EL MITO DE LA EXCELENTE SALUD PÚBLICA

EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO

El ‘apartheid’ en la salud pública de Cuba

 

 

Por qué murió mi madre

Manuel Castro Rodríguez

 

Este post lo hago en nombre de centenares de miles de cubanos que continúan sufriendo situaciones parecidas o peores a las que muestro a continuación.

 

Los hermanos Castro reservan los mejores hospitales, equipos y medicinas para la élite del poder y los extranjeros, mientras que desatienden la calidad de la atención que se le da al cubano de a pie, que cada vez es peor. Tan notable es esa diferencia que frente a la propaganda de ‘potencia médica’ se ha acuñado también la expresión de ‘apartheid médico’ con referencia a los cubanos.

 

Hace treinta y tres años, el 16 de octubre de 1980, mi madre falleció debido a la injusticia social y el clientelismo político llevados a su máxima expresión por Fidel Castro Ruz -el ídolo de los que sienten nostalgia del comunismo mientras disfrutan de todos los derechos consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos, los mismos derechos que los hermanos Castro le violan al pueblo cubano desde hace más de cincuenta y cuatro años. Esa conducta es conocida en Cuba como doble moral, ¿cómo se le llama en otros países?

 

Mi madre tenía exceso de peso corporal como consecuencia del régimen alimenticio impuesto por Fidel Castro al cubano de a pie: arroz y chícharos (arvejas). Todos los médicos que atendieron a mi madre siempre le indicaron que tenía que bajar de peso, que tratara de conseguir frutas y vegetales. En otra época mi madre no hubiese tenido problemas de sobrepeso, dado que a ella le encantaba consumir frutas y vegetales –con sumo gusto ella hubiese eliminado el arroz y el pan de su alimentación-, ya que antes de que los hermanos Castro se adueñaran de Cuba, mi patria era una gran productora de frutas y vegetales. Pero conseguir frutas se hizo una misión imposible desde que el 30 de octubre de 1967, Fidel Castro diera inicio a las actividades de la brigada invasora.

 

Según los periódicos de la época, entre 1967 y 1970 fueron arrasadas unas 180 mil hectáreas de bosques y montes. Se arrasó con una gran cantidad de árboles maderables y frutales. Los suelos y la fauna sufrieron bastante; aunque fue un crimen ecológico de gran magnitud no ha recibido la repulsa mundial que se merece. Puede comprobarse en varias ediciones de finales de 1967 del periódico Granma:

 

un pelotón de zapadores del ejército de Oriente ha dinamitado unos 400 árboles con el objetivo de debilitarlos para que los remolcadores de tanques encuentren menos resistencia”.

Desbrozado totalmente el espeso monte de Dormitorio, en la región del Cauto”.

 

En agosto de 1979 -unas semanas después del triunfo de la revolución sandinista-, mi madre sufrió una hemorragia cerebral que le causó hemiplejia izquierda. El médico que la atendió en el hospital 10 de Octubre –antigua Cooperativa Médica de Dependientes- me dijo que mi madre tenía que entrar rápidamente en rehabilitación, dado que de permanecer inválida aumentaba significativamente su probabilidad de morir. Lo mismo me dijeron varios médicos que consulté, uno de ellos me dijo que si mi madre no volvía a caminar pronto le pronosticaba la muerte antes del año, como efectivamente ocurrió.

 

El Hospital Julio Díaz era el único centro de rehabilitación que existía en ese entonces en la capital de Cuba. Me dirigí a dicha instalación con la remisión que le habían hecho a mi madre en el hospital 10 de Octubre; como la funcionaria que me atendió en el hospital Julio Díaz me dijo que no existía capacidad disponible y que no tenía idea de cuándo la habría, solicité ver al director, alegando mi condición de profesor universitario –gracias a ella había logrado que mi hijo mayor naciese en el mejor hospital ginecoobstétrico de Cuba y lo mismo lograría en 1983 para el menor.  

 

No recuerdo si fue el director o el subdirector quien me atendió; de una forma muy amable me explicó lo mismo que me había dicho la funcionaria que me había atendido anteriormente. Como le insistí bastante para que me diera una fecha de ingreso, me dijo que antes de que pasase un año no habría capacidad. Le respondí que eso significaba la muerte para mi madre; me dijo que yo no podía imaginarme cuánto él sentía no poderme ayudar, pero que en ese momento no estaba en sus manos autorizar la hospitalización de un enfermo.

 

Cuando regresé a mi hogar le expliqué a mi padre lo que había ocurrido y le dije que el mensaje implícito que me había dado la dirección del hospital Julio Díaz era que el único que podía autorizar la hospitalización de mi madre era Fidel Castro, por lo que teníamos que ir a ver a René, lo cual hicimos esa misma noche después de que mi padre lo llamara. El comandante René de los Santos Ponce -cercano colaborador de Fidel Castro desde finales de la década del cuarenta- era primo materno de mi padre y se querían como si fuesen hermanos. René nos dijo que al día siguiente él se encargaría de resolver la hospitalización de mi madre, para lo cual llamaría a Fidel.

 

El comandante René de los Santos Ponce nos dijo que Fidel había rechazado su solicitud para que mi madre fuese atendida en el hospital de rehabilitación, porque Fidel lo había destinado para el uso exclusivo de los guerrilleros nicaragüenses. Mi madre no fue atendida hasta que ya fue muy tarde: un par de meses antes de su fallecimiento el 16 de octubre de 1980.

 

La muerte de mi madre es otro de los ‘logros’ de esa entelequia llamada Revolución cubana.

 

Hace varios años el académico marxista James Petras alertó: “Cuba ha exagerado sus programas de ayuda médica al extranjero, proveyendo clínicas nuevas mientras sus hospitales locales se deterioran. (…) Los hospitales carecen de equipos básicos de capacitación y de reactivos químicos en los centros de diagnóstico”.

 

Sin embargo, los hermanos Castro continúan robando recursos del pueblo cubano para hacer clientelismo político internacional; por ejemplo:

 

1- Todos los años Margot Honecker -la ex dama de hierro de la Alemania comunista que ha sido acusada de cometer crímenes de lesa humanidad- vive un mes en Cuba. Sin que ella ni ningún otro de los nostálgicos del totalitarismo comunista pague un centavo, Margot Honecker recibe atención médica en un centro para extranjeros, así como hospedaje y alimentación en una casa de protocolo situada en una zona donde no puede entrar el cubano de a pie. ¡Cuántos miles de ‘izquierdistas’ extranjeros de clase media disfrutan de privilegios similares! Lo mismo ocurría con Stalin.

 

2- Le regalaron cuarenta hospitales a Bolivia.

 

3- Le obsequiaron más de sesenta centros oftalmológicos a veinte países.

 

Mi padre pudo ser intervenido quirúrgicamente gracias a un viejo amigo mío, el Dr. Alberto Ramos, que fue el que le realizó la operación en el hospital Calixto García, el mejor hospital docente de Cuba. Tuve que llevar prácticamente todo, ya que no había ni un calmante para aliviarle el dolor después que pasó los efectos de la anestesia.

 

El pueblo cubano no se cansa de pedir toda clase de medicinas a sus familiares en Estados Unidos y otros países. Lo típico es que el cubano de a pie se ve obligado a llevar sábanas, toallas, artículos de limpieza, medicamentos y hasta medicamentos cuando ingresa en un hospital.

 

Desde hace varias décadas sólo los dirigentes y sus familiares pueden disfrutar de una buena atención de salud. Cuando en los años setenta y ochenta, la madre o el padre del comandante René de los Santos Ponce eran hospitalizados –primero en una sala especial del hospital Naval y después en la Clínica Cira García-, pude ver las condiciones privilegiadas de que disfrutaban: cuarto exclusivo con cama para el acompañante, excelente alimentación para paciente y acompañante y hasta me daban vasos de jugo cuando los visitaba. Todo eso pagado por el cubano de a pie, al cual le están negadas condiciones parecidas. ¡Qué bueno es el totalitarismo comunista para la cúpula del poder!

 

Desde que yo era niño, mis padres me decían que ellos habían luchado toda su vida para lograr que en Cuba no existiesen privilegiados. Mi padre me decía que Fidel había nacionalizado los establecimientos de salud, para que todos los cubanos pudiesen disfrutar de la atención que nosotros recibíamos al pagar menos de tres pesos al mes. Mi padre murió como tantos miles de cubanos: frustrado de ser engañado por el mayor estafador del siglo XX americano:  Fidel Castro Ruz.

 

 

La antropología política

de la antropología médica cubana

Alexander L. Alum y Rolando Alum Linera

 

Cuba ha producido 65.000 médicos. Lamentablemente, junto a esta estructura médica, hay una casi total carencia de medicinas, equipos y material”. Carlos Alberto Montaner (2008)

 

Introducción

 

Desde sus inicios como disciplina independiente dentro del ámbito de las Ciencias Sociales, a mediados del siglo XIX, la Antropología ha ido generando una plétora de subdisciplinas, como la Antropología Político-Legal y la Antropología Médica, ambas bajo la gran rama principal de la Antropología Socio-Cultural. La primera de estas dos subdisciplinas entrelaza los aspectos socio-culturales con los sistemas político-legales, y la segunda a aquéllos con la práctica de la medicina (tanto la formal como la informal) y con las políticas de salud pública e higiene. Hoy día el antropólogo socio-cultural típicamente vive por un tiempo como un nativo en una comunidad diferente a la suya, ya sea la jungla exótica o una ciudad moderna. Su objetivo principal es comprender los aspectos socio-culturales de esa otra sociedad. La Etnología (como se conoce a la Antropología Socio-Cultural en Europa) se basa en perpetuas comparaciones (o contrastes) de las investigaciones etnográficas (descriptivas); y hemos aprendido que, por lo general, éstas se pueden llevar a cabo a plenitud empíricamente, en el terreno, sólo en sociedades lo suficientemente abiertas como para permitir dicho escrutinio. Esto último explica el porqué de la escasez de dichos estudios en las sociedades totalitarias.

 

La antropóloga estadounidense Katherine Hirschfeld fue a Cuba en 1996, atraída por los proclamados logros socialistas en la salud pública. Según cuenta en su reciente libro Health, Politics, and Revolution in Cuba Since 1898 (Transaction Books, New Jersey, 2008), Hirschfeld admite haber sido otro intelectual extranjero más cuyo idealismo ingenuo se desvaneció al experimentar en carne propia la triste realidad orwelliana de la Cuba contemporánea[1].

 

Este ingenioso volumen está llamado a cambiar el paradigma de la Cubanología, cuando se cumplen 50 años de gobierno de los hermanos Castro. últimamente los apologistas del régimen en el extranjero basan sus justificaciones en unas supuestas mejoras en los servicios sociales, sobre todo en el sistema de salud pública. A pesar de la existencia de una extensa bibliografía cubanóloga, no ha habido suficientes trabajos académicos que desglosen en profundidad dichos mitos. Al menos ya tenemos aquí un estudio médico-antropológico ejemplar que pone en cuestión la pregonada calidad y presumible equidad del sistema médico cubano actual y, por extensión, otros supuestos logros en materia de servicios sociales a partir de 1959.

 

La autora residió por un tiempo con una familia en Santiago de Cuba, donde devino una verdadera observadora-participante –fiel a la metodología antropológica– e incluso contrajo el dengue, la terrible fiebre infecciosa de origen africano[2]. Pero como las autoridades habían declarado que esa enfermedad había sido erradicada en los años 80, el brote epidémico de 1996-97 se convirtió en un ridículo “secreto de estado”, pues su admisión pública hubiera afectado a la imagen del gobierno, sobre todo en el plano internacional. Por lo tanto, la paciente Hirschfeld no podía ser diagnosticada como víctima del dengue, un mal que “ya no existía” oficialmente en la isla. Varios médicos fueron arrestados, y algunos de ellos luego enviados al exilio, por oponerse a la decisión oficialista –médicamente irresponsable– de negar la existencia del brote (por ej., el doctor Desi Mendoza, ahora en España [D. Mendoza e I. Fuentes, Dengue, 2001]).

 

La joven antropóloga vivió una experiencia surrealista kafkiana en un hospital local que atendía a la población común (no a la nomenklatura, ni a los extranjeros). Encontró que la institución estaba injustificadamente militarizada, en condiciones antihigiénicas, sobrepoblada de pacientes (varios con síntomas de padecer dengue), subequipada y atendida por un número escaso de facultativos (nunca fue examinada por un médico durante su hospitalización). Esto último es irónico, ya que Cuba envía personal médico –supuestamente “de exceso”– a otros países; por ejemplo a Venezuela, donde muchos desertan (pasando luego a otras naciones)[3].

 

Otros malos ratos le esperaban a la Dra. Hirschfeld tras ser dada de alta. Sus investigaciones –entrevistó sobre todo a mujeres– fueron vistas con suspicacia por la temible Seguridad del Estado, que la detuvo,hostigó e interrogó en repetidas ocasiones, a pesar de que era claro que no se trataba más que de una simple estudiante extranjera.

 

La incómoda experiencia de Hirschfeld nos recuerda el Proyecto Cuba, puesto en marcha por el famoso antropólogo estadounidense Oscar Lewis a finales de los 60. Los estudios de Lewis fueron abruptamente cancelados por las autoridades cuando, frente a lo que esperaba, aparentemente descubrió no la sobrevivencia (desde el ancien régime) sino el surgimiento de una cultura de la pobreza bajo el socialismo [4]. Lewis partió decepcionado [5] –dejando encarcelado a su asistente [6]– y murió poco después de regresar a EEUU [7]. Casi tres décadas más tarde, Hirschfeld corrió mejor suerte, pues tras ser considerada persona non grata en Santiago pudo marcharse a La Habana. Luego de numerosas peripecias en la capital cubana, y enfrentar grandes limitaciones, logró examinar algunos documentos históricos en ciertos archivos. Tal y como les ha sucedido a otros investigadores, su proyecto se convirtió en otro tipo de estudio; en su caso, Hirschfeld reconstruyó la etno-historia de la salubridad y la epidemiología cubanas [8].

 

Trasfondo histórico

 

Desde el principio del colonialismo español [9], Cuba fue relativamente privilegiada en muchos aspectos, debido sobre todo a su situación geográfica y a su rica agricultura. La Habana fue un centro internacional del comercio, la cultura y la diversión. A principios del siglo XIX, el sabio alemán Alexander von Humboldt (considerado un predecesor del liberalismo) quedó maravillado con la isla, si bien criticó la inhumana esclavitud. En 1837 Cuba inauguró –con capital privado criollo– el primer ferrocarril del mundo hispánico (se adelantó a la propia España) y el segundo de las Américas (sólo le precedió EEUU). La Universidad de La Habana (fundada en 1728) tenía una escuela de Medicina que produjo médicos y dentistas prestigiosos. Sin embargo, la anacrónica esclavitud no quedó oficialmente abolida –por un decreto real– hasta 1886 (fue una de las consecuencias de la Guerra de los Diez Años).

 

Para finales de siglo, Cuba y Puerto Rico eran las únicas colonias españolas en América. Los nuevos intentos armados de los criollos por alcanzar la independencia, que comenzaron en 1895, fueron respondidos con horrendas represalias por parte del gobierno colonial. Cuba albergó los primeros campos de reconcentración de que se tiene constancia. La salubridad empeoró, lo que provocó epidemias que multiplicaron las cifras de mortalidad.

 

Las tropas estadounidenses encontraron un país devastado en 1898 (Guerra Hispano-Cubano-Americana). Hirschfeld consigna que la intervención estadounidense creó infraestructuras, organizó los servicios públicos, estableció una maquinaria educacional y –sobre sobre todo– saneó la isla y fijó las bases de un sistema funcional de salud.

 

Tras la instauración de la república, en 1902, y pese a innumerables contratiempos, el sistema de salud fue progresando –sobre todo después de los años 30 (luego del Machadato)–, hasta llegar a un nivel de semi-socialización a finales de la década de los 50. Ha de decirse que se trataba de un sistema orientado hacia las ciudades, no tanto al campo. Con todo, si se trazan comparaciones con el vigente en otros países, ocupaba un lugar destacado. Después de poco más de cinco décadas de república, Cuba no estaba muy atrás de EEUU y Canadá, y sobrepasaba a casi toda Latinoamérica, incluso a algunos países europeos considerados más avanzados: Bélgica, Irlanda, Holanda, Italia, Portugal; también a Francia, Inglaterra y la propia ex metrópoli, en varios indicadores sociales: médicos y dentistas per cápita, mortalidad infantil, longevidad, consumo diario de calorías, entre otros.

