LA INVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA CUBANA

CON EL CASTRISMO

 

Fidel Castro declaró el 23 de enero de 1959:

Se decía que si no había una crisis económica, si no había hambre, no era posible una revolución y, sin embargo, se hizo la Revolución”.


En 1958, con una población de seis millones de habitantes, Cuba tenía un producto interno bruto per cápita de 374 dólares, según el Atlas of Economic Development (1961) de Norton Ginsburg, o de 520 dólares, según otros autores (H. T. Oshima, Felipe Pazos, José F. Álvarez Díaz, Leví Marrero, José M. Illán). Ese mismo año, el ingreso nacional por habitante de España fue de 180 dólares, menos de la mitad del de Cuba en cualquiera de los dos cálculos.

 

En Cuba coexisten dos monedas: el peso cubano o CUP –creado hace un siglo- y el peso convertible o CUC -creado en 1994, que es equivalente a 24 CUP.

 

La mayor parte de la población cobra sus salarios en CUP, por lo que tiene que comprar CUC para poder adquirir una gran parte de los artículos de primera necesidad.

 

El salario promedio mensual en Cuba es de unos veinte CUC.

 

La doble moneda en Cuba

Diciembre de 2013

James Petras:

(académico marxista norteamericano)

Mientras que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos iban a la zaga de Cuba en los años sesenta, hoy han superado a Cuba en la diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos de fabricación para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo limitado de productos de exportación”.

 

El 16 de febrero de 1959, un mes y medio después del triunfo de la revolución cubana, Fidel Castro declaró:

“(…) con la ventaja de contar con un país rico, donde se puede sembrar todo el tiempo en el año, un pueblo inteligente y un pueblo entusiasta, un pueblo ansioso de alcanzar un destino mejor, lograremos un estándar de vida mayor que ningún otro país en el mundo”.


 

Historia de la revolución que destruyó a Cuba

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Discrepo totalmente con lo que se expresa en este documental de que Fidel Castro era comunista antes de 1959. Véase aquí.

 

En 1950, atendiendo a una solicitud del Gobierno de Carlos Prío, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) envió una misión técnica presidida por Adam Francis Truslow y compuesta por 17 economistas de prestigio. Durante varios meses realizaron un estudio de la economía cubana, conocido posteriormente como Informe de la Misión Truslow, que señaló: “la impresión general de los miembros de la misión de observaciones a través de toda Cuba, es que los niveles de vida de los campesinos, trabajadores agrícolas, trabajadores industriales, oficinistas y otros es mucho más alto que los de sus grupos similares en otros países tropicales y que la mayor parte de los países de América Latina”.

 

La Misión Truslow recomendó diversificar la economía cubana; señaló que con excepción del combustible, Cuba poseía los recursos necesarios para ello.

 

Tres años después, en 1953, el ingreso nacional per cápita de Cuba era de $325, superior al de Italia ($307), Austria ($290), España ($242), Portugal ($220), Turquía ($221), México ($200), Yugoslavia ($200) y Japón ($197). (Véase Charles P. Kindleberger, Economic Development, McGraw-Hill, 1958).

 

Ese mismo año Eugene Staley hizo una investigación (The Future of Undeveloped Countries, Harper, Nueva York, 1954), para el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, donde clasificó a Cuba entre los 31 países más desarrollados del mundo.

 

El economista español Julián Alienes Urosa –funcionario del Banco Nacional de Cuba, el banco central creado en 1948 bajo la dirección de Felipe Pazos- señaló que la inestabilidad era la característica principal de la economía cubana, por depender de la producción de azúcar y su exportación a EEUU. El producto interno bruto (PIB) de Cuba se incrementó un 58% de 1945 a 1947, se redujo un 7% en 1949, aumentó un 34% en 1952, disminuyó un 24 % en 1955 y aumentó un 42 % en 1957.

 

En 1949 la producción industrial representó el 15% del ingreso nacional. En 1958 aumentó al 25%, gracias a que se invirtieron 462,4 millones de dólares en la industria no azucarera, desglosado de la forma siguiente: extractiva (120,2 millones de dólares), electricidad (90,0), refinación de petróleo (68,0), papel y elaboración de madera (46,0), metalúrgica (21,3), química (17,2), materiales de construcción (9,8), tabaco y licores (4,5), alimentaria (3,6), textil (1,8) y otras (80,0).

 

En julio de 1956  el Departamento de Comercio de Estados Unidos publicó  Investment in Cuba: Basic Information for United States Businessmen, donde se expresa: “Los ingresos nacionales de Cuba han alcanzado niveles tales que dan al pueblo cubano uno de los niveles más altos de vida en la América Latina”.

 

En 1958 el salario promedio mensual en la industria tabacalera era de 359 dólares; en la industria cervecera, 273 dólares; mientras que en la industria azucarera era sólo de 120 dólares.

 

Con 6,5 millones de habitantes, Cuba tenía unos seis millones de cabezas de ganado vacuno. Los pies de cría se exportaban y el precio minorista de la carne era de unos 40 centavos la libra. En 1958 la producción de carne de res excedió las 180.000 toneladas métricas que requería el consumo nacional, por lo que se exportaron 3.800 cabezas de ganado. En consumo de carne de res, Cuba ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica.

 

Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 1958 Cuba tenía 19.700 tractores, 1 por cada 117 hectáreas, mucho más que la Unión Soviética (1 por 153), Argentina (1 por 320), México (1 por 373) y Venezuela (1 por 431). Por encima de Cuba solamente estaban Estados Unidos (1 por 42) y Uruguay (1 por 70).

 

Según el capitán Antonio Nuñez Jiménez –uno de los principales colaboradores de Fidel Castro para instaurar el totalitarismo-, Cuba producía en 1958 casi todo el fríjol negro y el maíz que consumía (Geografía de Cuba. Editorial Lex, La Habana, 1959).

En 1958 el ingreso per cápita cubano casi duplicaba el español y Cuba estaba entre los treinta y un países más desarrollados del mundo. El sociólogo marxista James Petras –profesor de la Universidad de Nueva York–, escribió Cuba: revolución permanente y contradicciones contemporáneas, donde señala: “Mientras que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos iban a la zaga de Cuba en la década de 1960, hoy han superado a Cuba en la diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos de fabricación para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo limitado de productos de exportación”.

 

 

En 1958, Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos. Actualmente, Cuba importa el 80% de los alimentos que consume y Estados Unidos es su principal abastecedor.

 

 

En 1958, Cuba era el principal exportador de azúcar de caña en el mundo. Los cubanos eran conocidos como los reyes de la producción de azúcar –incluso un equipo cubano de béisbol fue nombrado Cuban Sugar King, el cual debutó en 1953 en la Liga Internacional de La Florida, el escalón más cercano a las Grandes Ligas, ganando la Pequeña Serie Mundial en 1959 bajo las órdenes del cubano Preston Gómez. Sin embargo, con los hermanos Castro en el poder, Cuba ha tenido que importar azúcar. Véase aquí.

 

Durante toda la etapa republicana anterior al triunfo de la revolución (1902-1958), solamente en dos años -1907 y 1921- Cuba importó más de lo que exportó, logrando un superávit acumulado de dos mil millones de dólares. Después de que los hermanos Castro llegaron al poder, ha sido lo contrario, solo en tres años Cuba logró superávit, a pesar de que la Unión Soviética:

 

- Pagaba un precio por el azúcar cubano muy superior al precio vigente en el mercado mundial.

 

- Le vendía petróleo a Cuba a precios muy por debajo a los precios vigentes en los mercados internacionales.

 

- Le permitió a Cuba reexportar petróleo en base a un acuerdo que preveía que si los niveles de consumo cubano de este producto eran menores que lo planificado, esa diferencia Cuba podía reexportarla a los precios vigentes en los mercados internacionales.

En la década del cincuenta en La Habana se construyeron cincuenta urbanizaciones, pero existían grandes diferencias entre las zonas rurales y urbanas; en 1957 la Agrupación Católica Universitaria alertó: “La ciudad de La Habana está viviendo una época de extraordinaria prosperidad mientras que en el campo están viviendo en condiciones de estancamiento, miseria y desesperación difíciles de creer”.

 

El tirano Batista huyó el 1 de enero de 1959. Más nunca he vuelto a ver tanta alegría como la que se vivió en Cuba en los primeros días de enero de 1959.

En 1958, Argentina y Cuba

lideraban a Iberoamérica en clase media

 

Dos meses y medio después de asumir el poder, el 16 de marzo de 1959, Fidel Castro declaró:

Que hay clase media, ¿por qué si aquí todo el mundo debiera ser clase media? (APLAUSOS.) ¿Por qué si en nuestra patria no debiera existir un solo pobre? ¿Por qué si esta es una de las islas más ricas y fértiles del mundo? ¿Por qué si aquí pueden vivir 30 millones de habitantes? ¿Por qué si Holanda, si Dinamarca, si esos países con más habitantes, con menos tierras, con menos fertilidad, son incomparablemente más ricos que nosotros?

 

 

En octubre de 1964, International Affaires publicó The Cuban economy; its past and its present importance, escrito por Ernesto ‘Che’ Guevara. En español se publicó en Nuestra Industria, revista económica, en diciembre de 1964, con el título Cuba, su economía, su comercio exterior, su significado en el mundo actual, que está disponible en el sitio ARCHIVO CHILE, página web del marxista Centro de Estudios ‘Miguel Enríquez’ (CEME).

 

En Cuba, su economía, su comercio exterior, su significado en el mundo actual, Ernesto ‘Che’ Guevara reconoce:

 

En 1958 la población cubana ascendía a 6,5 millones de personas con un ingreso per cápita de unos $350 (calculado el ingreso nacional según la metodología capitalista); la fuerza de trabajo ascendía a una tercera parte del total de habitantes y una cuarta parte de la misma se encontraba prácticamente desempleada.


Simultáneamente con un gran derroche de tierras fértiles y la subutilización de la fuerza de trabajo rural, las importaciones de alimentos y fibras textiles de origen agrícola, ascendían como promedio al 28% del total de importaciones. 
Cuba poseía un coeficiente de 0,75 cabezas de ganado bovino por habitante, índice que la situaba únicamente por debajo de los grandes países ganaderos”, reconoció  Ernesto ‘Che’ Guevara.


O sea, Ernesto ‘Che’ Guevara reconoce que antes de que los hermanos Castro se adueñaran de Cuba,
el ingreso nacional per cápita cubano (356 dólares) casi duplicaba el de España (180 dólares).

El cortometraje Adelante, cubanos, dado a conocer en 1959, demuestra el desarrollo industrial y comercial alcanzado por Cuba, antes de ser tiranizada por Fidel Castro.

Ernesto ‘Che’ Guevara  reconoció que La Habana era “una de las ciudades más ricas y más bellas de América”. En estos vídeos se aprecia cómo era la capital cubana cuando triunfó la Revolución el 1 de enero de 1959. Obsérvese la limpieza reinante  y el moderno servicio de transporte, totalmente opuesto a lo que ha padecido el pueblo cubano desde hace medio siglo.

¡Y en eso llegó Fidel!


 

Entre 1960 y 1990, Cuba recibió una ayuda de 65.000 millones de dólares por parte de la Unión Soviética, sin contar la que recibió de los otros países socialistas. Para que se tenga una idea de lo que representa esa ayuda, téngase en cuenta que a través del Plan Marshall los países europeos recibieron de Estados Unidos 13 mil millones de dólares de la época, para la reconstrucción necesaria después de la Segunda Guerra Mundial.

 

La ayuda soviética a Cuba se componía de 60,5% en donaciones y subsidios de precios más 39,5% en préstamos que no fueron pagados.

 

En 1958, Cuba ocupaba entre el primero y el quinto puesto de la región en sus indicadores sociales nacionales, pero con considerable desigualdad entre las zonas urbanas y rurales. Gracias a la ayuda soviética, durante las primeras décadas después del triunfo de la revolución se llevaron los servicios médicos y educativos hasta los lugares más recónditos, y se implementó un eficaz sistema de protección civil para enfrentar los fenómenos meteorológicos. Se trató de transformar la economía, pero lo mejor que se logró fue ocupar –en la década del ochenta, el séptimo lugar en Latinoamérica en cuanto a ingreso per cápita, por debajo del tercer lugar alcanzado antes de que Fidel Castro se adueñase del poder.

 

Con excepción de tres o cuatro años, durante el periodo de 1902 a 1958 el valor de las exportaciones fue mayor que el de las importaciones. Después ha sido lo contrario, a pesar del severo sistema de racionamiento establecido hace cincuenta y dos años, donde la carne de res ha desaparecido de la mesa del cubano de a pie.

 

En 1958 la deuda externa era de 48 millones de dólares. En 1980 la deuda aumentó a 3 mil millones con el Club de París. En julio de 1986 –la deuda era de 6.500 millones de dólares- el Gobierno de Cuba le comunicó al Club de París que suspendía el pago de la deuda. En la década pasada empezó a renegociarse. En 2008 la deuda superó los 31 mil millones de dólares; véase Annex VIII - Debt Sustainability Analisys.

La Habana, arte nuevo de hacer ruinas

 

La Habana, arte nuevo de hacer ruinas es un documental de los cineastas alemanes Florian Borchmeyer y Matthias Hentschler, que revela un mundo desconocido para los extranjeros que dicen conocer Cuba.

 

El documental muestra lo que hay detrás de las fachadas de edificios que se caen a pedazos y en el que rigen la resignación y la tristeza.

 

Los alemanes Florian Borchmeyer y Matthias Hentschler muestran a cinco personas que viven en edificios que están a punto de derrumbarse. Estos son, por ejemplo, el antiguo alojamiento de lujo Hotel Regina y el teatro Campoamor, pero también casas y una finca.

 

Este documental que muestra el estado actual de la capital del castrismo –a donde peregrinan estalinistas y oportunistas de todo tipo- fue realizado meses antes de que el tirano mayor dejara provisionalmente el mando en manos de su hermano.

 

 

 

 

El fracaso del último recurso

Dimas Castellanos

6 de mayo de 2014

 

¿Qué pasa cuando el último recurso para una buena zafra reposa en el compromiso de los trabajadores con el segundo secretario del Partido?

 

El plan de azúcar de 2014 no se cumplirá. La ineficiencia resultante del proceso de estatización se manifestó en un retroceso sostenido de la producción azucarera. En el año 2001 no se pudo rebasar los 3,5 millones de toneladas (inferior a la zafra de 1919).  Como si la causa del resultado estuviera en la organización y disciplina, se designó un general al frente del Ministerio del Azúcar (MINAZ) y se implementaron varias medidas, entre ellas una dirigida a lograr 54 toneladas de caña por cada hectárea, cifra inferior a los indicadores de la FAO y la otra a extraer 11 toneladas de azúcar por cada 100 de caña. El declive, cuya causa está más allá de las órdenes militares, continuó su inexorable marcha atrás. En 2010 retrocedió hasta 1,1 millón, cifra inferior a la alcanzada en 1895.

 

Ante el fracaso, pero sin detenerse en las verdaderas causas, se sustituyó al MINAZ y al general por el Grupo Empresarial de la Agroindustria Azucarera (AZCUBA), el cual proyectó un  crecimiento productivo anual del 15 por ciento hasta el año 2016. La zafra de 2011 quedó por debajo de 1,3 millones de toneladas; la del 2012 se sembró suficiente caña y se contó con la casi totalidad de los recursos contratados, pero nuevamente ni se cumplió un plan de 1,45 millones de toneladas ni se terminó en la fecha planificada; en la de 2013 AZCUBA se planteó producir 1,7 millones de toneladas, pero no pudo rebasar 1,6 millones, una cantidad que se fabricó en 1957 con los centrales Morón, Delicias y Manatí.

 

El cambio de dirigentes, la reestructuración de la industria azucarera, la Tarea Álvaro Reynoso, el cierre de unas 100 fábricas de azúcar, la redistribución para otros cultivos de un alto por ciento de las plantaciones de caña, la sustitución del MINAZ por AZCUBA y un abultado paquete de medidas económicas, no lograron elevar la cantidad de caña por hectárea ni el  rendimiento industrial. Al comenzar la zafra de 2014, en el mes de noviembre, AZCUBA anunció que sería la mejor de la última década. Según el pronóstico se produciría 1,8 millones de toneladas, es decir, 200 mil por encima de la zafra anterior.

 

Ante el fantasma de los incumplimientos, el segundo secretario del Partido Comunista, José Machado Ventura, apeló a los llamamientos. Realizó varios recorridos por ingenios y provincias llamando a extender el tiempo de molienda y a sembrar más caña, pues según sus palabras “la principal limitación está en la caña insuficiente y los bajos rendimientos agrícolas, pues es inconcebible que hoy se cosechen campos de menos de 18 toneladas de caña por hectárea, lo cual es apreciable aún en muchas entidades del ramo a lo largo del país”.

 

A pesar del hermetismo de la prensa oficial se supo que a fines de diciembre el central Ecuador, de Ciego de Ávila, estuvo parado 30 horas por roturas en una de sus cuchillas; que los centrales tuneros Majibacoa, Amancio Rodríguez y Antonio Guiteras reportaban atrasos y que el Héctor Molina, de Mayabeque, a pesar de una costosa reparación confrontaba los mismos problemas de zafras anteriores. El 17 de marzo, Juan Varela Pérez publicó en Granma “La zafra aún está a tiempo”, donde, basado en el análisis de AZCUBA del día 10 de ese mes, dio a conocer que el monto producido hasta esa fecha era inferior a lo planificado.

 

El 23 de abril, el periodista Ortelio González, publicó en Granma “Deudas con el Primero…”, donde dio a conocer que el central Primero de Enero había sobrepasado el plan en casi 4 mil toneladas. Y añadió: “Hoy sienten que cumplieron el compromiso con el segundo secretario del Comité Central del Partido quien, en uno de los recorridos, los conminó a producir la mayor cantidad de azúcar posible”. Es decir, el compromiso con el llamamiento demostró su eficacia.

 

Sin embargo, tres después, el 26 de abril, Juan Varela, basado en datos de AZCUBA, informó “que por lluvia, roturas en los equipos de corte y la organización, el país no ha alcanzado la cifra de azúcar planificada para la fecha”. Y citó a las provincias Artemisa, Granma, Holguín y Santiago de Cuba entre las atrasadas.

 

Empleando la misma lógica de Ortelio González para el cumplimiento en el central Primero de Enero, la mayoría de los trabajadores azucareros no respondieron al llamamiento, por lo que el plan de 2014 también se incumplirá y con fracaso del recurso del llamamiento, parece que todo se agotó.

 

Una mirada hacia los múltiples obstáculos para el crecimiento de la producción azucarera apunta como determinante el crónico bajo rendimiento agrícola, un fenómeno que emergió desde 1961 desde la eliminación del colonato. Surgido en la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la competencia entre ingenios, donde los más pequeños se arruinaron, emergió la figura del colono, que desposeído de ingenio propio entregaba su caña al ingenio vecino por una parte del dulce. De ahí en lo adelante la caña para el gran central quedó garantizada por los colonos, y de las contradicciones entre estos y los hacendados emergió la necesidad de asociarse para su defensa.

 

La historia de las asociaciones de colonos, que tuvo su primer episodio a fines del siglo XIX, desembocó en enero de 1934 en la formación de la Asociación Nacional de Colonos de Cuba. Esta asociación garantizó toda la caña necesaria para producir hasta más de 7 millones de toneladas, como ocurrió en 1952, sin que ningún funcionario político o administrativo tuviera que hacer llamamientos ni indicar a los productores lo que tenían que hacer.

 

En diciembre de 1960, en una reunión en la que la Asociación de Colonos se negó a participar, el líder de la revolución adelantó la idea de crear una sola asociación nacional de agricultores: “Es necesario que los pequeños agricultores, en vez de ser cañeros, tabacaleros, etc., sean sencillamente agricultores y organicemos una gran Asociación Nacional de Agricultores Pequeños”.

 

En enero de 1961 todas las organizaciones de empleadores y las asociaciones campesinas fueron sustituidas por la Asociación Nacional de Colonos, que en el mes de mayo de ese año pasó a denominarse Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Pero el papel del colonato en el abastecimiento de caña a los centrales nunca pudo ser suplido por la ANAP, creada por y subordinada al partido gobernante, lo que se refleja en los actuales rendimientos de caña por hectárea.

 

 

 

Ganadería de Cuba necesita inversión millonaria

para salir de la ‘depauperación’

 

La vaca de mármol

 

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Esta noticia publicada en el periódico Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas, reconoce la crisis de la ganadería cubana, pero tergiversa la situación imperante antes de la caída del Muro de Berlín. En 1958, Cuba era autosuficiente en carne de res y leche. En 1955 la masa ganadera era de 0,82 cabezas por habitante; diez años después, el 7 de junio de 1965, el dictador Fidel Castro Ruz declaró:

En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita!

Sin embargo, sólo pudo garantizar la venta a precio subsidiado de un litro de leche diario a los niños menores de 7 años, gracias a que anualmente la República Democrática Alemana (RDA, la Alemania comunista) le enviaba 22.000 toneladas de leche en polvo a cambio de 22.000 toneladas de levadura torula para la alimentación animal. Con esa leche en polvo se producían 220 millones de litros de leche fluida, que era el consumo de Cuba durante cinco meses. En el año 2013 sólo se produjeron 289 millones de litros de leche.

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Urgencia que requiere millones

Marianela Martín González

marianela@juventudrebelde.cu

21 de abril de 2014

 

La ganadería cubana precisa reordenar su masa y acometer inversiones que complementen un adecuado manejo

 

Cuba necesita producir cada año cerca de mil millones de litros de leche para autoabastecerse. De ese modo, ahorraría anualmente más de 180 millones de dólares, al dejar de importar leche en polvo.

 

En la década de los 80 se sobrepasó esa cifra. El mayor récord histórico data de 1984, cuando se alcanzaron 1 138 millones de litros.

 

Cinco años después, con el período especial, cayó el modelo que sustentaba los niveles productivos, tanto de leche como de carne. Como explicó el doctor Fernando Funes Aguilar —investigador de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey—, la ganadería tropical que se practicaba en Cuba, de acuerdo con los cruces, la inseminación y el promedio de litros de leche por vaca, quedó sepultado en medio de las escaseces.

 

«La masa de ganado vacuno, que llegó a más de siete millones en los primeros años de la Revolución, bajó a menos de cuatro millones de cabezas. El golpe por el cambio de alimentación fue contundente e incidió de manera notable en la depauperación de esta importante rama agrícola.

 

«Eso trajo como consecuencia que se redujera la producción de leche de 1 100 millones de litros a 400 millones. En 2004 llegó a tocar fondo con la producción de 340 millones. También se redujo la producción de carne de300 000 toneladas a 100 000 cada año.

 

«Para analizar la ganadería en la actualidad hay que tener en cuenta que el ganado vacuno estaba fundamentalmente en manos del sector estatal en 1989. Este poseía el 75 por ciento de esa masa, y el 25 por ciento pertenecía al sector privado y cooperativista. En 2004 mermaron las cifras del Estado, y el 75 por ciento pasó a manos privadas y a distintas formas de cooperativas».

 

El Doctor Funes, quien en 2012 mereció el Premio Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agropecuarios y Forestales, señaló que en 1991 la utilización de piensos en la ganadería vacuna bajó a la mitad, en relación con el empleado en la década de los 80, y en los años subsiguientes fue hasta 15 veces menor.

 

Las mieles finales, provenientes de la industria azucarera, se redujeron al 90 por ciento en los primeros años del período especial, y después a menos del 50 por ciento. Han faltado las sales minerales, harina de pescado, urea y otros recursos para la alimentación animal, así como la disponibilidad de maquinaria, combustible, piezas y neumáticos, entre otros insumos que necesita la ganadería.

 

Inyección demasiado costosa

 

Aldaín García Rodríguez, director de Ganadería del Ministerio de la Agricultura (Minag), señaló que para lograr los niveles de antaño se precisan cuantiosas inversiones y una estricta disciplina tecnológica que posibilite con urgencia el manejo de la masa ganadera.

 

Solo así los indicadores económicos se elevarán, y las muertes como consecuencia de la desnutrición, la sequía, los accidentes y enfermedades prevenibles se evitarán.

 

Aldaín dijo que, en medio del esfuerzo para recuperar la ganadería y garantizar parte de la alimentación, existen cerca de 800 000 hectáreas de pastos —incluidos kingras, caña, moringa y morera—, y que se ha importado semilla de pastos mulata 1 y 2, de alto poder nutritivo.

 

Apuntó que existe un diagnóstico de las necesidades objetivas del sector con propuestas de inversiones, las cuales serán valoradas por el Gobierno próximamente. Pero por razones financieras, sobre todo, las acciones no se podrán acometer a la vez y con la prontitud que precisan, por lo que en un inicio se priorizarán los principales polos productivos.

 

En 2013 —según el Director de Ganadería del Minag— se demandaron 331 millones de litros de leche a los productores. La solicitud se correspondió con el balance estimado por el Ministerio de Finanzas y    Precios.

 

El plan surgió del equilibrio de las potencialidades reales del sector ganadero y de las condiciones económicas del país para poder importar leche en polvo. Sin embargo —señaló el directivo—, ese año solo se contrataron 300 millones de litros, y finalmente a la industria llegaron 289 millones.

 

En 2014 la contratación para la industria asciende a 324 millones de litros, y a juzgar por el cumplimiento del primer trimestre, la entrega marcha de manera satisfactoria: de los 45 290 080 de litros pactados se tributaron 46 523 400 en ese período.

 

Según Aldaín, el comportamiento se fundamenta en el aumento de los niveles de exigencia en la base productiva para que se entregue la leche contratada. También el funcionamiento de 645 puntos refrigerados distribuidos a todo lo largo del país permite que el alimento llegue a la industria láctea con mejores parámetros de calidad.

 

El directivo dijo que el 30 de junio deben quedar instalados 974 puntos refrigerados en todo el país.

 

Estos puntos realizan tres pruebas que dan cuenta de los niveles de agua, acidez y mastitis. Existe además una pesquisa visual para evitar que la leche con materias extrañas llegue a la industria.

 

Según Aldaín, las comprobaciones deben realizarse de modo individual, para que quienes no cumplan con las normas técnicas durante el ordeño no contaminen la leche de buena calidad, y afecten económicamente a los productores eficientes.

 

Precisó que cuando el camión recoge la leche debe hacer, además, una prueba al contenido del tanque, para dejar constancia de la calidad del producto que traslada y evitar que lo adulteren. Cada paso de la comercialización debe estar respaldado por una certificación que valide los procesos.

 

Apuntó que en cada punto debe existir una nómina que dé cuenta del cumplimiento del contrato por productor. Está legislado que quienes incumplan pueden ser demandados por la industria láctea del Ministerio de la Industria Alimentaria.

 

Por su parte, Gustavo Rodríguez Rollero, titular del Minag, ha asegurado que este año las empresas agropecuarias y cooperativas que prestan servicios a los productores recuperarán las fincas de compra venta y las de mejora de ganado.

 

La aseveración la hizo el titular de la Agricultura en el encuentro con los mejores productores, en septiembre pasado. En esa oportunidad precisó que esas fincas tendrán sus pesas, base alimentaria y garantía de agua para la permanencia de los animales.

 

Rodríguez Rollero mencionó otras acciones de carácter infraestructural encaminadas a recuperar la ganadería, entre estas las concernientes a la ceba y a potenciar la inseminación artificial en todo el país. Concedió gran importancia a la recuperación de la potestad del médico veterinario para poder avanzar a los ritmos que el país exige.

 

Mientras se consolidan los proyectos enunciados, habrá que seguir pensando en el buen trecho que resta, teniendo en cuenta todo lo que se requiere para que la ganadería salga de la depauperación en que se encuentra.

 

Las muertes registradas el año pasado en la masa ganadera son solo la punta del iceberg de un entramado de dificultades que dependen del mejoramiento de las condiciones objetivas y de cambios subjetivos en productores y directivos.

 

En cada proyección deberá incluirse los mayores retos del país y, por consiguiente, del agro cubano: el envejecimiento poblacional y el cambio climático.

 

No debe pensarse en una agricultura que excluya el desarrollo tecnológico, cuando es cierto que faltan brazos en el campo, y los que hay están cada vez más envejecidos. Asimismo, habrá que diseñar modelos con capacidad de respuesta rápida ante sequías y períodos intensos de lluvia, imprevistos asociados a las variaciones del clima.

 

El problema financiero es el handicap del progreso tecnológico que requiere la agricultura toda. Por eso, cuando el vicepresidente de los Consejos de Estados y de Ministros Marino Murillo, explicó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular por qué era necesario aprobar la Ley para la Inversión Extranjera, entre los sectores más necesitados de esta mencionó a la agricultura y, dentro de ella, a la ganadería.

 

Hacen falta millones, todos lo sabemos. Ahora la luz puede ser la inversión extranjera, pero mientras esta se abre paso en la Isla habrá que ajustar aspectos que no requieran de capital foráneo, sino de sentido común; entre estos los precios de los insumos que los vaqueros necesitan para sus corraletas o para el ordeño.

 

No es viable económica ni socialmente justo que un rollo de alambre o una cubeta sigan valiendo lo que ahora cuestan. El arte de lo posible debe definir este momento tan difícil y determinante para la economía cubana. Ya de imposibles sabemos demasiado.

 

 

Cuba, ¿ejemplo de seguridad alimentaria?

Alberto Méndez Castelló

25 de marzo de 2014

 

El representante de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich, ha puesto a Cuba como ejemplo de seguridad alimentaria en América Latina

 

El representante de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich, dijo esta semana durante la apertura de la Feria Internacional Agroindustrial Alimentaria, Fiagrop 2014, que, aunque le queda mucho por hacer, Cuba “constituye un ejemplo en Latinoamérica sobre seguridad alimentaria para sus habitantes”.

 

Evidentemente, algo está ocurriendo en el entorno del Sr. Theodor Friedrich, al punto de hacer declaraciones de tan prolongada latitud, tan incongruentes con la realidad cubana.

 

Cierto: en Cuba existe alguna que otra instalación agropecuaria quizás con características semejantes a las de una granja costarricense. Incluso, y ya es mucho decir, puede que contemos con algunas reses no tan dispares a las del rebaño uruguayo. Y claro, la cartilla de racionamiento, para al menos, evitar una hambruna, técnicamente, hablando de hambre extrema.

 

Con el agua al cuello, fue el mismísimo general Raúl Castro, quien, en los años noventa del pasado siglo, durante la archiconocida crisis conocida como “Período Especial”, dijo que los frijoles eran más importantes que los cañones. Pero lo dijo con los cañones engrasados, sin transformarlos en chatarra para adquirir implementos agrícolas y tractores para producir alimentos.

 

Mucho antes, en el discurso pronunciado en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1961, ya el general, entonces comandante Raúl Castro Ruz, había dicho: “Frente al ataque imperialista sembraremos más maní, soya, girasol y otras plantas que puedan darnos el aceite que necesitamos, siguiendo para estas siembras los planes de desarrollo agropecuario”. 

 

Más cercano en el tiempo, también durante un discurso por los festejos del 26 de Julio, esta vez los de 2007, celebrados en Camagüey, también el general Raúl Castro dijo que, en Cuba, había tierras para producir leche para todo aquel que quisiera “tomarse un vaso de leche”.

 

Pero se da el caso que Cuba no produce frijoles, aceite ni leche para abastecer a su población; y esto, por solo citar tres productos agropecuarios, mencionados con categoría de urgente producción en tres momentos, a lo largo de ya más de medio siglo, por el hoy Presidente del Consejo de Estado y de Ministros.

 

Según fuentes oficiales, 86 empresas agropecuarias, el 21% de las existentes en el país, cerraron con perdidas ascendentes a 210 millones de pesos en el pasado 2013, mientras que las deudas bancarias de las cooperativas remontaron la cifra de 1.280 millones de pesos.

 

El propio ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, en el balance de 2013 de su ministerio, efectuado el pasado febrero, reconoció que “la situación financiera del organismo es muy crítica a pesar de los financiamientos recibidos”.

 

Solamente por concepto de compra de frijoles, la Empresa de Acopio de Matanzas debe unos 25 millones de pesos a los productores, según revelaron fuentes oficiales.

 

No es raro entonces que, ante la mala paga del Estado, los campesinos vendan sus productos al mejor postor y cuando primero aparezca.

 

Velasco, poblado rural situado próximo a la costa norte oriental en la actual provincia de Holguín, fue considerado hasta la década del cincuenta del pasado siglo, “el granero de Cuba”. Hoy apenas si se producen frijoles allí. Baste decir que en Puerto Padre, distante de Velasco solo unos pocos kilómetros, la libra de frijol colorado de la variedad Velasco Largo cuesta 15 pesos, esto es, un día de trabajo del salario nacional promedio.

 

Ante todo esto, cabe preguntarse qué seguridad alimentaria tiene la población cubana, con la producción agropecuaria en bancarrota. Las cifras oficiales revelan una realidad que poca relación guardan con el optimismo del representante de la FAO en Cuba.

 

En el propio balance del ministerio de Agricultura se informó que la cosecha de arroz, destinada a sustituir importaciones (en lo fundamental para la cartilla de racionamiento), solo se cumplió al 81%, los frijoles al 65% y el café al 73%.

 

Cifras oficiales también dicen que la producción de huevos fue cumplida al 97%, la de carne vacuna para la industria también fue cumplimentada al 97%, en tanto la de ave alcanzó el 98%. El plan de leche para la industria según las propias fuentes oficiales fue cumplido al 88%.

 

Sin embargo, todas estas cifras no se corresponden con la realidad. Proveerse de productos agropecuarios en Cuba es toda una odisea, y cuando a usted le dicen que el plan de carne vacuna para la industria fue cumplido al 97%, entienda que en el país faltó un 3% de carne de vaca o de búfalo, no para bistec, sino para el picadillo mezclado con soya, que todavía en el siglo XXI es el modo que tienen los cubanos de la Isla de comer carne de res alguna que otra semana.

 

Mal le irá a Latinoamérica si, siguiendo las palabras de Theodor Friedrich, representante de la FAO en Cuba, toma a los cubanos como ejemplo de seguridad alimentaria. Pronto tendrán sus tierras cubiertas de marabú y en el bolsillo una cartilla de racionamiento.

  

 

Cuba y una Ley de Inversiones

Fernando Ravsberg

20 de marzo de 2014

 

El 29 de marzo el parlamento debate la nueva ley de inversiones extranjeras que regirá “en casi todos los sectores de la economía”(1), según adelantó José Luis Toledo Santander, titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Asamblea Nacional.

 

El tema es vital para Cuba, tanto que el exministro de economía, José Luis Rodríguez, afirma que “el incremento de los ritmos de crecimiento de la economía cubana (…) supone un notable aumento de las inversiones en los próximos años” (2).

 

Se pretende atraer más empresarios extranjeros ofreciéndoles mayores garantías y seguridades. Toledo agrega que incluso se “contempla también bonificaciones impositivas y excepciones totales en determinadas circunstancias, así como flexibilización en materia aduanal”.

 

El asunto está muy ligado a la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, proyecto realizado con apoyo financiero y tecnológico de Brasil, que pretende crear una especie de Hong Kong caribeño, con reglas diferentes a las que se aplican en el resto del país.

 

Y necesitarán de otras regulaciones porque no es difícil imaginar la cara que pondrán los nuevos inversionistas cuando les informen que deben pagar un cuarto de millón de dólares por cada automóvil que compren para su empresa en Cuba.

 

El asombro se repetirá al conocer las tarifas de internet y aumentará cuando comprueben que su conexión es lenta porque desde el mismo servidor la piratean para revenderla en el mercado negro, mecanismo por el cual los cubanos logran acceder desde sus casas.

 

El sistema de contratación en Cuba

 

Asegura José Luis Toledo que entre las preocupaciones de los parlamentarios ha estado presente “los derechos laborales de los cubanos que trabajarían en esos proyectos”, algo que preocupa también a los ciudadanos que ya forman parte de estas compañías.

 

Hoy, los inversionistas para contratar el personal de sus empresas están obligados a acudir a oficinas empleadoras del Estado que, por la mera gestión de intermediación, se quedan con el 90% del salario que el empresario paga a sus empleados.

 

El 10% restante no alcanza para vivir, así que si el empleador quiere exigir un trabajo eficiente se ve obligado a dar una bonificación extra en moneda dura, sobre la cual los impuestos también se llevan una tajada de alrededor del 35%.

 

Los empleados de las empresas extranjeras pueden considerarse privilegiados respecto al resto de los cubanos a pesar de lo cual muchos sienten malestar al comprobar que el Estado les retiene un porciento mayor del que pagarían incluso en los países escandinavos.

 

En este sentido, José Luis Rodríguez propone “flexibilizar el régimen de contratación de la fuerza de trabajo sin renunciar al control del sistema laboral de las asociaciones con el capital extranjero, utilizando una política salarial y fiscal más adecuada”.

 

Los retos de Cuba

 

Otro obstáculo son las empresas importadoras del Estado, las únicas autorizadas a realizar esas gestiones. Se trata de monopolios que gozan de un enorme poder de decisión, una lentísima capacidad de gestión y, en ocasiones, carecen de integridad empresarial.

 

Y por último pero tal vez lo más importante según Rodríguez es “incrementar la credibilidad mediante la normalización del pago de los adeudos pendientes con diferentes acreedores” y el pago en tiempo a los empresarios que actualmente comercian con la isla.

 

Por esos retrasos en los pagos, que a veces se deben solo a causas burocráticas, Cuba gasta más en sus importaciones. Los empresarios aumentan el margen de ganancia para cubrir los intereses que deben abonar a los bancos financiadores de las operaciones.

 

Los retos que tiene el parlamento cubano en su intento de promover la inversión extranjera son enormes y su éxito estará dado por entender que pretenden decir cuando aseguran que en la nueva ley de inversiones extranjeras “no hay concesiones ni retrocesos”.

 

Si no hacer “concesiones” significa que se defenderán los intereses nacionales y que “en modo alguno significarán la venta del país”, puede ser a largo plazo la garantía de que no se hipotecará una nación que pertenece ya a las nuevas generaciones de cubanos.

 

Pero si para evitar “retrocesos” se mantiene el entramado kafkiano de regulaciones irracionales y organismos ineficientes entonces Mariel no tendrá más éxito que las fracasadas zonas francas inauguradas, con igual bombo y platillo, hace 2 décadas.

 

 

Regulación de inversiones extranjeras, ¿para qué?

Elías Amor Bravo

20 de marzo de 2014

 

La difícil captación de inversiones extranjeras por el régimen castrista pasa por uno de los peores momentos de la historia. No es fácil para un país ofrecerse a los inversores internacionales y conseguir un puesto en los procesos de movimientos de capital que caracterizan la globalización, cuando se presenta un grave desequilibrio en sus cuentas externas, no se tiene acceso a los mercados financieros internacionales por su abultada, y desconocida, deuda exterior, y se carece de un marco jurídico estable para el respeto a los derechos de propiedad.

 

El problema de las inversiones extranjeras en Cuba no se resuelve con más o menos leyes, sino con auténticas transformaciones de la estructura económica del país, algo a lo que las autoridades castristas han renunciado al afirmar que el sentido de los “lineamientos” es actualizar el socialismo y negándose de forma sistemática a cualquier aceptación de los derechos de propiedad, en condiciones similares a las que existen en otros países.

 

En tales condiciones, el guión oficial para justificar un fracaso continuado en las políticas de captación de inversiones extranjeras es el embargo de Estados Unidos. Lo cierto es que la economía castrista se ha quedado al margen de las llegadas masivas de capital que han beneficiado a las economías en desarrollo de América Latina durante las últimas décadas.  Un régimen que sigue apostando por la gestión estalinista de las economías constituye una señal de alarma negativa a cualquier inversor internacional con aversión al riego y una apuesta clara por generar valor, crecimiento y empleo con sus proyectos.

 

Ahora, el régimen convoca a toda prisa al parlamento para el 29 de este mes con la idea de aprobar una nueva legislación que dicen se encuentra “en plena sintonía" con el proceso de ajustes económicos que impulsa Raúl Castro para "actualizar" el socialismo cubano y afrontar la crisis económica que arrastra el país. Se pretende, señalan las autoridades, “continuar propiciando la participación de capital extranjero en la isla como complemento del esfuerzo inversionista nacional en aquellas actividades que sean de interés del país".

 

El nuevo guión de la propaganda oficial castrista, a través de la nota oficial en Granma,  señala que “la nueva ley quiere arrancar la certeza de que las modificaciones que se introducen en la misma en modo alguno significarán la venta del país ni un retorno al pasado”. En tales condiciones, se trata de una continuidad de lo dispuesto en la normativa oficial de 1995, que se pretende sustituir, en la que por definición, cualquier inversor extranjero en Cuba tenía que contar obligatoriamente como socio mayoritario al régimen de los Castro. Un compañero de aventura empresarial ciertamente complicado, con consecuencias mucho más graves aún.

 

No puedo coincidir con lo señalado por Malmierca al respecto, porque si no se modifica esa imposición accionarial difícilmente se van a conseguir los objetivos de “connotación estratégica” para Cuba que persigue la Ley,  y mucho menos “fortalecer el prestigio financiero del país, diversificar las relaciones económicas internacionales y ganar la confianza de los inversionistas con un clima de transparencia, reglas claras e incentivos”. Al final, acabarán invirtiendo en la Isla los mismos de siempre: aquellos a los que no les importe, sino más bien todo lo contrario, tener a los Castro en el consejo de administración.

 

De algún modo, el régimen no solo quiere una tajada en el pastel de los fondos internacionales, sino que además, se considera facultado para decidir en qué se tiene que invertir, cuánto y en qué condiciones.  La nota de Granma no puede ser más explícita, “la nueva ley de inversión extranjera modificará la vigente desde 1995 (...) continuará propiciando la participación de capital extranjero en la isla como complemento del esfuerzo inversionista nacional en aquellas actividades que sean de interés del país”. O sea que la nueva ley mantiene al empresario extranjero como un siervo obediente de las decisiones de la cúpula del régimen a cambio de una posición de ventaja que, tal vez, en condiciones de libre competencia no se podría conseguir.

 

No es extraño que esta nueva ley “esté en plena sintonía con el proceso de ajustes económicos que impulsa el gobierno de Raúl Castro para “actualizar” el socialismo cubano y enfrentar la crisis económica que arrastra el país”. En cierto modo, consagra los principios de control de la actividad económica, ausencia de derechos de propiedad e injerencia absoluta del estado en el ámbito de las relaciones internacionales de la economía castrista. Asombroso. En tales condiciones, no hace falta tanto ruido para tan pocas nueces.

