¿Hasta dónde llegará

el cinismo de The New York Times

en su campaña de cabildeo

a favor de la dictadura cubana?

Why The New York Times is leading the campaign for United States to unilaterally and unconditionally normalize relations and invest billions in Cuba’s Castro?

“The New York Times” y los médicos cubanos

Alejandro Armengol

18 de noviembre de 2014

 

En su último editorial The New York Times recurre a una fuente que no menciona: las “Reflexiones” de Fidel Castro

 

Si una clase profesional ha sido hostigada en Cuba a partir de 1959 es la de los médicos. Estos han tenido que sufrir las órdenes y hasta los caprichos de un poder que siempre los ha considerado uno de sus recursos más valiosos.

 

Hasta en la conversación más simple sobre el tema sale a relucir el hecho de que el estudio de la carrera de Medicina en la Isla es gratuita, mientras en Estados Unidos cuesta miles y miles de dólares. Pero el régimen nunca necesitó de ese pretexto para retener a los facultativos. En la primera y segunda década tras la llegada de Fidel Castro al poder los médicos que solicitaban la salida del país eran “castigados”, rebajados de categoría, enviados a lugares remotos e impedidos de partir durante años, con independencia de dónde y cómo habían obtenido sus títulos, que por supuesto por aquel entonces no eran resultado de los “logros de la revolución”.

 

A estos “castigos” se agregó luego otro aún peor: el retener a los familiares —en particular los hijos pequeños— de los médicos cubanos que “desertaban” en el exterior, luego de ser enviados a ejercer su profesión en otros países. De hecho, el lenguaje establecido en estos casos por el gobierno cubano —y adoptado incluso en cierta medida por las agencias de prensa internacionales— establecía una connotación militar, guerrera a la labor: “misión”, “contingente”, “desertores”. Todo ello tenía el objetivo de enfatizar el carácter bélico con que siempre Fidel Castro concibió esos planes: una filosofía de guerra por otros medios, pacíficos e incluso humanitarios, que no por ello dejaba de fundamentar un expansionismo político e ideológico. Cuando las circunstancias impusieron el repliegue ideológico, pero no político, los fines se transformaron en diplomáticos y económicos.

 

Es por ello que la emigración de los médicos cubanos ha sido por décadas un tema recurrente en el conflicto entre Washington y La Habana. Por una parte el gobierno cubano niega o demora por años la salida de los facultativos, así como retiene a sus familiares si éstos desertan en terceros países. Por la otra, durante la administración de George W. Bush se decidió otorgar un parole a cualquier médico que se encuentra en una misión gubernamental en un tercer país y tome la decisión de desertar, así como el dar visado a los familiares del profesional.

 

Ambas actitudes han mantenido un carácter marcadamente político, que ha contribuido al aumento de las tensiones entre amos países. En este aspecto estaría la razón de ser del último editorial del diario The New York Times, que critica las alegadas facilidades que ofrece EEUU a los profesionales de la salud cubanos para que abandonen la Isla y pidió el fin de esa política “incoherente”.

 

El editorial, al igual que los anteriores publicado en inglés y español, forma parte de una serie que desde hace semanas el influyente diario de dedica a las relaciones entre Washington y La Habana.

 

Uno puede estar o no de acuerdo con el juego político que ha provocado estas situaciones y argumentar sobre las decisiones tomadas tantos por ambos Estados como por los médicos protagonistas de tantas historias. Lo que resulta muy difícil es admitir es que alguien se coloque de parte de los verdugos. Y eso es precisamente lo que ha hecho el diario estadounidense.

 

No estamos en la Edad Media, el gobierno cubano tiene un concepto feudal en muchas de sus decisiones, tanto en su concepción del tiempo como en los recursos a que echa mano en muchas de sus disputas. Utilizar a niños como rehenes es inadmisible. La Habana lo ha hecho y continúa haciendo. Y pese a los cambios migratorios puestos en práctica, aún el régimen se otorga el derecho de decidir quien sale y quien se queda en Cuba. Es más, considera dicho derecho una potestad indiscutible.

 

Puede especularse sobre las razones de The New York Times para publicar esta serie editorial, se puede incluso compartir algunos criterios de otros anteriores, pero en esta ocasión el periódico ha producido una pieza no solo absolutamente parcializada sino incluso torpe y pedestre, que al tiempo que amplía el tipo de tergiversación que ya había mostrado al escribir sobre el caso de Alan Gross, contrasta precisamente con otro editorial del mismo diario también de la semana pasada, en que criticaba la censura en China a la Internet y las limitaciones de los corresponsales extranjeros en el país asiático. Incluso, y con razón, reafirma su posición de seguir informando la verdad sobre China, aunque el precio que tuviera que pagar por ello es que el gobierno de Pekín no le diera visa a sus periodistas. Entonces, ahora, y en las misma sección, una muestra vulgar de un doble rasero.

 

Porque lo cuestionable no es solo el punto de vista de The New York Times, sino principalmente la forma de sustentación.

 

El periódico parte del elogio por la contribución de médicos cubanos que atienden a pacientes con ébola en África —en realidad la mayoría de ellos aún no están laborando con enfermos, pero vamos a considerar secundaria esa falta de actualización que no debería ocurrir en una publicación de tal categoría— para criticar el supuesto “robo de cerebros”.

 

De acuerdo al diario “los médicos que trabajan en África occidental hoy podrían fácilmente abandonar sus obligaciones, tomar un taxi a la embajada estadounidense más cercana y solicitar estatus migratorio, mediante un programa que ha permitido miles de deserciones. De ser aprobados, pueden ingresar a Estados Unidos en cuestión de semanas, a pocos años de convertirse en ciudadanos estadounidenses”.

 

Bueno, esta visión idílica de la fuga no solo resulta absurda por tratarse de un país africano, sino porque el diario pasa por alto que en cualquier lugar del mundo estos trabajadores de salud son vigilados estrechamente, se les retiene el pasaporte y trabajan, se han educado y por regla general vivido siempre bajo un ambiente de miedo, sospecha y traición que resulta difícil de entender por cualquier norteamericano, incluso si es aficionado a las películas de espionaje de la época de la guerra fría.

 

Aunque más importante aún es señalar lo torcido que resulta partir de la actual lucha contra el ébola, o invocar la labor en el terremoto de Haití, como punto de referencia para el análisis de las deserciones de los médicos. Porque las cifras que más adelante ofrece el periódico no guardan relación con esos cientos de profesionales sino con miles que trabajaban en Venezuela y ahora en Brasil. No tienen que ver con una ayuda humanitaria que por otra parte no es gratuita: la paga la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cuenta con la participación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), tan criticada por Cuba, y por el propio Times en otro editorial. Son datos que reflejan, en particular, lo que viene ocurriendo en Venezuela, donde a un grado de explotación extrema de los médicos se une una situación de inseguridad creciente. Pero de esto no habla el periódico.

 

The New York Times tampoco hace referencia a dos fuentes en que se fundamentó para cifras, ahora actualizadas, y argumentos.

 

En 2011 el Wall Street Journal publicó que cerca de mil seiscientos profesionales médicos y técnicos de salud cubanos se habían exiliado en Estados Unidos a partir de 2006.

 

De acuerdo al Journal, 800 profesionales utilizaron a Venezuela como el primer país de enlace; luego Colombia con 300. De igual modo, 135 huyeron por Bolivia, Brasil, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Guyana, Namibia y Perú, con destino a EEUU. Para concretar las deserciones, un total de 1.574 visas fueron emitidas desde consulados estadounidenses en 65 países.

 

El Times prescinde de este desglose de cifras porque echaría por tierra su argumento: “Es incongruente que Estados Unidos valore las contribuciones de los médicos cubanos enviados por el gobierno para asistir en crisis mundiales, como aquella del terremoto en Haití en 2010, mientras procura desestabilizar al estado facilitando las deserciones”.

 

No se trata de trabajadores humanitarios que abandonan su ejemplar labor tentados por “cantos de sirenas del imperialismo” —como aún no se atreve a decir el Times, pero está cerca— sino de simples profesionales que huyen de la explotación en busca de un mejor futuro.

 

Si para 2011 el gobierno cubano tenía 37.041 médicos y trabajadores de la salud en 77 países, según elJournal, eso significaba que alrededor del 4,3 por ciento de ese personal médico había desertado.

 

Entra entonces la segunda fuente del Times, que además de cifras aporta argumentos. En una “reflexión”, Fidel Castro dijo que Estados Unidos robó a Cuba el 5,16 por ciento de los profesionales graduados durante la revolución.

 

“Entre 1959 y 2004 se graduaron en Cuba 805.903 profesionales, incluyendo médicos. La injusta política de Estados Unidos contra nuestro país nos ha privado del 5,16 por ciento de los profesionales graduados por la revolución”, escribió Fidel Castro en una Reflexión del 17 de julio de 2007, titulada El robo de cerebros. Esto significa que unos 156,182 profesionales abandonaron Cuba.

 

Podría pensarse que el régimen de La Habana ha establecido mecanismos de control más estrictos, que dificultan la salida de los facultativos, pero en general el plan de las misiones médicas cubanas adolece de los mismos problemas de corrupción que otros modelos cubanos de cooperación o búsqueda de divisas.

 

Al final todo parece estar más cerca de otra versión de Casablanca: sobornos, la libertad puesta a precio, e irregularidades propias de un ambiente de guerra fría.

 

No se trata, sin embargo, de una disputa que se resuelve moviendo tanques y aviones, con declaraciones más o menos amenazadoras o mediante pactos estratégicos. Es un drama humano, algo que también omite el Times.

 

Queda entonces el elemento que podría darle la justificación mayor al diarios estadounidense: los cambios introducidos por el gobierno cubano en la política migratoria.

 

Sin embargo, aquí también el Times omite de su análisis aspectos fundamentales.

 

Hay un rasgo que se repite en las medidas formuladas por el gobierno de Raúl Castro, y es excluir a los profesionales de los cambios que, según La Habana, buscan “actualizar” el modelo cubano.

 

Para quienes mandan en la Isla, los graduados universitarios quedan fuera de los supuestos beneficios que trae trabajar por cuenta propia o emigrar temporalmente fuera del país.

