LA COMPLICIDAD DEL VATICANO

El Vaticano ha impuesto un record prácticamente imposible de igualar: Tres papas han visitado a la peor tiranía que ha sufrido América, sin que ninguno de ellos expresase la menor condena al régimen de los hermanos Castro, lo que le ha permitido obtener reconocimiento internacional.

 

Quedé estupefacto al ver el recibimiento tan cariñoso brindado al genocida Fidel Castro Ruz, que ya no es el gobernante oficial de Cuba. Entonces, ¿por qué se le dio esa acogida en la Nunciatura?

Mientras ocurría ese encuentro del papa Benedicto XVI con el excomulgado asesino serial -el mayor que ha conocido América-, las 70 Damas de Blanco que fueron encarceladas una semana antes continuaron suspirando por la entrevista solicitada de un minuto, uno solo, que durante varias semanas le estuvieron pidiendo insistentemente a Benedicto XVI, encuentro que el Vaticano se negó a conceder.

 

Benedicto XVI sabía que las Damas de Blanco llevan años luchando por la democratización de Cuba, por lo que en el año 2005 obtuvieron el Premio Sájarov a la libertad de conciencia que el Parlamento Europeo otorga cada año.

Vídeo y carta enviados al papa Benedicto XVI,

entregados en el arzobispado de La Habana

y en la nunciatura apostólica habanera

Una representación de las Damas de Blanco entregó en el arzobispado de La Habana y en la nunciatura apostólica, un DVD con un mensaje al papa Benedicto XVI e imágenes que prueban los actos violentos, a que ellas son sometidas por parte de la policía y paramilitares.

 

El DVD iba acompañado de una nota dirigida al cardenal Jaime Ortega Alamino y a monseñor Bruno Musaro, nuncio apostólico en Cuba, en el que las Damas de Blanco rogaban a Ortega Alamino y Musaro que hiciesen llegar un ejemplar del vídeo a Benedicto XVI, para que intercediese ante Raúl Castro por ellas.

 

En el DVD las Damas de Blanco le informaban al papa Benedicto XVI de los reiterados actos de repudio y las agresiones verbales y físicas que han sufrido desde que surgió el grupo, en 2003, para exigir la liberación de los presos políticos. En el vídeo las Damas de Blanco le dijeron al papa Benedicto XVI:

 

Tenemos fe en que su visita traiga el crecimiento espiritual del pueblo cubano y que Su Santidad intervenga ante el incremento de la represión y las violaciones de los derechos ciudadanos del pueblo de Cuba y, en especial, de las Damas de Blanco, que sufrimos (…) persecución política”.

 

Como denunció la Sra. María C. Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba:

 

En su reciente visita a Cuba, el Papa Benedicto no mencionó a las víctimas de los hermanos Castro. No debe sorprender. Durante décadas la Iglesia ha guardado silencio sobre los peores crímenes del régimen en el afán de preservar su influencia y avanzar su misión en Cuba totalitaria.

 

La jerarquía de la Iglesia católica cubana y el Vaticano -tanto Benedicto XVI como Francisco- no pueden alegar que desconocen los crímenes cometidos por el castrismo, porque los he mantenido informados.

 

Mis padres y maestros de primaria me enseñaron a no callarme las verdades incómodas. Por eso diseñé y edito la página web http://profesorcastro.jimdo.com/, donde denuncio las violaciones a los DDHH que sufre el pueblo cubano, derechos consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por ello sufro la represalia del régimen de La Habana: Mi pasaporte expiró en enero de 2010 y el régimen de los hermanos Castro no me da pasaporte nuevo, por lo que no puedo salir de Panamá. Es como si estuviese encarcelado.

 

¿Eso no es una forma sofisticada de terrorismo? Como el objetivo del terrorismo es sembrar el miedo en un sector de la población, con este tipo de represión nunca antes visto en Occidente el castrismo pretende evitar que la diáspora cubana denuncie los crímenes de la peor tiranía que ha sufrido América.

 

Si bien esto es un flagrante atentado a la familia cubana y al artículo 13.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanosel Vaticano continúa guardando silencio cómplice, a tal punto que no me contesta las numerosas solicitudes que le he hecho.   


Juan Pablo II expresó en su homilía realizada en Santiago de Cuba el 24 de enero de 1998:

 

La Iglesia está llamada a dar su testimonio de Cristo, asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político o económico”.

 

Entonces, ¿por qué el Vaticano guarda silencio cómplice ante la corrupción de los poderes político y económico, tanto en Cuba como en Panamá?

¿Por qué el Vaticano guarda silencio cómplice?

(Primera parte)

Manuel Castro Rodríguez

20 de mayo de 2014

 

Mis padres y maestros de primaria me enseñaron a no callarme las verdades incómodas, ya que como nos dice el camagüeyano Ignacio Agramonte Loynaz, ‘El Bayardo’:

 

La justicia, la verdad, la razón, sólo pueden ser la suprema ley de la sociedad (…) Tres leyes del espíritu humano encontramos en la conciencia: la de pensar, la de hablar y la de obrar”.

 

En palabras de José Martí:

 

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir”.

 

Por eso diseñé y edito la página web  http://profesorcastro.jimdo.com/, donde denuncio las violaciones a los DDHH que sufre el pueblo cubano, derechos consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos. También muestro los vídeos de cómo era Cuba y cómo el comunismo la destruyó, así como el daño antropológico causado por el castrismo.

 

El Archivo Cuba ha documentado 166  muertes y desapariciones ocurridas bajo el mandato de Raúl Castro, o sea, desde el 1 de agosto de 2006 al 15 de diciembre de 2013. ¿Por qué el Vaticano continúa guardando silencio cómplice?

 

La detención arbitraria de críticos del régimen militar cubano se ha incrementado en los últimos años:  El pasado año 2013 se documentaron  6.424 detenciones  arbitrarias  y  6.602  en 2012,  muy superior  a  4.123  en  2011  y  2.074  en  2010.

 

En los primeros cuatro meses de este año 2014 se han documentado 3.821 detenciones arbitrarias: 1.052 en enero, 1.051 en febrero, 813 en marzo y 905 en abril -mes en que al  menos  90  activistas pro democracia fueron agredidos físicamente por agentes policiales y/o paramilitares, 104 fueron víctimas de actos de repudio y otras formas de hostigamiento o acciones vandálicas, generalmente contra los hogares de estos activistas. ¿Por qué el Vaticano continúa guardando silencio cómplice?

 

Casi todo el mundo reconoce los perjuicios ocasionados por el fascismo y el estalinismo, pero ¿cuántos reconocen públicamente el daño producido por el régimen de los hermanos Castro? Más de cien mil muertes, el 1% de la población de Cuba. Más de dos millones de emigrados, el 20% de la población de un país que siempre se caracterizó por ser receptor de emigrantes europeos.

 

La expresión ‘el último, que apague el Morro’ -hace referencia al faro del Castillo del Morro que se encuentra ubicado en la entrada a la bahía de La Habana- se originó hace varias décadas, cuando la ayuda soviética al castrismo funcionaba a todo gas. ¿Por qué nacieron cubanos en 138 países en la última década? Porque el régimen nos ha hecho emigrar a todos los confines del mundo: Dado que Cuba es un país donde no ha habido elecciones libres desde hace sesenta y seis años, los cubanos continuamos votando con los pies.


Cuba fue un país receptor de emigrantes hasta 1959. Recibió una inmigración masiva hasta mediados de los años treinta: 700 mil inmigrantes españoles entre 1902 y 1931 y miles de braceros antillanos. Durante las primeras décadas del siglo XX la emigración española se dirigió hacia Cuba, siendo la mayoría de los emigrantes varones entre los 15 y 30 años. Entre ellos se encontraba Ángel Castro, el que sería progenitor de los hermanos que tiranizan a Cuba.

 

Hasta severos críticos del régimen de La Habana pasan por alto que Fidel y Raúl Castro, tiranos insaciables que a Cuba han destruido, jamás han tenido un proyecto para beneficiar al pueblo cubano. Desde que el propio Fidel asesinara la Revolución, apenas transcurridas cuatro semanas de su entrada triunfal a La Habana el 8 de enero de 1959, todo lo que han hecho los hermanos Castro ha sido con el objetivo de entronizarse en el poder, primero ellos y ahora sus descendientes.

 

La política de los hermanos Castro se basa en el terrorismo, que es una táctica utilizada por ellos desde hace seis décadas. El objetivo del terrorismo es sembrar el miedo en un sector de la población. Los tres hechos terroristas más significativos desde que ellos asumieron el poder hace cincuenta y cinco años son:

 

Masacre del río Canímar,  donde  al  menos   cincuenta  y  seis  cubanos  fueron asesinados por el régimen castrista, entre ellos  niños de 3, 9 y 11 años. 

 

Masacre  del  remolcador  13  de  Marzo, donde treinta y siete cubanos fueron asesinados por el castrismo, entre ellos diez niños.

 

Actos de repudio, donde paramilitares organizados y dirigidos por el régimen acosan, insultan y les propinan golpizas a los opositores pacíficos en sus hogares, incluso en presencia de sus hijos. ALERTO al lector que los vídeos que muestran las golpizas propinadas a mujeres NO deben ser vistos por niños, ni por persona enferma o susceptible a las imágenes fuertes.

 

Me siento identificado con la Iglesia católica comprometida con la defensa de los derechos humanos, esa Iglesia representada por sacerdotes como Miguel Ángel Loredo -símbolo del presidio político cubano, porque fue “encarcelado diez años por las autoridades comunistas de Cubapor mantenerse firme en sus principios y en su fe”-, José Conrado Rodríguez Alegre y Jorge A. Rodríguez -párroco del Santuario de la Caridad del Cobre-, y obispos como Pedro Meurice Estiú y José Siro González Bacallao.

 

Pero, ¿qué se puede decir del cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de la Habana? Véase cómo difama a los disidentes y al difunto monseñor Agustín Román, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Miami. Compruébese cómo miente el cardenal Ortega Alamino en la Universidad de Harvard.

 

La jerarquía de la Iglesia católica de Cuba y el Vaticano no pueden alegar que desconocen los crímenes del castrismo, porque los he mantenido informado. Por ejemplo, el 17 de enero de 2014 le envié un correo a Su Santidad –con copia a los obispos cubanos y a Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami-, donde le expreso:

 

Papa Francisco, en este artículo publicado hoy, el cardenal Ortega vuelve a violar el Octavo Mandamiento. Por ejemplo, dice el arzobispo de La Habana que ‘desde la primavera de 2010, cuando dirigí una carta al presidente Raúl Castro en la que expresaba mi rechazo personal y el de la Iglesia a los actos de repudio organizados contra las esposas de presos políticos y otras mujeres… un capítulo nuevo comenzó a escribirse en nuestra historia más reciente’.

 

Papa Francisco, compruebe cómo el arzobispo de La Habana vuelve a violar el Octavo Mandamiento:

  

Papa Francisco, vea el vídeo, por favor: En julio de 2013, hace seis meses, en el reparto Altamira, Santiago de Cuba, la activista por los DDHH Marina Paz fue bestialmente golpeada por paramilitares y agentes de la policía política vestidos de civil.

 

Papa Francisco, también vea el vídeo sobre la salvaje golpiza recibida por la anciana actriz Ana Luisa Rubio hace menos de seis meses.

 

Papa Francisco, en octubre de 2013, hace tres meses: ‘Unas 45 damas de blanco se dieron cita este lunes en la antigua casa de Laura Pollán, ahora sede del grupo, ubicada en la calle Neptuno de la capital cubana, una vía que desde primeras horas de la mañana se encuentra cortada al tráfico y al paso de peatones y donde la presencia policial es notoria, según constató Efe’.

 

Papa Francisco, aquí puede ver más vídeos sobre la represión que sufren las mujeres cubanas.

 

Papa Francisco, desde hace dos años, semanalmente le he informado al Sr. Orlando Márquez Hidalgo, portavoz del cardenal Jaime Ortega Alamino, de las violaciones a los derechos humanos que sufre el pueblo cubano. Y he enviado copia a Mons. Thomas Wenski –de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos- y a la sección del Vaticano que atiende las relaciones con América Latina.

 

Papa Francisco, ¿qué castigo establece el Vaticano para un prelado que miente reiteradamente?

 

Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami, ha sido el único de los eclesiásticos destinatarios de mis correos que se ha solidarizado con la disidencia interna cubana: En plena misa de Pascua, “Wenski ha pedido que se rece por la liberación de la opositora Sonia Garro, arrestada en 2012 antes de la visita del papa Benedicto XVI a Cuba, y ha hecho un llamado a la paz en la isla comunista”.

 

Por cierto, aunque Benedicto XVI se vio obligado a declarar que “la ideología marxista ya no responde a la realidad”, en momento alguno se ha pronunciado públicamente por la ola represiva que tuvo lugar antes y durante su visita a Cuba. ¿Por qué ni el Vaticano ni los obispos cubanos han realizado algún comentario al respecto?

 

La jerarquía católica cubana ha logrado que los hermanos Castro le hagan varias concesiones –la más significativa es su participación en el sector educativo, que desde 1961 había sido monopolizado por los hermanos Castro-, a cambio de lo cual guardan silencio cómplice sobre las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos del pueblo cubano. ¿Alguien duda de la complicidad del Vaticano y de los obispos católicos de Cuba con la tiranía comunista? ¿Su objetivo será lograr algún tipo de Concordato?

 

El periodista cubano Andrés Reynaldo señala que a monseñor Carlos Manuel de Céspedes se “le podía ver en los cócteles oficiales pero nunca se le vio tratando de proteger con la dignidad de la cruz a los opositores pateados por la Seguridad del Estado en el mismo umbral de los templos. En el 2008, publicó en el diario oficial Granma una apología de Ernesto Che Guevara. La primera vez en medio siglo que la opinión de una importante figura católica accedía al órgano de propaganda personal del dictador. Pudo hablar de la Teología de la Liberación o los curas guerrilleros, para citar temas aprobados por la censura. Pero eligió a Guevara, el despótico comandante que presidía entre chiste y chiste los fusilamientos de la crema y nata de la juventud católica”.

 

Como expresa el académico cubano Rafael Rojas: “Lo que no favorece la democratización de Cuba es que el proyecto de nación del catolicismo se presente como extensión o complemento del proyecto oficial. Lo que, definitivamente, no contribuye al creciente pluralismo ideológico de la isla es que la Iglesia Católica comparta con el Partido Comunista la hegemonía sobre la esfera pública cubana, aceptando la limitación de derechos de las demás asociaciones civiles y políticas del país”.

 

El 7 de diciembre de 2013 les envié un extenso correo al portavoz del arzobispo de la Habana y a los obispos cubanos, titulado “LA VERDAD LES HARÁ LIBRES” (JUAN 8, 11), que comienzo:

 

Se acaba de publicar otro documento de Espacio Laical sobre DDHH. Cuba: hacia un redimensionamiento de los derechos humanos… En todo el documento no se encuentra la menor referencia a las agresiones físicas que sufren todas las semanas las Damas de Blanco. Durante un par de años le informé al Sr. Roberto Veiga de esas y otras violaciones, hasta que el Sr. Veiga bloqueó mi cuenta, lo cual se lo informé al Sr. Orlando Márquez Hidalgo, portavoz del Arzobispado de la Habana.

 

Al Sr. Márquez Hidalgo lo he mantenido informado sobre la crítica situación que sufren las Damas de Blanco, a tal punto que en octubre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos instó al Gobierno de Cuba a tomar las medidas necesarias para protegerlas. ‘Aunque la CIDH ha concedido ya en el pasado medidas cautelares para algunos miembros individuales de las Damas de Blanco, es la primera vez que las aprueba de forma colectiva para todas sus integrantes, destacó DPA”. Como las agresiones continuaron, la Defensora del Pueblo de Españase hace eco del hostigamiento a las Damas de Blanco y lo llevará a foros internacionales”.

 

La jerarquía de la Iglesia católica, ¿no ha demostrado que lo que le interesa es ganar espacio político y que le devuelvan las propiedades confiscadas? ¿Esos son los motivos por los que el Vaticano continúa guardando silencio cómplice?

¿Por qué el Vaticano guarda silencio cómplice?

(Segunda parte)

Manuel Castro Rodríguez

 

En el extenso correo que el 7 de diciembre de 2013 les envié al portavoz del arzobispo de la Habana y a los obispos cubanos, también expreso: “Hace pocos meses el régimen de los hermanos Castro le impidió a la cubana Blanca Reyes que pudiese ver por última vez a su padre, el cual falleció sin que Blanca pudiese entrar a su patria. Les escribí a varios de los autores de este documento que publica Espacio Laical, para que intercediesen con el Gobierno de Cuba, pero ni uno solo me respondió”.

 

Aunque el artículo 13.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece queToda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”, a decenas de miles de cubanos se nos impide entrar en nuestra patria. Por ejemplo, madres que se mueren sin volver a ver a sus hijos, nietos que no conocen a sus abuelos. ¿Esto no es una mostruosidad? ¿Por qué el Vaticano continúa guardando silencio cómplice?

 

Hablo con conocimiento de causa, estoy sangrando por la profunda herida que hay en mi corazón de abuelo: no he podido conocer a mi nieta mayor, porque los hermanos Castro no me permiten entrar a mi patria y a mi hijo no lo dejan salir. ¿Eso no es una forma sofisticada de terrorismo? Con este tipo de represión nunca antes visto en Occidente, el castrismo pretende evitar que la diáspora cubana denuncie los crímenes de la peor tiranía que ha sufrido América. Es indudable que este castigo que sufrimos los cubanos que hemos emigrado siembra el miedo en un sector de la población que cada vez es mayor, dado que crece anualmente: la emigración del año 2012 fue la más elevada (46.662) desde 1994 (47.884), y la segunda después de 1980, cuando 125 mil cubanos se marcharon por el puerto del Mariel.

 

Para poder entrar a nuestra patria los cubanos necesitamos tener un pasaporte cubano ‘habilitado’ –es una autorización de entrada a los cubanos que hemos emigrado-, algo único en el mundo, una política que ha sido criticada durante décadas por diferentes organizaciones internacionales de DDHH, pero ante la cual la jerarquía católica cubana y el Vaticano continúan guardando silencio cómplice.

 

Además de que resulta humillante el tener que pedir permiso para poder entrar a su patria, el pasaporte cubano es el más caro del mundo: cuesta trescientos cincuenta dólares –por ejemplo el de Perú cuesta sólo quince dólares-. El pasaporte cubano sólo tiene un período válido de seis años contados a partir de la fecha de expedición, debiendo ser prorrogado cada dos años en dos ocasiones –también algo único en el mundo-; esa solicitud de prorroga tiene un costo de ciento sesenta dólares cada vez que se realice, si el trámite se hace personalmente.

 

Las prorrogas tienen vencimiento según la fecha de confección del pasaporte y no en el momento que usted la realiza. A partir de la fecha en que se confecciona el pasaporte (fecha de expedición), el pasaporte tiene una vigencia de 6 años y necesita dos prórrogas para estar válido”.

