CARTAS DE FIDEL CASTRO

DESDE LA PRISIÓN DE ISLA DE PINOS

El preso Fidel Castro Ruz

recibe la visita de su hijo

en el Presidio Modelo de Isla de Pinos

El 26 de julio de 1953 se produjo el ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, organizado y dirigido por Fidel Castro Ruz. El ataque resultó un desastre en el que murieron más de 60 hombres, pero convirtió el nombre de Fidel en una palabra familiar en Cuba.

 

Fidel Castro fue sentenciado a cumplir quince años en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, pero solo cumplió 22 meses, gracias a la amnistía que decretó el tirano Batista.

 

Fidel Castro entró al Presidio Modelo el 17 de octubre de 1953. Él y sus compañeros asaltantes fueron alojados en la enfermería; podían cocinar y todos los días tenían derecho al patio. La cárcel le fue productiva: Leía incesantemente y escribió cientos de cartas, además de los artículos que publicaba en la revista Bohemia. En una de sus cartas, Fidel dice: “Me estoy dando ya dos baños al día ‘obligado’ por el calor”. “Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba”. “Cuando cojo el sol por la mañana en short y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa”.

 

Veintiuna de dichas cartas fueron publicadas en Cuba en 1959 en un volumen editado por su amigo y asiduo corresponsal Luis Conte Agüero, quien rompió con Fidel Castro poco después y se exiló en Miami en 1960. Casi inmediatamente comenzó en Cuba el asesinato de la reputación de Conte Agüero, a quien se le empezó a llamar en los medios castristas como “la mulata del fuego”.

 

Un análisis de los extractos de sus cartas que aparecen a continuación muestra que aunque Fidel Castro se presentaba como un joven revolucionario idealista –así engañó al pueblo cubano-, ya se avizoraba en él al despiadado tirano en que se convertiría durante el siguiente medio siglo, así como su homofobia -preludio de la persecución a la que sometería a los homosexuales durante varias décadas.

 

Marzo de 1955.

A Luis Conte Agüero:

No estoy interesado en lo más mínimo en hacer cambiar de opinión al régimen para que firme la amnistía; esa no es para nada mi preocupación. En lo que estoy interesado es en demostrar la falsedad de sus posiciones, la insinceridad de sus palabras, la maniobra baja y cobarde que están llevando a cabo contra los hombres que se encuentran encarcelados por oponerse a él.

Han dicho que son generosos porque se sienten fuertes; pero en realidad están llenos de deseos de venganza porque se sienten débiles...

Habrá amnistía cuando haya paz. ¿Con qué autoridad moral pueden hacer semejantes propuestas hombres que han pasado los tres últimos años proclamando que llevaron a cabo el golpe para traer la paz a la República? Así que no hay paz, así que el golpe no trajo la paz...

“La mejor prueba de que no existe dictadura es que no hay presos políticos,” dijeron durante muchos meses; en la actualidad están desbordándose tanto las cárceles como el exilio y por lo tanto ellos no pueden decir que vivimos bajo un régimen democrático y constitucional. Sus propias palabras los condenan.

 

Diciembre 12 de 1953.

A Luis Conte Agüero:

Voy a pedirte un favor. Redacta un Manifiesto para el pueblo en concordancia con el contenido de la presente carta. Fírmalo en mi nombre y llévaselo a Mirta. Ella tratará de hacerlo publicar... Hemos decidido que no tendremos Navidad: no tomaremos ni siquiera agua en esa fecha como señal de luto. Haz que se sepa, porque creo que de esta manera el objetivo será más noble y más humano. No tiene sentido que prisioneros como nosotros aspiremos a las alegrías de la Navidad (…)

 

Abril 17 de 1954.

A Melba Hernández:

Primero: no podemos abandonar la propaganda ni por un instante, porque es el alma de nuestra lucha. La nuestra debe tener su propio estilo y estar a la altura de nuestras circunstancias...

