DEMANDA CIUDADANA POR OTRA CUBA
Sociedad civil y contexto actual
Guillermo Fariñas, Jose Daniel Ferrer y Antonio G. Rodiles analizan temas de la actualidad cubana
15 de marzo de 2013
La transición futura de Cuba a la democracia
András Simonyi y Jaime Aparicio Otero
13 de marzo de 2013
Es muy pronto para saber cómo afectará la muerte de Hugo Chávez a los procesos políticos en otros lugares de la región. Sobre todo la pregunta de rigor es cuáles serán las consecuencias fuera y adentro de Cuba. Al menos, les recordará a los hermanos Castro que el poder es efímero.
Cuba está lista para el cambio. Pese a los esfuerzos del régimen por pintar en rosa las condiciones de vida de los cubanos, los testigos cuentan una historia más triste. La situación no es buena, la economía sobrevive en base al apoyo de Venezuela. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe del 2012, habla de “violaciones permanentes y sistemáticas de los derechos fundamentales de los ciudadanos cubanos”. Irónicamente, mientras el pueblo cubano sufre, el régimen está más fuerte que nunca antes.
Músicos progresistas como Gorki y su banda Porno para Ricardo no tienen, como muchos artistas, la libertad de escribir o actuar. La presión externa para que Cuba respete los derechos humanos es débil e ineficiente. Pareciera que la conciencia ética del Occidente estuviera cómoda en esa situación. No debe ser así. La solidaridad con los pueblos sometidos a violaciones de los derechos humanos es un imperativo moral. Felizmente, la oposición interna y externa tiene una voz cada vez mas fuerte. La oposición ya no está confinada a Miami o Madrid, hoy está en Pinar del Río, en La Habana, Bayamo o en Santiago de Cuba. Aunque Oswaldo Payá ha muerto en circunstancias extrañas, otros, como Yoani Sanchez, Elizardo Sanchez o las Damas de Blanco han tomado la antorcha. Gente de coraje, que desafía las amenazas de la policía política y denuncia cada vez más fuerte el verdadero estado de la sociedad cubana. Ellos merecen todo nuestro apoyo. Cuba está madura para el cambio.
Para entender la Cuba de hoy, uno tiene que estudiar más la historia de la Europa del Este bajo el comunismo que la de Latinoamérica. La semejanza es sorprendente. Las manipulaciones internas del régimen son similares a las de los países más conservadores del ex bloque comunista en 1989. Tímidas pero insuficientes reformas económicas, control de los medios de comunicación, aislamiento de la población del resto del mundo y una elite aferrada al poder. Al mismo tiempo, una población desencantada, incluyendo una parte de miembros del partido, que ya no cree ni en la ideología ni en el futuro del sistema. Cuba se parece más a Alemania del Este o a Rumanía que a la Hungría o Polonia de esa época. Sin embargo, los líderes cubanos seguramente entienden que el deseo colectivo de cambio en una sociedad puede acabar con los regímenes más duros del mundo.
La sociedad cubana está fracturada entre los que apoyan el sistema y los que ya no creen en éste, cerca de 25 a 30% cada bando. Es, sin embargo, el resto de la población silenciosa, 40 a 50% de la población, que puede definir el éxito o el fracaso de la transición. El Gobierno juega con los miedos de esa parte de la sociedad. Tenerlos a ellos en el lado del cambio es decisivo para el futuro de Cuba.
La actitud de Europa y sobretodo de Estados Unidos es fundamental. La Unión Europea necesita ser mucho más enérgica en derechos humanos. Los Estados Unidos deben tener una política exterior que tenga en cuenta los diversos intereses de todos los interesados en el cambio democrático. La primera prioridad debiera ser los cubanos que viven en la isla y apoyar a esos líderes genuinamente democráticos, como se hizo con Europa del Este, en una forma abierta y transparente. En ese empeño, debe incluir a esa vasta, exitosa e influyente comunidad Americano-Cubana. Los intereses de ambos grupos deben alinearse en una generosa e inteligente visión de futuro. La comunidad cubana en Estados Unidos y España puede ser una parte importante y decisiva, aunque no dominante, de la transición cubana. Ellos tienen que ser generosos y magnánimos y su rol puede ser el de acelerar la transición hacia una economía basada en el conocimiento y las nuevas tecnologías. Ellos tienen que ganarse la confianza de la mayoría de los cubanos.
Hay valiosas experiencias a ser consideradas. Ahora sabemos cuán difíciles fueron las transiciones de dictaduras a democracia en España, Europa del Este, África del Sur o Chile. Hay importantes lecciones aprendidas. Cuba no debería repetir los errores de otros. Es fácil erigir instituciones democráticas, tener una prensa libre, un poder judicial autónomo. Es mucho más difícil mantener esas instituciones. Hay que estar prevenidos contra las tentaciones del populismo en manos de astutos y carismáticos líderes.
¿Hacia dónde va Cuba?
