct. 18, 1974) Audio
[Asesinato de Fermin Cowley; participa con Menelao Mora en la revolución de 1933; intervención de Pablo Rodríguez en el 4 de septiembre; Sergio Carbó y Rubén de León apoyan a Batista; ataque al Hotel Nacional, el ABC, y alzamiento de los cuarteles de San Ambrosio y Atarés, en el cual participa; Eduardo Chibás; presidio político y vejaciones en Isla de Pinos].

 

de la Fe Pérez, Ernesto (Abril 10, 1990) Audio


de la Fe Pérez, Ernesto (Abril 10, 1990) Transcripción

 

del Mazo Serra, Raúl (Agosto 9, 1984) Audio


del Mazo Serra, Raúl (Agosto 9, 1984) Transcripción

 

Diaz-Balart Gutiérrez, Rafael (Marzo 9, 1988) Audio


Diaz-Balart Gutiérrez, Rafael (Marzo 9, 1988) Transcripción

 

Eldidy Eljaiek, Dr. René (Feb. 15, 1986) Audio

 

Estrada Beatón, Domingo (Julio 29, 1984) Audio


Estrada Beatón, Domingo (Julio 29, 1984) Transcripción

 

Fajardo, Amelia (Marzo 9, 1988) Audio


Fajardo, Amelia (Marzo 9, 1988) Transcripción

 

Feraud, Castulo (Dic. 9, 1984) Audio

 

Fornaris, Dr. Fernando (Feb. 1, 1986) Audio

 

Fiterre Rivera, Ignacio A. (Agosto 5, 1984) Audio


Fiterre Rivera, Ignacio A. (Agosto 5, 1984) Transcripción

 

Guas Inclán, Rafael (March 19, 1975)

 

Leizan Montero, Manuel “Lelin” (Sept. 15, 1982) Audio


Leizan Montero, Manuel “Lelin” (Oct. 15, 1982) Audio

 

León Orúe, Dr. Mauricio (Enero 24, 1988) Audio

 

Masferrer Rojas, Rolando (Agosto 1, 1975) Audio


Masferrer Rojas, Rolando (Agosto 1, 1975) Transcripción

 

Medina Puig, José (Feb. 1, 1986) Audio


Medina Puig, José (Feb. 1, 1986) Transcripción


Medina Puig, José (Marzo 1986) Audio

 

Mendieta Tamayo, Francisco (Nov. 8, 1982) Audio


Mendieta Tamayo, Francisco (Nov. 8, 1982) Transcripción

 

Montero Moscoso, Manuel (Oct. 15, 1982) Audio

 

Morales Rodríguez, Vidal (Abril 6, 1990) Audio


Morales Rodríguez, Vidal (Abril 6, 1990) Transcripción

 

Nieto y Piñeiro Osorio, Magistrado Adolfo (Mayo 10, 1975) Audio

 

Ochoa Ochoa, Emilio (Abril 9, 1990) Audio


Ochoa Ochoa, Emilio (Abril 9, 1990) Transcripción

 

Ortiz Fernández, Dr. Héctor (Feb. 1, 1986) Audio

 

Ovares Herrera, Enrique (Abril 8, 1990) Audio


Ovares Herrera, Enrique (April 8, 1990) Transcripción


Ovares Herrera, Enrique (Mayo, 1990) Audio

 

Parlade, Dr. Jaime (Feb. 1, 1986) Audio

Parlade, Dr. Rafael (Feb. 1, 1986) Audio

 

Pérez Cuesta, Lázara Sarah (Agosto 3, 1991) Audio


Pérez Cuesta, Lázara Sarah (Agosto 3, 1991) Transcripción

 

Piñeiro del Cueto, Carlos (Feb. 13, 1986) Audio


Piñeiro del Cueto, Carlos (Feb. 13, 1986) Transcripción

 

Pujol Soler, José (Feb. 9, 1975) Audio

 

Roca Gutiérrez, Mariano (Feb. 1, 1986) Audio

 

Savigne Pavon, Luis (Feb. 15, 1986)

 

Silva Adan, Andres (Feb. 1, 1986) Audio

 

Tobio, José (Marzo 2, 1975) Audio

Lo que nunca absolverá la historia

La gran estafa del Programa del Moncada

Eugenio Yánez

25 de julio de 2013

 

Si algo hay que reconocerle al castrismo es su infinita capacidad de tergiversar la realidad para interpretarla siempre a su favor. Tenebrosa habilidad que ya cumple sesenta años afectando la vida de todos los cubanos, en un sentido o en otro.