 

La nueva legislación, más de lo mismo, se convierte en un gesto a la galería para tratar de atraer la atención internacional hacia una economía que malvive porque es incapaz de devolver el poder de decisión y los derechos de propiedad a sus ciudadanos. Ante la eventual pérdida del apoyo de Venezuela, se apresta a impulsar una legislación de parches que no puede servir para desarrollar una auténtica política de atracción de la inversión extranjera que, siendo absolutamente necesaria para la modernización y desarrollo del país, todavía no ha conseguido reconocer que la globalización es un fenómeno real, y mantiene unas prevenciones más propias del comercio de pajarera del CAME y los años aún recordados de la “guerra fría”. Poco más.

 


El huevo y la gallina, otra vez

Dimas Castellanos

4 de marzo de 2014

 

Raúl Castro volvió a tocar el tema de la insuficiencia salarial en el Congreso de la CTC, pero a su gobierno le falta voluntad política para restablecer las libertades ciudadanas

 

En la clausura del XX del Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, el Primer Secretario del Partido Comunista, general Raúl Castro, abordó, entre otros temas, el de la insuficiencia del salario.

 

Según sus palabras, el sistema salarial cubano “no garantiza que el trabajador reciba según su aporte a la sociedad, […] no satisface todas las necesidades del trabajador y su familia, genera desmotivación y apatía hacia el trabajo, influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal calificado hacia actividades mejor remuneradas, desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia cargos superiores”.

 

También reconoció Castro que las “pensiones son reducidas e insuficientes para enfrentar el costo de la canasta de bienes y servicios”, y concluyó el tema diciendo que “para distribuir riqueza, primero hay que crearla y para hacerlo tenemos que elevar sostenidamente la eficiencia y la productividad”.

 

El problema salarial ya ocupó un lugar central a partir del 24 de febrero de 2008, cuando Raúl Castro, designado presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, esbozó un programa de cambios que comprendía varias necesidades urgentes, entre ellas: fortalecer de forma sostenida la economía nacional, satisfacer las necesidades básicas de la población, reevaluar progresivamente el peso cubano y recuperar la función del salario.

 

Unos días después de anunciado dicho programa, en un artículo de opinión titulado ¿El huevo o la gallina?, expuse mi criterio acerca de la gran dificultad para su implementación: “solo se puede distribuir lo que se ha producido, el punto de inicio se sitúa en el aumento de la producción, la productividad y la eficiencia. Sin embargo, en el estado actual de deterioro, la mayoría de los cubanos no quieren trabajar por un salario que no guarda ninguna relación con el costo de la vida y donde las promesas de futuro, después del fracaso del modelo vigente, no llenan las expectativas de los productores. Como resultado el punto de partida constituye una contradicción: sin aumento de la producción no habrá mejoría en las condiciones de vida; a la vez, si las condiciones de vida no mejoran la gente no está en disposición de producir”.

 

Transcurrido seis años de aquel momento, nos encontramos en el mismo punto, con la diferencia de que el problema ha empeorado por cinco razones:

 

1-    El aumento de los precios ha generado una disminución considerable del salario real.

 

2-    La demora en hallar soluciones ha agudizado la indisciplina laboral y el desinterés por el resultado productivo.

 

3-    La moral ha continuado deteriorándose.

 

4-    La desesperanza y la apatía se han generalizado.

 

5-    Los trabajadores privados, llamados “cuentapropistas”, obtienen ingresos superiores a los estatales, lo que hace más evidente la insuficiencia salarial y la incapacidad del Estado.

 

Resulta que el salario mínimo tiene que ser suficiente para satisfacer lo que Diego Vicente Tejera —fundador del socialismo democrático en Cuba en la frontera de los siglos XIX y XX— llamó “necesidades naturales”: costos de habitación, vestuario higiénico y decente, y alimentación sana y suficiente, a lo que le agregaba un tercio para cubrir gastos de enfermedad e imprevistos.

 

En su obra Un sistema social práctico, Tejera definió cinco estados sociales: miseria, pobreza, comodidad, riqueza y opulencia. En la miseria ubicaba a los que carecían de lo más elemental para satisfacer las necesidades naturales y en la pobreza a los que disponían de lo estrictamente necesario para ello. De acuerdo a su esquema, no con el salario mínimo —del cual nunca se habla en Cuba— sino con el salario medio, algo más de 460 pesos, es imposible satisfacer dichas necesidades, pues en un núcleo familiar de tres miembros, donde dos de ellos trabajen, se requiere aproximadamente de 2.400 pesos.

 

Esa abismal diferencia entre salario y costo de la vida explica en buena medida el predominio de la moral de sobrevivencia, la corrupción generalizada y la insuficiencia productiva.

 

Ahora, pasado el tiempo, se reitera el dilema del huevo o la gallina: para distribuir riqueza primero hay que crearla y para hacerlo tenemos que elevar sostenidamente la eficiencia y la productividad. Pero resulta que esa verdad de Perogrullo, que funciona en cualquier economía, debido a las distorsiones sufridas en Cuba, no funciona ni funcionará, lo que indica que la solución está en otra parte. La crítica y prolongada crisis de nuestra economía demanda una salida para lo cual hay que tener en cuenta los siguientes requerimientos:

 

1-    Reconvertir la tecnología obsoleta, lo que implica la búsqueda de inversionistas (Si la nueva Ley de Inversiones mantiene la exclusión de los cubanos, no habrá solución.)

 

2-    Cambiar lo que sea necesario en el predominio de la propiedad estatal y el sistema de planificación, dos factores que han conducido al estancamiento en que se encuentra el país.

 

3-    Abandonar el contraproducente esquema de ordeno y mando, donde los trabajadores y la sociedad en su conjunto son concebidos como un medio para ejecutar la política acordada por el partido gobernante.

 

4-    Erradicar definitivamente el subjetivismo y la subordinación a la ideología de las leyes que rigen los fenómenos económicos.

 

5-    Reconocer la insuficiencia de los salarios y proceder a su aumento gradual.

 

6-    Destrabar todo lo que desde la ideología se interpone al avance, incluyendo el derecho de los cubanos a ser propietarios de medios de producción y a conformar un empresariado nacional.

 

Sin al menos esos requerimientos, no habrá solución a la insuficiencia salarial y en consecuencia continuará el declive de la producción y la erogación de millones de dólares para comprar en el exterior lo que se puede producir en el país. Se requiere precisamente de lo que se adolece, de la voluntad política para profundizar las reformas hasta el restablecimiento de las libertades y el resurgimiento del ciudadano.

 

 

Cuba sin Venezuela

Roberto Álvarez Quiñones

3 de marzo de 2014

 

El fin del chavismo produciría en la Isla una crisis mayor que la ocurrida tras la desintegración de la URSS

 

Los efectos que podría tener para Cuba un eventual colapso del chavismo —algo que La Habana ya no percibe como imposible— son difíciles de precisar debido al secretismo con el que se maneja la abrumadora dependencia económica cubana de Venezuela.

 

No obstante, es fácil advertir que se produciría una profunda recesión, posiblemente tan grave  como la ocurrida tras la desintegración de la Unión Soviética, o quizás peor, pues la salud de la economía de la Isla está hoy mucho más deteriorada que en 1991.

 

Quizás para aliviar el nerviosismo que hay en las altas esferas militares y civiles del castrismo, algunos economistas oficialistas afirman que un desplome chavista no sería tan devastador, ya que la dependencia de Venezuela es menor que la que tuvo el país de la URSS. Pero ocurre que los think tanks habaneros utilizan estadísticas oficiales no confiables.  Así no se pueden hacer pronósticos económicos serios.

 

Según uno de esos análisis, en 1980 el intercambio comercial con la URSS llegó al 39,3% del Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba, y en 1990 representaba el 28,2%, mientras que actualmente con Venezuela el porcentaje es de 18,3%. Eso es difícil de digerir. Si el intercambio total de bienes y servicios de Cuba con Venezuela en 2013 fue de 13.500 millones de dólares, según estiman organismos internacionales y la revista británica The Economist, ese 18,3% equivaldría a un PIB cubano de $73.770 millones, para un per cápita de 6.586 dólares, muy superior al de Serbia, un país europeo, y al de Ecuador, exportador neto de petróleo.

 

El PIB real cubano probablemente no llega a los $40.000 millones (un per cápita de $3.571 que es ya alto para un país que produce muy poco e importa el 80% de los alimentos que consume). Lo que pasa es que el gobierno castrista pasa gato por liebre y desde 2003 contabiliza los gastos sociales del Estado como si fuesen nuevos valores creados. Un caso único en el mundo.

 

Así, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) informó que en 2012 el sector de la salud y asistencia social aportó el 17% del PIB, solo superado por el comercio (19%), y muy por encima del 13,6% de todas las industrias del país en su conjunto. Y mucho ojo, los ingresos obtenidos por los servicios médicos en Venezuela no pueden ser incluidos en el PIB de Cuba, pues son prestados y cobrados en el extranjero. Es absurdo que los gastos de salud pública hayan aportado más al PIB que las industrias.

 

Para realizar ese acto de “magia contable”, varios burócratas averiguan cuánto cuestan en países desarrollados las consultas médicas, rayos X, análisis de laboratorio, o intervenciones quirúrgicas, aplican esos precios a los servicios médicos cubanos y suman dichos valores ficticios como si hubiesen sido cobrados, y a precios adicionalmente falseados porque se infla el valor de las dos monedas del país.

 

Lo mismo se hace con los demás gastos estatales. Eso explica que la educación aportó el  7,4% del PIB y superó al sector de la construcción (5,7%), y que los egresos en cultura y  deportes contribuyeron más al PIB (un 4,2%) que la agricultura y la ganadería juntas (3,5%). La otrora gigantesca industria azucarera apenas representó el 0,47% del PIB; la minería un 0,61%, y la pesca 0,11%.

 

El mismo estudio cubano que sugiere que no hay que preocuparse demasiado por una eventual caída del chavismo destaca que, si ello ocurriese “la economía cubana acumularía una caída de 7,7% durante cuatro años”, es decir, mucho menor al descenso de un 35% registrado luego de desintegrarse la URSS, entre 1990 y 1993. Falso, la caída del PIB sería mucho mayor.

 

Sin combustible suficiente y sin subvenciones, la producción industrial, el comercio, el transporte, la agricultura y toda la economía se afectarían dramáticamente. Volverían las noches medievales de los años 90, con apagones de hasta 14 horas diarias en algunas regiones.

 

Además, al no recibir los 38 millones de barriles de petróleo anuales obsequiados por Venezuela (105.000 barriles diarios), Cuba tendría que gastar unos $3.000 millones para adquirirlo internacionalmente. Y el  país importa casi $2.000 millones anuales en alimentos.  ¿De dónde saldrían $5.000 millones solamente para combustible y comida? Habría que reducir la compra de ambas cosas. Y comprar solo 19 millones de barriles de crudo costaría $1.500 millones.

 

Sin su mecenas venezolano, La Habana ya no tendría los $10.000 millones que recibe en subsidios y se quedaría colgada de la brocha financieramente, ya que las exportaciones de bienes no superan los $3.500 millones, y los ingresos netos obtenidos por el turismo no llegan a los $800 millones. Además, Cuba no recibe créditos internacionales, pues no paga ni siquiera los intereses de su deuda externa, que según datos de la Unión Europea solo con el Club de París (un pool de 19 países occidentales) es de $31.681 millones.

 

Irónicamente, el país pasaría a depender económicamente más que nunca de las remesas y los envíos de mercancías de los “gusanos” residentes en el extranjero.

 

Subsidios estratégicos

 

Con respecto a los subsidios, con algunas operaciones aritméticas es fácil cuantificarlos.  Según el Ministerio del Comercio Exterior de Cuba, en 2012 la exportación de servicios reportó a la Isla ingresos por 11.000 millones de dólares (extraídos básicamente de los  médicos y personal de salud que laboran en Venezuela). Asumiendo que en 2013 la cifra se mantuvo igual, se le restan los $1.804 millones en ingresos brutos del turismo el año pasado, según la ONEI.

 

Luego se le sustraen $1.596 millones correspondientes al supuesto pago del 50% de los 38 millones de barriles de petróleo venezolano recibido (el otro 50% dizque se pagará en 25 años), a un precio promedio de 84 dólares el barril (el crudo venezolano es pesado y cuesta 10 dólares menos que el crudo ligero de Texas que se cotiza en Nueva York). Y después se restan otros $200 millones que pudieron haber reportado los servicios técnicos y de salud  prestados en otros países.

 

El resultado es de $7.400 millones. A eso hay que añadir los ingresos que Cuba obtiene por  reexportar la gasolina y el crudo venezolanos que el país no consume —fuentes en Caracas  afirman que son unos $1.400 millones. Se agrega la fuerte “colaboración” venezolana en la Isla, y la cifra resultante ronda los $10.000 millones, que en buen castellano se llaman subsidios.

 

Abrir la mano

 

La cúpula dictatorial cubana sí sabe bien lo que le espera si el chavismo desapareciese, o si solo se modificase mediante la sustitución de Nicolás Maduro por Diosdado Cabello u otro jerarca chavista. Cualquier nuevo presidente tendría que reducir las subvenciones a Cuba por múltiples razones. Pese a sus crecientes esfuerzos por obtener el favor de Brasil, China, Angola e Irán, la dictadura cubana ya no podría encontrar otro tío “paganini” para mantener graciosamente en el poder a los hermanos Castro, los proxenetas políticos más exitosos de la historia moderna.

 

La buena noticia es que el gobierno de Raúl Castro tendría que emprender reformas económicas verdaderas, dar más libertad a las fuerzas productivas de la nación, y atraer inversiones extranjeras. De lo contrario, la muy grave situación económica podría tal vez arrastrar consigo al ancien régime impuesto hace medio siglo.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez:Estoy de acuerdo en un 75% con el artículo Cuba sin Venezuela, del periodista especializado Roberto Álvarez Quiñones.

Dadas las enormes posibilidades de que en Venezuela se produzca un cambio que disminuya significativamente la subvención de Venezuela a la economía cubana, el régimen de los hermanos Castro se verá obligado a realizar verdaderas reformas económicas, si EEUU no le levanta el embargo –le es imprescindible para que se puedan utilizar a plenitud las nuevas facilidades que se están creando en el puerto de Mariel. Pero si EEUU le levanta el embargo, tendremos en el poder a los descendientes de los Castro durante varias décadas, reprimiendo como ellos saben hacer: “Tan solo dos meses de 2014 suman más detenciones arbitrarias por motivos políticos que las contabilizadas a lo largo de todo el año 2010”, denunció hoy la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

Me reí cuando leí La economía cubana sin Venezuela del profesor Pavel Vidal Alejandro, porque cualquiera que conozca la economía de Cuba sabe que NO ES CIERTO lo que ahí se plantea. La única explicación que le encontré es que fue una ‘investigación’ hecha a la medida para satisfacer las necesidades de los integrantes del Cuba Study Group, que están ansiosos porque se elimine el embargo para invertir en Cuba, aprovechando las condiciones de semiesclavitud de los trabajadores cubanos.

Lo que me sorprendió fue el artículo Cuba puede soportar fin de la ayuda venezolana, en el que cita La economía cubana sin Venezuela del profesor Vidal Alejandro. Continúa a todo gas la ofensiva contra el embargo. ¿Este tipo de artículo empezará a difundirse por otros lares?


 

 

Turismo y espejismo castrista

Roberto Álvarez Quiñones

21 de febrero de 2014

 

De los 633 dólares que cada visitante gastó en Cuba en 2013, solo 254 quedaron en el país. Los ingresos netos obtenidos del turismo internacional están entre los más bajos del mundo

 

Los ingresos netos obtenidos por Cuba en 2013 por el turismo internacional se ubicaron entre los más bajos del mundo: de los 633 dólares gastados por cada visitante, solo quedaron en la isla 254. Los otros 379 dólares volaron al extranjero.

 

Ese “pequeño” detalle no lo informó la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) del régimen cuando el pasado 19 de febrero reveló que los 2.851.000 turistas que viajaron a Cuba el año pasado dejaron allí 1.804 millones de dólares.

 

De esos ingresos brutos, al menos 1.082 millones salieron del país por concepto de importaciones específicas para el funcionamiento de la industria turística, que tiene que importar hasta frutas y vegetales frescos de República Dominicana. Esa sangría de divisas fue el componente importado de los costos de operación de la industria turística, que en el caso de Cuba es enorme, y que la ONEI nunca menciona.

 

El turismo es la principal actividad económica de decenas de países. Crea empleos, incrementa el Producto Interno Bruto, el comercio minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. Por eso es muy importante que el componente importado sea bajo. En México, 7,5 millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo. España recibió 60,6 millones de visitantes en 2013 y su industria turística representa el 11,5% de todos los empleos de la nación.

 

El gobierno  de Raúl Castro miente cuando afirma que las importaciones para la industria turística constituyen un 50% de su costo operativo, pues la mayor parte del valor agregado en la producción nacional destinada al turismo ha sido generado con insumos y partes importadas.

 

Según economistas de la Isla y emigrados, el componente importado en los costos turísticos  en Cuba oscila entre un 60% y un 65%. Si tomamos la cifra de 60%, vemos que de cada dólar captado, 60 centavos regresan al extranjero. A las finanzas nacionales solo contribuyen los otros 40 centavos.

 

Ello significa que  Cuba recibió en realidad $722 millones por el turismo. Con tan poco dinero, el sector  no se autofinancia para poder crecer. No se puede mejorar la infraestructura turística.

 

No hay en qué gastar

 

Como el país apenas produce, el gasto promedio de $633 por turista en 2013 en la Isla fue muy  bajo. Los turistas no tienen en qué gastar. En cambio, en la vecina República Dominicana, un país pobre, en 2012 se recibieron 4,5 millones de visitantes que dejaron ingresos brutos por 4.549 millones de dólares, para un gasto por turista de 1.011 dólares, según cifras oficiales.

 

Si algo evidencia el fracaso económico del castrismo es su incapacidad para obtener recursos financieros netos del turismo. Es algo que la nación necesita desesperadamente. Y sin embargo, se importa casi todo lo que demanda el turismo, incluyendo los alimentos. Es una vergüenza. En 1957 Cuba fue clasificada por la FAO como el mayor país exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a su población. La nación se autoabastecía de alimentos y además los exportaba.

 

Pero la estatización comunista de las tierras ya en 1962 dio origen a una cartilla de racionamiento de alimentos que sigue vigente y que cubre unos diez días al mes —los otros 20 días hay que “resolverlos” en el mercado negro. La cartilla no contempla la entrega de carne de res y la leche es solo para menores de 7 años.

 

Recorrido ya más de medio siglo con el sistema económico diseñado por Marx y Lenin, el país importa no ya el 29% “denunciado” por los comunistas de 1957, sino el 81% de los alimentos que consume. Con tierras muy fértiles, ocho partes de cada 10 de la alimentación cubana provienen del extranjero. La mitad de las tierras cultivables están hoy ociosas, y las granjas estatales registran los rendimientos más bajos de Latinoamérica y, en algunos renglones, de todo el mundo.

 

Improductividad récord

 

Por ejemplo, los rendimientos  en la caña de azúcar en Cuba antes de 1960 eran los más altos de Latinoamérica, y hoy son los más bajos: entre 31 y 37 toneladas de caña por hectárea, mientras que el promedio latinoamericano oscila entre 90 y 110 toneladas. La que fuera la azucarera mundial por casi dos siglos regresó a los niveles de producción de 1896, cuando era colonia de España. Y ha llegado al colmo de tener que importar azúcar de Brasil, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos para cubrir sus compromisos de exportación.

 

En 1958, Cuba fue el cuarto productor de arroz de América Latina, con 256.000 toneladas para una población de seis millones de habitantes. En 2012, con 11,2 millones de habitantes, la Isla produjo  217.000 toneladas, de manera que importar 483.000 toneladas para cubrir el consumo nacional.

 

Al llegar Castro al poder, Cuba contaba con más de seis millones de cabezas de ganado vacuno, es decir,  una vaca por habitante, el triple del promedio mundial de 0,32 bovino per cápita. Hoy el país tiene 3,6 millones de cabezas, con el doble de habitantes. En 1958 se produjeron 2,6 millones de litros de leche diarios, casi medio litro por habitante. Pero en 2013, según la ONEI, se produjo solo un millón de litros diarios, la onceava parte de un litro per cápita. Una vaca en Colombia produce como promedio 18 litros diarios de leche, mientras una vaca cubana apenas 3,3 litros.

 

Durante 160 años Cuba gozó de fama internacional como productora y exportadora de uno de los mejores cafés del mundo. Pero de 60.000 toneladas de café producidas en la cosecha 1957-1958, la producción en 2013-2014 fue de 6.200 toneladas. Hoy se produce diez veces menos café que hace 56 años.

 

Camisa de fuerza

 

Estas son solo algunas cifras que explican por qué en materia gastronómica el turismo internacional en Cuba no genera ingresos netos como en los países con economía de mercado. En cuanto al resto de lo necesario para el sector turístico, el panorama es aún peor. Muchas de las industrias del país han sido cerradas por falta de materia prima o por roturas de maquinarias y equipos; otras funcionan a media máquina en estado casi  ruinoso. Y todas, con un deterioro y una falta de mantenimiento escandalosos, presentan una obsolescencia tecnológica y una improductividad laboral sin paralelo en todo Occidente.

 

En fin, las cifras que la ONEI ofrece al mundo sobre el desempeño de la industria turística son un espejismo. Nada tienen que ver con la realidad. La dictadura debe quitar de una vez la camisa de fuerza que impide a los cubanos crear riquezas libremente. Si eso sucediese, no solo el componente importado citado bajaría a un 20% ó 25%, sino que podría significar el fin del embargo de Estados Unidos y millones de estadounidenses visitarían la Isla.

 

Un moderado cálculo indica que si se expandiese en grande la capacidad de alojamiento, Cuba bien podría recibir entre 7 y 9 millones de turistas estadounidenses. Los miles de millones de dólares que gastarían podrían constituir el motor principal para primeramente reconstruir el país, y luego para desarrollar su economía y situarla nuevamente entre las más prósperas de Latinoamérica. Lo era antes del tsunami castrista.

 

 

Cuba y la UE: Autogol afectará exportaciones

Carlos Cabrera Pérez

16 de enero de 2014

 

La economía cubana inicia el 2014 con lo que parece ser autogol en propia puerta. La Unión Europea (UE), a juzgar por datos estadísticos oficiales de la isla, la dejó de considerar país muy pobre y sacó a la isla de sus Sistema de Preferencias Arancelarias, provocando que La Habana pase de pagar un 4% a más de un 21% por sus exportaciones.

 

En días recientes se conoció de la mala nueva para Cuba, medida que también afecta a otros países que habrían subido un peldaño en su desarrollo socioeconómico, según el sistema que aplica la UE en sus relaciones comerciales con el resto del mundo.

 

Europa ha hecho una modificación general de su sistema arancelario y ha reducido de 177 a 90 países los beneficiarios de sus aranceles preferentes, y para categorizar a los países se ha guiado por evaluaciones periódicas del Banco Mundial.

 

Discreto silencio de La Habana

 

Con los nuevos criterios quedan fuera del sistema preferencial de aranceles europeos, países de renta alta como Qatar, pero también han sido excluidas naciones con rentas medio-altas como Brasil, Venezuela y Cuba que -sorpresivamente- ha sido incluida en esta categoría, aunque Bruselas no aclara en qué estadísticas basa su decisión.

 

Hasta ahora La Habana ha guardado un discreto silencio sobre el asunto, aunque lo sabía -al menos- desde el último trimestre del 2013, cuando Bruselas comunicó los cambios a cada país y precisó que los nuevos aranceles entrarían en vigor año nuevo.

 

La medida, aun cuando esté fundada en un incremento real de los índices de riqueza cubanos, no deja de ser negativa para las exportaciones cubanas. La crisis internacional ha contenido los precios de los productos cubanos que, además, se verán gravados con un nuevo arancel, que casi podría comerse el beneficio, como es el caso del tabaco, por ejemplo.

 

Cuba exporta a Europa tabaco, minerales, productos pesqueros y algunos agrícolas que, hasta enero del 2014,  se beneficiaron del Sistema de Preferencias Arancelarias de la UE, según datos de Bruselas.

 

Quizás La Habana esté aguardando al próximo 20 de enero, cuando Bruselas podría examinar y decidir si se abren negociaciones bilaterales con Cuba para el establecimiento de un acuerdo bilateral de cooperación. Pero aquí entra ya la política con sus típicos tira y afloja, y la UE carece de consenso actual respecto de Cuba, pues un grupo de países defiende mantener la Posición Común y otros propugnan que el acuerdo bilateral sea un paso previo a la eliminación de esta postura.

 

Madrid, referencia cubana

 

Madrid, que es un poco la referencia cubana en temas europeos, ya ha dicho que un acuerdo bilateral sería positivo para favorecer la transición y la reforma económica en Cuba, y ha recordado que los acuerdos con la UE establecen cláusulas referidas a la democracia, las libertades fundamentales y los derechos humanos.

 

Si Bruselas diera luz verde la próxima semana, la UE contempla el establecimiento de un diálogo político con Cuba, pero ya Raúl Castro advirtió en su discurso de año nuevo que el único compromiso de su gobierno es con el pueblo cubano. Una reiteración de una postura tradicional de cacareo de dignidad, pero sin resultados tangibles para la vida de los que dice estar comprometido.

 

No obstante, lo real en política es lo que no se ve y la crisis estructural que asola a la economía cubana deja cada vez menos espacios para alardes insensatos como el de Baraguá y otras lindezas, y el gobernante cubano ha mostrado dosis de racionalidad económica en su mandato; como cuando aseguró que un país es como una familia que no puede gastar más de lo que ingresa.

 

Su decisión de ir pagando las deudas recientes con diferentes acreedores también demuestra su sensatez económica. El hecho es que cuando asumió el poder, el hermanísimo se encontró que Cuba había dilapidado su crédito internacional y seguía siendo igual de pobre.

 

Gobernar improvisando

 

En una intervención en la Asamblea Nacional, en el verano del 2013, el mandatario cubano lamentó que muchos cubanos no entendieran los lineamientos económicos y criticó la tendencia pasada de gobernar sin programa, improvisando constantemente y dependiendo de otros, en clara referencia a Moscú y Caracas.

 

“Cuba tiene que valerse por sí misma, no recostada a nadie”, advirtió Raúl Castro que abogó por diversificar la economía cubana y lamentó que “un comunista, que no sé dónde estará ahora” haya dicho que no quería saber nada de su política económica porque era “volver al capitalismo”.

 

En esa ocasión, Raúl Castro expresó la necesidad de hacer más leyes y de discutirlas ampliamente con los ciudadanos y en la Asamblea Nacional, a la que recomendó que debía abandonar su tradición de reunirse solo dos veces al año.

 

Al margen de lo que ocurra entre la UE y Cuba, salir del sistema preferente de aranceles europeos perjudicará a la economía cubana. Y las razones de este trastorno siguen sin estar del todo claras, pues Panamá y Perú, que crecen en torno al 9% anual, seguirán beneficiándose de aranceles más bajos en sus exportaciones a Europa.

 

En los próximos meses o años, quizás se sepa si el origen de esta medida perjudicial para la economía cubana es fruto de un cambio de criterio europeo o si algún afiebrado burócrata comunista maquilló cifras en ese afán perpetuo del castrismo de negar o disimular lo evidente.

 

 

Níquel cubano, ¿también en crisis?

Miriam Leiva

15 de julio de 2013

 

El níquel ha sido el principal producto de exportación de Cuba durante casi dos décadas, según disminuía el peso del azúcar. No obstante, el goteo oficial de noticias a principios de julio denotó serios problemas, que debían haber sido abordados en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Públicamente, no transcendió el tratamiento del tema hasta el día 10, cuando la televisión reportó la confirmación del cierre de la planta René Ramos Latour, de Nicaro, primera construida para el procesamiento del mineral, en 1943.

 

Entonces, se dijo que el proceso de cierre duró un año y que los 4 mil trabajadores fueron ubicados “por aquí y por allá” sin que nadie quedara abandonado. Pero en realidad esa no era la gran noticia, sino el aplazamiento de la explotación de la nueva planta en construcción, por parte de la empresa mixta cubano-venezolana Ferroníquel Minera S.A, cuyo inicio estaba previsto para fines de 2013, o inicios de 2014, en la zona Moa Occidental III, de la provincia de Holguín.

 

Esta inversión se calculó superior a los 700 millones de dólares, y debiera producir unas 25 mil toneladas métricas de níquel, asimilando gran parte de los trabajadores desempleados por el cierre de la vecina planta de Nicaro.

Pero, de acuerdo con lo publicado en la Gaceta Oficial, el 6 de julio, el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros decidió autorizar la paralización, por tres años, de los trabajos de explotación, así como la prórroga del inicio del procesamiento, por el término de cuatro años, debido al “cambio de las condiciones iniciales previstas para la ejecución del proyecto, al atrasarse la creación de una asociación económica entre la empresa proyectista extranjera y una compañía cubana de ingeniería”.

 

En 2010, los medios nacionales publicaron que habían comenzado los movimientos de tierra para la construcción de la planta, pactada desde 2007, junto a otra para la producción de acero inoxidable, en Venezuela. Pero desde hacía tiempo, se comentaba en La Habana el enfriamiento de la inversión, debido a la disminución del interés de China en prestar parte del capital.

 

Las promesas chinas cuajaron durante la estancia en Cuba del presidente Hu Jintao, en noviembre de 2004. En esa ocasión se efectuó el Foro de Inversión y Comercio, con 200 empresarios de un centenar de compañías chinas. Fidel Castro, al clausurar la sesión de la Asamblea Nacional, en diciembre, desbordó su entusiasmo porque China contribuiría al aumento de la producción de níquel, a través de un crédito por 500 millones de dólares, para la creación de una empresa mixta, que construiría una planta de ferroníquel, con capacidad para 22 500 toneladas anuales, durante 25 años, con condiciones de pago muy ventajosas.

 

Pero China se ha retractado. Quizás haya influido la relativa disminución de su crecimiento, y la crisis económica internacional, causante de una menor demanda de acero inoxidable, con incidencia en la disminución de los precios del níquel, así como la apertura de nuevas capacidades productivas de níquel en países más cercanos como Madagascar, Indonesia, Filipinas, Nueva Caledonia y Australia. Cuba continúa siendo un importante suministrador de níquel del gigante asiático, que en nuestra zona también lo adquiere en Colombia.

 

La industria niquelífera fue sacudida en los últimos años. En septiembre de 2010, la ministra Yadira García fue destituida, por “deficiencias en la dirección del organismo, reflejadas de manera particular en el débil control sobre los recursos destinados al proceso inversionista y productivo”, pero posiblemente también por el apresamiento de directivos de la planta Pedro Soto Alba, de Moa, explotada conjuntamente con la empresa canadiense Sherritt International. En agosto de 2012, se anunció que 12 altos funcionarios, de ellos, 3 viceministros, recibieron condenas de entre 4 a 12 años de prisión por corrupción, durante el proceso de negociación, contratación y ejecución del proyecto de expansión.

 

En 2010, la producción del país fue de 69 700 toneladas de níquel más cobalto, para 1,100 millón de dólares, lo que representa una tercera parte del ingreso por exportaciones. El precio del níquel en el mercado mundial continúa bajando, mientras que el del petróleo se mantiene o incrementa, lo cual incide en los precios de producción.

 

En consecuencia, no extraña que Raúl Castro haya subrayado que Cuba “no puede vivir más de la asociación que haga con otro país, de un producto o dos, del azúcar o del níquel, que se agotará y ya se está agotando”. Son palabras que traslucen claramente pesimismo ante el futuro de las subvenciones de Venezuela y ante la imposibilidad de encontrar otro mecenas.

¿Exportación de servicios, o subsidios?

Roberto Álvarez Quiñones

5 de julio de 2013

 

Las ventas externas cubanas son hoy inferiores a las de hace 30 años. Sin las subvenciones venezolanas la economía colapsaría

 

Uno de los mayores éxitos propagandísticos que ha tenido hasta ahora el Gobierno de Raúl Castro es presentar los subsidios recibidos de Venezuela como “exportación de servicios” y anunciar aumentos en el valor de las ventas externas cubanas al tiempo que el país exporta menos bienes que hace tres décadas.

 

Los funcionarios y economistas del régimen asumen que los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba y quienes leen los despachos noticiosos que ellos envían desde La Habana no tienen tiempo ni ganas de hacer cálculos con las escasas cifras que les ofrecen, casi todas porcentuales. Pero si alguien se toma el trabajo de sacar cuentas le ve las costuras al sofisma.

 

Según un informe del Ministerio del Comercio Exterior de Cuba, en 2012 la exportación de servicios reportó a la Isla ingresos por unos 11.000 millones de dólares. A eso se le restan los $2.613 millones generados por el turismo, los $1.572 millones correspondientes al pago del 50% de los 37 millones de barriles de petróleo venezolano recibidos (el otro 50% se paga en un plazo de 25 años) y se sustraen también unos $80 millones que pueden reportar a Cuba los servicios técnicos y de salud prestados en otros países.

 

La cifra resultante es de $6.735 millones, que son los que regala Caracas a la dictadura. Agréguese a eso otros $2.500 millones entregados por el gobierno chavista mediante decenas de convenios de colaboración y “solidaridad”, seguridad, e inversiones en suelo cubano, y tenemos el volumen total de las subvenciones venezolanas: $9.235 millones.

 

Pero hay una vía más fácil para detectar el truco de la “exportación de servicios”. Caracas y La Habana aseguran que en territorio venezolano hay 45.000 médicos y otros profesionales cubanos contratados. Eso arroja un costo de 184.600 dólares anuales por cada colaborador cubano, equivalentes a un salario de 15.383 dólares mensuales, 31 veces lo que percibe un médico venezolano. Lo triste es que los galenos cubanos reciben unos 300 dólares mensuales y el resto va a los Castro. En pleno siglo XXI.

 

Lo que revelan estas estadísticas es el afán del gobierno raulista de disimular el carácter parasitario de la economía de la Isla, que colapsaría sin las subvenciones de un rico mecenas dadivoso. Nunca la “revolución” admitirá que recibe subsidios.

 

Fidel Castro calificó siempre de “comercio justo entre países hermanos” el torrente de dinero que recibía de la Unión Soviética, que pagaba a Cuba 45 centavos la libra de azúcar cuando el precio en el mercado mundial era inferior a 5 centavos la libra, y enviaba prácticamente gratis a la Isla todo el petróleo que consumía la nación, los equipos de transporte, las materias primas, los insumos para las industrias, y armamentos de todo tipo, incluyendo tanques de guerra y sofisticados cazabombarderos.

 

Menos que en los 80

 

De acuerdo con los pocos datos, dispersos y contradictorios, ofrecidos por el Gobierno, y descartando algunas cifras infladas —supuestamente por “error”—, reveladas por algunos medios cubanos y venezolanos, el valor real de las exportaciones de bienes de Cuba en 2012 al parecer no llegó a los $3.500 millones. O sea, fue muy inferior a lo que exportaba el país en los años 80.

 

De 1983 a 1990 la exportación de mercancías de la Isla superó anualmente los $5.000 millones, suma que ajustada a la inflación sería muy superior en la actualidad. Pero al desaparecer la URSS y las prebendas del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) dichas ventas externas cayeron a $1.619 millones en 1992, y a $1.241 millones en 1993. Desde entonces, Cuba nunca ha llegado a tocar la cota de exportaciones de mercancías que logró durante el período de “vacas gordas” alimentadas por Moscú.

 

Hace ya medio siglo que el país dejó de exportar café, piña, carne, toros sementales de la raza cebú, frutas diversas y otros productos agropecuarios que en los años 50 hacían de Cuba un importante exportador de alimentos. Hoy no solo no se exporta, sino que se tiene que importar. En 1957 la Isla importaba el 29% de los alimentos que consumía, hoy importa el 80%.

 

Quinto exportador en 1958

 

El contraste con el antes y el después es dramático. En 1958 Cuba fue el quinto mayor exportador de América Latina, con $732 millones, solo cuatro millones de dólares menos que las exportaciones de México, que ocupó el cuarto lugar tras Brasil, Argentina y Venezuela, según estadísticas del Fondo Monetario Internacional.

 

Ese año anterior a la llegada de Castro al poder las exportaciones cubanas de bienes superaron el valor conjunto de todas las exportaciones combinadas de cinco naciones latinoamericanas: Perú ($291 millones), Uruguay ($139 millones), República Dominicana ($136 millones), Ecuador ($95 millones) y Bolivia ($65 millones).

 

Pero la más impactante comparación es entre Chile y Cuba. Ambas naciones tuvieron un Producto Interno Bruto muy similar en 1958 (Chile, $2.580 millones, y Cuba, $2.360 millones), pero la Isla duplicó los $389 millones exportados por Chile. Sin embargo, 54 años después, el país austral, con la economía más liberal y abierta de Latinoamérica, que no expropió a la burguesía ni a las “transnacionales imperialistas”, ni estatizó la economía, vendió al mundo productos por valor de $78.813 millones, 22 veces más que la Cuba comunista.

 

El colmo es que los Castro convirtieron a Cuba en un país importador de azúcar luego de haber sido el mayor exportador mundial de ese alimento desde fines del siglo XVIII hasta los años 70 del siglo XX. En los últimos 10 años la Isla ha importado azúcar de Brasil, República Dominicana, Colombia, Estados Unidos y hasta de Europa (Bielorrusia), para poder cubrir el consumo nacional y cumplir sus compromisos de exportación.

 

Improductividad crónica

 

Como resultado de la revolución socialista, las exportaciones de bienes cubanos están hoy menos diversificadas que en la década de los 50, y se concentran en solo cuatro productos básicos: níquel, azúcar, tabaco y ron, así como productos farmacéuticos (16% del total), el único rubro exportable con valor agregado que ha logrado incorporar el régimen en cinco décadas.

 

En cítricos, con financiamiento soviético, la Isla produjo en 1990 un millón de toneladas, de las cuales exportó 456.689, por valor de $145 millones. Pero luego la producción se derrumbó. Y actualmente las cosechas citrícolas son tan bajas que representan menos del 2% de las exportaciones de bienes. De acuerdo con la FAO, en los últimos 20 años la producción mundial de cítricos se duplicó, pero la de Cuba disminuyó en un 70%.

 

En general, el valor de las exportaciones de productos cubanos en 2012 fue 2.6 veces inferior al de República Dominicana, que superó los $9.000 millones según el Centro de Exportaciones e Inversiones de República Dominicana (CEI-RD), y 3.1 veces más bajo que los $11.000 millones exportados por Bolivia, e inferior a las ventas externas de algunos de los países más pobres del mundo, como Chad, Zimbabue y Mauritania.

 

En fin, es asombrosa la involución de Cuba. Y la incapacidad productiva socialista continuará agravándose. Si el régimen militar no libera en serio las capacidades creadoras de los ciudadanos, hasta ahora asfixiadas, el atraso económico, social y tecnológico seguirá erosionando los cimientos de la sociedad.

¿Qué nos dicen los salarios en la economía castrista?

Elías Amor Bravo

5 de julio de 2013

 

La Oficina Nacional de Estadística de Cuba acaba de lanzar una publicación con datos relativos al salario medio en Cuba 2012, que permite obtener y contrastar información sobre la medida que alcanzan las retribuciones de los trabajadores.

 

Para comenzar, señalar que la nota metodológica que acompaña a la publicación es lo bastante clara para poder concluir que la medida de los salarios que aparece en la estadística es integral, es decir, incluye todo tipo de retribuciones dinerarias y en especie que perciben los cubanos por su trabajo en pesos cubanos. Esto es importante, sobre todo, cuando se aborda la cuestión relativa a las cifras.

 

Lo primero que llama la atención es el bajo nivel salarial de los cubanos. El salario medio mensual se situó en 2012 en 466 pesos, o su equivalente a 5.592 pesos al año. Por el mecanismo de moneda convertible que existe en la Isla, y al cambio de 1 CUC por 24 pesos, esto significa que, en promedio, un cubano ingresó alrededor de 19 CUC al mes o su equivalente a 233 CUC anuales. Tantos años de revolución para llegar a esto.

 

En el período 2006 a 2012 para el que se ha realizado el estudio, los salarios nominales han aumentado a una media del 2,9% anual, o su equivalente a un 20% más. Esa alza salarial, dado su escaso poder de compra, parece totalmente insuficiente para acceder a un número mínimo de bienes y servicios, sobre todo si se tienen que pagar en moneda convertible, CUC.

 

Se observan, igualmente, notables diferencias salariales entre las provincias que van de Occidente a Oriente. Diferencias cuya explicación resulta, cuando menos, complicada en una economía de planificación central en la que no existen derechos de propiedad. Los salarios más elevados se perciben en Ciego de Ávila, 515 pesos mensuales, y los más bajos, en Santiago de Cuba, con 433 pesos. Una diferencia del 19% que se ha mantenido a lo largo del tiempo.

 

Además, la fortuna salarial de las distintas provincias ha cambiado durante el período estudiado. Así, La Habana que lideraba con 409 pesos la estadística en 2006 ha descendido hasta un quinto puesto con 467 pesos en 2012, prácticamente en línea con la media nacional. Estos cambios en la estructura de los salarios por provincias tampoco encuentran una explicación fácil en un sistema económico totalitario, en el que la iniciativa privada lucha por abrirse espacios con no pocas dificultades.

 

El estudio ofrece información sobre qué sectores pagan más y menos en la economía castrista. No es extraño que sea la construcción, con 580 pesos mensuales, quien ofrezca salarios más elevados, es como si se vislumbrase una "burbuja" inmobiliaria. La construcción ha desplazado del primer puesto al sector minero, que en 2006 era el que pagaba los salarios mas elevados y que en 2012 ha pasado al segundo puesto en el ranking.

 

También se pagan salarios superiores a la media en el sector de electricidad, gas y agua, y de forma destacada en la agricultura, donde se ha producido un fuerte aumento de las retribuciones desde 2006, un 22%, sin duda por la mayor pujanza en la contratación de trabajadores por parte de los nuevos arrendatarios.

 

Los sectores más relacionados con el turismo, como el comercio, restaurantes y hoteles, pagan salarios medios inferiores a la media, con 376 pesos y un modesto aumento del 6,5% desde 2006. Es evidente que en este sector, el aumento de las retribuciones en moneda convertible, vinculadas a los incrementos de productividad, debe estar ocultando parte de los avances registrados y que la estadística oficial, simplemente excluye.

