CASADOS  CON  LA  MENTIRA

DE  LA  CUBA  DE  FIDEL  CASTRO

El castrismo, mito y realidad

Fidel Castro Ruz es el clásico lobo

cubierto con una piel de oveja

 

La Cuba real frente a la Cuba oficial

 

 

¡Háblame!

(El rey está desnudo)

 

Tribu Mokoya es un disco surgido de la unión de un grupo de raperos cubanos –entre ellos el hijo de Silvio Rodríguez- con un venezolano, en el cual se destaca el tema ¡Háblame!, cuya letra desenmascara los mitos de esa entelequia llamada Revolución cubana.¡Háblame! en ocasiones usa un lenguaje vulgar,  lenguaje que se ha adueñado de la sociedad cubana, incluyendo a las universidades.  Aquí puede verse completa, incluyendo la letra. 

 

Creer ciegamente en algo y mantener una idea frente a otros razonamientos de mayor peso que la nieguen, es terreno de la fe. Eso es lo que les ocurre a muchos extranjeros: consideran que la realidad cubana es binaria y que por lo tanto, sólo se puede estar con el castrismo o con el imperialismo yanqui.

 

 

La falacia acerca del sistema de salud cubano

 

 

Cómo le roban al pueblo cubano.

Las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD)

Manuel Castro Rodríguez

 

El régimen cubano mantiene el monopolio en el comercio de:

- Ropa.

- Artículos de aseo e higiene.

- Efectos electrodomésticos.

- Piezas de repuesto y accesorios.

- Alimentos tales como leche, sal, azúcar, café, harina de trigo, aceite, lentejas, carne de res, pescado y mariscos.

 

Desde hace tres décadas, el pueblo cubano tiene que comprar la ropa, el calzado, los artículos de aseo e higiene, los efectos electrodomésticos y una buena parte de los alimentos en las Tiendas Recaudadoras de Divisas, que están bajo el control de la cúpula militar cubana.

 

En estas tiendas de comercio minorista se les aplica un impuesto de un 240% a los productos importados y un 230% a los de producción nacional. O sea, en todos los casos los cubanos tienen que pagar más de un doscientos por ciento por encima del valor del bien comercializado. Además, téngase en cuenta que:

 

1- En las Tiendas Recaudadoras de Divisas se vende en pesos cubanos convertibles (CUC). Como a los cubanos les pagan sus salarios en pesos cubanos (CUP), antes de ir a realizar su compra en esos comercios los cubanos tienen que adquirir los CUC en las CADECA, a la tasa de cambio de veinticinco pesos cubanos (CUP) por un peso cubano convertible (CUC).

 

2- Debido a que al USD se le aplica un 10% de gravamen, para poder conocer cuál es el precio en dólares de los productos y servicios ofertados en las Tiendas Recaudadoras de Divisas hay que sumarle un 10% al precio indicado en peso cubano convertible (CUC). Por ejemplo, si el precio del artículo es de veinte CUC el precio en dólares es veintidós.

 

¿Cuál es el margen de ganancia que obtiene el régimen con este comercio al detalle?

 

También hay que tener presente que el salario promedio mensual en Cuba es equivalente a unos veinte dólares.

 

A continuación pueden verse los precios vigentes en Galerías Paseo, que es uno de los centros comerciales más importantes de Cuba.

 

Centro Comercial Galerías Paseo

Galerías Paseo está situado en la intercepción de la avenida Paseo y calle 1a, frente al Malecón y muy próximo al hotel Meliá Cohiba. En él hay una gran cantidad de locales para cafeterías, peleterías, ferreterías, supermercado y venta de accesorios para autos.

 

 

Oscar Casanella,

investigador y profesor universitario,

denuncia amenazas recibidas de la policía política

y habla sobre sus condiciones laborales

28 de mayo de 2014

 

 

La falacia de las estadísticas

Verónica Vega

10 de octubre de 2013

 

Contaminación ambiental, malnutrición, violencia doméstica… Las estadísticas en Cuba no recogen índices esenciales. Las autoridades las falsean a conveniencia

 

Estando en Francia en el 2011, un profesor que parecía conocer mi país más que una nativa, me hizo esta interesante pregunta: “¿Has conocido a alguien en Cuba que haya muerto de hambre?”

 

Tuve que confesar que no. Pero, ¿pueden solo las cifras expresar la vida?

 

Que la inmensa mayoría de los cubanos no pueda aspirar más que a mantener un cuerpo, aunque se haya apagado la maquinaria de los sueños, para muchos (que no viven aquí), no invalida la utopía socialista.

 

No es un secreto que los números oficiales pueden ser escondidos, alterados, sustraerse al escrutinio y a los cálculos.

 

Sin acceso a registros médicos, por ejemplo, cómo rastrear los estragos del Período Especial, sus secuelas de neuropatía o neuritis óptica por falta de vitaminas. Se afirma que ha ido decreciendo la estatura promedio del cubano y esto es visible en los que ingresan a la secundaria: adolescentes cada vez menos desarrollados.

 

Una persona que trabaja en el hospital Maternidad Obrera de la capital aseguró que nunca había visto tantos niños nacidos con peso insuficiente, también que muchas jóvenes madres están malnutridas y no son pocas adolescentes se ven impedidas a abortar por anemia, pero, ¿cómo acceder a esos datos? Si es que se registran…

 

Según el testimonio de una abogada en el Tribunal Popular Provincial de La Habana no se archivan los índices de violencia doméstica. Este detalle se pierde en la generalidad de “lesiones”, donde si acaso se notará el auge de la criminalidad.

 

Como es de esperar, el racismo tampoco tiene números suficientes para ser tomado en serio.

 

Aquel francés (que jamás había estado en Cuba), aseguró que no tenemos contaminación. Los ríos y arroyos de La Habana, plagados de bolsas de nailon y otras inmundicias, tan negros que no reflejan el cielo, no merecen estar dentro de los datos por los que él se rige.

 

Nóminas que tampoco mencionan a los indigentes, los ancianos que reemplazan el descanso soñado con nuevos empleos o la paciente venta de baratijas. Niñas que ponen fecha de caducidad a su inocencia. Padres que aceleran el término del plazo.  

 

Cómo convencerlo de lo que está detrás de las cifras de médicos graduados. Tendría él que vivir en carne propia las deficiencias del servicio de salud, la escasez de medicinas, la endeble ética de muchos que engrosan esas deslumbrantes filas de uniformes blancos.

 

Cómo explicar con simples números los estragos que ha producido la “educación”, desastre moral que ahora se intenta combatir con spots televisivos demasiado cándidos para la ferocidad de esas generaciones cuya premisa recuerda un eslogan comercial que se usó hace unos años: “Lo mío primero”.

 

En la residencia de Alamar donde se hospedaban los aspirantes a PGI (Profesor General Integral) se detectaron casos con retraso mental, trastornos de dicción y esquizofrenia. A pesar de ello, ningún joven fue descartado, y salieron de ahí como maestros de secundaria.

 

Pero lo peor, lo más intangible, es la incapacidad de pensar, de discernir, que se fomenta desde edades tempranas en los centros de enseñanza, donde la historia de Cuba (reinventada) está convoyada con adjetivos inalterables que los benjamines recitan como versos, mientras héroes y mártires vigilan su obediencia desde bustos y retratos. Donde consignas escritas o habladas dictan férreas directrices al pensamiento.

 

¿Cómo se registrarían las víctimas convencidas de ese fundamentalismo político, que no salen en misiones suicidas para imponer su fe, sino en mítines de repudio a hostigar y hasta linchar si es preciso, a los herejes?

 

Sería casi imposible rastrear el mal hasta el fondo. Por los muchos que emigraron, por los que perecieron por el camino, por los que eligieron el inxilio, callando y asintiendo con ojos bajos, por los que terminaron en las cárceles o en los manicomios. O por los que terminaron olvidando qué eran, encartonados en el personaje oficialista que les da sustento.     

 

En la rigidez de las cifras la vida queda atrapada, estancada. Especialmente el drama individual, que tendría que reproducirse hasta volverse masivo para despertar el interés de los flemáticos estadistas.

Manchas en el Calixto

Fernando Dámaso Fernández

8 de marzo de 2014

 

Hace unas semanas, conducido por un médico amigo que, como Elegguá, me abrió las diferentes puertas, tuve que asistir al Hospital Docente Clínico-Quirúrgico General Calixto García, con el fin de recibir tratamiento médico. De la atención profesional no puedo quejarme, pues los médicos, a pesar de las dificultades y carencias con las que deben trabajar, se esfuerzan por prestar un buen servicio, siendo amables y preocupados por sus pacientes. Esta coyuntura me permitió conocer, de primera mano, el estado real del referido centro hospitalario, sometido desde hace algunos años a una prolongada e interminable reparación, después de décadas de abandono. El reguero constructivo, tan común al medio, se observa por doquier: pabellones ruinosos, demoliciones a medias, materiales almacenados en las calles y espacios interiores, equipos mecánicos en movimiento, constructores desandando a todas horas de un lugar a otro sin hacer nada, gritería, etcétera. Los pocos objetos de obra dados por terminados, muestran en sus paredes mal repelladas y losas de pisos mal colocadas, así como en otros detalles, el chapucero trabajo realizado, garantía de un pronto deterioro.

 

Desconozco a quien se le ocurrió la genial idea, de ubicar los locales de consulta externa de las diferentes especialidades médicas en los sótanos de los correspondientes pabellones, tanto en ruinas como reparados, donde el acceso se realiza por aceras rotas, senderos y estrechas e inclinadas escaleras exteriores, sin rampas para su utilización por los limitados e impedidos físicos, lo que obliga a los familiares de éstos y a pacientes presentes, a tener que cargarlos para bajarlos o subirlos, en un espectáculo peligroso y bochornoso, ya que no pueden hacerlo en sus sillas de ruedas. Los locales nuevos, en el salón de espera, carecen de climatización y de buena ventilación, siendo verdaderas saunas, donde el calor resulta insoportable a los pacientes antes de ser atendidos. De los viejos es mejor no hablar, pues tienen filtraciones en los techos, los pisos están encharcados, las paredes descascaradas, las puertas rotas, la suciedad y el deterioro abundan y parecen todo, menos instalaciones de un servicio de salud. Es inconcebible cómo se continúan prestando servicios en estos pésimos y antihigiénicos locales. Además, los médicos carecen en sus consultas de los medios elementales para su trabajo: un panel de luz para observar las placas, una computadora para leer los resultados de las diferentes pruebas, etcétera. Todo se resume a una mesa, dos sillas y, cuando más, una camilla, todos en estado de deterioro.

 

En relación con la atención a los pacientes, se nota carencia de especialistas, lo cual provoca grandes aglomeraciones y pérdida de tiempo entre el personal médico y de enfermería en las consultas, quienes mantienen prolongadas conversaciones sobre sus problemas personales, muchas veces con el empleo de palabras inadecuadas, mientras los pacientes aguardan para ser atendidos: los que alcanzaron espacio dentro de los salones de espera, aburridos de leer en las paredes la profusa propaganda, recordándoles la falacia de que la atención a lasalud en Cuba es gratuita pero cuesta al Estado (en realidad a quien cuesta es a los ciudadanos), como conminándolos a que acepten todo con resignación, y los que quedaron fuera, sentados en las aceras de las calles aledañas, muros y hasta en el césped, aguardando sus turnos. Si hay alguna operación de por medio, entonces el proceso se alarga interminablemente, primero por las diferentes pruebas y análisis a realizar, la obtención de cuyos resultados se prolonga en el tiempo, y después por la espera de la cama para ingresar, que puede demorar hasta meses, con la amarga posibilidad de tener que repetir los exámenes y análisis, al perder éstos su vigencia. Los salones de operaciones muestran un elevado estado de deterioro y en los pabellones recién reparados, donde se ubican los recién operados, se nota la falta de una administración responsable, pues los servicios sanitarios carecen de herrajes, de tres lavamanos sólo funciona uno y a las duchas les faltan sus accesorios. Igual sucede con la limpieza, que se realiza por personas no calificadas, que lo que hacen es regar la suciedad, pues con un cubo de agua pretenden limpiar todo un pabellón, además de que todo lo realizan a regañadientes, bajo protestas constantes. A esto debe agregarse que, quienes reparten los alimentos, por lo regular bastante mal elaborados, lo hacen con su ropa de calle, sin utilizar batas, tapabocas, gorros ni guantes, y que durante el día proliferan dentro de los pabellones vendedores de emparedados, maní, café, chocolates, galletas, etcétera, lo cual contraviene las regulaciones que deben existir en una instalación de salud.

 

Parece que, además del lento ajetreo constructivo y de los recursos invertidos, algunas manchas persisten en el Calixto, pues al final, a pesar de la buena atención de los médicos, los servicios hospitalarios dejan un mal recuerdo en los pacientes, que se ven obligados a sufrirlos por no tener acceso a los centros para extranjeros y pacientes especiales, que son los que se muestran en los reportajes y a los visitantes, que aún se creen el cuento de la potencia médica cubana.

 

 

En Cuba: Tener o no tener… hijos

Verónica Vega

12 de julio de 2013

 

Un reciente artículo del periódico Granma aborda la crisis de natalidad que enfrenta nuestro país y expone las medidas implementadas en este sentido por el Ministerio de Salud Pública.

 

Medidas tales como proveer de mayor información a la población fértil, especialmente a la adolescente, sobre la viabilidad de planificar los embarazos y no usar el aborto como método anticonceptivo, causa fundamental de infertilidad en años posteriores.

 

Pautar la concepción mediante contraceptivos confiables, preferiblemente orales o inyectables (más seguros que los dispositivos intrauterinos). El texto también enfatiza la urgencia de que los adolescentes tengan una actitud responsable ante la sexualidad, que incluye el uso de condón para prevenir las infecciones de Transmisión Sexual.

 

Por supuesto que en tales medidas no hay nada reprochable. Lo que me pregunto es cómo podrían adolescentes o personas fértiles en general planificar gestaciones en un panorama económico inmutable.

 

Cómo fructificarán esas disposiciones en un país cuya juventud no puede planificar un salario que no sea simbólico, una vivienda después del matrimonio, un espacio propio para criar sus hijos.

