Fidel Castro:

Sólo un afeminado en los estratos más bajos de la degeneración sexual pudo usar ese tipo de ataque, de tan inconcebible indecencia y falta de hombría”.

Fragmento del discurso pronunciado

por el dictador Fidel Castro Ruz,

donde despotrica contra rockeros y homosexuales

13 de marzo de 1963

Portada de la revista Mella

-órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas-

en una edición de 1965

Esta portada muestra al perro Pucho y uno de sus compañeros –ambos vistiendo el uniforme del Ejército- aplastando con sus botas militares a homosexuales y otros que mostraban una conducta diferente a la que Fidel Castro consideraba era la correcta. Además, el perro Pucho empuña un machete para cortarle la cabeza a los que osaran disentir de la política oficial, como les ocurrió a miles de cubanos asesinados por el régimen.

 

Socialista uruguayo denuncia al castrismo

Antes que anochezca - Before night falls

Pelicula basada en la autobiografía

del escritor Reinaldo Arenas

Treinta años de ‘Conducta impropia’

María Encarnación López*

26 de julio de 2014*

 

Orlando Jiménez Leal, uno de sus realizadores, habla del documental, de la reacción gubernamental cubana, de Tomás Gutiérrez Alea, de Reinaldo Arenas y Néstor Almendros. Y habla de cine

 

Hace ya treinta años del estreno en París del documental Mauvaise conduite (Conducta impropia), dirigido por Néstor Almendros y Orlando Jiménez-Leal. Su contenido  gráfico y sus testimonios reales de la persecución a homosexuales y religiosos  en Cuba, desde los inicios de la revolución hasta la década de 1980, escandalizaron especialmente  a una gran  parte de la izquierda europea y norteamericana, que todavía creía en el proyecto revolucionario.

  

Gente anónima y humilde y reconocidos escritores como Reinaldo Arenas, contaban sus dramáticas experiencias en los campos de concentración (UMAP) creados para reinsertar a esos “seres extravagantes” que, por sus vestimentas o su gestualidad, disentían de la norma oficial revolucionaria. Con una sencilla realización, su exhibición en Europa y EEUU exacerbó la ira del Gobierno cubano. Intelectuales como Tomás Gutiérrez Alea (quien diez años después del estreno de Conducta impropia, respondería con la realización de Fresa y chocolate) se vieron en la necesidad de atacarla públicamente.

 

En esta entrevista Orlando Jiménez Leal nos habla de la intrahistoria de la realización de Conducta impropia y las claves del enorme impacto causado entre los intelectuales dentro y fuera de  Cuba.

 

En el archivo de cartas de Reinaldo Arenas en la Universidad de Princeton encontré una carta de Reinaldo a Néstor Almendros donde hablaba de su activa participación en la selección de testimonios para Conducta impropia. ¿Cómo describirías la participación de Arenas en su elaboración?

 

Cuando Néstor Almendros y yo decidimos hacer una serie de entrevistas, a manera de research, para escribir un guión sobre las UMAP, acudimos a Reinaldo Arenas.

 

Reinaldo fue fundamental para conseguir y reclutar a todas las víctimas de esos campos que, en ese momento, vivían en Nueva York y tenían una experiencia de primera mano sobre el tema.

 

“A esas locas las consigo yo”, recuerdo que le dijo Reinaldo a Néstor.

 

Reinaldo tenía un sentido del humor muy ácido y, a veces, autodestructivo.

 

¿Cómo valoras la aportación de Arenas y su obra en la “visibilidad” del homosexual cubano y la represión a la que se le condena en Cuba a todo aquel que no comparta la filosofía del régimen?

 

Aunque parezca paradójico, y pese a la “visibilidad” del homosexual en la obra de Reinaldo Arenas, este no hizo una literatura homosexual, no la especializó. De haberla hecho, su literatura no hubiera salido de la comunidad homosexual.

 

Arenas era un fabulador y utilizó el tema homosexual, como podía haber utilizado a los extraterrestres. Reinaldo era un homosexual declarado y sin complejos; sin embargo, lo que sí es visible en la literatura de Reinaldo, además de su imaginación, es su desprecio a la injusticia y a la intolerancia.

 

En una entrevista con Manuel Zayas, tú explicas que Néstor Almendros descubrió la represión castrista a los homosexuales gracias a un texto de José Mario. Sin embargo, en el libro de cartas editado por Mirtha Ibarra, Titón, Volver sobre mis pasos, hay una carta de Gutiérrez Alea a Almendros (1966) donde se desentiende de interceder en la liberación de su amigo Roldán. ¿Crees que este asunto pudo causar el primer desencuentro entre los dos amigos?

 

Ciertamente, Néstor descubre la existencia de las UMAP, a través de un relato extraordinario de José Mario. El caso de Alberto Roldán es un caso aparte. Roldán (que en un comienzo fue un entusiasta colaborador de la revolución y amigo íntimo de Gutiérrez Alea) empezó a tener serias dudas sobre el rumbo que iba tomando la “justicia revolucionaria”. Parece que fue testigo de muchas injusticias.

 

A diferencia de Gutiérrez Alea, no se calló e hizo público su descontento. Roldán, que había sido el wonder boy del ICAIC (era un documentalista con cierto nombre en los festivales de cine de la Europa del Este), inmediatamente cayó en desgracia. En un santiamén, pasó al mayor ostracismo. Fue despedido y encarcelado brevemente. Después, en la mejor tradición soviética, fue asignado a trabajos menores: fue albañil, electricista y enterrador, entre otras cosas.

 

Durante años suplicó a las autoridades para que le dieran el permiso de salida. Néstor, entonces, acudió a Gutiérrez Alea para pedirle ayuda. Gutiérrez se desentendió de su antiguo amigo y no hizo nada por ayudarlo. Ahora, esa carta que me citas, atestigua su cobardía. Solo cuando hubo pasado muchos años y después de cerciorarse de que era un hombre moralmente destruido y sin ninguna influencia posible en el extranjero, a Roldán le autorizaron la salida.

 

¿Podría decirse que Gutiérrez Alea actuaba como portavoz del régimen en sus ataques a Conducta impropia, a Néstor Almendros y a ti, en 1984? ¿Tienes noticias de si llegaron a reconciliarse y acercar posturas en privado?

 

Pues sí, Titón (a veces es inevitable que le llame por el apodo cariñoso que sus amigos le decían) se convirtió en la cara amable del régimen castrista, la oposición leal (the loyal opposition) y “honesta” que considera que todas las atrocidades que acontecen en Cuba son “accidentes del camino”. El paredón, la falta de libertad de expresión, de asociación, y de todas las demás leyes represoras, no son más que pequeñas desviaciones de la senda que conduce a un futuro luminoso.

 

Gutiérrez Alea llegó a ser una cosa muy curiosa: fue un hombre del régimen, y a la vez, desde el punto de vista turístico, su disidente oficial. Néstor y Gutiérrez Alea fueron muy amigos en su juventud. Fue Néstor quien lo entusiasmó para que ingresara en el Partido Comunista, fue Néstor el que le despertó también el amor por el cine.

A mí me consta que Néstor trató de mantener su amistad por Gutiérrez Alea aparte de la política. Néstor nunca pudo entender el ataque alevoso y brutal que Alea hizo de nosotros, de Conducta impropia y, especialmente, de Néstor. ¿Qué necesidad tenía un artista como Alea, de hacer declaraciones de apoyo al régimen tan humillantes para él?

 

He comentado en otra ocasión que Titón era un leninista triste. Tenía una lucha constante entre su consciencia y la disciplina del Partido, pero ganaba el Partido.

 

¿Cómo valoras la extraordinaria repercusión de Fresa y chocolate entre la población cubana (cines abarrotados, premios en el Festival de Cine)? ¿Crees que Fresa y chocolate marca un antes y un después en la percepción y “visibilidad” de los homosexuales dentro de Cuba?

 

Yo creo que el pueblo reaccionó con espontaneidad y con cierta ingenuidad. La misma reacción que tuvieron los indios cuando se miraron por primera vez en un espejo. Entre el pueblo, hubo risas, risitas, y codazos discretos para recomendar la película.

 

La gente creyó ver en el filme un desahogo, habían sido víctimas durante muchos años, salvo contadísimas excepciones, de una avalancha de películas propagandísticas y machaconas sobre los logros de la Revolución Cubana y su máximo líder. A eso hay que añadirle las películas que venían de la Unión Soviética y los países del Este que cantaban las glorias del socialismo. Las películas cubanas que no eran así, eran meras imitaciones melosas del cine de Eliseo Subiela.

 

La atmósfera se hizo irrespirable. Hubo gente que, en vez de refugiarse en el cine para escapar de la realidad, se refugiaban en la realidad para escapar de los cines.

 

Michael Chanan, un reputado cubanista inglés y amigo de Gutiérrez Alea, afirma que Conducta impropia estaba parcialmente financiada por la CIA y que ese fue el motivo por el que Chanel Four en Inglaterra decidió no comprarlo. Chanan afirma con orgullo ser el responsable de que Channel Four investigara la financiación del documental ¿Qué opinas al respecto?

 

Michael Chanan, de momento, es tonto. Y lo que es peor: es un tonto inútil. ¿Por qué se empeña este fallido evangelista goebbelsiano en repetir esas boberías, cuando ni siquiera el Gobierno cubano se atreve a decirlas hoy?

 

¿No sabe el señor Chanan que esos archivos de la CIA están desclasificado y que, si existieran, esas pruebas hace rato que el Gobierno cubano las hubiera usado en contra de nosotros?

 

¿Dónde están los resultados de esa investigación?, ¿por qué no los muestra? Además, creo que este señor le está dando una sensibilidad muy especial a la CIA, la cual nunca ha tenido. ¿No se ha enterado Chanan de que la dictadura cubana ha reconocido las atrocidades que se cometían en las UMAP y hasta el propio Castro se ha responsabilizado con esos hechos?

 

Pues sí, el señor es tonto. Lo que no puede soportar la izquierda festiva es que Conducta impropia fue financiada por la TV francesa, por un gobierno socialista (el gobierno de Mitterrand), autorizada por un ministro de cultura socialista, por gente de izquierda y desde la izquierda. Desde luego, no la izquierda que representa el señor Chanan. Estoy seguro de que hasta el propio Gobierno cubano, hoy, se avergüenza de él.

 

En relación a la acogida de Conducta impropia. ¿En qué medida crees que ha contribuido a cambiar el concepto de la comunidad homosexual cubana?

 

Una película no cambia nada. Sin embargo, si en algo ha contribuido Conducta impropia es en llamar la atención en la prensa norteamericana liberal y de izquierda, sobre las injusticias y los atropellos que cometía el gobierno castrista con los homosexuales. Estos relatos son contados por sus propias víctimas y en primera persona.

 

¿Cómo puede el señor Chanan negar la evidencia admitida por el propio Castro? No, el asunto no es si Conducta impropia ha cambiado o no el concepto hacia la comunidad homosexual cubana, sino que la película ayudó a que se comprendiera la naturaleza represiva del gobierno de Fidel Castro contra toda manifestación de libertad del pueblo cubano, incluyendo, por supuesto, a los homosexuales.

 

No hay una comunidad homosexual cubana. Hay cubanos que, como en todas partes del mundo, son homosexuales. 

 

Con respecto a Fresa y chocolate, ¿la consideras la respuesta del Gobierno cubano a Conducta impropia? ¿Por qué crees que Gutiérrez Alea decide abordar el tema de la represión desde el prisma de la homofobia con críticas explícitas a “la voz única” del régimen?

 

Esa era una asignatura pendiente de Alea. De alguna manera, era un  follow up al  ataque a Conducta impropia que antes había publicado él en Village Voice. Eso responde tu pregunta de por qué Alea “escoge” el tema de la homofobia como crítica. Resulta que es al revés: el tema lo escogió a él.

 

Fresa y chocolate es una respuesta muy bien pensada por la Seguridad del Estado cubano para explicar “artísticamente” la creación de aquellos campos de concentración para homosexuales, haciendo una versión light de Conducta impropia: reconociendo los errores y edulcorándola con “mensajes de esperanza y de reconciliación”.

 

En una  entrevista con Manuel Zayas hablas de manipulación, edulcoración y de Chocolate impropio. ¿Podrías darme más datos acerca de esta manipulación, a quién crees que va dirigida Fresa y chocolate y con qué intención? ¿Dirías que la intención final es destapar un error o echar tierra encima?

 

Su objetivo era tratar de neutralizar la avalancha de críticas negativas que habían recibido, sobre todo de la izquierda liberal norteamericana, ante la evidencia tan brutal expuesta en Conducta impropia. Había que echarle tierra a todo aquello, perfumar la pesadilla, y quién mejor que Gutiérrez Alea, un cineasta con la voz y la “autoridad moral” para expresar esa autocrítica.

 

Por último, ¿cuál crees que habría sido la opinión de Almendros acerca de Fresa y chocolate?

 

Bueno, Néstor era un crítico muy impredecible y a todo le veía un ángulo novedoso. Pero sí te puedo decir que años antes de morir estaba al tanto del cuento de Senel Paz que dio lugar a Fresa y chocolate.

 

Habría que hacer una séance espiritista para preguntarle. Te aseguro que saldría con una respuesta muy original.

 

* María Encarnación López es profesora de Sociología y Estudios Culturales en la London Metropolitan University. Su libro Homofobia, Resistant and Power in Revolucionary Cuba, de próxima publicación por  Boydell & Brewer, se ocupa del impacto de las políticas homofóbicas en la literatura y el cine cubano en la etapa revolucionaria.

Véase

http://profesorcastro.jimdo.com/umap-campos-de-concentraci%C3%B3n-en-la-cuba-de-fidel-castro/

 

 

Los heterosexuales cubanos

debemos apoyar a la comunidad LGBT

en su derecho a asociarse libremente

 

 

Activistas LGTB critican a Mariela Castro

 

 

 

Del Hombre Nuevo al Travestismo de Estado

Abel Sierra Madero

25 de enero de 2014

 

Una crítica a profundidad de Mariela Castro y el CENESEX deja ver que sus estrategias políticas están a tono con las de la economía, las relaciones internacionales y la realpolitik actuales en Cuba

 

El 17 de mayo de 2009 y frente a las cámaras de varios medios de prensa, Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), bailó por las calles de La Habana al ritmo de una conga, acompañada por decenas de homosexuales que ondeaban banderas multicolores y entonaban consignas.

 

A diferencia de otros eventos oficiales, caracterizados por la solemnidad, el aburrimiento y el verde olivo, la “conga de la diversidad” derrochaba alegría y un colorido intenso, carnavalesco. En esa ocasión, Castro Espín, con su acostumbrada sonrisa, expresaba: “Ahora la diversidad sexual forma parte de la Revolución y ya de una manera revolucionaria”. Esta formulación resumía el cambio del discurso y de la política estatal que estaba tomando cuerpo en Cuba.

 

Hasta la caída del muro de Berlín en 1989, el Gobierno cubano había estado involucrado en una experiencia transnacional de construcción del socialismo, que pretendía la creación de un “hombre nuevo”. Popularizado en Cuba por Ernesto Guevara, este concepto formaba parte de un proyecto de “ingeniería social” que se basaba en la intervención de todos los niveles de la vida, y en el control de la sexualidad. La represión a los homosexuales se generó desde una homofobia estatal que duró por varias décadas, hasta que el nacionalismo revolucionario quedó sin el apoyo de sus principales socios económicos y políticos. 

 

A partir de ese momento, el Gobierno se vio obligado a reconciliarse con su pasado cercano de intolerancia y discriminación para encajar en el nuevo orden global postsocialista. El país necesitaba abrirse al mundo y ofrecer una imagen de apertura. La “comunidad imaginada” que hasta entonces solo había estado conformada por héroes, vanguardias y hombres nuevos, debía incluir a sujetos que habían sido considerados no solo como “otros” nacionales, sino también, como enemigos políticos.[1] De este modo, los homosexuales comenzaron a ser incorporados por el mismo Estado que, décadas atrás, los había desterrado del paraíso socialista.

 

En ese proceso, el CENESEX ha ocupado un papel central. Durante la última década, esa institución ha ofrecido un nuevo marco ideológico a las reformas del general Raúl Castro a través del uso  del concepto de “diversidad cultural”. Ya en 2008, Frances Negrón Muntaner había advertido que el reconocimiento a los homosexuales en Cuba respondía a un “transformismo político” que ella denominó entonces como “mariconerías de Estado”.[2] Tomando como punto de partida a este concepto y el de “travestismo cultural”[3] de Jossiana Arroyo, las páginas que siguen están encaminadas a ofrecer un marco de interpretación del escenario político cubano contemporáneo y que he denominado como “travestismo de Estado”.

 

Travestismo de estado y despolitización de la sexualidad

 

En el campo de la sexualidad, el travestismo de Estado puede definirse como un conjunto de políticas y discursos encaminados a limitar la emergencia de un genuino movimiento de derechos, a través de mecanismos de asimilación y normalización. En ese sentido, efectúa una cirugía política del cuerpo nacional que tiene entre otros objetivos la confinación del debate hacia una zona que el Estado no considera un peligro, al tiempo que levanta una cortina de humo sobre una discusión democrática más abarcadora. En última instancia, busca reconstruir la legitimidad gubernamental, garantizar la domesticación política y el control de identidades sociales. Dicho de otro modo, el travestismo de Estado puede entenderse como un “gatopardismo” [4] gubernamental que despliega políticas de tolerancia encaminadas a reactualizar procesos nacionales de inclusión y exclusión, para conseguir un escenario de diversidad controlada.

 

En ese proceso de máscaras desplegadas por el Estado cubano, el CENESEX se ha convertido en un agente fundamental en la producción y la exportación de lo que Kevin Latham ha denominado como retóricas de transición.[5] Se trata de reajustes discursivos en la política gubernamental, de desplazamientos en la retórica paternalista basada en la utopía igualitaria, hacia otra más pragmática, encaminada a garantizar lealtades políticas.

 

Si bien esto es cierto, no se debe desestimar la labor de esa institución, cuyos programas han otorgado mayor visibilidad y algunas garantías a las identidades LGBTI. Por ejemplo, ya en 2005, el CENESEX había logrado llevar a la Asamblea Nacional el tema de las operaciones de sexo para personas transexuales, la propuesta de un nuevo Código de Familia y una nueva ley de identidad de género. Por otra parte, sin el lobby de Mariela Castro, habría sido más difícil que en junio del 2008, el Ministerio de Salud Pública aprobara una resolución que consentía las operaciones de cambio de sexo.

 

Sin embargo, el CENESEX ha desarrollado múltiples estrategias —para la domesticación y construcción de identidades políticamente dóciles— basadas, paradójicamente, en un discurso de respeto a la “diversidad”. No obstante, lejos de promover una discusión sobre la diferencia, la diversidad en ese contexto funciona como un concepto “blando”[6], al enunciarse de  modo anónimo y “universal”, y asentarse en un discurso normalizador.

 

Como institución estatal, el CENESEX no parece interesarse en una ciudadanía basada en la sexualidad o una política de minorías que busque la gestión autónoma y la representación parlamentaria. Por el contrario, el centro continúa promoviendo una interpretación de las cuestiones de género y la sexualidad que extrae de las identidades homoeróticas su carácter subversivo y responde a un modelo terapéutico y pedagógico.

 

De acuerdo con el documento programático de la campaña contra la homofobia del 2008, por ejemplo, el CENESEX destacaba la importancia de la sensibilización de la población cubana “a fin de promover acciones educativas permanentes, a favor de la aceptación y el respeto a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género”. Aludiendo a tales razones, Mariela Castro prefirió en el 2007 retirar de la propuesta del nuevo Código de Familia que había sido presentada a la Asamblea Nacional en 2005, el tema del derecho de las parejas homosexuales a la adopción, hasta que su estrategia pedagógica calara en la mentalidad de los parlamentarios. De este modo, todo un campo de lucha y de transformación política, es reemplazado por una tímida estrategia de “sensibilización”.

 

El ejemplo más revelador de las limitaciones del CENESEX fue, sin dudas, el “programa de buenas prácticas sociales”; una especie de entrenamiento destinado a los grupos trans para enseñarles, entre otras cosas, a cómo conducirse en público “adecuadamente”. El programa comprendía varios módulos con lecciones de corte y costura, peluquería, entre otras habilidades domésticas que reproducen una feminidad de tipo tradicional.

 

Así lo describía en la televisión cubana, la psicóloga Mayra Rodríguez Lauzurique: Con esta población hemos tenido que hacer, paralelamente, cursos de imagen social, donde estas personas aprenden que la manera de vestir no es lo más importante, sino la manera de conducirse. Este curso, consistió en diez módulos con diferentes asignaturas como protocolo, historia del lenguaje, historia del traje (…) como estas personas dejaron la escuela en edades tempranas no tienen habilidades de comunicación y les es muy difícil tener una disciplina.”[7]

 

Esta metodología está más apegada al esquema de una “fábrica de géneros”, una clínica política que produce cuerpos femeninos ajustados a lo normativo, que contrasta con la visión emancipadora que el CENESEX ha estado exportando. De acuerdo con Wendy Iriepa, una de las transexuales que ha logrado una readecuación genital y un cambio de identidad de género gracias al CENESEX, este programa formaba parte, conjuntamente con los tratamientos psicológicos y hormonales, de un proceso de feminización extrema al que son sometidas las transexuales y que tiene su punto culminante en la readecuación genital.[8]

 

Aunque las operaciones se han inscrito en el imaginario trans como un medio para reclamar una identidad “normal” y son consideradas como un logro significativo en el contexto cubano, no hay que olvidar que estas cirugías pueden tener también una connotación negativa; porque la irreversibilidad en la que están inscritas deja pocas oportunidades a la plasticidad en la que radica el poder subversivo de estas identidades. En ese sentido, Iriepa destaca que en el CENESEX “te tratan de meter en tu cabeza que a la vez que tú te operes, a la vez que te quiten el pene ya tú eres una mujer”.[9] Y añade que el centro interviene hasta en la selección del nombre de cada una de las transexuales involucradas, para tratar de romper todo vínculo con la identidad previa.

 

En el caso cubano, detrás de esas cirugías forman parte de un discurso de salud en el que se esconden procesos de “naturalización” que, lejos de producir empoderamiento, funcionan a manera de concesión, imponiendo límites de acción y movimiento. De ahí que el estatus de “normalidad” no se adquiera de forma gratuita, sino que se base en lealtades a la entidad desde donde se concede.

 

Otras estrategias de despolitización también pueden apreciarse en los encuadres de las Jornadas contra la Homofobia que viene organizando el CENESEX. Estos eventos son una suerte de fiesta de San Juan que ofrece la promesa de disolución de un campo de diferencias, y enmascara una lógica de tolerancia. Por otra parte, el Estado utiliza este espacio supuestamente más relajado, para insertar mensajes ideológicos en la esfera pública, aprovechando la gran expectativa internacional que han generado estas actividades. La conga de la diversidad y en general las jornadas contra la homofobia, son en esencia, un espectáculo de “multiculturalismo lúdico”[10] en el que la otredad tiene un fin instrumental, utilitario y está orientado principalmente hacia el exterior.

 

Aunque las jornadas contra la homofobia no se reducen a la conga y a lo festivo, estas actividades parecen encarnar las fantasías sobre las que se han construido y asentado tradicionalmente las identidades trans. Hace algunos años, las actuaciones de travestis y transexuales en Cuba formaban parte de una escena homoerótica underground. Este proceso ha sido revertido por el CENESEX, que no solo ha subido a los escenarios de los principales teatros de La Habana a transexuales y travestis durante las galas de las jornadas contra la homofobia, sino que ha logrado insertar shows de travestis y transformistas en el cabaretLas Vegas, un antro manejado por el Estado, que aparece en guías de turismo internacional como Trip Advisor y Lonely Planet.

 

Tanto la legalización de estas actuaciones como la conga de la “diversidad” responden a una lógica asimilativa, a una política de la tolerancia que produce, en última instancia,  lo que Wendy Brown ha llamado “culturalización de la política”[11], un proceso en el que se tiende a esencializar las identidades. De ahí que las categorías de clase, raza, género, sexualidad solo tengan en el discurso ideológico un carácter ornamental.

 

‘Los derechos se garantizan, no se plebiscitan’

 

Como tecnología de poder, el travestismo de Estado produce la fragmentación entre grupos que, aunque comparten marcos comunes de exclusión y discriminación, no pueden articularse en una coalición que englobe similares objetivos. Paradójicamente, este proceso de atomización se construye a partir de la creación de redes, grupos de trabajo, comisiones y agencias estatales que se despliegan en los terrenos de más fricción política con el Gobierno y ofrecen una visión más relajada y plural de la esfera pública. Sin embargo, muchos de estos espacios tributan a militancias políticas y a los objetivos de las instituciones oficiales.

 

Lo anterior se traduce en la inconsistencia de muchos activistas y académicos que, selectivamente, escogen los actos de discriminación a los que oponerse. Una amplia documentación demuestra los modos en que las mujeres que integran la organización opositora Damas de Blanco, han sido violentadas recurrentemente en las calles por agentes de la Seguridad del Estado y grupos civiles conocidos como “brigadas de respuesta rápida”. Sin embargo, ni académicos o activistas cercanos al CENESEX, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) o la Cátedra de Estudios de la Mujer de la Universidad de La Habana, se ha pronunciado públicamente sobre el tema.

 

En este escenario de tolerancia y diversidad controlada, no hay muchos espacios de disenso o autonomía. El CENESEX reproduce la verticalidad con que han operado tradicionalmente las instituciones en Cuba y ha limitado la articulación de proyectos que podrían construir modelos políticos de la sexualidad diferentes al oficial. Al mismo tiempo que ha ostentado el monopolio discursivo sobre la temática sexual, esa institución ha regulado lo que se puede o no decir públicamente.

 

No obstante, el 12 de mayo de 2012, durante la Jornada contra la Homofobia, el colectivo Hombres por la Diversidad (HxD), se salió del guión e hizo pública una declaración en la que se cuestionaban los modos con los que el Gobierno ha estado manejando las demandas de los grupos LGBTI y del “engavetamiento” a que ha estado sometido el nuevo proyecto de Código de Familia y la Ley de cambio de identidad de género. Asimismo, demandaban la incorporación de otros derechos como el matrimonio, la adopción y la reproducción asistida. Sin embargo, lo que debe haber causado pavor entre los funcionarios, fueron los términos en los que concluía el documento. Los derechos —apuntaba—, “se garantizan, no se plebiscitan, por ser universales, interdependientes e inalienables para todos los seres humanos”.

 

Efectivamente, Mariela Castro ha preferido hablar de uniones consensuadas en vez de matrimonio igualitario y ha señalado que la resistencia más fuerte a este tema proviene de la Iglesia Católica. Asimismo, ha dejado entrever que el CENESEX busca una conciliación, por lo que ha optado por ceder en ese aspecto. Esto tendría sentido si tomamos en cuenta el reciente acercamiento que se ha producido entre la Iglesia Católica y el Estado durante los últimos años. Como se sabe, la Iglesia ha sido un mediador importante en la liberación de muchos presos políticos, lo que le ha permitido al Gobierno la exportación de un sector importante de la disidencia interna.

