Ernesto 'Che' Guevara

La Habana es “una de las ciudades más ricas y más bellas de América”.

 

Mario Coyula:

(arquitecto cubano, director de Arquitectura y Urbanismo de Ciudad de la Habana)

“La Habana podría terminar, en una visión dantesca, como un gran anillo de basura consolidada o como un cráter vacío, que en el centro alguna vez tuvo una ciudadEl tema de los vientos y de las lluvias fuertes afecta sobre todo hoy las casas precarias, hechas con materiales de pésima calidad, como lata, cartón, de las que hoy existen muchas en todo el país”.

 

Eduardo del Llano:

(cineasta socialista cubano)

La gente no da limosnas sólo porque su corazón se haya endurecido, sino porque lo que lo separa del indigente es apenas que uno de los dos está tumbado y el otro de pie. Eso en una Habana que parece un suburbio de sí misma, donde cada vez hay más barrios y manzanas con el espíritu y la traza de pueblos de campo. De hecho, es como si todo el país, harapiento y resudado, viviera en un portal, tapándose con un Granma y con una botella de ron casero al alcance de la mano”.

 

Armando Nova González:

(profesor de la  Universidad de la Habana)

En un trabajo publicado el 1 de abril de 2012, La agricultura cubana y el actual proceso de transformaciones económicas, expresa:

La problemática actual del sector agropecuario se pudiera resumir en lo siguiente: desciende la producción agrícola y ganadera, se registran magnitudes importantes de tierras agrícolas ociosas, los volúmenes de importación de alimentos cada vez son más elevados, para cubrir el déficit de la producción nacional”.

 

James Petras:

(sociólogo marxista norteamericano)

Mientras que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos iban a la zaga de Cuba en los años sesenta, hoy han superado a Cuba en la diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos de fabricación para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo limitado de productos de exportación”.

 

Miriam Gómez:

(actriz cubana, viuda de Guillermo Cabrera Infante)

Eso ha sido Guillermo, eso ha sido toda su obra: la necesidad de reconstruir una ciudad, un país: Cuba. Todo lo que se destruyó en la realidad, Guillermo lo reconstruyó en la literatura. En cien años quedarán en sus libros lo que la dictadura echó abajo: los edificios, las calles, los parques … Lo más grave, lo que esos libros no pueden recuperar es aquello que realmente Castro consiguió destruir: el alma de los cubanos. Eso nunca volverá, nunca. El miedo los borró”.

 

Fidel Castro:

tengo la seguridad de que en el curso de breves años elevaremos el estándar de vida del cubano por encima del de Estados Unidos y del de Rusia”.

 


En 1950, atendiendo a una solicitud del Gobierno de Carlos Prío, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) envió una misión técnica presidida por Adam Francis Truslow y compuesta por 17 economistas de prestigio. Durante varios meses realizaron un estudio de la economía cubana, conocido posteriormente como Informe de la Misión Truslow, que señaló: “la impresión general de los miembros de la misión de observaciones a través de toda Cuba, es que los niveles de vida de los campesinos, trabajadores agrícolas, trabajadores industriales, oficinistas y otros es mucho más alto que los de sus grupos similares en otros países tropicales y que la mayor parte de los países de América Latina”.


En 1953, el ingreso nacional per cápita de Cuba era de $325, superior al de Italia ($307), Austria ($290), España ($242), Portugal ($220), Turquía ($221), México ($200), Yugoslavia ($200) y Japón ($197). (Véase Charles P. Kindleberger, Economic Development, McGraw-Hill, 1958).

 

Ese mismo año Eugene Staley hizo una investigación (The Future of Undeveloped Countries, Harper, Nueva York, 1954), para el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, donde clasificó a Cuba entre los 31 países más desarrollados del mundo.

 

En julio de 1956 el Departamento de Comercio de Estados Unidos publicó  Investment in Cuba: Basic Information for United States Businessmen, donde se expresa: “Los ingresos nacionales de Cuba han alcanzado niveles tales que dan al pueblo cubano uno de los niveles más altos de vida en la América Latina”.

 

Según Ernesto ‘Che’ Guevara:

 

En 1958 la población cubana ascendía a 6,5 millones de personas con un ingreso per cápita de unos $350 (calculado el ingreso nacional según la metodología capitalista); la fuerza de trabajo ascendía a una tercera parte del total de habitantes y una cuarta parte de la misma se encontraba prácticamente desempleada.

Simultáneamente con un gran derroche de tierras fértiles y la subutilización de la fuerza de trabajo rural, las importaciones de alimentos y fibras textiles de origen agrícola, ascendían como promedio al 28% del total de importaciones. Cuba poseía un coeficiente de 0,75 cabezas de ganado bovino por habitante, índice que la situaba únicamente por debajo de los grandes países ganaderos”.

 

En 1968 el expresidente cubano Ramón Grau San Martín dijo de Fidel Castro:

“Durante años, muchos malos políticos trataron de acabar con el país y no pudieron. Este hombre lo ha conseguido en poco tiempo”.

 

 

Este subdominio está dividido en siete secciones:

 

Introducción

 

La destrucción de la economía cubana

 

La perenne crisis habitacional

 

El adoctrinamiento en una cultura de odio

 

La malnutrición

 

El daño ecológico causado

 

Anexos

 

 

Introducción

 

El profesor marxista argentino Guillermo Almeyra  reconoce que en la década del cincuenta Cubaera el segundo en desarrollo después de la Argentina”.


Según Data for the study of the Middle Class in Latin America (Department of Cultural Affairs, Pan American Union), en 1958 al menos la tercera parte de la población económicamente activa de Cuba pertenecía a la clase media. Junto con Argentina que tenía un  35%, Cuba encabezaba a América Latina.

 

Como han reconocido varios economistas e historiadores marxistas (Juan F. Noyola, Raúl Cepero Bonilla, Oscar Pino Santos, Manuel Moreno Fraginals y Óscar Zanetti Lecuona), Cuba era un país con índices crecientes de progreso económico y social.


En 1958, con una población de seis millones de habitantes, Cuba tenía un producto interno bruto per cápita de 374 dólares, según el Atlas of Economic Development (1961) de Norton Ginsburg, o de 520 dólares, según otros autores (H. T. Oshima, Felipe Pazos, José F. Álvarez Díaz, Leví Marrero, José M. Illán). Ese mismo año, el ingreso nacional por habitante de España fue de 180 dólares, menos de la mitad del de Cuba en cualquiera de los dos cálculos.


En proporción a su población, Cuba era el país latinoamericano mayor exportador de productos agropecuarios. Hasta 1959, Cuba fue una economía agroindustrial próspera: producía el 80% de los alimentos que consumía,  tenía una balanza comercial positiva –sólo en dos años de vida republicana, 1907 y 1921, no lo fue- y la deuda externa era sólo de 48 millones de USD. Después ha sido todo lo contrario.


En 1958, Cuba era autosuficiente en carne de res y leche. En 1955 la masa ganadera era de 0,82 cabezas por habitante; diez años después, el 7 de junio de 1965, el dictador Fidel Castro Ruz declaró:

En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita!

Sin embargo, sólo pudo garantizar la venta a precio subsidiado de un litro de leche diario a los niños menores de 7 años, gracias a que anualmente la República Democrática Alemana (RDA, la Alemania comunista) le enviaba 22.000 toneladas de leche en polvo a cambio de 22.000 toneladas de levadura torula para la alimentación animal. Con esa leche en polvo se producían 220 millones de litros de leche fluida, que era el consumo de Cuba durante cinco meses.

 

En 2013 sólo se produjeron 289 millones de litros de leche.

 

En 1995 la masa ganadera descendió a 0,38 cabezas por habitante.


Actualmente los rendimientos en la producción de arroz, maíz, caña de azúcar, carne vacuna y leche de vaca se encuentran muy por debajo del promedio mundial.

 

Cuba importa el 80% de los alimentos que consume; después de 1959, casi todos los años la balanza comercial ha sido negativa –en 2008 el déficit comercial de Cuba fue de casi diez mil millones de dólares, el mayor de su historia; y a pesar de las ayudas soviética -65 mil millones de dólares- y de los emigrados cubanos -sólo en el año 2012, los cubanos radicados en EEUU enviaron 5.105 millones de dólares entre efectivo y bienes-, con los hermanos Castro en el poder la deuda externa ha alcanzado niveles que ha situado a Cuba como el mayor deudor per cápita en el orbe, con cifras nunca antes vistas en la economía mundial.

 

Comparison of socioeconomic indicators in pre-Castro and in 1995

 

Hasta 1958, Cuba tuvo sistemas públicos de salud y educación de aceptable calidad, pero con diferencias significativas entre las zonas rurales y urbanas.  


Cuba fue el primer país del mundo en elevar a la categoría ministerial su organización sanitaria, gracias a los trabajos desarrollados por la Escuela de Higienistas dirigida por el Dr. Carlos J. Finlay. En 1909, el Departamento Nacional de Sanidad -desde 1902 estaba adscrito al Ministerio de Gobernación- se convirtió en Secretaría de Sanidad


Antes de que los hermanos Castro se entronizaran en el poder, a Cuba se le conocía como la Perla del Caribe, aunque existían grandes diferencias entre las zonas rurales y urbanas. En el período de 1959-1989 se llevaron los servicios de salud y educación hasta los lugares más recónditos, aunque en no pocas ocasiones se discriminó al cubano por su condición de nacional -véase el ‘apartheid’ en la salud pública después de 1959.

  

 

Véase  la Cuba real frente a la Cuba oficial

 

 

 

Véase  la calidad de los servicios del sistema de salud que puede usar el cubano de a pie

 

   

 

Véase  por qué después de ciento treinta años sin cólera, Cuba lo sufre oficialmente desde 2012

 

 

 

Véanse  la neuritis óptica y la neuropatía periférica en la Cuba castrista

 

 

 

Véanse  las fotos de los pacientes psiquiátricos muertos de hambre y frío en la Cuba castrista

 

 

 

Véanse  los médicos cubanos, esclavos de bata blanca

 

 

 

Véase  la calidad de los servicios del sistema de educación que puede usar el cubano de a pie

 

 

 

Véase El suicidio infantil en Cuba

 

 

 

Según el historiador izquierdista cubano Dimas Castellanos: “Con sus desajustes e injusticias, la Cuba de 1958 estaba en mejores condiciones que la actual para emprender un proyecto de cambios”.

 

En cuanto a almacenes, La Habana era el París de América Latina. Véase al final de este subdominio la historia de las tiendas El Encanto, contada por antiguos empleados y apoyada por imágenes de la época, que muestran la categoría tan alta de dichas tiendas existentes en varias ciudades de la Cuba republicana. Aunque mi familia era pobre, nunca se nos impidió la entrada en tienda u hotel alguno, como sí hizo Fidel Castro con la mayoría del pueblo cubano durante varias décadas.

 

Aunque los hermanos Castro pretenden hacer creer que los problemas de su régimen comenzaron cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991 y, por ende, desaparecieron sus cuantiosas subvenciones a la economía cubana, es necesario señalar que  la escasez siempre ha sido consustancial al castrismo, como puede comprobarse en varias ediciones del oficialista Noticiero ICAIC Latinoamericano hechos en la década del ochenta, que pueden verse al final de este subdominio.

 

Desde 1902 hasta 1958, Cuba fue un país receptor de emigrantes.  Desde que Fidel Castro se adueñó de Cuba, más de dos millones hemos emigrado hacia todos los confines del mundo, casi el 20% de la población cubana. Los cubanos continuamos votando con los pies: la emigración del año 2012 fue la más elevada (46.662) desde 1994 (47.884), y la segunda después de 1980, cuando 125 mil cubanos se marcharon por el Mariel.


Cuba pasó a depender del extranjero como nunca antes en su historia. A pesar de la ayuda soviética, se generalizó la miseria. Al cumplir siete años, los niños pierden el derecho a recibir leche a un precio asequible; después de esa edad, para poderla tomar dependen de la ayuda de los emigrados: Además, el Gobierno de Cuba depende de EEUU, que es su principal suministrador de alimentos y medicamentos.


Cuba recibe cien mil barriles de petróleo diariamente, a cambio de más de cuarenta mil profesionales cubanos que prestan sus servicios en Venezuela, con la consiguiente escasez de médicos, enfermeras, dentistas y maestros en Cuba. Esto ha provocado la creciente comercialización de la medicina en Cuba, como refleja el artículo del 17 de noviembre de 2012 publicado en la revista The Economist.

 

Además de por sus múltiples crímenes, el fracaso socioeconómico del castrismo se pone de manifiesto con las enormes carencias que sufre el pueblo cubano desde hace más de medio siglo en cuanto a alimentación, vivienda, agua potable, transporte y derechos humanos.

 

Véase lo que los hermanos Castro consideran es

una canasta básica alimentaria  mensual  (Año 2013)

 

Cinco libras de arroz a 0,25 centavos la libra y dos adicionales a 0,90 centavos.

 

Diez onzas de granos (miniestras) a 0,80 centavos.

 

Tres libras de azúcar refino y 1 de azúcar sin refinar a 15 y 10 centavos la libra respectivamente.

 

Media libra de aceite a 0,20 centavos.

 

Un sobre de café (mezclado con chícharo o arveja) de 4 onzas a 4 pesos.

 

Una libra de pollo a 0,70 centavos.

 

Once onzas de pescado o, en su lugar, pollo al mismo precio.

 

Cinco huevos a 0,15 centavos.

 

Un pan pequeño (diario) de 80 gramos a 0,05 centavos.

 

Sólo para niños de 0 a 7 años: 3 kilogramos de leche en polvo.


Un kilo de sal cada tres meses para el núcleo familiar.

 

Hace seis años, en 2007, se autorizó la venta a la población de 227 gramos cada tres meses, o sea, 908 gramos al año.

 

La venta libre de carne de res es monopolio del Gobierno, quien la vende a 9,50 pesos convertibles el kilogramo, o sea, la mitad del salario promedio mensual.


Según el Censo de Población y Viviendas 2012, de las 3.885.900 unidades de alojamiento existentes en Cuba:

 

1- El veintinueve  por ciento carece de abastecimiento de agua por acueducto.

 

2- El sesenta por ciento no tiene sistemas de desagüe que viertan en alcantarillados.

 

 

En estos vídeos se aprecia cómo era la capital cubana cuando triunfó la Revolución el 1 de enero de 1959 y los hermanos Castro se adueñaron del poder. Obsérvese la limpieza reinante y el moderno servicio de transporte, totalmente opuesto a lo que ha padecido el pueblo cubano desde hace más de medio siglo.

 

La Habana  en 1958

 

 

 

La destrucción de la economía cubana

 

En 1951 la deuda externa de Cuba era de 68 millones de dólares. Siete años después, en 1958, disminuyó a 48 millones. A pesar de las ayudas de la Unión Soviética y de la emigración cubana, con los hermanos Castro en el poder la deuda externa ha alcanzado niveles que ha situado a Cuba como el mayor deudor per cápita en el orbe, con cifras nunca antes vistas en la economía mundial.

 

En 1952,  Cuba produjo  7,2 millones de toneladas de azúcar. La producción promedio anual durante la década 2002-2012 fue de  1,8 millones de toneladas de azúcar. Para que se tenga una idea, en 1895, cuando comenzó la última guerra para independizarse de España, Cuba produjo 1,4 millones  de toneladas de azúcar.

 

En 1958 la producción de carne de res excedió las 180.000 toneladas métricas que requería el consumo nacional, por lo que se exportaron 3.800 cabezas de ganado. En consumo de carne de res, Cuba ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica.

 

En 1958, Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos. Actualmente, Cuba importa el 80% de los alimentos que consume,  siendo Estados Unidos su principal proveedor.

 

En 1958, Cuba era autosuficiente en: Carne de res, leche, frutas tropicales, tubérculos, hortalizas, café y azúcar.

 

En 1958, Cuba producía casi todo el fríjol negro, el maíz,  la carne de cerdo, el pollo, los productos del mar, el pollo y el huevo que consumía.

 

El cortometraje Adelante, cubanos, de 1959, muestra el desarrollo industrial y comercial alcanzado por Cuba cuando Fidel Castro llegó al poder.

 

Adelante, cubanos

 


El deterioro social en Cuba

Rolando H. Castañeda

15 de octubre de 2014

 

Los gastos sociales en los tres rubros de educación, salud y asistencia social, y vivienda y servicios comunales se redujeron del 29,4 % del PIB en 2008 al 20,2 % en 2013

 

Durante el año 2014 se ha ido conformando una opinión mayoritaria entre los analistas sociales de la Isla y la diáspora que la economía cubana, en el mejor de los casos se está ralentizando y en el peor se está estancando o retrocediendo. Esta situación se evidencia por el aumento de la emigración por vías regulares o traumáticas (los balseros). La causa fundamental es que las reformas raulistas no están bien orientadas y, por lo tanto, son insuficientes en amplitud, profundidad y rapidez para dinamizar la economía y revertir los problemas socioeconómicos acumulados que Raúl Castro (RC) identificó en su discurso del 26/07/2007.

 

Entre paréntesis, el reciente editorial de The New York Times 12/10/2014, por un lado, elogia las reformas raulistas, pero, por otro lado, destaca el aumento de la emigración que no puede ser atribuible al embargo por las flexibilizaciones de viajes y remesas de la administración Obama. Además, señala que deberá levantarse el embargo para que el mega proyecto del Mariel sea viable, aunque olvida las limitaciones de la nueva ley de inversiones y las disuasivas prácticas recientes del gobierno con los inversionistas extranjeros.

 

Un tema vinculado a la evolución económica reciente, que, en general, se soslaya es que se está produciendo un significativo retroceso en la disponibilidad y calidad de los servicios sociales en la Isla. Adicionalmente, este deterioro se acentúa por la estrategia del gobierno de exportar profesionales y técnicos en las áreas de servicios sociales para captar las divisas que se necesitan.

 

Según las estadísticas oficiales de la ONE, a partir de 2008 los gastos sociales están disminuyendo como proporción de los gastos corrientes del presupuesto estatal y en relación con el PIB. En 2008 Cuba fue afectada adversamente por tres huracanes, el comienzo de la gran recesión-crisis financiera mundial y porque el gobierno decidió congelar las cuentas en divisas de las empresas extranjeras con sus funestas consecuencias, así como desde 2013 por la involución económico-financiera de Venezuela.

 

Los gastos sociales en los tres rubros de educación, salud y asistencia social, y vivienda y servicios comunales se redujeron del 42,2 % de los gastos corrientes del presupuesto nacional y del 29,4 % del PIB en 2008, a 37,9 % y 20,2 % en 2013, respectivamente. A partir de 2013 el gobierno unió los gastos de asistencia social a los gastos de salud lo que oculta la significativa reducción de los servicios de asistencia social provistos, especialmente en los barrios marginales. En 2008 los gastos en educación fueron 14,2 % como proporción del PIB, en salud y asistencia social 12,4 %, y en vivienda y servicios comunales 2,9 %, los que disminuyeron a 10,9 %, 8,0 %, 1,3 % , respectivamente en 2013.

 

Las cifras anteriores muestran una clara tendencia declinante del gasto social. Adicionalmente, el sociólogo Armando Chaguaceda en Cuba: revisitando la Justicia Social en tiempos de reforma[1] examina en qué ha consistido la reducción en cada uno de estos rubros sociales y cómo la erosión en cobertura y calidad de los servicios sociales básicos está afectando a la ciudadanía, particularmente a la más vulnerable y de menores ingresos.

 

Chaguaceda parte de lo indicado por RC en 2007 de que el salario medio vigente (lo que también es aplicable a las pensiones) es insuficiente para cubrir las necesidades básicas, lo que determina dinámicas y conductas inconvenientes en los sectores sociales. El salario medio es de unos $460 pero se requieren unos $1.000 por persona para atender la atención alimentaria y otras necesidades básicas.

 

A continuación se comentan algunos problemas que Chaguaceda comenta en su análisis. Hay una migración interna ilegal hacia La Habana en busca de mejores oportunidades para resolver, que ha aumentado la situación de hacinamiento y marginalidad en las viviendas existentes debido al elevado déficit habitacional existente y a que el 50 % del acervo habitacional está en pobre estado según las estimaciones oficiales. Si bien se ha liberalizado la construcción y la reparación de viviendas por privados, revirtiendo la práctica de las microbrigadas, la escasez y el elevado costo de los materiales de construcción dificultan mejorar la precaria situación.

 

En la salud, los médicos esperan recibir regalos en efectivo o especies de sus pacientes debido a que muchos de ellos han sido asignados a misiones internacionalistas y estudiantes extranjeros sin la suficiente preparación profesional los reemplazan en la atención al público. Además, hay brotes de enfermedades y epidemias, particularmente de cólera, por el mal estado de la infraestructura de agua potable, alcantarillados y recogida de desechos debido a la falta de reparación y mantenimiento. Muchos de los mejores maestros se retiran y prefieren trabajar de repasadores, una de las actividades permitidas del cuentapropismo, lo que disminuye la disponibilidad y calidad general de la educación, comenzando desde el nivel de enseñanza primaria.

 

En última instancia, como los analistas sociales de la Isla han venido señalando desde hace años, el pobre comportamiento económico, con la consecuencia de ingresos insuficientes, lastra el desempeño social. Cuba tiene que crecer económicamente para darle sustentabilidad a la cobertura y calidad de los servicios sociales.

 

[1] Armando Chaguaceda, Cuba: revisitando la Justicia Social en tiempos de reforma en Norwegian Institute of International Affairs, Which Way Cuba?, 2014, http://english.nupi.no/Publications/Books-and-reports/2014/Which-Way-Cuba

 

 

 

En Cuba hay menos escuelas rurales que en 1958,

según datos oficiales

Michel Suárez

16 de octubre de 2014

 

También los centros urbanos han sido sometidos a un cierre sistemático desde 1973, aunque la peor etapa se corresponde con el Gobierno de Raúl Castro.

 

En 2012, en el pueblo tunero de Majibacoa, la delegada del Poder Popular Sirley Ávila León puso rostro a un grave problema nacional: la constante reducción de escuelas por parte del régimen de La Habana, debido, entre otras causas, a la situación demográfica y a la realidad económica del país.

 

Ávila León sufrió todo tipo de presiones cuando denunció el cierre del único centro escolar de su localidad. Entonces, había pocos datos generales sobre el desmantelamiento de uno de los pilares propagandísticos del castrismo.

 

Hoy, las cifras hablan por sí solas, incluso las que conservadoramente publica la Oficina Nacional de Estadísticas. Según el grupo de estudios Foresight Cuba, que investiga y contextualiza los datos oficiales, el número de escuelas aumentó desde comienzos de los años 60, pero disminuyó rápidamente a partir del curso 1973-1974.

 

“A partir de este momento ha habido un cierre sistemático de escuelas, con una gran aceleración a partir del año 2007. Durante el curso 2013-2014 funcionan 9.482 escuelas”, indica el estudio, basado en datos gubernamentales.

 

Las escuelas primarias —tanto urbanas como rurales— aumentaron desde 7.567, en el curso 1958-1959, hasta 15.547 en el 1974-1975. “A partir de este momento comienzan a disminuir hasta 6.842 en el curso 2013-2014. El gobierno de Raúl Castro ha acelerado el cierre de escuelas; en el curso 2008-2009 había 8.999 escuelas primarias”.

 

El campo languidece

 

La mayor disminución se produce en el número de escuelas rurales. “Hay ahora menos escuelas rurales (4.729) que en 1958, cuando había 4.889” instalaciones en esas áreas, añade Foresight Cuba.

 

“Es algo que he visto aquí donde vivo, en el municipio de Songo-La Maya (Santiago de Cuba)”, asegura el exprofesor universitario Hergues Frandín. “Por ejemplo, en La Meca, Alto Songo, cerraron la escuela y ahora los niños tienen que trasladarse hasta ocho kilómetros a pie, ida y vuelta”.

 

Dora Leonor Mesa, presidenta de la independiente Asociación Cubana para el Desarrollo de la Educación Infantil, indica que muchas escuelas rurales están ubicadas en lugares remotos, con solo uno o dos alumnos.

 

“Hay un decrecimiento poblacional importante, que incide en la cantidad de niños en edad escolar. En las zonas rurales, los diferentes niveles estudian mezclados en una misma aula”, explica Mesa.

 

Foresight Cuba también recuerda que en el curso 1990-1991 funcionaban 2.170 escuelas secundarias en el país, pero desde entonces su número ha disminuido hasta las 1.941 en el curso 2008-2009. Luego fueron cerradas alrededor de 500 y, en el curso 2013-2014, solo hay 1.434 escuelas de enseñanza media.

 

Enmendando a Fidel Castro

 

Las series estadísticas revelan que las escuelas de educación superior aumentaron desde 3 hasta 68 a lo largo de estos años.

 

Los 3.150 centros universitarios creados en el curso 2005-2006, en el contexto del programa propagandístico conocido como “la batalla de ideas”, también fueron clausurados en su mayoría por el gobierno de Raúl Castro en el curso 2008-2009. Hoy quedan solo 122.

 

“La matrícula de las sedes municipales se ha reunificado en universidades centrales, debido al déficit de profesores y de condiciones materiales”, cuenta Frandín. En este caso, el exprofesor indica que “es positivo que las hayan ido quitando, porque no tiene sentido tener universidades en los municipios”.

 

En resumen, y teniendo en cuenta que algunos centros han sido cerrados por sus pésimas condiciones, Dora Leonor Mesa apunta que “Cuba realmente nunca ha tenido buenas escuelas”.

 

“Un aula buena debe contar con tecnología y profesores capacitados, así como con condiciones amigables para el niño. Eso no existe en Cuba”, concluye.

 

 

Ganadería de Cuba necesita inversión millonaria

para salir de la ‘depauperación’

 

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Esta noticia publicada en el periódico Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas, reconoce la crisis de la ganadería cubana, pero tergiversa la situación imperante antes de la caída del Muro de Berlín. En 1958, Cuba era autosuficiente en carne de res y leche. En 1955 la masa ganadera era de 0,82 cabezas por habitante; diez años después, el 7 de junio de 1965, el dictador Fidel Castro Ruz declaró:

En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita!

Sin embargo, sólo pudo garantizar la venta a precio subsidiado de un litro de leche diario a los niños menores de 7 años, gracias a que anualmente la República Democrática Alemana (RDA, la Alemania comunista) le enviaba 22.000 toneladas de leche en polvo a cambio de 22.000 toneladas de levadura torula para la alimentación animal. Con esa leche en polvo se producían 220 millones de litros de leche fluida, que era el consumo de Cuba durante cinco meses. En el año 2013 sólo se produjeron 289 millones de litros de leche.

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Urgencia que requiere millones

Marianela Martín González

marianela@juventudrebelde.cu

21 de abril de 2014

 

La ganadería cubana precisa reordenar su masa y acometer inversiones que complementen un adecuado manejo

 

Cuba necesita producir cada año cerca de mil millones de litros de leche para autoabastecerse. De ese modo, ahorraría anualmente más de 180 millones de dólares, al dejar de importar leche en polvo.

 

En la década de los 80 se sobrepasó esa cifra. El mayor récord histórico data de 1984, cuando se alcanzaron 1 138 millones de litros.

 

Cinco años después, con el período especial, cayó el modelo que sustentaba los niveles productivos, tanto de leche como de carne. Como explicó el doctor Fernando Funes Aguilar —investigador de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey—, la ganadería tropical que se practicaba en Cuba, de acuerdo con los cruces, la inseminación y el promedio de litros de leche por vaca, quedó sepultado en medio de las escaseces.

 

«La masa de ganado vacuno, que llegó a más de siete millones en los primeros años de la Revolución, bajó a menos de cuatro millones de cabezas. El golpe por el cambio de alimentación fue contundente e incidió de manera notable en la depauperación de esta importante rama agrícola.

 

«Eso trajo como consecuencia que se redujera la producción de leche de 1 100 millones de litros a 400 millones. En 2004 llegó a tocar fondo con la producción de 340 millones. También se redujo la producción de carne de  300 000 toneladas a 100 000 cada año.

 

«Para analizar la ganadería en la actualidad hay que tener en cuenta que el ganado vacuno estaba fundamentalmente en manos del sector estatal en 1989. Este poseía el 75 por ciento de esa masa, y el 25 por ciento pertenecía al sector privado y cooperativista. En 2004 mermaron las cifras del Estado, y el 75 por ciento pasó a manos privadas y a distintas formas de cooperativas».

 

El Doctor Funes, quien en 2012 mereció el Premio Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agropecuarios y Forestales, señaló que en 1991 la utilización de piensos en la ganadería vacuna bajó a la mitad, en relación con el empleado en la década de los 80, y en los años subsiguientes fue hasta 15 veces menor.

 

Las mieles finales, provenientes de la industria azucarera, se redujeron al 90 por ciento en los primeros años del período especial, y después a menos del 50 por ciento. Han faltado las sales minerales, harina de pescado, urea y otros recursos para la alimentación animal, así como la disponibilidad de maquinaria, combustible, piezas y neumáticos, entre otros insumos que necesita la ganadería.

 

Inyección demasiado costosa

 

Aldaín García Rodríguez, director de Ganadería del Ministerio de la Agricultura (Minag), señaló que para lograr los niveles de antaño se precisan cuantiosas inversiones y una estricta disciplina tecnológica que posibilite con urgencia el manejo de la masa ganadera.

 

Solo así los indicadores económicos se elevarán, y las muertes como consecuencia de la desnutrición, la sequía, los accidentes y enfermedades prevenibles se evitarán.

 

Aldaín dijo que, en medio del esfuerzo para recuperar la ganadería y garantizar parte de la alimentación, existen cerca de 800 000 hectáreas de pastos —incluidos kingras, caña, moringa y morera—, y que se ha importado semilla de pastos mulata 1 y 2, de alto poder nutritivo.

 

Apuntó que existe un diagnóstico de las necesidades objetivas del sector con propuestas de inversiones, las cuales serán valoradas por el Gobierno próximamente. Pero por razones financieras, sobre todo, las acciones no se podrán acometer a la vez y con la prontitud que precisan, por lo que en un inicio se priorizarán los principales polos productivos.

 

En 2013 —según el Director de Ganadería del Minag— se demandaron 331 millones de litros de leche a los productores. La solicitud se correspondió con el balance estimado por el Ministerio de Finanzas y    Precios.

 

El plan surgió del equilibrio de las potencialidades reales del sector ganadero y de las condiciones económicas del país para poder importar leche en polvo. Sin embargo —señaló el directivo—, ese año solo se contrataron 300 millones de litros, y finalmente a la industria llegaron 289 millones.

 

En 2014 la contratación para la industria asciende a 324 millones de litros, y a juzgar por el cumplimiento del primer trimestre, la entrega marcha de manera satisfactoria: de los 45 290 080 de litros pactados se tributaron 46 523 400 en ese período.

 

Según Aldaín, el comportamiento se fundamenta en el aumento de los niveles de exigencia en la base productiva para que se entregue la leche contratada. También el funcionamiento de 645 puntos refrigerados distribuidos a todo lo largo del país permite que el alimento llegue a la industria láctea con mejores parámetros de calidad.

 

El directivo dijo que el 30 de junio deben quedar instalados 974 puntos refrigerados en todo el país.

 

Estos puntos realizan tres pruebas que dan cuenta de los niveles de agua, acidez y mastitis. Existe además una pesquisa visual para evitar que la leche con materias extrañas llegue a la industria.

 

Según Aldaín, las comprobaciones deben realizarse de modo individual, para que quienes no cumplan con las normas técnicas durante el ordeño no contaminen la leche de buena calidad, y afecten económicamente a los productores eficientes.

 

Precisó que cuando el camión recoge la leche debe hacer, además, una prueba al contenido del tanque, para dejar constancia de la calidad del producto que traslada y evitar que lo adulteren. Cada paso de la comercialización debe estar respaldado por una certificación que valide los procesos.

 

Apuntó que en cada punto debe existir una nómina que dé cuenta del cumplimiento del contrato por productor. Está legislado que quienes incumplan pueden ser demandados por la industria láctea del Ministerio de la Industria Alimentaria.

 

Por su parte, Gustavo Rodríguez Rollero, titular del Minag, ha asegurado que este año las empresas agropecuarias y cooperativas que prestan servicios a los productores recuperarán las fincas de compra venta y las de mejora de ganado.

 

La aseveración la hizo el titular de la Agricultura en el encuentro con los mejores productores, en septiembre pasado. En esa oportunidad precisó que esas fincas tendrán sus pesas, base alimentaria y garantía de agua para la permanencia de los animales.

 

Rodríguez Rollero mencionó otras acciones de carácter infraestructural encaminadas a recuperar la ganadería, entre estas las concernientes a la ceba y a potenciar la inseminación artificial en todo el país. Concedió gran importancia a la recuperación de la potestad del médico veterinario para poder avanzar a los ritmos que el país exige.

 

Mientras se consolidan los proyectos enunciados, habrá que seguir pensando en el buen trecho que resta, teniendo en cuenta todo lo que se requiere para que la ganadería salga de la depauperación en que se encuentra.

 

Las muertes registradas el año pasado en la masa ganadera son solo la punta del iceberg de un entramado de dificultades que dependen del mejoramiento de las condiciones objetivas y de cambios subjetivos en productores y directivos.

 

En cada proyección deberá incluirse los mayores retos del país y, por consiguiente, del agro cubano: el envejecimiento poblacional y el cambio climático.

 

No debe pensarse en una agricultura que excluya el desarrollo tecnológico, cuando es cierto que faltan brazos en el campo, y los que hay están cada vez más envejecidos. Asimismo, habrá que diseñar modelos con capacidad de respuesta rápida ante sequías y períodos intensos de lluvia, imprevistos asociados a las variaciones del clima.

 

El problema financiero es el handicap del progreso tecnológico que requiere la agricultura toda. Por eso, cuando el vicepresidente de los Consejos de Estados y de Ministros Marino Murillo, explicó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular por qué era necesario aprobar la Ley para la Inversión Extranjera, entre los sectores más necesitados de esta mencionó a la agricultura y, dentro de ella, a la ganadería.

 

Hacen falta millones, todos lo sabemos. Ahora la luz puede ser la inversión extranjera, pero mientras esta se abre paso en la Isla habrá que ajustar aspectos que no requieran de capital foráneo, sino de sentido común; entre estos los precios de los insumos que los vaqueros necesitan para sus corraletas o para el ordeño.

 

No es viable económica ni socialmente justo que un rollo de alambre o una cubeta sigan valiendo lo que ahora cuestan. El arte de lo posible debe definir este momento tan difícil y determinante para la economía cubana. Ya de imposibles sabemos demasiado.

 

 

 

Reestructuración de la industria azucarera

ordenada por Fidel Castro Ruz en el año 2002 

 

Esplendor y ocaso del azúcar en Cuba

Oscar Espinosa Chepe

7 de enero de 2003

           

La agroindustria azucarera marcó durante siglos a la nación cubana, por constituir su base económica e influir en el carácter y hasta en el léxico de su pueblo como bien demostró Manuel Moreno Fraginals en su monumental obra “El Ingenio”.

 

La caña de azúcar fue introducida en Cuba durante el mando de su primer gobernador español, Diego Velázquez (1511-1524). A partir de ese momento se cultivó, y se fabricaron mieles y alguna azúcar para el consumo de los vecinos. Hacia fines del siglo XVI el azúcar empezó a ser exportada en pequeñas cantidades.

 

Su producción careció de importancia hasta que la ocupación británica de La Habana en 1762 estimuló el comercio. Después de 1791 la revolución de Haití destruyó la industria azucarera en ese país, que era el principal suministrador de azúcar en el mundo, e hizo que muchos colonos franceses se trasladaran a Cuba, lo que impulsó su avance.

 

Durante la época napoleónica los puertos cubanos fueron abiertos al comercio extranjero, se estimuló la importación de esclavos y la colonización por medio de inmigrantes. Los hacendados cubanos se beneficiaron de los mercados azucareros de Estados Unidos de América y Gran Bretaña.

 

Arango Parreño y otras ilustres personalidades jugaron un papel importante en el desarrollo de la industria azucarera por su esforzada labor en defensa de la libertad de comercio para Cuba, así como en la aplicación de los adelantos de la ciencia y la técnica. Ello no sólo tuvo relevantes implicaciones para este sector, sino también en el desarrollo cultural en su conjunto.

 

Gracias a esto, la producción de azúcar entre 1800 y 1840 más que se triplicó, y en las dos décadas siguientes se duplicó. En 1868 llegó a 720.250 toneladas métricas, el 28,57 por ciento del total mundial.

 

El auge de la industria estuvo acompañado por una gran dependencia respecto al mercado norteamericano, el cual a mediados del siglo importaba el 54 por ciento de todo el azúcar vendido. A partir de 1877, el porcentaje se mantuvo sobre el 80 por ciento hasta finales de siglo, cuando llegó a alcanzar más del 90 por ciento. Esto originó la singular situación de que Cuba, como colonia española, dependía políticamente de Madrid pero económicamente estaba ligada a Estados Unidos de América.

 

La Guerra de  Independencia, iniciada en 1895, provocó la destrucción de gran parte de la industria. Si en 1894 se llegó a producir más de un millón de toneladas métricas de azúcar, al final de la guerra, en 1898, sólo se alcanzaron 259.331 toneladas.

 

La independencia permitió la reorganización de la industria azucarera sobre bases más ventajosas, al desaparecer la inseguridad en el porvenir político y asegurarse el mercado norteamericano. Esto quedó reflejado en el Tratado de Reciprocidad Comercial suscrito el 11 de diciembre de 1902, que si bien benefició el desarrollo azucarero también consolidó las características monoproductora y monoexportadora de la economía cubana y su conversión en un apéndice azucarero de Estados Unidos.

 

En este escenario, la abundante irrupción del capital norteamericano trajo consigo una impactante recuperación. Ya en 1905 se produjeron un millón 200 mil toneladas de azúcar, cantidad superior a cualquier volumen alcanzado en tiempos de la colonia.

 

Con posterioridad, la industria azucarera se desarrolló con cierta estabilidad, beneficiándose de su prioridad en el mercado norteamericano. En 1919, a causa de los efectos de la Primera Guerra Mundial, el precio del azúcar se disparó, lo que provocó una prosperidad que parecía no tener límites. Sucedió lo que entonces se conoció como la “Danza de los Millones”. Al influjo de esta situación, en 1919 se hizo la primera zafra de más de cuatro millones de toneladas, por lo que Cuba llegó a tener una de sus mayores participaciones en la producción azucarera mundial (26,09 por ciento).

 

Pero la danza terminó. La cotización del azúcar se vino abajo repentinamente y, si en 1920 la zafra tuvo un valor superior a mil millones de pesos, cifra astronómica para aquella época, su monto no sobrepasó los 275 millones de pesos en 1921. La economía se derrumbó y sobrevino un crack bancario que arruinó a miles de propietarios cubanos y condujo a la quiebra de muchos bancos nacionales.

 

La Danza de los Millones trajo otras consecuencias a la economía cubana. El alza desmesurada de los precios del azúcar en el mercado mundial incitó a otros países a desarrollar sus propias industrias, ya fuera a base del cultivo de la remolacha o la caña de azúcar, incluidos los Estados Unidos de América y áreas bajo su dominio, como Puerto Rico, Hawai, Filipinas e Islas Vírgenes. Por ello, a mitad de la década de los años 1920 comenzaron a surgir problemas para vender la producción cubana, lo que creó importantes excedentes.

 

Esos fenómenos fueron previstos tempranamente por ilustres patriotas como Manuel Sanguily, Enrique José Varona y Salvador Cisneros Betancourt, quienes alertaron sobre los inconvenientes de atar la economía a un solo producto y un solo mercado, pero lamentablemente nunca fueron escuchados.

 

Posteriormente, a pesar de que se realizaron esfuerzos por diversificar la economía, ésta se mantuvo atada a la producción azucarera, con etapas de bonanza cuando los precios estaban altos en el mercado mundial, y de fuerte depresión cuando caían. Asimismo, su gran peso en la economía la marcaba significativamente con su actividad en la época de zafra y la paralización en el “tiempo muerto”. Tampoco puede olvidarse que desde finales de la Guerra de Independencia fue un factor de alta concentración de tierra entre pocos propietarios, o sea, de latifundio.

 

Con el triunfo de la revolución en 1959, grandes esperanzas se suscitaron sobre el desarrollo de la economía. En primer lugar, se esperaba que la diversificación dejara atrás la alta dependencia respecto al azúcar y, por otra parte, se daba por seguro la eliminación del latifundio. Este sentimiento fue estimulado por la Primera Ley de Reforma Agraria, del 17 de mayo de 1959.

 

Esas expectativas no se cumplieron. Cuba siguió el camino azucarero, ligada a los mercados del Este de Europa. El latifundio se mantuvo, ahora con ropaje estatal. La confiscación de los centrales azucareros y las plantaciones, en lugar de promover la eficiencia, provocó todo lo contrario.

 

Los rendimientos agrícolas se mantuvieron muy bajos, a pesar de los grandes consumos de fertilizantes y otros insumos, así como las altas tasas de mecanización. Peor sucedió con el rendimiento industrial de la caña procesada que bajó a niveles significativamente inferiores a los logrados antes de 1959.

 

Por otra parte, muy poco se realizó en cuanto a la diversificación de los productos de la industria azucarera. Se hizo caso omiso a los retos que ya eran visibles a mediados del siglo XX por el surgimiento de una serie de edulcorantes sintéticos, a los que se añadieron otros productos, como el sirope de maíz, los cuales con su competencia iban desvalorizando el azúcar en los mercados internacionales. La estrategia seguida por las autoridades se basó exclusivamente en el alto precio que hasta fines de los años 1980 pagó a Cuba el bloque soviético, lo cual, al parecer, llevó a pensar que esa coyuntura favorable persistiría por siempre.

 

Con la llegada del “período especial” a inicios de los años 1990, por la desaparición de las subvenciones, la industria azucarera tuvo que enfrentar las realidades del mercado sin poder transformarse, al carecer del financiamiento necesario para acometer esa tarea. La ineficiencia se acrecentó y disminuyó la producción a volúmenes que en los últimos años no han sobrepasado los cuatro millones de toneladas, con niveles de rendimiento agrícola de 35 toneladas métricas por hectárea, cuando la media mundial sobrepasa las 60 toneladas, según la FAO, y con rendimientos industriales que en muchos años no han superado el 11 por ciento, mientras el promedio de los últimos diez años antes de 1959 fue de 12,74 por ciento.

 

La combinación de una agroindustria ineficiente, que en los últimos 12 años se ha descapitalizado aceleradamente por falta de reposición de los equipos y de mantenimiento, unido a la ausencia de una reconversión destinada a hacer frente a los requerimientos del mercado, como lo hicieron otros países azucareros dedicando esfuerzos a la producción de alimentos para el ganado, cogeneración eléctrica, combustibles como el gasoalcohol, y una gran variedad de otros derivados, han causado la bancarrota de la industria azucarera.

 

Ahora, cuando se plantea que solamente quedarán 71 centrales elaborando azúcar y 14 mieles de los 156 existentes en el país, se demuestra falsa la aseveración oficial de que esta medida se debe a la baja actual de los precios del azúcar en los mercados mundiales, pues en realidad es consecuencia de la ineficiencia acumulada durante años, así como de la falta de previsión.

 

El  cierre  definitivo  de  71  centrales únicamente logrará minimizar las pérdidas económicas que se ocasionaban, pero la producción que se genere en los centrales mantenidos en funcionamiento continuará siendo irrentable.

 

El colapso de la producción agroazucarera desarrollada durante siglos mediante la ardua e inteligente labor de muchas generaciones ha sido ocasionando por la falta de previsión y la mala gestión ejecutada durante decenios.

 

FUENTES:

 

1. El Ingenio, Manuel Moreno Fraginals

 

2. Azúcar y Población en las Antillas, Ramiro Guerra

 

3. Problemas de la Nueva Cuba, Colectivo de Autores, 1934

 

4. Trabajos publicados e inéditos del autor

 

DeMOLER (documental)

 

 

La actualidad de las ideas

Dimas Castellanos

11 de agosto de 2013

 

A 125 años de la muerte de Álvaro Reynoso y Valdés, qué queda de la obra del padre de la agricultura científica cubana

 

A 125 años de su muerte, ocurrida el 11 de agosto de 1888, los resultados científicos que nos legó el eminente químico, fisiólogo, agrónomo, tecnólogo industrial y divulgador científico Álvaro Reynoso y Valdés, continúan en lista de espera. Mientras la prensa oficial le presta una atención exagerada a los hechos y personas vinculadas a la política y a las guerras, se limita a mencionar a Reynoso como parte de las efemérides sin indagar en su obra ni presionar para que sus aportes se conviertan en resultados productivos.

 

Álvaro Reynoso, uno de los cubanos que colaboró desde la ciencia al progreso y a la conformación de las bases de la nación, estudió en el colegio San Cristóbal (Carraguao), se graduó de Bachiller en Ciencias en la Real y Literaria Universidad de La Habana, continuó sus estudios en la Universidad de La Sorbona, en París, donde se graduó en 1856 y obtuvo el doctorado, convirtiéndose en uno de los mejores químicos de su época.

 

Desde los primeros años de estudios, Reynoso y Valdés comenzó a publicar los resultados científicos obtenidos: Nuevo procedimiento para el reconocimiento del Yodo y del Bromo; Diversas combinaciones nuevas del Amoníaco en los Ferrocianuros; Acción de las bases sobre las sales y en particular sobre los arsenitos; La separación del Acido Fosfórico de sus combinaciones con los Óxidos Metálicos; Presencia de azúcar en las orinas de los enfermos histéricos, epilépticos y su relación con la respiración; Efecto del Bromo sobre el envenenamiento por el curare (un veneno utilizado por los indios para emponzoñar sus flechas); Estudios sobre la cría artificial de peces de agua dulce y otros.

 

Al graduarse en 1856, unos veinte trabajos suyos habían sido insertados en publicaciones especializadas de Francia y España. Fue elegido Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid y de la Real Academia de Historia de España, recibió la Real Orden “Catedrático de Química Aplicada a la Agricultura y Botánica” de la Escuela General Preparatoria de La Habana y “Catedrático de Química Orgánica ampliada” en la Universidad Central de Madrid, entre muchos reconocimientos.

 

Al regresar a Cuba en 1858 con un laboratorio dotado de los más modernos equipos e instrumentos, una excelente colección mineralógica y una valiosa biblioteca especializada en ciencias, tomó posesión de la Cátedra de Química y en 1859 sustituyó a José Luis Casaseca en la dirección del Instituto de Investigaciones Químicas de La Habana, institución que convirtió en una de las primeras estaciones agronómicas del mundo.