 

Tal como han expuesto Montaner y otros autores en Libertad Digital y La Ilustración Liberal, todo esto se logró a pesar de las fallas del sistema político y de una corrupción rampante, lo cual, por desgracia, sigue siendo típico de Latinoamérica. Esos desafueros llegaron a su cima en Cuba durante la sangrienta (e históricamente inexcusable) dictadura del ex militar Fulgencio Batista (1952-59), que provocó el advenimiento del régimen prácticamente monárquico/dinástico que le sucedió, y que ya le supera siete veces en duración.

 

El ‘apartheid’ en la salud pública después de 1959

 

Hirschfeld afirma que el sistema de salud revolucionario llegó, al cabo del tiempo, a los rincones más apartados del país. Pero esto ha acarreado un precio político-represivo, ya que la estructura médica forma parte integral de un complicado aparato de control socio-legal. A diferencia del protocolo universal, el profesional médico en Cuba debe lealtad suprema no a sus pacientes, sino al gobierno. Todo personal médico es considerado un “soldado revolucionario”, entrenado –como parte del currículum, que Hirschfeld pudo examinar– para espiar a sus propios pacientes (esto se puede constatar conversando con cualquier médico recién llegado al Exilio) [10].

 

Confirmando lo que han estado reportando los exiliados durante décadas, y contradiciendo a los apologistas más apasionados del régimen, la investigadora divide los servicios de salud cubanos en tres estratos “claramente desiguales”, que reflejan un apartheid peculiar. El superior, bien abastecido –no escasea nada–, es para los privilegiados del Partido Comunista, los apparatchiki criollos, así como para los extranjeros (ya sean huéspedes especiales del gobierno o los que pagan con los malditos pero codiciados dólares). Este es el servicio “de primera clase” que tanto celebran ciertos académicos, reporteros, acaudalados atletas y cineastas extranjeros, que se convierten en portavoces del gobierno al repetir las hiperbólicas consignas oficialistas.

 

El estrato intermedio, de inferior calidad al que acabamos de reseñar, es el que está llamado a servir al resto de la población, a “los de a pie”, como dicen los cubanos, asignados a los puestos médicos en función de su lugar de residencia. A diferencia de lo que dice el discurso oficialista, en la práctica los servicios médicos no son un derecho, sino un “privilegio” otorgado por la dirigencia política, a la que el pueblo tiene que demostrarle lealtad y gratitud eternas [11]. Como escribiera en unos versos de protesta Heberto Padilla, el cubano tiene que ser “obediente [y estar]... siempre aplaudiendo” (Fuera del juego, 1967). El sistema médico oficial crea un clientelismo –cuidadosamente diseñado– dependiente del omnipotente estado, como lo es casi todo lo demás allá (ya lo indicó R. Lewis: v. nota 4). Las policlínicas o consultas locales, usualmente mal provistas, funcionan en coordinación con los infames Comités de Vigilancia, o de Defensa de la Revolución (que los cubanos llaman despectivamente “de chivatos”), por lo que los disidentes políticos confrontan una gran desventaja médica [12].

 

El tercer estrato lo constituye una red informal de servicios de salud a la que recurre el cubano promedio, porque no confía en el sistema médico estatal. Típicamente, profesionales de la medicina (dentistas incluidos) ejercen clandestinamente a cambio de efectivo o de pagos en especie (por ejemplo, medicamentos y enseres domésticos; por cierto, generalmente robados de agencias estatales o enviados por familiares exilados). Todo esto es parte de lo que los cubanos denominan el socioísmo, en mofa del anacrónico socialismo oficial. Esta cultura de la corrupción–que comprende un amplio mercado negro– contrasta con el ideal del supuesto hombre nuevo socialista y, aunque Hirschfeld no lo elabora, está relacionado con los síntomas de que se ocupa el concepto lewisiano de cultura de la pobreza, antes mencionado. Las autoridades hacen la vista gorda, ya que esta red médica alternativa alivia de pacientes a la estatal.

 

La existencia de esa red clandestina representa otro ejemplo de lo que en el ámbito de las Ciencias Sociales se ha dado en llamar “la resistencia de cada día”, protagonizada precisamente por los más oprimidos, los privados de acceso al poder (aquellos por quienes abogamos, supuestamente, los intelectuales en todas partes).  

 

Más paradojas: dependencia del exilio

 

Los datos de la profesora Hirschfeld confirman, si es que quedaba alguna duda, que un sinnúmero de servicios depende básicamente de las remesas y los envíos caritativos del Exilio, el cual, absurdamente, es blanco de constantes ataques por parte del régimen y sus partidarios más estridentes en el extranjero. Paradójicamente, la red médica fantasma existe gracias a la generosidad de los cubanos de la diáspora, esparcidos por todo el mundo, quienes contribuyen humanitariamente a la misma con sus envíos a familiares atrapados en la isla.

 

Al decir de algunos expertos, puede que dichas donaciones se hayan convertido en el equivalente de una de las primeras industrias de la economía cubana. Si no fuese por los calumniados emigrados, la malnutrición en la isla sería aun peor, ya que se estima que la ración alimenticia asignada mensualmente por el gobierno sólo alcanza para una semana. En 1995 se admitió incluso la existencia de una epidemia de neuropatía óptica (la cual puede causar ceguera); pero el entonces popular ministro de Salubridad, el Dr. Julio Tejas, cayó en desgracia cuando reconoció públicamente que la malnutrición rampante era la causa principal de la misma.

 

Probablemente el lector conocedor de la problemática cubana encuentre poco nuevo aquí; pero las Ciencias Sociales se reducen a menudo a documentar –o problematizar (en el lenguaje postmodernista de moda)– lo obvio. Lo cierto es que Hirschfeld documenta aspectos de la vida cotidiana cubana que observó desde dentro y desde abajo, a diferencia de ciertos apologistas que niegan la horrible realidad interna y pontifican cómodamente desde el exterior, a veces sobre la base de breves visitas a Cuba de tipo semi-turísticas (y quizás controladas), y en muchos casos sin que tengan un dominio adecuado del idioma (necesario, por ejemplo, para comprender insinuaciones sutiles).

 

Otros aspectos político-legales: la Cubanología, de ayer a hoy

 

Debemos acotar que, a pesar de sus contribuciones, Hirschfeld no da el crédito que históricamente se merece a la Cuba de ayer, la Cuba republicana (1902-59), que, aun imperfecta como fue, alcanzó niveles socio-económicos y de salubridad muy notables, como ya vimos. En este punto vale la pena decir que uno de los legados más positivos del colonialismo español fue quizá la red de centros regionales, todos estatizados después de 1959. Por una modesta cuota, dichos centros –que tenían clínicas mutualistas– ofrecían servicios médicos de primera calidad a sus miembros. Por ley, estas cooperativas (la Benéfica Gallega, la Hijas de Galicia, la Covadonga, la Castellana, la Canaria, etc.) también proveían servicios de emergencia gratuitos a todo paciente que a ellas llegara, sin distinción.

 

Pero regresemos a Hirschfeld. Lo más admirable es su integridad intelectual. El gobierno revolucionario es considerado (¡todavía a estas alturas!) una especie de vaca sagrada en ciertos medios intelectuales y periodísticos extranjeros. Sin embargo, Hirschfeld no escatima calificativos a la hora de referirse a la brutal dictadura, a la que tacha de opresiva y represiva, una tiranía que se esconde detrás de una anticuada retórica nacionalista falaz, de la cual los cubanos se mofan a escondidas, tal como reporta la propia investigadora. Sus estudios pasan, pues, de la Antropología Médica a la Político-legal. La loable audacia de la candidez de Hirschfeld reta a aquellos intelectuales en el extranjero que otorgan al callar la verdad –o al no reportarla completamente– aquellos que menosprecian la franqueza que se espera de los estudiosos comprometidos con el principio de objetividad cándida, esencial en las Ciencias Sociales.

 

Hirschfeld expresa su desconcierto al confrontar el cuerpo bibliográfico que todavía trata a Cuba como un experimento utópico, mientras que lo que ella encontró fue todo lo contrario. Desde la perspectiva de la Antropología Política, el tema de Cuba genera emociones irracionales entre algunos observadores extranjeros. Ellos parecen interpretar la experiencia del pueblo cubano según el color del cristal con que la miran; o sea, ven el caso cubano –desde fuera, nunca desde dentro y viviendo como un cubano ordinario– según su propio prisma de valores, a lo cual, por supuesto, tienen todo su derecho intelectual en las sociedades libres. El problema es que, al no presentar la verdad –o la verdad completa–, lo que algunos autores hacen es lavar la información, los datos y hechos, con el objeto de hacerlos lucir positivos para el régimen. Por si esto fuera poco, esos datos y hechos lavados son luego repetidos por otros autores. Hay muchísimos ejemplos de ello en la Cubanología, algunos hasta risibles.

 

Alternativamente, tratemos de comprender el asunto desde la perspectiva de la rivalidad eterna entre las Humanidades (creativas) y las Ciencias Sociales (cuya meta primordial es descubrir la verdad, sin amarres ideológicos). Mientras que los literatos se pueden dar el lujo de crear en sus escritos de ficción un mundo de fantasías moldeado por su imaginación (ahí están las obras de Hemingway, Sontag y García-Márquez, por poner sólo tres ejemplos), del científico social se espera que se ciña al protocolo de responsabilidad profesional, aislándose (lo más humana y epistemológicamente posible) de sus preferencias afectivas. Los estudios de Hirschfeld son ejemplares desde el punto de vista científico: ella fue a Cuba con ciertas premisas (una serie de hipótesis, por cierto, de antemano favorables al régimen), pero al someterlas a la fría prueba de los hechos resultaron falsadas o falsificadas (como se dice ahora en la Filosofía de las Ciencias Sociales), por lo que acabó descartándolas.

 

Frente a lo que aducen, en el otro extremo, algunos investigadores: los socio-conductistas (behaviorists), que dominaron las Ciencias Sociales hace unas tres décadas, no es imprescindible recurrir a complicadas fórmulas estadístico-matemáticas para que un estudio sea científico. Basta con que el investigador sea fiel, sistemática y consistentemente, a la realidad que percibe y tenga en cuenta las limitaciones epistemológicas de las Ciencias Sociales.

 

A pesar de todo, la propaganda insidiosa del régimen cubano parece todavía influir sobre ciertos intelectuales extranjeros, ciegos selectivos ante la realidad (sin duda, muchos de ellos incautos). Así, vemos intelectuales que, insólitamente, tienden a identificarse no con las pobres víctimas, como es de rigor en el mundo intelectual, sino con la auto-perpetuada gerontocracia, predominantemente militar, que ejerce su hegemonía despótica sobre la isla.

 

Al enfocar el fallido sistema de salud cubano y sus implicaciones político-legales, Hirschfeld desafía, valiente y excepcionalmente, la persistente propaganda gubernamental presentando datos cualitativos y cuantitativos de la realidad vivencial cubana que desmienten a los más histriónicos apologistas del gobierno fuera de la isla.

 

Lo que se espera de todo científico social con mentalidad inquisitiva es indagar acerca de las incongruencias de cualquier sociedad, tal como han postulado el filósofo liberal John Stuart Mill, el antropólogo Bronislaw Malinowski y, más recientemente, el canadiense Harry Wolcott y el cubanólogo estadounidense I. L. Horowitz [13]. Cuando Fidel Castro enfermó en 2006, las autoridades cubanas recurrieron a un cirujano de España, cuyo sistema médico –de acuerdo con el discurso oficial cubano y el de sus seguidores en el extranjero– es supuestamente inferior al de la isla. Así como lo leímos en la prensa madrileña, la interrogante más lógica que surge es si la cúpula gobernante de veras confía, política o profesionalmente, en sus propios médicos.

 

(A propósito, permítasenos abrir un paréntesis con fuentes no académicas. Es comúnmente aceptado como una especie de ley o constante científico-social predecible el que, por lo general, los seres humanos votan con los pies en un acto de desesperación –pensemos, por ejemplo, en el fenómeno del Mariel, en 1980–. Pues bien, como dice un escrito que circula por Internet [14], si el sistema cubano de salud es tan “maravilloso”, ¿por qué la gente se lanza al mar para huir de él? Pocas disertaciones académicas podrían expresar con tanta concisión esa sabiduría popular).

 

Conclusión: el avance de la Cubanología y las Ciencias Sociales

 

En resumen, los reportes de Hirschfeld, en los que combina su experiencia vivencial con los datos recopilados durante sus pesquisas en archivos cubanos y estadounidenses, no sólo siguen la pauta científica, sino que revelan un par de cuestiones importantes. En primer lugar, que puede que estemos presenciando un cisma entre generaciones de investigadores. Por un lado tenemos a jóvenes estudiosos de mente inquisitiva, como Hirschfeld, que cuestionan los slogans oficialistas (llamémoslo la técnica de la contrariedad, legítima en las Ciencias Sociales), y por el otro a aquellos que se aferran a unos esquemas especulativos escleróticos con características cuasi religiosas (esto es, enraizadas en la fe, en vez de en la evidencia), lo cual no debe tener cabida en las Ciencias Sociales hoy día. En segundo lugar, que las técnicas investigativas eclécticas de la Antropología, cuando son aplicadas objetiva y científicamente –como hace Hirschfeld–, sirven como instrumentos magníficos para (en la terminología de Foucault) deconstruir las falsedades de aquellas sociedades que el filósofo liberal Karl Popper llamó “cerradas”.

 

El libro analizado aquí es un modelo que debe ser imitado por otros investigadores con ansias de promover el avance de la Cubanología y de las Ciencias Sociales en general [15]. Sería magnífico si este paradigmático volumen fuese traducido al español e introducido en Cuba (no queda más remedio que clandestinamente); así los cubanos verían que sí existen investigadores extranjeros honestos que difunden la realidad científico-social. Esto traería también, quizá, un rayito de esperanza a la agotada población de la isla, con respecto a la muy ansiada transición a una Cuba post-socialista.

 

[1] En español, el título del libro sería Salud, política y revolución en Cuba desde 1898. El propósito inicial de Hirschfeld era recopilar datos para su tesis doctoral (Socialism, Health and Medicine in Cuba, Emory Univ., 2001). Ver también J. Dorschner, “Author disputes Cuban health-care 'myths'“, Miami Herald, 11-I-2008, y E. Curnow, “Al descubierto el verdadero rostro de la salud en Cuba”, Diario Las Américas, 14-I-2008.

 

[2] El agente transmisor del dengue es un mosquito. Los síntomas incluyen fiebre, vómitos y fuertes dolores, sobre todo en las articulaciones. La enfermedad –que puede causar la muerte– era poco conocida en Cuba antes de la revolución. El brote epidémico de 1981 (el cual llegó a la misma Habana) fue el primero de los registrados en las Américas. Ha habido más brotes en Cuba, aunque las autoridades no siempre admiten su existencia. Recientemente se han reportado brotes en otros países caribeños; incluso en el altiplano andino, concretamente en Bolivia, a principios del 2009 (Center for Disease Control, www.cdc.gov/ncidod/dvbid/dengue).

 

[3] Los galenos cubanos itinerantes proveen servicios gratuitos a poblaciones que normalmente no reciben atención médica de sus propios gobiernos. El régimen castrista incrementa así su imagen internacional, y recibe a cambio divisas, que retiene (la paga al personal médico es mínima). Por ejemplo, la Venezuela de Hugo Chávez paga a Cuba por servicios prestados en la Bolivia de Evo Morales. Dicho esto, hemos escuchado reportes de pacientes de esos países que se quejan del mal servicio recibido. Es más, existe la impresión de que los sudamericanos son usados por los cubanos como conejillos de Indias. Por otro lado, el número de quejas por mala práctica registradas (aunque sin recursos legales) también indica que la posesión de un título en Medicina no equivale a tener las destrezas profesionales adecuadas (esto es de aplicación universal, no es privativo del caso cubano).

 

[4] La viuda de Lewis, Ruth (née) Maslow, recientemente fallecida, logró publicar tres volúmenes basados en lo que pudo salvar de sus viajes a Cuba (v. R. Alum, “A critique of O. Lewis, Four Women”, Cuban Studies, 1979).

 

[5] El ya fallecido Douglas Butterworth, un asociado de los Lewis, escribió su propio estudio, The People of Buena Ventura (1980). Sus revelaciones retan las teorías del Che Guevara –inspiradas en Marx– acerca del hombre nuevo socialista. No se ha prestado suficiente atención analítica ni a ese libro (la misma Hirschfeld no lo menciona) ni a ese tópico socio-cultural tan crucial (v. R. Alum, “La vida in Cuba”, Cuban Studies, 1982; “A new study of the culture of poverty”, New America, jul.-ag., 1983; “The legacy of a culture of poverty”, Wall St. Journal, 30-XII-1983; “The Dominican Republic example”, Wall St. Journal, 13-IV-1984).

