Sobrevivientes

Milena Rodríguez / Gutiérrez

23 de julio de 2014

 

SOBREVIVEN los cubanos en la isla en medio del muy caluroso verano de 2014. Sobreviven en medio de enormes carencias. Sobreviven sin aire acondicionado, sin internet, con dinero que no vale. Sobreviven en medio de no se sabe cuál régimen político. Sobreviven en el abandono, sin saber qué pasará mañana ni dónde estarán cuando pase.

 

Llegas a La Habana y te sorprende un aeropuerto vacío, o un aeropuerto lleno de pasajeros solos, que llegan o se van pero a los que nadie espera o despide. Descubres después que quienes esperan y despiden existen, aunque no se ven; están afuera, sin techo, esperando o despidiendo a la intemperie. Nueva orden de quienes mandan. Quien no viaja no tiene derecho a utilizar el aeropuerto. Da igual que llueva, da igual el duro sol del verano. Se acabaron las despedidas y recibimientos familiares. El aeropuerto José Martí es una película de Buñuel. El ángel exterminador. Aeropuerto surrealista. Sólo que en vez de no salir, lo que no se puede es entrar. Está prohibido pisar el aeropuerto si no eres viajero. Quién sabe cuándo cambiará la orden. Nadie sabe cuándo cambian las órdenes en Cuba.

 

En medio del muy caluroso verano de 2014 estrenan Boccaccerías habaneras, película del director Arturo Sotto. Hay largas colas para verla. Al menos el fin de semana. Al menos en el Infanta, único Multicine, donde funciona mejor el sonido, y el aire acondicionado. La película obtuvo el premio Coral del público en el último Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Y recrea, a través de tres historias adaptadas a la realidad cubana, algunos cuentos de un clásico de la literatura italiana y universal, El Decamerón. En la película, como en la realidad, los cubanos hacen largas colas. En la película, con el fin de contar sus historias a un supuesto escritor con la imaginación agotada que paga por apropiárselas. Las historias de ficción cuentan lo que se vive fuera de ella: la sobrevivencia cubana, tarea casi imposible, ocupación casi única, compensada, en la ficción como en la realidad, con el humor y con el sexo. La primera historia narra los preparativos de una boda habanera, organizada con escasos recursos y grandes limitaciones. En la pantalla, los personajes dicen lo mismo que en la calle: “Antes, en los 80, te daban una caja de cerveza. Ahora, cada cual se compra solo su cerveza, si puede, en medio de muchos que no pueden. Y te la tomas solo. Y te acostumbras”.

Prohibida la entrada… en yate

Clive Rudd Fernández

2 de julio de 2014

 

En uno de los países con más prohibiciones arbitrarias y sin sentido del hemisferio occidental, hay una restricción no muy conocida que vale la pena examinar por su singularidad: está totalmente prohibido a los nacidos en Cuba (independientemente de la nacionalidad que ostenten) entrar en Cuba por vía marítima, so pena de muchos años de privación de libertad.

 

Recientemente las maquinarias publicitarias del gobierno cubano comenzaron a distribuir videos y notas de prensa sobre los planes de desarrollar el sector turístico de embarcaciones privadas y de recreo. Han creado ya un grupo de marinas a lo largo del país con capacidad para más de 10 mil embarcaciones y hay planes para incrementar la capacidad y mejorar las infraestructuras actuales. También se acaba de incrementar a cinco años el tiempo máximo de estadía para embarcaciones visitantes.

 

Esto pone en evidencia cómo en la economía centralizada del comunismo caribeño la cabeza del país no coordina con sus pies; aunque los ojos puedan estar clavados en el futuro y en los dólares, el cuerpo aún se mueve en el mejor de los casos hacia los lados. Y con frecuencia se queda clavado en el mismo lugar donde estaba hace mas de 50 años.

 

Después de navegar en un velero por el sur de Europa en el verano del 2013, mi esposa y yo quedamos seducidos por la vida a bordo y comenzamos a planificar los próximos retos. Siendo ambos cubanos, comenzamos a soñar con el reto de cruzar el Atlántico y hacer un bojeo a Cuba, comenzando por la capital. En un par de semanas teníamos arreglado todos los detalles prácticos de cómo cruzar a vela el océano en una embarcación de vela de 36 pies (11.5 metros) de eslora.

 

El último paso era llamar al puerto de entrada en Cuba y anunciar nuestra llegada, como hicimos con varios puertos de Europa (España, Portugal e Inglaterra).

 

Llamamos a la Marina Hemingway y después de hacernos un par de preguntas de rigor, nos pasaron con un mayor del Ministerio del Interior que nos comunicó, casi con desprecio, que si venían cubanos a bordo la embarcación no estaba autorizada a entrar en puerto por ser ilegal para los cubanos la entrada por vía marítima. Luego de insistir, nos dieron el teléfono de la Capitanía general, que no hizo más que confirmar nuestros temores: los cubanos tienen prohibido la entrada a su país por vía marítima.

 

Nosotros teníamos pasaportes cubanos actualizados y con el permiso de entrada a Cuba habilitado y actualizado, así que investigamos para saber cuál es la ley que le impide a un cubano con todos sus papeles en regla entrar por vía marítima. No encontramos nada.