 

De ahí que no resulte extraño que a pesar de la declaración de HxD, la Asamblea Nacional haya vuelto a dejar fuera esas discusiones a fines del 2012, lo que ha acrecentado el descontento de muchos que ya no ven al CENESEX como una instancia para canalizar sus demandas. Entre los que empiezan a mirar con reservas la labor del centro se encuentra el activista Isbel Díaz, quien ha asegurado que solo la creación de una comunidad crítica, consciente de sus necesidades, va a poder impulsar sus propias demandas. Isbel Díaz es uno de los integrantes del Proyecto Arcoiris, una red coordinada por la activista Yasmín Portales que aunque legitima y participa en las actividades organizadas por el CENESEX, ha lanzado eventualmente algunas críticas a esa institución.

 

El proyecto Arcoirisencarna lo que se conoce en Cuba como “oposición leal”, y la propia Yasmín Portales ha reconocido que sin una transformación de la política de asociaciones, no podrá salirse de la órbita del CENESEX-MINSAP. Un cambio en ese sentido conduciría teóricamente a un empoderamiento de estos grupos y permitiría el acceso a fondos de organizaciones internacionales como ONUSIDA o Ford Foundation. Hasta este momento, esos fondos llegan principalmente al CENESEX, lo cual contribuye a que no se desarrolle un genuino movimiento de activismo ciudadano fuera del control estatal.

 

Si deconstruimos la lógica de la tolerancia en la que se ha asentado el travestismo de Estado, podemos asegurar, siguiendo a Slavoj Zizek, que esta estrategia concede “demasiado, y demasiado poco al Otro en términos políticos”.[12] La tolerancia, señala Zizek, desaparece en el mismo momento en que el “otro” deja de ser una impersonal abstracción sin ningún poder de cambio y se convierte en un “otro” real. Bajo esta misma lógica, en el caso cubano, cualquier acto de disensión u oposición se descalifica y se presenta como la acción de “anexionistas” o “mercenarios al servicio de una potencia extranjera”. 

 

Con esas etiquetas ha sido caracterizado el Observatorio Cubano de los Derechos LGBT (OBCUD LGBT), una organización opositora dirigida por Leannes Imbert. A este grupo también pertenecen la pareja de activistas, Wendy Iriepa e Ignacio Estrada, quien dirige además la Liga Cubana contra el Sida y maneja el blog Puertas abiertas. Por su parte, Iriepa trabajó durante varios años junto a Mariela Castro y su imagen fue usada recurrentemente por el CENESEX para mostrar el éxito de las operaciones de readecuación genital.

 

De acuerdo con estos activistas, el CENESEX responde más a las lógicas políticas gubernamentales que a los reclamos de los grupos LGBT. Además, consideran que detrás de las operaciones de readecuación genital, subyace una estrategia estatal para desarrollar un programa internacional de operaciones a transexuales que pueda hacerles competencia a países como Tailandia. Sin embargo, sus críticas al CENESEX no vienen acompañadas de un programa político sólido y viable, lo cual los limita al ejercicio de una marginalidad política. El acto de disentir es legítimo y debe estar avalado como un derecho que no pueda ser secuestrado por ninguna institución o partido político; pero la falta de agendas concretas, más allá de la crítica, parece ser la carencia principal de estos grupos opositores. 

 

La reconstrucción del pasado y el lavado de la memoria histórica

 

El travestismo de Estado también está articulado en un proceso de reconstrucción y lavado de la memoria de la nación y de reescritura de la Historia. El nuevo escenario de reformas demanda también de una política de la memoria, que pueda reacomodar algunos sucesos que conectan a la Revolución con procesos de discriminación y que erosionan la credibilidad de los discursos de la tolerancia y la diversidad.

 

Así, han comenzado a reescribirse determinados pasajes históricos. Uno de ellos tiene que ver con el experimento social conocido como las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). El deshielo de este tema comenzó en agosto de 2010, cuando Fidel Castro le concedió una entrevista al periódico mexicano La Jornada. En una suerte de mea culpa y en un material editado con sumo cuidado, Fidel Castro reconocía su responsabilidad histórica en la implementación de aquellos campos de trabajo. En una parte de la entrevista se lee: “Si alguien es responsable, soy yo… Es cierto que en esos momentos no me podía ocupar de ese asunto… Me encontraba inmerso, principalmente, de la Crisis de Octubre, de la guerra, de las cuestiones políticas…” Y en otra parte señala: “Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios”.

 

Con esta entrevista, Fidel Castro intenta cerrar esa página amparado en el viejo argumento de “la plaza sitiada”. Lo que no reconoce en la entrevista es que la creación de las UMAP no constituyó un elemento aislado dentro de la ideología revolucionaria, sino que formaba parte de una concepción pedagógica que estaba tomando cuerpo en aquella época. Tampoco fue un proyecto del que estaba exento el máximo líder. Si Fidel Castro no tenía ese tipo de prejuicios, ¿cómo explicar entonces los comentarios homofóbicos que lanzó en una entrevista a Lee Lockwood en 1965?

 

En aquella ocasión señalaba: No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza está en contradicción con el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista (…) Bajo las condiciones en que vivimos, a causa de los problemas con que nuestro país se enfrenta, debemos inculcar  a los jóvenes el espíritu de la disciplina, de lucha y trabajo”.[13]  

 

Y en discurso anterior, ofrecido en la escalinata de la Universidad de La Habana, el 13 de  marzo de 1963, Fidel Castro señalaba: al igual que la Revolución une lo mejor, lo más firme, lo más entusiasta, lo más valioso; la contrarrevolución aglutina a lo peor (…) Entonces, mucha de esa gente están en esos sitios: en los billares, en las esquinas, en los bares; quedan muchas cosas. Pero hay que estudiarlas, hay que estudiarlas. (DEL PÚBLICO LE DICEN: '¡Los flojos de pierna, Fidel!', '¡los homosexuales!') ¡Un momento! Es que ustedes no me han dejado completar la idea (RISAS Y APLAUSOS). Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre. Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. ¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! (…)”

 

Con esta arenga, Fidel Castro sentaba un peligroso precedente que luego se traduciría en políticas concretas. Muchos de los líderes e ideólogos de la Revolución, formados en la ortodoxia comunista de tipo estalinista, tenían una concepción que descansaba en modelos pedagógicos de rehabilitación o de reeducación. Estos modelos usaban el concepto de “lumpen proletario” para el despliegue de una serie de dispositivos de control sobre aquellos sujetos que no se adecuaban al marco revolucionario. La rehabilitación de esas personas se inscribió en un discurso de saneamiento del cuerpo social y se comenzaron a manejar vocablos provenientes de la retórica higienista para establecer analogías de tipo ideológico. Así, surgieron términos como “gusanos”, “parásitos”, “enfermitos”, entre otros.

 

La conjunción entre el discurso político y el discurso médico fue fundamental en la legitimación de políticas de control ideológico. La prostitución pasó a conceptualizarse como una enfermedad social y a convertirse en una cuestión de higiene pública. No solo las prostitutas y “gusanos” estaban en el punto de mira, sino también los homosexuales. Las redadas policiales y la discriminación contra los homosexuales comenzaron desde el mismo año 1959, porque al igual que las prostitutas, simbolizaban la decadencia burguesa y la penetración colonial. En ese sentido, se diseñaron varias estrategias encaminadas a su eliminación; una de las más conocidas fue la creación de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). A esas unidades, creadas bajo la cobertura del Servicio Militar Obligatorio, se enviaban además a artistas, religiosos, delincuentes y muchachos de ascendencia burguesa.

 

Unos meses después de publicada la conversación de Fidel Castro con la directora de La Jornada, Mariela Castro, parece desmentir a su tío cuando afirmó: “Siento decir que no estoy de acuerdo con Fidel. Yo lo respeto. Respeto que él, como caballero de su época y con su espíritu quijotesco, asuma la responsabilidad por ser el máximo líder. Desde ese lugar, lo comprendo”. Mariela parece ir aún más lejos cuando afirma: “Fidel ni siquiera estaba al tanto de las UMAP. Vivía concentrado en la supervivencia de la revolución y en los cambios que se estaban haciendo en la política, las leyes en favor de los derechos del pueblo, dentro de complejas y tensas relaciones internacionales.”

 

Sin embargo, como bien ha demostrado James O’Connor, hasta mediados de la década de los setenta, Fidel Castro era prácticamente la única y más poderosa institución del país[14], de modo que es improbable que no “estuviera al tanto” de estas unidades.

 

Lejos de reconocer el error histórico, Mariela Castro ha tratado de minimizar el alcance y dimensión de las UMAP en la historia de la Revolución, y ha asegurado que va a promover una investigación sobre este tema. La directora del CENESEX ha dicho incluso, que sería saludable que se hablara de lo ocurrido y que pedir perdón sería una gran hipocresía. Han pasado tres años desde que Castro Espín hiciera estas declaraciones y no ha sido publicado ni un solo artículo o resultado de la investigación prometida.

 

La historia de este período está por hacerse aunque ya ha comenzado a escribirse. Al igual que sucedió en la URSS con el GULAG, la memoria de las UMAP ha sido preservada por el exilio; sin embargo, no existe un corpus narrativo como los manuscritos de Solzhenitsyn o Grossman, entre otros. En Cuba, los archivos de esta época no han sido abiertos y los periódicos de entonces contienen unos pocos artículos que muestran sólo la visión oficial. De las UMAP solo conocemos unos pocos testimonios e investigaciones que han dado algunas luces sobre este asunto como el documental Conducta impropia (1983), la novela Un ciervo herido (2003), de Félix Luis Viera, basada en vivencias personales en una de esas unidades; así como el libro del historiador Enrique Ros titulado La UMAP: El gulag castrista (2004) que contiene documentos, recortes de periódicos y entrevistas a sujetos que estuvieron en esas unidades.

 

Epílogo

 

En la introducción de su libro What was socialism, and what comes next? (¿Qué fue el socialismo y qué viene después?) Katerine Verdery comenzaba con un breve diálogo entre dos personajes. Uno de ellos preguntaba cuál era la definición de socialismo y el otro de modo tajante respondió: “La ruta más larga y dolorosa para llegar del capitalismo al capitalismo.”[15]

 

¿Hacia dónde va Cuba hoy? ¿Cómo se puede caracterizar este período que estamos viviendo? Con la caída del muro de Berlín y el socialismo en la URSS, se puso de moda entre analistas e intelectuales que trabajan sobre Cuba, el término postsoviético para nombrar “lo que vino después”. Sin embargo, este concepto es “blando” porque aunque sirve para definir en términos cronológicos un momento histórico, no sirve para conceptualizar las dinámicas socio-políticas que están teniendo lugar desde entonces.

 

Otros conceptos de mayor utilidad son post-revolución y post-socialismo. El primero, describe el fin de un proyecto político. El segundo, nos permitiría ubicar a la Isla en un escenario transnacional mucho más amplio. De este modo, se puede aprovechar el corpus teórico y empírico que se ha producido para estudiar las transiciones de Europa del Este y las repúblicas de la antigua Unión Soviética para construir una transición mucho menos dolorosa.

 

La desgastada y envejecida élite política cubana sí ha sabido sacar provecho de la experiencia de esas transiciones. Según Verdery, la crisis de legitimidad del Partido Comunista y las élites en el poder, fue un factor fundamental en el fin del socialismo de Estado en la Unión Soviética. En ese sentido, el Partido y el gobierno cubano han comenzado un proceso de restauración de esa legitimidad. De modo similar a lo que ha venido pasando en China, aunque a escala mucho menor, en Cuba ha comenzado a promoverse el consumo como un “paliativo social” [16] ante la falta de derechos y libertades políticas más abarcadoras.

 

De este modo, el Gobierno ha permitido la venta de casas y automóviles y favorecido la creación un mercado de trabajo fuera de los marcos estatales; pero orientado fundamentalmente al área de los servicios. Asimismo, ha cambiado recientemente la vieja ley migratoria que limitaba la libertad de movimiento para entrar y salir del país a los cubanos y ha consentido la entrada a los hoteles que hasta hace muy poco estaba restringida a ciudadanos extranjeros.

 

Si antes las prohibiciones formaban parte de una política oficial orientada al control ideológico y al ocultamiento de las diferencias de acceso y de oportunidades, ahora, el Estado le ha otorgado al mercado una función reguladora, lo que excluye a una amplia gama de sectores sociales. Estos procesos han abierto muchas brechas dentro del modelo “igualitario” sobre el que descansaba la legitimidad revolucionaria, y ha generado fricciones y resentimientos con respecto al Gobierno. No obstante, han logrado amortizar los costos de esas políticas, al crear un marco de mayor “tolerancia” que acompaña la relativa apertura económica.

 

Si en un momento el travestismo de Estado estuvo más apegado al terreno sexual y aseguró un control eficiente sobre las identidades homoeróticas, en la actualidad, ha comenzado a extenderse a la economía, las relaciones internacionales y a la realpolitk. Dentro de las retóricas del travestismo de Estado, resulta interesante el uso de algunos términos, como el mismo concepto de “actualización” del modelo económico, al que han estado apegados los funcionarios y la prensa oficial. Al tiempo que coquetea con las categorías de transición y de cambio, este término deja entrever que las transformaciones no van a la estructura del modelo, sino que se trata de un rejuego político orientado a la eficiencia del control social, a garantizar la sostenibilidad económica y a conservar el poder.

 

Asimismo, se habla de un proceso de “reordenamiento laboral”, eufemismo estratégico que se ha usado para camuflar la política de despidos masivos que se ha estado llevando a cabo desde el 2010.

 

En ese sentido, las estrategias que permiten el travestismo de Estado han sido fundamentales para ganar cierta legitimidad sin perder control de los nuevos sujetos “diversos”. De este modo entiendo también el travestismo de Estado, como un mecanismo que construye alianzas, maneja las resistencias y asegura prácticas de simulación política, asentadas en una economía del miedo y en la esperanza de un futuro, política y comercialmente más relajado.  



[1] Abel Sierra Madero, Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación cubana (Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2006).

[2] Frances Negrón-Muntaner, “Mariconerías de Estado: Mariela Castro, los homosexuales y la política cubana”, en Nueva Sociedad, No.218, noviembre-diciembre, 2008, pp. 163-179.

[3] Jossiana Arroyo,  Travestismos culturales: literatura y etnografía en Cuba y Brasil (Instituto Internacional de literatura Iberoamericana, Pittsburgh, Universidad de Pittsburgh, 2003).

[4] “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, Giuseppe de Lampedusa, El Gatopardo.

[5] Kevin Latham, “Rethinking Chinese consumption, Social palliatives and the rhetorics of transition in postsocialist China”, en , Chris M. Hann (ed.) Postsocialism Ideals, ideologies and practices in Eurasia (Routlege, Londres, 2004, p.218).

[6] Anne-Marie Fortier, Multicultural Horizons Diversity and the limits of the civil nation (Routlege, Londres, 2008, p. 16).

[7] Rodríguez Lauzurique, Mayra. “Buenas Prácticas”, Canal Educativo, Televisión Cubana, 6 de enero de 2012.

[8] Iriepa, Wendy; Estrada, Ignacio. Conversatorio. “¿Puede haber derechos con estigma? La comunidad LGBT y HIV Sida.” En: Miami Dade College, Wolfson Campus, 2 de julio de 2013.

[9] Ídem.

[10] Martin J. Beck Matuŝtík, “Ludic, corporate and imperial multiculturalism”, en Cynthia Willett (ed.), Theorizing Multiculturalism. A Guide to the Current Debate, (Oxford, Blackwell, 1998).

[11] Wendy Brown, Regulating aversion. Tolerance in the Age of Identity and Empire (Princeton University Press, Princeton, 2006, p.22).

[12]  Slavoj  Zizek, En defensa de la intolerancia (Sequitur, Madrid, 2008 p.59).

[13]  Lee Lockwood, citado en A. Young, Los Gays bajo la Revolución Cubana (Playor, Madrid, 1984, p.20).

[14] James O'Connor, The origins of Socialism in Cuba (Cornell University Press, Nueva York, 1970, p.316).

[15] Katherine Verdery, What was Socialism, and what comes next? (Princeton University Press, Nueva Jersey, 1996, p.I).

[16] Kevin Latham, Op.cit, p. 217.

Homofobia y Lacras Sociales

Juan Goytisolo

14 de diciembre de 2013

 

Cabrera Infante retrató la deriva del castrismo que le obligó a expatriarse

 

Decir que he leído de un tirón, con apasionamiento, Mapa dibujado por un espía, de Guillermo Cabrera Infante, publicado por Galaxia Gutenberg en una cuidada edición a cargo de Antoni Munné, es quedarme corto. La inmersión en sus páginas ha sido para mí retroceder en el tiempo, un salto vertiginoso de medio siglo para vivir entre personajes que fueron mis amigos y otros muchos que frecuenté u oí hablar de ellos durante mis dos viajes de “turista revolucionario” a una Cuba que parecía encarnar la utopía de una sociedad libre, justa e igualitaria. Mi librito Pueblo en marcha, publicado en París en 1962, da buena cuenta de ello.

 

Durante mi segunda estancia en La Habana, en plena crisis de los cohetes, con miras a un guion de cine para Tomás Gutiérrez Alea que nunca se llevó a cabo, Cabrera Infante no estaba en Cuba. Había sido nombrado agregado cultural de la embajada de su país en Bruselas y allí residía cuando en junio de 1965 recibió la noticia de la grave enfermedad de su madre y llegó a La Habana justo para asistir a su entierro. Tras unos días de duelo, cuando se disponía a coger el avión de regreso, una llamada telefónica del ministro de Asuntos Exteriores se lo impidió. Raúl Roa quería hablar con él y no pudo embarcarse con los demás pasajeros.

 

Mapa dibujado por un espía abarca el periodo de cuatro meses entre esta salida frustrada y su costosa autorización para dejar la isla con destino a España en donde su novela Tres tristes tigres había sido galardonada con el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral: un periodo lleno de tensiones e incidentes que desembocaron en su decisión de expatriarse con la amarga verificación de que Cuba ya no era Cuba y de que aquel país no era su país.

 

Ante el rumbo inquietante de la revolución hacia un sistema totalitario que alarmaba incluso a viejos militantes comunistas como el poeta Nicolás Guillén a quien Fidel Castro había tildado de “haragán” en una charla con los estudiantes (“¡Este tipo es peor que Stalin! Por lo menos Stalin está muerto pero este va a vivir 50 años más y nos va a enterrar a todos”, dijo Guillén a Cabrera Infante), los escritores cubanos llamados al orden desde el famoso encuentro con Fidel en 1961 y el cierre posterior del magacín Lunes de Revolución dirigido por Guillermo, se habían dividido entre quienes se atrevían a criticar abiertamente la deriva autoritaria del régimen como Walterio Carbonell y Martha Frayde, los críticos cautos como Carlos Franqui y Gutiérrez Alea (cuyo filme Fresa y chocolate fue un prudente ejercicio de disidencia) y los que se doblegaron a los imperativos doctrinales del “socialismo real” en el que, como dijo un libertario de Mayo del 68, todo era real excepto el socialismo.

 

Dada la imposibilidad de resumir aquí la pleamar represiva que afectaba a intelectuales, escritores y artistas reflejada en el libro, me detendré en uno de los elementos más significativos de lo que se conoce hoy como la Década Ominosa: la obsesión enfermiza del régimen contra los culpables o sospechosos de homosexualismo, calificados de “delincuentes sexuales”, obsesión que desembocó en el envío de decenas de millares de ellos a los campos de trabajo de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) poco después de la salida de Cabrera Infante de la isla.

 

La creación de un departamento del Ministerio del Interior, el de Lacras Sociales, era el vértice de una vasta pirámide de espionaje y control que a partir de los Comités de Defensa de cada barrio elaboraba casa por casa un censo de los sospechosos de desviación. Obviamente, los medios literarios y artísticos se convirtieron en el punto de mira de los celadores del orden y las buenas costumbres impuestos por la Revolución. El Teatro Estudio, el grupo cultural El Puente, los círculos intelectuales marginados por la línea oficial comenzaron a sufrir las consecuencias de esa manía persecutoria. El director de la revista Casa de las Américas, Antón Arrufat, había sido destituido de su cargo por haber publicado un poema de José Triana con alusiones homoeróticas e invitado a Cuba al icono de la Beat Generation Allen Ginsberg. En cuanto a Virgilio Piñera, detenido ya en 1961 en la primera redada organizada por los guardianes de la ortodoxia a ultranza y liberado gracias a la intervención de Carlos Franqui, vivía aterrorizado y con esa valentía suya que brotaba del miedo había discutido con sus amigos la idea de una manifestación ante el palacio presidencial para denunciar el acoso que sufrían por parte de Lacras Sociales y su jauría de malsines. Dicha manifestación que anticipaba la de los actuales activista gais en regímenes autoritarios y que en el contexto cubano de 1965 era inútilmente suicida no se realizó y el ministro del Interior, el comandante Ramiro Valdés y su adjunto Manuel Piñeiro siguieron con las suyas contra las “desviaciones y extravagancias” tanto de la santería africana de los lucumíes y abakuás como de los estigmatizados sodomitas.

 

El episodio más revelador de esa atmósfera paranoica que refleja el libro es tal vez el referido al autor por Tomás Gutiérrez Alea, mi amigo Titón: el del “juicio” al que asistió casualmente con dos colegas en la Federación de Estudiantes Universitarios contra dos alumnos acusados de contrarrevolucionarios, sentados en un estrado con el juez y sus acusadores ante una asamblea vociferante que no les concedía la palabra y exigía su expulsión. Las víctimas de aquella siniestra farsa eran un muchacho motejado de “raro” y una chica, de “egoísta y exquisita”. Los dos jóvenes y un asistente al acto que no alzó el brazo como los demás (“¡ojo, aquí hay uno que no votó!”) fueron excluidos de la universidad y después de aquel linchamiento purificador el raro, un alumno eminente de la escuela de Arquitectura, se arrojó del último piso del edificio en el que vivía. La epidemia de suicidios que diezmó las filas de la intelectualidad y la clase política cubanas durante aquellos años, epidemia analizada por Cabrera Infante en su obra Mea Cuba, se cobró una víctima más.

 

No quiero concluir estas líneas sin mencionar la digna y eficaz intervención de Lezama Lima para quitar hierro a las palabras de Walterio Carbonell ante un grupo de empresarios franceses salvándole así momentáneamente de la máquina represiva que se abatiría sobre él dos años más tarde acusado de fomentar un Poder Negro en la isla y el ostracismo y castigo de algunos fieles de Che Guevara como el embajador de Cuba en Bruselas Alberto Mora a quien su excompañero de lucha antibatistiana Ramiro Valdés visitaría más tarde en su celda de La Cabaña exhortándole a que confesara sus imaginarios crímenes contrarrevolucionarios, y Enrique Oltuski, enviado cuatro meses al penal de Isla de Pinos por haber pronosticado con acierto el fracaso de uno de los grandiosos planes agrícolas de Fidel.

 

La transformación del “desviacionismo” sexual en político y de ambos en una forma inicua de delincuencia constituye una de las páginas más sombrías de una Revolución que Cabrera Infante, como la inmensa mayoría de intelectuales cubanos, acogió con entusiasmo hasta que las sucesivas experiencias recogidas en el libro sobre su última estancia en la isla le convirtieron en este gran escritor de dentro desde fuera de Cuba que todos sus lectores admiramos.

 

 

Mariela y el tapadillo

José Prats Sariol

8 de noviembre de 2013

 

¿Qué pretende la popular representante del nuevo patriciado criollo, la señora Castro Espín, con su lucha por la diversidad sexual?

 

La señora Mariela Castro Espín, popular representante del nuevo patriciado criollo, sabe que no logrará tapar los desmanes machistas cometidos por tío y papá. Apenas nublar un poco los hechos. Aunque el propósito es otro.

 

La moral de “tapadillo” —quizás la leyera en alguna crónica neoyorkina de Martí— funciona a otro nivel: más astuto, más allá de aprovechar los ámbitos académicos como tribuna para su divulgación política.

 

La lenta aceptación de la diversidad sexual —respecto incluso de países latinoamericanos— tiene objetivos menos “históricos”. No solo se trata de limpiar recuerdos de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), de represiones y depuraciones contra homosexuales, transexuales, bisexuales y demás. Para borrarlos está la desmemoria, el cansancio, el no vale la pena… Sobre todo el transcurrir ignorante en las generaciones emergentes.

 

Las últimas participaciones de la locuaz dama no dictan clases de historia antigua. El disfraz es pragmático. Ni siquiera le hace falta —en la segunda década del tercer milenio— hablar de tolerancia. Va por nuevas legislaciones: aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo, legalizar herencias por cohabitación comprobada, penalizar discriminaciones laborales…

 

Lejos están los tiempos en que a los padres de un gay no se les ocurría intentar que su hijo entrara a la escuela Lenin o pudiera matricular carreras universitarias reservadas para compañeros “normales”. Lejos las recogidas de la policía tras un concierto o en pleno carnaval.

 

Porque la moral de “tapadillo” va por otro rumbo. Y con una ganancia de premio mayor en la lotería: la gratitud. “Gracias a este Gobierno y a nuestra Hada Madrina, pronto seremos tan libres como los heterosexuales”“. ¿Cómo hablar mal del benefactor? ¿Morderemos la mano amiga?

 

La señora sabe lo que hace. Muy bien instruida, intenta tapar lo esencial: la disidencia política. Y de paso procura tapar la discriminación racial, trágica realidad que el “hombre nuevo” arrastra como si fuera una carretilla llena de consignas deterioradas, discursos herrumbrados, lineamientos del Partido.

 

Sus acciones —dentro y de gira artístico-revolucionaria por fundaciones y universidades, siempre occidentales— quieren dar la impresión de que se trata de un fenómeno inherente a cualquier país democrático, donde se producen polémicas parlamentarias entre sectores conservadores y liberales, aperturistas o retardatarios. Nada más normal que esa disputa, típica de sociedades abiertas, de poderes autónomos, donde el estado de derecho se enriquece cada día.

 

Por ahí va, como si no fuera Cuba.

 

Su mamá, la guerrillera señora Vilma Espín de Castro, llamaba a las criadas de su casa y de la sede nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, “compañeras de servicios”. Mariela lo mismo. La hipocresía no se hereda. Pero como el sabio refrán alemán: “Lo que Juanito no aprende, Juan no lo sabe”. Y Mariela sabe.

 

A sus 52 años, la pizpireta sexóloga dirige el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) y su revista Sexología y Sociedad, como si fuera en Chile o Uruguay, casi como si estuviera en San Francisco o en Copenhague. Hay que leer sus textos e interiorizar que nunca contextualiza, que elude la dictadura familiar y el sistema totalitario, los escombros de un proyecto que ilusionó hace medio siglo a la mayoría de sus compatriotas.

 

La diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular —eso sí— nunca ha caído en contradicciones. Se las deja a los ingenuos que la aplauden. Coherente en la defensa del régimen y del clan familiar, apunta a que ella y sus hijos y nietos disfruten —como el patriciado que surgió en el siglo XIX— de los bienes y distinciones que supone ganados, luchados, arañados.

 

Los dividendos de la sexología permisiva son muy jugosos, visten en una casa italiana de modas, aunque caminen por una sociedad que parece Cuba en 1898, tras la guerra, como puede apreciarse al comparar las fotos de entonces con las de hoy, las crónicas y documentos.

 

Ella lo sabe y está consiguiendo manipular a las minorías sexuales —sin excluir a sus figuras mediáticas, como Miguel Barnet o Nancy Morejón— a favor de una transición que no aleje mucho del Poder a familiares y amigos, que les permita disfrutar las inversiones sin tener que emigrar.