 

De forma paralela a su obra investigativa, Reynoso y Valdés se dedicó a la divulgación. En 1868 comenzó a colaborar como redactor científico del Diario de la Marina, donde tenía una columna en la que publicó artículos acerca de las aguas potables; reseñó el primer ensayo realizado en Cuba en abril de 1863 del arado movido por vapor tipo Fowler, con el que se inició la mecanización de la caña de azúcar en la Isla; fue redactor de los Anales y Memorias de la Real Junta de Fomento y de la Real Sociedad Económica; publicó en la Revista de Agricultura del Círculo de Hacendados de la isla de Cuba y en otros órganos de prensa.

 

Entre sus obras publicadas están Apuntes sobre varios cultivos cubanos, donde compiló sus aportes sobre la agricultura no cañera, como maíz, café, algodón, tabaco; Estudios progresivos sobre varias materias científicas, agrícolas e industriales, una colección de artículos publicados en la prensa acerca del cultivo de la caña de azúcar en todas sus fases, así como de los planes de experimentación del Instituto de Investigaciones Químicas y la siembra de boniato, ñame, maíz y arroz, destinada al consumo humano y animal.

 

A mediados del siglo XIX, cuando Cuba ocupaba el primer lugar mundial en producción de azúcar y el último en productividad, apoyado en su tesis de que “la verdadera fábrica de azúcar está en los cañaverales”, se consagró a resolver esa contradicción. Los resultados quedaron recogidos en su obra cimera Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar, donde integró todas las operaciones relacionadas con el cultivo y cosecha de la gramínea, desde el efecto negativo de la tala de bosques vírgenes hasta la molida fresca para evitar la alteración de los jugos. Esta obra editada en 1862, se reeditó en Madrid en 1865, en Paris en 1878 y en Cuba en 1925, donde se reimprimió en 1954 y 1959, además de editarse en Holanda.

 

Un aspecto de su ideario, que apenas se menciona, es que Reynoso consideraba la participación autónoma de los cubanos en la reforma de la política estatal de la colonia como demanda legítima. Por eso, en su análisis sistémico no escapó el vital tema de la propiedad agraria. Él consideraba, al igual que Francisco de Frías y José Antonio Saco, la necesidad de fomentar una agricultura cañera con pequeños campesinos criollos e inmigrantes, donde el incentivo en la propiedad, a diferencia del sistema esclavista, era un componente básico para impulsar la modernización de la economía agraria.

 

Sin embargo, en el año 2001, cuando debido al declive continuado de la producción azucarera no se rebasaron los 3,5 millones de toneladas, el entonces ministro del azúcar, el General de División Ulises Rosales del Toro, anunció dos proyectos para revertir esa situación: una reestructuración de la industria azucarera dirigida a lograr un rendimiento industrial del 11%, es decir, a extraer de cada 100 toneladas de caña 11 toneladas de azúcar; la otra, bautizada con el nombre del insigne científico, con el objetivo de alcanzar 54 toneladas de caña por hectárea. Con ambos proyectos, según se anunció en aquel momento, se alcanzarían seis millones de toneladas de azúcar (cifra producida en Cuba en 1948).

 

Para ese fin, en lugar de tener en cuenta todos los elementos que participan en el proceso productivo, tal y  como enseñó Reynoso, se cerraron unas 100 fábricas de azúcar, se distribuyeron enormes extensiones cañeras para otros cultivos y se soslayó el dañino monopolio estatal sobre la propiedad de la tierra. Los resultados eran de esperarse. El monto de la zafra 2002-2003 —la primera desde la implementación de la “novedosa” tarea y una de las peores de todos los tiempos— fue de 2,10 millones de toneladas, casi la mitad de lo que se producía en 1919.

 

De ahí hasta el presente la ineficiencia industrial, la poca disponibilidad de caña, los bajos rendimientos por caballería y el elevado costo de producción por tonelada, se han repetido año tras año. En la última zafra, la de 2012-2013, el plan de 1,7 millones de toneladas no se pudo alcanzar por disímiles causas, pero especialmente porque el problema irresuelto de la tenencia de la tierra se intentó resolver mediante el usufructo, manteniendo al Estado ineficiente como propietario y la economía subordinada a la política y la ideología, lo que se refleja no solo en la producción azucarera, sino en la producción agropecuaria y todas las ramas de la economía.

 

 

Turismo y espejismo castrista

Roberto Álvarez Quiñones

21 de febrero de 2014

 

De los 633 dólares que cada visitante gastó en Cuba en 2013, solo 254 quedaron en el país. Los ingresos netos obtenidos del turismo internacional están entre los más bajos del mundo

 

Los ingresos netos obtenidos por Cuba en 2013 por el turismo internacional se ubicaron entre los más bajos del mundo: de los 633 dólares gastados por cada visitante, solo quedaron en la isla 254. Los otros 379 dólares volaron al extranjero.

 

Ese “pequeño” detalle no lo informó la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) del régimen cuando el pasado 19 de febrero reveló que los 2.851.000 turistas que viajaron a Cuba el año pasado dejaron allí 1.804 millones de dólares.

 

De esos ingresos brutos, al menos 1.082 millones salieron del país por concepto de importaciones específicas para el funcionamiento de la industria turística, que tiene que importar hasta frutas y vegetales frescos de República Dominicana. Esa sangría de divisas fue el componente importado de los costos de operación de la industria turística, que en el caso de Cuba es enorme, y que la ONEI nunca menciona.

 

El turismo es la principal actividad económica de decenas de países. Crea empleos, incrementa el Producto Interno Bruto, el comercio minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. Por eso es muy importante que el componente importado sea bajo. En México, 7,5 millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo. España recibió 60,6 millones de visitantes en 2013 y su industria turística representa el 11,5% de todos los empleos de la nación.

 

El gobierno  de Raúl Castro miente cuando afirma que las importaciones para la industria turística constituyen un 50% de su costo operativo, pues la mayor parte del valor agregado en la producción nacional destinada al turismo ha sido generado con insumos y partes importadas.

 

Según economistas de la Isla y emigrados, el componente importado en los costos turísticos  en Cuba oscila entre un 60% y un 65%. Si tomamos la cifra de 60%, vemos que de cada dólar captado, 60 centavos regresan al extranjero. A las finanzas nacionales solo contribuyen los otros 40 centavos.

 

Ello significa que  Cuba recibió en realidad $722 millones por el turismo. Con tan poco dinero, el sector  no se autofinancia para poder crecer. No se puede mejorar la infraestructura turística.

 

No hay en qué gastar

 

Como el país apenas produce, el gasto promedio de $633 por turista en 2013 en la Isla fue muy  bajo. Los turistas no tienen en qué gastar. En cambio, en la vecina República Dominicana, un país pobre, en 2012 se recibieron 4,5 millones de visitantes que dejaron ingresos brutos por 4.549 millones de dólares, para un gasto por turista de 1.011 dólares, según cifras oficiales.

 

Si algo evidencia el fracaso económico del castrismo es su incapacidad para obtener recursos financieros netos del turismo. Es algo que la nación necesita desesperadamente. Y sin embargo, se importa casi todo lo que demanda el turismo, incluyendo los alimentos. Es una vergüenza. En 1957 Cuba fue clasificada por la FAO como el mayor país exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a su población. La nación se autoabastecía de alimentos y además los exportaba.

 

Pero la estatización comunista de las tierras ya en 1962 dio origen a una cartilla de racionamiento de alimentos que sigue vigente y que cubre unos diez días al mes —los otros 20 días hay que “resolverlos” en el mercado negro. La cartilla no contempla la entrega de carne de res y la leche es solo para menores de 7 años.

 

Recorrido ya más de medio siglo con el sistema económico diseñado por Marx y Lenin, el país importa no ya el 29% “denunciado” por los comunistas de 1957, sino el 81% de los alimentos que consume. Con tierras muy fértiles, ocho partes de cada 10 de la alimentación cubana provienen del extranjero. La mitad de las tierras cultivables están hoy ociosas, y las granjas estatales registran los rendimientos más bajos de Latinoamérica y, en algunos renglones, de todo el mundo.

 

Improductividad récord

 

Por ejemplo, los rendimientos  en la caña de azúcar en Cuba antes de 1960 eran los más altos de Latinoamérica, y hoy son los más bajos: entre 31 y 37 toneladas de caña por hectárea, mientras que el promedio latinoamericano oscila entre 90 y 110 toneladas. La que fuera la azucarera mundial por casi dos siglos regresó a los niveles de producción de 1896, cuando era colonia de España. Y ha llegado al colmo de tener que importar azúcar de Brasil, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos para cubrir sus compromisos de exportación.

 

En 1958, Cuba fue el cuarto productor de arroz de América Latina, con 256.000 toneladas para una población de seis millones de habitantes. En 2012, con 11,2 millones de habitantes, la Isla produjo  217.000 toneladas, de manera que importar 483.000 toneladas para cubrir el consumo nacional.

 

Al llegar Castro al poder, Cuba contaba con más de seis millones de cabezas de ganado vacuno, es decir,  una vaca por habitante, el triple del promedio mundial de 0,32 bovino per cápita. Hoy el país tiene 3,6 millones de cabezas, con el doble de habitantes. En 1958 se produjeron 2,6 millones de litros de leche diarios, casi medio litro por habitante. Pero en 2013, según la ONEI, se produjo solo un millón de litros diarios, la onceava parte de un litro per cápita. Una vaca en Colombia produce como promedio 18 litros diarios de leche, mientras una vaca cubana apenas 3,3 litros.

 

Durante 160 años Cuba gozó de fama internacional como productora y exportadora de uno de los mejores cafés del mundo. Pero de 60.000 toneladas de café producidas en la cosecha 1957-1958, la producción en 2013-2014 fue de 6.200 toneladas. Hoy se produce diez veces menos café que hace 56 años.

 

Camisa de fuerza

 

Estas son solo algunas cifras que explican por qué en materia gastronómica el turismo internacional en Cuba no genera ingresos netos como en los países con economía de mercado. En cuanto al resto de lo necesario para el sector turístico, el panorama es aún peor. Muchas de las industrias del país han sido cerradas por falta de materia prima o por roturas de maquinarias y equipos; otras funcionan a media máquina en estado casi  ruinoso. Y todas, con un deterioro y una falta de mantenimiento escandalosos, presentan una obsolescencia tecnológica y una improductividad laboral sin paralelo en todo Occidente.

 

En fin, las cifras que la ONEI ofrece al mundo sobre el desempeño de la industria turística son un espejismo. Nada tienen que ver con la realidad. La dictadura debe quitar de una vez la camisa de fuerza que impide a los cubanos crear riquezas libremente. Si eso sucediese, no solo el componente importado citado bajaría a un 20% ó 25%, sino que podría significar el fin del embargo de Estados Unidos y millones de estadounidenses visitarían la Isla.

 

Un moderado cálculo indica que si se expandiese en grande la capacidad de alojamiento, Cuba bien podría recibir entre 7 y 9 millones de turistas estadounidenses. Los miles de millones de dólares que gastarían podrían constituir el motor principal para primeramente reconstruir el país, y luego para desarrollar su economía y situarla nuevamente entre las más prósperas de Latinoamérica. Lo era antes del tsunami castrista.

 

 

Anualmente, la Cuba castrista gasta en importación de alimentos  más  de  dos  mil millones  de  dólares, el 30% de sus ingresos en divisas.

 

 

Agricultura cubana:

Menos frijoles, papa, plátano y leche en el 2013

Wilfredo Cancio Isla

28 de diciembre de 2013

 

La producción agrícola cubana sigue en un callejón sin salida, obligando al gobierno de Raúl Castro a invertir cuantiosas sumas en la importación de alimentos tras la debacle en las cosechas de papa, frijol y plátano, y en las entregas de leche durante el año que termina.

 

El más reciente informe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONE) refleja una alarmante caída de la producción agrícola no cañera en un 2,6%, y la distribución de 5,1 millones de litros de leche menos. Aunque las cifras reflejan el flujo de la producción agropecuaria entre enero y septiembre de 2013, la tendencia es irreversible cuando se computen los resultados anuales.

 

La Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), que sesionó la pasada semana, analizó los bajos índices productivos en cultivos fundamentales para la canasta familiar y la cobertura básica de las necesidades alimentarias de los cubanos.

 

Según reportó ante el Parlamento el viceministro primero de la Agricultura, Julio García Pérez, sólo para suplir el déficit de frijol y leche que enfrentó el país por los incumplimientos productivos, el Gobierno cubano tuvo que invertir unos $40 millones de dólares adicionales.

 

Reformas estancadas

 

“Si no producimos, no podemos avanzar”, sentenció Raúl Castro en una de las sesiones parlamentarias sobre la necesidad de aumentar la capacidad productiva y reducir las importaciones.

 

Las reformas impulsadas en la agricultura desde el 2008 no parecen estar dando los dividendos que el gobierno esperaba.

 

Las estadísticas ponen al descubierto la incapacidad de la agricultura cubana para estabilizarse y suplir las importaciones de alimentos, a pesar de los ingentes esfuerzos y medidas gubernamentales para estimular a los productores. Cuba invierte más de 2.000 millones de dólares anuales en la adquisición de productos alimentarios.

 

La producción general de viandas disminuyó en 158,4 millones de toneladas. Los mayores desbalances se evidenciaron en la cosecha de plátano, con un desplome del 33%, y en la de papa, con una reducción del 16%.

 

En cuanto al fríjol, la merma productiva fue del 6%.

 

Catástrofe citrícola

 

Los crecimientos se produjeron en las cosechas de boniato, malanga, yuca y hortalizas. Otros decrecimientos significativos se reportaron en las entregas de ajo, cebolla, melón y col.

 

En lo que constituyó una verdadera catástrofe por tercer año consecutivo, los cítricos se redujeron a las 66,8 millones de toneladas, un desplome del 27 % con relación a los primeros nueve meses del pasado año.

 

Respecto a los frutales, el retroceso general fue del 7%, con crecimientos discretos reportados sólo en las producciones de piña y guayaba.

 

La raquítica producción de frutas ha estado en el foco de la máxima dirección del Gobierno. El pasado octubre, Raúl Castro asistió a un encuentro de cooperativas de frutales en Bejucal, provincia de Mayabeque, para estimular a los cosecheros.

 

En general, el informe de la ONE registra una mayor eficiencia productiva en casi todos los índices alcanzados por los sectores privados y cooperativos, que los reportados por el sector estatal.

 

Más carne, pero menos leche

 

En el caso de la ganadería, se reporta un crecimiento del 9,4%, con mayores entregas de carne de ganado vacuno (86.000 toneladas) y de carne porcina (140.000 toneladas), y una ligera disminución en la producción de carne de aves en 1.000 toneladas, aunque hubo un alza en la producción de huevos hasta las 1.558 millones de unidades (1,2% de crecimiento).

 

Sin embargo, lo más preocupante para el sector ganadero son las limitaciones persistentes de la producción de leche, que se quedó en 365 millones de litros. El rendimiento promedio diario por vaca es de 3,3 litros, lo que también marcó un leve descenso respecto al 2012.

 

Los problemas de la producción y distribución lechera siguen siendo una piedra en el zapato de la economía nacional. En un discurso de julio de 2007, Raúl Castro prometió garantizar un vaso de leche en la mesa de todos los cubanos, pero el pronóstico es aún una asignatura pendiente de su mandato.

 

El Parlamento discutió la necesidad de pagar mejor los precios de la leche a los campesinos y de realizar un proceso de acopio del producto con mayor eficiencia.

 

Con vistas a estimular la producción agropecuaria, el Gobierno cubano anunció este año una nueva política de comercialización de productos agropecuarios, iniciada en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque. La iniciativa busca mantener precios de acopio centralizado para productos como arroz, frijoles, papa, malanga, boniato, cebolla, ajo y tomate.

 

Los mercados agropecuarios trabajarán en lo adelante bajo dos modalidades: los que son administrados por el Estado, con facultad para operar en igualdad de condiciones al resto de los establecimientos; y los gestionados por cooperativas agropecuarias.

 

 

Improductividad y deuda eterna

Roberto Álvarez Quiñones

23 de julio de 2013

 

Cada cubano que nace hoy en la Isla debe $5.328 a la comunidad internacional. Sin los subsidios venezolanos y las remesas familiares, el castrismo colapsaría.

 

Cada afiliado a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), con un sueldo promedio de 20 dólares mensuales, le debe al Club de París 9.052 dólares y, a Rusia, otros $8.000. O sea, cada empleado asalariado en la Isla debe a acreedores internacionales 17.052 dólares. O lo que es lo mismo: 71 años de trabajo, un record mundial absoluto, de ciencia ficción.

 

Hacer este cálculo, simbólico pero elocuente, es sencillo. La CTC cuenta con 3,5 millones de trabajadores y el Estado castrista, en medio siglo de improductividad económica, ha acumulado ya una deuda externa de $59.681 millones.

 

De ese total, según un informe de la Unión Europea, la dictadura cubana le debe $31.681 millones al Club de París. Ese pool occidental de acreedores, creado en 1956, lo integran 19 países de América, Europa y Asia, y su función es la de coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de gobiernos e instituciones oficiales de préstamo. Cuba es el mayor deudor de Latinoamérica y casi quintuplica el adeudo de Argentina ($6.743 millones), y sextuplica la deuda de México ($4.869 millones) con el club financiero.

 

Los restantes $28.000 millones de la deuda cubana los reclama Rusia por las obligaciones contractuales y créditos no pagados a la Unión Soviética durante 30 años de anótalo en el hielo, tovarich. El Gobierno castrista no reconoce la deuda con la extinta URSS y jamás la va a pagar por muchos descuentos y juegos malabares que haga Moscú. Pero no puede eludir el adeudo con Occidente y eso sí es un problema, incluso para cualquier gobierno postcastrista que quiera reconstruir el país.

 

Si algo evidencia la incapacidad de la economía socialista cubana para generar riquezas, y la nulidad de las “reformas” de Raúl Castro, es que cada año las importaciones cubanas superan con mucho a las exportaciones de bienes. Ese déficit comercial crónico genera una deuda externa ad infinitum.

 

Es lógico. Una persona solo puede gastar más dinero del que gana o tiene ahorrado si se endeuda o un alma caritativa paga las cuentas que exceden su capacidad de pago. O hace ambas cosas a la vez. Esto es válido también para las naciones. Cuba produce muy poco y exporta menos de lo que importa. Consecuentemente, no tiene reservas monetarias para cubrir el déficit de su balanza comercial, por lo cual se endeuda y necesita además un mecenas extranjero.

 

El colmo es que como ahora el Gobierno contabiliza como “exportación de servicios” a las subvenciones recibidas de Caracas, desde 2010 asegura que tiene superávit comercial. Falso. Lo cierto es que debido a las escasas exportaciones y el exceso de importaciones la deuda externa cubana ya supera el Producto Interno Bruto (PIB). Antes de la llegada de los Castro al poder, entre 1950 y 1958, la balanza comercial cubana registró superávit, excepto en 1958, que tuvo un déficit de $43,6 millones. En 1953, por ejemplo, el país exportó por valor de $640 millones e importó $489 millones, para un excedente comercial de $151 millones, enorme para el volumen comercial de la Isla entonces.

 

En cambio, desde la proclamación del socialismo en 1961 la balanza comercial ha sido siempre deficitaria, con excepción de 1974, cuando tuvo un superávit de $10 millones. El año record en volumen de exportaciones fue 1989, cuando exportó bienes por valor de $5.399 millones. Pues bien, ese año las importaciones cubanas ascendieron a $8.140 millones, para un déficit de $2.740 millones en la balanza comercial.

 

Tan altos desbalances comerciales explican el extraordinario endeudamiento, pues la casi totalidad de ese adeudo obedece a créditos comerciales recibidos y no pagados por La Habana. Durante tres décadas esos desequilibrios fueron cubiertos por la Unión Soviética, y acumularon una deuda gigantesca. Tras la desintegración de la URSS apareció el chavismo en Venezuela, que se encarga de mantener a flote la economía isleña.

 

La estadísticas de la Unión Europea revelan que en 2010 Cuba le debía $3.200 millones a España, $3.170 millones a China (en divisas convertibles), $2.775 millones a Japón, $1.967 millones a Argentina, $1.856 millones a Francia, y miles de millones de dólares a otros 22 países, incluyendo $1.149 millones a la Rusia postsoviética.

 

No más créditos

 

El problema es que de esa deuda Cuba no paga ni siquiera los intereses acumulados, por lo que el saldo del adeudo sigue creciendo cada año. Por eso el país no recibe créditos y no puede comerciar con decenas de países. Eso, y no el “bloqueo yanqui”, es lo que afecta de veras a Cuba.

 

En 1985 Castro se autoerigió en abanderado contra el pago de la deuda externa de los países del tercer mundo. El dictador organizó conferencias internacionales en La Habana, en las que lanzó la consigna (aplaudida por cientos de izquierdistas) de no pagar ni un centavo más a los acreedores porque eran ellos los que tenían una “deuda financiera y moral colosal” por los 400 años de “explotación colonial y neocolonial” de los países de Latinoamérica, Asia y África.

 

Y desde julio de 1986, Cuba no paga ni la amortización de los préstamos, ni los intereses. El régimen ha llegado a ciertos acuerdos con el Club de París y con Rusia para la renegociación de la deuda, pero luego no los cumple.

 

Con la estrategia fidelista de no pagar la deuda —despilfarrada o incluso malversada por algunos gobiernos corruptos sin beneficio para sus pueblos—, lo único que logró Cuba fue  convertirse en un apestado internacional con el que no se puede hacer negocio. Ningún gobierno la secundó.

 

No se trata de que Cuba deba obtener siempre superávit en su balanza comercial. Es común que ciertas naciones en desarrollo registren déficit comercial, pues necesitan importar tecnología, bienes de capital, materias primas, equipos. Para ello reciben créditos que luego van pagando con el propio crecimiento económico.

 

Pero en una economía centralmente planificada, los recursos tecnológicos y de capital importados no se aprovechan, hay despilfarro, negligencia burocrática, robos masivos en las fábricas, una bajísima productividad e ineficiencia laboral. La economía no crece y los créditos no se pagan. Entonces los proveedores dejan de vender y de prestar dinero.

 

La actual crisis del transporte de pasajeros en la Isla se debe a que el Gobierno dejó de hacer parte de los pagos por cientos de ómnibus que recibió de China y de Bielorrusia, y los acreedores suspendieron los suministros de piezas de repuesto.

 

Tal desastre lleva de la mano a una deuda, que además de externa, es eterna, al punto aberrante de que todo bebé que haya nacido en la Isla mientras usted lee este artículo vio la luz ya marcado por una deuda de $5.328 con la comunidad internacional.

 

La economía castrista está postrada de tal manera que sin los $10.000 millones en subsidios chavistas, y sin los $2.500 millones anuales que hoy aportan los “gusanos” desde el exterior,  los cubanos probablemente vivirían igual o peor que los haitianos.

 

 

Si el modelo no sirve ¿qué esperar de la copia?

Dimas Castellanos

17 de junio de 2013

 

La zafra vuelve a ser un desastre. Así será mientras la economía continúe subordinada a la ideología

 

La capacidad de los criollos, conjuntamente con el efecto de la ocupación de La Habana por los ingleses y la revolución de Haití, en la segunda mitad del siglo XVIII, favorecieron la conversión de Cuba en potencia azucarera. Los hacendados de la Isla comprendieron la importancia de desarrollar rápidamente la agricultura antes de que Haití se rehabilitara. Había que mirar a la vecina isla, decía Francisco de Arango y Parreño, “no sólo con compasión, sino con ojos políticos”. Como resultado, Cuba se convirtió en la principal productora y exportadora de azúcar del mundo.

 

La producción de azúcar, que en 1860 fue de 447 mil toneladas, alcanzó 1,4 millones en 1895, se elevó en 1919 por encima de los 4 millones, en 1925 alcanzó los 5,3 millones y en 1952 llegó a 7,2 millones de toneladas. En 1970, después de un colosal esfuerzo que dislocó toda la economía cubana, se produjeron 8,5 millones, para comenzar a descender hasta el año 2001, cuando la producción no rebasó los 3,5 millones de toneladas; cifra por debajo de lo alcanzado en 1919.

 

Para revertir el declive se designó al General de División Ulises Rosales del Toro al frente del Ministerio del Azúcar (MINAZ) y se emprendieron la Reestructuración de la Industria Azucarera y la Tarea Álvaro Reynoso. La primera dirigida a lograr un rendimiento industrial del 11% (extraer de cada 100 toneladas de caña 11 de azúcar) y la segunda para producir 54 toneladas de caña por hectárea (según la FAO el promedio mundial era de 63 toneladas).

 

Los resultado de ambos proyectos durante una década, en millones de toneladas, fueron: en 2002, 2,2 millones; en 2003, 2,1; en 2004, 2,52; en 2005, 1,3 (40% por debajo de la anterior); en los años 2006, 2007 y 2007 fueron similares al 2005; luego en 2009 subió ligeramente hasta 1,4 (la cifra alcanzada en 1895); y tocó fondo en el año 2010, cuando se produjeron solo 1,1 millones de toneladas. El promedio anual de ese decenio apenas sobrepasó los 1,8 millones. Luego, la zafra de 2011 quedó por debajo de 1,3 millones de toneladas.

 

En respuesta a los fracasos, el MINAZ fue remplazado por el monopolio estatal AZCUBA, entidad que, teniendo en cuenta dos de los factores que incidieron fuertemente en las reducidas producciones, para la zafra de 2012 sembró suficiente caña y logró contar, desde el inicio de la contienda, con la casi totalidad de los recursos contratados. Sin embargo, esta vez tampoco se pudo cumplir un plan de 1, 45 millones de toneladas, ni se terminó en la fecha planificada.

 

Finalmente, en diciembre de 2012, al iniciarse la presente zafra, AZCUBA, haciendo uso de la experiencia acumulada, se propuso producir 1,7 millones de toneladas de azúcar (20% mayor que la cosecha anterior) y anunció que la mayoría de las fábricas cerrarían antes del mes de mayo, para evitar el efecto negativo del calor y las lluvias de ese mes que deterioran la calidad de la caña.

 

Las dificultades asomaron temprano. A principios de febrero ya se contaba con un atraso productivo de 7,8 por ciento. A mediados del mes de marzo la prensa oficial comentó que la mayoría de las 13 provincias productoras del dulce tendrían que seguir moliendo después de la fecha fijada para poder alcanzar los 1,7 millones de toneladas. En las postrimerías de marzo el atraso productivo alcanzaba el 18%. A principio de abril, debido al insuficiente abasto de caña, el país estaba moliendo al 65% de la norma potencial. Así se inició mayo con el cumplimiento de dos de las 13 provincias azucareras, Cienfuegos y Artemisa aproximadamente al 90% de sus planes y Matanzas con un atraso de algo más de 30 mil toneladas de azúcar, mientras Villa Clara, Santiago de Cuba, Holguín, Las Tunas, Granma y Mayabeque, estaban moliendo por debajo del 60% de la norma potencial. Al concluir mayo se supo que Camagüey, una de las provincias que se esperaba cumpliera el plan, se quedó por debajo. Ahora, a principios de junio, Azcuba anuncia que la zafra quedó a un 11 por ciento por debajo del previsto.

 

El central Uruguay, en Sancti Spiritus —que en los últimos seis años cumplió su plan técnico-económico—, produjo 8 mil toneladas más que en la anterior zafra y logró el rendimiento industrial acumulado más alto del país (11,95); así, no constituye la regla, sino la excepción.

 

En resumen, el cambios de dirigentes, la Reestructuración de la Industria Azucarera, la Tarea Álvaro Reynoso, el cierre de unas 100 fábricas de azúcar, la redistribución para otros cultivos de un alto por ciento de las tierras destinadas a las plantaciones de caña, la sustitución del MINAZ por AZCUBA y un variado paquete de medidas económicas y estructurales, no han logrado alcanzar la cantidad de caña por hectárea ni el rendimiento industrial planificados.

 

La zafra de 2013 adoleció de los mismos problemas anteriores: arrancadas tardías, insuficiente abasto de caña, bajos rendimientos agrícolas e industriales, problemas de transporte, deficiente mantenimiento y roturas en la industria, mala calidad de las reparaciones de la maquinaría agrícola, envejecimiento de la materia prima, falta de piezas de repuesto, baja calificación del personal, incapacidad administrativa y elevado costo de producción por tonelada, entre otros factores.

 

Aunque el popular tango de Carlos Gardel y Alfredo Lepera dice que veinte años no es nada, en materia económica sí son suficientes para desechar el modelo empleado, que obsoleto o actualizado, sencillamente no funciona y no puede funcionar porque la economía continúa subordinada a la ideología, al predominio de la propiedad estatal y a una planificación que no guarda ninguna relación con la realidad, tal y como se copió del modelo soviético.

 

Se trata de una situación similar a la existente en Cuba a fines del siglo XVIII, cuando las soluciones que planteaba España ya no respondían a los cambios ocurridos en la Isla, lo que motivó a Francisco de Arango y Parreño a expresar aquella frase lapidaria: “si el modelo no sirve, ¿qué se puede esperar de la copia?

 


El posible impacto de la muerte de Chávez

en la economía cubana

Carmelo Mesa-Lago

12 de marzo de 2013

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba, y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves

 

Desde que asumió el poder Hugo Chávez en 1999, y particularmente a partir de 2001, Venezuela ha prestado una ayuda económica vital y creciente a Cuba; la muerte de aquél abre la interrogante de si dicha ayuda continuará, disminuirá o terminará, y cuál sería el posible impacto en la economía cubana en los dos últimos casos.

 

En 2005-2011 (no hay cifras aún para 2012), el comercio exterior de mercancías cubano se concentró de forma escalada con Venezuela. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) alcanzó un récord de $8.325 millones en 2011, más de cuatro veces el intercambio de 2005, debido principalmente al alza del precio del petróleo. La participación venezolana en el intercambio total cubano saltó de 23 % a 42 % entre 2006 y 2011, seguida de Japón con sólo 10 %. En 2011 el déficit de mercancías con Venezuela fue $3.470 millones (porque Cuba exportó muy poco e importó mucho, especialmente petróleo) y creció de 27 % a 44 % del déficit total cubano de $6.047 millones. Cuba no informa cómo paga dicho déficit, pero lo hace en parte con el superávit de servicios. En 2010, el balance de servicios cubano, excluyendo el turismo, fue $7.442 millones, que corresponde al pago de profesionales cubanos en el extranjero (médicos, enfermeros, maestros, entrenadores de deportes, personal de seguridad), en su gran mayoría estacionado en Venezuela, y excedió en más de $1.000 millones al déficit de la balanza de mercancías.

 

El acuerdo de cooperación firmado entre los dos países en 2000 estableció que Cuba proveerá servicios profesionales pagados por Venezuela, a cambio del suministro de petróleo y sus derivados. El actual convenio se extiende de 2010 a 2020 y no especifica la forma de fijar los precios de los servicios cubanos; según la CEPAL, el valor de dichos servicios es indizado al precio del petróleo. He estimado el valor del crudo importado de Venezuela en 2010 en $2.759 millones y el valor de los servicios profesionales cubanos en $5.432 millones, lo que resulta en un excedente de $2.673 millones en favor de Cuba, que puede ser usado para sufragar el déficit de la balanza de mercancías con Venezuela.

 

Hay cifras contradictorias sobre el número de profesionales cubanos en Venezuela. Si tomamos la más citada de 40.000 profesionales en 2010 y el valor de los servicios estimado en $5.432 millones, resultaría en un promedio de $135.800 anual por profesional, 27 veces el salario promedio de un médico venezolano y, varias veces mayor al de un enfermero o un maestro. De manera que Venezuela otorga un subsidio a Cuba y esta no podría exportar fácilmente sus profesionales a otros países porque estos pagarían precios de mercado sin subsidios.

 

Venezuela suministra a Cuba 105.000 barriles diarios de crudo y derivados, 92.000 para el consumo (62 % de la demanda total cubana) y 13.000 para refinar en Cienfuegos, supuestamente pagados con los servicios profesionales, pero se mostró que el valor de estos es 2,5 veces superior al del petróleo. Cuba recibe un trato preferencial para el pago de las importaciones del crudo venezolano: debe abonar la mitad en 90 días y la otra mitad en 25 años, con dos de gracia y una tasa de interés de sólo 1 %; el financiamiento aumenta según sube el precio del crudo, lo cual protege a Cuba contra las oscilaciones del precio. No hay estadísticas fidedignas sobre el pago del petróleo por Cuba; el Anuario Estadístico ya no reporta el volumen y precio importado del crudo total y desagregado por países. Se ha estimado la deuda petrolera acumulada entre $5.000 millones en 2001-2009 (24 % del adeudo total de PDVSA) y $13.800 millones. Cuba exporta parte de dicho petróleo al mercado mundial.

 

Entre 2000 y 2011, se firmaron 370 proyectos de inversión entre los dos países por un estimado de $11.000 millones, incluyendo la duplicación de capacidad de la refinería en Cienfuegos, una planta de gas licuado con gasoducto de 320 kilómetros, una refinería en Matanzas, y la ampliación de la existente en Santiago de Cuba. Además, el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela otorgó $1.500 millones para financiar proyectos cubanos en 2007-2010, 88 % del desembolso total de dicho banco en el período. También el Fondo Autónomo de Cooperación Internacional concedió créditos por $1.083 millones a empresas cubanas, incluyendo aeropuertos internacionales en La Habana y Varadero.

 

Estimo el valor del intercambio de bienes y servicios con Venezuela en 2010 en casi $13.000 millones, incluyendo el intercambio comercial de mercancías, el pago de los servicios profesionales y la inversión directa, sin contar la deuda petrolera y los otros créditos citados. El total representó entre 20,8 % y 22,5 % del PIB cubano en 2010, basado en dos estimados del PIB. Una comparación con el intercambio comercial, subsidios, créditos e inversión con la ex Unión Soviética es difícil porque parte era en rublos, parte en pesos y parte en dólares pero, según mi estimado, el total en 1989 era de $12.715 millones. Aunque hay que ajustar esta cifra a la inflación, es obvio que la relación con Venezuela es tan primordial como la que había con la URSS y, consecuentemente, su dependencia.

 

La economía venezolana se ha beneficiado enormemente del aumento del precio del petróleo y del correspondiente ingreso del gobierno: 2,5 veces en 2000-2012 sobre los 13 años precedentes (las ventas de petróleo aportan 90 % del total de las exportaciones venezolanas y 50 % de su recaudación fiscal). A pesar de ello, ha ocurrido un deterioro en los indicadores macroeconómicos, debido a las inadecuadas políticas de Chávez (cifras de CEPAL): 1) el PIB por habitante se desaceleró de 16 % en 2004 a 3,7 % en 2012; 2) la inflación creció de 22 % a 29 % entre 2007 y 2011 (la mayor con creces en la región); 3) e1déficit fiscal aumentó de 1,2 % del PIB en 2008 a 3,8 % en 2012; 4) la formación bruta de capital disminuyó de 28 % del PIB en 2007 a 23 % en 2012; 5) la balanza de capital y financiera fue negativa y se deterioró de -$16.834 a -$20.241 millones entre 2009 y 2012; 6) las reservas brutas internacionales cayeron 40 % entre 2008 y 2012 (de $43.127 a $25.864 millones); 7) la inversión extranjera directa se tornó de positiva ($4.875 millones) a negativa (-759 millones) entre 2010 y 2012; 8) la fuga de capitales en los tres últimos años sumó $89.453 millones y en 2012 fue una de sólo dos negativas en la región; y 9) la deuda bruta se duplicó entre 2006 y 2012 y sobrepasó $100.000 millones.

 

La industria petrolera venezolana sufre problemas crecientes que han causado una caída en la producción, exportaciones, ganancias y sostenibilidad financiera. La producción del crudo bajó de más de 3 a 2,5 millones de barriles diarios, por falta de mantenimiento, el despido de 18.000 empleados de PDVSA (la mitad de su personal técnico) y la ausencia de inversión. PDVSA debió invertir $13.300 millones en 2010 pero no lo hizo por falta de recursos; en 2008 suspendió pagos a sus contratistas y proveedores incurriendo en una deuda de $7.000 millones en 2009; según el Banco Central no pagó los impuestos debidos. La crisis eléctrica genera frecuentes apagones que afectan a la producción y la población. En 2012 se clausuró una de las diez refinerías mayores del mundo, en las Islas Vírgenes, a la que PDVSA le suministraba la mitad de su producción, debido a una pérdida de $1.300 millones desde 2009. El pesado crudo venezolano es difícil de procesar en las refinerías mundiales diseñadas para procesar el crudo ligero y por ello Venezuela ha expandido las refinerías cubanas.

 

En el plano social las políticas redistributivas de Chávez disminuyeron la desigualdad en el ingreso, que era muy alta, mientras que sus programas sociales redujeron la incidencia de pobreza entre la población de 48,6 % en 2002 a 27,6 % en 2008; sin embargo la pobreza aumentó a 29,5 % en 2011, similar al promedio regional, y Venezuela fie el único país en que la pobreza subió entre 2008 y 2011. El desempleo abierto ascendió de 7 % a 8 % entre 2008 y 2012 (versus un promedio de 6 % en la región) a par que el salario medio real se deterioró en 8 puntos porcentuales (cifras de CEPAL). El enorme aumento de la inflación ha recortado el poder adquisitivo de los grupos de menor ingreso, los programas de salud se han deteriorado, y el “Índice de la miseria”, estimado por The Economist en 2012, combinando la inflación y el desempleo, situó a Venezuela en el segundo peor lugar entre 92 países.

 

La fijación por el gobierno de topes a los precios de los alimentos ha provocado escasez generalizada, crecimiento del mercado negro y una escalada en la inflación, agravada por la expansión en la emisión monetaria. El gasto público total creció a 33 % del PIB en 2008 y más de la mitad del mismo se asignó al gasto social. Para evitar hiperinflación y enfrentar el fuerte recorte en el ingreso fiscal, el gobierno impuso un ajuste: redujo el presupuesto, aumentó el IVA, expandió el endeudamiento externo, cortó a la mitad las divisas y gastos con tarjetas de crédito de viajeros al exterior, disminuyó los gastos y servicios de PDVSA, así como los salarios de altos funcionarios públicos. Chávez prometió que no recortaría el gasto social, ni devaluaría el nuevo bolívar que se cotizaba a 2,14 por un dólar, pero a inicios de 2010 lo devaluó; este año el Vice-Presidente Maduro ejecutó otra devaluación a un tercio, pero aún así el bolívar se cotiza en el mercado negro muy por debajo de la tasa de cambio oficial. Las devaluaciones abaratan las exportaciones, encarecen las importaciones y generan más ingresos para el gobierno pero reducen el poder adquisitivo de la población.

 

El comercio, los subsidios, el petróleo, la inversión y el crédito venezolanos son vitales para Cuba y la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves. Si Maduro gana las elecciones, enfrentaría una peliaguda decisión entre tres objetivos: reinvertir en la industria petrolera para aumentar su producción y fortalecer la economía, mantener los costosos programas sociales que le dan apoyo político, y continuar el nivel y generosidad de la ayuda a Cuba que es una aliada poderosa. Es imposible conseguir los tres objetivos y alguno tendrá que ser sacrificado.

 

Si se redujera sustancialmente o terminara la ayuda venezolana (equivalente a más de un quinto del PIB cubano), la crisis económica en Cuba sería muy fuerte pero algo menor a la crisis de los años 90 por varias razones: un ingreso de $2.800 millones por el turismo extranjero que era exiguo en 1990; remesas externas cuyo monto es incierto pero se estima entre $2.000 y $3.000, las cuales eran muchísimo menores en 1990; 350.000 cubano-americanos que visitan la Isla cada año y gastan recursos cuantiosos; Cuba también produce más petróleo que en 1990 pero aún depende en 62 % de la importación; por último hay ahora una mayor diversificación con socios comerciales que en 1990 (42 % con Venezuela versus 65 % con la URSS). Aún con estos paliativos, el golpe sería potente y los cubanos tendrían que sufrir otra crisis parecida a la del Período Especial. Raúl Castro ha procurado fuentes alternativas de comercio e inversión con otros países pero no ha logrado aún resultados substanciales.

 

Los riesgos analizados, combinados con el fracaso de los tres primeros intentos de encontrar petróleo en las aguas profundas del Golfo de México, podrían ser un acicate para acelerar las reformas estructurales de Raúl, como la única alternativa para mejorar la economía y reducir su dependencia de Venezuela. Sin embargo, estas reformas hasta ahora no han producido resultados significativos y la estrategia correcta de acelerarlas tomaría varios años en dar frutos.

 

Carmelo Mesa-Lago is Distinguished Service Professor Emeritus of Economics and Latin American Studies at the University of Pittsburgh.

 


Los disparatados proyectos de Fidel

Claudia Peiró

21 de febrero de 2013

 

Durante más de 50 años de ejercicio del poder absoluto, Castro ha sometido a los cubanos a toda clase de experimentos voluntaristas -zafras titánicas, vacas superlecheras, plantas milagrosas- cuyo resultado es el no desarrollo de la isla que gobernó con mano de hierro.

 

En momentos en que una constelación de admiradores a distancia de un régimen bajo el cual jamás vivirían se activan en distintos puntos del planeta para repudiar la presencia de Yoani Sánchez en su primer viaje fuera de Cuba, es bueno recordar que la decadencia de esa nación caribeña se debe mucho más a los disparatados experimentos de Castro que a los efectos de un mal llamado “bloqueo”.

 

Allá por septiembre de 2011, Hugo Chávez -oficiando de vocero- explicó que Fidel se estaba dedicando a la “investigación científica en “un conjunto de temas, sobre todo en producción de alimentos”. “Dirige unos campos experimentales”, agregó, misterioso, sin dar más detalles.

 

La noticia no podía menos que intranquilizar, considerando que el comandante ha usado con frecuencia la isla como campo experimental de los más insólitos proyectos y los más disparatados desafíos a las leyes de la naturaleza; proyectos que, prometía, colocarían a Cuba a la vanguardia del desarrollo.

 

Estas iniciativas iban acompañadas de su correspondiente retórica, campañas informativas, consignas, afiches y toda la parafernalia necesaria para convertir cada ocurrencia de Fidel en una epopeya.

 

Una de las más famosas fue la zafra de 10 millones de toneladas. Era el año 1970 y Castro movilizó todos los recursos humanos de la isla para alcanzar ese número mágico que no sólo abastecería al país sino que lo convertiría en el primer exportador mundial de azúcar. Obreros, estudiantes, profesores, médicos, técnicos, intelectuales… todo el mundo abandonó su puesto de tareas habitual y marchó al campo a cortar caña. La meta no fue alcanzada. En cambio, se logró la parálisis productiva general y una aguda crisis económica.

 

Poco antes, Castro había intentado volcar la economía cubana al cultivo de café. Se inspiró leyendo un libro sobre el tema y desoyendo los consejos de los agrónomos. Por aquel entonces, en los alrededores de La Habana había quintas que abastecían a la capital de frutas y verduras. Fidel ordenó erradicar esos cultivos, arrasando con todo, árboles frutales incluidos, para dar lugar a los cafetales.

 

El resultado fue que La Habana se quedó sin frutas, sin verduras y sin café. Lo relata en Persona non grata el escritor chileno Jorge Edwards, efímero embajador de su país en Cuba (Fidel pidió su salida por el delito de negarse a dejar de frecuentar a intelectuales críticos): “Cafetales raquíticos, abandonados, en lo que había sido el gran proyecto, la gran esperanza del Cordón de La Habana (…). Alguien me dijo que el cinturón de la capital estaba ocupado anteriormente por pequeños propietarios chinos, que cultivaban las lechugas y hortalizas que abastecían a la ciudad. En una arremetida política, el Gobierno había expropiado a estos parceleros, que constituían un enclave ‘capitalista’ y obedecían en su actividad a oscuros estímulos materiales. Desde entonces, la lechuga pasó a ser artículo de lujo, para consumo de diplomáticos y de otros privilegiados”.

 

Su compatriota Roberto Ampuero, que vivió varios años exiliado en La Habana, cuenta en un libro autobiográfico, Nuestros años verde olivo, que, poco después del fracaso de la ruina de los cafetales, Fidel inició la campaña a favor del consumo de pescado: “De la noche a la mañana, se importaron miles de casetas metálicas refrigeradas desde la Argentina (que) se llenaron de golpe de pescados, mariscos y algas, causando alegría y revuelo entre los cubanos, porque ahora sí, tras quince años de penurias, parecía que el racionamiento se acababa de modo definitivo (…). Sin embargo, meses más tarde las casetas no volvieron a recibir suministros del mar (…), algo grave ocurría con ciertos repuestos de la flota pesquera cubana. Corrían a la vez rumores espeluznantes de que el imperialismo, en su eterna lucha contra Fidel, se las arreglaba ahora para espantar los cardúmenes de las costas isleñas mediante una sofisticada tecnología desarrollada por la NASA”.

 

Gracias al atractivo de la refrigeración, los puestos de pescado vacíos empezaron a ser usados como sitios de reunión y hasta nidos de amor…

 

Ubre Blanca fue el nombre dado a otro grandioso proyecto: una vaca que daría 120 litros de leche por día. Fidel en persona supervisaba el proceso en una granja experimental. Mientras el comandante mostraba orgulloso el sitio donde pronto se fabricaría un queso Camembert que haría empalidecer de envidia a los franceses, en la isla escaseaba la leche, incluso para los niños.

 

“El máximo líder -escribe Ampuero- acostumbraba anunciar con entusiasmo desbordante algún proyecto: la pronta inauguración de una nueva fábrica de zapatos de plástico, la creación en escasas semanas de un taller para reparar tractores rusos, la aprobación de planos para un instituto que en un futuro no lejano se especializaría en el cultivo de ostras y convertiría a Cuba en el principal exportador mundial del molusco, o el desarrollo de un revolucionario sistema para la construcción de puentes, que permitiría ahorrar hombres y materiales”.

 

En la lista también hubo una semilla de gandul (un tipo de frijol) que, como los cafetales, crecería casi sin requerir cuidados y una supercerveza de 18 grados de alcohol, sin olvidar la planta nuclear instalada por los rusos que nunca llegó a funcionar y hoy está abandonada.

 

Más tarde, cuando la implosión de la Unión Soviética -hundida por el peso de las ineficiencias acumuladas en décadas de economía planificada- dejó a Cuba a la intemperie, el ingenio de Castro se aguzó aún más: fue el momento de la compra de millones de bicicletas para la locomoción de los cubanos sin nafta y de otras tantas cacerolas eléctricas para hervir el arroz sin gas.

 

Hoy, pese a su retiro del gobierno, Fidel sigue pergeñando iniciativas que sacarán milagrosamente a Cuba del atraso: su último berretín conocido fue la moringa, una planta originaria de la India, que la ONG Médicos Sin Fronteras promociona como fuente generosa de vitaminas.