 

La ‘habilitación’ del pasaporte cubano se realiza mediante una pegatina que se le añade al pasaporte. Esa pegatina le permite a su titular abordar un avión con destino a Cuba, pero NO le garantiza que el régimen militar cubano lo deje entrar a su propio país. Conozco a decenas de cubanos que se lo han impedido; por ejemplo,el 15 de diciembre de 2014 a una académica cubana que viajó a La Habana para visitar a su madre de 74 años y recién operada de cáncer de piel, le impidieron entrar a Cuba. “Le llevaba las medicinas que ella necesitaba, pero ni siquiera me permitieron entregar el paquete a mi familia, que me esperaba en el aeropuerto”, dijo la Dra. María Elena Cobas Cobiella, profesora de Derecho de la Universidad de Valencia, en España. La Dra. Cobas Cobiella expresó: “Me sacaron de la fila, me interrogaron tres oficiales y me montaron de nuevo en el avión, como si yo fuera una delincuente”.

 

Conocí a la Dra. María Elena Cobas Cobiella cuando ella comenzó a impartir clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana. Su hermana, María Eugenia, fue alumna mía en la Facultad de Economía. Ambas son excelentes personas, amantes de su progenitora.

 

Del caso de la Dra. María Elena Cobas Cobiella también les informé al portavoz del arzobispo de la Habana, a los obispos cubanos, a Mons. Thomas Wenski y a la sección del Vaticano que atiende las relaciones con América Latina.

 

Aunque para muestra con un botón basta, desgraciadamente existen muchos casos similares. Por ejemplo, el de Guadalupe Bustos -madre de Ernesto Hernández Bustos, editor del blog Penúltimos Días- que salió de Houston, Texas, EEUU, el 27 de noviembre de 2014 para tomar un avión en Miami que la llevaría a Cuba. Aunque toda su documentación estaba en regla, no pudo tomar el vuelo porque un funcionario del aeropuerto de Miami se lo impidió; al conocer el nombre de Guadalupe, este funcionario le dijo a una empleada: “No, detén su equipaje. Acaban de llamar de Cuba, de Inmigración; dicen que ella no tiene entrada por no cumplir con los ‘requisitos migratorios’”.

 

La Sra. Bustos declaró:

 

Yo inmediatamente me impacté. Hablé con ese señor y me dio el teléfono del jefe de los vuelos de Cuba, el que había recibido la llamada, y le dije que yo necesitaba que me explicaran cuales eran esos ‘requisitos’ que yo no cumplía y que, si lo consideraban así, por qué entonces no habían avisado a la agencia de viajes y me habían dejado comprar el pasaje; cosa que la propia agencia dice que no se explica, porque cuando una persona no tiene permiso para entrar tienen que comunicarlo antes de que compre el pasaje.

 

El gobierno cubano me ha impedido la entrada a mi país, a mi tierra, sin ningún basamento, sin poder esgrimir un solo argumento en mi contra, que estuviese establecido en la ley. Son una vergüenza para el mundo, actúan así por amparar su política de totalitarismo; contra todo deseo de cambio, de libertad, de mejoramiento para nuestro pueblo. Pero también pienso que no son los dueños de una tierra y de una historia de emancipación que data de muchos años. Ellos no son los dueños de los hijos de Cuba ni de sus sueños de libertad”.

 

De ello también les informé a los obispos cubanos, a Mons. Thomas Wenski y a la sección del Vaticano que atiende las relaciones con América Latina, pero la jerarquía católica cubana y el Vaticano continúan guardando silencio cómplice. ¿Por qué?  ¿Dónde están los principios éticos de los obispos cubanos y del Vaticano? ¿Y la Doctrina Social de la Iglesia?

 

Mi pasaporte expiró en enero de 2010 y el régimen de los hermanos Castro no me da pasaporte nuevo, por lo que no puedo salir de Panamá. 

 

Aunque el comportamiento del régimen militar cubano es un flagrante atentado a la familia cubana y al artículo 13.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Vaticano continúa guardando silencio cómplice. ¿Por qué?

El silencio del Vaticano

ante los crímenes del régimen cubano

María C. Werlau

info@cubaarchive.org

8 de abril de 2012

 

En su reciente visita a Cuba, el Papa Benedicto no mencionó a las víctimas de los hermanos Castro. No debe sorprender. Durante décadas la Iglesia ha guardado silencio sobre los peores crímenes del régimen en el afán de preservar su influencia y avanzar su misión en Cuba totalitaria.

 

Se destaca un atropello que involucró a la Iglesia directamente. El 2 de enero de 1981 fusilaron a tres hermanos —Ventura, Cipriano y Eugenio García-Marín, de 19, 21, y 25 años respectivamente— después de que entraran a la nunciatura (embajada del Vaticano) en La Habana buscando refugio. Eran Testigos de Jehová de familia muy humilde. Amenazados con ir a prisión por practicar su fe, el 3 de diciembre de 1980, junto a dos hombres y tres mujeres, penetraron la sede diplomática y solicitaron asilo. Horas más tarde, un equipo de Tropas Especiales del Ministerio del Interior invadió el recinto y los llevó presos.

 

Luego de un juicio sumarísimo, los tres hermanos fueron condenados a muerte supuestamente por haber matado de un disparo al mayordomo de la nunciatura. Semanas más tarde, fueron fusilados. El resto de los participantes en la toma del recinto recibieron condenas de 15 a 25 años. La madre de los hermanos García-Marín y varios parientes fueron sentenciados a 20 años de prisión solo por conocer los planes aunque no habían participado en el hecho. La madre murió en 1992, luego de haber perdido la razón durante su cautiverio, y aún clamando por los restos de sus hijos para darles santa sepultura. Gracias a cierta presión internacional, los soltaron algunos años antes.

 

Luego se reportó que el mayordomo supuestamente muerto estaba vivo y era un agente de Seguridad de Estado que había fingido sus heridas durante la toma de la nunciatura. (Ver detalles en www.CubaArchive.org/database ).

 

El Vaticano ha mantenido hermético silencio público sobre el caso. Se alega que le dio permiso al régimen cubano para entrar en la sede y capturar a los que pedían asilo.

 

El rastro de sangre de los hermanos Castro es una larga mancha que ha ido creciendo por más de cinco décadas. Los guardacostas cubanos han asesinado niños junto a sus padres cuando intentaban escapar de la isla; los carceleros han matado a golpes a mujeres embarazadas y adolescentes. La cifra de muertes sigue creciendo con las de valientes disidentes que perecen en huelgas de hambre en reto final contra la represión, así como quienes desaparecen en el Estrecho de la Florida tratando de huir y los muchos jóvenes que están muriendo por las terribles condiciones de presidio, encarcelados por delitos económicos que sólo son crímenes en regímenes totalitarios.

 

La decisión del Papa de legitimar a los asesinos mientras se olvida a sus víctimas es lamentable. La Iglesia debiera exigir decisivamente que cesen estos crímenes y plantarse firmemente por la vida y la seguridad del pueblo cubano.

 

María C. Werlau es Directora Ejecutiva de Archivo Cuba de Summit, New Jersey.

 

(Traducción al español por Archivo Cuba.)

Ver original publicado en inglés (versión electrónica larga) en:

http://www.miamiherald.com/2012/04/08/2735465/the-vaticans-silence-amid-cubas.html#storylink=cpy

Obispo checo apoya lucha contra el castrismo

Obispo checo pide la liberación de

todos los presos políticos de Cuba

Freddy Valverde

21 de marzo de 2012

 

Con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba la próxima semana, el obispo auxiliar de Praga, Václav Malý, envió una carta abierta al gobernante Raúl Castro pidiendo la liberación de todos los presos políticos cubanos.

 

Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, viajará a Cuba para conmemorar el 400 aniversario del descubrimiento de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los católicos cubanos.

 

Las noticias de los últimos días ofrecen un panorama de tensión en la isla. El fin de semana fueron detenidas, durante unas horas, alrededor de 70 activistas del movimiento disidente conocido como las Damas de Blanco, que recordaban el noveno aniversario del encarcelamiento de los opositores del llamado Grupo de los 75.

 

El obispo auxiliar de Praga, Václav Malý, escribió una carta abierta al líder cubano Raúl Castro para pedirle que ponga en libertad a todos los presos políticos. En recientes declaraciones a la prensa, el obispo Malý recordó las palabras del Santo Pontífice sobre el papel de la política.

 

El papa Benedicto XVI dice que el objetivo y criterio principal de la política es la justicia. Mientras que el legado del Estado es proteger la libertad de las personas y garantizar la convivencia pacífica de la sociedad”, recordó el obispo.

 

Además de la libertad para los presos de conciencia, el alto representante de la Iglesia Católica checa pide al presidente cubano que aplique su autoridad para poner fin al acoso de los defensores de los Derechos Humanos.

 

Dentro de unos días el Papa Benedicto XVI visitará Cuba para llevar un mensaje de paz y esperanza al pueblo cubano. La intervención policial de los últimos días contra personas que de manera pacífica promueven un ambiente libre y democrático en Cuba, restan credibilidad a su invitación al máximo representante de la Iglesia Católica, con el que desea mantener un diálogo abierto y sincero sobre el futuro de la Iglesia y la sociedad”, subrayó Malý en su misiva a Raúl Castro.

 

Antes de llegar a obispo, Václav Malý vivió en carne propia las arbitrariedades del régimen comunista checoslovaco. Fue cercano colaborador del fallecido ex presidente Václav Havel y signatario de Carta 77, el manifiesto anticomunista a favor de los Derechos Humanos.

 

No estoy a favor de la participación activa de los sacerdotes y de los obispos en la contienda política, pero a la vez no es posible distanciarse del todo y decir que se trata de un asunto que no nos incumbe. Todo lo contrario, es algo que nos atañe a todos”, subrayó.

 

Durante su visita a Cuba los días 26 y 28 de marzo, el Papa Benedicto XVI celebrará una Misa en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba y otra en la Plaza de la Revolución en La Habana.

 

La agenda del Sumo Pontífice prevé una visita al Santuario de El Cobre, donde se encuentra la imagen de la Virgen de la Caridad y un encuentro con el líder cubano, Raúl Castro, y los obispos católicos de la isla.

La Cuba que visitará

el papa Benedicto XVI

Dagoberto Valdés

 

De todos los desastres sufridos en este medio siglo de totalitarismo, el más grave y duradero ha sido el daño antropológico.

 

Cuba no es la misma de 1998, cuando Juan Pablo II realizó la primera visita papal de nuestra historia. Su gobierno no es el mismo, aunque esencial y estructuralmente, permanece el mismo sistema. Su Iglesia no es la misma en su funcionamiento y liderazgo, aunque también esencial y estructuralmente, permanece idéntica a sí misma. La oposición política no es la misma; aunque permanecen muchos de los grupos y líderes históricos, una nueva generación se ha incorporado, y ha disminuido la cantidad de pequeños partidos, al mismo tiempo que se forman consensos y alianzas. Creo que lo que más ha cambiado es el resto de la sociedad civil independiente.

 

Al mismo tiempo, el Papa que viene es Benedicto XVI, otra persona y otro estilo de pontificado.

 

Por eso creo que es muy importante acercarse a la Cuba que visitará el Papa. Es una de las formas horizontales de participar en la preparación de la visita. De la cercanía, el conocimiento necesario y la información de que se disponga, serán más o menos asertivos los mensajes y gestos del Sumo Pontífice, y más o menos objetivos los análisis y evaluaciones que se realicen de su viaje.

 

Esta es mi visión de Cuba, justo antes de la visita anunciada y esperada:

 

Visión económica

 

Los cambios económicos comenzados tímidamente no transforman sustancialmente el sistema centralizado y de propiedad predominantemente estatal. El Estado cubano mantiene para sí el monopolio de las principales industrias y empresas. La tierra no se entrega en propiedad, sino en usufructo, y los trabajos llamados por cuenta propia, solo son permitidos en una pequeña lista de oficios medievales.

 

La compra y venta de casas y automóviles es solo un cambio para los que más tienen. La crisis económica es fruto de una economía subsidiada primero por la URSS y ahora por Venezuela. El gobierno no libera las fuerzas productivas y bloquea la iniciativa real, abierta y eficiente de todos los cubanos. Por eso el sistema se muerde su propia cola al no reconocer para todos la propiedad privada, cooperativa y mixta, no aceptar la libertad de empresa ni la posibilidad de inversión tanto de extranjeros como de cubanos de la diáspora.

 

El desempleo aumenta, crece la desigualdad entre los pocos que pueden y los muchos que pierden hasta lo poco que tenían. El pan que falta a la mesa y la libertad, que fue el costo que se pagó durante medio siglo, tampoco regresan. La economía no se hace con ideologías ni con consignas y cosméticos, se hace con economía.

 

Sin embargo, el Papa encontrará un pueblo que quiere levantar cabeza, que no ha perdido la iniciativa y el carácter emprendedor y que reclama cada vez con más fuerza su derecho a la libertad económica con responsabilidad y justicia social. Para unos y para otros podríamos esperar una palabra de aliento ético y fuerza interior de parte del Papa.

 

Visión política

 

El proyecto totalitario de inspiración marxista leninista está agotado. No alcanzó los resultados esperados durante cincuenta años o pacientemente aguantados por los cubanos. Impuso un altísimo costo humano y de reducción de derechos y deberes fundamentales. El paternalismo de Estado transformó al pueblo en masa y cambió a la persona emprendedora en súbdito dependiente que vive en “la cultura del pichón”. Como dijera el inolvidable Arzobispo Meurice en Santiago de Cuba cuando la anterior visita apostólica: “un número creciente de cubanos… han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología”.

 

Sin embargo, el Santo Padre podrá encontrar a otro grupo de cubanos comprometidos con la política de su país, con proyectos alternativos para integrar a Cuba en la comunidad de naciones democráticas y prósperas, salvaguardando al mismo tiempo la soberanía ciudadana y la independencia nacional. Para ellos, como para los otros, esperamos un gesto de reconocimiento y una palabra, fundada en el Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia, que sintetice la ética y la política como servicio a la nación. 

 

Visión social

 

El Sumo Pontífice encontrará una sociedad que ha sufrido las consecuencias tanto de la crisis económica como del autoritarismo político, por eso ha crecido la desigualdad entre los que tienen acceso a las remesas, o al trabajo en empresas mixtas, o misiones en el extranjero, y la mayoría que no tiene acceso a la moneda fuerte y sobrevive de unos salarios absolutamente insuficientes.

 

El desempleo multiplica la corrupción, el mercado negro, el relativismo moral y el deterioro de los valores y virtudes propias de la identidad del pueblo cubano. El alcoholismo, la prostitución, el exilio imparable, el suicidio y la desesperanza por no tener proyectos de vida viables, son algunas de las puertas por las que los cubanos que lo sufren intentan escapar de la anomia social.

 

Sin embargo, el sucesor de san Pedro podrá encontrar también un subsistente sustrato moral, un sentido de la justicia social y la igualdad de oportunidades, una solidaridad que alivia la pobreza aunque no la cura de raíz y podrá encontrar pequeñas iniciativas de responsabilidad social que sostienen la certeza del poder de recuperación cívica de los cubanos, aún bajo la represión cotidiana. Todo esto, entramado en un creciente tejido de la sociedad civil independiente que se articula mejor gracias al uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Es la Cuba de los proyectos socioculturales autónomos, los blogueros, los periodistas independientes, los grupos de derechos humanos, las reconocidas Damas de Blanco y demás iniciativas.

 

Para confirmar y animar el progreso de esa recuperación social, esperamos recibir palabras y gestos del Papa que reconozcan el pluralismo y la diversidad como riquezas. Y deseamos que el Pontífice predique en Cuba lo que dice textualmente el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “La comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, en último análisis, de las personas y los grupos que la componen. La sociedad civil, por tanto, no debe considerarse un mero apéndice o una variable de la comunidad política: al contrario, ella tiene la preeminencia, ya que es precisamente la sociedad civil la que justifica la existencia de la comunidad política”. (Compendio de la D.S.I. No. 418, p. 231. Librería Editrice Vaticana, 2004).

 

Visión religiosa

 

El Papa encontrará a una Iglesia más diversa, más presente en la vida pública, más misionera, pero que aún no goza de la auténtica libertad religiosa que no es solo libertad de culto, ni unas relaciones basadas en “los permisos” de la autoridad política. Encontrará, además, una mejoría visible y pública de las relaciones entre la alta jerarquía eclesiástica y la alta jerarquía gubernamental, aunque todavía parte de sus hijos fieles sufran por su fe, por las consecuencias de su compromiso social cristiano y por sus opciones políticas. Una Iglesia que todavía aprende la corresponsabilidad, la unidad construida en la diversidad y la inclusión de todos sus hijos que tienen, como es legítimo, opciones políticas, económicas y sociales diferentes. Una Iglesia que aún aprende a ser verdaderamente madre y maestra, mediadora y solidaria con los oprimidos.

 

Sin embargo, el Vicario de Cristo también podrá encontrar la profunda matriz cristiana de nuestra cultura, una religiosidad extendida, personal y comunitaria, una sed de Dios y un hambre de trascendencia y vida plena mientras se construye el Reino de Dios en esta tierra. Para todos sus hijos, y no solo para una parte, la Iglesia debería recibir de su Pastor Universal una palabra de confirmación en la fe, en la esperanza y en la caridad que nos una y nos incluya a todos en la diversidad.

 

Visión antropológica

 

Algo menos visible, menos estudiado, pero absolutamente más importante y decisivo para el futuro de Cuba, podrá encontrar el Papa en su inminente visita. Se trata del protagonista, sujeto y fin de todo lo anterior: la persona humana que es cada cubano y cubana.

 

En mi opinión, de todos los desastres sufridos en este medio siglo de totalitarismo, el más grave y duradero es el daño antropológico. Una persona a la que se le ha bloqueado una gran parcela de su libertad interior, se desmorona por falta del oxígeno para su propia humanidad. Una persona que ve sistemáticamente bloqueada, o suplantada, su responsabilidad individual por el autoritarismo y el paternalismo, deja de crecer y se convierte en un adolescente cívico.

 

El bloqueo de proyectos de vida independientes o comunitarios desmigaja el alma humana y fomenta el desaliento existencial. El bloqueo a la participación personal, libre, responsable, y el bloqueo a los espacios públicos donde esa participación adquiere el carácter comunitario indispensable, provoca un imparable deseo de huir a un exilio externo o a una alienación interna.

 

Sin embargo, el Papa también podrá encontrar personas que han sobrevivido casi milagrosamente y por su propio esfuerzo, a este desastre antropológico. Personas generosas que han entregado toda su vida al servicio de sus compatriotas y del mundo. Personas que se han sanado de este daño interior y trabajan para sanar a otros cubanos de aquí y de la diáspora. Cubanos y cubanas que son libres y que son responsables y son puente y camino para la unidad y la fraternidad de toda la nación, donde quiera que vivan.

