Niños vendedores de sacos,
Mercado de 114, La Habana
Durante el pasado año 2013 le envié varios correos a la secretaria ejecutiva de la CEPAL a la dirección secepal@cepal.org, sin que ni tan siquiera hiciera acuse de recibo
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¿Desinformada la secretaria ejecutiva de la CEPAL?
Manuel Castro Rodríguez
20 de agosto de 2013
Alicia Bárcena
Secretaria Ejecutiva de la CEPAL
Respetada señora Bárcena:
No se preocupe, no voy a volverle a solicitar su ayuda para que Blanca Reyes pueda besar a su padre por última vez, ya me percaté que la solidaridad con los oprimidos no es su fuerte, Sra. Bárcena. Ahora le escribo sobre algo que sí debiera ser su fuerte, dado el cargo que usted ocupa: secretaria ejecutiva de la CEPAL.
Señora Bárcena, usted sabe que los funcionarios de la CEPAL -como el de todas las otras dependencias de Naciones Unidas- no pueden guiarse por afinidad política o de otra índole cuando emiten opiniones acerca de los países. Por ello me sorprendió lo que según el diario Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, usted dijo en una entrevista que le hicieron
http://www.granma.cubaweb.cu/2013/08/14/interna/artic15.html
Señora Bárcena, partiendo del supuesto de que usted no guarda afinidad política con el régimen que tiraniza a mi patria desde hace 54 años, deduzco que sus declaraciones obedecen a que usted está desinformada.
Señora Bárcena, hasta estudios hechos en la Cuba de los hermanos Castro han tenido que reconocer la desigualdad galopante. Por ejemplo, en este de Mayra Espino -hecho hace nueve años, actualmente la situación es mucho peor- se expresa que en Ciudad de la Habana existían grandes diferencias en el per cápita familiar, que iba de 37 pesos a 7.266 pesos:
“Efectos sociales del reajuste económico: igualdad, desigualdad y procesos de complejización en la sociedad cubana”, Omar Pérez (com.), Reflexiones sobre economía cubana, La Habana. Edit. Ciencias Sociales.
Señora Bárcena, le sugiero que lo lea, así como los otros materiales que le enviaré próximamente.
Señora Bárcena, no es necesario que me lo agradezca, lo hago con sumo placer para que se documente sobre la triste realidad que sufre mi pueblo.
Atentamente,
Manuel Castro Rodríguez.
Vía Argentina, edificio No. 33, apto. 15-A, Ciudad de Panamá.
Identificación panameña: E-8-91740.
¿Cuántos niños trabajan en Cuba?
José Prats Sariol
6 de noviembre de 2014
Cuba no aparece en los datos mundiales y para las instituciones del régimen el problema no existe
El niño del filme Conducta se gana lo suyo cuidando perros de pelea. Otro niño sirve para evadir controles y traer marihuana en su mochila desde Bahía Honda, al pie de la Sierra de los Órganos. En los alrededores de la Alameda de Paula, cerca del bar Dos Hermanos que volverá a llamarse Two Brothers, algunos casi niños se ofrecen como mercancía, para lo que sea. Así me lo acaba de contar un habanero que regresa de ver a su familia.
Pero el secretismo estatal ya no puede ocultar casi nada. Entre internet, telefonía, paquetes semanales de videos, visitas familiares, turistas y expansión de noticias boca a boca, poco les ha quedado a los medios oficiales para silenciar, tergiversar. El trabajo infantil, sin embargo, entre tantas penurias, parece que pasa inadvertido, como un mal menor.
No lo es. Y llegan ejemplos... Algunos sobrecogedores, como los enunciados y otros similares. La mayoría, sin embargo, corresponde a jóvenes adolescentes, menores de edad ante una ley que les prohíbe el trabajo, pero que en 2014 pocos respetan, cuidan.
Cuba, aunque no aparece en los datos mundiales, no es una excepción dentro de un problema que avergüenza a la humanidad. Evidencia inequívoca de que un porciento de la población está bajo el límite de pobreza, en contraste con tanta riqueza vanidosa e hipocresía política.