Antonio G. Rodiles
11 de marzo de 2013
Embargo y Posición Común son piezas claves del ajedrez político. Si el Gobierno recibe una transfusión de recursos que le permita mantener su hipertrofiado aparato represivo, digamos adiós a la democracia por los próximos 20 o 30 años.
Hace cinco años se levantaban expectativas sobre la selección de la elite gubernamental. Muchos conjeturaron sobre quién sería el próximo primer vicepresidente. Las apuestas se dirigían a dos candidatos: Carlos Lage Dávila y José Ramón Machado Ventura. Según el elegido, teorizaban los observadores, se perfilaría la orientación de Raúl Castro en los próximos cinco años. Las principales especulaciones hablaban de dos tendencias en pugna, la raulista o reformista y la fidelista o conservadora. Aparentemente, una de ellas marcaría el ritmo y el tipo de reformas.
El resultado no solo se concretó al acto de selección, sino que trajo consigo que Carlos Lage y su amigo Felipe Pérez Roque, fueran defenestrados junto a otros altos funcionarios. Las acusaciones fueron las conocidas: traicionaron la confianza de los máximos líderes mediante conductas impropias para “cuadros” de sus envergaduras. Después se supo que en varias ocasiones se habían mofado de sus longevos jefes y que deseaban disponer de más cuotas de poder.
En aquel 2008 el contexto internacional era diferente. Raúl Castro intentaba relanzar una imagen renovadora con la firma de los Pactos en Nueva York, unido a reformas de poco calado pero ampliamente divulgadas. Chávez se había convertido en una fuente inagotable de recursos y sostén para la desastrosa economía que Fidel Castro legaba. Barack Obama se perfilaba como el próximo presidente de los EE UU y eso daría, según sus cálculos, amplias posibilidades de terminar o al menos relajar, el diferendo bilateral sin perder mucho a cambio. Ese mismo año tres huracanes golpeaban la Isla, la precaria economía cayó aún más y la dependencia hacia Venezuela se profundizó.
A pesar de las medidas tomadas por la nueva administración norteamericana, el Gobierno cubano dio muy tímidas señales de querer generar una nueva dinámica. Aferrados a un control total de la sociedad mediante la Seguridad del Estado y todo un ejército de informantes, el Gobierno cubano prefirió enviar una señal de lealtad a sus asalariados. En noviembre de 2009 arrestó al contratista Alan Gross ofreciéndolo como moneda de cambio por los cinco espías relacionados con el arranque histérico que pulverizó a cuatro seres humanos en el aire.
El año 2010 trajo un brote de mayor activismo desde la oposición. La huelga de Guillermo Fariñas, el activismo de las Damas de Blanco, la muerte de Orlando Zapata Tamayo tras una prolongada huelga de hambre, desataron una fuerte presión interna y externa sobre el tema de los presos políticos que resultó insostenible. La necesidad de frenar una situación que a toda luces estaba tornándose peligrosa, trajo como consecuencias la intervención de la Iglesia católica, quien sirvió de enlace entre el Gobierno y las fuerzas prodemocráticas.
Dando muestras de desatino político, el Gobierno seguía esperanzado en lograr, al menor costo, ciertos favores de la administración Obama. Según los consejeros del totalitarismo las “reformas” del “modelo económico”, apoyadas en los subsidios venezolanos, podrían llevar a un ritmo “adecuado” y sin demasiada tensión a la mutación neocastrista.
Sin embargo, las tan cacareadas transformaciones no han despegado. Los inversionistas extranjeros no se han acercado, a diferencia de lo ocurrido en los años noventa. La dependencia económica del “hermano país bolivariano” y la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez hace tambalear el escenario previsto.
La situación de Venezuela se ha complejizado con una economía que se tambalea con altísimos índices de inflación y desabastecimiento. El candidato escogido por Chávez, Nicolás Maduro, no se está proyectando nada seguro ante una situación que claramente rebasa su arsenal político.
Para el Gobierno cubano, la necesidad de un plan B cobra carácter urgente e inmediatamente todas las miradas han caído sobre los EE UU.
Un plan B del Gobierno cubano
El Gobierno cubano necesitaría, al menos, un relajamiento de las sanciones económicas. Solo ahora el Gobierno se percata de la magnitud del error cometido al encarcelar a Alan Gross. La liberación del contratista sería una pésima señal para todos los agentes secretos cubanos, pero garantizaría al menos, el inicio de un proceso de intercambio más fluido con el objetivo final de lograr la relajación del embargo. Todo parece indicar que las viejas rabietas no tienen el mismo impacto.
Dentro de Cuba las grandes expectativas creadas por Raúl Castro se van desvaneciendo y el Gobierno necesita dar algunos pasos para que el cubano pueda respirar algo más de libertad. La férrea política migratoria relaja sus controles buscando drenar las crecientes carencias de los cubanos y se convierte en uno de los pasos más “audaces” del totalitarismo.