 

La primera consecuencia es de índole personal. Quienes se esfuerzan por obtener un título se enfrentan a un presente muy limitado y un futuro más incierto aún. O se limitan a un trabajo mediocre, donde siempre está presente el peligro del despido por los ajustes laborales, dilatados pero no extinguidos, o se dedican a empleos más lucrativos aunque alejados de su perfil de estudios. La educación, una de las conquistas más cacareadas de la revolución, ha pasado de ser un logro a una rémora.

 

Mientras la ley de migración modificada amplía plazos, suprime la duplicación de permisos (el nuevo “permiso de salida” se concreta en el pasaporte actualizado) y permite el regreso de los inmigrantes obedientes al régimen, en el caso de los profesionales es incluso más represiva que en años anteriores.

 

No solo en el caso de los médicos. Por décadas el régimen no ha permitido o le ha puesto trabas y demoras a la salida de otros graduados universitarios, pero como todo lo que ocurre en Cuba, se han sucedido los períodos de un cierre mayor con otros de relajamiento, de acuerdo a multitud de factores que iban de la arena internacional al plano doméstico. De ahora en adelante no. La modificación de la ley deja establecido el parámetro a seguir.

 

De acuerdo a uno de los cambios establecidos en la ley, cualquier graduado de la enseñanza superior que participe en una investigación que se considere “vital” para el desarrollo de la nación queda excluido del otorgamiento del pasaporte y con ello de la posibilidad legal de salida. Lo que ocurre es que bajo una categoría tan amplia, y teniendo en cuenta los temores, la corrupción y la envidia imperante en la Isla, cualquier jefe de, por ejemplo, el Ministerio de Cultura en un municipio, puede impedir que un licenciado en letras se vaya porque ha participado en un censo de los versificadores, y el dato es de “vital importancia”, ya que refleja el desarrollo cultural de la zona.

 

Como siempre, al formular la ley el Gobierno echó mano al socorrido argumento del “robo de cerebros”. Solo que este llamado “robo de cerebros” no es más que un argumento tercermundista para ocultar la impericia de los gobernantes. En los hospitales de EEUU hay médicos de India y Pakistán; en la universidades de este país, por ejemplo, aquí, en la Universidad de Miami, se encuentran ingenieros de alto nivel procedentes de los países árabes; en Madrid resulta fácil encontrarse con un facultativo que sueñe o busque ejercer en Londres.

 

Todos estos casos reflejan un fenómeno intensificado con la globalización: las personas buscan vivir en donde se sienten mejor, se les reconoce más por su labor y son mejor recompensadas. Nada más natural, y no por ello los gobiernos tienen que establecer barreras que impidan la partida sino contribuir a crear mejores condiciones de vida en los lugares de origen.

 

En el caso de los profesionales cubanos, el gobierno da cada día nuevas muestras de que le interesan poco en la mayoría de los casos, cuando no puede explotarlos como fuerza de trabajo que alquila o exporta de acuerdo a conveniencias políticas. Lo demás es mantener en aumento un ejército de braceros encargados del suministro de remesas.

 

En estos momentos el gobierno de La Habana mantiene una flexibilidad no vista con anterioridad sobre la posibilidad de abandonar la Isla, pero se trata de un fenómeno circunstancial —no importa que llegue a extenderse por décadas— y no un cambio de principios. Siempre tiene a su disposición el invocar que un profesional realiza una labor “vital” para el país o catalogar el caso como “robo de cerebros”. Siempre puede convertir en una pesadilla algo tan rutinario y burocrático como la emisión de un pasaporte.

 

Es posible que ese ingeniero que sale de Cuba termine colocando antenas de televisión en Miami, o que ese médico que abandona una misión internacionalista nunca vuelva a ejercer, y sea simplemente un enfermero en esta ciudad. Pero es un destino propio, elegido sin que el Estado lo mueva como un peón de un barrio marginal de Caracas a un campamento en Haití, con independencia del beneficio que estos cuidados sanitarios puedan brindar a muchos. Tanto la supuesta bondad del régimen, como el beneficio económico que obtiene brindando servicios médicos en el exterior, se deben a la burda explotación de sus graduados universitarios, que en última instancia poco tienen que agradecer al Gobierno.

 

Resulta vergonzoso que el Times se coloque al lado del poder y niegue los derechos del individuos. Se supone que, más que la labor, el deber de los periódicos es todo lo contrario.

 

Vea también:

Continúan las deserciones de médicos cubanos en Venezuela.

The New York Times desprecia a los cubanos

Miriam Celaya

18 de noviembre de 2014

 

Seis editoriales, uno por semana, a favor del régimen. El último contra la deserción de médicos que escapan de la explotación

 

La publicación de seis editoriales en igual número de semanas, por parte del diario New York Times (NYT), con tópicos afines al tema de las controversiales relaciones Estados Unidos-Cuba, no deja lugar a dudas sobre las intenciones de mantener una permanente campaña política que se ha estado centrando en dos puntos principales: la eliminación del Embargo y la normalización de las relaciones entre ambos gobiernos (dizque “países”).

 

Lo que no queda claro es el dédalo de intereses que se mueven detrás de tanto y tan desproporcionado esfuerzo en tratar como novedad algo que se ha prolongado por más de medio siglo, en especial porque Cuba no significa nada a los efectos económicos y políticos a nivel global –salvo por su triste papel de satélite de intereses de potencias extranjeras durante aquella Guerra Fría, que creíamos superada y hoy parece estar nuevamente tocando las puertas–, y difícilmente podría clasificar como prioridad noticiosa frente a acontecimientos potencialmente tan volátiles como la crisis de Ucrania, la epidemia del èbola en África, el fuerte descenso del precio del petróleo, la reciente reunión del G-20, el refuerzo de la presencia militar de Estados Unidos en Irak para enfrentar al Estado Islámico, y otros que resultan decisivos en los destinos comunes de numerosas naciones del mundo.

 

Esta vez le ha tocado la refriega del NYT a las políticas migratorias “que facilitan la entrada de personal médico cubano a EE.UU”, a las que el influyente diario acusa de incitar a la deserción de los galenos de la Isla “mientras cumplen misiones en el exterior”, y para ello se apoya en cifras que ilustran el creciente número de médicos cubanos que se han acogido a la oportunidad de ingresar legalmente a EE.UU: desde 11 galenos en 2006 hasta 1278 en lo que va del año 2014.

 

Para el NYT, esta política migratoria “excesiva” de las autoridades de su país constituye un atentado a “la principal herramienta diplomática de la Isla” (nótese que evalúa correctamente a los especialistas cubanos como “herramientas” del régimen), aunque reconoce la queja de “algunos médicos que han desertado” acerca de la coerción a que han sido sometidos por parte del gobierno cubano para incorporarse a dichas misiones y que éste se apropia de “la mayor parte del dinero que generan sus servicios (en el extranjero)”.

 

Sin embargo, el poderoso diario no alcanza a esconder su desprecio implícito por aquellos a los que obviamente considera seres inferiores, cuando apunta que “La Habana podría pagarle a su personal en el exterior de manera más generosa si las brigadas médicas van a seguir representando una importante fuente de ingresos”.

 

Es decir que –siguiendo la propuesta del NYT– los profesionales cubanos de la salud que cumplen misiones en difíciles condiciones en países extranjeros no deben aspirar a la remuneración adecuada o al cobro total de sus emolumentos, muchísimo menos a escapar de ese humillante sistema de explotación, sino que deberían mantenerse sujetos a un gesto de “generosidad” del (hacendado) Gobierno que los sub-contrata en condiciones de semi-esclavitud, en caso de que decida pagarle algunos dólares más.

 

A ese mismo tenor, NYT señala que “El sistema migratorio estadounidense debe darles prioridad a los refugiados y a las personas perseguidas más vulnerables del mundo. Pero no debe utilizarse para agravar la fuga de cerebros de una nación adversaria, (…)”. Los profesionales cubanos, pues, no son lo suficientemente vulnerables para el exquisito criterio de los editorialistas del excelso periódico, pero –y esto es toda una concesión tratándose de jueces tan elitistas– al menos nuestros galenos les clasifican como “cerebros”. Del lobo, un pelo.

 

En todo caso, y en vistas de que este periódico parece tener la intención de seguir cometiendo crímenes de lesa tinta a costillas de las miserias cubanas, les sugeriría ser un poco más sutiles… Al menos deberían disimular un poco su menosprecio hacia la inteligencia de los indios insulares que creen ver en nosotros, y a los que –dependiendo de tan buenas intenciones– en breve ya no nos quedará ni tan siquiera levita con la cual cubrir tanto desamparo.

 

RELACIONADO: The New York Times contra dar refugio a médicos cubanos 


So uninformed is The New York Times about Cuba?

Manuel Castro Rodríguez

Oct. 23, 2014

Editor, I remind you that on July 28, 2014, the U.N. Security Council imposed sanctions on Ocean Maritime Management Company, Ltd., the operator of the North Korean ship known as the Chong Chon Gang that was interdicted by Panama on July 10, 2013, with illicit arms shipment from Cuba, that violate the U.N. ban on the trading of arms with North Korea.

 

Shortly after the ship’s interception, General Kim Kyok Sik, the army chief who had met Raúl Castro in August, was dismissed. “North Korea announced on December 13, 2013, that it had executed the uncle of its leader Kim Jong”. In its unprecedented character assassination of Mr. Jang before his summary execution, North Korea said, among other things, that he “stretched his tentacles” into areas where he should not have been interfering. Whether the arms deal with Castro’s Cuba was an example of that may never be known.

 

In March 2014, the U.N.’s Panel of Experts published its official report on North Korea's illegal trafficking of weapons, in conjunction with the Castro’s regime. This muggling of weapons could endanger the lives of the habitants of the cities of Colon and Panama.

 

I invite you to read Cuba missile crisis: When nuclear war seemed inevitable.

 

According to Foreign Policy, Castro’s Cuba leads diplomatic offensive to protect North Korea’s dictator.

 

Cuba Archive has documented 166 deaths and disappearances from 7/31/2006 to 12/15/2013, that is, since Raul Castro assumed power inherited from his brother.

 

Why The New York Times not call on the Castro’s regime to authorize an international investigation of the deaths of Juan Wilfredo Soto and Laura Pollán? Editor, reflect on:

 

1- Opposition activist Juan Wilfredo Soto died in May 2011 after complaining of a severe police beating.

 

2- Laura Pollán, the former head of the Ladies in White, who died of a suspicious ailment on October 14, 2011.