Según las noticias, alrededor de 168 millones de niños trabajaron el año pasado, la mitad en oficios peligrosos. El trabajo infantil en 140 países califica esa cifra como una mejora respecto a años anteriores. Los que encabezan la lista de “avances significativos” fueron: Albania, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Costa de Marfil, Ecuador, El Salvador, Perú, Filipinas, Sudáfrica, Túnez y Uganda. Pero el 10% de los niños del mundo todavía se ven obligados a trabajar en lugar de ir a la escuela, jugar...
En Cuba —reitero— parece no existir este índice terrible, conmovedor. El cable añade: 85 millones de niños trabajan en empleos peligrosos. Alrededor de 12,5 millones en América Latina y el Caribe trabajaron en 2013. Se ven deficiencias en Venezuela, Uruguay, República Dominicana y Haití. Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, Costa Rica y El Salvador hicieron “avances notables” en 2013 para reducir el impacto del trabajo infantil en sus sociedades. Muchos gobiernos “aumentaron sus esfuerzos de protección social” para prevenir que los padres envíen a trabajar a sus hijos por necesidad.
Pero “13 países de la región” —allí debería estar Cuba— carecen de programas suficientes ante la ocupación más común para esos niños: el trabajo peligroso en la agricultura, especialmente común entre varones afrodescendientes o indígenas. A lo que se añade “el servicio doméstico, en el que predominan las niñas”, sumado al uso de niños “para actividades ilícitas”, tanto para el cultivo y tráfico de drogas como en las “pandillas criminales” y la explotación sexual.
En Brasil, donde según datos oficiales trabajan unos 3,1 millones de niños, el documento destaca el “aumento de presupuesto” para la protección social y la mejora del programa contra el trabajo infantil. ¿Qué sabemos del presupuesto cubano para tal fin?
Según el Gobierno colombiano, más de un millón de niños trabajan en el país. ¿Cuántos menores de edad cubanos se hayan involucrados en este signo de miseria, de incultura familiar? ¿Alguien puede exhibir evidencias de que el Gobierno cubano ha ofrecido sus cifras?
No hay informes. No hay datos. No puede haber planes para combatir lo que oficialmente no existe. La Asamblea Nacional del Poder Popular, el Ministerio de Salud Pública, etcétera, sencillamente han colocado un avestruz. Su cabeza escondida bajo tierra no ve los leones: niños arando las parcelas arrendadas por sus padres, niños friendo o lavando platos en restaurantes, niños metidos en manglares para recoger ostiones, niños poniendo ladrillos o tablas o yaguas...
En trabajo infantil, como en otros índices, Cuba no se diferencia de la mayoría de países latinoamericanos. El pequeño contraste es que la casta “revolucionaria”, el líder que “luchó por los humildes”, nunca reconocerá que anda desnudo, que en este momento un niño —tal vez con el uniforme escolar, de pionero que jura será como el Che— pide limosna por la calle del Obispo, igual que antes.
El castrismo de la CEPAL
Fabio Rafael Fiallo
20 de febrero de 2013
La Secretaria ejecutiva del organismo no pierde ocasión de alabar a La Habana, donde la premian
En más de una ocasión, las burocracias de la ONU han dado muestra de falta de espíritu crítico hacia regímenes antidemocráticos. Durante el largo periodo de la Guerra Fría, no era leyendo los informes de la ONU que uno podía enterarse del desastre económico soviético ni de las vicisitudes de los pueblos de Europa Oriental. Esos informes no solían contradecir las altas tasas de crecimiento económico ni los avances en materia social que los regímenes comunistas pretendían exhibir.
Con la ayuda de esas distorsiones estadísticas, el socialismo y la planificación estatal parecían ser un contrincante viable de la economía de mercado auspiciada por el liberalismo y la social democracia, lo que inducía a ciertas agencias de la ONU a concebir y proponer políticas económicas opuestas al juego de las fuerzas del mercado.