 

Esta de más aclarar que el hecho de que no haya nada legislado en Cuba al respecto, no excluye que una circular del Ministerio del Interior o una orden de alguien del Partido Comunista se convierta en ley “de facto”. Es sabido que los cubanos tuvimos la entrada a hoteles vedadas por años sin que existiera ninguna legislación al respecto.

 

No importó que tuviéramos segundas ciudadanías, no importó que el barco tuviera bandera inglesa. No importó que hubiéramos entrado a decenas de puertos europeos en varios países y tuviéramos autorización para entrar a varios puertos del Caribe y de las Américas. Cuba estaba vedada para nosotros por el simple hecho de ser cubanos.

 

Cuando escucho hablar de los “cambios” y la “apertura” económica de Cuba, de las nuevas disposiciones y la voluntad de apertura económica, sonrío con escepticismo. No conozco ningún otro lugar del mundo en cuyas marinas deportivas se den el lujo de no contar con sus clientes naturales: los cubanos dentro y fuera del país.

Barquito de papel…

Fernando Ravsberg

28 de marzo de 2013

 

Aun teniendo pasaporte y visa los cubanos no pueden abordar un crucero

 

Hace pocos días fui a la península de Guanacabibes, en el extremo occidental del país, una reserva natural casi virgen, donde se pueden contemplar iguanas, venados, cocodrilos y todo tipo de aves, además de poseer unos fondos marinos maravillosos.

 

Todo transcurrió muy bien hasta que quisimos participar de una excursión de submarinismo. Nos negaron el acceso porque en el grupo había cubanos y no están autorizados a subir al yate. El guía nos dijo que es una orientación de la Capitanía Naval.

 

De vuelta en La Habana quise saber si el parlamento había aprobado alguna legislación que impidiera a los cubanos viajar en barcos. Muy amablemente el jurídico de la Asamblea nos informó que no existe ninguna ley que prohíba navegar a los nacionales.

 

Claro que tampoco existía una ley que impidiera a los cubanos hospedarse en hoteles turísticos y sin embargo pasaron casi dos décadas mirando desde fuera como los extranjeros disfrutaban de las instalaciones que a ellos les estaban vedadas.

 

Pero ahora se supone que todo ha cambiado, casi medio millón de cubanos residentes en la isla veranean en esos mismos hoteles y una nueva ley de migración permite la salida libre de los ciudadanos…salvo que lo quieran hacer por barco.

 

Los cubanos tienen prohibida incluso las excursiones cercanas a las costas.

 

En Cubatur nos dijeron que “a los cubanos –vivan donde vivan- no se les puede vender un paquete que incluya catamarán o yate”. En la agencia Gaviota nos repitieron que para poder ofrecernos una excursión marítima debíamos traer un permiso de Capitanía.

 

Finalmente llamamos al Departamento Nacional de Capitanía, donde nos confirmaron que los cubanos no están autorizados a navegar, la única excepción son aquellos que estén casados con ciudadanos de otros países, los cuales deben solicitar un permiso.

 

Los cubanos no pueden abordar un crucero en la isla.

 

Para lograr esta autorización es necesaria una carta del conyugue extranjero porque no se acepta que sea el cubano quien lo solicite. La misiva debe detallar motivo del viaje, itinerario, lugar de embarque, días de navegación y el nombre de la embarcación.

 

Es obligatorio presentar además un original del certificado de matrimonio y fotocopias de los documentos personales de ambos. Todo esto dirigido a una comisión presidida por un Coronel, quienes, en un plazo de 5 días, deciden si se otorga o no el permiso.

 

Pero incluso aquellos ciudadanos que estén casados con extranjeros y tengan la suerte de que la comisión no vea nada sospechoso, solo podrán navegar dentro de las aguas cubanas, tampoco a ellos se les autoriza a abordar un crucero para visitar otro país.

 

Todas las visitas a los cayos que necesiten navegar están vedadas para los cubanos.

 

Pienso que a lo mejor tratan de evitar la emigración ilegal pero lo cierto es que aunque un cubano tenga pasaporte vigente, pasaje y visa no podrá abandonar el país en una embarcación. De alguna forma el espíritu de la nueva ley de migración se diluye en el mar.

 

En Capitanía nos aseguran que “este punto no se tocó en el cambio de la ley de migración y de entrada a los hoteles, por lo tanto permanece vigente”. Nos explican además que esa comisión es quien tiene la última palabra y no hay a quien apelar.

 

Ninguna de las personas con las que hablamos en hoteles, agencias de viaje, marinas, el parlamento o la Capitanía del Puerto me sabe explicar el porqué de la prohibición, se limitan a repetir que “así está establecido” pero desconocen quién lo estableció.

 

Así que la única forma es acudir a la autoridad de puertos con todos los papeles que atestiguan que  él o ella están casados con ciudadanos de otras naciones y solo entonces cabe la posibilidad de que se le abran a los cubanos los mares y sus cayos adyacentes.

 

Pero si usted y su pareja son del patio y se le ocurre ir de vacaciones a Cayo Largo no podrá conocer la isla de las iguanas ni las demás excursiones marítimas que se ofrecen a los turistas de otros lares porque no le permitirán abordar el catamarán.

 

Y si quiere conocer Cayo Levisa, en la costa norte de Pinar del Río, tendrá que esperar a que se construya un terraplén para llegar por tierra porque por ahora se da la paradoja de que le autorizan a hospedarse en el hotel pero no le permiten navegar hasta él.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.