 

Como si la situación demográfica actual no fuese resultado más que de la inconsciencia. Nunca de la decepción, de la imposibilidad. Como si la abrumadora mayoría de los adolescentes no tuviera fijos sus ojos en esa delgada línea sobre el mar y el promisorio “más allá”.

 

No dudo que pueda inocularse la fe desde una consulta de fertilidad, pero una vez que la pareja salga de ella necesitará mucho más para cimentar el futuro de ese niño.

 

Si además se considera el detrimento plausible de nuestras escuelas y las borrosas perspectivas que garantiza la educación (con o sin una carrera universitaria), me temo que una actitud realmente responsable en las parejas reduciría aún más la natalidad en la isla.

 

La que se mantiene es justa porque el cubano es en general imprudente, soñador y confía en su eterna facultad de improvisación. Muchos de los embarazos accidentales que por una u otra razón terminan en nacimiento tienen que ver con esa ingenuidad.

 

Recuerdo ahora una niña que conocí, quien al ser preguntada sobre qué quería estudiar, sorprendió a sus padres con esta respuesta: “Yo quiero estudiar extranjera”. Es decir, quería graduarse de extranjera, pues a sus escasos cuatro años había observado la diferencia entre los turistas y los cubanos.

 

Qué triste conclusión (por demás irrefutable), en un ser que recién comienza a percibir su entorno.

 

No es un secreto que un alto por ciento de los matrimonios se separan por conflictos que provoca la convivencia forzada, el hacinamiento, y el prolongado espejismo de empleos que no pueden sostener un hogar. Cuando la miseria entra por la puerta- reza una sentencia popular- el amor salta por la ventana.

 

Como me pasa siempre con la televisión cubana, el artículo de Granma casi logra convencerme de que estoy en otro sitio. En un país donde las condiciones económicas y sociales son idóneas para la reproducción. Solo falta que la gente acabe de darse cuenta.

Mitos y Realidades. 

Anatomía de ciertas ideas absurdas

Carlos Alberto Montaner

4 de junio de 2013

 

Es una gran distinción inaugurar esta serie de conferencias en honor del Dr. Juan Clark, desaparecido recientemente, intelectual y permanente luchador por la libertad de Cuba, profesor de Sociología durante un buen número de años en el Miami Dade College y, tras su retiro, profesor emérito de esa institución.

 

Tuve el privilegio de ser amigo del profesor Juan Clark y admirador de su obra Cuba, mito y realidad: Testimonios de un pueblo, publicado en 1990. De alguna manera, la esencia de su libro deliberadamente tiene una estrecha relación con el tema de mi charla.

 

El mito histórico

 

Intentemos entender lo que hoy se llama el relato de la revolución cubana. Digamos, rápidamente, que se trata de una cadena de falacias sobre las que se asienta la supuesta legitimidad moral de ese régimen y de ese sistema.

 

El punto de partida es una lectura absurda de la historia, a mi juicio adoptada como una tosca forma de racionalización de la conducta que se proponían desplegar. No puedo creer que, realmente, suscribieran semejante estupidez.

 

De acuerdo con el discurso revolucionario oficial, en 1898 Estados Unidos interrumpió la Guerra iniciada en la Isla en 1895, evitaron el triunfo de los mambises cubanos y crearon una seudo república que Washington manejaba a su antojo con la complicidad de una burguesía vendida y subordinada a los intereses económicos norteamericanos.

 

La realidad histórica

 

De nada vale saber que, además de la inmensa mayoría del pueblo llano, la jefatura mambisa estuvo de acuerdo con la intervención norteamericana, comenzando por el Generalísimo Máximo Gómez, el general Calixto García y Tomás Estrada Palma, el Delegado en Estados Unidos del Partido Revolucionario Cubano, brazo político de la revolución, personalmente escogido por José Martí para ese cargo. Eran ésas, por cierto, las tres figuras con mayor prestigio entre los insurrectos.

 

Como también, ex profeso, ignoran que entre 1902 y 1933 el Estado cubano estuvo regido por independentistas que pelearon duramente frente a la dominación española, con la excepción parcial del intelectual Alfredo Zayas, hermano del general Juan Bruno Zayas, opositor que actuó en el terreno político y fue preso y deportado a España. Dicho sea de paso, Zayas se opuso a la Enmienda Platt y a la concesión de bases militares a Estados Unidos.

 

En Cuba, pues, hubo una república mambisa hasta 1933. Buena o mala, con rasgos de protectorado norteamericano en algunos aspectos, pero absolutamente mambisa, que no se consideraba subordinada a Washington, aunque los gobernantes admitieran que era conveniente mantener buenas relaciones con el poderoso vecino, y procuraran tenerlas, lo que no siempre era posible.

 

No debe olvidarse que Estrada Palma expulsó de Cuba al embajador norteamericano, y que toda la estructura de poder aprendió a convivir con las cláusulas intervencionistas de la Enmienda Platt, al extremo de que Sumner Wells, en sus memorias, admite, melancólicamente, que los criollos cubanos utilizaban al gendarme norteamericano en su propio beneficio partidario.

 

En suma, la cláusula intervencionista que les impusieron a los constituyentitas de 1901, acabó siendo utilizada para defender los intereses particulares de unos cubanos contra otros. Esta observación incluye a los cubanos negros que en 1912 fueron víctimas de la infausta represión desatada contra ellos durante el gobierno del general José Miguel Gómez, quienes apelaron a Washigton para que detuviera la matanza, cosa que, afortunadamente, ocurrió.

 

De ahí que el gobernante nicaragüense Adolfo Díaz solicitara a Washington que le impusieran a su país una legislación similar a la Enmienda Platt, petición que fue rechazada por la Casa Blanca a sabiendas, por la experiencia cubana, de que se trataba de un arma de doble filo que acababa hiriendo a quien la esgrimía.

 

En definitiva, durante aquella, supuestamente, seudo república, Estados Unidos no pudo alcanzar ninguno de los cinco objetivos políticos fundamentales que aparentemente sostuvo:

 

No logró estimular un foco anexionista, pese a la exitosa primera intervención (1898-1902). El anexionismo desapareció para siempre de la historia política cubana a partir del establecimiento de la República.

No consiguió evitar el surgimiento de episodios violentos en 1906 y 1917 entre facciones adversarias que alegaban (probablemente con razón) fraude electoral.

No fue capaz de inducir el buen gobierno, la honestidad administrativa y la búsqueda de consensos.


Acabó por devolver Isla de Pinos en 1925, a pesar de la clara intención de retenerla que mostraron tras la intervención de 1898.

Fueron incapaces de conseguir el fin organizado y la transmisión de la autoridad a un político aliado tras la salida de Machado del poder en 1933 (o la de Batista en diciembre de 1958).

 

Finalmente, esa etapa, la república mambisa, culmina con el derrocamiento del general Gerardo Machado. A partir de ese punto surgió una república revolucionaria, más revolucionara que república, que con el ABC se aproximó al fascismo, con el Ala Izquierda Estudiantil jugó con las supersticiones marxistas del antiimperialismo y la lucha de clases, con la fundación del Partido Comunista apareció por primera vez la URSS en la historia cubana, y con el guiterismo hizo una síntesis violenta de todos esos elementos y los tiñó de nacionalismo.

 

Entre todas estas tendencias, lamentablemente, parieron el gangsterismo político, cruento fenómeno que tuvo entre uno de sus penosos protagonistas al joven Fidel Castro. En todo caso, en medio planeta ésas eran las claves políticas en este momento de la historia y Cuba participaba de ellas más o menos como el resto de Occidente.

 

Simultáneamente, el Fulgencio Batista de aquella primera época, aliado de los comunistas y de los norteamericanos –ménage a tròis propio de la época–, se gana su lugar en la historia (y su primera fortuna), imponiendo cierto orden hasta que entrega el poder en 1944 al Dr. Grau San Martín y al Partido Revolucionario Cubano, que también (como luego Fidel Castro), se proclamaba heredero de José Martí y de su visión ideológica.

 

La realidad castrista

 

En realidad, el modelo de Estado instaurado en Cuba a partir de 1959 por Fidel Castro no tiene absolutamente nada que ver con el pensamiento de José Martí, un liberal decimonónico que rechazaba el colectivismo marxista y anhelaba vagamente forjar una república de corte jeffersoniano.

 

Tampoco enlaza con la tradición revolucionaria cubano-mambisa débilmente plasmada en las Constituciones de Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú o la Yaya, y mucho menos con la de 1901, fundamentalmente liberal, o la de 1940, socialdemócrata e inspirada por la mexicana de 1917 y la española de 1931.

 

Lo que los Castro, el Che y otros pocos revolucionarios tienen en la cabeza es reproducir en Cuba el modelo soviético basado, en lo político, en el control de la sociedad por parte de un caudillo rodeado de una pequeña cúpula que ejerce la autoridad por medio de unas instituciones, unas fuerzas armadas y un partido segregados para su beneficio y actúan como una mera correa de transmisión de sus órdenes y deseos.

 

En lo económico, son devotos del estado empresario que posee los medios de producción y planifica todo el proceso de creación y distribución de riquezas. Como tantos comunistas, no creen en el mercado, ni en la propiedad privada. Están convencidos de que ellos saben qué producir, cómo y a qué precio. Una arrogancia realmente asombrosa porque ninguno tenía la menor experiencia laboral y mucho menos empresarial.

 

Muy rápidamente, mediante la Ley 890 del 13 de octubre de 1960, todas las empresas medianas o grandes fueron confiscadas por el Estado, a lo que unos meses más tarde se agregaron los ahorros en metálico con un fraudulento cambio de moneda impuesto en agosto de 1961.

 

Finalmente, la estatización se completó el 13 de marzo de 1968, mediante lo que Fidel Castro, entonces Primer Ministro, llamó la “ofensiva revolucionaria”. A partir de ese momento, irresponsablemente, amparándose en la realización final del hombre nuevo, nacionalizaron casi 60 000 empresas pequeñas y microempresas, muchas de ellas familiares, destruyendo casi totalmente el precario aparato productivo que quedaba en pie, dando lugar a un proceso de empobrecimiento progresivo y carencia de servicios que dura hasta nuestros días.

 

Hoy, Raúl Castro, lenta y torpemente, intenta corregir los destrozos provocados por su hermano, entonces con su apoyo entusiasta, aunque ese respaldo no era unánime, dado que Carlos Rafael Rodríguez, en privado y tímidamente, aparentemente se opuso a esta voluntariosa locura económica que contradecía la tendencia ligeramente aperturista que, por aquellas fechas, se observaba en algunos regímenes comunistas, como Hungría y Checoslovaquia, decididos a aliviar las miserias del colectivismo con la existencia de una creciente parcela de actividades privadas.

 

El mito del origen del comunismo cubano

 

Uno de los mitos más reiterados de quienes tratan de buscarle justificaciones a la revolución, radica en que la hostilidad norteamericana y el riesgo de que Washington la hicieran abortar precipitó a Fidel Castro en brazos de Moscú y del comunismo.

 

La realidad es que Fidel Castro, junto a un puñado de sus más íntimos allegados, alcanzaron el poder decididos a convertir a Cuba en un estado comunista, persuadidos de las ventajas y virtudes que acarreaba esta forma de organizar la convivencia cubana. ¿Por qué? Por tres razones fundamentales:

 

Primero, porque ese modelo de Estado les procuraba una coartada para mantenerse en el poder de manera permanente y de forma exclusiva, como han hecho hasta ahora.

Segundo, porque creían en las bondades del colectivismo, la planificación y el Estado empresario. En esa etapa de la historia había millones de personas que suscribían esos disparates. ¿Por qué Fidel y los suyos no iban a estar en ese grupo? La idea de que Fidel no era ni es comunista choca con la experiencia directa: lo era al menos desde cuando estaba en Sierra Maestra y planeaba la toma del poder. Lo fue cuando fulminantemente se apoderó de todo el tejido empresarial y creó una dictadura de partido único tan pronto llegó a la casa de gobierno. Lo fue durante la mencionada “ofensiva revolucionaria”, en un momento en que ya tenía todo el control de la sociedad y sus enemigos habían sido derrotados. Incluso, lo siguió siendo a principios de los noventa, tras la desaparición de la URSS y sus satélites europeos, circunstancia en la que declaró, y mantuvo, que Cuba “primero se hundiría en el mar antes que abandonar el marxismo-leninismo”. Ningún líder politico ha sido más tercamente comunista que este personaje.

Tercero, porque, finalmente, la alianza directa con Moscú les reclutaba y aseguraba un guardaespaldas que los protegía de la reacción norteamericana y les permitía dedicarse al aventurerismo revolucionario, verdadero éthos de Fidel Castro y su grupito de lugartenientes. Protección que posibilitó las guerrillas latinoamericanas, las guerras africanas, la complicidad y el adiestramiento de terroristas urbi et orbe, y un sinfín de locuras parecidas con las que han desangrado cruelmente a la sociedad cubana en nombre del “internacionalismo revolucionario”, etiqueta, insisto, tras la que se esconde una patológica sed de realizar hazañas, disfrazándolas de urgencias solidarias.

 

La realidad material de la revolución cubana

 

¿Qué sucedió, en definitiva, con la cacareada revolución cubana?

 

Objetivamente, fracasó en el terreno material con una intensidad que sólo pueden entender los que han sufrido sus infinitas carencias y desastres. Existen al menos siete parámetros básicos para medir la calidad material de una sociedad y en Cuba todos son atroces. Téngase en cuenta que estos elementos le dan forma y sentido a la convivencia real de cualquier sociedad:

 

En Cuba la alimentación es una tragedia que no tiene fin, evidenciada por la “libreta de abastecimientos”, orweliano nombre que tiene ese mugriento y equívoco listín de racionamiento. Ninguna persona que haya corrido la suerte del pueblo cubano ignora que la obsesión nacional es nutrirse, conseguir proteínas. Un país hambreado en el que matar un cerdo para alimentar a la familia o pescar una langosta puede llevarte a la cárcel, es el súmum del despropósito.

En Cuba el acceso al agua potable es un milagro intermitente, generalmente interrumpido por roturas en las cañerías, o envenenado por la mezcla con aguas negras. El país pierde hasta el 60% del agua que circula por el mal estado de los conductos, mientras aumenta la contaminación de los acuíferos, comprometiendo aún más el abastecimiento futuro.