 

Finalmente, llama la atención que el sector que concentra los mayores descensos en los salarios nominales sea el formado por establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles y servicios a empresas, que de 493 pesos en 2006 ha descendido a 432 en 2012, con una reducción del -12,3%. De igual modo, es significativo el estancamiento salarial producido en el sector de los llamados "logros" de la revolución, el de servicios comunales, sociales y personales, el que experimente una reducción salarial nominal en el período 2006 a 2012, en línea con los duros ajustes en el presupuesto estatal que está realizando Raúl Castro en la economía. En concreto, los salarios medios de este sector han descendido de los 425 pesos en 2010 a los 415 pesos en 2011 para volver a situarse en 425 pesos en 2012, mostrando un estancamiento y una notable pérdida de posiciones dentro del conjunto de la economía.

 

La conclusión que cabe extraer es que, en ausencia de un mercado laboral libre y flexible, en el que la productividad de las empresas no sirve para determinar los niveles de salarios y de empleo, y donde la presión de la negociación sindical libre es inexistente, el modelo alternativo ensayado en la economía castrista, y basado en la planificación central y la ausencia de derechos de propiedad y mercado, ha producido una estructura salarial ineficiente, de base limitada y poco adecuada para contribuir al crecimiento económico. Los datos no dejan lugar a dudas.

Cuba debe aplazar la búsqueda de petróleo

y apostar por el etanol

3 de julio de 2013

 

Después de cuatro intentos fallidos de encontrar petróleo en el Golfo de México, Cuba debe aplazar este proyecto y enfocarse al etanol a partir de la caña de azúcar, aconsejó este miércoles el experto Jorge Piñón.

 

Por: AFP


“Si yo fuera Cuba dejaría por el momento mi enfoque en la búsqueda de petróleo en aguas profundas y pondría todo mi esfuerzo en la recapitalización del sector azucarero”, dijo a la AFP Piñón, exjefe para América Latina de la petrolera Amoco Oil y actual académico del Centro de Política Internacional en Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Austin, Texas (sur de EEUU).

 

El sector azucarero “no solamente representaría la producción de azúcar y etanol, sino también de electricidad, sin ningún riesgo exploratorio como lo tiene el petróleo”, explicó el experto cubano-estadounidense.

 

“Cuba hoy consume solamente alrededor de 8.000 barriles diarios de gasolina, lo cual no nos sorprende por el pequeño parque vehicular”, mientras en Guatemala llegan a 25.000 y en Puerto Rico a 50.000, señaló.

 

Si apostara al sector azucarero “Cuba podría llegar a producir 70.000 barriles diarios de etanol, suficiente para suministrar a un futuro parque vehicular cubano (….) y todavía poder exportar”, añadió Piñón en un correo electrónico de respuesta a un cuestionario de la AFP.

 

El expresidente Fidel Castro era muy crítico del etanol, porque estimaba que destinar productos agrícolas a elaborar combustibles hacía subir los precios de los alimentos y aumentaba el hambre en el mundo, pero su hermano Raúl Castro, que lo sucedió en el mando en 2006, ha emprendido algunos proyectos en pequeña escala.

 

La industria azucarera, otrora el eje de la economía de Cuba, está deprimida desde hace dos décadas y su producción anual bordea 1,5 millones de toneladas, por debajo del nivel de los años 80 (8,2 millones).

 

Desde enero de 2012, cuatro intentos de hallar petróleo en la zona económica cubana del Golfo de México han fracasado, lo que condujo a la retirada de la española Repsol.

 

Repsol con compañías de India y Noruega; la rusa Gazpromneft (Rusia) y Pc Gulf (Malasia); y la venezolana PDVSA dijeron que sus respectivas exploraciones con la plataforma Scarabeo 9 –que ahora perfora en Africa– no ofrecían perspectivas de explotación comercial.

 

Además, la rusa Zarubezhneft suspendió hace un mes sus perforaciones con la plataforma Songa Mercur debido a “complicaciones de carácter geológico” y la temporada de huracanes, pero las retomará en 2014.

 

Cuba posee una zona económica de 112.000 km2 en el Golfo que limita con México y Estados Unidos. La isla produce en tierra y en la costa la mitad del petróleo que consume y el resto, unos 100.000 barriles diarios, los importa de Venezuela con facilidades de pago.

 

Piñón dijo que en los “próximos tres a cinco años” Cuba no registrará una actividad petrolera importante como en los últimos dos años, porque “los períodos exploratorios de seis años de las concesiones” de algunas compañías “han caducado y sus respectivos contratos tienen que ser negociados nuevamente”.

 

Destacó que es “extremadamente difícil para una compañía internacional perforar en Cuba, no solamente por los pobres resultados, también por la falta de equipo”. Las empresas extranjeras se exponen además a sanciones de Estados Unidos por hacer negocios con la isla.

 

“Un prospecto (de perforación de un pozo) en aguas profundas cubanas tiene un costo de alrededor de 100 millones de dólares”, dijo.

 

Piñón cree que incluso sin encontrar crudo, la infraestructura petrolera cubana puede reportar fuertes ingresos.

 

El puerto de supertanqueros de Matanzas (oeste), la refinería de Cienfuegos (centro-sur) y el oleoducto que los une “pueden ser centros de refino y trasbordo para crudos y derivados en la Cuenca del Caribe y el Golfo de México”, señaló.

 

“Cuba podría ser el lugar indicado para China procesar su producción de crudos regionales y enviar sus derivados a China, todo eso a las puertas del mayor consumidor de derivados del mundo, Estados Unidos”, concluyó.

Pedaleando hacia el retroceso

Eugenio Yáñez

4 de julio de 2013

 

¿Volverán otra vez las bicicletas?

 

Raúl Castro acaba de declarar: “Continuamos avanzando y se notan los resultados. Nos movemos a un ritmo más rápido de lo que se imaginan quienes critican nuestra supuesta lentitud e ignoran las dificultades que enfrentamos”.

 

No entiendo. Avanzar o retroceder no tiene nada que ver con dificultades que se puedan enfrentar, sino con la comparación de una posición con relación al punto y momento de partida. “Avanzar” significa estar más adelante de donde se estaba antes, independientemente de las dificultades que hayan existido. Si se está más atrás, por cualquier razón, no se habla de avanzar, sino de “retroceder”.

 

Es difícil, en consecuencia, imaginar ese “avanzando” que mencionó el dictador cubano si se miran no discursos oficiales o estadísticas, sino las mesas de los cubanos a la hora de la cena, las paradas de ómnibus al momento de ir para el trabajo o regresar a casa, o el estado de sus viviendas. O si se constata que los trenes no son capaces ni de salir a las horas previstas, o que ni siquiera las lanchas que cruzan la Bahía de La Habana funcionan adecuadamente.

 

No puede entenderse esa referencia a los avances y a que se notan resultados cuando hay evidentes incumplimientos en la producción azucarera, construcciones y agricultura. En el caso del transporte el gobierno ha tenido que reconocer la debacle total y la crisis congénita del sector. De nada han servido los cientos de ómnibus importados durante la era de Raúl Castro, ni las locomotoras y vagones que han entrado al país, ni la casi militarización del sector ferroviario, ni la importación de aviones de pasajeros.

 

Ahora el régimen declara tener que comenzar a repensar, en pleno siglo XXI y en el hemisferio occidental, la utilización masiva de bicicletas para la transportación de los cubanos de a pie (los jerarcas, por supuesto, continuarán utilizando sus autos). En otras palabras, que el gobierno cubano es absolutamente incapaz de asegurar transportación decorosa a sus ciudadanos.

 

La idea del régimen para “resolver” el problema del transporte, después de tantos congresos, lineamientos, plenos del comité central, discursos y consejos de ministros, se podría resumir como, parodiando a Gustavo Adolfo Bécquer y sus golondrinas: “Volverán otra vez las bicicletas/ por las calles a montones a rodar,/ y de nuevo los cubanos con sus jabas/ pedaleando pasarán”.

 

No demasiado halagüeño el panorama. Y mucho menos las perspectivas y “soluciones” que se les ocurren a los causantes de la crisis. Veamos y comentemos brevemente las medidas que aprueba el Consejo de Ministros para enfrentar, una vez más, la eterna crisis del transporte:

 

  • Mantener el transporte de ómnibus y de ferrocarril bajo un esquema estatal (nada de privatizar o cooperativizar estos servicios, que seguirán funcionando de la misma forma en que han fracasado durante más de medio siglo).

 

  • Buscar formas organizativas que resuelvan la evasión del pago y el robo de la recaudación (¿recuerdan los “conductores” que cobraban los pasajes en las “guaguas”, cuando no se producían evasiones del pago?, ¿recuerdan quién ideó eliminarlos para “ahorrar” ).

 

  • Establecer un renovado régimen de remuneración a trabajadores y jefes (otro más, el enésimo).

 

  • Crear cooperativas de servicios complementarios para taxis ruteros, ómnibus escolares, transporte de trabajadores de entidades estatales y porteadores privados (nunca verdaderas cooperativas, sino controladas por el Estado totalitario).

 

  • Crear un sistema de incentivos con bonificaciones, exenciones impositivas y subsidios, que permita no incrementar los precios del pasaje (Los precios del pasaje de privados y cooperativos se rigen por la oferta y la demanda, mientras los del Estado por lo que le da la gana, y por eso no funcionan).

 

  • Crear la Dirección de Transporte de La Habana y la Empresa de Ómnibus Metropolitanos, esta última bajo un nuevo modelo organizativo (¿otra vez?, ¿cuántas veces se han creado y “descreado” esa empresa y esa dirección en medio siglo?).

 

  • Establecer un procedimiento para el uso de tarjetas magnéticas para el consumo de combustible de los trabajadores por cuenta propia (acabar con el mercado negro no es cuestión de tecnología: es imprescindible acabar con el racionamiento y la propiedad estatal; de lo contrario, sólo habrá consignas y entretenimientos).

 

En conclusión, la idea del reaccionario gobierno cubano es solamente más de lo mismo. Si como decía Albert Einstein, “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”, lo que propone el consejo de ministros para intentar resolver la irremediable crisis del transporte no es más que una locura.

 

Por si fuera poco, las palabras del inefable Jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos y Acuerdos del VI Congreso del Partido, son lúgubres: “los servicios por cuenta propia están mal atendidos, son caros y en muchos casos los vehículos no reúnen las condiciones técnicas requeridas. Los principales insumos para estas labores, tanto el combustible como las piezas de repuesto, son adquiridos en el mercado informal, cuya fuente principal es el sistema estatal”.

 

Allá los que quieran creer otra cosa. Tras más de medio siglo de dictadura totalitaria, la experiencia enseña que tras declaraciones como esas, y unas cuantas cartas de quejas del “pueblo” a los órganos de prensa oficialistas, el régimen desatará una ofensiva contra los transportistas privados.

 

Esos transportistas privados no son peores que los estatales, pero el hecho de que, a pesar de todo lo que hace el régimen para aniquilarlos, funcionen, y lo hagan mejor y brindando más opciones que los estatales, es una vergüenza para el gobierno y para su mito de la supuesta superioridad de la empresa estatal.

 

Así que el futuro podría traer más represión contra los privados con el consiguiente empeoramiento del transporte de pasajeros, y por eso ya se contempla la bicicleta como opción.

 

Sin embargo, esta vez debería ser diferente a los años noventa: ni sería una novedad, ni nadie ha olvidado el desgaste físico de las personas, ni la cantidad de accidentes fatales, ni la mala calidad, falta de piezas y poca duración de las bicicletas.

 

Así que habría que pensar que aunque los ineptos gobernantes quieren que las bicicletas regresen como única opción a la vida cotidiana de los cubanos, la realidad puede ser otra, de nuevo parodiando a Bécquer: “Aquellas que tantos problemas creaban/ y que tantos accidentes provocaron/ aquellas que los jefes no montaban/ ésas... ¡no volverán!

Estrepitosa caída

en la producción de viandas y cítricos

Daniel Benítez

14 de mayo de 2013


A pesar de los esfuerzos por incrementar la producción agrícola y disminuir las importaciones de alimentos, las más recientes estadísticas gubernamentales ponen en aprietos la economía del país.

 

Los índices de la producción agrícola no cañera se desplomaron en un 7,8 por ciento durante el primer trimestre del 2013, según un reporte publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONE).

 

Los resultados son realmente catastróficos en la producción de viandas, con 368,6 miles de toneladas, inferiores en un 20,8 por ciento al año precedente, y en los tubérculos (290,3 miles de toneladas), con una caída del 10 por ciento.

 

La debacle mayor se experimentó en la cosecha de papa, con un reducción del 36 por ciento. Otros cultivos que decrecieron fueron el plátano, en un 44 por ciento, el maíz (22 %), los cítricos (34 %), las frutas (14 %) y los frijoles (7 %).

 

Hubo incrementos en cuanto al tomate (22 %), las hortalizas (9 %) y el arroz (2,5 %).

 

Más carne, menos leche

 

En el caso de la ganadería, la ONE reportó un crecimiento del 16,8 por ciento entre enero y marzo del presente año, con mayores entregas de carne de ganado vacuno (30 mil toneladas) y de carne porcina (41,3 miles de toneladas), y ligeras caídas en la producción de carne de conejo y de aves.

 

Dos productos fundamentales en la alimentación cubana, la leche y los huevos, también sufrieron reducciones en sus entregas.

 

La producción de leche de vaca fue de 84,8 millones de litros, casi un millón menos. Las contribuciones directas para la población fueron apenas de 20,3 millones de litros, un 19 por ciento por debajo de los entregados en el 2012.

 

Los problemas con la leche han vuelto a recordar la promesa lanzada por el gobernante Raúl Castro en julio del 2007, cuando dijo que había que garantizar un vaso de leche en la mesa de todos los cubanos.

 

En recientes declaraciones, Félix González, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), reclamó a los ganaderos eliminar el atraso de tres millones de litros de leche, según el plan previsto para los primeros cuatro meses del presente año.


González hizo la exigencia en Villa Clara, provincia con un plan de 300 millones de litros, y pidió aprovechar la primavera para poder cumplir con la meta prevista.

 

En cuanto a la producción de huevos, los 495,6 millones de unidades fueron un 2,4 por ciento menos que los registrados en el sector avícola el pasado año.

 

El tema de la papa

 

El tema de la producción de papa preocupa seriamente a las autoridades del Ministerio de Agricultura, considerando que no logra conseguirse una presencia estable del producto en los puestos de venta, lo cual  desemboca en los altos precios en el mercado negro.


Un incumplimiento cercano a las 8.000 toneladas se espera en la actual campaña, motivado entre otras por deficiencias organizativas y técnicas. Según un reporte oficial, influyeron en la caída productiva las condiciones climáticas desfavorables y malos rendimientos en dos de las variedades importadas.


La situación ha obligado a aplicar medidas como comercializar el tubérculo de manera inmediata y no refrigerarlo, para así evitar una mayor escasez en plena etapa de recolección.


Ante esta disyuntiva, la prensa oficial ha criticado que se despachan grandes cantidades a trabajadores por cuenta propia y revendedores. Un viejo mal que afecta a la sociedad cubana y que provoca la desaparición de productos de alta demanda de los mercados estatales para encontrarlos en los puestos particulares.


De esta manera una libra del tubérculo en manos de los revendedores pueden alcanzar los 25 pesos, o lo que es lo mismo, 1 CUC. El salario básico en Cuba ronda los 18 CUC.

 

Nueva política en mercados


A esto se suma el incremento de restaurantes y cafeterías que cuentan en su menú con productos elaborados a partir de la papa.


El Departamento de Viandas del Ministerio de la Agricultura informó recientemente que para el actual año se sembraron 5.575 hectáreas de papa en los territorios comprendidos desde Artemisa hasta Ciego de Ávila. Lo plantado es menor que en campañas anteriores y busca eliminar pérdidas en el sector. Durante el 2011 se dejaron de producir 11 mil toneladas del tubérculo.


Entre las provincias con mayor peso en la cosecha de papa se encuentra Ciego de Ávila, con un plan no cumplido de 22.198 toneladas. Desde Ciego se envía papa además a Camagüey, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo.

 

El gobierno cubano anunció este lunes una nueva política de comercialización de productos agropecuarios en La Habana, Artemisa y Mayabeque, la que podría extenderse al resto del país. La iniciativa busca mantener en esos tres territorios, precios de acopio centralizado para productos como arroz, frijoles, papa, malanga, boniato, cebolla, ajo y tomate.


También se informó que a partir de ahora los mercados agropecuarios funcionarán bajo dos modalidades: administrados por el Estado, con facultad para operar en igualdad de condiciones al resto de los establecimientos; y los gestionados por cooperativas agropecuarias.

Agricultura: avanzando como el cangrejo

Eugenio Yánez

6 de junio de 2013

 

Después de medio siglo el régimen reconoce que hay cosas que no funcionan

 

“Las medidas que durante décadas se han puesto en práctica en la forma de gestionar la tierra, no han conducido al necesario aumento de la producción”.

 

A pesar de lo eufemístico de esas declaraciones del así llamado jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, en la reciente reunión del Consejo de Ministros Ampliado, existe una realidad aplastante e incontrovertible: las cosas no funcionan.

 

Los apologistas de la dictadura saltarán de inmediato a decir que la actualización del modelo, que los lineamientos del Congreso, que los indicadores de la ONU, que el hambre en el tercer mundo, que bla, bla, bla, y todo lo que se les ocurra (o les ordenen) decir, y aunque no tenga nada que ver con el tema, dirán que quienes señalamos que la producción agropecuaria cubana no prospera somos plattistas, mercenarios, de la mafia de Miami, o la palabrita que haya puesto de moda el Departamento de Orientación Revolucionaria para atacar a quienes no nos mareamos con la propaganda del castrismo.

 

Nada de eso, sin embargo, permite desconocer la aplastante realidad, informada por el burócrata a cargo de la “implementación y desarrollo”: a pesar de que el Estado cubano posee el 80 % de la tierra del país, el 70,5 % del área agrícola total está asignado a productores privados (dueños de tierras o usufructuarios) y cooperativistas.

 

Aunque el régimen y sus voceros son incapaces de reconocerlo, las cifras anteriores, mencionadas por el Gobierno cubano, demuestran lo que no pueden esconder ni el lenguaje sibilino de la prensa oficial cubana ni las declaraciones demagógicas de sus “líderes”: los productores privados y cooperativos son infinitamente más efectivos y eficientes que los productores estatales, y estos últimos solamente se especializan en la producción de marabú.

 

Esa superioridad aplastante de los productores privados y cooperativistas por sobre los estatales, se ha producido a pesar de que las relaciones entre ambos tipos de producción en la Cuba de los hermanos Castro, siempre, han privilegiado con la parte del león a los estatales, que reciben lo mayor y lo mejor de los recursos disponibles, insumos, y acceso a suministros y créditos, en un empeño absurdo, e inútil, de “demostrar” la supuesta superioridad de las relaciones de producción socialistas sobre las “decadentes” de la propiedad privada y la economía de mercado.

 

Por eso ahora no ha quedado más remedio que descubrir el agua tibia y tener que aceptar que “se requiere rectificar las distorsiones que han afectado los resultados económicos”, por lo que “urge poner en igualdad de condiciones a todos los productores, liberar las fuerzas productivas y propiciar su eficiencia”.

 

Cantinfleo de primera clase. Podría haberse dicho de forma mucho más sencilla: hay que revertir el desastre y dejar de querer destruir a los productores privados y cooperativistas para después decir que la agricultura socialista es superior.

 

Sin embargo, fiel a la tradición de no llamar las cosas por su nombre y de distorsionar la información con el objetivo (inútil) de que no se pueda conocer la realidad, el periódico Granma ofrece esta perla de transparencia informativa y claridad expositiva:

 

“Una de las principales causas de los problemas que actualmente se afrontan, es que ha prevalecido el método de asignación de recursos a través de paquetes tecnológicos para las producciones de interés estatal, mientras que al resto no siempre se le aseguran ni en tiempo ni en cantidad. Se entregan insumos sin tener en cuenta la capacidad financiera y la eficiencia de los productores, a quienes tampoco se les ha garantizado la venta de medicamentos de uso veterinario”.

 

Traducción: En vez de dejar que el mercado se encargue de la asignación de recursos a los productores de acuerdo a sus resultados, en la agricultura “socialista” cubana siempre se ha pretendido realizar esas funciones a través de burócratas gubernamentales y una supuesta planificación que no lo es, lo que continuamente provoca escasez de productos alimenticios, pérdida de cosechas, desorganización, resultados financieros desastrosos, abusos, obligación de importar alimentos que podrían producirse en Cuba, y muchas otras distorsiones productivas, tecnológicas, económicas y sociales.

 

Sin embargo, no hay que preocuparse demasiado: Papá-Estado ya comienza a atender tales problemas. Así lo dice la prensa oficialista cubana:

 

“Para solucionar estas y otras deficiencias, la política certificada por el Consejo de Ministros propone pasar gradualmente de la asignación administrativa de insumos y equipamientos a métodos económicos, que den acceso directo al mercado mayorista y minorista. Esta comercialización se realizará a precios sin subsidios y de forma liberada”.

 

Bueno, bueno: después de décadas sin obtener los resultados que se pretendían, ahora los grandes burócratas del régimen proponen “pasar gradualmente” de las asignaciones burocráticas de recursos a “métodos económicos”.

 

Descubriendo el Mediterráneo. Inventando la bicicleta. Si necesitaron décadas y décadas para reconocer que lo que pretendían no funcionaba, ¿cuántas más harán falta para “pasar gradualmente” a otros métodos, implementarlos, y obtener resultados aceptables?

 

No pueden caber dudas: la agricultura cubana avanza continuamente: como el cangrejo.

En 2012, entre efectivo y bienes

el exilio en EEUU envió a Cuba

5.105 millones de dólares

 

Remesas a Cuba: $2.605 millones en el 2012

Emilio Morales

8 de junio de 2013

 

Las remesas enviadas hacia Cuba desde el extranjero siguen creciendo a ritmo imparable y ascendieron a la cifra récord de $2.605 millones de dólares en efectivo durante el 2012, según un estudio independiente.

 

Comparando solo el flujo del dinero en efectivo con relación al año anterior, el incremento fue de un 13,5 por ciento. Si se suman los ingresos por concepto de envíos de paquetes y equipajes con alimentos, medicinas, electrodomésticos y otros insumos provenientes del exterior (remesas en especie), el total se calcula en $5.105 millones, de acuerdo con los datos procesados por The Havana Consulting Group (THCG).

 

El estudio que anualmente realiza THCG se fundamenta en el análisis de la base de datos de facturación del comercio minorista en divisas, el monto de los envíos de remesas a Cuba por vías oficiales, el estimado de las entradas informales de dinero y los gastos de visitantes en la isla, empleando también las cifras económicas disponibles de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONE). La institución -radicada en Miami- complementa la información con encuestas aplicadas en ambas orillas.

 

Cuando en el verano de 1993 el gobernante cubano Fidel Castro se vio obligado a aceptar la entrada de remesas como una vía para adquirir divisas, lo hizo -a su pesar y a regañadientes- como alternativa de sobrevivencia para el país. Aceptar que el exilio cubano era una de las cartas más importantes para sacar a flote a Cuba en medio del "período especial" fue un golpe ideológico demoledor. De la noche a la mañana los dólares norteamericanos inundaron la isla para no irse más.

 

Dolarización, 20 años después

 

Tanto la sociedad cubana como el exilio fueron impactados con la liberación del dólar en la isla, un acontecimiento del que van a cumplirse 20 años el próximo julio.

 

Lo que Fidel Castro nunca imaginó fue que la apertura forzada por las circunstancias se iba a convertir en el motor más eficiente de la economía cubana por las próximas dos décadas. Ningún economista cubano vaticinó semejante escenario. Hoy las remesas a la isla llegan al 62 por ciento de los hogares cubanos, respaldan casi el 90 por ciento del mercado minorista y favorecen el empleo para decenas de miles de personas.

 

Las remesas dejaron atrás a la poderosa industria azucarera -que para 1993 entraba en su fase de mayor desastre y se mantiene aún en declive-, superan en volumen y en rendimiento al turismo, y dan más dinero que la exportación de níquel y los medicamentos producidos por la industria biotecnológica cubana.

 

Esta es la relación comparativa de renglones más importantes de la economía cubana en el 2012, según sus ingresos en moneda convertible (USD):

 

1 Remesas en efectivo           $2.605,12 MM

 

2 Remesas en especie           $2.500,00 MM

 

Remesas Totales                  $5.105,12 MM

 

3 Ingresos por turismo           $2.613,30 MM

 

4 Exportación de Níquel         $1.413,00 MM

 

5 Medicamentos                         $500,00 MM

 

6 Exportación de Azúcar             $391,30 MM

 

La relación anterior muestra cómo las remesas superan en su conjunto a cuatro de los renglones principales de la economía cubana. En su conjunto, las remesas suman $5.105,12 millones de dólares, mientras que la exportación de azúcar, níquel, medicamentos y los ingresos del turismo aportan $4.917,60 millones, estimado hecho sin descontar los costos de cada rubro, lo que marcaría una diferencia notablemente mayor.

 

No cabe duda que la llegada del presidente Barack Obama a la Casa Blanca ha influido directamente en el incremento de los envíos de remesas hacia la isla en los últimos cuatro años a la isla. En el período 2009-2012 el alza ha alcanzando un valor de casi $1.000 millones.

 

Récord de remesas

 

El récord de $2.605,12 millones de dólares en remesas durante el pasado año supera en una proporción de 3-1 los salarios que paga el gobierno. Actualmente el salario promedio mensual de un trabajador cubano es de 455 pesos cubanos (CUP), equivalentes a $18,95 dólares. Hoy la masa laboral cubana es de 5,01 millones de trabajadores, de los cuales, 4,08 millones son pagados directamente por las entidades gubernamentales; el resto pertenece al sector privado, agrupado en agricultores, cooperativistas y trabajadores por cuenta propia.

 

El volumen anual de salario pagado por el gobierno a esos 4,08 millones de trabajadores es de 928.586.750 pesos convertibles (CUC) una cifra calculada al cambio oficial de 1 CUC por 24 CUP. Es decir, el total de los salarios pagados por el Estado es tres veces inferior al dinero que mandan en efectivo los emigrados cubanos a sus familiares. Si a este valor le sumamos las remesas que llegan en especie, la proporción entonces sería de 5,5 a 1.

 

El comportamiento histórico de las remesas desde el 2000 ha sido el siguiente:

 

2000 - $986,96 millones

2001 - $1.010,87 millones

2002 - $1.072,15 millones

2003 - $1.100,46 millones

2004 - $1.030,84 millones

2005 - $1.144,12 millones

2006 - $1.251,15 millones

2007 - $1.362,71 millones

2008 - $1.447,06 millones

2009 - $1.653,15 millones

2010 - $1.920,44 millones

2011 - $2.294,54 millones

2012 - $2.605,12 millones

 

La apertura de los viajes y la eliminación de las restricciones de envío de dinero y mercancías desde Estados Unidos a Cuba son las medidas que mayor peso han tenido en este fenómeno. El pasado año, un poco más de medio millón de cubanos viajaron a la isla, cifra que convierte a la emigración cubana en el segundo grupo turístico del mercado, solo superado por Canadá con 1,1 millones de visitantes anuales.

 

Debe considerarse además que el flujo migratorio de los cubanos hacia el exterior durante la última década se ha mantenido en un promedio de 47.000 emigrados anuales.

 

A la vez, la transformación emprendida por el gobierno cubano en los últimos tres años se ha convertido en factor estimulante en los envíos de remesas, sobre todo en lo que se refiere al financiamiento de nuevos negocios de paladares, rentas y compraventas de casas, y la autorización de ventas de autos.

 

Lo que pagan los emigrados

 

Hay que añadir el crecimiento del mercado de telefonía móvil en la isla, con más de 1,6 millones de celulares en servicio, que está financiado en casi un 70 por ciento por emigrados cubanos.

 

Y como para no perder la costumbre de estimular el envío de remesas, el gobierno cubano acaba de abrir una compuerta pública al internet, con tarifas bien altas de 4,50 CUC por hora y 118 salas de navegación en todo el país. Claramente, una parte del dinero que usen los cubanos para acceder al internet, vendrá también del exterior.

 

La diáspora cubana tiene un peso importante en el desarrollo económico del país, aun con las limitaciones de inversión que enfrenta. Pudiera ser mayor si nuevas medidas aperturistas le permitieran una participación más directa en la reconstrucción del país.

 

Las remesas son un indicador del papel transformador que los cubanos del exterior van a jugar en el futuro de Cuba, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese en ambas orillas.

 

 


Los Castro: tardanza con el golf y

mala suerte en el golfo

Antonio Arencibia

 

Con la noticia del nuevo campo de golf que el gobierno de Cuba quiere construir cerca de Varadero, la memoria me transportó al poema de Nicolás Guillén que me aprendí allá por 1960. El título, Little Rock, no tiene nada que ver con el deporte de los palos y los hoyos, pero el poeta aprovechó para meter en su crítica al racismo en el Sur de Estados Unidos, al presidente “Ike” Eisenhower. De ahí quedó en el recuerdo de muchos una imagen de su despreocupación de golfista ajeno al bochornoso episodio de aquella ciudad de Arkansas, recogida en versos que dicen:

 

mientras la pelotilla blanca,

una graciosa pelotilla blanca,

presidencial,

de golf,

como un planeta mínimo,

rueda en el césped puro,

terso, fino, verde, casto, tierno, suave,

yes.

 

La realidad (que como sabía muy bien Guillén desmiente su poema), fue que Eisenhower había tomado medidas contra los que se oponían con violencia a la asistencia de estudiantes negros a las escuelas de Little Rock, que eran de uso exclusivo para blancos. Y decidió enviar 500 paracaidistas de la División 101 Aerotransportada para imponer la integración escolar como había dictaminado la Corte Suprema de Estados Unidos. Claro que en la Cuba de 1959 la amplia difusión de aquellos versos sirvió para que muchos jóvenes quedáramos con la impresión de que el golf era el juego idiota típico de los “racistas imperialistas yanquis”.

 

Pero volvamos al golf en aquella Cuba de los barbudos en sus primeros años en el poder, ya que -como es tema de actualidad- la prensa internacional se ha lanzado con avidez e imprecisión a escribir sobre el día que lo jugaron Fidel Castro y el “Che” Guevara. Alguno ha afirmado que ocurrió en 1960 y que fue una burla al general y presidente norteamericano; otros sitúan la acción después de la Crisis de los cohetes nucleares pero la califican de una especie de guiño al presidente Kennedy para tratar de mejorar relaciones. Lo cierto es que el juego de los dos guerrilleros se llevó a cabo en el club de golf que había en Colinas de Villareal, en La Habana, en 1961, un mes antes de la invasión de Bahía de Cochinos. La revista norteamericana Golf, en un reportaje de septiembre del 2009, entrevistó en Miami a un testigo de primera mano que esclarece la motivación de aquella parodia “golfística”. Se trata del novelista cubano José Lorenzo Fuentes, que trabajaba entonces de enlace con la prensa para Fidel Castro, aunque más tarde iría a prisión acusado de agente de la CIA. Según Fuentes, Castro le dijo que lo acompañara porque iba a jugar golf con el Ché y que escribiera sobre eso para el periódico Revolución, e incluso le dio el título del artículo que sería: “Fidel: yo puedo derrotar fácilmente a Kennedy en este juego” (1).

 

Sea cual fuera la intención de la partida entre el argentino y el cubano y del reportaje de José Lorenzo Fuentes en el diario del “Movimiento 26 de Julio”, el ambiente político se radicalizó aún más tras la derrota de la invasión y la declaración de Fidel Castro de la naturaleza socialista de la hasta entonces “Revolución tan verde cómo las palmas”. En junio de 1961 el dictador decidiría el destino futuro de dos de los tres únicos campos de golf cubanos, el situado en el Country Club y el de Colinas de Villareal. Fue en su discurso clausura de la tristemente célebre Reunión con los Intelectuales en la Biblioteca Nacional, en el que además de dejarle bien claro a los asistentes que podían escribir “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”, anunciaba dos proyectos:

 

Construir la Academia Nacional de Arte […] en el medio del Country Club […] en el medio del campo de golf, en una naturaleza que es un ensueño […] E inmediatamente también comenzará a funcionar la Academia Nacional de Artes Manuales con otras tantas residencias, en otro campo de golf y con otra construcción similar. (2)

 

Donde estuvo el campo de golf del Country Club se construiría -por el arquitecto cubano Ricardo Porro y los italianos Vittorio Garatti y Roberto Gottardi- un moderno conjunto de cinco edificios conocido como las Escuelas Nacionales de Arte de Cubanacán, que quedaron sin terminación y hoy en día están en franco deterioro. La supuesta Academia Nacional de Artes Manuales nunca se edificó y las instalaciones de Colinas de Villarreal y su campo terminaron siendo utilizados como área de entrenamiento militar. Solo quedó el Havana Golf Club, un viejo campo de solo 9 hoyos que se le dio a la embajada británica para disfrute de su personal.

 

De golf no se volvió a hablar en el país hasta que llegó el Período Especial y alguien convenció al Comandante de la conveniencia de explotar ese deporte para el turismo extranjero de lujo. Fue entonces que se construyó el Varadero Golf Club -diseñado por un arquitecto canadiense- y localizado en los terrenos de la que fuera mansión del multimillonario norteamericano du Pont.

 

Una protesta diluida

 

El artículo de la revista Golf arriba mencionado se refería en detalle a las negociaciones de grupos financieros con el régimen para crear nuevos campos de golf en la Isla. Fue publicado un año antes de que Gerardo Arreola, corresponsal en Cuba del periódico mexicano La Jornada, revelara que el Consejo de Ministros del régimen había acordado autorizar la construcción de campos de golf e instalaciones residenciales en la Isla para sus asociados extranjeros. Aunque el trabajo del norteamericano no tuvo resonancia, el título del de Arreola, Cuba se abre al turismo de lujo, venderá casas a extranjeros y construirá 16 campos de golf, (3) levantó un pequeño debate entre intelectuales cubanos a favor o en contra de la decisión gubernamental.

 

Algunos plantearon que el proyecto de entregar propiedades en usufructo a extranjeros ricos era contrario a las leyes del propio régimen. Otros llegaron a argumentar que se estaba “vendiendo el alma al diablo”. Hay que tener en cuenta para entender aquellas críticas la falta de información oficial al respecto y, además, que las noticias que estaban llegando desde la Venezuela “bolivariana” eran que Hugo Chávez había cerrado entre 2006 y 2009 un total de siete campos de golf, de los treinta y uno que poseía ese país, y había declarado que ese era “un deporte de burgueses”.

 

Aunque las opiniones encontradas sobre la creación en Cuba de campos de golf se publicaron en varios blogs y sitios web de izquierda en el extranjero, nada se dijo en la prensa o en los blogs internos en la Isla, y con el tiempo la mayoría de los que protestaron se han acogido al silencio o han decidido utilizar seudónimos para protestar en la Red. Es mucho más notable teniendo en cuenta que Manuel Marrero Cruz, que era en el 2010 el Ministro de Turismo que con sus declaraciones dio pie al artículo de Arreola, tres años después sigue siendo ministro del ramo y ha vuelto a confirmar que el desarrollo en la Isla de turismo de lujo con golf de alto nivel es una prioridad del régimen.

 

Este Coronel y Ministro del sector económico más pujante del país declaraba a inicios de mayo, en la inauguración de la Feria Internacional de Turismo de Cuba, que se están dando los toques finales a la legislación para el desarrollo de proyectos inmobiliarios asociados a campos de golf. También dijo que continúan las negociaciones al respecto con más de diez compañías extranjeras y con algunas de ellas “ya se han firmado o están concluyéndose cartas de intención para posibles nuevos desarrollos en varias ciudades y destinos turísticos del país”. Según la agencia EFE, Marrero Cruz puso como ejemplo que el grupo estatal cubano Palmarés y Habana Resort, una firma de Reino Unido, han acordado constituir una empresa mixta y construir, cerca de Varadero, un campo de golf de 18 hoyos -el “Carbonera Club”- y también 750 apartamentos, 200 residencias, un hotel-boutique y un centro comercial (4). Aunque el embajador británico en Cuba, dijo que era “la mayor inversión británica en la isla en más de una década y de un gran paso de avance” para la relación comercial entre ambos países (5), una semana después de sus declaraciones se iniciaba en La Habana el juicio por corrupción contra dos hombres de negocios del Reino Unido establecidos en la Isla.

 

Los medios del régimen han estado informando con bastante amplitud sobre los 16 proyectos para construir instalaciones turísticas de lujo, que incluyen varios campos de golf, viviendas, múltiples servicios y muelles para atracar yates, aunque, como es costumbre, sin entrar en detalles. Por ejemplo, cuando terminó la visita a Cuba de Guo Jinlong, secretario del Partido Comunista Chino en Beijing, y miembro del Politburó, se dio a conocer un acuerdo para la creación de empresas mixtas cubano-chinas para construir un complejo turístico con campos de golf en los alrededores de La Habana y otro en la provincia de Pinar del Río, pero no se sabe la cuantía de tales inversiones.

 

La República Popular China ha dado gran impulso a ese deporte, pues ya en 2004 había construido unos 170 campos. Actualmente, y a pesar de restricciones gubernamentales motivadas por el desplazamiento ilegal de campesinos chinos de sus tierras para construir nuevas áreas de golf- hay unos 600 campos. Otro país socialista que ha desarrollado ese deporte -hasta ayer junto al polo considerado como de élite- es Vietnam, con 43 campos de golf. La ventaja para la dictadura de asociarse con China -y quizás pronto con Vietnam en esta fiebre de construir “golf resorts”- es que todos son de la misma camada y conocen las reglas del juego, por lo que es prácticamente imposible que sus hombres de negocios sean acusados de corrupción.

 

La competencia en el área

 

En general a Lenin se le atribuye la frase “los burgueses te venden la soga con la que los van a ahorcar”. No importa si lo dijo o no, pero se trata de un asunto que a los que tiene que preocupar es a los inversionistas de Occidente que se meten en negocios con los Castro. Así son los riesgos en el capitalismo, y lo hacen por la ganancia que pudiera traerles vender “soga” en Cuba, pero la cosa cambia cuando los ricos dejan de negociar y van a disfrutar. La clientela que Cuba querría atraer a jugar golf supone gente rica que no va a cualquier parte y sabe exigir por lo que pagan. Y ahí entra el factor competencia.

 

Repasemos únicamente los competidores de Cuba en el área cercana a la Isla. En Cuba hoy solo hay un campo de 18 hoyos, el Varadero Golf Club, y el viejo Havana Golf Club de 9 hoyos, mientras que Bahamas, uno de sus más cercanos vecinos, cuenta con 8 campos de 18 hoyos y dos de 9 hoyos. Por el sur están las pequeñas Islas Caimán con 4 campos, dos de cada categoría. Y al sudeste de Cuba, está Jamaica con 10 campos de 18 y dos de 9 hoyos.

 

He dejado para el final a República Dominicana, una verdadera potencia en golf en el área, con 21 campos de 18 y tres de 9 hoyos, es decir más de diez veces las instalaciones actuales de Cuba. Es un país que, según la Organización Mundial del Turismo, ocupa el lugar 48 entre los primeros 50 del mundo en ingresos por turismo internacional en el 2012 cuando obtuvo 4.500 millones de dólares. República Dominicana solo es superada a nivel de América Latina por México (24º lugar), Brasil (39º lugar) y Argentina (45º lugar). Con excepción de México, que tiene costas en el Caribe, ningún otro país en la región caribeña se acerca a los ingresos de República Dominicana. Por sus instalaciones y su experiencia en atraer tanto al turismo masivo como al de lujo es extraordinariamente difícil que los dominicanos sean desplazados de esa posición por Cuba, y mucho menos con el ritmo actual de las reformas económicas.

 

Pero hay que aclarar que lo de impulsar el golf no es un cambio promovido por Raúl Castro, pues ya vimos como en los años 90, el Comandante aprobó la construcción del Varadero Golf Club. Pues bien, en el mismo año 2006, antes de caer gravemente enfermo, Castro se reunió tres horas con Wally Berukoff, jefe de Leisure Canada, una de las empresas empeñadas en construir campos de golf en Cuba. De tal modo fueron sus contactos que esa constructora obtuvo después un contrato de arrendamiento por cincuenta años para un campo de golf en Jibacoa con opción de renovación, pero no contenta con ello solicitó la extensión del acuerdo a 75 años. Ahora cuentan con una legislación hecha a la medida y que no se ha divulgado, pero que se comenta sea la legalización de la otorgación en usufructo hasta por cien años a esas y otras compañías foráneas.

 

Pero en esencia el problema ha sido y sigue siendo para los extranjeros de Occidente que quieren hacer negocios en Cuba, que con o sin Fidel Castro se enfrentan a la demora en los trámites de aprobación. Si desde el 2006 Castro estaba de acuerdo con este plan, ¿cómo puede el régimen demorarse siete años en hacer los ajustes legales para el desarrollo del golf alto nivel?

 

Otro fiasco petrolero

 

Desde diciembre de 2012, la empresa rusa Zarubezhneft ejecutaba trabajos de perforación de un pozo exploratorio en el Bloque L en aguas de Cuba en la zona de la cayería Norte de Villa Clara, pero a fines del pasado mes de mayo se suspendió la exploración. Al inicio el blog pro-gubernamental de Yohandry Fontana reprodujo un artículo del corresponsal de Radio Rebelde en Matanzas, José Miguel Solís, que daba pábulo a la falsa información de que la plataforma “Songa Mercur” se estaba resguardando en la bahía de Matanzas hasta que pasara la temporada ciclónica. Pero la verdadera razón surgió en una declaración de la empresa rusa a Reuters donde explicaba que se debía a “complicaciones de carácter geológico surgidas”, léase, que encontraron una capa gruesa de roca dura difícil de perforar, igual que ocurrió con las exploraciones de Statoil, de Repsol, de Petronas y de PDVSA en aguas cubanas (6).

 

Indudablemente hay petróleo pesado en la Isla y sus aguas, como lo demuestra la producción nacional que ya abastece un 50% de las necesidades, pero no se encuentra el acceso a las reservas calculadas en 20,000 millones de barriles de crudo, que permitiría el pleno autoabastecimiento y además el impulso al desarrollo futuro del país. Este nuevo y muy costoso fracaso en la exploración petrolera aleja cada vez más a las grandes empresas de hidrocarburos de seguir arriesgando su capital en la Isla cuando hay otras regiones que ofrecen mayores perspectivas de éxito.