 

Lo otro —los derechos de cualquier ser humano— es una simple tarjeta de crédito. “Maricón” y “tortillera” quedan para el vulgo, como un rezago poco elegante. La alta sociedad cubana de hoy analiza respuestas para epítetos más ofensivos, peligrosos, como “negro de mierda”. Y el más temido por Mariela: “mercenario”, a punto de desaparecer como calificativo de disidente político, porque cada vez son menos los que tragan sin masticar.

 

La hipocresía de la nueva clase se parece a cuando el viejo patriciado presentaba a la pareja de Gabriela Mistral como su secretaria. O decía que Siboney —la canción de 1929— no estaba inspirada en un mulatón amante del compositor, sino en un enamorado de la hermana… Pero Ernesto Lecuona desvistió el tapadillo de hoy, al ordenar que sus restos no regresasen hasta que Cuba se librara de los Castro.

 

 

Imbert: “Fui secuestrada

por la Seguridad del Estado”

Lilianne Ruiz

23 de septiembre de 2013

 

El Instituto Lech Walesa, en Varsovia, auspició el taller sobre lucha no violenta (del 4 al 14 de este mes), en el que participó un grupo de activistas de derechos humanos, opositores políticos y periodistas independientes, residentes en la Isla.

 

Leannes Imbert, quien tiene a su cargo el Observatorio de los Derechos de la Comunidad LGBT en Cuba y corresponsal de Cubanet, fue invitada.

 

Narra que un día antes de la partida, el 3 de septiembre, salió temprano a cumplimentar las últimas gestiones de su viaje.

 

En la calle G esquina 21, en El Vedado, la esperaba un auto verde (Lada), con dos agentes de la Seguridad del Estado, que no le dejaron opción de negarse a subir.

 

Estas detenciones arbitrarias tienen carácter de secuestro y evidencian un cariz extrajudicial:

 

“No son uniformados con placa, no te muestran una orden de arresto, no te permiten llamar a tu familia. Te conducen, no a una Estación de Policía, sino a una casa en las afueras de la ciudad”, expresa Imbert.

 

Luego de tomar la Avenida Boyeros, en la intercepción con la calle 100, doblaron y siguieron conduciendo hasta tomar un camino que una señalización describe como El Cotorro. Pero continuaron hasta una zona rural.

 

“Llegamos a una vivienda muy bien construida, que perfectamente podría confundirse con una casa de familia, con cerca y fachada muy bien pintadas”.

 

Una vez dentro, la invitaron a tomar asiento, insistiendo en un sitio específico:

 

“Asumí que la posición que me señalaron era el objetivo de la cámara con la que podrían estar filmando.”

 

En la casa solo eran visibles las personas encargadas del servicio doméstico. Sin embargo, el teléfono móvil de la víctima quedó fuera de la habitación, indicando que debía haber más trabajadores del Ministerio del Interior en otras habitaciones, encargados de lo que ellos llaman “técnica operativa”.

 

Refiere Imbert que las palabras que utilizaron para expresar su principal preocupación, fueron:

 

“Ten cuidado con lo que dices allá afuera. Hay gente que ha salido y se ha puesto a decir cosas que no debería decir, cosas del gobierno cubano. El resultado va a ser que no van a salir más”.

 

Según Imbert, pasaron a mostrarle fotos de sus actividades y reiteraron la amenaza de condenarla, a 20 años de cárcel, por las cosas que escribe y las personas con quien se reúne. Pero automáticamente dijeron estar muy preocupados y que lo que querían era cuidarla. Mencionaron a su familia en los términos de tú sabes que tu madre está enferma y no le va a caer bien que tú vayas a la cárcel.

 

A las 4 de la tarde de ese día la liberaron y le permitieron marchar a Polonia.

 

En Varsovia

 

En los diez días que duró el taller, además de las charlas, los cubanos visitaron el Instituto de la Memoria Nacional, dedicado a documentar hechos lamentables ocurridos durante el periodo de la ocupación soviética y con el gobierno del partido comunista polaco (POUP).

 

En dicho Instituto se archivan los expedientes de las personas que pertenecieron o colaboraron con la Seguridad del Estado, encargada de implantar el terror comunista en todos los países donde gobierna semejante partido.

 

Todavía aparecen evidencias físicas de lo que significó para esa población la brutal represión a que fue sometida, en determinados periodos de la historia.

 

“Por ejemplo --declara Imbert-- alguien sabe que en alguna región hubo alguna matanza de personas que estaban en contra del comunismo; entonces los forenses acuden. En pleno siglo XXI han aparecido restos humanos”.

 

También fueron invitados a participar en una protesta en la calle, comandada por veteranos del Sindicato Solidaridad (que hoy en día es un Movimiento). Una semana al año rememoran las protestas que pusieron fin a la dictadura comunista, y aprovechan para demandar al actual gobierno por cuestiones de actualidad.

 

Esta vez se trataba de exigir el incremento de las pensiones.

 

“Hay una cultura de la protesta en Polonia -agrega Imbert- ante las manifestaciones, detienen el tráfico. Allí observamos a la policía en la tarea de crear seguridad en torno a los manifestantes. Uno de ellos tomó la imagen del actual ministro de finanzas polaco y la golpeaba en la cabeza. Nadie la emprendió contra él”.

 

Pudieron conocer de primera mano que la mayoría de las veces el gobierno ha respondido, dando curso legal a las demandas ciudadanas, y la sociedad se ha transformado, de manera no violenta.

 

De vuelta a Cuba

 

Imbert llegó al aeropuerto internacional José Martí el 14 de septiembre.

 

Al tercer día de su regreso, los mismos agentes en el mismo Lada verde la esperaban en las inmediaciones de su casa. Se repitió la escena:

 

“Fui abordada y conminada a subir al auto. Tomaron otro camino y tengo la impresión de que la casa adonde me llevaron estaba más lejos.”

 

Esta vez se mostraron interesados en las fotos que Imbert conservaba en el teléfono, fotos de Polonia.

 

“Intentaron obtener información sobre los participantes y los organizadores, con el método de aparentar una conversación sin presiones, comentando las fotos y haciendo preguntas, que no respondí.”

 

Entre sarcasmos le hicieron saber que estaban en el aeropuerto el día en que regresó, porque, según expresaron, notaron la cantidad de maletas que traía.

 

Esta vez la detención se prolongó desde las primeras horas de la mañana hasta las 6 de la tarde.

 

Lucha no violenta

 

Las dictaduras comunistas producen una compleja situación social. Además del temor que engendran entre los habitantes, a perder el empleo, la libertad, incluso la vida, mantienen el discurso de que actúan en nombre de la paz y la liberación de los pueblos de la opresión del capitalismo. Tal combinación de factores es en extremo perturbadora.

 

Pero en Europa, --hasta las que aparentaban ser más inexpugnables-- estas dictaduras fueron derrocadas, en el momento en que la ciudadanía sacó la cuenta de que querían un futuro de libertad, y aceptaron participar en el cambio, que consiguieron por los métodos de la lucha no violenta.

 

Polonia superó la dictadura en el año 1989. El Sindicato Solidaridad  logró movilizar a la población, que se determinó a desafiar al gobierno del partido comunista, e imponer,  por la vía de las huelgas de trabajadores, las protestas masivas y la desobediencia civil, la voluntad ciudadana de rescatar una a una las libertades secuestradas.

 

Nota: Cualquier similitud con la dictadura cubana no es pura coincidencia.

 

 

Adoptar: otro derecho prohibido para cubanos LGBT

Leannes Imbert

9 de julio de 2013

 

En la actualidad, en muchas regiones del mundo se lleva a cabo un debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y algunos países han dado ya pasos significativos en ese sentido. Muchos son los beneficios de los que gozarían las personas LGBT, a partir de una ley que nos permita unir formalmente nuestras vidas a la de la persona que amamos. Y una de esas ventajas que se derivan del matrimonio entre homosexuales es el derecho a la adopción de niños, un tema muy polémico en casi todo el mundo.

 

Múltiples son los argumentos con que las sociedades (y la cubana no es excepción), y los distintos ámbitos del poder, se oponen al derecho de adopción para las parejas homosexuales. Algunos alegan que no cumplimos con las condiciones idóneas para garantizar a los menores las figuras y funciones parentales. Su ignorancia los lleva a pensar que tales funciones dependen del sexo biológico, cuando cada uno de nosotros conoce o creció en una familia donde uno solo de los padres ha cumplido con las funciones materna y paterna, sin que por lo general ello haya constituido un trauma para el menor.

 

Me resulta cuando menos hipócrita la actitud de los estados, y de gran parte de la sociedad, que ya han reconocido que las personas LGBT somos tan normales como el resto y que somos capaces de desarrollarnos y escalar en cualquier esfera de la vida, pero siguen oponiéndose a nuestro derecho a la adopción, porque, según ellos, “no educaríamos a los niños bajo un clima de normalidad”.

 

Es mucho más paradójico el hecho de que tantas madres -de esas a las que la sociedad califica como normales- abandonen a sus hijos en los hospitales o en contenedores de basura, para que sean llevados a las casas para niños sin amparo filial, mientras que a gays y lesbianas se nos niega el derecho a adoptar y darles a esos niños verdadero amor, cuidado, respeto y una educación positiva.

 

Hay algo peor aún dentro de este fenómeno, y es que no sólo les niega a las personas LGBT el derecho a la adopción. También les están negando a esos niños abandonados o huérfanos el derecho de ser queridos y de vivir en el seno de una familia que los cuide.

 

¿De qué democracia se habla en un país donde el respeto a la igualdad de derechos, sin distinción de raza, religión, sexo, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, dependerá también de que la elección del objeto sexual esté acorde con los cánones que rijan las instituciones que son instrumentos del poder?

 

Una de estas instituciones, pilar sobre el que descansan tantos prejuicios y anacronismos, es la iglesia católica. A mi juicio, no cuenta ya con el prestigio de épocas pasadas, entre otras razones por haber amparado a muchos de sus miembros abusadores, violadores o pederastas. Pero aun así, sus postulados siguen siendo determinantes cuando de otorgar derechos se trata, y siempre prestos para actuar en defensa de los sectores más conservadores y reaccionarios.

 

El Vaticano ya dejó patente su oposición al matrimonio y a la adopción por parte de parejas homosexuales, cuando, en 2003, emitió un documento oficial donde expresaba, entre otras cosas, que “ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas del sexo opuesto…”. Y más adelante agregaba: “reconocer legalmente las uniones homosexuales y equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad”.

 

Otro argumento estúpido, pero no por ello poco generalizado, que usan los que se oponen a la adopción por parte de parejas homosexuales, es el de que “de parejas y padres o madres homosexuales, saldrán hijos homosexuales”. Nada más lejos de la verdad. De la misma forma en que hemos nacido homosexuales de padres heterosexuales, también de parejas homosexuales saldrán, sin duda, hijos heterosexuales.

 

La psicología ha demostrado categóricamente que los niños criados dentro de hogares homoparentales, pueden ser tan normales y psicológicamente sanos como los que han crecido dentro de familias heterosexuales. Lo que sí atenta contra la salud mental de estos pequeños es el odio, la intolerancia, la discriminación y los prejuicios homofóbicos, de esas personas que se hacen llamar “normales”.

 

Basta de retórica, necesitamos hechos. Es hora de que cada cubano LGBT que desee formar su propia familia exija ese derecho.

 

 

 

Día del Orgullo Gay

 Campaña de LGTB cubano

para matrimonio del mismo sexo

29 de junio de 2013

 

El grupo de activistas realizó una marcha por La Habana y anunció el inicio de la recolecta de firmas para presentarlas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular

 

El Observatorio LGBT de Cuba, un grupo de activistas independientes que defienden los derechos de los homosexuales, bisexuales y transexuales, anunció que llevará a cabo una campaña de recogida de firmas en la isla en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Leannes Imbert, directora de este colectivo, explicó a la agencia de prensa española Efe que se pretenden recoger al menos 10.000 firmas a favor del matrimonio gay y presentarlas a la Asamblea Nacional del Poder Popular para exigir que discuta esa iniciativa.

 

“Consideramos que el parlamento cubano aún no ha puesto en su agenda la idea de discutir en serio el matrimonio homosexual”, dijo Imbert. En Cuba, el oficial Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), que dirige Mariela Castro, hija del gobernante Raúl Castro, promueve desde hace años un anteproyecto de ley con modificaciones al Código de Familia para reconocer derechos de las minorías sexuales como la unión legal entre parejas homosexuales, pero la iniciativa aún no se ha debatido.

 

Declaraciones de Leannes Imbert sobre la campaña del LGTB

http://realaudio.rferl.org/ocb/CU/2013/06/29/71b3c975-9a8c-4913-903d-da7442a7bcad.mp3

 

Precisamente, Mariela Castro es desde este año diputada de la asamblea nacional cubana. Imbert admitió que la entrada de Mariela Castro en el Parlamento alimentó en algunos miembros de la comunidad LGBT la esperanza de resultados hacia el reconocimiento de las uniones homosexuales, pero ella se mostró escéptica al respecto. “El discurso de ella (Mariela Castro) indica que se están dando pasos pero lo cierto es que el colectivo LGBT aquí en la isla no conoce nada de eso. Los activistas no oficialistas tenemos la certeza, lamentablemente, de que no se está hablando en serio” del matrimonio homosexual, señaló Imbert.

 

Enfatizó que su colectivo defiende el derecho del matrimonio y no aceptan otras fórmulas como las uniones de hecho o consensuadas porque supondrá una situación de “desventaja” respecto a los heterosexuales. Imbert hizo estas declaraciones en La Habana, donde ella y una decena de activistas no oficialistas realizaron una pequeña marcha con motivo del Día del Orgullo Gay.

 

Declaraciones de Elizabeth García

http://realaudio.rferl.org/ocb/CU/2013/06/29/d059ff64-b9c9-485d-87fd-ddf1780713a4.mp3

LGBT y sida en Sagua la Grande

Iguales, pero diferentes

Leannes Imbert Acosta

4 de julio de 2013

 

Hace algunos días, un gran amigo, Jorge del Río, me comentaba algo sobre el trabajo que realizan los proyectos LGBT no oficialistas de la isla. A diferencia del CENESEX, que hace mucha labor de propaganda y sólo habla de diversidad sexual para resaltar los supuestos logros del gobierno cubano, nosotros trabajamos dentro de la propia sociedad homofóbica y directamente con aquellos gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros que día a día ven sus derechos y sueños truncados.

 

Señalaba mi amigo que Mariela Castro, al frente de CENESEX, dice trabajar para “garantizar los derechos” de un colectivo LGBT que en realidad no entiende; al que percibe y, por ende, trata, como una masa homogénea, y ese es justamente uno de sus mayores errores, pues la comunidad LGBT no es para nada una masa homogénea. Como tal deben asumirnos los demás y debemos asumirnos nosotros mismos.

 

Cuando cayó en mis manos el libro Nosotros que sentimos diferente, de Carlos y Cristina Motta, me alegró y alentó ver que mucha gente LGBT del mundo mantiene la misma filosofía a la que ha tratado de ser fiel el Observatorio Cubano de los Derechos LGBT (OBCUD LGBT): “Debemos ser todos iguales, pero mantenernos siendo diferentes”.

 

Karen Pinholt, directora ejecutiva de la Asociación Noruega LGBT, afirma en este libro que “quien es LGBT, lo puede ser de la manera exacta en que lo quiere ser. Como persona, cada quien tiene derecho a definir quién es y a vivir esa vida, y los demás no deben limitarlo. Esto también significa que, como movimiento LGBT, no puedo decir a los otros cómo ser gay”.

 

El movimiento, en su intento por encontrar la identidad gay, búsqueda que es sin dudas muy importante para nosotros, se ha movido tan rápido que ha perdido a mucha gente. Algunos sienten que estar en la parte de atrás de un camión en un desfile del orgullo gay, casi desnudos y bailando música disco, es una forma normal de ser gay. Otros piensan que casarse y tener dos o tres hijos es también parte de la cultura gay. Podría objetar la posición de ambos, pero debemos trabajar para hacer posible que cada gay lo sea del modo en que desea serlo. No hay una manera correcta o equivocada de ser gay. Sólo hay una incorrecta, y es vivir la vida que no quieres vivir.

 

Este es uno de los tantos mensajes que quiero enviar a cada gay, lesbiana, bisexual y transgénero cubano, a pocos días de haber celebrado el día del Orgullo Gay: Que sean fieles a ellos mismos y, sobre todo, que no olviden que seremos más auténticos y felices, mientras más nos parezcamos a lo que soñamos ser.

 

Pero el día del Orgullo Gay debería ser también de celebración para las familias que han logrado, si no entender del todo, al menos aceptar, respetar y acompañar a sus miembros LGBT en medio de este mundo aun homofóbico e intolerante.

 

Siempre recuerdo con sumo placer el momento en que decidí salir del clóset ante mi hermana, que tendría entonces unos 17 años. Sentía la aprensión de hablar con ella, tal vez por miedo a decepcionar a la persona que más amo en el mundo. Pasé casi dos horas tratando de explicarle todo e intentando responder todas sus preguntas. Al final, mi hermana se quedó mirándome, y dijo: “Lily, ¿tú estás contenta?, ¿eres feliz?” Yo le respondí: “Sí, claro”. Y ella concluyó: “Entonces, lo demás no importa”. Esa fue la mejor lección para mí. Saber que hasta la persona más joven de mi familia estaba realmente preocupada por mi felicidad.

 

Ahora vivo con gran orgullo mi orientación sexual y disfruto el hecho de ser diferente. Y ese es otro de mis mensajes a los miembros del colectivo LGBT cubano: que aprendan a vivir con orgullo su diferencia. Que no insistan en seguir presentándose ante los heterosexuales como personas iguales a ellos, porque en realidad no los somos. Yo no sé cómo son exactamente los heterosexuales. Sólo sé cómo somos las lesbianas.

 

Las personas LGBT deberíamos tener todo el derecho de manifestarnos en forma libre, y quienes no lo aceptan así son los que están equivocados. Son ellos quienes tienen el problema y los que deben revisar sus creencias y sus valores para adaptarse al mundo.

 

Los que creen que no pueden contarle a alguien que son LGBT, porque les harían daño, se están confiriendo una responsabilidad que no es suya. Es de la otra persona, que si se siente mal por saber que ustedes son personas LGBT, es ella quien tiene que modificar algo en su vida para dejar de sentirse mal.

 

Los gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros no estamos enfermos ni perturbados, aun cuando sabemos que perturbamos a muchas personas. Somos, eso sí, seres diferentes, con mucho que aprender, pero también con mucho que aportar a la sociedad que nos discrimina.

Ciertas preguntas sobre el boom gay en Cuba

Jesús Rosado

1 de julio de 2013

 

A propósito de la visita a Miami del disidente y activista gay cubano Ignacio Estrada y su pareja, Wendy Iriepa, una mujer transexual a quien se ha unido en matrimonio, el tema de las demandas de la comunidad LGBT en la isla va a recibir, sin dudas, amplia cobertura en medios periodísticos y académicos. Preguntas irán y vendrán en torno a la confrontación entre comunidad gay y Estado. Entrevistas que posiblemente circunvalarán efectos y noticias de última hora sin tener en cuenta que para entender a cabalidad el último episodio hay que poner rumbo a los orígenes del relato.

 

Desde hace unos pocos años, la cúpula castrista, como parte de las actualizaciones cosméticas aplicadas a estructuras decadentes, ha utilizado la labor institucional del CENESEX encabezado por Mariela Castro, para dar la impresión de un aperturismo hacia el tema de la homosexualidad. El propósito es intentar corregir los errores cometidos hacia un segmento de la población que ha crecido aceleradamente en las últimas cinco décadas y que por el impacto que ha alcanzado en todos los niveles de sociedad se ha hecho acreedor de una obligada negociación. Sin embargo, la táctica gubernamental no logra llegar al epicentro de la conciliación porque no incluye la reflexión histórica sobre la cuestión homosexual en Cuba.

 

Siempre me ha parecido curioso la falta de criterio científico hacia la evolución de la homosexualidad en la sociedad cubana tras la revolución de 1959. La actitud crítica se ha centrado en la manera en que el liderazgo del proceso político abordó el tema del homosexualismo, persiguiéndolo y reprimiéndolo, cuestión que me parece justo denunciar cuantas veces sea necesario, pero que nos mediatiza la visualización objetiva de la curva que despega en la propia década del sesenta, llegando a convertirse en pocos años en el boom gay cubano.

 

Claro que hay que divulgar el inventario de injusticias que comenzaran temprano con la implantación de las UMAP, aquellos campamentos de trabajo forzado donde se reconcentraron centenares de “enfermitos”, término peyorativo con el cual la homofobia fidelista intentaba estigmatizar al ciudadano homosexual. Lógico que hay que hablar incansablemente de los despidos, las injustificadas sospechas políticas, los encarcelamientos arbitrarios, la discriminación en todas las esferas sociales, los exilios obligatorios. Todo ello ilustrará terriblemente los abusos contra un grupo de población merecedor de los mismos derechos de convivencia que el resto de los ciudadanos. Pero la pregunta de fondo es ¿cómo definir una agenda para la sanación del trauma de una minoría segregada moralmente que tuvo una rápida expansión si nunca nos hemos preguntado las causas de su eclosión como género transgresor de convenciones sexuales y estilos de vida tradicionales de la nación?

 

Para todos es conocido que a la euforia triunfalista de comandantes y capitanes testoterónicos recién llegados al poder le siguió una política de acelerada militarización de la cotidianeidad. Los primeros años del castrismo marcaron la existencia doméstica con un sentimiento permanente de beligerancia. Para “defender las conquistas de la revolución” se procedió a monopolizar el ejercicio de la expresión y el pensamiento, se encarceló o se fusiló a los opositores, se echó mano a recursos de coacción ideológica, se eliminó la propiedad privada, se anuló la iniciativa individual circunscribiendo la autonomía ciudadana al perímetro de la fidelidad. Dentro de esos límites, algo; fuera de ellos, nada. Cada habitante era miliciano, o de lo contrario “gusano”. Ni remotamente se concebía “defender las conquistas” con la edificación de un justo estado de derecho.

 

No quedaría estaca en pared, como cita el dicho campesino. El poder autocrático se adueñó de la vida y obra de hombres, mujeres y familias. A partir de ese terror condicionante donde fueron vulnerados todos los resquicios de la soberanía individual sería posible ir hilando entonces un rosario de preguntas viscerales. ¿El auge de la vida homosexual en Cuba es una respuesta humana a la pérdida de las libertades más elementales? ¿La abrupta caída de la calidad de vida no hizo más difícil las responsabilidades que forman parte del universo doméstico heterosexual? ¿Acaso las cuestas empinadas de las exigencias revolucionarias con sus grandes dosis de miedo no propiciaban también el nicho homosexual que distanciaba el riesgo de reclutamientos y la asignación de tareas indeseables? Recordemos que confesarse homosexual fue una tabla de salvación para escapar de la isla durante el éxodo del Mariel.

 

Con interrogantes como estas se abre una reflexión a la que habría que añadirle una retahíla de factores. Separación de las familias durante largos periodos de tiempo debido a movilizaciones militares o agrícolas, el hacinamiento, la promiscuidad, así como el hambre de nuevas experiencias o estilos de vida importados que se origina en las sociedades sometidas al hermetismo.

 

Todos los elementos que hicieron de la existencia común un devenir precario pueden haberse conjugado para replantear al cubano la noción clásica de institución familiar y motivarlo a explorar nuevas opciones de sexualidad y convivencia. Esto no es más que un enunciado hipotético. Se puede pensar de igual manera que el boom homosexual en Cuba ha sido coherente con una tendencia global, pero aun así ¿no parece desproporcionada la efervescencia alcanzada por la población gay en país tan pequeño si se compara con el resto de otros países latinoamericanos? ¿Tiene algo que ver el nivel de instrucción medio de la población? ¿Hay un componente socio cultural en el fenómeno? ¿Se puede desligar sin remordimientos la proliferación homosexual de la razón dictatorial? Estudios realizados en otros marcos de referencia, como en el caso de República Dominicana durante el trujillismo apuntan a que no. En Cuba, aunque no hay censos explícitos, la demografía homosexual muestra densidades ostensibles tanto en las capitales de provincia como en los pueblos del interior.

 

Es sintomático que la cuestión del surgimiento de una conciencia liberal del segmento gay de la población cubana se remonte a finales de los sesenta del pasado siglo, casi simultánea a la aparición del entusiasta movimiento hippie entre los jóvenes cubanos. Si bien ambas conductas sociales no se mezclan, la expresión gay desinhibida en el contexto público se hace manifiesta en esos años con tal vehemencia que la confirma como manifestación reactiva ante la represión y la discriminación. Esa es la época que pare al movimiento por los derechos de los homosexuales en Cuba, lo cual puede considerarse un hito en la homosexualidad latinoamericana. Y a estas alturas todavía se ignora exactamente cómo fluyó el proceso que llevó al homosexual cubano a emprender un rol más activo. Otra pregunta para engrosar el cuestionario impostergable.

 

Tanta carencia de respuestas tiene que ver con el menosprecio cómplice de las ciencias sociales cubanas hacia un fenómeno que requiere explicación si se desea esclarecer el carácter actual de nuestra sociedad. Un conocimiento que a la postre permitirá a la nación cubana reflexionarse, aceptarse y evolucionar algún día hacia el respeto sin restricciones a la integridad ciudadana de cualquier minoría. Mientras tanto, flotan las preguntas. Interrogantes que difícilmente Ignacio Estrada y su entrañable compañera Wendy podrían contestar.

¿Equality Form sabe a quién premia?

Leannes Imbert Acosta

11 de mayo de 2013

 

El total reconocimiento de los derechos de las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros) es un fenómeno que se ha diseminado por el continente americano en los últimos tiempos. Pero Cuba no sube aún esencialmente a este “tranvía del desarrollo y la democracia”. No sólo porque no hay voluntad política para ello, sino porque hacerlo significaría un paso hacia la democracia, y eso, todos lo sabemos, está absolutamente prohibido en la Isla.

 

Así como no sirve de nada que Cuba esté en la lista de países que promueven el terrorismo mientras muchos gobiernos de la Unión Europea y de otras latitudes continúen oxigenando al régimen castrista, tampoco las personas LGBT dejaremos de sufrir discriminación, represión y violencia mientras ONGs LGBT internacionales sigan creyendo que Mariela Castro, directora del CENESEX, trabaja verdaderamente por los derechos del colectivo LGBT. Y más aún, mientras continúen premiándola (están premiando a la dictadura) y desoyendo las voces de los activistas que sí luchamos por convicción y con la determinación absoluta de hacer desaparecer la represión, la violencia y el odio hacia los que formamos hoy la disidencia sexual.

 

Mariela Castro es sólo otra representante del régimen castrista. Y como tal, al frente del CENESEX, sólo ha pretendido mantener invisibles y amordazados a sus detractores. Para ello cuenta con el apoyo de su padre, el dictador Raúl Castro, y de los órganos de Seguridad del Estado, quiénes se encargan por estos días (como en años anteriores) de mantener bajo vigilancia a la 6ta Jornada contra la Homofobia, un evento que, lejos de reivindicar los derechos humanos de todas las personas LGBT, sin hacer distingos por posturas políticas o condición social, privilegia sólo a los que marchan “dentro de la revolución de Mariela”.