 

Todo esto sería anecdótico si no afectara la vida cotidiana de millones de cubanos sometida a los caprichos de una persona que, como les respondió Yoani Sánchez a los que la abuchearon en Brasil, utiliza el embargo como coartada para el subdesarrollo en el cual ha hundido a Cuba.

 

La isla importa el 80% de los alimentos que consume y, lo irónico del caso, es que una parte más que considerable proviene de los Estados Unidos. No existe bloqueo comercial a Cuba: sólo un embargo unilateral dictado por el Congreso norteamericano que, además, no incluye medicamentos ni comida. Esto explica que el país más denunciado por Castro sea uno de los principales socios comerciales de La Habana, junto con Venezuela, China y España.

 

Los resultados de más de medio siglo de revolución son una soberanía alimentaria del 20%, una zafra que retrocedió a los niveles de principios de siglo (pasado), un 90% de la fuerza de trabajo empleada en el Estado -al menos antes del ajuste iniciado por Raúl Castro- y una inmensa mayoría de la población viviendo en niveles de subsistencia.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Sufro de ‘pie de atleta’ -infección en los pies causada por hongos-, porque en mi época de estudiante secundario me obligaron a realizar labores agrícolas con el agua hasta las rodillas. Desde joven tengo escoliosis sacro lumbar -lesión que afecta las vértebras que conforman la parte inferior de la espalda-, porque en el Cordón de La Habana me exigieron cargar en parihuelas improvisadas las enormes rocas que sacábamos de la tierra, para que las mujeres pudieran sembrar café caturra -una variedad de café que según Castro convertiría a Cuba en el principal exportador mundial del aromático grano- y árboles frutales –servirían como ‘cortinas rompe viento’ para proteger las matas de café caturra. No se obtuvo los resultados pronosticados por Castro y pasados 2 ó 3 años dejó de existir el Cordón de La Habana, pero mi columna vertebral tiene más curvas que la Carretera Central de Cuba.

A los delirios de Castro también se les debe que diera la orden de que se trabajara para desarrollar las vacas enanas, de que trajeran búfalos de agua de Viet Nan –según Castro producían más y mejor leche que las vacas y se alimentaban con menos pasto- y la importación del pez claria -con este depredador se ha puesto en peligro el equilibrio ecológico de Cuba.

 


El Estado proxeneta

Carlos Alberto Montaner

1 de febrero de 2014

 

El modelo creado por los Castro es el Estado proxeneta. Se han especializado en la extorsión de sus propios ciudadanos o de los aliados

 

Los 33 presidentes y dignatarios que visitaron La Habana se quedaron maravillados. Ninguno sabía cómo, aunque fuera muy precariamente, con los edificios en ruina y al filo de la catástrofe, Cuba conseguía sostenerse. Acaso con la excepción de Nicolás Maduro, que tiene dotes de vidente y un diálogo permanente con los pájaros, lo que lo mantiene plenamente informado.

 

Ninguno ignoraba que la bicentenaria industria azucarera había sido liquidada y desguazada por la incapacidad feroz de la dirigencia. Todos conocían que las marcas de tabaco y rones fueron vendidas a multinacionales europeas hace mucho tiempo. Era evidente que la flota pesquera no existía desde los años noventa. No obstante, la Isla, a trancas y barrancas, importaba el 80% de todos los insumos que esa sociedad necesita, incluidos los alimentos, la medicina y una parte sustancial de la energía.

 

¿Cómo lo hacía? ¿Dónde estaba el truco? ¿De dónde sacaba la plata?

 

Se lo escuché por primera vez a un diplomático europeo que había vivido en Cuba. Luego se ha popularizado. El modelo creado por los Castro es el Estado proxeneta. El proxenetismo es una conducta delictiva que consiste en obtener beneficios de otra persona a la que se obliga a trabajar mediante coacciones o el suministro de protección. Generalmente se aplica a la prostitución, pero no solo a ella. Familiarmente también se le conoce como “chulería”.

 

Es una denominación incómoda, pero ajustada a la realidad que circula en voz baja entre los cubanos de la Isla. El Gobierno se ha especializado en la extorsión de sus propios ciudadanos o de los aliados a los que les brinda servicios de espionaje y control social, sus dos únicas especialidades o “ventajas comparativas”, como suelen decir en la jerga económica. Cincuenta y cinco años después de implantada la dictadura, casi todas las fuentes significativas de ingreso que sostienen al país provienen de oscuros negocios realizados en el exterior.

 

  • El subsidio venezolano: Calculado en 13.000 millones de dólares anuales por el profesor Carmelo Mesa-Lago, decano de los economistas cubanos en esta materia. Eso incluye más de 100.000 barriles diarios de petróleo, de los cuales la mitad se reexportan y venden en España. Otros 30.000 parece que van a Petro Caribe y da origen a una doble corrupción de apoyo político y enriquecimiento ilícito. La fuente pública de esta información es el experto Pedro Mantellini, uno de los grandes conocedores del tema petrolero venezolano. Lo explicó en Miami en el programa de María Elvira Salazar en CNN Latino. Caracas compra influencia internacional a base de petróleo, pero comparte con sus cómplices cubanos la gestión de esas dádivas. Cuba, al fin y al cabo, es la metrópolis.

 

  • La trata de médicos y personal sanitario: Alcanza la cifra de 7.500 millones de dólares anuales. La especialista María Werlau, directora de Cuba Archive, ha descrito la actividad en The Miami Herald. El Gobierno cubano alquila y cobra por el arrendamiento de sus profesionales de la salud. Les confisca a sus “protegidos” el 95% de los salarios. Angola paga hasta 60.000 dólares anuales por cada facultativo. Ni siquiera la ayuda a Haití se escapa de este esquema de solidaridad tarifada. Los servicios prestados en el devastado país se lo abonan a buen precio a La Habana los organismos internacionales. Brasil, que paga por muchos servicios, es el último gran socio de Cuba en esta oscura actividad del proxenetismo sanitario internacional. Dilma no quiere tanto beneficiar a sus pobres, como a sus amigos cubanos. Raúl, además, tiene un gran dominio del oficio. Es una práctica conocida por los negreros cubanos desde el siglo XIX. Mientras duró la esclavitud (hasta 1886) los amos solían arrendar a sus esclavos cuando no los necesitaban. La zona más rentable del negocio de “alquilar negros” eran las pobres muchachas que entregaban a los burdeles. Sus amos cobraban por los servicios que ellas prestaban. Eran empresarios-proxenetas. Ahora, simplemente, se trata de un estado-proxeneta.

 

  • Otros alquileres, otros negocios: Pero ahí no termina la explotación. El Gobierno cubano les arrienda otros profesionales a empresas privadas. Los antiguos griegos se referían a los esclavos como “herramientas parlantes”.  No creo que Raúl conozca a los clásicos, pero entiende perfectamente el significado último de la expresión. Hay universidades latinoamericanas o de habla portuguesa que contratan con el Gobierno cubano los servicios de buenos profesores de matemáticas o física a precios de saldo. Hay salas de fiesta y cabarets que contratan músicos o teatros que se sirven de los bailarines cubanos, incluido el magnífico ballet de Alicia Alonso. Existen compañías europeas y latinoamericanas que explotan a técnicos en informática procedentes de la Isla. El régimen de los Castro sabe que un cubano bien instruido es totalmente improductivo dentro de Cuba, dado el demencial sistema económico de la Isla, pero es una fuente potencial de riqueza una vez colocado en el exterior. Objetivamente, ese Gobierno es una gigantesca e implacable empresa de subcontratación laboral que viola todas las reglas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De eso y para eso vive. 

 

  • Las remesas de los exiliados: Emilio Morales, el gran conocedor del tema, escapado de Cuba hace relativamente poco tiempo, sitúa esa fuente de ingresos (2012) en algo más de 5.000 millones de dólares. La mitad, grosso modo, es remitida en efectivo y el resto en mercancías. Crece al ritmo del 13% anual. Cada vez que escapa un balsero, el régimen, de dientes afuera, gime por la fuga, pero sabe que, al cabo de un tiempo, fluyen los dólares hacia la necesitada familia dejaba en la Isla. En Cuba, aunque fuera con mendrugos, había que alimentarlo. Una vez en el exilio, es una fuente gratis y constante de recursos.

 

De ahí sale el dinero para pagar por las importaciones. ¿Hasta cuándo podrá Raúl Castro sostener a una sociedad casi totalmente improductiva mediante actividades que rondan o incurren directamente en el delito?  No se sabe. Los proxenetas suelen tener larga vida. Hay mucha gente que se sirve de su intermediación para acceder a diversas formas de placer, incluido el disfrute del poder.

 


 

 Cuba, as time goes

Documental del cineasta cubano

Eduardo Lamora

 

 

Recuerdos de una anciana que se quedó en Cuba

 

 

 

 

La perenne crisis habitacional

en la Cuba de los hermanos Castro

 


Véase cómo viven los cubanos de a pie

en Gibara, Holguín, Cuba

 

Fidel Castro declaró:

Hay piedra suficiente y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa”.

 

Sin embargo, poco después de que Castro ocupara el poder, comenzó la escasez de alimentos y viviendas. Son infrahumanas las condiciones en que sobreviven los cubanos; este documental le brinda una somera idea de ello:

La Habana actual

 

Aunque los hermanos Castro pretenden hacer creer que los problemas de vivienda comenzaron cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991, en esta edición del oficialista Noticiero ICAIC Latinoamericano se muestra cómo era la situación habitacional unos años antes, hace cuarenta años:

 

 

Cómo vive una exmaestra de Raúl Castro

 

 

Vivienda en Cuba: un problema aún sin solución

Fernando Ravsberg

BBC Mundo, La Habana

3 de octubre de 2013

 

“Nadie de Vivienda ha venido a saber cómo quedo la obra”, “en 10 años es la primera vez que los periodistas se ocupan de los albergados”, “hace 3 meses que terminaron la obra y todavía no tenemos agua”,  “todo ha sido cuento y mentiras”, “vamos a vivir como sardinas”

 

Las albergadas de “La Granjita”, son amas de casa, jubiladas, maestras, estudiantes, trabajadoras de la salud o traductoras de idiomas. Viven con sus familias en un antiguo hotel de parejas y se quejan de la escasa atención que reciben de la Dirección de la Vivienda.

 

El gobierno reconoció que el déficit nacional de viviendas es de 600 mil e informó que construirá apartamentos para los albergados, solo en La Habana harían falta 28 mil para todos los que han perdido sus casas y viven en locales provisionales, seguros pero mínimos.

 

En “La Granjita” ya empezaron las obras pero los beneficiarios se quejan de que los trabajos quedan mal hechos, se roban los materiales, construyen habitaciones sin ventilación, apartamentos sin conexión de agua y se filtran los techos cuando llueve.

 

“Una vivienda adecuada”

 

“A mí se me quemó la casa y nos quedamos en la calle, sobrevivimos gracias a los vecinos que nos dejaban cocinar y bañarnos”, nos cuenta Yoanka Penda y agrega “fue muy duro porque yo tenía 13 años y era madre de un niño pequeño”.

 

La vida fue difícil para ella, después del incendio levantó un rancho de tablas y “el huracán Michel me lo destruyó”. Cuando su hijo se hizo un adolescente se pasó todo el preuniversitario sin salir de la beca los fines de semana porque no tenía donde ir.

 

Le dieron un cuarto de La Granjita hace 10 años y en junio le entregaron un apartamento de 2 dormitorios pero “todavía no tenemos agua, las puertas se están despegando, los techos se filtran, no tengo ventilación y dicen que es una vivienda adecuada”.

 

Asegura la mujer que “tenemos una brigada trabajando y nadie de la (Dirección de la) Vivienda viene a ver cómo van las obras. Por eso nunca quedan bien, las brigadas dejan los trabajos por la mitad y se desaparecen los materiales”.

 

La Dirección Vivienda: “cuentos y mentiras”

 

María del Carmen Linares, es la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Nos cuenta que en La Granjita viven unas 90 personas de 14 núcleos familiares. A pesar de su cargo se muestra irritada con las autoridades de la Vivienda.

 

Aquí no hay agua, entra un chorrito, no tenemos cisterna ni tanques ni motor. La gente de la Vivienda en cada reunión dice que va a arreglar el problema pero después todo sigue igual, nada se ha hecho, todo ha sido cuento y mentiras”.

 

Con Vivienda acordamos que se construirían “14 apartamentos de 1, 2 y 3 cuartos pero ahora quieren hacer 17 de 2 cuartos y nosotros creemos que si hay núcleos de 8 personas no se les puede dar solo eso porque vamos a vivir como sardinas”.

 

No hay a quien dirigirnos ni tenemos ningún control sobre los materiales de construcción”, dice y agrega que “nadie de Vivienda viene aquí para nada. La administradora estuvo julio y agosto de licencia y ahora en septiembre tiene vacaciones”.

 

Pan y agua con azúcar

 

Jaqueline Marcos Oviedo, es maestra y lleva ya 3 años en el albergue pero está sin la libreta de alimentos subvencionados porque “cada vez que voy a ver a Juan Alberto Nachi nunca se encuentra y ningún jefe de Vivienda del Cerro sabe su paradero”.

 

Todas las semanas dejo de dar clases para buscarlo porque necesito mi libreta para sacar los alimentos. Por eso a veces me toca desayunar un pan solo y agua con azúcar” y agrega que “cocino con una balita de gas que me prestan los vecinos o traigo la comida de la escuela para mis hijos”.

 

Marieta Santana tiene 23 años y es graduada en la Universidad de inglés y francés, para ella “fue un trauma venir a un albergue dejando mi barrio, mis vecinos y mis amigos”. Se queja porque la falta de transporte le impide salir, “lo único que he aprendido aquí es a estar dentro de mi casa”.

 

Ella cree que “La Granjita” podría mejorar pero no solo ampliando los apartamentos, “es necesario asfaltar porque esto está lleno de hierbas que solo trae ranas, ratas, mosquitos y cucarachas. Cuando llueve se convierte en un pantano y no hay quien entre”.

 

“Es un desorden”

 

Dulce María Pérez es una jubilada que trabajó 34 años como proyectista, ahora lleva 10 en el albergue, sin esperanzas de recibir un apartamento porque cambiaron el proyecto, ya no está previsto hacerlos de 1 cuarto y ella es una mujer sola.

 

Nos explica que “esto no avanza porque es construye y luego se destruye lo hecho” por falta de planificación. “Lo primero sería hacer un buen proyecto pero aquí empezaron la construcción sin una idea general para los albañales, para la luz o para el agua”.

 

Lo que hacen es un desorden pero no me preocupa porque yo he podido vivir aquí sin fregadero, sin lavadero, sin lavamanos, fregando y botando el agua para la calle. Yo estoy infartada 2 veces desde que llegue aquí y no voy a coger más lucha”.

 

En “La Granjita” están felices de que al fin la prensa cubana se acuerde de ellos y el gobierno se decida a construirles viviendas. Dulce nos dice que “lo bueno que tiene esto es lo mal que se está poniendo porque hasta que las cosas no revientan no se hace nada”.

 

 

Ciudades cubanas: el envejecimiento de sus viviendas

  Redacción IPS Cuba

  ipscuba@ipscuba.net

  Lunes, 24 de Septiembre de 2012

Estimados de otras fuentes indican que 60 por ciento del fondo habitacional cubano se encuentra en regular y mal estado. Estimados de otras fuentes indican que 60 por ciento del fondo habitacional cubano se encuentra en regular y mal estado. Jorge Luis Baños - IPS

Desde el censo anterior, Cuba ha sufrido huracanes que provocaron daños importantes a la infraestructura habitacional del país.

 

La Habana, 24 sep.- ¿Hay menos viviendas en Cuba debido a los ciclones de los últimos diez años? ¿Cuáles son las ciudades con el fondo habitacional más envejecido? Estas y otras interrogantes podrían encontrar respuestas a partir del Censo de Población y Viviendas, desarrollado hasta el 24 de este mes.

 

En su estudio “La ciudad y sus retos. Una aproximación al tema en Cuba”, el geógrafo Orestes Fidel Sardiñas Gómez, del Instituto de Geografía Tropical, indica: “sin dudas, el mayor conflicto que hoy enfrentan las ciudades cubanas se refiere al mal estado constructivo de la vivienda, que ha venido sufriendo la sistemática falta de mantenimiento, unida a una todavía muy escasa nueva construcción”.

 

A mediados de 2005, el gobierno se propuso construir 100.000 inmuebles anuales. Sin embargo, esta aspiración debió reducirse a la mitad para ajustarse a las posibilidades económicas del país.

 

Estimados de otras fuentes indican que 60 por ciento del fondo habitacional se encuentra en regular y mal estado. Por provincias, en Matanzas, Cienfuegos y Sancti Spíritus predominan las viviendas en buen estado; mientras que en las orientales, llegan a representar 50 por ciento las viviendas en estado regular y malo.

 

Datos no oficiales indican que en la capital cubana, donde se contabilizan más de 600.000 viviendas, una quinta parte del total nacional, se producen diariamente entre dos y tres derrumbes, cifra que se incrementa en temporada de lluvias.

 

La mitad de las viviendas de la capital de Cuba están en regular o mal estado y un buen número de aquellas clasificadas como “buenas”, que por años han carecido de mantenimiento constructivo, demanda a gritos reparaciones parciales y totales.

 

Los limitados planes no alcanzan a cubrir las necesidades y prevén que, de cumplirse los niveles actuales de suministro de materiales, para 2030 debería repararse el 60 por ciento del fondo habitacional de la urbe. Pero, en ese lapso, por su deplorable estado, muchas de las viviendas podrían haberse derrumbado para la fecha.

 

“Cada vez que llueve con intensidad y luego sale nuevamente el sol, pienso en las personas cuyas casas podrían caerse porque están muy deterioradas”, comenta Moraima González, quien recientemente dejó su casa de tablas en el Cerro para vivir con una tía de su esposo, cuya vivienda, sin ser óptima, está en mejores condiciones.

 

La ciudad de Santiago de Cuba, 861 kilómetros al este de La Habana, es la segunda en importancia del país. Fuentes territoriales indican que 43 por ciento de las viviendas en la provincia están consideradas entre mal y regular estado.

 

En tanto, en la oriental provincia de Camagüey, el 32 por ciento del fondo habitacional se encuentra en regular y mal estado, lo cual representa un total de 86.000 viviendas, indican medios locales.

 

Leonel Del Risco Franco, director del Sistema de la Vivienda en esa provincia, explicó a la prensa que en la actualidad trabajan con el principio de edificar domicilios resistentes a los tradicionales fenómenos naturales que dañan al país. Ese territorio se ubica entre los cinco más perjudicados por los ciclones Ike y Paloma, en 2008.

 

Para Santiago Peña, quien nació hace 60 años en la ciudad de Camagüey, “terminar una casa resulta complicado, tengo la licencia de construcción desde 1979 y pudimos adelantar algo porque mi esposa cumplió misión en el exterior y ahorramos lo necesario para poner pisos y hacer baño y cocina nuevos. Todavía está pendiente la otra mitad”.

 

Pasado reciente

 

El anterior conteo nacional, realizado en 2002, registró la existencia de 3.534.327 unidades de alojamiento, con un promedio de 3,16 personas por cada una de ellas. Según esa investigación, en relación con el Censo de 1981 las unidades de alojamiento se incrementaron en 1.165.874.

 

El estudio censal de hace una década reveló también que las casas en mal estado llegaban a 15 por ciento del total en las ciudades y a casi 38 por ciento en zonas rurales. En lo referido a las unidades de alojamiento, el censo de 2012 podría poner al descubierto una realidad más cruda. Especialistas consideran que la situación podría ser más grave, por eventos naturales adversos, la contracción progresiva en la terminación de viviendas desde 2007, las destruidas por los huracanes, las inhabilitadas por derrumbe y las declaradas inhabitables por su deplorable estado.

 

Solo entre 2001 y 2004, varios huracanes ocasionaron daños a unas 402.155 viviendas, mayoritariamente en mal estado o ubicadas en zonas de riesgo por penetraciones del mar en zonas costeras, de ellas 45.198 quedaron destruidas totalmente, indicó el Segundo Informe de Cuba de los Objetivos del Milenio.

 

Los ciclones que afectaron la isla en 2008, produjeron afectaciones a más de 647.110 viviendas en todo el país, de las cuales 84.737 se derrumbaron.

 

La venta de materiales de construcción a la población, aprobada hace alrededor de dos años, le ha permitido a las personas acceder a recursos que antes eran destinados casi en su totalidad a las construcciones estatales. Esto impedía reparaciones pequeñas, medianas y grandes.

 

Sin embargo, no son pocas las quejas por los relativamente altos precios y las dificultades para la adquisición de productos como bloques, cemento, recebo y arena, que darían a las personas la posibilidad de atajar a tiempo las roturas en techos y paredes, antes de que sean irreparables. (2012)

 


Cómo vive el cubano de a pie en La Habana

 

Es una misión imposible saber

cuántos indigentes existen

en la Cuba de los hermanos Castro

 

Desde hace medio siglo la escasez de alimentos y viviendas son dos de los principales problemas que afectan al cubano de a pie. Según el Gobierno, a comienzos de 2008 el déficit habitacional ascendía a 600 mil viviendas y necesitaba reparación el 85% de los inmuebles de más de tres pisos.

 

El profesor Carmelo Mesa Lago estimó en 1997 que el déficit habitacional ascendía a un millón de unidades, por lo que actualmente debe ser mucho mayor, dado que hace siete años, en 2006, se planificó la construcción de cien mil viviendas anuales, pero solo se cumplió ese año y los derrumbes continúan.

 

En la mitad de las viviendas cubanas conviven hasta cuatro generaciones; la situación más crítica es en la capital, donde el 70% de las viviendas estaba en un estado precario, y unos mil 400 edificios en mal estado son desalojados anualmente por el peligro de derrumbarse.

 

Por mucho empeño que ponga una familia cubana en reparar su vivienda, es imposible que lo pueda hacer si no recibe ayuda de sus familiares y/o amigos que han emigrado.

 

Castro eliminó las ‘posadas’ (push botton); utiliza esas edificaciones para albergar a una ínfima parte de las personas que no tienen vivienda. La crisis habitacional obliga a muchos divorciados a seguir conviviendo bajo el mismo techo, incluso hasta en el mismo cuarto.

 

 

Déficit habitacional y marginalidad en Cuba

Armando Chaguaceda

20 de octubre de 2013

 

El acceso popular a la vivienda es uno de esos temas que ciertos defensores foráneos de “la obra de la Revolución” mencionan como una de las bondades del esquema de protección social vigente en Cuba.

 

Pese a ello, otras voces “amigas del país”, más objetivamente informadas, mantienen un prudente silencio sobre el asunto, por ser uno de los problemas sociales más graves del país.

 

Y es que si bien es cierto que el estado postrevolucionario aprobó entre sus primeros medidas justicieras la rebaja de alquileres y la concesión de títulos de propiedad a los moradores, también lo es que en las últimas décadas la situación del rubro ha ido agravándose.

 

Hoy, más del 70% del fondo habitacional califica como de regular o mal estado; se construyen poquísimas nuevas casas cada año, incumpliéndose planes constructivos de por sí insuficientes. Es muy común que en una casa convivan, con todos los roces que ello supone, hasta 3 generaciones de cubanos.

 

En lo relativo a la construcción o reparación de viviendas por el Estado, esta ha disminuido en los últimos años. El ritmo constructivo es inferior a las necesidades, por lo que el déficit habitacional se incrementa en correspondencia con una trayectoria ya histórica.

 

El proyecto de construir (de 1960 a 1970)  32 mil apartamentos anuales quedó en una cifra promedio de 11 mil. De 1971 a 1980 elevó la meta a unas 38 mil anuales, pero el promedio anual fue de menos de 17 mil. A partir de 1981 se inició un plan de 100 000 anuales, que  -hasta 1990- no rebasó el promedio de 40 mil.

 

Si bien en 1995 se logró sobrepasar las 40 mil, la cifra descendió paulatinamente hasta que en los primeros siete meses de 2005 sólo se habían concluido 7 300 viviendas. En el 2008 la meta se bajó de nuevo hasta 50 mil, rondando las cifras de los primeros cinco meses el 28% de cumplimiento.

 

Si apreciamos el panorama actual, se constata que se han realizado algunas construcciones estatales -denominadas “viviendas con destino”- en especial algunas de alta calidad destinadas a oficiales del Minint y de las FAR, en barrios de Plaza y Playa, el Casino Deportivo, en los repartos Santa Catalina y La Coronela, entre otras zonas de la capital. Se han habilitado como albergues y viviendas algunos edificios que antes fueron centros de trabajo; pero estos son casos puntuales y no satisfacen en modo alguno la demanda.

 

A la incapacidad constructiva se unen los fenómenos meteorológicos de los últimos años que han derribado o dañado parcialmente cientos de miles de viviendas, la mayoría porque eran de baja calidad -tanto por los materiales empleados como por el cuestionable rigor del proceso de edificación- y porque, además, estos han carecido de mantenimiento durante el medio siglo.

 

Este verano, producto de los aguaceros, se produjeron varios derrumbes en una pequeña zona de Centro Habana: en Escobar entre Neptuno y San Miguel, en Neptuno entre Manrique y San Nicolás y un tercero en Soledad entre Neptuno y Concordia.

 

En cuanto a la recuperación, hay numerosas familias que perdieron sus viviendas al paso de los huracanes que asolaron el Oriente y la provincia de Pinar del Río y que todavía no han logrado recuperarlas. Por todo ello el  déficit habitacional real sobrepasa, según diversas fuentes, el medio millón de viviendas oficialmente reconocido.

 

Después del fracaso del Estado de querer asumir por sí sólo la construcción de viviendas y de acudirse a las llamadas Microbrigadas, actualmente se ha transferido esa responsabilidad a los particulares.

 

Tal decisión deja sin cobertura a la numerosísima población trabajadora que habita cientos de edificios multifamiliares -en zonas como La Lisa o Alamar- mucho más difíciles de reparar con la suma de esfuerzos individuales.

 

Así, los planes de asignar préstamos bancarios y facilitar materiales de construcción a la población para que construya o repare sus viviendas con recursos propios tampoco ha resuelto el enorme déficit habitacional del país.

 

Semejante rehabilitación “por cuenta propia” se confronta con una oferta de materiales escasos, a precios altísimos y de baja calidad, pues en los rastros hay revendedores que adquieren casi todo el material que entra -como las barras de acero (cabillas) y el cemento en bolsa- para venderlos a precios superiores.

 

Sin embargo, también está en curso un celebrable programa de subsidios a gente de bajos ingresos, para que reparen sus viviendas o construyan piezas como cocinas, baños u otra habitación, que concede el poder decisor a una comisión municipal de composición amplia lo que, según algunas opiniones, ha acotado las prácticas de “sociolismo”. [i]

 

A la población empobrecida de la capital hay que añadir el arribo –nunca interrumpido pese a cuestionadas iniciativas legales y operativos policiales- de millares de inmigrantes de las otras provincias, que sobreviven en la urbe a través de disimiles actividades, legales o ilegales.

 

Estos se instalan en edificaciones de pésimo estado constructivo -casi siempre inhabitables- o bien improvisan precarias habitaciones con materiales de desechos en zonas de la periferia de la ciudad, sin servicio de acueducto, alcantarillado ni electricidad, en condiciones de hacinamiento e ilegalidad.

 

Estas poblaciones marginales no cuentan tampoco con la cartilla de racionamiento, lo que dificulta más la sobrevivencia y multiplica el comercio ilegal y el delito.

 

Los barrios empobrecidos que albergan una población en tal situación de marginalidad se dispersan por diversos municipios de la capital.  Tan solo si mencionamos los más notorios, encontramos que en Centro Habana se identifican los barrios de Los Sitios, algunas zonas de Cayo Hueso, el Barrio Chino y San Leopoldo; en La Habana Vieja destacan los barrios de Jesús María y Atarés; en  Arroyo Naranjo se encuentra Párraga; en La Lisa el asentamiento ubicado debajo del puente que colinda con el municipio de Marianao; en Plaza existen El Fanguito y La Timba, en el Cerro el asentamiento El Canal, entre otros. Pero los más famosos son comunidades muy precarias de la periferia de la ciudad y barrios como La Corea, La Cuevita y El Canal en los municipios Cerro, Marianao y San Miguel del Padrón.

 

La agudización del problema de la vivienda en Cuba constituye un serio problema social.[ii] De hecho, es presumible que el notorio incremento de los niveles de violencia en la capital y la proliferación de diversas formas de marginalidad e ilegalidades guarden estrecha relación al incremento de la pobreza y el hacinamiento poblacional.

 

Para combatir y solucionar tales problemas serán necesarios una importante inversión –y no solo una racionalización, como parece preferirse hoy- de recursos en función de mejorar las política sociales (vivienda, salud, educación, recreación) que atienden a esas poblaciones, así como experimentar formas alternativas (cooperativas de construcción y gestión de viviendas, cajas de crédito, etc) que impidan que la ineficacia de las burocracias o la especulación del mercado inmobiliario sean las que determinen, para las mayorías,  el acceso y disfrute de su derecho a una vivienda digna.

 

Meta que solo se alcanzará en la medida que se combata y reduzca, de forma integral y sostenible, la pobreza que afecta a amplios sectores de la población cubana.

 


[i] Uso de influencias y relaciones para obtener y proveer acceso a bienes, servicios y empleos demandados.

 

[ii] Para un vivido y reciente abordaje del tema ver, del periodista Fernando Ravsverg, el siguiente trabajo http://www.havanatimes.org/sp/?p=91062

 

NOTA:  Agradezco los aportes y comentarios de varios amigos residentes en la Habana, así como de los especialistas Carmelo Mesa y Mario Coyula.

 


 

Mi edificio, mi calle, mis recuerdos

Amir Valle

4 de marzo de 2014

 

Una noticia circula en las redes: 600 personas han quedado en la calle debido al derrumbe de un edificio en Centro Habana.

 

Para muchos será sólo una nota más del desastre habitacional cubano, un edificio más que suma sus ruinas a esa ciudad decadente, cuyos edificios siguen desplomándose con la misma cotidiana tozudez con la que se desploma la Revolución.

 

Para mí es distinto: viví allí durante varios años, en el quinto piso, en el apartamento 501, y al leer que se ha desplomado el séptimo y sexto piso, y que hay peligro de derrumbe total, el recuerdo me llega desde esos escombros que ahora mismo contemplan sin esperanza, estoy seguro, muchos de quienes vivieron allí y fueron mis vecinos.

 

Hace un tiempo escribí que, cuando llegué a Centro Habana, ya había vivido en el Cotorro, Luyanó, Arroyo Naranjo y el Vedado. Entré así a un universo raro, marginal, siempre abierto a la especulación, la bolsa negra, el bajo mundo y la nocturnidad podrida, como sigue siéndolo hoy, y como he querido recoger en varias de mis novelas que transcurren en esas calles.

 

En el edificio Arbos, ese edificio de Oquendo 308 que ahora está en las noticias, habían matado a un guardaespaldas del capo norteamericano Meyer Lansky, luego de una borrachera prodigiosa y escandalosa, allá por 1957. Estaba acostado con una de las más conocidas prostitutas de La Habana: Cacha La China, un prodigio de la raza amarilla dotada con las formas de las mulatas cubanas y la experiencia ancestral asiática en las artes del sexo. Lo descubrieron a la mañana siguiente con el miembro cercenado. A Cacha le habían cortado los senos. Se desangraron. El olor a marihuana llenaba toda la habitación de la tercera planta de aquel edificio para putas y gente pobre. La policía llegó a eso de las diez y un perro gris y anémico dejó la posible pista tras el olor excitante de una perrilla faldera en la planta baja. Cuando el manipulador tiró de la correa para que siguiera buscando, se echó en el piso y comenzó a aullar bajito, como si mascullara una protesta. Todo el barrio de Cayo Hueso comentó el suceso y la prensa lo reflejó con grandes alaridos sensacionalistas.

 

En 1994, justo el mismo año en que me mudé para aquel sitio, en el sexto piso del viejo edificio de ocho plantas, construido en la década del 20, aparecieron cuatro muertos: un extranjero, español según las señas de los vecinos, un negrito homosexual conocido como Juana Picadillo y dos jineteras. Habían pasado toda la noche en una orgía terrible y los gritos de la cópula se mezclaban con la algarabía musical de mi vecino, acostumbrado a escuchar hasta altas horas de la noche rancheras mexicanas cantadas por Los Tigres del Norte.

 

A las dos de la mañana se escucharon los disparos. Poco después llegó la policía. La puerta de la habitación estaba abierta y adentro los muertos: Juana Picadillo con dos balazos en el pecho, una de las muchachas con la cabeza destrozada por un tiro y la otra, de nalgas a la puerta, con un agujero en la espalda, la boca todavía sobre la verga del españolito, a quien también habían disparado a la cara. Todos desnudos. La policía los cubrió con sábanas y los retiró del edificio a eso de las cuatro.  Cuando amaneció, ya no había rastro de policía ni de perros, que también habían dejado la pista esta vez tras una puddler coqueta de la segunda planta. Todo el barrio de Cayo Hueso comentó durante varios días el suceso. La policía nunca más volvió y no se publicó ni una sola nota en los periódicos.

 

Ese espíritu ruinoso, que se respiraba desde que uno entraba en el antiquísimo ascensor Otis que funcionaba de vez en vez, fue eternizado parcialmente en el documental Arte nuevo de hacer ruinas y me resulta curioso que muchos de los que vieron ese documental no hayan notado que se trata del mismo edificio donde el alemán Florian Bochmeyer filmó parte de ese importante documento sobre esa Habana que sobrevive en medio de sus propios escombros.

 

Además de amigos que aún vivían allí, de algunos conocidos que llegaron a ser parte de mi familia (condenados todos ahora a desandar La Habana, y desgraciadamente no como lo hacía Eusebio Leal), la segura muerte física de ese espacio no impide que los recuerdos lo perpetúen, al menos en mi memoria. Ahí quedan las noches parado en el balcón de la quinta planta mirando las luces caer sobre la ciudad y el malecón; las agotadoras (y tan fastidiosas como divertidas) jornadas sin agua ni corriente en que teníamos que llenar el inmenso tanque de 55 galones de nuestra casa, subiendo aquellos interminables cinco pisos, desde la cisterna en la planta baja, cubo a cubo y por las escaleras; la sensación de vigía privilegiado desde la que asistí a las riadas de pueblo protestando en las calles de Centro Habana durante las revueltas del año 94, hasta que decidí bajar y sumarme al gentío descontento; las triquiñuelas entre vecinos para proteger de la policía a los pequeños comerciantes clandestinos a quienes comprábamos la comida y otras necesidades  (recuerdo un día en que tres vecinos me llenaron la casa de latas de pintura llenas de colas de langosta porque a mí, como era un periodista conocido, los policías no me revisarían el apartamento); e incluso las veces en que escritores hoy muy reconocidos iban a trabajar sus libros en mi moderna computadora (recuerdo ahora mismo a Pedro de Jesús, a Ronaldo Menéndez y a Alberto Garrido, que estuvieron allí para armar justamente los libros con los que obtuvieron el Premio Pinos Nuevos 1997 y los Premios Casa de Cuento 1997 y 1999, en ese orden).

 

Alguien me dijo una vez que la memoria se vacía, gota a gota, cuando desaparecen los sitios, las personas, el eco de los sucesos que motivaron los recuerdos. Quiero negarme a que eso sea cierto. Exactamente este 3 de marzo pasado hizo 8 años de mi destierro alemán. Ocho años, debo reconocerlo para mi vergüenza, en que sólo pensé en ese edificio cuando lo vi en el documental Arte nuevo de hacer ruinas. Ahora asisto a la noticia de su agonía. Por suerte, si mi memoria falla y llega el olvido, he escrito ya muchos de esos recuerdos. Espero que eso los salve.

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Derrumbe en La Habana

deja más de 600 personas en la calle

Augusto César San Martín y Pablo Méndez

3 de marzo de 2014

 

El desplome parcial en los pisos superiores puso en peligro la estructura del edificio de cinco plantas, con 120 apartamentos

 

Desde la tarde del pasado jueves 27 permanecen en la calle los residentes del edificio ubicado en Oquendo 308, entre San Rafael y San Miguel, Centro Habana.

 

El derrumbe parcial en los pisos superiores puso en peligro la estructura del edificio de cinco plantas, con 120 apartamentos.

 

Desde los primeros desplomes del  hormigón armado, los más de 600 residentes comenzaron a abandonar el inmueble, trasladando sus pertenencias hacia la calle. Ante la inminencia de derrumbe total, las autoridades locales decretaron el desalojo.

 

Puertas, lozas de baño, inodoros, equipos electrodomésticos, camas y toda clase de pertenencias  mantienen los vecinos en la calle. Estas personas no han sido evacuadas.

 

A las 7:00 p.m. del sábado la policía ordenó cortar la electricidad  y prohibió la entrada al edificio, hasta la mañana del domingo. La orden ocasionó alteración por parte de los vecinos, que no han terminado de evacuar sus pertenencias.

 

Durante el viernes, funcionarios del gobierno local se reunieron con parte de los afectados. Según una de las víctimas, aseguraron que se evacuarían a todas las personas paulatinamente.

 

Uno de los residentes del edificio que no quiso identificarse declaró a la prensa independiente:

 

-No sabemos para dónde vamos. Ayer pararon 9 guaguas aquí para llevarnos para albergues y se fueron vacías… Queremos casas, nada de albergue.

 

Se conoció además que algunas familias afectadas fueron instaladas en apartamentos de edificios ubicados en Santa Fe, municipio Playa. Las prioridades en las entregas de viviendas se establecen por la composición de núcleos familiares con niños.

 

El edificio construido en 1928 fue declarado de peligro de derrumbe en 1988. Todos las victimas consultadas coinciden en la reiteración de las alertas al gobierno sobre el deterioro de  la edificación.

 

 

 

En el centro de La Habana

 

Horror y burla en la Plaza del Cristo

José Hugo Fernández

24 de octubre de 2013

 

Entre columnas apuntaladas con madera podrida y paredes que parecen mantenerse en pie sólo a la espera del próximo ciclón, aquel cartel anunciando “La Maravilla” convierte al sitio en plató de una de esas películas de misterio burlón, al estilo de La mansión de los horrores. Es la primera impresión que recibirá quien acceda a la Plaza del Cristo por la calle Villegas, en La Habana Vieja. Allí existió, hace mucho, un bar cuyo cartel identificativo es el último reducto de un espacio de energía humana hoy ocupado sólo por espectros y por ruinas.

 

Con todo, es una suerte que esté deshabitado. No menos horrorosa que “La Maravilla”, pero con un horror serio –pues en vez de fantasmas, alberga seres vivos-, es la situación de otras edificaciones del entorno. La población de los alrededores de la Plaza del Cristo asciende a 1 338 personas, hacinadas en 45 edificaciones, donde abundan ejemplos de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII y XIX, cuyo 70 % requiere acciones reconstructivas de envergadura.

 

Algunos de esos edificios forman parte del patrimonio histórico de Cuba. Entre ellos, la Casa del Obispo, en la esquina de Bernaza y Teniente Rey, que fue Palacio Episcopal, habitado por Francisco Fleix Solans, obispo de La Habana entre 1846 y 1864.

 

Otrora distinguido por sus aportes al barroco cubano y por su monumental portada y bellos balcones, el inmueble, en avanzado deterioro, acoge ahora a unas 36 familias que viven a la buena de Dios, sufriendo el déficit de los más elementales servicios al hábitat, y cooperando con el efecto arrasador del tiempo.

 

Los turistas extranjeros que pasan por la Plaza del Cristo podrán leer un anuncio según el cual allí se ejecuta una obra restauradora, en colaboración con la Junta de Andalucía. Pero lo que nadie les aclarará es que el proyecto para restaurar la plaza y sus entornos da vueltas, desde hace muchos años, sobre un eje de promesa inmovilista, sin que hasta este minuto haya arrancado en firme.

 

El vagón recolector de escombros que (también desde hace años) está situado frente al antiguo bar “La Maravilla”, no parece actuar sino como otro elemento del plató para la película de horror burlón. Mientras, en la Casa del Obispo no se aprecian señales, ni siquiera engañosas, de la existencia de un plan salvador, tanto para el tesoro arquitectónico como para la pobre gente que lo habita.

 

Al tiempo que los posibles inversionistas extranjeros llegan y se van por la misma puerta del enfermizo secretismo oficial, funcionarios de la red empresarial de la Oficina del Historiador de La Habana (creada para sustentar económicamente los proyectos de preservación, conservación y restauración patrimonial) se hunden hasta el cuello en uno de nuestros más sonados escándalos de corrupción de los últimos tiempos. Y luego, para colmo, su monopolio ha pasado a manos directas de los generales. Es lo dicho: una película de horror, cuyo desenlace podríamos contar después del próximo ciclón.

 

 

Noviembre de 2013: Doscientos veintisiete derrumbes en La Habana en tres días.

26 derrumbes totales y 201 parciales, dos muertos

 

Siguen los derrumbes y los muertos en Cuba 

tras los fuertes aguaceros

Zoé Valdés

1 de diciembre de 2013

 

Conozco el dolor de esas familias, lo viví en carne propia. Lo he contado en otras ocasiones:

 

Estábamos mi abuela, mi madre y yo albergadas en el albergue de Montserrate, regresamos ella y yo al solar declarado inhabitable de la Calle Muralla 160 entre Cuba y San Ignacio, a ella se le había antojado comer arroz y huevo pues estábamos hartas del jurel tieso del comedor del albergue. Cocinó en el fogón de luz brillante el arroz espulgado de gorgojos y piedras, frió los huevos. En el momento en que fui a romper la yema del huevo con la cuchara (no teníamos tenedores), empezó a caer un polvillo del techo encima del huevo. Yo miré hacia arriba, abuela también; no hubo tiempo de decirnos nada. Me agarró de la mano, me dio un tirón arrancándome del viejo taburete; cuando pasamos a toda velocidad junto al altar de la Santa Bárbara le dio apenas tiempo de recoger un cofrecito donde guardaba algo de dinero, y las llaves del cuarto.

 

Salimos corriendo escaleras abajo. No bien salimos al exterior, el solar se derrumbó entero a nuestras espaldas. Sólo quedó la fachada, como en una película de Buster Keaton. Perdimos nuestra vivienda, salvamos la vida de milagro. Murieron los canarios, las palomas de la azotea, el perrito, el gato, al jicotea, la cotorra, el gallo Solito. Abuela se lamentaba por ellos y por el Elegguá, por sus santos.

 

Recuerdo una tremenda polvareda, la demora de la policía, el silencioso regreso al albergue, los pucheros de mi madre. Y allí nos quedamos, dos años viviendo como salvajes, en medio de fajazones a machetazos, de asesinatos, durmiendo en las butacas del cine Actualidades, bañándonos con un jarrito en los lavamanos de los Aseos del cine. Todo aquello me parecía un juego macabro. Yo tenía siete años.

 

Pasamos las Navidades, prohibidas entonces, deambulando del Payret al Verdún, del Verdún a las butacas del Actualidades. Abuela ya estaba muy enferma, de un cáncer de riñón. Eramos unos doce o quizás más niños asmáticos.

 

Dos años en un albergue, durmiendo en literas, al lado de desconocidos, cada noche en una litera diferente, las colchonetas húmedas de sudor ajeno, manchadas, apestosas. Las fiebres, el miedo, el pecho apretado, las cataplasmas de borras de café, y la inmensa añoranza del cuarto, de la azotea, del parque Habana.

 

Siento una profunda pena por todas esas personas que viven hoy lo que yo viví de niña. Sé lo que es el terror a no tener nada nunca más. Y la muerte de un familiar, mi abuela, sin esperanzas de volver a tener una casa, en un albergue.

 

 

¡Peligro, derrumbe!

Alberto Méndez Castelló

27 de noviembre de 2013

 

El último derrumbe ocurrido en esta ciudad, el de la carpintería El Nivel, y el próximo que presumiblemente ocurrirá, el del hotel Plaza, hace preguntarse a los puertopadrenses: ¿Hasta cuándo se destruirá este pueblo sin que el gobierno haga algo por impedirlo?

 

De los cinco hoteles que había, solamente dos dan servicios, Villa Azul y Campana. Comodoro y Plaza permanecen cerrados, cayéndose a pedazos, y del Colón, sólo quedan los cimientos.

 

El Sierra, uno de los mejores restaurantes que había, permanece desguazado, como lo dejó el huracán Ike en la madrugada del 8 de septiembre de 2008. Y, El Vaquerito, cafetería que a precios módicos ofertaba diversos platos a gente de bajos ingresos, también debió cerrar sus puertas dado su calamitoso estado.

 

En el mismo centro de la ciudad, la zapatería ya se vino abajo, y la reparación capital del Hospital Docente Guillermo Domínguez, hoy en pésimo estado higiénico sanitario, no consigue materializarse.

 

“Al día de hoy no podemos decir que contamos con recursos para acometer esas obras”, dijo el presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, Miguel Jorge, entrevistado por la televisión local la pasada semana.

 

La aseveración del señor Jorge resulta un sofisma: Puerto Padre sí genera recursos financieros capaces de conseguir su restauración, sólo que no van a parar a las arcas del municipio, sino a las de otras encumbradas instancias del Poder.

 

Sirva nada más este ejemplo: en el mismo centro de la ciudad, donde se han producido los mencionados derrumbes, y donde se producirán otros, de no acometerse reparaciones urgentes, operan siete tiendas  recaudadoras de divisas (TRD). En una de ellas, por cierto de las más pequeñas, se producen ventas diarias superiores a los tres mil quinientos pesos convertibles.

 

Solamente esta pequeña TRD recauda anualmente más de un millón y cuarto de pesos convertibles, solamente con el empleo de tres dependientes. Y bien conocidas son las utilidades de una TRD: “Con lo que yo vendo en un día, a mi me pagan el salario de un año y sobra dinero”, me dijo un dependiente a condición de no revelar su nombre en la prensa

 

Miles de puertopadrenses residen en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos, y salvo gente cicatera y olvidadiza de sus orígenes, todos ellos envían ayuda a sus familiares, en muchos casos, ancianos, que, sin las remesas de sus parientes, a cuenta de los víveres de la cartilla de racionamiento permanecerían subalimentados, cuando no, muertos.

 

Alimentos, ropas, calzados, efectos electrodomésticos y materiales de construcción, son vendidos a precios muy superiores a las cifras realistas de venta, produciendo ganancias que, de emplearse sólo una parte de ellas en el municipio, hoy Puerto Padre no presentaría, en demasiados lugares ya, esta imagen de ciudad bombardeada.