 

Ni en lo grande, ni en lo pequeño

 

Como aprendí del amigo y colega de Cubanálisis Lázaro González, un aspecto decisivo de la vía del Socialismo de Mercado en China fue cuando se aplicó el principio de zhua da fang xiao (“controla lo grande y deja ir lo pequeño”), que mantuvo las áreas estratégicas de la economía en manos de las empresas estatales, pero permitió el libre surgimiento de empresas individuales y privadas en otros sectores. Las reformas iniciadas por Deng Xiaoping han dado por resultado que en enero de este año se contaran 40,6 millones de empresas individuales y privadas en China, que se desempeñan mayoritariamente en el sector de servicios y dan trabajo a alrededor de 80 millones de personas (7)

 

Por otra parte, desde 1978, cuando se desmantelaron las comunas y se devolvió la tierra a las familias para su explotación controlada, ha habido avances en la agricultura privada. A inicios de los 80 se sustituyó la venta obligatoria de la producción al estado por contratos voluntarios entre los campesinos y las agencias gubernamentales. A inicios de los años 90 fue abolido el sistema de racionamiento de granos y casi toda la producción anual de vegetales, frutas y legumbres se vendió libremente a precios de mercado.

 

En Cuba, en cambio, en pleno proceso de “actualización”, en vez de crecer la agricultura a un 2 por ciento según el plan para el 2012, decreció en 1,2 por ciento, y en el Consejo de Ministros Ampliado del 31 de mayo pasado, su vicepresidente, Marino Murillo, tenía que reconocer que

 

las medidas que durante décadas se han puesto en práctica en la forma de gestionar la tierra, no han conducido al necesario aumento de la producción, [y] urge poner en igualdad de condiciones a todos los productores, liberar las fuerzas productivas y propiciar su eficiencia”. (7)

 

En cuanto a lo grande, los resultados estadísticos del 2012 el sector de la construcción incrementó su ya alto nivel de actividad de 12,4 en 2011 a un 18,0 por ciento. Claro que esas cifras no indican que en Cuba haya peligro de una burbuja inmobiliaria, pues se trata fundamentalmente de obras dirigidas al turismo, -hoteles, muelles o vías de acceso- y no a viviendas populares como las tan necesarias en el municipio Centro Habana, que tiene más de la mitad de sus 46.277 viviendas en mal estado o en estado crítico.

 

¿Qué hacen entonces los que mandan en Cuba pero no resuelven ni lo grande ni lo pequeño? ¿No deberían acaso acelerar las reformas para resolver la mala suerte en la prospección petrolera y el riesgo para sus suministros por la crisis venezolana?

 

Eso sería lógico para la supervivencia del régimen, pero en este caso la lógica formal no tiene en cuenta la sicología de los que deben actuar. El problema es que tras cinco décadas de consolidación como casta en Cuba, los militares históricos y sus favoritos promovidos a Ministros -ahora disfrazados con guayaberas como falsos civiles- no tienen prisa por soltar la productividad de una nación, no solo atada sino también amordazada. A pesar de la acumulación de la presión social y económica en la Isla, siguen pensando que tienen todo el tiempo del mundo y ensayan y estudian planes piloto en distintas regiones del país.

 

Ahora a lo que se dedican con ahínco es a priorizar la estabilización política de una Venezuela que -como dicen en Caracas- “pende de un cabello”, y emplean su tutelaje o control para poner orden en las facciones “chavistas”.

 

Cuando la cúpula raulista se involucra en lo ajeno y descuida el sustrato social altamente explosivo en la Isla, cuando no les importa que Tony Castro Soto del Valle, el médico hijo de Fidel Castro y dirigente del béisbol cubano, salga en la prensa como un burgués premiado por hacer rodar una “pelotita blanca, dictatorial, de golf”, cuando el régimen actúa como si los cubanos fueran de otra especie diferente a sirios, egipcios o turcos.

 

Sin embargo, el fracaso de los planes agrícolas, el alza insoportable del costo de la vida en la Isla, unidos a la desigualdad creciente, y a las noticias sobre la vida regalada de los hijos de los dirigentes, están fomentando un sustrato social altamente explosivo.

 

Los que mandan olvidan que las grandes masas que forman los cubanos más desfavorecidos, no son una especie diferente a los que en Cuba en otras ocasiones se lanzaron a luchar por sus derechos, y que una sola chispa puede incendiar la pradera.

 

NOTAS

 

(1) Josh Sens, Adios Fidel, Hello Tiger: The Future of Golf in Cuba, Golf.com -Sports Illustrated, August 28, 2009.

 

(2) Fidel Castro, discurso conclusión de las reuniones con los intelectuales cubanos, Biblioteca Nacional, 16, 23 y 30 de junio de 1961. www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961

 

(3) Gerardo Arreola, Cuba se abre al turismo de lujo, venderá casas a extranjeros y construirá 16 campos de golf, La Jornada, 3 de agosto de 2010.

 

(4) Cuba ultima legislación para sus proyectos inmobiliarios con campos de golf, EFE, 7 de mayo de 2013.

 

(5) R. Unido celebra participación británica en desarrollo de golf resort en Cuba, EFE, 24 de mayo de 2013.

 

(6) Jeff Frank, Cuban oil hopes sputter as Russians give up for now on well, Reuters, mayo 29 de 2013.

 

(7) China posee más de 40,6 millones de empresas individuales y privadas, Globalasia.com, Feb 2, 2013.

Piedras y palabras

Raúl Rivero

15 de junio de 2013

 

El dominio más floreciente de la economía cubana está fuera de Cuba: es la industria de las remesas familiares

 

El dominio más floreciente de la economía cubana está fuera de Cuba. Es la industria de las remesas familiares. Se trata del gran éxito del gobierno revolucionario que la diseñó durante medio siglo de intolerancia, represión a sus opositores, miles de presos políticos y mediante la puesta en marcha de una escrupulosa torpeza administrativa que ha conseguido dejar hasta sin azúcar a la azucarera del mundo.

 

Resulta ahora que los expulsados, los hombres y mujeres que por falta de pan o de libertad (o por las dos carencias) abandonaron sus casas y su familia le aportan al país desde el exterior una mayor cantidad de dinero que los renglones económicos que explotan los jefes del socialismo como el turismo, la zafra de azúcar o el níquel.

 

Es un grupo humano diverso y disperso que funciona fundamentalmente por afecto, amor y nostalgia, pero que el año pasado hizo llegar a Cuba 1.956 millones de euros en efectivo que beneficiaron al 62% de los núcleos familiares de la Isla y le proporcionaron trabajos y medios de subsistencia a miles de personas.

 

Un informe divulgado en La Florida por The Habana Consulting Group dice que en 2012 se mandaron a Cuba ayudas en equipos electrodomésticos, ropa y artículos de consumo por valor de otros 1.877 millones, lo que hace que el conjunto de dinero y bienes se eleve a 3.833 millones de euros.

 

Los cubanos no creen en los anuncios de cambios y mejoras económicas que hace la dictadura cuando apuntala o remienda sus estructuras. Cerca de 50.000 ciudadanos salen todos los años de Cuba, un promedio de medio millón en una década.

 

Muchos de los que colaboran hoy con sus empobrecidas familias que permanecen en la Isla fueron despedidos en escandalosos actos de repudio —escraches gubernamentales— frente a sus viviendas. Esos episodios violentos incluían agresiones físicas, lanzamientos de huevos congelados y piedras, todo bajo una banda sonora que acusaba a los viajeros de traidores.

 

Cuando recibieron autorización para regresar y volvieron con regalos para parientes y amigos, el humor criollo les sirvió para sobrellevar el odio estatal inducido. No, no les llamaban traidores. Había bulla y confusión. Les gritaban: trae dólares, trae dólares.

 

Y allá están las remesas con el dinero.

 

¿Por qué los cubanos no pueden invertir en su economía?

Elías Amor

 5 de diciembre de 2013

 

La política de atracción de inversiones extranjeras para el puerto del Mariel está mostrando uno de los aspectos más oscuros y a la vez erróneos de la política económica de "actualización del socialismo" emprendida por Raúl Castro: el principio de exclusión que se aplica a los ciudadanos cubanos de la Isla y del exilio a la hora participar en cualquier proyecto de inversión conducente a la consolidación de derechos de propiedad privada en la Isla.

 

Por el contrario, el régimen abre las puertas de par en par a los inversores de Brasil, China, Vietnam, España y Alemania, promoviendo una gira mundial para convencer a financieros extranjeros en relación a las oportunidades de inversión en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel.

 

De lo anterior cabe extraer dos conclusiones. Primero, que el embargo o "bloqueo" es inexistente para el conjunto de la economía mundial; y segundo, el grave riesgo que supone en los mercados mundiales alguien que debe al Club de París 35.143 millones de dólares —según el último Informe anual de este organismo— y se niega a devolverlos. Es cierto que cada uno hace lo que quiere con su dinero, pero en estas condiciones, cualquier inversión extranjera en la economía castrista suena más a una aventura romántica que a un ajustado cálculo comparativo de costes y beneficios esperados. Si no, tiempo al tiempo.

 

Dejando de lado estas cuestiones, lo que más me interesa destacar en este artículo es el grave quebranto que supone para una economía marginar de cualquier proceso inversor a sus nacionales. La inversión, también conocida como formación bruta de capital fijo, es una de las variables más relevantes de la demanda interna de una economía, junto al consumo, al gasto público y el saldo neto del comercio exterior.

 

Con la política de exclusión practicada por las autoridades castristas a los cubanos, de dentro y de fuera, se está limitando uno de los componentes más relevantes de la economía, que en algunos países llega a suponer prácticamente el 20% del gasto nacional. Esto significa que los cubanos no pueden ejercer con libertad sus derechos de propiedad sobre un conjunto amplio de bienes y servicios, por ejemplo, invertir en negocios en el Mariel.

 

Desde el punto de vista relativo, marginar a la población del proceso inversor significa que el capital no humano de los cubanos —fundamental para determinar el nivel de renta permanente, que a su vez condiciona el consumo y ahorro a medio plazo— no existe. Los cubanos no están autorizados a comprar y vender libremente activos en el mercado, no pueden obtener con ellos ganancias de forma legítima, y lo que es peor, no se les autoriza a reinvertir beneficios y alcanzar escalas superiores de gestión productiva.

 

Dejar fuera de este proceso inversor, absolutamente necesario en una economía, a los nacionales de un país, es un error de planteamiento, que ni tiene que ver con el socialismo, ni con la actualización del modelo, ni con criterios de racionalidad y eficiencia. Más aún cuando se permite a los extranjeros participar libremente en esos activos, si bien es cierto que con la participación molesta del Estado castrista en la mayor parte de los negocios.

 

Mientras que este tipo de prácticas acomplejadas y pseudoestalinistas no se borren de la realidad económica y social imperante en la Isla, el potencial de crecimiento de la economía se verá cercenado. Ya he señalado en ocasiones anteriores que la economía castrista, al hacer recaer todo el aparato inversor en el Estado, presenta uno de los porcentajes más bajos de inversión en relación al PIB de América Latina, e incluso del mundo. Eso no es sostenible, ni ofrece garantías a la economía de crecer sobre bases sólidas.

 

Las reformas que se están introduciendo en la Isla deberían dejar los lastres ideológicos de ineficiencia detrás, y empezar a pensar en la nueva economía cubana que se tendrá que construir desde la base, tras la desaparición del régimen. La política de parches no sirve cuando el modelo se tiene que sustituir porque ya no da más de sí. Los antiguos países comunistas que han orientado sus economías hacia los derechos de propiedad, la libertad económica y el mercado como instrumento de asignación de recursos, confirman que la receta es altamente recomendable. Ahora que el régimen quiere inversión extranjera para la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, sería conveniente que se pensara en la capacidad de los cubanos para capitalizar recursos, invertir en activos y construir sus patrimonios de riqueza, en condiciones de respeto para los derechos de propiedad.

 

Una última reflexión. Con la obsesión por la inversión extranjera en las oportunidades económicas que se abren en la Isla, y el principio de exclusión a los cubanos, el régimen no se da cuenta de que muchos inversores recelan de ese apartheid al que se ven sometidos los cubanos. Precisamente, como ha confirmado la experiencia de otros países que han tenido éxito en la exposición de sus economías a la inversión internacional, una política de atracción de capital extranjero debe ir acompañada de una capacidad creciente de inversión por los nacionales, de modo que el proceso inversor puede ganar en sostenibilidad y conseguir con mayor eficiencia la transferencia de tecnología y de know-how que se deriva del mismo. Esa mutua relación en el proceso inversor no se da en Cuba, y al parecer, en las reformas del régimen no está prevista, salvo para las empresas estatales controladas políticamente. Mal asunto.

       

 

Los cantos de sirena

 Fernando Dámaso Fernández

 2 de diciembre de 2013

 

Las autoridades cubanas, en lugar de plantearse el desarrollo del país de forma diversificada, mediante la aplicación de la ciencia y la inteligencia al trabajo serio, sistemático y responsable, siempre lo han hecho a través de constantes improvisaciones, apostando a determinados factores coyunturales, que puedan resolverles todos los problemas de un tirón. O sea, acostumbran poner todos los huevos en una sola canasta. Así, en los primeros años, apostaron a la ayuda ilimitada de la Unión Soviética y, cuando surgieron algunas divergencias políticas con sus principales dirigentes, a la Zafra de los Diez Millones, la cual desorganizó todo el país, entronizó el caos económico como forma de gobierno y sentó las bases para la posterior liquidación de la industria azucarera. Fracasada ésta, reactivaron la apuesta y los especialistas soviéticos pasaron prácticamente a dirigir la economía, implantando en Cuba los Comités Estatales a imagen y semejanza de los existentes en su país, e incorporaron en la ayuda a los restantes países socialistas, agrupados dentro del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Fue la época del Mercado Centro, único para todo el país, de los mini mercados y de las tiendas con productos liberados a elevados precios, muy por encima de los salarios existentes.

 

Al desintegrarse el campo socialista, se dedicaron a la búsqueda acelerada de petróleo en el subsuelo nacional y en las aguas cercanas, hasta la milagrosa aparición del mecenas venezolano con sus grandes subvenciones, las cuales, sin embargo, nunca han alcanzado las cifras astronómicas anteriores, aportadas durante casi treinta años. Desaparecido físicamente éste, con una situación inestable que tiende a complicarse económica y políticamente en el país bolivariano, apresuradamente retomaron la búsqueda de petróleo, ahora en el fondo marino de las aguas del Golfo, con la participación de compañías extranjeras, las cuales, al no obtener rápidos resultados en las exploraciones, y ante la incertidumbre de sus inversiones, se han retirado.

 

Frente a la nueva incógnita, la apuesta ahora se concentra en la denominada Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), ubicada al oeste de La Habana, la que, según los principales dirigentes, a partir del año 2015, cuando entre en explotación la ampliación del Canal de Panamá, se convertirá en la solución de todos nuestros problemas económicos. Estos cantos de sirena ya los hemos escuchado repetidas veces y, al final, han sido sólo eso: cantos de sirena.

 

Lo interesante es que, en sintonía con estos flujos y reflujos dependientes del exterior, así se han comportado las pequeñas aperturas y cierres económicos interiores. Mientras se recibían las subvenciones socialistas, nunca se habló del trabajo privado ni se permitió, con la excepción del trabajo artesanal que, autorizado al principio en la Plaza de la Catedral, después fue perseguido y diezmado, transitando por la Calle G y la Calle Primera, ambas en El Vedado, hasta terminar ahora, amparado por el Historiador de la Ciudad, en los antiguos muelles San José, principalmente en interés del turismo extranjero. Terminadas estas subvenciones, se apeló al trabajo privado en pequeña escala (en unos pocos oficios rudimentarios) y se autorizó el Mercado Libre Campesino, los cuales duraron hasta la primera apuesta por el petróleo y la aparición del mecenas venezolano. Ante la insuficiencia de los recursos aportados por éste, se restableció el trabajo privado, ahora bautizado como trabajo por cuenta propia, se amplió la autorización de algunos oficios principalmente de corte medieval, se permitió la renta de habitaciones en viviendas particulares, se autorizó el trabajo agrícola en tierras en usufructo, se legalizó la compraventa de viviendas y de vehículos, se flexibilizaron los trámites migratorios y se aumentaron las capacidades en los denominados paladares, cafeterías, etcétera, dejando atrás las absurdas doce sillas. Desaparecido físicamente el mecenas, ante la incertidumbre de lo que podía suceder en Venezuela, se incorporaron algunos nuevos oficios, casi todos en el área de los servicios, y se produjeron flexibilizaciones de corte social. Ahora, con el sueño de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), regresan las restricciones y las prohibiciones, comenzando por las salas de 3D y las tiendas particulares. Es la historia de nunca acabar: un paso adelante y cinco atrás, actualizando a Lenin. Si no estaban autorizadas estas actividades, como alegan las autoridades y sus personeros, ¿por qué se permitió, a la vista de todos, que algunos ciudadanos invirtieran sus escasos recursos en ellas? Más que un problema político (se ha llegado hasta al absurdo de plantear, que las salas de 3D constituyen un problema de seguridad nacional) o económico (las tiendas particulares compiten ventajosamente con las estatales), parece un simple acto de maldad gubernamental contra los ciudadanos que dicen proteger, en cuanto foro internacional hacen uso de la palabra. Tal vez como compensación, irónicamente en estos días se incluyó entre las actividades autorizadas, la sumamente importante de cuidador de baño público. Ver para creer.

 

Todas estas arbitrariedades y otras muchas que de seguro se cometerán, tienen un denominador común: la inexistencia de un Estado de derecho. Al no existir éste, las autoridades actúan sin ningún tipo de control ciudadano, a su libre albedrío y de acuerdo, muchas veces, a sus estados de ánimo personales. Hasta que esta situación no se resuelva y volvamos a ser una República basada en leyes democráticas, el cuartito seguirá igualito.

 

 

Millonarios rusos vienen a hacer negocios

Tania Díaz Castro

13 de noviembre de 2013

 

El señor Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, dijo en la XXXI Feria Internacional de La Habana –FIAHV, celebrada del 3 al 9 de este mes- que la participación de numerosas delegaciones extranjeras demuestra que “nuestro país no está solo y que no hay bloqueo económico de potencia mundial que logre desviarnos de nuestro camino”.

 

¿Quiere esto decir que el régimen castrista dejará de pedir el cese del bloqueo, o embargo comercial, económico y financiero, impuesto por Estados Unidos a Cuba?

 

El embargo fue impuesto en octubre de 1960, cuando Fidel Castro ocupó ilegalmente las propiedades de ciudadanos norteamericanos y de compañías estadounidenses. En 1992, el embargo se convirtió en ley, cuando Castro se negara a dar pasos hacia la democratización y a mostrar respeto a la Carta Universal de los Derechos Humanos.

 

Transcurridos más de veinte años, la dictadura militar cubana continúa violando los derechos ciudadanos más respetados en el mundo y empobreciendo cada vez más al país.

 

En la calle, muchos se preguntan de qué han servido las treinta y una ferias de La Habana en busca de representaciones de países para comerciar con Cuba, si los cubanos continúan en la pobreza, subsistiendo con ingresos de mucho menos de un dólar al día, igual que los que habitan el sur del Sahara de África.

 

No se entiende eso de que numerosas empresas cubanas recibieran premios y menciones por muchos de sus productos exhibidos en la FIAHV 2013, mientras que en el propio periódico Granma, órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, casi a diario se critica la mala calidad de los productos y servicios del país.

 

Si la FIAHV 2013 acogió a empresarios millonarios rusos -hay más de veinte en ese país y una mujer, la señora Elena Baturina, esposa del alcalde de Moscú-, ¿por qué nada se sabe de los acuerdos comerciales que se hicieron con ellos?

 

¿Cómo olvidar que el 22 de febrero de este año el presidente ruso Dimitri A. Medvedev, en visita a la isla, firmó un convenio sobre la “regulación de la deuda de Cuba ante la Federación de Rusia, por los créditos otorgados en el período de la extinta URSS”?

 

¿Cómo olvidar que días después, el 22 de mayo, la presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, señora Valentina Matvienko, expresó a Granma: “Estamos contentos por haber encontrado una solución para la regulación de la deuda”.

 

Se dice que se trata de treinta mil millones de dólares, una cifra sobrecogedora.

 

¿Cómo entonces podrá pagarla la insolvente e ineficaz dictadura cubana? ¿Por qué no se le ha explicado al pueblo cuáles son los aspectos técnicos del acuerdo firmado por la señora Matvienko y la Asamblea Nacional de Cuba, “…para una pronta ratificación de la deuda y su aprobación en el Parlamento ruso”?

 

Nada se sabe. Sólo que el Consejero de Negocios de Rusia en Cuba, Vadím Tiemnikov, conmovido aparentemente en la TV, agradeció a las autoridades cubanas que celebraran el 96 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, a pesar de haberse desmerengado el socialismo, hace ya veintidós años.

 

Pese a la FIAHV 2013, Cuba seguirá siendo un país agobiado por la marginalidad, por la escasez de productos alimenticios de primera necesidad, con miserables salarios, con campos infestados de marabú, sin industria pesquera ni marina mercante, con la ganadería por el suelo, la peor industria azucarera de su historia, una cartilla de racionamiento obsoleta (idea de Lenin), y un dictador militar que pide al pueblo un cambio de mentalidad, aunque el pueblo todavía no sabe cómo diablos debe cambiar su mente.

 


Marabú, ¡gracias!

Alberto Méndez Castelló

11 de noviembre de 2013

 

No es tan malo como lo pintan. De invasor a defensor

 

“(…) con esta generosidad de las lluvias del año pasado y el actual, aproveché llegar aquí por tierra para ver que todo está verde y bonito, pero lo que más bonito estaba, lo que más resaltaba a mis ojos era lo lindo que está el marabú a lo largo de toda la carretera (…)”, decía el general Raúl Castro en la mañana del jueves 26 de julio de 2007 en Camagüey, reseñando así, con la sola mención de esta planta, el predominio de las tierras baldías en la improductiva agricultura cubana. Huelga decir que, desde entonces, el marabú pasó de vecino más o menos mal mirado, a enemigo número uno a nivel nacional.

 

Pero… ¿es el marabú tan malo como lo pintan?

 

Según el Dr. Juan Tomás Roig en Plantas medicinales, aromáticas o venenosas de Cuba (Editorial Científico-Técnica, La Habana, reedición 2012), el marabú, Dichrostachys glomerata (Forsk), es un árbol o arbusto de ramas espinosas, originario de África del Sur, introducido en Cuba probablemente después de la guerra de 1868, “propagado de tal manera en este país, que en todas las provincias constituye una plaga que ha inutilizado para el cultivo grandes extensiones de terrenos”.

 

Según un ecologista entrevistado, importantes especies de la fauna con alto valor cinegético se han salvado de la extinción gracias al refugio que constituyen los marabuzales. “Sin el marabú tendríamos menos codornices y gallinas de guineas de las pocas que ya tenemos hoy”, asegura.

 

“El marabú no es totalmente perjudicial, además de útil para leña y carbón, su madera es dura y hermosa, y su follaje, rico en proteínas, sirve de alimento al ganado; por otra parte, si no se están cultivando ni reforestando o forestando, es preferible que esas extensas zonas del país en lugar de permanecer descubiertas y sometidas a la erosión, estén cubiertas aunque sea de vegetación menos deseable”, dice un biólogo a este corresponsal.

 

El día en que se nacionalizaron las propiedades de compañías estadounidenses en la Isla, el director de una empresa ganadera-azucarera dijo a la periodista Dickey Chapelle para su reportaje Cuba, un año después, publicado por Selecciones del Reader’s Digest en febrero de 1960: “Precisamente acabábamos de sembrar miles de hectáreas de pastos importados. Si el gobierno deja de mantener las dehesas limpias de malezas espinosas, aunque sólo sea durante una temporada, los animales morirán. Cuba sufrirá por falta de carne, en vez de exportar carne, que era lo que nosotros estábamos a punto de hacer”.

 

En 1959, según la revista Economía y Desarrollo (no. 12, La Habana, 1972), la tenencia de la tierra en Cuba era de 8.522.276 hectáreas.

 

El director del Centro Nacional del Control de Tierras del Ministerio de la Agricultura, Pedro Olivera, dijo en noviembre de 2012 a la prensa oficial que en el 2008 “se tenían 1.200.000 hectáreas de tierras ociosas. Dos años después, se realizó el balance de actualización, debido a la incorporación de otras áreas y se obtuvo la cifra de 1.868.000 hectáreas, a las que se le sumaron 525.000 hectáreas más al termino de 2011”.

 

Respecto a la utilización de los suelos, el ministro de la agricultura, Rodríguez Rollero, dijo al periódico Juventud Rebelde el 30 de mayo de 2012: “A veces no tenemos mucha conciencia sobre cómo usar este recurso natural. Hacemos prácticas agrotécnicas incorrectas. Nuestros suelos son jóvenes, según los especialistas, pero los hemos maltratados”.

 

En Incendios forestales (Editorial Científico-Técnica, La Habana 2011), Acosta Romero y Paretas Fernández sitúan la erosión de los suelos agrícolas cubanos en el orden de 2,5 millones de hectáreas.

 

“Algunos estudios hidrológicos forestales en diversas condiciones de suelos, clima y vegetación del país indicaron que la cubierta forestal retiene más de 2,5 veces la humedad en el suelo que los cultivos agrícolas y pastizales. Así mismo, indicaron que en pastizales la evaporación o pérdida de agua en el suelo es de cuatro veces mayor que en el bosque”, afirma un colectivo de autores en Bosques de Cuba (Editorial Científico-Técnica, La Habana 2011).

 

“La cubierta vegetal es la mejor defensa natural de un terreno contra la erosión. Toda planta, desde la más minúscula hierba hasta el árbol más corpulento, defiende el suelo de la acción perjudicial de las lluvias, aunque naturalmente en forma y proporción diferentes; a ello se debe la feracidad de las tierras vírgenes que el hombre aprovecha en la producción de cosechas (…). Por otra parte, al morir y descomponerse la vegetación, aumenta el contenido de materia orgánica y de humus del suelo, y con ello la porosidad y capacidad de retención de agua de los terrenos”, dice Suárez de Castro en Conservación de suelos (1965).

 

Tal como dice el refrán, del mal, el menor. Los cubanos no tenemos cosechas, pero al menos, tenemos marabú. Cuando llevamos decenas de años maltratando nuestros suelos, esas espinas que ya están a la vista del general Raúl Castro son, a no dudarlo, las que preservan nuestra tierra para cuando seamos capaces de cultivarla sin dañarla, a ella y… a nosotros.

 

Quizás, en lugar de enemigo número uno, el marabú sea hoy el primer defensor de la fertilidad de los suelos cubanos, esos que por aquello del perro del hortelano, prohibimos cultivarlos a otros siendo incapaces nosotros mismos de labrarlos. En lugar de maldecirlo más nos valdría quitarnos el sombrero para decir: Marabú, ¡gracias!

 


Regreso al comercio del siglo XIX

Elías Amor

8 de noviembre de 2013

 

El régimen quiere reintroducir fórmulas de distribución comercial obsoletas por el avance de las tecnologías y el cambio en los patrones de consumo.

 

Cuando los “revolucionarios” llegaron a La Habana a comienzos de 1959 traían una idea preconcebida que pusieron en marcha de forma inmediata. Había que acabar para siempre con los intermediarios, los encargados de asegurar que los productos agrarios llegasen a los mercados. Unos profesionales que, en el caso de la economía cubana, habían alcanzado un notable grado de desarrollo y se preparaban para impulsar las formas más modernas del comercio. Conviene recordar por ejemplo, los antecedentes de las tiendas por departamentos Galerías Preciados o El Corte Inglés en aquella Cuba de mediados de siglo XX.

 

La distribución comercial fue confiscada de las manos privadas y pasó en un santiamén a depender del Estado, bajo el control de la JUCEPLAN y los burócratas del partido. La historia posterior es bien conocida, y ha sido uno de los dramas más infames del día a día de los cubanos. Resolver qué llevar a la mesa, superando colas, racionamientos, precios descontrolados y todo tipo de dificultades para una decisión tan sencilla en cualquier país del mundo como ir al supermercado y encontrar lo que uno busca.

 

Y ahora, después de haber destrozado la base de la distribución comercial existente en el país, y situar al otrora próspero y dinámico comercio cubano en una época próxima al paleolítico, el régimen, a bombo y platillo, anuncia en la Gaceta Oficial Extraordinaria número 35 “un nuevo reglamento (el enésimo) para diseñar y aplicar mecanismos de comercialización más eficientes de los productos agropecuarios, de manera experimental, en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque”.

 

Como si de un laboratorio se tratase, el castrismo elige tres provincias en las que han venido realizando distintos experimentos para comprobar si algunas de las medidas de los llamados “Lineamientos” funcionan. Sorprendente actitud, cuando realmente este tipo de prácticas no hace otra cosa que perder de vista el hecho, objetivo, de que la economía está formada por fuerzas interdependientes entre sí, cuya manifestación no se puede cercar o aislar. Los ajustes en los comportamientos de los agentes exigen que todos los sectores y ramas de actividad se encuentren relacionados para que los resultados tengan sentido y alguna racionalidad.

 

Es difícil que con esta decisión de aislar a La Habana, Artemisa y Mayabeque, vayan a conseguir algo. Tal parece que lo que quieren es perder tiempo en pruebas, análisis y ensayos para no adoptar las decisiones que realmente hacen falta, y que suponen el retorno de Cuba a los modelos económicos que existen en otros países del mundo.

 

Las mismas autoridades desconfían de la eficacia de las medidas cuando afirman que “no es de esperar tampoco que en el corto plazo solo con esta medida se incremente la oferta de los productos y se logre la tan ansiada disminución de los precios”. Tienen razón. Es más, no pienso que los productores puedan observar mejora alguna si les continúan obligando a vender parte de sus producciones al Estado y se mantienen los precios controlados en determinados productos. Con medidas parciales como éstas, no se pueden conseguir los objetivos planteados. O se avanza hacia la plena liberalización, o mejor es dejar todo como está.

 

Lo más lamentable de todo es que el régimen quiere reintroducir en la economía fórmulas de distribución comercial que ya se encuentran obsoletas por el avance de las tecnologías y el cambio en los patrones de consumo de la población. En una época de profundos avances en la distribución comercial, con el desarrollo de los centros comerciales, las redes de distribución bajo franquicia, el comercio electrónico y las grandes superficies, que el régimen castrista anuncie como “nuevas fórmulas que se pondrán en práctica para la red de mercados agropecuarios: mercados minoristas; puntos de venta; y trabajadores por cuenta propia, carretilleros o vendedores de productos agrícolas de forma ambulatoria”, no deja de ser una burla a todos los cubanos, y en general, al mundo entero. Vendedores ambulantes, “puestos en los mercados” como los que ofrecía Machado y más timbiriches.

 

Al final, parece que quieran regresar al paisaje comercial de los antiguos tiempos coloniales, cuando la Isla se encontraba poblada de jóvenes vendedores ambulantes que acudían a las casas o a los campos a vender la “cachurra”. No deja de ser un contrasentido histórico, que muchos de aquellos muchachos, inmigrantes españoles, que gracias al trabajo y al esfuerzo acabaron convirtiéndose en los prósperos distribuidores de la economía en los años 50, fueran víctimas del robo y la expropiación de sus negocios por aquellos que parecen querer empezar desde cero nuevamente. Sin duda, curioso.

 

La conclusión que se puede obtener de todo lo expuesto, es que el modelo de distribución comercial no se puede diseñar a golpe de reglamento o normativa administrativa. Lo reconocen las autoridades. Cuanta más restricción se imponga en la actividad que debe encargarse de trasladar los productos del campo a la mesa, más complicaciones surgirán para conseguir que el consumidor encuentre en los mercados lo que desea consumir. No hay que inventar nada nuevo. ¿Por qué no deshacerse de convicciones ideológicas que han mostrado su fracaso histórico? ¿Por qué no hacer la vida más fácil a los cubanos?

 

Simplemente, dejar que las fuerzas del mercado actúen libremente, y permitir que los emprendedores puedan llegar hasta donde su esfuerzo y tesón les lleve. En ese proceso, tampoco vendría mal contar con la participación del capital extranjero, que indudablemente sería muy beneficioso para la mejora tecnológica y la eficiencia del sector, así como la introducción de nuevas formas de distribución que supongan que la rudimentaria apuesta del castrismo por timbiriches y vendedores ambulantes no llegue a materializarse. Al final, serán fuerzas económicas fáciles de controlar, de mantener bajo el rígido ordenamiento político del régimen, incapaces de plantear una reivindicación alternativa y organizada. Ya lo han hecho con los cines 3D, y lo harán con quien haga falta para demostrar que no están jugando.

 

Mientras tanto, continuaremos viendo pasar el tiempo sin grandes esperanzas de cambio. Los cubanos seguirán acudiendo a los mercados en busca de alimentos que no encontrarán, o por los que tendrán que pagar precios muy elevados en la nueva moneda unificada. Al otro lado de la cadena de distribución, habrá agricultores sin incentivos para producir más, porque verán como sus cosechas se quedan abandonadas en los campos al no existir un distribuidor eficaz, sino uno cuyas dimensiones y escala de operaciones se encontrará restringida por el Estado; o no les compensarán los precios que paga la administración burocrática. El paisaje sigue siendo bastante deprimente, y no ofrece señales de mejora. Tal vez ese sea el destino de los llamados “Lineamientos”. Dejar que pase el tiempo.

 

 

Del éxodo a los negocios:

Cuba abre al mundo el puerto de Mariel

Isaac Risco y Daniel García Marco

6 de noviembre de 2013

 

El puerto de Mariel fue una vía de salida y ahora lo será de entrada. Más de treinta años después de que 125.000 cubanos abandonaran su país rumbo a Estados Unidos, el gobierno de la isla espera que por esas mismas aguas llegue una inversión extranjera que revitalice la economía.

 

La renovación del puerto, situado unos 45 kilómetros al oeste de La Habana, es considerada como una de las “obras más importantes” de los últimos años en Cuba.

 

Con el objetivo de atraer compañías y capital extranjeros, el gobierno de Raúl Castro ofrece beneficios fiscales y asegura que las empresas “no podrán ser expropiadas”, pero expertos y potenciales inversores miran aún con escepticismo el megaproyecto que ha contado con una fuerte inversión de Brasil.

 

Habrá “plena protección y seguridad en el territorio nacional” para las empresas, aseguró el martes el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de la isla, Rodrigo Malmierca, frente a varios empresarios y diplomáticos extranjeros en La Habana.

 

 

“La inversiones extranjeras no pueden ser expropiadas”, enfatizó durante la actual edición de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2013), donde calificó también la proyectada zona económica especial como “la llave del Golfo de México”.

 

La llamada Zona de Desarrollo Especial de Mariel (ZDEM), similar a las zonas francas que impulsaron el desarrollo económico chino a finales de los 70, abrió sus puertas a la inversión extranjera oficialmente el 1 de noviembre. El proyectado parque industrial comprende 465,4 kilómetros cuadrados.

 

Bajo el gobierno de Raúl Castro, la isla está realizando en los últimos años una serie de reformas económicas con elementos de mercado tras décadas de monopolio estatal.

 

Después del triunfo de la revolución de 1959, el ex presidente Fidel Castro impulsó las expropiaciones primero de los grandes latifundios de empresarios de Estados Unidos, para poner después paulatinamente toda la economía en manos estatales. Ahora, sin embargo, se ofrecerán exenciones fiscales.

 

Mariel, el puerto que saltó a la fama por el éxodo masivo de 1980, es uno de los nuevos proyectos económicos del nuevo rumbo del “raulismo”. Más de 30 años atrás, unas 125.000 personas, los llamados “marielitos”, dejaron la isla rumbo a Estados Unidos, en la que se convirtió en una de las peores crisis migratorias entre Washington y La Habana.

 

“Ésta es la obra más importante que ha iniciado Cuba en los últimos años”, subrayó el martes Ana Teresa Igarza, la directora de la oficina abierta especialmente para regular y agilizar la llegada de capitales extranjeros a Mariel.

 

Las principales dudas de los posibles inversores pueden girar en torno a la contratación de la mano de obra. El personal local será contratado a través de una agencia del Estado cubano, una práctica habitual desde que la isla se abrió al capital extranjero en los 90.

 

“Ahí está de nuevo el asunto de la remuneración de esa mano de obra, que va a beneficiar sobre todo al gobierno y no al trabajador promedio”, apuntó a la agencia dpa recientemente Jorge Duany, director del Cuban Research Institute de la Florida International University.

 

“Para nosotros en Cuba es muy importante el componente laboral y la protección del trabajador”, justificó Igarza en La Habana las funciones de la agencia empleadora. En Mariel, sostuvo, las agencias empleadoras ya no serán “lucrativas”, sino que cubrirán casi únicamente sus gastos de funcionamiento. “El trabajador podrá percibir mejor salario”, aseguró.

 

Otra de las dudas la plantea la aún pendiente reforma monetaria en la isla, donde rigen dos monedas desde los 90. El gobierno de Raúl Castro anunció hace poco la unificación paulatina del peso convertible (CUC), equivalente al dólar y con el que operan las empresas extranjeras, y el peso cubano (CUP), en el que se pagan los salarios estatales. El proceso no tiene sin embargo fechas concretas.

 

“Es una medida que se convierte en un compás de espera”, consideró Emilio Morales, presidente de la firma de asesoría The Havana Consulting Group en Miami. “Cuando sea efectiva van a bajar las ganancias de estas empresas, (el tema) no está resuelto, está por resolver”, expresó las dudas sobre el megaproyecto.

 

 

Unificación monetaria: causas y límites

Dimas Castellanos

4 de noviembre de 2013

 

El camino para salir de la crisis está claro, lo que falta es voluntad política para transitarlo

 

Entre las reformas parciales del gobierno de Raúl Castro se anunció la puesta en vigor de un cronograma de medidas para eliminar la dualidad monetaria, implementada a raíz de la pérdida de los subsidios soviéticos. Una mirada retrospectiva al tema ayuda a identificar algunas de las causas y limitaciones del  anunciado cronograma.

 

En el período comprendido entre las dos grandes guerras de independencia que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XIX cubano, la Isla se convirtió en el primer país en arribar al millón de toneladas de azúcar, de la cual más del 90% se exportaba hacia Estados Unidos. Ello permitió al país vecino imponer a España el tratado de reciprocidad comercial conocido como Bill Mc Kinley, mediante el cual se estableció la libre entrada de azúcar cubana a esa nación. De forma simultánea se desarrolló una alta concentración de la propiedad agraria, especialmente en compañías norteamericanas. En esa condición de dependencia económica, al cesar la dominación española el gobierno de ocupación introdujo el dólar como patrón monetario básico, el cual se fue imponiendo hasta la desaparición de las monedas restantes (francesa, española, mexicana), lo que explica la presencia del dólar en los primeros años de  la República nacida en 1902.

 

En ese contexto, con el propósito nacionalista de disminuir la dependencia respecto al dólar norteamericano, el gobierno del general Mario García Menocal dictó en 1914 la Ley de  Defensa Económica, la cual dio nacimiento a la moneda nacional. Esa ley estableció un patrón de oro como unidad monetaria con el mismo peso y ley que el dólar. Así, de una decisión nacionalista, emergió la primera versión de dualidad monetaria en Cuba, que duró hasta los años 50 del pasado siglo.

 

De forma diferente, en 1991, la desaparición de la Unión Soviética provocó la pérdida de las enormes subvenciones basadas en relaciones ideológicas, las cuales solaparon durante décadas la ineficiencia del modelo cubano. Ese hecho, unido a la depresión en los precios del azúcar, condujo al país a una profunda crisis estructural bautizada con el eufemismo de Período Especial en Tiempos de Paz. En respuesta a la crisis, el gobierno cubano, en lugar de emprender una reforma profunda dirigida a lograr una economía propia y eficiente, definió una estrategia dirigida a salvar al modelo y conservar el poder. Con ese fin introdujo varias medidas  coyunturales.

 

En 1993 se crearon las Unidades Básicas de Producción Cooperativas, mediante las que se les entregó una parte de las tierras ociosas del Estado a los trabajadores en condición de usufructo; se autorizaron los mercados campesinos y el trabajo por cuenta propia; se dio la entrada al turismo y a la inversión extranjera; se admitieron las remesas familiares del exterior; se despenalizó la tenencia del dólar y, en 1994, se autorizó su libre circulación, dando lugar a la actual dualidad monetaria.

 

Como puede apreciarse, la dualidad monetaria introducida en 1914 fue motivada por razones diametralmente opuestas a la ocurrida en 1994. La primera creó e introdujo la moneda nacional paralela al dólar, la segunda legalizó al dólar paralelo a la moneda nacional.

 

El camino y la voluntad política

 

Las causas que condujeron a la dolarización en 1994 tienen su raíz en las primeras medidas revolucionarias, cuyo fin declarado era la desaparición de todas las relaciones mercantiles y, con ellas, del dinero. En 1960 se nacionalizaron todas las entidades bancarias nacionales y extranjeras que existían en Cuba, en 1961 se centralizaron en manos del Estado, mientras la dirección de esas actividades se puso en manos de los revolucionarios procedentes de la lucha armada. Así ocurrió con figuras cuya concepción de la economía difería de las del líder de la revolución, como ocurrió con el economista Felipe Pazos Roque, fundador y primer presidente del Banco Nacional de Cuba desde su fundación en 1948, quien a pesar de renunciar a esa responsabilidad por su posición contra el Golpe de Estado de 1952 y ser nombrado nuevamente al frente de esa institución en 1959, fue sustituido unos meses después por el comandante Ernesto Guevara.

 

La marcha del proceso fue más o menos la siguiente: se introdujo el dólar en 1994; se creó el peso convertible (CUC), una segunda moneda nacional como alternativa al dólar y con el mismo valor que éste; en 2004 se eliminó la circulación del dólar; luego se impuso un impuesto al dólar del 10% y se revaluó el CUC con relación al dólar en un 8%; en marzo de 2011 se retomó el valor original de uno a uno pero se mantuvo el impuesto del 10%. En resumen, se mantuvo la dualidad gracias a la cual Cuba es el único país del mundo con dos monedas nacionales, ninguna de las cuales es realmente convertible.