 

Esta 6ta Jornada contra la Homofobia, así como la “ardua lucha” de la infanta cubana por los derechos LGBT, no es sino otra de las desesperadas acciones propagandísticas de un régimen que odia y ataca cualquier tipo de disidencia, incluida la sexual.

 

El régimen, a través de Mariela, intenta dar al mundo una imagen de tolerante y respetuoso de esta minoría (personalmente no creo que seamos minoría), y hasta ha llegado a declarar (mediante su vocera) que “la familia es el espacio de mayor discriminación a los homosexuales”, cuando la realidad es que en la familia Castro está la fuente de los mayores hechos de discriminación, represión y violencia contra los homosexuales cubanos.

 

Según Mariela, el régimen pretende ir a la par de otros gobiernos que sí han dado pasos significativos en el reconocimiento de los derechos del colectivo LGBT. Sin embargo, a diferencia de Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia, varios estados de los Estados Unidos, y otros que ya han reconocido las uniones entre personas del mismo sexo, la dictadura de la Isla lleva ya varios añoshablando de un anteproyecto de ley que nadie (al menos no los interesados) ha visto ni oído que se discuta verdaderamente.

 

Pienso que para cualquier sincero defensor de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros, debería ser lamentable, cuando no una vergüenza, que ONGs del mundo, como la organización estadounidense Equality Form, que promueve los derechos de nuestra comunidad, haya decidido premiar a alguien que ha apoyado y apoya en su totalidad las acciones de represión y odio de un régimen que viola flagrantemente todos y cada uno de los derechos humanos de 11 millones de cubanos.

 

¿Acaso el Sr. Malcoln Lazin, director ejecutivo de esta organización, desconoce del apoyo rotundo de Mariela a la violencia contra mujeres indefensas y a otros defensores de la democracia y la paz a los que ha llamado “parásitos despreciables”?

 

El OBCUD LGBT rechaza categóricamente que ONGs internacionales continúen apoyando a una supuesta defensora de nuestros derechos, que es en realidad una impostora que se empeña no sólo en desoír las voces y criterios de quiénes pensamos diferente y no bailamos al ritmo de sus ridículas y deshonestas congas, sino que promueve la persecución y la represión a los cientos de activistas que no apoyan sus mentiras.

 

Y aunque no necesitamos autorización de este régimen ni de Mariela Castro para continuar nuestra labor, sí seguimos esperando por el apoyo de ONGs que comparten nuestra lucha por reivindicar de verdad los derechos LGBT. Los instamos a que no sólo vean y crean los anuncios bien redactados de la nomenclatura del régimen. Deberían venir a Cuba y no sólo conguear con el CENESEX, sino también ver de cerca nuestra realidad, escuchar las voces de personas que no llevan el apellido Castro (perdón a los que lo llevan y no son de esa calaña), o que no actúan bajo las órdenes del régimen.

 

Nuestro llamado al apoyo de esas ONGs que se dicen defensoras de las personas LGBT, incluye promover un encuentro verdaderamente plural donde las voces LGBT puedan expresar sus criterios y defender su verdad.

 

Promuevan un encuentro entre el CENESEX y el OBCUD LGBT y creeremos entonces que defienden verdaderamente a todas y cada una de las personas LGBT.

Hillary Clinton da su apoyo

al matrimonio homosexual

18 de marzo de 2013

La exsecretaria de Estado Hillary Clinton ha dado hoy su apoyo al matrimonio homosexual con un vídeo hecho público en la red por el grupo Human Rights Campaing. En cinco minutos, asegura que los gays y lesbianas “son ciudadanos que merecen los mismos derechos de ciudadanía” que el resto de la población. “Eso incluye matrimonio”, asegura Clinton, que puntualiza que apoya tal derecho tanto de forma personal como por un asunto legal y político.

 

“Los americanos gays, lesbianas, transexuales y bisexuales son nuestros profesores, nuestros soldados, nuestros amigos y nuestros seres queridos”, explica la exjefa de la diplomacia norteamericana, que durante su cargo llevó el mensaje de la igualdad de derecho a la hora del matrimonio para el colectivo homosexual en sus viajes por el mundo.

Discurso pronunciado por el tirano Fidel Castro

el 13 de marzo de 1963

http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363e.html

(DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Los flojos de pierna, Fidel!”, “¡los homosexuales!”)

 

“¡Un momento! Es que ustedes no me han dejado completar la idea (RISAS y APLAUSOS). Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.

 

Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones.”

(…)

Entonces, consideramos que nuestra agricultura necesita brazos (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”);”

Véase y óigase

al dictador Fidel Castro

expresando su homofofia

Somos un solo pueblo

dividido por los genocidas hermanos Castro

Los heterosexuales cubanos

debemos unirnos a la comunidad LGBT

para defender

el derecho inalienable

de cada persona

a decidir su preferencia sexual

La homofobia del castrismo

y los estalinistas

que anidan en la izquierda mundial

Manuel Castro Rodríguez

 

El 4 noviembre de 2009 publiqué un artículo en Kaos en la Red, Cuba: La libertad, el poder y la tiranía (Sexta parte), que fue reproducido por COLEGAS -organización que “agrupa a diferentes asociaciones que trabajan por la igualdad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales en distintos puntos de España”, donde aún pueden verlo con el título de CULTURA Y HOMOSEXUALIDAD EN CUBA

 

http://www.colegaweb.org/index.php/reportajes-noticias-114/2317-cultura-y-homosexualidad-en-cuba

 

En Cuba: La libertad, el poder y la tiranía (Sexta parte) demostré la homofobia del castrismo, y algunas de las mentiras dichas por el genocida Fidel Castro Ruz y su sobrina Mariela Castro Espín.

 

Todo parece indicar que mi artículo no le gustó a los estalinistas que medran en la izquierda mundial, ya que desapareció rápidamente, por lo que tuve que acudir a Diana Cordero para que me hiciera el favor de volverlo a publicar. Se dio el hecho inaudito de que Diana Cordero lo reponía en Kaos en la Red y al poco tiempo desaparecía nuevamente, eso ocurrió varias veces; en una de esas ocasiones, le escribí un comentario a mi artículo: “le agradezco públicamente a la compañera Diana Cordero sus gestiones para que el artículo fuese restablecido, después de estar catorce horas fuera del aire”.

 

El lector estará de acuerdo conmigo que ese comportamiento demuestra el pensamiento totalitario del autor o autores de tal villanía.

 

Al final de esta subpágina les muestro el artículo que publiqué en Kaos en la Red el 4 noviembre de 2009, pero ahora con otro nombre: La homofobia del castrismo

Homosexuales “políticamente incorrectos”

no pudieron participar en Festival Miss Cuba

Dania Virgen García

4 de febrero de 2013

 

Javier Eduardo Martínez Reyes, activista del Observatorio de la Comunidad LGBTA en la provincia de Holguín, informó que en la noche del pasado sábado día 2 tuvo lugar el Festival Nacional Miss Cuba en la también conocida como Ciudad de los Parques, para elegir al mejor transformista nacional de la comunidad gay.

 

Este año, Mariela Castro, directora del oficialista Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), eligió esta capital provincial como sede del festival, que se realiza anualmente.

 

El espectáculo comenzó a las 9 de la noche en el teatro Ismaelillo, que tiene capacidad para 350 personas, por lo que las entradas se agotaron muy rápido.

 

A los de la comunidad LGBTA no les permitieron adquirir las entradas “por ser contrarrevolucionarios”. Así, no pudieron participar en el evento varias decenas de miembros de la comunidad gay; unos no pudieron por no haber espacio en el teatro y otros porque no les permitieron acceso por razones políticas.

 

Aseguró el presidente provincial del Observatorio de la Comunidad LGBTA, Javier Eduardo Martínez, que en la ciudad de Holguín existe el teatro Eddy Suñol, que está situado en el casco histórico de la ciudad, con capacidad para 836 personas, donde se pudo haber celebrado el festival.

 

En el espectáculo participaron transexuales, bisexuales, transformistas, homosexuales, heterosexuales, algunos de ellos extranjeros.

 

El presidente del LGBTA en Holguín afirmó que aún los gays y las lesbianas son discriminados y reprimidos en Cuba. “Todo fue una farsa, los problemas de los homosexuales nunca se van a solucionar en el país”, dijo.

 

Según Martínez Reyes, en la ciudad de Holguín hay entre 1 000 y 1500 homosexuales. Los municipio rurales Gibara y Velasco son los de mayor cantidad de homosexuales en la provincia. Muchos de ellos deciden trasladarse para la ciudad cabecera por la represión constante que sufren en sus lugares de origen por parte de los homofóbicos. Muchos son golpeados y hasta violados sin que tengan ningún tipo de protección.

 

dania.zuzy@gmail.com

Proyecto Shuituix (LGTB)

 

El activista por los derechos de los homosexuales y los derechos LGTB en Cuba, Nabí Fernández, le habla al centro de información Hablemos Press sobre el Proyecto Shuituix.

Se margina a homosexual

29 de enero de 2013

 

Cuba noticias, La Conchita, Pinar del Rio, (PD) Eloy Rafo Torres, vecino del barrio El Corojo, municipio San Luis, provincia Pinar del Río, en el año 2010 solicitó formalmente en la Empresa del Tabaco Santiago Rodríguez un terreno en usufructo. Pero según cuenta el marginado, una comisión de dicha Empresa determinó que Eloy no gozaba de prestigio para trabajar la tierra, puesto que era homosexual y además en el pasado intentó abandonar el país por sus propios medios.

 

Tiempo después, su hermana María Antonia hizo la solicitud y se le asignó el terreno. Al parecer, su hermana sí contaba con los requisitos por ser militante del Partido Comunista de Cuba.

 

Eloy se siente frustrado y muy arrepentido, aunque no de ser homosexual, sino de haber nacido en una isla donde se violan los derechos de las personas por el solo hecho de tener determinadas preferencias sexuales.

 

“Busco, si fuera posible, la solidaridad de las personas -refiere Eloy-. Gente que me ayude para tratar de hacer entender a algunos funcionarios del Gobierno en mi municipio que todos los seres humanos tenemos derecho al trabajo, independientemente de la orientación sexual que tengamos. Que nos duele si se nos margina de esa manera, mucho más si nos encontramos desamparados, como yo lo estoy ahora”, concluyó.

Richard Blanco, poeta cubano gay,

recitó en la investidura pública de Obama

En una entrevista con la cadena National Public Radio, el poeta Blanco explicó que fue “gestado en Cuba”. Sin embargo, como en aquellos tiempos no se podía viajar desde ese país a Estados Unidos, su madre optó por viajar a España, donde Blanco nació, y después la familia emigró a Estados Unidos.

 

Según su biografía oficial, Richard Blancofue hecho en Cuba, ensamblado en España e importado a Estados Unidos”.

 

En lo profesional, Blanco inició su carrera como consultor de ingeniería donde acabó desarrollando la ingeniería del lenguaje. Así, entre 1999 y 2001, fue profesor de escritura creativa en la Universidad Central Connecticut State y dio cursos en otras, como la American University y Georgetown.

 

Como poeta, con su primera colección, Ciudad de cien fuegos, ganó el premio de poesía Agnes Lynch Starett, de la Universidad de Pittsburgh y, con su segundo libro de poemas, Direcciones a la Playa de los Muertos, recibió el de la PEN American Center Beyond Margins. Su tercera colección, Buscando el Motel del Golfo, se publicó en 2012.

Entrevista a Leannes Imbert Acosta

Observatorio Cubano de Derechos LGBT

Homofobia y vergüenza ajena

Marianella Salazar

 

Resulta si se quiere hasta congruente que el canciller Nicolás Maduro haya escogido la Embajada de Cuba como escenario para excretar sus expresiones homofóbicas “sifrinitos, mariconsones y fascistas” contra la dirigencia de oposición y del candidato presidencial, porque desde la década de los años sesenta Cuba se destacó por la violencia con que persiguió, apresó y obligó a exiliarse a miles de homosexuales, a los que trató como traidores de la revolución e identificó la homosexualidad con la decadencia capitalista.

 

Fidel Castro encerró en verdaderos campos de concentración, eufemísticamente llamados unidades militares de ayuda a la producción Umap a homosexuales, opositores, intelectuales y artistas. A los homosexuales los juzgó siempre como débiles políticos.

 

Es abundante la literatura que documenta la intolerancia homofóbica de la Revolución cubana, y películas como Antes que anochezca, que narra la trágica vida del escritor Reinaldo Arenas, una de las innumerables víctimas de la ira homofóbica, que huyó durante el éxodo de Mariel y finalmente se suicidó, no sin antes señalar al responsable, en una dolorosa carta de despedida: “Sólo hay un responsable: Fidel Castro. Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro, seguramente no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país... Cuba será libre. Yo ya lo soy”.

 

A medida que pasaron los años y la aceptación social de la homosexualidad se extendió por el mundo, el régimen castrista intentó borrar toda referencia discriminatoria y adoptó una nueva postura, de supuesto respeto hacia la orientación sexual y a los papeles de género. La hija de Raúl, Mariela Castro, directora del Cenesex Centro Nacional de Educación Sexual, ha intentado exorcizar los monstruosos excesos del pasado como defensora de los derechos de los homosexuales y transexuales; pero no logra convencer de que esa institución no haya hecho otra cosa que poner la sexualidad al servicio de su ideología. Aunque está camuflada, en Cuba la cacería de brujas continúa, a no ser que los gays se declaren castristas.

 

La homofobia es una variante del fascismo que estigmatiza a las personas para excluirlas y someterlas al escarnio público, que crea un marco de referencia para acciones de violencia política. Desde que la oposición escogió su candidato, el oficialismo, a través de varios programas en la televisión estatal, viene atacando de forma miserable a Capriles, con chistes homófobos. Fue una falta de respeto, que no se debe pasar por alto, los insultos del canciller, durante uno de los actos conmemorativos de los sucesos de abril de 2002, cuando asediaron la Embajada de Cuba, en el municipio Baruta, donde era alcalde Capriles Radonski. Por el hecho de apersonarse en la sede diplomática y tratar de mediar entre el embajador y los manifestantes, estuvo preso bajo el cargo de violar principios internacionales y pedir supuestamente la inspección de la embajada.

 

Capriles fue un preso de Fidel Castro.

 

Hace pocos días el escritor peruano y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, a propósito del asesinato del homosexual chileno Daniel Zamudio, escribió un artículo “La caza del gay” en el cual lamentó que en América Latina continúen arraigados el odio a las minorías sexuales y la discriminación. Hoy, el canciller Maduro, a pesar de sus tímidas disculpas, ha producido en la opinión pública un efecto inverso al que pretendía con sus canalladas y fundamentalismos. Por su estupidez y falta de talento es el centro de la vergüenza ajena.

 

msalazar@cantv.net

Proyecto LGBT denuncia acoso policial

Un Paso atrás ¿Y Mariela Castro dónde está?

Noviembre de 2012

http://www.shuituix.com/2012/11/un-paso-atras-y-mariela-castro-donde.html

 

En los últimos días las corrientes homofóbicas de la Capital de Cuba ha logrado una gran victoria, han cerrado un grupo de Centros Nocturnos que hacían fiestas para la Comunidad de lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales (LGBT), por citar algunos ejemplos:

 

Centros Nocturnos:

•       El Café Cantante, por Reparación Capital, dejo al Divino sin su sede habitual, en días pasado se efectuó en el Teatro Nacional el Festival de Ballet, ya estaba abierto el Café Cantante pero sin el Divino.

•       El Circulo Social José A. Echevarría, tiene actualmente un grupo de limitaciones que ha hecho que el “Proyecto Ibiza” en primer lugar cambiara de nombre, y posteriormente que emigrara hacia El Colmado en el Municipio Centro Habana, sitio con condiciones precarias, para la realización de actividades LGBT. Por otra parte La Mamba que trabaja en el mismo centro los viernes esta en estos momentos, busca un sitio para continuar organizando este tipo de fiestas. Ya el pasado Viernes le prohibieron su apertura.

•       El Cabaret Las Vegas esta en proceso de análisis de sus funciones, ya que siempre fue un sitio de elite en la capital, y ha sido transformado como el palacio del transformismo en la ciudad, concierta repercusión internacional. Se basan fundamentalmente que los Tansformistas son artistas aficionados y por ellos no se puede cobrar un cober de puerta.

Sobre los sitios de encuentros

•       La muy conocida tendedera, ubicada frente al Capitolio en la Habana Vieja, ha sido objeto de remodelación junto a la emblemática sede del Gobierno de antaño, con una gran concentración de agentes policiales e iluminarias

•       Parque Central, al costado del Cine Pairet, a los jóvenes que transitan por el mismo se le solicita documentación de identificación por el simple hecho de estar en esa zona turística, y ser Categorizados como Jineteros.

•       Parque de la Fraternidad, actualmente el más iluminado de la capital y rodeado de paradas de rutas Ómnibus.

•       Cafetería Infanta.cu, conocido popularmente como el Bin Bon, actualmente es el único sitio que aun no se ha logrado, eliminar la concentración de la Comunidad LGBT, aunque allí es cotidiano los abusos de las autoridades.

 

En otras palabras estamos regresando a la era de la prohibición, el problema radica que muchos locales habían dejado de hacer fiestas para heterosexuales y se dedicaban solo a la comunidad Gay, el Karachy fue cerrado también al igual que el Asia en al Víbora.

 

Les Informamos que aun existen algunas fiestas funcionando, les recomendamos que se ajusten a la mensajería o los sueltos que se reparten. Pues las fiestas en estos momentos se han vuelto un poco itinerantes para muchas. Y no están en sus locales habituales. Como le decíamos anteriormente en esta situación están las principales: IBIZA, LA MAMBA, DIVINO Y EL OLIMPO.

 

Otro dato de interés sobre lo que esta pasando en Cuba, el emblemático Cabaret Nacional de Cuba, en los bajos del Gran Teatro de La Habana, ha cerrado sus puertas, pues a la prima Bailarina de Cuba Alicia Alonso le molestaba que en los bajos de la sede del Ballet Nacional se bailara Reggetón, ¡insólito verdad!

 

Después de todos estos hechos, ¿dónde está Mariela Castro?, ¿dónde está el tan mencionado CENESEX?, ¿qué están haciendo las instituciones estatales creadas para defender los derechos de los LGBT en Cuba? Al parecer estamos dando el primer paso atrás. Recuerden el eslogan de tan renombrada Institución… “Tu sexualidad Cuenta”

El régimen cubano apoya resolución

que alarma a la comunidad LGBT

29 de septiembre de 2012

 

El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una polémica resolución rusa sobre “valores tradicionales” que ha generado alarma en la comunidad LGBT.

 

Moscú recibió el apoyo de La Habana, la Liga Árabe y un grupo de países africanos. La resolución fue aprobada por 25 votos a favor, 15 en contra y siete abstenciones. Los votos positivos provinieron de Angola, Bangladesh, Burkina Faso, Camerún, China, Congo, Cuba, Djibouti, Ecuador, India, Indonesia, Jordania, Kuwait, Kirguistán, Libia, Malasia, Maldivas, Mauritania Filipinas, Qatar, Rusia, Arabia Saudita, Senegal, Tailandia y Uganda.

 

El texto afirma que “la comprensión y el respeto por los valores tradicionales contribuye a la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales”, según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.

 

Moscú insiste en que, para evaluar los derechos humanos,”se deben tener en cuenta las características culturales, históricas y religiosas de las sociedades y los Estados”.

 

El Observatorio Cubano de Derechos LGBT señaló al respecto que el Gobierno de Cuba “perdió otra oportunidad para rectificar y cambiar las cosas”.

 

Leannes Imbert, presidenta del grupo independiente, dijo que le gustaría saber qué opina Mariela Castro sobre el apoyo del gobierno cubano a la controvertida resolución. “Definitivamente, esto se va a usar como justificación para seguir negándonos nuestros derechos, entre ellos el matrimonio”, afirmó Imbert.

 

En Chile, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual denunció que la propuesta rusa “busca que los derechos humanos sean menos relevantes que los valores tradicionales, lo que es inaceptable”.

 

Votaron en contra del texto Austria, Bélgica, Botsuana, Costa Rica, República Checa, Hungría, Italia, Mauricio, México, Noruega, Polonia, Rumania, España, Suiza y Estados Unidos. Se abstuvieron Benín, Chile, Guatemala, Nigeria, Perú, República Maldovia y Uruguay.

 

La resolución abre la puerta a interpretaciones de todo tipo, basadas en prácticas ancestrales que podrían contradecir la letra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En el Punto G de la Revolución

Ileana Medina y Manuel Zayas

24 de febrero de 2012

 

Final del formulario

Directora del CENESEX antes que Mariela Castro, la sexóloga alemana Monika Krause opina sobre la homofobia cubana, la primera operación de cambio de sexo, la censura de literatura científica y otros temas.

 

Monika Krause tenía apenas veinte años cuando se enamoró de un cubano, capitán de la marina mercante, enviado a la ciudad portuaria de Rostock. Como ciudadana de la República Democrática Alemania (RDA), necesitó de una autorización para poder abandonar su país. “Cuando a finales de 1961 solicité el permiso de salida y el de poder casarme, me amenazaron con expulsarme de la universidad si insistía en mi propósito de ir a vivir en Cuba. Fue ‘mi capitán’ quien obtuvo los permisos”, dice.

 

Krause emprendió un viaje sin retorno. Cuando regresó en 1990, ya la RDA solo existía en el recuerdo. Había caído el Muro de Berlín, levantado poco tiempo antes de su partida, y las dos Alemanias se habían reunificado.

 

En Cuba, Krause ganaría fama como promotora de educación sexual, con programas en la televisión y la radio. A la par, enfrentó algunos escollos frente a la homofobia rampante de la jerarquía comunista. Hoy vive en un pequeño pueblo del norte de Alemania, Glücksburg, desde donde accedió a hablar para DIARIO DE CUBA.

 

Monika Krause ha publicado dos libros sobre su experiencia cubana: Monika y la Revolución (Centro de la Cultura Popular Canaria, Tenerife, 2002) y ¿Machismo? No, gracias (Ediciones Idea, Tenerife, 2007). El documental La reina del condón, de Silvana Ceschi y Reto Stamm, es un retrato testimonial de su vida.

La Reina del Condón

¿Cuál es el balance que hace de su vida en un sistema comunista tropical? ¿Se vivía en Cuba mucho mejor o peor que en la Alemania comunista?

 

La primera fase de mi vida en Cuba la pasé en un estado de euforia, de expectativa, de ilusiones, de poder participar de algún modo en el proceso de cambios revolucionarios. Al mismo tiempo veía y sentía constantemente el desmejoramiento, la falta cada día más abrumadora de los productos alimentarios más elementales.

 

En pocas semanas —me remonto a los mediados del año 1962—,  nuestra dieta diaria, invariablemente, constaba de arroz y frijoles, frijoles y arroz, arroz congrí. Conseguir un huevo equivalía a un premio en la lotería (el Combinado Avícola Nacional aun no existía).

 

Para aquellos que no disponían de contactos con familiares o amigos en el campo, la carestía de todo era la normalidad. Claro, el clima cubano —en comparación con el de Alemania— tiene muchas ventajas: no hace falta la calefacción, no se necesita ropa apropiada para cada estación del año, se puede vivir con muy pocas prendas de vestir.

 

Sin embargo, el transporte público adquirió características de servicio desconfiable. Escaseaban, o no existían ya, todo tipo de materiales de construcción para el mantenimiento de la vivienda. Mi primer hijo, nacido en febrero de 1963, tuvo que conformarse con que constantemente cambiara la composición de la leche (no había suficiente leche fresca, de forma que se la preparaba con leche en polvo, proveniente de diversas fuentes de importación).

 

La cantidad de pañales recibida por “la libreta” no alcanzaba ni para comenzar. La falta de agua —por apagones o por rotura de la bomba de agua, que para repararse demoraba semanas, meses— me tenía al borde de la crisis: bajar tres pisos para llenar cubos, palanganas, cazuelas de agua de la cisterna y luego subirlos tres pisos —sin elevador—  constituía una prueba de nervios casi insoportable. La tubería de gas estaba defectuosa y pasé un mes sin poder arreglarla.

 

¿Polvo de lavar? ¿Jabón de tocador y amarillo? Eran productos que aparecían de vez en cuando, pero nunca en cantidades suficientes. Durante mis casi 30 años en Cuba, la falta de agua, de gas, de alimentos, de prendas de vestir, de artículos electrodomésticos, de materiales imprescindibles para el mantenimiento de la vivienda, eran una constante.

 

En la RDA, ya en este tiempo el racionamiento de los alimentos no existía. Nunca faltaban los productos alimentarios esenciales: había pan (de diversas variedades), leche fresca y los derivados de la leche —quesos, mantequilla— y carne —de res, de puerco y pollo—, embutidos variados, todo tipo de granos, arroz, aceite vegetal, frutas y vegetales de estación (no se conseguían grandes variedades, puesto que apenas se importaban del área “capitalista”). Pero nunca a un niño le faltó la leche o su comida, ni a los adultos tampoco.

 

Podían adquirirse materiales de construcción para el mantenimiento de las viviendas. El surtido era pobre, pero nadie ha tenido que verse en la imposibilidad de pintar la casa, de arreglar una pila de agua, de comprarse una cocina nueva o una lavadora.

 

Los círculos infantiles ofrecían la capacidad requerida para permitir a las madres trabajadoras la permanencia en sus puestos de trabajo. El sistema de transporte público funcionaba, cumpliéndose los horarios puntualmente. Sin embargo, la tensión, la imposibilidad en la RDA de expresar libremente criterios inconformes con la línea política, el miedo de contradecir, de desacatar, de no haber sabido guardar la apariencia, de no haber respetado “las reglas de juego” de una sociedad socialista, costaba muchos nervios portarse como una ciudadana “digna de ser estudiante en una universidad socialista”, admirar incondicionalmente al gran país hermano, la Unión Soviética.

 

Los cubanos —chistosos, ocurrentes, afables, hospitalarios, sobre todo los amigos nuestros— me brindaron una acogida muy agradable. Lo mismo sucedió luego con mis colegas, pero siempre hubo un “pero”. Me resultaba difícil aceptar la falta de constancia, la exageración, los frenos, los obstáculos, los problemas reales e inventados y el eterno: “¡Ya verás, todo esto se resolverá!” “¡Patria o muerte!”

 

Por un lado me fascinaba mi trabajo; por el otro, me desesperaba vivir constantemente las contradicciones a todos los niveles: entre las declaraciones, las disposiciones, los lineamientos y la implementación de los mismos.

 

Para regresar al inicio, a la pregunta de si en Cuba se vivía mucho mejor o peor que en Alemania, mi respuesta es: ni mejor ni peor, sino muy diferente. Y al final, cuando había decidido regresar definitivamente a Alemania, sencillamente estaban gastadas mis energías, después de haberle dedicado a Cuba casi treinta años de mi vida, los años más importantes, cuando mi rendimiento intelectual, mis fuerzas y también mi capacidad de soportar reveses, estaban al máximo. Ya no quería batallar como Don Quijote contra los molinos.

 

¿Cuándo comienza a colaborar con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y cómo se involucra en el trabajo de educación sexual?