 

Two prisoners of conscience who were adopted by Amnesty International died amid lengthy hunger strikes in the last four years: Orlando Zapata Tamayo died on February 23, 2010 and Wilman Villar Mendoza died in January 2012.


The human rights of the Cuban people are being massively, flagrantly and repeatedly violated by the Castro brothers’ regime since more than half century ago.

 

Editor, Cuba’s Castro is the only dictatorship in the Western Hemisphere. Besides, the Castro brothers continue to support terrorism. The Castro’s regime should not be rewarded for denying freedom to its people.

 

I invite you to read So uninformed is The New York Times about Cuba?

 

Can you answer my questions please?

 

Thanking you in advance for your attention,

 

Manuel Castro Rodríguez

¿Por qué el diario The New York Times encabeza la costosa campaña de los lobbies anti-embargo al servicio de poderosos intereses económicos?

 

Ayer, 22 de octubre, le remití otro correo al editor del periódico, donde le expreso:

 

Este correo se lo envié al diario The New York Times el 12 de octubre, hace diez días. No lo publicaron, aunque sí lo hicieron con un correo que días después le envió Miriam Leiva, en el que mi compatriota apoya los planteamientos de ustedes.

 

The New York Times le dedicó  otro editorial a Cuba, esta vez para alabar la decisión del régimen castrista de enviar médicos a zonas afectadas por el virus del ébola, además de volver a pedir una “normalización de relaciones”, alegando que sería beneficioso. Ante todo, The New York Times no puede pretender desconocer el peligro que representa actualmente la diplomacia médica de la dictadura cubana, la cual podría provocar una crisis de salud en la región de imprevisibles consecuencias.

 

Además, The New York Times se ha olvidado que Sonia Garro, un miembro de las Damas de Blanco, está encarcelada desde el 18 de marzo de 2012, o sea, desde hace dos años y medio, sin que le hayan celebrado juicio ni presentado cargos. Para muestra con un botón basta, pero desgraciadamente en el caso de Cuba existen muchos botones que The New York Times pretende desconocer. Por ejemplo, el preso político Ángel Yunier Remón, ‘El Critico’, está en huelga de hambre.

 

Me llama la atención que The New York Times ha emprendido una cruzada mediática para que EEUU restablezca las relaciones diplomáticas con la peor tiranía que ha sufrido el continente americano y le levante el embargo. En el correo que le envié al The New York Times el 12 de octubre demuestro lo desinformado que está el diario The New York Times con respecto a mi patria.

 

Le solicito al The New York Times que publique mi correo del 12 de octubre, que puede verse a continuación.

 

When The New York Times

will learn to know to the Castro brothers?

Manuel Castro Rodríguez

 

Me sorprendió negativamente el editorial dominical del periódico The New York Times, publicado en inglés y español.  El Comité Editorial del influyente diario  lo  tituló ‘Tiempo de acabar con el embargo de Cuba’. ¿Por qué este texto también fue publicado en español?

 

¿Por qué me sorprendió negativamente? Porque los medios tienen derecho a tener cualquier opinión sin ser estigmatizados, pero también la obligación de no tergiversar los hechos. Cualquier conocedor de la realidad cubana se percata cómo miente el Comité Editorial del Times, violando Standards and Ethics of The New York Times.

 

En ‘Tiempo de acabar con el embargo de Cuba’ brillan por su ausencia los principios democráticos, no se hace la menor referencia a una transición democrática en Cuba. Es un editorial sometido a intereses económicos. Es un eslabón más de la costosa campaña que se viene realizando para darle otro espaldarazo a la peor tiranía que ha sufrido América. En varias oportunidades he dicho que la información que tengo es que hay poderosos intereses políticos y económicos detrás de la invitación a la Cuba castrista para que asista a la Cumbre de las Américas.

 

El panorama es altamente preocupante, principalmente por lo que significa que un diario tan reconocido mundialmente como The New York Times se preste a tales maniobras.

 

El 10 de agosto le envié el primer correo al presidente de Panamá, con copia abierta a los senadores de Estados Unidos y los congresistas cubano-americanos, así como a la prensa panameña e internacional. En un par de correos también les envié copia abierta al presidente, vicepresidente y procurador de EEUU.

 

En varios artículos y llamados apoyé el levantamiento del embargo norteamericano a la junta militar que tiraniza al  pueblo cubano. Los hechos acontecidos en los dos últimos años me hicieron cambiar de opinión. Desde hacía más de medio siglo el régimen de los hermanos Castro no contaba con un reconocimiento internacional similar al que tiene desde que Raúl Castro asumió como dictador designado. A cambio de ello, ¿qué se ha logrado en materia de DDHH?  El castrismo ha acrecentado la represión contra los opositores pacíficos.

 

Este domingo, 12 de octubre de 2014, le envié el siguiente email al editor del diario The New York Times, con copia abierta a los parlamentarios cubano-americanos y la prensa internacional. 

 

Editor

The New York Times

 

Dear Editor:

 

First of all, accept my respectful greeting. Thank you for taking the time to read me. I am a Cuban economist and statistician, a professor and a human rights activist. My name is Manuel Castro Rodríguez. I am 65 years old.

 

Excuse me, have you received my emails? For example, three weeks ago I sent to you ‘Why The New York Times promotes this kind of trip to Cuba?’ Why do not you answer me? I repeat to you at the end ofthis email.

 

I believe that a thoughtful analysis of the Cuban situation and of the true nature of the Castro dictatorship is imperative. For three months I have made every effort to explain it. You know that I have sent fifteen emails to President of Panama about the Summit of the Americas. Have you read these emails? You probably record the first email that I sent to President of Panama, What has changed in Cuba?, which can read at the end of this page.

 

There are plenty of reasons to worry about Cuba. I’m negatively surprised with the proposal of THE EDITORIAL BOARD to President Barack Obama to End the U.S. Embargo on Cuba, because it will strengthen the Cuban dictatorship.

 

Before analyzing the editorial, I tell you that I would agree that the U.S. will lift the embargo on Cuba if previously the Cuban government would make the following changes to the Constitution of the Republic of Cuba:  

 

- To eliminate the articles 5, 39, 53 and 62.

 

- To include appropriate articles provididng the right to strike and the freedom to create independent trade unions that could negotiate the contracts with employers on payment and other conditions.

 

I invite you to read the articles 5, 39, 53 and 62 of the Constitution of the Republic of Cuba. Would you accept that the Constitution of U. S. had similar articles?

 

The Castro brothers are experts in deceiving people by pragmatically adapting his message to different times and audiences. As you know, Herbert Matthews was a reporter and editorialist for the New York Times, who grew to notoriety after revealing that Fidel Castro was still alive and living in the Sierra Maestra mountains, though Batista had claimed publicly that he was killed during the Granma’s landing in December 1956. Besides, thanks to the Herbert Matthews series of articles that began in February 1957, Fidel Castro was knowned internationally.

 

Matthews reported how Fidel Castro’s very lips curled when mentioning these vile authoritarian concepts, so alien to his core beliefs, so contrary to his nature. The show part was an even bigger hoot. Fidel Castro’s rebels numbered all of 16 at that time. Yet Matthews’ article mentioned several columns of rebel troops. How so? Well, Fidel Castro had his 16 men parade in front of Matthews, then scurry into the nearby bushes, change uniforms, and walk by again. Fidel Castro is an expert in constructing ‘reality’ better than Hollywood.

 

In July 1959, Matthews denied that Fidel Castro was communist,

 

This is not a Communist Revolution in any sense of the term. Fidel Castro is not only not a Communist, he is decidedly anti-Communist.”

(Emphasis supplied.)

 

According to End the U.S. Embargo on Cuba, “in recent years, a devastated economy has forced Cuba to make reforms.” Are reforms or maneuvers? I invite you to read. I remind to you these words of Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “If we want things to stay as they are, things will have to change.”

 

The Castro regime is not interested in change, his real interest is to survive at all costs. In Cuba the changes are cosmetic. It has not left the Soviet model. I remember that the reforms of the early 80s disappeared from a stroke in 1986, with the removal of the ‘negative trends’. Something similar happened with some reforms of the 90s. I repeat to you that I would agree that the U.S. will lift the embargo on Cuba if previously the Cuban government would make the following changes to the Constitution of the Republic of Cuba:  

 

- To eliminate the articles 5, 39, 53 and 62.

 

- To include appropriate articles provididng the right to strike and the freedom to create independent trade unions that could negotiate the contracts with employers on payment and other conditions.

 

According to the editorial, the lifting the U.S. embargo would “help a population that has suffered enormously since Washington ended diplomatic relations in 1961.” Of course that no, editor. The Cuban population is suffering since 1960,  one year before  that  Washington ended diplomatic relations.  I invite you to read here, here, here, here and here. I invite you, too, to watch these videos.

 

Samuel Farber, Cuban Marxist academic, wrote:  Between 1960 and 1990, Cuba received about 65 billion dollars from the Soviet Union”. (Cuba Since the Revolution of 1959: A Critical Assessment. Editorial: Haymarket Books, 2011).

 

Editor, to give you an idea of what such aid represents note that through the Marshall Plan (officially the European Recovery Program, ERP) was the American initiative to aid Europe, in which the United States gave $13 billion in economic support to help rebuild European economies after the end of World War II. That is, the Cuban regime received of the Soviet Union the equivalent of five Marshall Plan!

 

What did the Castro brothers with those assets? Besides, Castro’s Cuba has been circumventing the U.S. embargo for decades. Cuba has been buying through Spain, Canada, France, Mexico, Italy, Japan and other capitalist countries since more than half century ago. In spite of it, in the last half century the average Cubans have suffered a severe rationing system -was introduced in 1962- that not allow eating beef or drinking milk. At seven years old, Cuban children lose the right to receive milk at an affordable price. The General Raúl Castro acknowledges in this video.

 

To drink milk, Cuban children depend on aid sent by emigrants.Only Cuban emigrants in the United States sent more than $3,500 billion in remittance in kind in 2013.

 

The editorial End the U.S. Embargo on Cuba demonstrates a great unknowledge of the Cuban situation. For example, I have demonstrated to you that:

 

1- The Castro brothers continue to support terrorism.

 

2- Castro’s Cuba is a totalitarian state.

 

3- Cuba is the only Western country without any free elections in 66 years. It is also the only Western country where it has been illegal to be a member of the opposition since 1960, that is, for more than half century!