 

La dolarización y la dualidad monetaria, además de multiplicar la diferenciación social, aumentaron la pérdida del poco valor que ya tenía el peso cubano, una de cuyas manifestaciones fue la inflación expresada en los precios del mercado negro, en la disminución de los menguados salarios y en el desestímulo a la producción.

 

La moneda cubana, representación del dinero, perdió o disminuyó sus funciones como medida de valor, instrumento de adquisición de bienes, medio de atesoramiento, instrumento de liberación de deudas y medio de pago. Por ese resultado la unificación monetaria, si bien constituye un paso imprescindible para el actual o para cualquier otro Gobierno, no resolverá  la actual crisis estructural, debido a que la moneda cubana no está respaldada por el Producto Interno Bruto, es decir, por la suma de los bienes y servicios que le permitan reasumir sus funciones y equipararse a las monedas foráneas.

 

La salida está en priorizar la eficiencia productiva, para lo cual se requiere de la inversión nacional y extranjera, que provea al país de capital, tecnología y mercados, lo que a su vez exige una nueva Ley de Inversiones y la elevación de los salarios actuales, que no alcanzan para cubrir más de la tercera parte de las necesidades básicas.

 

Pero como solo se puede distribuir lo que se produce, el Gobierno se enfrenta a una compleja contradicción: sin aumentos de salarios los cubanos no están dispuestos a producir y sin producción es imposible elevar los salarios, por lo que la unificación monetaria por sí sola resultará fútil.

 

En fin, que continúa en falta un proyecto integral que incluya la descentralización de la economía, permita la formación de una clase media, destrabe los obstáculos que frenan la producción y restituya los derechos y libertades ciudadanas. El camino está claro, lo que falta es la voluntad política para transitarlo.

 

 

Cuba, una ventana que se abre hacia afuera

Leonardo Padura

30 de octubre de 2013

 

El año 2014 debe iniciarse para la economía cubana con la apertura de las primeras instalaciones de la llamada Zona Especial de Desarrollo Económico ubicada en el modernizado Puerto del Mariel, una bahía ubicada unos 70 kilómetros al oeste de La Habana.

 

Un puerto para contenedores, grandes almacenes, una zona franca, industrias creadas con capitales foráneos y condiciones avanzadas de infraestructura, entre otros, serán los beneficios de este polo comercial e industrial, el más importante del país y desde ya considerado la principal ventana cubana al mundo de las importaciones y exportaciones.

 

Desde el instante en que el Puerto del Mariel sea operativo comenzarán a hacerse definitivos el desmontaje y la renovación de la histórica rada habanera, que espera convertirse en una marina para yates y cruceros, sobre todo cuando las restricciones del bloqueo/embargo estadounidense, sostenido por más de medio siglo, permitan a viajeros y naves del país vecino atracar en las costas cubanas.

 

La modernización y montaje de las instalaciones del Mariel han estado financiados, en lo esencial (640 de los 900 millones de dólares invertidos), por un préstamo obtenido gracias a un convenio intergubernamental firmado entre Brasilia y La Habana.

 

El hecho de que Brasil y sus empresas hayan decidido realizar la obra y la inversión de alguna forma adelanta su interés por tener un espacio comercial y productivo en ese punto privilegiado de la geografía caribeña, en la entrada del Golfo de México, frente a las costas estadounidenses y en vísperas de hacerse efectiva la ampliación del calado del también cercano Canal de Panamá (2015), que desde entonces podrá recibir buques de mayor tonelaje.

 

La gran interrogación respecto del destino del Mariel radica en saber quiénes y bajo qué condiciones pondrán sus inversiones en esa zona de desarrollo, en la que se espera haya instalaciones no solo portuarias o de almacenaje, sino también industriales.

 

Mucho se ha hablado respecto de la necesidad de que el gobierno cubano declare al fin si modifica sus relaciones legales con el capital extranjero. Ya en julio de 2012 se hizo el anuncio oficial de que para fines de aquel año entraría en vigor una nueva ley de inversiones, que vendría a sustituir el instrumento legal aprobado en 1995 (Ley 77).

 

Pero la expectativa creada aún no ha tenido respuesta definitiva, mientras en la realidad lo que ha ido ocurriendo es que a mediados de 2013 operaban en la isla 190 negocios de capital mixto entre el gobierno cubano y entidades privadas extranjeras, lo que equivale a la mitad de los que hubo en 2000.

 

Según un reportaje recientemente leído, del cual tomo las cifras anteriores, un viceministro cubano de Comercio Exterior ha afirmado que “está en proceso la evaluación de una política general y sectorial que acompañe al fomento de esta inversión extranjera y, aunque no está prevista la modificación de la ley, sí podrán actualizarse determinadas normativas”.

 

O sea que por ahora no habrá nueva ley y que la Zona Especial de Desarrollo Económico del Mariel moverá su destino y posibilidades bajo una regulación que en los últimos años ha espantado a más inversores de los que ha atraído, según la más simple de las operaciones aritméticas.

 

No obstante, por sus características especiales, el Mariel podría regirse por unos mecanismos legales diferentes, que quizás figuren entre las normativas que se actualizarían.

 

Las transformaciones económicas emprendidas por el gobierno de Raúl Castro, programadas en los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista (2011), han ido modificando ciertas estructuras y fundamentos de la economía cubana.

 

Se han revitalizado el trabajo por cuenta propia, la creación de cooperativas agropecuarias y de servicios, la apertura de pequeños negocios privados, con lo cual han mejorado algunos servicios, la gastronomía, algo del transporte de pasajeros, un poco la producción de alimentos…

 

Pero por su menguado nivel de incidencia en la macroeconomía, esos cambios no han conseguido, ni conseguirán, convertirse en un motor para acelerar el desarrollo de un país urgido de eficiencia, productividad, modernización de toda su infraestructura, liquidez y acceso a finanzas, es decir, los elementos capaces de generar riqueza palpable y, con ella, una mejoría en los niveles de vida de una población que vive desde hace casi un cuarto de siglo con salarios deprimidos que no le permiten satisfacer todas sus necesidades básicas, incluida la alimentación.

 

En varias ocasiones altos cargos del gobierno y el Estado cubano han advertido que las más importantes modificaciones económicas están por llegar. Pero la promesa tiene un contenido desconocido y una fecha de ejecución incierta.

 

Si la anunciada nueva ley de inversión extranjera finalmente no se aprueba de un modo que sea capaz de atraer al capital foráneo, resulta difícil imaginar quiénes estarán interesados en invertir en Cuba, incluso en la zona de Mariel.

 

Además de las empresas brasileñas, chinas y rusas que previsiblemente están cerca de esta inversión, solo el factor geográfico y la esperanza de cambios futuros no parecen ser ya suficientes atractivos para unos empresarios que, al llegar a Cuba, tendrían problemas incluso para comprar un vehículo ligero para el traslado de ejecutivos y empleados.

 

Y como asignatura pendiente quedaría saber qué espacio tendrán en toda esa estructura que se abre las personas naturales cubanas -es decir, los cubanos de Cuba-, para quienes otra vez, según lo leído, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel podría ser fuente de empleo… pero no de inversión.

 

 

El país importa arroz que podría producir

Osmar Laffita Rojas

31 de octubre de 2013

 

De las cerca de 700 000 toneladas de arroz que consumió la población cubana el año pasado,  400 000 se importaron de Vietnam, Brasil y los Estados Unidos. Como la tonelada de arroz se cotiza en el mercado mundial a 500 dólares, el gobierno cubano tuvo que erogar 200 millones de dólares para la compra de este alimento.

 

Hace dos años, la producción de arroz atravesaba una aguda crisis en Cuba. Había grandes dificultades en la recolección, debido al avanzado deterioro de la maquinaria agrícola, la carencia de medios de trasportación del grano y el total abandono de los  caminos. Provocaba grandes pérdidas  no poder recoger el arroz cuando estaba en su plena maduración.

 

Los pocos secaderos, molinos, silos y almacenes existentes, en su gran mayoría estaban en condiciones lastimosas, por los muchos años sin mantenimiento. Por la limitada capacidad industrial y de almacenaje, algunas provincias se veían obligadas a trasladar el grano cosechado para aquellas que contaban con secaderos y molinos para procesarlo, con el consiguiente gasto de combustible, salarios, etc.

 

Toda esta situación trajo como resultado las bajas producciones que no satisfacían las necesidades de la población. El déficit en la producción de arroz fue compensado con el que se importaba del exterior.

 

Pero desde mediados de 2011, el Ministerio de la Agricultura emprendió un proceso de inversión y reconversión para revertir la situación. Para ello, el Estado  destinó cuantiosos recursos para la compra de maquinarias agrícolas y medios para la trasportación del grano. Se emprendió un proceso de construcción de nuevos secaderos, molinos, silos y almacenes, mientras los existentes eran sometidos a reparaciones capitales y procesos de modernización.

 

De igual manera, se emprendió la rehabilitación de canales de riegos y caminos.

 

Tenemos el caso de la nueva derivadora del río Guamá, en Pinar del Rio, la cual, con la presa El Punto, en el municipio  Consolación del Sur, garantizará la irrigación del macizo arrocero de Vuelta Abajo, por medio de un sistema de canales de más de 20 kilómetros.

 

Desde el pasado año, el cultivo de arroz en Cuba ha experimentado cambios positivos. Las provincias Pinar del Río, Villa Clara y Cienfuegos reportaron, en las siembras de frio y primavera, 34 934 hectáreas cosechadas. La entrega a tiempo de fertilizante, herbicidas, combustible, más el uso racional del agua, entre otros aseguramientos, posibilitó que estas tres provincias reportaran en el presente año una producción de 38 000 toneladas arroz húmedo, lo que representa un aumento de 35%, en relación a lo cosechado por dichas provincias en el pasado año.

 

En  Villa Clara se edifica un molino que procesará 200 toneladas de arroz diarias, y se construyeron tres silos de 1000 toneladas de capacidad cada uno, así como un almacén con capacidad para 1 800 toneladas. Con tales inversiones, el próximo año la provincia podrá poner fin al traslado diario de 250 toneladas de arroz húmedo a Sancti Spíritus y Matanzas para procesarlo industrialmente.

 

Pero no todo marcha sobre ruedas. Como consecuencia de los incumplimientos de la Empresa de Servicios Aéreos en los planes de siembra de arroz, la tardanza en la aplicación de fertilizantes, herbicidas e insecticidas, en Los Palacios, provincia de Pinar del Río, provocó graves afectaciones a la producción del presente año. Se dejaron de producir 39 7000 toneladas de arroz y hubo una disminución significativa en los rendimientos por hectáreas.

 

Los directivos de la aviación agrícola plantean que su prioridad no son las empresas arroceras, sino la fumigación contra los mosquitos en La Habana, en los polos turísticos de Cayo Coco, Cayo Largo y en la ciudad de Pinar del Río.

 

ramsetgandhi@yahoo.com


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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Hace cuarenta y cinco (45) años, el 26 de julio de 1968, Fidel Castro declaró: “Hablábamos recientemente del incremento acelerado de nuestra producción arrocera, que para 1971 no tendremos necesidad de importar arroz y, sin embargo, sépase que para molinar todo el arroz que va a producir el país en 1970 se necesitarán muchos más molinos de los que tiene el país”.

 

 

Economía bonsai o la inflación que se avecina

Miriam Leiva

30 de octubre de 2013

 

“La discusión sobre la existencia de dos monedas en Cuba se acrecienta.  El tema es de los más controvertidos actualmente y de los que produce mayor disgusto entre la población”.  Esto que escribió el economista independiente Oscar Espinosa Chepe en marzo de 2008 mantiene plena vigencia. El 19 de octubre pasado, el Consejo de Ministros acordó poner en vigor un cronograma de ejecución de las medidas para la unificación monetaria y cambiaria, de acuerdo con el Lineamiento No.55 de la política económica y social, aprobado en el VI Congreso del PCC, según informaron los medios nacionales.

 

Los cubanos cobran sus escuálidos salarios y pensiones en el peso corriente (CUP), pero tienen que adquirir hasta los productos de primera necesidad en las carísimas tiendas estatales de venta en divisas, a razón de 25 CUP por 1 CUC en las casas de cambio (CADECAS). La pensión media mensual fue 249,65 pesos en 2011, y el salario medio mensual  466 pesos en 2012, según la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba. La divisa se obtiene mediante las remesas de los familiares residentes, fundamentalmente en Estados Unidos; trabajos vinculados al turismo o entidades extranjeras; en pequeña escala como estímulo en las empresas estatales, además de actividades ilegales.

 

En el camino hacia la salida de la crisis económica en Cuba y la eliminación de la doble moneda, desde hacía años, Oscar Espinosa Chepe recomendaba la entrega de tierra para la explotación por los campesinos individuales que han demostrado su superioridad a las otras formas de producción. Además, entendía que debían abrirse amplias posibilidades a la iniciativa privada, no sólo a través de un vasto sector cuentapropista, sino también de verdaderas cooperativas, así como de las pequeñas y medianas empresas (PYMES).  Ambas medidas incrementarían la economía personal, al tiempo que contribuirían a volver a emplear  a más de un millón de trabajadores que el gobierno considera superfluo y a liberarlas de los pequeños chinchales con servicios deficientes y difícilmente controlables; disminuir la burocracia, aumentar  la productividad del trabajo, estimular la producción, favorecer el abastecimiento, la disminución de los precios y la calidad de productos y servicios.

 

Entre otras consecuencias nocivas de la dualidad monetaria, Chepe señalaba la doble contabilidad y las distorsiones, al no existir tasas reales de cambio a nivel comercial; fuentes de una elevación notable de los costos de gestión, sin lograrse la determinación  exacta de la situación económica a nivel micro y macroeconómico. Consideraba que la doble circulación monetaria es una consecuencia del desbarajuste que ha sufrido la economía cubana y no podrá resolverse de forma aislada, separándola del contexto de los problemas nacionales.  De hacerse unilateralmente, las consecuencias podrían ser peores, en especial por crearse un proceso inflacionario de significativas magnitudes, con daños relevantes a los sectores sociales más débiles.

 

Por consiguiente, se requiere un proceso de  reformas estructurales integrales, gradual pero constante; que incluya transformaciones radicales de conceptos obsoletos, en especial en relación con la propiedad, incluida la revalorización del salario. La creación de un peso fuerte como moneda única deberá responder al incremento de la oferta de productos y servicios con precios razonables.  Sin embargo, no se podrá lograr solamente a través del incremento productivo, sino también paralelamente deberá actuar una política financiera adecuada que equilibre de forma gradual los ingresos y los gastos de la nación sin causar sufrimientos innecesarios a la población.  Por otra parte, deben crearse condiciones para la inversión extranjera.

 

Los pasos dados por el gobierno en los últimos años incluyen muchos de los aspectos antes mencionados. Sin embargo, las medidas son muy limitadas e insuficientes;  las actividades independientes permitidas son pocas, de escaso impacto en la economía del país y enfocadas a que el privado no pueda crecer, o sea que tenga una “economía bonsái”; se mantiene un férreo control con prohibiciones, altos impuestos, inexistencia de un adecuado mercado mayorista y otras dificultades, al tiempo que se procura su manipulación  mediante cooperativas y la sindicalización.

 

El gobierno anunció que el proceso de unificación monetaria comenzará con  las personas jurídicas y posteriormente se aplicará a las personas naturales. Especialistas calculan que durará 2  años.  Entre los principales problemas están la contabilidad no confiable en una cantidad grande de empresas estatales y la rampante corrupción, que se empeña en descubrir o disminuir la Contraloría General de la República.

 

Al parecer, las autoridades informaron tempranamente  -a fin de moldear el estado de opinión de la población exasperada por los altos precios-  la carencia de CUC y la camisa de fuerza a su creatividad para incrementar legalmente sus escasos ingresos. No obstante, existe gran preocupación entre los cubanos, e incluso las empresas extranjeras asentadas en Cuba, sobre las medidas y el tipo de cambio que se establezca.

 


Incertidumbre en Cuba: la unificación monetaria

podría provocar una fuerte devaluación

24 de octubre de 2013

 

La escueta información brindada por el gobierno de Raúl Castro ha despertado todo tipo de hipótesis sobre su aplicación y sus consecuencias. Infobae consultó a economistas, que respondieron los distintos interrogantes

 

El gobierno de Raúl Castro anunció el fin de la doble moneda que regía para la economía de la isla desde 1994. Con esta decisión, informada a través de una nota oficial en el diario Granma, entra en vigor un “cronograma de ejecución de las medidas que conducirán a la unificación monetaria y cambiaria”.

 

La resolución aparece en un contexto de reformas que se han tomado desde el año 2010 en el sentido de una tímida apertura económica y que incluyen la posibilidad de desarrollar el cuentapropismo, los viajes al exterior, la entrega de algunas tierras a privados y una nueva reforma tributaria.

 

Hasta el momento, en Cuba rige un sistema de doble moneda que es único en el mundo y que consiste en una moneda convertible a dólar (CUC) que está en manos de una pequeña porción de la población vinculada con el turismo y con las pocas empresas extranjeras que existen en la isla, y que sirve para adquirir productos importados. La otra, denominada CUP, con la que la mayoría de los cubanos cobran sus salarios y adquieren servicios y bienes básicos. Un CUC es equivalente a 24 CUP. 

 

Infobae consultó a economistas y, a partir de sus respuestas, pudo saber que por el momento existen más dudas que certezas. Aunque la decisión ya había sido tomada en el último congreso del Partido Comunista Cubano, la escueta información brindada por el gobierno de los Castro ha favorecido las especulaciones en torno a la forma en la que esta medida será aplicada y también en relación con sus efectos.

 

¿Cómo se aplicará la unificación?

 

Jorge Sanguinetty, miembro fundador y ex presidente de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE), explicó que lo más probable es que ésta se lleve adelante eliminando el CUC y que quede para la circulación únicamente la moneda local (CUP), aunque posiblemente con otro nombre.

 

Sanguinetty se mostró escéptico ante la posibilidad de una revalorización del peso: “No hay forma de un esquema convertible, ni de una revaluación del peso. Eso no tiene ningún sentido. Lo que se debe hacer es reconocer la devaluación real que existe, a través de la reforma monetaria”.

 

“Puede que el peso deba estar 30 a 1, o 40 a 1 con relación al dólar, a diferencia de los 24 a 1 que está actualmente”, detalló el economista.  

 

Enrique Kawamura, director del Programa de Maestría del Departamento de Economía de la Universidad de San Andrés, también expresó dudas en torno al mecanismo de unificación monetaria.

 

“La anunciada unificación plantea algunos interrogantes que, de acuerdo a la información disponible, solamente pueden ser respondidos hipotéticamente apelando a experiencias previas y a la literatura sobre unificación de mercados cambiarios”.

 

Kawamura también se refirió a la posibilidad de un único peso convertible y lo comparó con el caso argentino al comienzo del mandato del presidente Carlos Menen.

 

“El plan de Convertibilidad preveía una primera devaluación importante de la unidad monetaria argentina de entonces (el austral) como paso previo a la convertibilidad. Sin embargo, no parece probable que los Castro intenten mantener un régimen cambiario fijo después de experiencias como la argentina”.

 

Julio Gambina, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas de Argentina, opinó sobre el tema y aunque admitió que no se conocen los detalles del proceso debido a la complejidad de la puesta en marcha de la medida, afirmó que lo que se eliminará es el CUC.

 

“Esto supone la exclusiva circulación de la moneda nacional, lo que favorece a toda la población, aun cuando, para adquirir algunos bienes, se deberá tener suficientes ingresos para compensar la paridad 1=24”.

 

No está de acuerdo con ellos Pedro Silva Barros, economista representante del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada brasileño en Caracas.

 

“En Cuba existen dos economías, la de la mayoría de los cubanos, que viven de sus sueldos y cobran en la moneda nacional, y la del turismo, las empresas internacionales, etc., que utilizan la moneda convertible. La tendencia es a que desaparezca la moneda nacional (CUP) y que haya un acercamiento a la convertible (CUC), ya que los grandes negocios se realizan en esa moneda”, afirmó el especialista.

 

¿Cuáles son las consecuencias de esta medida?

 

Sanguinetty se muestra pesimista sobre la eliminación de la doble moneda: “Por sí sola, no ha de mejorar sustancialmente las perspectivas de crecimiento económico. No mientras el Gobierno persista en la planificación central y el predominio de las empresas estatales”.

 

Sin embargo, el economista rescató algún aspecto: “Lo positivo de la eliminación del CUC es que facilitará todas las transacciones, no sólo para las empresas, sino también para el propio Estado cubano. Lo negativo será que los precios se irán por las nubes y, con eso, la depreciación de la moneda se hará más visible”, explicó.

 

A su vez, el economista descartó que con esta decisión se habilite la libre circulación de dólares en el país: “No creo que exista ahora la libre circulación de dólares. Quizás permitan que se cambie libremente pero se multe la tenencia. Cuando yo abandoné Cuba, si te encontraban US$ 5 en el bolsillo, te daban 5 años de cárcel”.

 

“Las consecuencias de la unificación monetaria son favorables, ya que se trata de una demanda de la población para terminar con el doble rasero que suponía el acceso al CUC de una parte minoritaria del pueblo”, afirmó Gambina, optimista con relación a las consecuencias de la medida de cara a la población cubana.

 

El brasileño Silva Barros, por su parte, detalló una cantidad de efectos, como la quita de subsidios a los alimentos, la apertura de la inversión extranjera y las dificultades que representaría en lo inmediato para la vida de los cubanos.

 

“La eliminación de la doble moneda cobra sentido con la eliminación de los subsidios a los alimentos, cuestión que aunque no fue anunciada formalmente, se viene discutiendo en la isla desde hace un tiempo. Con esto, la economía pesificada tiende a perder peso”, explicó.

 

A su vez, se refirió a las posibilidades que abriría esta decisión a la inversión extranjera, ya que a partir del momento de su aplicación, el mercado interno cubano tendería a crecer y a ganar dinamismo.

 

Sin embargo y a pesar de las consecuencias a más largo plazo, Silva Barros consideró que así como están las cosas, “la medida dificultará la vida de los cubanos”.

 

“El único motivo por el que no lo hará, es porque vendrá acompañada de una serie de estímulos a los emprendimientos individuales, para los que habrá mayor libertad”, aclaró el economista.

 

¿Cuáles son los plazos?

 

Los tiempos en que estas reformas empezarán a sentirse en la economía de los cubanos son desconocidos por los economistas e incluso por los propios habitantes de la isla. Algunos especulan con 18 meses, aunque hay quienes, basándose en el anuncio oficial que estipuló un cronograma, hablan de hasta 5 años.

 

La historia

 

La doble moneda se implementa en Cuba ante la desaparición de los subsidios de la Unión Soviética a Cuba cuando la primera se desintegra a principios de los noventa.

 

Los subsidios soviéticos habían cubierto la gran brecha entre la oferta y la demanda desde 1959, hasta que Gorbachov anunció la incapacidad de seguir manteniéndolos.

 

En ese contexto fue que Fidel Castro se vio obligado a tomar medidas de emergencia, para crear nuevas fuentes de ingresos externos: el turismo internacional, remesas de dinero de cubanos exilados e inversiones extranjeras. Con la ola de nuevos turistas, los dólares comenzaron a circular en Cuba, como propinas en hoteles o pago por servicios personales, a pesar de que su circulación estaba estrictamente prohibida.

 

El Gobierno entonces decidió capturar esos dólares por medio de una nueva moneda. Así surgió el peso convertible o CUC, que ahora, casi veinte años después, podría desaparecer.

 


La reunificación monetaria

y la credibilidad de la economía castrista

Elías Amor

23 de octubre de 2013

 

La credibilidad de una economía se gana con hechos. Los gobernantes tienen una responsabilidad fundamental en la definición de un horizonte de estabilidad, predecible, al que se refieren los comportamientos de los agentes económicos. La regulación de una economía, los sistemas de impuestos y de gastos, las funciones de asignación de recursos y distribución que se reservan los gobiernos, tienen que basarse en la prudencia y en el objetivo de credibilidad.

 

El régimen castrista rara vez ha hecho bien los deberes. Sus decisiones en materia económica, desde que se lanzaron los llamados Lineamientos dejan mucho que desear a los analistas y observadores de esa maraña de disposiciones, actuaciones, medidas y demás, que vienen inundando las páginas de la Gaceta Oficial. Como si una economía se pudiera activar a golpe de leyes, decretos y normas, el régimen de los Castro ha decidido, a través de una escueta nota oficial en su periódico Granma, iniciar un proceso para avanzar hacia la unificación monetaria.

 

De la nota de Granma poco más podemos saber. Se habla de un cronograma, pero no se indica cuál es. Las personas jurídicas y naturales serán las primeras que se verán sometidas a los principales cambios. Tal vez porque sean las más fáciles de controlar y las que están más cerca del CUC. Cuentapropistas y cooperativas no agrarias se verán por tanto condicionadas a operar en la moneda nacional, lo que va a generar incertidumbres a la hora de obtener aprovisionamientos en mercados informales en los que las transacciones se venían realizando en CUC.

 

El proceso va para largo. El régimen se va a embarcar en un proceso de preparación de condiciones “que permitirá la elaboración de las propuestas de normas jurídicas, los diseños de los cambios de los sistemas informáticos encargados de los registros contables y los ajustes en las normas de contabilidad. Será una etapa esencial igualmente para la capacitación de las personas que deben acometer la ejecución de las diferentes transformaciones”. O sea que la unificación aún tardará en alcanzarse al 100%.

 

Conviene recordar que el CUC vio la luz en pleno “período especial”, cuando las autoridades descubrieron que los cubanos ya no sentían respeto alguno por su moneda nacional, y buena parte de las transacciones se realizaban en la moneda estadounidense. Fue el fruto de una decisión política. Tras un paréntesis de descontrol, la recentralización que vino acompaña de la “batalla de las ideas” llevó a adoptar una moneda que nació para crear una barrera al dólar, y generar recursos para el Gobierno, a través de los mecanismos cambiarios.

 

Por la misma razón, la decisión del régimen de dar marcha atrás ahora, y avanzar hacia la reunificación, también se debe interpretar en clave política. No existe justificación alguna para la decisión, aun cuando es inevitable y hay un amplio consenso de que no es posible funcionar con dos monedas eternamente. Ninguna de las condiciones preestablecidas en los Lineamientos para la moneda única se han producido, y es difícil que a medio plazo se presenten, por lo que la decisión, si tiene alguna justificación, está en el ámbito político.

 

Y es ahí donde se tiene que prestar la mayor atención. Sobre todo al aviso que se realiza en la Nota a las “personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y CUP”, en una clara advertencia de por dónde pueden ir los derroteros a partir de ahora. El régimen muestra su lado más oscuro, porque en un sistema penal como el que existe en la Isla, las capacidades del Gobierno para fijar la ilicitud o ilegalidad de un determinado acto, son infinitas. El llamado a la tranquilidad a los depositantes en los bancos en cuentas en CUC o en otras divisas internacionales, no tiene buen aspecto. Podemos esperar cualquier cosa. No es un caso aislado que en el castrismo se proceda a la confiscación de los ahorros y los depósitos bancarios, de ahí que la referencia a esta posibilidad en la nota de Granma tiene un tono intranquilizador.

 

Los cubanos desconfían de su régimen porque a diferencia de lo que afirma la nota de Granma, de que “al igual que ha sido una práctica aplicada en el transcurso de los años de la Revolución cubana, ninguna medida que se adopte en el terreno monetario, será para perjudicar a las personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y CUP”, son al menos tres las generaciones de cubanos que han visto cómo su riqueza es confiscada por las autoridades. Y podría ocurrir igualmente ahora ante una grave crisis de liquidez, como la que el petróleo venezolano a 100 dólares el barril puede crear en cualquier momento.

 

No hay mucho más que decir.

 

Tan solo se anuncia que próximamente, sin indicar cuándo, “se continuará extendiendo la posibilidad de aceptar en las tiendas que venden en CUC, pagos en CUP con tarjetas magnéticas denominadas en esta moneda”, lo que ya viene siendo habitual, y se añade que “experimentalmente en lugares seleccionados se podrán efectuar pagos en efectivo en CUP por el equivalente calculado a la tasa de cambio de CADECA de 25 CUP por 1 CUC”, lo que también se viene haciendo, si bien es verdad que el interés de mucha gente por la moneda nacional es limitado. Al menos hasta ahora lo ha sido.

 

Por lo tanto, nada de entrada en vigor de la unificación monetaria, no se trata de un proceso de aplicación inmediata, sino que estamos ante una digestión lenta, que provocará no pocos problemas en la organización de la actividad económica golpeando la credibilidad.

 

 

Doble moneda: el inicio del fin

Alejandro Armengol

23 de octubre de 2013

 

La clave radica en que la dualidad no es sólo monetaria. Tiene que ver con el sistema político adoptado y las aspiraciones sociales dentro de este sistema

 

La dualidad monetaria en Cuba es un problema que hasta ahora el gobierno de la Isla había admitido, pero subordinado, al menos en teoría, a un aumento de la productividad.

 

Esta situación ha cambiado. El Consejo de Ministros acordó “poner en vigor el cronograma de ejecución de las medidas que conducirán a la unificación monetaria y cambiaria”, anunció el diario Granma el martes.

 

La información no precisa una fecha para la puesta en práctica de la medida, que siempre será paulatina, pero especifica que en la primera etapa “los principales cambios se producirán en el sector de las personas jurídicas” o sea las empresas.

 

De esta forma, estos primeros cambios tendrían un carácter fundamentalmente organizativo. Estarían destinados a poner un poco de orden en el caos económico que afecta al país, no solo a nivel de la calle sino entre las empresas: las distorsiones en costos, contabilidad fiscal y política financiera.

 

La doble moneda no solo afecta la economía doméstica del cubano, sino también la economía estatal. Como ha señalado el profesor Carmelo Mesa Lago, la dualidad monetaria “impide conocer con certeza la productividad de las empresas, reduce el tamaño del mercado interno y de las cadenas económicas, y esconde subsidios e impuestos incorrectamente asignados”.

 

Sin embargo, los problemas que representa la doble moneda para los sistemas contables, e incluso para el incremento de la productividad, son solo un aspecto de una cuestión mucho más amplia, donde los aspectos económicos y sociales están estrechamente interrelacionados.

 

La doble moneda surge en agosto de 1994, en el punto álgido de la crisis asociada al llamado “Período Especial”, y se caracteriza por el hecho de que en la Isla circulan dos monedas el peso “nacional” (CUP) y el peso “convertible”. Cuba es el único país del mundo que imprime dos divisas, y al mismo tiempo ambas carecen de valor fuera del país y no aparecen, por ejemplo, en las cajas de cambio en los diversos aeropuertos del mundo.

 

Sin embargo, al tratar de justificar la doble moneda, y explicarla de acuerdo a lo ocurrido en Cuba luego del fin de la Unión Soviética y el campo socialista, se enmascara el verdadero problema.

 

La devaluación real de la moneda cubana, y los métodos empleados para suplir con diversos sistemas de apariencia esta realidad —en un intento de convertir en relativo un problema absoluto—, no se origina en la década de 1990.

 

Es cierto que hace crisis entonces, y que es en ese momento cuando al gobierno no le queda más remedio que admitir que el dinero, en sus diferentes denominaciones (divisa, peso convertible, peso cubano), empiece a moverse más acorde a las reglas que rigen su valor de cambio, aunque siempre de forma controlada.

 

Las dificultades de una moneda más o menos ficticia y devaluada al extremo existían desde décadas atrás. Desde el punto de vista simbólico, y al mismo tiempo práctico, ni siquiera se trata de algo exclusivo de Cuba, sino de una situación propia de los llamados países socialistas y en primer lugar de la Unión Soviética.

 

El concepto de peso convertible no nace en la Isla y mucho menos durante la mencionada crisis. En cualquier hotel moscovita uno encontraba, en 1980 por ejemplo, mercancías valoradas en “rublo dólares”. Es decir, con un valor que no respondía al del dinero que circulaba en las calles de la capital soviética, porque para comprarlas había que tener otros rublos, los adquiridos con dólares norteamericanos.

 

En la URSS y los países socialistas esa doble moneda reflejaba el valor reducido de la moneda nacional frente a otras divisas, al tiempo que le permitía al gobierno negociar en un mercado reducido (el turístico) sin recurrir a una devaluación.

 

Sólo que para los soviéticos y los ciudadanos de Europa del Este, el dinero que recibían por concepto de salario les servía para suplir un buen número de necesidades (aunque de forma limitada), mientras que la divisa era sobre todo un pasaporte a la ilusión: la posibilidad de tener una serie de artículos más o menos comunes en cualquier sociedad occidental, pero para ellos transformados en objetos de ensueño.

 

De esta forma, la dualidad típica de cualquier país capitalista —entre tener o no tener dinero para comprar desde comida a desodorante— era para los soviéticos la disyuntiva entre la capacidad para adquirir el jabón sin envoltura y otro con perfume y etiqueta.

 

Por otra parte, las dos caras del problema son conocidas también en los países capitalistas, aunque con una definición más realista y cruda.

 

En muchas naciones subdesarrolladas y pobres, el valor depreciado de la moneda se asume como miseria, explotación de mano de obra barata y precios bajos. En otras, determinados controles estatales sirven más de pantalla que de control eficiente para mitigar la realidad. Durante décadas, en Latinoamérica se han sucedido gobiernos de estricto control monetario por otros de un liberalismo absoluto, con resultados nefastos en ambos casos.

 

En el caso de Cuba, a consecuencia de la supervivencia del modelo tras la crisis por la desaparición de la URSS, se ha creado una amalgama que hace que el asunto sea más complejo, aunque no menos crudo: el peso convertible o la divisa no son sólo el pasaporte a la ilusión sino también, y en muchos casos, la única vía para satisfacer las necesidades: la opción entre diversos jabones sustituida por la posibilidad de tener el artículo para bañarse.

 

No es que el Estado cubano tenga una enorme deficiencia a la hora de producir artículos de mejor calidad y más atractivos: es que resulta incapaz de producir alguno.

 

La clave radica en que la dualidad no es sólo monetaria. Tiene que ver con el sistema político adoptado y las aspiraciones sociales dentro de este sistema. El problema surge, como ha ocurrido en Cuba, cuando las soluciones políticas sustituyen —o tratan de ocultar— la realidad económica. Las subvenciones del Estado a ciertas mercancías, determinadas industrias y ciertos productos agrícolas —una práctica que también existe en las sociedades capitalistas— funcionan mejor cuando desempeñan el papel exclusivo de mecanismo compensatorio, sin definir el panorama económico.

 

Cuando esas supuestas soluciones políticas —que en la realidad no resuelven los problemas económicos— se ponen en práctica, por lo general traen como consecuencia el fortalecimiento de los mecanismos propios de la economía informal —y la culminación de estos en actividades ilegales como el mercado negro— que si bien deben su razón de ser al Estado (o a la ineficiencia estatal para aumentar la producción), no revierten ganancia alguna en éste.

 

Hasta ahora la dualidad monetaria ha reflejado —mientras que paradójicamente y al mismo tiempo también ha tratado de enmascarar— el problema aún mayor de la doble moral de un Estado que promete y no cumple, mientras aspira a que sus ciudadanos se sientan satisfechos no con la ilusión de la propaganda, sino con el conformismo de resolver a diario. El anuncio de su final, aunque paulatino, muestra un acercamiento más objetivo y pragmático a la realidad cubana.

 

Hay que ver ahora si esa especie de Caja de Pandora, que podría abrirse en los próximos meses, va a culminar con un enfrentamiento real a los problemas económicos —y a la puesta en práctica de las medidas necesarias para resolverlos— o si una vez más estaremos ante a esa especie de “ola marina” —que un día camina para adelante y otro para atrás— que ha resultado en buena medida la “actualización” castrista.

 

 

Sigue en picada producción agrícola

Osmar Laffita Rojas

8 de octubre de 2013

 

De las 6,5 millones de hectáreas de superficie agrícola que hay en Cuba, solo el 32 por ciento estaba cultivado en febrero de 2008, cuando el general Raúl Castro asumió la presidencia. Existían 2 millones de hectáreas cubiertas de marabú o de malas hierbas y mal atendidas. O sea, un tercio de la superficie cultivable se encontraba ociosa.

 

A  20 años de creadas, las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC),  de 1 770 000 hectáreas de tierra que poseen, solo lograron cultivar 219 100 hectáreas, en 2012. Con la excepción de las tierras destinadas al cultivo de caña, café, cacao  y a la cría de ganado, estas cooperativas reportaban ociosas, cubiertas de yerbas y marabú el 23% de sus tierras.

 

Para darle un vuelco a esta deplorable situación, el gobierno puso en vigor el Decreto –Ley 259, en julio de 2008, que autorizaba la entrega de tierras en usufructo hasta un límite de 13 hectáreas por persona, durante un periodo de explotación de10 años, con carácter prorrogable. En estos últimos 5 años,  se han adjudicado, para su explotación, 1,7 millones de hectáreas a 174 000 usufructuarios. De esta cifra, está destinada a la ganadería el 53%, a cultivos varios el 23%, 7% a la cría de ganado menor, y  extensiones menores de tierra al cultivo de tabaco, café y caña de azúcar.

 

Pero en estos momentos el proceso de entrega de tierras en usufructo es entorpecido y limitado por la demora de la burocracia en la aprobación de las solicitudes. A ello se suma la lentitud y el retraso en la puesta en explotación de las tierras, ocasionada a veces por  la poca experiencia de los usufructuarios en las labores del campo. También se debe al hecho de que tienen que  enfrentarse a la escasez de los medios de trabajo, sus altos precios y su mala calidad.

 

No obstante, los mayores obstáculos que confronta la entrega de tierras en usufructo provienen de las empresas agrícolas estatales, las cuales ponen trabas y se muestran reticentes en declarar ociosas las 500 000 hectáreas de tierras que mantienen improductivas.

 

Del total de tierra que es propiedad de las empresas agrícolas, las cooperativas, los campesinos y los usufructuarios, solo se cultivaron 1 353 519 hectáreas en el año 2012.

 

Los malos resultados que ha experimentado la producción  agrícola obligan al gobierno a gastar 1 500 millones de dólares en la importación de alimentos, la mayoría de los cuales se pueden producir  en Cuba.

 

La situación es tal que entre enero y marzo del presente año se registró una caída del 7,8% en la producción agrícola, reportándose una significativa reducción en el acopio de frijoles, papas, cítricos, huevos y leche.

 

ramsetgandhi@yahoo.com

 

 

Cuba aspira a cosechar este año

la décima parte del café que producía en 1959

Cuba inicia cosecha de café con tímida expectativa

Marc Frank

4 de septiembre de 2013

 

LA HABANA (Reuters) - La cosecha cubana de café comenzó esta semana con los cultivos aún recuperándose de los embates del huracán Sandy del año pasado y en medio de planes para alcanzar alrededor de 5.600 toneladas del grano semiprocesado.

 

Reuters estimó que la producción del 2012 fue de menos de 4.000 toneladas, el nivel más bajo en más de un siglo, después del paso arrasador por el oriente de la isla de la tormenta en octubre, que arrasó con los frutos y los árboles que cubrían del sol a las plantaciones, haciendo retroceder los esfuerzos por renovar los cultivos.

 

La cosecha en la isla comienza en septiembre y termina en enero, mientras la mayoría de los granos son recogidos en octubre y noviembre.

 

Cuba reporta su producción en latas y toneladas. Unas 525 latas equivalen a una tonelada de granos semiprocesados.

 

El café es una bebida muy popular en la isla, cuyo consumo nacional es un 42 por ciento más que el promedio internacional.

 

Cuba exporta la mayor parte del café que produce, mientras importa de Vietnam alrededor de 18.000 toneladas al año.

 

“La cosecha de café comenzó oficialmente hoy (...) en la cual se prevé llegar al millón y medio de latas (2.850 toneladas)”, dijo el martes la Agencia de Información Nacional aludiendo a la provincia de Santiago de Cuba.

 

Santiago de Cuba representa alrededor del 50 por ciento de la producción del país.

 

Las provincias orientales, Santiago de Cuba y sus vecinas Granma y Guantánamo, producen alrededor del 85 por ciento de la cosecha cubana del grano.

 

Una fuente de la provincia de Guantánamo dijo que planean recoger unas 900.000 latas del grano, que equivalen a 1.714 toneladas; mientras que el diario del Partido Comunista en Granma informó el miércoles que los agricultores cosecharían unas 731 toneladas.

 

Los planes rara vez se cumplen en Cuba.

 

En la isla de Gobierno comunista, unos 35.000 agricultores venden todo el café al Estado a precios por debajo de los que se manejan en el mercado negro, y a cambio reciben créditos del Gobierno con bajos intereses y algunos suministros subvencionados.

 

Analistas locales sostienen que entre el 10 y 20 por ciento de las cosechas son desviadas, pese a que el Estado ha aumentado recientemente los precios que paga por el producto.

 

Plantaciones del país que en tiempos de la revolución de 1959 producía 60.000 toneladas de café, han ido reduciéndose desde entonces.

 

El presidente cubano Raúl Castro, ha priorizado la producción de café como parte de sus esfuerzos por aumentar la producción de alimentos y sustituir costosas importaciones.

 

El Estado ha arrendado cafetales abandonados en los últimos años a cientos de personas interesadas en producir el grano y casi ha triplicado el precio que paga por él.

 

Agricultores cubanos están sembrando café en sus tierras que venden tanto al Estado como a consumidores, según medios locales.

 

El sector tiene planes de producir 22.000 toneladas en el 2015 hasta alcanzar entre 28.000 y 30.000 toneladas al año, semejante a los niveles alcanzados en la década de 1970, aunque la meta hasta ahora parece fuera del alcance.

 

 

Cae en Cuba turismo europeo

y crece el estadounidense

Osmar Laffita Rojas

27 de agosto de 2013

 

No se corresponden con la realidad los dados que la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) ha dado sobre la caída de un 2% del turismo internacional en el primer semestre del año en curso. Una vez más, esta entidad cumple el dictado que le ha impuesto el régimen, a través del Ministerio de Economía y Planificación, del cual es una dependencia.

 

En su información, la ONEI argumenta que en ese período disfrutaron de los diferentes polos turísticos de la isla 1 596 883 turistas, un 2% menos que en el periodo precedente, cuando nos visitaron 1 626 469 excursionistas, o sea, 30000 menos.