 

Todo comenzó con un rotundo fracaso militar el 26 de julio de 1953, producto del proyecto irracional de un líder irresponsable, con objetivos utópicos, mal planificado, pésimamente ejecutado y peor dirigido, que al final del día dejó por resultado decenas de muertos, la mayoría no en combate, sino tras los asaltantes haber sido capturados, torturados y asesinados por las fieras del gobierno dictatorial de entonces.

 

Se ha hablado y escrito bastante sobre el ataque en muchos lugares y momentos, por lo que no hay que insistir en esos aspectos. Sin embargo, es oportuno destacar que ese grosero fracaso y colosal irresponsabilidad son los factores medulares que fundamentan la fiesta nacional más importante de la llamada revolución cubana.

 

Así se justificó un proceso que desechó la celebración tradicional de las fechas de inicio de las dos guerras de independencia del siglo XIX, así como la del día de la fundación de la República de Cuba —a pesar de que nació lastrada con la Enmienda Platt— para establecer como la única gran efemérides nacional, a celebrar por todos, la evocación del fracaso militar y la exaltación de la irresponsabilidad política y social.

 

Y todo a través de actividades políticas solemnes condimentadas con carnavales, algún pan con lechón, mucho alcohol, y cientos de invitados extranjeros disfrutando en Cuba del turismo solidario que pagan los cubanos sin que se les haya consultado nunca si están de acuerdo en pagarlo, en lo que ha venido a convertirse en una casi perfecta y excelente versión tropical y socialista del pan y circo romano.

 

Cuando Raúl Castro se quejaba hace algunos días de la pérdida de valores cívicos y ciudadanos por parte de los cubanos de la Isla, a quienes acusó de aprovecharse de la supuesta nobleza de la supuesta revolución, y llamaba a recuperar todo lo que se había perdido de virtudes y comportamiento adecuado en sociedad, podía haber planteado, de haber sido honesto consigo mismo y no pretender escurrir el bulto, que los problemas comenzaron desde el mismo momento en que se elevó el fracaso a nivel de fiesta nacional, se exaltó la irresponsabilidad como virtud, se identificó la alegría ciudadana con el consumo de alcohol y el libertinaje, y se entronizó la manipulación y tergiversación de los acontecimientos como historia oficial.

 

Nada de eso lo estableció ni lo provocó el imperialismo yanki, la mafia de Miami, los disidentes, la Ley de Ajuste Cubano, los agentes de la CIA, el bloqueo, la sequía, los mercenarios, los huracanes, los bandidos, el cambio climático, o la gusanera. Porque, al contrario, todo ha sido obra de los que hoy detentan el poder en Cuba y lo han detentado por más de medio siglo, sin elecciones libres ni consultas populares, esos “líderes históricos” que muestran con orgullo, para situarse por sobre todos los demás cubanos y hasta por sobre las leyes y la nación, que ellos fueron los que comenzaron precisamente con el asalto al Moncada aquel 26 de Julio de 1953.

 

Es decir, que la legitimidad vitalicia que siempre han pretendido y pretenden los “dirigentes revolucionarios”, y que con tanto esmero y placer le reconocen sus amanuenses del patio o en el extranjero, se fundamenta en la evidente irresponsabilidad, en haber fracasado estrepitosamente, en haber llevado el país a la ruina, y en haber demostrado desde el primer momento la condición de invencibles de los vencidos.

 

Podría estarse discutiendo demasiado tiempo sobre las promesas y los resultados demostrados por ese liderazgo histórico, pero para juzgar fría y objetivamente sus verdaderos logros basta con mirar, una vez más, lo que prometió Fidel Castro en el llamado Programa del Moncada, que supuestamente expresó en su discurso conocido como La Historia me absolverá —y digo supuestamente porque la única versión existente es la que ofrece el mismo interesado— y que puede resumirse en el siguiente párrafo, que aquí se desglosa en oraciones para beneficio de los lectores:

 

“El problema de la tierra,

el problema de la industrialización,

el problema de la vivienda,

el problema del desempleo,

el problema de la educación y

el problema de la salud del pueblo;

he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos,

junto con la conquista de las libertades públicas

y la democracia política”.