Segundo: debemos coordinar el trabajo entre nuestra gente aquí y la del exterior. Con este propósito, organiza un viaje a México lo antes posible... Tenemos que reflexionar con cuidado acerca de cualquier proyecto de cooperación con otros, pues de lo contrario simplemente tratarán de aprovecharse de nuestro nombre. “Saber esperar, decía Martí, es el gran secreto del éxito”.

Tercero: mantengamos hacia todos un trato engañosamente suave y una sonrisa. Sigamos la misma estrategia que adoptamos durante el juicio; es decir, defender nuestros puntos de vista sin provocar resentimientos. Ya habrá tiempo más tarde para aplastar las cucarachas todas juntas. No se descompongan ante nada ni ante nadie; después de todo no perdimos el ánimo en los momentos más difíciles.

Un último consejo: cuidado con la envidia. Cuando alguien cuenta con gloria y prestigio como ustedes ahora, los mediocres encontrarán fácilmente motivos o pretextos para sembrar sospechas. Acepten ayuda de todos; pero recuerden que no se puede confiar en nadie.

 

Junio 19 de 1954.

A Luis Conte Agüero:

Aquí me paso la vida leyendo y practicando el autocontrol. Me siento realmente mejor cuando no leo los periódicos; la politiquería y la obsecuencia que veo por todas partes me producen ataques de ira.

Si alguien ha visto su paciencia puesta a prueba, ese soy yo. Hay ocasiones en que paso horas luchando contra el deseo de explotar, de declararme en huelga de hambre y sin probar bocado hasta que me saquen de aquí o me maten, lo cual no sería para nada imposible. Estoy convencido de que quieren provocarme a toda costa y yo ignoro sus intenciones... Luis, yo pienso que tenemos que organizar, tan pronto como sea posible, una campaña sistemática y creciente contra esta ultrajante situación en la que me encuentro... Este es el momento más favorable psicológicamente debido a una serie de eventos... El Ministro de Gobierno se ha comportado como lo que es: un perfecto afeminado; se ha plegado a todos los caprichos de los militares y se ha dedicado a enriquecerse desvergonzadamente... Recuerda a Catón, quien terminaba siempre sus discursos pidiendo la destrucción de Cartago (...)

 

 

Cuando salió a la luz pública que Mirta, su esposa, había aceptado en secreto que su hermano Rafael Díaz Balart –viceministro de Gobierno– le pagara un modesto estipendio a través de su oficina, Fidel Castro insistió en que Ramón Hermida –el Ministro de Gobierno– quería manchar su nombre.

 

A Luis Conte Agüero:

Esta es una maquinación en mi contra: la más infame, más indecente, más vil e intolerable. Mirta es demasiado ecuánime como para haber permitido que la sedujera su familia, aceptando aparecer en la nómina del gobierno, independientemente de su situación económica. Estoy seguro de que ha sido miserablemente calumniada (...)

Sólo un afeminado como Hermida, en el nivel más bajo de la degeneración sexual recurriría a semejantes métodos, cargados con tan inconcebible indecencia y falta de virilidad. Ahora ya no me cabe duda de que la declaración atribuida a mí acerca de que soy bien tratado ha sido obra suya.

No quiero convertirme en un asesino cuando salga de esta prisión. ¿No tiene honor un prisionero político? ¿Puede un prisionero político ser ofendido de este modo? ¿No tiene un prisionero retar a duelo cuando sale de prisión? ¿Tiene uno que comerse la bilis de la infamia en la impotencia y desesperación del confinamiento?

Estoy dispuesto a retar en duelo a mi cuñado en cualquier momento. Lo que está en juego es el buen nombre de mi mujer y mi propio honor de revolucionario.

 

Posteriormente, al demostrarse que Mirta Díaz Balart estaba recibiendo ayuda de la tiranía batistina, Fidel Castro demanda el divorcio y orquesta una campaña de tierra arrasada para obtener la custodia exclusiva de su hijo, Fidelito, en esta carta dirigida a su media hermana Lidia.