 

De acuerdo con este informe, Canadá se mantuvo como primer emisor de turistas, con 706 766 visitantes. Argentina se ubicó como primer emisor del turismo latinoamericano hacia Cuba y como el quinto a nivel mundial, detrás de Canadá, Alemania, Reino Unido y Francia.

 

La ONEI ocultó que en realidad el segundo emisor de turistas en el primer semestre fue Estados Unidos. 628 713 personas procedentes de ese país visitaron la isla. De ellos, 521 314 eran cubano-americanos. El resto correspondió a norteamericanos acogidos a la directiva presidencial “Pueblo a pueblo”.

 

La ONEI dio a conocer que hubo una caída en los totales de ingresos. Sin señalar cifras con relación a la etapa precedente, apuntó que esta caída fue de 250 000 dólares. Pero no dijo que en el primer semestre visitaron la isla, como promedio diario, 1660 vacacionistas procedentes de los Estados Unidos, lo cual representó un monto de 6 027 750 dólares que fueron a parar, cada día, a las arcas del Estado. Finalizado el semestre, esta cifra llegó a reportar una entrada de 1108 186 000 dólares.

 

También, en el primer semestre se efectuaron 1950 vuelos procedentes de diferentes ciudades de los Estados Unidos, con destino a La Habana, Cienfuegos, Camagüey, Holguín, Santiago de Cuba y Manzanillo, con una frecuencia de 10 vuelos diarios, en aviones con capacidad de 150 pasajeros, regentados por compañías Skyking, que fue la que más vuelos realizó. Le siguieron, en orden descendente, World Atlantic, American Arlines, Sun Country Arlines y American Eagle.

 

El gobierno cubano ha prohibido, tanto a la ONEI como a su prensa oficial, que informen cualquier cuestión relacionada con el programa “Pueblo a Pueblo”, puesto en vigencia por el presidente Barak Obama, como resultado del cual vinieron a Cuba, en el semestre, 107 399 norteamericanos, sin fines turísticos, que tuvieron que pagar paquetes cuyo costo fluctuó entre 6000 y 8000 dólares. Ello, según el total de visitantes reportados, representó una entrada de 644 394 000 dólares.

 

El gobierno cubano también ha ocultado la significativa caída del turismo procedente de Europa. Entre 2006 y 2011, hubo un drástico descenso de 181 237 visitantes, debido, en gran parte, a la crisis económica que afecta a la mayoría de los países de la Unión Europea.

 

ramsrtgandhi@yahoo.com

 

 

Improductividad y deuda eterna

Roberto Álvarez Quiñones

23 de julio de 2013

 

Cada cubano que nace hoy en la Isla debe $5.328 a la comunidad internacional. Sin los subsidios venezolanos y las remesas familiares, el castrismo colapsaría.

 

Cada afiliado a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), con un sueldo promedio de 20 dólares mensuales, le debe al Club de París 9.052 dólares y, a Rusia, otros $8.000. O sea, cada empleado asalariado en la Isla debe a acreedores internacionales 17.052 dólares. O lo que es lo mismo: 71 años de trabajo, un record mundial absoluto, de ciencia ficción.

 

Hacer este cálculo, simbólico pero elocuente, es sencillo. La CTC cuenta con 3,5 millones de trabajadores y el Estado castrista, en medio siglo de improductividad económica, ha acumulado ya una deuda externa de $59.681 millones.

 

De ese total, según un informe de la Unión Europea, la dictadura cubana le debe $31.681 millones al Club de París. Ese pool occidental de acreedores, creado en 1956, lo integran 19 países de América, Europa y Asia, y su función es la de coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de gobiernos e instituciones oficiales de préstamo. Cuba es el mayor deudor de Latinoamérica y casi quintuplica el adeudo de Argentina ($6.743 millones), y sextuplica la deuda de México ($4.869 millones) con el club financiero.

 

Los restantes $28.000 millones de la deuda cubana los reclama Rusia por las obligaciones contractuales y créditos no pagados a la Unión Soviética durante 30 años de anótalo en el hielo, tovarich. El Gobierno castrista no reconoce la deuda con la extinta URSS y jamás la va a pagar por muchos descuentos y juegos malabares que haga Moscú. Pero no puede eludir el adeudo con Occidente y eso sí es un problema, incluso para cualquier gobierno postcastrista que quiera reconstruir el país.

 

Si algo evidencia la incapacidad de la economía socialista cubana para generar riquezas, y la nulidad de las “reformas” de Raúl Castro, es que cada año las importaciones cubanas superan con mucho a las exportaciones de bienes. Ese déficit comercial crónico genera una deuda externa ad infinitum.

 

Es lógico. Una persona solo puede gastar más dinero del que gana o tiene ahorrado si se endeuda o un alma caritativa paga las cuentas que exceden su capacidad de pago. O hace ambas cosas a la vez. Esto es válido también para las naciones. Cuba produce muy poco y exporta menos de lo que importa. Consecuentemente, no tiene reservas monetarias para cubrir el déficit de su balanza comercial, por lo cual se endeuda y necesita además un mecenas extranjero.

 

El colmo es que como ahora el Gobierno contabiliza como “exportación de servicios” a las subvenciones recibidas de Caracas, desde 2010 asegura que tiene superávit comercial. Falso. Lo cierto es que debido a las escasas exportaciones y el exceso de importaciones la deuda externa cubana ya supera el Producto Interno Bruto (PIB). Antes de la llegada de los Castro al poder, entre 1950 y 1958, la balanza comercial cubana registró superávit, excepto en 1958, que tuvo un déficit de $43,6 millones. En 1953, por ejemplo, el país exportó por valor de $640 millones e importó $489 millones, para un excedente comercial de $151 millones, enorme para el volumen comercial de la Isla entonces.

 

En cambio, desde la proclamación del socialismo en 1961 la balanza comercial ha sido siempre deficitaria, con excepción de 1974, cuando tuvo un superávit de $10 millones. El año record en volumen de exportaciones fue 1989, cuando exportó bienes por valor de $5.399 millones. Pues bien, ese año las importaciones cubanas ascendieron a $8.140 millones, para un déficit de $2.740 millones en la balanza comercial.

 

Tan altos desbalances comerciales explican el extraordinario endeudamiento, pues la casi totalidad de ese adeudo obedece a créditos comerciales recibidos y no pagados por La Habana. Durante tres décadas esos desequilibrios fueron cubiertos por la Unión Soviética, y acumularon una deuda gigantesca. Tras la desintegración de la URSS apareció el chavismo en Venezuela, que se encarga de mantener a flote la economía isleña.

 

La estadísticas de la Unión Europea revelan que en 2010 Cuba le debía $3.200 millones a España, $3.170 millones a China (en divisas convertibles), $2.775 millones a Japón, $1.967 millones a Argentina, $1.856 millones a Francia, y miles de millones de dólares a otros 22 países, incluyendo $1.149 millones a la Rusia postsoviética.

 

No más créditos

 

El problema es que de esa deuda Cuba no paga ni siquiera los intereses acumulados, por lo que el saldo del adeudo sigue creciendo cada año. Por eso el país no recibe créditos y no puede comerciar con decenas de países. Eso, y no el “bloqueo yanqui”, es lo que afecta de veras a Cuba.

 

En 1985 Castro se autoerigió en abanderado contra el pago de la deuda externa de los países del tercer mundo. El dictador organizó conferencias internacionales en La Habana, en las que lanzó la consigna (aplaudida por cientos de izquierdistas) de no pagar ni un centavo más a los acreedores porque eran ellos los que tenían una “deuda financiera y moral colosal” por los 400 años de “explotación colonial y neocolonial” de los países de Latinoamérica, Asia y África.

 

Y desde julio de 1986, Cuba no paga ni la amortización de los préstamos, ni los intereses. El régimen ha llegado a ciertos acuerdos con el Club de París y con Rusia para la renegociación de la deuda, pero luego no los cumple.

 

Con la estrategia fidelista de no pagar la deuda —despilfarrada o incluso malversada por algunos gobiernos corruptos sin beneficio para sus pueblos—, lo único que logró Cuba fue  convertirse en un apestado internacional con el que no se puede hacer negocio. Ningún gobierno la secundó.

 

No se trata de que Cuba deba obtener siempre superávit en su balanza comercial. Es común que ciertas naciones en desarrollo registren déficit comercial, pues necesitan importar tecnología, bienes de capital, materias primas, equipos. Para ello reciben créditos que luego van pagando con el propio crecimiento económico.

 

Pero en una economía centralmente planificada, los recursos tecnológicos y de capital importados no se aprovechan, hay despilfarro, negligencia burocrática, robos masivos en las fábricas, una bajísima productividad e ineficiencia laboral. La economía no crece y los créditos no se pagan. Entonces los proveedores dejan de vender y de prestar dinero.

 

La actual crisis del transporte de pasajeros en la Isla se debe a que el Gobierno dejó de hacer parte de los pagos por cientos de ómnibus que recibió de China y de Bielorrusia, y los acreedores suspendieron los suministros de piezas de repuesto.

 

Tal desastre lleva de la mano a una deuda, que además de externa, es eterna, al punto aberrante de que todo bebé que haya nacido en la Isla mientras usted lee este artículo vio la luz ya marcado por una deuda de $5.328 con la comunidad internacional.

 

La economía castrista está postrada de tal manera que sin los $10.000 millones en subsidios chavistas, y sin los $2.500 millones anuales que hoy aportan los “gusanos” desde el exterior,  los cubanos probablemente vivirían igual o peor que los haitianos.

Frutas desaparecidas

Armando Valdés-Zamora

25 de mayo de 2013

 

Me fui de regreso a Cuba también para comer frutas. A tratar de recordar el sabor de la pulpa de los mameyes. Fuera de Cuba sólo he podido comer mamey en Miami. Cada vez que aterrizo en el aeropuerto de Miami mi padre me saluda de la misma manera: “Ya te compré los mameyes, chico”…Y al llegar a su casa mi tía me abre la puerta con el ruido de fondo de la batidora. Porque los que conocen el mamey saben que su batido es el mejor del mundo…al menos eso piensan muchos cubanos.

 

Según Lezama Lima el mamey “atolondra al extranjero, brindándole por el color un infierno cordialísimo”. Para mí volver a probar el néctar del mamey sería una de las pruebas de haber vuelto a casa. La casa original, no la de enfrente. Pocas horas después de llegar se confirmó por mil razones que yo era un extranjero atolondrado en mi propia casa, pero más por la búsqueda de su recuerdo que por poder saborearlo: habían desaparecido de momento las cordialidades del infierno.

 

El mamey se convirtió así en la piedra filosofal de mi paladar durante el viaje. Ante su ausencia fui dejando instrucciones para su búsqueda y captura a cuanta persona cruzara en mi camino. ¡Si ven mameyes, avísenme!, supliqué a familiares y a vecinos, a choferes de coches de alquiler y a vendedores ambulantes, a grupos de jugadores de dominó en los portales, y a un jabado que se dedica a llenar fosforeras a la entrada del hospital psiquiátrico de Santa Clara.

 

“La patria es un plato de comida. Yo me como mi país todos los días”, le gustaba repetir al escritor habanero Eliseo Alberto Diego desde México. Para visitar bien un país hay que comérselo, me digo yo. Al menos intentarlo. Es decir, comerse un país también es un ejercicio que nos ayuda a asimilarlo mejor. Un acto casi de consciente canibalismo turístico.

 

Comerse a su país es una de las pocas soluciones que uno tiene para volver a él y a las edades perdidas en otras geografías.

 

Lo supe tarde. Tal vez porque en La Habana perdí mi paladar en los años noventa. Supongo que el café mezclado con chícharos, los caldos de cáscara de plátano, el picadillo de soya, un brebaje llamado cerelá, y otras invenciones gastronómicas de la época, masacraron sin piedad mis papilas gustativas. Casi de manera irreversible, lo confieso. Son testigos unas cuantas francesas que descubren con estupor mi incapacidad para catar ingredientes y especies.

 

Lo supe tarde, repito, eso de comer para conocer. Y casi a la vez, en Lisboa y en Venecia. No en París, donde la cocina, apresurada y cara, escamotea los detalles de lo auténtico, escribió Stendhal, al llegar a la capital francesa desde Grenoble, y antes de irse a vivir a Italia. Fue en Lisboa, almorzando bacalao con una botella de vino verde, y en Venecia, al cenar una pastas al dente con un aromático pesto en un pequeño restaurante llamado Archimboldo, que descubrí esas maneras deleitosas de poseer invisibles maneras de vivir.

 

Como era de esperar las frutas que fui a buscar a Cuba en mi regreso fueron las que me inventé en la lejanía de las bufandas y de los sabores congelados de los supermercados de Europa. Las frutas y las playas son las venganzas leves de nuestro torpe nacionalismo cuando se suele hablar de orígenes y emblemas. Ante la ausencia de monumentos y de lujos refinados tenemos que echar mano al sol, es decir, a la naturaleza, y al ritmo de ciertas sonoridades.

 

Me levanto al amanecer. El aire acondicionado con su ruido protege el sueño de G. de mis sigilos de desnudo felino hacia la ducha. Paso por el jardín de este apartamento que alquilamos en Nuevo Vedado. En short y sandalias salgo a la calle. Único momento, lo sabe mi pasado, de pausa fresca antes que aparezca el sol de agosto. Voy con una jaba bajo el brazo en busca de frutas para G. que en París anunciaba a sus amigas pasar su próximo verano en una hamaca a la sombra de un cocotero.

 

Subo la calle Tulipán y atravieso la avenida de Rancho Boyeros. Veo despiertos a pulcros ancianos que arrastran sus pies y los cuerpos ajados como sus ropas por los años bajo el sol. Me pierdo y paso delante del dormido Ministerio de la Agricultura. Pregunto a una señora que, estática en una esquina, mira (supongo) al cielo, ¿dónde está el mercado?, y al doblar a la derecha percibo la cola de jubilados que espera la hora de apertura.

 

Junto a la entrada cerrada una señora vende bolsas plásticas a un peso y se asombra que no compre ninguna. Abren la verja de alambres, pero nadie corre como esperaba yo: dentro no hay frutas que puedan desaparecer, ni hortalizas, ni carnes; ya han desaparecido antes. Y no hay mucho dinero tampoco. Las siluetas cansadas de los viejos son más bien una procesión que viene formalmente a observar si en los kioscos queda algo que comprar.

 

El mercado lo forman casetas con techos bajos que protegen de la luz hasta no dejarla pasar, y tablones que, a modo de mostradores, dejan ver las piernas velludas de los vendedores en short, junto a montículos de mercancías amontonadas por el suelo.

 

De nada sirve que me miren con desconcierto al repetir que busco frutas. Lo que veo a mi alrededor me parecen piezas en miniatura de un verde negruzco. Esparcidas por cajones agrietados se pueden ver, descoloridas y enanas, algunas frutas que se parecen a las que busco: mangos, plátanos y guayabas. No hay más. No hay naranjas. Imposible beber un jugo con su zumo en el desayuno. “En verano no hay lechugas ni tomates”, me responde un vendedor joven entre dos coplas de reggaetón que se escuchan desde alguna parte: “eso es de invierno”…

 

Ante mi evidente decepción un vendedor me llama (al decirme “amigo” me percato que ha descubierto que vengo del extranjero), y me muestra perniles de carne que después sabré son de puerco; cortados y expuestos sobre una bandeja de madera que parece mojada y sobre la cual revolotean moscas.

 

Cuando voy a pagar las pocas frutas que elegí, el vendedor y un anciano que está en la cola miran golosos el puñado de pesos cubanos que saco del bolsillo: quizás unos 10 euros que es el equivalente de la jubilación de quienes me rodean.

 

Al caminar de vuelta junto a algunos transeúntes despierta el sol: veo mi sombra sobre la acera. La misma sombra que G., leyendo sentada en el jardín, se cubre con un sombrero. Persuadida G. que, si bien no ha dormido en la hamaca del cocotero imaginado en París, le llevo las frutas tropicales que supone ella desbordan mi bolso mañanero.

 

A falta de otras frutas comemos mangos y guayabas. Durante interminables desayunos comemos mango y guayabas en todas sus variantes. Son exquisitos, decimos en Cienfuegos, en Trinidad, en Viñales y en Santa Clara, al despertarnos. “Crecen silvestres y los vende la gente en la calle”, me aclara sobre la invasión de mangos un señor en Trinidad a quien he ido a preguntarle si sabe de mameyes.

 

No bastaba a mis caprichos el placer de tomar un cuchillo en un amanecer adelantado por el calor, y pelar un mango sentado en un portal donde ves aún gotas de rocío y escuchas cantar los gallos. Faltaban los mameyes. Y cuando vimos G. y yo unas piñas en el mercado del estadio Sandino de Santa Clara, el regocijo del hallazgo en unos segundos se convirtió en broma: parecían de juguete de tan minúsculas e incoloras.

 

Cuando menos lo esperaba apareció el mamey. De vuelta de haber ido a correr al Campo de Sport, el muchacho que llena fosforeras a la entrada del hospital psiquiátrico de Santa Clara me llama. Días antes le he llevado un paquete de fosforeras de regalo que G. me trajo de Francia, después de habérselas pedido para él por teléfono.

 

“Ya esto no es el psiquiátrico, chico, ahora es una escuela de ballet”, me aclara mientras busca para mí, dice, “un regalo”: “Aquí tienes un mamey”, y me lo muestra con una sonrisa y una aclaración: “Bueno está un poco pasado, sabes, como tu andabas dando vuelta por toda la isla se maduró demasiado”.

 

En la cocina de mi madre preparo el batido con hielo en una batidora que de usada y descompuesta produce un ruido tan infernal como el de una locomotora que ruge a lo lejos. Le doy antes a probar una rodaja del mamey a G.: “No me gusta el sabor, parece podrido”, me responde: “prefiero los mangos”.

 

Termino de hacer el batido. Por supuesto que hace calor y me voy al portal a tomarlo congelado. Mi madre me pregunta desde su silla de ruedas cómo ha quedado:

 

-Está buenísimo, le comento. De todas formas en París no existen los mameyes.

Desventuras de la agricultura cubana

Oscar Espinosa Chepe

29 de noviembre de 2012

    

El índice de la producción agropecuaria, excluyendo la caña de azúcar y lo obtenido en patios y parcelas, aumentó en un modesto 2,7% durante el período enero-septiembre de 2012 con respecto a igual lapso de 2011.  La agricultura no cañera creció en 7,9%, mientras la ganadería descendió en -2,8%, de acuerdo con información brindada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

 

La producción de viandas fue superior en 5,2%, pero la de tubérculos y raíces decreció en -2,2%, fundamentalmente por descensos de la papa en -21,9% (con peores perspectivas para la cosecha del 2013)  y la yuca en -4,8%.  El plátano aporta el apoyo decisivo al crecimiento de las viandas con un aumento del 18,1%, lo que difícilmente se podrá sostener debido a los destrozos ocasionados por el huracán Sandy en las plantaciones de la zona oriental de la Isla a fines de octubre. La producción de hortalizas disminuyó en -0,7%, localizadas las bajas en -9,1% tomate, -11,3% cebolla, -15,7% ajo, asi como melón y col cuyo descensos  no se precisan en las estadísticas.  El maíz creció  18,9%, el frijol 5,9% y el arroz cascara húmedo 14,1%.  Los cítricos disminuyeron en -27.6%, aunque otros frutales subieron 23,2%, con crecimientos en todos los productos menos la piña.  En cuanto al tabaco, la cantidad de cujes fue de 29,9 millones, para un aumento del 12,5%.

 

El descenso de la ganadería en -2,8% se debió entre otros factores a la disminución de -5,9% en la entrega a sacrificio de ganado porcino, y aunque la producción de leche de vaca aumentó en un insignificante 0,3%, las entregas directas de leche a la población disminuyeron en -17,4% y a la industria en -9,7%, lo cual pudo haber estado determinado por el poco interés de los campesinos por entregar el producto a Acopio debido a los bajos precios pagados (2,53 pesos-CUP-  por litro de máxima calidad), asi como las dificultades de esa organización para recoger el alimento.  La producción de huevos acusó una  disminución de -0,4%, principalmente por la minoración de 4 unidades en los huevos promedios por gallina ponedora, de 186 a 182 unidades. Hubo ciertos incrementos en la entrega para sacrificio de ganado vacuno (2,0%), avícola (3,5%), caprino (4,5%), équido (4,3%), pero debido al relativo poco peso de estas producciones, no compensaron la caída en porcino (-5,9) y en cunícola (-8,4%).

 

Hay que subrayar que los crecimientos productivos ocurrieron -como es tradicional- en el sector privado, que aumentó significativamente sus producciones con excepción del tomate (-8,0%). En el sector estatal hubo solo subidas en frijol y plátano, mientras en las UBPC solo en  plátano, arroz, maíz y frijoles; y en las Cooperativas de Producción agropecuaria únicamente se elevaron plátano, tomate, arroz y frijoles.

 

En el período se confirma la consolidación del sector privado como el más productivo de la agricultura cubana. El 68,8% de las viandas, 66,9% de tubérculos y raíces, 66,6% de plátano, el 70,9% de las hortalizas totales, el 72,3% del arroz, el 85,1% del maíz, el 76,9% del frijol, el 79,5% del tabaco, el 55,1% del cacao, el 51,1% del limón y el 78,0% de las demás frutas se produjeron por el sector privado, según las cifras aportadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). En la ganadería, aportó 67,7% de vacas en ordeño, 66,9% de producción de leche, 60,1%  de  ovinos a sacrificio, 74,1% caprinos a sacrificio, 63,2% de existencia de ganado vacuno, 58,5% de existencia de ganado porcino. Lamentablemente no se ofrecieron datos sobre la producción de café o miel de abeja, pero en esos rubros, como  lo obtenido en patios y parcelas, es abrumadora la participación del sector privado.

 

Llama la atención el pobre comportamiento de la agricultura en los primeros 9 meses del año, cuando la lluvia ha sido muy favorable y adicionalmente se han entregado 1 523 000 hectáreas de tierra en usufructo (alrededor del 23,0% de la superficie agrícola nacional) que estaban ociosas.  Los efectos negativos del huracán Sandy sobre el plátano, café, frutales y otros cultivos en provincias agrícolas tan importantes como Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo repercutirán en lo queda del año, e incluso en buena parte del 2013.

 

Las tierras privadas al cierre de diciembre del 2007 (CCS y propietarios diversos) eran  1,2 millones de hectáreas, para el 18,3% de la superficie agrícola entonces, según el Anuario Estadístico 2011. Esta cantidad de tierra sumada a la entregada en usufructo a partir de 2008, podría representar un porcentaje cercano al 40,0% actualmente. A esto debe agregarse que en materia de recursos, los privados están en una situación mucho peor que el sector estatal; o sea, aunque con menos tierra y recursos, además de atiborrados de prohibiciones y restricciones, el sector privado es el más productivo de  la agricultura cubana. Por ello carece de sentido lo establecido en el Decreto-Ley 300, recientemente adoptado, sobre la obligatoriedad de los usufructuarios de vincularse mediante contrato a Granjas Estales, Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) o Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), para adquirir insumos, recibir servicios y comercializar sus producciones. Una medida abusiva que pone a los agricultores más diligentes en manos de instituciones tradicionalmente caracterizadas por la ineficiencia  e ineptitud. El resultado será menos producción agropecuaria y comida para el pueblo, con mayor dependencia del exterior.

 

 

Nota de Manuel Castro Rodríguez: La cifra es mayor aún de lo que señala el autor, Fidel Castro declaró el 7 de junio de 1965: “En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita!”.

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¿Y mi vaso de leche, qué?

Roberto Álvarez Quiñones

6 de junio de 2012

 

Con el doble de población, Cuba produce la mitad de litros de leche que en 1958. Pero antes que liberar las fuerzas productivas, los Castro prefieren pedir limosna a Hugo Chávez

 

Dentro de algunas semanas se van a cumplir cinco años de que Raúl Castro dijo en un discurso memorable que todos los cubanos sin excepción deberían poder tomarse un vaso de leche cuando quisieran, y no solo los niños menores de siete años.

 

El dictador tuvo ese desliz —que recibió una ovación— el 26 de julio de 2007, cuando su hermano Fidel estaba tan delicado aún de salud que no podía guiarlo acerca de qué debía o no decir en público para no “meter la pata” como nuevo jefe de gobierno.

 

Claro, la inmadurez de Raúl no llegó tan lejos como para recordar que en 1958 las vacas en ordeño en la Isla produjeron 960 millones de litros de leche, equivalentes a 2,6 millones de litros diarios, es decir, casi medio litro —dos vasos grandes— de leche para cada uno de los seis millones de habitantes que había entonces en la nación.

 

Pasado ya un lustro desde aquella promesa que hizo Raúl por no estar bien “asesorado”, no solo los cubanos de siete años de edad en adelante siguen sin poder tomar leche, sino que la producción nacional de ese vital alimento, en vez de aumentar, disminuye.

 

Según el Ministerio de Agricultura, en 2011 Cuba produjo 461 millones de litros de leche, la mitad de la producción obtenida en 1958, pero con el doble de población que hace 54 años. Ello significó una caída de un 9,1% con respecto a 2010, cuando se obtuvieron 507 millones de litros. Lo peor es que en el primer trimestre de 2012 se registró una caída adicional de un 8,4% en la producción nacional de leche con respecto a igual período del año anterior.

 

Cuando en su estreno como flamante presidente cubano Raúl Castro aseguró que iba a poner fin a prohibiciones absurdas y flexibilizar los férreos controles estatales para estimular el trabajo por cuenta propia, los medios de comunicación en todo el mundo empezaron a calificar de “reformas” las promesas raulistas, una palabrita que aunque no gusta mucho a la nomenklatura —por su alergia a cualquier cambio real— tampoco le disgusta, pues ayuda mucho a vender la idea de que el régimen se mueve en la dirección correcta.

 

Lo que no dicen los medios fascinados por los “cambios” en Cuba es que ni Fidel ni Raúl Castro cumplen jamás lo que prometen. Hace 47 años el comandante Castro hizo promesas similares. Eso fue a mediados de los años 60, cuando el dictador se autoproclamó sabio genetista y se lanzó a crear nuevas razas de vacas mediante el cruce de toros sementales canadienses importados, de la raza Holstein, de clima frío, con las criollas vacas cebú. En 1965, en un discurso que levantó grandes expectativas, Castro declaró por la TV: “En 1970 produciremos 10 millones de litros diarios y nos bañaremos en leche”.

 

Nacieron así las F-1 y F-2, animales híbridos débiles, muy enfermizos y sin gran valor en leche y carne, a los que por su color negro además se les dificultaba soportar las altas temperaturas y resultaban casi indefensos ante los parásitos tropicales. Nunca se produjeron, no ya los 10 millones de litros diarios prometidos, sino que lo más que se logró, luego de 25 años, fueron 2.8 millones de litros en 1990, último año de las millonarias subvenciones soviéticas.

 

Si a duras penas se pudo mantener el vaso de leche para los niños menores de 7 años fue gracias a los subsidios, y sobre todo porque la Alemania comunista (República Democrática Alemana, RDA) enviaba a Cuba 22.000 toneladas anuales de leche en polvo a cambio de 22.000 toneladas de levadura torula (a partir de la melaza del azúcar), para la alimentación animal. La diferencia en el precio, desfavorable a la RDA, formaba parte de la “hermandad socialista”. Con aquella leche en polvo el gobierno castrista producía 220 millones de litros de leche fluida, equivalentes a 5 meses de consumo nacional

 

Regresando en el tiempo ¿Por qué ahora la producción de leche no solo no aumenta, sino que desciende? Porque el régimen se resiste a abandonar el fuerte estatismo que le garantiza la estabilidad política que les permite a ambos dictadores mantenerse en el poder.

 

Explotación del campesino

 

Pese a las “reformas” que ven algunos, los campesinos cubanos siguen obligados a venderle al Estado, a precios fijos irrisorios, la leche, la carne, el café y otros productos agropecuarios indispensables en la dieta nacional. Aplicando la lógica comunista, el gobierno les prohíbe que comercien directamente sus productos para que no se “enriquezcan” y se “corrompan”.

 

De manera que hoy los campesinos cubanos son los únicos en el mundo —si exceptuamos a los norcoreanos— que no pueden vender libremente al mercado el fruto de su trabajo creador (en China y en Vietnam sí lo hacen), con lo cual podrían obtener una ganancia razonable y justa.

 

Por el contrario, son explotados de forma escandalosa, pues el Estado paga al campesino 10 centavos de dólar (2,53 pesos) por cada litro de leche producido, pero luego lo vende a $2,60 (65 pesos), según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). O sea, a un precio 26 veces superior al pagado al campesino.

 

Obviamente esto mata en la cuna la motivación para sembrar, cuidar y ordeñar vacas y producir alimentos en la fértil isla tropical, que en 1958 producía el 81% de los alimentos que consumía y hoy produce sólo el 19%. Hace medio siglo Cuba tenía 6 millones de habitantes y contaba con 6 millones de cabezas de ganado vacuno. Hoy, con casi el doble de población, dispone de 3,7 millones de cabezas.

 

La falta de incentivo entre los pequeños ganaderos privados explica por qué las vacas en ordeño en el país disminuyeron en 2011 en un 3,7% y el rendimiento de litros por bovino cayó en un 6.2%, de acuerdo con la ONE.

 

Y vale recordar que los “guajiros cubanos”, con menos del 30% de las tierras cultivables del país, producen el 55% de la leche total, mientras las granjas estatales, enormes latifundios que cuentan con el grueso de la masa ganadera nacional, producen sólo el 45%.

 

En fin, que la mejoría de la deplorable dieta de la familia cubana solo será posible cuando se liberen las fuerzas productivas del país, en primer lugar la campesina. Pero los Castro prefieren pedir limosnas monetarias a Hugo Chávez y pagar $3.500 dólares la tonelada de leche en polvo (35 centavos de dólar por litro, pues una tonelada de leche en polvo da 10.000 litros de leche fluida), que es el precio que tiene hoy en el mercado internacional, e importarla, que darle libertad a los cubanos para que la produzcan.

 

Por eso ambos dictadores se niegan a responder a la pregunta de qué hacen en Cuba los millones de ciudadanos que no son niños menores de siete años: ¿Y mi vaso de leche, qué?

El posible impacto de la muerte de Chávez

en la economía cubana

Carmelo Mesa-Lago

12 de marzo de 2013

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba, y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves

 

Desde que asumió el poder Hugo Chávez en 1999, y particularmente a partir de 2001, Venezuela ha prestado una ayuda económica vital y creciente a Cuba; la muerte de aquél abre la interrogante de si dicha ayuda continuará, disminuirá o terminará, y cuál sería el posible impacto en la economía cubana en los dos últimos casos.

 

En 2005-2011 (no hay cifras aún para 2012), el comercio exterior de mercancías cubano se concentró de forma escalada con Venezuela. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) alcanzó un récord de $8.325 millones en 2011, más de cuatro veces el intercambio de 2005, debido principalmente al alza del precio del petróleo. La participación venezolana en el intercambio total cubano saltó de 23 % a 42 % entre 2006 y 2011, seguida de Japón con sólo 10 %. En 2011 el déficit de mercancías con Venezuela fue $3.470 millones (porque Cuba exportó muy poco e importó mucho, especialmente petróleo) y creció de 27 % a 44 % del déficit total cubano de $6.047 millones. Cuba no informa cómo paga dicho déficit, pero lo hace en parte con el superávit de servicios. En 2010, el balance de servicios cubano, excluyendo el turismo, fue $7.442 millones, que corresponde al pago de profesionales cubanos en el extranjero (médicos, enfermeros, maestros, entrenadores de deportes, personal de seguridad), en su gran mayoría estacionado en Venezuela, y excedió en más de $1.000 millones al déficit de la balanza de mercancías.

 

El acuerdo de cooperación firmado entre los dos países en 2000 estableció que Cuba proveerá servicios profesionales pagados por Venezuela, a cambio del suministro de petróleo y sus derivados. El actual convenio se extiende de 2010 a 2020 y no especifica la forma de fijar los precios de los servicios cubanos; según la CEPAL, el valor de dichos servicios es indizado al precio del petróleo. He estimado el valor del crudo importado de Venezuela en 2010 en $2.759 millones y el valor de los servicios profesionales cubanos en $5.432 millones, lo que resulta en un excedente de $2.673 millones en favor de Cuba, que puede ser usado para sufragar el déficit de la balanza de mercancías con Venezuela.

 

Hay cifras contradictorias sobre el número de profesionales cubanos en Venezuela. Si tomamos la más citada de 40.000 profesionales en 2010 y el valor de los servicios estimado en $5.432 millones, resultaría en un promedio de $135.800 anual por profesional, 27 veces el salario promedio de un médico venezolano y, varias veces mayor al de un enfermero o un maestro. De manera que Venezuela otorga un subsidio a Cuba y esta no podría exportar fácilmente sus profesionales a otros países porque estos pagarían precios de mercado sin subsidios.

 

Venezuela suministra a Cuba 105.000 barriles diarios de crudo y derivados, 92.000 para el consumo (62 % de la demanda total cubana) y 13.000 para refinar en Cienfuegos, supuestamente pagados con los servicios profesionales, pero se mostró que el valor de estos es 2,5 veces superior al del petróleo. Cuba recibe un trato preferencial para el pago de las importaciones del crudo venezolano: debe abonar la mitad en 90 días y la otra mitad en 25 años, con dos de gracia y una tasa de interés de sólo 1 %; el financiamiento aumenta según sube el precio del crudo, lo cual protege a Cuba contra las oscilaciones del precio. No hay estadísticas fidedignas sobre el pago del petróleo por Cuba; el Anuario Estadístico ya no reporta el volumen y precio importado del crudo total y desagregado por países. Se ha estimado la deuda petrolera acumulada entre $5.000 millones en 2001-2009 (24 % del adeudo total de PDVSA) y $13.800 millones. Cuba exporta parte de dicho petróleo al mercado mundial.

 

Entre 2000 y 2011, se firmaron 370 proyectos de inversión entre los dos países por un estimado de $11.000 millones, incluyendo la duplicación de capacidad de la refinería en Cienfuegos, una planta de gas licuado con gasoducto de 320 kilómetros, una refinería en Matanzas, y la ampliación de la existente en Santiago de Cuba. Además, el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela otorgó $1.500 millones para financiar proyectos cubanos en 2007-2010, 88 % del desembolso total de dicho banco en el período. También el Fondo Autónomo de Cooperación Internacional concedió créditos por $1.083 millones a empresas cubanas, incluyendo aeropuertos internacionales en La Habana y Varadero.

 

Estimo el valor del intercambio de bienes y servicios con Venezuela en 2010 en casi $13.000 millones, incluyendo el intercambio comercial de mercancías, el pago de los servicios profesionales y la inversión directa, sin contar la deuda petrolera y los otros créditos citados. El total representó entre 20,8 % y 22,5 % del PIB cubano en 2010, basado en dos estimados del PIB. Una comparación con el intercambio comercial, subsidios, créditos e inversión con la ex Unión Soviética es difícil porque parte era en rublos, parte en pesos y parte en dólares pero, según mi estimado, el total en 1989 era de $12.715 millones. Aunque hay que ajustar esta cifra a la inflación, es obvio que la relación con Venezuela es tan primordial como la que había con la URSS y, consecuentemente, su dependencia.

 

La economía venezolana se ha beneficiado enormemente del aumento del precio del petróleo y del correspondiente ingreso del gobierno: 2,5 veces en 2000-2012 sobre los 13 años precedentes (las ventas de petróleo aportan 90 % del total de las exportaciones venezolanas y 50 % de su recaudación fiscal). A pesar de ello, ha ocurrido un deterioro en los indicadores macroeconómicos, debido a las inadecuadas políticas de Chávez (cifras de CEPAL): 1) el PIB por habitante se desaceleró de 16 % en 2004 a 3,7 % en 2012; 2) la inflación creció de 22 % a 29 % entre 2007 y 2011 (la mayor con creces en la región); 3) e1déficit fiscal aumentó de 1,2 % del PIB en 2008 a 3,8 % en 2012; 4) la formación bruta de capital disminuyó de 28 % del PIB en 2007 a 23 % en 2012; 5) la balanza de capital y financiera fue negativa y se deterioró de -$16.834 a -$20.241 millones entre 2009 y 2012; 6) las reservas brutas internacionales cayeron 40 % entre 2008 y 2012 (de $43.127 a $25.864 millones); 7) la inversión extranjera directa se tornó de positiva ($4.875 millones) a negativa (-759 millones) entre 2010 y 2012; 8) la fuga de capitales en los tres últimos años sumó $89.453 millones y en 2012 fue una de sólo dos negativas en la región; y 9) la deuda bruta se duplicó entre 2006 y 2012 y sobrepasó $100.000 millones.

 

La industria petrolera venezolana sufre problemas crecientes que han causado una caída en la producción, exportaciones, ganancias y sostenibilidad financiera. La producción del crudo bajó de más de 3 a 2,5 millones de barriles diarios, por falta de mantenimiento, el despido de 18.000 empleados de PDVSA (la mitad de su personal técnico) y la ausencia de inversión. PDVSA debió invertir $13.300 millones en 2010 pero no lo hizo por falta de recursos; en 2008 suspendió pagos a sus contratistas y proveedores incurriendo en una deuda de $7.000 millones en 2009; según el Banco Central no pagó los impuestos debidos. La crisis eléctrica genera frecuentes apagones que afectan a la producción y la población. En 2012 se clausuró una de las diez refinerías mayores del mundo, en las Islas Vírgenes, a la que PDVSA le suministraba la mitad de su producción, debido a una pérdida de $1.300 millones desde 2009. El pesado crudo venezolano es difícil de procesar en las refinerías mundiales diseñadas para procesar el crudo ligero y por ello Venezuela ha expandido las refinerías cubanas.

 

En el plano social las políticas redistributivas de Chávez disminuyeron la desigualdad en el ingreso, que era muy alta, mientras que sus programas sociales redujeron la incidencia de pobreza entre la población de 48,6 % en 2002 a 27,6 % en 2008; sin embargo la pobreza aumentó a 29,5 % en 2011, similar al promedio regional, y Venezuela fie el único país en que la pobreza subió entre 2008 y 2011. El desempleo abierto ascendió de 7 % a 8 % entre 2008 y 2012 (versus un promedio de 6 % en la región) a par que el salario medio real se deterioró en 8 puntos porcentuales (cifras de CEPAL). El enorme aumento de la inflación ha recortado el poder adquisitivo de los grupos de menor ingreso, los programas de salud se han deteriorado, y el “Índice de la miseria”, estimado por The Economist en 2012, combinando la inflación y el desempleo, situó a Venezuela en el segundo peor lugar entre 92 países.

 

La fijación por el gobierno de topes a los precios de los alimentos ha provocado escasez generalizada, crecimiento del mercado negro y una escalada en la inflación, agravada por la expansión en la emisión monetaria. El gasto público total creció a 33 % del PIB en 2008 y más de la mitad del mismo se asignó al gasto social. Para evitar hiperinflación y enfrentar el fuerte recorte en el ingreso fiscal, el gobierno impuso un ajuste: redujo el presupuesto, aumentó el IVA, expandió el endeudamiento externo, cortó a la mitad las divisas y gastos con tarjetas de crédito de viajeros al exterior, disminuyó los gastos y servicios de PDVSA, así como los salarios de altos funcionarios públicos. Chávez prometió que no recortaría el gasto social, ni devaluaría el nuevo bolívar que se cotizaba a 2,14 por un dólar, pero a inicios de 2010 lo devaluó; este año el Vice-Presidente Maduro ejecutó otra devaluación a un tercio, pero aún así el bolívar se cotiza en el mercado negro muy por debajo de la tasa de cambio oficial. Las devaluaciones abaratan las exportaciones, encarecen las importaciones y generan más ingresos para el gobierno pero reducen el poder adquisitivo de la población.

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves. Si Maduro gana las elecciones, enfrentaría una peliaguda decisión entre tres objetivos: reinvertir en la industria petrolera para aumentar su producción y fortalecer la economía, mantener los costosos programas sociales que le dan apoyo político, y continuar el nivel y generosidad de la ayuda a Cuba que es una aliada poderosa. Es imposible conseguir los tres objetivos y alguno tendrá que ser sacrificado.

 

Si se redujera sustancialmente o terminara la ayuda venezolana (equivalente a más de un quinto del PIB cubano), la crisis económica en Cuba sería muy fuerte pero algo menor a la crisis de los años 90 por varias razones: un ingreso de $2.800 millones por el turismo extranjero que era exiguo en 1990; remesas externas cuyo monto es incierto pero se estima entre $2.000 y $3.000, las cuales eran muchísimo menores en 1990; 350.000 cubano-americanos que visitan la Isla cada año y gastan recursos cuantiosos; Cuba también produce más petróleo que en 1990 pero aún depende en 62 % de la importación; por último hay ahora una mayor diversificación con socios comerciales que en 1990 (42 % con Venezuela versus 65 % con la URSS). Aún con estos paliativos, el golpe sería potente y los cubanos tendrían que sufrir otra crisis parecida a la del Período Especial. Raúl Castro ha procurado fuentes alternativas de comercio e inversión con otros países pero no ha logrado aún resultados substanciales.

 

Los riesgos analizados, combinados con el fracaso de los tres primeros intentos de encontrar petróleo en las aguas profundas del Golfo de México, podrían ser un acicate para acelerar las reformas estructurales de Raúl, como la única alternativa para mejorar la economía y reducir su dependencia de Venezuela. Sin embargo, estas reformas hasta ahora no han producido resultados significativos y la estrategia correcta de acelerarlas tomaría varios años en dar frutos.

 

Carmelo Mesa-Lagois Distinguished Service Professor Emeritus of Economics and Latin American Studies at the University of Pittsburgh.

Comercio a todo vapor

Oscar Espinosa Chepe

 

Análisis del intercambio comercial entre Cuba y Estados Unidos entre 2007 y 2008

 

Si en 2007, en el intercambio comercial de bienes de Cuba, Estados Unidos se situó en el quinto lugar por su volumen, en 2008 acusó un sustancial incremento, según las cifras publicadas por el US Census Bureau e información brindada por el Consejo Económico y Comercial EEUU- CUBA (USTEC).

 

En 2008, según los datos disponibles, se observa un espectacular crecimiento de las exportaciones norteamericanas del 59,0% con respecto a 2007, muy superior al aumento de las importaciones totales cubanas, que fue de un 43,8%. Las compras de Cuba en el año 2007 ascendieron a 447,1 millones de dólares, mientras en 2008 alcanzaron alrededor de 710,0 millones.