En Cuba la vivienda es una calamidad. Se caen más casas de las que se construyen. No hay materiales para repararlas, y los que hay deben adquirirse en dólares. Millones de cubanos sobreviven en viviendas cochambrosas y en ruinas, despintadas, caladas por las goteras, sin cristales en las ventanas, cada vez más erosionadas. Dentro de las casas los muebles son verdaderos tarecos, lamentablemente insustituibles, acompañados por cocinas y baños destruidos. Y no se trata de que así viven personas analfabetas, sino muchedumbres de gentes educadas que no pueden mejorar su calidad de vida, hagan lo que hagan, porque el sistema impuesto les impide prosperar.

En Cuba la ropa y el calzado son muy escasos, malos y caros en moneda nacional, y casi inalcanzables en divisas.

En Cuba el transporte es una pesadilla agotadora. Como suele decir el escritor Juan Manuel Cao en tono de humor, “en Cuba es mucho más fácil y frecuente coger ladillas o una enfermedad venérea que una guagua”. Trasladarse de un barrio a otro, de un pueblo a otro, de una provincia a otra, es un horror, ya sea en autobús, en auto, en tren. Cuba, el país de habla hispana que primero tuvo tren, destruyó esa ventaja histórica en el curso de la revolución.

En Cuba la electricidad, como sucede con el agua, a veces es adjudicada intermitentemente, dependiendo del suministro de petróleo de que se disponga para generar energía en plantas termoeléctricas claramente obsoletas. Electricidad que apenas alcanza para iluminar levemente los hogares, mientras los pueblos y ciudades, cuando anochece, viven en una triste y sobrecogedora penumbra.

En Cuba las comunicaciones, hoy aliviadas por la existencia de teléfonos móviles, finalmente permitidos por las reformas de Raúl Castro, son de tercer mundo, carísimas y controladas. Los cubanos no tienen acceso a Internet, ni a la televisión internacional, y el mero hecho de escuchar la radio de onda corta, ya sea Radio Martí, la BBC o la Voz de América, coloca a quien se arriesga, si lo descubren, a que lo califiquen como “enemigo de la Patria” y lo castiguen. Agréguesele a esta censura, la imposibilidad de acceder a prensa occidental o a libros prohibidos y se tendrá una idea del tipo de mundillo cerrado en el que viven los cubanos por obra y gracia de su gobierno de carceleros.

 

Los mitos espirituales

 

A pesar de la vergonzosa realidad de ser Cuba uno de los pocos países del planeta que hoy, en general, vive en peores circunstancias materiales que hace medio siglo, sin embargo, ha logrado llevar a cabo una de las prestidigitaciones políticas más sorprendentes. Sus partidarios, en lugar de juzgar a ese régimen por sus resultados, lo juzgan por sus intenciones y por un par de razones deletéreas y espirituales que uno no esperaría de marxistas ni de defensores de la clase trabajadora:

 

La revolución cubana –dicen– es un ejemplo que debe aplaudirse e, incluso, imitarse, porque le ha “devuelto la dignidad al pueblo”. Ya los insolentes gringos no mandan en esa altiva Isla. Nadie sabe exactamente dónde radica la dignidad de una sociedad que ni siquiera puede ejercer la libertad de asomarse a Internet o a la televisión internacional, y mucho menos militar en partidos politicos ajenos al oficialismo, mientras hordas de turistas sexuales compran placeres a precio de saldo, pero el argumento de la dignidad circula profusamente entre los camaradas sin que casi nadie lo contradiga.


Asímismo, quienes en sus países luchan por lograr que los trabajadores y asalariados cada vez disfruten de más ventajas materiales, a los cubanos los felicitan por la frugalidad no-consumista en la que viven, supuestamente preocupados por sostener su visión espiritual de la existencia y proteger el entorno natural. ¿Para qué esforzarse –parecen afirmar—en la ordinariez de poseer autos, buenas neveras, microondas o televisores a color, cuando gozan de la maravillosa y tranquila pobreza del sencillo modo de vivir socialista? (En los sesenta un curita nicaragüense desarrolló la curiosa teoría de que, dado que el cristianismo estaba basado en el sufrimiento que se le ofrecía a Dios, había que militar en la causa cubana porque esa sociedad, en verdad, sufría mucho y era, por lo tanto, genuinamente cristiana).

 

Los mitos materiales

 

No obstante, esos argumentos espirituales a favor de la revolución cubana suelen calzarse con otros de carácter material. Es en ese punto cuando pretenden juzgar a la revolución cubana no por los siete elementos básicos que determinan la calidad material de una sociedad, sino por tres factores míticos:

 

El mito de los servicios de salud. Según esta absurda lectura de la realidad, la revolución en buena porque le proporciona asistencia sanitaria a toda la población.


El mito de la buena educación generalizada. No hay duda de que el gobierno cubano ha hecho un notable esfuerzo por instruir al pueblo, pero no parece cierta la versión sobre la superior calidad de los graduados. Más aún: la cubana es una de las pocas y desdichadas sociedades en las que una buena educación no le consigue a quien la ha adquirido una forma razonable de vida.


El mito del deporte. En la práctica de algunos deportes en los que siempre Cuba se distinguió, como boxeo y béisbol, hoy existe una presencia masiva, a lo que debe añadirse la aparición de nuevos campos en los que la Isla ha alcanzado cierto apreciable grado de excelencia, como sucede con campo y pista, voleibol femenino y judo.

 

La realidad y los pretextos

 

La realidad es que tomar arbitrariamente un aspecto de la convivencia y pedir que se juzgue por él a un régimen dictatorial es lo que siempre han hecho las tiranías.

 

La Sudáfrica del apartheid alegaba que en ningún país de ese contiente la población negra vivía mejor. En ninguno, los negros tenían un nivel más alto de supervivencia al nacer o de escolaridad. (Un argumento parecido a quienes defendían la segregación racial en Estados Unidos. Afirmaban que los negros norteamericanos tenían el mejor desempeño económico y social del planeta).

 

La Alemania de Hitler solicitaba que se le juzgara por la construcción de carreteras, el control de la inflación y, cómo no, por haberle devuelto a los alemanes “la dignidad” evaporada tras el fin de la Primera Guerra y las imposiciones del Tratado de Versalles.

 

El franquismo solía decir que, gracias al Generalísimo y a su triunfo en la Guerra Civil, todos los españoles, por primera vez, podían vivir en paz, comer tres veces al día y tener empleo.

 

Los pinochetistas, a la hora de pasar balance, siempre han querido que se tome en cuenta el fin del caos social provocado por el allendismo y el despegue económico que, desde entonces, disfruta el país.

 

La realidad cubana

 

¿Para qué seguir con más ejemplos? Sería posible adoptar docenas.  La realidad es que en Cuba:

 

Sobre la salud, aún admitiendo el esfuerzo hecho en este medio siglo, hay que decir que en la Isla existen tres clases de servicios médicos: los muy restringidos que recibe lanomenklatura en los hospitales bien dotados de la clase dirigente; los que reciben los turistas que pagan en dólares; y los que recibe el pueblo llano en hospitales en los que apenas hay medicinas o jeringuillas, y en los que los enfermos tienen que llevar hasta el jabón o las toallas. Las instalaciones sanitarias en Cuba son tan deficientes, que en ese pobre país tropical, por primera vez en su historia, una docena de pacientes psiquiátricos murieron de frío y desnutrición hace pocos años. Algo realmente insólito.

 

Sobre la educación, es conveniente aclarar que, quizás por ser masiva, por la falta de recursos que genera el Estado, y seguramente por la escasa preparación y falta de motivaciones de sus maestros, que suelen vivir miserablemente, es considerablemente mediocre. En Brasil, por ejemplo, pese a la evidente simpatía de la presidenta Rousseff por la revolución, fue rechazada la contratación masiva de médicos cubanos porque el 95% de los brasileros graduados en la Isla eran reprobados cuando tomaban sus exámenes de reválida. (Probablemente, si Hugo Chávez se hubiera atendido su cáncer en Estados Unidos, como hizo Gabriel García Márquez, o en España, donde hay magníficos oncólogos, estaría vivo).

 

Sobre el deporte, debe denunciarse que en un país tan pobre como Cuba, asignar cuantiosos recursos a la práctica deportiva para poder pavonearse de que el país es una “potencia” internacional en ese rubro, resulta, cuando menos, una evidente falta de sentido de las prioridades.

 

Los mitos del “modelo”

 

Pese al evidente fracaso material del régimen, y aun cuando se sostiene por medio de la violencia institucional y la intimidación sobre una larga y penosa historia de fusilamientos, presos políticos y actos de repudio, hay algunas personas de la izquierda radical que proponen se imite el llamado modelo cubano para países y sociedades mucho más exitosas.

 

¿Qué es lo que admiran y envidian? Aparentemente, tres rasgos en los que insisten como si fuera un mantra:

 

Las supuestas ventajas de la propiedad estatal, donde no se explota a los trabajadores en beneficio de los capitalistas.


La igualdad en las formas de vida. Toda la sociedad, afirman, aunque sea pobre, tiene similares condiciones de existencia.


La labor de un Estado que concede protección en tres aspectos básicos: educación, sanidad y empleo.

 

La realidad del modelo

 

Frente a esta visión idílica del modelo cubano, el propio Raúl Castro, después de ser cómplice de medio siglo de disparates, y tras sacrificar inútilmente a tres generaciones, ha admitido la verdad:

 

Sus tibias reformas, esencialmente encaminadas a mantener en el poder a la camarilla gobernante, comienzan por aceptar el desastre de las empresas públicas, hoy bajo la lupa y las auditorías dirigidas por su propio hijo. En muchas de ellas, como han descubierto, y como todos los cubanos presentían, prevalecen el ausentismo, la improductividad, el desvío de recursos hacia otras manos –lo que en otras latitudes suele llamarse robo, peculado o malversación—y la mentira en la información sobre resultados. O sea: un completo desastre.

 

Es verdad que se le daba empleo al conjunto de la sociedad, pero no en forma de trabajo productivo. A una gran parte se les asignaba un cargo y un sueldo sin tener en cuenta los resultados. Más que trabajadores eran asalariados, sólo que cuando la misma o parecida producción se divide entre un número creciente de personas, la capacidad adquisitiva real se reduce paulatinamente. Hay que entender que el dinero es sólo una representación simbólica de los bienes disponibles. A mayor circulante frente a la misma producción, más inflación, más escasez y menos consumo per cápita.

 

La búsqueda del igualitarismo –aunque a este objetivo escapen las 200 familias prominentes del país, comenzando por las de los Castro– es, precisamente, una de las causas de la pobreza, la apatía y la desilusión generales con el regimen comunista.

 

Raúl Castro ya entendió que las personas emprendedoras que se esfuerzan más, tienen derecho a obtener mejores formas de vida si ése es el objetivo que se proponen. Por otra parte, ya comprendió, hace algunos años, que la empresa privada es mucho más eficiente, y por eso el Estado cubano se asocia a grandes conglomerados extranjeros para explotar el níquel o el turismo, mientras trata de darles salida hacia el sector privado a 1 300 000 trabajadores, los famosos cuentapropistas, aunque el régimen restringe de tal manera el desempeño de sus actividades que los resultados, hasta ahora, son muy pobres.

 

¿Por qué hay mitos y realidades?

 

La pregunta final inevitable tiene que ver con el desencuentro evidente entre el mito y la realidad. ¿Cómo es posible que dos más dos no sean cuatro o asegurar que el cielo, al menos contemplado durante la luz diurna, no se ve azul?

 

Con relación a las ideas de Marx, puede afirmarse que, desde la crítica de los economistas austriacos a fines del siglo XIX, incluso en vida del pensador alemán, racionalmente no debiera ser posible repetir esos errores. Los dos pilares básicos del marxismo, la idea de la plusvalía y la teoría del valor, fueron metódicamente demolidos por Eugen Böhm-Bawerk, entre otros pensadores.

 

Sin embargo, unos años más tarde estalló la revolución bolchevique en Rusia y sus partidarios no tardaron en reivindicar ese pensamiento como fuente de inspiración intelectual. Prefirieron  ignorar la evidencia y acogerse a la mentira.

 

Pero, más allá de las discusiones teóricas está el choque con la realidad. ¿Es posible no contrastar lo sucedido en las dos Alemanias o en las dos Coreas? ¿Se puede ignorar el brillante desempeño de la Austria capitalista ante lo que ocurrió en Checoslovaquia y en Hungría durante el periodo comunista, sabiendo que los tres países formaron partes más o menos equivalentes del Imperio Austro-Húngaro?

 

¿Cómo es posible que los entusiastas de las dictaduras colectivistas-estatistas pasen por alto la historia económica de Taiwán, Hong-Kong y Singapur frente a la de China, especialmente durante el maoísmo, cuando el marxismo se llevaba hasta sus últimas consecuencias?

 

¿No es evidente que todas las sociedades fundadas sobre las ideas comunistas de partido único y sistema económico basado en la propiedad pública de los medios de producción, han terminado empobrecidas y en medio de miles de muertes, legiones de presos políticos, y muchedumbres de exiliados obligados a marcharse del país?

 

¿Por qué ese evidente panorama de crímenes, fracasos y desaciertos no desalienta a los partidarios del comunismo?

 

A mi juicio, por, al menos, tres fenómenos psicológicos y sociales concomitantes fácilmente observables:

 

Primero, porque existe un tipo de visión ideológica que obstruye y descarta la información que contradice los mitos del grupo. No pueden acometer una lectura racional y completa de la realidad, sino una interpretación excluyente que condena a priori cualquier desviación de lo que afirman los libros sagrados de la secta.


Segundo, por ignorancia. Las personas sujetas a ideologías dogmáticas, como sucede con los marxistas, son incapaces de exponerse a informaciones diferentes. Por eso convierten en “delito” la circulación o exposición de ideas contrarias a las suyas y demonizan a quienes las propagan, convirtiéndolos en “enemigos de la patria” y “burgueses traidores”. Para ellos es preferable fusilar al portador de una visión distinta antes que detenerse a examinarla.


Tercero, por la extraña lealtad que se produce entre los militantes. El grupo deja de vincularse en torno a las ideas y los principios y se produce un fenómeno de acercamiento tribal, más parecido al fanatismo deportivo que al parentesco intelectual.