 

Además de contar con el central Antonio Guiteras, el mayor productor de azúcar de Cuba, Puerto Padre cuenta con otra “industria” privilegiada: la de las remesas.

 

Pero mientras sus hijos ausentes envían desde el extranjero cuantiosas sumas en divisas convertibles, de las que la mayor parte van a parar a las cajas registradoras de las TRD, la ciudad se derrumba, sin que las autoridades hagan nada por evitarlo.

 

Recuerda esto un crimen de lesa humanidad. El patrimonio histórico de los pueblos no sólo se destruye por acción, con bombas, sino también por omisión, por parte de quienes tienen la responsabilidad de preservarlo para las nuevas generaciones y, permanecen de brazos cruzados, mientras las ciudades se derrumban.

 

Avisos advirtiendo: ¡Peligro, derrumbe!, no son raros en esta ciudad. Ojala esos carteles pronto no tengan cabida en Puerto Padre, y el hotel Plaza no termine en escombros, como terminó nuestro emblemático hotel Colón.

 

 

Enfermera y su familia en peligro de muerte

9 de octubre de 2013

 

Recorrido por el centro de La Habana

 

Vivir en un albergue: la tragedia de miles de cubanos

Lilianne Ruiz

16 de diciembre de 2013

 

La pobreza en la que vive la mayoría de los cubanos -y a la que se adaptan, gracias a los minuciosos mecanismos de poder que han impuesto 54 años de terror de Estado-, no es una fatalidad insalvable. Bastaría con que el gobierno cubano respetara todos los derechos humanos, abriendo el juego político y económico, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la isla.

 

La miseria se agrava cuando tampoco se tiene dónde vivir, ni se cuenta con recursos económicos para rentar, edificar o comprar una casa. Se estima que, tan solo en el municipio de Centro Habana,  6 mil  201 familias (24 mil 584 personas) están afectadas por la condición inhabitable de sus viviendas. De esa cantidad, solo 125 familias están ubicadas en las llamadas comunidades de tránsito: albergues colectivos, como se les conoce en Cuba.

 

Pero esos datos no ilustran acerca de lo que significa para una familia vivir albergada. Hay que traspasar el umbral de las cifras para ver de cerca el verdadero rostro de la tragedia.

 

El “Albergue Colectivo” de San Rafael, en Centro Habana

 

Según los que allí viven, en el edificio hubo antes una fábrica de almohadillas sanitarias (íntimas, en lenguaje cubano). No faltan los carteles decrépitos con alguna consigna comunista. El salón está dividido en diferentes cuartos donde se agrupan las pertenencias de los que han ido a parar a ese sitio Lo que parece ser el baño es de hecho una letrina. Tampoco se ve por ninguna parte una pila de agua corriente.

 

Iverlysse Junco tiene 29 años. La puerta de tablones de madera del cuartucho donde vive con su esposo y sus 4 hijos, crea una falsa ilusión de privacidad. Todo luce precario y feo, pero impresiona ver el blanco de los pañales con que cubre la cunita de su bebé de un mes de nacido. No ha descuidado su arreglo personal a pesar de que no espera a nadie; guarda su dignidad en la limpieza y el orden que mantiene en los 4 x 4 metros donde viven.

 

Hace 6 años salió de un “solar” en peligro de derrumbe. La habitación no tiene una sola ventana. Lo primero que nos muestra detrás de una cortina es otro tablón de madera corredizo que da a la calle. “Cuando vinimos estaba completamente cerrado, pero un día no soporté más la falta de aire y agarré un serrucho para hacer ese agujero”, dice.  “Lo malo es que ahora mi esposo y yo no podemos salir juntos, porque uno de los dos tiene que quedarse para cuidar que nadie entre a llevarse nuestras cosas. Vinieron a ponerme una multa, nada menos que por alterar la fachada. Pero le dije al delegado de la circunscripción que ellos conocen muy bien mi situación”.

 

En una improvisada meseta de cocina tiene un par de hornillas eléctricas donde lo hace todo: desde cocinar hasta hervir los pañales, como es costumbre entre las madres cubanas que no tienen cómo pagarse el lujo de los pañales desechables, que supone un costo superior al salario de un mes.

 

El bebé está resfriado a consecuencia de la humedad: tiene que tender la ropa allí dentro. El agua se la pide  a un vecino de la cuadra. Les deja llenar los cubos que luego transportan a un tanquecito en una esquina de la habitación. Esa agua tan limitada tiene que servirles para lavar, fregar, cocinar y bañarse en la misma habitación. Parte de su rutina de todos los días es mantener el depósito lleno. Pero con otras necesidades  no hay arreglo; tienen que orinar y defecar en un cubo destinado para ese fin y luego salir a verterlo por la alcantarilla, en la calle.

 

“Aquí todo es duro. Lo más difícil es levantarse por la mañana y tener que estar vigilando a la gente para poder salir a botar el cubo. El cloro para limpiar y el aromatizante no me pueden faltar”.

 

Su esposo trabaja en demoliciones, por eso ella está al tanto de la cantidad de derrumbes que ocurren, especialmente cuando llueve.

 

¿Cuando salgo yo de aquí? Los derrumbes van a seguir porque La Habana se está cayendo”.

 

Aunque Iverlysse  y su esposo trabajen mucho, se ven reducidos a la total dependencia del Estado. En un sistema colectivista, que  condena la propiedad privada y el libre mercado, la hipotética solución consiste en que, no con el esfuerzo propio, sino con el trabajo colectivo, la familia de Junco obtendrá una casa donde vivir.

 

En la práctica, la sociedad ha quedado sometida al control y la planificación  estatal. La felicidad de la familia de Junco dependerá entonces de que su expediente sea privilegiado ante los ojos del funcionario, que el próximo 20 de diciembre deberá decidir si, entre las 900 casas que se otorgarán en toda la provincia de La Habana -después de priorizar los “casos” que llevan 20 años albergados, esperando-, califica la suya como suficientemente afectada por una situación extrema.

 

“Ya he ido a la Provincia (Oficina de Vivienda) y al gobierno. Tres veces fui a la Plaza de la Revolución y siete veces escribí cartas al Consejo de Estado. En todas las ocasiones la respuesta fue: Tiene que esperar. Hay casos peores que el suyo. ¿Qué puede ser peor que esto?”, se pregunta Iverlysse.

 

Las cifras de la cantidad de albergados y de personas a la espera de serlo, fueron ofrecidas por la Unidad Municipal de Atención a las Comunidades de Tránsito  (UMACT)  del municipio Centro Habana, por una persona que pidió anonimato. El dato de las 900 casas que serán otorgadas el próximo 20 de diciembre lo aportó una trabajadora de vivienda que tampoco quiso revelar su nombre.

 


Vivienda en Cuba: el derrumbe que viene

Daniel Benítez

9 de julio de 2013

 

Más de un millón 170 mil casas cubanas, el 39 por ciento del fondo habitacional existente en el país, se encuentra entre regular y mal, según un informe del Instituto Nacional de la Vivienda (INV).

 

El informe gubernamental antecedió al recién concluido período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde el tema de la vivienda centró buena parte de las discusiones socioeconómicas de los diputados.

 

La Comisión de Industria, Construcciones y Energía del Parlamento señaló en sus conclusiones la urgencia de las labores de recuperación y mantenimiento del fondo habitacional del país, y llamó a priorizar el desarrollo de la industria de materiales de la construcción.

 

Los diputados -indicó la comisión parlamentaria- prestarán especial atención a la construcción de viviendas en los municipios, y a aquellas que se erijan en zonas rurales y montañosas, sobre todo si se realizan mediante esfuerzo propio, con créditos y otras facilidades.

 

Fuentes no gubernamentales cifran incluso en 57 por ciento las edificaciones en mal o regular estado, mientras reflejan que existe un déficit de más de 700 mil hogares.

 

Cifras preocupantes

 

Entre las principales causas del deterioro señaladas en el informe del INV se encuentran el frecuente azote de fenómenos climatológicos, culpables por “afectar de una u otra manera más de un millón de moradas en los últimos 10 años”. Solo el huracán Sandy, que asoló la isla en octubre de 2012, dejó unas 150 mil casas dañadas y más de 17 mil se derrumbaron totalmente en las provincias de Santiago de Cuba y Holguín.

 

Las estadísticas sobre la construcción de viviendas no resultan nada halagüeñas. Cuba construyó apenas 32.103 viviendas en 2012, el 28 por ciento de ellas levantadas con esfuerzo de la población. La cifra revela la caída continuada en la edificación de inmuebles por sexto año consecutivo, luego que en el 2006 se terminaran 111.273.

 

Todo eso a pesar de que el salario promedio en la construcción fue el más alto entre todos los sectores laborales del país, con 580 pesos cubanos mensuales (CUP), unos $24 dólares. (El salario promedio en el país subió a 466 CUP, 11 pesos más que en el 2011).

 

Los resultados del primer semestre del 2013 van por el mismo camino. Según reveló el ministro de Economía y Planificación, Adel Yzquierdo, durante su intervención ante el Parlamento cubano, la construcción de viviendas cayó en un 3 por ciento en lo que va de año y se incumplieron 500 inmuebles en una provincia tan necesitada cono La Habana.

 

Situación tensa

 

Por eso, indicó el ministro, es una necesidad que se cumpla el plan de viviendas en Santiago de Cuba, que está avanzando “pero de manera muy tensa” en medios de las secuelas del huracán Sandy.

 

Yzquierdo también dijo que se observó un decrecimiento del plan de construcción de viviendas por medios propios en un 6 por ciento, pues las personas están utilizando los recursos entregados para reparar sus casas y menos para construirlas. El plan de edificación de viviendas por medios propios es de 13.000.

 

Debido a esta precaria situación, el régimen ha tenido que aplicar urgentes medidas para intentar detener el deterioro tras décadas de inmovilismo en el sector, y de una casi completa paralización en las construcciones y reparaciones.

 

Primero la opción, por fin después de más de cinco décadas, de compra y venta, que ha desatado una ola de anuncios en los más disímiles sitios, incrementando la especulación inmobiliaria con precios exorbitantes (muchas veces sin tener en cuenta el estado constructivo de las locaciones), y luego la entrega de créditos y subsidios para facilitar la “construcción por esfuerzo propio”.

 

Demanda de materiales

 

Pero, ¿puede dinamizar el mercado y lograr ostensibles mejoras? Realmente es poco creíble si se tiene en cuenta que los subsidios no sobrepasan los 80 mil pesos cubanos, -unos 3.200 CUC- para una edificación de 25 metros cuadrados con baño, cocina y pago de mano de obra incluidas, mientras que solo se autorizaron créditos de entre 5.000 y 10.000 CUP para acciones menores.

 

Sin embargo, el país tampoco cuenta con una industria de materiales de la construcción capaz de hacer frente a una mayor demanda, de ahí que solo los subsidiados puedan comprar en establecimientos específicos el cemento P-350, instalaciones sanitarias, pinturas y elementos de plomería y electricidad hasta revestimientos de paredes, entre otros.

 

El informe del INV refleja que en los primeros seis meses del presente año las ventas minoristas de estos materiales fueron superiores a los 650 millones de CUP, y que al menos hasta marzo de 2013 unas 33 mil personas fueron beneficiadas con estas alternativas.

 

En el 2011, por 24 domingos consecutivos, la televisión cubana transmitió el curso  “Con tus propias manos: Cómo construir y mantener tu vivienda”, con el supuesto objetivo de dar “a la población imprescindibles conocimientos sobre las acciones constructivas a realizar para la ejecución de nuevas viviendas o la rehabilitación de las existentes mediante el esfuerzo propio”.

 

Un reto monumental

 

Pero el reto de la vivienda en Cuba es monumental y no podrá resolverse con soluciones a medias, sin liberar totalmente las fuerzas productivas y permitir que la empresa privada entre al negocio de las construcciones.

 

Hace 60 años, el reclamo del derecho a la vivienda era una de las motivaciones de Fidel Castro y el grupo de jóvenes que asaltaron el Cuartel Moncada. El programa del Moncada se hizo luego finalidad gubernamental desde 1959, sin que hasta la fecha pueda hablarse no ya de promesas cumplidas, sino de el mínimo mantenimiento habitacional que impida la destrucción y el derrumbe del patrimonio arquitectónico nacional.

 

En su discurso de clausura de la Asamblea Nacional, este domingo, Raúl Castro admitió que el proclamado crecimiento del 2,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer semestre del año, “no se nota en la economía de la familia cubana promedio”.

 

Mucho menos se advierte en la situación de la vivienda, que es acaso el mayor obstáculo para intentar imaginarnos la luz al final del túnel cubano.

 

CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS EN CUBA (2000-2012)
2000 – 42.940
2001 – 35.805
2002 – 27.460
2003 – 15.590
2004 – 15.352
2005 – 39.919

2006 - 111.373
2007 – 52.607
2008 – 44.775
2009 – 35.085
2010 – 33.901
2011 – 32.540
2012 – 32.103

Fuente: ONE

 

 

Inhabitable

Agosto de 2013

 

 

De cierta manera: La Habana

Juan Antonio Madrazo Luna

23 de agosto de 2013

 

Otra vez he tenido la paciencia de acercarme a De cierta manera (1974), el filme de la cineasta cubana y afrofeminista Sara Gómez. Es un filme maldito que desnuda demasiadas cosas a la vez, continúa siendo un espacio de la memoria que constantemente nos recuerda la marginalidad que habita la sociedad cubana y el precio de la desigualdad que aun con la Revolución están pagando muchas personas.

 

39 años han pasado y el filme nos alerta que todavía los negros y mestizos en su mayoría continuamos con desventaja social, que aun la herida de la desigualdad es un tatuaje que nos marca y la humedad del látigo no ha dejado de filtrarnos los huesos.

 

La Habana no ha dejado de ser la gran incubadora de la marginalidad y lo primero que violenta, al ver el filme, es un cartel que reza: “La Revolución ha terminado con la marginalidad”.

 

Hoy la Habana suele ser más insegura que cuando se exhibió esta joya de la antropología audiovisual. Ni la marginalidad ni las ciudadelas o barrios insalubres, como Las Yaguas, desaparecieron. Hoy Las Yaguas es una gran maqueta que se reproduce en los más íntimos escenarios de esta ciudad.

 

Mientras el Plan Maestro, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige Eusebio Leal Spengler, está empeñado en la restauración de la Habana Borbónica e impone en su franja de acción económica mediante boutiques con precios del primer mundo, las ciudadelas y las cuarterías crecen hacia adentro, siempre distantes de la geografía donde están las oportunidades.

 

La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) solo reconoce la existencia de 60 barrios marginales y 114 focos insalubres, pero son cifras que no responden a la realidad. Desde hace mucho tiempo, la Habana está sintiendo que sus músculos están fatigados, la Habana no aguanta más y los asentamientos son juegos de cinturas que flotan sobre sus ruinas.

 

En esta ciudad, solo basta con asomarse a lugares como La Isla del Polvo, Alturas del Diezmero, El Tropical, Ruta 11, Indaya, Los Pocitos, Carraguao, El Canal, El Plátano, Las Cañas, Atarés, El Casino, Los Bloques y un sinnúmero de asentamientos que se dibujan sobre un mapa de muchísimo silencio para darse cuenta como los seres humanos viven hacinados en cuarterías, como cucarachas, y se reproducen como conejos, mientras la Dirección Provincial de Vivienda cuenta con un fondo habitacional envidiable echándose a perder por más de 20 años.

 

Los asentamientos son lugares sin brillo, donde la administración del Poder Popular siempre tiene garantizada la pipa de ron o de cerveza, para anestesiar el alma de quienes habitan estos sótanos en los que, ni la pedagogía revolucionaria, ni los llamados Talleres de Transformación Integral del Barrio, han logrado modificar el paisaje, pues la guapería es una carta de triunfo. Son paisajes donde el precio de la desigualdad naturaliza las enfermedades psíquicas, el consumo de drogas y la violencia intrafamiliar.

 

Estos son algunos de los demonios que habitan nuestra ecología social, demonios alimentados por la ortodoxia revolucionaria que también apuntaló la marginalidad, al poner fuera del juego a figuras como el cineasta Nicolás Guillen Landrián, a la artista de la plástica Clara Morera, a los escritores Reinaldo Arenas, Lidia Cabrera y Carlos Victoria, a los investigadores Walterio Carbonell y Carlos Moore, al escultor Agustín Cárdenas, a Ediciones el Puente; reprimió las sexualidades disidentes, desmanteló la narrativa discursiva del hip hop para imponer el reggaetón, y hoy continúa penalizando la ecología política.

 

De cierta manera, Barrio Cuba, del desaparecido Humberto Solás, y Buscándote Havana, de la joven realizadora Alina Rodríguez, son algunos de los testimonios audiovisuales que incomodan al poder, pues le dan voz a la otra ciudadanía; desnudan su naturaleza pornográfica y descubren sus límites apenas interrogados por la sociología revolucionaria. Mientras tanto, La Habana no deja de besar sus propias heridas y de enseñar sus partes más escandalosas.

 

madrazoluna@gmail.com 

 

 

Cerro, municipio colindante

con la sede del Gobierno Nacional

 

 

La Habana  de hace más de ochenta años

 

La Habana de hace más de cien años (1906)

La crisis perenne del agua potable y las aguas negras

Manuel Castro Rodríguez

20 de noviembre de 2013

 

La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba dio a conocer el Resumen adelantado del Censo de Población y Viviendas 2012. De las 3.885.900 unidades de alojamiento, o sea, ‘todo local o recinto estructuralmente separado e independiente, construido en todo, o en parte para fines de alojamiento de personas’, sólo:

 

2.854.995 unidades de alojamiento tienen baño o ducha con agua corriente, lo que representa el  73,47% del total.

 

2.776.866 unidades de alojamiento cuentan con abastecimiento de agua por acueducto, o sea, el  71,46% del total.

 

1.546.121 unidades de alojamiento tienen sistemas de desagüe que vierten en alcantarillados,  lo que representa el 39,78% del total.

 

La situación es mucho peor, ya que decenas de miles de residentes en La Habana nunca han visto salir agua del grifo de su residencia; lo normal para ellos es cargar agua diariamente.

 

Desde hace unos cuarenta años tampoco sale agua del grifo de los baños de la inmensa mayoría de los cines, cafeterías y restaurantes a que acude el cubano de a pie; solo cuando se realiza el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano es que hay agua en algunos cines.

 

Tampoco sale agua del grifo de los baños de la mayoría de los centros educacionales de la capital. De los baños de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana emana un mal olor imposible de soportar.

 

Tampoco sale agua del grifo en numerosos hospitales. Mis hijos nacieron en  1976 y 1983 en el Ramón González Coro, el mejor hospital gineco-obstétrico de Cuba. En ambas ocasiones yo tuve que cargar aguapara que mi esposa pudiese lavarse, ni soñar con bañarse.

 

Además, los supermercados y centros comerciales no tienen baños.

 

Alejandro Vilá Noya, directivo de Aguas de La Habana, reconoció que “los salideros más escandalosos están en las calles, porque son visibles y corren por el pavimento (...) más del 50 por ciento del agua que bombean se pierde por esas causas”.

 

El sistema de acueductos “no ha recibido un mantenimiento integral en el último medio siglo”, o sea, desde que Fidel Castro tomó el poder.

 

Desde hace casi medio siglo, la falta de agua es uno de los suplicios que sufre el cubano de a pie residente en la capital, a pesar de que cuando Fidel Castro tomó el poder en 1959, La Habana tenía un buen servicio de agua potable.

 

El ingeniero cubano Francisco de Albear Lara diseñó y construyó el acueducto que lleva su nombre; su proyecto obtuvo medalla de oro en la Exposición de París (1878). El acueducto de Albear, inaugurado el 23 de enero de 1893, ¡hace 121 años!, suministra actualmente el 20% del agua que se consume en la capital de Cuba.

 

Con relación al hecho de que según el censo de 2012 sólo el 40% de las unidades de alojamiento de Cuba tengan sistemas de desagüe que vierten en alcantarillados, se observa que no ha habido mejora en la última década, dado que “en 2003, la cobertura de alcantarillado alcanzaba sólo a 63 por ciento de los 2,2 millones de habitantes de La Habana”.

 

Además, dadas las numerosas roturas del alcantarillado, se pueden ver las aguas negras (albañales) corriendo por no pocas calles de la capital. Esto, unido a las numerosas roturas que tienen las tuberías del acueducto, provoca que en numerosas ocasiones ¡las aguas de consumo humano sean contaminadas por las aguas negras!

 

La ayuda de los emigrados -sólo en el año 2012 entre efectivo y bienes los cubanos radicados en EEUU enviaron a Cuba 5.105 millones de dólares- no ha podido impedir que se continúe expandiendo la indigencia por todo el país. Aumentó la migración ilegal hacia la capital y se han incrementado las ‘villas miserias’. Más de veinte mil cubanos que residían en La Habana sin permiso, han sido desalojados y devueltos a sus lugares de origen.

 

 

La favelización de Cuba,

postal de un modelo que se resquebraja

Federico Rivas Molina

3 de mayo de 2012

 

A pocos minutos del centro de la ciudad de La Habana, asentamientos de madera y chapa alojan a miles de cubanos que no salen en las estadísticas oficiales. Viven marginados por su condición de inmigrantes del interior, apenas con dinero para comer y sin servicios básicos ni ayuda estatal

 

Lysyelis Garde de la Caridad tiene 10 meses. Su madre Yaimara muestra orgullosa el álbum de fotos que le ha armado, con el rostro de bebé sonriente fundido en playas paradisíacas, iglesias doradas o soles incandescentes. “Las hace alguien de aquí, que tiene una computadora”, explica la joven, que ya inició los preparativos para el primer año de la pequeña. Con restos de placas radiográficas ha confeccionado decenas de gorritos de fiesta. “Falta mucho, pero tengo que aprovechar cuando entra algo de dinero”, se justifica. Se espera para ese día una gran celebración: la familia Garde es un verdadero clan en el asentamiento San Francisco de Paula, el más grande de La Habana. Padres, tíos, hermanos, hijos y nietos se han establecido allí hace unos 5 años, cuando el cerro, hoy herido de calles serpenteantes, era sólo una maleza impenetrable. A 40 minutos de auto del centro de la capital cubana, el barrio ha crecido sin control bajo torres de alta tensión, a sólo cinco calles de la Finca Vigía que sirvió de residencia al escritor Ernest Hemingway. Unas 2.000 personas viven allí, hacinadas en casas de cartón y chapa que vuelan con cada tornado.

 

Es una misión casi imposible saber cuántos pobres hay en Cuba. El régimen de los hermanos Castro los ha desterrado de las estadísticas y declarado invisibles. Los números elaborados por la Organización de Naciones Unidas (ONU) simplemente dejan en blanco el casillero “índice de pobreza” cuando se trata de Cuba. Años atrás, el obispo de Holguín, Emilio Aranguren Echeverría, ensayó un número en base a su experiencia en las parroquias. “El 10% de los cubanos está capacitado para llevar una buena vida, el 40% puede sobrevivir, el 30% son personas necesitadas y el 20% vive en extrema pobreza”, dijo.

 

En ese grupo están los Garde. Hijos y nietos de un haitiano que en 1919 llegó a la isla para trabajar en la caña de azúcar, ocupan el escalafón más bajo de la sociedad cubana: emigrantes, sin trabajo en el Estado y negros. Practican además el “vodú”, una de las cuatro religiones que conforman la santería cubana. Para el clan, triunfar con el grupo de música haitiana que han armado ocupa buena parte de todas sus expectativas.

 

Rumbo a la fama

 

Los Garde llegaron a La Habana en 2007, procedentes de Santiago de Cuba, “para triunfar en la ciudad”. “Vinimos para acá buscando prosperidad. No es que estábamos mal, pero si quieres ser músico tienes que estar La Habana”, explica Silverio, tío de Yaimara. A los 59 años, Silverio vive de la cabilla. Con el resto de los hombres de la familia recorre las demoliciones recolectando las varillas de acero de los encofrados, que luego recuperan a golpe de martillo. El resurgir de la construcción privada le ha acercado clientes. “Es imposible conseguir acero nuevo en Cuba, así que si tu quieres hacer una casa debes comprarnos el reciclado”, dice. Su ingreso se completa con la venta de “durofrío”, un “helado” de fabricación simple que amontona en un refrigerador destartalado. “Se corta una lata de cerveza al medio, se la llena de jugo, se introduce en ella un palillo de madera y listo”, explica Silverio.

 

Su historia personal no difiere demasiado de la de muchos otros cubanos. Entre los años 75 y 92 fue integrante de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), encargado de controlar la fidelidad de sus vecinos a la causa castrista. En 1987, su trabajo fue premiado con un viaje de dos semanas a Moscú. Hoy ha roto con el régimen, y sólo piensa en sobrevivir por sus propios medios. “Tenía discusiones y me fui de los CDR. Después trabajé en Cubanacan (la empresa estatal de Turismo en Santiago), hasta que en el 96 dejé todo. Ahora –dice Silverio– no tengo ni ayuda, ni contacto, ni obligación con el Gobierno”.

 

Decepción habanera

 

No les ha ido bien a los Garde con la música. “El grupo nació el 17 de mayo de 1993, Día del Campesino, en Santiago de Cuba. Vinimos para ver si podíamos progresar en La Habana, para mejorar de vida, pero no hemos podido aún”, se lamenta Silvia, madre de Yaimara. El principal obstáculo es que han llegado a la capital desde el interior, en un país que prohíbe la emigración interna. “Apenas llegamos nos acogió Caricatos (la agencia oficial de representaciones artísticas), pero no duramos más de dos años por ser ilegales”, explica Silvia. Entre 2007 y 2008 lograban reunir hasta 300 pesos (unos 12 dólares) por show. Silvia explica que ahora están “libres” y tocan “de vez en cuando en la Casa de la Cultura”. “No nos pagan –aclara– pero al menos nos hacemos conocer”.

 

Lejos de los escenarios, reunir el dinero diario es la principal ocupación de los Garde. La gabilla permite a los hombres sumar unos 400 pesos (16 dólares) por mes, a repartir entre 15 integrantes. El resto depende de las mujeres.

 

La senda que conduce a las casas de la familia está jalonada de telas de colores fulgurosos, las mismas que cortarán en pedazos para vender en las calles de la ciudad. “Compramos telas viejas, las teñimos y las cortamos en pequeños trozos. Sacamos 300 pesos por mes (12 dólares), como máximo. Estamos todo el día en la calle, y cuando llegamos acá ya tenemos hambre” se ríe Estela, hermana de Silvia. Cerca de los 60 años, Estela trabajó alguna vez verificando las campañas de acción contra el mosquito del dengue en Santiago, hasta que decidió seguir al resto en su aventura habanera. “A veces me llaman para volver a trabajar con ellos, pero ya estay afincada aquí. Además, saco más con las toallas”, se justifica.

 

El desafío diario

 

Los niños juegan al béisbol en una plaza de tierra seca y dura. Cuatro jóvenes, protegidos del sol por un pequeño techo de madera, juegan al ajedrez. Modesto, otro de los hermanos de Silverio, golpea con un martillo pedazos de hierro retorcidos que luego serán vendidos a algún arquitecto necesitado de materia prima. En las cuerdas colgadas de árbol a árbol la ropa húmeda comparte espacio con pañales reciclados que se secan al sol. A 9 dólares la bolsa de 24 pañales, Yaimara necesitaría los ingresos de todo un mes para abastecer a su niña durante menos de una semana. “Les saco el relleno, los lavo y les pongo algodón nuevo. Cada uno me sirve para tres o cuatro puestas, hasta que se rompe la tela”, cuenta la joven. El ingenio cubano no sólo resuelve el desafío de los pañales. El agua llega al barrio sólo dos horas diarias, la luz hay que robarla de las torres de alta tensión y el gas es un bien escaso. La comida, sin embargo, abunda.

 

“Todos los días pasan vendiendo comida del mercado negro. Se te acercan ofreciendo cerdo, arroz, embutidos, huevo, pescado, morcillas... lo que quieras. Es más fácil conseguir alimentos aquí que en el centro de La Habana, pero para un par de zapatos hay que luchar”, cuenta Silvia.

 

La venta de comida en el mercado negro forma parte del ingreso de miles de cubanos que día a día “roban” al Estado lo que falta en los supermercados. El problema es que la mercadería paralela se vende en CUC, los pesos cubanos convertibles en dólares que son inaccesibles para gente como los Garde. “Hay un mercado más económico donde podemos comprar alimentos –explica Silva– pero para cuando conseguimos el dinero ya está cerrado. En el barrio hay comida, lo que no hay es dinero”.

 

 

Viviendas en el oriente de la Cuba castrista

 

 

Viviendas y desalojos en el centro de Cuba

 

 

Vivienda y desalojo en Cuba

 

 

Cuba en la década del cuarenta

 

 

Cuba  hace más de setenta años

 

 

Historia de la Revolución cubana

(Documental, 2009)

Nota de Manuel Castro Rodríguez: Discrepo totalmente con lo que se expresa en este documental de que Fidel Castro era comunista antes de 1959. Véase aquí.

 

 


El adoctrinamiento en una cultura de odio

 

Véase una muestra del daño antropológico

Niños que quieren ser ‘jinetera’ (prostituta), ‘yuma’ (extranjero) o dictador

La Edad de Oro (Corto documental, 2013)

Javier Castro

 


‘Gusano’: por una convivencia civilizada

con quienes piensan distinto

Yusimí Rodríguez López

5 de abril de 2014

 

Contra el optimismo ante los cambios implementados por el régimen, el documental de Estado de Sats muestra lo que no cambia: mano dura contra quien piense distinto.

 

Ante la avalancha de negocios privados y prósperos que inundan el país es inevitable la sensación de que Cuba avanza, cambia. Y es cierto, 10 o 15 años atrás resultaba impensable que habría tantos establecimientos gastronómicos cuyos propietarios serían cubanos, cuya categoría podía competir y sacar ventaja a los de propiedad estatal, y cuyos comensales serían sobre todo nacionales.

 

Quién iba a pensar hace unos años que habría salas de navegación en el país y que, a pesar de los precios, habría largas colas de cubanos para entrar. Quién iba a pensar que los cubanos podrían comprar y vender sus casas, sus carros y hasta… viajar fuera del país, sin solicitar permiso para hacerlo. Sí, el país cambia, ¿pero prospera?

 

Justo en esos momentos cercanos al regocijo chocamos con uno de esos documentales incompatibles con las pantallas del cine o la televisión oficial, no para recordarnos los actos de repudio y la violencia sufrida por quienes abandonaron el país en las décadas épicas de la Revolución, como parece ser el propósito de Gusano según sus primeras imágenes, sino para echarnos en cara que todo eso está sucediendo ahora mismo.

 

Gusano no es un documental realizado por extranjeros ni por cubanos testigos accidentales o deliberados de un capítulo de la represión en el país, sino por quienes la padecen. Prácticamente atrincherados, los integrantes del equipo de Estado de Sats se las arreglan para mostrar lo sucedido justo en la entrada de la casa de Antonio Rodiles, sede de Estado de Sats, los días 10 y 11 de diciembre del 2013, cuando se celebraba a nivel mundial el Día de los Derechos Humanos, y que nuestra prensa oficial prefirió ignorar.

 

Si el filme se limitara a mostrar el acto, no de repudio sino “cultural”, para el que fue movilizada la policía, además de los estudiantes llevados allí para protagonizar la actividad, y las detenciones arbitrarias de que fueron víctimas Antonio Rodiles, Walfrido López y Kizzy Macías, no duraría quizás más de diez minutos, ni pasaría de ser un reportajito sobre un suceso aislado, que ni siquiera es el peor episodio de la represión en Cuba ahora mismo.

 

Los hechos, además, no son nuevos para quienes cuentan con acceso a internet o a un correo electrónico donde recibir boletines de la prensa independiente. Fue esa prensa la que llenó el vacío dejado por la prensa oficial. Pero incluso muchos sin acceso a internet, supieron algo de lo ocurrido por Radio Bemba. Por tanto, este Gusano (palabra que desde los inicios de la Revolución ha designado a quienes no son partidarios del régimen) no podía simplemente arrastrarse por la superficie del asunto, sino arrastrarse por la historia y mostrar la represión en Cuba después de 1959.

 

Nuevos repudiadores y la misma intransigencia

 

Los entrevistados en el material viven en Cuba y han sido testigos de la represión o la han sufrido en carne propia, pero no aprovechan esta oportunidad de estar frente a las cámaras solo para narrar sus experiencias. Los reprimidos, como nos recuerda el escritor Rafael Alcides, ya no son los que quieren irse, sino los que se quedan. No podía faltar en este documental el fragmento de aquel discurso donde el eterno líder afirma que “aquellos que no tengan un corazón que se adapte a la idea de una Revolución… no los queremos, no los necesitamos”.  Ahora, esos que no necesitábamos mantienen el país en pie con los envíos de dinero, aclara Alcides.

 

Aunque los repudiadores de antaño han sido reemplazados por una nueva generación dispuesta a quedarse ronca gritando consignas y oprobios, y a golpear si es necesario, sus lemas permanecen inmóviles y enmohecidos. A estas alturas, la gente vitorea a Fidel Castro, cuando no solo dejó de ser el presidente del país, sino cuando además su hermano y presidente actual ha revertido casi todo lo hecho por el eterno líder (sin reconocer sus errores garrafales en la dirección del país).

 

La autoridad moral de Fidel Castro, según un repudiador de nueva generación que perdió la voz durante el acto de repudio a Estado de Sats, se debe a que asaltó el Moncada, vino en el Granma y peleó en la Sierra Maestra. En otras palabras, su capacidad para hacer la guerra, para lograr sus objetivos por medios violentos. Y para engendrarla con sus discursos.

 

Cuando una ve a los cubanos repudiar a sus compatriotas por querer abandonar el país, se pregunta cómo lograban cultivar tanto odio. El exiliado hijo del general Ramiro Valdés dijo en una entrevista que nadie fue obligado a participar en esos actos, que algo análogo debían tener en su interior. Aún si no los alentó, el Gobierno permitió que esas personas actuaran con absoluta impunidad; nadie fue preso ni pagó multas por desorden público, apedrear casas, gritar insultos, agredir físicamente. En el documental, el militar retirado Fernando Dámaso cuenta de un grupo de personas a las que el Partido había orientado salir a dar golpes a quienes querían irse. Sin embargo, nada nos garantiza que sea cierto, porque cualquiera que desee desprestigiar a la Revolución cubana afirmará cosas de esa índole y peores. Pero resulta más difícil creer que quienes tomaban parte en esos actos se organizaran de forma espontánea, que llegaran a los lugares de los hechos, todos juntos, sin orientación ni cita previa, y se marcharan luego sin recibir castigo, y que nada de eso fuera alentado por el Gobierno.

 

Se afirma que es necesario conocer la historia para no repetir errores; según esa lógica, ningún cubano debería participar nunca más en ese tipo de actos. No después de que los otrora traidores, insultados y agredidos por abandonar el país, se convirtieran en traedores de dólares y fueran recibidos como mesías. No después que en el discurso oficial dejaran de ser apátridas para convertirse en ciudadanos que se iban por motivos económicos. Pero la historia y la histeria se repiten; en Cuba sobra ignorancia, además del coraje del que se alardea en nuestros medios oficiales.

 

Nadie se pregunta cuál es el delito de esos cubanos y cubanas a los que reprime. Y de haber un delito, una violación a la Constitución, por qué no están presos. El colmo de esta ignorancia es que una mujer, durante un acto de repudio a las Damas de Blanco, presumiblemente frente a la casa de Berta Soler, grite que de no ser por el 10 de octubre Berta Soler sería esclava. ¿Qué relación hay entre el inicio de la guerra de independencia contra España y la liberación de los esclavos por parte de Carlos Manuel de Céspedes, y el régimen cubano? Algo así como la relación entre José Martí y el asalto al Cuartel Moncada. De tanto escuchar que el 10 de octubre de 1868 marcó el inicio de las luchas revolucionarias en Cuba y que estas culminaron el 1 de enero de 1959, las personas parecen ver en Fidel y Raúl Castro la reencarnación de todos los próceres cubanos.

 

Lo que el régimen no cambia

 

Es bueno que este documental circule cuando acaba de actualizarse la Ley de Inversión Extranjera y se ha incrementado el salario de los médicos. Raúl Castro parece decirnos: “Si el pueblo quiere licencias para abrir negocios privados, que las tengan; si quieren comprar casas y carros, que los compren; si quieren viajar, que viajen, si quieren internet, que la tengan (cara), pero que la tengan; si los deportistas y los médicos quieren ganar un poquitico más de dinero, que lo ganen; si el pueblo quiere libertad de prensa, expresión y asociación…; un momento, al pueblo no se le pueden dar todos los gustos”.

 

Ni siquiera si se trata de derechos reconocidos en la Carta de los Derechos Humanos de la ONU. Quizás uno de los detalles más sutiles y aplastantes de este documental sea el hecho de que mientras Rodiles y sus compañeros están siendo detenidos, bajo ningún cargo, y la cámara de Kizzy está siendo destruida, vemos en pantalla a nuestro presidente actual hacer uso de la palabra en Sudáfrica, rindiendo tributo a Nelson Mandela, “Líder de la Unión y la Paz”, el mismo 10 de diciembre del 2013, elogiándolo como “ejemplo insuperable… respetuosos de su diversidad… con la convicción de que el diálogo y la cooperación son el camino para la solución de las diferencias y la convivencia civilizada de quienes piensan distinto”, sin sonrojarse. ¿Dónde hemos escuchado antes hablar de doble rasero en la política?

 

Cuando se realiza un documental sobre la represión en Cuba puede ser difícil prestar demasiada atención a aspectos como la fotografía, la banda sonora, la dirección de arte. Al menos, como espectadora es difícil concentrarse en ellos cuando los hechos son tan contundentes. Sin embargo, uno de los mayores aciertos del filme es la inclusión del tema “Duro con él” de Carlos Puebla, el cantor de la Revolución, porque la banda sonora de la represión no podía ser otra. Versos como “al que asome la cabeza, duro con él”, “quien piense seguir aquí conspirando a todo tren, que recuerde por su bien que el paredón sigue ahí”, muestran, casi mejor que el propio documental, cómo este Gobierno ha legitimado glorificado la represión, y la absoluta impunidad con que esta ocurre, sin que los ciudadanos tengan la menor defensa contra ella.

 

 

Cómo arreglar el desastre

Verónica Vega

5 de abril de 2014

 

El título alude a la pregunta que cierra el post “Devaluación”, de Yoani Sánchez, acerca de cómo se podrían reparar los profundos y visibles estragos causados por la revolución del 59 a la sociedad cubana.

 

Sin ánimo de polemizar, pienso que hay causas tan innegables como el irrespeto institucionalizado por razones ideológicas, la “meritocracia”, el cultivo intencional de la vulgaridad y la ignorancia con fines de manipulación política. Pero, puesto el dedo en la llaga, la pregunta crucial ahora no es tanto quién tiene la culpa sino cómo remediar el inmenso daño.

 

Más de una vez he oído el criterio lapidario de que sólo la extinción total de las actuales generaciones puede dar comienzo a un gradual saneamiento moral en Cuba. Pero el no poder participar de ese renacimiento le quita a uno hasta las ganas de opinar, ¿no creen?

 

Así que empecé a imaginar qué se podría hacer de existir una voluntad legítima de cambio (no solo del pueblo, claro, sino del mismo gobierno), y estas fueron las premisas que se me ocurrieron:

 

-Salarios acordes a los precios actuales. Cuando cada ciudadano experimente que puede vivir, (no sólo sobrevivir) sin necesidad de desviar recursos, “luchar”, o delinquir abiertamente, irá recuperando el sentido de la ética y apreciando el valor de la honestidad.

 

-Que se valore al trabajador por su capacidad y rendimiento y nunca por su lealtad política. Esto reajustará el orden natural de las cosas y hará que los trabajadores se sientan estimulados, ayudará a desarrollar proyectos y eliminará un mal tan omnipresente en la isla como la mediocridad.

 

-Que se eliminen las degradantes verificaciones basadas en testimonios de directivos de los CDR o miembros del PCC para legitimar el derecho de un ciudadano a obtener una plaza laboral, un viaje o lo que sea.

 

-Que se destierren ipso facto los mítines de repudio.

 

-Que se sancione con todo el peso estipulado por la ley vigente (o se creen y aprueben leyes para este propósito), a toda persona que exprese discriminación a otra por raza, sexo o pensamiento.

 

-Que se reivindiquen oficialmente los sustantivos “señor”, señora, “señorita”

 

-Que todo ciudadano sea tratado con respeto, en cada oficina o institución del país, por parte de cada funcionario o agente de la policía.

 

-Que los maestros y profesores mantengan una conducta y vocabulario apropiados ante los estudiantes, que las visitas no sean anunciadas, que la verdad se haga presencia en los pasillos, las aulas y los lemas…

 

-En los espacios institucionales donde se reúnen jóvenes para consumir reguetón, que se vayan incluyendo otras alternativas de música bailable.

 

-Que se limpien las calles y se pongan multas a los que arrojan desperdicios en la vía pública, por ventanas o balcones.

 

-Que se articulen y apliquen leyes contra la música alta, la violencia doméstica, el acoso sexual, el maltrato a los animales, el abandono de éstos, que se hagan respetar mediante multas las áreas de restricción para fumar…

 

Y un largo etcétera.

 

La mayoría dirá que soñar no cuesta nada, pero pensar y expresar la Verdad puede debilitar la mentira institucionalizada, los malos hábitos asumidos por falta de opciones, temor, apatía.

 

Hace poco, en una reunión de mi CDR, un vecino alentaba a asistir a las reuniones para definir estrategias de convivencia (el pago a la persona que pone el motor del agua y chapea los alrededores del edificio, por ejemplo), y enfatizaba:

 

-Yo no convoco por motivos políticos, a mí no me interesa las ideas políticas de nadie, si las tiene, sino para resolver asuntos que nos afectan a todos los vecinos.

 

Y es que la realidad es más fuerte que las construcciones mentales. A estas alturas, visto y experimentado con creces el descalabro moral y económico, la gente tiene hambre, sino de verdad, al menos de progreso.

 

 

Devaluación

Yoani Sánchez

7 de marzo de 2014

 

Para una célula es difícil mantenerse sana en un organismo enfermo. En una sociedad ineficiente, una burbuja de funcionalidad estallaría. Así mismo, no pueden potenciarse ciertos valores éticos –seleccionados y filtrados- en medio de una debacle de integridad moral. Rescatar códigos de conducta social, implica aceptar también aquellos que desentonen con la ideología imperante.

 

Desde los medios oficiales, nos llaman ahora a recuperar los valores perdidos. Según la versión de comentaristas televisivos, la responsabilidad del deterioro recae fundamentalmente sobre la familia, una parte en la escuela… y ninguna sobre el gobierno. Hablan de mala educación, groserías, falta de solidaridad y extensión de malos hábitos como el robo, la mentira y la indolencia. En un país donde por medio siglo el sistema educativo, toda la prensa y los mecanismos de producción y distribución cultural, han sido monopolios de un único partido, vale la pena preguntarse ¿de dónde ha surgido tal depauperación?

 

Recuerdo que cuando niña nadie se atrevía a dirigirse a otro con el calificativo de “señor”, porque resultaba un rezago burgués. Como el vocativo “compañero” se asociaba a una posición ideológica, muchos comenzamos a llamarnos entonces con nuevas formas. “primo”, “joven”, “oye tú”, “puro”… y una larga lista de frases que derivaron en fórmulas vulgares. Ahora se quejan en la TV de que somos soeces a la hora de dirigirnos a otros, pero… ¿quién empezó ese deterioro?

 

El sistema cubano apostó por la ingeniería social, y jugueteó con la alquimia individual y colectiva. El ejemplo más acabado de ese fallido laboratorio fue el llamado “hombre nuevo”. Ese Homus Cubanis crecería supuestamente en el sacrificio, la obediencia y la fidelidad. La uniformidad era incompatible con las particularidades éticas de cada hogar. Así que para lograrla, a millones de cubanos nos alejaron –siempre que pudieron- del entorno familiar.

 

Íbamos al círculo infantil con apenas 45 días de nacidos, los campamentos pioneriles nos recibían después de aprender las primeras letras, partíamos hacia las escuelas al campo recién terminada la infancia y pasábamos nuestra adolescencia en un preuniversitario en medio de la nada. El Estado creía que podía sustituir el papel formador de nuestros padres, pensó que lograría cambiar los valores que traíamos de casa por un nuevo código de moral comunista. Pero la criatura resultante distó mucho de lo planificado. Ni siquiera llegamos a convertirnos en un “hombre bueno”.

 

La emprendieron también contra la religión, pasando por alto que en sus disímiles credos se transmiten parte de los valores éticos y morales que moldearon la civilización humana y nuestras propias costumbres nacionales. Nos hicieron denigrar a los diferentes, insultar con obscenidades a los presidentes de otros países, burlarnos de figuras históricas del pasado, sacar la lengua o lanzar la trompetilla al pasar por una embajada foránea. Nos inculcaron la “promiscuidad revolucionaria” que ellos mismos ya practicaban desde la Sierra Maestra y nos incitaron a reírnos de quienes hablaban bien, tenían una amplia cultura o mostraban algún tipo de refinamiento. Esto último nos fue enseñado con tanta intensidad, que muchos fingíamos hablar vulgarmente, dejar de pronunciar algunas sílabas o nos callábamos nuestras lecturas, para que nadie se diera cuenta que éramos “unos bichos raros” o potencialmente unos “contrarrevolucionarios”.

 

Un hombre –desde la tribuna- nos estuvo gritando por cincuenta años. Sus diatribas, su odio, su incapacidad para escuchar calmadamente un argumento en contra, fueron las “modélicas” posturas que aprendimos en la escuela. Él, nos infundió la algarabía, la crispación constante y el dedo índice autoritario para dirigirnos a los otros. Él –que creía saber de todo cuando en realidad sabía de muy poco- nos transmitió la soberbia, el no pedir disculpas y la mentira, ese engaño de los pícaros y los timadores que se le daba tan bien.

 

Ahora, cuando el cuadro ético de la nación parece un espejo hecho trizas contra el suelo, llaman a la familia a repararlo. Nos piden que formemos valores en casa y que transmitamos orden y disciplina a nuestros hijos. Pero ¿cómo hacerlo? Si nosotros mismos fuimos moldeados en el irrespeto a todos esos códigos. ¿Cómo hacerlo? Si ni siquiera ha existido un proceso de autocrítica desde el poder, donde aquellos que jugaron a la ingeniería social con nuestra vidas reconozcan lo que hicieron.