 

La impresionante alza de las compras cubanas en el mercado estadounidense en parte está dada por el aumento de los precios de los alimentos el pasado año, pero también al crecimiento del volumen de las mercancías importadas, según las cifras aportadas por USTEC.

 

Debe aclararse que las diferencias entre los datos aportadas por la fuente norteamericana y los de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE), son debido a que esta última incluye en sus cifras, además del costo de adquisición de las mercancías, los pagos por seguro, flete y gastos bancarios.

 

En su inmensa mayoría las exportaciones norteamericanas son productos alimenticios, como cereales, semillas oleaginosas, materia prima para pienso, carnes en especial de aves y conservas de frutas y vegetales. Estados Unidos se ha convertido en el principal suministrador de alimentos, en un monto cercano al 40,0% de las compras cubanas de esos productos. No obstante, las cifras disponibles referentes al periodo 2004-2007 muestran que en esos años se adquirieron gran variedad de otros rubros, tales como postes y madera en general por 22,5 millones de dólares; medicinas por 7,5 millones de dólares y equipamiento médico por 2,0 millones. Se añade una amplia variedad de artículos, entre los que sobresalen los de las industrias química, maquinarias y metal-mecánica. En el caso de las medicinas, Cuba se ha esforzado por adquirir lo menos posible en Estados Unidos, ya que los precios son elevados y ha podido comprarlas en otros mercados con mejores ofertas y posibilidades de pago.

 

El impacto de las mercancías de Estados Unidos en la economía cubana es muy superior a lo reflejado por estas cifras. Para dar una idea real habría que añadir la compra por Cuba en terceros mercados de productos norteamericanos. Ejemplos de su amplia circulación pueden encontrarse en las Tiendas Recaudadoras de Divisas, como el gran Centro Comercial Trasval, de Galiano y San Rafael, donde un alto porcentaje de los artículos, incluida una apreciable variedad de maquinaria, son Made in USA. Si se pudieran sumar los productos norteamericanos adquiridos en terceros mercados con los comprados directamente en Estados Unidos, el total de las mercancías de ese país en la economía cubana es significativamente superior.

 

Aunque realmente existen restricciones absurdas, impuestas por las autoridades norteamericanas, que impiden el pleno desarrollo de las relaciones comerciales, estos datos muestran un progresivo resquebrajamiento del embargo y de la falsedad de la propaganda oficial sobre este tema. Entre las restricciones está la obligación para las empresas cubanas de pagar al contado los artículos adquiridos, pero indudablemente hay ventajas por los precios y alta calidad de las mercancías ofertadas, así como la seriedad en el cumplimiento de los contratos y el bajo costo de los fletes dada la cercanía.

 

También perjudica la prohibición para importar productos cubanos, pero la Isla tiene pocas ofertas de artículos para exportar, con excepción de insignificantes cantidades de ron y tabaco, pues actualmente ni azúcar posee al haberse convertido el país en importador del antes tradicional producto.

 

En cuanto a los pagos, La Habana ha venido resolviéndolos mediante la obtención de créditos en terceros países. Este aspecto podría tener mayores dificultades en los próximos meses, por la falta de liquidez internacional, como consecuencia de la crisis económica mundial. Un asunto agravado por la tradicional falta de credibilidad de la banca nacional en la amortización de los préstamos.

 

En 2009 ayudaría al incremento de las relaciones, que se cumpliera la promesa de la administración Obama de permitir libremente los viajes de cubano-americanos, y el envió de remesas a Cuba. Esto podría sentar las bases para que también los norteamericanos realizaran turismo en el futuro, lo cual daría un gran impulso a los vínculos, con ventajas económicas para ambas partes, sin soslayar el impacto político que tendría en la Isla con beneficios para el avance de la democracia y el respeto de los derechos humanos.

 

A las relaciones comerciales y económicas en general, habría que agregar la influencia actual del vecino del norte en el campo del entretenimiento, en particular la televisión cubana, donde nunca había existido tanta presencia norteamericana como ahora.

 

Si antes de 1959 a algún dueño de un canal se le hubiera ocurrido tanta programación fílmica, de teleseries y musicales estadounidenses, los sindicatos de actores y trabajadores del sector habrían protestado y no lo hubieran permitido. Mientras, los programas cubanos tienen ínfima calidad y están en minoría significativa, muchos son reposiciones de hace años.

 

Al mismo tiempo, las simpatía hacia Estados Unidos se han incrementado; mucho más ahora con la elección de Barack Obama, quien se ha convertido en la gran esperanza de la población para el relajamiento de las tensiones entre ambos países, considerado por la población como factor fundamental para facilitar los ansiados cambios dentro de Cuba.

 

A 50 años del triunfo de la revolución, al tiempo que el gobierno cubano ha fracasado en el desarrollo del país y ha creado una crisis general en la sociedad, pese a todos los obstáculos, la posibilidad de relaciones normales avanza para beneficio de ambos pueblos separados artificialmente.

Cuba: Una economía ineficaz y dependiente

Carmelo Mesa-Lago

24 de diciembre de 2008

 

¿Cómo se compara la situación económico-social de Cuba en vísperas de la revolución y la actual? La respuesta es muy difícil porque después de medio siglo han ocurrido mejoras en virtualmente todos los países latinoamericanos. Por ejemplo, Chile y Costa Rica estaban por debajo de Cuba en los indicadores de 1958 pero hoy los empatan o mejoran; por ello para ciertos indicadores es más razonable contrastar el cambio del ordenamiento cubano dentro de la región entre 1958 y el 2007-08.

 

El Producto Interno Bruto (PIB) por habitante en dólares se colocaba en el tercer o cuarto lugar en 1957 pero es imposible estimarlo hoy con seriedad. Para el 2005 el Índice de Desarrollo Humano 2007/2008 da un “estimado preliminar'' del PIB por habitante cubano en dólares internacionales, advirtiendo en una nota de pie repetida por cinco años, que hace “esfuerzos por producir un estimado más confiable''. Aún si usamos esa cifra controversial, Cuba se colocaría en el lugar 21 entre 31 países de América Latina y el Caribe, superando sólo a los menos desarrollados. La tasa de mortalidad infantil era la más baja de la región en 1957 y 2007, mientras que la esperanza de vida era la segunda más alta en ambos años; por otra parte, la tasa de alfabetización era la cuarta más alta en 1953 y según la UNESCO había ascendido a la mayor en el 2006. En indicadores de autos por 1.000 habitantes, porcentaje de familias con televisores y de la población con teléfonos, Cuba en 1957-58 estaba entre los primeros tres países de la región y ahora está entre los últimos.

 

Otros indicadores son comparables en Cuba entre 1958 y el 2007. Por ejemplo, la tasa de inversión cayó de 18 por ciento del PIB al 13 por ciento; la deuda externa saltó de $100 a $15.385 millones; el déficit en la balanza comercial aumentó de $39 a $10.372 millones en el 2008; la producción azucarera se redujo de 5,9 a 1,2 millones; el número de cabezas de ganado vacuno descendió de 5,7 a 3,8 millones, la producción de tabacos habanos disminuyó de 628 a 427 millones, la de leche de vaca de 765.000 a 485.000 toneladas, la de fertilizantes de 438.000 a 18.200 toneladas y la de textiles de 116.000 a 24.000 miles de metros cuadrados. Ténganse en cuenta que la población se duplicó en dicho período de forma que esas cifras por habitante serían mucho menores.

 

Las producciones de petróleo, gas, níquel, cemento, acero, electricidad, cítricos, huevos y la captura de pescado y mariscos, así como el número de turistas aumentaron notablemente; se universalizaron los servicios educativos y sanitarios, así como las pensiones; disminuyó el desempleo abierto, y ocurrió una reducción considerable en las desigualdades entre las ciudades y el campo, tanto en ingreso como en acceso a servicios sociales.

 

En realidad, hubo un aumento en la mayoría de los productos y servicios hasta 1989, en gran medida por la enorme ayuda virtualmente gratuita de la URSS, pero el colapso del bloque socialista provocó una severa crisis económica acompañada de un deterioro económico-social (el Período Especial). A pesar de la recuperación a partir de 1995, la mayoría de los indicadores aún se encuentra por debajo del nivel anterior a la crisis.

 

El PIB por habitante promedió -1.4 por ciento anual en el período 1991-2000, la tasa más baja en América Latina y el Caribe, y a fines deL 2004 era aún 7 por ciento inferior al nivel de 1989. Desde entonces las estadísticas oficiales no son comparables con el resto del mundo porque Cuba ha inventado una nueva metodología que sobreestima el PIB y su crecimiento. Entre 1989 y el 2007 la tasa de inversión cayó de 25 por ciento a 13 por ciento del PIB; la liquidez monetaria (un índice substitutivo de la inflación cuya cifra oficial no es confiable) aumentó al doble; la producción de azúcar se derrumbó de 8 a 1,2 millones de toneladas (la zafra de 2007 fue la peor desde 1903); la industria manufacturera no azucarera se derrumbó en 85 por ciento; la fabricación de cemento, acero, textiles, fertilizantes, zapatos y jabón estaba entre 50 por ciento y 96 por ciento por debajo del nivel de 1989, mientras que la producción de carne vacuna, leche, huevos, arroz, cítricos y tabaco en rama, así como la captura de pescados y mariscos, se encontraba entre 12 por ciento y 71 por ciento por debajo.

 

Los éxitos han sido en la minería y el turismo. La producción de gas natural saltó 35 veces (era minúscula en 1989), la de petróleo cuatro veces (satisface sólo 35 por ciento de las necesidades cubanas y el resto se importa) y la de níquel aumentó 62 por ciento, pero desde el 2003 la de petróleo declinó y la de níquel se estancó mientras la de gas natural ascendió pero aporta sólo 22 por ciento a la producción total de combustible. El número de turistas creció ocho veces y en cuatro veces sus ingresos brutos; el número de habitaciones hoteleras se duplicó pero sólo 46 por ciento están ocupadas y el promedio de gastos diarios por turista cayó 42 por ciento.

 

Los resultados positivos se han debido a la inversión extranjera pero el número de empresas mixtas con capital foráneo disminuyó 22 por ciento entre el 2002 y el 2007, porque el gobierno cerró varias de ellas y ha declarado que sólo está interesado en grandes inversiones en los sectores estratégicos. Además el turismo depende excesivamente de las importaciones de insumos para atender a los visitantes, lo cual reduce el ingreso neto de la industria y no genera un efecto multiplicador fuerte.

 

Excepto el turismo y la exportación de servicios, la situación del sector externo es negativa. La deuda externa en divisas se duplicó entre 1989 y el 2007 (sin contar la no pagada a la URSS) estableciendo un récord. Las exportaciones en el 2007 aún estaban 37 por ciento por debajo del nivel de 1989 pero las importaciones eran 24 por ciento superiores, por ello el déficit en la balanza comercial alcanzó $6.381 millones. El valor de las exportaciones de níquel aumentó enormemente, generando 56 por ciento del total de las exportaciones en el 2007 por el incremento del precio mundial de ese metal, pero cayó 81 por ciento en el 2008. Debido al desplome de la producción agropecuaria, Cuba importa el 80 por ciento de los alimentos de la canasta básica a un costo de $2.500 millones en el 2008.

 

Las remesas del exterior probablemente son la cuarta fuente de divisas pero disminuyeron debido a las restricciones impuestas por el presidente George Bush, unidas al gravamen cargado por Cuba al dólar y la revalorización artificial del peso “convertible'' que reduce en 20 por ciento el valor de dichas remesas.

 

Entre 1989 y el 2003-2005 la pobreza en la capital aumentó de 6 por ciento a 20 por ciento; un 23 por ciento se autocalificaba como pobre y otro 23 por ciento casi pobre, y la desigualdad en el ingreso se duplicó. La tasa oficial de desempleo declinó de 8 por ciento a 1,8 por ciento, pero es amañada porque incluye como ocupados a trabajadores despedidos en reentrenamiento, estudiantes que desempeñan algunas labores, y cultivadores a tiempo parcial de alimentos para autoconsumo en traspatios y jardines urbanos.

 

El salario promedio ajustado por la inflación disminuyó 76 por ciento entre 1989 y el 2007 a pesar de los aumentos nominales de los últimos años; Raúl Castro ha reconocido la insuficiencia del salario para cubrir las necesidades mínimas. El racionamiento ahora sólo cubre una semana al mes y el resto tiene que comprarse en los mercados agropecuarios y las tiendas de divisas a precios entre 90 y 300 veces superiores a los del racionamiento.

 

La alfabetización y la matrícula primaria es casi total y el porcentaje de estudiantes en la secundaria uno de los mayores de la región. La matrícula universitaria aumentó notablemente entre 1989 y 2008 en las humanidades y ciencias sociales pero disminuyó en carreras técnicas especialmente en agronomía donde ahora se reporta un grave déficit, y a pesar de una notable graduación de maestros también hay un déficit. Cuba tiene una de las poblaciones más educadas de la región pero la substancial inversión en recursos humanos se pierde debido al éxodo, las bajas remuneraciones y falta de incentivos que fuerza a los profesionales a abandonar sus trabajos estatales en busca de otros que les permita sobrevivir.

 

La crisis afectó también los niveles sanitarios, salvo la mortalidad infantil que continuó su descenso a 5,3 por 1.000 y la relación de médicos por 10.000 habitantes que siguió creciendo; ambos están aún a la cabeza en América Latina, pero cerca de la mitad de los médicos trabaja en el exterior, principalmente en Venezuela, lo que ha provocado un déficit de atención médica en la Isla; las farmacias estatales carecen de medicinas las que hay que comprar en las tiendas de divisas. La tasa de mortalidad materna aumentó de 29 a 49 por 100.000 y la población desnutrida de 5 por ciento a 15 por ciento. Han ocurrido severos brotes de dengue y otras enfermedades contagiosas, parte de ellas como la hepatitis y la diarrea aguda causadas por el severo deterioro de la infraestructura de agua potable y alcantarillado.

 

La población cubana es la segunda más envejecida en la región y las pensiones para 1,5 millones de personas toman 6,3 por ciento del PIB; las cotizaciones que pagan las empresas son insuficientes para cubrir el referido gasto y el Estado financia el déficit que toma 2,5 por ciento del PIB. Para contener dicho costo un proyecto de ley que se espera apruebe la Asamblea Nacional a fines de diciembre aumenta en cinco años las edades de retiro de ambos sexos y establece una cotización del 5% del salario a los trabajadores.

 

Pero el proyecto no enfrenta la disminución en 61 por ciento de la pensión promedio ajustada a la inflación entre 1989 y 2007; una encuesta reciente muestra que los ancianos están entre los grupos más pobres de la población. Aunque se ha aumentado el número de personas que recibe asistencia social ésta cubre 5 por ciento de la población, contratada con el 20 por ciento que es pobre en La Habana y probablemente mayor en el resto del país. La construcción de viviendas por 1.000 habitantes promedió 6,1 anual en 1981-1989 pero cayó a 4,6 en el 2007 y los tres huracanes del 2008 destruyeron 250.000 viviendas y dañaron otro tanto por lo que el déficit habitacional sobrepasa un millón de unidades.

 

El embargo norteamericano es el chivo expiatorio por los problemas citados pero, desde el 2002 el grueso de la importación de alimentos viene de los Estados Unidos que era el quinto socio comercial de Cuba en el 2007. La causa fundamental de los problemas ha sido la desastrosa política económica de los últimos 50 años: colectivización y centralización de virtualmente toda la economía, siete cambios de organización económica y cuatro en estrategias de desarrollo, y destrucción del incentivo individual. Cuba recibió de la URSS $65.000 millones en 1960-1990, de los cuales sólo 39 por ciento eran préstamos y pagó únicamente 0,6 por ciento de ellos por lo que aún debe unos $24.000 millones a Rusia. A pesar de la ayuda soviética y ahora venezolana, Cuba no ha logrado transformar su estructura productiva, lograr la autosuficiencia alimentaria y generar suficientes exportaciones para pagar por sus importaciones crecientes.

 

Desde el 2001 Hugo Chávez suministra a la isla el 57 por ciento de sus necesidades de combustible a precios preferenciales que implicaron un subsidio entre $2.500 y $3.000 millones en el 2008, superior al mayor subsidio de precios concedido por la URSS. Además, Venezuela pagó en el 2007 alrededor de $5.000 millones por profesionales cubanos que trabajan en el país como médicos, enfermeras y maestros, y entre el 2004 y el 2008 invirtió $3.676 millones en 629 proyectos con Cuba, incluyendo la terminación de la refinería de Cienfuegos que produce 65.000 barriles diarios. Pero la caída del precio del barril de petróleo en 72 por ciento en el 2008 y el enorme déficit presupuestario que se proyecta en Venezuela para el 2009 crearán presiones fuertes para reducir la ayuda y subsidios a Cuba. A pesar de los esfuerzos para diversificar sus socios comerciales (con China, Rusia, Brasil, Irán) la dependencia con Venezuela es muy fuerte y Cuba podría enfrentar un segundo Período Especial si se termina o reduce considerablemente la ayuda de Chávez.

 

Las tímidas reformas económicas introducidas en 1993-1996 promovieron cierta descentralización, expandieron algo el pequeño pero dinámico sector privado y originaron una recuperación parcial. Pero a pesar de sus efectos beneficiosos, las reformas fueron virtualmente paralizadas en 1996 y en el 2003 Fidel Castro inició una reversión de las mismas que aceleró en el 2004-2005 con medidas de recentralización económica y reducción del sector privado. El apoyo de Chávez permitió a Fidel rechazar las reformas que había aceptado a regañadientes para detener la crisis de los 90.

 

Después de la transferencia del mando a Raúl Castro en el 2006 éste prometió reformas estructurales y estimuló el debate sobre cambios económico-sociales más amplio y profundo bajo la revolución. Los economistas propusieron reformas que van desde una transformación de la propiedad a una mayor apertura a la inversión extranjera. Por el contrario, las medidas tomadas por Raúl son positivas pero pocas, de menor cuantía y orientadas al grupo de mayor ingreso: compra de móviles, computadoras, electrodomésticos y aperos de labranza en pesos convertibles, apertura de los hoteles de turismo a los cubanos, y estímulos a la producción agrícola por los campesinos privados.

 

Sólo la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo se aproxima a una reforma estructural pero se ha demorado y está lastrada por numerosas restricciones que reducen el incentivo para producir. El pago del salario por resultados se ha pospuesto por más de cuatro meses y algunas medidas anunciadas o esperadas no se han implementado como la eliminación de la dualidad monetaria; la legalización de la compraventa de viviendas; el aumento del trabajo por cuenta propia y autorización de pequeños negocios privados; la expansión de la inversión extranjera incluyendo la agricultura; la autonomía a los miembros de las cooperativas (UBPC) para decidir libremente que sembrar, a quien vender y fijar los precios de sus productos; la eliminación o transformación radical del acopio estatal; la terminación del racionamiento, y una mayor flexibilidad en la salida al extranjero. De hecho, después de los huracanes ha ocurrido una paralización o desaceleración del ritmo de las reformas, precisamente cuando estas son más urgentes y necesarias.

 

Fidel Castro ejerce un freno a los cambios a través de sus Reflexiones o boicoteándolas directamente. La posibilidad de seguir reformas al estilo chino o vietnamita que han generado un alto crecimiento económico y mantenido el control del partido comunista está descartada. Después de 50 años y a pesar de su deterioro físico obvio, Fidel Castro sigue controlando las decisiones clave en la economía y bloqueando el cambio fundamental necesario para la prosperidad de su pueblo.

Breve historia económica de Cuba bajo el castrismo

 

Socialismo o Muerte, valga la redundancia (1959-1970)  (Parte I)

Enrique Collazo Pérez

 

Desde el triunfo de la revolución los dirigentes económicos del Estado y el propio Castro han impuesto conscientemente giros muy bruscos en la orientación de la política económica en Cuba. Los mismos han descrito una especie de movimiento pendular entre la promoción de una ‘nueva’ conciencia comunista, por un lado, y la implantación de algunos mecanismos dirigidos a una tibia reanimación de la relación mercantil, por otro.


Puede decirse que durante más de cuarenta años, la economía cubana se ha visto sumida en esta suerte de dilema existencial, lo cual, como podrá deducirse, ha provocado graves y profundas alteraciones de naturaleza estructural en todo el tejido económico insular. La economía política es una ciencia sujeta a leyes que poco tienen que ver con la voluntad de los hombres y cuando se intenta violentar los postulados básicos sobre los que se asienta el funcionamiento de cualquier espacio económico, el coste que ello acarrea es de magnitudes extraordinarias y suele costar muchos años enmendarlo eficazmente.

En los años de 1959 y 1960 se sentaron las bases para la supresión del capitalismo y la desaparición del mercado. La colectivización de los medios de producción fue en aumento en 1959 y cobró impulso a lo largo de 1960. Se expropiaron refinerías de petróleo, centrales azucareras, bancos, compañías de teléfono y de electricidad, así como las grandes industrias nacionales y empresas de transportes y servicios, tanto de capital nacional, como norteamericano. Hacia fines de 1960 todo el comercio interior mayorista y el comercio exterior, la banca y la mayor parte de los transportes, la industria, la construcción y parte del comercio minorista, así como más de la tercera parte de la agricultura estaban en manos del Estado. La rápida transferencia de propiedad abolió el sistema capitalista y produjo la desaparición de los mecanismos de mercado; como resultado, la producción y distribución de bienes y servicios dejó en parte de estar determinada por las leyes de la oferta y la demanda.


Al repudiar el mercado, se basculó entonces hacia un modelo de economía planificada. Sin embargo, el plan adoptado era de matriz soviética, excesivamente centralizado y había sido rígidamente aplicado sin adaptarlo a la economía cubana, monoproductora y en vías de desarrollo. Las decisiones económicas fueron impuestas por la dirección política sin consultar al organismo creado para su implementación, la JUCEPLAN. La colectivización de la tierra y el sistema de acopio desarticularon el flujo de abastecimiento del campo a la ciudad y comenzaron a escasear muchos productos, razón por la cual se introdujo desde 1961 la cartilla de racionamiento. De ahí que hacia 1963 el fracaso resultara notorio, tanto en relación con la estrategia de desarrollo basada en una industrialización rápida con diversificación agrícola, como en el modelo adoptado.


De este modo, en 1964 se decidió mantener el énfasis en la industrialización pesada y volver al azúcar como pivote del desarrollo. En la polémica desatada en torno a la adopción de modelos alternativos de organización económica triunfó la propuesta guevarista, la cual preconizaba que primero era necesario lograr el desarrollo de la conciencia para después implicarse en el fomento de la riqueza material. Presidida por esta utopía de naturaleza tan disparatada como inviable, se pusieron en vigor barbaridades económicas tales como diversas gratuidades públicas y la famosa Ley 270 que prescribía la jubilación con el 100% del salario para los trabajadores de las empresas que cumplieran una serie de requisitos en el ámbito de la ‘emulación socialista’.


Entre 1966 y 1970 se radicalizó este modelo cuyos momentos más notables fueron la ‘ofensiva revolucionaria’ de 1968 y el rotundo fracaso de la Zafra de los Diez Millones de 1970. Mediante la ofensiva se expropió a cientos de miles de pequeños propietarios de establecimientos de comestibles, de talleres de reparación de zapatos, relojerías, imprentas, quincallas, estudios fotográficos, talleres de artesanos, peluquerías, bares, expendios de carbón, etc. El Estado cubano se adjudicó el compromiso absoluto de la producción y distribución de todos los bienes de consumo, enorme tarea que estaba muy lejos de encarar y administrar con eficiencia. El fracaso de la zafra produjo un daño devastador en la economía nacional, pues todos los escasos recursos con que contaba el país se pusieron en función del logro de aquella meta.


Ambas catástrofes económicas frustraron los objetivos de la estrategia de desarrollo basada en el azúcar, mientras que el modelo de organización económica tampoco funcionó, tal y como había pasado en 1963.

 

 

Socialismo o Muerte, valga la redundancia (1971-1985)  (Parte II)

Enrique Collazo Pérez

 

Después del sonado fracaso de la zafra de 1970, y bajo la consigna de ‘a convertir el revés en victoria’, el gobierno cubano se vio obligado a imprimir un giro radical en su política económica y a concederle mayor importancia a los incentivos de carácter material para estimular el crecimiento económico y la eficiencia. También se consolidaron los lazos de dependencia con la Unión Soviética, principal socio comercial y financiero de la Isla durante esa etapa.


En líneas generales esta etapa se caracterizó por el pragmatismo económico y la institucionalización político-administrativa. Los descalabros económicos provocados en la década pasada y una buena reprimenda soviética indujeron a los dirigentes cubanos a introducir un mínimo de orden en la administración económica. La responsabilidad por el voluntarismo económico no recayó en su máximo inspirador, como era de esperar, sino en los jefes subordinados a los cuales se les tachó de idealistas al suponer que la actitud de una minoría de vanguardia era representativa de toda una sociedad. De modo que ahora se trataba de ser realistas para no caer en los mismos errores.

Mientras que en los años setenta se acometieron tareas de institucionalización en todo el país, en los ochenta fueron introducidas algunas medidas liberalizadoras en la agricultura, los servicios y la vivienda, además de realizarse una reforma general de salarios. Meses después del masivo éxodo del Mariel se crearon los mercados libres campesinos, en los que los pequeños agricultores privados podían vender sus excedentes agrícolas, después de cumplir sus obligaciones con el Estado, a precios libremente fijados por la oferta y la demanda.

Entre 1980 y 1981 el gobierno también legalizó el empleo autónomo en oficios tales como peluqueros, sastres, jardineros, taxistas, fotógrafos, electricistas, carpinteros y mecánicos, junto a profesionales como ingenieros, arquitectos, médicos y dentistas. Todo esto redundó en un mejoramiento de las condiciones de vida de la población. No obstante, desde 1982, el gobierno contradijo su objetivo de mejorar la oferta y la calidad de los servicios al lanzar un desproporcionado ataque contra aquellos trabajadores autónomos y pequeños agricultores que consideraba que estaban haciéndose ‘ricos’, con lo cual, los correctivos aplicados al empleo autónomo y a los pequeños empresarios redujeron el alcance que pudo tener esta medida liberalizadora.


En el ámbito estatal de la economía, en esta etapa se instauró de nuevo la planificación central como principal mecanismo económico. Desde 1972 Cuba había pasado a formar parte del mercado común de los países socialistas (CAME), disfrutando de la cláusula de nación más favorecida. La exigencia principal de los soviéticos pasaba porque Cuba adecentara su administración económica, adecuándola a los sistemas del resto de los países del bloque. Para ello, se instauró el sistema de dirección y planificación de la economía, el cual se inspiraba en el modelo de tímida reforma económica introducido en la Unión Soviética en 1965. Entre los objetivos más importantes de aquél estaba la descentralización de las empresas del Estado, la total sustitución de la financiación presupuestaria por la autofinanciación y la utilización de los beneficios como principal indicador de los resultados de gestión, entre otros.


Asimismo, en 1978 fue incorporado de nuevo el presupuesto del Estado, tras haber sido abolido durante casi una década. Además, se crearon los mercados paralelos de víveres, ropa y electrodomésticos, con el fin de reducir la demanda de consumo y aumentar la oferta de artículos, entre otras medidas que buscaban introducir racionalidad y coherencia en el tejido económico del país. Todas estas medidas produjeron una reanimación económica sin precedentes, hasta tal punto que muchos denominan a aquella etapa como ‘los felices 80’. Sin embargo, todo aquel relativo bienestar y elevación del consumo social e individual no fue resultado de una elevación de la productividad y la eficiencia económicas en Cuba, sino que era generado por una relación de intercambio comercial y asistencia crediticia con la Unión Soviética de carácter extraordinariamente generoso.

Desde principios de los setenta se aceptó un grado mucho mayor de integración y dependencia de la URSS con el fin de obtener una ayuda indispensable para rescatar a la economía insular del desastre de 1970. A lo largo de estos años los precios soviéticos del azúcar fueron cuantiosamente más altos que los precios del mercado mundial, así como los del níquel, pues aquellos lo pagaban a más del doble de su precio mundial. Por otro lado, los soviéticos pagaban a Cuba en moneda dura por todo el petróleo que ella lograra ahorrar respecto a la cuota convenida. La combinación de estos espléndidos subsidios reportó un formidable beneficio para la economía cubana que vivió aquellos años de vacas gordas muy por encima de sus capacidades reales de generación de riqueza.

La subordinación hacia la URSS se consolidó durante esta etapa, reforzada por los subsidios a los precios y los créditos comerciales, de ahí que la porción soviética en el total de transacciones de Cuba creciera de 51,7 a 70,5% en 1970-85. El excesivo peso que significaba esta ayuda para la URSS, que ya comenzaba a sufrir graves dificultades económicas internas, asociado al enorme e incontrolable déficit comercial de Cuba, provocó por tercera vez la bancarrota del estilo de desarrollo de la Isla y de su modelo de administración económica.

 

 

Socialismo o Muerte, valga la redundancia (1986-1993)  (Parte III)

Enrique Collazo Pérez

Esta etapa representa la vuelta a la improvisación y el caos de los años 60, al voluntarismo y a las movilizaciones masivas para tratar de alcanzar determinadas metas económicas. Existe una frase que expresa muy bien el violento golpe de timón a que sería sometida de nuevo la economía cubana y fue pronunciada por Castro en la clausura de una sesión de la Asamblea del Poder Popular en 1986. Aquella expresión, dirigida a su propio hermano y al pueblo entero sentenciaba: ‘Ahora sí vamos a construir el socialismo’. La frase causó una mezcla de estupor y rabia en la población que se preguntaba ‘¿qué cosa habíamos hecho entonces desde 1961?’ Era el enunciado de barricada bajo el cual se inscribía el Proceso de Rectificación de Errores y tendencias negativas, o dicho en otras palabras, una vuelta a los postulados anti-mercado de los 60.


Castro expuso que el proceso de liberalización económica había provocado una corrupción y un derroche generalizados, lo cual generaba además de desigualdades, una ‘mentalidad capitalista’ que debilitaba el espíritu revolucionario de ‘las masas’. Por otra parte, la descentralización económica entrañaba delegación del poder, algo que Castro se resistía a compartir desde siempre, con lo cual, al pronunciar aquella cínica e infeliz frase quedó echada la suerte que correría el país a menos de tres años de la desaparición del bloque comunista europeo.

Mientras, a 9550 kilómetros de distancia, se iniciaba otro proceso de signo contrario, presidido por una liberalización económica y una apertura global de toda la sociedad. Era la Perestroika de Mikhail Gorbachev. En 1989 visitó Cuba y se marchó sin la menor duda de que el revulsivo anti-mercado de Castro y su reforma del socialismo soviético llevaban un inevitable curso de colisión.

Realmente la expectativa inicial era que el Proceso de Rectificación (PR) encontrase un punto intermedio entre los errores idealistas del modelo impulsado por Guevara y Castro en 1966-1970 y los ‘errores economicistas’ de 1976-1985. Sin embargo, el colapso del bloque soviético determinó en gran medida su rápido fracaso, en lo cual también tuvo que ver mucho su irracionalidad económica. Las políticas del PR desmantelaron todas las herramientas inherentes al sistema de dirección y planificación de la economía. De igual modo, redujeron los incentivos materiales, fomentando los morales, reintrodujeron el trabajo voluntario, las brigadas de construcción con disciplina militar y las movilizaciones masivas en la agricultura bajo el patrocinio de un disparatado Programa Alimentario de carácter autárquico que perseguía la autosuficiencia, pero que fracasó en 1992.

Otras medidas adoptadas fueron la abolición de los mercados libres campesinos y la aceleración del proceso de integración de las pequeñas fincas privadas en cooperativas estatales. La eliminación de las actividades de los pequeños fabricantes privados, propietarios de camiones y vendedores ambulantes, la restricción a la construcción, venta y alquiler de viviendas privadas y la recentralización de la toma de decisiones.

Las políticas de colectivización contra los agricultores privados tuvieron un efecto catastrófico en la producción agrícola, mientras que las políticas gubernamentales alternativas no fueron capaces de aumentar la producción. El Estado prometió que el vacío dejado por la eliminación de la actividad privada sería cubierto a partir de la implantación de una serie de mecanismos alternativos. Sin embargo, el sistema de acopio siguió siendo ineficaz y las granjas estatales no consiguieron aumentar la producción, el mercado paralelo desapareció y se reforzó el racionamiento de todos los bienes de consumo.

No cabe duda de que en la etapa de 1986-1993 la economía cubana se sumergió en la peor crisis de su historia. Este progresivo deterioro fue resultado de la caída del bloque soviético y del desmembramiento de la URSS en 1991. No obstante, el descalabro económico comenzó en 1986 cuando se inició el PR y mucho antes de la desaparición del campo socialista. Al mismo tiempo, es posible que el PR contribuyera a frenar la caída del socialismo en Cuba, aunque por otro lado su naturaleza anti-mercado desempeño un papel negativo en la crisis de 1991-1993. En definitiva, actualmente se carece de un programa económico coherente y de una estrategia viable para rescatar a Cuba de la crisis permanente en que se encuentra.

Durante las sesiones del 4º congreso del partido en 1991, sumidos en lo más profundo de la crisis, soportando innumerables carencias y tras la convocatoria librada por el gobierno para debatir los problemas de la sociedad, -’llamamiento’ que realmente devino callamiento- muchos cubanos esperaban que Castro viera con buenos ojos la reintroducción del mercado libre campesino pero él se opuso enérgicamente a esa medida. Tendría que ocurrir la estampida de los balseros en agosto de 1994 para que el gobierno se decidiera a reabrir este mercado, junto con la promulgación de otras medidas tales como la despenalización de la tenencia de dólares y las nuevas regulaciones para permitir el trabajo por cuenta propia, que ya venían aplicándose desde finales de 1993 ante la devastación económica que sufría el país.



Socialismo o Muerte, valga la redundancia (1994-2001)  (Parte IV)

Enrique Collazo Pérez

 

Ni las economías más sólidas de los países capitalistas desarrollados serían capaces de soportar las bruscas sacudidas a que ha sido sometida la economía cubana en los últimos 40 años, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una estructura económica con un grado muy elevado de dependencia de los mercados exteriores. Pero, como ha quedado patente, tal estructura no ha sido gobernada conforme a leyes y a procedimientos científicos, sino que por el contrario ha sido presa de los caprichos y la voluntad de un solo hombre empeñado en perpetuarse en el poder. Tampoco el tema del embargo norteamericano contra la Isla sirve para justificar el descalabro en que se halla sumida su economía, pues la causa de esta situación se encuentra en factores de índole interna.

Con el fin de retener el poder, a partir de la grave crisis de 1993 comenzaron a implementarse un conjunto de medidas que apuntaban de nuevo en la dirección del mercado y se planteaban detener el declive económico, disminuir la inflación y el déficit fiscal, restaurar el valor del peso y promover el crecimiento, reduciendo al mínimo el peligro de desestabilización del régimen. Con todo ello se admitía tácitamente la incapacidad de la economía socialista por sí sola para solventar la crisis.

Las medidas adoptadas fueron la legalización del dólar, la transformación de las granjas estatales en un nuevo tipo de cooperativas, la autorización del empleo por cuenta propia en un número restringido de actividades, un conjunto de medidas fiscales para reducir el déficit presupuestario y el excedente monetario y la apertura a las inversiones extranjeras, entre otras. Fue un remedio de difícil asimilación para la dirigencia, pero indispensable para conservar el poder y sólo con ese propósito se aceptaron sus costos: una disminución temporal del control estatal de la economía, un número creciente de ciudadanos que se buscaban la vida por cuenta propia -legal o ilegalmente- y un aumento de las desigualdades sociales.

Hacia 1996 y en medio del debate económico que suscitaron tales reformas se llegó a la conclusión de que, o se ampliaban las medidas liberalizadoras, o se detenían: era una coyuntura parecida a la que precedió a la Rectificación, salvo que ahora además se proponía una apertura política. A fines de 1995 Castro decidió aparcar la liberalización cuando señaló: ‘toda apertura nos ha traído riesgos. Si hay que hacer más reformas, las haremos. Por el momento, no son necesarias’. Desde entonces, las reformas han quedado sometidas a múltiples controles estatales, regulaciones y restricciones progresivas, además de retrocesos, todo lo cual ha impedido su potencial desarrollo y a veces provocado su declive. Lo cierto es que el régimen se implicó a regañadientes en un cambio para que al final, todo siguiera igual, con el aval de que haber sobrevivido a lo peor de la crisis le permitió reconstituir el sistema político sin mayores riesgos.

Con el fin de recuperar gradualmente el control absoluto sobre la economía, el Estado cubano ha llevado a cabo una política dirigida contra los pequeños empresarios y trabajadores autónomos por medio de la imposición de un abusivo régimen fiscal, la promoción de campañas que generan envidia y hostilidad hacia ese sector y una competencia desleal en contra de ellos. Castro se queja de los elevados ingresos de los autónomos, no obstante, no se refiere a por qué ocurre esto y es precisamente por la bifurcación estructural y monetaria de la economía mantenida por el gobierno que genera esta situación. Por otra parte, las ‘joint ventures’ en Cuba disfrutan de facilidades extremas para la remisión de sus utilidades, mientras que al sector informal se le aplica un sistema impositivo que grava hasta el 90% de la ganancia bruta, lo cual es una flagrante discriminación hacia los propios cubanos.

Hasta donde ha permitido el Estado, las reformas han tenido resultados positivos y han promovido una recuperación económica, pero éstas no han logrado, después de ocho años, recuperar el nivel anterior a la crisis. Asimismo, una vez que el gobierno consiguió los objetivos que se proponía, descartó seguir avanzando en la dirección del mercado, pues ello aumentaría la fuerza del sector privado independiente al concentrar más poder económico, lo que a su vez hubiese significado una pérdida de poder político. De ahí que Castro se oponga firmemente a la reforma orientada al mercado, incluso a su variante china, por motivos tanto ideológicos como sociales -desigualdad, corrupción, erosión del fervor revolucionario- así como por la descentralización de la toma de decisiones y delegación del poder político que tal reforma implica, lo cual le presentaría un reto al omnipresente Estado cubano.

La oposición a las reformas de mercado esta limitando la magnitud del nuevo sector privado emergente, así como la eficacia de su funcionamiento, con lo que ralentizará, cuando no evitará, el logro de un grado de recuperación económica razonable. Con ello Castro pone de manifiesto una vez más la indiferencia que siente por el bienestar material de su pueblo. Resulta absolutamente irracional que se conciba retornar de nuevo a las etapas de 1966-70 y 1986-93 en las que se demostró fehacientemente la extrema ineficiencia del Estado, mucho más en ausencia de un generoso subsidio como el ruso, aunque esta actitud del gobierno hace pensar que los líderes del gobierno alientan la falsa expectativa de una plena recuperación y que por ello ya no es necesario continuar en el camino de la reforma.

Los beneficios de un proceso de retroceso de las reformas desde la perspectiva de Castro serían retomar el control de la actividad económica, lo cual facilitará el control político, social e ideológico. Estos beneficios probablemente satisfagan a Castro y a la dirigencia, sin embargo, sólo serán ilusorios a corto plazo hasta que afloren de nuevo la ineficiencia y los problemas de productividad que genera la propiedad absolutamente estatal. Esta claro que para superar de forma rigurosa y radical la crisis estructural de la economía cubana es indispensable suprimir su carácter dual el cual limita la conexión general del área de inversión extranjera -en dólares- con el resto de la actividad económica -en pesos cubanos. Solo así se podrá conseguir el aprovechamiento óptimo de la inversión extranjera y la base a partir de la cual debería diseñarse una política industrial especialmente dirigida a fomentar sus vínculos con la economía nacional.

Realizar un pronóstico de cuál va a ser el rumbo que adoptará la política económica del gobierno cubano en el resto de esta década es un misterio para todos por cuanto la prioridad uno del régimen continúa siendo retener el poder a cualquier precio. A lo largo de la década de los noventa el proceso de recentralización de la toma de decisiones y el ocaso de la planificación central se han visto agravados por la ausencia de un modelo de organización económica y la desaparición del bloque soviético. Como en 1966-1970, Castro ha tomado el control pleno de las riendas de la sociedad y toma decisiones cruciales improvisando sobre la marcha, como buen guerrillero, y sin un conjunto objetivo de mecanismos de planificación económica. De lo que se trata es de saber si después de la paralización de las medidas liberalizadoras y sin haber podido superar los indicadores macroeconómicos del año precrisis de 1989, el gobierno será capaz de mantener por más tiempo su política inmovilista sin volver a sufrir una crisis de proporciones aún mayores de la de 1993.

El Tratado de Reciprocidad Comercial de 2003

Pedro Pablo Arencibia Cardoso

Diciembre de 2001

 

   El Tratado de Reciprocidad entre Cuba y Estados Unidos (TRC) de 1903 desempeñó, durante aproximadamente veinticinco años un importante papel, no pocas veces exagerado, en la economía y las relaciones comerciales de la primera república cubana. Sobre este importante tratado, sus características y consecuencias tratará este artículo. Deseo aclarar antes de comenzar, que no considero, en general, la dependencia y la independencia económica de un estado como la existencia o no de una subordinación económica de un estado con respecto a otro, sino diferentes estrategias para alcanzar su desarrollo. En el siglo XIX Inglaterra y Alemania utilizaron respectivamente la dependencia y la independencia económica como modelos económicos para alcanzar un mayor desarrollo; ambas lo alcanzaron pese a que, por ejemplo, Inglaterra pasó de ser un productor de los alimentos que consumía a principios de ese siglo, a un país importador de los mismos. La independencia económica es muy difícil, por no decir imposible, que se presente de manera ortodoxa en los tiempos actuales.

   En el presente trabajo y pese al exergo que lo encabeza y el hecho que la debatida teoría de la dependencia e independencia económica es algo ya superado, el significado del concepto de dependencia económica utilizado en él, es el que usualmente se ha empleado en Cuba, el cual está asociado a cierta subordinación e inferioridad en las relaciones comerciales.

 

TRC, Enmienda Platt y República

 

   La aceptación de la Enmienda Platt por la Asamblea Constituyente el 12 de junio de 1901, la instauración de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902 y el Tratado de Reciprocidad Comercial (TRC) en 1903, fueron, según criterios de diferentes historiadores, las premisas jurídicas, económicas y políticas sobre las cuales se establecieron y desarrollaron las nuevas inversiones norteamericanas, pues proporcionaron la garantía de un clima estable y favorable para las inversiones.