 

Como la Iglesia es, sobre todo, experta en humanidad, unos y otros deberíamos recibir del Papa ese suplemento nutricio del espíritu que es la fe en Dios inseparablemente unida a la fe en la suprema dignidad de la persona humana. Ese alimento espiritual que no pone parches nuevos en el tejido dañado de los ciudadanos y de la sociedad civil, sino que renueva por dentro el alma de la nación que sufre, trabaja, lucha, ama y espera en la incomparable Isla verde del Caribe.

 

“Ustedes son, y deben ser, los protagonistas de su propia historia personal y nacional” (Juan Pablo II en Cuba, 1998)

 

La Cuba que visitará el papa Benedicto XVI es una y plural, menos llana y más compleja. No es tan simple. Es, al mismo tiempo, la Cuba de la fe de unos en Dios y en el mejoramiento humano, y también de la desconfianza de otros en el poder de los hombres. Es la Cuba de la esperanza irrevocable de unos, y de la desesperación de otros, que están cansados de esperar y lo manifiestan de cualquier manera. Es la Cuba del amor que nos une y del odio que nos excluye. Es la Cuba que intenta dialogar entre sus hijos diversos y la misma que reprime a los diferentes. Es la Cuba de la dispersión, única como nación, que peregrina en la Isla y en el exilio.

 

Fernando Ortiz dijo que “Cuba es un ajiaco”. Yo diría que sí pero que, en estos tiempos, el tórrida calor de los trópicos hace que la olla esté en candela, aunque a veces parezca en apagón. Sabemos que irremediablemente estamos llamados a salvarnos todos, unos a otros, de la violencia y de la muerte, y a salvar a nuestra casa común, encaminando a Cuba por los caminos de la convivencia fraterna y de la amistad cívica que, según Aristóteles, “es el mayor de los bienes cívicos, ya que con ella se redimirán al mínimo los enfrentamientos civiles”. (cf. www.convivenciacuba.es. Editorial 25).

 

Por eso, creo con el inolvidable Juan Pablo II que no debemos esperar de fuera lo que debemos edificar dentro. No debemos esperar de arriba lo que hay que construir, bloque a bloque, desde abajo. No debemos fomentar ningún otro mesianismo terrenal ni seudo-espiritual que provoque la fuga mundi. Nada se logrará en Cuba sin la persona de cada uno de los cubanos y todo se debe edificar para que Dios y el mundo, incluido el Papa, puedan encontrar un día cercano una nación cubana sana, libre, adulta, responsable, fraterna y solidaria, abierta al mundo e integrada en la comunidad internacional.

 

Eso espero. Para eso vivo, trabajo y he decidido, con la gracia de Dios, permanecer en Cuba.

Cuba 2012: el Pastor, el Lobo-Reliquia

y la Encíclica Divini Redemptoris

Armando F. Valladares

Domingo de Ramos 1 de abril de 2012

 

El 28 de marzo de 2012, las escenas que muestran a Benedicto XVI y su séquito recibiendo cordialmente al sanguinario ex dictador Fidel Castro, en la Nunciatura Apostólica de La Habana, fueron las más dramáticas de la visita papal a la isla-cárcel desde los puntos de vista religioso, pastoral, político, simbólico y de la propia teología de la Historia; las que dejaron el sabor más amargo en los cubanos de la isla-cárcel, sedientos de auténtica fe católica y de plena libertad; y las que más dilaceraron los corazones del rebaño cubano, dentro y fuera de Cuba.

 

Una especie de “santo” comunista

 

Era el Pastor de los Pastores, con su secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, y con su Nuncio Apostólico en La Habana, monseñor Bruno Musaro, acogiendo al Lobo de los Lobos casi como si fuera una “reliquia” viviente, una especie de “santo” comunista. Ese encuentro constituyó la realización de una Pesadilla de las Pesadillas, respecto de la cual se especuló durante muchos meses antes de la visita papal, incluyendo rumores de una hipotética conversión, como si se estuviese sondeando y endulzando el ambiente para que los 11 millones de cubanos prisioneros en la isla y los amantes de la libertad en el mundo entero, en la hora de ese encuentro, ya hubiesen amortiguado internamente el natural horror y repulsa que despiertan los grandes asesinos de la Historia cristiana, desde Nerón, pasando por Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot, hasta Fidel Castro.

 

Fue un encuentro “muy cordial”, declaró el portavoz vaticano, Federico Lombardi, en conferencia de prensa en La Habana.

 

Servilismo del Nuncio en La Habana

 

Según muestra un video colocado en Youtube por América TeVé - Canal 41, la obsequiosidad demostrada por el Nuncio Apostólico, para no decir el servilismo, llegó a grados inimaginables. El ex dictador apenas acababa de bajarse del vehículo que lo transportaba cuando monseñor Musaro lo recibe, se inclina en una especie de reverencia, y proclama en tono admirativo: ”Señor Comandante, bienvenido a su casa. Yo fui alumno de su queridísimo amigo monseñor Cesar Zacchi”.

 

Es de recordar que monseñor Zacchi fue el encargado de la Nunciatura en La Habana en los primeros años de la revolución comunista e impulsor de la “ostpolitik” vaticana hacia Cuba, obligando a los obispos cubanos a alinearse con el régimen comunista o a callarse. A la salida, el Nuncio lo esperaba en la puerta para desearle: Que Dios lo bendiga”. Y cuando Castro ya estaba bajando las escaleras, literalmente corrió detrás de él para desearle “felicidades”. En materia de servilismo procastrista, el alumno parece haber aventajado al maestro.

 

El Pastor habría tomado la iniciativa del encuentro

 

Lo más desconcertante es que el propio Pastor habría sido quien tomara la iniciativa del encuentro, y no el Lobo en supuesto proceso de “conversión”. Es lo que reveló Fidel Castro, en declaración publicada por el Vatican Information Service (VIS) en su edición en español: “He tomado la decisión de pedir algunos momentos de su tiempo, que sé está lleno de compromisos cuando supe que le habría agradado este modesto y sencillo contacto” (VIS, “Encuentro entre el Papa y el ex presidente Fidel Castro”, 29 de marzo de 2012). Palabras farisaicas y astutas, aparentemente humildes, que dejaban claro quién dio el primer paso en una iniciativa que del punto de vista protocolar no era necesaria.

 

Castro: “Haremos apóstatas, miles de apóstatas”

 

¿Cuál sería el “agrado” que Su Santidad esperaba tener en el encuentro con ese asesino de cuerpos y de almas? Es un misterio. Fidel Castro comenzó fusilando a decenas de jóvenes católicos, que morían como mártires proclamando “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!”, gritos que yo mismo escuché, con mis propios oídos, en la siniestra prisión de La Cabaña; hasta que, en la Universidad de la Habana, por estrategia, y no por arrepentimiento o conversión, trazó una maquiavélica rectificación: “No caeremos en el error histórico de sembrar el camino de mártires cristianos, pues bien sabemos que fue precisamente el martirio lo que dio fuerza a la Iglesia. Nosotros haremos apóstatas, miles de apóstatas” (cf. Juan Clark, “Cuba: mito y realidad”, Ediciones Saeta, Miami-Caracas, 1a. ed., 1990, pp. 358 y 658).

 

Fue a partir de entonces que los condenados a muerte comenzaron a ir al “paredón” amordazados, para silenciar de esa manera sus proclamas de fe y heroísmo. Al mismo tiempo, la “alfabetización” y la “salud” pasaron a ser dos tenazas satánicas de control psicológico, mental y social, así como de inducción a la apostasía, de generaciones enteras de niños, jóvenes y adultos. “Alfabetización” y “salud” que, no obstante, han recibido comentarios laudatorios de las más altas autoridades eclesiásticas, inclusive, del actual Pontífice (cf. Discurso de Benedicto XVI de recepción de las cartas credenciales del embajador de Cuba, Eduardo Delgado Bermúdez, “Le lettere credenziali dell'Ambasciatore di Cuba presso la Santa Sede”, Oficina de Prensa de la Santa Sede, Diciembre 10, 2009; cf. Armando Valladares, “Benedicto XVI: ¿beatificación del internacionalismo castrista?”, agencia Destaque Internacional, Enero 06,  2010). Estos son otros misterios que hacen estremecer las almas de los fieles católicos cubanos.

 

Pío XI: comunismo, “satánico azote”

 

En ese trágico día 28 de marzo de 2012, sin duda, uno de los más trágicos de la Historia de los católicos cubanos y de la propia Cuba, Benedicto XVI ofreció al ex dictador las Medallas de su Pontificado. El momento de mayor cordialidad captado por los fotógrafos fue cuando el Pontífice tomó con sus dos manos las ensangrentadas manos de Castro, y ambos intercambiaron miradas en lo que parece ser un clima de mutua afinidad.

 

Por una ironía, o quizás, por una señal providencial, en esa misma foto difundida por el propio Vaticano se percibe al fondo y a lo alto, entre Benedicto XVI y Fidel Castro, como si estuviera analizando la escena, un cuadro con el retrato de un Pontífice. Todo indica que se trata de S.S. Pío XI, cuya profética Encíclica “Divini Redemptoris” el 19 de marzo pp., por lo tanto, pocos días antes del trágico encuentro, acababa de cumplir el 75o. aniversario en el mayor de los silencios y de los olvidos. Fue precisamente en esa Encíclica que Pío XI calificó al comunismo comointrínsecamente perverso y como un “satánico azote.

 

En los últimos años, me he visto en la dolorosa obligación de escribir decenas de artículos denunciando la política de distensión del Vaticano con el régimen comunista de Cuba. Artículos redactados invariablemente con palabras respetuosas, ejerciendo mi derecho y mi obligación de conciencia de fiel católico cubano y de ex preso político durante 22 años. Reconozco que esta ha sido tal vez la ocasión en que he tenido más dificultad de encontrar palabras adecuadas para esbozar una conclusión, tal la gravedad de lo ocurrido en la Nunciatura Apostólica en La Habana ese 28 de marzo de 2012.

 

Paternal y providencial ayuda de S.S. Pío XI

 

Opto entonces por recurrir a la paternal y providencial ayuda de S.S. Pío XI, cuya figura de alguna manera se hizo sentir en la Nunciatura Apostólica en La Habana, citando algunas expresiones de su profética Encíclica “Divini Redemptoris” que se aplican de manera sorprendentemente actual a la Cuba de hoy.

 

En una de las frases más lapidarias para quienes en Cuba promueven un diálogo alegadamente constructivo de los católicos con el régimen, Pío XI afirma que “el comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina la civilización cristiana”. Nótese la fuerza de la expresión y las importantes consecuencias que de ella derivan: para Pío XI no es lícito colaborar “en terreno alguno” con una ideología intrínsecamente perversa.

 

“Conspiración del silencio” y “propaganda diabólica”

 

Con relación a importantes medios de comunicación, el Pontífice denuncia “la conspiración del silencio que está realizando una gran parte de la prensa mundial” sobre los crímenes revolucionarios.

 

Paralelamente a ese silencio, los revolucionarios desarrollan “una propaganda realmente diabólica como el mundo tal vez nunca ha conocido” con la finalidad de mostrar las supuestas bondades comunistas.

 

Una “propaganda diabólica” que -según profética advertencia de Pío XI, confirmada en las décadas posteriores con tantos lamentables ejemplos- tenía entre sus objetivos principales difundir el engaño en los propios medios católicos: “Más todavía, procuran infiltrarse insensiblemente hasta en las mismas asociaciones abiertamente católicas o religiosas”. Junto con el engaño, viene de la mano la colaboración comuno-católica: “En otras partes, los comunistas, sin renunciar en nada a sus principios, invitan a los católicos a colaborar amistosamente con ellos en el campo del humanitarismo y de la caridad”.

 

“Hay incluso quienes, apoyándose en algunas ligeras modificaciones introducidas recientemente en la legislación soviética, piensan que el comunismo está a punto de abandonar su programa de lucha abierta contra Dios”, señalaba también el Papa Pío XI, en otra consideración de enorme actualidad para la Cuba de hoy. Baste recordar las ilusiones despertadas en ciertos sectores cuando se han dado a conocer recientes documentos del Partido Comunista de Cuba (PCC) y pronunciamientos de los hermanos Castro, incluyendo los rumores sobre la supuesta conversión del ex dictador, con apariencia distensiva -pero con un trasfondo fraudulento, claro está- en dirección a los católicos.

 

¿Comunismo mitigado?

 

A continuación, Pío XI sale una vez más al paso de quienes nunca pierden las ilusiones de encontrar un comunismo mitigado con el cual les sea posible entrar en componendas: “No se puede afirmar que estas atrocidades sean un fenómeno transitorio que suele acompañar a todas las grandes revoluciones, o excesos aislados de exasperación comunes a toda guerra; no, son los frutos naturales de un sistema cuya estructura carece de todo freno interno”. Nótese bien. Esos errores y horrores no son circunstanciales, sino connaturales con dicha ideología. Son “los errores intrínsecos del comunismo, recalca Pío XI.

 

Gigantesco viraje de diplomacia vaticana

 

¿Por ventura no están descritos por S.S. Pío XI, de manera sintética y profunda, tantos ardides de los comunistas contra los católicos en Cuba y en el exilio? ¿Acaso esas advertencias, hechas hace exactamente 75 años, no constituyen hoy una trágica explicación para tantos episodios de colaboración comuno-católica en la Cuba de hoy? Lo concreto es la constatación de un gigantesco viraje producido en la diplomacia vaticana, desde Pío XI hasta nuestros días. Viraje enigmático y desconcertante de la diplomacia vaticana, una de cuyas raíces históricas parece estar, según destacados analistas, en el propio silencio del Concilio Vaticano II con relación al comunismo, lo cual hizo que los Lobos se sintieran en total libertad para diezmar al Rebaño en Cuba, en los países del Este europeo, en Rusia, China y Vietnam.

 

Que la Virgen de la Caridad proteja, consuele y llene de auténtica fe a mis 11 millones de hermanos prisioneros en la isla-cárcel; y que a los cubanos del destierro nos dé fuerzas espirituales para continuar luchando por la libertad de Cuba, con el fuego del Apóstol San Pablo: “combatiendo el buen combate de la fe” y “esperando contra toda esperanza” (Segunda Epístola a Timoteo 4, 7; y Epístola a los Romanos 4, 18-19).                       

 

Armando Valladares. Pintor, poeta y escritor. Estuvo veintidós años en el Gulag de los hermanos Castro. Recibió el Premio Libertad del Pen Club. Fue adoptado por Amnistía Internacional como preso de conciencia. Obtuvo la libertad gracias a la petición que el entonces presidente francés François Mitterrand le hizo a Fidel Castro.

Los papas pasan, el pueblo queda

Fabio Rafael Fiallo

5 de abril de 2012

 

Mussolini, Hitler, Trujillo, Castro: connivencias de la Iglesia Católica con dictadores.

 

En el contexto belicista en que vivía Europa en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Benito Mussolini decide en 1935 enviar un contingente de 400.000 soldados a Abisinia (hoy Etiopía), a fin de consolidar las posiciones de su país en esa región y eliminar los focos de rebelión que brotaban por allí. Nadie podía ignorar que dichas tropas no iban con ánimos altruistas ni evangelizadores, sino con el inicuo propósito de matar africanos mal armados.

 

A pesar del criminal objetivo de aquella expedición, el Papa de entonces, Pío XI, no tuvo reparo alguno en bendecir con solemnidad —haciendo la señal de la cruz en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo— aquellas tropas movilizadas con tan mortíferos designios.

 

Fue así como comenzó una tortuosa trayectoria de connivencia entre las potencias nazi-fascistas del Eje (Alemania, Italia) y el clero romano. Dicha connivencia fue objeto de vaivenes, con el nuevo Papa Pío XII decidiéndose al fin, si bien con un inquietante retraso, a guardar las distancias del Vaticano con respecto a aquella coalición.

 

La complicidad de la Iglesia Católica con un poder criminal en el siglo XX no se limitó al Viejo Mundo. En América Latina, numerosas fueron las ocasiones en que la jerarquía católica se convirtió en aliado de tiranos.

 

Ocurrió, para no citar sino un solo caso (que, por haberlo vivido, el autor de este artículo conoce bien), no lejos de Cuba, en la República Dominicana de Rafael Trujillo. Allí, durante tres largas décadas —y a cambio de concordatos, prebendas y construcción de templos— la jerarquía católica se dedicó con un ahínco bochornoso a cooperar con aquel régimen despótico, movida por una maquiavélica consigna: “Trujillo pasa, las iglesias quedan”.

 

La indolencia de la jerarquía católica ante el padecer de los disidentes dominicanos (llamados “desafectos”) no tuvo límites ni vergüenza, al mismo tiempo que todos los tedeum del mundo no parecían suficientes para honrar al tirano y su familia.

 

Solo al final, cuando la armazón del aparato trujillista comenzó a agrietarse, la Iglesia cambió la chaqueta. Obispos extranjeros recién llegados al país, y por ende exentos de complicidad, decidieron hablar y actuar con solidaridad hacia el pueblo, recordando el deber de todo gobernante de respetar los derechos inherentes a la persona humana.

 

A los cubanos les ha tocado sufrir la misma indiferencia de la jerarquía católica. Una indiferencia que se une a la de estadistas del continente, a la de responsables de organizaciones regionales (en particular la OEA, dirigida por José Insulza), y a la de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Derechos Humanos ha tenido la desfachatez de ofrecerle un asiento al régimen castrista.

 

Y es justamente en esa olímpica soledad de medio siglo donde se encuentra la grandeza, significación y trascendencia del interminable viacrucis del noble y sufrido pueblo cubano.

 

¿Qué resultado concreto se habrá llevado el Papa —a su residencia veraniega de Castelgandolfo— de su visita al feudo de los Castro? ¿Alguna concesión enmateria de derechos humanos? No. ¿Deapertura política? Tampoco. ¿Podrá pensar que su visita ha servido para hacer avanzarla libertad de expresiónen el país?Al contrario: desde queel avión del Papadespegó de suelo cubano, se observa una recrudescencia de los acosos y arrestos de figuras de la disidencia.

 

Lo único que el Papa logró, siendo lo único que pidió cual una limosna protocolar, fue que sea declarado feriado el viernes en que se conmemora la muerte de Jesús. ¡Tamaño éxito!

 

Con un cinismo similar al del clero dominicano durante la tiranía trujillista, Benedicto XVI y sus ovejas obispales podrán argüir para justificar su cobardía: “Los Castro pasan, el Viernes Santo queda”.

 

El martirio cubano no hubiera sido completo sin esa indolencia papal que ha antepuesto burdos cálculos litúrgicos a las obligaciones morales del Evangelio que la Iglesia pretende encarnar y propagar.

 

Que se revuelquen, pues, como lo han hecho tantas veces en tantas latitudes, en los fangos abyectos de la complicidad. Son ellos, esos arzobispos, cardenales y papas prestos a contemporizar con déspotas y autócratas teñidos de sangre humana —sin dignarse a recibir “un minuto”, no más, a Damas de Blanco representantes del honor de todo un pueblo—, son ellos, repito, quienes al fin y al cabo tienen, en términos de imagen, prestigio y vergüenza, todo que perder.