 

Los códigos éticos no se recomponen tan fácilmente. Una moralidad devaluada por el discurso público, no puede reponerse de la noche a la mañana. Y ahora ¿cómo vamos a arreglar todo este desastre?

 

 

‘Todos los lugares están llenos de prostitutas’

Lourdes Gómez

28 de febrero de 2014

 

Muchos cubanos ven con buenos ojos el enlace con un extranjero. Es el medio más asequible para salir del país y de la pobreza

 

Kornelia está indignada. Ella, que durante varios años ha venido a Cuba desde Munich en plan solidario —contribuyendo con donaciones de juguetes, material escolar, herramientas, etc., para mejorar la calidad de vida de los trabajadores—, ella que cree en la justeza del sistema, no puede dar crédito a lo que sus ojos han visto, en esta, su última visita: “Todos los lugares que visito están llenos de prostitutas”, me dice, “son una plaga y nadie lo ve”.

 

Kornelia viene de una gira por la Isla, está en Santiago por pocos días. Le pregunto que cómo sabe que son prostitutas y me responde más exaltada aun: “todas las parejas son de viejos sexagenarios  con niñas de entre 18 y 25 años, eso no es normal en ninguna parte del mundo, eso es prostitución”, concluye.

 

Ante mi escepticismo, no por la existencia del fenómeno sino por la amplitud a la que ella se refiere, me invita a visitar diferentes lugares nocturnos de la ciudad y no tengo más que darle la razón. Con gran dolor reconozco que la temporada alta del turismo en Santiago se ha convertido en la temporada de cazar o casarse con un “yuma”.

 

¿Qué está pasando? ¿Por qué estas jóvenes se prostituyen?

 

Los cubanos tenemos, al menos en teoría, acceso gratis a la educación y la salud, y la comida mínimamente asegurada por la libreta, entonces ¿qué necesidades tienen estas jóvenes que se prostituyen? Hablé con algunas de ellas durante estas noches. Maidi, de 18 años, dice que “es la única manera de comprarme las cosas que necesito, mis padres no pueden, yo no me voy a conformar como ellos”.

 

Katerine, de 21 años, confiesa que ya está prometida para casarse con Richard, un austríaco de 68 años: “Me compró mi apartamento con todo dentro, mira mi anillo de compromiso de un quilate, trabajando nunca hubiera conseguido nada, mi familia está amontonada en un apartamentico, y yo con de todo”.

 

Están por doquier, en hoteles de cuatro y cinco estrellas, en clubes y cafeterías en divisas y hasta en la playa. Andan en pequeños grupos de dos o cuatro con un mismo modus operandi, se sientan a consumir una bebida ligera a la espera de turistas solitarios al cual se acercan para pedirle fuego o cualquier otra cosa, es el primer paso para entablar una conversación.

 

Pero no nos engañemos, los turistas lo saben —existen guías sobre cómo actuar—, y vienen a buscar lo que quieren: obtener chicas baratas, sobre todo ante la ambigüedad de las leyes cubanas que no terminan de reconocer el asunto como un serio problema social.

 

Los que sí lo reconocen y hablan claramente del tema son los dueños de las casas particulares dedicadas a rentar a los turistas. Tienen reglas impuestas por la Oficina de Inmigración para controlar el comercio sexual; la más importante es que un turista solo puede inscribir en la casa una chica para quedarse con él durante su estancia.

 

Magalis, dueña de una de estas casas, dice que “los peores son los italianos, son una plaga, tienes que estarlos vigilando porque si te descuidas te entran una muchacha diferente cada noche, yo en estos momentos solo alquilo a matrimonios, bastantes sustos he pasado ya, no voy a perder mi licencia, ni mi casa, por ningún viejo baboso”.

 

Es claro para todos que los italianos son los más numerosos, su invasión es tal que se les ve tomando el sol cada mañana en el parquecito frente a los edificios 18 plantas de Garzón, donde viven muchos de ellos. Se trata de jubilados que han encontrado aquí su paraíso terrenal. Sus pensiones son aquí verdaderos tesoros que les permiten no solo comprar casas, sino también tener todas las chicas que quieran.

 

¿Y qué hace el Gobierno? ¿Existen estadísticas sobre esto?, pregunta Kornelia. La realidad es que de eso no se habla, en la prensa nacional es un tema tabú, evidentemente resulta complicado para los comunistas reconocer que su sistema falla, que millares de jóvenes prefieren prostituirse para lograr sus sueños o ambiciones, que claramente no son pasarse la vida trabajando por míseros sueldos que no le sirven más que para pagar los insumos de la libreta de abastecimiento.

 

Le explico a Kornelia, además, que los valores han cambiado, que muchas familias ven con buenos ojos el enlace con un extranjero porque al final es el medio más asequible para salir de la pobreza y del país, que es en todo caso lo que la mayoría de estas muchachas buscan.

 

“Por lo menos en Dominicana ellas tienen su lugar y no estoy obligada a verlas, aquí no hay diferencias, es asqueroso”, comenta mi interlocutora para cerrar el tema.

 

Kornelia se fue de Cuba sin entender muy bien lo que pasa, ella pertenece a ese grupo que idealiza a la Cuba revolucionaria, no puede comprender dónde se torció el camino y sobre todo cómo un Gobierno “tan transparente” cierra los ojos a una realidad que cada día golpea más.

 

Lo peor es que las generaciones que vienen toman como modelo estos “valores”. Para un adolescente en la Cuba actual, relacionarse con un turista es el camino perfecto para llegar a vivir bien; el trabajo y la dignidad son estupideces revolucionarias.

 

 

 

Ernesto ‘Che’ Guevara:

El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”.

 

Pioneros por el Comunismo, ¡Seremos como el Che!

 

Adoctrinamiento al que son sometidos

los escolares  cubanos

 

 

El totalitarismo corriente

Eugenio Yánez

13 de febrero de 2014

 

La “batalla de ideas” de la dictadura se reduce a las golpizas

 

Nosotros sencillamente le vamos a dar una paliza. La paliza que se merecen”, dice en Cuba un jefe de pandilla preparando a sus pandilleros revolucionarios para lanzarse contra opositores, según un video que circula en estos días.

 

Que el muy energúmeno no sepa hablar ni lo que es la concordancia gramatical no demerita su liderazgo: todo lo contrario. Mientras más bruto mejor. “No vamos a discutir con nadie. Nosotros no tenemos que discutir aquí con nadie. Además no le vamos a convencer a ninguno de ellos. A los mercenarios no se les convence”. Son mercenarios, no seres humanos. Ese es el súmmum de la arenga a sus canallas, expresa la superioridad del castrismo sobre todas las demás ideas políticas en todo el mundo y todas las épocas.

 

Infame dictadura que recurre a miserables y cobardes muertos de hambre morales para imponerse con excesos y golpizas, incapaz de apelar a razones y resultados positivos para ganar corazones y mentes. Tras más de medio siglo prometiendo el paraíso y llamando a formar el hombre nuevo, ese es el gran legado que deja a las generaciones futuras eso que todavía algunos llaman “la revolución cubana”.

 

Ya no es cuestión de nivel de vida, proteínas y calorías, cifras, estadísticas, derrumbes de viviendas, demoras del transporte, precio de los alimentos, coeficientes, hacinamiento, jineteras, remesas, venta de autos, salarios insuficientes, mafia de Miami, vertederos de basura, profesores emergentes, falta de higiene, jubilados sin recursos, prisiones repletas, bloqueo-embargo, actualización de modelo, cuentapropismo, marabú, reforma migratoria, detenciones arbitrarias, chispa’etrén, falta de urbanidad, sino “sencillamente” imponer el sometimiento a palos y golpes a quien no desee seguir siendo un esclavo apabullado o explotado en la enorme finca de los hermanos Castro.

 

Moral de prostíbulo, disciplina de presidio, lenguaje de potrero, bajas pasiones, honor de proxenetas, amenazas, chantajes, paroxismo, insultos, descalificaciones, patadas a mujeres, abusos como norma, delaciones, falsas acusaciones, indolencia ante problemas sin resolver, desprecio a la población, envidia, bajeza, alarmas infundadas, tergiversación, tremendismo, prensa amañada, gobierno tramposo, privilegios inmorales, discursos huecos, promesas vacías. Cada día peor que el anterior. Y sin perspectivas de mejorar.

 

Todo eso y más es lo que ha logrado el general-presidente casi ocho años después de adueñarse del poder. Mientras continúa sin aprender: un país no se dirige como se manda un campamento. Mucho menos como se maneja un burdel en el Caribe.

 

Sus esbirros en Cuba y el mundo, incluidos los de foros digitales, acorde con esa moral prostibularia del régimen, continúan tergiversando información, denigrando e insultando a quienes no pueden defenderse, ocultando realidades, falsificando noticias, mintiendo, amañando juicios, desviando la atención hacia problemas de todos los demás en todo el mundo, para que no se observen, mucho menos se señalen, los bochornos de la dictadura.

 

Hablarán de unidad en la diversidad en la Conferencia de CELAC, mientras detenían arbitrariamente a cientos de opositores por pensar diferente. Pedirán “respeto” a la Unión Europea mientras no respetan opiniones opuestas a las de La Habana. Dirán de pobrezas, hambre y miseria en países desarrollados, mientras en Cuba cada vez escasean alimentos y los precios se elevan sin límites. Se rasgarán las vestiduras por abusos policiales en Estados Unidos si alguien maltrata a un detenido o dispara contra un delincuente armado. Y ocultarán que ese alguien será investigado y sancionado si se le prueba responsabilidad en abusos o excesos. O que nunca podrá justificarse diciendo que el delincuente era un mercenario, aunque lo fuera.

 

¿Cuántos represores han sido sancionados en Cuba por golpear opositores, por patear Damas de Blanco? ¿Cuántos han respondido ante los tribunales por participar en un mitin de repudio, lanzar excremento, piedras o pintura contra la vivienda de un opositor? ¿Cuántos trabajadores salen del trabajo, o estudiantes de sus aulas, incluso niños, para participar “espontáneamente” en un infame mitin de repudio? Esa es la moral socialista. Así actúan los hombres nuevos.

 

Nunca sancionados, los bestias al servicio de los intereses más bajos de la tiranía son los “duros” que defienden al “pueblo” frente al enemigo. No reciben demasiados estímulos, porque no son parte de la camarilla en el poder; tal vez una vaga promesa de resolverles en algún momento un problemita material, lo que nunca ocurrirá, naturalmente. Sin embargo, en su oprobio compartido, se conformarán con recibir de algún seguroso de tercera categoría una palmadita en la espalda, o una cajita con un poco de congrí frío y pescado al horno para “ir tirando” mientras gritan e insultan durante horas a sus semejantes, sin saber ni a quién gritan ni por qué: simplemente porque se les ordenó.

 

Cada dictadura tiene los esbirros que merece. El totalitarismo cubano corriente no cambiará y continuará dando palizas y abusando de los cubanos.

 

Hasta el día en que a los esbirros y los dictadores les llegue la justicia que se merecen.

 

 

Gusano

Alejandro Ríos

11 de febrero de 2014

 

Comenta Ailer González, directora del documental Gusano, junto a su esposo Antonio Rodiles, que los genocidas de Ruanda calificaban a sus adversarios como cucarachas. El manual de nombretes de la dictadura de los Castro resulta ser más copioso aunque no menos chabacano y poco imaginativo. “Mercenario”, “pelafustán”, “merolico”, “mercachifle”, “cipayo”, además de “traidor”, “apátrida”, “anexionista”, “desertor”, “platista” y un largo etcétera.

 

Con Gusano, el cine documental independiente de la isla ha logrado una obra testimonial emergente, sumamente meritoria. Se trata de la dilucidación minuciosa, casi clínica, de un aborrecible acto de repudio. Como nunca antes quedan expuestos, en imágenes y no en el relato de las víctimas, como ha solido ser por la habilidad del régimen para impedir lo contrario, los factores que hacen posible la aparente “espontaneidad” de tan deleznables convocatorias.

 

En apenas 48 minutos, Gusano cuenta el asedio a la casa de Rodiles y González, en diciembre 10 y 11, del pasado año, cuando se conmemoraba el Día de los Derechos Humanos. Fue un ataque artero, travestido en una celebración cultural y deportiva, a la organización Estado de SATS, en el reparto Miramar.

 

Resulta muy conveniente que el documental reflexione sobre el antecedente histórico de estas manifestaciones de violencia y vulgaridad durante los acontecimientos del éxodo del Mariel, aderezando la banda sonora con aquella melodía del olvidable y abyecto Carlos Puebla: “Al que asome la cabeza, duro con él, Fidel” y el jingle predilecto de los acosos: “Pin, pon fuera, abajo la gusanera”, lema que ha seguido siendo utilizado hasta nuestros días.

 

Los adláteres de la dictadura, que suelen responder puntualmente cuando el régimen es puesto en solfa, han guardado un silencio suspicaz sobre la divulgación del documental Gusano, que también se presenta este próximo domingo en el espacio La Mirada Indiscreta del Canal 41 (AméricaTeVe) a las 8:00 p.m. Para usar su propia terminología, no hay manera que puedan convertir “el revés en victoria”.

 

El estercolero montado frente a la casa de la familia Rodiles resulta obvio en su grosería y espanto. Obesos agentes de la policía política, vestidos de civil, manoseándose los testículos tan pronto detectan una cámara; un escenario con jóvenes de cuellos henchidos que sermonean sobre las virtudes de la revolución; niños conminados a participar, sin la autorización de sus padres, diciendo textos de adultos aprendidos de memoria y el cantante Arnaldo y su Talismán ensordeciendo el ambiente.

 

Alrededor de cuatro cámaras recorren en diversos planos la geografía del repudio y entonces se nota que los niños están como aburridos y no entienden qué hacen allí hasta que el miedo los sobrecoge cuando se dan cuenta que están agrediendo físicamente a una persona, quien resulta ser Rodiles.

 

Las maestras los obligan a tomar parte, mientras bailan reggaetón, cimbreando las caderas. Durante los recesos de la orquesta del “Talismán” se pasan canciones de otros intérpretes, como el dúo Buena Fe, reconocidos artistas incapaces de decirles a los funcionarios del Ministerio de Cultura que no utilicen su obra para actos semejantes.

 

Dice el poeta Rafael Alcides, en el documental, que el acto de repudio es como una sombra de la revolución. Durante la entrevista de televisión yo observaba a Rodiles, Ailer, su esposa, y la artista Rebeca Monzó, entusiasta seguidora de Estado de SATS, personas decentes, pacíficas, cansadas de tanta ignominia, llenos de esperanza por una Cuba mejor y no dejaba de pensar cuando a Rodiles lo arrastraron frente a su digna madre y uno que parecía camarógrafo trataba de patearlo por detrás, mientras otros le gritaban improperios. El castrismo quema sus penúltimas naves, sin duda, y en Gusano se atestigua lo siniestro de su desesperación.

 

 

Acto de repudio a las Damas de Blanco

14 de octubre de 2013

 

 

Encanallar

Alejandro Ríos

10 de noviembre de 2013

 

Escucho a la Dama de Blanco Leticia Ramos en una entrevista radial contar su más reciente ordalía. La golpean apenas salir de misa y la empujan de tal modo dentro de un automóvil policial que termina con una vértebra oprimida.

 

Frustrada, una de las sicarias le dice a Ramos: “¿Ves a la negrona sentada delante? Si el domingo que viene vuelves a salir a caminar, ella se va a ocupar de ti”.

 

El comentario encierra todo el odio, la violencia y el racismo que es capaz de engendrar un régimen de tan baja catadura donde se reclama total obediencia de la ciudadanía a golpes de miedo y porrazo, mientras se aguarda la pleitesía internacional a sus desafueros.

 

El canciller cubano, con algo de sobrepeso y mucho de buena vida, viaja y come explicando los daños causados por el embargo de Estados Unidos, a quien acusa de toda la inoperancia interna en la isla.

 

Por supuesto que la prensa de otros países le santigua su perorata saturada de estadísticas sin comprobar y no se interesa por las palizas a un grupo de mujeres pacifistas y a un rapero en huelga de hambre a punto de morir, luego de protagonizar una protesta singular hasta donde algunos genízaros aplaudieron las razones de su ira.

 

Claro que ya intervinieron las salas de cines y la venta de artículos importados de primera necesidad, ¿cuáles no lo son en medio de la precariedad cubana?

 

Mientras el desangelado segundo hombre fuerte del castrismo, como indiferente a la debacle que lo rodea, conmina a la prensa nacional a terminar con el “secretismo”.

 

“El debate, el intercambio y la polémica deben estar presentes en la labor cotidiana de cada periodista”, afirma sin pestañar, mientras los reporteros no han dejado de obedecer sus límites, los intelectuales se hacen los de la vista gorda en espera del próximo viaje al extranjero, y las agencias de prensa publican estas declaraciones como si tuvieran fundamento y se tratara de otra contribución falaz al anunciado cambio que nunca llega.

 

Sólo hay que ver el operativo que dio al traste con los cuentapropistas, “Operación limpieza”, filmado por el propio régimen, para inferir que la inmovilidad es consustancial al totalitarismo, aunque sea estrafalario como el de la isla.

 

Desde aquella famosa “Operación adoquín”, en los años ochenta, que terminó con los artesanos de la Plaza de la Catedral, porque ya contrataban empleados, el procedimiento sigue siendo burdo y sólo intenta atemorizar a los que se hagan ilusiones con el éxito empresarial, en las antípodas de la dictadura.

 

Recientemente la opositora Luz Escobar logró, de modo discreto, entrar a la boca del lobo para grabar en video un acto de repudio desde adentro. Lo que se ve durante cerca de 11 minutos provoca repugnancia. Una plebe de todas las edades y colores rodea la casa de Laura Pollán donde las Damas de Blanco conmemoran el segundo aniversario de su controversial deceso.

 

Este operativo, por supuesto, pertenece al “secretismo” que Díaz Canel aboga hipócritamente por erradicar y no fue incluido en el pliego de demandas del pantagruélico canciller en su catilinaria ante la ONU para que Estados Unidos suspenda el embargo.

 

La canalla rumbea ante el hogar de Pollán que hoy es la sede de las Damas de Blanco. Hacen bromas de mal gusto. Gritan improperios y consignas donde el nombre del creador de tanta barbarie figura de manera prominente. Unas mujeres, incluso, hablan de asaltar la casa y dar golpes. Se enjugan el sudor y vociferan desde bocas desdentadas. Es un panorama desolador que habla de un país sin esperanza y encanallado.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: La ‘Operación adoquín’ a que se refiere el autor fue el nombre dado al operativo policial que acabó con los ‘Sábados de la Plaza’ –el nombre lo tomó de los lugares donde se realizaban: Plaza de la Catedral y Plaza de Armas-, donde a principios de la década del ochenta el régimen permitió que  artesanos improvisados –muchos de ellos eran graduados universitarios- vendiesen bisutería, calzado y prendas de vestir elaboradas artesanalmente, atenuando con ello la pobre oferta de las tiendas del Estado.

 

 

Paramilitares golpean y desnudan

a una Dama de Blanco

Julio de 2013

 

 

La chusmería: hija bastarda de la revolución

Miriam Celaya

19 de enero de 2014

 

¡“Reagan tiene saya; nosotros pantalones, que tenemos un comandante que le roncan los co…..!” (Consigna revolucionaria popularizada por Felipe Pérez Roque)

 

La Habana despierta temprano y antes de las 8:00 am es un hervidero de voces y movimiento. Trepidan los viejos autos y ómnibus por la ciudad, la gente se aglomera en las paradas y en los contenes, bulle la nueva jornada de supervivencia. Apenas a una cuadra de la céntrica avenida de Carlos III, decenas de adolescentes se apiñan en los alrededores de la secundaria básica “Protesta de Baraguá” dilatando todo lo posible el momento de entrar al matutino. Con independencia de géneros, vivaces, altaneros, irreverentes, casi todos hablan en voz muy alta, gesticulan, gritan de unos grupos a otros, de una a otra acera.

 

Una estudiante pulcramente vestida y bellamente peinada, se empina sobre sus pies mientras se coloca las manos a ambos lados de la boca, a manera de bocina:

 

-       ¡Dayáááán… Dayáááán! ¡Oye mi’jo, no te hagas el loco… Contigo mismo es, ¿qué bolá, qué p…. te pasa?!

 

El interpelado, a media cuadra de distancia, se vuelve hacia la muchacha y echa a reír:

 

-       ¡¿Eh, Carla, ¿cuál e’?, ¿se te pegó el picadillo?, ¿Yandi no te quita la picazón y te hace falta que yo te “arrasque”?!

 

-                      ¡Ayyyy, papi, ya quisieras. Tú no tienes pa´ eso!

-                       

El breve diálogo va acompañado de una gestualidad exagerada, procaz.

 

Dayán se acerca y ambos se saludan con un amigable beso y mucho manoseo. Se integran a un grupo cercano de condiscípulos que parlotean entre sí. Cada tanto, las palabras fuertes vuelan, como los gorriones matinales de los árboles cercanos. Observo atenta el panorama general. El saludo entre estos jóvenes puede ser una nalgada, un beso o una frase gruesa digna de una taberna de bucaneros, dicha con la naturalidad que imprime la costumbre.

 

Me acerco al grupo y me identifico como reportera. Quiero hacerles unas preguntas rápidas y sencillas antes de que tengan que traspasar la cerca de entrada de la escuela, les aclaro que no necesito nombres, que no los voy a grabar y que no les haré fotos si no lo desean. Algunos se alejan un poco, por si acaso, pero quedan lo suficientemente cerca como para escucharlo todo. Ninguno quiso ser fotografiado.

 

¿Dónde aprendieron a expresarte así?, ¿sus mayores se lo permiten en casa y los maestros en la escuela?, ¿han crecido en un medio familiar violento?, ¿qué entenderían ustedes como groserías, o “malas palabras”?, ¿cómo definirían el lenguaje que utilizan?, ¿en alguno de sus libros de literatura o lengua española encuentran ese vocabulario?

 

Tras algunos titubeos, es el propio Dayán quien rompe el hielo. “Na’, mi tía, normal. Todo el mundo habla así y todo el mundo sabe lo que quieren decir esas palabras. En la casa hay que tener cuidado porque los padres se ponen muñecones si uno dice muchas malas palabras; pero ellos sí las dicen como si ná. Los maestros casi nunca se meten en eso. Eso no tiene nada de malo. Mire, en mi casa no hay violencia de esa. A mí  nunca me han dado golpe. Bueno, algún pescozón cuando era chiquito y hacía algo malo, pero ‘normal’, como a todo el mundo”.

 

Enseguida los demás se atropellan para decir y opinar, interrumpiéndose unos a otros. Todos coinciden en que lo que pasa es que en “mi época” no se hablaba así porque había mucho atraso, menos libertad, pero “eso era antes”.

 

Decir palabrotas ahora es “normal”, (todo un adelanto, diríase). Es verdad que en sus libros no hay ese vocabulario, pero los libros son una cosa y la vida real otra; lo mismo pasa, por ejemplo, en la televisión. Indago un poco más y descubro que ninguno de ellos se ha leído jamás una novela. Menos aún conocen de poesía. En resumen, la vulgaridad no es tal para ellos, sino que las expresiones más ordinarias son la norma.

 

El timbre de la escuela avisa que va a empezar el matutino y los muchachos se empujan para entrar mientras ríen divertidos. Yo soy, obviamente, una “temba chea”, una especie de anacronismo pasajero de ese día. Algunos, muy pocos, se despiden de mí antes de darme la espalda y alejarse.

 

Pero así como no todos los jóvenes son vulgares, tampoco todos los vulgares son jóvenes. La epidemia de grosería, que se ha tornado endémica, no es un fenómeno generacional sino sistémico.

 

Por la tarde salgo a la avenida cercana y bordeo el portal lateral del Mercado de Carlos III, por la calle Árbol Seco, donde diariamente los taxistas se agrupan para sus cotilleos entre un cliente y otro. En la ventanita de ventas toman café o se compran alguna bebida para refrescar las abusadas gargantas. A cada momento las groserías salpican las charlas, en especial en las amigables discusiones a toda voz sobre la serie nacional de béisbol o sobre los precios de los automóviles, cuya venta recién comenzó por el Estado. La adolescencia ha quedado muy atrás entre ellos; muchos peinan canas y otros ya no conservan siquiera canas que peinar.

 

Le pregunto a un parqueador septuagenario que cubre el área si esos habituales del portal siempre dicen palabrotas tan gruesas o es solo por la emoción del momento. “Eso es normal aquí. Siempre dicen malas palabras, aunque haya cerca mujeres y niños. Ya no hay respeto. Y si les dices algo es peor, así que mejor quédate calladita la boca”.  Le aclaro que no pienso decirles nada.

 

En realidad, si fuera a reprender a todos los que se expresan con groserías tendría que pasar cada día completo regañando y hubiese recibido más de un gaznatón. En Cuba, hoy por hoy, la corrección de las maneras y del lenguaje se consideran una gazmoñería injustificable: impera el aserismo. Pero, ¿cómo y cuándo comenzó todo?

 

¡Asere, ¿qué bolá?!

 

Cierto que siempre han existido personas ordinarias y mal educadas, solo que en la actualidad la grosería ha invadido la sociedad cubana, al punto que ya no es posible sustraerse de ella. A contrapelo del discurso oficial que pregona sobre la instrucción y cultura de este pueblo, la vulgaridad –como forma particular de violencia– parece haber llegado para quedarse entre nosotros. Desde las palabrotas más gruesas hasta la impudicia masculinísima de orinar en la vía pública y a plena luz del día, la cotidianidad es cada vez más agresiva.

 

Si fuésemos a explicar la historia del imperio de la vulgaridad en la Isla utilizando algunos de los vocablos prosaicos que se han ido incorporando al habla cotidiana en diferentes épocas de estos 55 años a partir del igualitarismo ramplón impuesto como política de estado, probablemente solo un cubano crecido en este ambiente podría entender algo del léxico. Quizás el recuento podría sintetizarse así, y perdonen los lectores, solo pretendo ilustrar el caso:

 

En un principio fue un asere, que asaltó un cuartel con un grupo de ecobios, aunque él salió en pira cuando empezó la balacera. Aquello se puso malito y falto’e frío y los que se salvaron fueron pa’l tanque. Pero como eran unos locotes pinguses, al final ellos y otros moninas que se les pegaron por el camino cogieron el mazo aquí, por sus cojones, le dieron el bueno envenena’o a Batista, que era un punto, y ahí empezó la burumba esta. Se acabaron la fineza y la blandenguería, que aquí todo el mundo es la misma salsa, así que al que le pique que se arrasque, y si no, “tunturuntun”, ¡qué bolá!, ¡y quimba pa’ que suene! ¿Cuál e’?

 

La generalización del mal hablar y la pérdida de las buenas maneras es ya un rasgo distintivo de la sociedad cubana de estos tiempos, al punto que el propio general-presidente, Castro II, ha manifestado públicamente su alarma por tanta chabacanería. La vulgaridad social, esa suerte de hija bastarda que ahora el régimen se niega a reconocer como propia, ha traspasado los límites del populacho y ha llegado a los umbrales sagrados de sus padres. Y los asusta. ¿Qué tal si un día tanta ordinariez descontrolada se convierte en violencia contra el trono?

 

Los diligentes pregoneros, por su parte, han respondido de inmediato al silbato del amo. Lenguaje, ¿Las buenas formas se fueron de viaje?, es un artículo donde la periodista oficial María Elena Balán Sainz, tras lamentarse de las malas formas del habla y de los modales que rigen actualmente en Cuba, en especial entre los más jóvenes, se adentra en un análisis sobre el origen del español hablado en la Isla y su parentesco léxico con otros países de la región, sobre la teoría evolucionista del lenguaje, su importancia en la comunicación humana y de su cuidado, por lo que insiste en que “Aunque aparentemente caiga en saco roto, no podemos dejar la batalla por el uso correcto de nuestra lengua, aunque existan tendencias marcadas en los últimos tiempos al lenguaje popular chabacano, en ocasiones con ingredientes vulgares.”

 

No pudo sustraerse ella misma a los lugares comunes que en Cuba hacen de cada cuestión una “batalla” y donde toda “estrategia oficial” naufraga en estériles campañas, aunque hay que reconocer las buenas intenciones de su artículo. Sin embargo, de su texto parece inferirse que la chabacanería y la vulgaridad surgieron súbita y espontáneamente entre nosotros, sin motivo ni razón alguna, con la misma naturalidad que si fuesen hongos sobre heces de animales en un potrero. Balán Sainz no menciona ni una sola vez la rusticidad soez de las consignas revolucionarias, las palabrotas de los mítines de repudio, la vulgaridad de agredir y golpear a los que no piensan como indica el credo verde olivo, la grosería estimulada y arropada desde el poder para tratar de anular moralmente al diferente.

 

Aquellas aguas trajeron estos lodos…

 

Utilizando ahora mis propias palabras para el recuento, diría que en un principio fue la violencia de una revolución social que alcanzó el poder por las armas; que expropió; que expulsó; que sembró las exclusiones por cuestiones políticas, de credo religioso, de preferencias sexuales; que impuso el igualitarismo, condenó las tradiciones, separó a los hijos del hogar de sus padres para adoctrinarlos, fracturó las familias, condenó la prosperidad, secuestró las libertades, sofocó las capacidades creativas y la independencia de los individuos, estandarizó la pobreza,  empujó a una emigración infinita que nos asuela y mutila. No puedo imaginar mayor vulgaridad.

 

Ahora, cuando ya Cuba parece una tierra arrasada, su economía arruinada y los valores extraviados entre las viejas consignas y las constantes decepciones, el régimen se perturba por la grosería y pobreza del lenguaje, que avanzan proporcionalmente con la crisis general del sistema.

 

Pero en algo tiene razón Balán Sainz, cuando nos recuerda que el léxico es reflejo de la realidad social. A un país empobrecido donde cada día se palpan con mayor acento la frustración, las precariedades de la supervivencia y la tendencia a la violencia, le corresponde un lenguaje pobre, vulgar y violento. Es parte del daño antropológico, tan magistralmente definido por Dagoberto Valdés.

 

¿Habrá soluciones? Por supuesto, pero tampoco serán espontáneas. Solo el final de la grosera dictadura castrista podría marcar el principio del fin del aserismo en Cuba.

 

 

 

Primeras Navidades socialistas

 

El omnipotente Fidel Castro estableció en 1961 las ‘Primeras Navidades socialistas’ -que después prohibiría durante tres décadas-, según anunciaba el editorial de diciembre de 1961 de la revista INRA, creada por Castro. De acuerdo al libro de la profesora María del Pilar Díaz Castañón, Ideología y Revolución. Cuba, 1959-1962. La Habana, 2004, Editorial de Ciencias Sociales, nota 83, p. 209, en ese editorial de la revista INRA se expresó:

La costumbre se hace ley, y nadie intenta afectarla en lo absoluto. Por eso tendremos una Nochebuena acorde con las más puras tradiciones y a nivel de los gustos más exigentes. Digámoslo tajantemente: por una vez, por un día, volveremos al derroche, porque habrá de todo. Solo que también habrá juicio, porque mucho hemos aprendido en la escuela de la vida; cada cual adquirirá sin limitaciones ni cortapisas lo que necesite para una celebración en grande. De nuestras granjas avícolas han salido ya a la venta los pavos, los pollos y el clásico guanajo para el tradicional guanajo relleno…¡se ha llegado al extremo de comprar turrones españoles con dólares-convenio!

 

 

Navidad dividida

Tania Díaz Castro

24 de diciembre de 2013

 

Como buen pronosticador de futuro, este hombre previó que las Navidades no serían necesarias en un país socialista. Supo desde entonces que no habría vituallas y mucho menos familia para los días de celebración.

 

Llama la atención que en el Censo de Población y Viviendas, efectuado en septiembre de 2012, del que recientemente se ofrecieron resultados definitivos, la Oficina Nacional de Estadística e Información no haya incluido en sus interrogatorios, cuántos somos los cubanos que tenemos lejos a la familia.

 

Sin duda alguna que cualquiera de los 11 millones 167 mil 325 habitantes con que cuenta el archipiélago caribeño, sufre esa pena. Entonces se hace difícil que en los más de tres millones de hogares cubanos con que cuenta el país, se pueda evocar de manera feliz estos días navideños, si no están presentes aquellos que amamos desde que abrimos los ojos al mundo.

 

Hasta los propios dictadores Raúl y Fidel, generales y coroneles, representantes todos de la nueva clase social --seres humanos al fin y al cabo--, no están exentos de ese padecer.

 

Sonia y Pedro Yánez, mis vecinos de enfrente, son los que sufren más. Hace dos años su hijo mayor se fue en una lancha y el que les queda está con la misma idea de partir.

 

Mucho más estas madres de Santa Fe, que perdieron a sus hijos en un mar infestado de tiburones.

 

Hasta yo misma, con mis únicos tres hijos desperdigados por el mundo, porque en la Cuba de Fidel no pueden vivir.

 

Aquellos que pasamos de los setenta años, somos quienes más sufrimos el desmoronamiento de las Navidades cubanas. Recordamos la cena de Nochebuena, siempre en familia, el maravilloso amanecer del Día de Reyes, donde descubríamos en un rincón del cuarto los juguetes que nos dejaban con tanto cariño unos invisibles reyes mitológicos, el fin de año, cuando la abuela lanzaba a la calle un cubo de agua vieja, para que entrara la suerte en casa.

 

Eran los tiempos en que podíamos soñar, en que no se habían perdido aún las esperanzas, las que desaparecieron cuando el Comandante llegó y mandó a parar, las que han vuelto a revivir pese a la represión y leyes draconianas.

 

Por eso, este 24 de diciembre, voy a brindar por mis hijos, por mi padre, quien caminaba solitario por las calles de Miami antes de morir, por mi madre, que no quiso decirme que las tiranías comunistas acaban con las Navidades para que desaparezca la divina fantasía en la mente del Hombre civilizado, por mis amigos disidentes, a quienes recuerdo con amor, por mi último novio, preso político más de veinte años, que algún día volverá.

 

 

Así se prohibió la Navidad en Cuba

Juan Juan Almeida

23 de diciembre de 2013

 

Con cielo nublado y marejadas peligrosas para la navegación de embarcaciones menores, el pasado miércoles 18 el Consejo de Ministros de la República de Cuba aprobó, como si de casualidades se hablara, la importación de autos nuevos y usados al territorio nacional.

 

Dios mio, se armó el mismo revuelo mediático que cuando en 1997, poco antes de la visita del Su Santidad El Papa Juan Pablo II a La Habana, sin explicación alguna el gobierno revolucionario, bolígrafo en mano, decretó, o retomó como día feriado el 25 de diciembre.

 

Desde entonces sin miedo nuestros abuelos desempolvan y lustran sus tradiciones y pese a las adversidades disfrazan la isla de olores porque, unos más, y muchos menos, en Nochebuena engalanan sus hogares con un trozo de carne de cerdo, pollo, arroz, frijoles, y viandas, de preferencia yucas, aderezadas con un rechupete de mojo a base de naranja agria y mucho ajo. Lo mismo se puede leer en las ofertas navideñas que ofrecen los restaurantes.

 

Toda una bomba calórica nacional en torno a la que se reúnen melancólicos y orgullosos, alegres o en paz, católicos y no católicos, agnósticos, protestantes, santeros, masones y ateos, todos para celebrar las fiestas y esperar el advenimiento de un niño que nació hace ya más de 2 mil años.

 

Muchas razones se usaron para borrar la navidad: La muerte de Ernesto Guevara, el período de zafra azucarera, prioridades revolucionarias, en fin, todo lo que ya ustedes de sobra conocen; pero fue un mensaje navideño que paradójicamente llegó justamente del cielo el 24 de diciembre de 1968, lo que despertó la furia del ex-comandante en jefe y después de una sonada palabrota acabó la celebración.

 

Resulta que estaba el señor, por supuesto me refiero el que vestía verdeolivo, sentado a la diestra de un radio con onda corta sintonizando la VOA. De pronto se escucha la voz del astronauta Bill Anders acercándose al amanecer lunar, y en vez de un anuncio de guerra, leyó los primeros versículos del Génesis, expresando así su admiración ante las maravillas del Cosmos y la grandeza de su Hacedor.

 

Fidel Castro enfureció, se sintió disminuido, no obstante se quedó escuchando, esperaba el cañonazo y recibió un relámpago en vena.

 

Así concluyó aquella transmisión que llegaba desde el cielo: “Y por parte de los tripulantes del Apolo 8 terminamos diciendo. Buenas noches, Buena suerte, Feliz Navidad y que Dios los bendiga a todos, a todos ustedes en la buena Tierra”

 

La soberbia lo invade. Alzó, retando, la frente;crúzose al hombro una manta,en arco su brazo levanta y –como la bailarina española– repicó con sus tacones como si la tabla fueraTablado de corazones. Al rato se escuchó “……(una palabrototota), se acabó con la Navidad”.

 

No solo eso suspendió, desde entonces todo evento religioso fue víctima de una suerte de amnesia impuesta por el joven gobierno triunfante de 1959. Después de casi 30 años de aparatosa prohibición, la navidad resurge como una nueva oportunidad. Nuestro patrimonio cultural familiar, ecléctico-religioso, y nuestras tradiciones heredadas de la conquista española, no se borran por decreto, permanecen, esta es la prueba.

 

FELIZ NAVIDAD.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Antes de que Fidel Castro se adueñara de Cuba, la nochebuena había ido más allá de una celebración puramente religiosa, se había transformado en una fiesta civil que celebraba la unión y fortaleza de la familia, aunque para ello algunos tuviesen que viajar desde provincias distantes y Estados Unidos.

 

También se aprovechaba para reafirmar las relaciones de amistad con el vecindario. Mis padres acostumbraban a visitar a los vecinos de varias calles cercanas –los cuales agasajaban con pedazos de carne de cerdo asada y cerveza a mis padres-, a quienes felicitaban efusivamente; después los vecinos nos visitaban, repitiéndose el mismo ceremonial. Faltando poco para la medianoche, las familias se recogían en sus respectivas casas, ante todo para disfrutar de estar sentados en la misma mesa, aunque algunos no probaran bocado, dado que ya estaban llenos por lo que habían comido en los encuentros con los vecinos.

 

Aunque mis padres eran pobres, siempre practicaron la caridad. Recuerdo una señora indigente que tenía muy mal aspecto por su falta de higiene, que siempre iba a mi casa al mediodía durante todo el año, a la cual mi madre le regalaba una ración abundante de la comida que había cocinado para nosotros. En época de navidades también le regalaba un pedazo de turrón español y más de doce uvas.   

 

Eran costumbres que pasaban de una generación a otra de la familia cubana, que fueron eliminadas de un plumazo por Fidel Castro. El daño antropológico causado por el castrismo es tan grande, que pasará más de medio siglo para que la familia cubana vuelva a ser como era antes de ser tiranizada por los hermanos Castro. Como expresa Eduardo del Llano, cineasta marxista cubano:

 

La gente no da limosnas sólo porque su corazón se haya endurecido, sino porque lo que lo separa del indigente es apenas que uno de los dos está tumbado y el otro de pie. Eso en una Habana que parece un suburbio de sí misma, donde cada vez hay más barrios y manzanas con el espíritu y la traza de pueblos de campo. De hecho, es como si todo el país, harapiento y resudado, viviera en un portal, tapándose con un Granma y con una botella de ron casero al alcance de la mano”.

 

Aunque por motivos climáticos, la cosecha de la caña de azúcar comienza en noviembre-diciembre, el omnipotente Fidel Castro decidió adelantar el inicio de la del año 1969: En julio de 1969 se dio inicio oficial a la ‘Zafra de los Diez Millones’. Los centros de enseñanza tecnológica cerraron y sus estudiantes fueron obligados a permanecer en los campos de caña los dieciocho meses que duró aquella paranoia.

 

Como Fidel Castro era el único empleador, más de un millón de trabajadores cubanos fuimos obligados a permanecer en los campos de caña durante todo el mes de diciembre de 1969 y parte de enero de 1970. Para mayor desgracia, el 31 de diciembre a las doce de la noche tuve que participar en un ‘acto de reafirmación revolucionaria’: reunidos en el comedor de un campamento cañero situado en unos campos de Melena del Sur tuvimos que gritar ‘¡Viva el Comandante en Jefe!’ Eso formó parte de la ‘revolución cultural’ castrista, parecida a la ‘revolución cultural’ establecida por Mao en China, por esa misma época.

 

 

Cuba: Una penosa y larga enfermedad

Wendy Guerra

13 de diciembre de 2013

 

Ciertos cubanos, vivan donde vivan, han contraído una enfermedad terrible: La enfermedad de Cuba.

 

¿Cuáles son sus síntomas?  El odio, el rencor y el desvelo por la vida del otro, el terror al éxito o el buen paso de otro cubano por los escenarios nacionales o internacionales. De esta enfermedad es posible librarse, pero para eso se necesita tener altas las defensas.

 

Algunos paisanos de aquí y allá exigen que te definas con citas, coordenadas didácticas, guiños a distancia donde se note bien, pero muy bien, el aplastante uso de aquella dinástica carga conceptual criolla, nuestra espesura semiológica, y el calado estético –“parejito”- aprendido en nuestras maravillosas escuelas donde la instrucción era más importante que la educación.  Hacer notar que sabes es, para algunos, mucho más importante que saber. Como diría mi madre: “No estudies tanto y aprende”.

 

Ciertos cubanos te piden que saques al exterior lo que se supone debe ir debajo del iceberg de tus novelas o en tus obras expuestas en museos o calles intervenidas, tabloncillos o salas de cine. Te exigen además que seas coherente con lo que cada quien define como SU coherencia.

 

Nuestra vida se ha ido diseñando, fuera y dentro de Cuba, en el in-xilio o en el exilio, con la perfecta estructura de vigilancia de un CDR gigante. Nunca llegas a complacerlos a todos, y jamás cumples las expectativas que múltiples cánones políticos, morales, cívicos, conceptuales, y académicos necesitan para meterte en sus respectivas planillas y colocar entonces el cuño  de APROBADO o DESAPROBADO.

 

La pérdida de la memoria o la memoria demasiado larga y desproporcionada es la característica más importante de este síndrome.  La incapacidad de evaluarse sinceramente , el machismo y la famosa “envidieta nacional” aderezan y agudizan la crisis de este común brote endémico.

 

Las críticas, serias o no,  se salpican de chismes subliminales, rencores pasados, pases de cuenta y frustraciones sexuales... y lo más extraño de todo, son redactadas con aquel léxico socialista que parece nos acompañará por siempre a todos lados, por lejano o frío que sea el contexto. Nuestra formación marxista y los cerebritos formados como “cuadros” en las escuelas vocacionales con nombre ruso, calan profundamente en esta otra dictadura interior o exterior.

 

Dentro de Cuba tienes, perennemente activo ese expediente que se te llena a diario, paso a paso, debido a la vigilancia organizada con la vieja escuela de la KGB, y fuera de Cuba, las nuevas generaciones siguen la rancia escuela cubana que, cambiando el punto de análisis,  va obteniendo el mismo daño y la misma desmoralización en el objeto de análisis. “En el socialismo nadie sabe el pasado que le espera”.

 

Desmoralizar es avanzar cuando estás varado y tienes los medios en las manos. Les importas por alguna razón, seas dirigente, disidente, deportista de alto rendimiento o premio en algún certamen internacional.  Si luchas en las calles por un cambio, algo quieres, y si no luchas, algo te guardas. Pensar mal del otro, sospechar, suponer y apostar por lo peor del ser humano es indispensable para seguir enfermo.

 

Todos tenemos un lado débil y el asunto es encontrarlo y proyectarlo en los medios.

 

Eres presionada, de lado a lado, eres castigada de lado a lado, repudiada y desprestigiada en los pasillos o en los blog por ser lo que quieres ser y defenderlo. Aquí (se supone) ponen un grupo de personas a escribir comentarios negativos sobre tu trabajo o persona, pues pocos tienen internet, allá, se hace por voluntad propia. Si tienes algún éxito te vas enterando porque el medidor de odios va subiendo con las ventas de tus libros o las reseñas en los periódicos internacionales, o los premios de la crítica. Si la academia te invita a dar conferencias, hacen lo imposible por explicarle a la academia, que NO ERES INTERESANTE, si te entregan un premio notable, hacen lo posible por explicarle al resto del mundo, aquí o allá que todos se equivocan pues, ellos saben que tú realmente NO EXISTES.

 

Si algún colega te defiende en tu país o fuera de él aparece en la misma lista del acusado.

 

Irse o quedarse no es asunto resuelto, para nada, sigue siendo un problema, aunque todo parezca natural con la cantidad de leyes y acuerdos que se firmen para que esto lo sea.

 

Aquí te persiguen, analizan o registran, te censura y desde fuera he recibo variopintos improperios, y esta semana como regalo de cumpleaños, una grosera y violenta amenaza para que me abstenga de regresar a Miami.

 

Los métodos en ambas orillas (en muchos casos) siguen siendo los mismos...

 

En Cuba no me publican, y para eso no existe una respuesta institucional. Solo el mutismo de la censura acompaña mi dolor por el silencio de las palabras. Fuera de Cuba sospechan de que no sea editada aquí y aquí que sea editada en tantas lenguas a pesar de este enfático silencio.

 

En Cuba muchos sospechan de mí porque soy amiga de intelectuales incómodos con nuestra realidad, ex presos políticos cubanos o importantes nombres de derecha o de la izquierda desencantada. Fuera de Cuba sospechan que viva aquí o que tenga amigos que militan, forman o formaron parte de un gobierno que ya lleva 54 años en el poder. Como si allá o aquí alguien pudiese crecer sin amigos o familia vinculados a nuestra educación marxista y única opción política. Como si detrás de todas las elecciones políticas no existieran malas o buenas personas. Como si nadie nunca hubiese sido PIONERO o como si aquí nadie hubiese perdido un hijo en Angola y otro en el mar camino a Miami.

 

Muchos de los cubanos que critican desde fuera, se educaron en estas mismas escuelas y tienen un historial dentro del PCC. Los que aquí me prohíben, se irán muy pronto al exilio y me señalarán, por cualquier asunto que hoy aprueban y apoyan en cartas y actos públicos.

 

Te juegas la vida por defender a un amigo que al irse de Cuba lo olvida todo y pasa a formar parte de ese mismo mecanismo que te muele viva si decides decir lo que piensas, y no es lo que él piensa.  Te esmeras en atender a un amigo cubano en Miami y cuando regresa a Cuba se presta para escribir mal de ti en un periódico oficial. Todo eso pasa entre cubanos. Es muy triste. No quiero pensar que esto ya es parte de la materia humana del cubano. No puedo quedarme en paz con esa idea. ¡NO!