 

[6] Después de cumplir prisión por colaborar con los Lewis, el asistente –Álvaro Ínsua (a quien hemos entrevistado)– salió al exilio vía Costa Rica. Ningún antropólogo o intelectual extranjero protestó por su encarcelamiento.

 

[7] Otros aspectos del affaire Lewis fueron divulgados por Maurice Halperin, un desencantado ex marxista estadounidense, en The Taming of Fidel Castro (1981). Al parecer, había espiado para la Unión Soviética (v. su obituario en el New York Times del 2 de febrero del 95). Hirschfeld no menciona dicho libro, aunque sí cita otro de Halperin: Return to Havana: Decline of Cuban Society (1994).

 

[8] Entre las condiciones que reporta Hirschfeld podemos detectar varias que encajan en el concepto de cultura de la probreza de Lewis; pero, lamentablemente no las analizó en sus escritos (v. Hirschfeld, “Re-examining Cuban health care”, Cuban Affairs, 2:3, julio de 07).

 

[9] Hirschfeld comienza su cronología de Cuba en el año1898, por lo que queremos hacer un breve repaso de algunos legados de la era colonial. Véase también L. de la Cuesta, Las Constituciones cubanas –con bibliografía anotada (1974); R. Núñez, R. Nodal y R. Alum, “The Afro-Hispanic Abakuá”, Orbis-Documentation Linguistique (1984).

 

[10] Las evaluaciones de Hirschfeld sobre el papel del médico revolucionario son avaladas, al menos desde el punto retórico-ideológico, por las palabras de Ernesto Che Guevara, quien había estudiado Medicina en su natal Argentina (v. su discurso de 1959 publicado en inglés décadas más tarde en la socialista Monthly Review de Nueva York [2005]). Durante sus pocos años de asociación con el régimen, Guevara no parece haber estado muy implicado en la reestructuración estatizante del sistema de salud (v. Compañero. Vida y Muerte del Che, 1997, de J. Castañeda, quien luego deviniera canciller mexicano y crítico del gobierno cubano y sus fanáticos apologistas extranjeros).

 

[11] La periodista ecuatoriana Gabriela Calderón ha citado en un artículo a la controvertida neuróloga cubana Hilda Molina, según la cual “jamás el régimen (…) ha garantizado (…) igualdad en lo que a servicios médicos se refiere. La elite gobernante (...)y [sus] protegidos han recibido siempre una atención diferenciada, superior a la [recibida por el resto de la] población” (G. Calderón, “El costo de la revolución de Fidel”, El Universo, 26-II-08). Pero resulta que el apartheid segregacionista existe no sólo en los servicios de salud, sino en varias otras manifestaciones, como han estado reportando los cubanos durante décadas. Entre las recientes mini-reformas de Raúl Castro se cuenta el privilegio, para el cubano de a pie, de poder ingresar en hoteles y otros establecimientos normalmente reservados a turistas y miembros de la nomenklatura. Yoani Sánchez se pregunta en su valiente blog, que escribe desde Cuba, cómo es que ahora se va a permitir algo que se negaba estuviera prohibido. La joven lingüista introduce un término para describir la contradictoria situación: endofobia (una especie de antónimo de la xenofobia), que ella define como “excluir al similar, [negarle] iguales derechos” (Y. Sánchez, Generación Y, 4-II-09).

 

[12] Según reportara Reinaldo Arenas (Antes que anochezca, 1996), ese fue el caso del dramaturgo Virgilio Piñera, que de semi-vocero intelectual se había convertido en crítico del gobierno, cuando en 1979 lo dejaron morir, sin recibir atención médica, de un simple ataque de asma. (Agradecemos estos detalles a Radamés Suárez).

 

[13] R. Alum “Social sciences & physical sciences”, Eureka, 1975; H. Wolcott, Ethnography, 2008; I. L. Horowitz, The Long Night of Dark Intent: Half Century of Cuban Communism, 2008.

 

[14] “The great Cuban health care system: So great, folks are swimming from it”, Backinformant.com, 25-VII-07.Incluso el número de parientes de la oligarquía revolucionaria que opta por escapar al extranjero va en aumento, desde allegados de los hermanos Castro hasta el nieto de Guevara –Canek Sánchez Guevara–, auto-exilado en México (Proceso, 17-X-04; cable de EFE, 18-X-04).

 

[15] Quedan aún por esbozar otros temas relacionados, algunos de los cuales Hirschfeld apenas alcanza a mencionar; por ejemplo: a) cómo el régimen y sus apologistas manipulan y manufacturan estadísticas favorables al gobierno; b) la alta incidencia de abortos (Cuba tiene la tasa de natalidad más baja del continente); c) el alarmante número de pacientes con depresión, muchos de los cuales llegan al suicidio (¿por qué, en un supuesto paraíso?); d) el abuso estatal de la Psiquiatría como un arma de represión policíaca; e) la participación del régimen en el tráfico internacional de órganos humanos a cambio de divisas (v. www.encyclopedia. com/ doc/1P2-4733354. html). No por casualidad hay tantos médicos cubanos opuestos al gobierno. Entre ellos se encuentran la doctora H. Molina (mencionada en la nota 11), antaño célebre miembro del Partido Comunista, y el doctor Elías Biscet, el distinguido disidente afro-cubano declarado “prisionero de conciencia” por Amnistía Internacional (www.biscet.blogspot.com)

 

 

Los hermanos Castro exportan medicamentos,

aunque faltan en Cuba

 

Pese al aumento de producción, “no es fácil” conseguir todos los medicamentos en Cuba

Carlos BATISTA (AFP)

26 de noviembre de 2013

 

La Habana — El aumento de la producción de medicamentos en Cuba mejoró el acceso de la población a esos productos, aunque persiste cierta escasez fomentada por déficits productivos, sobreconsumo y mercado negro, según los especialistas del sector.

 

“Resolver en la farmacia los medicamentos que manda el médico ha mejorado muchísimo en los últimos 10 años, pero aun así, no es fácil conseguirlos todos, muchas veces las personas acuden a revendedores o lo mandan a buscar al extranjero”, dijo a la AFP Gisela Vázquez, una enfermera de 44 años.

 

Los medicamentos están exentos de impuestos aduaneros.

 

La producción y venta de medicinas en Cuba está totalmente en manos del Estado y su escasez fue dramática hace unos 10 años, pero fuertes inversiones en el sector mejoraron desde entonces la situación.

 

Ese proceso se basó en un fuerte caudal científico existente, que permitió incluso desarrollar vacunas y fármacos novedosos. La venta de medicamentos es ahora el segundo renglón de exportación de bienes, después del níquel, con unos 600 millones de dólares anuales.

 

“Es muy difícil que falten” las medicinas para enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes, dijo a la AFP María Fernández, de 58 años, que gasta unos 13 pesos (0,55 dólar) de su jubilación mensual de 268 pesos (11 dólares) en comprar el amlodipino y la clortalidona para su presión.

 

Pero muchas veces paga a un revendedor 10 pesos (0,35 dólar) por 10 tabletas de dipirona, un analgésico muy usado, o 25 pesos (un dólar) por vitamina C.

 

El rey del mercado negro es el meprobamato, un ansiolítico y relajante muscular, que la industria está sustituyendo, pues crea hábito. “Mucha gente lo compra para tomar o para mandarlo a sus familiares en Miami”, Florida, dice Fernández.

 

La producción de medicinas se duplicó entre 2007 y 2010, según las más recientes cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas. El país gasta actualmente 300 millones de dólares anuales en importar materias primas y medicamentos no producidos en Cuba.

 

“Estamos trabajando en el fortalecimiento de la industria nacional para tener más sostenibilidad y que cada día pueda ser mayor la producción”, dijo a la televisión José Vélez, Director Nacional de Medicamentos del ministerio de Salud.

 

Muchos de esos medicamentos importados son subsidiados o suministrados de forma gratuita, sostiene José Fernández, vicepresidente del grupo empresarial estatal BioCubaFarma.

 

Su empresa paga alrededor de cinco dólares al importar una dosis de insulina, que vende a 1,25 pesos (0,05 dólar), mientras que el tratamiento anual de anticuerpos monoclonales, suministrado gratuitamente en los hospitales a pacientes con cáncer de mama, cuesta entre 35.000 y 45.000 dólares.

 

Los medicamentos contra el SIDA, son entregados gratis a los afectados.

 

Sobrecosumo y automedicación

 

Las 2.141 farmacias comunitarias, 167 hospitalarias y otras 600 en centros asistenciales atienden mensualmente a 10 millones de clientes que presentan entre 15 y 20 millones de recetas médicas, según la televisión estatal. Cuba tiene una población de 11,1 millones.

 

Aunque la industria admite déficit productivo en algunos medicamentos (583 de los 881 medicamentos que conforman el Cuadro Básico, es decir 66%, se producen en Cuba), la escasez se incrementa por el acaparamiento preventivo o los robos por parte de empleados para vender en el mercado negro.

 

Según los especialistas, a nivel internacional las mujeres consumen más medicinas que los hombres, aunque su expectativa de vida es mayor.

 

Un reciente estudio publicado en la Revista Cubana de Salud Pública en septiembre, señaló que más del 57% de las mujeres encuestadas consume medicamentos regularmente, y ese consumo es mayor en el caso de las jubiladas, con un 88%. Cuanto menor es el nivel cultural, tanto mayor es el consumo, agregó.

 

Los medicamentos más consumidos son los cardiovasculares, antiinflamatorios, analgésicos, relajantes musculares y psicofármacos.

 

Las autoridades sancionan fuertemente a los revendedores de medicamentos y despliega una campaña mediática contra la automedicación y el sobreconsumo como el popular programa televisivo “La Dosis exacta”, pero aun así, “no es fácil”, como dicen los cubanos para reconocer dificultades.

 


Científico cubano cuestiona secretismo epidemiológico

Rolando Cartaya

9 de julio de 2013

 

En una revista de salud cubana, el Dr. Luis Suárez Rosas escribe que la política de ocultar las epidemias es antiética y entorpece la respuesta.

 

En una entrevista la semana pasada con el sitio oficialista Cubadebate, ante una pregunta sobre la encrucijada de la prensa oficial, el sucesor aparente de Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, llamó a “terminar con la gente que sigue practicando el secretismo”, y afirmó que “el pueblo tiene derecho a que lo informemos”.

 

Dos días más tarde martinoticias.com supo por opositores, periodistas independientes, y médicos que hablaron a condición de no ser identificados, que en la provincia de Matanzas hay veintenas de personas internadas o en cuarentena debido a la presencia de casos de cólera en cinco municipios.

 

Sin embargo, ni medios oficiales como Radio 26, ni las autoridades médicas  de la provincia han cumplido con el deber de informar al pueblo de qué se trata. En su lugar, se recomiendan medidas sanitarias típicas para prevenir el cólera pero sólo se mencionan vagas “enfermedades diarreicas agudas”


Mientras tanto un profesor titular de la Escuela Nacional de Salud Pública de Cuba, e historiador de la salubridad en la isla, acababa de exponer en una revista especializada  la “lamentable ética” y los peligros que entraña el secretismo en el campo de la epidemiología.


En su artículo “El silencio epidemiológico y la ética de la Salud Pública cubana” el doctor Luis Suárez Rosas escribe:

“La existencia o no de una cantidad de casos de una enfermedad es uno de los aspectos y cuestiones de la salud pública susceptibles de una particular y específica consideración ética que requiere una transparencia informativa responsable y veraz que llegue a individuos y colectividades sin mutilar, ocultar o secuestrar información. En numerosas ocasiones esto se convierte en una cuestión de vida o muerte”. 


¿UN ENEMIGO DE LA REVOLUCIÓN?


El doctor Suárez Rosas está lejos de ser lo que la propaganda oficial llama “un enemigo de la revolución”. Su curriculum indica que es “Profesor Titular de la Escuela Nacional de Salud Pública; Ex Decano de la Facultad de Salud Pública del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana y Ex Decano de la Facultad de Estomatología del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana”.

En alguno de sus escritoscita con entusiasmo al Che Guevara y habla de “la vital tarea de la integración martiana y bolivariana en nuestras tierras”.


Pero en su ensayo sobre la omisión de información ante brotes de enfermedades infecciosas en Cuba, el doctor Suárez Rosas antepone el deber científico a la unanimidad revolucionaria, advirtiendo que “cuando el silencio epidemiológico no se corresponde con la realidad, no contribuye ni a la disminución de los casos sospechosos y enfermos ni a una percepción real del riesgo de la potencial gravedad del dengue como enfermedad y de la necesidad de la eliminación de su principal agente transmisor”.

 

El experto en Salud Pública no se anda con rodeos: “En Cuba existe un silencio epidemiológico, en el caso del dengue como enfermedad, que se rompe en ocasiones con artículos que aparecen en la prensa donde se destaca la lucha contra el mosquito Aedes aegypti y la necesidad de que la población aumente la percepción del riesgo acerca de este vector para evitar las enfermedades que puede transmitir”.

“Mientras todo esto ocurre, desde hace meses el rumor popular habla de hospitales habaneros dedicados enteramente a la atención de casos de dengue, defunciones por esta causa y las familias confirman la presencia de la enfermedad entre sus propios miembros y vecinos sin que exista una información oficial al respecto”. 

La primera pista hacia el divergente ensayo del doctor Suárez Rosas la ofreció en el sitio de la Red Observatorio Crítico otro científico, el especialista en Radiofísica del Instituto de Neurología y Neurocirugía Rogelio Manuel Díaz Moreno.

El colaborador de Observatorio Crítico cita una referencia del autor del ensayo: Cuba no envió informes sobre casos de dengue en 2012 a la Organización Panamericana de la Salud. Dice Díaz Moreno: “Yo, en particular, no necesito esos reportes oficiales, ya que tuve a mis dos padres ingresados --simultáneamente-- por esa causa”.

LA PRIMERA DE MUCHAS

 

En su trabajo crítico, el doctor Suárez Rosas fundamenta sus observaciones en una documentada historia de la salubridad y la epidemiología en Cuba, que a diferencia del proceder de la historiografía tradicional, no inicia en 1959. También  recuerda el titánico esfuerzo que se libró en Cuba contra la primera y devastadora epidemia de dengue de 1981, que dejó 158 muertos y afectó a más de 344.000 cubanos.


El autor era entonces Director Municipal de Salud en San José de las Lajas. Sus recuerdos son dramáticos: “Todavía tengo frescas en mi memoria las imágenes del entonces Hospital Materno Infantil 'Leopoldito Martínez' de la cabecera municipal, colmado de niños enfermos, y el suelo impregnado de la sangre de sus hematemesis”, escribe. La plaga pudo ser contenida en tres meses.


En aquel momento el gobierno cubano, incluso por boca del gobernante Fidel Castro, identificaba al dengue con todas sus letras.


16 años más tarde, en 1997, el médico santiaguero Desi Mendoza Rivero fue condenado a 8 años de prisión bajo la figura delictiva de Propaganda Enemiga, por alertar sobre un brote de dengue en Santiago de Cuba más limitado que el de 1981


UN TEMA TABÚ


Desde entonces la política sobre las epidemias ha consistido en encubrirlas, en particular las defunciones.

 

En la epidemia de dengue del 2012 algunos hospitales no dieron abasto

 

El año pasado el dengue --una plaga estacional-- volvió a asolar al país. Causó los mayores estragos en la ciudad de Camagüey, donde los hospitales no daban abasto y hubo que habilitar escuelas y otros locales para alojar a más de 3.000 enfermos. El periodista Calixto Ramón Martínez, de la agencia  independiente Hablemos Press pudo confirmar la muerte de al menos dos personas. Pero la prensa oficial continuó hablando de combatir al vector. Martínez fue encarcelado un par de meses después. La OPS no recibió reportes de casos en Cuba.


Por aquellas fechas, a modo de ilustración sobre esta reticencia a admitir las epidemias, expusimos en un reportaje para martinoticias cómo el título de un artículo publicado en la web oficial Cubadebate rezaba: “Autoridades cubanas piden apoyo de la población para erradicar el Aedes”, mientras que la dirección URL del mismo artículo (que todavía se conserva en Internet) usaba la palabra “dengue”:


http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/08/15/autoridades-cubanas-piden-apoyo-de-la-poblacion-para-erradicar-el-dengue

EL FACTOR TURISMO


¿Qué cambió en Cuba entre 1981 y 1997 para que de la franqueza sobre las epidemias se pasara a encubrirlas o designarlas con eufemismos? Mucho cambió, pero una consecuencia directa de la caída del comunismo en Europa fue que  el turismo extranjero desplazó a la industria azucarera como locomotora de la economía cubana. Y el gobierno de la isla sabe que la presencia --reconocida-- de un brote infeccioso en el país receptor vacía los hoteles de turistas.