 

Noviembre 29 de 1954.

A Lidia Castro Argota:

Me hace muy feliz que me hables del divorcio y ante todo que me digas que será ejecutado siguiendo estrictamente mis instrucciones. Acerca del niño, me mantengo en mi punto de vista y a la primera oportunidad, inmediatamente después de que se efectúe la demanda, le insistiré a la Corte para que solicite su retorno a Cuba para que atienda el colegio de modo consistente con mi pensamiento...

Me molesta inclusive la idea de que mi hijo duerma una noche más bajo el mismo techo que cobija a mis más despreciables enemigos y que reciba en sus mejillas inocentes los besos de esos miserables Judas. He soportado las agresiones de ellos con la misma fuerza con la cual les exijo reparación; he padecido la injustificable e imperdonable ausencia de mi hijo con la misma resolución con la cual lo rescataré a cualquier costo. Ellos lo saben ¡o por lo menos deberían saberlo! Supongo que saben que para robarme a ese niño tendrán que matarme primero –y ni así–. Pierdo la cabeza cuando pienso en estas cosas.

Fidel Castro en su celda en el Presidio Modelo de Isla de Pinos
Fidel Castro en su celda en el Presidio Modelo de Isla de Pinos

La supuesta crueldad del presidio político de Fidel Castro.

José Álvarez

 

Fidel Castro comenzó a construir una historia falsa sobre su cautiverio aún antes de ingresar en el Presidio Modelo. Casi al comienzo de su alegato jurídico, al referirse a sus compañeros ya condenados, el joven abogado dijo: “A Isla de Pinos se les envió, en cuyas circulares mora todavía el espíritu de Castells y no se ha apagado aún el grito de tantos y tantos asesinados…” Su famosa auto-defensa la cerró con la siguiente predicción: “En cuanto a mí, se que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento… Condenadme, no importa, ¡la historia me absolverá!”

 

Ha descrito el escenario que le espera antes de vivir esa supuesta realidad. Pero, ¿moraba aún en ese presidio el espíritu del comandante Pedro Castells, su jefe durante la dictadura de Gerardo Machado? ¿Estuvo su estadía “preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento”? Dejemos que sea el propio Fidel Castro quien nos describa su vida en el penal.

 

Su entrada en el Presidio Modelo se produjo el 17 de octubre de 1953. Un historiador residente en la isla, describe que “Fidel penetró en el pabellón [número] uno del hospital-prisión donde estaban sus compañeros encarcelados.” Es decir, los moncadistas no estaban alojados en las temibles “circulares” sino en una dependencia del hospital. La diferencia entre lo virtual y lo real es tan abrumadora que el cronista oficial se ve forzado a suprimir los siguientes párrafos de una carta de Fidel Castro que, sin embargo, cita para otros propósitos. La carta de Castro se refiere al lugar que habita y fue escrita el 22 de diciembre de 1953:

 

Habitamos una galería de unos 40 m de largo por 8 de ancho, situada en un ala de la enfermería, un edificio grande de planta baja…; el piso, de granito de mármol. Cuarto de baño en un extremo, y al otro una pequeña repisa de mármol que hace de cocinita para café, etc. De un extremo a otro, dos hileras de camas alineadas en perfecta formación; son 27 en total y ahora, con los mosquiteros, semejan tiendas de campaña donde nos protegemos del ejército de moscas y mosquitos que hasta recientemente nos tenían sometidos a la impotencia. Patio interior de unos 20 m por 12; alrededor de todo el patio un portal amplio sostenido por columnas, con piso de granito también. Junto a la puerta de salida al patio, en el portal, dos mesas largas para almorzar y comer, las que utilizamos también para dar clases. El paisaje exterior no se ve por ninguna parte; todas las ventanas están a más de 9 pies de altura. Tenemos derecho al patio de 10 a 10 y 30 a.m. y de 1 a 4 p.m.