 

The editorial End the U.S. Embargo on Cuba ignores the fact that United States is among Cuba’s commercial partners and it is the island’s main single source of agricultural and food products. I invite you to read 2013-2001 U.S. EXPORT STATISTICS FOR CUBA.

 

But while Castro’s Cuba was buying more U.S. food products, the quantities of food available on Cuba not increased.

 

The key difference in exporting to Cuba is that all U.S. agricultural exports must be channeled through one Cuban government agency, ALIMPORT, which to pay cash in advance of U.S. goods being delivered to Cuba. I remind to you that Cuba’s credit is among the worst in the world. A few months ago Russia wrote off $32 billion of Cuba’s outstanding debt. Other countries have done something similar with the Cuban debt.

 

I remind to you that Castro’s Cuba has likewise refused to service its historic long-term debt, originally to Western European, Argentinean, and Japanese creditors and subsequently absorbed by their respective governments, ever since Fidel Castro declared a moratorium on foreign debt repayment in 1986 and called on other borrower nations to follow Cuba’s lead.

 

So uninformed is the New York Times about U. S. embargo on Cuba? I invite you to read here and here.

 

The Obama Administration has eased several restrictions to relations with the Cuban people. For example, in 2009, Obama eased limitations on sending remittances to Cuba. He removed the limit on the amount that could be sent by people in the U.S. to family in Cuba (within 3 degrees of family relationship, so long as the recipient is not a senior Cuban government official or senior member of the Communist party). Obama further eased restrictions on remittances in 2011 when he enacted policy which allows any U.S. person to send up to $500 USD per quarter to any non-senior government or Communist party official. In 2011, the Obama Administration allowed broader travel for U.S. citizens to make “people to people” trips, which differ from tourism. President Obama has also expanded the number of airports allowed to fly directly to Cuba.

 

In contrast, the arbitrary detention of critics of the Castro regime has increased in recent years. The Cuban Commission for Human Rights and Reconciliation (CCHRNR) documented

6,424 in 2013

6,602 in 2012

4,123 in 2011

2,074 in 2010

 

I invite you to read, too, human rights abuses in Cuba.

 

Furthermore, I have also shown to you that in Cuba:

 

1- There’s no freedom of expression.

 

2- There’s no freedom of association. The regime does not allow any independent labor union to operate legally. The opposites of the dictatorship can not organize political parties.

 

3- There are no children’s rights. For example:

a) The brainwashing begins in kindergarten.

b) The abuse of minors in Cuban detention centers.

c) The use of child soldiers.

 

4- The parents are not freedomto educate their sons and daughters, for the reason that the regime has the monopoly on education.

 

5- There’s no religious freedom.

 

6- There’s no freedom of enterprise.

 

7- There’s no due process protection.

 

8- There are no free elections.

 

9- There are continued repressive actions against human rights activists and human rights victims complaining of abuses.

 

10- Tens of thousands of Cubans are prevented from entering our own country; mothers who die without ever seeing their children, grandchildren who do not know their grandparents.

 

My homeland is suffering a fierce and painful dictatorship. It is not a politic problem, it is a human problem, a issue that every human must pay attention to it.

 

I invite you to read Lift the embargo – but liberate Cuba first.

 

I just want you to answer my questions. Can you answer my questions please?

 

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Why The New York Times promotes this kind of trip to Cuba?

September 25, 2014

 

Editor

The New York Times

 

Dear Editor:

 

First of all, accept my respectful greeting. Thank you for taking the time to read me. I am a Cuban economist and statistician, a professor and a human rights activist. My name is Manuel Castro Rodríguez. I am 65 years old. I was born on February 7, 1949, in Havana, Cuba. I have lived in Panama. My only citizenship is Cuban.

 

I’m writing to you because The New York Times has applied for a Treasury license to host a ‘people-to-people’ trip to Cuba.

 

To be honest, I do not understand that for what reason The New York Times promotes a kind of trip to Cuba, which is the antithesis of the measures announced by President Obama on January 14, 2011.

 

Just three years ago the Obama administration relaxed travel restrictions to Cuba. President Obamadirected the Secretaries of State, Treasury, and Homeland Security to take a series of steps to continue efforts to reach out to the Cuban people in support of their desire to freely determine their country’s future”.

 

The stated goals of these measures are to increase people-to-people contact; support civil society in Cuba; enhance the free flow of information to, from, and among the Cuban people; and help promote their independence from Cuban authorities. These objectives are absent in Contemporary Life in Cuba.

 

For example, are not included meetings with independent journalists or dissidents as Berta Soler. According to President Obama: “The courage of Berta Soler, the leader of Cuba’s Ladies in White who endure harassment and arrest to win freedom for the Cuban people.”

 

Besides, in Cuba the brainwashing begins in kindergarten. Children across the country begin each school day with the chant “Pioneers for Communism, We will be like Che!” I invite you to watch the videos that show the children primary target in Cuba brainwashing.

 

Also, if you want to know the truth about of Cuban healthcare system, I invite to you to watch the videos and photos:

 

Photos of psychiatric patients who died of hunger and cold

 

Quality of services in the healthcare system that can use average Cubans

 

Apartheid in the Cuban healthcare system

 

Why after of 130 years without cholera, Cuba suffers officially from 2012?

 

Editor, of course that the participants did not know will the contemporary life in Cuba. Therefore, this publicity is the antithesis of Standards and Ethics of The New York Times. Why The New York Times promotes this trip? Can you answer me please?

 

Thanking you in advance for your attention,

 

Manuel Castro Rodríguez.

Ciudad de Panamá, El Cangrejo, Vía Argentina.

Edificio No. 33. Apartamento 15-A.

New York Times wrong to lobby

for lifting Cuba embargo

Guillermo I. Martínez

guimar123@gmail.com

19 de noviembre de 2014

 

Ernesto Londoño is the newest member of The New York Times editorial board. He was hired in September and since then he has written six editorials and two blogs on why the United States should re-establish relations with Cuba and lift the embargo.

 

In more than 50 years as a journalist, I cannot recall a time when a major American newspaper has published that many editorials on a story that outside of South Florida is no longer front-page news.

 

Editorials are supposed to give guidance, offer advice to readers and public officials. Seldom are they part of a lobbying campaign. Yet this is precisely what The New York Times and Londoño are doing.

 

Mauricio Claver-Carone is the Executive Director of Cuba Democracy Advocates in Washington, D.C., a non-partisan organization dedicated to the promotion of a transition in Cuba toward human rights, democracy and the rule of law, said that when Andrew Rosenthal, the editor of The New York Times' opinion pages was asked about the series of editorials and blogs, he admitted they were part of a lobbying campaign.

 

Carone said Rosenthal had admitted the newspaper wanted “to influence those who craft U.S. policy (in this country) at a time when they were contemplating the possibility of adopting a new policy towards Cuba.”

 

This is not to say The New York Times is accepting money from the Cuban government or from the group of rich Cubans asking for the same thing. I believe Londoño and the newspaper are taking this position because of their convictions.

 

I respect their right to say their piece, but I reject their logic and the idea that newspaper editorials should be repositories of arguments for a lobbying campaign.

 

Rosenthal must know things us mere mortals ignore. I am cognizant there has been a group of wealthy Cubans who seek rapprochement with the Cuban regime. Yet I know of no plan or even a rumor that the U.S. government is thinking of changing its Cuba policy.

 

As long as Bob Menéndez, D-N.J., chairs the Senate Foreign Relations Committee, the Senate will not even get the chance to consider modifying the Helms-Burton law that strengthened the embargo against Cuba.

 

Maybe Londoño and The New York Times Editorial Board believe President Obama would be willing to re-establish diplomatic relations with Cuba. That would be naive. The president already has a major battle on his hands when he enacts immigration reform by executive action, bypassing Congress.

 

Londoño’s arguments are at best exaggerated. He says younger Cuban-Americans favor lifting the embargo. Polls do say that.

 

What neither the polls nor Londoño can explain is why, if that is the case, all five Cuban-American congressmen and three senators are all opposed to lifting the embargo or re-establishing relations with Cuba. Nor can the polls explain why two Democratic Party candidates in Florida who favored improving relations with Cuba lost their elections in November.

 

Londoño could not have guessed that the two candidates he mentioned as examples of politicians who wanted better relations with Cuba — Congressman Joe Garcia and former Gov. Charlie Crist — were to lose two weeks ago.

 

Still, he insists on pushing the issue. He praises the Cuban doctors who travel to Africa to fight Ebola — undeniably a worthy cause. He also speaks in glowing terms of the thousands of Cuban doctors who serve poor countries.

 

In his latest editorial Londoño says Cuba makes “$8.2 billion from its medical workers overseas. The vast majority, fewer than 46,000, are posted in Latin American and the Caribbean. A few thousand are in 32 African countries.”

 

He added that Cuba pays the doctors who go to Brazil $1,200 per month, much more than the $60 per month the doctors make in Cuba. What he does not say is Brazil pays Cuba $4,430 per month for each doctor. Cuba keeps the difference between what it pays their doctors and what Brazil pays the Castro regime.

 

To me, that is a form of slavery. How else would one describe a situation where the state keeps almost 75 percent of what a person earns each month?

 

To Londoño, I am one of the dying breed of Cuban-Americans who still dream that someday Cuba will be free of the totalitarian rule of the Castro brothers, and its people will live in a democracy that will respect human rights and grant its citizens freedom of speech.

Ébola, embargo y editoriales

Roberto Madrigal

23 de octubre de 2014

 

Primero fue el editorial (http://www.nytimes.com/2014/10/12/opinion/sunday/tiempo-de-acabar-el-embargo-de-cuba.html) pidiendo el fin del embargo, en el cual con una afectada pretensión de objetividad, se reunían unas cuantas verdades y otras medias verdades a modo de poner una de cal y una de arena. Lo erróneo no fue lo que se dijo, sino los vínculos que se establecieron entre los postulados y la conclusión traída por los pelos.

 

Pocos días después, para volver a tropezar con la misma piedra, sale el editorial sobre la presencia médica cubana en Africa para combatir el ébola (http://www.nytimes.com/2014/10/20/opinion/la-impresionante-contribucin-de-cuba-en-la-lucha-contra-el-bola.html), en el cual, para rematar, relacionaban la necesidad del fin del embargo con la ayuda de los médicos cubanos.