 

En 1970, depués de haber tenido que interrumpir varias veces mis estudios en la Universidad de La Habana, terminé “con broche de oro” la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas. Casualmente, recibí la oferta de Vilma Espín, presidenta de la FMC, de trabajar en el departamento de relaciones exteriores de esa organización. Gustosamente acepté. Primero realizaba trabajos de traducción y de intérprete y, poco a poco, fui promovida a asumir responsabilidades de mayor importancia. A menudo fui solicitada, tanto por Vilma Espín como también por el Comité Central y por otros organismos, para servir de intérprete y/o traductora.

 

Fue Vilma Espín la que me encomendó la tarea de elaborar un Programa Nacional de Educación Sexual que abarcara también los aspectos de la orientación y terapia sexuales y la planificación familiar, en 1976. Yo no tenía idea de cómo concebir tal programa. Para comenzar, Vilma me entregó un montón de libros guardados en la biblioteca de la FMC, la mayoría en inglés, otros en alemán y en francés. De alguna manera todos trataban de planificación familiar, de orientación de la pareja o de la capacitación de los jóvenes para la vida en pareja y el matrimonio, con criterios ideológicos y acercamientos muy variados.

 

Al comienzo me declaré incapaz de realizar el trabajo, pero Vilma me aseguró que en Cuba nadie estaba capacitado para  implementar educación sexual, que utilizara mi sentido común, sacara de la lectura los aspectos que me parecían importantes y que al final nos reuniríamos ella y yo para diseñar un proyecto de programa.

 

Igualmente me aseguró que para la puesta en práctica del programa, yo recibiría la capacitación necesaria. Otro paso importante fue la búsqueda de experiencias principalmente en Suecia y en la RDA. Ambos países dieron aportes muy importantes. Con estos y los elementos útiles encontrados en la literatura, estructuramos el “Programa Multisectorial y Multidisciplinario de Educación Sexual”.

 

¿Cuáles fueron los principales objetivos de ese programa, quizás único de su tipo en el mundo, y cómo se evaluó?

 

 Los objetivos principales de este programa se basan en los acuerdos de Naciones Unidas, en su Plan de Acción Mundial de 1975, así como en el Programa del UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas), de 1976, en lo referente a la planificación familiar, a la necesidad de bajar los altos índices de embarazos en adolescentes, a la salud y los derechos reproductivos de la mujer, a la educación de la población para el logro de conocimientos, actitudes y conductas sexuales responsables.

 

Hicimos nuestra la definición de salud sexual de la Organización Mundial de Salud (OMS): “Salud sexual es el estado de bienestar físico, psíquico y social relacionado con la sexualidad”, etc. Igualmente, forman parte del Programa las resoluciones del II y III Congreso Nacional de la FMC y del Partido Comunista de Cuba (PCC), así como del Código de Familia, que hacen referencia explícitamente a la lucha por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, a la educación sexual y para la familia, a la superación del machismo, a los derechos y deberes de madres y padres en la educación de sus hijos.

 

Comenzamos, pues, con la formación de un pequeño grupo de especialistas —médicos, psicólogos y pedagogos— para capacitarlos como sexólogos. Después estos mismos debían llevar la responsabilidad de multiplicadores. La meta era preparar a especialistas en todo el país para crear consultas de orientación y terapia sexuales y de planificación familiar.

 

Principalmente, con financiamiento del UNFPA contratamos a profesores de la RDA y de Suecia, más tarde también de América Latina, los cuales realizaron una serie de cursos intensivos para capacitar al “pie de cría”, los futuros sexólogos multiplicadores (entre ellos yo). Durante los primeros años, los especialistas extranjeros apoyaron a nuestro todavía pequeño grupo de responsables de la formación de profesionales a lo largo y ancho del país. Después realizamos este trabajo sin esta ayuda.

Paralelamente, me dieron la responsabilidad de buscar literatura sobre sexualidad para especialistas (médicos, psicólogos, pedagogos, sociólogos y otros, cuya labor profesional tuviera que ver con la educación sexual, la orientación y terapia sexuales y con la planificación familiar), para niños y sus padres, para adolescentes y para adultos, con el objetivo de conseguir cobertura nacional con este tipo de medios informativos. Esta tarea era responsabilidad mía en su totalidad. En relativo corto tiempo, conseguimos una base bibliográfica considerable, con un total de casi un millón de ejemplares.

 

La evaluación de este programa —a cargo mío— nos proporcionó por primera vez en la historia de Cuba información sobre los conocimientos, actitudes y prácticas sexuales de los adolescentes cubanos, así como sobre sus preocupaciones, problemas, intereses y dificultades. La realización de investigaciones y de evaluaciones constituyó un aspecto importante. Sin embargo, la respuesta de los sectores de Educación Superior y de nivel preescolar y primario fue negativa. A menudo hemos tenido que buscar otras vías para realizar este trabajo.

 

Durante un curso de “Sexualidad humana” que tuve que impartir en varios centros habaneros y en Santiago de Cuba, a médicos del segundo año de especialización como médicos de familia, apliqué un cuestionario para indagar sobre sus conocimientos, actitudes y prácticas sexuales y sobre su capacitación real y creída en orientación y terapias sexuales y planificación familiar. Los resultados evidenciaban que sus conocimientos, sus creencias, convicciones, actitudes machistas y terriblemente discriminatorias frente a la problemática de la homosexualidad se parecían mucho a los de los adolescentes, con el agravante de que como médicos se creían (91 % de los hombres, 65 % de las mujeres) capaces de orientar y de realizar terapia sexual.

 

Los resultados de encuestas, investigaciones y evaluaciones podrán encontrarlos en mi libro ¿Machismo? No, gracias. Cuba: sexualidad en la revolución, y en Monika y la Revolución relato los resultados del Programa Piloto en escuelas internados.

 

En 1984 se estrenó el filme Conducta impropia, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal, documental que denunció los crímenes del castrismo contra los homosexuales y que causó convulsión en las autoridades cubanas. En ese año, usted reconocía a la publicación Gay Community News, de Boston, que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) “fue una cosa realmente triste en la historia de Cuba”. A la luz de los años y viendo que la homofobia revolucionaria no acabó con el cierre de aquellos campos de concentración, ¿cómo define usted el trato que el régimen cubano ha dispensado a los homosexuales?

Conducta impropia

La película refleja fielmente la situación de los homosexuales en Cuba y también el trato que el régimen cubano les ha dispensado. Pero quiero subrayar un aspecto: no es solamente la cúspide del poder la que ha manifestado actitudes y conductas de agresión, discriminación, humillación, desprestigio, desclasificación, odio, repulsa, condena frente a los homosexuales, sino que se trata de un fenómeno ampliamente difundido en la población cubana.

 

No dispongo de elementos suficientes para explicar este fenómeno. Sin embargo, el hecho de que los dirigentes máximos hayan actuado con agresividad, que hayan creado las UMAP, que hayan hecho declaraciones a la prensa nacional como internacional, que hayan creado leyes y resoluciones criminalizando a los homosexuales, que los hayan calificado de lumpen, parásitos, corruptores de menores y de la juventud, que hayan desencadenado verdaderas campañas contra los homosexuales, todo esto ha contribuido a que la población se sintiera invitada a seguir su ejemplo.

 

Especial importancia cobra en este sentido la Resolución aprobada por el I Congreso Nacional de Educación y Cultura (La Habana, 1971, firmada por los profesores J. A. Bustamante, psiquiatra, Abel Prieto —padre del actual Ministro de Cultura— y otros dos profesores muy conocidos, cuyos nombres no recuerdo), que trata sobre el fenómeno de la homosexualidad y las medidas a tomar al respecto.

 

No recuerdo ni el título exacto ni el número de la Resolución, pero me consta su existencia: Vilma Espín me la entregó (original) para guardarla en el archivo del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), cuando yo era su directora. El simple hecho de aprobar una Resolución cuya aplicación se exigió rigurosamente, de manera que adquiriera más fuerza que una ley, demuestra que la homofobia había permeado a la dirigencia política.

 

La Resolución era la demostración “científicamente fundamentada” de que la homosexualidad es una degeneración, una perversión sexual irreversible, una enfermedad incurable; decía que los homosexuales se caracterizan por ser débiles de carácter, fácilmente expuestos al chantaje, ejercen influencia peligrosa en niños y jóvenes, son personas en las que no se puede confiar. La Resolución fue la licencia omnipotente para arremeter contra los homosexuales. Fue aplicada regularmente como instrumento para “depurar las filas del Partido y de la Juventud”, para mantener “limpios” los sectores de educación, medicina, psicología, o sea, todas aquellas ramas donde profesionales pudieran influir en niños y jóvenes. Los homosexuales no debían tampoco ocupar cargos de dirección, ni ser funcionarios.

 

Durante casi veinte años, la Resolución fue aplicada en las “asambleas de balance” del PCC, de la UJC, en centros de trabajo y de estudio. El Ministerio de Educación estableció que todos los alumnos —desde el nivel preescolar hasta el preuniversitario— que manifestaran una conducta sospechosa (varones, “amanerados”, niñas “marimachas”) se registraran como sospechosos de ser homosexuales en los expedientes escolares, de forma que el comportamiento, el desarrollo de cada niño cubano, quedara controlado y registrado rigurosamente.

 

El expediente no se le enseñaba a los padres, la mayoría no sabía de esta medida, pero lo cierto es que el expediente se “mudaba” de centro escolar a centro escolar: si el niño en cuestión pasaba de la primaria a la secundaria, de allí al preuniversitario, el expediente lo acompañaba sin que el alumno o sus padres lo supieran.

 

Las “asambleas de depuración” de las filas del Partido y de la UJC, realizadas cada año, tuvieron como resultado una serie de suicidios, porque personas homosexuales o acusadas de serlo se vieron en una situación tan desesperante que optaron por matarse. Ayer estimados, queridos, admirados por sus conocimientos y su rendimiento, por su trabajo destacado, hoy quedaban como indignos, traidores, falsos, perversos, degenerados, solo porque la masa heterosexual no los aceptaba.

 

Solo desde finales de los 80 se han presentado algunos cambios en la dirección política respecto a la atención y el manejo del problema de la homosexualidad. Sin exagerar ni sobrevalorar el papel que he desempeñado al respecto, me atrevo a aseverar que he dado un aporte importante a que estos cambios se produjeran. Ya en 1976, cuando estaba diseñando un programa de educación sexual y después de haber evaluado gran cantidad de información, principalmente sueca y alemana, se la presenté a Vilma Espín. Es el comienzo de sesiones de trabajo intensivas sobre homosexualidad, de debates muchas veces infructuosos, pero también exitosos.

Me di cuenta que los criterios negativos de Vilma Espín sobre la homosexualidad cambiaban paulatinamente. Cuando estábamos preparando la publicación de El hombre y la mujer en la intimidad, de Siegfried Schnabl, el capítulo décimo (“La homosexualidad en el hombre y en la mujer”) causó un impacto enorme. La traducción bruta, sin haberse realizado aun las correcciones ni la revisión técnica, fue entregada a cierto número de funcionarios del Partido, del MINSAP, del MINED. Fue la primera vez que en Cuba se conoció un acercamiento muy diferente sobre la homosexualidad.

 

Por órdenes superiores —a la cabeza estaba Vilma Espín—, el capítulo fue reescrito, se le cambió gran parte, al final quedaba poco de lo escrito por Schnabl. Este tipo de “violaciones” de obras con contenidos inaceptables para “la cúspide” las he conocido una y otra vez en el decursar del período de preparación de literatura científica y científica-popular a mi cargo.

 

Ese libro fue editado en 1979 —100.000 ejemplares— y hubo una reimpresión en 1985 con igual número de ejemplares. En 1989 logramos la segunda edición cubana, con el capítulo décimo sin la intervención de la comisión de censura. Simplemente entregué a la imprenta el texto diciendo que estaba aprobado. En la hoja de créditos dice: “Revisión técnica: Dr. Sc. Med. Celestino Álvarez Lajonchere, Dra. Mónica Krause Peters (mis apellidos en Cuba), Dra. Stella Cerruti Basso”.

El libro ¿Piensas ya en el amor?, de H. Brückner, fue igualmente “violado”. Sobre todo el capítulo referente a la homosexualidad fue modificado tanto que apenas quedaba algo del autor. En una nota que redacté —sin el permiso de Vilma Espín— traté de dar a los lectores y sobre todo al autor una explicación del porqué de la intervención.

 

En la página de los créditos dice: “(…) para la versión cubana se ha reelaborado el capítulo 12 y se han hecho cambios y adaptaciones a otros capítulos, atendiendo a sugerencias y consideraciones de representantes del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual ... y a la especial revisión de una comisión del Ministerio de Educación”. (Énfasis de la entrevistada.)

 

Yo tengo la impresión de que Vilma Espín actuaba de manera tan incongruente —hoy expresando criterios de aceptación de la homosexualidad como una característica sexual normal de una minoría, mañana dando marcha atrás, condenándolos con todas las denominaciones de antes— porque estaba presionada por algunos sectores como, por ejemplo, los dirigentes máximos de Educación.

 

Los prejuicios, las “verdades absolutas”: “los homosexuales son perversos peligrosos que corrompen la sociedad” y “los homosexuales lo son por haber recibido una educación inapropiada en su infancia”, es decir, “la culpa la tienen los padres” y “hay que reeducarlos”, abundaban entre ellos.

 

Vilma Espín tuvo que enfrentarse a muros casi inquebrantables. No debe haber sido fácil para ella mantener su posición si la mayoría del Comité Central del Partido estaba en contra. Entiendo que ella habrá tenido que actuar con mucho cuidado para no sufrir el desprestigio.

 

Ella me instrumentalizó y yo permití que lo hiciera. Me fascinaba mi trabajo. Ella me había dado facultades y poderes que difícilmente haya recibido otra persona, pero tengo que admitir que este vaivén a menudo me ha decepcionado, mermó mis energías y a veces me daba miedo.

 

¿Qué instrucciones recibían los sexólogos para abordar el tema de la homosexualidad?

 

Las instrucciones eran claras y concisas: por orden de Vilma Espín yo debía aportar el máximo posible de información científicamente fundamentada, pero ella prohibió terminantemente la publicación. Pasaron años en este estado contradictorio.

 

¿Tenía usted posibilidad alguna de criticar abiertamente las leyes y reglamentos discriminatorios los homosexuales? Al respecto, ¿se tuvieron en cuenta alguna vez vuestras recomendaciones?

 

Yo violé la orden varias veces, porque no podía respetarla. La primera vez con la entrega —sin consulta previa a Vilma Espín— del manuscrito no censurado de la segunda edición de El hombre y la mujer en la intimidad. Vilma no se dio cuenta y no me pasó nada.

 

La segunda vez, ofrecí mi colaboración a Graciela Sánchez, de Puerto Rico, que realizó el documental sobre la homosexualidad en Cuba No porque lo diga Fidel Castro [1988], trabajo de grado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. No solo le presté los equipos del CENESEX, sino también tomé posición como directora del CENESEX, haciendo declaraciones, un llamado al cese de la discriminación, a la marginación, a la criminalización de los homosexuales.

 

No informé a Vilma Espín de mi transgresión. Ella conoció de mi falta porque el documental fue premiado como mejor trabajo de diploma y —de acuerdo con la costumbre de la Escuela de Cine de exhibir en los cines públicos de Cuba los trabajos premiados— se exhibió. En la primera exhibición se produjo un escándalo. Se retiró de los cines, pero ya el impacto era un hecho. Vilma Espín estaba indignada, y a mí solo se me ocurrió responderle que yo no había violado la orden, tratándose de un trabajo de diploma y que no podía haber sabido que la película pasara por cines cubanos.

 

Su réplica: “No solo pasó por el cine cubano, sino que se proyectó en los EE UU, en Europa Occidental y en América Latina”.

 

Para mis adentros me puse muy contenta, pero al mismo tiempo sabía que no debía abusar de la paciencia y de la protección que me brindaba Vilma Espín. Esta película formó parte de nuestro material didáctico. Es decir, fue enseñada a todos los participantes de cursos de postgrado. Y no solicité el permiso de Vilma Espín para hacerlo.

La tercera transgresión fue una entrevista que concedí a un periodista de la revista Alma Mater. Por supuesto que preguntó también sobre el tema prohibido. Le expliqué que no tenía autorización de hacer declaraciones públicas sobre el tema de la homosexualidad. El periodista opinó que este artículo sería escrito por él y que debía ser publicado durante las vacaciones de verano —cuando la censura no se encuentra en su puesto. Manifestó que tendría mucha esperanza de que la publicación se realizara sin alteraciones.

 

Le repliqué que sin o con “censura” yo no tenía permiso de publicar nada sobre este tema. Su respuesta: “Déjeme el asunto en mis manos, que yo me responsabilizaré…”. Yo seguí hablando —sin freno— y el artículo se publicó sin cambiar ni omitir nada respecto al tema prohibido. Si bien recuerdo: termino diciendo que, si la homosexualidad pudiera cambiarse recurriendo el (la) afectado(a) a la voluntad, en Cuba no habría ni un solo homosexual, pues ¿qué persona con dos dedos de frente aceptaría, voluntariamente, ser discriminada, vejada, excluida de la sociedad, degradada, humillada, si de su voluntad dependiera cambiar esta situación? ¡Nadie!

 

Esta vez la ira de Vilma Espín no tuvo límite. Mi explicación, mis pretextos, me sonaban ridículos a mí misma. La revista desapareció de los estanquillos en cuestión de minutos. Tuve la gran suerte de que el artículo desencadenara debates a todos los niveles de la UJC. La dirección de la UJC solicitó a Fidel Castro una revisión de la vigencia de la Resolución y que les orientara cómo proceder. Fidel Castro pasó a Vilma Espín el asunto, con el encargo de procurar la solución. Y Vilma Espín me dio la orientación de elaborar, junto con el Dr. Álvarez Lajonchere, un documento de toma de posición. Esto sucedió en verano de 1990.

 

En septiembre del mismo año, Vilma Espín convocó una reunión con representantes del PCC, de la UJC, de los medios masivos de comunicación, del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud Pública, de la Facultad de Psicología (no recuerdo si participaron otros más). Se decidió iniciar un trabajo mancomunado en torno al tema de la homosexualidad. Se responsabilizó al CENESEX —cuya directora era yo en aquel entonces— a apoyar a todos los “organismos afectados”, a elaborar documentos que sirvieran de base para el trabajo de publicación, de programas de educación, etc., y de vigilar el correcto cumplimiento de la labor. Sin embargo, Vilma Espín y el Ministerio de Educación mantuvieron una posición muy reservada y restrictiva, que solo cambió con mi sucesora Mariela Castro Espín.

 

La publicación del libro El hombre y la mujer en la intimidad, de Siegfried Schnabl ha sido definida como señal de que la homofobia institucional fue erradicada como política de Estado. Según tengo entendido, la distribución de ese libro estuvo limitada a profesionales de la salud y, si bien el autor subrayaba que la homosexualidad no constituía una enfermedad y que los homosexuales debían ser respetados como personas, en otras partes del libro se deslizaban párrafos homófobos. [i]

En su opinión, ¿qué representó la publicación de ese libro en Cuba? ¿Quién velaba por este tipo de publicaciones? ¿Enfrentaron algún escollo?

 

No sé quién dijo que El hombre y la mujer en la intimidad haya significado el fin de la homofobia institucional, pues el solo hecho de que tratara “el tema prohibido” no es suficiente para llegar a esta conclusión, máxime si se tiene en cuenta que el susodicho capítulo fue cambiado, censurado, y solo la segunda edición, de 1989, se publicó con el texto nuevo.

 

Es cierto que el libro —la primera edición de 1979— fue distribuido a profesionales de la salud, de educación, a estudiantes de medicina, psicología, pedagogía, sociología y a funcionarios. Esta medida fue necesaria porque en Cuba no había publicación alguna que tratara el tema de la sexualidad humana desde todos los puntos de vista. El libro debía, en primer lugar, llenar un vacío, y debían tener acceso a él todos aquellos cuya labor profesional tuviera que ver, de algún modo, con la educación sexual y con la orientación y terapia sexuales.

 

El hecho de que de la imprenta desapareciera una paleta de libros que se vendieron a sobreprecio en el Parque Central de La Habana —¡y volaron! —, y el hecho de que en muchos lugares en la capital como también en provincias se vendieran sin “el cupón”, le dio al libro una característica casi clandestina que en realidad no tiene.

 

También quedó evidente que la población estaba necesitada de recibir información. Yo estaba al cargo de la búsqueda de literatura apropiada y Vilma Espín me responsabilizó con todos los trabajos correspondientes: negociación y coordinación con el Instituto del Libro (Editorial Científico-Técnica y Editorial Gente Nueva); velar permanentemente por el cumplimiento del cronograma; realizar el trabajo de revisión de las traducciones o traducir yo misma; realizar junto con el Dr. Lajonchere la revisión técnica y ayudar en la imprenta a elaborar las ilustraciones.

 

Vilma Espín velaba por todas las publicaciones sobre sexualidad y se reunía con personas que, de acuerdo con su criterio, debían dar sus opiniones al respecto —yo las llamo despectivamente “la censura”—, que constituían realmente los escollos más grandes.

 

No puedo responder el acápite de la pregunta con una cita literal de Schnabl, que debe encontrarse en la página 329, otra en la página 330, pues solo está a mi alcance el libro de la segunda edición, que solo tiene 314 páginas. Es probable que Schnabl se haya expresado en una versión vieja de su obra de la manera que usted describe. No solo Vilma Espín fue capaz de revisar totalmente su actitud frente a la homosexualidad, también los sexólogos de otros países “modernos” han tenido que cambiar sus criterios y sus actitudes.

 

En 1988 se practicó la primera operación de cambio de sexo en Cuba. ¿Cómo reaccionó el gobierno a esta operación? ¿Cuál era la posición del CENESEX sobre la transexualidad?

 

No fue hasta finales del 1983 que pude conocer el programa tal vez más sólido y consecuente de tratamiento del transexualismo: en Suecia, donde pude realizar un viaje de estudio, financiado por la SIDA (Swedish International Development Agency), se me permitió conocer todas las instituciones que participan en la implementación del programa de reasignación de género. El Dr. Bengt Nylen, jefe del equipo de cirugía de reasignación de sexo en el Karolinska Hospital de Estocolmo se ofreció a realizar la intervención quirúrgica de transexuales cubanos y a capacitar a los cirujanos, sin cobrar. Solo solicitó poder pasar unos días de vacaciones en Cuba después de realizado el trabajo.

Vilma Espín recibió toda la información con satisfacción y nos encargó al Dr. Lajonchere y a mí elaborar un proyecto de programa sobre el transexualismo. En el momento indicado tratamos de contactar al Dr. Nylen, y recibimos la terrible noticia de que había fallecido, víctima de un accidente. Esta situación significó un gran paso para atrás, un freno de nuestra labor y un golpe fuerte para los candidatos a ser sometidos a la intervención quirúrgica.

 

Cuando en Cuba se produjo la primera intervención quirúrgica de reasignación de género, se estaba celebrando una reunión del Comité Nacional de la FMCyo era también miembro del Comité— y alguien sacó a discusión la noticia de la intervención quirúrgica practicada por primera vez. Yo estaba una vez más en el banquillo de los acusados. “¿Cómo pudiste autorizar esto sin consulta previa?” —se me reprochó una y otra vez.

 

El asunto es que yo no sabía de la operación. Lo supe cuando ya estaba hecha. Conozco al cirujano, un urólogo muy competente. Pero el actuó sin coordinar el asunto conmigo ni con el Dr. Lajonchere. Tampoco él conoció el programa sueco que estábamos aplicando —en una versión adaptada— en Cuba. El desconocía que la cirugía debe ser el último paso, por lo menos debían pasar dos años de “vida en el rol del otro género”.

 

Esta etapa de dos años es sumamente necesaria, porque sirve para demostrar la condición de transexual del (la) afectado(a). La medida se debió también al hecho de que en Cuba, con la homofobia extremadamente agresiva, muchos homosexuales se declararon “transexuales”, porque la prensa había hecho declaraciones en el sentido de que los transexuales —a diferencia de los homosexuales— no son “desviados”, sino que nacieron con un sexo que es incompatible con el sexo psíquico y necesitan una reasignación quirúrgica.

 

La intervención quirúrgica debe ser el último paso porque es irreversible. Una vez quitado el pene y los testículos y fabricada una vagina artificial, no puede fabricarse un pene nuevo. Y si una persona supuestamente transexual no ha realizado la prueba más importante —que es vivir por lo menos dos años en su papel de persona del otro sexo, con el control y la evaluación de personal (psicólogo o psiquiatra) calificado—, existe el peligro de que su condición de transexual no quede demostrada.

 

En Cuba no encontramos condiciones idóneas para someter a los candidatos a la prueba descrita, que lleva implícita varias medidas: facilitarle una vivienda en otra provincia; facilitarle un trabajo en su nueva sede; mantener discreción absoluta, de forma que nadie en el nuevo entorno del candidato conozca de su problema; y facilitarle un tratamiento permanente con hormonas y las facilidades de realizar la epilación duradera.

 

El debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre géneros o la no discriminación, sigue hoy activo en todas las sociedades, incluidas las europeas y las de democracia madura. ¿Cree usted que Cuba tiene algo que aportar al respecto?

 

Es cierto que el debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre géneros o la no discriminación sigue ocupando espacios importantes en las agendas de muchos países. Según mis conocimientos, los países escandinavos reportan los mayores éxitos. En los países de la Unión Europea, el aspecto legal está resuelto —al igual que en Cuba—, pero la realización de los objetivos sucede a niveles diferentes.

 

Interesante para mí fue conocer los logros de España en los últimos veinte años, en cuanto a la igualdad, los derechos y la salud reproductiva de la mujer, la despenalización y los derechos de los homosexuales han alcanzado niveles impresionantes. Rusiapaís con una homofobia escandalosa— no reporta ningún cambio en lo tocante a la homosexualidad y tiene resultados muy pobres en lo referente a la igualdad, a la no discriminación. No voy a referirme a la situación en África, la India, los países de religión islámica, ni a América Latina, porque no pienso escribirle un libro, respondiendo a sus preguntas.

 

Es interesante saber que en la RDA, antes de caer el Muro en 1989, se quitó del Código Penal la ley que castigaba la homosexualidad. En la RFA esto sucedió dos años más tarde. También es interesante conocer que en gran cantidad de los Estados de EE UU la homosexualidad sigue siendo un delito.

 

Es posible que Cuba pueda aportar algo en lo que a igualdad de géneros, a la no discriminación y a la disminución de la homofobia se refiere, sobre todo en América Latina, pero no se crea que con discursos, cambios de leyes y con disposiciones pueda lograrse el fin de la homofobia. Y en Cuba, como en muchos países de América Latina y África, en Rusia (hay leyes violentas que castigan la homosexualidad) y en muchos países  europeos, la homofobia está muy profundamente arraigada.

 

Para el logro de cambios son necesarios esfuerzos mancomunados de toda la sociedad, y el ejemplo vivo de los políticos tiene gran importancia. En Alemania, el Ministro de Relaciones Exteriores es homosexual, numerosos parlamentarios lo son, el alcalde de Berlín lo es también. En los últimos veinte años se ha producido un cambio tremendo en la actitud de toda la población frente a la homosexualidad. Según la ley, los homosexuales pueden casarse, pueden adoptar niños, tienen los mismos derechos que los matrimonios heterosexuales. Y no existe ya la homofobia ni abierta ni encubierta que todavía se observaba hace treinta años. Hay un ambiente muy franco al respecto: la prensa, la TV, el arte, todos los sectores participan. Difícilmente encontrará un maestro que se atreva a manifestar su homofobia —si la tuviera. No obstante, creo que la homofobia nunca desaparecerá del todo. Quedarán residuos y mucho depende del trabajo que realicen los homosexuales ellos mismos.