En este escenario se realiza la nueva selección de puestos. Esteban Lazo con su avanzada edad y una mentalidad muy básica simboliza todo lo viejo e inoperante del sistema. Tomará las riendas de una asamblea que jamás ha tenido votaciones divididas, ni siquiera en temas tan triviales como los que discute. Lazo representa un muro de contención para frenar cualquier iniciativa que pueda nacer o llegar a dicho órgano de gobierno.
El cambio de Machado por Díaz Canel, busca acomodar a un relevo necesario. Se trata de un individuo más joven, obediente, poco carismático, sin popularidad, puesto a dedo. Alguien que dependerá en su totalidad del buen consentimiento del aparato militar que en los últimos años ha afianzado su influencia indicando cual es el diseño social que se intenta perpetuar. No creo que estas designaciones generen nuevas dinámicas. La elite solo pretende que estas personas ejecuten el plan diseñado a su medida y la de sus herederos.
La oposición comienza entonces a jugar un interesante papel. La colaboración entre diferentes grupos se hace cada vez más articulado. El trabajo que en los últimos meses se ha ido tejiendo alrededor de la campaña “Por otra Cuba”, demandando la ratificación e implementación de los Pactos de la ONU como hoja de ruta para un proceso de transición, apunta que es posible encontrar aquí y ahora un camino viable. La sociedad civil, está preparada para dar pasos más audaces, esperamos que así sea de parte de todos los actores.
¿Qué podemos esperar en el corto y mediano plazo?
El Gobierno seguirá acomodando en posiciones claves a sus cuadros más confiables, gente que garantizaría que el neocastrismo se concrete. Colocará también algunos rostros que le permitan mostrar cierta cara “renovada” al exterior, y con esto intentar relanzar sus relaciones internacionales.
Ese nuevo diseño necesita de una economía que pueda sufragarlo, es este el punto crítico ¿Cómo lograr viabilizar una economía completamente desarticulada y destrozada? Esto solo puede lograrse con una inyección de capital, inyección que en la actualidad solo podría provenir del vecino del norte. Nadie desea invertir en un país donde no se pagan las deudas.
El embargo estadounidense y la Posición Común europea son piezas claves de este ajedrez político. Si dentro de la situación que vivimos el Gobierno recibe una transfusión de recursos que le permita mantener intacto su hipertrofiado aparato represivo, digamos adiós a nuestros sueños democráticos por los próximos 20 o 30 años. Cuando he escuchado a varios actores prodemocráticos abogar por el fin inmediato e incondicional del embargo, me percato de una falta de previsión de los escenarios políticos posibles. ¿Será que no conocen experiencias previas de otras regiones? ¿Será que no conocen la famosa frase de “apertura” económica con apretura política? ¿Será que no es suficiente con la abultada deuda que ya les legaremos a nuestros hijos y nietos?
Si la comunidad democrática le señala al gobierno totalitario que la ratificación e implementación de los derechos fundamentales, contemplados en los Pactos de la ONU, es el único camino de solución al dilema cubano; si condiciona cualquier medida de relajamiento de sanciones económicas al cumplimiento de dichos acuerdos internacionales, no tardaremos mucho tiempo en ver resultados.
El Gobierno cubano no ha sido y no es temerario, menos aún en el contexto actual. Resulta ilógico que la elite desee entregarle una bomba de tiempo a su familia y aliados cercanos. La oposición por su parte, en su amplia mayoría, es promotora de cambios pacíficos. Cambios en los que transitemos a una democracia verdadera, con el pleno y absoluto respeto de las libertades individuales y no a un engendro totalitario típico de naciones fallidas. Un engendro que en el mediano plazo estará, con toda seguridad, cargado de más corrupción, inseguridad y conflictos sociales.
Resulta en extremo entendible, que el pueblo cubano desea la oportunidad de vivir en paz, ser próspero, disfrutar de sus familias y de su tierra. Necesitamos dejar atrás toda esta pesadilla de alarmas de combate, guerras de todo el pueblo, milicias de tropas territoriales, socialismos o muertes y bastiones inexpugnables. Superar las locuras tipo cordones de la Habana, plátanos microject, tribunas abiertas, batallas de ideas, lineamientos y toda esa sarta de tonterías y mediocridades. Esas que nos han hundido en el desastre que hoy todos, absolutamente todos, tenemos la ineludible obligación de superar. Nos urge otra Cuba.
Cuba sin Chávez
Alcibíades Hidalgo
11 de marzo de 2013
El escenario para Cuba es el de un mundo sin Hugo Chávez, pero no sin Venezuela y su apoyo millonario, al menos por el momento
Cuba se encuentra ya frente al temido escenario de un mundo sin Hugo Chávez. En La Habana, afirman las crónicas, los más pesimistas acumulan velas para enfrentar los venideros cortes de energía que traerían —quizás tan pronto como en el próximo verano— los insoportables “apagones” que junto a la “Opción Cero” y otros términos de la neolengua revolucionaria identificaron el “Período Especial en Tiempo de Paz” que siguió a la disolución de la Unión Soviética dos décadas atrás.