 

Tus declaraciones en los periódicos más importantes del mundo empiezan a ser comidilla de los medios locales; esos medios se alimentan de los comentarios y los comentarios aumentan el apoyo monetario para que sigan adelante dichos blog. Malas palabras, insultos, vulgaridades y bajezas humanas, son el síntoma obvio de la parte terminal de La enfermedad de Cuba.

 

Seguimos tirando huevos como en el 80, ahora los huevos pueden ser cibernéticos, pero seguimos golpeando nuestros rostros y parece confortarnos este modo de represalia.

 

Seguimos en Cuba permitiendo que se edite o se apoye desde el oficialismo lo que el oficialismo quiere.  En muchos blog cubanos no te dejan pasar comentarios a dictámenes oficiales de los que depende nuestra vida diaria. Los que apoyan estos ataques son parte del pueblo cubano, aquí viven y aquí padecen todas estas fiebres que nos matan de a poco.

 

Muchas veces he tratado de contarle a mis colegas de todas partes  nuestro gran mal entendido, el gran conflicto insular, el insulto colectivo. Les explico lo que dicen desde La Habana en sus foros institucionales, y luego, lo que explica el exilio sobre aquello que salió de La Habana; más tarde les cuento lo que contesta el exilio a lo que pasa en Cuba y lo que oficialmente, sin preguntarnos, expresa  Cuba al resto del mundo con su instrumento gubernamental. Mis colegas intentan escucharme pacientemente, pero ¡Uff! los cuentos son tan complejos y ellos tratan de opinar mientras... me doy cuenta de que no comprenden del todo, se aburren, enredan y abandonan el tema.

 

Poco a poco les relato nuestros disgustos, nuestros dolores... pero... el tema de Cuba (en general) ya les cansa o les parece provinciano y, aunque siempre hay excepciones, poco a poco les deja de interesar; cambian el tema y seguimos en los festivales haciendo lo que debemos hacer cuando salen nuestros libros y estamos de gira.

 

Nuestro Tropi-drama va perdiendo interés, credibilidad y verosimilitud en sus miles de versiones.

 

Esta es ya una larga y penosa enfermedad que nos está matando de a poco y de la que solo hablamos los cubanos o las personas que aun se interesan en nuestra patología.

 

Como todo es política y es imposible escribir sin  nombrar lo que comes, tomas o decides (que también es política) me pregunto si nos seguiremos tirando a ciegas, olvidando que somos parte del trastorno y no el trastorno en sí.

 

Los funcionarios nos dan tema para nuestros libros, la salida de los libros en el exterior le dará trabajo a los funcionarios que desdoran el hecho, la opinión del exilio mantiene activos y en jaque a los funcionarios y la represión alimenta el trabajo de la disidencia. Si todo esto se narra en tono decadente... ¿cómo puede entenderse? Calumniando o mal juzgando a tu propia raza nunca creceremos como nación, la enfermedad ganará más cuerpos y mentes en esta lucha hacia ningún lugar.

 

Invitarnos, citarnos y contemplarnos con seriedad se les va haciendo más y más difícil a los medios en el resto del mundo. Necesitamos recapitular, meditar y construir un discurso conciliador y sanador.

 

Mientras no logremos unirnos en nuestras diferencias, seguiremos padeciendo una enfermedad de cinco décadas, la misma que nos consume en la frivolidad, desmoralización y neurótica manía de perderse en el chisme, la autofagia, y el erudito brete que conduce a la confusión entre nación y vida privada.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: En sentido general estoy de acuerdo con este artículo, excepto que la autora iguala las actuaciones de algunos opositores con las del régimen castrista. Además, me llama la atención que este artículo fue publicado tres días después de la habitual represión a los opositores por celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos, incluyendo la salvaje golpiza recibida por Arlenis Pérez Alarcón, que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente, pero la autora no hace referencia a ello. ¿Por qué?

Cuando la autora expresa: “Seguimos tirando huevos como en el 80, ahora los huevos pueden ser cibernéticos”, pretende ignorar que:

1- En 1980 las turbas organizadas y dirigidas por el Partido Comunista les lanzaron huevos, tomates, piedras, etc. a los cubanos –incluyendo a niños, mujeres y ancianos- que manifestaron su deseo de irse del ‘paraíso’ castrista, y les llamaban gusano, escoria y otros calificativos denigrantes.

2- Durante este año se produjeron reiterados y múltiples casos de arrestos, invasiones de domicilios y golpizas a personas que manifiestan su desacuerdo con el régimen militar cubano.

¿Por qué la autora no ha condenado públicamente la salvaje golpiza recibida por la actriz Ana Luisa Rubio, que fue atacada en su propia casa? Ana Luisa Rubio es una señora con más de 60 años, cuyo rostro fue desfigurado por los golpes propinados por una ‘brigada de respuesta rápida’, compuesta por civiles organizados por la policía política.

¿Por qué la autora no ha condenado públicamente ni uno solo de los actos de repudio que todas las semanas sufren las Damas de Blanco?

¿Por qué la autora no ha condenado públicamente la represión que todos los años sufren los opositores por celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos?

¿Por qué la autora no ha condenado públicamente la salvaje golpiza recibida por Arlenis Pérez Alarcón, que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente producto de la pateadura que le propinaron grupos paramilitares?

 

 

El hombre nuevo devora al hombre nuevo

Iván García Quintero

26 de septiembre de 2013

 

Un tipo consagrado al trabajo. Obediente y presto a cumplir cualquier orden de sus superiores sin chistar. Poco dado a las farras y el alcohol

 

La génesis del hombre nuevo cubano era odiar al enemigo, al imperialismo yanqui. Debía ser, al decir de Ernesto Guevara, una perfecta máquina de matar. Escuchar a Mozart o leer a John Locke era un rezago pequeño burgués.

 

Usted puede pensar que la disparatada teoría de intentar moldear el individualismo, sus egos y el alma compleja del ser humano es una exageración o una fantasía del periodista.

 

Pero fue cierto. Se intentó en Cuba. Fidel Castro y sus camaradas, inmaduros y utópicos, embriagados después del triunfo en una guerra de guerrillas, donde 300 barbudos derrotaron a un ejército regular de 8 mil efectivos, se creían capaz de diseñar un arquetipo de hombre que prefiriera trabajar horas extras sin remuneración y no moviera los pies al compás de una rumba.

 

El reto sonaba a disparate. Ni genetistas, ingenieros sociales y políticos cuerdos lo habían intentado. Aunque se conocían ciertas experiencias.

 

Mediante el terror, la Alemania de Hitler y el forzoso experimento ideológico en Rusia, lograron la obediencia colectiva al régimen. Mussolini en Italia disminuyó la delincuencia y arrinconó a la mafia.

 

Stalin logró que los pioneros delataran a sus padres. Y el Führer eliminó del censo a los judíos, gitanos y enanos. Evidencias de que la transformación humana sólo es posible mediante la coacción y el miedo.

 

He sido testigo del fatal ensayo, donde lo más importante era la lealtad a Fidel antes que a tu familia. Por ello me pregunto por qué 54 años después, Raúl Castro se asombra de la indolencia y la vagancia, de los borrachos en las calles, de las groserías cotidianas, de la gente que cría cerdos en su apartamento o escuchan reguetón a todo volumen.

 

La generalizada indisciplina social, pérdida de valores y falta de educación es un producto tangible de la revolución verde olivo.

 

Esas generaciones de cubanos nacidas después de 1959, que no dicen buenos días cuando abordan un taxi, delatan al vecino por envidia, participan en linchamientos verbales y golpizas a los disidentes y se roban lo que pueden en sus puestos de trabajo, son el resultado del intento de amasar y crear un hombre diferente.

 

Somos una especie de Frankesteins. Cuando uno conversa con amigos extranjeros, aquéllos que vienen a Cuba no a tomar mojitos o acostarse con mulatas, su primera preocupación es la devaluación moral del cubano de hoy.

 

Todo lo demás se puede reparar. Cuando hayamos dejado atrás esta larga travesía por el desierto y el manicomio ideológico sea algo testimonial, Cuba recuperará sus encantos arquitectónicos, probablemente la economía despegará, la comida no será un lujo, habrá diferentes partidos políticos, el 20 de mayo volverá a ser el día de nuestra independencia y cada 4 ó 6 años elegiremos a un presidente.

 

Pero recuperar civismo y valores perdidos llevará  tiempo. Demasiado quizás. El perfil de muchos cubanos en este siglo XXI no es halagüeño. Mentirosos, hipócritas, irrespetuosos, oportunistas, expertos en bajezas humanas y hábiles para trepar dentro del status social pisoteando cadáveres frescos.

 

El régimen implantó en la sociedad el colectivismo y la adoración a un líder. Durante un tiempo, escribir una carta a un  pariente o amigo en Estados Unidos fue un delito. O escuchar a los Beatles o vestirse con un Levi’s 501.

 

Decir señor en vez de compañero te encasillaba como un pichón de contrarrevolucionario. El odio enfermizo y retorcido del régimen a los que pensaban diferente, convocó a una multitud enardecida a tirarles huevos y arrastrar por la calle a los cubanos que decidieron abandonar su patria en 1980 por el puerto del Mariel.

 

La insolvencia económica y el mal gobierno han obligado a los hermanos de Birán a trazar piruetas ideológicas y camuflar su radicalismo y ojeriza al exiliado con tal de mantenerse en el poder.

 

Fidel Castro quería cubanos que supieran tirar, y tiraran bien, con un fusil AKM. Pues bueno, eso es lo que tiene.

 

 

 

Cuba: niñas prostitutas y mercaderes sexuales

Alejandro Armengol

16 de octubre de 2013

 

Cuba no promueve oficialmente la prostitución en general, y mucho menos la infantil, sin embargo, su enfoque al respecto es hipócrita y mal intencionado

 

El hecho de que extranjeros mantienen relaciones sexuales con niñas cubanas no es una noticia nueva. Durante años se vienen señalando denuncias en este sentido, y el gobierno cubano ha hecho poco —por no decir nada— para evitar que ello ocurra.

 

Hace unos meses una investigación realizada por los diarios Toronto Star y El Nuevo Herad brindó una amplia información al respecto, y obligó a modificar esa caracterización del turismo canadiense como una práctica familiar y común entre matrimonios de edad avanzada o jóvenes idealistas, que viajaban a Cuba impulsados por el atractivo de playa y sol. Un destino relativamente barato y donde se viajaba con el objetivo de conocer una nación singular y alejada de la sociedad de consumo en que se han criado estos visitantes internacionales: un país con dificultades, pero también con ciudadanos sonrientes y con buena música.

 

No es que todos los visitantes canadienses vayan detrás de relaciones sexuales baratas e impunes con menores, pero vale la pena enfatizar en esta realidad triste, que significa el tráfico sexual con niños.

 

Sin embargo, esta realidad no solo tiene que ver con los canadienses. Viene ocurriendo desde hace años.

 

Niñas en Cuba, prostitutas en Londres

 

Un negocio redondo según el vendedor. “Cubanitas” de 11, 12 y 13 años. Había donde escoger. Un vídeo de las niñas jugando y comiendo durante un cumpleaños. Simplemente verlo y señalar las preferidas. Además, la mercancía estaba garantizada. Los compradores podían “probarla” antes de la compra. Si no estaban satisfechos, escoger otra.

 

Solo que los “compradores” resultaron dos reporteros británicos, Graham Johnson y Nyra Mahmoo, y la información aparece en el Sunday Mirror.

 

La prostitución infantil y el tráfico de menores han aumentado notablemente en Gran Bretaña. En diciembre del año pasado, la rama británica de la organización End Child Prostitution, Pornography and Trafficking (Ecpat, UK) alertó que un número creciente de niños extranjeros son obligados a prostituirse. La situación llevó a un juez, Peter Singer, de la división familiar, a instar al gobierno de que introduzca leyes que detengan el comercio internacional de mujeres y niñas. Se estima que unas 1.400 entran al país anualmente y son obligadas a la prostitución.

 

Los reporteros del Sunday Mirror realizaron una investigación que los puso en contacto con Aktham Zuhair Salem Madanat, quien se encontraba en Gran Bretaña alegando ser un iraquí perseguido por Sadam Husein. Madanat era en realidad un jordano que confesó a los periodistas haber sido proxeneta en Miami, tener una casa en Cuba y residir durante diversos períodos en Inglaterra, a lo largo de nueve años. Agregó que nueve meses atrás se vio forzado a dejar Inglaterra y retornar a Cuba, pero que ahora estaba de vuelta en Londres para hacer “negocios”. Tiene nueve visas cubanas estampadas en su pasaporte y había viajado 13 veces a la Isla.

 

Madanat había regresado a Inglaterra con su esposa cubana y cuatro hijos, y todos estaban alojados en el London Park Hotel, que albergaba unos 500 refugiados en busca de asilo. En el lugar operaban diversas bandas dedicadas a la prostitución.

 

Según el Sunday Mirror, Madanat alardeó que podía traer mujeres y niñas de Cuba. Siete en total. Cuatro con edades entre 16, 21 y 22; otra entre 26 y 27, y dos mucho más jóvenes: una de apenas 11 años.

 

Campesinas del pueblo de su esposa “a siete horas de La Habana”, desesperadas por abandonar la Isla a causa de la pobreza. El vídeo fue tomado durante el cumpleaños de una de sus hijas, en su vivienda en Cuba. Había invitado a la fiesta a un grupo de jóvenes del pueblo y ahora usaba la cinta para promover la venta de las jóvenes como prostitutas.

 

“Le doy $200 a los padres y son suyas”, dijo Madanat, según cita el Sunday Mirror. Los familiares tenían la esperanza de que las jóvenes se casaran, encontraran algún hombre rico o al menos pudieran mandarle algunos dólares.

 

Niñas en edad escolar, procedentes de Cuba, Nigeria y Albania son obligadas a prostituirse en Gran Bretaña. Las encierran, golpean y les suministran drogas. Les dicen que tienen que trabajar durante al menos dos años para comprar su “libertad”: la devolución de los pasaportes y la posibilidad de permanecer en el país. Viajan con documentos falsos. Las de más edad vienen con visas de trabajo y hacen pasar a las menores como hijas o hermanas. “La embajada cubana en Londres necesita una carta de invitación de un negocio diciendo que trabajarán como bailarinas o en un restaurante”, afirma Madanat.

 

No era la primera vez que Cuba aparecía en la prensa de Inglaterra vinculada al tema de la pornografía infantil.

 

En 1997 fue arrestado el astro británico Gary Glitter, cuando regresaba de unas vacaciones en la Isla. En el juicio, celebrado en noviembre de 1999, las autoridades inglesas mostraron su interés en conocer lo que hacía Glitter durante sus frecuentes viajes a la Isla, donde tiene una casa. En enero de 2000, luego de cumplir la mitad de una condena de cuatro meses por 54 cargos de posesión de pornografía infantil, Glitter, que en la actualidad reside en España, manifestó que podría trasladarse a vivir en Cuba, con lo que La Habana no sólo se mostró complacida sino que lo invitó a hacerlo.

 

En su informe de 2000-2001, la Ecpat señala los reportes de la existencia de prostitución infantil y tráfico de menores en Cuba, y añade que en el país no se han tomado medidas al respecto.

 

En vez de enfrentar el problema, el gobierno cubano se limita a negarlo o a limitar su alcance. Por ejemplo, en la Consulta sobre Violencia Sexual en la Región de Latinoamérica, celebrada en febrero de 2001 en San José Costa, el régimen de La Habana emitió una declaración, a través de su consulado, reclamando que las alegaciones de que Cuba era una de los países latinoamericanos más afectados por el comercio de explotación sexual de los niños eran “completamente falsas”. Aunque existen leyes severas al respecto, no hay la voluntad de erradicar las condiciones que propician esta forma de abuso infantil, así como tampoco para poner fin a la prostitución. Hasta el momento, las redadas llevadas a cabo esporádicamente han tenido una efectividad muy limitada.

 

Ahora la ministra de Justicia de Cuba acaba de declarar que la prostitución no es un problema social en la Isla, y que los casos de prostitución infantil son “mínimos”.

 

“Cuba tiene… los mecanismos jurídicos que garantizan un enfrentamiento con severidad a estos hechos”, dijo el martes la ministra de Justicia María Esther Reus a un grupo de periodistas en La Habana, según reportaron diversas agencias noticiosas.

 

Sin embargo, una vez más la reacción de La Habana es negar culpas y mirar para otro lado. En Cuba el gobierno lleva décadas practicando una política de permitir en ocasiones y reprimir en otras. La prostitución en general —y en especial la que tiene que ver con menores— nunca ha sido ajena a estos vaivenes.

 

Cuba no promueve oficialmente la prostitución, tampoco niega la existencia de prostitutas en la Isla. Sin embargo, su enfoque al respecto es hipócrita y mal intencionado.

 

Con la llegada al poder, Fidel Castro convirtió en bandera que su revolución significaba el fin de lo que llamó el “burdel del Caribe”. Pero en un giro sin absolución histórica, el país se ha transformado en un centro de corrupción y vicio desconocido con anterioridad, donde la explotación sexual infantil es su aspecto más aterrador.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: Antes del triunfo de la Revolución, las prostitutas estaban censadas por el Ministerio de Salubridad y Asistencia Social, que les expedía un carné de salud, sin el cual no podían ejercer la prostitución. Existían zonas de tolerancia, que era donde podían ‘trabajar’ las prostitutas; por ejemplo: el barrio de Colón. Al triunfar la Revolución, estaban registradas unas diez mil prostitutas.

 

Véase cómo Fidel Castro miente con respecto a la prostitución en Cuba

 

 

 

“Cheap Flesh Of The Revolution”

- Cuban Women Recount A Grim Reality

Łukasz Woźnicki

2013-10-05

 

HAVANA — Though propaganda from the Cuban regime claims otherwise, the everyday reality for Cuban women does not involve fighting economic aggression from the United States.

 

Instead, they struggle to provide basic necessities such as food and clothes for their families — and occasional luxuries such as cosmetics — sometimes having to pay with their own dignity. We interviewed several Cuban women, and here are some of their stories.

 

Felina, 34, prostitute

“Do you know how most Cuban women commit suicide? They set themselves on fire. As if they wanted to purge themselves of all this sh*t. Last week a friend of mine did it. She was a hooker, like me. Her daughter said that they were watching TV and suddenly Yoana kissed her and went to the bathroom. She ran out of it like a living torch.

 

I think about suicide every day. But I would not like to suffer. If I do this, I will jump off the balcony.

 

Jorge was the only man I have truly loved. Today he is my husband, but all I feel for him now is what a hooker may feel toward her pimp — disdain.

 

We met at the airport. I was a waitress in the local café, he was a baggage handler. Before the suitcases went on the baggage carousel, Jorge would steal alcohol, clothes, perfumes. On Friday night people would come to his place to perfume themselves. Three sprays cost $1. Unfortunately, what we both made was not enough to live.

 

One day he said he had an idea for how we could earn more: I should sleep with tourists that he and his friend, a taxi driver, would ‘recruit’ at the airport. He said we needed to use my beauty to move forward.

 

Tourists changed Cuba into a virtual country, like in a video game in which you f**k Cuban women and men, drink rum and smoke cigars.

 

Clients always feel like praising Cubans and Havana after we have sex. I hate this. My city looks like the next day after a war.

 

We are the cheap meat of the revolution: I take $50 for classic sex, 80 for anal. There are girls who take less than $30.

 

I have studied Marxist philosophy for five years. I graduated with honors. I speak multiple languages, which is useful. For instance, I can say ‘I will do you good’ in English, French and Portuguese.

 

Most of my colleagues have university diplomas. We are probably the most educated hookers in the world.

 

I still have some hope that one day I will earn my life in a decent way — for example, as a translator. But there are days when I go out on the balcony, I look down and I imagine I hit the ground."

 

Laura, 23, IT specialist

“Meeting a foreigner was not my dream. I have always wanted to be an independent woman, to study, to get a job and to be able to pay my bills.

 

After two years of working at a cultural office in a big city, I noticed that all my colleagues had foreign boyfriends. When I asked one of them how it was possible, she said, ‘The Internet, stupid!’

 

In Cuba, home Internet connections are forbidden. There are Internet access points controlled by the state, but one hour costs $6 and is beyond the reach of an average Cuban. We are lucky at work to be able to surf all day long. Only porn and counter-revolutionary sites are banned. My girlfriends persuaded me to create a profile on Facebook. One day I got a message from Hans.

 

Nowadays men wait for women to provide the household with the necessities of life. Quite often, young married women have ‘sponsors’ from abroad who are accepted by the girls’ families. I have two girlfriends who are in such sick relationships.

 

Cuban men put me off. They are too aggressive. They treat women like properties. Besides, they drink too much. What I like about Germans, French, Swiss or Austrians is that you can talk with them about anything.

 

Hans is a 34-year-old engineer. He is German, but he learned Spanish during his studies in Mexico. After a year and a half of online chatting, he came to see me for the first time, without notice. Two years ago I started to learn German. My first visit there was in 2012.

 

I have heard that many tourists lie about how rich they are and who they are. I have been lucky. Hans is a good man. In one month, I am leaving for good to join him.”

 

Matilda, 42, hairdresser

“The life of a Cuban woman is more difficult that a man’s. Women take care of the household and that means children, husband and food. We spend 90% of the day trying to come up with something to eat. That is our task: how to survive with $15 a month.

 

I have been working as a hairdresser for the past 20 years, but I opened my own place only a year and a half ago, together with my friends. We take ideas for the hairstyles from foreign magazines, if we manage to get any. The latest we have is a Spanish edition of Glamour from 2008.

 

Cubans have optimism in their blood. We work a lot, and we get nothing in return. Still, we meet friends and keep smiling. If you worry all the time, it is time to die!

 

I feel pity for Cuban men. They are frustrated. They cannot support their families, so they try to confirm their masculinity by cheating. I don’t have one girlfriend who has not gone through this. I am divorced myself.

 

I don’t want to leave Cuba. My roots, my family, my girlfriends are here. The sad reality is that most Cuban women dream about meeting a foreigner and leaving. It’s their only chance to improve their lives. My daughter dreams about it too.”

 


El negocio de las horas en la calle Aguiar

Ernesto Pérez Chang

25 de enero de 2014

 

Aunque el abandono de tantos años le ha borrado el antiguo esplendor, el edificio fue alguna vez un lujoso palacete colonial. Ahora solo es una de las tantas ciudadelas de la calle Aguiar, en el centro de la Habana Vieja, una cuartería donde más de veinte familias se han acomodado como han podido.

 

Aprovechan al máximo los escasos metros cuadrados donde viven hacinados. Cuando se puede, alguien construye un cuartico más con los materiales que van apareciendo, casi siempre rapiñados en algún lugar próximo donde se ha derrumbado una construcción similar.

 

Una habitación conquistada a la casualidad será provechosa: los chicos se convertirán en adultos y necesitarán un espacio propio pero, más que esa razón, en la Habana Vieja, una de las zonas más populosas de la ciudad, el asunto de los alquileres por horas se ha convertido en un negocio que no requiere de mucha inversión.

 

Los clientes no pueden ser demasiado exigentes: turistas en busca de sexo bien barato, aventureros de amoríos circunstanciales, pasiones infieles o proscritas, prostitutas que no clasifican en los estándares de admisión de los hoteles de lujo, parejas de jóvenes o gente humilde que no cuentan con un lugar propio donde pasar un par de horas juntos.

 

Una noche en una habitación del motel más humilde de Cuba pudiera costar más de dos meses de salario de un obrero. En cambio, una cama desvencijada, cubierta con sábanas sucias, una toalla vieja y un ventilador, son las comodidades que ofrecen esos cuchitriles que abundan en toda la ciudad, hasta en las barriadas y los repartos más alejados del centro.

 

Una hora de intimidad por 1 cuc, tres horas por 2, toda una noche por solo 5 o 7, esas son las tarifas más bajas. Mejor, imposible. A veces —lo que supondría un verdadero milagro más que un valor añadido— hay agua corriente y baño privado o colectivo. El calor es sofocante, las habitaciones son oscuras y los olores a humedad, sudor y rancio lo envuelven todo, se impregnan en los cuerpos.

 

Hay cuarterías, como esa de la calle Aguiar, donde casi todos los inquilinos viven de ese tipo de renta. Con frecuencia es el único modo de vida de familias completas que, cuando llega una pareja, deben abandonar los cuartos y esperar en la calle a que transcurra el tiempo demandado por los clientes.

 

Después, sin esmerarse en la higiene, a toda prisa, alistan la cama para otros extraños, la misma cama donde quizás los dueños o sus hijos deben dormir todos los días.

 

El negocio rinde para comer y vestir pero no lo suficiente como para hacer grandes cambios, adornar con lujos, mejorar la oferta. Hay jornadas en que los alquileres permanecen ocupados hasta la madrugada y los infantes deben ir a jugar a la calle hasta bien tarde, hasta que los mayores les avisen que ya pueden regresar a dormir.

 

En los tugurios algo más amplios, a veces la familia permanece en un espacio contiguo mientras la habitación está ocupada. Si hubiera niños, entonces algunos padres los obligan a sentarse frente a la televisión y alzan el volumen para ensordecer los quejidos de goce, las palabrotas, los ruidos de todo tipo.

 

Saben que puede haber realidades más temibles que los sonidos del placer si no se gana el dinero y, visto así, “solo son gajes del oficio”, dicen algunos.

 

“Así es el negocio; así es la vida”, y tal vez les alivie pensar que, con el tiempo, al igual que el palacete colonial de la calle Aguiar se fue transformando en una ciudadela gris, esa gente desconocida que entra y sale a toda hora se irá tornando incolora, invisible, inmemorial, quizás de un modo similar a como ven desaparecer las expresiones de asombro y alegría del rostro de sus hijos mientras crecen.

 


Mapa del odio en Cuba

Joan Antoni Guerrero Vall

20 de diciembre de 2013

 

Mapa dibujado por un espía sobrevuela sobre un país en el que se ha establecido la consigna de liquidación de la diferencia, una campaña política que se propuso casi eliminar la palabra oposición de los diccionarios

 

El nuevo libro de Guillermo Cabrera Infante, Mapa dibujado por un espía, es una buena muestra del proceso de paulatina degeneración de la Revolución cubana y una demostración de que sus líderes cayeron en una perniciosa espiral dominada por la intriga, el odio y un fanatismo al que no le importó llevarse por delante, si era necesario, la vida de cualquiera.


Numerosos son los momentos y anécdotas en el libro, editado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, en el que el lector obtiene un relato en primera mano de esos primeros años del régimen y puede percibir esos elementos definitorios del mismo, como son su carácter necesariamente fanático, algo que chocó con algunas personalidades, como el caso del propio Cabrera Infante, y que luego pasaron a engrosar la lista de los contrarios al “proceso” que, y eso es realmente lo alarmante, por estos días va a celebrar su 55 aniversario.


Con el libro de Cabrera Infante da la impresión de que se está leyendo parte de la historia, dado que se refiere a hechos que sucedieron hace mucho tiempo, pero lo cierto es que esa base del castrismo, que es la persecución del contrario de forma brutal permanece hoy. Así pues el libro de Cabrera Infante no debe leerse en clave solamente del pasado sino como un fresco de la triste realidad de un país que se dejó comer por los fanáticos y ese fanatismo ha permanecido . La persecución de los homosexuales tiene una presencia importante a lo largo de la historia y se señala a Ramiro Valdés como uno de sus cerebros, algo ya conocido, pero se confirma en estas páginas el carácter planificado para la persecución sistemática de sujetos a los que el régimen totalitario consideraba “lacras sociales”.

Mapa dibujado por un espía sobrevuela sobre un país en el que se ha establecido la consigna de liquidación de la diferencia, una campaña política que se propuso casi eliminar la palabra oposición de los diccionarios. “Hay que limpiar el país. Acabar de hacer irse a los contrarrevolucionarios, tapinados o descarados. Aquí hay mucha gente que está con la Revolución  nada más que de boca para afuera. A estos hay que descubrirlos y denunciarlos como lo que son: escoria contrarrevolucionaria”. Así habla uno de los personajes del libro que, en otro momento, se excita al acusar también a Virgilio Piñera de contrario al régimen. “Ese es uno que es un contrarrevolucionario de corazón y aquí está, poniendo sus obras de teatro y publicando su literatura. ¡A ese hay que desenmascararlo!”


Hasta tal punto llegaba ese fanatismo que incluso se viven escenas realmente dramáticas, como una especie de juicio popular de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en la que dos estudiantes son acusados públicamente de ser “raro”, el chico (lo que podía suponer una acusación de homosexual o exclusivista), y “exquisita”, la chica. El ambiente recreado por Cabrera Infante es el de una masa enfurecida que ni tan siquiera da la mínima oportunidad a esas personas de argumentar algo en su defensa e incluso un estudiante que se niega a levantar la mano en las votaciones es conducido a la palestra y juzgado también por su actitud. Uno de los expulsados acabo suicidándose tras el juicio.


Para encontrar capítulos semejantes en la historia contemporánea hay que viajar hasta Berlin y darse un paseo por los documentos gráficos sobre el nazismo. El castrismo encaja en esa Topografía del Terror que los alemanes exponen sobre su pasado, en el sentido de que en ese caso, como en Cuba, el odio se institucionalizó y las instituciones se han convertido en promotoras del odio, la legitimación de la persecución del oponente y su merecida aniquilación.


El libro de Cabrera Infante es un buen escáner de la orografía cubana, repleta de odios, miedos e intrigas que son el resultado de años de un régimen alejado de los principios más básicos de la propaganda. Da escalofríos pensar las fracturas que un gobierno así ha ocasionado en la psique de los cubanos a lo largo de medio siglo. La reparación requiere, seguramente, de un esfuerzo titánico.

 

 

 

Cuba: primer lugar en Occidente en cuanto a suicidio

 

En 1978 el Ministerio de Salud Pública dio a conocer que la tasa de suicidios en Cuba había rebasado los 20 por cada 100.000 habitantes. Esas cifras mostraban que en menos de una década, el índice de muertes por esa causa se había duplicado –en 1969 sólo morían así 8 entre 100.000. Desde hace cuarenta años Cuba es el país con más suicidios per cápita del hemisferio occidental.

 

Cuba ocupa el primer lugar en Occidente en cuanto a muertes por suicidio: 23,2 en 1982 y 18,1 en 2005

 

 

 Golpizas y exilio

 

 

La malnutrición en la Cuba castrista

 

Anuncio de los helados Guarina,

uno de los más populares durante mi infancia,

en la década del cincuenta.

Los carritos que vendían helados

–Guarina, Hatuey, San Bernardo, El Gallito, etc.-

recorrían todos los barrios pobres de La Habana,

haciendo sonar sus campanas

 

Portada del libro Recetas Cubanas,

editado por el Ministerio de Educación en 1959, para celebrar las Navidades del ‘Año de la Liberación’

La Navidad  de 1959

Tania Quintero

23 de diciembre de 2013

 

En el blog he recordado los días navideños antes de que llegara el comandante y ordenara acabar con la ‘diversión’.

 

De golpe, el Gobierno Revolucionario no eliminó las Navidades. En 1959, Bohemia y Carteles, las revistas de mayor circulación, dedicaron sus portadas a la más importante festividad del mundo cristiano. Eso sí, cubanizadas, como el cartel Navidades para un niño cubano, impreso por la Dirección General de Cultura, con tres Reyes Magos pintados por René Portocarrero encima de unas lomas con tres palmas y un bohío.

 

Además de cubanía, en 1959 la publicidad hacía hincapié en el ambiente de fiesta y libertad. En un anuncio, Matusalem proclamaba que era el mejor ron para divertirse esos días. Y Coca-Cola felicitó así, con minúsculas, al pueblo cubano: la Cía. embotelladora Coca-Cola S.A. se regocija con el pueblo de Cuba por el resurgimiento de las libertades democráticas en nuestra patria. Al final, en un círculo, el logo de una de las marcas de refrescos más consumidas en Cuba antes del 59. El breve saludo de Coca-Cola ocupó una página completa de la Edición de la Libertad que hizo la revista Bohemia en 1959.

 

En internet he encontrado testimonios interesantes sobre la primera celebración de la Navidad después que el Ejército Rebelde se hiciera con el poder en Cuba. Aleida Durán en Cuba en Navidad: hubo 28 años de prohibición y 500 de celebración (Revista Contacto, 4 de diciembre de 1998), rememoraba: “En los primeros días de diciembre, Castro había tratado de eliminar una imagen supuestamente ‘ajena a Cuba’, Santa Claus. Sería sustituida por una figura similar a la de la clásica caricatura cubana de Liborio: un ‘guajiro’ vestido de guayabera, sombrero campesino y barba, a quien llamarían Don Feliciano. No fue posible: chicos y mayores rechazaron a Don Feliciano. El día 24, sin orden ni listado, camiones militares recorrieron los barrios pobres entregando paquetes de alimentos navideños: carne de puerco, frijoles negros, arroz, turrones, golosinas”.

 

Sobre las segundas ‘Navidades libres’, en 1960, Durán escribía que habían sido distintas a las anteriores: “Con el título Jesús del Bohío se representaba la Navidad en la marquesina de la estación de radio CMQ, en La Habana. Los tres Reyes Magos eran Castro, el Che y Juan Almeida, el único hombre de raza negra en una alta posición dentro de la revolución. Ellos llevaban como regalos la Reforma Agraria, la Reforma Urbana y el Año de la Educación, que sería el próximo”.

 

Firmada por Sergio (tal vez obra del pintor Sergio López Mesa, La Habana 1918-California 2004), la postal Felices Navidades Cubanas con buena lectura, saludaba los Festivales del Libro Cubano, un total de 250 mil ejemplares impresos con papel de bagazo de caña. Entonces se pusieron a la venta libros de autores que posteriormente serían ignorados o censurados, como Por qué, de Lydia Cabrera (1899-1991) y una selección de los mejores cuentos de Lino Novás Calvo (1903-1983).

 

También en 1959, el Ministerio de Educación editó el libro Recetas Cubanas, de 119 páginas. Su introducción decía: “En estas primeras Navidades Cubanas no podía faltar un libro de recetas cubanas que instalará en las cocinas de nuestras jóvenes mujeres de las ciudades, los viejos platos que todavía en extensas regiones del país se conservan y son parte de nuestra nacionalidad”. Gracias al blog El archivo de Connie, realizado por mi amiga Anna Veltfort, ilustradora de profesión, residente en Nueva York, he podido conocer su contenido.

 

Entre las recetas encontramos dos variedades de ajiacos, de Cárdenas y Puerto Príncipe. Sopa cubana, gazpachada (con casabe) y migas de gato (una variante del fufú con plátano verde y chicharrones). Arroces, a la criolla, con gandul y con tasajo de Camagüey. Empanadas orientales con maíz y ajíes rellenos con maíz. Quimbombó con plátanos, frituras de ñame, bolas de boniato con tasajo o chicharrones y frijoles negros pascuales (con pimientos morrones).

 

Pierna de cerdo mechada con jamón y ciruelas pasadas, bistec en cazuela a la criolla, bistec en rollitos, salpicón y pavito relleno. Pescado a la cubana (con un pargo de 5 o 6 libras), langosta enchilada y camarones empanizados a la duquesa. Huevos a la habanera y salsas, guajira, encebollada y esmeralda.

 

Postres cubanos: bien me sabe, que es una panetela, cusubé, catibía, bocado habanero, atropellado (coco con boniato) y matarrabia (mi madre le decía ‘malarrabia’ y lo hacía con cuadritos de boniato y coco). Chayotes rellenos, alegrías de maní o ajonjolí, dulce de leche en cajoncitos, frangollo (como lo hacen en Bejucal). Boniatillo seco, brazo gitano de yuca, maicena de guanábana, matahambre, masareal de guayaba, pudín de calabaza, flan de naranja, polvorones criollos, palanqueta de Sancti Spiritus, pastelón camagüeyano y chocolate pinarense, que no lleva chocolate, si no maní.

 

Entre los nombres más novedosos: El cura se desmayó, berenjenas rellenas con arroz de grano corto, previamente sazonado con ajo, cebolla, tomate, ají, orégano o comino y pimienta, se espolvorea con queso rallado. Arroz sin compadre, con ajo, cebolla, ají verde y perejil bien picadito. Cerence, versión oriental del tamal en cazuela. Sopa de casados, una especie de panetela borracha y tortilla de regalo, un postre a base de yuca, coco, huevos, azúcar y nuez moscada, entre otros ingredientes.

 

Cincuenta y cinco años después, ese libro es una muestra de que antes de la llegada de los barbudos al poder, los cubanos se alimentaban bien, con comida típica y sabrosa. Por ello, duele saber que en la isla hay personas cuyo mayor sueño es poder comerse un bistec.

 

 

Véase lo que el castrismo considera es una
canasta básica alimentaria
 mensual (Año 2013)

 

Cinco libras de arroz a 0,25 centavos la libra y dos adicionales a 0,90 centavos.

 

Diez onzas de granos (miniestras) a 0,80 centavos.

 

Tres libras de azúcar refino y 1 de azúcar sin refinar a 15 y 10 centavos la libra respectivamente.

 

Media libra de aceite a 0,20 centavos. Sí, leyó bien, media libra de aceite al mes.

 

Un sobre de café (mezclado con chícharo o arveja) de 4 onzas a 4 pesos.

 

Una libra de pollo a 0,70 centavos. Esa libra NO es de pollo deshuesado, incluye el hueso.

 

Once onzas de pescado o, en su lugar, pollo al mismo precio. Sí, un país rodeado de agua por todas partes NO puede garantizarle a su población once onzas de pescado mensualmente.

 

Cinco huevos a 0,15 centavos.

 

Un pan pequeño (diario) de 80 gramos a 0,05 centavos.

 

Sólo para niños de 0 a 7 años: 3 kilogramos de leche en polvo.


Un kilo de sal cada tres meses para el núcleo familiar.

 

Hace seis años, en 2007, se autorizó la venta a la población de 227 gramos cada tres meses, o sea, 908 gramos al año.

 

Los hermanos Castro consideran que los niños cubanos son precoses: a los siete años les quitan el derecho a poder tomar leche a un precio asequible. El dictador Raúl Castro declaró el 26 de julio de 2007: “Hay que borrarse de la mente eso de hasta los siete años, llevamos 50 años diciendo que hasta los siete años. Hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomárselo”. Han pasado más de seis años sin que se haya vuelto a hablar de ello. Para poder tomar leche, el niño cubano a partir de los siete años depende de la ayuda de la emigración cubana.

 

 

Sistematizando la miseria

Miriam Celaya

24 de marzo de 2013

 

Escucho a la vecina del apartamento de los altos dando voces a la de la planta baja: “¡llegó el pollo por pescado… y vence mañana!”. El grito interrumpe mi trabajo y despierta mi memoria: este jueves 21 de marzo se cumplieron 51 años de la instauración de la cartilla de racionamiento, un sencillo adminículo que todavía cumple relativamente sus funciones como instrumento de control oficial, procurando igualarnos en la pobreza.

 

“La libreta”, como popularmente se le conoce, desempeña la doble misión de aliviar las crónicas carencias alimentarias de la familia cubana distribuyendo algunos productos básicos a precios subsidiados, y a la vez, de servir al gobierno como un instrumento más de dominación sobre la sociedad. No es una exageración, la Historia está repleta de ejemplos que ilustran cómo los pueblos despojados de derechos y de la capacidad de producir y ganar su propio sustento, pierden también su condición de individuos libres y, como animales de corral, se someten a la voluntad de quien les procuran lo mínimo indispensable para no morir de hambre.

 

La cartilla, que según las propias declaraciones oficiales provoca gastos astronómicos al Estado en su celo por garantizar al menos una parte de la alimentación del pueblo, es –más que un bondadoso subsidio– una inversión política. En realidad, casi podría asegurarse que de no ser por la cartilla que administra el hambre evitando la hambruna, este país hubiese sido ingobernable.

 

 

La importancia que el régimen otorgó al sistema de racionamiento se refrenda en multitud de ejemplos que persisten. Toda una institución administrativa creada para tales efectos, con oficinas municipales –antes OFICODA, actualmente ORC (Oficina de Registro del Consumidor) –, empleados, archivos, almacenes y centros de distribución y venta, encargada de velar porque se cumpla la asignación de consumo exacta para cada cubano, incluyendo la concesión de exiguos productos “extra” para enfermos crónicos validados por certificados médicos, e incluso el control de campañas como la llamada “revolución energética” –con la entrega a nivel nacional y el control del pago de los equipos eléctricos chinos durante uno de los últimos delirios del deteriorado Comandante en Jefe.  

 

 

Así, la mal llamada “libreta de abastecimientos”, en cuyos inicios y por varias décadas cubrió una lista considerable de productos racionados, tanto alimenticios como otros de uso doméstico, comenzó a contraerse sin llegar a desaparecer a medida que los efectos del fracaso del sistema se sucedían uno tras otro. Fue, probablemente, el auxiliar más efectivo del gobierno para contener el descontento popular bajo los embates de la crisis de los ´90, cuando se comenzaron a racionar incluso las almohadillas sanitarias femeninas; y en los últimos años, con el advenimiento del “raulismo”, ha sufrido drásticos recortes al mantener subsidiados solo algunos productos básicos, pese a que los cubanos no han recuperado la autonomía productiva y el salario medio no llega a un dólar diario.

 

La cartilla se ha convertido en un documento que forma parte inseparable de cada familia, a tal punto que a cualquier cubano humilde, principalmente del amplio sector de la tercera edad, le preocupa más la pérdida de la cartilla que la de su documento de identidad. Porque no solo se siente parcialmente protegido en sus necesidades de consumo, sino que ésta ha propiciado todo un mecanismo de trueques ideados por la creatividad popular para suplir otras carencias. De esta manera, los productos asignados que algún miembro de la familia no consume son utilizados para intercambiarlos o venderlos y así adquirir otros necesarios. Por demás, también se ha desarrollado un mercado subterráneo, tanto con la certificación ilegal de “dietas” con tarifas fijas como con los productos propiamente dichos, que escapa por completo al control de las autoridades, incapaces de cubrir las necesidades básicas de la población y de eliminar la corrupción que es fuente de subsistencia para la mayoría de los cubanos.

 

La cartilla además ha dado origen a nuevos vocablos y frases que algún día formarán parte del lexicón socialista que alguien habrá de escribir. Solo los nacidos y crecidos bajo un sistema que tiene el discutible mérito de haber sistematizado la miseria, sembrándola como si de una virtud se tratase en la conciencia de una parte significativa de sus víctimas, conocemos el significado de frases que, en buena lid, resultan ofensivas y humillantes para la dignidad de las personas. Quiénes, si no nosotros, sabrían interpretar el lenguaje cifrado de la pobreza estandarizada: plan jaba, pollo por pescado, pollo de población, picadillo de niño, pescado de dieta, lactoso y para viejitos, café mezclado, arroz adicional…; o las ya desaparecidas picadillo extendido, carne rusa, fricandel, masa cárnica, perro sin tripa y otras lindezas por el estilo.

 

Pero en estos tiempos difíciles el sostenimiento de la cartilla por parte del gobierno se hace prácticamente imposible. He aquí que esa herramienta de control debe desaparecer, tal como ha anunciado directa o veladamente el General-Presidente en más de una ocasión, porque –otrora instrumento utilísimo para el gobierno– se ha tornado un lastre insostenible en medio de la crisis final del sistema. Por otra parte, el régimen no puede darse el lujo de despojar de subsidios a una mayoría pobre que escasamente sobrevive con la ayuda de la cartilla. Al menos no puede hacerlo sin pagar un alto costo político por ello, además de la amenaza de enfrentar un probable aumento del descontento y el desorden social. La cartilla, pues, se ha trocado en un bumeran para el sistema.

 

No obstante, la asignación de alimentos se ha seguido contrayendo, como parte del plan gubernamental de eliminar gradualmente los subsidios. En la actualidad, la cartilla es una magra libretita con 10 pequeñas hojas para marcar lo que “le toca” mensualmente a cada persona: 7 libras (lb) de arroz, 3 lb de azúcar blanca, 2 lb de azúcar morena, ¼ lb de aceite, 10 onzas de granos, 11 onzas de pollo que sustituye la antigua cuota de pescado, 1 lb de pollo “de población” o picadillo, 10 huevos, 400 gramos de espaguetis, un minúsculo pan de 80 gramos y, de vez en vez, media libra de mortadella con soya. Los niños de 0 a 3 años reciben una limitada cantidad de compotas y leche en polvo hasta los 7 años, de los 7 a los 14 reciben una cuota de yogurt de soya. Tal es la canasta básica oficial.

 

 

Los esclavos se alimentaban mejor

que el cubano de a pie en el ‘paraíso’ castrista

Manuel Castro Rodríguez

 

Cuba siempre fue un país dotado con excelentes condiciones naturales para la producción de alimentos. Por ello la dieta de los esclavos en las plantaciones cubanas era más rica en cantidad y calidad que la del resto de las colonias caribeñas.

 

El historiador cubano más reconocido internacionalmente, el marxista Manuel Moreno Fraginals, demostró que la alimentación resultó fundamental en el incremento de la estatura de los esclavos traídos a Cuba, porque la dieta que recibían en las plantaciones cubanas era muy superior en cantidad y calidad a la disponible en el África Ecuatorial.

 

Fidel Castro lo reconoció:

 

Que hay clase media, ¿por qué si aquí todo el mundo debiera ser clase media? (APLAUSOS.) ¿Por qué si en nuestra patria no debiera existir un solo pobre? ¿Por quési esta es una de las islas más ricas y fértiles del mundo? ¿Por qué si aquí pueden vivir 30 millones de habitantes? ¿Por qué si Holanda, si Dinamarca, si esos países con más habitantes, con menos tierras, con menos fertilidad, son incomparablemente más ricos que nosotros?

 

Compárese la alimentación del cubano de a pie en la Cuba castrista con la de los esclavos del siglo XIX. Según el artículo 6 del Reglamento de esclavos de 1842, la ración mínima diaria del esclavo era de 6 u 8 plátanos o su equivalente en boniatos, ñame, yuca u otras raíces alimenticias, 8 onzas de tasajo o bacalao, 4 onzas de arroz y de otra menestra o harina de maíz.

 

Además, el marxista Moreno Fraginals afirma en su libro El ingenio: el complejo económico social cubano del azúcar -La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1978-, que la alimentación que recibían los esclavos en Cuba satisfacía con creces sus necesidades calóricas y proteínicas. Cada esclavo -narra Moreno Fraginals- consumía diariamente media libra de carne, tasajo o pescado salado (bacalao), ocho plátanos machos grandes y medio kilogramo de harina de maíz, además de boniato, yuca o calabaza. También comían bolas y tostones de plátano, frituras, viandas con mojos y chilindrón de chivo.