 

Para poder actuar necesitan, sin embargo, la autorización de formar asociaciones, o partidos, o como quiera llamárseles, que reciban el apoyo político y también el respaldo en cuestiones legales. En muchos países europeos, este trabajo de los homosexuales, por ejemplo, en asociaciones o en clubes o agrupaciones de interés, tiene una importancia enorme. En Cuba no se permite este tipo de agrupación, no hay espacio legal ni el apoyo político, que se reduce a declaraciones, discursos, al cambio formal de alguna ley que está sobre el papel, que lo aguanta todo.

 

Me sorprendió leer en su libro autobiográfico Monika y la Revolución que en la década de los 80 muchas mujeres y hombres cubanos ni siquiera conocían la naturaleza del orgasmo femenino. Esto contrasta ampliamente con el imaginario de la cultura popular cubana:  “machos” que se creen “máquinas sexuales” y mujeres con fama de “calientes” y liberadas. ¿Pone usted fin al tópico y al mito?

 

Efectivamente, muchas mujeres y hombres cubanos desconocían “la naturaleza del orgasmo femenino”. En miles de cartas recibidas, en mis programas radiales de debate “en vivo y directo” (Radio Rebelde) conocí esta situación. A raíz de la publicación de En defensa del amor, de S. Schnabl, recibí no solo amenazas de hombres airados por haber “echado a perder” a sus mujeres, por haberles hablado de algo de cuya existencia (el orgasmo) ellas antes ni siquiera sabían, sino también se quejaron muchas mujeres.

Ellas no querían que les metiera el diablo en el cuerpo, que estas cosas del orgasmo, del placer —tal vez era algo real en Alemania, pero en Cuba, por Dios—, no sigas hablando estas tonterías: las mujeres tienen el deber de estar a la disposición de los hombres; ellos necesitan satisfacer su necesidad sexual, las mujeres tienen que estar a la disposición de ellos, sino ellos se enferman. Y no solo opinaban así mujeres de edad avanzada, no, jovencitas, alumnas de pre o de institutos tecnológicos.

 

En las consultas de pareja de toda Cuba recibimos la confirmación de esta situación. Es cierto que los cubanos se consideran los machos omnipotentes, las máquinas sexuales que funcionan a toda hora, pero la calidad de este rendimiento para la pareja, o sea, para ambos, yo la sigo cuestionando. (Lo cual no quiere decir que todas las mujeres cubanas desconozcan o no hayan experimentado orgasmos.)

 

Es cierto también que en Cuba, en los últimos veinte años se ha observado un relajamiento de la ética y de la moral sexual, del nivel de responsabilidad en la pareja, un auge de la prostitución... Yo no diría que estoy poniéndole fin al tópico y al mito, sino que debería hacerse una serie de investigaciones, de estudios, para poder encontrar respuestas relevantes a los muchos mitos y a las verdades a medias, así como a la situación real.

 

También es un hecho que, tanto en cartas como también en debates radiales, he recibido muchos mensajes de agradecimiento, de satisfacción por haberse editado en Cuba libros con información muy importante y valiosa, por haber publicado artículos, por haber hablado en debates y haber respondido preguntas “difíciles” por escrito o hablando en la radio.

 

En 2000, el CENESEX comenzó a ser dirigido por Mariela Castro Espín —hija de Raúl Castro y Vilma Espín— y cobró una importancia política inusitada, desconocida para centros de estudios semejantes en otros países. Un año después, y siguiendo una directiva del Comité Central, a ese centro se le encomendó la tarea de desmentir las denuncias de persecución a los homosexuales, y de trabajar a favor de estos.

Como algo paradójico, el mismo régimen que los reprimió, acabó desarrollando políticas de Estado como la autorización de operaciones de cambio de sexo, jornadas contra la homofobia, un proyecto de ley para uniones civiles (todavía no aprobado), entre otras medidas…  ¿Qué opina de la labor de Mariela Castro al frente del CENESEX y de esa operación de lavado de cara?

 

Mariela Castro es una mujer inteligente, posee una formación profesional sólida y ha lanzado a debate en “la cúspide” la cuestión de la homosexualidad. Esto lo encuentro bien, pero —y aquí tenemos otra vez un pero— a la par de cambios de leyes y disposiciones y reglamentos, continúa la homofobia bajo los más diversos pretextos.

 

La homofobia está arraigada en la “cúspide”, y la población cubana se caracteriza por ser eminentemente homofóbica y se ha visto respaldada por los jefes en el poder durante decenios. Mariela tiene el respaldo del padre —que también ha desempeñado un papel importante en lo referido a la cuestión de la homosexualidad en las fuerzas armadas.

A cada recluta se le practicó no solo un examen médico sino también se le entregó un cuestionario, con el objetivo de asegurar el mantenimiento de la limpieza del ejército de homosexuales. Una vez encontrada la condición homosexual de un recluta, se le archivó para siempre, se le excluyó del servicio y se le dio un documento que tenía que enseñar obligatoriamente cada vez que solicitara un trabajo. Este papel constituía la barrera más infranqueable en cualquier centro de trabajo. Al mismo tiempo estaba vigente la ley contra la vagancia. Al “vago” que no trabajaba, se le castigaba; al homosexual se le castigaba doblemente, pues por ley no tenía acceso al trabajo y por ley tenía que trabajar. ¡El surrealismo cubano!

 

Volviendo al trabajo de Mariela, me parece que se están centrando las actividades, la labor del CENESEX, en la cuestión de la homosexualidad y de la transexualidad, como si Cuba no tuviera miles y miles de problemas que afectan a una gran parte de la población: el embarazo en la adolescente, el problema de las madres-niñas, el problema del aborto, el problema de la inestabilidad de la familia cubana, de los elevadísimos índices de divorcios, del relajamiento, de la promiscuidad, del alto índice de enfermedades de transmisión sexual, del SIDA, de la falta de responsabilidad, de los baches en el suministro de medios anticonceptivos, de la falta de continuidad en el trabajo de calificar a especialistas para el funcionamiento de los centros de orientación y terapia en todo el país, la falta de medios de información actualizada para especialistas…

 

La revista del CENESEX es excelente, pero ¿cuántas personas tienen acceso a ella? La internet ofrece posibilidades incontables para recibir información y para intercambiar experiencias, pero ¿cúantos profesionales tienen acceso? ¿Cuántos cubanos —viejos o jóvenes— tienen acceso?

 

Preocupante es también la situación referente a la prostitución. Niñas, mujeres profesionales, jóvenes, homosexuales, se están prostituyendo. Excepto reprimiendo, persiguiendo, encerrando a las (los) prostitutas(os) no veo que utilicen otras medidas para erradicar este problema.

 

Efectivamente, la prostitución es otro de los temas sociales candentes en la sociedad actual cubana. ¿Cuáles cree que son las claves para entender el fenómeno de la prostitución en Cuba?

 

A mi entender, las claves para entender el fenómeno: falta de ingresos, falta de perspectivas no solo para los jóvenes sino también para las muchísimas personas desempleadas, incluso para muchas mujeres profesionales; a menudo, prostituirse con turistas extranjeros es el medio más fácil de conseguir “una lasquita de la torta”. Una economía, infraestructura desastrosas y destruidas —todo esto contribuye a que surja una sociedad enferma. Y para mí, la sociedad cubana está gravemente enferma.

 

Cuando se crea el CENESEX en 1989, usted se convierte en su primera directora; un año después sale de Cuba. ¿Cómo pudo regresar a Alemania?

 

Regresé a Alemania con mis dos hijos, aprovechando una conferencia internacional en Rostock, que me habían autorizado un año antes. Mi hijo mayor estaba trabajando en Nicaragua, viajando a La Habana con frecuencia. Tenía pasaporte de servicio, con permisos de entrada y salida no limitados. El problema era mi hijo menor: no tenía pasaporte ni pasaje ni documento alguno que le permitiese viajar al extranjero. Como nació en La Habana, no le sirvió para nada su pasaporte alemán, era preciso conseguirle un pasaporte cubano.

 

Aproveché las buenas relaciones con Vilma Espín a quien le pinté un drama familiar —mi madre de casi 80 años de edad, enferma y ya cerca de la muerte, había pedido ver a sus nietos antes de abandonar la tierra. La verdad es que sí, mi madre ya estaba vieja y enferma, pero no tanto como para temer su fin. Y es verdad también que ella quería estar cerca de mí y de mis hijos.

 

Vilma prometió conseguirme los papeles necesarios y mi hermana, viviendo en aquel entonces en la RFA, me situó el pasaje para el muchacho. A Vilma le dije que pensaba tomarme algunos días de vacaciones después de la conferencia y que mi hijo y yo regresaríamos a La Habana después. Fue la única y última vez que me ví en la necesidad de abusar de la buena voluntad de Vilma Espín. Claro, no tuve otra opción. No había alternativa.

 

¿Sigue al tanto de la evolución de las políticas sexuales y de género en Cuba en los últimos años?

 

 Trato de mantenerme al tanto, aunque no de forma sistemática ni profunda. A fin de cuentas, le he dedicado a Cuba casi treinta años de mi vida, esto no se olvida ni se borra. Pero ya tengo 70 años y me tomo la libertad de disfrutar mi vida de jubilada.

 

¿Cree que algo ha ido avanzando frente al persistente machismo tropical?

 

 Francamente, no sé qué decirle. Por un lado, Cuba tiene un Código de Familia como existen pocos o ninguno en el mundo. Pero —¡de nuevo!— la puesta en práctica está lejos, como de aquí a la Luna.

 

¿Qué hace ahora Monika Krause? ¿Recuerda con nostalgia su época cubana, usted que trabajó tan cerca de las familias del poder?

 

Monika Krause vive ahora en un lugar paradisíaco, a orillas del Mar Báltico, en una ciudad que es la cuna de las casas reales de Europa. En un castillo, construido en medio de un lago, viven todavía hoy los integrantes de la familia real danesa, quienes, por ser bastante pobres, encargaron a la comunidad el mantenimiento del castillo, ofreciéndole a la ciudad el derecho de usar el edificio como museo y como escenario de actividades culturales diversas.

 

En cinco minutos de caminata estoy a la orilla del mar, en la playa. Lo único que limita el sentirse feliz en este rincón, es el clima. Hay muchos huracanes, muchos días de lluvia y oscuridad (de noviembre a marzo), pero también tenemos días de frío —como ahora, de 15 °C bajo cero—, sol, nieve: los niños patinando sobre los lagos congelados, las aves marinas sobre el fiordo de Flensburgo, que está totalmente cerrado.

 

Desde hace 13 años estoy nuevamente casada. Tengo un esposo maravilloso. Viajamos mucho. Sobre todo en la estación “fea” del año, nos vamos a una de las Islas Canarias, dándole tiempo al invierno alemán a retirarse. Dedico mucho tiempo a la lectura —literatura especializada, las menos de las veces—: literatura contemporánea, nacional como internacional, donde ocupan un lugar cimero los Premios Nobel. Y he descubierto una nueva “droga”: colecciono fósiles del Mar Báltico, del Mar del Norte, del Atlántico, y de todas las aguas que tengo el privilegio de visitar.

 

Recuerdo a menudo mi época cubana, pero no con nostalgia, sino con el distanciamiento que permite la edad. Estoy viviendo la etapa más feliz de mi vida.

 

[i] Sobre los hombres homosexuales decía Schnabl: “Su andar suele ser gracioso: a pasitos cortos acompañados de contoneo. Muchos tienen el pelo suave y largo, la piel delicada y caderas relativamente anchas (…) Se considera que los homosexuales son muy sensibles, se ofenden con facilidad, son irritables, desequilibrados, fáciles de influir, nerviosamente inestables y hasta neuróticos” (pag. 329). Y sobre las lesbianas: “Las lesbianas activas conquistan y defienden a veces a su amante contra las competidoras, desplegando una gran agresividad en esto. Entre las mujeres homosexuales pueden darse violentas escenas de celos” (pag. 330).

Homofobia castrista: lo que no se reconoce

Valentina Verbal

4 de enero de 2012

 

El 31 de agosto de 2010 la periodista Carmen Lira Saade, del diario La Jornada de México (vinculado al PRI), le preguntó a Fidel Castro: “Comandante, todo el encanto de la Revolución Cubana, el reconocimiento, la solidaridad de una buena parte de la intelectualidad universal, los grandes logros del pueblo frente al bloqueo, en fin, todo, todo se fue al caño por causa de la persecución a homosexuales en Cuba”. Y, debido a la demora en la respuesta, la periodista agregó: “Hace cinco décadas, y a causa de la homofobia, se marginó a los homosexuales en Cuba y a muchos se les envió a campos de trabajo militar-agrícola, acusándolos de ‘contrarrevolucionarios’”.

 

Fidel Castro, si bien reconoció que lo anterior se trató de una “injusticia” y de que él pudo haber tenido cierta responsabilidad personal —más por omisión que por acción, claro está—, justificó el tratamiento a los homosexuales bajo el contexto de la guerra fría, de la que Cuba era protagonista: “Comprendo, comprendo... Nosotros no lo supimos valorar... sabotajes sistemáticos, ataques armados, se sucedían todo el tiempo: teníamos tantos y tan terribles problemas, problemas de vida o muerte, ¿sabes?, que no le prestamos suficiente atención”.

 

Tanto en esta entrevista a Fidel, como en otras a funcionarios del régimen cubano, no se reconoce que haya existido una homofobia institucional, emanada de un sistema totalitario, conculcador de los más elementales derechos humanos: derecho a la vida, libertad de expresión, libertad de asociación, etc. La persecución histórica contra homosexuales ha sido vista, ora como obra de algunos funcionarios aislados, en cuyo caso el “error” habría consistido en “no poner atención” (postura de Fidel Castro, arriba indicada), ora como parte de un contexto cultural homofóbico, presente en todo el mundo occidental, del cual Cuba no habría podía sustraerse. Esta última es la postura que ha planteado Mariel Castro Espín, hija del actual Presidente Raúl Castro y Directora de CENESEX, Centro de Educación Sexual de Cuba, quien dirige —desde arriba y sin la existencia de un movimiento de la diversidad sexual organizado— las actuales políticas de la isla con relación a la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans).   



No es casualidad que, pese a una cierta apertura reciente del régimen cubano hacia la diversidad sexual, no se permitan marchas del orgullo de grupos opositores al gobierno o que, en todo caso, no cuenten con el sello oficial de “revolucionarios”. De hecho, el 25 de junio de 2008 se organizó una manifestación (no está claro si fue una marcha propiamente tal) que pedía una disculpa formal del gobierno por la represión radical de que la comunidad LGBT fue víctima por décadas. La misma Mariel Castro —considerada, hoy por hoy, como la “madre cubana” de homosexuales y transexuales en la isla— calificó esta manifestación como un “montaje infeliz”, financiado por el imperialismo estadounidense.

 

¿Qué debería reconocer el régimen cubano? ¿En qué consiste la disculpa formal que esos grupos “contrarrevolucionarios” LGBT pidieron en junio de 2008?

 

Ante todo, parece que Fidel Castro olvidó, en la entrevista de 2010 a Carmen Lira Saade del diario La Jornada, la otra realizada por el periodista norteamericano Lee Lockwood en 1969:

 

Lockwood: Aparentemente se ha llevado a cabo un esfuerzo organizado por los hombres de su gobierno para tratar con mano dura a los homosexuales, algunos de los cuales han tenido puestos de responsabilidad. Parece que concibieron un proyecto ingenuo para erradicar la homosexualidad.

 

Castro: […] Hemos considerado nuestro deber tomar una medidas mínimas con el fin de que los puestos en que una persona pueda tener una influencia directa sobre los niños o jóvenes, no estén en manos de los homosexuales, sobre todo en los centros educacionales”.

 

Este comentario no parece ser tan grave, considerando el contexto cultural de la época, además de tratarse de una opinión aún sostenida, en el presente, por líderes y autoridades de diverso tipo en el mundo, incluso en Chile. Recordemos que, en el marco de la discusión del proyecto de ley antidiscriminación, grupos conservadores de nuestro país se han opuesto a la inclusión del concepto de orientación sexual por relacionarse, según ellos (lo que es una falacia), con conductas sexuales aberrantes como la pedofilia o el incesto.  

 

Pero, en esta misma entrevista, Fidel Castro agregó el siguiente comentario: “[…] no podemos llegar a creer que un homosexual reúna las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza esta en contradicción con el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista”.

 

Pero, además de esto, ni Fidel ni Mariela Castro hacen mención explícita a los métodos de “reeducación” que, desde arriba e institucionalmente, llevó a cabo el régimen cubano en contra de la población LGBT. Un ícono institucional en esta línea fueron las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción): campos de trabajo forzado  a los que ciertos ciudadanos indeseables eran conducidos, sin que previamente haya mediado ninguna forma de procedimiento judicial. Entre las personas obligadas a prestar servicios al régimen y “adoctrinarse” se encontraban no sólo homosexuales o transexuales, sino muchas otras categorías de personas. Por ejemplo, jóvenes que gustaban del rock o que se vestías en forma algo colorida, además de católicos y Testigos de Jehová. Y, en general, todos los vecinos fichados como “contrarevolucionarios” por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), cuerpos parapoliciales existentes en cada cuadra de los barrios de Cuba, vigentes hasta el día de hoy.

 

Son muchos los testimonios de personas del mundo LGBT cubano que fueron a parar a las UMAP. Casi todos, como es de esperar, corresponden a ciudadanos exiliados. El libro de Allen Young, Los Gays bajo la Revolución Cubana (1984), reúne varios de estos testimonios. Algunas características comunes es que se trataba de jornadas laborales extenuantes (de 14 horas diarias), de que existía una atención médica muy precaria y de que la comida era excesivamente exigua. “No había ningún tipo de atención médica y teníamos que dormir tres en una cama, excepto los más fuertes, que lograban conseguir camas para ellos y sus novios”, dice Jaime, quien prestó su testimonio para el Washington Post en 1980. Y luego agrega: “La comida incluía tres vasos de agua al día, un desayuno que consistía en tres galletas saladas y un vaso de café con leche. El almuerzo era un huevo duro, harina de maíz y de vez en cuando lechuga. La cena, agrega, consistía en un caldo magro de hueso de vaca, pan y un huevo duro”.

 

Otro testigo, Guillermo, después de narrar la forma en que eran cicatrizados con bayonetas, señala: “Las palizas eran frecuentes. Nos golpeaban sin motivo alguno. Algunas veces estaban simplemente tratando de provocarte para poder sentenciarte a más tiempo”.

La persecución radical a homosexuales y transexuales en Cuba no fue producto de un cierto “descuido” del “Máximo Líder”, como Fidel Castro se hacía llamar. Documentos oficiales, como una Declaración del Congreso de Educación y Cultura de Cuba de 1971, dan cuenta de una política sistemática de represión en contra de la población LGBT: “Respecto a las desviaciones homosexuales se definió su carácter de patología social. Quedó claro el principio militante d rechazar y no admitir en forma alguna estas manifestaciones ni su propagación […]”.

 

Una cosa es la homofobia patologizante de la diversidad sexual, presente en países capitalistas, que proponía (o propone) “terapias curativas”; en todo caso, libremente consentidas por el “paciente”. Pero otra bien distinta es el encarcelamiento, la imposición de trabajos forzados y la exclusión del medio social de que homosexuales y transexuales han sido víctimas en diversos regímenes totalitarios por décadas, entre ellos el cubano.

 

Si bien resulta difícil esperar, por no decir imposible, que un dictador de la talla de Fidel Castro, o que el aparato público del régimen totalitario por él generado, reconozca o pida perdón por la persecución sistemática contra la población LGBT —y, en general, contra miles de cubanos que han cometido el “delito” de pensar distinto y que han soñado con una Cuba libre y democrática (promesa, por lo demás, original de los barbudos de 1959)—, podría esperarse, al menos, que el mundo exterior a la isla, especialmente de la izquierda, otrora embrujada con la Revolución Cubana, dejara de defender y/o justificar una dictadura brutal de más de cinco décadas.


 No se puede pedir democracia y respeto a los derechos humanos en una parte del mundo, y dejar de hacerlo en otra. La libertad y la dignidad humana —de la población LGBT y de cualquier ser humano— deben ser valores universales que no dependan de la vereda política de tal o cual grupo de personas. Este principio debe ser un rayado de cancha mínimo de la lucha por construir un mundo de igualdad de derechos y no discriminación para todos y todas, independiente de la identidad personal que libremente queramos construir y expresar en la sociedad. 

¿Por qué continúa la represión policial contra la comunidad LGTB?

 

Por ejemplo, Gloss Chile -red social Chilena LBGTQ (gays, lesbianas, transexuales y bisexuales)-, denuncia:

 

Los homosexuales cubanos encaran un creciente estado homofóbico con cifras record de desplazamientos, detenciones, multas, actas de advertencias y amenazas policiales para que los LGBT no retornen a los espacios públicos reconocidos como puntos de encuentros por instituciones gubernamentales de salud pública.

 

El creciente disparo en las calles de efectivos policiales armados y acompañados por perros pastores alemanes purasangre sin bozal, seguido de diarias recogidas tumultuarias en espacios públicos tras despliegues técnicos policiales de corte militar sobre la comunidad homosexual, genera más de 30 detenciones diarias por razones de orientación sexual solo en Ciudad de la Habana”, dijo Henri Solís Estévez, Coordinador General del Party Gay.

 

Libertad y quien fuere expulsado de su puesto de trabajo a finales del 2009 por organizar actividades culturales sobre la comunidad LGBT fura y dentro de la capital.

 

Esteves, de 27 años, quien señaló que la represión homofóbico policial toca cifras alarmantes en la isla, citó la redada policial ejecutada en la noche del pasado martes en el Capitolio, efectuada por la estación policial de Dragones con un saldo de 15 jóvenes multados y amenazados por fuerzas policiales dentro de la estación.

 

http://www.glosschile.cl/content/view/1796135/973-Continua-la-represion-policial-contra-los-homosexuales-en-Cuba.html

 

El 25 de mayo de 2011 se denunció: “Jovenes gays huyendo de las playas capitalinas por represion homofobica de la PNR”.

 

http://blogsdecuba.impela.net/2011/05/jovenes-gays-huyendo-de-las-playas-capitalinas-por-represion-homofobica-de-la-pnr/

 

Otra denuncia, esta del 16 de mayo de 2011: “Detenidos homosexuales cristianos por la PNR mientras repartian plegables.

 

http://blogsdecuba.impela.net/2011/05/detenidos-homosexuales-cristianos-por-la-pnr-mientras-repartian-plegables/

El hombre y la mujer en la intimidad

Desempolvando un testimonio

Roberto Madrigal

25 de octubre de 2011

 

En 1979, la Editorial Científico-Técnica se apresuró a imprimir El hombre y la mujer en la intimidad, un texto sobre relaciones sexuales escrito por el psicólogo entonces germano-oriental Siegfried Schnabl, quien había sido invitado a ofrecer una conferencia en la Universidad de La Habana ese mismo año.

 

Schnabl era un autoproclamado investigador sexual que, tras publicar en 1969 su manual sobre la intimidad sexual entre el hombre y la mujer, se había convertido en el Consejero Sexual y Matrimonial más exitoso de la ya desaparecida República Democrática Alemana y aunque sus investigaciones sobre sexualidad fueron oficialmente prohibidas en 1973 por el gobierno de su país, se le permitió continuar como jefe de esta especialidad en la universidad Karl Marx Stadt en Chemnitz.

 

Entre las dieciocho ediciones que se hicieron de su manual estaba la cubana. A decir verdad, el libro no era más que un compendio banalizado y procesado para el socialismo real de las teorías y prácticas elaboradas desde 1957 por el matrimonio americano del ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson, seguidores de Kinsey que sentaron cátedra en este campo por muchos años. Con la prisa de preparar la edición para la visita del distinguido alemán, los editores descubrieron un poco tarde, que había un capítulo que trataba sobre la homosexualidad de una manera que no encajaba en los principios que regían una psicología dominada por principios ideológicos.

 

Quizá confiados en que Schnabl hasta hacía poco consideraba la homosexualidad como una enfermedad, a pesar de que desde 1973 la American Psychological Association la había desclasificado como psicopatología, los encargados de organizar la gira no revisaron bien el libro y para su consternada sorpresa se dieron cuenta de que, en ese capítulo, Schnabl presentaba la teoría del baño andrógeno, en pañales entonces, como explicación del homosexualismo sin connotaciones éticas o ideológicas. Simplificando los argumentos, esta teoría establecía que todos los embriones son inicialmente femeninos y muchos son sometidos a un baño andrógeno que determina el desarrollo del sexo masculino. Con los estudios genéticos todavía muy lejos de lo que son ahora, diferentes mezclas y visiones de esta teoría se sostenían para calificar la homosexualidad como un fenómeno natural. Por supuesto, la teoría, que ha evolucionado con el tiempo y con el desarrollo de la genética, estaba muy incompleta y llena de baches, pero lo importante es que representaba un desafío insólito para la dirigencia de la facultad de psicología cubana, ya que implicaba un apoyo científico a la normalidad biológica de la homosexualidad en un momento en el cual la homofobia era razón de Estado.

 

No se hicieron esperar los parches. Originalmente, el libro iba a ser distribuido a toda la población, pero en sus afanes remendones, las autoridades pertinentes determinaron que se vendería sólo a psicólogos y psiquiatras previa presentación de su identificación como tales. Recuerdo el día que fui a comprar mi ejemplar, ya que no vendían más de uno por cliente, en una librería de la calle Zanja, muy cerca del barrio chino. Le dije a la dependienta lo que quería y ésta, tras mirar sigilosamente a ambos lados, me pidió la identificación que de inmediato produje. Sacó una libreta y anotó mis datos lenta y cuidadosamente. Tras guardar la libreta y devolverme mi carnet, sacó un cartucho y se agachó tras el mostrador. Con trabajo manipuló para extraer un libro que estaba enterrado bajo un montón de revistas (lo supuse por el sonido, ya que nada se veía) y luego lo puso dentro del cartucho. Se irguió y me lo entregó mirando de nuevo a todas partes y advirtiéndome: “No lo saques aquí”.

 

El dichoso capítulo se convirtió en el tema del momento entre los psicólogos. Las autoridades de la facultad prepararon un almuerzo con Schnabl para ajustarle y advertirle los límites de su conferencia. El temita había que tocarlo de pasada. Aunque la mayoría de nosotros estábamos más interesados en preguntar sobre el uso de la prostitución para tratar la impotencia y la esterilidad sexual en un sistema socialista, elemento que manejaban con frecuencia Masters y Johnson y que Schnabl tímidamente reflejaba en su libro, la dirigencia del partido y de la juventud comunista repartieron entre varios de sus miembros una lista oportuna de preguntas que coparían la sesión una vez que Schnabl terminara su alocución, propósito que lograron y que interfirió con las pocas preguntas espontáneas que algunos intentaron hacer. Sin embargo, Schnabl, queriendo hacerse el simpático para aligerar el ambiente y romper el hielo que reinaba en el local, empezó su conferencia diciendo: “Ayer durante el almuerzo que me ofrecieron, me pareció que me miraban como si yo hubiera llegado dirigiendo un batallón de homosexuales que invadían por Playa Girón”. Hubo un silencio ensordecedor en el anfiteatro.