 

Podríamos hablar ahora durante mucho tiempo sobre las tierras sin cultivar en el país y la incapacidad de producir alimentos en los campos cubanos, del descalabro de todas las industrias cubanas en todas partes, del lamentable estado del parque de viviendas para los cubanos de a pie en todo el país, de la situación real del desempleo en estos momentos, de los abrumadores problemas en la educación y el fraude escolar, y del continuo deterioro de “la salud del pueblo”, esos seis puntos a los que Fidel Castro prometió, en su discurso de 1953, encaminar resueltamente los esfuerzos para encontrar soluciones. A lo que habría que añadir la conquista de las libertades públicas y la democracia política, según dijo el tantas veces vencido invencible Comandante.

 

Juzguen los lectores por sí mismos:

 

¿Se ha cumplido en algún momento el programa del Moncada?

 

¿Podrá la historia absolver al líder “histórico” de la llamada revolución cubana?

Moncada: mitología e historia

Arnaldo M. Fernández

24 de julio de 2013

 

La revolución cubana nació como “un líder en busca de un movimiento, un movimiento en busca del poder y un poder en busca de una ideología”

 

Desde el cronista Herbert L. Matthews hasta el historiador Antonio Rafael de la Cova consideran que los ataques a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, el 26 de julio de 1953, marcan el nacimiento de la revolución cubana, esto es: la revolución de Fidel Castro, que ya cumple 60 años. Sólo que el parto ha generado tantos mitos que la historia terminó por retorcerse y sobre todo De la Cova ha tenido que sudar la camiseta académica (The Moncada Attack, Universidad de Carolina del Sur, 2007) para enderezarla.

 

El mito fundacional

 

Castro sostiene que “si fuera de nuevo a organizar un plan de cómo tomar el Moncada, lo haría exactamente igual, no modifico nada” (Biografía a dos voces, Debate, 2006, p. 126). Para Matthews, el plan entrañaba una “loca aventura suicida” (Fidel Castro, Simon and Shuster, 1969, p. 65). De la Cova desmitificó por completo el plan impecable:

 

  • La socorrida justificación de que “Sólo la casualidad impidió la toma del Moncada” (Granma, 22 de julio de 2003) encubre el descuido de no haber averiguado que la vigilancia del perímetro del cuartel se reforzaba en carnavales con “guardia cosaca” entre 6 de la tarde y 6 de la mañana.

 

  • Tampoco se averiguó que, en el mismo horario, se prohibía el acceso al cuartel por otro lugar que no fuera la entrada principal. La caravana de autos de los asaltantes enrumbó hacia entrada secundaria por la posta 3.

 

  • La exploración dejó mucho que desear:

 

  • El plano del cuartel elaborado por Renato Guitart no ubicó bien la puerta de acceso al arsenal en la planta baja, detrás de la escalera, y el comando subió por esta última para ir a parar a la barbería.

 

  • Se soslayó que la posición clave dominante de las entradas a las barracas del cuartel era un edificio de apartamentos de tres pisos, frente a la posta 2, desde cuya azotea se podía neutralizar también toda acción en el polígono y la ametralladora 30 emplazada allí.

 

  • Como no se dieron claras orientaciones topográficas, el grueso de los asaltantes no atacó el Moncada, sino el complejo residencial y el hospital militar ubicados fuera del cuartel.

 

  • En el Palacio de Justicia, Léster Rodríguez no revisó antes la azotea, que era la posición de combate. Al ocuparla, su grupo de apoyo se topó con muro de tan alto que dificultaba abrir fuego contra el cuartel, al extremo de que Raúl Castro no llegó a disparar un solo tiro.

 

  • La incomunicación fue absoluta. No hubo quien actuara como correo entre los asaltantes al cuartel y los grupos de apoyo. Así como el grupo del Palacio de Justicia logró retirarse, el grupo entero del Hospital Civil fue apresado. Igual suerte corrió el único que regresó (Boris Luis Santa Coloma) de la granjita Siboney al hospital en busca de Yeyé y Melba.

 

  • En la granjita, Castro instruyó como única regla de combate disparar contra quien llevara uniforme militar completo —los asaltantes vestían de sargentos, pero con “zapaticos de corte bajo”— y portara un Springfield. Dio como referencia al único asaltante armado con tal fusil, Teodulio “Lulo” Mitchell, quien exclamó: “Bueno, doctor, ¿y yo qué?” Castro repuso que no avanzara demasiado.