 

Por eso, lamentablemente, arraigan los mitos. Al final, sin duda, se impone la realidad, pero el camino suele quedar sembrado de cadáveres y las sociedades radicalmente empobrecidas. Esa es la triste historia del socialismo en el siglo XX y será, me temo, la del XXI.

******************************************

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Discrepo totalmente con Carlos Alberto Montaner cuando expresa: “La realidad es que Fidel Castro, junto a un puñado de sus más íntimos allegados, alcanzaron el poder decididos a convertir a Cuba en un estado comunista, persuadidos de las ventajas y virtudes que acarreaba esta forma de organizar la convivencia cubana”. Véase aquí.

El mito

Yoani Sánchez

26 de marzo de 2013

 

Hace frío en La Haya. Por la ventana se ve a una gaviota que ha encontrado un trozo de galleta tirado en la acera. En el cálido local de un bar varios activistas hablan de sus respectivas realidades. Desde una esquina de la mesa un periodista mexicano explica el riesgo de ejercer la profesión de informador en una realidad donde las palabras se pueden pagar con la vida. Todos escuchamos en silencio, imaginando la redacción de noticias baleada, los colegas secuestrados o asesinados, la impunidad. Después interviene el saharaui y sus palabras son como arena que se mete en los ojos, los enrojece y hace que las lágrimas afloren. También las anécdotas del norcoreano me estremecen. Nació en un campo de prisioneros del cual pudo escapar a los 14 años. Sigo cada una de esas historias, puedo vivirlas. Amén de las culturas y la geografía el dolor es dolor en cualquier parte. En pocos minutos paso de estar en medio de un tiroteo entre cárteles a una tienda en el desierto y después al cuerpo de un niño tras las alambradas. Logro ponerme en la piel de todos ellos.

 

Aguanto la respiración. Me llega el turno de hablar. Cuento de los actos de repudio, las detenciones arbitrarias, los fusilamientos de la reputación y de una nación en balsa que cruza el estrecho de La Florida. Les hablo de las familias divididas, de la intolerancia, de un país donde el poder se hereda por vía sanguínea y nuestros hijos centran sus sueños en escapar. Y entonces llegan todas esas frases que he oído cientos, miles de veces. Nada más decir las primeras palabras ya sé por dónde vienen: “pero ustedes no pueden quejarse, tienen la mejor educación del continente”... “sí, será así, pero no puedes negar que Cuba se ha enfrentado a Estados Unidos por medio siglo”, “bueno no tienen libertad, pero salud pública no les falta”... y un largo repertorio más de estereotipos y falsas conclusiones sacadas de la propaganda oficial. La comunicación se ha roto, el mito se ha impuesto.

 

Un mito alimentado por cinco décadas de distorsión de nuestra historia nacional. Un mito que ya no apela a la razón, sino a la creencia ciega; que no acepta críticos, solo adeptos. Un mito que hace imposible que tantos nos entiendan, que se sintonicen con nuestros problemas. Un mito que ha logrado que a muchos les parezca bien para nuestra nación lo que nunca aceptarían para la suya. Un mito que ha roto el canal de la normal simpatía que genera en cualquier ser humano la víctima. Un mito que nos tiene atrapados con más fuerza que este totalitarismo bajo el que vivimos.

 

La gaviota se lleva su pedazo de dulce en el pico. En la mesa se vuelve a hablar de África del Norte y de México. Pierde sentido explicarles mi Isla. Para qué, si todo el mundo parece saberlo todo de nosotros, incluso sin nunca haber vivido en Cuba. Me estremezco de nuevo al escuchar la cruda vida de esos activistas, me coloco en su lugar otra vez. ¿Y quién se pone en el nuestro? ¿Quién deshace este mito en el que estamos atrapados?

¿Cuánto cuesta tener un hijo en Cuba?

Fabián Flores

11 de mayo de 2013

 

Por segundo año consecutivo, la organización Save the Children, con sede en Londres, consideró a Cuba como el mejor país de América Latina para ser madre. Sospecho que el autor del informe visitó una Cuba en otro planeta y no donde la madre de mis hijos tiene que despertarse cada mañana.

 

Pensando en ella y en millones de mujeres cubanas que este domingo celebran el Día de las Madres enfrascadas en la heroica tarea de criar a sus hijos en un país en ruinas, me di a la tarea de investigar cuánto cuesta realmente traer un niño al mundo en la mayor de la Antillas.

 

Los resultados explicarían en parte por qué la población cubana se mantiene casi estática alrededor de los 11 millones de personas, con una tasa anual de crecimiento que en 2011 fue de 0,6, la primera cifra positiva desde el 2006, de acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONE). Las proyecciones indican que la población continuará decreciendo y los habitantes de la isla serán aún menos de 12 millones en el 2025.

 

El embarazo

 

La embarazada cuenta con una atención planificada desde el momento en que se hace oficial su estado, y cada gestante recibe una dosis diaria de fumarato ferroso (o sea, hierro) y de un suplemento vitamínico llamado Prenatal.

 

Sin embargo, la autorización para estas vitaminas comienza por lo general a partir del segundo trimestre del embarazo y no antes, al revés de lo que sucede en la mayoría de los países con atención médica avanzada. Los propios médicos aconsejan: “Si consigues las prenatales afuera, bota las que dan aquí”, lo que hace dudar sobre la calidad de las pastillas que reciben las cubanas.

 

Dentro de la libreta o cartilla de racionamiento, las embarazadas son “beneficiadas” con tres o cuatro libras de carne de res para todo un mes, además de la misma cantidad de pescado.

 

A la hora del parto, la mayoría de las mujeres pasa por una pesadilla dado el deterioro de los centros médicos en todo el país.

 

El año pasado, me sorprendí al leer un comentario que pasó el filtro del sitio oficialista Cubadebate, cuando publicó el informe de Save The Children elogiando a Cuba. Un comentarista, identificado como MG, relató:

 

“¿Alguien ha visitado el Hospital Materno ‘Fe del Valle’ en Manzanillo, Granma??? Porque el que entre ahí, el que tenga que sufrir sus condiciones, el que tenga que pasarse el mínimo tiempo que debe estar una recién parida se va a dar cuenta de que este artículo no tiene el mayor sentido.

 

“Mis hijas mellizas nacieron el pasado octubre en el mencionado HOSPITAL, donde por falta de capacidad ponían a dormir a DOS embarazadas en una cama (sé que algunos no me creerán pero es cierto), donde las embarazadas no tienen un lavamanos para lavarse la boca en las mañanas, donde tienen que cargar cubos de agua para descargar el baño porque las tazas sanitarias no tienen sistema de descargue, donde los baños dan asco verlos, donde los lobby y los comedores se convirtieron en salas de embarazadas por falta de capacidad, donde los acompañantes de las cesareadas, dentro del área de recuperación dentro del salón después de la operación, no tienen un asiento para poder descansar y deben pasar las 6 horas de recuperación de pie”.

 

La canastilla

 

Las futuras madres son “merecedoras” de una canastilla que incluye una sábana y un puñado de productos. Una canastilla típica consta de tres fundas, dos toallas medianas, dos biberones, un muñequito de goma, un blúmer, un pulóver, cuatro jabones, una colonia, una crema, un aceite, 10 pañales de gasa, 10 metros de tela antiséptica (para confeccionar pañales) y unas medias, todo a un costo de alrededor de 85 pesos cubanos (CUP).

 

Si trabajan en algún lugar vinculado al sindicato oficial, la Central de Trabajadores de Cuba, o cualquiera de los ministerios, estos organismos asignan una canastilla más “surtida” para los primeros alumbramientos en una fecha específica.

 

¿Cómo resolver el resto de los productos que se necesitan para el primer año de un bebé? El salario promedio mensual de los cubanos es de alrededor de 455 CUP, el equivalente de $20 dólares o pesos convertibles (CUC).

 

Los dos artículos más importantes, los pañales y la leche, alcanzan precios exorbitantes. En Cuba no se producen pañales desechables y los precios de este producto en el mercado en dólares son inasequibles para la inmensa mayoría de las familias: un paquete se vende entre 4 y 12 CUC.

 

La leche de fórmula sólo se vende a mujeres que no puedan dar el pecho previa justificación de su médico, y la cuota asignada es limitada. En las tiendas en divisas, una lata de la leche de fórmula NAN cuesta un poco más de 4 CUC; otras marcas se venden a unos 5 CUC.

 

Precios exorbitantes

 

En la red de tiendas pertenecientes al gobierno -muy pocas dedicadas solamente a la venta de artículos para bebés- los precios superan ampliamente el salario promedio.

 

La mayoría de las personas no compran los artículos para bebés en los locales del Estado, sino que se valen de canastillas mandadas del exterior”, comentó Marianela Frómeta, ama de casa del municipio Centro Habana.

 

En las dependencias gubernamentales una sábana para la cuna cuesta entre 8 y 10 CUC, en tanto una cuna oscila entre los 100 y 120 CUC, y va acompañada con un colchón que ronda los 50 CUC. El costo de un coche oscila entre 50 y 180 CUC, en dependencia de los atributos del producto.

 

Pero no sólo la “artillería pesada” es costosa en Cuba. Los trajecitos “onessies” (enterizos, como se le llaman en Cuba) cuestan entre 3 y 7 CUC, así como ropa interior de ambos sexos, que puede llegar a costar 10 CUC.

 

El estrés de los padres aumenta cuando se acerca el primer año del bebé, pues en dependencia de la talla y la marca, los zapaticos pueden llegar a costar hasta 20 CUC.

 

“En mi caso resolví toda la canastilla en los puestos particulares y las que me han mandado, además de las que he mandado a coser con las costureras, de otra manera no podemos sufragarlo”, dijo Marlom Silvera, obrero de una fábrica de herrajes.

 

Mercado paralelo

 

Una de las variantes más socorridas para asegurar a un menor precio lo necesario para los recién nacidos es el mercado paralelo. Uno de los más asiduos es el ubicado en la habanera calle 21 entre 4 y 6, en el Vedado, establecimiento particular que muestra una gran variedad de productos a precios más asequibles que en las cadenas de tiendas estatales, aunque altos para el salario de los cubanos.

 

La mayoría de los productos nos llegan de personas que ya nos los usan y o dan a vender, así como de comerciantes que los traen de Ecuador, Estados Unidos o Venezuela. También tenemos costureras que nos surten de cosas artesanales que tienen mucha demanda”, aseguró la dueña del inmueble, quien no accedió a hacer pública su identidad.

 

Las ventajas del lugar para los clientes, según explicó su propietaria, son ostensibles.

 

En las tiendas del Estado un biberón cuesta entre 1.50 y 5 CUC, y aquí los tenemos en precios fijos de 2 CUC, por eso tenemos mayor clientela. Además contamos con productos que no se venden normalmente, como los chupetes, corrales y otros accesorios”, prosiguió la mujer.

 

En el interior del país, los mosquiteros se venden en esos mercados paralelos a 300 pesos (12 CUC) y los pañales de gasa, cada uno a 6 pesos.

 

El drama de la alimentación

 

Este es uno de los temas más álgidos en la crianza de un bebé en los primeros meses de vida. La oferta de cereales es limitada en extremo y en caso de aparecer el producto, oscila entre los 5 y 10 CUC cada caja.

 

Creo que lo más costoso en Cuba de tener un hijo es su alimentación. Los productos del agro y las carnes ‘desintegran’ lo que uno gana en el mes de una manera bien rápida”, comentó Joel Gutiérrez, trabajador por cuenta propia.

 

En la bodega -continuó- te dan leche de no muy alta calidad y unas compotas que da lástima dárselas al niño. De vez en cuando dan unas cosas raras que le llaman Fortachón, que imitan los cereales, pero todo eso es insuficiente. ¿Y cuando se acaban qué?”.

 

La misma opinión fue reflejada por el comentarista “MG” en Cubadebate: “Yo soy padre de mellizas, y gano un salario básico de 432 pesos cubanos, ¿saben cuántas latas de leche NAN-PRO, que venden en las tiendas de divisa, cada una a casi 5 CUC = 125 pesos porque las niñas recién nacidas no tenían la leche maternizada que necesitaban porque en toda [la provincia] Granma ese producto, que se comercializa en las farmacias, estaba en falta? La madre de las niñas es recién graduada, no trabaja, no gana salario, así que creen que con solamente mi salario se pueden mantener dos niñas? Solamente en los alimentos para el niño, digamos de una semana o dos, se te va el salario”.

 

En un conteo somero sobre los productos de necesidad básica de un bebé, y luego de un recorrido por varias tiendas, pudimos contabilizar que el costo inicial del nacimiento en Cuba oscila entre los 700 y 750 CUC (siempre dependiendo de los precios de las tiendas), tomando en cuenta los seis primeros meses de vida.

 

OTROS PRECIOS EN LOS MERCADOS ESTATALES EN DIVISAS:

 

Mosquitero: 30-40 CUC

 

Palangana: 5-12 CUC

 

Andador: 18-25 CUC

 

Bolso para bebés: 20-25 CUC

 

Toallas húmedas: 1-3 CUC

 

Toalla grande: 10-12 CUC

 

Compotas Gerber: 0.80-1.20 CUC por cada una

 

Cereales Nestlé: 3-5 CUC

 

Juguetes: 5-30 CUC

 

Talco: 2-6 CUC

 

Corrales: 15-20 CUC

 

Medicamentos infantiles en farmacias internacionales: entre 9-15 CUC

 

*Este artículo es resultado de una investigación periodística que se extendió por más de seis meses dentro de Cuba y que contó con la colaboración de los editores de CaféFuerte.

Variaciones

Enrique del Risco

8 de mayo de 2013

 

La fundación “Save the Children” definitivamente ha decidido dárselas de original declarando que Cuba es el “mejor lugar de América Latina para ser madre”. Aquí mis variaciones:

 

-La fundación “Save the Children” declara Cuba “mejor lugar de América Latina para ser madre”, pero no explica por qué la mayoría de las cubanas prefiere el aborto.

 

-La fundación “Save the Children” declara a Cuba el “mejor lugar de América Latina para ser madre”, pero no explica por qué la mayoría de las cubanas no se atreve a parir.

