Presentación del profesor Manuel Castro Rodríguez
Soy un cubano que fue profesor de la Universidad de la Habana. Vivo en Panamá desde el 10 de agosto de 2001.
Mi cuenta de correo es (castropanama@yahoo.es)
Muestro un breve resumen de mi currículum:
1- Soy economista con maestría en Estadística, ambas titulaciones por la Universidad de la Habana; con formación en finanzas y una amplia experiencia en:
- Investigaciones, incluida la investigación de mercados.
- Análisis de datos e indicadores.
- Realización de planes.
2- Postgrado en Estudio y Pronóstico de la Demanda.
3- Postgrado en Planificación.
4- Diplomado en Docencia Superior.
5- Autor de cuatro libros de texto, inéditos dos de ellos.
6- Director de tesis de maestría en la especialidad de Administración de Negocios.
7- Introduje en Panamá el uso del software Microsoft Excel para la docencia de las asignaturas Estadística y Matemática Financiera.
8- Coautor del curso que dio inicio a la educación virtual en la Universidad Marítima Internacional de Panamá.
9- Consultor.
10- Diseñador y editor del sitio web http://profesorcastro.jimdo.com
11- Otras actividades en que tengo experiencia son:
- Ediciones, redacciones y correcciones en español.
- Traducciones del inglés.
Mis dos grandes pasiones son:
1- La lucha pacífica del pueblo cubano por liberarse de la tiranía implantada por Fidel Castro Ruz hace 55 años, el peor régimen que ha sufrido Occidente.
2- La educación universitaria.
Antes de que los hermanos Castro se adueñaran de las escuelas cubanas, en ellas se defendía la libertad de pensamiento y se estimulaba el pensamiento crítico. Cursé la enseñanza primaria en el Colegio Moderno, una pequeña escuela laica –como la inmensa mayoría de los centros educativos cubanos-, ubicada en La Rosalía, un barrio pobre de San Miguel del Padrón, que por una mensualidad de cinco pesos brindaba una excelente educación.
Recuerdo con gran añoranza el clima de respeto mutuo que existía en el Colegio Moderno. De mis condiscípulos, en Cuba solamente vive Ana Oviedo, doctora en Medicina, cuyo padre hizo un gran esfuerzo para que ella pudiera estudiar: El papá de Ana vendía periódicos, para lo cual tenía que caminar por todo el barrio bajo el sol o la lluvia.
Evoco con gran cariño a mis maestras: América, María, Lourdes, Gladys y Florentina. También recuerdo con gran afecto a la directora del Colegio Moderno, Aleida Pérez Mareque, la cual me llamaba ‘líder’, por dos razones:
1- Como mis padres y mis amigos me llamaban ‘Manolo’, yo le hacía recordar a Manolo Castro, el dirigente estudiantil asesinado el año anterior a mi nacimiento.
2- Porque en su diario recorrido por las aulas, me veía discutir respetuosamente con mis maestras en las clases de Historia. Jamás recibí una reprimenda por ello, y frecuentemente era premiado con ‘El Beso de la Patria’, que se realizaba en una ceremonia especial en que se reconocía a los mejores alumnos del Colegio Moderno, al ser seleccionado un estudiante por aula.
Florentina me dio clases en 5º (curso 1959-1960) y 6º grado (curso 1960-1961) –desconozco qué pasó con la profesora que habitualmente le había impartido clases a 6º grado-, último curso en que funcionó el Colegio Moderno, ya que Fidel Castro estatizó la enseñanza. Ese fue un período de gran enfrentamiento político; al igual que la inmensa mayoría de los cubanos, yo apoyaba a la Revolución, mientras que mi maestra Florentina mostraba su desacuerdo con el rumbo que la misma había tomado, por lo que aumentó los debates respetuosos que sostenía con ella, pero seguí recibiendo ‘El Beso de la Patria’ y el cariño de Florentina y Aleida. Sí, yo defendía a la incipiente tiranía, pero como nos dice José Martí: “La verdad una vez despierta, no vuelve a dormirse”.
Mi maestra Florentina fue la primera persona que me dijo: “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga la oportunidad de decirlo”, aforismo que se le atribuye al filósofo francés François Marie Arouet (Voltaire). En ese momento no lo entendí; cuando al fin pude comprenderlo, ya era demasiado tarde y tanto Florentina como Aleida se habían exilados. Por ello, nunca pude decirles cuánto contribuyeron a sembrar en mí el amor por la verdad, la libertad, los valores cívicos, la legalidad y la justicia, así como la defensa de los derechos humanos, que son cualidades primordiales en una persona honesta.
Espero contar con la colaboración de los lectores, ya que aspiro a exponer con rigor científico la verdad de lo acontecido en Cuba desde el 20 de mayo de 1902, dado que como nos dice el laureado escritor checo Milan Kundera: “La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.