La amenaza de las vacas flacas, la desaparición del transporte y el regreso a la era de las bicicletas y las neuropatías, del fin del subsidio venezolano que constituye un secreto a voces incluso en una isla de información muy racionada, subyace en las expresiones de dolor, sinceras o a tono con la propaganda oficial, con las que el cubano de a pie se refiere a la muerte de un líder extranjero demasiado presente en su vida pero de bolsillo profundo y generoso.
Por su parte y de cerrado duelo, el gobierno de Raúl Castro hace lo suyo para alimentar la imagen de este nuevo Che Guevara, que no murió asesinado en La Higuera, sino de cáncer y demasiada pasión por la Revolución Bolivariana. El discurso gubernamental asegura también que Cuba, pese a las circunstancias, resistirá todos los embates y continuará navegando por el mar de la felicidad que Chávez pidió en algún momento para su pueblo.
Lo que está en juego en la relación Cuba-Venezuela es la más fuerte alianza política del continente, sobre la cual descansa el complejo entramado de unos 300 acuerdos firmados a lo largo de los muchos años de poder chavista y que constituyen la base económica de la supervivencia del régimen cubano. En ellos se incluyen, además del esencial suministro de combustible a precios insólitamente preferenciales, proyectos por más de 1.300 millones de dólares anuales en intercambios en educación, deporte, agricultura, comunicaciones, administración de puertos, cooperación en materia militar y de inteligencia y una infinita lista de etcéteras.
La Habana es a las claras el socio beneficiado por términos comerciales de excepcional holgura que, al estilo de la relación con los soviéticos en su momento, pero todavía menor en volumen, mantienen a flote una economía atada al capricho político de Fidel Castro durante medio siglo, que ahora su hermano menor intenta reconstruir sin éxito notable.
Venezuela es por mucho el primer socio comercial de Cuba, con cifras oficiales de intercambio por encima de los seis mil millones de dólares por año desde 2010, muy superiores a las de China, Canadá, España, Brasil y Estados Unidos que ocupan los siguientes puestos. La primera fuente de divisas para el país es la venta de servicios profesionales, de los que Caracas aparece como principal cliente, en particular por la presencia de unos cincuenta mil profesionales de la salud que garantizan la asistencia médica en los barrios pobres de las ciudades venezolanas, en el llamado programa Barrio Adentro, uno de los pilares de la política social del chavismo, que hasta Henrique Capriles Radonski prometió respetar durante su campaña electoral.
La masiva presencia médica —que ha reducido sustancialmente el nivel de atención en la propia Isla— paga solo en parte el suministro de unos 92.000 barriles diarios de crudo venezolano, que cubren aproximadamente la mitad del consumo cubano con un valor de 3.200 millones de dólares anuales. La diferencia se remite a créditos a 25 años con un 1 % de interés, que pese a su generosidad correrán seguramente la suerte de la multimillonaria deuda de Cuba con la ahora disuelta Unión Soviética, que La Habana ni siquiera reconoce con exactitud.
Los ingresos por remesas familiares, turismo, exportación de níquel y otros que la economía cubana ofrece en discutibles estadísticas, no cubrirían siquiera los gastos energéticos a precios del mercado. La desaparición del segundo mecenas histórico de la revolución cubana, sería por tanto y solo a causa de este rubro, la ruina definitiva de la economía insular.
Es ante todo a estas millonarias cifras que forman parte privilegiada del despilfarro del tesoro nacional de Venezuela que Hugo Chávez se lleva a la tumba, a las que se refieren quienes apuestan por la continuidad del castrismo si se mantiene la ayuda o los que aguardan su desaparición si cesa bruscamente.
En realidad, el pronóstico del futuro inmediato de la Isla puede que esté a medio camino entre ambas opciones. La marea roja que colmó Caracas y el funeral del Comandante Presidente, convertido de hecho en el apoteósico inicio de campaña electoral de su sucesor designado Nicolás Maduro, indican cuán difícil será para la semiparalizada oposición venezolana arrebatar el poder a los herederos de Chávez, beneficiarios de su carismático legado político y financiero.
A un lado han quedado las fricciones nada imaginarias entre las facciones chavistas, ante el objetivo prioritario de conservar el poder. Con respecto a Cuba ni siquiera el discurso opositor que logró el voto de casi la mitad de los venezolanos en las recientes elecciones presidenciales en las que finalmente se impuso Hugo Chávez, se atrevió a incluir en su programa de gobierno la salida de las decenas de miles de cubanos que constituyen parte esencial de la alianza forjada entre ambos países a lo largo de casi tres lustros de poder chavista.