 

-La fundación “Save the Children” declara a Cuba el “mejor lugar de América Latina para ser madre”, pero no explica por qué la población se reduce un año tras otro.

 

-La fundación “Save the Children” declara a Cuba el “mejor lugar de América Latina para ser madre”… sólo superada por ciertos sótanos de Cleveland.

La ONG Save the Children

sirve de caja de resonancia a la propaganda castrista

Manuel Castro Rodríguez

7 de mayo de 2013

 

Cuba es “el mejor país de América Latina” para la maternidad y el trigésimo tercero del mundo, según la organización no gubernamental Save the Children, con sede en Londres, en un informe presentado el 7 de mayo de 2013.

 

Según el Índice de Maternidad de Save the Children, que se incluye en el informe Estado de las mujeres del mundo 2013, Cuba ocupa el puesto 33 entre 176 países -donde Finlandia ocupa el primer lugar y Estados Unidos el 30-, por delante de Argentina (36), Costa Rica (41), México (49) y Chile (51).

 

El estudio de Save the Children toma en cuenta el bienestar, la salud, la educación y la situación económica de las madres, así como las tasas de mortalidad materna e infantil.

 

En este mismo subdominio se pueden observar las condiciones en que están los sistemas sanitario y educativo que pueden utilizar los cubanos de a pie. Además, véase aquí.

 

 

En el documental Antesala, realizado por un simpatizante del régimen castrista, el brasileño Pedro Freyre, se muestran las prácticas antihigiénicas para las cubanas de a pie en una sala de partos.

 

Véase cómo es una sala de partos

para la cubana de a pie

¿La fundación Save the Children desconoce que?

 

En Cuba un litro de leche entera cuesta más de tres dólares, precio prohibitivo cuando el salario mensual de un médico es de unos veinte dólares.

 

Los niños cubanos pierden el derecho a recibir leche a precio subsidiado cuando cumplen siete años. Para poder tomar leche, ellos dependen de los más de dos mil millones de dólares anuales que enviamos los emigrados. Véase

 

El vaso de leche censurado

26 julio de 2007

Tal parece que la fundación Save the Children desconoce que el régimen totalitario cubano tergiversa la información –en Cuba no existe una sociedad civil que pueda comprobar la veracidad de la misma, como ha sido denunciado por varias organizaciones, la última fue UN Watch -organización que monitorea el trabajo de Naciones Unidas-, que acusó a La Habana de realizar “fraude masivo” en Ginebra. Véase aquí.

 

Además, como se considera a la praxis como criterio de la verdad, invito a las extranjeras que aspiran a ser madres para que vayan a Cuba y vivan como una cubana de a pie que no recibe remesas del exterior.

Los bañistas (2010)

Carlos Lechuga

Ganador del Premio Coral

en el 32 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

Carlos Lechuga declaró: “Este es un corto que tiene mucho de la realidad, pero también de historias que escuché y de la asesoría de mis profesores en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV)”.

Mito e historia

Rafael Rojas

5 de octubre de 2008

 

La historia oficial de la revolución cubana, esa que en las últimas cinco décadas se ha enseñado en las escuelas de la isla y se ha publicado en Granma y Juventud Rebelde, es un relato simple, maniqueo y mesiánico. Su argumento central es que el socialismo --partido único, economía de estado y poder indefinido de una misma persona-- era la voluntad no de una reducida élite comunista, sino de la “nación cubana” desde sus orígenes en el siglo XIX. Esa voluntad fue interpretada “correctamente” por un grupo de jóvenes, encabezados por Fidel Castro, quienes la condujeron a su destino manifiesto en abril de 1961.

 

Para trasmitir ese mensaje, la historia oficial tiene que nacionalizar el comunismo: convertir la dictadura de una minoría en voluntad general de un pueblo o un régimen basado en la exclusión de unos cubanos por otros en una plataforma universal e incluyente. Pero no sólo eso, para armar el relato simplista y unilateral de la revolución es necesario presentar toda la cultura cubana anterior a 1961 como antecedente espiritual del socialismo. Es por ello que la pluralidad ideológica y política del pasado insular, y su permanente tensión entre ideas liberales, conservadoras, republicanas, católicas y marxistas, son obstáculos formidables contra esa fábula homogeneizadora y providencialista.

 

La historia oficial, que no siempre coincide con la historiografía académica producida en la isla, no puede reconocer la diversidad de organizaciones, líderes y estrategias que actuaron contra la dictadura de Batista, entre 1952 y 1958. Ese relato opera por medio de falsas jerarquías --guerra sobre política, balas sobre votos, Sierra sobre llano, 26 de Julio sobre Directorio, socialismo sobre liberalismo-- o de sutiles y toscos ocultamientos: las guerrillas del Escambray, la oposición pacífica o armada de auténticos y ortodoxos, el papel de la Iglesia, el poder judicial, el Congreso y la sociedad civil, las críticas de la opinión pública, la flexibilización del régimen entre 1954 y 1955 o el amplio consenso a favor de un restablecimiento de la Constitución del 40.

 

El eje de la narración lo ocupa, por lo general, Fidel Castro, a pesar de que éste no fuera el único ni el más importante líder revolucionario hasta 1958. En sus antípodas aparece una caricatura teratológica de Fulgencio Batista, que impide una comprensión de los orígenes del 10 de marzo del 52 y de la resistencia que le hicieron algunas instituciones republicanas. El asalto al Moncada es un evento sometido a una obsesiva idealización, que contrasta, por ejemplo, con el escaso interés que suscita el malogrado asalto a Columbia del filósofo Rafael García Bárcena y los miembros del MNR en abril del 53 o el silenciamiento de los auténticos y miembros de la Triple A que, al mando de Reynold García, asaltaron el cuartel matancero Domingo Goicuría en abril del 56.

 

El relato oficial es un reflejo bastante nítido del culto a la personalidad de Fidel, el Che y Raúl y una construcción del pasado desde el punto de vista de quienes vencieron en la guerra civil y acapararon el poder por medio siglo. Desde entonces la historia de la revolución ha sido, en Cuba, un asunto de estado o, más específicamente, un asunto del Consejo de Estado. La idea de que el relato debía ser contado de acuerdo con la perspectiva de los sectores más radicales del 26 de Julio y, fundamentalmente, de aquellos tres caudillos de la Sierra, quedó establecida, desde el principio, en el encargo que recibiera Celia Sánchez de organizar el archivo de la revolución.

 

El filósofo francés Alain Badiou, neomarxista por más señas, recomienda que en la historia política se distingan siempre las razones del Estado y las motivaciones de los sujetos. No es un mito que cientos de cubanos murieron luchando contra Batista: lo que es un mito es que la razón por la que se levantaron en armas haya sido el socialismo. Tampoco es un mito que otros miles murieran enfrentándose al comunismo, por lealtad a las ideas democráticas y nacionalistas de la primera revolución, y no por anexionismo o apostasía, como sostiene el relato habanero. Ese drama, el de la guerra civil y el exilio, generados por la deriva comunista, sigue siendo inadmisible en La Habana de hoy.

 

La historia oficial es, en palabras de Badiou, una “verdad de Estado” incuestionable y, a la vez, ficticia. Lo curioso es que ese discurso estatal sea incapaz de contar su propia historia porque no puede colocar al poder en el centro de la narración. Los regímenes totalitarios trasmiten, simbólicamente, la idea de que el poder de las élites no existe, que quienes lo ejercen son “las masas”. Por eso ninguna historiografía marxista ha producido, hasta hoy, una verdadera historia del poder soviético o del poder chino: son historiadores liberales quienes lo han hecho. Lo mismo sucede con la historia oficial cubana: no puede narrar la construcción del poder socialista, entre 1959 y 1961, porque para hacerlo tendría que describir el maquiavelismo de sus líderes.

 

Cuando es “el pueblo” quien gobierna, la historia política desaparece y en su lugar queda una epopeya consoladora. En ese mundo perfectamente armónico no hay disidencias o fricciones y quienes se oponen son desprovistos de toda subjetividad o autonomía y asumidos como agentes de alguna fuerza diabólica. La historia de la revolución o, más bien, de las dos revoluciones cubanas debe ser reescrita para contar lo que sólo desde la crítica puede ser contado: el nacimiento del totalitarismo y sus oposiciones. El discurso oficial, tan lleno de certezas místicas, presenta esa reescritura como “distorsión”, “mentira” o falseamiento de una historia sagrada. Pero la crítica sabe que el conocimiento histórico sólo avanza por medio de la desmitificación y la duda.

RADIO CRISTIANDAD muestra

la verdadera Cuba de Fidel Castro

LA CUBA QUE LOS TURISTAS NO VEN

¿Por qué los cubanos deseamos irnos

del ‘paraíso’ castrista?

Manuel Castro Rodríguez

 

En la Cuba de Fidel Castro se vive la contradicción de un supuesto paraíso del que sus beneficiarios quieren huir para cualquier lugar –tengo amigos viviendo en África y Rusia, por ejemplo-, aunque vivan separados de sus familiares y amigos.

 

Tratando de escapar de la Cuba de Fidel Castro, han muerto en el mar más de setenta y siete mil cubanos. ¿Será que desde hace medio siglo el pueblo cubano se volvió loco?

Balseros (Documental)

Balsero cubano

Olimpio González, un balsero que vive en Miami desde hace 10 años, recibe un video de su hijo Eduin, a quien dejó en Cuba con año y medio de nacido. Tras cuatro intentos de salida ilegal, este cubano de 38 años fue acogido en Estados Unidos. Pero su condición de balsero le impide visitar a su hijo en Cuba: Las autoridades castristas le niegan el permiso de entrada.

 

 

La película Una Noche comenzó inspirada en una historia real: el deseo de escapar de la Cuba de Fidel Castro. Terminó en que los protagonistas decidieron no llegar al Tribeca Film Festival y quedarse en Miami para acogerse a la Ley de Ajuste Cubano.

En 1958, Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos. Actualmente, Cuba importa el 75% de los alimentos que consume y Estados Unidos es su principal abastecedor.

Como la praxis es el criterio de la verdad, les sugiero a los extranjeros que se creen la eficaz propaganda del castrismo, que vayan a vivir a Cuba durante un mes en las condiciones en que sobrevive el cubano de a pie que no recibe remesas del exterior.

Fidel Castro Ruz, utilizando palabras de Friedrich Nietzsche el pueblo cubano te dijo hace cuarenta años: “Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que ya nunca más podré confiar en ti”.

 

¿Por qué no se hace un plebiscito en Cuba, como lo hizo el dictador Pinochet? Si el régimen de los hermanos Castro es tan bueno, ganaría ampliamente. ¿O no? ¿Por qué tienen miedo?

La vida de los cubanos

en la Cuba de Fidel Castro

La educación

en la Cuba de Fidel Castro

Educación. Dogma y libros de textos

Fernando Dámaso

27 de marzo de 2013

 

Recorrer los libros de texto utilizados en la enseñanza cubana en este último medio siglo es realizar un recorrido por el dogmatismo y la manipulación, en aras de imponer un modelo fracasado.

 

El sistema educacional cubano, impuesto por el Estado sin tener en cuenta los deseos y las preferencias ciudadanas, es paternalista y manipulador con el objetivo de asegurar, mediante la gratitud, el sometimiento. Comienza desde el círculo infantil y llega hasta la universidad y, con un alto contenido político e ideológico, trata de sembrar en los educandos los denominados “valores nacionales y socialistas”, en contraposición a los rechazados “valores ajenos y capitalistas”. Un componente fundamental para lograr estos objetivos, lo constituyen los libros de texto. En ellos, además del contenido específico de cada materia docente, se introducen, con carácter obligatorio para su aprobación, edición y uso, los conceptos políticos e ideológicos del “modelo”. La carga principal aparece en los textos de lectura y de historia, pero también, de forma menos directa, en los de otras materias, incluyendo los de matemática.

 

En los primeros años de la enseñanza, el proceso se realiza de forma sutil y, al parecer, inofensiva, haciendo hincapié en hechos y personajes históricos “aprobados”, mediante relatos y leyendas asequibles a las mentes infantiles, centrando la atención en los principales participantes de las luchas clandestina y armada, presentándolos como los continuadores de la etapa independentista, los grandes héroes que pudieron llevarla a término. Esto se amplía con “la alegría y felicidad desbordantes”, entronizadas en nuestros campos y ciudades por el nuevo régimen establecido, con imágenes de niños y adultos sonrientes, enarbolando la bandera nacional, como complemento gráfico de los textos.

 

En los siguientes años de la enseñanza primaria, la carga política e ideológica se incrementa, manipulando los hechos y personajes históricos a conciencia e, inclusive, los descubrimientos e invenciones en el campo de la ciencia y de la tecnología, ponderando los que corresponden a ciudadanos y países política e ideológicamente afines, en detrimento de los que no lo son.

 

Aquí ya hacen su aparición, aunque aún de forma “light”, las figuras de Marx, Engels y Lenin, vinculándolas a Baliño, Mella, Villena y otros socialistas cubanos, y se habla del socialismo, tratando de situar a nuestra principal figura histórica —José Martí— cercana a esta corriente filosófica, utilizando para ello algunas expresiones y pensamientos generales sacados de contexto, obviando los que directamente la rechazan.

 

Proliferan también las alabanzas a los países socialistas y a sus logros, principalmente a la extinta Unión Soviética, y se les otorga la condición de “hermanos”. El tema latinoamericano se encuentra presente en las figuras de sus principales próceres, encabezados por Bolívar, y se promueve ampliamente el antiimperialismo y la crítica al capitalismo.

 

En la enseñanza secundaria, ya los libros de texto poseen un enfoque político único, más en la línea “hard”, dando por sentado que la única filosofía y economía válidas son la marxista-leninista, y el mejor sistema el socialista. Los textos son más trabajados y dogmáticos, y se da preferencia a las interpretaciones nacionales de los fenómenos políticos, económicos y sociales, utilizando para ello el pensamiento de Fidel Castro, el cual se introduce dentro de las diferentes materias docentes, además de multiplicarse con el estudio obligatorio de sus discursos e intervenciones.