 

En 1982, Néstor Almendros me contactó para preguntarme si me interesaba ofrecer este relato para que formara parte del documental sobre la represión a los homosexuales en Cuba que entonces filmaba y que luego sería Conducta Impropia (1984). Accedí y unos meses más tarde Néstor vino al festival de cine que organiza la Ohio University en la pequeña y pintoresca Athens, situada en el este rural del estado de Ohio, a unos doscientos kilómetros de mi casa. Me pidió que fuera por allá para filmarme y entrevistarme, pero cuando aquello yo era pobre e indocumentado y el vehículo que manejaba no hubiera llegado ni a mitad del camino. Hablamos de la posibilidad de que él llegara a Cincinnati o de que nos acercáramos a medio camino, pero sus obligaciones con el festival se lo impidieron y el testimonio cayó en el olvido.

 

Nota de Manuel Zayas: La única edición en español del libro El hombre y la mujer en la intimidad es la cubana, de cuya traducción se ocupó Francisco Díaz Solar. La sexóloga germano-oriental Monika Krause, que trabajaba en el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), se encargó de la revisión técnica. En la polémica sostenida en The Village Voice, a raíz del estreno del documental Conducta impropia, el cineasta Tomás Gutiérrez Alea mencionó la publicación de este libro en Cuba y citó pasajes en los que el Dr. Schnabl hablaba del porqué la homosexualidad no podía entenderse como perversión. Schnabl iba más lejos y decía que los homosexuales, como todos los ciudadanos, tenían el derecho a ser valorados y reconocidos por sus logros y comportamiento. Sin embargo, como señalaron Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal en una carta publicada en The Village Voice, este experto en sexología de la Alemania comunista no escondía sus prejuicios contra los homosexuales cuando los describía, ridiculizándolos. Ejemplos en las páginas 329, 331, 332, 334. Todos los textos de la polémica en The Village Voice se pueden leer aquí. En Alemania, la homosexualidad fue penalizada según el artículo 175, también conocido como párrafo 175. Existe un excelente documental, Párrafo 175 (2000), de Rob Epstein y Jeffrey Friedman, que testimonia el acoso y persecución de los homosexuales durante el Tercer Reich. Recomiendo vivamente también el documental La reina del condón (2007), de Silvana Ceschi y Reto Stamm, sobre la sexóloga Monika Krause.

Félix Luis Viera
Félix Luis Viera

El cinismo de Fidel Castro

Félix Luis Viera

 

2/9/2010

 

En una entrevista que concediera el dictador cubano a la periodista pro castrista mexicana Carmen Lira ―directora del diario de izquierda azteca La Jornada―, y quien más de una vez ha demostrado su servilismo y veneración por el viejo tirano (y tirano viejo), éste, a la vez que asume la responsabilidad por la persecución a los homosexuales en Cuba durante la década de 1960, se deslinda hábilmente de la responsabilidad dicha argumentando que “en esos momentos” no se podía “ocupar de esos asuntos”.

 

Uno de los sitios a los que fueron enviados los homosexuales fue a las UMAP (eufemísticamente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción, pero en realidad campos de trabajo forzado que existieron en Cuba desde 1965 hasta 1968). A raíz de las declaraciones de Castro a Lira ―publicadas por partes en La Jornada y, por cierto, con una redacción plagada de erratas y solecismos― no pocos medios han asociado a las UMAP sólo con los homosexuales. Debemos aclarar que de los 22.000 seres humanos que fueron llevados a aquellos campos de trabajo forzado, sólo un 20 por ciento eran homosexuales “detectados” por los órganos represivos. Lo demás de la “tropa” estaba compuesto por religiosos de distintas doctrinas ―testigos de Jehová, católicos, adventistas del séptimo día, evangelistas y otros―, así como por jóvenes (y no tan jóvenes) que no tenían trabajo fijo o que se apartaban de alguna manera de la concepción del Hombre Nuevo convocado por la revolución comunista.

 

Pero lo más contradictorio de lo expresado por el tirano a su fan mexicana son las causas y las fechas que aquél expone para eximirse a la vez que hace un mea culpa. La persecución más intensa contra los homosexuales comienza en 1964, dos años después de la Crisis de Octubre y de otros acontecimientos que argumenta el déspota antillano para darse por no enterado de la situación que sufrían éstos. Sin embargo, en un discurso que el orate nuclear pronunciara el 13 de marzo de 1963, afirma: “Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS DEL PÚBLICO); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ´elvispreslianas´, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre”. Feminoides, dice el sátrapa y el público ríe. Y ahí no se detiene: “¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! ´Árbol que creció torcido...´, ya el remedio no es tan fácil. No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no!”. Homofóbico el gran marrullero de Birán: los homosexuales, según su parecer, son “arboles torcidos”. Pero sigue:

 

 “Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia (RISAS DEL PÚBLICO), pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente”. De modo que para el gran obseso los homosexuales son un subproducto que, gracias a Dios, “no se daba en el campo”. Debe ser, quizás, tal vez, quién sabe, porque él nació en el campo. El público a quien iba dirigido aquel discurso, eufórico ante alusiones tan evidentes, en algún momento le confirman a grito al gran macho campesino: “¡Los flojos de pierna, Fidel!”, “¡los homosexuales!”. Y pide opinión a sus escuchas el garañón ilustre: “¿Y qué opinan ustedes, compañeros y compañeras? ¿Qué opina nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, optimista, que lucha por un porvenir, dispuesta a trabajar por ese porvenir y a morir por ese porvenir? ¿Qué opina de todas esas lacras?”. La respuesta del público no hay ni que decirla.

 

Bueno, con esto basta para tener una idea justa de quién sembró la animadversión en las “masas” contra los homosexuales. Y una idea justa de que el asesino recién resucitado miente en cuanto a las fechas en que estaba ocupado en “otras cosas”.

 

Ya sabemos que el guajiro de Birán pasará a la historia como el que, paradójicamente, destruyó al campo, la ciudad y la vida de tantas generaciones. La señora Carmen Lira, si acaso pasa a la historia, o al menos queda en la memoria de unos pocos, será como alguien que se plegó, suponemos que por intereses personales, a una de las peores crueldades que se haya dado en América Latina.

 

Félix Luis Viera es poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado, entre otros libros, las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005).

El discurso completo de Fidel Castro puede leerse en:

 http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363

 

Seres Extravagantes

Documental

del periodista y realizador cubano

Manuel Zayas

sobre la vida

del escritor cubano Reinaldo Arenas.

Seres Extravagantes

Parte I

Seres Extravagantes

Parte II

Seres Extravagantes

Parte III

Seres Extravagantes

Parte IV

La homofobia del castrismo

Manuel Castro Rodríguez

4 noviembre de 2009

 

Miguel de Marcos (1894-1954), escritor y periodista cubano, publicó en 1914 una colección de cuentos titulada Lujuria: Cuentos nefandos, que incluye ‘Sodoma in excelsis’, un cuento que trata abiertamente el tema gay.

 

En la década del veinte se publicaron en Madrid, España, El ángel de Sodoma (1926), de Alfonso Hernández Catá, y La vida manda (1929), de la cubana Ofelia Rodríguez Acosta. Son dos novelas de temática homosexual.

 

Aunque nació en Salamanca, España, de madre cubana, Alfonso Hernández Catá (1885-1940) [FOTO] siempre proclamó su cubanía. Fue representante diplomático de Cuba en diversos países hasta llegar a ser embajador. José María, el protagonista de El ángel de Sodoma, se suicida porque no quiere dejar de ser homosexual.

 

Ofelia Rodríguez Acosta (1902-1975) tenía a su cargo una sección en la revista Bohemia. Se le considera una feminista socialista. La vida manda contiene un texto de identidad lésbica y de homoerotismo que presenta una alternativa subversiva dentro de un texto predominantemente heterosexual. El único personaje mujer que es independiente y exitoso es Delia, una lesbiana en cuya casa se dan tertulias literarias a las que asiste lo más progresista de la intelectualidad habanera.

 

En abril de 1928 la periodista feminista Mariblanca Sabas Alomá publicó una serie de artículos en la revista Carteles sobre el lesbianismo -el ‘garzonismo’, como se le llamaba en Cuba en esa época-. En dichos artículos, Sabas Alomá emite un discurso homofóbico en que caracteriza al lesbianismo como una enfermedad social. La selección misma del tema refleja el gran impacto que sobre la sociedad cubana de entonces, tuvieron los discursos del amor libre, la liberación sexual de la mujer y la homosexualidad.

 

Sabas Alomá publicó una carta que recibió de la abogada Flora Díaz Parrado planteando que la lesbiana es “un tipo justo dentro de la incongruencia humana” y que su comportamiento es más aceptable que el de la mujer servil. “La garzona [. ..] tiene una revolución íntima, muy honda, en la entraña”.

 

Díaz Parrado también le recuerda a Sabas Alomá que las nociones populares son susceptibles al cambio y que tal y como la gente de su generación ahora se ríe irónicamente ante la percepción que tenían sus ancestros de los epilépticos y los enfermos mentales como desviados morales, así también podrá ser vista como ridícula algún día la visión negativa del lesbianismo que comparten sus contemporáneos.

 

Posteriormente, Sabas Alomá responde a los que censuran la novela La vida manda, de Ofelia Rodríguez Acosta, en su reseña del libro:

 

Juzgar el libro de Ofelia con las antiparras arcaicas (sic) y antipáticas de la moral al uso, es ridículo, risible y tonto. Quede para los ineptos y para los mediocres. El lector inteligente lo tomará en sus manos libre de prejuicios”.

 

Sabas Alomá caracteriza a La vida manda como “quizás [. ..] el único libro valiente que se ha escrito en Cuba de muchos años acá”. Mariblanca Sabas Alomá declara que “a Cuba le ha nacido su novelista”.

 

Cuba siempre marchó a la vanguardia. Gracias a las luchas realizadas por los movimientos obrero y feminista, el pueblo cubano alcanzó un nivel socioeconómico superior al existente en Portugal, España y la mayor parte de América Latina.

 

Sin tener en cuenta su orientación sexual, los extranjeros eran bien acogidos por la sociedad cubana de la primera mitad del siglo XX. El más famoso, Federico García Lorca, escribió a sus padres: “Esta isla es un paraíso. Cuba. Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”. En marzo de 1930, Lorca salió de Nueva York en tren con rumbo a Miami, donde se embarcó para La Habana. Dicen que llegar a La Habana por mar es una experiencia inolvidable; si hace clic en el siguiente enlace podrá ver del paisaje que disfrutó Lorca

http://www.youtube.com/watch?v=fEMYLkpYxX8&feature=fvsr

Cuba sufría la tiranía machadista. Lorca fue invitado por la Institución Hispanocubana de Cultura, que presidía Fernando Ortiz; impartió cinco conferencias en el Teatro Principal de la Comedia. La visita de Lorca estaba programada para unos pocos días, pero se extendió a más de tres meses, del 7 de marzo al 12 de junio de 1930. Trabajó en su drama homoerótico El público. Paseó por las calles de La Habana con el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón; juntos visitaron el famoso Teatro Alhambra, donde se representaban espectáculos satíricos: escenario “vivo, esperpento de la sensualidad habanera saturada de alegría y de humor, de indignación popular”. Conoció a los hermanos Loynaz -Dulce María, Flor, Enrique y Carlos Manuel-, en su “casa encantada” del barrio de El Vedado.

 

Yo dejo muchas veces a todos y me voy solo por La Habana hablando con la gente y viendo la vida de la ciudad”, dice Lorca en la única carta conocida que escribió a sus padres desde Cuba.

 

Cuando dejó Cuba, Lorca le dijo a sus amigos: “he pasado aquí los mejores días de mi vida”, una opinión ratificada por su madre en una carta en la que dice que Lorca “habla con tanto entusiasmo de Cuba que pienso que la ama mas que a su propia tierra”.

 

En 1937 se publicó en Cuba la novela Hombres sin mujer, del cubano Carlos Montenegro.

 

En la primera mitad del siglo XX Cuba produjo una cantidad significativa de músicos, escritores, pintores, poetas y otros artistas cuya orientación sexual difería de la heterosexualidad, compatriotas que recibieron el respeto y el amor de nuestro pueblo, de los cuales nos sentimos muy orgullosos. Entre los más reconocidos internacionalmente tenemos a Ernesto Lecuona (1895-1963), Ignacio Villa, ‘Bola de Nieve’ (1911-1971), Virgilio Piñera (1912-1979), José Lezama Lima (1912-1976), René Portocarrero (1912-1985) y Luis Carbonell (1923- ).

Ernesto Lecuona

Ignacio Villa ‘Bola de Nieve’

Luis Carbonell

José Lezama Lima

Virgilio Piñera

En 1936, Juan Ramón Jiménez incluyó un poema de Virgilio Piñera en la Antología de la poesía cubana. En Cuba se le estimaba principalmente como dramaturgo, autor de piezas de estética absurda como La boda, Dos viejos pánicos o Falsa alarma -escrita dos años antes de que Ionesco estrenara La cantante calva, en 1950. Veinticinco años después, en 1961, al publicarse su Teatro completo, Virgilio Piñera no pudo incluir Los siervos, escrita en 1955, porque confrontaba ‘problemas ideológicos’.

 

En 1966, Lezama Lima logró publicar Paradiso. En 1969 Virgilio Piñera logró publicar su libro de poesía La vida entera. Después, ambos fueron condenados al ostracismo hasta que murieron.

 

Fidel Castro dijo el 13 de marzo de 1963:

 

Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.

 

Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones.

 

Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia (RISAS), pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente.

 

Estoy seguro de que independientemente de cualquier teoría y de las investigaciones de la medicina, entiendo que hay mucho de ambiente, mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema.Pero todos son parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el ‘pitusa’ (RISAS)”.

 

http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363e.html

 

Dos años después, en 1965, Fidel Castro le dijo al periodista norteamericano Lee Lockwood en una entrevista publicada como el libro Cuba de Castro, Fidel de Cuba:

 

nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”.

 

Sin embargo, en 1992, Fidel Castro expresa en el libro Un grano de maíz:

 

no sufro de este tipo de fobia contra los homosexuales. Realmente, en mi mente, esto nunca ha estado eso y jamás he sido partidario, ni he promovido, ni he apoyado políticas contra los homosexuales”.

 

Mariela Castro Espín es la directora del Centro de Educación Sexual (CENESEX). En una entrevista que le hicieron este año, le preguntaron sobre la UMAP: “¿Habla de los campos de trabajo a donde los enviaban?”. Mariela respondió: “No eran campos, eran unidades militares de apoyo a la producción que se habían creado como una modalidad de servicio militar para facilitar que los hijos de obreros y campesinos salieran con una calificación que les permitiera un acceso a un trabajo mejor remunerado”.

 

Sin embargo, en 1984, Monika Krause, una de las sexólogas pioneras de Cuba, en una entrevista con la revista Gay Community News, de Boston, reconoció:

 

Consideramos que [UMAP] fue una cosa realmente triste en la historia de Cuba (…) Fue una expresión de ignorancia de una inexplicable aversión a la homosexualidad. Creemos que ha sido una obligación de nuestro sistema cambiar esas actitudes que llegaron a crear las UMAP. Porque en una sociedad socialista no puede haber discriminación”.

 

En 1971, el I Congreso Nacional de Educación y Cultura declaró:

 

El carácter sociopatológico de las desviaciones homosexuales ha sido reconocido. Se resolvió que todas las manifestaciones de desviación homosexuales serán firmemente rechazadas y se evitará su propagación”.

 

Entre mediados de la década del sesenta y mediados de la década del setenta es el periodo más homofóbico de la sociedad cubana. Aunque antes existieron prejuicios homofóbicos, fue la primera vez que esos prejuicios se institucionalizaron, se convirtieron en política del Estado cubano.

 

Cuando a Mariela Castro le preguntaron: “¿Hay asociaciones de homosexuales, lesbianas o travestis en Cuba?”. Mariela respondió: “No hay asociaciones de este tipo, existe el CENESEX”.

 

El CENESEX es una institución del Estado, no es una agrupación de lesbianas, gay, bisexuales y trans. El CENESEX representa al poder político.

 

¿Cómo se van a integrar los homosexuales a la sociedad cubana, si después de cincuenta años todavía no se les permite tener sus asociaciones?

 

Es necesario que el poder político permita que la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y trans) pueda agruparse libremente, sea reconocida legalmente y pueda cuantificar la discriminación sexual. Al tener información cuantitativa, podrá fundamentar científicamente sus reivindicaciones contra la discriminación sexual, promoviendo la implementación de políticas integrales contra la discriminación, incluyendo nuevas leyes.

 

En diversos países consideran como delito a la homofobia y transfobia; existen leyes que impiden en forma específica la discriminación laboral hacia las minorías sexuales. ¿Por qué en Cuba no existen leyes similares?

 

Todavía no se ha conocido de un solo militar, dirigente del Partido o del Estado cubano que haya dicho que tiene una orientación diferente a la heterosexualidad, como sí ha ocurrido en otros países. Por ejemplo, Bertrand Delanoë fue el primer político francés en declarar su homosexualidad, en una entrevista televisada en 1999; dos años después fue elegido alcalde de París, Francia, y en 2008 fue reelegido por mayoría absoluta. En 2000, el español José María Sánchez Silva, teniente coronel del Ejército, declaró públicamente su homosexualidad.

 

Es falso que en el MINFAR, MININT, PCC y Consejo de Estado no existan personas que tienen una orientación diferente a la heterosexualidad. Pero mientras la máxima instancia del poder político no pida perdón por los desmanes cometidos, y se comprometa públicamente con que no se tomarán represalias contra los militares y dirigentes del PCC y del Gobierno que no son heterosexuales, la sociedad cubana no podrá dar los pasos iniciales para comenzar a eliminar la doble moral que tanto daño le hace.

 

En Cuba no se les permite ejercer plenamente su derecho a tener una orientación sexual diferente, continúa la tiranía de los heterosexuales.

 

Si realmente queremos que la sociedad cubana se guíe por los principios de justicia social y “con todos y para el bien de todos”, los heterosexuales debemos unirnos a la comunidad LGBT para defender el derecho inalienable de cada persona a decidir su preferencia sexual; debemos exigir que se legalicen las organizaciones que agrupan a individuos cuya orientación sexual difiere de la heterosexualidad.

 

La comunidad LGBT sólo quiere respeto y libertad para expresarse. ¡Apoyémosla!

 «Mariconerías» de Estado:

Mariela Castro, los homosexuales y la política cubana

Frances Negrón-Muntaner*

Agosto de 2009

 

Cuando, el 17 de mayo de 2008, comenzaron a aparecer las primeras noticias acerca de la celebración del Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba, no tardé en recibir docenas de correos electrónicos con el mismo mensaje: «¡Mira! –decían– Cuba progresa, ya no es la misma». Y, de hecho, ver una foto de la mismísima hija del presidente Raúl Castro, Mariela Castro Espín, sonriente de la mano de dos homosexuales durante la celebración era, sin duda, espectacular. No menos impresionante fue que, producto de las gestiones de Castro Espín como directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el Ministerio de Salud Pública aprobara una resolución para financiar las operaciones de transexuales. Resulta además notable que, en un futuro cercano, se aprueben reformas legislativas para autorizar las uniones civiles gays y para posibilitar la adopción de niños por parte de homosexuales. Pero, dada la historia de homofobia estatal en Cuba y la ausencia de un movimiento de minorías sexuales que exija estos derechos, habría que preguntarse: ¿de qué se trata este amor del Estado cubano por los homosexuales, que ahora sí, después de tantos años, se atreve a decir su nombre? ¿Significa que, en materia de poder popular, finalmente tout va bien en Cuba?

 

Quisiera plantear en este ensayo que en Cuba ciertamente ocurre algo importante, pero que no es lo que aparenta. A diferencia de quienes sostienen que la obra de Castro Espín representa un simple proyecto de participación democrática, el paso de la homofobia a la homofilia –o de la crisis del Mariel a la sonrisa de Mariela– parece estar más bien vinculado a un ambicioso proceso de «transformismo» a través del cual el Estado concede derechos a sectores políticamente maltratados pero simbólicamente cargados, con el objetivo de sobrevivir a la actual crisis de legitimidad del régimen1. Las mujeres y las minorías sexuales, que han sido respectivamente marginadas y perseguidas, son ahora reconocidas con particular entusiasmo por el Estado, como parte de una estrategia para darle una nueva cara al cuerpo político nacional. Y de paso, tantear la posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, pueda ocurrir una nueva revolución castrista, que podría cambiarlo todo para dejarlo casi todo igual: el ascenso de una mujer, Mariela Castro Espín, a la Presidencia de Cuba.

 

La cosa homosexual cubana

 

Para entender la lógica de esta movida (o de qué se trata exactamente esta súbita «mariconería» de Estado), hay que no solo recordar, sino dar cuenta de lo que podríamos llamar «la cosa homosexual cubana». Desde los inicios de la Revolución, en 1959, el Estado cubano demostró una fuerte animosidad hacia la población homosexual masculina. Esta hostilidad irrumpió aparatosamente en las redadas masivas lanzadas en 1961 en algunos vecindarios de La Habana con el objetivo de detener a «pederastas, prostitutas y chulos»2, y culminó en 1965 con la organización de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que funcionaron como campos de trabajo forzado. En estos lugares, las autoridades internaron a aquellos considerados «indeseables» o «antisociales», incluidos católicos militantes, testigos de Jehová y homosexuales, quienes eran tildados de rebeldes, peligrosos o ineptos desde el punto de vista militar. El propósito principal era transformar a los integrantes de estos grupos en miembros productivos de la sociedad, en línea con la ideología revolucionaria y con las necesidades laborales del Estado.

 

Este experimento de ingeniería social, sin embargo, tuvo una corta duración. A consecuencia de las protestas internacionales y las disidencias internas, ya en 1967 el Estado cerró los campos de trabajo forzado y asumió un proceso gradual de rectificación que se manifestó de diferentes formas.

 

En el ámbito legal, durante las décadas de 1970 y 1980 el Código Penal fue modificado de modo que no se consideró más a los homosexuales como «figuras delictivas», y además se eliminó la temible «Ley de Ostentación Homosexual»3. Hacia fines de los 80 y principios de los 90, también se experimentó un cambio de ambiente en la esfera cultural. Entre los signos más evidentes de esta nueva orientación están la premiación, en 1989, del poema «Vestido de novia», de Norge Espinosa, la publicación de escritores antes marginados, como Virgilio Piñera, y el estreno, en 1993, de la película Fresa y chocolate, producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que se convirtió en un éxito nacional e internacional4.

 

Simultáneamente, a pesar de que las persecuciones más drásticas contra los homosexuales fueron disminuyendo, el Estado mantuvo aún el poder para definir, excluir, purgar, humillar, detener y marginar a los homosexuales y lesbianas no conformistas, a través de la aplicación de leyes basadas en la figura de «estado peligroso», definida como «la especial proclividad en que se halla una persona para cometer delitos, demostrada por la conducta que observa en contradicción con las normas de la moral socialista»5. Con distinta intensidad a lo largo de las últimas décadas, este poder se utilizó no solo para controlar la formación de una esfera política homosexual, sino también para limitar el empleo de ciertas personas en escuelas, universidades e instituciones culturales.

 

La versión oficial, tanto del régimen como de sus aliados fuera de Cuba, es que el acoso estatal a los homosexuales fue un error de la Revolución, asediada ella misma por el espectro de una invasión estadounidense. Ciertamente, esto tuvo algo que ver. Pero la imposición de políticas heteronormativas (o de la norma heterosexual) fue, menos que un error, un eficaz dispositivo de Estado para consolidar el poder en al menos dos sentidos: por un lado, la homofobia oficial permitió transformar a una población socialmente indeseada en una fuerza laboral gratuita cuando era necesario para fines económicos. Por otro, la estigmatización homosexual permitió perseguir selectivamente a personas no gratas por razones varias, desde la disidencia política hasta rencillas de índole puramente personal.

 

Mucho se ha debatido sobre el origen de estas políticas. Desde el punto de vista ideológico, el machismo, el catolicismo y el estalinismo constituyen corrientes fundamentales para entender las posiciones del Estado en relación con las minorías sexuales. También fue importante la identificación de los homosexuales con el turismo estadounidense que vivió su auge en Cuba en los años anteriores a la Revolución. El hecho de que muchos turistas norteamericanos vieran a La Habana como un parque de recreo sexual hizo que un buen número de líderes cubanos percibieran a los homosexuales mismos como la encarnación de lo afeminado, los excesos y la corrupción de la «Cuba burguesa»6. La asociación entre los cubanos gays, el afeminamiento y Estados Unidos produjo además el argumento de que los homosexuales eran incapaces de resistir la agresión estadounidense y, por lo tanto, que eran escollos en el proceso de crear al «hombre nuevo» del Che Guevara. En más de un sentido, la excesiva atención dirigida a los hombres homosexuales fue el producto de una economía simbólica, nacional y transnacional, en la que el Estado cubano intentó suprimir la visibilidad homosexual en aras de promover lo que el activista Allen Young llamó «una imagen agresiva de la masculinidad (cubana) para poder combatir el imperialismo eficazmente»7.

 

En términos políticos inmediatos, la creciente militarización de la Revolución, la aspiración a eliminar la disidencia política y la necesidad de proveer un chivo expiatorio para canalizar las frustraciones populares fueron contextos igualmente relevantes8. Pero un análisis histórico más amplio revela que, lejos de comenzar en 1959, los discursos antihomosexuales tienen raíces más profundas en Cuba. Si bien las primeras décadas de la Revolución fueron la época en que se cocinó el incomible ajiaco de la homofobia como política oficial, el pensamiento antihomosexual se remonta en la isla al surgimiento de la idea de lo nacional. Desde al menos finales del siglo XVIII, un buen número de intelectuales influyentes han concebido a la nación cubana en términos masculinos y guerreros; la historia cubana misma no es sino un largo recuento de «guerras, revoluciones y batallas»9 en el cual, según ha escrito el historiador Abel Sierra Madero, «ni mujeres ni ‘invertidos’ tienen cabida (…) porque sus actitudes apocadas van en detrimento del Estado»10. De esta forma, el pensamiento nacional dominante siempre ha sexuado al país como masculino, y ha inventado un otro, homosexual y afeminado (interno y externo), al que hay que combatir para mantener la integridad de Cuba.

 

Esta larga trayectoria histórica explica en gran medida por qué la homosexualidad emerge como un eje fundamental para la producción y reproducción de sujetos nacionales conforme a las necesidades del Estado. La atención a lo sexual, añade Sierra Madero, es un recurso de gran eficacia debido a que permite «elaborar modelos de comportamiento (…) que se desean para el país, que regulen los procesos de reproducción y movilidad social, que garanticen a largo plazo la estabilidad de los grupos y la ideología dominante»11. Si en el pasado el machismo funcionaba como un dispositivo de unidad nacional para la lucha, hoy, en cambio, este dispositivo se ha debilitado debido a la pérdida de sentido de las consignas morales masculinistas (¡seamos como el Che!), en el contexto de una economía que feminiza a los ciudadanos en su vulnerabilidad y de la necesidad urgente de revitalizar un cuerpo político viejo, cuyo ideal masculino nunca logró eliminar sus zonas de abyección femeninas. O en palabras del crítico cultural José Quiroga: «Si la sociedad no ha podido acabar con las locas, lo que resta entonces es incorporarlas»12.