Pese a las presiones por revertir la cada vez más precaria economía interna, aún con el precio del barril de petróleo por encima de los cien dólares, a Nicolás Maduro, le sobrarían razones y ganas en el caso de resultar electo para prolongar la relación de excepción con el gobierno de los Castro, aunque solo fuera por el simbolismo de seguir el camino señalado por el Chávez que con su solo dedo lo hizo presidente de Venezuela.
Más adelante se impondrán las realidades económicas del legado chavista, la inflación cifrada ahora oficialmente en un 22 %, la escasez de dólares para las importaciones de productos básicos de la vida cotidiana, los recordatorios de Pekín sobre la necesidad de honrar la deuda millonaria de los ricos venezolanos con los hermanos chinos, los resultados de la sistemática depauperación de la industria del petróleo, la crisis social que ha convertido a Caracas en una ciudad más peligrosa que Bagdad y sobre todo la evidencia de la diferencia de carisma entre el gris heredero y el presidente más procaz que recuerde América Latina, ahora embalsamado en un panteón socialista.
Sólo entonces, podrán entrar en discusión los subsidios a Cuba, pero por ahora, al iniciarse el último período de cinco años de su gobierno si Raúl Castro cumple su palabra, el escenario es todavía el de un mundo sin Hugo Chávez, pero no sin Venezuela y su apoyo millonario, al menos por el momento.
El verdadero hijo
Pero si Raúl Castro puede encontrar algún alivio en la esperanza de que el variopinto oficialismo venezolano repetirá a corto plazo una barrida electoral como la ocurrida en las últimas elecciones para gobernaciones y alcaldías, en las que el voto popular fue hábilmente manipulado para enviar un mensaje de aliento al enfermo terminal de Miraflores, en La Habana hay otro Castro francamente desconsolado.
Si logra interpretar la magnitud de lo ocurrido, Fidel Castro debe con seguridad estar llorando con lacerante dolor, como apunta el comunicado oficial cubano sobre la muerte de Hugo Chávez, la desaparición de su más entrañable heredero político, o mejor aún de su verdadero hijo, como también lo identificó la prensa oficial.
El carisma, como Raúl Castro aprendió en carne propia, no es transferible. Ante la falta de vocación por la revolución continental de su hermano —más preocupado por el vaso de leche que no logra llevar a la mesa de los niños cubanos pese a las tempranas promesas— el mayor de los Castro halló casi veinte años atrás en el derrotado teniente coronel golpista un regalo del cielo, un soñador tan creyente en el mito castrista como dilapidador de los fondos nacionales, con la tenacidad propia de un militante y la irresponsabilidad de un nuevo rico.
Con Chávez se va la esperanza del Socialismo del Siglo XXI, esa entelequia que sustituyó a las variantes europeas de las ideas de Carlos Marx y que jamás han encontrado sustento práctico en ninguna de las regiones del planeta. Nicolás Maduro no parece calzar las botas para ese otro reemplazo y Rafael Correa no logra la bendición de La Habana, no se sabe si por falta de fondos o de fe en el modelo cubano que Chávez asimiló como dogma.
Al regreso de Caracas
Cuando regrese de Caracas Raúl Castro tendrá nuevas razones para preocuparse. En Venezuela se despedirá de un nuevo aliado, el preferido de La Habana, que tras vencer el reto electoral, deberá probar ante los suyos que es capaz de imponerse sobre las diferentes corrientes del chavismo, tan corruptas como interesadas en prolongar el saqueo del botín, antes que garantizar la supervivencia del experimento cubano.
En la Isla, para el menor de los Castro lo suyo es una apuesta contra el tiempo en busca de los cambios imprescindibles que otorguen la eficiencia imposible a un modelo que ni siquiera logra definirse. Las pocas y tímidas reformas económicas decretadas en cinco años no logran romper el letargo de la corrupción generalizada, la burocracia oficial y la indiferencia popular. La lealtad al legado de la revolución no asoma ya en los jóvenes más preocupados por huir del paraíso prometido que en lograr inútiles títulos universitarios. Su logro más notable, el permiso casi libre para entrar y salir del país adquiere ante el fallecimiento de Chávez (bien previsible para el gobierno cubano) la sospechosa condición de una estampida migratoria de nuevo tipo como las que Fidel Castro endilgó a tres administraciones demócratas en otras tantas décadas.
Por si fuera poco, Raúl deberá continuar muy atento a la evolución ideológica de su presunto heredero Miguel Díaz-Canel, nacido cuando ya los hermanos Castro desbarataban sin piedad el orden anterior, no vaya a ser cosa que ese pequeño Gorbachov que muchos líderes socialistas llevan dentro aparezca cuando ya sea demasiado tarde. Algo que ni la previsiblemente milagrosa momia del Presidente Comandante podrá impedir.