 

A decir verdad, esa indolencia cómplice no habrá cambiado gran cosa al paisaje de desolación que sirve de tela de fondo a la vida en Cuba. Hoy, la Iglesia católica no es ni sombra de lo que antaño fue. Su influencia es más cosmética que real. Basta con ver las iglesias desiertas en Europa, América Latina y el resto del mundo, abandonadas en beneficio del agnosticismo o de confesiones con menos lastre moral y mayor lustre místico, para comprobar que la Iglesia de Roma ha quedado desahuciada por la historia, satisfaciéndose con entrar en componendas de palacio con tal de sobrevivir algunos instantes más.

 

Lo importante de laindolencia papal es queel pueblo cubanosabe finalmente que no podrá contar sinoconsigo mismopara deshacersedel yugoque lo asfixia desde hacemedio siglo.

 

Mientras tanto, por los calabozos del castrismo y las calles de provincia y de La Habana, el disidente cubano deambula solo. Solo con sus pesares. Solo con sus principios. Solo con su conciencia.

 

Y cuando en la Cuba indómita repiquen de nuevo con júbilo las campanas de la Libertad, y los Inácio Lula, José Insulza, Jaime Ortega y el Papa de turno traten de incorporarse a la procesión de la victoria, clamando una solidaridad tan repentina como superflua hacia un pueblo cubano redimido por sus propias fuerzas, ese pueblo de la estirpe de Martí y de Maceo, e inspirado por el sacrificio de Zapata Tamayo y Villar Mendoza, y por el arrojo de Andrés Carrión y de tantos compatriotas más, podrá apostrofarles a esos aliados de la hora 25, con el menosprecio que ellos merecen: “¡No, ya es demasiado tarde!

Tras la visita del Pontífice

Oscar Elías Biscet

1de abril de 2012

 

No me opuse a la visita del Papa Benedicto XVI a mi país. Aun convencido de que no esperaría palabra de solidaridad con aquellos que llevamos muchos años en la búsqueda de la libertad para la nación cubana.

 

La disidencia en Cuba se enfrenta a un sistema totalitario estalinista con todos los recursos a su disposición para frenar o aniquilar cualquier acto de rebeldía en la búsqueda de los derechos humanos fundamentales de los cubanos. Quienes levantan su voz en contra de la justicia son vituperados y ultrajados en sus medios masivos de difusión.

 

El sistema carcelario, las torturas y el paredón de fusilamiento serían las cuotas obligadas para esos valientes contestatarios.

 

No abundaré enlos vergonzosos actos de la jerarquía de la Iglesia Católica cubana. Al llamar a la policía política y expulsar por la fuerza a un grupo de personas que confiaron en su caridad y se refugiaron en su seno para reclamar libertades básicas para sus conciudadanos.

 

Tampoco por la falta de no tributarles misas a los mártires Orlando Zapata Tamayo, Juan Wilfredo Soto, Laura Pollán y Wilmar Villar. Las complicidades de las iglesias cubanas con la dictadura castrista son tan evidentes que solo con su silencio cruel han asesinado durante años las esperanzas de libertades del pueblo cubano.

 

Las palabras de Benedicto XVI durante su estancia en Cuba fueron de mucha precaución para evitar desavenencias con la cúpula castrista.

 

En la misa de Santiago de Cuba, un ciudadano sencillo se lo recordó en alta voz y fue golpeado y detenido por la policía política. Esa muestra de violencia extrema ante su eminencia Benedicto XVI se había realizado a la vista del pueblo antes y durante su visita.

 

En las diferentes homilías en esta visita papal no hubo palabras de aliento para estos valientes pacificadores y perseguidos. Fueron olvidadas las bienaventuranzas de Jesucristo.

 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.

 

Jesucristo fue un extremista de la filosofía del amor. Dispuso amar al enemigo y orar por los que nos odian. Existen personas con conductas aberrantes condenadas por siempre, como aquellos ángeles que guardan prisión perpetua hasta el juicio final. El evangelio nos recuerda que no debe haber fusión entre el bien y el mal. Los malos deben arrepentirse para el perdón y la reconciliación.

 

En el caso de Cuba deberían salir del poder todos los relacionados con hechos de sangre, como crímenes de inhumanidad y de genocidio, y tomarse medidas que garanticen las libertades básicas de todos los cubanos sin excepciones. Y también el establecimiento de un gobierno provisional con todas las fuerzas democráticas del país. Entonces podremos iniciar un proceso hacia la transición democrática.

 

En varias ocasiones he indicado que la Iglesia Católica cubana puede y debe actuar como mediador en todo proceso de libertad y de democracia para el pueblo cubano. Hoy no lo niego pero sugiero con bondad que primero debe reestructurarse la jerarquía de la Iglesia con personas que den el ejemplo de la prédica cristiana de Pérez Serantes, Pedro Meurice y otros buenos sacerdotes católicos que pudieran llamarse los cardenales del pueblo. Así se recuperaría la confianza en la milenaria institución.

 

Entre los mediadores no olvidaremos a los sacerdotes protestantes y evangélicos. Ellos podrían participar como institución en la formación de un comité de pastores. Esto aseguraría un balance justo y equilibrado en las negociaciones del camino hacia un estado de derecho democrático.

 

Dios es la libertad absoluta. Asimismo es poder, sabiduría, majestad, amor y gloria. Para él, no hay nada imposible. Por esto esperamos y actuamos en él en la promoción para nuestra nación de una sociedad libre donde predomine para el bien de todos su triada básica: cristianismo, comercio y civilización.

 

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos.

El Papa, el cardenal y la policía

Andrés Oppenheimer

 25 de marzo de 2012

 

La visita del papa Benedicto XVI a Cuba empezará en medio de un clima enrarecido: los grupos de derechos humanos están consternados por la reciente decisión del cardenal cubano Jaime Ortega de llamar a la policía para desalojar a trece  disidentes que habían ocupado pacíficamente una iglesia.

 

Según un comunicado oficial de la Iglesia Católica de Cuba, publicado en el diario del régimen cubano, Granma, el 14 de marzo el cardenal Ortega le pidió a la policía que desalojara a los 13 disidentes que se habían refugiado en la iglesia Nuestra Señora de la Caridad de La Habana.

 

Tras su desalojo forzoso por policías antimotines en uniformes negros y armados con lanza gases, los disidentes, incluyendo a un hombre de 82 años, dijeron que fueron golpeados y llevados a una comisaría, donde fueron interrogados durante cinco horas antes de que les concediera libertad condicional. Según dijeron a los periodistas, habían querido entregarle una petición al Papa, y expresar sus demandas de democracia y derechos humanos.

 

¿Qué tan usual que un cardenal llame a la policía para desalojar a manifestantes pacíficos de una iglesia?, les pregunté a algunos de los principales grupos internacionales de derechos humanos y a varios expertos en derecho internacional.

 

Por lo que recuerdo de mi época como corresponsal extranjero durante las dictaduras militares de Sudamérica y América Central, y por lo que he leído sobre lo ocurrido en Polonia y en otras ex dictaduras comunistas de Europa, no se trata de algo muy usual. Mis entrevistados me lo confirmaron.

 

Nunca he visto algo parecido”, me dijo José Miguel Vivanco, director del departamento de las Américas del grupo Human Rights Watch, refiriéndose al pedido del cardenal a la policía. “Es resultado de una obvia subordinación de la jerarquía eclesiástica al gobierno cubano”.

 

Vivanco recordó que en 1977 y 1978, durante el régimen del dictador militar Augusto Pinochet en Chile, cientos de familiares de personas desaparecidas buscaban regularmente refugio en las iglesias para concitar la atención internacional sobre sus demandas. Muchos pasaban largos períodos allí, y jamás fueron desalojados.

 

A ningún obispo chileno se le hubiera cruzado por la cabeza llamar a la policía para desalojarlos”, me dijo Vivanco. “El cardenal chileno Raúl Silva Henríquez solía decir que la Iglesia está allí para dar voz a los que no tienen voz. La Iglesia jamás permitió que los servicios de seguridad estatales siquiera se acercaran a las iglesias”.

 

Javier Zuniga, un funcionario de la organización Amnistía Internacional en Londres, me dijo que el pedido del cardenal Ortega a la policía cubana “no es un hecho muy frecuente’’.

 

La iglesia Católica ha desempeñado un rol muy importante en defensa de las personas que sufrieron dictaduras en Chile, en El Salvador y en otros países”, dijo Zuñiga. “En esos casos, la iglesia se convirtió en el defensor, y acogió en las iglesias a las asociaciones de familiares de presos políticos, detenidos y desaparecidos, que no podían expresarse en otra parte. Eso fue respetado”.

 

Claudio Grossman, decano de la Escuela de leyes de American University y ex director de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, me dijo que “el uso de los lugares religiosos como asilo es una antigua costumbre, y puede considerarse parte del derecho consuetudinario. Desde esa perspectiva, esta actitud causa consternación. Contradice el rol que la Iglesia ha desempeñado tradicionalmente”.

 

Los grupos de defensa de los derechos humanos de Cuba están igualmente consternados. Elizardo Sánchez Santa Cruz, director de uno de los principales grupos de derechos humanos de la isla, dijo a Associated Press poco después del incidente que “no puedo salir de mi asombro” por lo ocurrido.

 

¿Qué ha dicho el cardenal cubano a todo esto? El arzobispado de La Habana respondió a sus críticos con un comunicado el 14 de marzo senalando que “la iglesia escucha y acoge a todos, e igualmente intercede por todos’’, pero que “nadie tiene derecho a convertir los templos en trincheras políticas”.

 

El comunicado agregó que: “Nadie tiene derecho a perturbar el espíritu celebrativo de los fieles cubanos, y de muchos otros ciudadanos, que aguardan con júbilo y esperanza la visita del Santo Padre Benedicto XVI a Cuba”.

 

Mi opinión: La jerarquía de Ia Iglesia cubana ha cometido un gran error. Una cosa es no antagonizar abiertamente al régimen para poder seguir abriendo gradualmente espacios para la Iglesia en un sistema totalitario, y otra cosa muy diferente es llamar a la policía para desalojar a disidentes pacíficos.

 

Cuanto menos, el cardenal Ortega podría haberse quedado quieto, y decirle a la policía: “si ustedes quieren desalojarlos, es una decisión vuestra’’.

 

A menos que haya una sorpresa durante la visita del papa Benedicto XVI —y a diferencia de lo que ocurrió en Chile, El Salvador y Polonia– este episodio contribuirá a que el cardenal cubano pase a la historia como cómplice de los represores, en lugar de como defensor de los oprimidos.

Otras críticas sobre la visita

del papa Benedicto XVI a Cuba

 

El 19 de marzo de 2012 el periódico The Washington Post publicó el editorial “Can the Pope bring hope to Cubans?” en el que se critica a la jerarquía, por no haber dado señal alguna de preocupación por la ola represiva desatada en los días previos a la visita papal.

 

2. El 24 de marzo Mary A. O'Grady, columnista y miembro de la junta editorial de The Wall Street Journal, publicó una columna de opinión titulada “The Pope's Cuba Gamble“, donde critica duramente la actuación del episcopado cubano.

 

3. El 21 de marzo el Star Tribune de Minneapolis/St. Paul, Minnesota, publicó un editorial titulado “Pope is coming -- time to round up dissidents” (El Papa viene: es hora de apresar a los disidentes), donde se critica a la Iglesia por no alzar su voz en defensa de los detenidos.

 

4. El 24 de marzo, en un artículo titulado “When Good Men Do Nothing“, publicado en The Harvard CrimsonDerek J. Bekebrede critica a la jerarquía por la expulsión de los disidentes de la Iglesia de la Caridad y por no organizar un encuentro del Santo Padre con los que disienten del gobierno.

 

5. El 24 de marzo, en un editorial titulado “Pope’s Visit To Cuba Stirs Hope As Palsy of the Castro Regime Grows More Aggravated“, el periódico digital The New York Sun, heredero del histórico diario neoyorquino, repite las críticas anteriores. 

 

6. El 28 de marzo, en la revista digital Catholic Culture, el conocido comentarista católico Phil Lawler publicó una columna con el título “The Pope in Cuba: too many concessions to the Castro regime?“, en la que compara desfavorablemente la visita del papa Benedicto XVI a Cuba con las de Juan Pablo II a Polonia. 

 

7. El 15 de abril, el conocido blog liberal Daily Kos publicó la columna “ 'Apostolic Journeys' or Trade Junkets?“, que critica la visita apostólica y el papel jugado por el episcopado cubano en las relaciones Cuba-Estados Unidos. 

 

8. El 27 de marzo, William Doino Jr., un probado valedor de la Iglesia católica, publicó un artículo en First Things, la revista religiosa más importante y prestigiosa de  Estados Unidos, titulado “Has the Church Gone Soft on Communism?“. Es una defensa ejemplar a la Iglesia que peregrina en Cuba. Sin embargo, refiriéndose a la solicitud de que la policía sacara a los disidentes de la Iglesia de la Caridad y a la negativa de planificar un encuentro del papa con la disidencia, afirma: “Estas decisiones son cuestionables, y la Iglesia debería aceptar la 'corrección fraterna' de los que por tanto tiempo han luchado valerosamente por la libertad en Cuba”. 

El papa y los herederos de Hatuey

Tania Díaz Castro

26 de marzo de 2012

 

Hoy el papa Benedicto XVI, la máxima representación de la Iglesia Católica, llegará a Cuba y la dictadura lo recibirá con los brazos abiertos. Pero la mayoría de la población, compuesta por once millones de habitantes, y una de las menos católicas del continente, no parece estar muy interesada en acompañar a los miles de feligreses –y público colocado por el gobierno- que irán a su encuentro.

 

Aunque es cierto que las dictaduras totalitarias de corte estalinista se caen solas, siempre ayuda darles sus empujoncitos. En el caso de Cuba, es eso lo que hacen los disidentes, los opositores pacíficos y los periodistas, independientes que escriben sobre lo que ocultan y callan los caudillos castristas. El Papa ya ha aclarado que no se reunirá con ninguno de ellos; aunque sí ha expresado que estaría dispuesto a hacerlo con Fidel Castro, un ex dictador jubilado por enfermedad, sin ningún cargo oficial y excomulgado desde 1962, para rematar.

 

Algunos tienen la esperanza de que la visita de este Papa pueda ayudar en algo al regreso de la democracia a nuestro país. Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar si las religiones, y muy en específico la católica, a través de sus hombres en el poder, se han caracterizado alguna vez por ayudar a los oprimidos que luchan por su libertad?

 

Los Sumos Pontífices de esa monarquía absoluta que es el Vaticano nunca han tenido demasiada influencia en Cuba, ni siquiera en tiempos de la colonia. Tampoco durante los gobiernos democráticos de la era republicana, y muchísimo menos durante los 53 años de dictadura de la familia Castro. Tal vez la historia de esa mala suerte del Vaticano en la isla se remonte a cuando el indio Hatuey, al ser quemado en la hoguera, se negó a aceptar al Dios de los católicos y dijo que no quería ir al cielo, si allí iban también los españoles.

 

Pero tampoco es que le vaya muy bien al catolicismo a nivel mundial. Los católicos son hoy poco más del 17% de la población del Planeta y raro es el mes que no aparece en la prensa mundial la noticia de algún nuevo escándalo de abuso sexual de un sacerdote católico y las maniobras de la Iglesia para ocultarlo. ¿Será acaso porque la Iglesia va contra corriente y sus inflexibles dogmas, lejos de avanzar junto con el desarrollo de la civilización humana y adaptarse a los tiempos, van en contra hasta de algunos derechos humanos que hoy se consideran fundamentales?

 

De más está decir que, después de tantos años de dictadura, los cubanos aspiramos a vivir en libertad. Libertad para pensar, amar a quien nos parezca, opinar, movernos libremente, organizarnos, tener o no tener hijos según decidamos, y creer o no creer en ese Dios, que supuestamente nos castiga si no hacemos exactamente lo que Él nos manda. De esas libertades no es portador Benedicto XVI.

 

Aquellos que se hagan ilusiones de que la Iglesia Católica, opuesta al divorcio, al aborto, a la eutanasia, al homosexualismo, a la investigación científica con células madres y hasta al uso de anticonceptivos, en fin a la libertad plena del individuo, podrá ayudar a cambiar el destino de Cuba, se equivocan y quizás deban recordar al visionario Hatuey.

Ángeles heridos

César Reynel Aguilera

24 de marzo de 2012

 

“Fuera de la Iglesia no hay salvación”. “Dentro de la Revolución, todo, fuera de la Revolución, nada”. Esas dos frases de encierro podrían iluminar muchos de los misterios y ministerios de la próxima visita de su santidad Benedicto XVI a tierras cubanas.

 

Primero fue la idea. Después surgió un perímetro que permitió definir el dentro y el fuera. Una vez deslindado ese territorio —institución, campamento, santuario— llegó la necesidad de defenderlo a como diera lugar, incluso al precio de negar aquella idea, hermosa como un angelito, que estuvo en el origen de todo.

 

Cuando Benedicto XVI arribe a La Habana podríamos estar asistiendo a algo más que a la visita de un jefe de estado, al encuentro entre dos contrarios ideológicos o al peregrinar de un pastor en busca de sus ovejas descarriadas. La llegada de Su Santidad podría marcar, a partir del abrazo protocolar inevitable, el entendimiento y la negociación entre dos instituciones cerradas.

 

La Iglesia Católica y el castrismo tienen mucho más en común que las felicidades pospuestas al paraíso y al futuro luminoso; que el amor utilizado como punta de lanza, o que esa extraordinaria capacidad para lograr que sean otros los encargados de alimentar y vestir a sus feligreses. El castrismo y la Iglesia Católica son dos instituciones cerradas que comparten el mismo agobio ante un mundo cada vez más abierto.

 

Las instituciones cerradas tienen, entre sus muchos defectos, una extraordinaria vulnerabilidad a la corrupción. Esa vulnerabilidad parte de un hecho muy simple: al ser la defensa del perímetro —institución, campamento, santuario— la tarea fundamental, y la razón de la existencia, se hace muy difícil aceptar, investigar o castigar, cualquier actividad que de ser reconocida podría terminar manchando o debilitando eso que hay que defender a toda costa. El resultado son una tolerancia y una desidia que proyectadas en el tiempo se convierten en inmunidad.

 

Los cubanos conocen muy bien la corrupción crónica del castrismo. Unos por razones personales y otros por el hecho de que esa corrupción ha alcanzado unos niveles tan altos que ha llegado a comprometer, o a amenazar, la misma existencia del campamento castrista, algo que ha obligado a la cúpula gobernante a un reconocimiento público y una supuesta lucha. Digo supuesta porque nunca ha alcanzado a reconocer que esa corrupción es intrínseca a la cerrazón del perímetro que se pretende defender.