 

En los 90 el turismo se convirtió en la principal fuente de divisas de Cuba

 

En su ensayo, publicado en una revista de limitada circulación, el doctor Suárez Rosas recuerda que en medio de la epidemia de 1981 Fidel Castro expresó que Cuba “por su organización, por el nivel de cultura de su pueblo, por el espíritu de disciplina y de trabajo que tiene nuestro pueblo”, podía erradicar el mosquito.


Luego, el experto en Salud Pública afirma que “tres décadas después de pronunciadas estas palabras el principal transmisor del dengue, el mosquito Aedes aegypti, no ha logrado ser erradicado definitivamente de Cuba y la enfermedad nos sigue afectando”. Pero  sus conclusiones, aunque valientes, son como la voz del que clama en el desierto.


CONVENIENCIA VS ÉTICA


No admitir la presencia de una enfermedad infecciosa en un país, como se ha hecho con el dengue, el brote de fiebre porcina en 2009 y la propagación ulterior a casi todas las provincias del brote de cólera que se registró en 2012 en Manzanillo y que el gobierno pronto dio por concluido, complica por una parte la participación ciudadana en la lucha contra estos males. Se ha hecho notorio en ese sentido como, ajenos a la inmediatez del peligro, muchos cubanos se resisten a las fumigaciones y la colocación de larvicidas en el agua contra el mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue.


Pero la renuencia a reconocer también limita la orientación adecuada. Durante la epidemia del 2012 en Cuba, el especialista colombiano en dengue Dr. Fredi Alexander Díaz-Quijano nos hizo varias valiosas advertencias sobre el dengue hemorrágico.


Mencionó el peligro de empeorar un caso si contra la fiebre se toma duralgina o dipirona, un antipirético de amplio uso en Cuba; la probabilidad de desarrollar la variante hemorrágica cuando ya se ha padecido el dengue clásico; Y nos habló también de síntomas a vigilar: vómitos con sangre, sangrado gastrointestinal, o pintas de sangre en la piel; dolor abdominal fuerte y persistente; y alteraciones neurológicas como el estupor.

 

¿Cómo “informar al pueblo” estas cosas omitiendo que se trata de dengue? Hasta el día de hoy, estos conocimientos sólo se transfieren en Cuba por vía oral a grupos poblacionales muy pequeños, en materiales impresos, o de manera ambigua --procurando no crear sobresaltos a nacionales y extranjeros-- a través de los medios de comunicación.

El doctor Suárez Rosas termina su ensayo crítico recordando que por cientos de años los sanitaristas cubanos, desde Tomas Romay y Carlos J. Finlay hasta los contemporáneos, se consagraron a la creación y consolidación de un sistema nacional de salud sobre sólidas bases éticas. Y advierte que en las actuales circunstancias, la ética “se ha convertido en un aspecto clave y una necesidad imperiosa e impostergable, porque sin ética no hay solución posible y sostenible a los problemas que enfrentamos”.

 


Véase médicos cubanos, esclavos de bata blanca


 

 Más médicos en misiones y menos consultas en Cuba

 

 Cuba aumenta su personal en Guatemala

 

Médicos cubanos en Brasil fortalecen posición de Rousseff

 

Exportará Cuba 120 médicos por año a Arabia Saudí

 

Cuba exporta servicios educativos a 43 países

 

Médicos cubanos llegarán a Ecuador en diciembre

 

Ministro justifica contrato de médicos cubanos a Brasil

 

México contrata médicos a Cuba

 

Cuba vende servicios médicos a más de 100 países

 

 

 

La crisis perenne del agua potable y las aguas negras

Manuel Castro Rodríguez

20 de noviembre de 2013

 

La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba dio a conocer el Resumen adelantado del Censo de Población y Viviendas 2012. De las 3.885.900 unidades de alojamiento, o sea, ‘todo local o recinto estructuralmente separado e independiente, construido en todo, o en parte para fines de alojamiento de personas’, sólo:

 

2.854.995 unidades de alojamiento tienen baño o ducha con agua corriente, lo que representa el  73,47% del total.

 

2.776.866 unidades de alojamiento cuentan con abastecimiento de agua por acueducto, o sea, el  71,46% del total.

 

1.546.121 unidades de alojamiento tienen sistemas de desagüe que vierten en alcantarillados,  lo que representa el 39,78% del total.

 

La situación es mucho peor, ya que decenas de miles de residentes en La Habana nunca han visto salir agua del grifo de su residencia; lo normal para ellos es cargar agua diariamente.

 

Desde hace unos cuarenta años tampoco sale agua del grifo de los baños de la inmensa mayoría de los cines, cafeterías y restaurantes a que acude el cubano de a pie; solo cuando se realiza el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano es que hay agua en algunos cines.

 

Tampoco sale agua del grifo de los baños de la mayoría de los centros educacionales de la capital. De los baños de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana emana un mal olor imposible de soportar.

 

Tampoco sale agua del grifo en numerosos hospitales. Mis hijos nacieron en  1976 y 1983 en el Ramón González Coro, el mejor hospital gineco-obstétrico de Cuba. En ambas ocasiones yo tuve que cargar aguapara que mi esposa pudiese lavarse, ni soñar con bañarse.

 

Además, los supermercados y centros comerciales no tienen baños.

 

Alejandro Vilá Noya, directivo de Aguas de La Habana, reconoció que “los salideros más escandalosos están en las calles, porque son visibles y corren por el pavimento (...) más del 50 por ciento del agua que bombean se pierde por esas causas”.

 

El sistema de acueductos “no ha recibido un mantenimiento integral en el último medio siglo”, o sea, desde que Fidel Castro tomó el poder.

 

Desde hace casi medio siglo, la falta de agua es uno de los suplicios que sufre el cubano de a pie residente en la capital, a pesar de que cuando Fidel Castro tomó el poder en 1959, La Habana tenía un buen servicio de agua potable.

 

El ingeniero cubano Francisco de Albear Lara diseñó y construyó el acueducto que lleva su nombre; su proyecto obtuvo medalla de oro en la Exposición de París (1878). El acueducto de Albear, inaugurado el 23 de enero de 1893, ¡hace 121 años!, suministra actualmente el 20% del agua que se consume en la capital de Cuba.

 

Con relación al hecho de que según el censo de 2012 sólo el 40% de las unidades de alojamiento de Cuba tengan sistemas de desagüe que vierten en alcantarillados, se observa que no ha habido mejora en la última década, dado que “en 2003, la cobertura de alcantarillado alcanzaba sólo a 63 por ciento de los 2,2 millones de habitantes de La Habana”.

 

Además, dadas las numerosas roturas del alcantarillado, se pueden ver las aguas negras (albañales) corriendo por no pocas calles de la capital. Esto, unido a las numerosas roturas que tienen las tuberías del acueducto, provoca que en numerosas ocasiones ¡las aguas de consumo humano sean contaminadas por las aguas negras!

 

La ayuda de los emigrados -sólo en el año 2012 entre efectivo y bienes los cubanos radicados en EEUU enviaron a Cuba 5.105 millones de dólares- no ha podido impedir que se continúe expandiendo la indigencia por todo el país. Aumentó la migración ilegal hacia la capital y se han incrementado las ‘villas miserias’. Más de veinte mil cubanos que residían en La Habana sin permiso, han sido desalojados y devueltos a sus lugares de origen.

 

 

El hospital que nos toca

Rebeca Monzó

9 de octubre de 2013     

 

Raimundo llegó temprano a una consulta externa del hospital docente General Calixto García, que se encuentra ubicada en los sótanos de uno de los viejos pabellones. La sala de espera estaba repleta, el murmullo de las voces no le dejaba concentrarse en la lectura del libro que llevaba, para hacer más soportable su obligada estancia. De pronto, entra en el local una mujer mayor, vendedora de periódicos, pregonando Trabajadores, e invitando a los allí presentes a que le compraran un ejemplar, para entretenerse mientras les llegaba su turno. Ella, entre pregón y pregón, decía que tenía que dedicarse a esto para poder comer, pues fue trabajadora de ese centro durante muchos años y, si no lo hacía, con la jubilación se moría de hambre, aunque cuando trabajaba también, pues siempre ganó una miseria.

 

Fue entonces cuando un anciano de unos ochenta años, que esperaba ser atendido, tomó la palabra y le dijo: Señora, esto es fascismo y como tal, nos quita todos nuestros derechos. Este hospital es un asco, continuó, pareciera que hace meses no lo limpian, ni tan siquiera han puesto un ventilador para que en este oscuro y húmedo sótano, tengamos un poco de ventilación. Bueno, si los médicos no lo tienen tampoco, que podemos esperar los pacientes.

 

Oye viejo “apretaste” -expresó otro de los allí presentes. El murmullo de voces fue in crescendo. Todos comentaban sobre la suciedad, las escaseces, la falta de condiciones del hospital, de los trabajos que se pasan para llegar hasta allí en ómnibus, porque no todos tienen 10 pesos para coger un “tarecón” (taxi de los años 50)… De pronto, por la estrecha escalera que baja al sótano, se asoma un enfermero y, dirigiéndose a los pacientes, dice: Por favor, alguien que me dé una mano para bajar a este operado en silla de ruedas. En eso se abre la puerta de la consulta y el médico, echándose fresco con un cartón, a modo de abanico, dice en voz alta: ¡Que pase el siguiente!

 

El anciano de marras, toma de nuevo la palabra y alzando la voz, para que todos lo oigan, dice: ¡Señores, este es el hospital que nos toca!

 

 

Nos quedamos sin médicos

Leonardo Calvo Cárdenas

4 de octubre de 2013

 

Por estos días se ha encendido la polémica a causa del nuevo contingente de médicos que el gobierno cubano ha exportado a Brasil, a partir de un contrato con las autoridades del gigante suramericano, avalado por la Organización Panamericana de la Salud, OPS. Cuatro mil galenos de la mayor de las Antillas han arribado a Brasil para trabajar en distintas localidades, con el objetivo de atenuar el déficit de profesionales que padece el sistema brasileño de atención médica.

 

Este nuevo contingente se agrega a las decenas de miles de médicos cubanos diseminadas por el mundo ―veinticinco mil tan solo en Venezuela.  En medio del colapso económico que vive la Isla, se han convertido en una de las principales fuentes de ingresos para el gobierno de La Habana. Por su parte, los profesionales y técnicos de la salud cubanos ven estas salidas como la única posibilidad de dejar atrás por un tiempo las pésimas condiciones de trabajo y la bajísima remuneración que deben enfrentar en nuestros derruidos y desabastecidos hospitales, aunque eso signifique apartarse de familias y pacientes.

 

Impacto mediático han generado las múltiples imputaciones y críticas por parte de sectores profesionales brasileños que cuestionan la manipulación de que son víctimas y la injerencia en su espacio laboral, amén de la supuesta incapacidad profesional que se imputa a los médicos que llegan de la Isla.

 

El gobierno de Brasil pagará a las autoridades cubanas por esta mano de obra especializada y los médicos cubanos recibirán una ínfima parte de esos pagos, que constituye mucho más de lo que ganan trabajando en Cuba. Lamentablemente, el gobierno cubano alquila los médicos como si fueran siervos o equipos pesados y de paso alimenta su imagen de paladín de la solidaridad y la cooperación sur-sur.

 

Más allá de los conflictos éticos o profesionales que genera todo esto, sería pertinente analizar las consecuencias que para el pueblo cubano y del sistema de salud de la Isla reviste el convenio.

 

En primer lugar, debemos imaginar lo que significa extraer treinta mil médicos y un número considerable de enfermeros y técnicos al sistema de salud nacional, una simple operación aritmética nos daría la visión de cuántos profesionales y técnicos han sido sustraídos de los 169 municipios del país. Solo con esta última “escalada solidaria”, cada municipio de la Isla pierde veintitrés galenos.

 

Las consecuencias de este lucrativo desenfreno solidario la sufren los pacientes cubanos que deben esperar mucho tiempo por un turno de consulta especializada o por una intervención quirúrgica. Durante los primeros años de la colaboración médica con la Venezuela chavista, las clínicas estomatológicas de varias localidades del interior del país fueron prácticamente mudadas a los cerros y poblados del nuevo aliado suramericano. En el cotizado sistema de atención primaria, los pacientes atraviesan enormes dificultades para ser oportunamente atendidos. Para paliar la ausencia de los médicos exportados en los últimos años, las autoridades cubanas han insertado en las estructuras de salud a una cantidad considerable de médicos latinoamericanos recién graduados que en muchos casos no cuentan con la experiencia necesaria para cubrir los espacios facultativos vacantes.

 

Mientras el gobierno cubano construye decenas de modernos hospitales en pequeñas poblaciones de Bolivia, son muchos los municipios y localidades de aquí que carecen de instalaciones y coberturas adecuadas de salud. Muchos cubanos deben sortear las carencias y dificultades que imponen los problemas de transporte y comunicación para buscar en las ciudades la atención médica especializada que requieren.

 

Baste el ejemplo del municipio Güira de Melena, donde eventualmente he residido, con una población de más de treinta y cinco mil habitantes: carece de hospital y debe compartir con varios municipios el centro asistencial de otro distante casi diez kilómetros. En el barrio capitalino donde resido, actualmente no contamos siquiera con un Policlínico y son varias las noches que pasamos en total desamparo.

 

Los médicos, enfermeros y técnicos que quedan en la retaguardia de esa “solidaridad”, que rinde tan buenos dividendos a los gobernantes (éstos disfrutan de exclusivos, modernos y lujosos centros asistenciales), deben enfrentar la sobrecarga de trabajo en pésimas condiciones y reafirmándose como los galenos peor pagados del planeta.

 

Los gobernantes cubanos continuaran exportando a las personas como lucrativo banderín de su altruismo interesado, sin reparar en que su “dádiva” genere polémica o gratitud. Los trabajadores de la salud seguirán enfrentando las enormes dificultades y traumas de su labor cotidiana con la esperanza de ser exportados a algún lugar donde su trabajo sea mejor valorado y remunerado, mientras los pacientes cubanos llevaran la peor parte de este sistema que parece ser la cosa gratis más cara de la historia.

 

montesinos3788@gmail.com

 

 

Médicos para la exportación

Orlando Freire Santana

10 de septiembre de 2013

 

Según el Gobierno, en Cuba hay 47.000 estudiantes de medicina, y un médico por cada 137 personas. ¿Cuál es el verdadero panorama del servicio de salud nacional?

 

El refranero popular cubano, a la hora de referirse a la contradicción que se presenta cuando el fabricante de un bien carece de ese producto en su propio hogar, contempla una frase muy socorrida: “En casa del herrero, cuchillo de palo”. Pues bien, eso mismo podríamos decir del panorama que exhibe el servicio de salud nacional de nuestros días, con un alto número de médicos y estudiantes de medicina, y por el contrario una deficiente atención al ciudadano de a pie.

 

Hace poco la agencia noticiosa France Press, basándose en una información aparecida en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista, daba a conocer que más de 47.000 estudiantes —10.000 de ellos extranjeros— habían matriculado la carrera de medicina en las universidades cubanas en el actual curso 2013/14. Por otra parte se insistía en que, teniendo en cuenta que Cuba dispone de más de 85.000 médicos para una población de 11,1 millones de habitantes (datos al cierre de 2012), lo que supone un médico cada 137 personas, la Isla se ubica, en este sentido, en una posición privilegiada a nivel internacional.

 

Sin embargo, semejantes estadísticas contrastan con el estado calamitoso que presentan muchos de los servicios de salud que se ofrecen en nuestro país. Lo mismo en hospitales, policlínicos, clínicas estomatológicas, ópticas y en los famosos consultorios del médico de la familia. Estos consultorios, surgidos hace casi tres décadas, fueron creados con el objetivo de que las personas contasen —las 24 horas— con una atención primaria de salud en sus zonas de residencia. Pero son tantas las irregularidades que observamos actualmente en su funcionamiento, que casi se ha esfumado el referido propósito inicial.

 

Por ejemplo, en una de las circunscripciones atendidas por el policlínico Héroes de Girón, en el habanero municipio de Cerro, de cuatro consultorios inaugurados en los años 80, hoy solo queda uno prestando servicios, lo que provoca el frecuente abarrotamiento del local, con la lógica irritación de los pacientes y hasta de los propios galenos.