************************************************************
Nota de Manuel Castro Rodríguez: El autor trabajó con Raúl Castro. Un profesor cubano exilado en Brasil, que prefiere guardar el anonimato, expresó:
“Hidalgo, con respecto a tu análisis hay que esperar como se desarrollan los acontecimientos, con respecto a Maduro sigo pensando diciendo que no se puede subestimar porque fue guagüero (chofer de ómnibus). Por lo que se puede intuir en tus palabras eres de los que sigues esperando un Gorbachov castrista, tu mejor que nadie sobe que las condiciones existentes en la desaparecida Unión Soviética son muy remotas a las existente en la Cuba actual, con la existencia de una disidencia interna/oposición cada día más consolidada, la situación económica internacional y la nacional, en que tu antiguo jefe está tratando de hacer pininos, el flujo de información entre los cubanos, a pesar de los pesares y del castrismo, se está abriendo paso paso, ya algunos disidentes está saliendo, sin tener que esperar el permiso castrista, buscando solidaridad internacional y a la vez conociendo los sistemas democráticos con sus ventajas y desventajas. Entonces no hace falta ningún Gorbachov lo que hace falta es que el castrismo acabe de entender que la única salida a la crisis cubana es la democratización de Cuba, dejemos ya de estar esperando de hombres fuertes en Cuba, que lo que hace falta es autorizar la legalización de los partidos políticos como primer paso a la democratización de y eso lo puede hacer tu antiguo jefe, el general/presidente”.
Estado de Sats Por Otra Cuba
23 de febrero de 2013
Participan: Antonio Rodiles, Juan Antonio Blanco, Laritza Diversent, Guillermo Fariñas, pastor Mario Félix, José Daniel Ferrer García y Manuel Cuesta Morúa.
Estado de Sats Debate con el público
23 de febrero de 2013
Participan: Antonio Rodiles, Laritza Diversent, Guillermo Fariñas, pastor Mario Félix, José Daniel Ferrer García, Manuel Cuesta Morúa y el público asistente.
Desde la manigua redentora
la demanda ciudadana Por otra Cuba
Ángel Satiesteban-Prats
12 de febrero de 2013
Queridos compatriotas, la lucha de los cubanos por la independencia continúa siendo la misma que dejaron los patriotas insignes de nuestras guerras libertadoras. Hoy nuestro país sigue bajo el mando de usurpadores que han profundizado la pobreza y la falta de albedrío. Su extenso tiempo en el poder termina. No permitamos que nos sorprenda con los brazos cruzados, desde cualquier punto del planeta somos útiles, una voz es un arma de guerra para los nuevos tiempos. Tenemos el absoluto derecho de escoger un Presidente entre diversas candidaturas.
¿Por qué nuestras familias deben continuar separadas? ¿Qué razón existe para que los emigrados mantengan nuestras bocas con remesas y les paguemos con el silencio? ¿Cómo nos puede justificar el enviar ayuda económica a la familia y hacer mutismo frente a su realidad? ¿Cómo justificaremos después los brazos cruzados? ¿La cabeza gacha? ¿La hipocresía? ¿La amoralidad? ¿Bastará con decir que no sabía de las injusticias que cometía el Gobierno? ¿Por qué tenemos que esperar a que ellos decidan por nosotros y mientras seamos uno de los países más pobres y totalitario del universo sin garantías ciudadanas ni estado de derecho?
¿Por qué repetir que la salud y la educación son gratuitas si el Gobierno vive de nuestro sudor y de las remesas, y todo lo contrario, un precio bien alto pagamos por ello?, para no entrar a profundizar y reconocer que poco a poco estamos pereciendo sin que, gracias a Dios, cayeran las anunciadas bombas de una invasión eminente por los vecinos del norte.
Aquel que se dice apolítico se engaña. El silencio es una actitud política también, y en la mayoría de los casos es complicidad. El que se justifica aludiendo que se debe a su familia, se engaña, precisamente por ellos es que debemos entregar el mayor esfuerzo para el cambio. No podemos dejarle padecer nuestro sufrimiento. No permitamos que nazcan y mueran en dictadura, ni aceptemos que germinen lejos del país que les pertenece.
La oposición mental en Cuba contra el sistema impuesto por los dictadores es casi unánime; pero viven con la máscara puesta por el miedo a las correspondientes represalias. Sabemos que poco a poco sus consciencias les irán exigiendo una actitud responsable y les obligarán a abandonar el modo de cobardía. Otros han emigrado con el miedo a cuesta, un terror que caló tan hondo que les es difícil arrancarlos de sus huesos. La mayoría, por la falta de información y acceso a ellas, desconoce el cambio en el orden mundial y el apoyo solidario internacional. Que los países aliados son modelos antidemocráticos, como Corea del Norte, China, Rusia, Venezuela, Irán, para citar algunos.
Tenemos ante nuestras consciencias y familias, la necesidad en algunos, obligación en otros, de responder con dignidad frente a la historia porque somos dueños del tiempo, del hoy.