 

(Recuerdo un examen de matemáticas de mi hijo donde cada problema planteado iba acompañado de una consigna política, lo cual generó comentarios adversos en muchos estudiantes, y en algunos padres al saber de ello, llegando la dirección de la escuela y sus dirigentes políticos a defender esta aberración, al pedirse una explicación al respecto. La única inocente resultó ser la vieja maestra, la cual no tuvo nada que ver con lo que habían introducido en la hoja del examen.)

 

En la enseñanza preuniversitaria, hasta hace algún tiempo solo posible de cursar en centros establecidos en áreas rurales, por el “supuesto principio martiano” de combinar “el estudio y el trabajo rural”, los libros de texto utilizados responden a la formación del denominado “hombre nuevo” y, por lo tanto, se cargan de criterios dogmáticos absurdos, refrendados por los profesores, cuestionados por muchos estudiantes, quienes establecen comparaciones con las difíciles condiciones en que viven, separados de sus familiares, amigos, vecinos, centros culturales, etcétera, y obligados a permanecer en un medio ajeno, alejados de pueblos y ciudades, durante la mayor parte del tiempo, bajo un régimen casi militar.

 

En la enseñanza universitaria, conociendo que es una etapa donde los adolescentes son difíciles de domesticar y tienen tendencias a cuestionarlo todo, se trata de imponer el pensamiento dogmático bajo el principio de que “la universidad es para los revolucionarios”, fomentando un clima de intolerancia política e ideológica. Los libros de texto responden plenamente a esta concepción, ahora desde supuestas concepciones modernas, acordes con los nuevos tiempos y los cambios que se han producido, tanto en la economía como en la política y en la sociedad. Para ello se utilizan los textos que comparten o son cercanos a la ideología del “modelo”, descartando aquellos que le son críticos o totalmente descalificativos.

 

En los últimos tiempos, condicionado por los cambios producidos en el mundo y en la misma sociedad cubana, muchos libros de texto han sido revisados y actualizados, eliminando de ellos referencias y ejemplos obsoletos, así como tratando de cambiarle la envoltura al marxismo-leninismo por una más atractiva, denominándolo “martiano” y, últimamente, hasta “bolivariano”. Sin embargo, su esencia sigue siendo la misma.

 

Recorrer los libros de texto utilizados en la enseñanza en Cuba en este último medio siglo, es realizar, conjuntamente con un viaje al conocimiento, un recorrido por el dogmatismo y la manipulación, en aras de tratar de imponer un “modelo” económico, político y social fracasado.

La salud

en la Cuba de Fidel Castro

Crisis en Holguín

por cólera, dengue y paludismo

 

Ayer murió una señora que era uno de los veintinueve enfermos de cólera ingresados en el hospital clínico quirúrgico Lucía Iñiguez. Hay un niño de siete años ingresado en el hospital pediátrico Octavio de la Concepción, en estado muy delicado.

 

Simultáneamente se diagnosticaron varios enfermos de dengue en el barrio conocido como La Plaquita, Ciudad Jardín, Holguín.

 

También se ha declarado en cuarentena la Facultad de Ciencias Médicas de Holguín porque se han encontrado casos de paludismo. En el albergue de esa facultad viven estudiantes de Venezuela, Bolivia y otros países. No se permite entrar ni al personal civil que atiende las cocinas.

Documental Orgullo Cubano

En estos vídeos se aprecia

cómo era Cuba antes de ser tiranizada por Fidel Castro

El cortometraje Adelante, cubanos, dado a conocer en 1959, demuestra el desarrollo industrial y comercial alcanzado por Cuba, antes de ser tiranizada por Fidel Castro.

La Habana era “una de las ciudades más ricas y más bellas de América”, reconoció Ernesto ‘Che’ Guevara. En estos vídeos se aprecia cómo era la capital cubana cuando triunfó la Revolución, el 1 de enero de 1959. Obsérvese la limpieza reinante  y el moderno servicio de transporte, totalmente opuesto a lo que hemos padecido desde hace medio siglo.

En estos vídeos se aprecia el gran desarrollo comercial alcanzado en la Cuba republicana. Por ejemplo, véase la calle 23, el Broadway habanero.

En cuanto a almacenes, La Habana era el París de América Latina. Véase la historia de las tiendas El Encanto, contada por antiguos empleados y apoyada por imágenes de la época que muestran la categoría tan alta de dichas tiendas existentes en varias ciudades de la Cuba republicana. A pesar de ser un niño pobre, nunca se me impidió la entrada en tienda u hotel alguno, como si hizo Fidel Castro con la mayoría del pueblo cubano durante varios años.

César Rodríguez González fue el primer presidente de El Corte Inglés y el sostén económico para su fundación por Ramón Areces.

 

Con sólo 14 años, en 1896, embarca como emigrante a Cuba, con otros quince paisanos de su parroquia, siguiendo los pasos de su hermano Feliciano que había emigrado años antes. Tras varios días de travesía llega a La Habana dónde comienza a trabajar en una bodega como camarero y posteriormente en una cantina para llevar las comidas a domicilio.

 

A los seis meses de su estancia en La Habana consigue trabajo como recadero en una tienda de tejidos denominada La Casa Blanca, propiedad de uno de los muchos asturianos emigrantes de la época. En esta recibe un pequeño sueldo al tiempo que manutención y alojamiento junto con el aprendizaje del negocio que se realizaba de forma totalmente autodidacta.

 

En 1900 comienza como dependiente en Caso y Compañía, que se dedicaba al comercio mayorista de telas. Un año después le contratan en la tienda El Encanto, alcanzando el puesto de gerente en 1906. Contrata a su primo Pepín Fernández, al que trae desde México en 1910, y a su sobrino Ramón Areces, que llega a Cuba desde Asturias en 1920.

 

Como gerente de El Encanto -un establecimiento que contaba con varias sucursales en las principales ciudades cubanas- amasa una fortuna por la participación que obtiene de los beneficios del negocio. Cómo era práctica habitual en Cuba los empleados a los que se les quería mantener se les otorgaba el status de interesados, lo que significaba que se le asignaba una paga anual acorde con los beneficios del negocio. Este bono no se le daba directamente al empleado sino que se realizaba mediante un apunte en cuenta con lo que el empleado no obtenía el dinero hasta que dejaba la empresa. Mientras tanto el dinero así obtenido se reinvertía por la empresa, ofreciendo un interés sustancioso al empleado a la vez que la permitía autofinanciarse.

 

Decidió abandonar El Encanto en 1929 -lo que además de suponer un problema de tesorería para la empresa, que tuvo que desembolsar un millón y medio de pesos como bono acumulado por César Rodríguez-, le permitió no verse afectado por el crack bursatil de ese año, que afectó en cierta medida a El Encanto por las inversiones que había realizado.

 

Con el dinero obtenido invierte en la compra de varios inmuebles en La Habana y funda Almacenes Ultra en 1938. También se introduce en el sector financiero mediante la adquisición de una participación del Banco de Comercio en Cuba y participa en la fundación del Banco Hispano Americano en España. Además de lo anterior aportó capital para la fundación de Sederías Carretas por parte de Pepín Fernández en 1934 una vez retornado este último a Madrid, y ayudó a Ramón Areces en 1935 a satisfacer el traspaso de la pequeña tienda de El Corte Inglés y a constituir la anterior como Sociedad Limitada en 1940, siendo el accionista mayoritario y el primer presidente de la sociedad. También participa en 1949 en la fundación de Induyco para suministrar a El Corte Inglés la mercancía necesaria ante la carencia de productos existente en la posguerra y en 1952 vuelve a invertir en Madrid mediante la compra de los inmuebles aledaños a El Corte Inglés y el desembolso del capital necesario para su conversión a sociedad anónima.

 

Cuando triunfa la Revolución cubana, El Corte Inglés habanero era una tienda –pequeña si se le compara con los grandes almacenes que existían en Cuba en 1958- situada cerca de la intercepción de la Vía Blanca y la Calzada de Diez de Octubre.

 

César Rodríguez pudo salvar gran parte de su fortuna del despojo castrista, estableciéndose definitivamente en Madrid en 1960.

Escena de la película soviético-cubana Soy Cuba del director Mijaíl Kalatozov.

Esta escena es famosa porque además de mostrar la belleza de La Habana construida antes de que los hermanos Castro se adueñaran de Cuba, fue realizada en un solo tiro de cámara que duró 3 minutos y 22 segundos en los que el camarógrafo, usando un traje especial al que se ha adicionado una cámara sumergible recubierta del líquido con el que se mantienen claros los periscopios de los submarinos, comienza la toma en lo alto del hotel Capri, en La Habana, donde tiene lugar un concurso de belleza, acompañado de música rock. La cámara, usando un lente de ángulo ancho y seguida por un ejercito de ayudantes que ponen y quitan ganchos del traje de quien la lleva para bajarlo hasta la piscina, se mueve entre las concursantes, va fuera del edificio, se mueve hacia abajo dos pisos hasta entrar en un club para terminar circulando entre los camareros. Entonces va hasta la baranda, gira y entra en la piscina y se mueve bajo el agua sin que se moje el objetivo de la cámara y ahí termina. Esta y otra escena aun más intrincada de esta película, son consideradas como obras maestras de la cinematografía de esa época.

Documental Cuba y los elefantes

Parte I

Documental Cuba y los elefantes

Parte II

Documental Cuba y los elefantes

Parte III

Siempre he dicho que podrán existir padres iguales a los míos, pero nunca mejores que ellos. Me inculcaron que lo más importante era el respeto a la dignidad plena del ser humano, recogida -un año antes que yo naciera- en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

 

Mis progenitores me infundieron ese sentimiento no sólo mediante palabras, sino con sus acciones. Recuerdo la frase preferida de mi padre: Por sus hechos los conoceréis.

 

Ocho años antes de que se aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el pueblo cubano se dio la Constitución de 1940, la Carta Magna más progresista de todos los países iberoamericanos y que Fidel Castro había prometido restablecer y hacer cumplir. El 18 de enero de 1959, dos semanas después del triunfo de la Revolución cubana, salió publicada la segunda parte de la Edición de la Libertad de la revista Bohemia, en la que Raúl Castro declaró:

 

Puedes asegurar que si nosotros logramos hacer cumplir fielmente la Constitución de 1940, habremos realizado una verdadera revolución”.

 

http://www.bohemia.cu/2008/12/17/historia/dejenme-aqui-18-25.html

 

José Martí continuó la formación que iniciaron mis padres. Tuve la enorme fortuna de formarme en su pensamiento y  comportamiento ejemplar. Mi lema es la máxima martiana: La palabra es para decir la verdad, no para encubrirla.

 

Antes de que los hermanos Castro se adueñaran de las escuelas cubanas, en ellas se defendía la libertad de pensamiento y se estimulaba el pensamiento crítico. Cursé la enseñanza primaria en el Colegio Moderno –una escuela laica como la inmensa mayoría de las que existían en Cuba-, ubicado en la calle Meireles entre Primera y Calzada de Güines, La Rosalía, un barrio pobre de San Miguel del Padrón -en aquel entonces pertenecía a Guanabacoa-, que por una mensualidad de cinco pesos brindaba una excelente educación.

 

La calle Meireles fue rebautizada como Pepe Prieto en homenaje a un mártir de la Revolución cubana; por cierto, su familia se exiló cuando se percató que Fidel Castro había traicionado los principios por los que Pepe Prieto había entregado su vida. Ocurrió lo mismo con las familias de otros mártires, por ejemplo, la del líder estudiantil José Antonio Echeverría Bianchi. Aquí pueden ver la entrevista hecha a los hermanos de Echeverría, que viven en el exilio desde hace cincuenta años.

Recuerdo con gran añoranza el clima de respeto mutuo que existía en el Colegio Moderno. De mis condiscípulos, en Cuba solamente vive Ana Oviedo, doctora en Medicina, cuyo padre hizo un gran esfuerzo para que ella pudiera estudiar: El papá de Ana vendía periódicos, para lo cual tenía que caminar por todo el barrio bajo el sol o la lluvia. Mis respetos y admiración para Ana y su papá.

 

Evoco con gran cariño a mis maestras: María, Lourdes, Gladys y Florentina. Gladys era prima de un mártir del asalto al cuartel Moncada: Boris Luis Santa Coloma. Gladys se exiló cuando se percató que Fidel Castro había traicionado los principios por los que su primo Boris Luis Santa Coloma había entregado su vida. 

 

También recuerdo con gran afecto a la directora del Colegio Moderno, Aleida Pérez Mareque, la cual me llamaba ‘líder’, por dos razones:

 

1- Como mis padres y mis amigos me llamaban ‘Manolo’, yo le hacía recordar a Manolo Castro, el dirigente estudiantil asesinado el año anterior a mi nacimiento.

 

2- Porque en su diario recorrido por las aulas, me veía discutir respetuosamente con mis maestras en las clases de Historia, sobre la ingerencia norteamericana en Cuba, Panamá, Nicaragua, República Dominicana y Guatemala –era la época del reciente derrocamiento de Jacobo Arbenz, debido a la intervención yanqui. Jamás recibí una reprimenda por ello, y frecuentemente era premiado con El Beso de la Patria, que se realizaba en una ceremonia especial en que se reconocía a los mejores alumnos del Colegio Moderno, al ser seleccionado un estudiante por aula.

 

Florentina me dio clases en 5º (curso 1959-1960) y 6º grado (curso 1960-1961) –desconozco qué pasó con la profesora que habitualmente le había impartido clases a 6º grado-, último curso en que funcionó el Colegio Moderno, ya que Fidel Castro estatizó la enseñanza. Ese fue un período de gran enfrentamiento político; al igual que la inmensa mayoría de los cubanos, yo apoyaba a Fidel Castro, mientras que mi maestra Florentina mostraba su desacuerdo con el rumbo que había tomado, por lo que aumentó los debates respetuosos que sostenía con ella, pero seguí recibiendo El Beso de la Patria y el cariño de Florentina y Aleida. Sí, yo defendía a la incipiente tiranía, pero como nos dice José Martí: “La verdad una vez despierta, no vuelve a dormirse”.