 

También se da el caso de médicos que abandonaron las viviendas anexas a los consultorios, y las cedieron a sus familiares. En esos casos, aunque el médico acuda por el día al consultorio, ya no vive en la vivienda contigua, con la consiguiente desatención que afrontan los pacientes ante una emergencia que se produzca en las horas de la noche. No se puede obviar tampoco el deplorable estado constructivo de muchos de estos consultorios, extensivo también a hospitales y policlínicos. Hay techos apuntalados, paredes con filtraciones, instalaciones sanitarias clausuradas…

 

No hace mucho el propio periódico Granma reflejó la queja de un médico a causa de la paralización de un servicio oftalmológico en la oriental ciudad de Manzanillo. En su edición del viernes 16 de agosto, el rotativo oficialista se hizo eco de la denuncia de un cirujano del Servicio de Cirugía Refractiva del hospital Celia Sánchez Manduley. El galeno apuntaba que desde hace más de un año no se practican operaciones de la vista en ese centro de salud. ¿El motivo? Desperfectos técnicos con el equipamiento climático de los salones. Es decir, que mientras en el contexto de la denominada “Operación Milagro”, los médicos cubanos les devuelven la visión a muchas personas de varias naciones, no pocos pacientes cubanos carecen de esos beneficios.

 

Se dice que cierto día, en el balcón donde reside una señora de edad avanzada, apareció un letrero con el siguiente texto: “permuto para Venezuela”. Evidentemente, era el clamor de una paciente desesperada que no avizoraba la solución de su problema de salud dentro de las fronteras de nuestra “potencia médica”.

 

En ocasiones los pacientes deben recorrer grandes distancias para ser atendidos por determinados especialistas (dermatólogos, otorrinolaringólogos, cardiólogos y otros), porque los policlínicos de su área de salud carecen de estos profesionales. A ello hay que agregar los “regalitos” que muchos cubanos deben de ofrecerles a los médicos con tal de recibir un servicio de calidad. También, la escasez de medicamentos en la red de farmacias en moneda nacional. Claro, casi siempre esos medicamentos deficitarios se encuentran en las farmacias internacionales, que venden en pesos convertibles, la moneda con la que no se les paga a la mayoría de los cubanos.

 

Y mientras lo anterior sucede en el país, el castrismo se vanagloria de tener a más de 40.000 médicos en 58 países. Para nadie es un secreto que esos profesionales trabajan en difíciles condiciones en las naciones adonde prestan sus servicios, y que el gobierno cubano apenas les retribuye con una pequeña cantidad de lo que pagan por ellos los países receptores. No obstante, cada vez que conversamos con un médico que trabaja en Cuba, trasciende su deseo de salir al exterior a cumplir “una misión”. Es lógico, pues aun considerando el citado despojo monetario, siempre será más que lo que perciben en la Isla. No hay que olvidar que un médico en Cuba, como promedio, gana el equivalente a unos 25 o 30 dólares mensuales.

 

Por supuesto que no todo es color de rosa para esos médicos que son enviados al exterior. En muchos lugares se desconfía de su calificación profesional. Ahora mismo han llegado a Brasil los primeros 400 de un total de 4.000 que habrá en el gigante sudamericano hacia fines de este año. Se ha conocido de las protestas del Sindicato Médico de esa nación, una entidad que pone en duda la destreza de esos galenos, al tiempo que acusa a la mandataria Dilma Rousseff de haber hecho una jugada política, y no una actuación para mejorar la salud en el país. De igual manera, no son pocas las naciones que les exigen una prueba de aptitud a los médicos graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) que funciona en la capital cubana.

 

No obstante, las autoridades cubanas pasan por alto la axiomática sentencia de que la masividad está reñida con la calidad. Cada año un mayor número de estudiantes son convocados a estudiar medicina, una carrera que ya se cursa en todas las provincias del país. Aquí el elemento utilitario supera con creces al factor funcional. Los servicios médicos en el exterior han pasado a ser la principal fuente de ingresos con que cuenta el país, por encima del turismo, el níquel, el tabaco y otros rubros. Lo demás, parece no importar.

Epidemias: otra demostración del fracaso

Jorge Olivera Castillo

14 de agosto de 2013

 

Poco a poco, el cólera ha ido ganando terreno a lo largo y ancho de la Isla. Si trágica es la sucesión de casos que incluyen decenas de muertos, también lo es el ocultamiento de la prensa oficial frente a lo que se supone sea una epidemia grave.

 

Los mensajes que invitan a hervir el agua y lavar bien los alimentos, para evitar el contagio, chocan con las tradicionales carencias que enfrentamos.

 

El racionamiento del combustible para la cocina, y el limitado acceso al agua, la que es preciso almacenar en la mayor cantidad posible, son problemas de vieja data que se ahora se vuelven dramáticos. Ambas carencias contribuyen a la proliferación de virus, bacterias y parásitos, sin que existan los recursos ni las estrategias para satisfacer necesidades de miles de familias, localizadas en las franjas más angustiantes de la miseria.

 

Muchas de las enfermedades que vienen azotando con fuerza a los cubanos, están asociadas a la caída en picada de los parámetros higiénicos, a nivel nacional, con muy pocas excepciones.

 

Es el fruto de las fracasadas políticas estatales, respecto a los servicios sociales de primer orden, tales como el suministro estable de gas y agua, la imposibilidad de garantizar la limpieza de calles y locales abandonados y, por otro lado, la actitud de la gran parte de la población, que practica una especie de código de la selva, donde es normal el lanzamiento de basura (y excrementos) desde los balcones a la vía pública, entre otros procedimientos que exponen el masivo quebrantamiento de las reglas de civilidad.

 

Lo sucedido recientemente en el restaurante La Roca, ubicado en el capitalino municipio Plaza, con la infestación de varios comensales por causa de una deficiente supervisión y manipulación de los alimentos, describe la continuidad del ambiente ideal para el auge de este tipo de incidencias. Y no se trata de una excepción. En un número significativo de cafeterías del Estado no se cumplen normas de higiene.

 

En un vaso con zumo de caña o vaso de refresco, dentro de un pan con croqueta, o entre una suculenta ración de mariscos, como les sucedió a los clientes de La Roca, podrían estar los gérmenes que conducen al hospital o al cementerio. No hay manera de tener la certeza de que aquello que se bebe o se come está exento de microorganismos patógenos.

 

En Cuba no existe la infraestructura idónea para que haya una gastronomía de calidad. Los centros que han logrado superar el entorno de mediocridad e indolencia, son únicamente algunos de los que comercializan en pesos convertibles. Y aun en tales sitios las apariencias pueden ser engañosas.

 

Por el momento, el dengue parece llevarle cierta ventaja al cólera, pese a que los casos detectados con esta última patología continúan en aumento. También habría que citar la aparición de personas aquejadas con malaria y otras infecciones que se desarrollan a partir del declive en todos los servicios de Salud Pública, y en el retroceso, no menos crítico, de la decencia y las buenas costumbres.

 

Recuperar el terreno perdido a golpe de decretos y aburridos spots publicitarios, es otra de las formas en que el régimen prefiere perder el tiempo. Pero la higiene y el respeto mutuo no volverán fácilmente al redil de una sociedad en quiebra. Eso queda pendiente para el futuro, tal vez no tan cercano como algunos sueñan.

  

oliverajorge75@yahoo.com

 

 

El cólera llega a Morón

José Alberto Álvarez Bravo

13 de agosto de 2013

 

La ciudad de Morón sufre los embates del cólera, según testimonio de Raúl Arias Márquez, residente en aquella región.

 

“La ciudad está en cuarentena por tiempo indefinido; en todos los centros se toman medidas epidemiológicas tales como rociar las manos con tres líquidos diferentes y pisar alfombras empapadas en estos líquidos antes de acceder a ellos, comenta Arias Márquez.

 

“Esto ocurre también en los ómnibus y a la entrada y salida de la ciudad; todos los establecimientos privados de venta de alimentos han sido cerrados, y solo permanecen funcionando los estatales; está prohibida la venta de carne de cerdo y de pescado”.

 

“Mientras las autoridades locales toman estas comprensibles medidas, las calles de Morón permanecen inundadas por las aguas negras como consecuencia del colapso de las redes de drenaje”, agregó.

 

“Fueron cerradas las playas Punta Alegre, Cunagua y La Laguna de la Leche, mientras permanecen abiertas las que sirven al turismo, como el Polo Turístico Cayo Coco; las comunidades El Vaquerito, Tuero, El Embarcadero y Patria carecen de servicio de acueducto, deficiente en el resto de la ciudad, razón que impide la cloración del abasto de agua”.

 

Es de conocimiento público en Morón que un residente en la comunidad Manuel (Piti) Fajardo, en la Isla de Turiguanó, y a quien se le atribuye haber transportado la enfermedad desde Santiago de Cuba, es la primera víctima mortal de esta epidemia, suceso silenciado por las autoridades cubanas, como es habitual.

 

 

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Una cuestión aparentemente tan sencilla como trasladar en La Habana a un enfermo a un hospital situado solamente a un par de kilómetros de distancia, se convierte en un serio problema; por ejemplo, mi tía diabética, Dominga Rodríguez Mesa, falleció en mis brazos porque no dispuse de transporte para poderla trasladar desde la Virgen del Camino al hospital Miguel Enríquez (La Benéfica), ni tenía la insulina que había que inyectarle, mientras que por clientelismo político los hermanos Castro les regalan medicamentos a otros países y la cúpula del poder mantiene a sus perros en aire acondicionado.

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La gravedad del Sistema de Urgencias Médicas

A. C. San Martin Albistur

27 de julio de 2013

 

Ambulancias con 12 horas de demora o que no llegan nunca, desvío de fondos, cifras infladas, robo de equipos, personal con antecedentes penales y timo a los donantes extranjeros: así funciona el Sistema Integral de Urgencias Médicas en la capital

 

En 1997 el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) sustituyó el trabajo socorrista de la Cruz Roja con la creación del Sistema Integral de Urgencias Médicas (SIUM). El objetivo era mejorar la calidad de los servicios de emergencia. El sistema quedó constituido con un Centro Coordinador de Emergencia Nacional, radicado en La Habana y 14 centros provinciales. Los centros dirigen las acciones para responder las demandas, clasificarlas y enviar las ambulancias a prestar el servicio.

 

Las normativas del SIUM establecen 10 minutos entre la llamada de auxilio y la respuesta (envío de ambulancia). En 2008 el diario Granma publicó una nota sobre los “cuantiosos recursos” asignados por el Gobierno para la compra de equipos y piezas dirigidos a perfeccionar el servicio de ambulancias destinadas a urgencias médicas. La inversión proveería a las ambulancias de respiradores artificiales, motores, monitores de vigilancia cardíaca y otros componentes utilizados en las unidades móviles.

 

La grave realidad

 

Con la intención de mejorar el tiempo de rescate y remediar el déficit de personal, las 15 bases de ambulancias habaneras fueron reunificadas en seis. Una de las unidades, Base Centro, enclavada en el municipio Plaza, cuenta con 27 ambulancias de las cuales funcionan solo 12. Con ellas deben prestar servicio a los municipios de Centro Habana, Habana Vieja, Cerro y Plaza que reúnen un total de 569.812 habitantes.

 

De esas 12 ambulancias, dos fueron reservadas para emergencias. Otras cinco fueron convertidas en micro (ambulancias colectivas) para transportar hasta 8 pacientes sentados. Tres fueron destinadas a llevar a los pacientes a consultas (son llamadas “trompos” por sus recorridos de ida y vuelta). Y en la base se encuentran las dos últimas, paralizadas por falta de camillas, lo cual ha sido reportado por los directivos como “fuera de servicio por carencia de personal”.

 

La enfermera Idalmis González Castillo, exdirectora de la Base Centro, expulsada del SIUM la pasada semana por denunciar la corrupción en el sistema de urgencias, accedió a hacer declaraciones para DIARIO DE CUBA.

 

“Están engañando a la gente al decir que tenemos un SIUM preparado, listo para rodar y rescatar personas”, dijo.

 

González aseguró que para los actos públicos convocados por el Gobierno se crea una imagen de efectividad del servicio de urgencias.

 

“Usted quiere ver que llega el Primero de Mayo, sacan las ambulancias del taller y le montan a la gente a como dé lugar y hay que estar en la Plaza… Y cuando se acaba el desfile hay que devolverlas al taller.”

 

Agrega Idalmis que “existen cinco Puestos Médicos de Avanzada (PMA) equipados con todo”. Pero las ambulancias de dichos puestos “cubren las actividades protocolares y las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular”.

 

Pedro García Hernández, conductor paramédico de la Base Centro, declaró que “los equipos de desfibrilación de las ambulancias no tienen baterías. Hay que conectarlos a la corriente para trabajar con ellos porque las baterías de estos equipos están explotadas”.

 

Agregó que los monitores para signos vitales no funcionan en ninguna de las ambulancias. “Solo la 13 y la 26 mantienen el funcionamiento de las plantas de radio”, reveló.

 

“La única ambulancia donde funcionan los equipos es la 20, que tiene una batería instalada por un trabajador, pero se la llevaron para el taller por problemas de chapistería.”

 

Manifestó el paramédico que “los micros están haciendo recorridos largos con los códigos 122 (cólera) y 113 (dengue)”. Y concluyó: “Durante el trayecto los pacientes vomitan y se defecan contaminando a los acompañantes y la tripulación”.

 

Personal no idóneo

 

Robos dentro de los domicilios durante la recogida de los pacientes, demoras en el servicio que han provocado muertes y demandas sin respuestas, son las quejas de los tributarios del servicio que revelan ineficiencia.

 

Luis A. Collazo, exdirector provincial del Centro de Urgencias Médicas, señaló al periódico Granma que el SIUM cuenta con equipos y personal entrenado en el rescate y la asistencia vital. Aunque señaló la existencia de “choferes no idóneos” para las ambulancias.

 

Sin embargo, la idoneidad también parece escasear entre los directivos. Pues el asesor de la dirección provincial, Inocencio Javier Ramírez Cortez, fue invalidado como enfermero al ser sancionado como cómplice de asesinato.

 

El caso más crítico se describe en la demanda 99, expedida el 8 de febrero del presente año. El desvío de la ambulancia hacia un destino sin aclarar favoreció el fallecimiento de Orelis Coipel Fernández, de 28 años, con seis meses y medio de embarazo.

 

El doctor Frank, quien se encontraba ese día de guardia en el Centro Coordinador de Urgencias del SIUM, declaró a DIARIO DE CUBA que dispuso “a tiempo el despacho de la ambulancia para el traslado de la gestante con una crisis de asma aguda”.

 

La ambulancia 12, conducida por Julio César Acosta González, salió de la base a responder la demanda, pero nunca llegó a socorrer a Orelis Coipel, quien fue trasladada al día siguiente hacia el hospital Nacional, donde falleció.

 

Otro directivo, Julio César Acosta, fue ascendido a supervisor aunque posee un largo récord delictivo que incluye robo con violencia y violación de domicilio de forma reiterada, así como un asesinato infringiéndole golpes y corriente eléctrica a la víctima.

 

La corrupción

 

Un directivo del Centro Coordinador de Urgencias provincial que solicitó no ser identificado por temor a represalias, declaró que en 2008 Inglaterra donó 75.000 dólares para informatizar el SIUM. Tal donación estaba destinada a garantizar las comunicaciones directas entre las bases y la dirección nacional. Y también se pretendía implementar un sistema de GPS.

 

En 2010 los ingleses regresaron a la Isla para observar la implementación de la ayuda. Los directivos del SIUM acomodaron entonces un falso Centro Coordinador en el municipio Playa con computadoras inexistentes. Durante la visita, los dirigentes se hicieron pasar por enfermeros y telefonistas.

 

Afirma el paramédico Pedro García que Collazo, el director de entonces, “se retiró y poco tiempo después abrió una paladar”. Y agrega: “En la actualidad existen dos GPS, uno en el carro 1 neonatal y otro en el 36, el móvil intensivo”.

 

Pedro García alega que Nelson Vicente Lobo, quien fue removido de vicedirector de Coordinación a jefe del Departamento de GPS por utilizar las ambulancias para uso personal, “se lleva los equipos para su casa con el fin de repararlos, y no regresan”.

 

“Hay equipos en las ambulancias que están vacíos por dentro”, señala.

 

“La corrupción lleva años en el SIUM”, asegura Idalmis González Castillo. “Durante el último cambio de dirección salieron a relucir 22 trabajadores fantasmas. Ivette Mora Cedeño, Marisela Ortega, Yilian López, eran bajas del SIUM y seguían llegando sus salarios. Con eso no se tomó ninguna medida”, expresa.

 

El doctor Carlos Aragón, actual director provincial, declara al MINSAP 118 ambulancias en servicio. El dato contradice las más de 30 demandas diarias que realiza cada ambulancia con retardo de 12 horas y el aumento en las quejas de la población.

 

Refiere Pedro García que el pasado lunes las deficiencias provocaron una inspección del vicedirector de Transporte del MINSAP quien constató la falsedad de los datos ofrecidos por el dirigente.