Para ello tenemos una herramienta democrática que es la demanda Por otra Cuba, porque “Cuba cambia si tú quieres!”, que exige la ratificación por el gobierno cubano de los pactos de la ONU, por ende, poner en práctica de inmediato las imprescindibles garantías legales y políticas concebidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Usted puede firmar en el sitio web http://www.porotracuba.org o enviando un mail con su nombre y ocupación a porotracuba@gmail.com
Abrazos y nos vemos en una Cuba libre o en el cielo.
¿Por qué los Pactos de la ONU?
Antonio G. Rodiles
3 de marzo de 2014
Los cubanos están hartos del régimen, pero temen a la violencia de Estado. Exigir la ratificación de los Pactos permite involucrar a los ciudadanos en una campaña con legitimidad internacional.
El 28 de febrero de 2008 el régimen de La Habana firmaba, como maniobra de propaganda, los Pactos de los Derechos Civiles y Políticos y Económicos, Sociales y Culturales. Eran tiempos en que Raúl Castro buscaba legitimar su figura en la arena internacional y proyectarse como opción de futuro para la Isla.
Seis años después, Raúl Castro ya no se puede comprar como reformista. Ahora se vende como quien cerrará una etapa en la historia de Cuba, ofertando a la comunidad internacional y aliados un país en supuesta transición bajo control y colocando a sus herederos como única opción de “gobernabilidad” y “estabilidad”. Sin embargo, el grupo heredero solo representaría la extensión de un sistema decadente y plagado de corrupción.
Con esta lógica detrás, una nueva ofensiva anti embargo pretende ganar espacio. Varios actores y grupos de influencia dentro de EEUU salen en busca de un cheque en blanco para la elite gobernante y sus beneficiarios. Elite que carga la principal responsabilidad del desastre nacional y la violación sistemática de los derechos y libertades fundamentales. La ofensiva pasa también por Europa y Latinoamérica. En esta última la principal pieza del ajedrez comienza a ser Brasil, una vez que Venezuela, en su declive, deja de ser un socio que garantiza estabilidad en el mediano plazo.
Sin embargo, las recientes “deserciones” de profesionales cubanos del programa Más Médicos, y sus posibles consecuencias legales, evidencian que el escenario brasileño es muy distinto al del “hermano bolivariano”, y que la situación puede tornarse rápidamente más compleja de lo esperado. Brasil, con su ambición de afincarse como potencia regional, se enfocaría en un escenario a más largo plazo. Para sostener y ampliar su presencia empresarial, necesita un proceso de transición suave en la Isla, que derive al menos en un sistema estable con libre mercado y el pleno restablecimiento de relaciones del gobierno de La Habana con EEUU.
Por otra parte, las negociaciones con la Unión Europea sobre un acuerdo bilateral están en marcha, aunque según han dicho los propios representantes del bloque, estamos frente a un proceso que tomaría al menos dos años. Lamentablemente, algunos de los países involucrados han comprado las antes mencionadas cartas de “gobernabilidad” y “estabilidad” a corto plazo. Obvian las terribles consecuencias de apoyar un sistema sostenido por la corrupción y la violencia de Estado. Otros, en cambio, siguen reclamando la necesidad de una cláusula enfocada en los derechos humanos como garantía mínima para un eventual acuerdo.
Mientras tanto el régimen hace silencio ante la propuesta europea y opta en la Isla por una represión quirúrgica para evitar que el descontento generalizado comience a capitalizarse en reclamos abiertos al sistema. La represión contra los activistas se incrementa y promete empeorar a medida que el escenario se complejice.
Entretanto, la iglesia católica cubana, después de una carta pastoral que pareció dar un giro a su cuestionable desempeño, continúa sosteniendo un silencio cómplice ante la represión. Recientemente los editores de la revista Espacio Laical, una plataforma católica, declararon que el respeto a los derechos humanos no debe ser una condicionante para las relaciones con La Habana. Declaraciones lamentables desde una institución que debería asumir el respeto a la dignidad humana como su principal premisa. Nadie debe olvidar que la legitimidad ante la sociedad no se obtiene espontáneamente.
Promover la falsa esperanza de que un régimen como el actual evolucionará de forma natural a una democracia moderna, es cuando menos ingenuo, sobre todo si lo que salta a simple vista es la construcción en Cuba de un capitalismo autoritario, sostenido en la violencia de Estado, la corrupción y el clientelismo político. Otorgar gratuitamente capacidad de maniobra a quien no entiende de respeto y ética y que de inmediato muestra su perfil delincuencial, es un error.
En la pasada cumbre de la CELAC, una de las pocas declaraciones que aportó algún contenido fue el pedido de ratificación de los Pactos al régimen cubano por parte de Ban Ki Moon, secretario general de la ONU. La campaña Por otra Cuba, iniciativa nacida dentro de la Isla hace casi dos años, trabaja en esa dirección, buscando no solo la ratificación sino también la implementación de estos convenios internacionales. En el contexto anteriormente descrito, esto nos daría una magnifica herramienta para el juego político al interior y al exterior de la Isla.