 

La corrupción dentro de la Iglesia Católica, sin embargo, no es muy conocida por los cubanos no exiliados. La prensa castrista siempre se ha encargado de darle escasa cobertura, o de hacerlo de una forma muy superficial; algo que llama extraordinariamente la atención si se tiene en cuenta que el catolicismo es, para muchos castristas, el único y verdadero enemigo ideológico de la revolución.

 

Durante los años ochenta la Iglesia Católica sufrió, de forma pública y notoria, uno de sus más grandes escándalos de corrupción económica. La quiebra del Banco Ambrosiano, que tenía como principal accionista al Instituto para las Obras de Religión —conocido popularmente como Banco Vaticano— dejó al descubierto, además de pérdidas por un valor de varios millardos de dólares, una trama de manejos turbios, conexiones con la violencia organizada, e inmoralidades dignas de la más exquisita cólera de Nuestro Señor.

 

El director del Instituto para las Obras de Religión en aquel momento, el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, fue procesado judicialmente como cómplice de la bancarrota del Banco Ambrosiano y sólo pudo escapar de la justicia italiana gracias a la inmunidad diplomática reclamada por el Vaticano. A su vez, Roberto Calvi —presidente del Banco Ambrosiano cuando estalló el escándalo— fue hallado, en junio de 1982, colgando de la estructura del puente Blackfriars en Londres. En los círculos financieros y en la prensa se le conocía como el “Banquero de Dios”.

 

Por si fuera poco, a los casos de corrupción e ilegalidad financiera de la Iglesia Católica se sumaron, a mediados de los años 80, otros que desgraciadamente rebasan el reino del escándalo y la podredumbre, para entrar en el infierno del dolor indecible y la condenación de las almas.

 

En el año 1985 el párroco Gilbert Gauthe se declaró culpable de once cargos de abuso sexual a menores ante un tribunal del estado de Luisiana. Aunque ese no fue el primer caso de ese tipo tramitado por una corte estadounidense sí fue el primero que recibió una amplia cobertura mediática que dio lugar, lenta pero inexorablemente, a una ola de denuncias y demandas civiles y judiciales.

 

Muchas de esas demandas se iniciaron en la ciudad de Boston, en el Estado de Massachusetts. En 1992, por ejemplo, el Reverendo James Porter, de la diócesis de Fall River, fue acusado de abuso a menores en cinco estados de la Unión entre los años 1960 y 1970. Eventualmente Porter se declaró culpable de 41 de los cargos imputados. En 1999 el párroco John Geoghan fue acusado de violación de menores, hallado culpable y condenado a diez años de prisión. En el 2002 fue asesinado mientras cumplía condena.

 

Ya desde el principio de esa avalancha de denuncias y demandas legales quedó claro que muchos de los acusados habían sido señalados como pedófilos años antes y la Iglesia no sólo había sido incapaz de ponerlos ante la justicia, separarlos de su oficio, o impedir que actos como los denunciados volvieran a repetirse. No, muchos de esos pedófilos fueron tratados con una discreción y un secretismo que lindan en la protección, el encubrimiento y la complicidad. Fue eso, más que ese sensacionalismo al que la Iglesia intentó culpar, lo que sirvió de catalizador para que muchos abusados dieran el doloroso y valiente paso de salir del anonimato y denunciar algo que ya creían haber rebasado —o tabicado— en sus conciencias.

 

Durante la década de los noventa una enorme cantidad de procesos judiciales por abuso a menores fueron abiertos contra miembros activos o retirados de la Iglesia Católica a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos de Norteamérica. Lo que inicialmente se pretendió presentar como una moda local, en uno de los estados más liberales de la Unión (Massachusetts), se fue extendiendo hasta el punto de convertirse en un fenómeno nacional.

 

De todas esas investigaciones emergieron tres imágenes sobrecogedoras, la primera y la más importante: el dolor de miles de víctimas, católicas en su inmensa mayoría, que vivieron durante décadas con la confusión propia y el desamparo de aquellos en los que ellos —o sus padres— habían confiado; la segunda fue el encubrimiento y la complicidad evidente de una jerarquía católica que —ocupada como siempre ha estado en proteger la institución que representa— fue incapaz de pensar en las víctimas y darle protección a sus feligreses; la tercera fue que los abusos sexuales ocurrieron a todos los niveles de la Iglesia, desde párrocos hasta obispos, pasando por las diócesis, las órdenes religiosas (jesuitas incluidos), las escuelas católicas, los reformatorios y los orfanatos.

 

A inicios del año 2002 el periódico Boston Globe publicó una serie de artículos (que fueron reconocidos después con el prestigioso Premio Pulitzer) encaminados a informar, denunciar y llamar la atención de la opinión pública sobre los casos de abusos sexuales en la instituciones católicas, el encubrimiento de la Iglesia, y las maniobras de ésta encaminadas a controlar el daño económico y moral que se le venía encima.

 

En el año 2004, ante la presión cada vez más creciente de la opinión pública, y de muchos católicos indignados, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) comisionó al Colegio de Estudios Criminales John Jay una investigación sobre los casos de abusos sexuales en la Iglesia entre los años 1950 y 2002. Los resultados de esa investigación, que hoy se conoce como el Informe John Jay, se basaron en encuestas —llenadas por las diócesis de la Iglesia Católica en los Estados Unidos— que fueron diseñadas para encontrar, siempre desde el más estricto anonimato de víctimas y victimarios, un estimado, aunque fuera lejano, de los casos de abuso sexuales contra menores de 18 años perpetrados en esas diócesis.

 

Las cifras, a pesar de sólo representar la punta de un témpano, son espeluznantes. 4392 párrocos fueron identificados como abusadores sexuales. De ellos se sabe que 143 cometieron sus actos en más de una parroquia. El número de víctimas reportadas fue de 10,667; de ellas el 22% eran menores de 10 años, el 51% tenía una edad entre 11 y 14 años, y el 27% correspondió a edades entre 15 y 17 años. Un número sustancial de niños muy jóvenes (casi 2000) fueron abusados durante ese período. El 81% de las víctimas fueron identificadas como de sexo masculino.

 

Al momento de su publicación (año 2004) el Informe John Jay estableció un estimado de más de 500 millones de dólares pagados por la Iglesia Católica para resolver las disputas legales relacionadas con casos de abuso sexual en los Estados Unidos de Norteamérica. En el año 2009, sin embargo, el monto de ese estimado aumentó a una cifra cercana a los tres millardos de dólares (http://www.advancedchristianity.com/Pages/CBS/CBS.htm). Esos pagos, por desgracia, distan mucho de representar la cifra tope de una pesadilla ya terminada.

 

Tradicionalmente las leyes estadounidenses han reconocido que un demandante tiene hasta cinco años, después de cumplir los 18, para presentar una demanda legal por abusos sexuales durante su niñez. A mediados de la década de los noventa varios estados de la Unión presentaron propuestas legislativas encaminadas a incrementar ese período hasta una década, o más. En junio del 2009 el Obispo de Brooklyn, Nicholas A. DiMarzio, puso, literalmente, el grito en el cielo y dejó bien claro que si cualquiera de esa nuevas propuestas de leyes —de prescripción de delitos— eran aceptadas, se generaría un devastador efecto dominó en el que varias diócesis tendrían que declarar bancarrota, cerrar iglesias, escuelas, y muchos otros servicios.  

 

A partir de los años ceros la situación de la Iglesia Católica —con respecto a los crímenes sexuales y su encubrimiento— lejos de mejorar empezó a tornarse cada vez más difícil. Una vez más la razón fue esa absurda creencia de estar ante un fenómeno local. De inicio fueron Boston y Massachusetts por ser liberales. Después fueron los Estados Unidos, una sociedad eminentemente protestante que tiene, además, un absurdo trauma con el sexo y una extraordinaria debilidad por el sensacionalismo.

 

Pero, ¿y el mundo?

 

A partir del año 2000 el mapa de las denuncias empezó a extenderse por todo el planeta. Hoy día la lista de demandas interpuestas, de demandas en curso, o ya arregladas financiera y moralmente, muestra países de todos los continentes, de todas las culturas y de todas las razas. La magnitud de los daños económicos y espirituales es tan grande que compromete, por primera vez en varios siglos, la propia existencia de la Iglesia Católica tal como la conocemos en la actualidad. A Roma, esta vez, podrían no salvarla los gansos.  

 

Una de las cosas que más llama la atención en todo este asunto es la ausencia — ¿casual?— de demandas de ese tipo en Cuba. Las explicaciones de esa ausencia podrían ser muchas y muy variadas, pasando algunas de ellas por las asunciones y deducciones que resultan inevitables, o necesarias, cuando se analiza el comportamiento de las instituciones cerradas. El único dato de utilidad que tenemos es que el 68% de los curas señalados en el Informe John Jay como pedófilos (o efebófilos) fueron ordenados como tales entre 1950 y 1979; fechas que encajan muy bien con la influencia de la revuelta castrista en la sociedad cubana.

 

¿Cuáles podrían ser las razones de esa ausencia de denuncias en Cuba?  

 

Una explicación posible, aunque extraordinariamente improbable, es que por razones de azar los curas ordenados o enviados a Cuba se portaron bien y no hubo abusos. Digo improbable porque estando en Cuba supe, a nivel personal, de dos casos de familias extraordinariamente católicas, y anticastristas, que se negaron a seguir llevando a sus hijos a la iglesia por sospechas de pedofilia. Una de las madres de esas familias se explicó con una frase memorable: “mi hijo no va a la Iglesia porque sus nalgas son tan sagradas como el Corazón de Jesús”.

 

Otra explicación posible es que el triunfo de la revuelta castrista impidió, a partir del acoso, el encarcelamiento y/o la expulsión de los curas, que los abusos llegaran a alcanzar las cifras que muestran otros países.

 

Por último, existe la posibilidad de que la prevalencia de esos abusos no sea tan importante como su conversión en denuncias; o sea, que en el contexto de una prevalencia estándar o disminuida —lo mismo da— lo que realmente podría diferir en Cuba es que el reconocimiento de esos abusos, y su ulterior conversión en denuncias y demandas legales, estuvo modulado —o está siendo modulado— por factores externos.

 

¿Cuáles podrían ser esos factores?

 

Uno que salta a la vista es el conflicto Iglesia-Castrismo. Para muchos católicos denunciar los abusos sexuales sufridos por ellos, o por sus familias, habría sido darle municiones al castrismo en su lucha contra la Iglesia. Otro es la enorme homofobia que siempre ha sufrido y todavía sufre la sociedad cubana. Si aceptamos que en Cuba el 81% de las víctimas también podrían ser del sexo masculino, estaríamos aceptando que para muchas de esas víctimas hacer una denuncia sería reconocer un acto homosexual, algo que en Cuba todavía es tabú.

 

Por último hay que considerar la posibilidad de que —aunque sea en un número reducido de casos— algunos de esos abusos fueron denunciados pero nunca alcanzaron a ser ventilados públicamente por la llamada “justicia revolucionaria”; ya sea porque las leyes cubanas son muy “relajadas” a la hora de juzgar esos casos, o porque el castrismo decidió sobreseerlos de alguna forma y guardarlos así, denunciados y bien documentados, para su ulterior uso en el juego político contra la Iglesia Católica.

 

La pregunta, entonces, es: ¿Tiene el castrismo en su poder un expediente sobre supuestos abusos sexuales perpetrados por algunos de los miembros de la Iglesia Católica en Cuba? Si la respuesta es negativa podemos respirar aliviados y asumir que el comportamiento errático de la Iglesia Católica cubana, en los últimos años —meses, días—, no se debe a razones de sobrevivencia de la Institución, sino a las malas decisiones de algunos individuos. Ahora bien, o mal, si la respuesta es positiva... que Dios nos coja confesados.

 

Un expediente de ese tipo pondría a la Iglesia en jaque perpetuo y la obligaría a plegarse al castrismo por un largo tiempo. No se trataría, como en el resto del mundo, de denuncias personales y aisladas, de juicios y arreglos entre individuos más o menos vulnerables y una institución poderosa. No, sería un asunto entre estados, con denuncias colectivas y pruebas aderezadas con las escuchas y filmaciones —reales o inventadas, qué más da— hechas por los mismos “kajoteros” (miembros del tristemente célebre departamento K-J de la inteligencia cubana) que después olvidaron, como aviso o “error”, uno de sus micrófonos —casualmente un modelo de los que ellos usaban por allá por los años sesenta— en la casa donde se hospedaría Juan Pablo II durante su visita a Cuba.

 

En una campaña de ese tipo el castrismo estaría dispuesto, quién lo duda, a mostrar los transcriptos —reales o inventados, qué más da— de las comunicaciones interceptadas entre la Iglesia cubana y el Vaticano, para así “probar” el encubrimiento institucional y la complicidad. Además de darle al asunto una dimensión extraterritorial exagerada, con denuncias, de ser posible, hechas también por cubanos exiliados, y con tantos vínculos y alusiones como se pueda a la famosa Operación Pedro Pan. Todo eso aderezado con una agitación internacional a la que se sumarían, con fruición, esos izquierdistas trasnochados que todavía creen en Fidel Castro y esos defensores de la Teología de la Liberación que son tan amigos del castrismo y que el Cardenal Ratzinger se encargó de censurar, o excomulgar, antes de convertirse en Benedicto XVI.

 

En una situación como esa los Papas no irían a Cuba a catalizar la caída del régimen o a evangelizar ateos, irían a negociar discreciones y silencios. En una situación como esa la Iglesia Católica estaría obligada a hacer concesiones inimaginables, como esa de darle la absolución al mismísimo diablo, mientras reza para que ninguno de aquellos niños, otrora maltratados, se convierta en un ángel caído.

Respuesta al comunicado

del Arzobispado de La Habana

  La Protesta de Otros Trece

Miriam Celaya

16 de marzo de 2012

 

Una respuesta al comunicado del Arzobispado de La Habana y a la actuación de la Iglesia Católica.

 

Una nota de prensa, firmada por Orlando Márquez Hidalgo, ha sido publicada en Granma bajo el título “Califica Arzobispado de La Habana ilegítima la ocupación de templo”. Se trata, ni más ni menos, de una auténtica filípica del director de la conocida revista de la Arquidiócesis de La Habana, Palabra Nueva, contra trece disidentes que, según declara la propia nota, permanecen en la iglesia de La Caridad, de la capital, a propósito de la ya cercana visita del Papa Benedicto XVI a Cuba.

 

Dada la importancia que tienen, tanto los hechos que enuncia el señor Márquez  Hidalgo como la propia aparición de la nota en el periódico que, como todos sabemos, es órgano oficial del Partido Comunista de Cuba y, por tanto, un espacio político, hubiese sido valioso y oportuno para todos los lectores conocer otros aspectos relevantes de la noticia. Por ejemplo, en el texto hay referencias acerca de que los demandantes portan “un mensaje” para el Santo Padre, así como “una serie de demandas sociales”, sin que se declare el contenido del mensaje y en qué consisten dichas demandas. Noticiar sin informar es el estilo periodístico que parece compartir la iglesia católica, a través de su vocero, con la prensa oficial. Márquez, por supuesto, asumió que Granma publicaría su regaño contra los malos católicos solo si no contenía precisamente la parte más interesante del suceso. Sin embargo, lo que no obvió la nota del Arzobispado fue una críptica línea dedicada a la posición conciliadora de las autoridades del gobierno, “quienes se comprometieron a no actuar en modo alguno”, algo que nos recuerda que la dictadura cubana anteriormente se ha permitido el derecho de violentar sin miramientos los espacios sagrados del culto, y jamás ha pedido perdón por ello ni ha sido públicamente regañada por las autoridades católicas.

 

Ante la ausencia de detalles, hubo que confiar también en la sagacidad de Orlando Márquez cuando asegura que estamos frente a “una estrategia preparada y coordinada por grupos en varias regiones del país. No es un hecho fortuito, sino bien pensado y al parecer con el propósito de crear situaciones críticas a medida que se acerca la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba”. (El subrayado es de esta escribidora irreverente). Solo faltaría, para un mayor parecido con el lenguaje del Gobierno, asegurar que fueron dirigidos y financiados desde el exterior. Agradezco a Márquez al menos la gentileza de no sucumbir a semejante tentación.  No obstante, ¿quién puede ignorar que los cubanos estamos en situaciones criticas desde hace décadas, no precisamente creadas por nuestra propia voluntad, e incluso sin tener disidentes inoportunos ocupando los templos?

 

Ahora bien, el templo de La Caridad permanece abierto al servicio religioso con la protesta de estos trece dentro. Sin dar a conocer el contenido de las demandas y con los controles que se han establecido a la entrada del mismo,  no se debería afirmar que el recinto este siendo utilizado como “lugar de demostración política publica”. Más bien resulta una posible ratonera para los demandantes tan pronto las autoridades decidan arrancarse la máscara de bondad. También se me ocurre pensar que, acertada o no, tal vez esta sea la vía más efectiva que han encontrado algunos grupos de cubanos para hacerse escuchar, ya que no cuentan —como si tienen la Iglesia Católica y el Gobierno— con medios de prensa para expresarse. El gesto, por sí solo, debería verlo el alto clero cubano como un llamado de auxilio y no como una profanación.

 

Confieso que quizás debido a mi condición de no religiosa me resulta difícil entender algunos presupuestos del discurso oficial católico. O acaso padezco de una suerte de alergia frente a todos los discursos oficiales. Por ejemplo, no entiendo como se puede servir a Cristo, defensor de su pueblo e indudablemente disidente de su tiempo, y a la vez proteger solo a los poderosos. ¿Es que no privilegia la Iglesia Católica cubana a los más sufridos? ¿No son precisamente los disidentes los más necesitados de protección en condiciones de dictadura? ¿Por qué los altos representantes del clero no han dedicado jamás una misa a la memoria de esa cubana tan digna y admirable, Laura Pollán, a Orlando Zapata o a Wilman Villar, y en cambio han hecho fervorosos votos por la salud de ese otro caudillo foráneo y belicoso, Hugo Chávez? ¿Acaso eso no es asumir posturas políticas?

 

Resulta demasiado hipócrita a estas alturas fingir que todo esta bien en Cuba, venga o no el Papa. Es también un embuste pueril negar que la Iglesia sea una institución política y no solo religiosa, que no por gusto ha sobrevivido, poderosa, durante casi dos milenios. La nota del Arzobispado parece responder más a una exigencia oficial de las autoridades del Gobierno que a un sentimiento de verdadera fe cristiana. Y si acaso me equivoco y la fe ordena callar y mirar hacia otro lado; si en virtud de esa fe la visita de Benedicto XVI debe estar rodeada de una solemne coreografía y de un manto que oculte la realidad de nuestro país, no creo que esa sea la fe que necesita Cuba. Y que Dios me perdone.