En esa concepción estatista de la economía llegó a descollar la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En los años 60 del siglo pasado, aquella agencia de la ONU aconsejaba a los países de la región erigir barreras proteccionistas a fin de cerrar el mercado a los artículos manufacturados provenientes del exterior y así promover la industrialización a través de la sustitución de importaciones.
Aquella estrategia no estuvo a la altura de las expectativas y resultó ser mucho menos eficaz que la política de promoción de exportaciones, más acorde con las leyes del mercado, adoptada en esa época por países del Extremo Oriente tales como Hong Kong, Corea del Sur, Singapur y Taiwán.
Muchos países latinoamericanos decidieron finalmente echar por la borda las recetas proteccionistas de la Cepal, abriendo sus economías al mercado mundial y adoptando políticas similares a las del sudeste asiático. Es por esto que un número cada vez mayor de esos países (con Brasil, Chile y Perú a la cabeza) compiten hoy con éxito en la economía globalizada.
Era de esperarse, pues, que la Cepal abandonara de una vez por todas sus atavismos estatistas. Sin embargo, a juzgar por los grandilocuentes elogios al sistema económico castrista formulados por su actual secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, tal no parece ser el caso.
En efecto, en una visita a La Habana efectuada recientemente, la Sra. Bárcena declaró que Cuba “ha dejado atrás“ a muchos países de América Latina en el “cambio estructural” que propone la Cepal.
Hay que tener un gran tupé, o vivir en otro planeta, para presentar como modelo a una inoperante economía cubana que se mantiene con vida tan solo por los barriles de petróleo venezolano que le transfiere Hugo Chávez.
Ni siquiera los hermanos Castro osan formular declaraciones tan divorciadas de la realidad. Recordemos que a fines del 2010 Fidel tuvo que admitir que “el socialismo no funciona ni siquiera en Cuba”, mientras Raúl advertía que la economía cubana se encuentra “al borde de un precipicio”. Y no son los inocuos “reajustes” decretados por Raúl lo que podría modificar tan siniestro panorama.
El simple hecho de que un régimen fallido como el castrista pueda servir como ejemplo de “cambio estructural” pone en entredicho el tipo de reforma que en estos tiempos está propugnando la Cepal. Si es Cuba el país que está a la vanguardia de la implementación del “cambio estructural”, no hay que ser adivino para predecir que las políticas propuestas actualmente por la Cepal tendrán la misma aciaga suerte que el proteccionismo de ayer.
Ésta no es la primera vez que la actual Secretaria ejecutiva de la Cepal se deshace en ditirambos a la gloria del régimen de los hermanos Castro. En febrero del año pasado, la misma Sra. Bárcena dictaminó que la América Latina tenía “mucho que aprender“ de Cuba en materia de igualdad.
La igualdad en Cuba loada por la Sra. Bárcena no deja de ser un mito tan manipulado por el régimen como desmentido por la realidad.
A este respecto, cabe mencionar que tras realizar una encuesta independiente sobre el racismo en Cuba, la BBC concluyó que “los negros tienen inferiores puestos de trabajo, reciben menos ingresos, viven en las peores viviendas y son mayoría en las cárceles y una minoría en las universidades“. El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas mostró a su vez preocupación por la alta proporción de afrodescendientes en las cárceles cubanas (80-90% de la población reclusa).
La discriminación afecta igualmente al género femenino y a la juventud, como queda patente en la estructura del Buró Político del Partido Comunista, máxima instancia del poder en Cuba. Entre los 15 miembros que componen el Buró se cuenta una sola mujer, en tanto que la edad promedio de sus integrantes es de 68 años.
Si, como da a entender la secretaria ejecutiva de la Cepal, los resultados del castrismo son tan encomiables, no estaría de más formular la siguiente pregunta: ¿por qué el régimen cubano no permite partidos opositores, elecciones libres y una prensa independiente para así obtener el aval del pueblo cubano, único juez habilitado para pronunciar sentencias en la materia?
Coincidiendo con sus rimbombantes declaraciones en favor del sistema castrista, la Sra. Bárcena fue condecorada recientemente por la Universidad de la Habana. Para algunos ese galardón es un premio merecido; para otros, no es más que la recompensa a una complicidad.