 

En cuanto al horario que llevan en prisión, escribe: “Sintetizando: a las 5 y 30, desayuno; a las 8, clases hasta las 10 y 30 am.; 10 y 45, almuerzo; 2 pm., clases de nuevo hasta las 3; recreo hasta las 4; 4 y 45, comida; 7 a 8 y 15, clases de economía política y lectura en común; 9 y 30 pm., silencio.”

 

Las actividades educacionales y culturales eran intensas. Castro enseñaba varias asignaturas por la mañana, Economía Política por la noche y oratoria dos veces a la semana. En los aniversarios de fiestas patrióticas hacían veladas y daban conferencias. Todos los días 26 eran festivos; y los 27 eran de duelo, con reflexiones sobre el tema, sin actividades recreativas. Los días académicos abarcaban desde el lunes hasta la mitad del sábado. La escuela la nombraron “Academia Ideológica Abel Santamaría”. La biblioteca contaba con 300 volúmenes, y llenaba dos libreros de madera que, junto al pizarrón, fueron ordenados al taller de carpintería por el teniente Perico.

 

Veamos lo que dice sobre las condiciones de vida: “Yo tengo sol varias horas todas las tardes y los martes, jueves y domingos también por la mañana. Un patio grande y solitario, cerrado por complete con una galería. Paso allí horas muy agradables. Me volveré mudo.” En otra oportunidad cuenta: “… arreglé mi celda el viernes. Baldié el piso de granito con agua y jabón primero, polvo de mármol después, luego con Lavasol y por último agua con creolina. Arreglé mis cosas y reina aquí el más absoluto orden. Las habitaciones del Hotel Nacional no están tan limpias.” En otra carta, dice: “Me estoy dando ya dos baños al dia ‘obligado’ por el calor.”

 

Castro parece no tener problemas en comunicarse con el exterior: “[Mi esposa] Mirta te dirá el medio de comunicarte conmigo todos los días si quieres. Guarda sobre él absoluta reserva”.

 

Una carta del mes de junio de 1954, después de asegurar que continúa aislado de sus compañeros, revela:

 

Trajeron a Raúl para acá. Comunicaron mi celda (que tú viste en “Bohemia”) con otro departamento cuatro veces mayor y un patio grande, abierto desde las 7 a.m. hasta las 9 y 30 p.m. La limpieza corresponde al personal de la prisión, dormimos con la luz apagada, no tenemos recuentos ni formaciones en todo el día, nos levantamos a cualquier hora; mejoras éstas que yo no pedí, desde luego. Agua abundante, luz eléctrica, comida, ropa limpia y todo gratis. No se paga alquiler. ¿Crees que por allá se está mejor? Visitas dos veces al mes. Reina ahora la más completa paz. No sé, sin embargo, cuánto tiempo más estaremos en este “paraíso”.

 

La alimentación era, si no preocupación constante, al menos tema recurrente en su correspondencia:

 

• Después de tomar café, calentico, … encendí un tabaco y me puse a escribirte.

 

• Como soy cocinero, de vez en cuando me entretengo preparando algún pisto. Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba. Hoy me mandaron los muchachos un potecito con ruedas de piña en almíbar. Y mañana comeré jamón con piña. También preparo spaghettis o tortilla de queso. Cuelo también un café delicioso. En cuanto a fumar, en estos días pasados he estado rico; una caja de tabacos H Upmann, del doctor Miró Cardona, dos cajas muy buenas de mi hermano Ramón, un mazo de un amigo y, por último, una cajita muy bonita que vino con los libros, de la cual tengo uno encendido en estos instantes.