 

Nota final: Marzo 16. En la noche de ayer, por pedido expreso del cardenal Jaime Ortega, fue desalojado el templo de La Caridad por fuerzas de la policía. Testimonios de algunos de los implicados afirman que fue utilizada la fuerza y los disidentes fueron amenazados y arrastrados. Como se puede comprobar, esto desmiente la supuesta interlocución entre la iglesia y el Gobierno acerca de que éste no tomaría acción alguna contra los ocupantes del templo. El Cardenal Ortega no solo ha vuelto a tomar partido inequívocamente junto al poder, sino que, de paso, ha dejado muy mal parado al director de la revista católica Palabra nueva.

El Papa, Cuba y la de Dios es Cristo

Carlos Alberto Montaner

 

En 1998 Juan Pablo II fue a Cuba. Entonces, hace prácticamente una generación, gobernaba Fidel y la situación, como siempre, era muy crítica. Era el primer papa que visitaba la Isla y el conjunto de la sociedad lo recibió con una mezcla de ilusión y temor. Se le atribuía una gran responsabilidad en el fin de las tiranías comunistas del este de Europa y existía la secreta esperanza de que su presencia desatara un proceso de cambio. En eso consistía la ilusión. El temor, claro, lo generaba la represión del gobierno.

 

Catorce años después, el papa Benedicto XVI viajará a Cuba. ¿Algo ha cambiado? Sí, es otro país y otra generación, pero el mismo gobierno, ahora presidido por Raúl, mientras Fidel, decrépito y enfermo, se entretiene orientando al mundo por internet enfundado en un curioso chándal deportivo. La diferencia fundamental es que ya no hay esperanzas de que cambie el miserable destino de esa sociedad. La dictadura se empeña en mantener los rasgos esenciales de un modelo totalitario, brutal e improductivo, maquillado con algunos vestigios menores de propiedad privada, y ya todo el mundo sabe que el experimento está condenado al fracaso.

 

No obstante, todos ganan y pierden con la visita. La dictadura y Raúl Castro buscan legitimidad y demostrar que el gobierno es abierto y tolerante con cualquier país o institución (la Iglesia Católica es ambas cosas) que no cuestione el modelo político. Pero Raúl tiene a su derecha a unos pocos tipos encharcados en el dogma que no ven con buenos ojos la presencia del papa, y por su izquierda una inmensa mayoría de reformistas que desearían enterrar de una vez ese viejo disparate de difuntos sin flores que es el comunismo.

 

Remover ese avispero no le conviene a la dinastía militar de los Castro. Y lo está haciendo.

 

A la Iglesia Católica le sucede algo parecido. La visita del papa junta y divide al mismo tiempo. Roma y la Iglesia quieren, en primer lugar, divulgar la fe y predicar el cristianismo. Desean ampliar el número de fieles, hoy sustancialmente empequeñecido por la enorme masa de cubanos refugiados en diversas creencias africanas: santeros, paleros, abakuás y otras sectas. Ansían, también, que los dejen enseñar y formar ciudadanos, y que les permitan tener órganos de comunicación para participar en el debate social. Hasta ahora no hay el menor síntoma de que los van a autorizar, pero, mientras tanto, escriben con buena letra para ver si lo logran.

 

En segundo lugar, como buenos cristianos, se horrorizan de las consecuencias del sistema, pero dentro de la jerarquía eclesiástica cubana también existe una amarga división que ahora se exacerba. De una parte están el Cardenal Jaime Ortega y algunos obispos dispuestos a ejercer la compasión con las víctimas, sin tratar de eliminar las causas, a cambio de aumentar la presencia y la influencia de la Iglesia, mientras otros obispos, numerosos curas y religiosos, y los laicos más comprometidos, como las Damas de Blanco, Dagoberto Valdés y Oswaldo Payá, saben que es inútil alimentar ancianos desvalidos y pedir piedad para los presos enfermos, si no se cambia de una vez el modelo político causante de la pobreza y del terror que mantiene las cárceles llenas y a las turbas apaleando a los demócratas en las calles y en sus casas. Para ellos, como para la mayor parte del país, la solución no está en el alivio parcial del mal, sino en su erradicación definitiva por métodos pacíficos.

 

Para la oposición democrática, por último, la visita del papa es una oportunidad única de hacerse oír. Durante 48 horas el mundo, por medio de centenares de periodistas y todos los medios de comunicación importantes, tendrá sus ojos puestos en Cuba. Por eso las Damas de Blanco, casi todas católicas fieles, le han pedido al papa un minuto, sólo un minuto, para que las conforte,como debe hacer el vicario de Cristo en la tierra, porque sufren mucho y les pegan, las encarcelan y las vejan constantemente, y para entregarle un video en el que explican muy claramente las tribulaciones que padecen los cubanos. Por eso, otros disidentes, totalmente desesperados, criticados por algunos de sus compañeros, han comenzado a tomar iglesias, como se ha hecho en varios países de América Latina, porque esos recintos son espacios mínimos de libertad y allí pueden manifestar sus denuncias, al menos por un rato.

 

Supongo que el papa regresará al Vaticano más confundido de lo que llegó a Cuba. Les suele pasar a quienes viajan a esa isla. Habrá que exorcizarla.

¿Misas sólo para comunistas?

Manuel Castro Rodríguez

22 de marzo de 2012

 

Arrestos, pueblos y ciudades militarizadas e intromisión gubernamental en las listas de posibles participantes en las misas papales se reportan este jueves desde varias partes de Cuba.

 

El sacerdote José Conrado Rodríguez-párroco de la Iglesia de Santa Teresita de Jesús- reprochó a título personal, las coacciones contra los creyentes que desean encontrarse con el Papa. “Es una muestra de temor infundado (del Gobierno), porque la gente siempre ha respetado los actos religiosos. Es una muestra de miedo”, afirmó el religioso.

 

El sacerdote Rodríguez consideró “absurdo e inconsecuente que se impida a algunas personas participar en las misas, mientras a otras parece que se les obliga”.

 

Oswaldo Payá, coordinador del Movimiento Cristiano Liberación, denunció que el partido comunistaobliga a sus militantes a ir a esas misas y que actúen como gran brigada represiva organizada, con órdenes de neutralizar toda expresión de libertad”.

 

El coordinador del Movimiento Cristiano Liberación añadió que en La Habana y Santiago de Cuba hay un “estado de sitio no declarado”.

 

Entre las vías utilizadas para realizar las denuncias está el sistema Háblalo sin miedo

 

José Daniel Ferrer García -ex preso de conciencia y coordinador de la Unión Patriótica de Cuba- informó que el Gobierno “ha militarizado” las calles de Palma Soriano y Palmarito de Cauto.

 

Hay un despliegue de tropas especiales en las calles de barrios con amplia presencia de opositores”, señaló Ferrer, y citó la zona palmera de La Concepción, donde las “tropas especiales (están) armadas hasta los dientes”.

 

En Holguín la situación es similar. Según el periodista independiente Luis Felipe Rojas, “los laicos han intentado blanquear las listas, para que todo sea lo más tranquilo posible”.

 

En cada guagua irá un ideológico del Comité Municipal del Partido. Los laicos han tenido que entregar las listas al PCC. La Iglesia parece que aceptó ese arreglo”, agregó Rojas.

 

También en Holguín, la periodista independiente Caridad Caballero Batista denunció que fue “interceptada” en la terminal de ómnibus cuando se dirigía a La Habana junto a su esposo.

 

La Seguridad del Estado está revisando las listas de asistentes. Según supe, a los opositores los ponen en una lista separada”, dijo.

 

Al menos cuatro personas permanecen arrestadas en Moa. Algunos disidentes han sido advertidos de que hasta después del día 28 no pueden salir de su municipio de residencia.

 

Hay policías con listas apostados en las entradas de la ciudad”, según la periodista Caballero.

 

En La Habana, donde la misa de Benedicto XVI será el miércoles 28, la policía ha comenzado a “retirarle el carné de identidad a algunos activistas, para que no puedan salir a la calle”.

 

Roberto de Jesús Guerra, director de Hablemos Press, señaló que a los opositores que no están autorizados a vivir en la capital, les están “obligando a irse” a sus lugares de origen.

 

Una fuente del Arzobispado de Santiago de Cuba señaló que desconocía las denuncias presentadas por la oposición.

Cuba: El precio de un minuto

Vicente Botín

18 de marzo de 2011

   

Un minuto no es mucho tiempo, pero las Damas de Blanco se contentarían con esos escasos sesenta segundos para exponerle al Papa la situación de los derechos humanos en la isla durante los dos días que va a permanecer en Cuba, del 26 al 28 de marzo. Berta Soler, portavoz del colectivo que agrupa a las esposas y familiares de los presos de conciencia, quiso formularle esa petición directamente al cardenal Jaime Ortega para que se la hiciera llegar a Benedicto XVI. Pero monseñor Ortega se excusó por no poder recibirla y envió en su lugar al canciller del arzobispado de La Habana, monseñor Ramón Suárez Polcari, quien descartó la posibilidad del encuentro con el Papa. “Es muy difícil. La agenda del Santo Padre está muy cargada”, dijo.

 

Apenas unos días antes, el cardenal Ortega había rechazado una petición de las Damas de Blanco, que le solicitaron que celebrara una misa “por los muertos nuestros”, en referencia a los disidentes fallecidos Laura Pollán, Juan Wilfredo Soto, Wilman Villar Mendoza y Orlando Zapata Tamayo. La petición se la hicieron después de que monseñor Ortega concelebrara en la catedral de La Habana, junto con el nuncio del Vaticano en Cuba, Bruno Musaro, una misa por la salud del presidente venezolano, Hugo Chávez, recientemente operado en la capital cubana. La iglesia católica de Cuba evitó condenar la muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, en febrero de 2010, y ni siquiera se pronunció sobre la de Wilman Villar, que falleció por el mismo motivo en enero de 2012. En el caso de Laura Pollán, el párroco de la iglesia de Santa Rita de La Habana, donde las Damas de Blanco acuden a misa todos los domingos, ofreció una misa tras su muerte, el 15 de octubre de 2011.

 

Los desencuentros entre la jerarquía católica y la disidencia son frecuentes en Cuba, y se han recrudecido después del anuncio de la visita papal. En una carta abierta a Benedicto XVI, 750 disidentes y activistas de derechos humanos le pidieron que no viajara a la isla porque según ellos “Su presencia en la Isla sería como enviar un mensaje a los represores de que pueden seguir haciendo lo que quieran, que la Iglesia lo va a permitir”. Guillermo Fariñas, uno de los firmantes de la carta, envió también una misiva personal al Papa en la que le pide que se reúna con los disidentes y denuncie los atropellos que se registran en la isla. “De no poder hacerlo –dice el Premio Sajárov de Derechos Humanos–  los opresores ganarían, pues ellos son discípulos de Satanás y no de Dios”. Más adelante, Fariñas escribe que “el rol del Obispo de Roma es estar de parte de las víctimas y jamás apoyar a los victimarios. En una sociedad totalitaria como la que se apresta a visitar, estos papeles están bien definidos: los victimarios son los opresores gobernantes y las víctimas, los oprimidos”.

 

No todos los disidentes están en contra del viaje del Papa a Cuba. Además de las Damas de Blanco, figuras importantes de la oposición, como Oswaldo Payá, también Premio Sajárov de Derechos Humanos y líder del Movimiento Cristiano de Liberación, valoran positivamente la visita de Benedicto XVI a la isla. “Cuba es como una gran cárcel –ha dicho Payá–, y nadie en una cárcel dice que como los carceleros maltratan a los prisioneros tienen que suspenderse las visitas de los amigos y las familias. Eso sería como castigar a las víctimas dos veces”.

 

En medio de la polémica, la jerarquía católica, a través del portavoz del cardenal Ortega, Orlando Márquez, manifestó que el Papa llega a Cuba con motivo del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la virgen de la Caridad del Cobre y que el objetivo de la visita es “hablar de la reconciliación y de la unidad entre los cubanos”, pero advirtió que pueden surgir presiones que pongan en peligro el diálogo que la Iglesia mantiene con el gobierno de Raúl Castro. “Hay un riesgo ciertamente en este proceso, pues ante la ausencia de otras entidades, grupos o partidos independientes, algunos pueden aspirar a que la Iglesia se convierta en el catalizador de cambios radicales en Cuba”, escribió Orlando Márquez en el sitio digital de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. “Para otros (la Iglesia) se puede convertir en aliada natural del gobierno, y no faltan los que le desean su repliegue y enclaustramiento, aunque tal deseo es más bien variable según coyunturas y acomodamientos circunstanciales”, añadió Márquez, un laico que también dirige la revista diocesana Palabra Nueva.

 

La jerarquía católica de Cuba defiende el carácter pastoral de la visita del Papa y el gobierno, a través del diario oficial Granma, ha señalado que “se sentirá honrado en acoger a Su Santidad con hospitalidad y mostrarle el patriotismo, cultura y vocación solidaria y humanista de los cubanos, en que se sustentan la historia y la unidad de la Nación”. Estos argumentos no pueden silenciar, sin embargo, la realidad del país que va a visitar Benedicto XVI. Durante su viaje a la isla, en enero de 1998, Juan Pablo II, pidió delante de Fidel Castro “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero salvo excarcelaciones y destierros de presos de conciencia como moneda de cambio en su diálogo con la Iglesia católica, el régimen no ha modificado su carácter totalitario. Solo durante el pasado mes de febrero, la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional documentó 604 detenciones arbitrarias de corta duración por motivos políticos y numerosos actos de violencia y vejámenes especialmente contra las Damas de Blancoincluyendo algunos casos en que fueron obligadas a quitarse las ropas o manoseadas por agentes policiales”.

 

En 1998, el arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, ya fallecido, en una homilía delante de Juan Pablo II y del entonces número dos del régimen, Raúl Castro, presentó a los cubanos como “un pueblo noble” y “un pueblo que sufre”, y criticó a “los que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología”. Catorce años después esas palabras no han perdido vigencia. Las “reformas” económicas de Raúl Castro y el acercamiento entre la jerarquía católica y el gobierno no pueden disfrazar la verdadera naturaleza de la dictadura cubana.

 

La agenda de Benedicto XVI en Cuba estará muy cargada, sin duda. Pero los disidentes se conformarían con un solo minuto de su tiempo para exponerle la situación de los derechos humanos en la isla. Dice San Mateo que Dios salva siempre a los que acuden a él en el último minuto.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: No hubo un minuto para los disidentes, pero sí para recibir con mucho cariño al asesino Fidel Castro Ruzque no ocupa cargo oficial alguno- y su familia.

Las dos caras de la Iglesia

Francisco Condis y Troyano

 

Desde que Constantino I (emperador de Roma del siglo IV) viera en el cielo la señal de la cruz y oyera una voz que le decía antes de una batalla decisiva: “con este signo vencerás”, el cristianismo pasó de ser un movimiento espiritual para convertirse en una institución, en una iglesia. Es decir, en instrumento del poder político que, durante toda la historia de la civilización judeo-cristiana (y más allá con las cruzadas contra los moros o la evangelización de la China y la India) se servirá de ella con la complicidad de papas y obispos.

 

A partir de ese instante, la Iglesia tendrá dos caras frente a reyes y déspotas en el poder: una cara de condescendencia y sumisión, otra cara de rebeldía cuando los valores esenciales de la fe están en juego. Actitud ambigua de la Iglesia (incluyendo católicos, ortodoxos y protestantes…) que Hans Küng, teólogo católico suizo, denunciara en sus obras tratando a la Iglesia de “Santa y Prostituta”… Crítica que Küng ha mantenido durante años, incluso ante el Papa Benedicto XVI con quien compartió los honores de ser el segundo teólogo más eminente y joven del Concilio Vaticano II.

 

En una reciente carta abierta a los obispos del mundo, Hans Küng denuncia la actitud de Benedicto XVI frente a los problemas actuales del mundo: pobreza, terrorismo, etc. Con respecto a América Latina él considera que el Papa “ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos “anhelaban” la religión de sus conquistadores europeos”. (Hans Küng. Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo).

 

¿Qué significa para nosotros, pueblo de Cuba, la visita de Benedicto XVI? ¿Qué podemos esperar para nuestra ansiada libertad? ¿Qué “cara” será la que el Papa pondrá a nuestros problemas? ¿La de Pio XII ante el nazismo o la de Paulo VI ante el franquismo, complaciente y solidaria con un “Opus Dei” infiltrado en toda la trama social y económica de la dictadura? ¿O la cara de Juan Pablo II en su visita histórica a Varsovia durante el comunismo, considerada como el principio del fin del comunismo? ¿O la cara que el mismo Juan Pablo II nos puso durante su complaciente visita a Fidel Castro? (porque aquella no fue en realidad una visita al pueblo cubano…).Analicemos.

 

La cara que puso Juan Pablo II a sus compatriotas en Varsovia en 1979 fue decisiva para la caída del comunismo. Lech Walesa, fundador del movimiento sindical Solidaridad en Polonia, recordó el impulso que significó la visita de Juan Pablo II. Era el primer viaje a su patria, un año después de ser proclamado cabeza de la Iglesia católica, y pocos años después de la revuelta de los obreros de Gdansk que terminó con decenas de muertos. En aquella visita, Juan Pablo II concluyó la misa con una oración al Espíritu Santo para “renovar la faz de la tierra”, frase que se convirtió en un lema de lucha contra el comunismo. Hasta sus momentos de silencio (era un gran actor) fueron recibidos con aplausos por una muchedumbre (un millón de polacos) orgullosa de tener un papa polaco. “Más de un año después de pronunciar estas palabras, pudimos organizar a diez millones de personas en huelgas, protestas y negociaciones” dirá Walesa. “Antes habíamos tratado, yo traté, y no pudimos lograrlo”, agregó “Estos son hechos. Por supuesto, el comunismo habría caído, pero mucho después y de modo cruento. Él fue un regalo que el cielo nos dio…” (Entrevista a El colombiano)

 

Claro que el catolicismo y el comunismo en Cuba no tienen la misma trayectoria que en Polonia. Basta con recordar que durante un siglo Polonia no existió como nación (ocupada por la Rusia imperial y ortodoxa) que gracias a su religión y su lengua. Y que fue precisamente la Unión Soviética (Rusia…) quien impuso más tarde el comunismo a los polacos, creando una situación dialéctica de “oposición-transigencia” donde cada cual trataba de ocupar un espacio dentro de la sociedad polaca.

 

En Cuba la Iglesia Católica nunca tuvo esas raíces nacionales simplemente porque la mayoría del clérigo eran (y son) sacerdotes españoles, es decir, vestigios de la colonización…Tampoco tuvo esa tradición protectora del pueblo, salvo cuando Fidel Castro, huyendo del fracasado ataque al Moncada, se refugió entre las sotanas del Obispo de Santiago de Cuba, Pérez Cerantes…

 

Por otra parte, no hay que olvidar que el Gobierno Cubano se ha servido de la Iglesia para sus propios fines políticos (como el caso de Fray Beto…) y que cuando algún sacerdote, como el Padre Loredo (cubano) se atrevió a dar la otra cara de la Iglesia y enfrentarse a la dictadura, lo pagó con más de diez años de prisión y un exilio hasta su muerte…

 

No creo que el Cardenal Ortega pondrá la cara del Padre Loredo frente a Ramirito Valdés, como Benedicto XVI no pondrá tampoco la cara de Juan Pablo II frente al pueblo polaco en Varsovia…Los intereses no son los mismos ni los valores que cada de ellos quiere imponer.