 

Mentiras, corrupción, delincuencia y muerte, son las garantías del sistema de emergencias médicas de Cuba. Un servicio de cuya urgencia y profesionalidad podría depender la vida de cualquier cubano.

 

 

Hasta 12 horas para asistir emergencias médicas

Lilianne Ruiz

26 de julio de 2013

 

Cuando la enfermedad asalta a una familia cubana son muchos los que dependen del favor de algún vecino con carro que te lleve al hospital. Por otra parte, los paramédicos y enfermeros del Sistema Integral de Urgencias Médicas (SIUM) dependen del “agradecimiento” de sus pacientes para “resolver” un mejor almuerzo o unos pesos por encima del salario.

 

Juan López (ha pedido aparecer con seudónimo), para llevar a su padre al hospital, llamó al SIUM y estuvo tres horas y media esperando que llegara la ambulancia. La respuesta telefónica que dio el Centro Coordinador fue: Su caso es el primero de la lista pero no podemos resolverle.

 

“Al cabo de ese tiempo ya yo no daba más. Bajé a buscar a algún vecino con carro, alguna vía para poder sacarlo de ahí”, explica López. “El tiempo pasaba y la enfermedad iba evolucionando”.

 

Desde que se activa una emergencia médica, lo estipulado es un tiempo de rescate de 10 minutos. Un joven trabajador de SIUM ha pedido omitir su nombre para ofrecer su testimonio. Le llamaremos X.

 

Es licenciado en enfermería y cuenta que existe un sistema por clave, en comunicación con el Centro Coordinador Provincial de las calles 44 y 17, municipio Playa. La clave 1 significa estar en camino a la demanda. La clave 2 indica la llegada y eso es lo que debería estar entre los 10 minutos. De la 2 a la 3 se está trabajando con el paciente. La clave 4 es el camino al hospital. La 5 significa que ya se entregó el caso y se está listo para tomar otro.

 

“En realidad, nos pasamos hasta 12 horas en recoger a un paciente, pero es que son siete bases en toda La Habana y en ocasiones hay siete u ocho carros (ambulancias) nada más; otras veces 11 ó 12, para toda la provincia. Por ejemplo, la base de Plaza abarca también la demanda de los municipios Cerro, Centro Habana y Habana Vieja. Hay días, como hoy, que solo se trabaja con una sola ambulancia”.

 

La demora experimentada por la población es el resultado de una larga lista de la que se priorizan los casos más graves. Pero desde la posición del enfermero X el trabajo es continuo.

 

“Muchas veces, uno sale a las ocho de la mañana y son las tres de la tarde y no hemos almorzado. La gente ofrece un refresco, alguna merienda, incluso dinero. Otros no tienen nada que ofrecer. Algunos están molestos por la demora y protestan. Ocurre que se notifica un caso con fractura de cadera, pero a los 10 minutos aparece un caso con pérdida de conciencia y la fractura tiene esperar. Si luego aparece una cardiopatía, la fractura de cadera se va quedando rezagada”.

 

Son pocos los cubanos que poseen un auto; ni siquiera se puede decir que al menos un miembro de cada familia posee uno. El salario de un trabajador es tan escuálido que no alcanza para tomar un taxi hasta el hospital cuando se trata de urgencia médica.

 

Hay tres categorías de ambulancias, la intensiva, la intermedia y la básica. Pero X nos comenta que “es posible que una ambulancia de cuidados básicos llegue hasta un paciente grave y solo pueda verificar y llamar nuevamente al Centro Coordinador. Luego mandan una segunda ambulancia que tiene equipo de electro y un desfibrilador, pero no está equipada con ventilador artificial y al paciente hay que entubarlo”.

 

Mi cara de desconcierto le lleva a redondear: “Eso pasa”.

 

El enfermero X trabaja en una ambulancia de terapia intensiva, supuestamente diseñada para asistir los casos más graves de la ciudad. Pero por el déficit de carros, ha tenido que encargarse, incluso, de trasladar enfermos entre hospitales. “He llegado a trabajar con 14 ó 15 casos en un día, no solo de apoyo vital, sino también de lo que aparezca”.

 

Muchos edificios de La Habana, especialmente en la zona del centro, son de varias plantas, con escaleras muy estrechas. Después de un esfuerzo agotador, no hay tiempo de descansar, ni hay un café antes del siguiente llamado. Los del SIUM trabajan 24 horas. Se quejan de las condiciones de trabajo y del menú del almuerzo: “Muchas veces te puedes encontrar con una bandeja de harina con huevo hervido o revoltillo instantáneo, o sopa con arroz. Los Días del Enfermero aparece un pedacito de gordo de cerdo”.

 

Un licenciado en enfermería, del SIUM, trabajando 24 horas y descansando 48, gana entre 740 y 750 pesos mensuales en moneda nacional, equivalente a 30 dólares. “Son como 12 ó 13 guardias al mes. Hay que poner los pies en la tierra, uno tiene que comer y yo tengo una hija. Eso no alcanza para nada”.

 

Como muchos de sus colegas, X aspira a salir de misión médica (fuera del país) para mejorar su situación económica, pero para eso deberá primero dejar las ambulancias y trabajar como enfermero en cualquier hospital.

 

“El SIUM es mi vida, pero llega un curso de superación y no te pueden liberar por falta de personal. Se estanca uno y desgraciadamente el personal de Salud Pública si no se vuelve internacionalista no es nadie”.

 

El sistema también cumple una finalidad política

 

En la Base Nacional del SIUM, con sede en la calle Árbol Seco, del municipio Centro Habana, las cosas pintan diferente. Desde afuera se ve un parqueo con varias ambulancias más modernas. El primer impulso de la reportera es preguntar al personal médico que conversa en la puerta cuántos carros posee el Servicio Nacional y qué tipo de casos atiende. La respuesta de un médico es tajante: “Tienes que venir con un papel de la institución a la que perteneces, a la dirección de este centro, para recibir respuesta a esas preguntas”.

 

Le hago saber que la población se queja de la demora y la calidad del servicio. ‘’La población está muy mal educada. Esto no es un servicio de taxis”, responde.

 

Insisto, invocando el interés ciudadano en el asunto. La respuesta del médico es una mentira lanzada a la cara con cinismo: “No hay conflicto entre los intereses ciudadanos y los intereses del Estado”.

 

El SIUM nacional es el encargado de realizar los traslados institucionales entre provincias, pero fundamentalmente cubren eventos internacionales u otros encargos, como el 1 de Mayo o las Tribunas Antimperialistas. Se destinan al aeropuerto, al Palacio de las Convenciones. Al Parlamento y a toda actividad que tenga que ver directamente con el gobierno. Fueron los empleados de Cruz Roja cubana los que, en la visita a Cuba del anterior Papa, Benedicto XVI, tenían a mano las camillas destinadas a la población que pudiera “enfermar repentinamente”, como se pudo observar mundialmente, en la agresión de un camillero a un opositor pacífico.

 

Los trabajadores del SIUM provincial ven a los nacionales como “gente con poco contenido de trabajo y muy buena atención”. Pero también “filtrada ideológicamente”. Un paramédico del servicio provincial que también ha pedido anonimato explica que “hasta el chofer de la delegación nacional ha pasado cursos de capacitación política. Hay oficiales internos que son de la Seguridad del Estado”.

 

Las ambulancias del SIUM nacional sí están equipadas con todo lo necesario para enfrentar cualquier emergencia. Él mismo pidió ser parte de ese servicio porque “esa gente come bien” y no tiene los problemas del SIUM provincial. “Cuando el pueblo ve esas ambulancias cree estar viendo al SIUM, pero no es así. En esos carros todos los equipos funcionan”.

Carta de la doctora Grisell Rodríguez Borges

Publicada el 10 de mayo de 2013

 

¿Vivimos en una Isla compuesta por 15 provincias o en 15 países que conforman una isla?

 

Trataré de ser breve para explicar el porqué de mi pregunta. Trabajo como médico de familia desde hace 20 años en un apartado municipio de la actual provincia de Mayabeque que colinda con la provincia de Matanzas, específicamente en Nueva Paz y para más exactitud en el poblado de Palos. Me encontraba de guardia el pasado domingo 5 de Mayo del presente año en el policlínico Humberto Castelló cuando aproximadamente a las 9 y 30 de la noche llegaron con un paciente nombrado Leordanis Torres Pedroso de 19 años que en la carretera que une los caseríos de Manuel Isla con La Esperanza había sufrido un accidente al impactar la bicicleta en que él viajaba a gran velocidad contra una araña (vehículo de tracción animal muy utilizado en los campos de Cuba). El muchacho llego a punto de sufrir un shock hipovolemico con el antebrazo izquierdo destrozado. Se le realizó un vendaje compresivo, se canalizó vena y se repuso volumen así como se le administró analgésicos por vía IM estabilizándose al paciente y se llama al licenciado en imagenología Alain, un muchacho muy joven y que a pesar de ser domingo en la noche y no encontrarse trabajando se presentó de inmediato en el centro, se realizaron las radiologías pertinentes y se confirmó la fractura de antebrazo muy próxima al codo con gran desgarro de tejido que era lo que más nos preocupaba y es ahí cuando comienza el problema.

 

Se llama a la central de ambulancias de nuestro municipio y se le informa de la remisión a la Licenciada en enfermería Miladis Cuesta, quien fungía como operativa esa noche y ella nos dice que la ambulancia estaba en la base, que llamaría al centro coordinador que radica en San José de las Lajas e inmediatamente se procedería a la evacuación del accidentado hacia el Hospital de San José que es donde se encuentra la guardia de ortopedia, pues ese servicio lo unificaron con el del Hospital de Güines. Transcurridos aproximadamente 30 minutos y ver que la ambulancia no llegaba llamo nuevamente a la central y se nos informa que la ambulancia sigue allí y que no han ido a recoger al paciente pues el centro coordinador le informó que no hay guardia de ortopedia ese día en San José y que están llamando a los hospitales de La habana y ninguno les quiere recibir el caso.

 

Espero nuevamente otros 30 minutos hasta que personalmente llamo al centro coordinador provincial y la Licenciada María Sonia me informa lo antes dicho, que los hospitales de nuestra capital se negaban a recibir al paciente pues este provenía de la provincia Mayabeque, a pesar de que se les informó que el paciente sufrió el accidente en esta provincia pero que era residente del municipio Marianao cosa que para mí es irrelevante pues todos somos cubanos.

 

Se le pide información a la compañera y esta, quien en todo momento nos atendió muy bien, con gran profesionalidad y dándonos en todo momento la razón, nos informó lo siguiente:

 

Se llamó a los Hospitales siguientes:

 

1- Julio Trigo: El compañero Manuel dice que hay un solo ortopédico de guardia y no puede recibirlo.

 

2- Miguel Enríquez: cirujano Yaisel dice que no pueden recibirlo pues solamente tienen dos camas de recuperación y estas están ocupadas.

 

3- Salvador Allende: Dr. Tan, que no tienen salón disponible.

 

4- Fructuoso Rodríguez: Dr. Leonardo, que están colapsados y Mayabeque no les pertenece.

 

5- Nacional: Dr. Naranjo, que tienen tres fracturas para operar y no pueden recibir más casos.

 

6- Fajardo: No tienen guardia de ortopedia.

 

7- Calixto García: Que el ortopédico se encuentra en el salón y por lo tanto no lo puede atender.

 

8- Frank País: No responden al teléfono.

 

9- Hospital de Matanzas: Que el ortopédico está operando una clavícula.

 

La compañera al sentirse desesperada llama al SIUM Nacional y ahí le dicen que ellos no tienen nada que ver con eso.

 

Es entonces que al no tener más nada que hacer llama al Dr. William quien le dice que él está de vacaciones pero que el hospital de referencias es el Salvador Allende y que quieran ellos o no se los deje ahí.

 

A las 12 de la noche la ambulancia llega a nuestro policlínico trasladando al paciente hacia el Hospital Salvador Allende donde según nos informa el chofer el ortopédico al ellos llegar con el caso y ver que residía en el municipio Marianao dice que ellos dijeron que no lo podían recibir porque era de provincia Mayabeque pero que por ser de La Habana lo podían dejar sin problema, que ellos lo atenderían.

 

¿Comprenden el encabezado? Esto nos está sucediendo constantemente.

 

No quiero culpar con esto al personal médico, porque al igual que yo reciben indicaciones de sus superiores, sino que se tuviera en cuenta que la provincia Mayabeque cuenta con hospitales donde no se prestan el 100 % de los servicios y con baja cobertura de camas, lo que ante estas situaciones resulta extremadamente estresante encontrar una solución para poder preservar la vida de los pacientes.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: En una carta del ministro de Salud Pública, Dr. Roberto Morales Ojeda, publicada el 12 de julio de 2013 por el diario Granma, se informa que se identificaron violaciones en el proceso de atención al paciente”, aplicándoseles medidas disciplinarias a diez funcionarios. No puede olvidarse que en Cuba existe déficit de ortopedas –y de otras especialidades- para atender al cubano de a pie, mientras que centenares de ortopedas cubanos prestan servicios en otros países a donde han sido enviados por el régimen castrista: por la exportación de servicios médicos obtiene unos seis mil millones de dólares anuales.

Más mentiras y menos atención dental

Susana Teresa Más Iglesias

29 de junio de 2013

 

En un reportaje emitido en el espacio estelar del noticiero nacional de televisión el día 7 de junio se trató el tema de la salud dental de los cubanos y de las consecuencias que puede acarrear el descuido a la atención de la misma.

 

Se expresó que más del cuarenta y siete por ciento de la población cubana presenta problemas en tan importante aspecto. Se argumentó también sobre la ausencia parcial o total de incisivos y molares en las personas, tanto jóvenes como adultas, y el incremento del cáncer bucal, que gana terreno ante el descuido de la atención estomatológica.

 

Esta edición no sólo se dedicó a subrayar el descuido por parte de las personas y la acción del mal hábito de fumar que atenta contra la salud dental, sino que adornó el trabajo periodístico con escenas de pacientes que recibían atención especializada, en instalaciones confortables, con excelente iluminación, ventilación y pulcritud, claro está, con la previa preparación del instrumental, herramientas y locales higiénicos.

 

El reportaje olvidó expresar las verdaderas causas del por qué la población pierde el interés de mantener su salud bucal con la perfección que necesita y desea.

 

Por ejemplo, el reportaje no se refirió a que en la mayoría de las clínicas dentales cuando no escasea el algodón, algo imprescindible para cualquier operación médica, falta el agua o el fluido eléctrico, y no se puede hacer nada a pesar de que el turno fue programado con varias semanas de antelación; o bien dicen al paciente que no se puede trabajar por falta de material estéril, o simplemente porque no hay papel para envolver los instrumentos esterilizados, experiencia que viví en carne propia hace unos 6 años, en el Policlínico de la Calzada de Monte y Romay.

 

Así pasan días, semanas, meses años y un águila por el mar, hasta que las personas se cansan: unos de pedir permiso en el trabajo, para al final retornar con una explicación de lo sucedido, que nunca es creíble, y otros que pierden la paciencia y es ahí cuando crece el desaliento, se desmorona la ilusión de acudir al dentista, y se cae en el descuido bucal.

 

Con un poco de buena suerte se pudiera lograr una extracción, pero tal vez sea un riesgo doloroso a correr, pues la anestesia, en la mayoría de los casos, nunca llega a surtir el efecto esperado.

 

Tampoco la reportera explicó que uno de los aspectos principales para mantener una buena salud bucal también depende de la alimentación de la persona, lo que es primordial para que no se produzcan malformaciones en la dentadura. La carencia de leche en la niñez incide en ello, al igual que la variedad alimentaria, la ingestión de frutas, carnes, viandas y vegetales, los cuales cada vez son más altos sus precios.

 

Categóricamente el pueblo sabe que la palabra leche es una ilusión para el que no tiene divisa, igual que la carne de res, que algunos no conocen y ni siquiera se imaginan su sabor y valor nutritivo. Decir pescado es remover una añoranza pasada en un país que rodeado de mar carece de todas y cada una de las especies sin poder siquiera tener acceso a una de ellas.

 

Esa periodista tal vez está dentro del grupo de los privilegiados que pueden darles un vaso de leche diario a sus hijos mayores de siete años, o a su anciana abuelita que no tiene dieta por enfermedad.

 

No es consecuente que se editen trabajos televisivos de esa índole: todos los que lo ven, saben que está confeccionado con mentiras y ficciones.

 

Los periodistas deben ser los portadores del sentir de los pueblos, de sus carencias, penurias y dificultades. Están para decir la verdad y denunciar los errores de los gobiernos para tratar de resolver sus problemas; no para asumir la posición de cuenteros que para justificar el salario que perciben con falsedades, mucho menos ubicarse del lado que más les convenga para mantener su trabajo y cierto estatus social.