 

  • No se previeron planes de contingencia ni primeros auxilios para los heridos. En su Biografía a dos voces Castro reconoció: “¡Qué demonios vamos a prever algo [en] una operación como aquella!” (p. 144).

 

  • No había forma de incitar a la rebelión popular: no se ocupó radioemisora alguna, Castro no dio con Luis Conte Agüero para que largara alocuciones y Manuel Lorenzo, el radiotelegrafista que debía enviar mensajes desde la planta del cuartel tras ser ocupado, desertó temprano.

 

Los mitos derivados

 

Otra deserción pasó a la historia oficial como extravío de casi un tercio de los asaltantes. Ernesto Tizol enrumbó por Avenida Las Américas hacia Alturas de Quintero, en vez de continuar por la avenida Victoriano Garzón. Otros autos le siguieron, pero no es plausible que se quedaran dando “vueltas y más vueltas por Santiago.” No sólo Boris Luis Santa Coloma y Oscar Alcalde atinaron a llegar al Moncada, sino que Tizol no pudo equivocarse.

 

Aparte de haber manejado otras veces por Santiago, Tizol fue a la gasolinera que poseía el dueño de la granjita Siboney, José Vázquez Rojas, a tramitar el arriendo y sabía bien que para llegar al Moncada por la Avenida Garzón tenía que pasar por esa gasolinera, sita en la intersección con la Avenida Céspedes, pero dobló antes por Avenida Las Américas hacia Alturas de Quintero.

 

Y así fueron forjándose mitos y más mitos, que incluyeron las leyendas negras de cada bando sobre el otro. El coronel Alberto del Río Chaviano, jefe del cuartel, difundió que los asaltantes habían pasado a cuchillo a soldados convalecientes en el hospital militar; Castro alegó que su gente fue salvajemente torturada. Ningún forense refirió soldados ni asaltantes muertos por otra causa que heridas de bala.

 

Castro no apareció “en la trágica escena del combate”, según Batista (Cuba Betrayed, Vintage Books, 1962, p. 35) y su jefe de inteligencia insistiría tanto en que Castro “no participó en el ataque” como en la leyenda negra de Chaviano (Habla el coronel Orlando Piedra, Ediciones Universal, 1994, p. 174 y 177).

 

Sólo que hasta asaltantes que luego se apartaron de Castro, como Gerardo Granados, atestiguan que lo vieron “en el medio de la calle con una pistola Luger en la mano” y convalidan así la portada del libro de Mario Mencia El grito del Moncada (Editora Política, 1986).

 

Sin embargo, Castro relata en Biografía a dos voces: “Me paro en medio de la calle [con] mi escopeta calibre 22 [y] tuve que encargarme [de quien] intentaba disparar contra nosotros desde un techo con su ametralladora 50 (…) Cada vez que intentaba posesionarse del arma [yo] le disparaba” (p. 141 s).

 

Las únicas dos ametralladoras 50 del cuartel abrieron fuego desde cerca de la posta 4 contra el Hospital Civil y desde el Club de Oficiales contra el Palacio de Justicia, lejos de la posición de Castro frente a la posta 3, barrida por la ametralladora 30 emplazada en el polígono.

 

Y así, la mitología generada por el Moncada llegaría a la discusión parlamentaria sobre la amnistía (1955) a los asaltantes, con el discurso “profético” de Rafael Díaz-Balart sobre las consecuencias funestas para Cuba de poner en libertad a Castro, sin que tal profecía conste para nada en el diario de sesiones.

 

El saldo del Moncada parece resumirse con el susurro de uno de los co-acusados civiles, Ignacio Fiterre, a otro militante del Partido Auténtico, el senador Sergio Mejías, tras escuchar en la segunda sesión del juicio —septiembre 22 de 1953— como Castro reviraba la acusación contra el ejército por la masacre de prisioneros: “Ha nacido un líder.”

 

Castro desbancó a quienes habían concertado la oposición auténtico-ortodoxa en el Pacto de Montreal (junio 2, 1953) y eran tachados ya de “héroes a distancia”. Y la revolución cubana nació entonces como “un líder en busca de un movimiento, un movimiento en busca del poder y un poder en busca de una ideología” (Theodore Draper: Castrismo, teoría y práctica, Praeger, 1966, p. 71).