 

Para Ortega, la visita del Papa es sobre todo un apoyo individual de legitimidad dentro de la sociedad cubana y la consolidación de su papel de intermediario ante Raúl Castro. A él no le interesa jugar el papel de defensor de la disidencia, en parte porque le falta el carisma “profético” de un Loredo, en parte porque se contenta del espacio de “libertad” (religiosa) que le permite realizar su función de jefe de la Iglesia Cubana. Es el papel que jugaron durante años los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa en la ex Unión Soviética o la jerarquía española durante el franquismo: condescendencia y abnegación a cambio de privilegios…

 

Ortega sabe que el cáncer cubano está en fase terminal. Apoyar a Raúl en estos momentos con la visita de un Papa que comparte sus valores (y que por tanto no le creara problemas) es un servicio que el rinde al Gobierno cubano y que le servirá tal vez para obtener el cemento de nuevas iglesias, la pintura de sus altares y otros recursos materiales que le permitan aumentar (con la limosna dada a un pueblo hambriento) su número de feligreses…

 

El Cardenal Ortega, al contrario de un Padre Popiełuszko en Polonia (asesinado por los comunistas en 1984) no denunciará jamás los atropellos que sufre el pueblo cubano de parte del Gobierno castrista. El Cardenal Ortega no quiere sufrir la tortura y los años de prisión que el Cardenal Mindszenty sufrió en Hungría por defender a su pueblo contra la tiranía comunista (liberado durante la insurrección de 1956 tras 10 años de prisión y tortura se pasó quince años más encerrado en la Embajada americana). Loredo, Popiełuszko y Mindszenty representan la otra cara de la Iglesia…

 

¿Qué cara Benedicto XVI pondrá al pueblo cubano y qué mensaje traerá? Probablemente el mismo que lleva por todas partes del mundo donde el sufrimiento existe: paciencia y abnegación… Por eso Raúl espera su llegada: para que le diga a los cubanos que el sufrimiento es camino de la santidad y la esperanza de otro mundo compensa las necesidades de hoy…

 

Como dice su antiguo amigo y hoy acérrimo opositor Hans Küng, “Donde está el papa está el pasado”, porque este Papa representa la otra cara de la Iglesia, la del abandono de los valores fundamentales del cristianismo en favor del poder y la opresión.

 

Los cubanos no deben esperar nada de la visita de Benedicto XVI (según la prensa el pueblo lo sabe) porque su visita es para Fidel y Raúl, no para el pueblo cubano. ¿No representa él el poder absoluto de un hombre? Como afirma Küng, “Tras la sonrisa del viejo hombre se muestra el rostro del dogmático impasible, del tradicionalista romano y del frío político de poder”…

 

Esa imagen nos recuerda alguien…

 

Profesor Honorario de Economíade laUniversidad de Lovaina

Otro Papa, otra Cuba y otra Iglesia

Rebeca Monzó

 

El escenario es otro. El visitante también.

 

Cuando el Papa polaco, Juan Pablo II, Karol Wojtyla, visitó Cuba en 1998 encontró a Monseñor Pedro Claro Meurice Estíu como arzobispo en Santiago de Cuba, y en él, la voz cubana que más alto se alzó entre quienes tuvieron tal posibilidad. El Papa del ”Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, fue saludado al menos por ”el león de Oriente” con la descripción más real de Cuba que se pudo hacer: la de un pueblo que ”necesita aprender a desmitificar los falsos mesianismos”, la de ”un número creciente de cubanos que han confundido la patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología”, la que ”vive aquí y vive en la diáspora”, la del cubano que ”sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá afuera”.

 

Cuando aquel Papa viajero del ”No tengan miedo” visitó Cuba se encontró también con una voz profética descollante dentro de las publicaciones católicas que ya para entonces había cultivado veintidós agudas editoriales, la valiente Vitral, del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa del obispado de Pinar del Río, dirigida por ese otro gran cristiano que sigue siendo Dagoberto Valdés. La misma que declaró en su tirada posterior a la peregrinación papal que quien nos había visitado no era cualquier Papa sino ”el Papa polaco que conoce el nazismo, el comunismo y el capitalismo en su propia carne”, concluyendo entonces en que después de la visita del Papa ”Cuba debe traspasar el umbral y seguir adelante”.

 

Pero cuando el nuevo Papa alemán, Benedicto XVI, arribe precisamente por Santiago de Cuba ya no encontrará ningún león que le reciba. La bienvenida se la darán en su mayoría pastores que lo más que hicieron hace poco fue salvar a unas pacíficas mujeres de las mismas turbas frenéticas que serán enviadas por el régimen para recibir al obispo de Roma, escondidas bajo los mismos pullovers de los fieles. Pastores que seguramente se jactarán de haber conseguido la liberación en 2010 de cincuenta y dos prisioneros de aquel grupo de setenta y cinco de la Primavera Negra de 2003, y de otros más, usurpando con tal arrogancia el verdadero mérito al martirologio de Orlando Zapata Tamayo; al desafío de mujeres exclusivamente armadas con gladiolos, a quienes probablemente este Soberano del Vaticano no de respuesta siquiera a su solicitud de un encuentro; y al Ayuno del Sr. Guillermo Fariñas que ganó por ello el Premio Sajarov 2010 del Parlamento Europeo. Pastores que realmente fueron usados por el régimen para dar salida de negociación a uno de sus más grandes atolladeros luego de la visita de Juan Pablo II. Negociación con la que de paso el régimen calculaba la eliminación de la posición común europea ante sus desmanes, pero echada a perder por el asesinato a Juan Wilfredo Soto García, que dio al traste con las gestiones que el cardenal Jaime Ortega realizaba en esos precisos momentos en favor del régimen, como mandadero suyo por Europa.

 

Cuando Benedicto pase por La Habana para celebrar misa y se encuentre con quienes hicieron caso omiso de las palabras de su predecesor, tampoco estará ya, la voz profética de Vitral, y no porque el régimen directamente haya ejecutado su saña, sino por obra y gracia de uno de los propios pastores que la iglesia puso sobre parte de sus rebaños para distribuir el opio que el régimen necesita le repartan para adormecer al pueblo. Como una victoria del castrismo sobre lo más auténtico del cristianismo cubano el propio obispo de Pinar del Río se encargó de enturbiar para siempre el Domingo de Resurrección del 8 de abril de 2007 al conseguir el anuncio del cese de la revista en su número 78.

 

Como heredero del pensamiento bautista de varios siglos de existencia profeso el sacerdocio universal de los creyentes y comulgo con quienquiera que sustente el señorío de Cristo, a quien puede acceder cualquier persona sin necesidad de intermediarios humanos, como corolario de las creencias. Ser parte de este pueblo radical en la historia de la fe me hace disentir respecto a la denominada infalibilidad del Papa, sea quien fuere quien ocupe su lugar. Por creer así centenares de miles de mis antepasados de fe dejaron su vida en las hogueras que atizaba el Papa de turno. Desde este punto de vista, y en consonancia con el principio del gobierno congregacional que sustentamos las iglesias libres y autónomas, que influyó muchísimo en el origen de las democracias actuales, la monarquía del Vaticano, que concentra plenos poderes legislativos, ejecutivos y judiciales en las manos de un solo hombre, constituye el mayor exponente de los totalitarismos. Pero si me sustrajera de mis arraigados principios y adoptara sencillamente la posición de millares de católicos, tampoco esperaría mucho de la visita de este Papa en específico.

 

En septiembre de 2000, Joseph Ratzinger, quien todavía no era Benedicto XVI, sino precisamente el cardenal al frente de la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe, versión actual de la sanguinaria Inquisición, refrendó la Declaración Dominus Iesus, que dio vuelta atrás a casi todo lo avanzado por el tan progresista Concilio Vaticano II. Considero que este anticipo a su pontificado ya brindó los puntos cardinales que retrogradamente sigue actualmente la Santa Sede. En aquel momento reacciones adversas, que no debieran olvidarse, no se hicieron esperar, baste citar, apenas en el ámbito religioso, comenzando desde el propio catolicismo, al reconocido teólogo suizo Hans Küng; a Setri Nyomi, secretario general de la Alianza Reformada Mundial; a George Carey, arzobispo de Canterbury y líder de la Iglesia Anglicana; a Tom Best, miembro del Equipo de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias; a Anfred Koch, representante de los luteranos alemanes; y a una multitud plural de voces de líderes evangélicos pertenecientes a iglesias radicales sin jerarquía, como yo.

 

Si nos atenemos tan solo a las palabras del famoso teólogo brasileño Leonardo Boff, citado por cierto con frecuencia por los medios cubanos, pero no en estos días, el discurso de Ratzinger no solo es específico al romanismo, sino a todos los totalitarismos contemporáneos. Muchas voces disidentes al gobierno poseen expectativas respecto a esta visita, pero el régimen ha dejado claro en sus editoriales que este Papa Benedicto XVI es invitado suyo, y claro, también de la iglesia, una iglesia paradójicamente más comprometida con el sistema desde la visita de Juan Pablo II, como demuestra el vacío dejado por Meurice, y la censura a Vitral. Es el gobierno cubano sin dudas quien más espera de la visita de este Jefe de Estado, y no hay razones para pensar que se le decepcione, al fin y al cabo Hitler esperó también de Pío XII y no se equivocó.

Amargos frutos de “ostpolitik” vaticana

Sergio F. de Paz

5 de marzo de 2012

 

DESDE LA ISLA-CÁRCEL DE CUBA, 750 OPOSITORES ADVIERTEN: EL VIAJE PAPAL PUEDE SER UTILIZADO POR EL CASTRO-COMUNISMO

 

LOS AMARGOS FRUTOS DE LA “OSTPOLITIK” VATICANA

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Índice

1. Persecución religiosa en la Cuba de hoy

2. Nuncio en La Habana niega audiencia a opositores

3. “Ostpolitik” vaticana: un ¿”pacto con el diablo”?

4. ¿De una “Iglesia de mártires”, a una de “traidores”?

5. Mártires vivos de la fe y “ostpolitik” vaticana

6. No se puede transigir con el comunismo

7. Acuerdo con el régimen comunista: para la Iglesia,

¿esperanza o autodemolición?

8. ¿Reconciliación entre el bien y el mal?

9. Autoridades eclesiásticas: “silencio cómplice”

10. Súplica a la Virgen de la Caridad del Cobre

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La entidad Cubanos Desterrados, de Miami, se adhiere a la lúcida carta que 750 opositores y disidentes cubanos acaban de enviar a S.S. Benedicto XVI, respecto de su visita a la isla-cárcel de Cuba del 26 al 28 de marzo próximosi.

 

1. Persecución religiosa en la Cuba de hoy

 

En el histórico documento, esos pacíficos y valientes opositores de la tiranía comunista manifiestan que sin lugar a dudas estarían “muy gustosos de recibirlo en nuestra Patria, si el mensaje de fe, amor y esperanza que nos pueda traer, sirviera también para detener la represión por la que están pasando los que quieren asistir a la Iglesia”.

 

El grupo de opositores justifica su preocupación por el hecho de que, aún después de haberse anunciado la visita papal, continúa la persecución policial y psicológica contra los fieles católicos, y ellos narran en su carta varios hechos recientes. Se comprende enteramente esa preocupación si se considera que el régimen comunista no cesó la represión, siquiera como un maquillaje cosmético, ante el anuncio de la visita papal. Y se justifica el recelo que los firmantes de la carta manifiestan a continuación a Benedicto XVI:

 

“Su presencia en la Isla, sería como enviar un mensaje a los represores, de que pueden seguir haciendo lo que quieran, que la Iglesia lo va a permitir; ya que a pesar de conocerse de su visita desde hace algunos meses, esto no ha sido óbice para que se incrementen -desde el poder- las detenciones y el castigo con violencia hacia actuaciones religiosas, políticas y sociales. ¡Que la Divina Trinidad ilumine su mente para que le permita tomar una correcta determinación! Amén.”ii.

 

2. Nuncio en La Habana niega audiencia a opositores

 

En ese sentido, causó profunda tristeza entre los fieles católicos de la isla y del destierro la revelación efectuada por la ex presa política Martha Beatriz Roque, respetada y respetable figura de la oposición en la isla-cárcel, una de las inspiradoras de la carta a Benedicto XVI, de que durante un mes solicitaron una audiencia al Nuncio Apostólico de la Santa Sede en Cuba, monseñor Bruno Musaro, para entregarle la carta, pero no obtuvieron ninguna respuesta.

 

En momentos en que las puertas de las prisiones se abren para recibir nuevas levas de presos políticos, las puertas de la Nunciatura Apostólica se cierran herméticamente a esos miembros del rebaño cristiano que no querían otra cosa sino hacer llegar una súplica al Pastor de los Pastores. El episodio del portazo podrá pasar a la Historia de los atribulados fieles católicos cubanos como uno de los más amargos de ese interminable vía crucis de más de medio siglo.

 

Los firmantes de la carta no tuvieron entonces otro recurso a disposición sino enviar el mensaje por e-mail a su alto destinatario y, posteriormente, a diversos medios de comunicación.

 

Constata el periodista Juan O. Tamayo, de El Nuevo Herald, de Miami, que esa respetuosa pero firme carta constituyó “la más reciente expresión por parte de esos disidentes cubanos a quienes les preocupa que la visita del Papa sólo sirva para legitimizar al gobierno de Raúl Castro y hará poco o nada para mejorar la situación de los derechos humanos”. Y el episodio de la Nunciatura Apostólica que acaba de ser narrado no hace sino aumentar la dramaticidad de esas preocupaciones.

 

3. “Ostpolitik” vaticana: un ¿”pacto con el diablo”?

 

Por su parte, el periodista Victor Gaetan, corresponsal internacional del National Catholic Register, escribe que en su visita a Cuba Benedicto XVI podrá dar continuidad a la estrategia de la diplomacia vaticana de “evitar diligentemente cualquier confrontación política con el régimen de Castro, al tiempo que colabora con La Habana para combatir el embargo norteamericano y apoya las reformas económicas anunciadas por el gobierno”.

 

Según el referido periodista, el esquema que se está aplicando en Cuba es el de la llamada “ostpolitik” impulsada por el Vaticano en tiempos de la Guerra Fría, con relación a los regímenes comunistas del Este europeo.

 

No obstante, tal como constata Gaetan, así como en Europa la “ostpolitik” no dejó de traer problemas de credibilidad a la Iglesia, también puede estar trayéndolos ahora y traerlos en una Cuba post-castrista. En ese sentido, advierte el periodista católico:

 

“El riesgo que corre la Iglesia en el contexto de un futuro post-Castro es el de ser severamente censurada por haber hecho un pacto con el diablo”iii.

 

4. ¿De una “Iglesia de mártires”, a una de “traidores”?

 

Ese riesgo fue claramente percibido por el entonces arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, quien durante el colaboracionista Encuentro Nacional Eclesial Cubano, realizado en 1986, constató crudamente el concepto que tantos fieles católicos de la isla habían pasado a tener de sus Pastores: “Nos consideraban una Iglesia de mártires y ahora algunos dicen que somos una Iglesia de traidores” (cf. La Voz Católica, Arquidiócesis de Miami, 14 de marzo de 1986, p. 15).

 

5. Mártires vivos de la fe y “ostpolitik” vaticana

 

Sobre la “ostpolitik” vaticana, mártires vivos de la fe, como los cardenales Mindszenty, Stepinac y Slipyj mostraron en su momento, de manera respetuosa, pero firme, sus objeciones a esa estrategia de aproximación diplomática y diálogo con los regímenes comunistas.

 

Hace algunos años, el lanzamiento en Roma de las memorias del fallecido cardenal Casaroli (“Il martirio della pazienza”, Einaudi Editore), quien fuera secretario de Estado de la Santa Sede e impulsor de la llamada “ostpolitik” vaticana, hizo revivir polémicas en torno de este delicado tema. Una de las voces más críticas fue la del cardenal eslovaco Ján Korec, nombrado cardenal en 1991 y uno de los más importantes testimonios vivos de la “ostpolitik” en Checoeslovaquia. En entrevista al periódico “Il Giornale”, el purpurado la calificó como una “catástrofe” para la Iglesia de ese país pues “liquidó” con la actividad de los católicos que resistían al comunismo a cambio de “promesas vagas e inciertas de los comunistas”. Del lado comunista todo no pasó de una “farsa”, la cual “continúa hoy en China, Corea del Norte, Cuba, Vietnam”, añade el cardenal Korec.

 

Sobre la alegada eficacia de dicha política para lograr la libertad de las naciones comunistas, el Cardenal Korec preguntó: “¿Por qué entonces China continúa siendo la misma China, Vietnam continúa el mismo Vietnam y Cuba, sobre todo, sigue siendo la misma Cuba?” (“I martiri dell'Est - L'Ostpolitik di Casaroli danneggiò i cattolici - Intervista con il cardinale slovacco Korec”, Il Giornale, Italia, 18 de julio de 2000). Doce años después, las palabras del Cardenal Korec continúan con una crucial actualidad.

 

6. No se puede transigir con el comunismo

 

También respecto de la “ostpolitik” vaticana hacia Cuba y de las relaciones del Episcopado cubano con el régimen comunista, la entidad Cubanos Desterrados ha editado o contribuido a difundir numerosos documentos, inclusive libros. Entre esos documentos, nos permitimos citar: “Respetuosa y filial súplica de los refugiados de Miami al Padre Común de la Cristiandad”, 1987, por ocasión de la visita de S.S. Juan Pablo II a Miami; “¿Hasta cuándo las Américas tolerarán al dictador Castro? Dos décadas de progresivo acercamiento comuno-católico en la isla-presidio del Caribe”, Miami-Nueva York, 1990; “Cuba comunista, 1997: vergüenza de nuestro tiempo y de nuestro continente - Dramáticos aspectos de la isla-cárcel en vísperas de la visita papal”, Miami, 1997; “Cuba comunista después de la visita papal - Temas candentes de la actualidad religiosa y política de la isla-cárcel”, de la Comisión de Estudios Por la Libertad de Cuba, Miami, 1998; un libro en el cual se analizan respetuosamente las alocuciones papales en la perspectiva de la “ostpolitik” vaticana.