 

Solo hay que salir a caminar por las calles y barrios que no llegan a ser marginales, y dedicarse a mirar las bocas de la gente para darse cuenta que existe gran cantidad de personas que no han podido tener acceso a una atención dental adecuada, producto de la incompetencia que ronda la mayoría de esos centros asistenciales.

 

susana.mas24@yahoo.com

¿Salud gratuita en Cuba?

Moisés Patterson

1 de junio de 2013

 

Un triunfo muy anunciado por la revolución cubana es el “sistema de salud gratuita”. Los propagandistas cubanos incluso compararán favorablemente al sistema cubano con el de Estados Unidos.

 

Imagino que pocos de estos apologistas, si es que alguno, jamás ha experimentado alguno de estos sistemas de salud, muchos menos los dos. Me pasé la semana pasada experimentando el cuidado de salud cubano. Me explico:

 

Mi esposa y yo viajamos a Cuba la semana pasada para ayudar a mi suegra a recuperarse de una cirugía. Ella tendría que pasar al menos tres días en el hospital después de la operación, y varios días más sin moverse de la cama en su casa.

 

Alquilamos una ‘casa particular’ grande (un apartamento) cerca del hospital, con dos dormitorios y dos baños, para que mi esposa y yo pudiéramos estar cómodos y atender a su madre.

 

La familia de mi esposa es de Guantánamo, pero el hospital quirúrgico de esta provincia fue dañado por el huracán Sandy el año pasado, y no tenía disponible el equipo quirúrgico necesario para la operación específica que requería mi suegra. Así que, por disímiles razones, decidimos someterla a la cirugía en La Habana.

 

Antes del viaje, sabiamente mi esposa compró toallas y dos juegos de sábanas y fundas para que su madre las usara durante su estadía en el hospital. Además, empacamos varias latas de spray de aerosol desinfectante, jabón especial para usar en baños de esponja y un ambientador que se conecta a una salida de corriente eléctrica.

 

Aunque este hospital de La Habana ofrece ropa de cama, la calidad y la higiene de esta es cuestionable. No hace falta decir, que no se necesita llevar sábanas en hospitales de Estados Unidos.

 

La mañana que la llevamos al hospital fue difícil ignorar los pasillos con poca luz interior y el tenue olor a orina y a desinfectante que parecía estar casi en todas partes. Aunque yo sabía que esto era la mejor opción que teníamos en Cuba, no podía dejar de pensar que si esto fuera Estados Unidos, de ninguna manera dejaría a mi suegra en un hospital que oliera así.

 

Nos dijeron que los ascensores no funcionaban ese día, así que tuvimos que caminar hasta el cuarto piso para la preparación pre-operatoria y conversar con el cirujano.

 

Mi mujer sigue siendo reconocida en la calle por su antiguo trabajo como locutora nacional hace varios años, así que es difícil decir cuánto de nuestro “tratamiento especial” inicial fue sólo debido a su antigua posición en Cuba y cuánto formaba parte del servicio al cliente corriente.

 

Sin embargo, es justo decir que fuimos bien recibidos y todo el mundo fue amable, incluso agradable. Bajo estas condiciones de trabajo, vale la pena un buen reconocimiento.

 

Después de terminar mi trabajo de llevar el maletín con las sábanas, toallas y artículos personales escaleras arriba, decidí pasear un poco por el hospital, mientras mi esposa y suegra se reunían con el cirujano.

 

Para mí fue evidente que el personal de este hospital trabajaba y se movía de forma similar a como lo hace el personal en los hospitales de Estados Unidos. Aunque hubo algunos miembros del personal que parecían contentarse con sentarse simplemente y hablar, otros se mantenían ocupados haciendo su trabajo.

 

Afuera llovía, así que adentro estaba aún más caliente y húmedo de lo normal y si había algún aire acondicionado este estaba llevando una batalla perdida. Había ventiladores ruidosos en todos los pisos y carritos en los pasillos medio llenos de ropa de cama sucia.

 

La verdadera diferencia está en el propio hospital. Había más ventanas rotas que intactas. Incluso las intactas todavía tenían pegada la cinta en forma de “X” desde el último huracán que amenazó a La Habana hace casi cinco años. Si el interior del hospital alguna vez tuvo esquema de color, ya no era evidente.

 

La mayoría de las paredes necesitaban dos capas frescas de cualquier color para ocultar los años de accidentes sufridos por camillas y las manos grasientas. Las baldosas del suelo, rotas en su mayoría, también tenían una mezcolanza de colores y marcas.

 

Incluso el conserje con más conciencia tendría que memorizar las áreas que limpió, porque por el deterioro estructural, la suciedad y la mugre incrustada nunca se podría saber cuál estaba limpia y cuál no.

 

A pesar de estas condiciones físicas, las dos horas de cirugía transcurrió bien, por suerte. Mi esposa, al escuchar la buena noticia por parte del cirujano, me impulsó a poner un billete de 100 cuc en su mano (téngase en cuenta que esta ‘propina’ triplicaba su salario mensual).

 

Le dimos las gracias y le preguntamos si continuaría visitando a ‘mi suegra’ y que nos gustaría se hiciera cargo de ella nuevamente antes que la lleváramos a casa. Él asintió con la cabeza. Todavía no me puedo imaginar dándole una propina a un cirujano estadounidense.

 

Después me dirigí a la tienda a comprar jugo para mi suegra, en Cuba esto es el equivalente a las flores en EE.UU. Cuando, más tarde, regresé al hospital, todavía estaba en recuperación. Como ella estaría débil durante las próximas horas, mi esposa averiguó quién sería el personal de esa noche.

 

Dispuso que la cama estuviera preparada con las sábanas nuevas. 10 cuc para la ‘jefa’ del turno aseguraron que consiguiera el mejor colchón disponible, y que su maleta no fuera molestada.

 

Los próximos dos días para mí pasaron transportando alimentos y jugo al hospital, para mi esposa y su madre. Incluso llevé pizzas y refrescos para el personal. El spray desinfectante fue muy útil para el baño.

 

La “habitación” tenía diez camas y 8 pacientes entre hombres y mujeres, sin cortinas divisorias para la privacidad. Una vez más, incluso las peores habitaciones privadas y semi-privadas que tenemos en Estados Unidos simplemente no estaban disponibles en este hospital. Créanme, he preguntado.

 

Pusimos el ambientador en la habitación y el segundo día comenzó a tener efecto. Los otros pacientes de la sala también trajeron sus sábanas y toallas y su propia comida. Las frutas y jugos eran ofrecidos y compartidos entre todos.

 

El médico se la ingenió para echarle un vistazo a mi suegra con frecuencia. Lo mismo hacían las enfermeras e incluso el personal encargado de la limpieza. El mundo entero debe haberse percatado que mi esposa daba buena propina.

 

Al final del tercer día mi suegra llegó a un arreglo con otra jefa del personal para intercambiar sus sábanas y toallas usadas por el suministro de una semana de Vicodin y Percocet.

 

Estos analgésicos normalmente no están disponibles en Cuba. Ella también convino con una de las enfermeras que trabajaban en las tardes para que pasara a verla por la casa de alquiler por la mañana, de camino al trabajo. (10 cuc por visita)

 

Cuando agregamos los costos de ropa de cama, jugos, pizzas para el personal, propinas para los médicos y enfermeras y otras cosas, los tres días de estancia de mi suegra en el hospital costaron a mi esposa y a mí poco menos de $ 400 CUC ($450 USD). Si ella hubiera recibido ese mismo procedimiento en mi país, el costo hubiera sido por lo menos $ 1000 dólares.

 

Su cirujano y el personal parecían agradables y atentos. No tengo forma de saber hasta que punto la diferencia era porque teníamos recursos que normalmente no están disponibles para el cubano promedio.

 

Tampoco sabemos si ese mismo servicio podría haber sido mejor o peor en Ciudad México, en la ciudad de Guatemala o Buenos Aries. Ahora sí sabemos que las condiciones del hospital son mucho mejores en Estados Unidos. También sabemos que sin recursos, la experiencia de mi suegra podría haber sido peor, mucho peor. El servicio de salud cubano es adecuado, pero ciertamente no es gratis.

La medicina como gran negocio en Cuba

CaféFuerte

19 de noviembre de 2012

 

El más reciente número de la prestigiosa revista The Economist ha dedicado uno de sus artículos editoriales a la comercialización de la medicina en Cuba. Reproducimos a continuación la versión en español del artículo, fechado el 17 de noviembre del 2012.

 

Situado en una antigua academia naval con vista al Estrecho de la Florida, la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) se supone que simboliza la generosidad de Cuba. Fundada por Fidel Castro en 1999, la misión de la escuela es proporcionar capacitación gratuita a los estudiantes de Medicina de todo el mundo. Pero en estos días, a los dignatarios extranjeros que la visitan se les da un argumento de venta a lo largo de sus giras del recinto universitario.

 

Como parte del intento del presidente Raúl Castro para contener el gasto de su hermano, muchos países que envían estudiantes a la Escuela ahora se espera que paguen por la formación de médicos. Cuánto no está del todo claro, pero los precios son suficientemente altos como para causar vergüenza a algunos de los clientes. John Mahama, nuevo presidente de Ghana y firme aliado de Cuba, se ha visto obligado a defender lo que parece ser un acuerdo caro que firmó con la ELAM cuando era vicepresidente.

 

El gobierno de Cuba nunca ha sido reticente sobre la venta de sus servicios médicos en el extranjero. Las cifras oficiales muestran que los profesionales que trabajan en el extranjero -mayormente en el sector de la medicina- traer alrededor de $6 mil millones de dólares al año (aunque los propios médicos reciben sólo una pequeña fracción de los ingresos). La mayoría de ellos vienen de Venezuela, que comercializa petróleo subsidiado por las legiones de trabajadores de la salud cubanos. Pero los informes de Namibia indican que los precios de los servicios están aumentando también allí.

 

En la propia Cuba, mientras tanto, la medicina privada está disponible para los extranjeros que paguen y los locales bien relacionados. Los dos mejores hospitales de La Habana, el “Cira García” y el CIMEQ*, operan también con fines de lucro. Ambos son mucho mejores que los hospitales estatales normales, donde los pacientes son a menudo obligados a llevar sus propias sábanas y alimentos.


Pero el cuidado de la salud también está disponible en el mercado negro boyante. Una práctica en boga, los implantes mamarios, está proporcionando un ingreso extra para muchos cirujanos (cuyo estado salario es de alrededor de $20 dólares mensuales). El director de uno de los principales hospitales de La Habana \[Hospital General “Calixto Garcia”] fue detenido recientemente por dirigir una red de salud privada por la izquierda.

 

Junto a los nuevos restaurantes que se abren en la capital, como consecuencia de la flexibilización parcial decretada por Raúl Castro a las restricciones económicas, los médicos ahora son menos cautelosos a la hora de poner en venta sus servicios. Una práctica dental privada en el barrio de Vedado está notablemente bien equipada con una elegante silla de dentista y todos sus implementos.

 

Estos empresarios médicos corren el riesgo de ser procesados. Si se les detecta, puede tener la tentación de argumentar que simplemente estaban siguiendo el ejemplo del gobierno.

 

* En el texto original aparece mencionado CIMEX, pero obviamente se trata del Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas (CIMEQ) de La Habana. (Nota de CF)

Traducción: CaféFuerte

Aljazeera sobre la medicina cubana

18 de junio de 2012

 

La periodista Lucia Newman dijo que aunque el sistema médico es gratuito, no es rápido ni eficiente por la falta de recursos financieros, y porque el país exporta doctores, enfermeras y dentistas a cambio de dinero en efectivo

 

Varios especialistas médicos consideran que la medicina en Cuba está en decadencia, por debajo de los parámetros internacionales, a pesar de que el Gobierno se jacta de que la atención médica en la isla es superior a la de los países en vías de desarrollo.

 

Los médicos cubanos se quejan de que ellos no tienen las mismas oportunidades para viajar, asistir a las conferencias y leer las revistas especializadas, lo que les impide estar al tanto de los últimos avances de la medicina como hacen sus colegas en otros países, y por eso sienten que se están quedando rezagados, afirmó la periodista Lucia Newman a la cadena Aljazeera.

 

Newman dijo que a lo largo de los años ha escuchado a muchas personas quejarse por la forma en que se han deteriorado los servicios médicos en la isla y mencionó que un creciente número de médicos cubanos han abandonado el país en busca de mejores oportunidades.

 

Manifestó que cuando ella viajó a Cuba en 1997 había gran escasez de productos médicos, desde una simple aspirina hasta otros medicamentos más importantes, y agregó, que irónicamente en este momento muchas medicinas que no se encuentran en una farmacia se compran fácilmente en el mercado negro.

 

Newman señaló que aunque la atención médica sigue siendo gratuita, varios pacientes llevan a sus doctores comida, dinero y otros regalos para estar seguros de que les van a garantizar una consulta para los rayos x, un análisis de sangre o una intervención quirúrgica.

 

Agregó que si el paciente no tiene “un contacto” o dinero para pagar “por debajo de la mesa”, el tiempo que tiene que esperar para recibir atención médica puede ser demasiado largo.

 

Newman dijo que en su gira por varios hospitales cubanos halló que no había agua corriente, los inodoros no descargaban, y el riesgo de infección era extremadamente alto.

 

Enfatizó que aunque el sistema médico es gratuito, no es rápido ni eficiente debido a la falta de recursos financieros, y porque el país exporta doctores, enfermeras y dentistas a cambio de dinero en efectivo.

 

Newman considera que el gobierno cubano puede costear tantos médicos porque les paga salarios extremadamente bajos, entre 30 y 50 dólares mensuales.

 


Con un dedo menos

Frank Correa

22 de septiembre de 2011

 

Jaimanitas, La Habana. María Prieto, esposa de un antiguo miembro de la columna número 1 “José Martí”, del Ejército Rebelde, no se explica por qué si la televisión cubana anuncia todos los días que ya Cuba produce el medicamento Heberprot-B, que entre sus cualidades impide la necesidad de extirpar miembros a los diabéticos, ella debe entrar mañana al quirófano.

 

Cuando fue remitida con urgencia por un equipo médico para cirugía, corrió a la farmacia por el Heberprot-B, pero le informaron que aún no estaba en existencia en la red minorista. Intentó comprarlo en las farmacias que venden en dinero libremente convertibles y tampoco lo encontró allí.

 

Solicitó una entrevista en el Instituto Nacional del Diabético, para elevar una reclamación por negligencia. El funcionario que la atendió dijo que su caso era competencia del policlínico comunitario y del médico de la familia. Al ser consultados en ausencia de María, alegaron mal cuidado del pie por parte de la afectada.

 

En vísperas de su entrada al quirófano, María conoció de muy buena fuente que el Heberprot-B está siendo exportado a otros países y también se comercializa en el mercado negro. Su hermano que vive en Orlando, Florida, al que ella ha negado toda la vida “por abandonar la revolución y la patria”, se brindó para enviarle el medicamento, pero por mucho que se apure ya no hay tiempo.

 

El ex combatiente de la columna número 1 está hoy completamente ciego y a María su jubilación no le alcanza para mantener la casa. Mientras acaricia y se despide de su dedo, recuerda con nostalgia sus años mozos, cuando fue alfabetizadora de la brigada Conrado Benítez, maestra durante cuarenta y cinco años del Ministerio de Educación, militante del Partido Comunista de Cuba, fundadora de los Comités de Defensa de la Revolución, dirigente de la Federación de Mujeres Cubanas y jefe de pelotón de las Milicias de Tropas Territoriales.

 

Guarda numerosas medallas y distinciones otorgadas por estas organizaciones políticas y de masas, que llenan una gaveta, pero ninguna va a impedir que a partir de mañana ande por el mundo con sólo cuatro dedos en su pie izquierdo.

 

beilycorrea@yahoo.es

Cuba “silenció” brote de dengue en 1997

José Meléndez

Corresponsal de El Universal

13 de mayo de 2009

politica@eluniversal.com.mx

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/168042.html

 

SAN JOSÉ.— En una “operación silencio” dirigida por el médico Carlos Lage, quien era vicepresidente de Cuba, el régimen comunista de La Habana desplegó una intensa maniobra política para acallar y encarcelar, en junio de 1997, al galeno cubano Desi Mendoza Rivero, por atreverse a denunciar que un mortal brote de dengue hemorrágico había emergido en el oriente de la isla.

 

Como un personaje en ascenso en la estructura cubana de poder —en 1997 era la tercera figura política más importante del régimen, luego de los hermanos Fidel y Raúl Castro—, el vicepresidente justificó el arresto con el alegato de que la denuncia tenía una meta: desestabilizar al país con la difusión de propaganda enemiga y poner en peligro la industria turística cubana, catalogada entonces como locomotora económica de la isla.