 

Coda

 

Castro se convertiría en el único exiliado que desembarcó a la vuelta en pie de guerra y logró conquistar el poder. Luego de preservarlo por casi medio siglo, llegó al colmo de la dictadura: ejercerla sin atributos formales de mando, tras pasarlos todos a su hermano menor. Y tal como viene demostrando desde que apareció muerto el 28 de julio de 1953 en el periódico habanero Ataja, se morirá cuando le dé la gana sin que lo advierta ningún cabo furriel de los medios o la inteligencia.

 

Quizás entonces gaste una broma colosal a detractores y fanáticos por igual: dejarlos frente a la utopía misma, sin lugar con losa donde agraviarlo ni rendirle culto, al mandar a incinerar su cadáver y esparcir las cenizas en la Sierra Maestra.

 

Como quiera que sea, quienes le sobrevivan y de algún modo se cruzaron con él a su paso por el reino de este mundo, no descansarán en paz.

Marta Rojas y la mala memoria

Arnaldo M. Fernández

21 de octubre de 2013

 

Rojas cubría el juicio para la revista Bohemia, que publicaría otra conclusión del alegato: “El silencio de hoy no importa. La historia definitivamente lo dirá todo”

 

Por el aniversario 60 años del Moncada vienen reciclándose materiales de la periodista Marta Rojas y la semana pasada tenía que caer su testimonio de la sesión del juicio, el 16 de octubre de 1953, que ella y otros cinco periodistas cubrieron para diversos medios y en la cual Fidel Castro fue condenado a 15 años.

 

La televisión cubana recicló un vídeo en que Rojas describe cómo concluyó el alegato de autodefensa: “Da así en la mesa, con las manos, y dice: ‘¡Condenadme, no importa, la historia me absolverá!’. Eso es lo que dice Fidel. Todo el personal se queda a la expectativa, se quedan inmóviles, y entonces él, de pie, vuelve a hacer así y dice: ‘Bueno, ya terminé’.”

 

Rojas añade que, al ser conducido fuera de la sala improvisada del tribunal, Castro pasó por delante de ella y le dijo: “¿Tomaste nota?” Y ella respondió que sí.

 

El tiempo es el diablo

 

Rojas cubría el juicio para la revista Bohemia, que publicaría otra conclusión del alegato: “El silencio de hoy no importa. La historia definitivamente lo dirá todo”. (“Julio: La guerra civil”, sección En Cuba, 27 de diciembre de 1953, página 70).

 

En The Moncada Attack (Editora de la Universidad de Carolina del Sur, 2007), el historiador cubano-americano Rafael Antonio de la Cova señala que así mismo terminaba en las notas tomadas por Rojas, las cuales se transcribieron en manuscrito de 179 páginas mecanografiadas (página 231).

 

Tras el triunfo de la revolución de Castro, Rojas se excusó con que el último párrafo se modificó por los censores batistianos, pero las garantías constitucionales suspendidas desde el 26 de julio, entre ellas la libertad de prensa, se restablecieron dos meses antes del precitado reportaje en Bohemia (“Cabinet Restores Guaranteees; News Censorship Lifted”, Havana Post, 25 de octubre de 1953, página 1), justo al día siguiente de concluir la última sesión del juicio del Moncada con la condena a 10 años de Gustavo Arcos Bergnes, quien compareció en silla de ruedas por haber recibido un balazo en la espina dorsal.

 

En su libro El juicio del Moncada (Editorial Ciencias Sociales, 1988), Rojas sacó la última página —sin numerar— del manuscrito que mecanografió a partir de sus notas y la última frase aparece tachada. La corrección a pluma reza: “La historia me absolverá.” No parece lógico que si Rojas anotó la frase de cierre del alegato de Castro, se equivocara al mecanografiarla.

 

Coda

 

La sesión de octubre 16 de 1953 del juicio del Moncada duró seis horas y, además de Castro, comparecieron otro asaltante al cuartel: Abelardo Crespo, herido en el pulmón por friendly fire, y un trabajador ferroviario de Santa Clara: Gerardo Poll Cabrera, acusado falsamente por otro. En algún lugar Castro afirmó haber largado un discurso de tres horas ante los jueces, pero el presidente del tribunal, Adolfo Nieto, asegura que fueron dos.

 

En todo caso no hay tiempo para pronunciar una pieza oratoria tan larga como La historia me absolverá. Tampoco hay razón para encubrir que el panfleto impreso es versión aumentada y revisada del alegato, que incluye mejor cierre. Nada cambiaría.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.