 

7. Acuerdo con el régimen comunista: para la Iglesia, ¿esperanza o autodemolición?

 

En los pronunciamientos de la entidad “Cubanos Desterrados” sobre la dolorosa colaboración eclesiástica con el comunismo cubano, la entidad ha tenido como obras de referencia numerosos escritos del intelectual brasileño Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, que dedicó su vida a la denuncia de la infiltración izquierdista en los medios católicos. El pensamiento del referido autor ha tenido una influencia decisiva en los exiliados cubanos, entre otros motivos, por el hecho de que el “Diario Las Américas”, de Miami, publicó durante décadas numerosos artículos de su autoría. En especial, cabe resaltar el estudio “Acuerdo con el régimen comunista: para la Iglesia, ¿esperanza o autodemolición?” (1963). En la referida obra, el Profesor Corrêa de Oliveira desarrolla la tesis de que “la Iglesia no puede aceptar una libertad que implique callar sobre los errores del régimen comunista, creando en el pueblo la impresión de que Ella no los condena”. A lo largo de la Historia, explica el mencionado autor, no existe un ejemplo de presión más completa en su contenido doctrinal, más sutil y polimórfica en sus métodos, más brutal en sus horas de acción violenta, que la ejercida por los regímenes comunistas que están bajo su yugo. Por ello, delante de un Estado totalmente anticristiano, no existe otro medio de evitar esta influencia sino instruyendo a los fieles sobre todo lo que ese régimen tiene de malo y perverso, destacando la necesidad de la propiedad privada, respaldada por dos Mandamientos de la Ley de Dios: el 7o. y el 10o.

 

Por ocasión de la publicación de este estudio, Plinio Corrêa de Oliveira recibió carta laudatoria de la Congregación de Seminarios y Universidades, en la cual se refería a su persona como “merecidamente célebre por su ciencia filosófica, histórica y sociológica”, y al contenido del estudio como un “eco fidelísimo” de las enseñanzas papales.

 

8. ¿Reconciliación entre el bien y el mal?

 

La Sra. Sylvia G. Iriondo, una de las figuras más destacadas del destierro cubano en los Estados Unidos, acaba de publicar en el Diario las Américas, de Miami, un contundente análisis sobre la peregrinación de católicos exiliados a Cuba, organizada por la Arquidiócesis de Miami, por ocasión del viaje de Benedicto XVI a Cuba.

 

La Sra. Iriondo revela que la lista de candidatos fue entregada al régimen de La Habana para ser analizada por los censores cubanos, y se suprimieron o vetaron los nombres de potenciales peregrinos que hubieran manifestado la menor crítica al comunismo cubano. Lo cual es un indicio de cómo el gobierno comunista continúa actuando con brutalidad, inclusive en los bastidores, para intentar mantener un control ostensivo o camuflado de los más mínimos detalles durante la visita papal.

 

Comenta también la Sra. Iriondo: “El nombre dado, 'peregrinación de reconciliación', constituye de por sí una distorsión de la triste realidad cubana, cuyo problema no radica en la 'reconciliación' entre cubanos del exilio y de la isla -que somos un solo pueblo- sino que emana de la imperiosa necesidad del establecimiento de un estado de derecho, con justicia y libertad, que tenemos el deber de defender y el compromiso de lograr”.

 

9. Autoridades eclesiásticas: “silencio cómplice”

 

La Sra. Iriondo concluye diciendo que “a cambio de algunas concesiones que ratifican precisamente la naturaleza totalitaria del régimen, han antepuesto intereses por encima de sagrados principios. Resulta incompatible con los valores cristianos de la religión por la cual murieron tantos mártires cubanos ejecutados en el paredón de fusilamiento exclamando 'Viva Cristo Rey', la forma en que autoridades eclesiásticas se han pronunciado o dejado de pronunciar en la isla, prefiriendo el silencio cómplice a la proclamación de la verdad”iv.

 

10. Súplica a la Virgen de la Caridad del Cobre

 

Desde el exilio, la entidad Cubanos Desterrados, al tiempo que reafirma su incondicional obediencia a la Iglesia y al Papado en los términos estipulados por el Código de Derecho Canónico, defiende como enteramente lícito el derecho y el deber de los fieles católicos cubanos, de la isla y del destierro, de oponerse respetuosamente a las orientaciones de la diplomacia vaticana y del episcopado cubano, que ya llevan décadas de aplicación en Cuba, en la medida en que discrepen de la línea tradicionalmente adoptada por la Iglesia con respecto al comunismo, y en la medida en que sus amargos frutos han revelado ser, parafraseando al cardenal Korec, arriba citado, una “catástrofe” para la vida de la Iglesia cubana y de la sociedad cubana en general.

 

Por fin, Cubanos Desterrados eleva a los Cielos una súplica a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, para que no permita que el régimen comunista manipule la visita papal, para que fortalezca en la fe a los cubanos que sufren en la isla, y para que pronto llegue el día de la liberación de nuestra querida Patria.

 

El autor es director de Cubanos Desterrados

 

Notas:

 

i Juan O. Tamayo, Disidentes advierten al Papa sobre visita a Cuba, http://www.elnuevoherald.com/2012/03/02/1141787/disidentes-advierten-al-papa-sobre.html#storylink=cpy

 

ii Carta Abierta al Papa Benedicto XVI, http://media.elnuevoherald.com/smedia/2012/03/01/16/52/1mWFwo.So.84.pdf.

 

iii Victor Gaetan, How the Catholic Church is Preparing for a Post-Castro Cuba, http://www.foreignaffairs.com/articles/137303/victor-gaetan/how-the-catholic-church-is-preparing-for-a-post-castro-cuba?page=show

 

iv Sylvia G. Iriondo, “¿Ir a tanta vergüenza? Otros pueden. ¡¡Nosotros no podemos!!”- José Martí, http://www.diariolasamericas.com/print.php?nid6232&origen=1

La novena estación de su calvario

Reinaldo Escobar

 

En el noveno aniversario de la Primavera Negra del año 2003 y en el entorno de la próxima visita a Cuba de Benedicto XVI, la policía política cubana ha recrudecido sus actividades represivas contra las Damas de Blanco.

 

Resulta cuando menos paradójico que la Seguridad del Estado actúe como si tuviera la convicción de que las autoridades eclesiásticas no van a protestar. Da la impresión de que se ha producido o se está produciendo un entendimiento entre el gobierno y la iglesia católica, en el cual la policía tiene las manos libres para reprimir y los religiosos amplían sus prerrogativas en lo relacionado al culto.

 

Habrá más procesiones, más permiso para reconstruir templos, seminarios y conventos, a cambio del compromiso de mirar solo hacia el cielo.

 

Por suerte la fe no depende de estas torpezas. La que saldrá lastimada a largo plazo será la influencia de la iglesia católica en un futuro sin dictadura. En la novena estación de su calvario Jesús cayó por tercera vez. Ya Judas lo había traicionado, ya Poncio Pilatos se había lavado las manos, ya Pedro lo había negado tres veces antes de que cantara el gallo.

 

 

Bromas y solideos

Yoani Sánchez

27 de febrero de 2012

 

Ante la visita del Papa a Cuba en este 2012, la dosis de cinismo nacional conspira contra el entusiasmo que despertó la de Juan Pablo II

 

Enero de 1998 fue momento de descubrimiento y creatividad, de escenas inéditas y rezos en voz alta. Juan Pablo II nos visitó y en la Plaza de la Revolución —punto rojo de la Cuba atea— ofició una homilía donde pronunció más de una docena de veces la palabra libertad. Pero más allá del rito y la liturgia, a nivel de la calle y de la gente, la vida se mostraba también en ebullición. La producción de chistes se disparó. Una verdadera avalancha de bromas e historias satíricas tomaron como protagonistas tanto al propio Papa como al entonces presidente Fidel Castro. Justo cuando creíamos que la picardía nos había abandonado y los rigores económicos del “período especial” habían trastocado nuestra sonrisa en un rictus, renacía la guasa y la risotada. Hasta Pepito, el eterno niño pícaro de nuestros cuentos, reapareció en escena para sorpresa de quienes pensaban que se había largado durante la crisis de los balseros. A la diestra del báculo papal y a la siniestra del guerrillero de verdeolivo, una cabecita de pelo hirsuto se mofaba de lo humano y lo divino, de lo milenario y lo inmediato.

 

Sin embargo ahora, a pocas semanas de que aterrice Joseph Ratzinger en esta isla, el cauce de nuestros sarcasmos parece agotado y seco. Solo una ridícula y manida broma ha estado dándonos vueltas. Bufonada tosca que indaga sobre el parecido entre el ministerio de la Agricultura y el Vaticano. Sin meditarlo demasiado, los sondeados responden “Sí… ya sé. Que en 50 años solo han producido cuatro papas…”. Clara alusión al desabastecimiento de ese tubérculo, tema que por estos días genera conversaciones, rumores y hasta extensos reportajes en la televisión oficial. La pregunta a hacerse es si este empobrecimiento satírico es una medida de las pocas expectativas en torno a la llegada del máximo representante de la Iglesia católica, si el humor se puede usar en este caso como termómetro. O se trata más bien de un proceso de desgana que recorre nuestra sociedad y que se resume en la frase “nada va a cambiar, nadie va a lograr que las cosas cambien”.

 

A finales de los años noventa, Karol Wojtyla nos movió a la esperanza. Pero en este 2012, la dosis de cinismo nacional conspira contra el entusiasmo. Ya sabemos, por ejemplo, que aquella frase de que “Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, se quedó en la hermosa intención de un Papa polaco. En los casi tres lustros entre una visita y otra, la iglesia ha ganado espacios en la vida pública de nuestra nación. Pero su jerarquía ha debido hacer para ello concesiones que han decepcionado a parte de la feligresía, a laicos y hasta a algunos ilusionados ateos. Cuando se indaga entre los sacerdotes sobre los pasos cuidadosos y lentos que ha dado la iglesia cubana, responden siempre con la frase: “Hemos sobrevivido dos milenios a pesar de peores dificultades, no podemos apresurarnos ahora”. Pero la vida de un país, la existencia de varias generaciones de sus hijos no puede proyectarse ni edificarse en plazos de miles de años, al ritmo de un eterno incensario que oscila.

 

La Iglesia católica ha ganado espacios en la vida pública de la nación cubana

 

Juan Pablo II afirmó que “el hombre es el primer camino de la Iglesia” y la defensa de los derechos humanos es la piedra angular de esa premisa. En el caso de Cuba y ante la evidencia de que otros espacios de libertades ciudadanas están prohibidos y satanizados, los templos y seminarios deberían asumir un papel menos cauteloso. La negociación entre el Gobierno cubano y el cardenal Jaime Ortega para la excarcelación de los presos políticos de la Primavera Negra, no concluyó —como se esperaba—con un aumento del prestigio de la Iglesia hacia adentro de la isla. Más bien levantó cuestionamientos y críticas, incluso entre los familiares de los propios liberados. En parte, porque en la mesa donde se coció ese pacto faltó la voz de las Damas de Blanco, que llevaban siete años presionando desde las calles por traer a casa a sus esposos condenados en marzo de 2003. El Gobierno cubano eligió al interlocutor menos incómodo para entregarle los rehenes, escamoteó el papel de quienes habían logrado llevarlo hasta allí bajo el peso de la denuncia. Las estrategias milenarias se tropiezan —a veces— con esas zancadillas de lo perecedero, con la malicia de lo fugaz.

 

El Papa llegará a un país donde la jerarquía eclesial ha logrado ampliar sus instalaciones, abrir un nuevo seminario, crear una cátedra de discusión de temas sociales para invitados muy selectos. Una nación donde ya nadie es expulsado de su trabajo o centro de estudio por rezar el padrenuestro y donde la televisión oficial transmite la misa del Gallo y otras tantas homilías. Pero también encontrará a un cardenal al que se le ha pasado la edad del retiro, a un presidente que hace un lustro superó los ochenta y a un pueblo donde escasean los jóvenes, ya sea por la emigración o por la baja natalidad. Viene en un momento de flexibilizaciones económicas y de radicalización del discurso político, de expectativas comerciales y desengaños ideológicos. Su visita, sin duda, no estará precedida de ese torbellino de esperanza, curiosidad y humor que logró arrancarnos Juan Pablo II. Pero quién sabe. Quizás ni el mismísimo Pepito de nuestras bromas ha podido adelantar las sorpresas que nos traerá Joseph Ratzinger. Por mi parte, sueño con que en la atea y excluyente Plaza de la Revolución proponga que “Cuba se abra a Cuba”.

 Un recuerdo abominable

Alberto Benegas Lynch (h)

2 de agosto de 2010

 

Las canalladas parecen no tener límite. Del 3 al 10 de octubre de 2005 a poco de haber asumido como Papa Benedicto XVI, envió a Cuba al entonces Arzobispo de Génova Tarcisio Bertone quien, después de entrevistar a Fidel Castro, públicamente elogió “su notable lucidez” y “su solidaridad” en el contexto de la “necesidad de apoyar a los pobres” y subrayó que “en Castro hay un espacio creciente para escuchar a Dios” y que “no ha dejado de dar un buen ejemplo”.

 

¿Puede concebirse un cretinismo moral más repugnante por parte de quien a poco andar Benedicto XVI lo designó Cardenal y Secretario de Estado del Vaticano y quien es doctor en Teología y doctor en Derecho Canónico? ¿Es posible que el Cardenal Bertone condene a la muerte, a la tortura, a la miseria y al sufrimiento más atroz al pueblo cubano a manos de una yunta de tiranos desde hace más de cinco décadas? ¿Es este el sentido de la misericordia, el amor al prójimo y el respeto recíproco propagado a los cuatro vientos desde las alturas de la Iglesia Católica Apostólica Romana? ¿Hay algún dato adicional a los aportados por los, Carlos Alberto Montaner, Armando Valladares, Huber Matos de nuestra época para sacudir a los Judas insertos en la Iglesia de Cristo? ¿Es esa la manera de retribuir y acompañar a un pueblo en gran medida religioso donde muchos frente al pelotón de fusilamiento de los esbirros castristas exclamaban (y exclaman) Viva Cristo Rey?

 

En la antigua Grecia, cuando el gran escultor Fidias pretendió cobrar sus emolumentos por la terminación de Atenea, la diosa de la sabiduría de doce metros de altura en el Partenón, se le dijo que dado que la escultura estaba en lo alto del monte Olimpo y que por ende solo se veía el frente, el no podía pretender la cobranza por toda la escultura, a lo que Fidias respondió que la parte de atrás “la ven los dioses”. Las declaraciones infames a que nos venimos refiriendo, entonces recogidas por muchos medios orales y escritos, fueron públicas pero también y principalmente “la ven los dioses”.

 

Es de gran importancia tener presente en la memoria hechos de esta naturaleza al efecto de saber quién es quién en este mundo. El antes mencionado Armado Valladares, después de la visita de Bretone a la isla-cárcel cubana escribió un muy difundido y sustancioso artículo titulado “El pastor bendice al lobo” donde denunciaba la patraña de marras. Tal vez Valladares ha sido lo único realmente rescatable de las Naciones Unidas, ya que el Presidente Reagan lo designó Embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de ese organismo internacional en Ginebra. En su libro Contra toda esperanza, Valladares -quien ha estado preso 22 años en el Gulag cubano- escribe que “algún día, cuando toda la historia se conozca con detalles, la humanidad se horrorizará como lo hizo cuando se conocieron los crímenes de Stalin”. En verdad, no resulta necesario conocer con más detalles las masacres castristas para condenar con todas las fuerzas a este régimen siniestro.

 

Huber Matos en sus memorias tituladas: “Como llegó la noche” nos dice respecto al aparato instalado en tierras cubanas que “destruir seres humanos es su oficio” porque como escribe Montaner en Viaje al corazón de Cuba, allí “es legal matar a los opositores”.

 

Nuevamente fue el Cardenal Bertone a Cuba enviado por el Vaticano en febrero de 2008 a raíz de lo que declaró fue “una invitación particularmente cálida de las autoridades civiles” y esta vez se entrevistó con el otro sicario (Raúl Castro) sobre quien destacó “su misión al servicio del país” y le deseó “votos de éxito” y aprovechó para rememorar y alabar a Monseñor Cesare Zacchi, el nuncio en el primer tramo de la revolución comunista que tercamente insistía en “los profundos valores cristianos de Fidel Castro”.

 

Y no se trata solo de los Castro, sino de todos los que los han rodeado como artífices y cómplices del drama cubano. Hace algunos años se publicó un artículo, del que estas líneas escribe, titulado “Mi primo, el Che” (Guevara Lynch…la familia no se elige, se eligen los amigos, conocido aforismo que solía repetir mi padre que aplicaba con énfasis a este caso) donde mostraba el perfil de ese otro asesino glorificado por idiotas morales de muy diversa calaña. Hoy los hermanos Castro deciden liberar algunos pocos presos políticos para aliviar la presión de valientes opositores y para engatusar a los distraídos en cuanto a que el sistema cambiará mientras que se ajustan las clavijas de quienes quedan en la isla y se confirma la bota hedionda de los criminales en el poder.

 

Ahora Chávez -el bufón del Orinoco- gran admirador del comunismo cubano y de la autocracia iraní decidió romper relaciones diplomáticas con Colombia (en presencia de Maradona, otro apologista de la tiranía castrista) con la intención de ocultar la denuncia del gobierno de este país en cuanto a que Venezuela está albergando guerrillas de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas: mil quinientos terroristas en ochenta y siete campamentos venezolanos comprobados en base a innumerables documentos ampliamente difundidos por la mayor parte del periodismo independiente del mundo.

 

Además del socialismo español, el Unasur manejada por otro admirador de Cuba y de Chávez y, piloteada por quien fuera gran amigo de Salvador Allende, la inefable OEA, trascendió que el Vaticano también ofrece sus servicios de mediador en este conflicto. Se puede conjeturar la eventual inclinación de los tres primeros, pero esto último no deja de agregar cierta preocupación si la intervención la administra el Cardenal Bertone en su calidad de Secretario de Estado del Vaticano, a menos que la mediación opere en la dirección constructiva, sensata y muy oportuna con que en su momento lo hizo el Cardenal Samoré en épocas de Juan Pablo II, que evitó una absurda y suicida guerra con los hermanos chilenos después que la Argentina recibiera el fallo arbitral adverso de la Corona británica. En estos instantes se agrega a la lista de oficio la mandataria argentina con pronóstico parecido a los tres primeros candidatos y los interrogantes que suscita el cuarto.

 

Por su parte, el coronel Chávez decidió transformar la denuncia colombiana en una amenaza de conflicto armado al imponer “el estado de alerta máximo” y reunir tropas en la frontera con Colombia, lo cual incluye armamentos provistos últimamente por los rusos. Busca afanosamente parapetarse en chivos expiatorios para salir del colosal marasmo en que el mismo ha sumido a su pobre país.

 

Como ha señalado el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma -quien se desempeña en el cargo a pesar de los ataques permanentes del aparato totalitario chavista- “la ruptura de relaciones con Colombia es para disimular no solo que el gobierno de Venezuela apaña la guerrilla colombiana, sino para distraer la opinión de la corrupción del gobierno, la inflación, el desabastecimiento y la andanada contra la libertad de prensa”. Algunos dignatarios de la Iglesia adelantaron su opinión favorable al régimen del “socialismo del siglo XXI de la república bolivariana”, lo cual trae a la memoria el recuerdo abominable de las antedichas visitas a Cuba en representación del Vaticano.

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.