 

No es la primera vez que el New York Times se pronuncia disparatadamente con respecto a Cuba, ni la primera vez que los médicos cubanos son enviados en brigadas de ayuda médica a países del Tercer Mundo. Castro siempre ha utilizado la buena voluntad como moneda de cambio y de chantaje. Esto tampoco le resta importancia a este diario, probablemente el más leído y respetado en el mundo entero, con una reputación de periodismo agudo y cuestionador que se ha ganado, merecidamente,  tras 163 años de publicación continua.

 

No me interesa disputar lo que se alega en los editoriales citados tanto como preguntarme las razones por las cuales lo hacen ahora. Cuál puede ser la oportunidad que se le ofreció al periódico y el pensado beneficio que obtendrá al publicar esa opinión en este preciso momento.

 

La prensa americana, plana y televisiva, siempre se ha vanagloriado de su objetividad, aunque este es un concepto a veces relativo y con fronteras que a cada rato se desplazan en diferentes sentidos. A diferencia de Europa, en donde muchos periódicos siempre han respondido a una línea partidista o a una bien definida línea política, en donde los lectores, siempre avisados, escogen sus medios de información según sus preferencias políticas e ideológicas, en los Estados Unidos ha existido muy poca diferencia entre la mayoría de los periódicos de peso nacional. Los matices se movían dentro de un espectro limitado.

 

Desde que apareció la prensa virtual, la blogosfera y la posibilidad de obtener información variada e inmediata a través de la internet, los diarios impresos (y los noticieros televisivos), para subsistir a la continuada pérdida de lectores que ha obligado a reducir presupuestos, cancelar servicios y cesantear periodistas, se han volcado a la opinión y al reforzamiento de la política editorial como atracción principal a sus lectores y a sus audiencias. Se han transformado un poco al viejo estilo europeo y ahora se han definido ideológicamente.

 

En la televisión la alineación político-ideológica está bien clara. Fox representa a la derecha y defiende ciegamente al partido Republicano. MSNBC es el paladín de la izquierda y defensor a ultranza del partido Demócrata. No se pretende objetividad, sino una postura política sin matices. CNN trata de mantener un frágil equilibrio para atraer al centro y a quienes no tienen una total definición partidaria.

 

Esto es un poco más pantanoso en la prensa plana, pero a medida que han perdido relieve nacional periódicos como Chicago Tribune y su ahijado Los Angeles Times, el New York Times ha ascendido casi en solitario a acaparar el terreno del centro-izquierda y de la muy tímida izquierda convencional, que es más bien de limosina.

 

Su creciente radicalización se debe también a la necesidad de mantener una identidad en oposición a los otros tres diarios más leídos en el país: USA Today, The Wall Street Journal y The Washington Post. Los dos primeros hace tiempo que funcionan en la derecha. El último ha dado un giro tremendo en el último año, desde que pasó a manos de una corporación creada por Felipe Bezos, el creador, dueño y señor de Amazon. También ha formado alianzas temporales de colaboración con los principales diarios europeos de centro-izquierda como The Guardian, El País, Der Spiegel y Le Monde.

 

Dada la poca diferencia de principios ideológicos entre el establishment de izquierda y el de derecha, (más allá de las delirantes acusaciones de los extremistas de ambos bandos, todos están unidos en tratar de conservar el status quo), los políticos americanos se definen en base a poses o gestos que realizan con respecto a causas, hechos significativos y situaciones emergentes.

 

En los recientes esfuerzos de algunos grupos de cabildeo contra el embargo, cuyas voces han alcanzado más resonancia, en las encuestas realizadas en el sur de la Florida sobre la posición actual de la comunidad cubana con respecto al embargo y en los recientes cambios de la Unión Europea con respecto al comercio con Cuba, el New York Times ha visto una oportunidad para expresar una posición que lo mantenga como una presencia importante para el público liberal y de izquierda. La prensa no hace política, se beneficia de ella mediante la influencia que tenga sobre sus lectores.

 

Se ha dicho que el responsable de estos editoriales fue el periodista Ernesto Londoño. No lo sé, aunque sí firmó el comentario a la respuesta de Fidel Castro al primer editorial. Londoño es colombiano. Vino a Estados Unidos en 1999 a cursar estudios de periodismo y de asuntos latinoamericanos a University of Miami, donde fue galardonado por su labor periodística en el periódico de la universidad. Cubrió noticias locales para Dallas Morning News y luego pasó a The Washington Post, de donde se despidió hace dos meses para pasar a la junta editorial del New York Times. Tiene gran experiencia reportando desde Kabul, Baghdad y El Cairo, en donde ha sido ubicado en medio de los conflictos. Sin embargo, más allá de ser colombiano, de sus estudios universitarios y de su posible interacción con miembros de la comunidad cubana miamense, su experiencia con respecto a Cuba se limita a cubrir la prisión de la base de Guantánamo.  Pero como todos los gatos latinoamericanos somos pardos ante la mirada anochecida de los americanos, pues un colombiano debe ser, en consecuencia, un experto en Cuba.

 

Quizá su desconocimiento lo llevó a redactar sus paniaguados argumentos que le valieron unos pescozones editoriales del mismísimo Fidel Castro. Quizá por ello también se le olvidó mencionar que es claro que el de Cuba es el único gobierno que puede decidir enviar centenares de médicos en una misión internacionalista, porque es el dueño de sus destinos y los profesionales no tienen alternativas. No se cuestionó como un país en el cual los pacientes tienen que llevar sábanas limpias y bombillos a los hospitales, puede decidir en unas horas el envío de médicos a otro continente.

 

Más allá que el envío de personal calificado de las fuerzas armadas, los Estados Unidos y otros países no tienen poder para decidir a dónde van los médicos. Esto se hace mediante organizaciones no gubernamentales y la participación voluntaria de los especialistas de la salud. Para que estos trabajen hombro con hombro junto a los cubanos en una situación de emergencia no hace falta, ni la ha hecho en el pasado, ningún cambio político.

 

De todos modos, Cuba no es más que una oportunidad de alineamiento ideológico para el New York Times, lo cierto es que Cuba y los cubanos le importan bien poco al diario y al gobierno americano. Nunca han abandonado el concepto que expresara en 1946 el entonces embajador americano en Cuba, Henry Norweb, sobre los cubanos: “...poseen el encanto superficial de niños listos mimados por la naturaleza y la geografía, pero bajo esa superficie combinan las peores características de una desafortunada mezcla e interpenetración de las culturas española y negra: son vagos, crueles, inconstantes, irresponsables y de una deshonestidad innata”.

 

Nada molesta más al hombre y al intelectual condescendiente del primer mundo que a quienes percibe como indios con levita, calificación que se dice nos endilgó como pueblo Sara Bernhardt en 1887. Pero de entonces a estas fechas los cubanos hemos perdido la levita y nos hemos convertido en objeto de interés folclórico. Resulta irresistible tomar la pose de defender a esa pequeña islita, enfrentada al gigante que la bloquea, poblada de andrajosos que enarbolan sus fusiles y levantan sus puños para defender su patria y su anacrónico sistema de gobierno. No importa que ya nadie se lo crea. Vestimos bien a los paternalistas.

Desperate and Shameless: The New York Times’ Latest Cuba Editorial

Oct 26, 2014

 

Last Sunday, The New York Times treated us to an editorial on U.S.-Cuba policy, which was full of glaring contradictions, misrepresentations and omissions.

Today, it’s treating us to a similarly deceptive -- and absolutely shameless --
editorial on Cuban-American politics.

Just how shameless?


It finally admits in its opening paragraph:


There was a time, not too long ago, when any mainstream politician running for statewide or national office in Florida had to rattle off fiery rhetoric against the Cuban government and declare unquestioning faith that the embargo on the island would one day force the Castros from power.”


What? Not too long ago?


Is the NYT recognizing that it has been absolutely wrong about Cuban-American politics for the last 40 years?


After all -- this is the same NYT that on December 20th, 1965, sought to convince politicians and public opinion that:

The very active anti-Castro groups in Miami have faded into virtual obscurity.”


Then again, on October 10, 1974:


Virtually all of several dozen Cubans interviewed would like to visit Cuba either to see their relatives or just their country, which they have not seen for 10 years or more; and some segments of the exile community, especially young refugees brought up and educated here, are not interested in the Cuban issues.”


And on March 23, 1975:


For the first time significant number of exiles are beginning to temper their emotion with hardnosed geopolitical realism.”


And on August 31, 1975:


A majority of the persons interviewed — especially the young, who make up more than half of the 450,000 exiles here — are looking forward to the time when it will be possible for them to travel to Cuba. Even businessmen, who represent a more conservative group than the young, are thinking about trading with Cuba once the embargo is totally lifted.”


And on July 4, 1976:


A new generation of professionals between 25 and 35 years of age has replaced the older exile leadership.”


Et al.


Yet, now again, today -- on October 25th, 2014 -- claims:


In recent years as younger members of the diaspora have staked out views that are increasingly in favor of deepening engagement with the island.


In recent years?


The NYT has been making that same political argument since 1965!


Beyond this glaring contradiction, the editorial weaves, bobs and turns in desperate search for a selective gauge that favors its long-discredited narrative on Cuban-American politics.


Of course, it omits the two simplest, factual and most relevant indicators:


-- Every Cuban-American elected official supports U.S. sanctions towards Cuba. Surely, there's no greater indicator of political attitude than the democratic process.  This transcends generations -- with some of the policy's most visible and vocal defenders being young, i.e. U.S. Senator Marco Rubio (R-FL).


-- There are only two majority Cuban-American Congressional Districts in the whole country -- Florida 27, represented by U.S. Representative Ileana Ros-Lehtinen (R-FL), and Florida 25, represented by U.S. Representative Mario Diaz-Balart (R-FL). Both ran unopposed this year due to the strong support they enjoy from their majority Cuban-American electorate.


Then, the NYT frets:


Still, ending the embargo, which requires congressional action, remains challenging because a small but passionate group of Cuban-American lawmakers is adamant about maintaining the status quo.”


That’s right, in our democracy, Congress makes laws -- and only Congress can repeal laws. But it takes more than a “small passionate group” to pass or repeal a law -- it takes a majority of Congress.


Just this week, one of the Castro regime’s most outspoken Congressional apologists, U.S. Rep. James McGovern (D-MA),
stated:


Right now we would not win a vote to repeal Helms-Burton or to remove the travel restrictions.”