 

• Tengo hambre y puse a hervir unos spaghetti con calamares rellenos… Me voy a cenar: spaghetti con calamares, bombones italianos de postre, café acabadito de colar y después un H Upmann 4. ¿No me envidias? Me cuidan, me cuidan un poquito entre todos… No le hacen caso a uno, siempre estoy peleando para que no manden nada. Cuando cojo el sol por la mañana en shorts y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa, luego un pequeño restaurante aquí. ¡Me van a hacer creer que estoy de vacaciones! ¿Qué diría Carlos Marx de semejantes revolucionarios?

 

Fidel Castro se queja a veces de lo que considera injusticias del sistema penal. Veamos si algunas de ellas se acercan a su pronóstico de castigos, humillaciones y horribles torturas: “Ya tengo luz; estuve cuarenta días sin ella y aprendí a conocer su valor. No lo olvidaré nunca, como no olvidaré la hiriente humillación de las sombras; contra ellas luché logrando arrebatarles casi doscientas horas con una lucecita de aceite pálido y tembloroso, los ojos ardientes, el corazón sangrando de indignación. De todas las barbaridades humanas, la que menos concibo es el absurdo.”

 

El reflejo de su “cruel” encarcelamiento tuvo lugar cuando Fidel Castro dejó atrás el Presidio Modelo. Castro se dirigió al teniente Roger Pérez Díaz, jefe del Escuadrón 57, para decirle: “No podría irme sin despedirme de usted…” Y, volviéndose hacia los periodistas presentes, apuntó: “Quiero decirles que esta es una expresión espontánea y sincera, sin teatralismo porque este oficial, que es un caballero, de sobra lo merece”. Luego hizo el siguiente comentario: “Por mi parte, a pesar de todo, todavía no he aprendido a odiar. Al salir de las prisiones donde me sumió la injusticia durante 22 meses, proclamo mi lealtad a la causa de una Patria sin miseria ni despotismo…”

 

La realidad de su encierro, aparentemente, había sido muy distinta a la pronosticada, como distinta también sería la suerte de los que morarían en esa misma prisión después de la llegada de Castro al poder absoluto. A muchos de ellos, antiguos compañeros suyos, los haría cumplir hasta el último día de sus sentencias de 20 y 30 años por delitos —o supuestos delitos— muchísimo menores que el suyo, por el que cumplió 22 meses de una sentencia de 15 años, es decir, el 12 porciento.

 

Un historiador cubano, al cumplirse 45 años de la excarcelación, expresó con orgullo: “En 22 meses, sus lecturas ya no podían ser contadas, exactamente. Literatos, filósofos, historiadores… Integraron una especie de curriculum de estudio y meditación en la cárcel, que de castigo había pasado a ser noviciado tiempo sabático.”

 

Para lograr su excarcelación, las madres de los presos formaron un Comité en 1954. En su llamamiento a las “Madres de toda Cuba” se identificaban como “las crucificadas madres de los heroicos muchachos de los sucesos del día de Santa Ana”. Pedían la excarcelación de los mismos al conmemorarse otro aniversario del 20 de mayo, día de la independencia de Cuba. Cuando Fidel Castro contaba ya con 41 años en el poder, otro grupo de madres y esposas hacía la misma petición. El delito de esos presos consistía en poseer artículos que los ayudaba a ejercer su derecho a la libre expresión. La respuesta no ha sido una amnistía sino la agresión verbal y física de porristas oficiales. Son las Damas de Blanco.

 

Para terminar, y para que no se olvide, la diferencia entre el sistema penitenciario al que Castro fue sometido y el implantado por él una vez que se instaló en el poder, va mucho más allá de la cantidad (alrededor de 300; 600, según otros) de volúmenes de su biblioteca personal y el castigo que a veces acarrea tener escondida una Biblia en las prisiones castristas; mucho más allá que los manjares al acceso de Castro y el hambre imperante en sus prisiones; mucho más que las visitas de familiares, amistades y conyugales de Fidel Castro y la separación de sus encarcelados; mucho más que la diferencia entre un 12% y un 100% de cumplimiento de la sentencia. El límite de la diferencia está en la aspiración de José Martí a que la ley primera de la República fuera el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.