   El TRC presentó ciertas diferencias con respecto a la Enmienda Platt:

   -Fue posterior a la instauración de la República y no fue impuesto, ya que fue inicialmente discutido y firmado por los Gobiernos de ambos países y posteriormente aceptado. Este tratado fue firmado el 11 de diciembre de 1902 y aprobado por el Senado de los Estados Unidos el 19 de marzo y por el Senado de Cuba el 11 y 28 de marzo de 1903; posteriormente, el 19 de noviembre, el Congreso de los Estados Unidos de América aprobó el mencionado Tratado por 335 votos contra 21.

   -No tenía un carácter permanente ni de largo plazo, inicialmente estaría vigente durante cinco años, y después, se consideraría prorrogado de año en año, mientras que no lo denunciara alguna de las partes contratantes, pues así aparecía explícitamente estipulado en los artículos X y XI de ese tratado:

 

Artículo X

   “ ......... Y asimismo, ha de entenderse y por el presente se conviene, que si en cualquier tiempo, mientras rija el presente Tratado, siempre que haya transcurrido un (1) año de estar en vigor, la protección que se concede a los productos y mercancías de los Estados Unidos, basada en los actuales tipos de adeudo del Arancel hoy vigente en la República de Cuba, resultase excesivos, a juicio del Gobierno de la República de Cuba, por haberse adoptado en éste un nuevo arancel, después de estar en vigor este Tratado, la expresada República de Cuba podrá iniciar negociaciones, con el propósito de que se hagan aquellas modificaciones que se estimen justas y equitativas por ambas partes contratantes.”

 

   Artículo XI

   “El presente Tratado será ratificado por las autoridades competentes de los respectivos países, y las ratificaciones serán canjeadas en Washington, Distrito de Columbia, Estados Unidos de América, tan pronto como sea posible, antes del treinta y uno de enero de mil novecientos tres; empezando a regir el décimo día después del canje de las ratificaciones y continuará vigente por el término de cinco (5) años a contar desde el día que empiece a regir, y después de año en año hasta que una de las partes contratantes notifique a la otra su propósito de darlo por terminado; en este caso el Tratado sólo estará vigente hasta que haya transcurrido un año desde la fecha de dicha notificación.

   Esta Convención no empezará a regir hasta que no haya sido aprobada por el Congreso.” (Pichardo, 216)

   El Tratado, y esto es muy importante, no prohibía las inversiones de otros países en Cuba ni el establecimiento de otros tratados de reciprocidad con otros países.

   José Miguel Gómez en su gobierno, 1909-1913, dio facilidades de inversión al capital español y al capital británico entre otros. El capital británico, por ejemplo, ascendió de 60 millones en 1909 a 216 millones en 1913. En una carta de José Miguel Gómez a Gonzalo de Quesada del 9 de febrero de 1909, éste le pidió a Gonzalo de Quesada que realizara una misión especial para promover relaciones comerciales con los países europeos. En 1906 las inversiones norteamericanas ascendían aproximadamente a 160 millones.

   No es ocioso señalar que la robustez de la economía de un país radica más que en su comercio exterior, en la fortaleza de su mercado interno; y que si bien las inversiones extranjeras no han provocado por sí solas el crecimiento económico adecuado de un país (Pino, 16), sí han servido en ocasiones de catalizador que ha favorecido el desarrollo de la economía interna nacional. Las inversiones extranjeras en los primeros años de la República fueron el catalizador del posterior desarrollo económico nacional que tuvo el país y el impulso que hizo resurgir, por segunda vez después de una devastadora guerra, al empresariado nacional y con ello mostrar al mundo las dotes y las iniciativas del oriundo de esta tierra para crear riquezas mediante el esfuerzo perseverante y el estímulo de sentir tangiblemente el fruto de su trabajo.

 

Diferentes Valoraciones sobre el TRC

 

   El saldo de las consecuencias del TRC sobre la entonces flamante República de Cuba ha sido valorado con signos diferentes por determinados especialistas.

   El TRC reafirmaba, según algunos historiadores y economistas cubanos de nuestros días, la condición de país monocultor para Cuba y establecía una negativa dependencia económica con Estados Unidos que se reflejaba en contra de su desarrollo económico. Tampoco es ocioso señalar que fue una decisión libre de la oligarquía criolla habanera de finales del siglo XVIII la iniciativa de incrementar de manera sustancial la producción azucarera, decisión que en pocos años deformó estructuralmente la economía del país; aunque ya desde el mismo año 1792, año en que se presentó la iniciativa por Francisco de Arango y Parreño, había criollos opuestos a la misma. Esa temprana oposición se debió tanto a razones económicas como a posiciones antiesclavistas procedentes del Iluminismo francés.

   La necesidad y la importancia que se tenía de obtener la independencia económica de Cuba podemos plasmarlas mediante las siguientes palabras de Enrique José Varona, escritas en 1915:

   “ ... Hemos asegurado la independencia política de la patria. Es un gran deber que hemos cumplido. Nos falta otro. Asegurar por el trabajo bien dirigido la independencia económica del cubano; con ésta, y sólo con ésta, se afianza la otra. Y cuando se cimenta con sangre una obra, hay que poner además todos los medios para que perdure.” (Pichardo, 390 y 391)

   La doctora Hortensia Pichardo en su introducción a la transcripción fiel e íntegra del TRC plantea y argumenta su valoración negativa con respecto al mencionado Tratado:

   “El propósito fundamental del gobierno de los Estados Unidos al intervenir en la guerra de Cuba, era el dominar la economía del país, por lo cual uno de sus primeros actos, después de instaurada la República, fue la imposición de un Tratado Comercial entre ambos países.

   Claramente expuso los fines del Tratado el Presidente Roosevelt en su mensaje al Congreso, en diciembre de 1902:

      ‘Insisto en aconsejar el planteamiento de la reciprocidad con Cuba, no sólo por favorecer eficacísimamente nuestros intereses, dominar el mercado cubano, e imponer nuestra supremacía en todas las tierras y mares tropicales que se hallan al sur de nosotros...’

   El Tratado favorecía muy poco a Cuba, pues sólo estipulaba la rebaja del 20% al azúcar y a algunos otros productos cubanos al entrar en los Estados Unidos.

   En cambio, los productos norteamericanos se veían favorecidos en las aduanas cubanas con una rebaja de un 20, 25, 30 y hasta un 40% en muchísimos artículos, como puede apreciarse en el cuadro que se ofrece después del Tratado.” ( Pichardo, 212)

   Por otra parte, Julián Alienes -economista que encabezó la escuela del pensamiento económico cubano de los años cuarenta y cincuenta- opinaba de manera diferente, pues planteaba que los efectos negativos del TRC y de los mecanismos económicos de apropiación del excedente cubano, tendrían a desvanecerse ante los saldos favorables de nuestra balanza comercial con Estados Unidos y el precio del azúcar en los años que corren entre 1900 y 1920. Alienes planteaba además que el TRC presentó efectos estimulantes para la producción azucarera y la economía cubana en general hasta bien entrada la década de 1920. Según Alienes la posibilidad de encontrar un mercado seguro para el azúcar y el tabaco era algo muy atractivo a los intereses generales del país.

 El efecto favorable de los saldos de nuestra balanza comercial radicaba, entre otros aspectos, en que dado el volumen muy superior de las importaciones procedentes de Cuba por parte de los E.U., las pérdidas en las recaudaciones de la Aduana cubana por los aranceles especificados en el Tratado, sería solamente el 25% de las pérdidas sufridas por la Aduana norteamericana por ese mismo concepto, aunque, según O. Zanetti, esas pérdidas vistas desde un punto de vista proporcional con relación al ingreso total de cada país, Cuba se vería afectada con unas pérdidas que triplicaban las norteamericanas (Zanetti, 49). Esta última parte del análisis no tiene en cuenta que en febrero de 1904, como bien aparece en ese mismo artículo, el gobierno de Don Tomás Estrada Palma aplicó recargos en casi todos los adeudos del arancel para compensar en cierta medida las pérdidas de los ingresos aduanales por el TRC con los Estados Unidos; también en agosto de 1904 mediante el decreto 44 se tomaron medidas similares (Marqués, 57). No debemos tampoco perder de vista que la naciente república cubana carecía de la liquidez necesaria para desarrollar su gestión económica.

   El Dr. Jorge Ibarra en contra de la apreciación de Alienes y citando un trabajo de John Dumoulin de la revista cubana “Economía y Desarrollo”, plantea en su obra citada en la bibliografía, que el ingreso real percápita hasta 1918 no fue del 2.5% sino del 1% pues, según Dumoulin, Alienes no había tenido en cuenta las llamadas exportaciones invisibles del capital. También Ibarra plantea que Germán Walter del Río, Secretario de Hacienda en 1937, se había percatado de que el saldo favorable de la balanza comercial era absorbido completamente por las llamadas exportaciones invisibles del capital.

   Dadas las discrepancias de carácter teórico, retornemos a los primeros años de la República para analizar con más elementos prácticos de aquella época, los efectos del TRC.

 

Diferentes valoraciones de Sanguily sobre el TRC

 

   El 25 de octubre de 1911, Manuel Sanguily, Secretario de Estado de Cuba, le comunicó al Embajador norteamericano en Cuba el interés de Cuba de que se prolongase por otros cinco años el Tratado y en “ entrar en negociaciones con vista a la modificación del Tratado en el sentido de promover mayores ventajas a algunos productos americanos y para nuestros azúcares y tabacos”. Esta solicitud era producto de la reclamación de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cuba ante el presidente José Miguel Gómez por el temor de que E.U. renunciara en cualquier momento al Tratado y el objetivo cubano de obtener “ventajas adicionales de ser posible para la parte cubana”; aunque esa solicitud también se debía, según plantea el Dr. Ibarra, al temor de una reducción de la cuota azucarera cubana. Esa solicitud de prorrogar el TRC se realizó sobre la base de los ya citados artículos X y XI de dicho tratado.

   La anterior petición de Sanguily, en época tan temprana de nuestra historia republicana, muestra que el Tratado presentaba pingües beneficios para las clases que con sus pequeñas o grandes inversiones creaban y desarrollaban nuestra economía. A las palabras de petición de prórroga del TRC por parte de Sanguily se les puede añadir las que pronunció, también como ministro de Estado, en el teatro Polyteama:

   “Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya sólo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los imcomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía”. (Ibarra, 312)

   Sanguily había sido en su momento el más destacado de los muy escasos opositores al TRC en el Senado Cubano. En aquel entonces Sanguily planteó, en esencia, que rechazaba al TRC porque en el orden de la justicia no había verdadera reciprocidad, en el orden económico no había inspiración científica y, sobre todo, porque en el orden moral, en el social y en el de la conciencia patriótica, el Tratado no era equitativo y estaba lleno de peligros (Costa, 107). En aquel entonces el mayor defensor que tuvo el TRC en el Senado cubano fue el elocuente Antonio Sánchez Bustamante. Bustamante planteaba que el TRC reafirmaba a Cuba como república desde un punto de vista internacional, así como a su estabilidad mercantil; también planteó que el TRC reafirmaba la riqueza y el bienestar de las clases populares y el fomento de la inmigración tan necesaria para el país.

   Algunas personas podrían pensar que Sanguily había traicionado o perdido parte de sus capacidades intelectuales al solicitar la renovación del TRC, pero lo que realmente había sucedido era que los hechos le mostraban palmariamente a Sanguily, que en esos momentos el TRC era beneficioso para desarrollar nuestro país.

 

Cuba y sus hermanas en aquellos tiempos lejanos

 

   En el artículo “Cuba y sus hermanas” de Don Fernando Ortiz, publicado por primera vez en 1913 y presente en su libro “Psicología Tropical”, en el cual se analiza la economía en Cuba entre 1909-1910 (a escasos 12 años de finalizada una devastadora guerra), se muestra que entre las 20 repúblicas latinoamericanas de aquel entonces, Cuba ocupaba el primer lugar en importación por habitante con 47.95 dólares y el primer lugar en exportación por habitante con 70.30 dólares, para un saldo positivo de 22.35 dólares por habitante. Por esta razón el sabio cubano escribió en ese artículo:

   “El cuadro número tres es consolador y digno de nota, como lo es el siguiente número cuatro. Ellos bastan, para echar por tierra la ruin leyenda de la haraganería cubana, cuando Cuba es la que demuestra, entre todas las naciones hermanas, mayor capacidad comercial”.

   Ya desde el comienzo del siglo XX, Cuba presentaba saldos positivos entre las exportaciones y las importaciones (balanza comercial); esto puede observarse en la página 410 del Anuario Estadístico de Cuba de 1988 publicado por el Comité Estatal de Estadísticas de Cuba.

   La balanza comercial con Estados Unidos durante los años fiscales de 1905 a 1913, aparece en la tabla.

   Para valorar, en cierto sentido, el efecto resultante que tuvieron el TRC y las otras disposiciones legales de carácter arancelario que se tomaron para incrementar las entradas aduanales por parte del gobierno cubano en ese período inicial de la República, es bueno conocer los siguientes datos:

   En el año 1900 (o sea, antes del TRC), Cuba tenía una población de 1 572 797 habitantes, una importación de 66 623 845 $/oro, superior a la exportación de 49 015 815 $/oro. En el cuatrienio 1900-1904 la importación promedio fue de 67 357 400 pesos anuales y la exportación promedio de 72 811 500 anuales; en particular en el año fiscal de 1904-1905 el valor de las importaciones ascendió a 92 957 000 y las exportaciones a 101 166 000. Los ingresos de la República en el año fiscal de 1903-1904 habían sido de $ 23 080 930, y de ellos $18 299 470 (79%) correspondían a las recaudaciones aduanales (el Estado antes de 1959 no era dueño de los medios de producción). La situación financiera de la República (o sea, del Estado cubano) en el año fiscal 1905-1906 fue la siguiente: ingreso de 19 699 850 dólares, de los cuales 17 862 000 (91%) se obtuvieron de la recaudación de aduanas, y un gasto de 19 138 104 dólares; de los gastos, 9 millones (47%) se invirtieron en instrucción ( educación ) y obras públicas y aproximadamente 8 millones (42%) en administración y hacienda. En el año fiscal 1906-1907 los ingresos y egresos fueron aproximadamente de 24 y 21.7 millones respectivamente. En 1910 Cuba tenía una población de 2 028 282 habitantes, una importación de 107 959 200 $/oro y una exportación de 151 270 555 $/oro. Los ingresos y gastos durante el año de 1910 fueron respectivamente de 41 614 694 y 40 593 392 dólares; la recaudación de Aduanas fue de 24 838 030. En 1916 Cuba tenía una población de 2 627 536 habitantes, una importación de 155 448 233 $/oro y una exportación de 254 291 763 $/oro. (DEHA Tomo XXVI, 748-749 y Apéndice: Estos últimos años, 408).

 

Ciertos aspectos de la Economía en el primer cuarto de siglo

 

   El economista e historiador Oscar Pino Santos en su obra “El Imperialismo Norteamericano en la Economía Cubana”, publicada en 1957, al analizar la economía del casi primer cuarto de siglo republicano, planteó:

   “El incremento en el ingreso nacional que de todas maneras debió experimentar Cuba entre 1902 y 1925, determinado por el auge en las inversiones azucareras, dio lugar a la creación de algunos ahorros en ciertas clases de la población, independientemente de los ahorros que emigraban al exterior por la vía de las remisiones de las compañías extranjeras que controlaban el azúcar, los servicios públicos y otras empresas.” (Pino, 45)

   Y agregó más adelante:

   “Fue surgiendo así un empresario nacional incipiente, que hacía extraordinarios esfuerzos por arrebatar a las mercancías importadas algunos fragmentos del mercado nacional.” (Pino, 45)

 

AÑOS FISCALES 

IMPORTACIÓN ($)

EXPORTACIÓN ($)

1905-1906

  47 763 688

84 979 831

1906-1907

  49 305 274

97 441 690

1907-1908

  47 161 306

83 284 692

1908-1909

  43 913 356

96 722 193

1909-1910

  52 858 758

122 528 037

1910-1911

  60 709 062

110 309 468

1911-1912

  62 203 051

120 154 326

1912-1913

 70 581 154

126 088 173

 

     Para finalmente citar a economistas y personalidades de la época:

   Daniel Compte:

   “En el curso de los 26 años que lleva de vigencia este Arancel ha habido tiempo sobrado para medir y pesar toda la resistencia que ha sido capaz de ofrecer a los más entusiastas empeños de la industria, y provoca una legítima admiración al observar en algunos casos cómo, a pesar de las enormidades que le han cerrado el paso, han logrado establecerse, arraigar y consolidarse determinadas empresas industriales”. (Pino, 46)

   Comandante Enrique Recio Agüero:

   “No se explica cómo nuestro país ha podido desenvolver su propia riqueza, resistiendo a las grandes crisis económicas mundiales que han sobrevenido a todos los países, teniendo en cada una de sus Aduanas, en cada uno de sus puertos, en vez de una salvaguardia a sus propios intereses nacionales los preceptos de un código estrangulador de la agricultura y de la industria cubana”. (Pino, 46)

   En un artículo recientemente publicado y al hacer un estudio comparativo sobre la situación empresarial cubana en esa época, la profesora María Antonia Marqués Dolz plantea algo sumamente interesante si tenemos en cuenta los años que llevaba cada país como república independiente:

   “Tampoco la situación empresarial cubana difería de la vivida por los restantes países de América Latina, receptores de la ‘emigración europea en masa’. Hacia 1927, el 45% de la industria en Cuba estaba en manos de ciudadanos españoles; pero en 1908 los inmigrantes poseían el 60% de las industrias establecidas en Uruguay, y en 1914, dos tercios de los empresarios industriales en Argentina habían nacido en el extranjero.” (Marqués, 61)

   Y anteriormente, al hacer una perspectiva comparada con algunos países latinoamericanos, había señalado:

   “... Si tenemos en cuenta que en 1913 Cuba era el país de América Latina con un mayor consumo per cápita de alimentos importados y que todavía en 1927 los bienes de consumo abarcaban el 65% de sus importaciones, nos inclinaríamos a comparar la situación de la industria cubana con la de Honduras o Guatemala, pero el desarrollo de la manufactura en esos países era más incipiente que en la Isla.

   Tampoco podemos parangonar la situación industrial de Cuba con la del cono sur, pues en la Isla la contribución industrial a la renta nacional, estimada de forma preliminar entre 11 y 13% para inicios de la década de 1920, era inferior a la de Argentina, con un 18%, o la que alcanzaba Chile, ligeramente por encima del 20%. Sin embargo, la cubana no era una contribución desdeñable si tomamos en consideración que en México la industria representaba un 14% del ingreso en 1925, y que Colombia tuvo que esperar a 1941 para que esta llegara a un 12,3% ...” (Marqués, 58 y 59)

   Con respecto al peso particular de las inversiones y del capital norteamericano en la economía cubana podemos decir que las cifras difieren en dependencia del autor. Oscar Pino Santos en su ya citada obra plantea que en 1928 el capital norteamericano alcanzó su cifra máxima con 1 505 millones. Rubén Martínez Villena citando como fuente a Carlos M. Trelles plantea que en 1925 el capital norteamericano en Cuba era de 1 400 millones de dólares y que correspondía al 17.5% de la riqueza de Cuba. Por su parte el destacado economista cubano Felipe Pazos en un artículo de 1957 publicado en el Diario de la Marina y citando como fuente el Departamento de Comercio de los E.U. plantea, que en 1929 era solamente de 919 millones (otros autores plantean que en el año 1929 el capital norteamericano en Cuba era de poco más de 1200 millones). Durante la república anterior, el capital cubano fue incrementando su peso en la economía de Cuba hasta que alcanzó a ser en 1958 más del 85% de la misma. Como dato curioso deseo señalar que contrariamente a las ideas expuestas muchos años atrás por Martínez Villena en Cuba, factoría yanqui, Blas Roca (Secretario General del partido comunista) propuso en abril de 1945 en su artículo, Algunos problemas de las relaciones cubano-americanas en la postguerra un plan a favor de la inversión generalizada y directa del sector privado norteamericano en Cuba (Domínguez, 244). Esa proposición era compatible con la tesis del marxismo clásico que consideraba, que mientras más desarrollado estuviera el capitalismo más cerca se encontraba la nación del socialismo.

   El TRC no debemos nunca valorarlo de otra manera que no sea como un tratado comercial donde ambas partes se ven beneficiadas en determinados aspectos, no en todos, y en el que el mayor beneficio de una de las partes en determinado renglón no implica el perjuicio de la otra. No debemos ver el TRC como un convenio generoso y desinteresado de un filantrópico país (Estados Unidos) hacia la naciente república cubana, pero tampoco debemos verlo como un instrumento diabólico que nos obligó a tener una deformada y desbalanceada economía, pues ambas puntos de vistas son errados.

   El historiador Pedro Pablo Rodríguez al hablar del modelo, no sólo económico, que la naciente república puso en práctica nos da luz sobre las causas que dieron origen al TRC.

   “El modelo dependiente se puso en práctica por la combinación de dos grandes grupos de intereses: los de aquellos sectores que dentro de Cuba lo habían elaborado desde los años 80, y los que desde Estados Unidos encontraban muy favorable ese tipo de relación con la Isla. No obstante, para los sectores internos beneficiarios, su implantación fue deseada y se vio prestigiada por asociarse con lo venido del vecino del Norte como modelo, cuyos aspectos fundamentales -mercaderías, sistema republicano democrático, calidad de vida y organización empresarial- eran considerados superiores a los de España y, más de uno, también superiores a los europeos en su conjunto.” (Rodríguez, 18)

   Sobre lo anterior deseo señalar que el modelo económico norteamericano al ser mucho más dinámico que los modelos europeos más avanzados, garantizaba que en un período relativamente breve ( una generación), la nación saliera del estado en que se encontraba y alcanzara promedios decorosos en ciertos índices del desarrollo socioeconómico y cultural. Otra observación es que el autor al nombrar (y con ello calificar) a ese sistema de dependiente agotó ese adjetivo para caracterizar adecuadamente, al menos desde el punto de vista económico, otros modelos muy posteriores de la historia nacional que se caracterizaron también por una muy significativa dependencia.

   Utilizando la información, muy en particular los datos, que aparecen en el valioso artículo ya citado del Dr. O. Zanetti, podemos valorar más objetivamente la incidencia real que tuvo el TRC en el desarrollo de la economía de la naciente república; para ello he confeccionado el siguiente resumen, el cual está dividido en cuatro diferentes aspectos.

 

Situación antes del Tratado

 

   -El TRC no influyó significativamente en el destino de las exportaciones cubanas, las cuales se mantuvieron en el rango de la tendencia histórica.

   El Tratado Foster-Cánovas había logrado que en 1894 más del 90% de las exportaciones cubanas fueran hacia los Estados Unidos. Durante el período de intervención norteamericano las exportaciones cubanas hacia E.U. estuvieron alrededor del 75%. En 1909, seis años después del TRC, las exportaciones cubanas hacia E.U. fueron el 87.7%. (Zanetti, 50)

   -Los Estados Unidos eran el principal suministrador de alimentos y maderas para Cuba desde los tiempos coloniales.

   “Los Estados unidos eran ya el principal abastecedor del mercado cubano de alimentos desde los tiempos coloniales, y nada indica que la reciprocidad diese un impulso significativo a sus ventas en este rubro” (Zanetti, 52 y 58)

   “Es cierto que, gracias a las rebajas concedidas por el Tratado de 1902, los Estados Unidos consiguieron colocar en Cuba algún que otro renglón -como el arroz- que hasta entonces no figuraba entre sus ventas. Sin embargo, el incremento de las importaciones parece haber descansado más bien en el aumento natural -por razones demográficas y económicas- de la demanda de productos como la harina de trigo, el maíz, las carnes empacadas, jamones, grasas y otras; que desde antaño eran casi monopolizados por proveedores norteños”. (Zanetti, 58)

   -Los Estados Unidos eran desde los tiempos de España, el principal y casi único abastecedor de equipos de transporte (Zanetti, 56).

   -Desde antes del TRC los Estados Unidos eran ya desde finales del siglo XIX el primer abastecedor del mercado cubano en lo concerniente a maquinarias, herramientas, manufacturas de metal y aparatos de diferente índole.

   “El gran vecino norteño era el primer abastecedor del mercado cubano en los renglones de maquinarias, herramientas y manufacturas de metal, desde la época previa a la concertación del Tratado de Reciprocidad.” (Zanetti, 55)

   Fueron los avances tecnológicos de la industria mecánica de Estados Unidos de finales del siglo XIX conjuntamente con la disminución de los precios de los equipos de ese renglón los que desplazaron a Inglaterra y Francia como suministradores para Cuba de buena parte del equipamiento industrial. Las ventajas arancelarias que les proporcionó a esos equipos el TRC solamente redujeron aún más el margen a la competencia europea en ese renglón de la industria azucarera (Zanetti, 55 y 56)

   Es interesante el hecho que pese a ya existir un gran comercio entre Cuba y Estados Unidos y una destacada inversión norteamericana en la Isla durante la segunda mitad del siglo XIX, José Martí dijo:

   “Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano.

   A los pueblos de la América española no pedimos aquí ayuda, porque firmará su deshonra aquel que nos la niegue. Al pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba, estas legiones de hombres que pelean por lo que pelearon ellos ayer, y marchan sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados unidos la Isla que hoy le cierra el interés español ...” ( Martí, 160)

   El doctor Zanetti además escribe:

   -Cuba poseía antes del TRC franquicias en los renglones de plátano fruta, mineral de cobre y otros renglones de menor importancia comercial en los Estados Unidos; a su vez, los E.U. tenían franquicias para el carbón mineral, madera de pino e implementos agrícolas en Cuba, los cuales eran fundamentales para la reconstrucción del país después de la guerra.

 

Beneficios que proporcionó el TRC a los E.U.

 

   -Estados Unidos consolidó su posición en aquellos rubros en los cuales era ya el primer proveedor para la Isla; en algunos renglones como el hierro, el acero y el maíz, el TRC ayudó a que la presencia de ellos aumentara aún más en el comercio importador cubano. (Zanetti, 52). La industria metal-mecánica norteamericana fue altamente beneficiada por la recuperación y crecimiento azucarero que tuvo el país como resultado de los ventajosos aranceles que le proporcionó el TRC al azúcar cubano (Zanetti, 54). Es importante señalar que la recuperación y el crecimiento azucarero de Cuba se hubiera producido de todas maneras por la posición privilegiada ( en sentido geográfico) que tiene Cuba con respecto a los Estados Unidos y las históricas relaciones comerciales que ya desde muchos años antes tenían ambos países entre sí. El TRC lo que hizo, fue acelerar los procesos de recuperación y de crecimiento de la agricultura y la industria azucarera del país.

   -Estados Unidos se introdujo en el comercio importador cubano como abastecedor de arroz, convirtiéndose rápidamente en el segundo proveedor. En los tejidos de algodón y de calzado, de baja calidad, la presencia norteamericana avanzó ostensiblemente. Gran Bretaña siguió siendo el principal abastecedor de tejidos de algodón de calidad; en los tejidos, el gran perdedor fue España; España en lo relativo al calzado de pieles finas y de acabado de calidad siguió siendo, pese a las ventajas arancelarias que proporcionaba el TRC a los tejidos de algodón y a los zapatos norteamericanos, el principal suministrador de Cuba. Estados Unidos antes del TRC solamente suministraba menos del 20% de los zapatos importados por la Isla. (Zanetti, 52 y 60). En el calzado de baja calidad, España fue también la perdedora ante el avance norteamericano.

   -Las ventajas del preferencial arancelario al azúcar cubano no sólo beneficiaron a los productores cubanos (en el sentido más amplio de ese concepto), sino también a los refinadores norteamericanos y al consumidor norteamericano. O. Zanetti plantea lo siguiente con respecto a la ventaja del preferencial arancelario azucarero:

   “... surtió a la larga, efectos más favorables en los Estados Unidos que en la mayor de las Antillas”(Zanetti, 51)

   “... no es exagerado concluir que una buena parte de los beneficios otorgados a la economía cubana por el régimen de reciprocidad comercial, revirtieron hacia el lado norteamericano por concepto de ‘rendimiento de capitales’” (Zanetti, 54)

   -El avance de los Estados Unidos en las importaciones en Cuba no puede solamente achacarse al TRC: al Cuba independizarse de España, ésta tomó represalias comerciales en contra de la Isla alterando la balanza comercial existente entre ambos países. España provocó un déficit comercial desfavorable a Cuba al elevar los aranceles al azúcar cubana en un grado tal que eliminó prácticamente el azúcar cubano de la península, limitándose a adquirir casi exclusivamente el tabaco cubano.

   “El gran problema del intercambio cubano-español era su enorme desproporción, pues el valor de las ventas de Cuba a España apenas representaba una décima parte del de sus compras.” (Zanetti, 53)

   Al ponerse en vigor el TRC, España aportaba el 12%, lo cual contrasta notablemente con el 50 % que aportaba pocos años antes (Zanetti, 53). En 1903 las importaciones cubanas procedentes de Estados Unidos fue el 40% del total de las importaciones cubanas. En 1908 y 1913 alcanzaron respectivamente el 50% y el 53,7% respectivamente. Gran Bretaña en esos primeros años después de la firma del TRC era el segundo abastecedor con el 14% (Zanetti, 52-53).

   Cuando en 1911 el gobierno cubano de José Miguel Gómez estaba estudiando la posibilidad de hacer un convenio comercial con España (en ese año se estaba revisando el TRC) el gobierno español no se mostró muy entusiasta y (¡para colmo!) se sacó nuevamente a relucir en el debate público español, el problema de la Deuda de Cuba, el cual consistía básicamente que Cuba tenía que pagarle a España los gastos que España tuvo que enfrentar durante décadas en las guerras que tuvo contra Cuba y otros países (la deuda ascendía a más de 500 millones de pesos). El convenio comercial, como era de esperarse, no se llevó a cabo. (Zanetti, 53).

 

Importancia y efectos del TRC en el desarrollo económico de Cuba

 

   -Fue durante 25 años el único instrumento legal de valor práctico en el sistema de relaciones comerciales entre Cuba y los Estados Unidos (Zanetti, 48). En 1927 durante el gobierno de Gerardo Machado y Morales se dictó una Ley Arancelaria que afectó el status quo comercial de la República. Los Estados Unidos y el gobierno cubano de ese entonces tuvieron sus desavenencias, pues la mencionada ley arancelaria de protección y fomento de la industria cubana afectó los intereses norteamericanos. En 1934 se firmó otro tratado comercial entre Cuba y Estados Unidos.

   No obstante lo anterior, los efectos directos del TRC deben básicamente buscarse y analizarse durante los diez primeros años posteriores a la entrada en vigencia de ese tratado, pues con posterioridad a ese período intervinieron otros factores significativos ajenos a ese tratado, como por ejemplo, el escenario comercial que produjo la Primera Guerra Mundial (Zanetti, 50). La Primera Guerra Mundial fue un factor de notable significación en las relaciones comerciales Cuba-E.U. que no puede ser de ninguna manera obviado para analizar dichas relaciones y la estructuración que manifestó la economía cubana; al igual que otros significativos factores de la gestión comercial y empresarial, la Primera Guerra Mundial no puede ser dejada a un lado ni subvalorada cuando se hace el análisis de los efectos del TRC en la estructura de la economía cubana, pues puede caerse en el error de atribuirle solamente al TRC efectos que realmente poseen un origen multifactorial.

   Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) aumentaron considerablemente en Cuba las importaciones norteamericanas en detrimento de las europeas. En 1919 el mercado norteamericano aportó el 79% de las importaciones cubana (Zanetti, 59); luego, en la década de los años veinte, el nivel de las importaciones norteamericanas en Cuba disminuyó en cierta medida para oscilar alrededor del 65% como promedio, el cual reflejaba una proporción bastante superior a la que tenían antes de comenzar la mencionada conflagración. (Zanetti, 61)

   -El efecto más inmediato del TRC fue el notable incremento que experimentaron las exportaciones cubanas; su principal beneficio consistió en el efecto económico directo del preferencial arancelario (Zanetti, 51).

   Ese efecto beneficioso se produjo básicamente en el azúcar: el azúcar cubano se colocó inmediatamente con un rango de precios tal en el mercado norteamericano que desplazó a las otras azúcares importadas, y muy en particular a las de los proveedores europeos. En la década posterior a la firma del TRC, la Isla ubicó como promedio el 95% de sus ventas azucareras en territorio norteamericano. En otros renglones de la exportación cubana los efectos fueron mucho menores. Los beneficios en esos otros renglones fueron menos significativos debidos a diferentes razones según el renglón específico; por ejemplo, en el tabaco las cortapisas proteccionistas que aparecieron posteriormente en el mercado norteamericano limitaron grandemente las ventajas iniciales otorgadas por el TRC a ese renglón; solamente en el tabaco en rama se materializaron los beneficios del TRC, el cual en la primera década después de la entrada en vigor duplicó sus exportaciones. En lo concerniente a los minerales cubanos, los beneficios no fueron significativos por el monto tan pequeño al que ascendían las exportaciones de la Isla; aunque es bueno señalar, que en esa primera década después de la firma del TRC, las exportaciones minerales cubanas se vieron cuadruplicadas con respecto a las que existían con anterioridad a dicho tratado (Zanetti, 52).

   -Gracias a los aranceles que le otorgaba el TRC al azúcar cubano, se produjo el empleo inmediato (generalmente de manera estacional) y con ello, el sustento de una gran masa de trabajadores y de sus familiares.

   -“... su crecimiento promovió la ampliación y estructuración del mercado interno; si bien ese proceso, en virtud del propio régimen comercial vigente, estimuló fundamentalmente la demanda de importaciones.” (Zanetti, 54).

   -El TRC conjuntamente con factores de la problemática internacional de la época; de la tradición productiva y comercial de la Isla y del desarrollo de la propaganda y las técnicas capitalistas de mercado ( Marketing) contribuyó a que se creara una modelación estructural de la economía de la joven república cubana que perduraría significativamente hasta casi los finales del pasado siglo XX, cuando ya no existían relaciones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos.

   -El TRC afianzó y aceleró el proceso de modernización de la sociedad cubana iniciado en el siglo XIX, al promover e incrementar la asimilación de los patrones de la civilización capitalista en la sociedad cubana. (Zanetti, 55).

 

Productos norteamericanos que no pudieron desplazar del gusto cubano, a los de otras procedencias

 

   Algunos de esos productos fueron:

   Mosaicos, mobiliarios de madera de calidad, vajillas y cristalerías, productos textiles de calidad, calzado de calidad, sombreros, jabones (¡pese a que la rebaja en este renglón para los jabones norteamericanos era del 40%! ), perfumes y joyería de calidad.

   Esta situación cambiaría años después producto del estudio de las exigencias del mercado cubano y la coherente introducción de cambios en las industrias norteamericanas sobre la base de los resultados de ese estudio; además de lo anteriormente expuesto, también influyeron significativamente los cambios favorables en las condiciones de crédito de los exportadores norteamericanos y la mejora en las técnicas de mercado, en particular, la publicidad.

   Después de finalizado el resumen sobre los precedentes y la incidencia del TRC, considero que es necesario abordar, a modo de conclusión, el siguiente aspecto.

 

El TRC y el crecimiento extensivo de la economía en estos años

 

   Es indiscutible que el TRC fue un factor, no fue el único, que favoreció el crecimiento extensivo de la economía de la naciente República al garantizar, mediante los favorables aranceles, un mercado de destino para el grueso de su exportación y para la importación de determinados recursos necesarios para el desarrollo de dicha economía. Ese crecimiento se logró casi exclusivamente a cuenta del crecimiento de los recursos y de los factores productivos en general, lo cual garantizó que una gran masa de habitantes, capacitados y no capacitados, del país encontrara, al menos estacionalmente, su sustento.

   Ese crecimiento pese a ser extensivo no fue ineficiente, ya que presentó ciertos aumentos en la productividad del trabajo, en la efectividad del gasto material y en el incremento del rendimiento de los fondos básicos; lo anterior se puede ejemplificar con el azúcar, la cual pese a tener una agricultura con rendimientos bajos (comparativamente a la de otros países en esos tiempos, aunque hoy esos rendimientos serían un sueño a alcanzar) tenía una industria extremadamente eficiente que los compensaba con creces. Debo puntualizar que la eficiencia de ese crecimiento no fue lo suficientemente grande para que se considerara como un crecimiento intensivo.

   Para el sostenimiento de ese modelo de crecimiento extensivo de la economía de la Isla no fueron necesarios notables, constantes y adicionales factores compensadores externos a través de la transferencia sostenida de recursos desde el exterior, pues dada su eficiencia era autosostenible. Esto contrasta de manera evidente con el crecimiento extensivo de la economía cubana que ocurrió más de seis décadas después (Monreal P. y Carranza J., 34).

   Ese crecimiento económico extensivo de la economía cubana se fue agotando durante los últimos años de la primera mitad del anterior siglo XX y ya en esos años era conocida por destacados políticos y economistas la necesidad de ir a la diversificación de la economía cubana (desde finales de la década de los años veinte se dieron los primeros pasos concretos en ese sentido) y al cambio a un modelo intensivo de la economía donde no sólo su crecimiento se debiera al incremento de los recursos productivos sino también al resultado de una mayor eficiencia en su utilización. En la última década de esa primera mitad se llevaron a cabo algunas acciones y planes nacionales con ese objetivo. Aunque esos planes se vieron menguados por determinado grado de corrupción administrativa y gubernamental y los intereses particulares de influyentes empresarios, podemos decir concluyentemente que en ese período la industria no azucarera y los bienes de capital para la misma crecieron.

   En los años finales de la década de los años cincuenta ya el turismo era la segunda entrada de ingresos del país y estaba al desplazar del primer lugar a la industria azucarera. En esos años ya se había construido una buena parte de toda la infraestructura turística: hoteles, carreteras, industrias abastecedoras, etc. que tuvo el país durante varias décadas posteriores.

   Por último este autor se pregunta: ¿qué otros productos podía exportar Cuba en ese momento inicial y particular de la historia nacional republicana si los productos priorizados por el TRC eran los que tradicionalmente Cuba había exportado?; además, eran productos cuyos cultivos eran de corta duración y en los cuales existía experiencia de años en su explotación y comercialización; Cuba, un país que había pasado por una devastadora guerra no podía darse el lujo de experimentar con nuevos productos e industrias en esos primeros años y tratar de abrirse paso con ellos en el mercado internacional. El error estuvo en prolongar en demasía ese status de país básicamente monoproductor y monoexportador, lo cual no puede ser cargado al TRC.

 

   Bibliografía

   Oscar Zanetti, 1898: comercio, reciprocidad, modernización, revista Temas no. 12-13 extraordinario, octubre1997-marzo 1998, La Habana, 1998

   Pedro Monreal y Julio Carranza, Problemas del desarrollo en Cuba: realidades y conceptos, revista Temas no. 11, julio-septiembre de 1997, La Habana, 1997

   María Antonia Marqués, Industrias menores y diversificación en Cuba (1880-1920), revista Temas no22-23, julio-diciembre 2000, La Habana, 2000

   Documentos para la Historia de Cuba (tomo II), Hortensia Pichardo, La Habana, 1977

   El Imperialismo norteamericano en la economía de Cuba, Oscar Pino Santos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973

  Manuel Sanguily, Historia de un Ciudadano, Octavio R. Costa, Editorial Unidad, La Habana, 1950

   Obras Completas (Tomo IV), José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975

   Cuba, factoría yanqui, Rubén Martínez Villena, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999

   Cuba: 1898-1921. Partidos Políticos y Clases Sociales, Jorge Ibarrra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992

   Jorge I. Domínguez, La cultura: ¿clave de los problemas en las relaciones cubano-norteamericanas?, revista Encuentro de la cultura cubana, primavera de 2001, Madrid, 2001

   Pedro P. Rodríguez, Modernidad y 98 en Cuba: alternativas y contradicciones, revista Temas no. 12-13 extraordinario, octubre1997-marzo 1998, La Habana, 1998

 Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, Boston, 1928

 Colección Moderna de Conocimientos Universales, Boston, 1928

Yo soy el peso cubano

y aunque aún me llamo así

hoy queda de lo que fui

tan solo un recuerdo vano.

Yo era orgullo del cubano

iba con él a un hotel

al restaurante, al burdel;

compraba carros, mansiones,

joyas, pasajes de aviones...

¡jugaba bien mi papel!

 

Siempre tuve igual valor

que el dólar americano,

y andaba de mano en mano

del pueblo trabajador.

Hoy me duele el deshonor,

y que renieguen de mí,

verme desplazado así

del sitio que yo ocupé

y que Washington esté

por encima de Martí…

 

A mí nunca me gustó

tener a Fidel de amigo

él se portó mal conmigo

hasta que me destruyó.

Su victoria no bastó

para saciar su arrogancia

y con esa petulancia

de dictador vil y cruel

me ha dejado hecho un papel

sin valor, sin importancia…

 

Tan destrozado quedé

que resulté al fin y al cabo

valer menos de un centavo

del que antes representé.

Me sacan de un puntapié

de cualquier cafetería,

y es tan poca mi valía

que con todo lo que integro

solo en el mercado negro

puedo comprar boberías.

 

Soy paga del pobre obrero

que no goza de mis bienes,

vives igual si me tienes

que si no tienes dinero.

Me desprecia el mundo entero;

dicen que no valgo nada,

no compro ni jamonada,

ni azúcar, ron, ni café

ya me perdieron la fe…

¡ya no sirvo para nada!

 

Viaja el dólar de etiqueta

en guaguas que son mansiones,

yo solo viajo en camiones

camellos o en bicicleta.

Al dólar, se le respeta,

él sí es todo un caballero;

donde él llegue lisonjero

le llaman ‘Don’ y ‘Señor’

y a mí sin ningún temor, me dicen,

¡sal pa’fuera, compañero!

 

Hoy me siento relegado

a un tercer mísero plano

por otro peso cubano

que el tirano me ha implantado.

El pueblo lo ha bautizado

con el mote de ‘chavito’,

y como yo, pobrecito,

sufre de igual jodedera,

porque al cruzar la frontera

ya no vale ni un quilito.

 

Mis quejas yo las formulo

a nombre del pueblo fiel

que no tiene ni papel

pa’que se limpie el c…;

que trabaja como un mulo

con tesón y sin desgano

pa’que un anciano tirano,

que no ha sido nuestro amigo,

haya acabado conmigo,

¡y con el pueblo cubano!

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.