He’s right.


Moreover, in recent years, any Congressional support for easing sanctions towards Cuba has continued to whither, as the Castro regime has taken an American hostage; dramatically increased repression; illegally trafficked 240 tons of weapons to North Korea; fomented violence and subverted democracy in Venezuela; arbitrarily imprisoned and confiscated the investments of foreign businessmen from Europe and Canada; and become a diplomatic mouthpiece for its terrorist brethren in Syria and Iran.

Legislators have also been heeding the calls from Cuba's largest and most active internal democracy groups (i.e. UNPACU, The Ladies in White, Estado de Sats, National Resistance Front) that it is not the time to ease sanctions.


Case and point:


In the 111th Congress, a bill to ease travel restrictions garnered 179 co-sponsors in the House of Representative -- still short of the 218 needed to pass.


In this 113th Congress, the very same bill garnered only 18 co-sponsors.


Apparently, the NYT doesn’t want you to know this.


Finally, the NYT resorts to taking desperate potshots at the former Chairman of the House Foreign Affairs Committee, U.S. Rep. Ileana Ros-Lehtinen (R-FL), and the Chairman of the Senate Foreign Relations Committee, U.S. Senator Bob Menendez (D-NJ).


It states that Ros-Lehtinen -- the democratically-elected representative of the most highly-concentrated, Cuban-American Congressional District in the country, who meets and interacts on a daily basis with Cuba’s leading democracy leaders, civil society activists and recent arrivals of all stripes -- “is strikingly out of touch with what is happening on the island.


That is unbecoming (at best). Particularly, coming from a young, new editorial writer at the NYT, Ernesto Londoño, who recently discovered Cuba and is obviously regurgitating the cliches of his biased sources.


Then it criticizes Chairman Menendez for giving an impassioned Cuba policy speech on the Senate floor “during the height of the crisis set off by Russia’s invasion of Crimea.”


That is ironic (at best). Particularly, coming from the NYT's Editorial Board, which among the world's multiple crises, has now dedicated three editorials to Cuba (the first two
praised by Castro himself, as surely this latest one will) in just one week.


It’s even more ironic, as the NYT is precisely lobbying President Obama, the Commander-in-Chief, to deviate from the world's many crises, in order to unilaterally and unconditionally embrace Cuba’s undeserving dictatorship.

 

Absolutely shameless.

Carambola

Rafael del Pino

14 de octubre de 2014

 

Todo hace indicar que será bastante difícil que se levante el embargo contra la dinastía de los Castro hasta que estos desaparezcan del escenario

 

No, no pienso referirme al fruto del carambolo o star fruit como se le conoce en Estados Unidos sino a otra de sus acepciones en el diccionario de la RAE; el bien utilizado coloquio para definir el enredo, embuste o trampa para alucinar y burlar a alguien.

 

La señora Josefina Vidal, encargada de atender los asuntos de Estados Unidos en la cancillería cubana declaró a los periodistas lo siguiente: “Si los dos gobiernos, de manera racional, civilizada se proponen salir de este desencuentro que ha caracterizado la relación entre Cuba y Estados Unidos, en 55 años, es posible hacerlo”.

 

Según la directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana. “La filosofía que está en el origen de las medidas impuestas a comienzo de los 60 por Washington es castigar a Cuba por haber tomado las riendas de su destino, sin priorizar los intereses de Estados Unidos. El bloqueo esencialmente se mantiene intacto”.

 

Por otra parte el abogado estadounidense Robert Muse, especialista en leyes sobre la Isla, afirmó en un panel organizado en la sede de la Sección de Intereses de Cuba en Washington que “la política de EEUU hacia la Isla es anormal” y no existe nada que impida que un mandatario estadounidense finalice el embargo y normalice relaciones, por lo que se trata de un asunto de “voluntad”.

 

Conjuntamente con este barraje de artillería pesada por parte de estas dos pinzas que tratan de cercar al embargo/bloqueo se produce casi simultáneamente el golpe principal de la ofensiva nada menos que con la poderosa división blindada de The New York Times comandada por el fantasma de Herbert Matthews que arremete a fondo apoyado con traductores de español para que no quede la menor duda de que el asalto va en serio. Al igual que dijo en aquella ocasión el jefe de la columna blindada: “Fidel Castro no solo no es comunista sino que es decididamente anti comunista” esta vez recurriendo al olvido de la memoria histórica se lanza el grito de: “Starting in 1961, Washington has imposed sanctions in an effort to oust the Castro regime”. (Comenzando en 1961, Washington impuso sanciones en un esfuerzo para derrocar al régimen de Castro)

 

No soy propenso a polemizar en la ya casi ancestral controversia sobre la utilidad o ineficacia del embargo comercial o bloqueo como lo cataloga Cuba. Por enésima vez vuelve a salir ahora a la palestra en boca de la señora JV directora general de Estados Unidos en la cancillería cubana, del abogado norteamericano siempre bienvenido en la sede diplomática cubana de Washington y la tropa de choque del New York Times. Por lo que me veo obligado a despertar la memoria histórica en aras de la verdad y analizar ciertos aspectos que al parecer ocultan o desconocen sobre los mecanismos de una economía de mercado en un estado de derecho así como la observación del cuerpo de leyes que hacen posible que funcione sin caprichos del gobernante de turno.

 

Según la señora JV el “bloqueo” se debe a la maldad de Estados Unidos de querer “castigar a Cuba” por “haber tomado las riendas de su destino” entiéndase por haber el gobierno de Fidel Castro confiscado sin compensación propiedades norteamericanas valoradas en billones de dólares. Todavía quedan personas que recuerdan los estribillos de aquel acto en el Estadio Latinoamericano donde Fidel iba pronunciando el nombre de cada una de las corporaciones norteamericana y la multitud gritaba enardecida “SE ÑAMABA” Es decir que decretar un embargo comercial contra quien le ha robado el patrimonio de sus ciudadanos no es para JV “priorizar los intereses de Estados Unidos”. Estas afirmaciones son tan Caramboleras que ni siquiera vale la pena consumir un átomo de materia gris para rebatirlas.

 

Para el otro sujeto, el abogado norteamericano R.M. que se anuncia como “especialista en leyes sobre la Isla” la actitud de Estados Unidos es “anormal” no existe nada que impida que un mandatario estadounidense finalice el embargo y normalice relaciones, por lo que se trata de un asunto de “voluntad”. En dos palabras que según los conocimientos legales de este experto letrado una ley codificada y aprobada por el Congreso Norteamericano y sancionada por el Presidente, puede ser cambiada por el ejecutivo en cualquier espasmo antojadizo que le surja. No sé porque este jurista da la impresión de haberse graduado en las escuelas de derecho creadas por Fidel Castro. En fin, que tampoco vale la pena gastar pólvora con estos peritos en leyes isleñas.

 

Por último la División Blindada del New York Times tergiversa la historia, carambolea y asegura que: “comenzando en 1961, Washington impuso sanciones en un esfuerzo para derrocar al régimen de Castro” cuando todos sabemos que no es exactamente así, que el embargo comercial se estableció debido a la confiscación de las propiedades de inversionistas norteamericanos valoradas en billones de dólares sin indemnización alguna. Que posteriormente el gobierno norteamericano organizara acciones encubiertas para desestabilizar al régimen o incluso para derrocarlo con una invasión es otra cosa. Pero estamos hablando del embargo, su establecimiento, sus consecuencias y su futuro.

 

Independientemente de que todo hace indicar que será bastante difícil que se levante el embargo contra la dinastía de los Castro hasta que estos desaparezcan del escenario y se restituya en Cuba un Estado de derecho, deseo tocar un punto del que nunca se habla, que es totalmente desconocido dentro de Cuba e incluso ignorado por muchos dentro de Estados Unidos. Asunto que indudablemente complica en extremo la solución de este diferendo del embargo/bloqueo o como se le quiera llamar. Y consiste en que si el poder ejecutivo de Estados Unidos lleva a cabo una acción unilateral como la que propone el abogado Robert Muse, estaría expuesto a un Class Action (Demanda Colectiva) por discriminación y daños a ciudadanos norteamericanos.[1]

 

No sé si podré en el espacio de este artículo simplificar suficientemente una explicación tan complicada para que cualquier persona pueda entenderla. Si no lo logro les pido disculpas.

 

En Estados Unidos desde el Presidente hasta el más desposeído vagabundo tienen obligaciones y derechos ineludibles. En una eficiente economía de mercado lo más importante para los negocios está en la información de los niveles crediticios tanto de personas como instituciones. Es decir la habilidad que tienen de amortizar sus deudas. Para ello existen tres instituciones no gubernamentales Equifax, Experian y Transunion. A través de ellas es monitoreada la actividad económica de todos los norteamericanos: el pago puntual de todos los servicios que recibe como electricidad, agua, gas, recogida de basura y otros, el pago puntual de sus hipotecas o alquileres, la amortización de sus tarjetas de crédito y cuanta transacción económica la persona realice. Las tres instituciones encargadas de este monitoreo evalúan el nivel crediticio de los ciudadanos dándole una puntuación que fluctúa entre los números 300 al 850. Este puntaje es conocido con las siglas FICO. Cualquier individuo que tenga una puntuación por debajo de 500 difícilmente obtendrá créditos con aceptable tasa de interés.

 

Durante la última crisis económica de 2008, millones de norteamericanos que perdieron sus empleos y muchos hasta sus viviendas al no poder pagar las hipotecas sufrieron el detrimento de sus puntuaciones del FICO a niveles que resultaron insostenibles para la mayoría de esas familias. Perdían sus viviendas y al mismo tiempo les resultaba prohibitivo alquilar al verse obligados a pagar en ocasiones hasta tres veces el costo de los depósitos de garantía exigidos por los propietarios de los inmuebles en alquiler.