 

Según el marxista Moreno Fraginals, el funche era una especie de salcocho “confeccionado con unos pocos productos que llenaban los requerimientos nutricionales”,  del esclavo en las plantaciones cubanas. No constituía una receta única, sino que se preparaba con una base feculosa, por lo general de harina de maíz, o plátano o boniato “a la que se le agregaba una porción generosa de carne salada o bacalao”. La selección de los componentes variaba con los precios del mercado y la disponibilidad del ingenio azucarero. Era servida en abundancia y satisfacía el hambre. La manteca utilizada era de cerdo. Del pellejo de los animales sacrificados se obtenían chicharrones.

 

Además, los esclavos ingerían grandes cantidades de azúcar en diferentes formas: sorbiendo el zumo de las cañas en el mismo campo, o bebiendo el guarapo caliente que se procesaba en las pailas, o comiéndose los trozos de raspadura que se quedaban pegados en las enfriaderas y los tachos, o robando el azúcar y la miel de la casa de purgas.

 

A los esclavos les estaba permitido sembrar ciertos cultivos en sus conucos, así como criar aves de corral, que podían consumir o vender si así lo deseaban.

 

Según la oficialista Radio Ciudad de la Habana:

 

Tasajo y bacalao fueron, hasta mediados del siglo XIX, comida solo de negros en Cuba”… Curiosamente, a pesar de ser Cuba una isla, el pescado tradicionalmente ha sido desplazado de la mesa cubana por la carne de cerdo y vaca, las más solicitadas siempre entre nosotros”.

 

¿Por qué la oficialista Radio Ciudad de la Habana oculta que los tres alimentos que menciona casi han desaparecido de la mesa del cubano de a pie?

 

Moreno Fraginals demostró que el dicho “cortar el bacalao” procede directamente de la esclavitud. Siendo el bacalao uno de los alimentos más importantes de las dotaciones de esclavos, la persona responsable de cortarlo y repartirlo gozaba de un poder enorme, por lo que el bacalao llegó a asociarse a la idea de autoridad. Por eso, el que corta el bacalao es persona principalísima que manda, ordena y decide.

 

Compárense las cantidades generosas de bacalao, tasajo y otros alimentos que mantenían produciendo a los esclavos de los siglos XVIII y XIX, con la malnutrición que sufre el cubano de a pie más de dos siglos después, debido al régimen de los hermanos Castro, que son los que “cortan el bacalao” en Cuba desde 1959, o sea, muy pronto cumplirán cincuenta y cinco años.

 

Compruébese que actualmente para poder comprar media libra de carne de res en las tiendas que lo venden en divisas y ocho plátanos machos grandes -son dos de los alimentos que diariamente recibía el esclavo en las plantaciones cubanas–, es necesario gastar la cuarta parte del salario promedio mensual de Cuba.

 

Véase la oferta de uno de los supermercados situados en el extranjero que entregan alimentos y otros productos a quien se desee entregar en Cuba:

http://www.supermarket.treew.com/home.asp

 

 

Cómo era la alimentación en Cuba

antes de que los hermanos Castro

se adueñaran de la Perla del Caribe

 

En 1958, Cuba era autosuficiente en: Carne de res, leche, frutas tropicales, tubérculos, hortalizas, café y azúcar.

 

En 1958, Cuba producía casi todo el fríjol negro, el maíz,  la carne de cerdo, el pollo, los productos del mar, el pollo y el huevo que consumía.


En 1958,  Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos. Actualmente, Cuba importa el 80% de los alimentos que consume, siendo Estados Unidos su principal proveedor.

 

Poco tiempo después del triunfo de la Revolución se divulgó el lema “con Fidel, la malanga nos sabe a pollo”. En Cuba se le denomina malanga al otoe; era un alimento muy popular, consumido fundamentalmente por los sectores más pobres, dado su bajo precio, y para la alimentación de enfermos, niños y ancianos. Pues bien, durante casi una década no volví a ver una malanga (otoe); incluso en 1970, una joven madre que le faltaba poco para graduarse como economista en la Universidad de la Habana, fue expulsada por haber aceptado que un campesino le regalara 4 ó 5 malangas (otoe) para su pequeño hijo. Resulta que en uno de los trabajos ‘voluntarios’ que se realizaban todos los domingos, fuimos a una zona limítrofe con la de un pequeño productor agrícola privado y conversamos con él sobre el trabajo que estábamos realizando. Cuando íbamos a regresar a la capital en el camión, el responsable del trabajo ‘voluntario’ descubrió las malangas; de nada valió que el campesino confirmara lo que había dicho la joven madre.

 

Ernesto ‘Che’ Guevara: 

En 1958 la población cubana ascendía a 6,5 millones de personas con un ingreso per cápita de unos $350 (calculado el ingreso nacional según la metodología capitalista); la fuerza de trabajo ascendía a una tercera parte del total de habitantes y una cuarta parte de la misma se encontraba prácticamente desempleada.

Simultáneamente con un gran derroche de tierras fértiles y la subutilización de la fuerza de trabajo rural, las importaciones de alimentos y fibras textiles de origen agrícola, ascendían como promedio al 28% del total de importaciones. Cuba poseía un coeficiente de 0,75 cabezas de ganado bovino por habitante, índice que la situaba únicamente por debajo de los grandes países ganaderos”.

 

En 1958 la producción de carne de res excedió las 180.000 toneladas métricas que requería el consumo nacional, por lo que se exportaron 3.800 cabezas de ganado. En consumo de carne de res, Cuba ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica.

 

Fidel Castro declaró el 7 de junio de 1965:

tenemos 6 millones de cabezas de ganado. Ustedes saben que desde hace varios años se ha seguido una política de no sacrificar hembras. ¿Por qué? Porque aspiramos a desarrollar la masa ganadera. Nosotros, pensamos tener, en un programa que se viene haciendo de 10 años, en 10 años elevar a 8 millones de vacas —vacas, sin contar el resto del ganado— la masa ganadera del país”.

 

Sin embargo, desde hace más de medio siglo el consumo de carne de res está racionado, limitándose su venta a precio subsidiado a: los niños hasta que cumplen nueve años, los ancianos y por prescripción médica a pacientes con determinada patología como es el SIDA. Hace seis años se autorizó la venta de 227 gramos cada tres meses al resto de la población, o sea, 908 gramos al año que representa un poco menos de dos libras de carne de res anualmente.

 

Desde hace medio siglo la carne de res es un artículo de lujo en Cuba, a tal punto que a quien se le descubra que ha matado una res puede recibir una sentencia más severa que al culpable de un homicidio. Ni los campesinos pueden hacerlo con el ganado que supuestamente les pertenece. Si el campesino encuentra que una vaca suya ha muerto, tiene que avisarle a la autoridad competente para que disponga qué hacer con ella.

 

Antes de que los hermanos Castro llegaran al poder, el consumo de leche per cápita diario era: medio litro en La Habana y un tercio de litro en el resto de Cuba.

 

Fidel Castro:

En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita!

 

El 26 julio de 2007, Raúl Castro pronunció un discurso en Camagüey –la mayor provincia de Cuba-, que despertó una gran polémica por la mención a “un vaso de leche para todo el que quiera tomárselo” que luego fue suprimida de la trascripción que hizo de dicho discurso el periódico Granma –el órgano oficial del único partido legal en Cuba. También fue cortado ese fragmento de la retransmisión que hiciera al día siguiente la TV cubana. Gracias a ContactoCuba.com que grabó el discurso en directo, puede verse el fragmento.

El vaso de leche censurado

26 julio de 2007

 

¿Y mi vaso de leche, qué?

Roberto Álvarez Quiñones

6 de junio de 2012

 

Con el doble de población, Cuba produce la mitad de litros de leche que en 1958. Pero antes que liberar las fuerzas productivas, los Castro prefieren pedir limosna a Hugo Chávez

 

Dentro de algunas semanas se van a cumplir cinco años de que Raúl Castro dijo en un discurso memorable que todos los cubanos sin excepción deberían poder tomarse un vaso de leche cuando quisieran, y no solo los niños menores de siete años.

 

El dictador tuvo ese desliz —que recibió una ovación— el 26 de julio de 2007, cuando su hermano Fidel estaba tan delicado aún de salud que no podía guiarlo acerca de qué debía o no decir en público para no “meter la pata” como nuevo jefe de gobierno.

 

Claro, la inmadurez de Raúl no llegó tan lejos como para recordar que en 1958 las vacas en ordeño en la Isla produjeron 960 millones de litros de leche, equivalentes a 2,6 millones de litros diarios, es decir, casi medio litro —dos vasos grandes— de leche para cada uno de los seis millones de habitantes que había entonces en la nación.

 

Pasado ya un lustro desde aquella promesa que hizo Raúl por no estar bien “asesorado”, no solo los cubanos de siete años de edad en adelante siguen sin poder tomar leche, sino que la producción nacional de ese vital alimento, en vez de aumentar, disminuye.

 

Según el Ministerio de Agricultura, en 2011 Cuba produjo 461 millones de litros de leche, la mitad de la producción obtenida en 1958, pero con el doble de población que hace 54 años. Ello significó una caída de un 9,1% con respecto a 2010, cuando se obtuvieron 507 millones de litros. Lo peor es que en el primer trimestre de 2012 se registró una caída adicional de un 8,4% en la producción nacional de leche con respecto a igual período del año anterior.

 

Cuando en su estreno como flamante presidente cubano Raúl Castro aseguró que iba a poner fin a prohibiciones absurdas y flexibilizar los férreos controles estatales para estimular el trabajo por cuenta propia, los medios de comunicación en todo el mundo empezaron a calificar de “reformas” las promesas raulistas, una palabrita que aunque no gusta mucho a la nomenklatura —por su alergia a cualquier cambio real— tampoco le disgusta, pues ayuda mucho a vender la idea de que el régimen se mueve en la dirección correcta.

 

Lo que no dicen los medios fascinados por los “cambios” en Cuba es que ni Fidel ni Raúl Castro cumplen jamás lo que prometen. Hace 47 años el comandante Castro hizo promesas similares. Eso fue a mediados de los años 60, cuando el dictador se autoproclamó sabio genetista y se lanzó a crear nuevas razas de vacas mediante el cruce de toros sementales canadienses importados, de la raza Holstein, de clima frío, con las criollas vacas cebú. En 1965, en un discurso que levantó grandes expectativas, Castro declaró por la TV: “En 1970 produciremos 10 millones de litros diarios y nos bañaremos en leche”.

 

Nacieron así las F-1 y F-2, animales híbridos débiles, muy enfermizos y sin gran valor en leche y carne, a los que por su color negro además se les dificultaba soportar las altas temperaturas y resultaban casi indefensos ante los parásitos tropicales. Nunca se produjeron, no ya los 10 millones de litros diarios prometidos, sino que lo más que se logró, luego de 25 años, fueron 2,8 millones de litros en 1990, último año de las millonarias subvenciones soviéticas.

 

Si a duras penas se pudo mantener el vaso de leche para los niños menores de 7 años fue gracias a los subsidios, y sobre todo porque la Alemania comunista (República Democrática Alemana, RDA) enviaba a Cuba 22.000 toneladas anuales de leche en polvo a cambio de 22.000 toneladas de levadura torula (a partir de la melaza del azúcar), para la alimentación animal. La diferencia en el precio, desfavorable a la RDA, formaba parte de la “hermandad socialista”. Con aquella leche en polvo el gobierno castrista producía 220 millones de litros de leche fluida, equivalentes a 5 meses de consumo nacional

 

Regresando en el tiempo ¿Por qué ahora la producción de leche no solo no aumenta, sino que desciende? Porque el régimen se resiste a abandonar el fuerte estatismo que le garantiza la estabilidad política que les permite a ambos dictadores mantenerse en el poder.

 

Explotación del campesino

 

Pese a las “reformas” que ven algunos, los campesinos cubanos siguen obligados a venderle al Estado, a precios fijos irrisorios, la leche, la carne, el café y otros productos agropecuarios indispensables en la dieta nacional. Aplicando la lógica comunista, el gobierno les prohíbe que comercien directamente sus productos para que no se “enriquezcan” y se “corrompan”.

 

De manera que hoy los campesinos cubanos son los únicos en el mundo —si exceptuamos a los norcoreanos— que no pueden vender libremente al mercado el fruto de su trabajo creador (en China y en Vietnam sí lo hacen), con lo cual podrían obtener una ganancia razonable y justa.

 

Por el contrario, son explotados de forma escandalosa, pues el Estado paga al campesino 10 centavos de dólar (2,53 pesos) por cada litro de leche producido, pero luego lo vende a $2,60 (65 pesos), según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). O sea, a un precio 26 veces superior al pagado al campesino.

 

Obviamente esto mata en la cuna la motivación para sembrar, cuidar y ordeñar vacas y producir alimentos en la fértil isla tropical, que en 1958 producía el 81% de los alimentos que consumía y hoy produce sólo el 19%. Hace medio siglo Cuba tenía 6 millones de habitantes y contaba con 6 millones de cabezas de ganado vacuno. Hoy, con casi el doble de población, dispone de 3,7 millones de cabezas.

 

La falta de incentivo entre los pequeños ganaderos privados explica por qué las vacas en ordeño en el país disminuyeron en 2011 en un 3,7% y el rendimiento de litros por bovino cayó en un 6.2%, de acuerdo con la ONE.

 

Y vale recordar que los “guajiros cubanos”, con menos del 30% de las tierras cultivables del país, producen el 55% de la leche total, mientras las granjas estatales, enormes latifundios que cuentan con el grueso de la masa ganadera nacional, producen sólo el 45%.

 

En fin, que la mejoría de la deplorable dieta de la familia cubana solo será posible cuando se liberen las fuerzas productivas del país, en primer lugar la campesina. Pero los Castro prefieren pedir limosnas monetarias a Hugo Chávez y pagar $3.500 dólares la tonelada de leche en polvo (35 centavos de dólar por litro, pues una tonelada de leche en polvo da 10.000 litros de leche fluida), que es el precio que tiene hoy en el mercado internacional, e importarla, que darle libertad a los cubanos para que la produzcan.

 

Por eso ambos dictadores se niegan a responder a la pregunta de qué hacen en Cuba los millones de ciudadanos que no son niños menores de siete años: ¿Y mi vaso de leche, qué?

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: La confiabilidad de la información estadística suministrada por el Gobierno de Cuba deja mucho que desear. Trabajé desde 1967 a 1970 en la Dirección de Estadística y Planeamiento del Ministerio de Educación (MINED). En 1968 participé en la elaboración del Informe al Buró Político del Partido Comunista de Cuba, que se hizo a finales de ese año. A solicitud del viceministro Eduardo Muzio, elaboré una serie histórica comparativa con otros países latinoamericanos; afortunadamente, la que era mi jefa la revisó antes de entregarla y se percató que yo había usado la información destinada a los organismos internacionales, que era una tergiversación total de la realidad cubana. Aprendí que existían dos juegos de libros, con información estadística totalmente diferente entre ellos: el que reflejaba la verdad era usado para brindarle información al ministro José Llanusa y a los viceministros.

 

Después pude conocer de situaciones similares ocurridas en otros organismos, entre ellas una anécdota que involucró a uno de los funcionarios cubanos más respetado internacionalmente: el Dr. Raúl León Torras, ministro-presidente del Banco Nacional de Cuba, que en ese entonces era el banco central. Al comienzo de los 80, encontrándose León Torras en una negociación internacional, cuando ya estaba a punto de cerrar el trato, la contraparte extranjera le presentó una información oficial emitida por el Gobierno de Cuba que era totalmente diferente a la que León Torras le había entregado. Dicen que León Torras cambió de color y sólo atinó a decir que lo excusaran para verificar la información. Pocos años después, León Torras murió de un infarto, a pesar de que era una persona relativamente joven: 50 años. Deduzco que por algún disgusto similar, ya que era una persona que no exteriorizaba sus emociones. Nunca he visto otra persona tan circunspecta, parecía un lord por sus modales, aunque su trato era agradable pero distante.

 

Al tratarse de un régimen totalitario, no existe una sociedad civil que pueda investigar –todos los medios de comunicación están en poder de los hermanos Castro desde hace medio siglo. Los corresponsales extranjeros tampoco pueden divulgar la verdad, para evitar que les ocurra igual que a otros periodistas extranjeros que han sido reprimidos por la tiranía castrista; el último fue el periodista español Mauricio Vicent, corresponsal en Cuba durante veinte años del diario español El País, a quien hace dos años, septiembre de 2011, el régimen de La Habana le retiró la acreditación y le prohibió publicar más informaciones desde Cuba.

 

Los médicos cubanos tampoco pueden divulgar la realidad cubana, para evitar ir a la cárcel, como le ocurrió al Dr. Desi Mendoza, que en 1997 fue condenado a ocho años de prisión, acusado de propaganda enemiga, tras dar a conocer la existencia del brote epidémico de dengue en Santiago de Cuba. Según han informado médicos cubanos bajo la condición del anonimato, desde hace unos treinta años se ha incrementado significativamente la cantidad de niños nacidos deficientes en peso -menos de 2.500 gramos- y las madres desnutridas.

 

Por su parte, varias representaciones de Naciones Unidas en Cuba han sido denunciadas en varias ocasiones por realizar informes que no se ajustan a la verdad: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

 

Además, la organización de derechos humanos UN Watch, que monitorea el trabajo de Naciones Unidas, acusó al Gobierno de Cuba de incurrir en un “fraude masivo”.

 

Por todo lo anterior, me causa sorpresa lo que se expresa en el siguiente informe:

 

Fondo PNUD-España para el logro de los ODM. Presentación del equipo de las Naciones Unidas en Cuba. Solicitud a la ventana temática del país del F-ODM: Infancia, Seguridad alimentaria y nutrición

 

Alrededor del 50% de lactantes entre 6 y 11 meses de edad y el 30% de los niños y niñas de 6-23 meses padecen anemia. La anemia está también presente en el 30% de las mujeres en edad fértil, en el 50% de las mujeres embarazadas y en el 24% de las embarazadas en su tercer trimestre; el 12% de este último grupo poblacional se encuentra además afectado por una insuficiente ganancia de peso. En números absolutos aproximadamente un millón de cubanos padece anemia.

 


Local de venta racionada de alimentos en La Habana

 

En un trabajo publicado el 1 de abril de 2012, La agricultura cubana y el actual proceso de transformaciones económicas, el profesor Armando Nova González, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de la Habana, expresa:

 

La problemática actual del sector agropecuario se pudiera resumir en lo siguiente: desciende la producción agrícola y ganadera, se registran magnitudes importantes de tierras agrícolas ociosas, los volúmenes de importación de alimentos cada vez son más elevados, para cubrir el déficit de la producción nacional”.

 

 

La falacia de las estadísticas

Verónica Vega

10 de octubre de 2013

 

Contaminación ambiental, malnutrición, violencia doméstica… Las estadísticas en Cuba no recogen índices esenciales. Las autoridades las falsean a conveniencia

 

Estando en Francia en el 2011, un profesor que parecía conocer mi país más que una nativa, me hizo esta interesante pregunta: “¿Has conocido a alguien en Cuba que haya muerto de hambre?”

 

Tuve que confesar que no. Pero, ¿pueden solo las cifras expresar la vida?

 

Que la inmensa mayoría de los cubanos no pueda aspirar más que a mantener un cuerpo, aunque se haya apagado la maquinaria de los sueños, para muchos (que no viven aquí), no invalida la utopía socialista.

 

No es un secreto que los números oficiales pueden ser escondidos, alterados, sustraerse al escrutinio y a los cálculos.

 

Sin acceso a registros médicos, por ejemplo, cómo rastrear los estragos del Período Especial, sus secuelas de neuropatía o neuritis óptica por falta de vitaminas. Se afirma que ha ido decreciendo la estatura promedio del cubano y esto es visible en los que ingresan a la secundaria: adolescentes cada vez menos desarrollados.

 

Una persona que trabaja en el hospital Maternidad Obrera de la capital aseguró que nunca había visto tantos niños nacidos con peso insuficiente, también que muchas jóvenes madres están malnutridas y no son pocas adolescentes se ven impedidas a abortar por anemia, pero, ¿cómo acceder a esos datos? Si es que se registran…

 

Según el testimonio de una abogada en el Tribunal Popular Provincial de La Habana no se archivan los índices de violencia doméstica. Este detalle se pierde en la generalidad de “lesiones”, donde si acaso se notará el auge de la criminalidad.

 

Como es de esperar, el racismo tampoco tiene números suficientes para ser tomado en serio.

 

Aquel francés (que jamás había estado en Cuba), aseguró que no tenemos contaminación. Los ríos y arroyos de La Habana, plagados de bolsas de nailon y otras inmundicias, tan negros que no reflejan el cielo, no merecen estar dentro de los datos por los que él se rige.

 

Nóminas que tampoco mencionan a los indigentes, los ancianos que reemplazan el descanso soñado con nuevos empleos o la paciente venta de baratijas. Niñas que ponen fecha de caducidad a su inocencia. Padres que aceleran el término del plazo.   

 

Cómo convencerlo de lo que está detrás de las cifras de médicos graduados. Tendría él que vivir en carne propia las deficiencias del servicio de salud, la escasez de medicinas, la endeble ética de muchos que engrosan esas deslumbrantes filas de uniformes blancos.

 

Cómo explicar con simples números los estragos que ha producido la “educación”, desastre moral que ahora se intenta combatir con spots televisivos demasiado cándidos para la ferocidad de esas generaciones cuya premisa recuerda un eslogan comercial que se usó hace unos años: “Lo mío primero”.

 

En la residencia de Alamar donde se hospedaban los aspirantes a PGI (Profesor General Integral) se detectaron casos con retraso mental, trastornos de dicción y esquizofrenia. A pesar de ello, ningún joven fue descartado, y salieron de ahí como maestros de secundaria.

 

Pero lo peor, lo más intangible, es la incapacidad de pensar, de discernir, que se fomenta desde edades tempranas en los centros de enseñanza, donde la historia de Cuba (reinventada) está convoyada con adjetivos inalterables que los benjamines recitan como versos, mientras héroes y mártires vigilan su obediencia desde bustos y retratos. Donde consignas escritas o habladas dictan férreas directrices al pensamiento.

 

¿Cómo se registrarían las víctimas convencidas de ese fundamentalismo político, que no salen en misiones suicidas para imponer su fe, sino en mítines de repudio a hostigar y hasta linchar si es preciso, a los herejes?

 

Sería casi imposible rastrear el mal hasta el fondo. Por los muchos que emigraron, por los que perecieron por el camino, por los que eligieron el inxilio, callando y asintiendo con ojos bajos, por los que terminaron en las cárceles o en los manicomios. O por los que terminaron olvidando qué eran, encartonados en el personaje oficialista que les da sustento.      

 

En la rigidez de las cifras la vida queda atrapada, estancada. Especialmente el drama individual, que tendría que reproducirse hasta volverse masivo para despertar el interés de los flemáticos estadistas.

 

 

La Libreta de Racionamiento

cumplió 50 años

el viernes 12 de julio de 2013.

El eufemismo que utiliza el régimen para nombrarla es Libreta de Abastecimiento

 

El mercado negro es la ‘institución’

que ha permitido sobrevivir al cubano de a pie

 

Fidel Castro declaró el 16 de febrero de 1959: “con la ventaja de contar con un país rico, donde se puede sembrar todo el tiempo en el año (…) lograremos un estándar de vida mayor que ningún otro país en el mundo”. Sin embargo, con Castro se instauró el síndrome del desabastecimiento y se generalizó la pobreza.

 

En 1952, Cuba produjo 7,2 millones de toneladas de azúcar. La producción promedio anual durante la década 2002-2012 fue de 1,8 millones de toneladas de azúcar. Para que se tenga una idea, en 1895, cuando comenzó la última guerra para independizarse de España, Cuba produjo 1,4 millones de toneladas de azúcar. La producción ha descendido a los niveles de hace más de un siglo.

 

En 1959, Cuba produjo 60.000 toneladas de café. En 2012 produjo menos de 4.000 toneladas. En 2013 se aspira a cosechar 2.850 toneladas. El período de recogida de café  en Cuba es de septiembre a enero.

 

En 1958 el ingreso nacional per cápita cubano (356 dólares) casi duplicaba el de España (180 dólares). Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos.

 

Actualmente, Cuba importa el 80% de los alimentos que consume, siendo Estados Unidos su principal proveedor. Los volúmenes de importación de alimentos son cada vez más elevados. En un trabajo publicado el 1 de abril de 2012, La agricultura cubana y el actual proceso de transformaciones económicas, el profesor Armando Nova González, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de la Habana, expresa:

 

La problemática actual del sector agropecuario se pudiera resumir en lo siguiente: desciende la producción agrícola y ganadera, se registran magnitudes importantes de tierras agrícolas ociosas, los volúmenes de importación de alimentos cada vez son más elevados, para cubrir el déficit de la producción nacional”.

 

En 1993 el popular programa Cocina al minuto de Nipza Villapol ha enseñado a los televidentes a preparar “picadillo de cáscara de plátano” y “bistec de cáscara de pomelo”, entre otras recetas.

 

Véase un documental sobre este programa, hecho diez años antes de las recetas de “picadillo de cáscara de plátano” y “bistec de cáscara de pomelo”.

 

Cocina al minuto

 

Vídeo de la policía castrista

muestra robo de carne en Guantánamo

 

La historia de un absurdo

Roberto G. Peralo

4 de septiembre de 2013

 

¿Están locas las vacas o los dueños?

 

Cómo describir semejante espectáculo: una muchedumbre de aproximadamente veinte personas rodeando dos vacas, mirando atónitos cómo les rociaban petróleo y prendían fuego. Las occisas no tenían una rara enfermedad, todo lo contrario, se encontraban muy saludables. Esta es la historia de dos vacas que no estaban locas, no tenían nada que ver con Hatuey ni estaban acusadas de brujería.

 

Momentos antes de presenciar tan desafortunada escena me tropecé con el propietario de esos infortunados animales, un guajiro con el cual me unen lazos familiares, que ama su trabajo, muy alegre y dicharachero.

 

Pero en este encuentro noté disgusto y frustración en su rostro. Me comenta que dos de sus mejores vacas en ordeño habían tropezado con un cable de electricidad que se encontraba en el suelo, debido a una tormenta del día anterior y “las mató al palo”. Iba rumbo a informarles a las autoridades competentes para proceder con lo que está establecido en estos casos.

 

Fue entonces que conocí la realidad de un procedimiento legislado en el país, según el decreto ley 225 esas vacas, que se encuentran en perfecto estado de salud y por cualquier motivo fallecen, deben ser incineradas en presencia de una autoridad competente para que certifique la cremación del cadáver.

 

Cuando presenciaba aquellas 200 libras de carne de res consumiéndose por el fuego, le pregunté a la “autoridad competente”, por qué tenían que desperdiciar el tan necesario alimento. Me explica que los propietarios de ganado mayor solo pueden vender sus reses para que sean sacrificadas y convertidas en carne y demás derivados al Estado, el único autorizado para comercializar dicho alimento. El gestor para esta actividad económica es la Empresa Cárnica (CAN) y la misma solo compra ganado vivo. El ganado que no cumpla este requisito tiene que ser incinerado.

 

El oficio de la ganadería es uno de los más duros y abnegados que conozco. El campesino tiene que estar ordeñando sus vacas a las tres de la madrugada de domingo a domingo. En este oficio no existen los 25 de diciembre, ni los 26 de julio, ni el primero de mayo, ni el 10 de octubre, la palabra vacaciones no existe. Para colmo, hay que estarlas vigilando constantemente porque si se las roban luego hay que pagarlas.

 

Presenciando aquel espectáculo recordé cuando me vi obligado a acudir al mercado negro para comprar 5 libras de carne de res con el objetivo de subirle la hemoglobina a mi esposa, fue en uno de los momentos más delicados del período de su embarazo, la tenía por debajo de 11 puntos, límite mínimo establecido por los médicos porque puede afectar el buen desarrollo del feto. Donde único la comercializan de forma legal es en las tienda de divisa y a un precio prohibitivo para mi economía.

 

Pero el colmo del absurdo es cuando ese campesino que me ayudó a comprar de forma ilegal esa carne, es el que contempla a mi lado como más de 200 libras de res de su propiedad son incineradas. Sus últimas palabras aquel día fueron “¿quién me puede explicar a mí y convencerme que esto es correcto?”

 

¿Cómo es posible que el dueño y propietario de una res tenga que acudir al mercado negro para comprar la carne que está obligado a quemar por ley?

 

Un país donde se tienen que importar 2 mil millones de dólares en alimentos cada año y encontrándose en una crisis económica. ¿Será lógico que una resolución establezca que un alimento tan necesario sea desperdiciado?

 

¿Qué motivación podrá sentir un ganadero para producir con eficiencia alimentos cuando no se siente dueño de sus medios de producción?

 

Es posible que la ley tenga que ver con sucesos conocidos en los que los dueños de las reses las matan bajo el pretexto de un “accidente” para luego comerlas, es posible que la ley tenga algo que ver con higiene, lo que sí no es posible es que se desperdicie algo que este país no tiene.

 

Debemos ir a la causa del problema, que no es el que compra la carne ilegal, ni el que la vende, ni el que se la roba, es que las regulaciones y leyes han creado una madeja que convierte la ganadería en Cuba en algo muy difícil de llevar exitosamente. Llevamos más de 20 años persiguiendo y encarcelando a las personas que violan la ley y el problema persiste. ¿No es más inteligente crear condiciones para que esto no sea necesario?

 

Muchas de estas causas las provocan las prohibiciones y resoluciones que fueron emitidas con un objetivo y en realidad están creando el efecto contrario. Creo que es un buen momento para revisar estas y crear mecanismos para que un guajiro cubano no tenga que presenciar nunca más cómo su sacrificio, su trabajo y su esfuerzo, son consumidos por las llamas.

 

 

Aunque los hermanos Castro pretenden hacer creer que los problemas de alimentación comenzaron cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991, en esta edición del oficialista Noticiero ICAIC Latinoamericano se muestra cómo era la venta de productos agrícolas una década antes, o sea, hace cuarenta años:

 

 

Ni leche fresca ni  de dieta

Osmar Laffita Rojas

23 de diciembre de 2013

 

El pasado año 2012, el Ministerio de la Agricultura reportó una producción de leche fresca a nivel nacional de 516 246 500  litros. De ese total, la provincia  de Camagüey ocupó el primer lugar con  96 299 600 litros. Le siguieron, algo distantes, Villa Clara, con  51 794 100 litros;  Sancti Spíritus, con 49 923 100  y  Matanzas, con 44 352 800 litros.

 

Por una larga lista de ineficiencias e incumplimientos, el Estado  no ha podido cumplir su compromiso del 26 de julio de 2007 de garantizar un litro de leche fresca diaria a cada niño menor de 7 años.

 

A pocos días de terminar el 2013, se desconoce cuál ha sido la producción de leche en el presente año. Ese silencio es un indicador de que algo no marcha bien.

 

En la mayoría de las provincias  se continúa con la venta normada de 3 kilogramos de leche en polvo al mes, cuyo precio subsidiado es de 10 centavos de dólar el kilogramo. Cada 10 días, los niños menores de 7 años tienen derecho a un kilogramo de esta leche.

 

Al no poder garantizar el gobierno la entrega de leche fresca y para que este esencial alimento no falte en la dieta diaria de los niños,  al estado no le ha quedado  otra solución que importar miles de toneladas de leche en polvo cuyo precio en el mercado internacional supera los 4000 dólares la tonelada.

 

Esa leche en polvo importada es también para las embarazadas y a las personas  que les diagnostican enfermedades crónicas, como la diabetes, a las que  se les da un certificado para recibir mensualmente un kilogramo de leche en polvo, cuyo precio es similar al de la que venden para  los niños.

 

Al parecer, la producción de leche en el año que termina no ha sido la que se esperaba.

 

El pasado  5 de agosto, el semanario Trabajadores, órgano oficial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC),  anunció la construcción de una fábrica de leche en polvo en la provincia de Camagüey con capacidad de procesar a plena capacidad 100 000 litros de leche diarios, procedentes de las vaquerías de la cuenca lechera camagüeyana.

 

Las pruebas de producción de la citada fábrica se iniciarían a finales de septiembre.

 

La nueva fábrica  se edifica en el antiguo local de lo que en la década de los 90 hubiese sido la primera fábrica de leche en polvo de Cuba. Su construcción se paralizó  por limitaciones financieras. Desde  entonces,  el Estado no  ha dejado de importar  leche en polvo, miles de toneladas, para lo cual  ha destinado decenas de millones de dólares.

 

La fábrica de leche en polvo que se edifica en Camagüey está equipada con tecnología  china e italiana y su costo se elevó a 528 000 dólares. Deberá producir  anualmente 2 350 toneladas de leche en polvo entera y descremada y 1 100 toneladas de mantequilla.

 

El diario Granma, el día 31 de agosto, informaba que la inversión de la obra civil de la fábrica estaba a más del 70%  y anunciaba que a finales de septiembre se iniciaría el montaje del equipamiento tecnológico y que de no haber contratiempos, su terminación estaría prevista  para fines  de diciembre. Pero hasta el momento no se ha vuelto a informar del tema.

 

A principios de diciembre se anunció  que las embarazadas y los enfermos crónicos  de las provincia  Mayabeque, La Habana, Artemisa y Santa Clara, que recibían leche en polvo por dieta, en su lugar,  a modo experimental, hasta enero, recibirán una nueva fórmula láctea compuesta por caseína, lacto-suero, agua, y grasa animal o vegetal con diferentes niveles de proteínas.

 

Sobre este asunto, la viceministra del Ministerio de Comercio Interior, Bárbara Acosta, señaló que tal medida se toma por el sobreconsumo de leche en polvo, y aseguró a los diputados que no se extenderá más allá de la fecha anunciada

 

Evidentemente hubo un retroceso de la producción de leche  en el segundo semestre del presente año.

 

En las Tiendas de Recuperación de Divisas (TRD) hace meses que no ofertan mantequilla,  leche condensada y evaporada de producción nacional.

 

El queso solo se encuentra en determinados supermercados y no siempre. El precio del kilogramo ronda los 15 dólares, un precio realmente prohibitivo para la mayoría de los cubanos,  cuyo salario no sobrepasa los 20 dólares mensuales.

 

La prensa oficial guarda un hermético silencio sobre la crisis en la producción de leche fresca.  Parece que el gobierno  ha ordenado que no se refieran a tan sensible asunto.

 

ramsetgandhi@yahoo.com

 


Abastecerse en Cuba, la isla de la escasez

Federico Rivas Molina

4 de abril de 2012

 

Una compleja red estatal de mercados incluye desde rudimentarios puestos en pesos cubanos hasta tiendas en “divisas”, dignas de grandes economías capitalistas. Comercio en negro y militares, las estrellas del sistema

 

“Un día te enteras de que han llegado cereales y vas al shopping (mercado) y compras cereales. Otras veces hay queso crema. Cuando nos enteramos de que llegó algo nuevo nos avisamos por teléfono. Por qué un día hay, no lo sabemos. Por qué otro desaparece, tampoco”. Leslin Chávez está jubilada y, como le sucede a buena parte de los cubanos, ocupa la mayor parte de su tiempo en abastecerse.

 

Comprar un pedazo de carne, un litro de leche o algo tan simple como una pasta de dientes exige en Cuba una dedicación extrema, además de manejar códigos y saberes urbanos que garanticen no tan solo obtener el mejor precio, sino, también, encontrar lo que se desea en la intrincada red de shopping, tiendas, mercados agropecuarios, mercados populares en pesos cubanos o liberados en pesos convertibles (CUC, a razón de uno por dólar) con el que el Gobierno intenta garantizar el abastecimiento.

 

Son comunes en La Habana las largas filas frente a los llamados mercados en línea, los únicos que aceptan la cartilla oficial de racionamiento. Alguna vez base de la economía hogareña, estas pequeñas libretas otorgan hoy una ración casi testimonial. Cada mes, los cubanos reciben a precios mínimos tres kilos de arroz, dos de frijoles, medio litro de aceite, medio de café, harina, una caja de fósforos, leche en polvo, medio kilo de pollo, huevos y algunas pocas cosas más. Los mercados en línea venden en pesos cubanos, a una paridad de 25 a uno con el CUC. Cuando se agota la tarjeta, la mercadería, de una escasez notable, se vende a precios diferenciados: si un muslo de pollo cuesta 2,85 pesos con la cartilla, el mercado lo vende por fuera de ella a 3,85 pesos.

 

Se puede tener mejor suerte en los mercados liberados, puestos que no venden la canasta estatal y amplían su oferta a jabón de baño, jabón para la ropa, azúcar refinada y cruda, pasta dental, huevos (a 1,50 pesos cubanos cada uno), además de ron, vino y cerveza. Es en ellos que puede conseguirse, por ejemplo, arroz de Brasil a 5 pesos cubanos, contra 1,90 CUC del español. El problema de los liberados es que la oferta es caótica e inconstante, por vender sólo productos nacionales.

 

Si la necesidad es de frutas y verduras, se debe acudir a los mercados de oferta y demanda (MOD), donde el precio lo fijan los guajiros(campesinos) según la disponibilidad de productos. Claro que trabajan bajo supervisión del Gobierno. Una opción más económica son los mercados agropecuarios estatales (MAE). A diferencia de los de oferta y demanda, éstos dependen de la provisión oficial y apenas tienen productos. En ocasiones se reducen a un pequeño puesto que vende papas. Sólo hay dos MAE en La Habana bien abastecidos, a cargo del Ejército Juvenil del Trabajo, integrado por soldados.

 

El feudo militar

 

Un desafío es comprar carne picada, yogur, queso o algún shampoo para el cabello, el cubano no tiene otra opción que acudir a las tiendas de recuperación de divisas (TRD). Los cubanos las llaman shopping, y es allí donde se ingresa en el mundo del CUC, aquél donde todos los precios deben multiplicarse por 25, y para adquirir cuatro litros de leche se necesita el sueldo de un médico. Las TRD están desde hace 9 meses en manos del ministerio de las Fuerzas Armadas y su grupo empresarial GAVIOTA, que abastece a los grandes hoteles y al Grupo de Administración Empresarial (GAESA), un poderoso holding también militar que opera múltiples negocios en moneda extranjera, entre ellos, el mayor operador de turismo y negocios inmobiliarios, depósitos y tiendas de comercio minorista no alimenticias.

 

Lo cierto es que en Cuba la gran mayoría de los altos cargos militares son también empresarios, con acceso a negocios de alta rentabilidad vedados al resto de la población. En los TRD, la oferta con respecto a los mercados liberados es infinitamente más amplia, aunque aún dependen del flujo de importaciones. Es así que puede conseguirse pollo argentino, aunque luego sólo vendan carne picada o de cerdo, los artículos de limpieza brillen por su ausencia y sea imposible ampliar la oferta de lácteos frescos más allá del yogur.

 

En ellos, un kilo de bacalao cuesta 50 CUC (más de tres meses de salario de un maestro de escuela), la langosta se consigue a 23,85 CUC y la carne de res de primera, cuando hay, a 11 CUC. El queso Gouda, importado, cuesta 11 CUC, y el Caribe de fabricación nacional, 3,85. Si la idea es comer chorizo vela español, habrá que desembolsar un salario completo de profesor universitario (16 CUC), o conformarse con uno nacional a 6 CUC. En la isla, el filet de merluza es argentino (8 CUC), y la leche en cartón cuesta 2,59 CUC el litro.

 

Los valores, con todo, están lejos de mantenerse constantes. Carlos trabaja en un TRD del barrio Vedado y asegura que “los alimentos han subido en promedio un 30% en los últimos tres meses”. Y pone como ejemplo las olivas: las mismas que hoy cuestan 3,45 CUC salían en enero 1,20 CUC.

 

El sueño capitalista

 

Pero en Cuba no todo es escasez o productos a cuentagotas. Los llamados Fornos, de la compañía Habaguanex, dependiente de la Oficina del Historiador de la Ciudad, ente encargado de las tareas de reconstrucción de la Habana Vieja, son establecimientos dignos del mundo capitalista. Venden productos de alta calidad, importados y en CUC. Habaguanex, que se jacta de vender mercaderías únicas en el país, controla además 19 hoteles, 39 restaurantes, 56 cafeterías, el parque infantil La Maestranza, la peluquería barbería Ensueño, un gimnasio y más de 200 tiendas.

 

Habaguanex compite con la Corporación de Exportaciones e Importaciones (CIMEX) por los dólares de los extranjeros y los CUC de la creciente clase media cubana, enriquecida por el mercado del turismo, el alquiler de departamentos o simplemente las remesas de algún pariente exiliado. Depende de los militares y es la mayor corporación comercial de Cuba, con ingresos calculados en 1.000 millones de dólares al año. Administra un banco y una naviera, procesa operaciones con tarjetas de crédito, controla el millonario negocio de las transferencias de remesas, tiene una inmobiliaria y opera la mayor agencia de viajes de Cuba. Además, posee unas 2.500 tiendas minoristas, desde centros comerciales a restaurantes de comida rápida y gasolineras. Concentradas sobre todo en el acomodado barrio de Miramar, ofrecen electrodomésticos y productos electrónicos de última generación y alimentos importados de los Estados Unidos. Un televisor LCD vale allí 900 CUC, y un refrigerador mediano unos 800 CUC. Quien gusta de la cerveza, podrá encontrar hasta 15 marcas diferentes, todas importadas y a precios internacionales. Es el sitio donde el embargo se vuelve una ilusión.

 

Lo mismo pasa en la cadena de supermercados Palco, perteneciente al Palacio de las Convenciones, y las tiendas Caracol, que bajo el control del grupo GAVIOTA operan en el interior de los hoteles de lujo.  

 

La coexistencia de varios operadores responde a una lógica de competencia entre empresas estatales. Sin embargo, la liquidación en 2009 de la otrora poderosa CUBALSE y su absorción por parte de CIMEX parece indicar que Raúl Castro está decidido a limitar el número de manos que controlan el comercio en CUC, principal fuente de entrada de divisas.

 

Mercado negro

 

¿Pueden todos los cubanos abastecerse en estos centros de comercio capitalista? Por supuesto que no. “Dos veces por semana me llama una persona amiga que consigue todo lo que te imaginas del mercado negro. Me dice ‘oye, que me ha entrado leche condensada’. La carne se la compro todita a él. Toda la mercadería la consigue de una empresa del Estado que abastece a restaurantes de lujo. A esos nunca les falta”, explica Leslin.

 

Lo cierto es que el mercado negro es la gran estrella del sistema de abastecimiento cubano: se nutre en los canales oficiales, vende más barato que las grandes corporaciones estatales y satisface el gusto de una población que ya no desea sólo raciones de arroz y frijoles. 

 

 

El daño ecológico causado por el castrismo

 

¿Cuidamos el medio ambiente en Cuba?

Yoani Sánchez

 

Un hombre con ropa de mecánico vierte el líquido de un acumulador en la alcantarilla. A pocos metros, dos muchachos friegan una moto y el agua jabonosa cae en la tierra, moja las raíces de los árboles cercanos. Varios vecinos le han prendido fuego a una pila de basura, hay hojas secas, ramas, pero también un par de baterías de algún radio portátil y hasta un cartucho de una impresora láser. Después de usarlo una docena de veces, el cocinero de la empresa bota el aceite requemado por el tragante del fregadero, eso… si no se lo lleva a casa para que su familia lo consuma. Lo mismo hace la peluquera que vive en los altos, cuando lanza los tintes caducados por la taza del inodoro. La irresponsabilidad en el tratamiento de los residuales se extiende por toda la Isla. Pocos son conscientes del daño ecológico que provocan ciertas acciones cotidianas.

 

Separar los desperdicios de origen natural de otros como el vidrio y el cartón, suena a quimera en un país que no ha podido resolver siquiera la eficiente recogida de su basura. Todavía hoy los contenedores se desbordan en las esquinas, trayendo moscas, peligros sanitarios y ese mal olor que ya forma parte inseparable de ciudades como La Habana. De ahí que resulte tarea difícil concientizar a una población cuyas urgencias aún se centran en que los llamados servicios comunales al menos funcionen. Sin embargo, buena parte del deterioro que le estamos causando al medio ambiente es irreversible y necesita de medidas urgentes para aminorarlo cuanto antes. El sector estatal es el gran depredador de nuestro ecosistema, con sus enormes fábricas que expulsan productos químicos a ríos y mares, sus tantos centrales azucareros sin lagunas de oxidación o sus miles de medios de transporte que no cumplen las normas ecológicas. Todo eso además amparado por la ausencia de transparencia, la falsificación de las estadísticas y la prohibición de organizaciones independientes que pudieran emplazar tal comportamiento. No obstante, nosotros los ciudadanos también tenemos una buena parte de culpa.

 

La falta de una mentalidad ecologista se percibe en cada detalle de nuestra vida. Se nota -por ejemplo- en el desparpajo con que tantos cubanos cortan un árbol, cementan el patio de su casa donde antes crecían plantas, lanzan productos químicos a las aguas, maltratan y matan animales o simplemente desechan materiales reciclables. No basta con pedirle a los niños en la escuela primaria que siembren una semilla de frijol, para crear en ellos el amor por la naturaleza. No es suficiente tampoco con colocar en el horario estelar de la noche anuncios televisivos, llamando a conservar el planeta en que vivimos. El cuidado del medioambiente tiene que insertarse en los programas docentes, instrumentarse en un cuerpo legal estricto y promoverse en todos los ámbitos.

 

La incipiente sociedad civil debería tomar también esa bandera. Sin bajar la antorcha de los derechos humanos y de los cambios democráticos, es hora de que los movimientos cívicos creen estrategias de defensa ambiental para esta Isla que legaremos a nuestros hijos. Grupos que reporten las incidencias contra el ecosistema, organicen programas de entrenamiento en reciclaje y traten de darle a la protección de recursos naturales el protagonismo que debe tener. Está muy bien que queramos heredarle a las próximas generaciones un país libre, pero hay que empezar por garantizar que podamos heredarles un país.

 

El reloj está corriendo. La naturaleza no espera. Mañana ya no habrá vuelta atrás.

 

 

Guantánamo mata sus peces

Roberto Quiñones Haces

26 de noviembre de 2013

 

En septiembre de este año, y también el 8 de octubre pasado, Cubanet publicó varias informaciones acerca de la muerte de miles de peces en la bahía de Caimanera. El suceso causó tal alarma en la población que el periódico “Venceremos”, en su edición semanal correspondiente al viernes 13 de septiembre, publicó una nota en la que afirmaba que se investigaba la causa de este daño al ecosistema de la bahía. Pero  han transcurrido más de dos meses desde lo ocurrido y el pueblo continúa sin recibir información alguna.