 

Mi maestra Florentina fue la primera persona que me dijo: “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga la oportunidad de decirlo”, aforismo que se le atribuye al filósofo francés François Marie Arouet (Voltaire). En ese momento no lo entendí; cuando al fin pude comprenderlo, ya era demasiado tarde y Florentina, Aleida, María y Gladys habían marchado al exilio, y más nunca supe de ellas. Por ello, nunca pude decirles cuánto contribuyeron a sembrar en mí el amor por la verdad, la libertad, los valores cívicos, la legalidad y la justicia, así como la defensa de los derechos humanos, que son cualidades primordiales en una persona honesta.

 

La mentira se opone a la verdad. La mentira es la afirmación o negación de una cosa contraria a la realidad o diferente a ella. Su esencia es el engaño. Puede darse como expresión espontánea o como engaño maquinado premeditado. Es decir, puede generarse a causa de una actitud descuidada y fantasiosa en el modo de pensar y hablar, o constituir un engaño deliberado.

 

Este artículo lo encabezo con la imagen de un lobo cubierto con una piel de oveja, porque es la mejor forma de representar a Fidel Castro Ruz, que hizo un arte del engaño, donde es un verdadero maestro. En la historia de América Latina no ha existido nadie que se le pueda comparar en cuanto a mentir y reprimir.

 

Cuando somos niños se nos enseñan fábulas, que son composiciones literarias breves en las que los personajes son animales, plantas u otros objetos que presentan algunas características humanas. El lobo es utilizado en fábulas como la siguiente:

 

http://www.revver.com/video/786217/fabulas-el-lobo-con-piel-de-oveja/

 

Las principales características de una fábula son:

 

1- Es inverosímil.

 

2- Ofrece un contenido moralizante o didáctico.

 

3- Siempre tiene una moraleja.

 

En la fábula del lobo con piel de oveja, la moraleja es que el engaño lleva en sí su castigo, ya que como nos dice Abraham Lincoln:

 

Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

 

A mis alumnos siempre les alerto que no crean nada de lo que yo les digo, ¡investiguen! Al lector le digo lo mismo; le ofrezco una gran cantidad de enlaces en Cuba, para que compruebe por sí mismo la veracidad de lo que le digo. ¡Lea! Esa es la mejor sugerencia que puedo hacerle al lector.

 

Los tribunales de justicia están concientes de las muchas maneras en que la gente miente, ya que exigen bajo juramento que los testigos digan “la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad”.

 

La Real Academia Española –define la palabra ‘mitomanía’ (de mito y manía) como:

 

1. f. Tendencia morbosa a desfigurar, engrandeciéndola, la realidad de lo que se dice.

 

2. f. Tendencia a mitificar o a admirar exageradamente a personas o cosas.

 

¿Cuántos mitómanos nos encontramos constantemente?

 

El poder de la mentira de Umberto Eco, cuenta una historia de lucha por el poder con la información como arma, aunque tras esa información existe la capacidad de falsificarla, manipularla y hacerla circular como si fuera verdadera. El protagonista, Baudolino, es incapaz de decir la verdad. Una mentira le lleva a tener que inventar otra. En la medida en que los demás dan por cierto lo que Baudolino dice, él mismo es víctima de sus propios engaños. A la Cuba de Fidel Castro le sucede algo similar.

 

José Saramago, premio Nobel de Literatura, denuncia que estamos inmersos en la “Era de la Mentira”.

 

Como muchas veces la mentira se enmascara, a mis alumnos les enseño cómo se puede mentir en los informes de investigación, para evitar que ellos sean engañados y arriben a conclusiones erróneas. Les explico cómo se cambian las cifras, se comparan contextos diferentes que invalidan las conclusiones, se hace una interpretación estadística parcial y extrapolada, o se encubre bajo declaraciones de patriotismo y posibles catástrofes. Por ejemplo, Bush justificó la invasión a Irak basándose en la supuesta búsqueda de las armas de destrucción masiva que escondía Sadam Hussein. Después se demostró que era mentira, pero a Bush no le pasó nada.

 

Reconozco la gran capacidad de Fidel Castro para aplicar los principios de Joseph Goebbels, que como ministro del III Reich, desarrolló y aplicó la propaganda del régimen de Hitler. Según Goebbels, la propaganda se basa en once principios: Simplificación y enemigo único; contagio; transposición; exageración y desfiguración; vulgarización; orquestación; renovación; verosimilitud; acallar; transfusión; unanimidad.

 

Considero que con sólo utilizar dos de estos principios –renovación y orquestación- un gobierno puede desinformar bastante.

 

Principio de renovación: Consiste en emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa.

 

Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. De ahí viene la famosa frase: “Repetir la mentira hasta que parezca verdad”.

 

Recordé esos principios cuando hace cuatro años, el 8 de febrero de 2009, leía Cuba: Estado-partido y participación, del profesor marxista Guillermo Almeyra, publicado en el diario mexicano La Jornada

 

http://www.jornada.unam.mx/2009/02/08/index.php?section=opinion&article=018a1pol

 

En Cuba: Estado-partido y participación se expresa:

 

Aunque el gobierno cubano no es estalinista, funciona, al igual que el partido, sobre la base de las concepciones estalinistas, ahogando la vida política en el país. Porque el problema no consiste en que falte ‘participación’ popular sino en que quienes deberían ser el sujeto colectivo de la construcción del socialismo estableciendo democráticamente cuáles son las necesidades y las prioridades y cómo y con cuáles recursos darles respuesta, no son protagonistas de la política sino, en el mejor de los casos, aplicadores flexibles de decisiones ajenas. No hay en Cuba pasividad ni falta de creatividad: lo que hay es una burocracia y un paternalismo asfixiantes. Los ‘especialistas’ y ‘la vanguardia’ no escuchan a la gente. Eso reduce drásticamente la eficacia económica y la productividad al igual que el consenso político. El gobierno cuenta así con un ‘consenso negativo’, o sea, con el apoyo de la gran mayoría de los cubanos en su lucha por mantener la independencia de la isla frente al imperialismo. Pero el apoyo al funcionamiento de la economía, la cultura y el aparato estatal se funde como nieve al sol bajo el efecto combinado de la crisis económica, que tiene ya 20 años, y del envejecimiento de la población porque los jóvenes, que nacieron en la crisis, no pueden comparar la situación imperante en la isla con el pasado que no conocieron ni con lo que sucede en otros países, ya que no creen en lo que dicen los medios cubanos de desinformación y propaganda”.

 

Aunque reconoce que el régimen de los hermanos Castro miente, el profesor marxista Guillermo Almeyra -al igual que otros simpatizantes del castrismo- alude al diferendo de Cuba con Estados Unidos, pretendiendo ignorar que desde hace medio siglo existe un diferendo de Fidel Castro con el pueblo cubano.

 

Muchos extranjeros continúan considerando como anécdotas sin importancia la violación sistemática de los derechos humanos del pueblo cubano y otros fracasos socioeconómicos de gran envergadura, justificándolo todo con el embargo norteamericano.

Documental Cuba, falso paraíso

La salud

en la Cuba de Fidel Castro

Muchos extranjeros continúan repitiendo que el castrismo logró avances muy importantes en salud y educación, sin analizar tan siquiera en qué condiciones están los servicios de salud y educación a los que tiene acceso el cubano de a pie. Unos treinta pacientes del Hospital Psiquiátrico de La Habana fallecieron en enero de 2010, por carecer de la alimentación y el abrigo adecuados.

 

 

La agencia BBC reportó desde La Habana:

 

Los enfermos cuando van a ser ingresados saben que deben llevar toallas, jabón, un cubo para bañarse, ventilador, pijama, almohada e incluso las sábanas para la cama que le asignen.

 

Esta realidad es la que BBC Mundo pudo observar en por lo menos cuatro hospitales de la capital, donde escasea la limpieza, los baños están sucios y en ocasiones hay pérdidas en las tuberías”.

 

http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2010/01/100115_2151_cuba_enfermos_gm.shtml

 

En una extensa carta abierta dada a conocer hace unos meses, en septiembre de 2012, el Servicio de Cirugía General del Hospital Calixto García –el mejor hospital al que tiene acceso el cubano de a pie- denuncia las condiciones del hospital:

 

La atención médica, y sobre todo quirúrgica, en nuestro centro, es un gran desastre, caracterizada por:


- Hospital destruido en su estructura física, por su edad e innumerables reparaciones de pésima calidad y corta duración.


- Falta de importantes recursos en la atención a los pacientes por distribución inadecuada, por gestiones insuficientes o por exceso de trabajo ante la reducción de la actividad en otros centros por causas similares.


- Deterioro humano mental acompañante por la pérdida de la mínima atención al hombre, que bajo largas jornadas de trabajo gratuito en un número importante de horas, y en un país donde las gratuidades se terminaron, tienen un confort para su trabajo que está por debajo de la de cualquier lugar pobre del mundo.


Nuestro centro hospitalario, en el aspecto quirúrgico, se ha ido reduciendo, de unos 30 salones para todas las especialidades, a no más de 10 en la actualidad, los que aún con gran destrucción brindan esta vital atención al pueblo; las irregularidades en estos salones, sus continuas roturas de aires acondicionados, falta de agua, falta de equipamiento adecuado en algunos de ellos, provocan que pacientes con cáncer no puedan ser intervenidos a tiempo en nuestra institución, que otros con patologías benignas susceptibles de ser resueltas de forma mediata a su diagnóstico lleguen complicadas por la falta de rapidez en la solución de sus problemas, y como si esto fuera poco, las patologías urgentes también tienen grandes dificultades (…)
”. 

 

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/habaname/2012/09/25/sos-del-servicio-de-cirugia-general-del.html

 

En condiciones similares se encuentra toda Cuba. Por ejemplo, Cuba fue el séptimo país del mundo en tener ferrocarril. De los diecisiete mil kilómetros de vías férreas existentes en 1958, queda menos de la mitad, de los que se debe reparar el 75%. En 1958, sólo el siete % de la población vivía a más de diez kilómetros de un ramal de ferrocarril o de una carretera; en la Cuba de Fidel Castro se instauró el transporte de personas mediante carretas arrastradas por bueyes.

Muchos extranjeros continúan repitiendo que el castrismo logró avances muy importantes en salud y educación, sin analizar tan siquiera en qué condiciones están los servicios de salud y educación a los que tiene acceso el cubano de a pie. Unos treinta pacientes del Hospital Psiquiátrico de La Habana fallecieron en enero de 2010, por carecer de la alimentación y el abrigo adecuados.

 

 

La agencia BBC reportó desde La Habana:

 

Los enfermos cuando van a ser ingresados saben que deben llevar toallas, jabón, un cubo para bañarse, ventilador, pijama, almohada e incluso las sábanas para la cama que le asignen.

 

Esta realidad es la que BBC Mundo pudo observar en por lo menos cuatro hospitales de la capital, donde escasea la limpieza, los baños están sucios y en ocasiones hay pérdidas en las tuberías”.

 

http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2010/01/100115_2151_cuba_enfermos_gm.shtml

 

En una extensa carta abierta dada a conocer en septiembre de 2012, el Servicio de Cirugía General del Hospital Calixto García –el mejor hospital al que tiene acceso el cubano de a pie- denuncia las condiciones del hospital:

 

La atención médica, y sobre todo quirúrgica, en nuestro centro, es un gran desastre, caracterizada por:


- Hospital destruido en su estructura física, por su edad e innumerables reparaciones de pésima calidad y corta duración.


- Falta de importantes recursos en la atención a los pacientes por distribución inadecuada, por gestiones insuficientes o por exceso de trabajo ante la reducción de la actividad en otros centros por causas similares.


- Deterioro humano mental acompañante por la pérdida de la mínima atención al hombre, que bajo largas jornadas de trabajo gratuito en un número importante de horas, y en un país donde las gratuidades se terminaron, tienen un confort para su trabajo que está por debajo de la de cualquier lugar pobre del mundo.


Nuestro centro hospitalario, en el aspecto quirúrgico, se ha ido reduciendo, de unos 30 salones para todas las especialidades, a no más de 10 en la actualidad, los que aún con gran destrucción brindan esta vital atención al pueblo; las irregularidades en estos salones, sus continuas roturas de aires acondicionados, falta de agua, falta de equipamiento adecuado en algunos de ellos, provocan que pacientes con cáncer no puedan ser intervenidos a tiempo en nuestra institución, que otros con patologías benignas susceptibles de ser resueltas de forma mediata a su diagnóstico lleguen complicadas por la falta de rapidez en la solución de sus problemas, y como si esto fuera poco, las patologías urgentes también tienen grandes dificultades (…)
”. 

 

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/habaname/2012/09/25/sos-del-servicio-de-cirugia-general-del.html

 

En condiciones similares se encuentra toda Cuba. Por ejemplo, Cuba fue el séptimo país del mundo en tener ferrocarril. De los diecisiete mil kilómetros de vías férreas existentes en 1958, queda menos de la mitad, de los que se debe reparar el 75%. En 1958, sólo el siete % de la población vivía a más de diez kilómetros de un ramal de ferrocarril o de una carretera; en la Cuba de Fidel Castro se instauró el transporte de personas mediante carretas arrastradas por bueyes.

 

Cuando Fidel Castro tomó el poder en 1959, La Habana tenía un excelente servicio de agua potable. El ingeniero cubano Francisco de Albear Lara diseñó y construyó el acueducto que lleva su nombre; su proyecto obtuvo medalla de oro en la Exposición de París (1878). El acueducto de Albear, inaugurado el 23 de enero de 1893, ¡hace 118 años!, suministra actualmente “el 20% del agua que se consume en la capital de Cuba”.

 

Decenas de miles de residentes en La Habana nunca han visto salir agua del grifo de su residencia; lo normal para ellos es cargar agua diariamente. Desde hace unos cuarenta años tampoco sale agua del grifo de los baños de los cines, cafeterías y restaurantes a que acude el cubano de a pie; solo cuando se realiza el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano es que hay agua en algunos cines. Además, los supermercados y centros comerciales no tienen servicios sanitarios ni cosa que se le parezca. Desde hace unos cuarenta años, de los baños de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana emana un mal olor imposible de soportar.

 

Tampoco sale agua del grifo en numerosos hospitales y escuelas. Mis hijos nacieron en los años 1976 y 1983 en el Ramón González Coro, el mejor hospital gineco-obstétrico de Cuba. En ambas ocasiones yo tuve que cargar agua para que mi esposa pudiese lavarse, no bañarse.