 

Aquí viene el punto neurálgico de la relación existente entre esta crisis y el diferendo sobre el levantamiento del embargo de Estados Unidos al régimen de Castro. Todos sabemos que el interés fundamental del gobierno cubano en el levantamiento de las sanciones es para lograr tener acceso a los créditos que necesita desesperadamente para poder paliar la terrible situación económica a que ellos han llevado al país. Si como dice el abogado Robert Muse el presidente de Estados Unidos levanta unilateralmente las sanciones se crearían dos conflictos impredecibles. Primero estaría cometiendo un delito de discriminación contra sus propios ciudadanos que están sufriendo las consecuencias de sus pérdidas del crédito y al mismo tiempo los condena a pagar por las deudas en que incurra el régimen castrista si este no cumple con las amortizaciones de sus deudas con las empresas norteamericanas. ¿Cómo se digiere esto? Muy sencillo. El régimen de los Castros en la tabla de valores con que se mide el crédito a los ciudadanos estadounidenses difícilmente llegue ni a 100 puntos y con ese promedio no tiene posibilidades de comprar a crédito ni un par de patines. Por lo tanto si el presidente norteamericano permite que empresas de Estados Unidos vendan a Cuba lo que deseen en crédito mientras que sus ciudadanos sufren las consecuencias de no tener esa posibilidad, el ejecutivo de esta nación estaría cometiendo un acto de discriminación sin precedente y muy difícil de justificar.

 

Estoy exponiendo mi criterio sin considerar lo que por lo general se esgrime con más frecuencia por las personas que se oponen a que se levanten las sanciones: falta de democracia, violación de los derechos humanos, odio hacia Estados Unidos, etc. Me he concretado a las reglas del juego en una economía de mercado.

 

Pero ahí no termina la cosa. Veamos ahora porque se condena a los ciudadanos norteamericanos a pagar por las deudas de los Castros si se les concede créditos. Cualquier empresa norteamericana puede descontarse de los impuestos que deben pagar las pérdidas que sufra en sus transacciones comerciales. Por ejemplo, si el productor de trigo John Doe le vende a Cuba 20 millones de dólares en granos y Cuba le deja de pagar 10, este puede de acuerdo a los mecanismo del IRS descontarse esa suma de los impuestos sobre las ganancias obtenidas. ¿Y quiénes creen ustedes que pagarán por esa deuda de los Castros? Sencillamente todos los contribuyentes que vivimos y trabajamos en Estados Unidos.

 

Señora Josefina Vidal, señor Robert Muse y espíritu de Herbert Mattews, la única manera racional y civilizada para salir de este desencuentro que ha caracterizado la relación entre Cuba y Estados Unidos es sentarse a negociar con la dirigencia del país cuyos ciudadanos sufrieron la confiscación de sus propiedades sin indemnización y comenzar preguntando cómo se pueden reparar los tremendos errores cometidos con inversionistas que no tenían nada que ver con las políticas entre ambos gobiernos. Después de esa arrancada es muy probable que pueda fluir civilizadamente la solución de otros antagonismos. Todo lo demás, discursos patrioteros incluidos, son simplemente carambolas. Ah, y cuando se está al frente de la diplomacia que atiende a Estados Unidos, o declararse experto en leyes de la Isla o escribir un editorial de cualquier medio de prensa serio lo más elemental es conocerse o por lo menos tener una idea del Common Law y el Derecho Inglés.

 

[1] El Class Action es una demanda presentada o defendida por un individuo o grupo pequeño de personas que actúan en nombre de un grupo grande.

Son aquellas acciones que reúnen todas las demandas de un elevado número de demandantes frente al mismo demandado o demandados, cuando todas las demandas tienen, en esencia, el mismo contenido; ahora bien, la denominación viene de la pertenencia de todos los actores a “un grupo” o una misma región, lo que posibilita que algunos miembros de la clase pueden ser indeterminados y, por lo tanto, no estar identificados. Su vigencia se da en el common law, básicamente en los Estados Unidos, el Derecho inglés y en zonas de Canadá.

(Fuente: MOSSET ITURRASPE, Jorge, HUTCHINSON, Tomás y DONNA, Edgardo A.; Daño Ambiental, Tomo I, 2º Ed. ampliada y actualizada, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2011, p. 184).

¿Vencerán los Castro a Washington?

Roberto Álvarez Quiñones

14 de octubre de 2014

 

Además del levantamiento del embargo, se exige a Obama que asista, junto a Raúl Castro, a la Cumbre de las Américas

 

A juzgar por el diario The New York Times –que en 1957 “inventó” a Fidel Castro cuando publicó el reportaje de Herbert Matthews en la Sierra Maestra- EEUU debe levantar el embargo contra Cuba y el presidente Barack Obama debe sentarse junto a Raúl Castro en la próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en Panamá en abril próximo.

 

El reciente editorial de ese diario neoyorquino sobre las relaciones Cuba-EEUU tiene las trazas de una maniobra de tufo comercial, económico, y también político, impulsada por un creciente lobby empresarial estadounidense que cuenta con respaldo mediático y un fuerte apoyo de sectores ubicados en la izquierda (“liberal”) del espectro político estadounidense, e incluye a un segmento de la comunidad cubana integrado mayormente por empresarios cubanoamericanos y la nueva oleada de quienes se declaran a sí mismos como inmigrantes económicos y no políticos.

 

A esta campaña le importa un bledo la suerte del pueblo cubano, los valores democráticos universalmente reconocidos y las libertades básicas del hombre moderno, derechos todos asfixiados en la Isla desde hace más de medio siglo.

 

Resulta muy irónico que entre las libertades inexistentes en Cuba se halla la de crear capital y hacer negocios (los timbiriches por ley no pueden crecer), de manera que, de levantarse el embargo, los cubanos no podrían relacionarse con las compañías o los bancos estadounidenses, cosa que solo podría hacer el Estado comunista y la mafia militar que controla la economía isleña, que podría enriquecerse exponencialmente.

 

El presidente Obama sí podría reanudar relaciones diplomáticas con Cuba y hacer otras cosas para favorecer a los Castro, pero el embargo solo puede ser derogado por el Congreso. Y eso no se vislumbra a corto plazo, a menos que el Partido Republicano pierda la mayoría en la Cámara de Representantes o que congresistas que apoyan el embargo cambien de opinión, algo que por ahora no parece muy probable.

 

Lo que no puede descartarse es que en abril próximo Obama se siente a la misma mesa que el único dictador del continente. Claro, antes el gobierno de Canadá tiene que sumar su aprobación a la de Washington. Para ir a Panamá, Obama tendría que borrar a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo internacional. No sería coherente que el jefe de la Casa Blanca compartiese la mesa con un gobernante salpicado de terrorismo. Pero Obama tal vez podría pasarle por encima a ese “detalle” e ir a Panamá.

 

De producirse un eventual compadreo Habana-Washington ello significaría la ejecución sumaria, con funerales incluidos, de las Cumbres Panamericanas y la causa de fortalecer la democracia y el respeto a los derechos humanos en el continente.

 

Hay que recordar que concluida la Guerra Fría, la convocatoria en 1994 del presidente Bill Clinton de constituir una especie de Club Democrático de las Américas, con reuniones periódicas de los jefes de Estado, tuvo el propósito de establecer un Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), y de paso aislar a la única tiranía continental para presionarla y estimular cambios hacia la democratización de Cuba.

 

Con la eclosión de gobiernos populistas de izquierda de fuerte vocación proteccionista y antiestadounidense, y sobre todo con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1998 y la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) y de Petrocaribe, falleció aquel proyecto —realmente demasiado optimista— de Clinton de establecer un mercado común interamericano.

 

Washington, no obstante, insistió en el único propósito que quedó en pie, el de celebrar reuniones hemisféricas para examinar la salud de la democracia en el continente y señalar a la dictadura castrista como la oveja negra latinoamericana. ¿Y qué ocurrió? Resulta que quien está aislado hoy no es el régimen de La Habana, sino EEUU. La más antigua democracia del mundo está tan aislada por la izquierda populista de América Latina que de hecho ha sido acorralada.

 

Cuba, más influyente que EEUU

 

Aunque parezca absurdo, actualmente los Castro tienen más influencia y mayor poder de convocatoria en la región que el Gobierno estadounidense. Ello explica por qué el dictador Raúl Castro ha sido invitado a Panamá. Obama tiene ahora dos opciones: o no asiste a la conferencia y firma el acta de defunción de estos cónclaves continentales, o acepta ir a la cita y ya declara a EEUU oficialmente derrotado en su largo diferendo con la Cuba comunista.

 

Es una tontería mayúscula lo que dijo el portavoz de la Casa Blanca cuando afirmó que Obama “comprende” que la invitación a Cuba se debe a la voluntad de varios gobiernos “amigos” de EEUU, y que ello podría servir para que el gobierno castrista explique “su visión” de la democracia. ¿Se invitó alguna vez a conferencias panamericanas a Pinochet, los Somoza, Trujillo, o Batista, para que explicasen nada?

 

Raúl Castro nunca ha sido elegido para nada en toda su vida. Y hoy es dictador por derecho dinástico (establecido en 1959 por Fidel Castro), quien al enfermarse gravemente lo ungió graciosamente como nuevo “presidente” cubano. En Cuba no hay elecciones democráticas desde 1948, es decir, desde hace 66 años. El argumento de sentar al general Castro junto a los mandatarios realmente elegidos (excepto Nicolás Maduro, quien perdió en las urnas y se apropió del poder mediante un fraude cocinado en La Habana) para “contagiarlo” de democracia es de una ingenuidad pueril. Y en la realpolitik no hay espacio para la ingenuidad.

 

Legitimar la dictadura castrista

 

La invitación a Cuba tiene realmente el objetivo central de legitimar definitivamente a la dictadura castrista y constituye un desafío sin precedentes de América Latina a EEUU, gracias a la muy evidente falta de liderazgo que padece hoy la única superpotencia mundial bajo la presidencia de Obama.

 

De participar Cuba se consagraría la “doctrina Insulza”, formulada por el actual secretario general de la OEA, el socialista José Miguel Insulza, según la cual si un líder latinoamericano es de izquierda no es necesario que sea elegido en las urnas democráticamente.

 

Así lo enunció el alto dirigente regional en febrero de 2007 en Lima, cuando afirmó: “La fuente de legitimidad del sistema cubano se llama Fidel Castro”. Y remató: “Fidel Castro es un líder carismático que ha marcado medio siglo de la vida hemisférica... y esa personalidad ha terminado por imponer como legítimo dentro del hemisferio o dentro de América Latina un régimen como el que hoy día tiene Cuba”.

 

O sea, que tiranía y democracia son directamente proporcionales: mientras más tiempo logra mantenerse en el poder un dictador, más legitimidad adquiere, si es de izquierda y tiene “carisma”.