Resulta evidente que los resultados aún no alcanzan el nivel esperado, pero las más de 4.000 firmas, el trabajo de promoción y distribución de la “Demanda ciudadana” en el país, el pedido de Ban Ki Moon, así como el posible acuerdo bilateral promovido por la Unión Europea, crean un excelente ambiente para continuar enfocándonos en esta campaña.
Los cubanos en la Isla están hartos de un régimen totalmente decadente, pero temen ser blanco de la violencia desmedida por parte del Estado y sus grupos parapoliciales. Los Pactos como demanda cívica permiten realizar una campaña precisa que involucre al ciudadano común y lleve implícita una legitimidad internacional. La demanda de estos convenios también proporciona a gobiernos democráticos y amigos una herramienta de reclamo específico y directo al régimen de la Habana. Al mismo tiempo, la implementación serviría de hoja de ruta para impulsar el proceso de democratización a través de cambios en todo el andamiaje constitucional y jurídico apegados al carácter vinculante de dichos pactos.
Demandar la ratificación e implementación de los Pactos es una interesante herramienta que apenas hemos explorado. La campaña “Por otra Cuba” ha dado solo sus frutos iniciales. Quienes desean desde el exterior ayudar al cambio democrático en Cuba deben dar muestras de responsabilidad política, prestar atención al trabajo ya hecho en la Isla y palpar con mucha sensibilidad el pulso interior para no contribuir a fracturar y desmontar esfuerzos. Si deseamos ser objetivos y trabajar con las variables reales, sin crear falsas expectativas, debemos observar los tempos que en la Isla marcan no solo los opositores, sino también los ciudadanos.
DEMANDA CIUDADANA POR OTRA CUBA
Como cubanos, hijos legítimos de esta tierra y parte esencial de nuestra nación, sentimos un profundo pesar por la prolongada crisis que vivimos y la demostrada incapacidad del gobierno actual para realizar cambios de fondo. Esto nos obliga desde la sociedad civil, a buscar y demandar nuestras propias soluciones.
Los ingresos miserables, la escasez de alimentos y vivienda, la masiva emigración por falta de oportunidades, la discriminación del pensamiento diferente, la ausencia de espacios de debate público, los arrestos arbitrarios, la falta de garantías ciudadanas, la corrupción y la inamovilidad de la elite gobernante son algunos síntomas de la difícil realidad que enfrentamos.
Queremos debatir públicamente sobre la doble moneda, las restricciones migratorias, los derechos del trabajador a un salario digno, el derecho de cualquier cubano, viva donde viva, a fomentar
iniciativas económicas en su propio país, la crisis demográfica, el libre acceso a Internet y a las nuevas tecnologías. Queremos debatir sobre el ejercicio de la democracia.
Sobre la base de que la Constitución de la República de Cuba establece
En su Artículo 3: En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo del cual dimana todo el poder del Estado.
Y en su Artículo 63: Todo ciudadano tiene derecho a dirigir quejas y peticiones a las autoridades y a recibir la atención o
respuestas pertinentes y en plazo adecuado, conforme a la ley.
DEMANDAMOS AL GOBIERNO CUBANO:
Que ponga en práctica de inmediato las imprescindibles garantías legales y políticas concebidas en la Declaración Universal de Derechos Humanos y que ratifique el Pacto de los Derechos Políticos
y Civiles y el Pacto de los Derechos Económicos Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, firmados por el Gobierno cubano el 28 de febrero del año 2008 en la ciudad de Nueva York. Esto
garantizaría el pleno respeto a los ciudadanos sin importar cuáles sean sus ideas o su accionar político-social y que sean restaurados sus derechos a todos los que por sus opiniones, discrepen
del gobierno. Consideramos estos derechos esenciales en la formación de una Cuba moderna, libre y plural, que nos acoja a todos por igual e inserte nuestra soberanía en un mundo dinámico y cada
vez más global.
Nos sentimos comprometidos con una transformación democrática, donde todos puedan aportar sus visiones y contribuir a su materialización. Invitamos a todos los cubanos dentro y fuera de la Isla
identificados con estas demandas, a sumarse a este reclamo justo y necesario. Nuestra esperanza de ser escuchados por el gobierno está casi agotada, aun así decidimos hacer llegar a las
autoridades esta demanda, como un recurso impostergable para lograr un entendimiento eficaz. Estamos decididos a no aceptar el silencio institucional considerando como respuesta a esta demanda la
ratificación de los pactos mencionados.
Pueden descargar el texto completo en PDF de la DEMANDA CIUDADANA POR OTRA CUBA
Todos merecemos otra Cuba.
¡Lea y firme para
comenzar a cambiar la realidad del pueblo cubano!
Enviar firmas por email a: porotracuba@gmail.com
Por el establecimiento de un Estado de derecho en Cuba
Por la ratificación de los Pactos de Naciones Unidas