 

Alejandro Vilá Noya, directivo de Aguas de La Habana, reconoció que “los salideros más escandalosos están en las calles, porque son visibles y corren por el pavimento (…) más del 50 por ciento del agua que bombean se pierde por esas causas”.

 

http://www.rebelion.org/noticias/2010/1/98526.pdf

 

El sistema de acueductos “no ha recibido un mantenimiento integral en el último medio siglo

 

http://cubaalamano.net/sitio/client/articulo_ips.php?id=55

 

o sea, desde que Fidel Castro tomó el poder.

 

Además, “en 2003, la cobertura de alcantarillado alcanzaba sólo a 63 por ciento de los 2,2 millones de habitantes de La Habana

 

http://cubaalamano.net/sitio/client/report.php?id=369

 

También, dadas las numerosas roturas del alcantarillado, se pueden ver las aguas negras corriendo por algunas calles. Esto, unido a las numerosas roturas que tienen las tuberías del acueducto, provoca que en numerosas ocasiones ¡las aguas de consumo humano sean contaminadas por las aguas negras!

La última epidemia de cólera en Cuba ocurrió en 1882, o sea,

hace ciento treinta años.

Desde hace más de seis meses se han venido reportando muertos por cólera en Cuba

“Cuba es una gran mentira oculta”.

Una entrevista con Vicente Botín

Tania Quintero

19 de mayo de 2009

 

Con una mezcla de sorpresa e incredulidad, en la mañana del sábado 9 de mayo descubrí en El País el artículo “Fidel Castro: tres entierros y un funeral.” Mi reacción no tenía que ver con el título, sino con el autor: Vicente Botín, quien seis meses antes había sido corresponsal de Televisión Española en Cuba. Inmediatamente me propuse entrevistarlo. Pensé que entre mi deseo y la realidad podrían transcurrir varias semanas. Pero ese mismo día, gracias a una amiga común, le envié el cuestionario. Me contestó enseguida: hasta el 18 de mayo se encontraba de vacaciones en el sur de España, en cuanto regresara me respondía. El 19 de mayo, no sólo recibí las respuestas, sino también una foto suya y dos del libro Los funerales de Castro (Editorial Ariel), que con prólogo del periodista Lluis Bassets será presentado el próximo 4 de junio. A continuación, la transcripción del diálogo, cien por ciento digital.

 

Vicente, le estoy muy agradecida por el interés y prontitud con que ha respondido. Primeramente, me gustaría que se presentara a los lectores de los tres blogs donde publicaré su entrevista: Penúltimos Días, Desde La Habana y en mi propia bitácora.

 

Nací en Burgos, Castilla y León, estudié Periodismo y Ciencias Políticas y Sociología en Madrid. En 1967 y hasta 1972 trabajé en la “Revista SP”, semanario de información general. Fui corresponsal volante en Latinoamérica, con sede en Chile donde, entre otros trabajos, realicé varias entrevistas al presidente Salvador Allende. En 1972 comencé a trabajar en Televisión Española, donde me he desempeñado en diversos programas y viajado por todo el mundo, especialmente por Latinoamérica, donde he realizado más de un centenar de reportajes para programas como “Informe Semanal” y “En Portada”. En 1999 fui nombrado corresponsal de TVE en el Cono Sur, con sede en Buenos Aires, hasta diciembre de 2004. Después sería enviado a La Habana.

 

¿Qué tiempo permaneció en Cuba como corresponsal de TVE?

 

Casi tres años. Desde enero de 2005 hasta octubre de 2008.

 

¿Cuándo nació la idea de aprovechar esa estancia para escribir un libro?

 

Cuando llegué a Cuba me di cuenta de que sabía muy poco sobre el país y la revolución, a pesar de todo lo que había leído y de mis dos estancias anteriores en la isla, en 1982 y 1984. En ese último año, 25 aniversario de la revolución, realicé una larga entrevista a Fidel Castro. Pero puedo decir sin rubor que no conocía a cabalidad la verdadera naturaleza del régimen ni las penosas condiciones de vida del pueblo cubano. Por eso comencé a escribir el libro, a los pocos meses de llegar, en julio de 2005.

 

La mayoría de los libros que había leído sobre Cuba no reflejaban lo que yo veía a diario: la lucha por la vida, la doble moral para sobrevivir, la “resolvedera”, las infraviviendas, los derrumbes, los apagones, el problema del transporte, la mentira de la educación y de la sanidad, las fantasías de los periódicos y la televisión, los problemas de los disidentes y de los periodistas independientes, el enorme control de la Seguridad del Estado, el miedo, la parálisis de la gente, etc, etc. Por eso comencé a escribir el libro. Cuba era una “aldea Potemkim” una gran mentira oculta detrás de los discursos de Fidel Castro, y tenía que reflejarlo en un libro.

 

¿Tuvo dificultades para hacer investigaciones y entrevistas?

 

Nunca le dije a nadie que estaba escribiendo un libro. Tomé muchas precauciones para que la Seguridad del Estado no interfiriera mi trabajo. Encripté mi ordenador, del que nunca me separaba, hice muchas copias en USB y periódicamente, a través de amigos o familiares, enviaba a Madrid lo que tenía escrito. Mis investigaciones, entrevistas, búsqueda de documentación y lecturas las realizaba en el marco de mi tarea diaria como corresponsal de televisión, sin insinuar siquiera que realizaba un trabajo en secreto.

 

¿En algún momento la Seguridad del Estado lo llamó a contar, como se dice?

 

La Seguridad del Estado controla férreamente a los periodistas extranjeros, pero yo no les di ningún motivo para que pensaran que estaba escribiendo un libro. Recibí muchas llamadas de atención por parte de “funcionarios” del Centro de Prensa Internacional, porque no les gustaron varias de mis crónicas televisivas, pero nunca sospecharon que estaba escribiendo un libro.

 

Como la corporación RTVE no acostumbra aclarar por qué de pronto “desaparece” un presentador, locutor, periodista o corresponsal, no llamó demasiado la atención su relevo por Sagrario García-Mascaraque, joven y agraciada, como gusta a los jefes del Centro de Prensa Internacional, adjunto al ministerio cubano de Asuntos Exteriores (y como todo en Cuba, controlado por el Departamento de Seguridad del Estado). Pero a mí, debo confesarle, me hizo sospechar que algo pudiera haber ocurrido. Por eso quisiera saber la razón de su salida de Cuba.

 

Los corresponsales no desaparecen porque sí. Los contratos para cubrir una corresponsalía son anuales y se suelen renovar hasta un máximo de cinco años, a veces menos. Mi salida de Cuba y también la de mis colegas de Washington, Londres, París, Lisboa, Pekín, Bogotá, Jerusalén y Moscú, se debió al Expediente de Regulación de Empleo que realizó la empresa para prejubilar a los mayores de 52 años. No hay gato encerrado.

 

De todas maneras, la mayoría de los corresponsales extranjeros en Cuba somos “conflictivos” para el Centro de Prensa Internacional, porque no nos sometemos a su chantaje permanente para pregonar los “logros” de la revolución, aunque procuramos no cruzar la invisible raya que traza la prudencia para evitar ser expulsados del país.

 

¿Podría ponernos algunos ejemplos de las dificultades que enfrentan los periodistas, que como usted, se percatan de la realidad en que viven los cubanos, tienen valor y no se dejan manipular por las autoridades castristas?

 

El control que ejercen las autoridades cubanas sobre los corresponsales en general, se agrava con los periodistas de televisión por una razón bien simple: las cadenas de televisión extranjeras no pueden utilizar medios propios de transmisión y tienen que enviar sus crónicas a través de la Televisión Cubana, que es la encargada de “subirlas” al satélite. Eso es ya de por sí una razón para mantener un cierto equilibrio y evitar que interrumpan la transmisión, algo que cuando quieren pueden hacer y que a mí me hicieron en algunas ocasiones.

 

Es más eficaz una crónica posible que una crónica prohibida. Prefiero que se emitan imágenes de las Damas de Blanco jaleadas por las turbas, por ejemplo, con un texto más o menos “tolerable”, y no tener que “comerme” las imágenes sin que las vea nadie. El maximalismo es poco inteligente, más propio de quienes juzgan los hechos desde la distancia en lugar de batirse el cobre, como hacen muchos en la isla, a pesar de los zarpazos de la Seguridad del Estado.

 

A los que desde fuera critican el trabajo que realizamos los periodistas extranjeros en Cuba y les exigen más compromiso, habría que decirles, con el mayor respeto, que quizás ellos deberían ser los primeros en comprometerse, al fin y al cabo es su país, y jugarse el tipo, vivir en Cuba y luchar por la democracia como hacen los disidentes.

 

Para quienes la mayor parte de nuestra vida transcurrió bajo aquel régimen totalitario, no nos fue difícil darnos cuenta de su perplejidad a la hora de reportar el cambio de batón el 24 de febrero de 2008. Me gustaría ahora conocer cómo vivió usted aquellos días y cómo ya en España recibió la noticia de las defenestraciones de Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, entre otros dirigentes que usted debe haber conocido.

 

En una de mis crónicas dije (y no me censuraron) que en Cuba no se podía decir esa frase tan socorrida de “El rey ha muerto. Viva el rey” porque Fidel Castro, desde la sombra, seguía manteniendo el cetro. Y eso lo he dicho en todas mis crónicas y lo repito en mi libro. Quien manda en Cuba es Fidel Castro y su pobre hermano no puede realizar las “profundas reformas”, económicas por supuesto, que anunció y que no serían ninguna novedad, porque ya las puso en práctica durante el período especial (“son más importantes los frijoles que los cañones”), y que Fidel, con paciencia franciscana, ha ido desmontando una por una.


Las defenestraciones —de Lage y Pérez Roque, en este caso— son una constante en todos los regímenes estalinistas. La revolución siempre devora a sus propios hijos y les exige, además, el supremo sacrificio de declararse culpables. Esas dos “muertes” son necesarias para Raúl Castro, quien tiene que rodearse de centuriones de su máxima confianza para no perecer en esa batalla sorda que libra contra su hermano. Veremos qué ocurre en el Congreso del Partido Comunista de Cuba, en noviembre. No hay que olvidar que el comandante sigue siendo Primer Secretario.

 

Una anécdota humana, vivida entre la población, la disidencia o con la propia militancia del partido.

 

Los cubanos son gente entrañable, muy cariñosos y afables… y resignados también. “No es fácil” es la muletilla que repiten y que me decían cada vez que les preguntaba que por qué no se rebelaban, por qué no salían a la calle a protestar, como en la España de Franco que había incluso cárceles para los curas contrarios a la dictadura. Aún así me siento muy orgulloso de haber conocido tanta gente buena y como anécdota, quiero decir que me siento muy feliz de haber facilitado la salida de Cuba hacia Miami de un buen amigo a quien poco después se le unió su mujer y su hijo, quienes pudieron escapar también gracias a un matrimonio de conveniencia.

 

Su estancia en Cuba coincidió con la de un embajador español bastante amigo de la Revolución y sus dirigentes. Ese hecho ¿fue una ventaja o un obstáculo? ¿Contó con el apoyo de la Embajada y Consulado de España, o sólo con el personal de algunos diplomáticos?

 

La postura del embajador de España en Cuba y la política del Ministerio español de Asuntos Exteriores no fueron un obstáculo para mi trabajo. Mantuve buenas relaciones personales con el embajador y con muchos diplomáticos, independientemente de su trabajo o de su compromiso con Cuba.

 

Finalmente, una valoración de la situación cubana a la luz de la actual crisis económica global, la nueva administración estadounidense y el cambiante panorama europeo e internacional, donde de pronto una epidemia o una catástrofe pueden centrar los titulares.

 

En mi libro Los funerales de Castro sostengo la tesis de que, a corto plazo, el objetivo de Raúl Castro, cuando se libere de la “tutela” de su hermano, será realizar reformas de tipo económico, al estilo chino o vietnamita, pero que, a largo plazo, los herederos de la revolución podrían intentar una salida “a la rusa”, es decir, “blanquear” el sistema con unas elecciones en las que al Partido Comunista de Cuba, travestido de Partido de la Nueva Cuba o algo por el estilo, no le resultaría difícil ganar unas elecciones para seguir controlando “democráticamente” al país y sus principales recursos, ahora en manos del holding GAESA, de las FAR. Los cubanos todos, los de dentro y los de fuera, están llamados a impedirlo.

Creer ciegamente en la Cuba de Fidel Castro

 

Creer ciegamente en algo y mantener una idea frente a otros razonamientos de mayor peso que la nieguen, es terreno de la fe. Eso es lo que les ocurre a muchos extranjeros: consideran que la realidad cubana es binaria y que por lo tanto, sólo se puede estar con el castrismo o con el imperialismo yanqui.


Mi formación se consolidó cuando conocí el ‘método científico’, que considero es uno de los mayores logros de la humanidad. El ‘método científico’ se resume en:

 

1) El escepticismo (cualquier enunciado está abierto a la duda y al análisis).

 

2) El determinismo (los eventos ocurren de acuerdo a leyes y causas regulares, y no como resultado del capricho de demonios o deidades).

 

3) El empirismo (la investigación debe ser conducida a través de la observación y verificada con la experiencia).


Según la Real Academia Española –considero que debiera llamarse Real Academia Castellana-, una de las acepciones de ‘escepticismo’ es: “Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo”. Esto me hace recordar otra frase que mi padre utilizaba: “Ver para creer”.

 

Sé que a los extranjeros no les es fácil romper los vínculos que los atan a las mentiras del castrismo, sobre todo para aquellos que desconocen cómo funciona realmente el régimen que existe en Cuba, y consideran que es la única alternativa que tienen los pueblos latinoamericanos.

 

Aunque en 1918 se promulgó en Cuba la ley que estableció el divorcio con disolución del vínculo matrimonial, liberando a los cónyuges para contraer nuevas nupcias, durante muchos años estuve casado con la mentira de la Cuba de Fidel Castro, me costó mucho esfuerzo disolver el vínculo matrimonial que tenía con ese engendro.

 

Como la praxis es el criterio de la verdad, les sugiero a los extranjeros que creen la eficaz propaganda del castrismo, que vayan a vivir a Cuba durante un mes en las condiciones en que sobrevive el cubano que no recibe remesas del exterior.

Seleccione idioma

José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.