 

El castrismo arruinó a uno de los cuatro países más prósperos de la región antes de 1959, y ha empobrecido dramáticamente a la gente. Ha fusilado a miles de opositores políticos y convertido la Isla en una gigantesca cárcel, apalea a los defensores de los derechos humanos, y ha provocado el éxodo hacia el extranjero de casi dos millones de ciudadanos. Ambos dictadores llevan casi 56 años en el poder. Un récord panamericano absoluto.

 

Una victoria castro-populista en Panamá no contribuiría a mejorar las relaciones de Washington con América Latina como supone The New York Times, sino todo lo contrario. Separaría más aún a la América del Norte de la que otra se extiende del Río Grande a la Patagonia, que ya cuenta con la CELAC y UNASUR, dos exponentes de la estrategia izquierdista de hacer pedazos el sistema interamericano actual para construir otro al margen de EEUU.

 

Pero lo más dramático y triste de todo es que la capitulación estadounidense sería una grave afrenta al sufrido y cada vez más solo pueblo de Cuba. Y Fidel y Raúl Castro podrían gritar eufóricos a los cuatro vientos: “Le ganamos la guerra al imperio yanqui”.

An Update on the ‘Reforms’ in Cuba

Silvio Canto, Jr.

October 18, 2014

 

We keep hearing about all of those reforms in Cuba.  Even the NY Times is now promoting an end to the embargo because of the reforms.

 

Here is the truth: reforms in Cuba are a farce!

 

Just ask Reverend Mario Felix Lleonart-Barroso.  He is a pastor in Cuba under siege from the Castro regime, as reported by Christian Solidarity Worldwide:

 

Reverend Mario Felix Lleonart Barroso, a prominent religious freedom activist and church leader, was officially summoned to the State Security Unit in Camajuani, Villa Clara on 8 October. He was threatened with arrest if he did not appear. At the unit a Lieutenant Colonel read out an Official Warning or “Acta de Advertencia”, a document that can be used as justification for future arrests and criminal charges. Two witnesses, whom the pastor did not recognize, were present and offered testimony of his “counter-revolutionary” links. This is the third time that government agents have unsuccessfully attempted to pressure Reverend Lleonart Barroso into signing an Acta de Advertencia. 

 

According to Reverend Lleonart Barroso, who leads the Ebenezer Baptist Church in the town of Taguayabon in Villa Clara Province, and who is a member of the Western Baptist Convention, one of the largest registered religious organisations on the island, the Lieutenant Colonel told him verbally that the government was unhappy about the pastor’s recent visit to the eastern part of the country. The official added that if the pastor did not change his behaviour soon, a criminal case would “probably be filed.”

 

The purpose of Reverend Lleonart Barroso’s visit was to meet with church leaders who had reported violations of religious freedom. Reverend Lleonart Barroso met with Pastor Yiorvis Denis, the leader of a church in Camaguey which has come under repeated threat of forced closure and confiscation of property. He also met with Pastor Esmir Torreblanca, the leader of a large church in Santiago that was razed by the government in July.

 

Reverend Lleonart Barroso told Christian Solidarity Worldwide (CSW), “I intend to continue on with my activities in the defence of religious freedom in Cuba.”

 

Let's say that Reverend Lleonart-Barroso did not get the memo about greater tolerance or freedom in Cuba.

 

The New York Times' editorial board got the memo, but not Rev Lleonart-Barroso.

 

For years, the church in Cuba has been targeted for two reasons:

 

1) the regime fears that pastors are talking about freedom and commitment to a supreme being not named Castro.

 

2) More and more young people are going to churches.

 

As we've said before, there should be no talks or negotiations with the Castro regime until:

 

1) Mr. Gross, a U.S. citizen, is released;

 

2) independent journalists and pastors are allowed to operate freely; and,

 

3) the opposition, and specially "Las damas en blanco," are not harassed by government thugs.  ("Las damas en blanco" are a group of ladies who march every Sunday calling for the government to release their husbands, sons, or brothers from prison.)

 

In the meantime, tell your pastor, priest, or rabbi about Rev. Lleonart-Barroso.  We should be praying for him and his wife, who is being harassed constantly. 

La narrativa del engaño

Juan Martín Lorenzo

28 de octubre de 2014

 

La BBC tiene en su web site una página que titula “Las reglas del juego”, donde establece las premisas bajo las cuales esa agencia, sus periodistas y reporteros, trabajan. Una de esas reglas dice:

 

“Imparcialidad: Reflejar hechos e ideas de forma equilibrada e imparcial.”

 

Pero, ¿realmente lo hace la BBC?

 

Veámoslo con un despacho que la agencia británica recoge desde Washington sobre la votación en la Asamblea General de la ONU sobre el embargo de Estados Unidos a Cuba. Se titula “Qué debe pasar para que EE.UU. levante el embargo a Cuba”.

 

Lo primero que llama la atención, lo más notable, es que entre los “actores cubanos” del embargo no aparece ni el pueblo de Cuba, ningún representante de la oposición, y la gran extensión del artículo se inclina a hablar de lo que debe hacer Estados Unidos, pero nada sobre lo que debe hacer Cuba (su gobierno, que no es lo mismo).

 

¿Equilibro, BBC?

 

Segundo hecho notable, cuáles son los “actores cubanos” y “peritos” a los que acude el despacho de la BBC. Sólo uno, y de muy cuestionable prosapia: Arturo López-Levy. Los otros dos que menciona la agencia son Marco Rubio y Bob Menéndez, a los que no le da la palabra, ni los cita ni le da el “equilibrio” que reclama esa agencia de prensa.

 

¿Imparcialidad, BBC?

 

Pero quedémonos un minuto con el señor López-Levy. Dice este personaje en el despacho de marras:

 

“Toda la política hacia Cuba está basada en una narrativa de enemistad.”

 

Es decir, la narrativa, según el ‘analista’ de la BBC, es de enemistad de Estados Unidos hacia Cuba, pero no al revés. Cuba ha vivido un “romance” de 56 años con los Estados Unidos. ¿No es así, López-Levy?

 

¿Estará escribiendo George Orwell para la agencia británica? ¿Alguien ha averiguado si aún el gran escritor sigue nano-vivo gracias a los grandes adelantos de la ciencia cubana, según el "analista” López-Levy?

 

Es curioso como las agencias de prensa, que tienen corresponsales en La Habana, cumplen con sagrado escrúpulo sus “reglas de juego” en cuanto a reportes sobre la realidad cubana se refiere. Cada lechuga de estas agencias, entre ellas la BBC, cuando reportan las represiones –en los escasos momentos en que lo hacen– se apresuran a incorporar “el equilibrio” oficioso. Llámese: acudir al vocero oficial que desbarra sobre la oposición y disidencia que cita la agencia.

 

Sin embargo, milagro de los ‘equilibrios’ periodísticos, los despachos de la agencia desde Washington o New York no incorporan las palabras de su contraparte, ningunean la oposición cubana, totalmente la ignoran, conociendo incluso que una abrumadora mayoría de esa oposición es pro-embargo, y en su lugar se apresuran a enlistar todos los factores contra-embargo en la taza de té reporteril. Por supuesto, no podían faltar los conocidos editoriales del “The New York Times”.

 

¿Equilibrio e imparcialidad, BBC?

 

Mas allá de que deberían revisar con más frecuencia sus “reglas de juego”, yo me aventuraría a sugerirle a la agencia británica que escarbe un poquito más en el historial de los analistas a los cuales acude, especialmente en este último reporte. Podría encontrar, por ejemplo, que en vez de estar reclamando para los Estados Unidos “la narrativa de la enemistad”, el perito narrador podría reclamar muy bien para sí mismo “la narrativa del engaño”.

 

El señor López-Levy es como esas orugas pardas que pueblan las plantas nocturnas arrastrando sus patitas furtivas sobre las hojas, mascándolas lentamente con su aparato salival, hasta transformarse de aquella oruga ablativa en esa mariposa multicolor, engañosa, atractiva con colores y palabras dulces, murmuradora de conceptos y definiciones ambiguas.

 

Un agente de influencia sembrado por la dictadura de Cuba, desde hace mucho tiempo, entre los oídos apetitosos de demócratas de dictaduras.

 

Este lepidóptero de democracias es el ejemplar perfecto para demostrar cómo el régimen de Cuba cultiva sus agentes en las instituciones académicas de las democracias occidentales, y especialmente de los Estados Unidos, para después ser la voz, el ‘analista’, el perito sobre los ‘asuntos cubanos’ a los que acuden las agencias… como la BBC.

 

Nacido López-Callejas. Sí, de la misma estirpe que del dueño de los caballitos cubanos de GAESA: su pariente cercano, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas. Graduado del ISRI (Instituto Superior de Relaciones Internacionales, adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba y cantera de los Servicios de Inteligencia de la Seguridad del Estado). Emigrado hacia Israel, después de algunos imprescindibles cambios en algún apéndice y de encontrar, ¡casualidad divina!, un bisabuelo con algún oscuro pasado judío, y un muy buen y conveniente apellido “Levy”. Un salto muy imprescindible, y deseado, hacia Denver. Estudios en la Universidad de Carleton en Ottawa. Continuos viajes a Cuba. Coincidencias de argumentos y enfoques con la politología “poscastrista con Castro”, que hoy se instala en la isla a raíz de las “reformas” del hemanistro del hermanastro. Publicaciones en “Espacios Laicales” de oposición leal. Contactos con la jerarquía católica que fraguó con el gobierno la desbandada de la oposición hacia España.

 

Emigrado castrista de pura cepa.

 

No es el único, ni será el último. Es este narrador pícaro, oruga venenosa castrista devenido ‘mariposa’ intelectual el que la muy “imparcial”, y “equilibrada”, BBC ha escogido como el ‘analista’ incuestionable, necesario y oficioso para recordar la “narrativa de enemistad” de los Estados Unidos hacia Cuba, cuando del embargo se trata.

 

¿Usted cree que es pura coincidencia?

 

Yo, personalmente, creo que las coincidencias, las casualidades y los accidentes informativos hace mucho tiempo se fueron de Cuba: en balsas, en aviones secuestrados, en lanchas rápidas y escalas en Canadá y Europa.

 

Y al parecer, también, haciendo alguna urgente operación anatómica en el apéndice masculino de ciertos personajes oficiosos para reclamar imprescindibles raíces judías en Israel.

 

Hasta a la anatomía comprometen en su afán de oportunismo ciertas especies humanas.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.