 

La situación resurgió luego de que Fidel Castro —alejado en 2006 del poder por enfermedad, y sustituido en febrero de 2008 por su hermano— acusó ayer a México de ocultar información sobre la epidemia de influenza A para no perjudicar la visita del presidente de EU, Barack Obama, a la capital mexicana, a mediados de abril pasado.

 

Lage —defenestrado por los Castro en marzo anterior, ante un supuesto acto indigno, y reubicado en un puesto de bajo rango— colocó el tema económico sobre el sanitario. Pero poco tiempo después, y ante el creciente número de víctimas que el dengue provocaba en la zona oriental, Cuba debió salir del silencio y admitir ante la comunidad internacional que era golpeada por la enfermedad.

 

El dengue, en sus variedades clásico y hemorrágico, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, había surgido desde enero de 1997 en Santiago y, según registros de organismos foráneos, hubo 17 mil 114 casos clínicos. De 205 hemorrágicos, 12 perecieron por la epidemia, que se prolongó hasta noviembre de 1997, al detectarse el último caso.

 

Pero el médico que lanzó la primera alerta siguió encarcelado en Santiago. Mientras su familia era sometida a un intenso acoso político, Mendoza fue condenado, en noviembre de 1997.

 

En noviembre de 1998, España gestionó su libertad y le otorgó asilo político. En Madrid, Mendoza escribió un libro al que bautizó Dengue.

 

Mendoza fue encarcelado como una represalia del gobierno cubano, por poner en términos de la opinión pública el hecho de que el dengue estaba provocando muertes en Santiago de Cuba”, recordó ayer el disidente cubano Elizardo Sánchez, presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. “Fue un injusto encarcelamiento”, agregó en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde La Habana.

 

Cuba “no dio ningún informe” sobre la epidemia, sino hasta después, rememoró.

 

Un informe de Amnistía Internacional (AI) —organización que acogió a Mendoza como “preso de conciencia”— reveló que el médico recuperó su libertad por “motivos humanitarios”, ante su “precario estado de salud”.

 

Durante el juicio, que se celebró en noviembre de 1997, (a Mendoza) lo acusaron de haberse comportado de un modo que era políticamente opuesto al sistema social”, agregó AI.

Ahora ha ocurrido algo similar. El régimen de los hermanos Castro condenó a prisión al periodista Calixto R. Martínez de la agencia de noticias independiente Hablemos Press (CihPress), por estar realizando un reportaje fotográfico en el aeropuerto internacional José Martí, de La Habana, sobre el abandono a la intemperie de los contenedores de medicamentos provenientes de donaciones internacionales para la atención a la epidemia de cólera.

 

 

Académica estadounidense desmantela mitos

sobre la salud pública cubana

Ivette Leyva Martínez

14 de enero de 2008

 

Katherine Hirschfeld vivió nueve meses en la Isla y fue afectada por una epidemia de dengue. En 2006 publicó un libro que causó polémica entre los estudiosos de EE UU.

 

Cuando la estudiante norteamericana Katherine Hirschfeld, enfermó de dengue en Cuba, todas su ideas sobre el sistema de salud pública de la Isla comenzaron a caer como un castillo de naipes.

 

Hirschfeld vivió en la Isla nueve meses entre 1996 y 1998, como parte de sus estudios de doctorado de Antropología. En 2006 publicó Health, Politics and Revolution in Cuba since 1898, una inusual obra dentro de los círculos académicos de Estados Unidos, que disecciona del mito de la salud pública cubana.

 

El libro combina la experiencia de Hirschfeld como paciente de dengue y estudiosa del sistema de salud en los noventa con un análisis de la influencia de Estados Unidos en ese sistema desde 1898 hasta el período pre-revolucionario.

 

Hirschfeld, actual profesora asistente de Antropología de la Universidad de Oklahoma, ofreció una conferencia el jueves en la Casa Bacardí de la Universidad de Miami tomando como punto de partida los mitos que ha ayudado a difundir el documental Sicko de Michael Moore.

 

Es evidente para los que hemos conocido de primera mano el sistema de salud de Cuba, que lo que se ve en el documental es una puesta en escena, una falsificación”, afirmó Hirschfeld. Sin embargo, esa imagen es la que predomina en muchos sectores de Estados Unidos.

 

La gente proyecta en Cuba sus esperanzas e ideas sobre un buen sistema de salud, eso forma parte del fenómeno del mito. Cuba es una gran laguna para los investigadores estadounidenses. La mayoría se basa en las estadísticas oficiales del gobierno cubano que publican las revistas médicas, las cuales no son cuestionadas; casi ningún investigador viaja allá, o si lo hace es por muy poco tiempo y se mantiene en instituciones oficiales, o no habla español, o no comprende los giros cubanos del idioma”, indicó.

 

Víctima de una epidemia ‘secreta’

 

Hirschfeld tuvo la inusual oportunidad de pasar un tiempo largo en la Isla y convivir con una familia en Santiago de Cuba. “Al principio yo era la extranjera estúpida. Pero cuando uno entra en la dinámica de una casa cubana, la perspectiva cambia. El almuerzo es como un momento de revolución: la gente comienza a quejarse de las carencias que tiene, a pensar en la comida que desea y en cómo obtener las cosas te convierte diariamente en un criminal a causa de todas las prohibiciones”, recordó.

 

Esa experiencia no la tienen los investigadores académicos por lo general”, dijo.

 

Aunque en Santiago de Cuba circulaban rumores sobre una epidemia de dengue, durante las entrevistas de Hirschfeld a médicos de la familia estos negaban la información. Hasta que ella misma enfermó.

 

Las primeras enfermeras que me vieron se negaron a darme un diagnóstico, y eso ya comenzó a parecerme sospechoso; cuando les pregunté si era dengue dijeron que iban a llevarme a un hospital, y cuando dije que no quería ir me di cuenta de que esa opción no existía”, relató.

 

La ambulancia nunca llegó y un vecino tuvo que llevarla a la clínica para extranjeros de Santiago de Cuba. “Cuando llegué, el personal médico estaba viendo una película. Sólo cuando esta terminó fueron a examinarme, y decidieron que no tenían medios apropiados para tratarme allí, de modo que me enviaron a un hospital común y corriente”.

 

Hirschfeld fue colocada en una sala con 20 enfermas de dengue, y su sorpresa fue mayor cuando vio a un guardia armado custodiando la puerta. “Dios mío, pensé. Estoy en un lugar que no existe”.

 

Durante su estancia de varios días en el hospital, Hirschfeld nunca fue vista por un médico. Los paramédicos le hicieron un par de exámenes —ultrasonido, prueba de sangre—. Afortunadamente, padeció una variante leve del virus, pero la vivencia fue aleccionadora.

 

Autoritarismo, negligencia y escasez de recursos

 

“El hospital no tenía una condiciones sanitarias adecuadas. El dengue es trasmitido por un mosquito y no había aire acondicionado, las ventanas estaban abiertas permitiendo la entrada de esos vectores, vi una mancha de sangre en el piso durante días sin que nadie la limpiara”, rememoró.

 

Ese panorama, asegura la académica, tiene ecos de lo sucedido en Europa oriental y también de la realidad cotidiana de otros países del Tercer Mundo. La diferencia con estos últimos, dijo, es que en el caso cubano las autoridades se empeñan en mantener una imagen idílica que no existe.

 

“Cuando escasean los recursos, los hospitales se convierten en vectores que propagan enfermedades”, afirmó.

 

Los esfuerzos de Hirschfeld por obtener cifras de la epidemia de dengue y su extensión fueron infructuosos, y en una ocasión en que intentó obtener otras estadísticas le informaron para su asombro que eran secretas.

 

La profesora de Antropología considera que el autoritarismo en el sistema de salud pública es coherente con un país donde no se puede difundir la Declaración Mundial de los Derechos Humanos.

 

No hay leyes de derechos de los pacientes, ni ninguna noción de derechos humanos dentro del sistema de salud de Cuba… Los pacientes acatan lo que dicen los médicos y lo que establece el sistema de salud. Si hay casos de mala práctica, la gente no se atreve a denunciarlos”.

 

En el caso de brotes de enfermedades tropicales, “hay miedo a contradecir la versión oficial. La epidemia de dengue que yo viví fue denunciada ante los organismos internacionales de salud por el doctor Dessy Mendoza y por eso fue encarcelado. Si una epidemia es secreta no se puede lanzar una campaña de prevención, lo cual, en el caso de ese brote de dengue, hizo que se propagara la enfermedad. Ni siquiera se le advierte a los turistas”, afirmó.

 

Mendoza fue condenado a 8 años de prisión por “propaganda enemiga”, cumplió uno y medio y fue obligado a exiliarse.

 

Dudas sobre las estadísticas que exhibe el régimen

 

En cuanto a algunas de las estadísticas más preciadas del régimen, como la baja tasa de mortalidad infantil, Hirschfeld dijo que es difícil saber si son confiables. Más allá de eso, “el sistema cubano está volcado a indicadores como ese, sin importar los métodos para lograrlo, u otro tipo de atención médica que tengan que sacrificar”.

 

Muchas mujeres con embarazos de riesgo suelen ser obligadas a internarse en las casas maternas de donde no pueden irse, y en al menos un caso supe de una esterilización forzada a una con problemas repetidos en sus embarazos”, afirmó.

 

El libro de Hirschfeld encontró gran resistencia entre sus colegas de la academia estadounidense, al contradecir las informaciones usualmente manejadas para el estudio del sistema de salud cubano.

 

Pedirles a ellos que vieran más allá parecía como pedirles que vieran los invisible”, acotó. A pesar de eso, “los académicos jóvenes son más flexibles y la gente está más lista ahora para escuchar sobre Cuba algo que vaya más allá de lo que dice la mitología”, aseguró.

 

 

Médicos cubanos se escapan de Venezuela

22 de febrero de 2008

Vanagloria oficial

y años de cárcel para el Dr. Mendoza

José Antonio Fornaris

11 de febrero de 1999

 

La revista del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí destaca en el reporte del director de esa institución, una información acerca del brote epidémico de dengue en Santiago de Cuba en 1997.

 

El profesor Gustavo Kourí dice en su informe que “la detección y confirmación temprana del brote de dengue en el municipio Santiago de Cuba contribuyó a que no se extendiera la epidemia a otras áreas afectadas por el vector, lo que hubiera tenido consecuencias desastrosas con relación a un elevado número de enfermos de fiebre del dengue, dengue hemorrágico y fallecidos”.

 

Agrega el profesor en su denominado “Reporte del Director” que se realizó el control del mosquito Aedes aegypti para lograr la disminución de los índices de infectación del vector en el municipio Santiago de Cuba, “lo que implicó”, destaca, “una disminución de la transmisión vectorial y por tanto una reducción de los enfermos de dengue, evitándose de esta forma que se extendiera la epidemia a otras zonas de Santiago de Cuba y del país.

 

En otro orden de cosas, el propio informe agrega que se confirmó en 1997 la existencia de un brote epidémico de leptospirosis humana en la ciudad de Santa Clara. Asimismo, se afirma que en ese propio año se reportó, por primera vez en Cuba, la shigella boydil 14, lo que constituye una alerta epidemiológica, al ser la shigerosis una de las mayores causas de enfermedades diarreicas agudas. En lo concerniente al Departamento de Virología del Instituto Pedro Kourí, la propia revista afirma que en 1997 se recibió el primer reporte de fallecidos en Cuba por la influenza A en edades de bajo riesgo.

 

La revista del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí no tiene publicación periódica, y parece estar dedicada sólo a personas del mundo de las ciencias médicas. En este caso, el informe del profesor Gustavo Kourí está también en inglés.

 

En 1997, el médico Desi Mendoza fue condenado a ocho años de cárcel, acusado de propaganda enemiga, tras dar a conocer la existencia en Santiago de Cuba del brote epidémico de dengue. El doctor Mendoza actualmente se encuentra exiliado en España.

Amnistía Internacional pide la libertad del Dr. Desi Mendoza
Amnistía Internacional pide la libertad del Dr. Desi Mendoza, detenido en junio de 1997 y condenado a ocho años de prisión, al parecer en relación con las críticas que hizo sobre el tratamiento de la epidemia de dengue en Santiago de Cuba, en la región oriental del país. Amnistía Internacional ha adoptado al Dr. Mendoza como preso de conciencia y solicita asimismo garantías de que recibirá la asistencia necesaria para sus problemas cardiacos.
Amnistía Internacional pide la libertad
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The Lancet publicó

la condena impuesta al Dr. Desi Mendoza Rivero

Cuba: doctors imprisoned

Laura Reiner

http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2897%2912124-9/fulltext

 

On Nov 24, 1997, Dr Desi Mendoza Rivero, a Cuban physician, public-health advocate, and President of the Movimiento Pacifista Pro Derechos Humanos (Peaceful Movement for Human Rights), was sentenced to 8 years in prison. 1 Mendoza was arrested on June 25, 1997, for his public criticism of the government's handling of an epidemic of dengue fever in eastern Cuba. 2 The prosecution called for a 13-year prison sentence for behaviour that was “politically opposed to the Cuban social system”. Mendoza, age ...

Cuba: Hay 13 muertos, 2.500 hospitalizados

y 30.000 afectados por el dengue hemorrágico

EL ABC, Madrid, 2 de julio de 1997

San Juan de Puerto Rico. Carlos Franqui

      

El presidente del Colegio Médico Independiente y de la Agencia Prensa Caribe de Santiago de Cuba, doctor Desi Mendoza, ha facilitado la primera relación oficial de víctimas de la epidemia de dengue en la isla, que las autoridades niegan, y por lo que se encuentra desde hace una semana en prisión. Según Mendoza, el régimen se niega a tapar los túneles excavados para uso bélico hace décadas y que hoy están inundados y llenos de mosquitos.

 

Según el presidente del Colegio Médico Independiente, los muertos son: Ludmila Nicolayeva, ciudadana rusa, en el motel San Juan-Leningrado; Iris Sanz Álvarez, periodista de Radio Revolución, fallecida el 24 de mayo del 97; José Antonio Orozco Hernández, 1 de mayo; César Eduardo Suárez Fernández; Melba Ori Calderín, 11 de junio; Ernesto Almeida Segui, 11 de junio; Elvia Rodríguez Bravo, profesora, 13 de junio; Mercedes Chausens, enfermera del hospital Camilo Torres; Osmaní Duani Janeiro, 12 de junio; María Cristina Ramos Rabei; Joaquín Maldonado Rodríguez, 12 de junio; Milagros de la Caridad Bruna Vidal, 19 de junio; Francisco Fernández Rivera, 19 de junio.

 

En la relación facilitada se añade que, actualmente, hay recluidos unos dos mil quinientos enfermos en once hospitales y centros de socorro, y que los afectados por la epidemia en un grado menor asciende a treinta mil.

 

Para el doctor Mendoza, la causa de la epidemia son los millones de mosquitos que proliferan en las aguas estancadas de los túneles construidos por Castro cuando la histeria belicista y que se niegan a tapiar; los centenares de sótanos inundados de aguas por mala construcción; las aguas negras de las tuberías rotas; la falta de higiene; la falta de eficaces fumigaciones y el uso de malos insecticidas que no eliminan los mosquitos. La enfermedad se agrava por la falta de plasma, medicinas y antihemorrágicos y falta de jugos de frutas y proteínas necesarias como defensa, así como la debilidad provocada por la mala alimentación.

 

En las salas atestadas de los hospitales los enfermos vomitan sangre por la boca, la nariz, el ano, gritan desesperados por los dolores de cabeza, los músculos y las articulaciones y las altas fiebres que el dengue hemorrágico produce mientras que los médicos intentan, con muy escasos medios, hacer frente a la situación.

 

El Gobierno, en vez de decretar una cuarentena y pedir ayuda al mundo para terminar la epidemia, celebra el festival del bolero, la Expo-Caribe Internacional y reparte en las esquinas bebidas alcohólicas como si la ciudad estuviera de fiesta y no de luto. Gracias a las informaciones de los periodistas independientes y del doctor Desi Mendoza, amenazado con fuerte condena, en La Habana se pudo declarar una rápida fumigación que ha evitado la peligrosa epidemia.

 

Otro periodista detenido

 

Al otro extremo de Cuba, en Pinar del Río, hoy cumple una semana en la Seguridad del Estado el periodista independiente Héctor Peraza Linares, subdirector de Habana-Press, uno de los pioneros de la Prensa libre de la isla, odiado por el régimen y por Castro por el humor cortante de sus crónicas que le valieron primero el destierro en Pinar del Río y ahora la nueva detención. Peraza Linares está enfermo, padece diabetes, úlcera y su organismo está debilitado.

 

© Prensa Española S.A.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.