 

La incorporación de las minorías sexuales a un discurso de lo nacional tiene además un valor estratégico considerable en el ámbito internacional y sirve de índice para apreciar hasta qué punto Cuba –a pesar de la persistencia de políticas que dificultan el movimiento de personas, mercancías y prácticas– se encuentra integrada al orden global. A diferencia de lo que ocurría en las décadas de 1970 y 1980, cuando los homosexuales contaban con movimientos todavía muy débiles y constituían un grupo que no generaba grandes simpatías en el orden internacional, en la actualidad sus derechos, sobre todo las uniones civiles, son un litmus test de civilización contra barbarie, tanto en Europa como en América. Por otra parte, en la medida en que la persecución homosexual aún representa el episodio de violaciones a los derechos humanos más oscuro de la historia de la nación, la forma más efectiva de liberarse de ese estigma es demostrar que el Estado –o, mejor dicho, la Revolución– no solo ha rectificado su error, sino que además hoy procura su bienestar y su igualdad ciudadana. El hecho de que EEUU sea uno de los países occidentales más resistente a institucionalizar los derechos gays convierte la homofilia estatal cubana en un nuevo y necesario punto de diferenciación internacional.

 

Es decir, a través de este proceso de reconocimiento a los homosexuales, se reajusta la forma en que la nación cubana imagina su cuerpo político y maneja sus miembros-ciudadanos, y el país se incorpora de paso a la lista de los Estados más «liberales» del mundo13. Si durante el periodo heroico de la Revolución el cuerpo físico de Fidel –erecto, impenetrable y vestido de verde oliva– sintonizaba con el cuerpo político cubano, militarizado y listo para la guerra contra el imperialismo yanqui, en este momento, otras son las exigencias. La estabilidad y el futuro del Estado cubano, desmejorado y en ruinas, hoy parecen requerir de un cuerpo diferente, más bien dialogante y dulzón, cómodo con las máscaras: un cuerpo de mujer.

 

Cambio de sexo

 

En más de un sentido, parece una ironía que sea Mariela Castro Espín la figura más visible de esta autoproclamada «revolución sexual»14. Por un lado, su padre y su tío fueron los responsables de las políticas represivas contra los homosexuales y travestis. Por otro lado, desde el inicio de la Revolución han existido rumores sobre la bisexualidad de Raúl Castro, entre cuyos apodos populares se incluyen «El Maricón» y «La China», por su presunta inclinación homosexual, su supuesto afeminamiento y su alegado deleite en hablar de «sexo y mariconerías»15. La premisa de la homo- o bisexualidad de Raúl aparece incluso con frecuencia en discursos contraestatales en Cuba.

 

Un ejemplo reciente es la canción underground del grupo punk rock Porno para Ricardo, titulada «El General», en la que se describe a Raúl como un «tiranosaurio, alcoholicus, bisexualicus».

 

Pero, justamente por todo esto, Castro Espín tal vez sea la única persona capaz de realizar esta complicada operación al cuerpo político cubano sin que se desangre el paciente. Aunque suele hablarse de la posibilidad de que el vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage, o el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, se conviertan en los sucesores de Raúl, lo cierto es que Castro Espín posee retazos biográficos de gran atractivo a la hora de configurar una figura política efectiva. En primer lugar, además de ser hija de Raúl, es hija de Vilma Espín, quien por casi cinco décadas dirigió la Federación de Mujeres Cubanas y a cuyo liderazgo se le atribuye la integración de las mujeres al trabajo «productivo y revolucionario»16. Aun más importante, y valga la tautología, Mariela es mujer (y, hasta donde se sabe, no es bisexual ni lesbiana), identidad que le facilita proyectar una relación distinta entre género y nación. La importancia de lo femenino en hacer de Castro Espín una figura políticamente deseada no se puede desestimar. Como escribieron varios periodistas del diario español El Mundo al definir lo esencial de su perfil político, «Mariela es Castro, pero sobre todo es mujer»17.

 

Castro Espín también tiene credenciales para hablar de sexo: es sexóloga y desde 2000 dirige el Cenesex, una institución estatal cuyo objetivo es coordinar «la educación de la sexualidad en Cuba» y promover «la capacitación de los líderes comunitarios locales»18. En sus funciones como directora del Cenesex, Castro Espín ha impulsado una serie de iniciativas que incluyen campañas preventivas contra el sida, entrenamientos laborales para travestis y transexuales y la promoción de la tolerancia en torno de la diversidad sexual.

 

Además de sus antecedentes burocráticos, Castro Espín ha escrito más de una docena de artículos sobre sexualidad y es autora de nueve libros, incluido ¿Qué nos pasa en la pubertad?, reimpreso en Cuba este año19.

 

Su género y sus credenciales no eran, sin embargo, divisas suficientemente valiosas para convertirla en una figura de alcance. Las condiciones de posibilidad comenzaron a crearse luego de que se agravara la enfermedad de Fidel Castro en 2006. Esta situación produjo la hasta entonces impensable decisión de delegar varios de sus cargos –incluidas la Presidencia del Consejo de Estado y la jefatura militar– en su hermano Raúl, de 77 años, quien desde 1959 había fungido como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, entre otras posiciones. Igualmente importante fue el hecho de que Raúl Castro, al no contar con una amplia simpatía popular, se constituyera de inmediato en un presidente reformista al estilo chino. A pesar de que mantuvo la línea dura con los disidentes, también abrió espacios de discusión popular e impulsó reformas económicas que eliminaron algunas de las restricciones más humillantes y represivas, como la prohibición de ingresar en los hoteles o comprar teléfonos celulares.

 

En este contexto, Castro Espín aparece como una figura política capaz de encarnar la idea de cambio propuesta por su padre. Para lograr esta identificación en la esfera pública, Castro Espín comenzó a adquirir gran visibilidad a través de una serie de eventos legislativos y mediáticos de apoyo a lo que el Cenesex llama la «diversidad sexual». El más importante fue la ya mencionada celebración del Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba, en el que, por primera vez en la historia posrevolucionaria, las instituciones estatales patrocinaron un encuentro de homosexuales que incluyó paneles de discusión, obras de teatro, exhibición de películas y lecturas literarias en La Habana y en varias provincias.

 

Las actividades realizadas en la capital fueron particularmente significativas para el presente político de Castro Espín. Además de contar con mayores recursos y la participación de cientos de homosexuales, importantes funcionarios como el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, asistieron a algunos de los eventos. Castro Espín también logró que la Unión de Jóvenes Comunistas, una organización que históricamente había demostrado un fuerte antagonismo hacia los homosexuales, financiara un show de transformistas en el cine-teatro Astral, lugar que, según observaron varios comentaristas, es «usualmente reservado para asuntos concernientes a la Batalla de Ideas»20.

 

La selección del Astral no fue, sin embargo, una casualidad. En la ocupación temporaria del local por los travestis, lo que estaba sobre el tapete era el futuro político nacional, cosa que se hizo evidente tanto en los detalles como en los testimonios de los asistentes. Los transformistas, por ejemplo, bailaron, cantaron y representaron «notables estampas de la cubanidad», a la sombra de una «enorme y preciosa bandera cubana» que cubría casi todo el escenario21. Además, los intelectuales y periodistas presentes no escatimaron palabras para dejar claro que la noche no se trató de derechos homosexuales como tales, sino de grabar «una página histórica de la nación cubana» y una «victoria (…) de la nación cubana»22. No debe sorprender entonces que el espectáculo desbordara el escenario; según el crítico de cine Rufo Caballero, los travestis «entre lágrimas, le agradecían, con flores y con abrazos» a Castro Espín, merecedora de los elogios no solo por su labor social sino por ser la transformista que ofreció la mejor performance de la noche.

 

Desde casi todos los ángulos, el evento fue un éxito rotundo. No solo logró que muchos homosexuales, travestis y transexuales sintieran que al fin tenían cabida en la nación, sino que, para un grupo significativo de observadores, la hija de Raúl pasó a encarnar las aspiraciones de sectores previamente marginados por el Estado, incluidos intelectuales, periodistas y artistas. (El show era, después de todo, para ellos.) Rufo Caballero, por ejemplo, escribió casi inmediatamente que el Cenesex es la «institución que encabeza las fuerzas democráticas de una Cuba abierta al cambio; institución sabedora de que Revolución quiere decir que la gente viva, sin odiosas exclusiones, sin pretericiones, sin prohibiciones, sin silencios»23. El escritor Leonardo Padura, por otro lado, vio la jornada como una «profunda mutación en la mentalidad colectiva» que llevará a los cubanos a «un abanico de opciones individuales mucho más libre y satisfactorio»24.

 

Fuera de Cuba, la recepción por parte de estos mismos grupos no fue muy distinta. Incluso antes de estos eventos, diferentes artículos y entrevistas aparecidos en publicaciones latinoamericanas y españolas proveyeron una amplia plataforma para que Castro Espín promoviera sus ideas acerca del futuro de Cuba. En estos espacios, Castro Espín afirmó repetidamente que «la sociedad cubana está preparada para un proceso de transformaciones necesarias (…) con y sin Fidel»25 y describió las iniciativas de su padre con un gran optimismo político, recurriendo a expresiones como «cambio», «participación democrática fortalecida» y «un renacimiento en todos los sentidos»26. De forma similar a muchos sectores dentro de Cuba, la gran mayoría de los periodistas extranjeros quedaron encantados con el estilo de Castro Espín, a quien recompensaron con un sinnúmero de adjetivos halagadores: «mujer carismática», «líder natural» y –quizás el más significativo– «la cara jovial de la Revolución».

 

Hello, deja el show

 

Sin duda, Castro Espín ofrece una cara más gentil. Lograr la extensión de derechos constitucionales a las minorías sexuales representa una conquista que no debe ser simplemente ignorada o minimizada, aun si están comprometidas con el Estado. (Después de todo, como nos recuerda Michel Foucault, el Estado no es siempre represivo, también nos ofrece discursos, placeres y reconocimientos.27

 

La posibilidad de redefinir lo político para que incluya no solo batallas y guerras, grandes hombres (heterosexuales) y hazañas de campaña tampoco es poca cosa. Ni tampoco podemos subestimar el impacto producido por la diseminación de discursos críticos de la heteronormatividad, en los círculos oficiales y en la calle, según evidencian los numerosos bloggers procedentes de todas partes del mundo que pretenden insultar a Castro Espín llamándola (¿qué más?) «tortillera sucia».

 

Pero, sin caer en maniqueísmos y valorando las transformaciones, es necesario examinar de cerca los contenidos de estos nuevos discursos de tolerancia e inclusión, no solo porque, como escribiera José Quiroga, el Estado cubano no es un «Estado cualquiera» cuando de homosexualidad se trata, sino también por la posibilidad de que en un futuro no muy lejano Castro Espín asuma el «papel de su vida» como presidenta o figura clave del transformismo cubano28.

 

A grandes rasgos, la labor de Castro Espín ha sido entendida como una defensa radical de los homosexuales y travestis contra el prejuicio. Una lectura más cuidadosa, sin embargo, apunta a que este discurso prohomosexual está marcado por lo que podríamos llamar un fuerte «maternalismo». En sus intervenciones en los medios de prensa y televisión, Castro Espín imagina las necesidades de los travestis en términos muy similares a las de los niños y adolescentes. El asunto no es, por ejemplo, que los travestis socialicen libremente y determinen cómo quieren ser (o no) representados políticamente.

 

Más bien –según señala Castro Espín en un video de Cenesex titulado Sexualidad, un derecho a la vida–, a los travestis hay que «atenderlos», «escucharlos» y, sobre todo, «comprenderlos». Además, hay que asegurarse de que los homosexuales en general no se «organicen», porque, según afirma, esto «podría conducir a un episodio de autosegregación, de aislamiento, y no de mayor vinculación social y naturalización de su condición sexual al interior de la sociedad»29. Resulta también irónico que –consistente con los discursos estatales que justificaron las políticas represivas de los 60– la aspiración máxima del Cenesex sea transformar a los travestis en miembros «productivos» y «útiles» de la sociedad. En palabras de Mayra Rodríguez Lauzurique, coordinadora del proyecto «Hombres que tienen sexo con hombres» del Cenesex, el grupo de los travestis cercanos a la institución «ha encontrado espacio de productividad al servicio de la sociedad. Porque se están formando como promotoras de salud sexual para colaborar con sus compañeros»30.

 

Dadas las limitaciones políticas de este discurso, no debe sorprender que los homosexuales pronto lo pusieran a prueba. Tal vez envalentonados por el mismo trabajo de Castro Espín, el 25 de junio de 2008, un poco más de un mes después de la celebración del Día Mundial, varios grupos homosexuales independientes intentaron organizar una marcha del orgullo gay, con la colaboración de Unity Coalition, un grupo LGTB del sur de la Florida. Aunque no queda del todo claro si este esfuerzo fue una performance o un intento organizativo de tipo más tradicional, de acuerdo con varios artículos que aparecieron en el Miami Herald, el Sun Sentinel y El País, los activistas buscaban una disculpa formal del gobierno por la represión del pasado y el cese del trato cruel a los prisioneros con sida31. La manifestación, no obstante, fue cancelada luego de que fueran detenidos nueve de los organizadores más importantes, incluidos Ignacio Estrada Cerero, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos para las Personas con VIH-sida, y Aliomar Janjaque, presidente de la Fundación LGBT Reinaldo Arenas In Memoriam, organización cuyo nombre homenajea al escritor homosexual disidente más conocido de la historia posrevolucionaria32.

 

La respuesta de Castro fue la decidida aprobación a las acciones del Estado. En una carta abierta al doctor Pierre Assalian, un prominente sexólogo canadiense que había enviado un mensaje en el que les preguntaba a varios destinatarios cubanos «¿¿No entiendo, pensé que Cuba estaba tan abierta??????»33, Castro Espín calificó la marcha como «un montaje infeliz» de grupos anticastristas financiados por EEUU, y negó que el gobierno hubiera hecho arrestos34. En la carta, dedicó asimismo un párrafo a su propio trabajo que, según dijo, genera «mucha simpatía en el mundo», antes de terminar con una amenaza velada:

 

«Asumo que la WAS [World Association for Sexual Health] no es una organización política y que tiene la responsabilidad profesional de no hacerles el juego a las campañas mediáticas, que la desacreditan como organización científica mundial»35.

 

Esta postura no era, sin embargo, nueva. Aun antes de este incidente, Castro Espín había rechazado la idea de una marcha del orgullo gay en Cuba con el argumento de que no era «pertinente» para el país, ya que lo importante es «la comprensión de la necesidad de ser más humanos»36. En ese sentido, y parafraseando a Fidel Castro en sus famosas «Palabras a los intelectuales» de 1961, la consigna de Castro Espín en relación con la autogestión homosexual bien podría ser: «dentro de mi revolución sexual, todo; contra mi revolución sexual, nada».

 

El proyecto político impulsado por Castro Espín parece ser entonces uno de normalización y no de un cambio en la forma en la cual los cubanos expresan sus diferencias, reivindican sus deseos o expanden su participación democrática.

 

Esto se evidencia incluso en el eslogan elegido para el Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba, «La diversidad es la norma», que ha sido objeto de reflexión por parte de varios bloggers independientes. En uno de los escritos más agudos sobre este debate, «Diversidad por norma o normado de la diversidad», un (o una) blogger del sitio pAladeOinDeleite pregunta: «¿hacia dónde se inclina la balanza… hacia la diversidad o hacia la norma?»37. En un segundo texto, titulado «Salir del armario», Yoani Sánchez, responsable del famoso blog Generación Y, destaca además la ironía de promover la tolerancia sexual y no la política, y de poder cambiar de sexo pero no de presidente a través del voto. En palabras de Sánchez:

 

No entiendo muy bien (…) cómo se puede estar a la avanzada en el tema de los matrimonios entre homosexuales y no permitir (…) que nos «casemos» con otra tendencia política o doctrina social. Todos los miles de cubanos encerrados en sus armarios de doble moral, reprimiéndose sus verdaderas opiniones (…) están esperando a que una Mariela Castro diga públicamente: «A estos también hay que aceptarlos y tolerarlos en su diferencia».38

 

Es igualmente significativo que la tendencia normalizadora del proyecto de Castro Espín no se evidencie tan solo en su maternalismo y en su deseo de control.

 

Ya sea por convicción o cálculo, en repetidas ocasiones Castro Espín tiende a minimizar el terrible impacto de las políticas homofóbicas del Estado en la vida de los cubanos. En una entrevista concedida en Italia, por ejemplo, afirmó que «en Cuba hay una homofobia blanda, no agresiva (…) es verdad que hubo un periodo difícil en los años 60 y 70, pero entonces existía un rechazo a la homosexualidad en todo el mundo»39.

 

Para Castro Espín, el homosexual es una víctima de prejuicios sociales por parte de individuos particulares, pero nunca del Estado propiamente. «Esto está diseñado para la participación», afirmó en una entrevista con la agencia EFE, «pero el problema es que no todos los dirigentes saben encaminar los procesos participativos, y es una lástima»40. Por último, Castro Espín tiende a reafirmar las estructuras patriarcalesde la familia tradicional cuando asegura que todas sus acciones cuentan con la aprobación de su padre, quien la apoya en todo, y quien le ha aconsejado que «haga las cosas como mamá: con cuidado, con respeto, con delicadeza. Sin rupturas. Así lo he hecho»41.

 

Este estilo de feminización recuerda a otros contextos en el Caribe. Por ejemplo, durante las últimas décadas, el Ejército dominicano, una de las instituciones más conservadoras de ese país, ha promovido el ingreso de mujeres en sus filas. Como en Cuba, la presencia femenina es resultado de un proceso de modernización que, en términos generales, no altera la función esencial del Ejército ni su rol represivo en momentos de crisis. En palabras de Lilian Bobea, «el ingreso de mujeres es una respuesta a la necesidad de ganar legitimidad por parte de las Fuerzas Armadas. En República Dominicana, como en otros países de la región, los militares deben fortalecer su imagen tras una historia de gobiernos autoritarios»42. La incorporación de mujeres al Ejército o al Estado tiende a tener el efecto de «restablecer la legitimidad» de instituciones o Estados en crisis sin por ello promover necesariamente la democratización de sus estructuras43.

 

La presidenta Castro

 

De forma femenina y familiar, Castro Espín propone entonces un «salto a la modernidad» para un Estado que busca asegurar su reproducción aunque para ello se vea obligado a mutar de piel44. A pesar del riesgo, los más optimistas creen que solo una persona con el pedigrí de Castro Espín podrá transferir algo de lo que ha hecho por los homosexuales al resto de los cubanos.

 

En su blog, en un post titulado precisamente «La futura presidenta», el periodista disidente Luis Cino, quien ha sufrido la persecución estatal, sugiere:

 

«Tal vez Mariela logre (…) suavizar la convivencia, cambiar las relaciones de poder social y la manera de ejercerlo. Algo es algo. Valdría la pena intentarlo. Incluso para la elite gobernante. Atrapados en su laberinto de viejas consignas y fórmulas ineficaces, ¿tendrán de cara al futuro algún candidato que aventaje a Mariela?»45.

 

Mientras que algunos en Cuba se entusiasman con la idea de un nuevo cuerpo político con cara de mujer, no hay duda de que, fuera de la isla, la prensa internacional, parafraseando al merenguero Juan Luis Guerra, ya se «enamoró de ella» y está dispuesta a cooperar. De hecho, la candidatura de Castro Espín también tuvo un lanzamiento internacional desde el periódico argentino Clarín, cuando la periodista Hinde Pomeraniec le preguntó: «¿El pueblo cubano está listo para ser gobernado por una mujer?» y Mariela respondió, directa y sin ambages, «Sí, están preparados»46.

 

Queda, sin embargo, la duda de si la llamada «hada madrina de los travestis», que según sus amigos simpatizó con la perestroika de Mijaíl Gorbachev y es ella misma un espíritu libre, casada tres veces (dos de ellas con hombres extranjeros), sea más «mujer» que «Castro». Al final de este viaje, sobrevive además la interrogante de si el verdadero hombre nuevo del Che va a ser una mujer. De una u otra forma, habría que tener en cuenta que en el Caribe una mariconería es tanto una característica propia de los homosexuales como una necedad que fastidia, o un gesto inesperado que desequilibra.

 

Notas del artículo

 

1. Para una discusión sobre el concepto de «transformismo» en Antonio Gramsci, v. Giuseppe Prestipino: «Teoría marxista: Dialéctica en Gramsci» en Herramienta. Revista de Debate y Crítica Marxista, http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=308.

 

2. Emilio Bejel: Gay Cuban Nation, The University of Chicago Press, Chicago, 2001, p. 97.

 

3. Abel Sierra Madero: «Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación cubana», 2006, pp. 149-150, mimeo.

 

4. José Quiroga: «Cuba: la desaparición de la homosexualidad», ponencia inédita, 2007, pp. 3-4.

 

5. Citado en A. Sierra Madero: ob. cit., p. 150.

 

6. Para más detalles, v. F. Negrón-Muntaner y Yolanda Martínez-San Miguel: «En el centenario de ‘Para Ana Veldford’ de Lourdes Casal» en Debate Feminista, 2006, pp. 166-197.

 

7. Allen Young: Gays Under the Cuban Revolution, Grey Fox Press, Oregon, 1981, p. 211.

 

8. Para más detalles, v. José Quiroga: Tropics of Desire: Interventions from Queer Latino America, New York University Press, NuevaYork-Londres, 2000, pp. 128-130.

 

9. A. Sierra Madero: ob. cit., p. 4.

 

10. Ibíd., p. 12.

 

11. Ibíd., p. 4.

 

12. J. Quiroga: ob. cit., p. 1.

 

13. «Castro Illness May Raise Cuba's Gay Hope» en PinkNews.co.uk, 2/8/2006, http:// www.pinknews.co.uk/news/articles/2005-2116.html.

 

14. Ángel Tomás González: «La hija del general y su revolución sexual» en El Mundo, 17/6/2007, http://www.elmundo.es/papel/2007/06/17/mundo/2140444.html.

 

15. «¿El presidente de Cuba Raúl Castro es bisexual?», http://www.sitiosargentina.com.ar/notas/2008/febrero/raul-castro-homosexual.htm.

 

16. «Diversidad por norma o normado de la diversidad» en pAladeOinDeleite, 18/5/2008, http://paladeoindeleite.blogspot.com/2008/05/el-primer-17-de-mayo-celebrado.html.

 

17. Consuelo Font, Virginia Casado y Ángel Tomás González: «La otra crónica» en El Mundo, 24/6/2007, http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/609/1182636015.html.

 

18. «Proyecto de capacitación y educación sexual en áreas del PDHL/Cuba», Cenesex, http://www.undp.org.cu/pdhl/nac09.pdf.

 

19. M. Castro Espín: ¿Qué nos pasa en la pubertad?, Pueblo y Educación, La Habana, 2008.

 

20. Rufo Caballero: «Revolución quiere decir que la gente viva» en la página web de Cenesex, 17/5/2008, http://www.cenesex.sld.cu/webs/diversidad/articulo_rufo.htm.

 

21. Ibíd.

 

22. Ibíd.

 

23. Ibíd.

 

24. L. Padura: «La diversidad posible» en La República, 28/5/2008, http://www.larepublica.com.uy/mundo/312814-la-diversidad-posible.

 

25. EFE: «Mariela Castro: Cuba está preparada para transformaciones con y sin Fidel», 8/3/2008, http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/mariela_castro_cuba_fidel_1758740.htm.

 

26. Alesandra Coppola: «Mariela Castro Espín, la cara jovial del socialismo» en Kaos en la red, 4/1/2008, http://www.kubakoetxea.com/cuba-ahora/entrevista-con-mariela-castro.pdf.

 

27. Michel Foucault: Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1927-1977, ed. Colin Gordon, Pantheon, Nueva York, 1980.

 

28. J. Quiroga: ob. cit., p. 9.

 

29. Eduardo Jiménez García: «La sociedad cubana ante la homosexualidad. Más relajados. No más tolerantes», entrevista con Mariela Castro en Alma Mater, 23/5/2003, http://www.almamater.cu/sitio%20nuevo/sitio%20viejo/webalmamater/reportaje/2003/entrevista.htm.

 

30. En Lizette Vila: Sexualidad, un derecho a la vida, video, 2005.

 

31. Ver Ray Sánchez: «Cuba’s Gay Pride Parade Cancelled» en Sun Sentinel, 25/6/2008, http://www.sun-sentinel.com/news/local/cuba/sfl-0625,0,7044420.story y Yoani Sánchez: «Precario equilibro» en El País, 18/7/2008, http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/PRECARIO/EQUILIBRIO/elpepirdv/20080718elpepirdv_4/Tes.

 

32. Steve Rothaus: «Cuban Security Agents Detain Gay Activists, Cancel Parade» en The Miami Herald, 26/6/2008, http://www.miamiherald.com/581/story/583987.html y Ray Sánchez: «Cuba’s Gay Pride Parade Cancelled», cit.

 

33. «Mariela Castro califica de ‘montaje infeliz’ una marcha gay convocada por grupos independientes» en Cubaencuentro, 7/8/2008, http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/cuba-en-la-prensa/mariela-castro-califica-de-montaje-infeliz-una-marcha-gay-convocada-por-grupos-independientes-96102.

 

34. Ibíd.

 

35. «Cuba y la diversidad sexual: algunos comentarios y aclaraciones», 3/7/2008, en http://lapolillacubana.wordpress.com/2008/07/03/cuba-y-la-diversidad-sexual-algunos-comentarios-yaclaraciones/.

 

36. «Cuba mantiene en ‘secreto’ inicio cirugías de cambio sexo», Radio La Primerísima, 16/5/2008, http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/alba/29673.

 

37. «Diversidad por norma o normado de la diversidad», cit.

 

38. Yoani Sánchez: «Salir del armario» en Generación Y, 12/12/2007, http://desdecuba.com/generaciony/?p=54.

39. A. Coppola: ob. cit.

 

40. EFE: «Mariela Castro: Cuba está preparada para transformaciones con y sin Fidel», cit.

 

41. A. Coppola: ob. cit.

 

42. Lilian Bobea: «Mujeres en uniforme: la feminización de las Fuerzas Armadas. Un estudio del caso dominicano» en Nueva Sociedad No 213, 1-2/2008, pp. 73-74, disponible en http://www.nuso. org/upload/articulos/3494_1.pdf.

 

43. Ibíd.

 

44. C. Font, V. Casado y A. Tomás González: ob. cit.

 

45. Luis Cino: «La futura presidenta» en Baracutey cubano, 26/6/2008, http://baracuteycubano.blogspot.com/2008/06/la-futura-presidenta.

 

46. Hinde Pomeraniec: «Mariela Castro: ‘Claro que imagino a una mujer gobernando a Cuba» en Clarín, 4/11/2007, http://www.clarin.com.


* La autora es cineasta, escritora y profesora en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Entre sus libros se incluyen Boricua Pop: Puerto Ricans and the Latinization of American Culture (New York University Press, Nueva York, 2004, Premio Choice), None of the Above: Puerto Ricans in the Global Era (Palgrave Macmillan, Nueva York, 2006) y Sovereign Acts (South End Press, Cambridge, Massachusetts, 2008). En 2009, fue nombrada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) experta global en asuntos del Caribe y Latinoamérica.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.