 

En un recorrido que realicé la semana pasada por el río Guaso, y en las entrevistas que sostuve con funcionarios y trabajadores de más de diez entidades estatales contaminantes de dicho río, obtuve una visión más clara sobre lo ocurrido, la cual  me permite concluir que si no se adoptan de inmediato medidas de saneamiento de  este río y de la propia bahía y no se hace cumplir lo establecido en la Ley del Medio Ambiente , eventos como el ocurrido en septiembre de este año continuarán repitiéndose.

 

Según un trabajador del CITMA (Ministerio para la Ciencia, la Tecnología y el Medio Ambiente), de Guantánamo, en este momento existen 26 fuentes contaminantes que aportan sus desechos de forma directa o indirecta a otra bahía, la de Guantánamo. Esas fuentes contaminantes son:

 

1.-La Planta de Filtro

2.-El poblado de Clemencia

3.-El poblado Argeo Martínez

4.-El Almacén de Pesticidas de Argeo Martínez

5.-El Complejo Agroindustrial de Argeo Martínez

6.-La Destilería de Argeo Martínez

7.-El Almacén de Pesticidas del poblado de Paragüay

8.-El Poblado de Paragüay

9.-El Complejo Agroindustrial de Paragüay

10.-El Combinado Cárnico de Guantánamo

11.-El Hospital Dr. Agosthino Neto

12.-El Hospital Psiquiátrico de Guantánamo

13.-El Matadero de reses

14.-El Combinado Alimenticio de Guantánamo

15.-La Base de Fumigación de Guantánamo

16.-La Fundición de la fábrica de Hierro Gris

17.-Los Talleres de la zona de Confluentes

18.-El Frigorífico de La Pesca

19.-Fábrica de bebidas y licores

20.-La Fábrica de limas

21.-Los Talleres de ferrocarriles de San Justo

22.-La Fábrica de pinturas y jabón

23.-El Almacén de fertilizantes y tenería

24.-El Hogar de Ancianos

25.-Las tres vaquerías conocidas como Güiro 1,2 y 3

26.-La propia ciudad de Guantánamo

 

Estas 26 fuentes contaminantes evacuan sus desechos al río Guaso, que a su vez desemboca en la bahía de Guantánamo. Otros ríos como El Bano y El Guantánamo, que atraviesan el valle donde se  asienta la ciudad, reciben asimismo el ataque  de 11 y 6 fuentes contaminantes respectivamente, con lo cual  el número total de fuentes contaminantes se eleva a 43.

 

Aunque son las empresas y entidades estatales las que cargan con la máxima cuota de responsabilidad en la contaminación de la bahía, también hay personas naturales que inciden en ello. En mi recorrido entrevisté a un campesino que se identificó como Evaristo, dueño de una cochiquera  cercana al río Bano, el cual, ante mis preguntas sobre si sabía las medidas que debía adoptar para no perjudicar el ecosistema a su alrededor, me contestó que “el agua lo  limpia todo”.

 

Una causa evidente que  contribuye a la escasez de oxígeno en la rada guantanamera es la  red metálica que el Ministerio del Interior tendió de forma perpendicular a las orillas este y oeste de la bahía con el objetivo de impedir las fugas de los ciudadanos hacia la base naval estadounidense. Con el transcurso del tiempo, algas, moluscos, nylons y otros desechos van cubriendo los orificios de la malla impidiendo el libre tránsito de los peces y limitando el intercambio de oxígeno proveniente del mar abierto.

 

Según informaciones que recibí de varios pobladores de Caimanera, después de la muerte de los miles de peces  en septiembre último, dicha red fue sometida a un trabajo de limpieza y ya se han reanudado las labores de pesca en la bahía. No obstante, es evidente que si el gobierno no atiende a las causas esenciales que provocan la contaminación de la bahía, el suceso puede repetirse.

 

 

Habana, Habana, la fuente se rompió

Yoani Sánchez

16 de octubre de 2013

 

Estoy en el mismo parque donde hace treinta años mi hermana y yo corríamos y jugábamos. Dos niñas hacen piruetas similares a las nuestras y se esconden tras los arbustos. Sin embargo, algo resulta muy diferente en este déjà vu: falta la fuente con aquel sonido de lluvia cayendo sobre el mármol. Un panorama muy parecido se repite en cada plaza habanera, salvo raras excepciones. Escasez, desidia o política urbanística, nadie puede explicarlo, pero está ciudad ha perdido en las últimas décadas la húmeda presencia de sus fontanas.

 

Guiada por mi memoria, decidí hacer el periplo del agua. En la esquina de Belascoaín y Carlos III, de aquel estanque donde hundíamos la manos y a veces hasta los pies, sólo queda un depósito vacío. Unas cuadras más allá, ciertos hierros oxidados señalan el sitio donde estuvo una de las fuentes más efímeras que recuerdo. Apenas duró unas semanas después que la inauguraron con acto oficial y discurso incluido. El conocido como el “bidé de Paulina” cerca de la Ciudad Deportiva, lo llenan a veces los aguaceros convirtiéndolo en un lago verdoso con gusarapos. Ni hablar de la fuente de la Juventud -vetusta y sin gracia- tan cerca del mar, tan lejos de su antiguo esplendor.

 

Una breve indagación de por qué esta ciudad ha perdido tantos surtidores, me hizo encontrar respuestas variadas y reveladoras: “El problema es que se robaron la bomba que impulsaba el agua”, me dijo un funcionario. En otro sitio un empleado me aseguró molesto “Tuvimos que cerrarla porque algunos transeúntes terminaban bañándose aquí, al no tener duchas en sus casas”. La más simpática fue una señora que me miró con los ojos entornados mientras me reprochaba “Oye, pero tremenda memoria que tú tienes, esta fuente no sirve desde hace décadas”. En el centro de la Plaza Vieja se alza una de las pocas que aún funciona y que estuvo rodeada de una imponente reja, para evitar que los vecinos se llevaran cubo a cubo el preciado líquido. Mi ruta de la humedad terminó desértica en la conocida fuente de La India, también sin una gota de H2O.

 

Como pobladores de esta ciudad debemos hacer algo para que nuestros hijos puedan experimentar la belleza de los parques con fuentes. Ya sé que hay otras prioridades que resolver, pero qué gris resulta el asfalto, que solitaria una plazoleta y qué agobiante el calor sin ese rumor del agua que salta sobre la piedra.

 

 

“Radio Bemba”

con la muerte de peces en Caimanera

Roberto Quiñones Haces

8 de octubre de 2013

 

El  12 y también el  16 de septiembre, Cubanet informó acerca de la muerte de miles de peces en la bahía de Caimanera. El periódico “Venceremos”, órgano del comité provincial del partido en la provincia, informó en su emisión semanal del viernes 13 de septiembre que se investigaba la causa de este hecho, pero han transcurrido más de veintiún días y nada más  ha informado a la población.

 

Acerca de la causa del suceso hay varios rumores. Uno de ellos asegura que la muerte de los peces ocurrió debido a una avería en las maquinarias de un barco que se encontraba en el puerto, el cual comenzó a  contaminar  la bahía y a envenenar a los peces. Otro asegura que hubo un vertimiento de amoníaco; otro –menos creíble, pero infaltable- es que la causa surgió en el territorio ocupado por los norteamericanos. La endeblez de este rumor radica en que, si fuera cierto, ya la prensa lo habría publicado y hasta quizás adornado la noticia con la sugerencia de que detrás está  la CIA.

 

El  último  que hemos escuchado señala que la causa de la muerte de los peces ha sido el movimiento de las mareas, comúnmente calificado por los pobladores de Caimanera como el entrante y el saliente y que en realidad no es más que el movimiento de la pleamar. Según esta tesis, ese movimiento arrastró hacia el interior de la bahía aguas contaminadas que se hallaban fuera  siendo ésta la causa del daño al ecosistema.

 

La bahía de Caimanera presenta evidentes muestras de contaminación desde hace muchos años. El Guaso, uno de los principales ríos de la ciudad, desemboca en la bahía por la zona del poblado de  Paragüay,  luego de atravesar  Guantánamo y arrastrar todo tipo de inmundicias y residuales que recibe directamente de  las tuberías de aguas albañales de las viviendas situadas a su alrededor, y de numerosas conexiones de la red de una  ciudad  que,  a pesar de ser la quinta más poblada de Cuba, todavía no posee una planta para el tratamiento de residuales. Gran parte de ellos es trasladada por dicho río  hasta la bahía de Caimanera.

 

Unido a lo anterior, está también el hecho de que en múltiples ocasiones los centrales azucareros cercanos han vertido el mosto en las aguas de dicho río o directamente hacia la bahía, una práctica que ha dañado también al ecosistema. Hasta donde conocemos, tampoco ha habido acciones de dragado  ni extracción de los sedimentos que por años se han acumulado en  la bahía. Otro hecho que ha tenido una consecuencia negativa en el ecosistema es la cerca de malla de alambre que las autoridades  instalaron en la bahía con el objetivo de impedir las salidas ilegales, una medida absurda que fue tomada hace más de veinte años y cuyas consecuencias en el hábitat  marino todavía están por investigarse.

 

Todo lo señalado coadyuva a dañar el ecosistema de la bahía de Caimanera, pero la causa de la muerte de los miles de peces que aparecieron flotando en ella el pasado mes de septiembre, todavía continúa en el misterio, a pesar de la preocupación de los ciudadanos y de  los acuerdos del reciente congreso de la UPEC que se encaminan hacia la crítica.

 

 

La tierra de promisión se agota

Alberto Méndez Castelló

4 de octubre de 2013

 

El Gobierno pide a los campesinos producir en suelos empobrecidos por décadas de malas prácticas. Ya en los noventa era considerado bueno solo un 15% de las tierras cubanas

 

El general Raúl Castro, en un mensaje enviado a los participantes en el recién concluido Encuentro Nacional de Productores Agropecuarios, dijo: “Urge seguir trabajando para producir en el país todos los alimentos posibles”.

 

En este nuevo empeño del régimen por ahorrar divisas sustituyendo importaciones con producciones nacionales, algo que debió hacerse siempre y pagando precios justos a los productores locales, cabe preguntarse: ¿Qué cantidad de alimentos son capaces de producir hoy, no ya los agricultores cubanos, sino los suelos de Cuba? ¿Con qué costear la regeneración del suelo agrícola cubano?

 

“Este no es un problema que afecta solamente a los cubanos, sino a toda la humanidad. Alrededor del 70% de los suelos empleados con fines agrícolas en todo el mundo están empobrecidos, ya sea por un mal manejo de la tierra o por causas naturales. Tenga en cuenta que según el Instituto para la Vigilancia Mundial, anualmente los continentes pierden unos 24.000 millones de toneladas de capa arable, y recuperarlas, de poder hacerlo, demoraría años y miles de millones en moneda dura”, dijo un ingeniero agrónomo, especialista en suelos, entrevistado a propósito de este reportaje y que solicitó permanecer en el anonimato.

 

Pero, concretamente, ¿en qué condiciones se encuentra hoy la capa cultivable de los suelos cubanos?

 

“Ya le dije, la degradación de los suelos es a escala mundial y como a otros países también nos afecta. Estudios en esta última década revelan que la mayor parte de los suelos agrícolas de Cuba están afectados por diversas causas; unos 2,5 millones de hectáreas están erosionadas; la salinidad y la sodicidad han comprometido la producción de más de un millón, y otros 2,5 millones de hectáreas se encuentran compactadas; esto, unido a un mal manejo del agua y a inadecuadas técnicas en el manejo de los suelos, lleva a la desertificación que ya asciende al 14% del territorio nacional”, dijo el especialista.

 

Este es un problema nuevo, digamos… ¿atribuible a la crisis eufemísticamente llamada “Período Especial”?

 

“De ningún modo. Ya en 1990 Juan José (Dr. Juan José Paretas Fernández) presentó un interesante trabajo en el que abordó este tema. Mire, criticamos el latifundio, el monocultivo y todo lo malo que se hacía en el campo cubano antes de 1959, pero es que después del 59 y hasta ahora mismo seguimos con igual problema. No es que los suelos de Cuba sean malos —que genéticamente no son todo lo bueno que quisiéramos—, es que no fuimos los agricultores que debimos ser, que forzosamente tenemos que ser en los suelos con que contamos si queremos alimentarnos de ellos”.

 

‘Las vacas saben más de la tierra que la gente que las ordeña’

 

Un viejo agricultor, también entrevistado para este reportaje, señalando hasta donde se perdía la vista, dijo: “Esos campos el Estado los está dando en usufructo, pero de poco sirven. Caminando descalzo sobre el suelo hasta un ciego sabe si la tierra es buena, al tacto cualquiera conoce si un terreno es fértil porque no se siente como el cemento o como la arena, sino suave y esponjoso como un estuche de seda”.

 

Y un ganadero, ya octogenario añadió: “Las vacas saben más de las plantas y de la tierra que mucha gente que las ordeña”.

 

El ingeniero les dio la razón. “Salvo honrosas excepciones en el sector estatal y en Unidades Básicas de Producción Cooperativa, solo los campesinos propietarios de tierras rotan sus cultivos sistemáticamente, y esto es una forma de proteger el suelo. En cuanto a la ganadería, no es un secreto que prácticamente todo nuestro ganado va tras la hierba como el de las tribus nómadas, en lugar de nosotros proporcionarles buenos pastos, piensos, henos, ensilajes y agua potable, así, ni la carne ni la leche son posibles”, dijo.

 

¿Cuál es la perspectiva de nuestros suelos? Se habla de escasez de fertilizantes, pero ¿pueden por sí solos los fertilizantes químicos devolver los nutrientes perdidos en nuestros campos?

 

“Los primeros estudios serios, morfológicos, de los suelos cubanos, lo realizaron los doctores Bennett y Allison. Con el resultado de sus investigaciones, en 1928 estos norteamericanos publicaron un libro, Soils of Cuba, acompañado por un mapa escala 1:800.000, muy detallado”, indicó el ingeniero. “Pero de entonces acá ha llovido mucho y millones de toneladas de la capa cultivable de nuestros suelos fueron a parar al mar. Baste decir que la mayoría de nuestros campos están siendo cultivados en el subsuelo superior, porque la capa superficial, el mantillo, ya se perdió por el manejo inapropiado de nuestra tierra”, explicó.

 

“Nacionalmente, y en valores porcentuales, allá por la década de los años noventa del pasado siglo solo el 15% de los suelos de Cuba podían catalogarse de buenos, el 24% de regular, el 47% de malos y un 14% de muy malos. Al menos a esas conclusiones llegó el Dr. Paretas Fernández atendiendo a profundidad, drenaje, salinidad, erosión, topografía, retención de la humedad, fertilización natural, acidez y endurecimiento de nuestros campos. Esto coincide más o menos con las consideraciones del Instituto de Planificación Física, que de los poco más de 6.845 millones de hectáreas de superficie agrícola consideró muy pobres el 22% y solo muy productivas el 7%. Pero, repito, esos estudios datan de finales de la década de los ochenta, fueron publicados en 1990. Hoy la situación es peor”, alertó el especialista. “Óigame, y ni los mejores fabricantes de fertilizantes del mundo se atreverían a asegurar que los químicos por sí solos son capaces de regenerar los suelos”.

 

¿Cómo producir cosechas en tierras baldías?

 

En su mensaje del pasado 14 de septiembre a los productores agropecuarios, también a propósito de sustituir importaciones de alimentos con producciones nacionales, el general Raúl Castro aseguró: “Para ello contamos con los recursos financieros requeridos, los mismos que hoy gastamos importándolos”.

 

¿Usted cree que con lo que ahora el Estado gasta por concepto de importaciones alimentarias, basta no ya para conseguir el autoabastecimiento pleno, sino al menos para alistar nuestros suelos y alcanzar los niveles productivos de los años ochenta?, preguntamos a un economista, por años dedicado a las inversiones agropecuarias.

 

“No lo creo. Nada más reacomodar la agroindustria arrocera y azucarera teniendo en mente no solo producciones costeables sino también la regeneración y conservación de los suelos, y quizás sea esto más importante que las mismas cosechas, equivale a miles de millones de dólares”, dijo.

 

“Solo un ejemplo, con los sistemas de drenaje parcelario en los cañaverales y los de riego ingeniero o de terrazas planas en los arrozales hubiéramos conseguido regenerar millones de hectáreas de suelos empobrecidos y salinos, y de paso, cosechas si no récords, sí cercanas a los estándares mundiales. Pero eso nos lo estaba pagando el campo socialista junto con el arroz y los frijoles que no producíamos aquí, y se acabó con ellos. ¿Quién lo va a pagar ahora, el Estado cubano? ¿Con qué? ¿Con la pequeña parte de las ganancias de las Tiendas Recaudadoras de Divisas y del Turismo que emplea para importar los cada vez menos productos que vende racionados?”, razonó.

 

Las interrogantes del economista, pronunciadas a modo de respuestas, resultan de una lógica imbatible: quien no tiene con qué pagar un fruto extranjero, menos ha de tener para alistar el suelo propio y levantar la propia cosecha. Ver para creer. El círculo vicioso de las promesas incumplidas sigue girando, ahora la consigna es producir cosechas en tierras baldías.

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Nota de Manuel Castro Rodríguez: En 1958 Cuba producía el 80% de los alimentos que consumía y era el principal abastecedor de vegetales a Estados Unidos.

 

En La Habana existían varios mercados que abastecían de productos agropecuarios y marinos a toda la capital. El Mercado de Cuatro Caminos, ‘La Plaza’, era el principal; también recuerdo los mercados de Guanabacoa, Carlos III, Vedado y Marianao. Los dueños de los ‘puestos’ iban por la madrugada a los mercados a adquirir los productos, que después la mayoría de la población compraba en la esquina de donde vivía. Siendo niño, cada tres o cuatro semanas iba con mi padre al Mercado de Cuatro Caminos a comprar cangrejos moros, uno de los pocos productos que no era distribuido en el reparto La Rosalía, que era donde vivíamos.

 

Todo cambió cuando Fidel Castro se adueñó de Cuba.

 

Fidel Castro dijo el 16 de marzo de 1959:

Para el año que viene estará sembrado en la Ciénaga de Zapata todo el arroz que hoy se importa (…) pienso que es un crimen más que la Ciénaga de Zapata no hubiese sido desecada hace muchos años”.

 

Afortunadamente, fracasó la desecación de la Ciénaga de Zapata, ya que la humanidad hubiese perdido el mayor humedal del Caribe y hábitat de aves que sólo se encuentran allí.

 

Antes de la ‘ofensiva revolucionaria’ declarada por Fidel Castro el 13 de marzo de 1968, consumíamos viandas, frutas, vegetales y pescados frescos; después desaparecieron. Un quinquenio más tarde, empezamos a consumir los insípidos vegetales y frutas importados de Bulgaria.

 

Hace 46 años, el 30 de octubre de 1967, en La Concepción, zona ubicada a 54 kilómetros de Bayamo (en la antigua provincia de Oriente), Fidel Castro dio inicio a las actividades de la brigada invasora de maquinarias.

   

Fidel Castro declaró el 30 de octubre de 1967:

 

A nuestro juicio esta unidad de maquinaria agrícola constituye la más grande unidad de esta índole que se haya organizado en ningún país del mundo (APLAUSOS), o, al menos, no tenemos noticias de que en ningún otro sitio haya operado una unidad de semejante magnitud.

Pero la magnitud que alcanza esta brigada no obedece al deseo de ganar una especie de olimpiada internacional en cuanto a la magnitud de una organización de equipos agrícolas. No. Ha resultado ser de una formidable magnitud, pero es el resultado de una concepción nueva acerca de la forma de usar la maquinaria; es el resultado de la magnitud de los planes que nos proponemos llevar adelante; es el resultado de la necesidad de desbrozamiento de tierra que tenemos en nuestro país todavía”.

 

Según los periódicos de la época, entre 1967 y 1970 fueron arrasadas unas 180 mil hectáreas de bosques y montes. Se arrasó con una gran cantidad de árboles maderables y frutales. Los suelos y la fauna sufrieron bastante. Según las ediciones de finales de 1967 del periódico Granma:

 

un pelotón de zapadores del ejército de Oriente ha dinamitado unos 400 árboles con el objetivo de debilitarlos para que los remolcadores de tanques encuentren menos resistencia”.

Desbrozado totalmente el espeso monte de Dormitorio, en la región del Cauto”.

 

Situaciones similares a las descritas anteriormente han sido bastante comunes en toda la geografía cubana desde hace medio siglo. Por ejemplo:

 

- El Cordón de La Habana: miles de hectáreas sembradas de frutas y vegetales fueron arrasadas para sembrar café en pleno llano, que por supuesto no prosperó.

 

- La construcción de embalses en el cauce del río Cauto  produjo la salinización de las tierras cercanas a su desembocadura y la disminución del camarón en el Golfo de Guacanayabo.

 

- La construcción de pedraplenes ha afectado los ecosistemas marinos.

 

- La matanza de aves en la Ciénaga de Birama, para consumir su carne en los carnavales de Santiago de Cuba.

 

- La siembra de cítricos en los humedales del sur de Isla de Pinos.

 

- Hace unos años un campesino de Ciego de Ávila dijo por Radio Rebelde que el combatía el marabú “echándole petróleo”. ¿Ignora que ese petróleo va a las fuentes de agua subterráneas?

 

- La introducción de animales que han alterado el equilibrio ecológico: paiches del Amazonas, peces carnívoros por excelencia; búfalos de agua que han destruido los manglares del sur de Ciego de Ávila; el pez claria, que camina y se come cuanto encuentra; etc.

 

- Desde hace unos treinta años, la bahía de La Habana se encontraba entre las más contaminadas del mundo, a tal punto que casi no existía vida animal en ella.  Según me explicó en aquella época el capitán Eusebio Vaquero Sendín, inspector del Ministerio de Marina Mercante y Puertos, abuelo materno de mi hijo mayor, existían normas internacionales que les prohibían a los barcos limpiar sus bodegas a menos de una cantidad de millas de distancia de la costa. Sin embargo, como los barcos soviéticos se negaban a cumplir con estas normas internacionales, tampoco se les podían aplicar a los barcos de otras nacionalidades.

 

- Desde hace unos treinta años, el área de Infanta y Manglar es una de las más contaminadas de La Habana, según las mediciones realizadas por el Instituto de Planificación Física. Según el Ministerio de Salud Pública, los vecinos del área de Infanta y Manglar presentaban mayores índices de enfermedades respiratorias y alérgicas. Lo anterior se debe a la fábrica (antigua Sabatés, fundada en 1860) que la empresa Suchel tiene en el área, cuya chimenea carecía de los filtros imprescindibles para evitar que se contaminara la atmósfera. En casi todas las asambleas de rendición de cuentas del área de Infanta y Manglar, los vecinos protestaban por esta situación.

 

- En el barrio de Santos Suárez, cerca de la Vía Blanca, era común ver varias calles llenas del detergente que brotaba desde el alcantarillado, debido a la fábrica (antigua Crusellas, creada en 1863) que la empresa Suchel tiene en el área. Era común que en las asambleas de rendición de cuentas los vecinos protestaran por esa situación.

 

- En la década del ochenta, Fidel Castro ordenó la construcción del Dique Sur, para bloquear la infiltración de agua salada y la pérdida de agua dulce, provocando que los contaminantes de la agricultura se acumularan en la parte terrestre del dique y exterminaran hectáreas de manglares.

 

- En la década del noventa, Fidel Castro ordenó la construcción de un ‘pedraplen’ -una carretera hecha de piedra- de doce millas frente a la costa norte central -para hacer más fácil transportar a los turistas al centro turístico de Cayo Coco-, que causó la interrupción de los flujos de marea, aumentó la salinidad, se redujo el oxígeno y la Bahía de los Perros se quedó sin vida animal.

 

- Más de 400 playas cubanas están afectadas por la erosión. En esto ha incidido significativamente la deforestación de la vegetación natural de las playas -uvas caletas y otras-, por orden de Fidel Castro. Hace más de medio siglo, Castro ordenó sembrar casuarinas -pinos australianos- en las playas. Después de varias décadas,  Castro ordenó talar las casuarinas debido a la destrucción de las dunas de arena, convertidas en capa vegetal.

 


Una isla sin peces

Alberto Méndez Castelló

26 de agosto de 2013

 

La claria o pez gato se ha adueñado de las aguas nacionales. El Gobierno tapa un crimen ecológico con un sofisma económico

 

El pez claria pierde mala fama y gana adeptos, tituló el diario Granma un artículo publicado el pasado 10 de julio, ensalzando las bondades culinarias del pez gato.

 

“Después de un ingrato debut en el que varias razones atentaron contra su imagen pública, el pez claria sigue ganando aceptación aquí, entre productores y consumidores”, afirmó el corresponsal de Granma en Las Tunas.

 

“Poco a poco pierde fuerza aquel rechazo que inicialmente hicieron muchos ciudadanos, unos por desconocimiento o falta de información y otros dejados llevar quizás por la infeliz denominación de pez gato, impresionados por la apariencia externa del animal o por las leyendas y comentarios entorno a sus extraños hábitos alimentarios”, argumentaba el periodista.

 

Vamos a ver… ¿Los cubanos rechazaban el pez gato por falta de información? ¿Por sus extraños hábitos alimentarios? ¿Por leyendas y comentarios? ¿Por la infeliz denominación del pez gato?

 

Según Granma, órgano del Partido Comunista, la mala fama del pez gato —o del camarada claria— es obra y gracia de algo así como el choteo, la incultura de esta tribu incivil que bajo el rótulo de cubanos de barrio van por ahí respirando por la herida, es decir, cometiendo indisciplinas sociales.

 

“Hank estaba en el fondo del río San Francisco. Cuando pensé en él allá abajo con los peces gato se me pasó el apetito. El río San Francisco tenía 15 metros de profundidad y cerca del embarcadero del puente había peces gato de hasta 30 kilos que devoraban todo cuanto encontraban a su alcance. Eran peces carroñeros, de gran tamaño, que solo se movían cuando había comida cerca. Ricky había pescado uno. Pesaba 22 kilos y al abrirle el vientre se derramaron toda suerte de desperdicios: una bujía de encendido, una canica, montones de pececillos a medio digerir, dos monedas de centavo, y algunas sustancias sospechosas más tarde identificadas como desechos humanos. Abuela jamás volvió a freír otro pez gato y papá desistió de seguir comiendo pescado de agua dulce”.

 

El párrafo anterior es un retrato literario del pez gato, realizado por el escritor John Grisham en su novela traducida al español con el título de La Granja, publicada en el año 2000, luego libre de sospecha el novelista norteamericano de atentar contra la “imagen pública” del camarada pez claria, traído a Cuba para conocer sus hábitos alimentarios en julio de 1999 y solo presente en mayor escala entre nosotros, precisamente, a partir del año 2000, cuando A Painted House (título en inglés de la novela de Grisham) apenas estrenaba estante en las librerías de Estados Unidos.

 

Pero si la descripción literaria del pez claria salida de la pluma de un autor norteamericano pudiera resultar sospechosa en Granma, he aquí el testimonio de un biólogo cubano, el que sin eufemismos llama al camarada pez claria por su nombre:

 

“El pez gato está clasificado como un depredador omnívoro que incluye en su dieta una inmensa variedad de presas y material vegetal. Cuenta con adaptaciones anatómicas que le permiten una depredación eficiente: una abundante red de órganos sensoriales para la detección de las presas, una boca amplia que le permite generar fuerza de succión para atrapar el alimento y una extensa banda de dientes recurvados en sus mandíbulas y faringe que impide que las presas escapen. En Cuba se tienen registros de contenidos estomacales que evidencian el consumo de invertebrados, peces, ranas, aves, pichones, roedores”, dice la reseña, titulada Pez gato: ¿amenaza?, aparecida en el volumen Aves acuáticas en los humedales de Cuba, de un colectivo de autores.

 

La denominación de pez gato no es infeliz, como dice Granma, sino que obedece a la configuración anatómica de una tribu, técnicamente hablando, y de su comportamiento en un hábitat compartido.

 

Por qué en Las Tunas se consume un filete de pez gato en lugar de uno de pargo o de pez espada, más que un eufemismo acuático para enmascarar un producto desagradable, es un sofisma económico.

 

Del crimen ecológico al sofisma económico

 

La Nochebuenade 2009, cuando recién fundado DIARIO DE CUBA estuve en la Ciénaga de Zapata para reportar el 50 aniversario de la cena del entonces primer ministro Fidel Castro con carboneros, mientras por allá se encontraba proyectando el desarrollo turístico de esa zona, en la Laguna del Tesoro pregunté por las truchas, la verdadera fortuna de aquel lugar.

 

“¿Las truchas…? ¡Las truchas se las comieron los peces gatos!”, dijo un lugareño, como si yo hubiera preguntado por seres prehistóricos.

 

La noticia parecía irreal. Apenas medio siglo atrás, deportistas internacionales viajaban cientos de millas para probar suerte en aquellas aguas.

 

Pagaban cien dólares diarios por cada una de las ocho plazas de la única cabaña existente en la laguna.

 

En la Laguna del Tesoro habían capturado la mayor trucha del mundo; un ejemplar que con treinta libras de peso, había implantado un sonado récord internacional.

 

Pero si resultaba inaudita la prontitud con que el pez gato se había multiplicado, la eficacia del depredador al ejecutar su tarea en territorio cubano era poco menos que fenomenal.

 

“En 1999 el Ministerio de la Industria Pesquera introdujo el pez gato africano (Clarias gariepinus) con fines investigativos, pero ya en el 2000 hicieron una segunda introducción en mayor escala, y además del africano introdujeron el pez gato asiático (Clarias macrocephalus) con el objetivo de cruzar las dos especies para producir un hibrido destinado a la producción acuícola intensiva. Lo cierto es que ahora tenemos peces gatos en cuanto charco hay en Cuba, capaces de comerse ellos mismos cuando no encuentran otra cosa”, explica un biólogo entrevistado tan pronto regresé de la Ciénaga de Zapata.

 

“Muchos días después de una crecida, cuando ya no había ni una gota de agua en el campo, me los encontré, ¡vivitos y coleando entre los surcos! Jamás había visto peces vivos durante tanto tiempo fuera del agua”, dice un campesino asombrado al encontrar peces gatos en su sembrado.

 

“Efectivamente, en suelos húmedos el pez gato puede sobrevivir fuera del agua durante horas, días o semanas, porque posee un sistema respiratorio suprabranquial que le permite tomar oxígeno directamente de la atmósfera, casi como usted y como yo y no como un pez. Eso lo sitúa en condiciones superiores a nuestras especies autóctonas para resistir situaciones adversas”, aclara el biólogo tras el hallazgo de peces gato en el sembrado de maíz del campesino.

 

“¿Por qué introducir un depredador en nuestro territorio?”, pregunté al especialista.

 

“Incuestionablemente fue una introducción irresponsable porque se centró toda la atención en la carne sin reparar en el carnicero. Paradójicamente la introducción errada respondía a un interés puramente humano.”

 

“¿Humano…?”

 

“Por supuesto, muy humano: proporcionar lo más rápidamente posible una fuente de proteínas a once millones de almas habitando una isla sin peces, y después de las aves, ¿usted sabe de algo más rápido que un gato…?”

 

La lógica del biólogo parecería blindada si meras plumas no estuvieran atravesando esa coraza.

 

Al grito de… “¡Pollo por pescado!”, la gente corre a las carnicerías. ¿Por qué? El mismísimo general Raúl Castro lo admitió el pasado 7 de julio:

 

“Así, una parte de la sociedad ha pasado a ver normal (…) la captura de especies marinas en peligro de extinción (y) el uso de artes masivas de pesca.”

 

Lo que el General no dijo fue que, precisamente, fueron encumbrados personajes del régimen los que en más cantidad y con mejores medios llevaron a cabo “la captura de especies marinas en peligro de extinción”.

 

El General tampoco reconoció la culpabilidad del Estado a través del Ministerio de la Industria Pesquera en el aniquilamiento de los recursos pesqueros de la nación con el “uso de artes masivas de pesca”.

 

El señor Presidente, al mencionar tales artes de pesca, debió referirse a las costas cubanas sembradas de corrales por entidades bajo su Gobierno: “Corrales donde pez que entra, pez que no sale”, como me dijera un experimentado pescador; debió referirse el señor Presidente a los chinchorros de arrastre del Ministerio de la Pesca: “Esos chinchorros destruyeron o dañaron no solo la fauna sino también importantes bancos de corales”, confirma un especialista.

 

Cuba cuenta con 5.746 kilómetros de costas, una lluvia promedio anual de 1069,2 milímetros con una humedad relativa del 81,0 por ciento y 25,0 grados de temperatura media. La capacidad de agua embalsada suma decenas de millones de metros cúbicos; con todo, en Cuba no hay pescado ni aún para cumplir con la cartilla de racionamiento, por lo que por ese concepto, los cubanos reciben unos pocos gramos de pollo importado aparentemente a precios subvencionados, porque en realidad, el kilogramo de cuartos de pollo cuesta 2.30 CUC en las TRD, esto es, 57.50 pesos, algo así como un octavo del salario promedio nacional por kilogramo de pollo.

 

Y… de pescado, ni qué decir: una lata de sardina importada del Ecuador cuesta 1,90 pesos convertibles, esto es, 47,50 pesos, aproximadamente el salario de por lo menos tres días de trabajo por una lata de sardina.

 

En el artículo El pez claria pierde mala fama y gana adeptos, el articulista de Granma en Las Tunas dice “más plata y mejor plato”, refiriéndose a los dividendos de los pescadores de agua dulce y al pez gato que debemos llevar a la mesa.

 

El crimen ecológico cometido con la introducción del pez gato en Cuba está a la vista. Lo que está por ver es quién llevará a su mesa un filete de bigotudo cuando los cubanos seamos capaces de recuperar nuestra fauna fluvial y marina.

 

Ah… y de paso salir del falso razonamiento económico que nos llevó a creernos poseedores, cuando en realidad éramos meros mantenidos.

 

Quizás así un día contemos con una Flota Cubana de Pesca, de plataforma y de altura, propia. Ese es el único camino para conseguir más plata y mejores platos y que no pretendan pasarnos gatos por pescados, por muy semejantes a los peces que resulten los mininos.


 

La palma real en peligro

Oscar Mario González

10 de noviembre de 2013

 

En Cuba todo está en peligro; todo corre el riesgo de ser arrastrado al infortunio. En tal contexto la palma real no podía ser una excepción.

 

En visita realizada a la provincia de Guantánamo, en el extremo oriental de Cuba, el secretario de la Comisión Nacional de Reforestación, Elías Linares, dijo que entre las tareas prioritarias de la Comisión que preside está la de sembrar más de medio millón de palmas reales en el país.

 

Se trata de duplicar la cifra de 280 mil de estas plantas destruidas el pasado año durante el paso de los huracanes Gustav e Ike, ambos de muy triste recordación para los cubanos.

 

El plan previsto para el presente año, según palabras de Linares, “marcha con lentitud y exige revertirse  en lo adelante con mejor trabajo en los meses de lluvia”.

 

La morosidad está generalizada de modo tal que, no sólo la reforestación de las palmas reales, sino todo lo demás, se mueve con la lentitud propia de lo que se hace con desgano y dejadez. La gente, como se dice popularmente, “no está en ná”. “No se pone pa’ las cosas”. El propio dirigente forestal parece confirmar lo anterior cuando reconoce que “la tarea no ha prendido con fuerza en los diferentes territorios”.

 

Se trata, nada más y nada menos, de que la población está extenuada de oír las mismas cosas durante medio siglo, sin ver resultados. Cincuenta años de convocatorias a la plaza, de sacrificios y privaciones pesan mucho en el ánimo de cualquier individuo.

 

Desde los primeros meses de triunfo revolucionario se habló mucho de la reforestación. La propagada política aludía a la nostalgia del cubano por la desaparición de los grandes bosques que hasta principios del siglo pasado cubrían la mitad del territorio nacional. Los beneficios que al entorno aporta la flora era un argumento convincente para sensibilizar a las personas con la tarea y para culpar a los centrales azucareros yanquis por la desaparición de nuestra riqueza forestal.

 

Pero la ambivalencia propia del discurso revolucionario mientras convocaba al ciudadano para la siembra de árboles,  impulsaba la famosa campaña contra el marabú donde los buldózeres arrasaban con cualquier mata que encontraban a su paso ya fuese un árbol frutal, maderable o simplemente, de beneficio ecológico, deforestando así el país. Hoy día los campos están cundidos de marabú como nunca antes y no pocas variedades de frutas cubanas resultan desconocidas para la mayoría de la población.

 

Sería muy provechoso para nuestro país el éxito de esta campaña de reforestación de la palma real. No poseemos datos de la cantidad de palmas existentes antes del triunfo de la revolución pero los ojos, que en estas cosas no engañan, hablan de una disminución notable. Ello no es nada raro y forma parte de esa tendencia de los últimos cincuenta años de que lo malo se multiplique y lo bueno disminuya o desaparezca.

 

La palma real es nuestro árbol nacional. A su belleza y cubanía le han cantado músicos y poetas de todos los tiempos. Cualquier referencia patria puede ser tan cubana como las palmas, pero nunca excederle en cubanía. Martí hablaba de poner la moral del cubano tan alta como las palmas y la revolución de 1959, cuando negaba enfáticamente ser comunista, proclamaba ser tan verde como las palmas. Más que en el escudo nacional, ella está en el corazón de los hijos de esta tierra.

 

Hay un hecho interesantísimo. Cuba a pesar de ser tan rica en variedades vegetales; de poseer ella sola mayor número de especies que el resto del archipiélago antillano; de contar con otros tipos de palmas más interesantes que la palma real, científicamente hablando, ha elegido a la palma real como su árbol nacional.

 

Ninguna como ella está tan difundida por toda la geografía de la Isla. Se yergue no sólo en el monte sino también en la llanura. Entre los mogotes de Viñales y en el apacible Yurumí matancero. En el árido Guanahacabibes y en el monte firme de Baracoa.

 

Su figura señorea toda nuestra campiña no sólo embelleciéndola, sino beneficiando, desde siempre, al cubano más humilde. Desde el aborigen hasta el hombre de hoy. De la palma nada se desecha, todo encuentra  utilización. La yagua, para el caballete del bohío, mientras que la penca se dedica a la cobija. Las tablas de su tronco, a las paredes, y el palmiche para la ceba del ganado porcino. Hasta  el racimo seco de palmiche se transforma en escoba.

 

En aras de la palma real bien vale cualquier sacrificio. Ellas siempre tienen un saludo de amor para la campiña. Están hechas para reírles a montes y sabanas; parecen moldear el carácter del cubano que, pese a tantas desdichas, mantiene su eterna sonrisa.

 

 

 

¿Algún cubano honesto puede extrañarse

de la situación en que se encuentra Cuba?

 

 

 


Anexos

 

 


¿Hasta cuándo?

 

 

Decadencia

 

 

Los miedos de Raúl Castro

Eugenio Yánez

9 de enero de 2014

 

Las nuevas generaciones de cubanos no creen en la épica de “la revolución”

 

Podrán poner una pionerita a leer el discurso que le prepararon para el primero de enero, pero eso no resuelve nada: todos saben que los jóvenes cubanos hace tiempo dejaron de creer en la épica de “la revolución”.

 

La legitimidad de la gerontocracia por haber llegado al poder tras una revolución victoriosa le sirvió con los que hoy constituyen grupos de la tercera edad en Cuba, pero no basta para motivar, mucho menos emocionar, al resto de la población.

 

Los más jóvenes cubanos, y otros no tan jóvenes, no tienen vínculo emotivo con los guerrilleros castristas, y los ven tan lejanos como los mambises, los que derrocaron la dictadura de Gerardo Machado, los combatientes de Girón y el Escambray, o los “internacionalistas” que pelearon en Angola y Etiopía.

 

Los cubanos con más de 50 años vivieron el engendro tropical llamado socialismo cubano, subsidiado por la Unión Soviética; la propaganda continua y embrutecedora; el “enfrentamiento” permanente con Estados Unidos; las latas de carne rusa o de col rellena; los incómodos ómnibus Girón; los abrigos “24 por segundo”; los manuales de marxismo; las trifulcas en reuniones sindicales para poder comprar un televisor en blanco y negro, una lavadora o un reloj; el trabajo “voluntario”; los interminables discursos de Fidel Castro; los “muñequitos” rusos en la televisión; la libreta de abastecimientos. En algunas épocas —no siempre— en tiendas del “mercado paralelo”, productos no racionados como salchichas, queso o hígado de pollo, a precio de oro. El asco de los mítines de repudio y las golpizas durante el éxodo masivo de El Mariel. Y represión y promesas incumplidas.

 

Las generaciones nacidas a partir de 1989 solamente han conocido el “período especial”, con “camellos” y bicicletas como medio de transporte, apagones continuos, ropa raída, zapatos con huecos en las suelas, viviendas derrumbándose, epidemias por alimentación deficiente, cocimientos de hierbas, “bistec” de cáscaras de toronja, y “medicina verde”. Y doble moneda, claria, jineteras, el “Maleconazo” y la crisis de los balseros. También el subsidio venezolano, el culto a Fidel Castro y Hugo Chávez, la “actualización del modelo”, el “cuentapropismo”. Y represión y promesas incumplidas.

 

Muchos padres de los que nacieron a partir de 1989 vivieron primero la locura de la “socialización” del país, la ofensiva revolucionaria y el fracaso de la zafra de los Diez Millones. Y sobre sus frustraciones y carencias propias vieron y ven las de sus hijos en un llamado período especial del que todavía no ha salido ni saldrá el país, porque una camarilla ambiciosa e inepta ha sometido a todo un pueblo a penurias extremas y situaciones de miseria para no ceder el poder ni buscar alternativas al “modelo” fracasado y decadente, basado en la represión y promesas incumplidas.

 

Inventarse ahora, como hace Raúl Castro para justificar su fracaso y ocultar sus miedos, una “permanente campaña de subversión político-ideológica concebida y dirigida desde los centros del poder global para recolonizar las mentes de los pueblos y anular sus aspiraciones de construir un mundo mejor”, además de patético, es ridículo.

 

¿Qué aspiraciones de construir un mundo mejor puede ofrecerle el régimen a los cubanos, después de 55 años de fracasos, represión y promesas incumplidas? ¿Las incoherencias, recetas absurdas y palabras huecas de los “lineamientos” del Partido Comunista, o quizás las “reflexiones” de Fidel Castro?

 

No hacen falta supuestos “empeños de diseminar ideas que niegan la vitalidad de los conceptos marxistas, leninistas y martianos”: la vitalidad de los conceptos marxistas y leninistas, después de la caída del Muro de Berlín, es tan falsa como la promesa de Raúl Castro del vaso de leche para los cubanos. Y los conceptos “martianos” en las políticas castristas nunca han ido más allá de algún discurso demagógico.

 

Pretender enfrentar imaginadas campañas enemigas “entre otros medios, con una creativa conceptualización teórica del socialismo posible en las condiciones de Cuba”, lo único que demuestra es que, tras medio siglo de abortada ingeniería social con los cubanos como conejillos de Indias, el régimen ni siquiera conjetura cuál sería ese “socialismo posible” en la Isla.

 

Por si fuera poco, aspirar a que ese enigmático ejercicio de adivinación, soplando la flauta como el burro para ver si suena música, sea la “única alternativa de igualdad y justicia para todos”, demuestra soberbia y torpeza, al pretender que la camarilla dirigente que ha arruinado al país por 55 años sea la única capaz de encontrar soluciones.

 

Cuando en el mundo contemporáneo los conceptos modernos de dirección enseñan la necesidad de convertir los problemas en oportunidades para el progreso y el avance, la claque dirigente cubana hace cada día precisamente lo contrario: convierte cada oportunidad en un problema que no sabe resolver, mientras niega a todos los demás cubanos la posibilidad de intentar solucionarlos.

 

Considera incapaces, ineptos o enemigos a todos los que no son parte de su pandilla. Y tiene miedo, mucho miedo, a que cualquier cubano demuestre la ignorancia, incapacidad y cobardía política de “los históricos”.

 

Porque ya los cubanos han demostrado en todo el mundo, durante más de medio siglo, todo lo que son capaces de esforzarse, lograr y prosperar como personas libres, sin depender o estar bajo la bota de “la revolución” o de esos “históricos” a los que ya a estas alturas solamente les queda capacidad de reprimir y hacer promesas que, como siempre, no serán cumplidas.

 

 

Hacienda Carbonell

 

Hablemos Press ha subido este vídeo sobre la hacienda Carbonell, que durante las décadas del cuarenta y cincuenta era una próspera empresa agropecuaria del municipio Mariel, en Pinar del Río.

 

En la Cuba de Fidel Castro se transformó en henequenera; hoy languidece, tras un caso de corrupción y “desvío de recursos”.

 

 

 

Cuba 2012 BBC Documentary

 

 

Soy la otra Cuba

 

A fines del 2009 el director italiano Piernantonio Maria Micciarelli viajó a Cuba con el propósito de observar la realidad cubana. Durante su permanencia de 59 días y más de 7.000 kilómetros recorridos entrevistó a excombatientes, sobrevivió a un atentado y se reunió con líderes de la oposición, blogueros y periodistas independientes.

 

El resultado fue el documental Soy la otra Cuba, de 84 minutos de duración y la coproducción de Luca Lucini y Raffaello Pianigiani. A través de un personaje que se recrea a sí mismo, Micciarelli se transforma en un explorador nostálgico que sigue los pasos de las tropas revolucionarias en la Sierra Maestra hacia La Habana, donde se encuentra con la crudeza de la vida diaria y la desolación del cubano de a pie, se acerca a la realidad cubana tras medio siglo de dictadura.

 

 

 

Memorias de Cuba (Documental, 2008)

Un simpatizante castrista muestra una parte de Cuba

 

 

Yo extraño a Cuba… y eso me duele

Camilo Venegas

12 de septiembre de 2013

Hoy fui al Consulado de Cuba a buscar mi pasaporte. Todo estaba lleno de cintas amarillas. En algún momento, mientras permanecía en aquel lugar que parece una Oficoda (especie de oficina municipal que administra las raciones de los consumidores cubanos), me sentí dentro de una historia de Virgilio Piñera.

 

Durante la tarde, Listín Diario (el medio más conservador de República Dominicana) reprodujo un cabe de AFP: “Cuba inundadade lazos amarillos en mensaje a EEUU”. En él, el espía René González dice que el propósito de esa manifestación es enviar el mensaje de que [los cubanos] “también somos humanos”.

 

Al final de la jornada laboral hice mi acostumbrada ronda por los medios de mi país. Esa rutina incluye muchas publicaciones. En una de ellas di con una caricatura de Garrincha. Es un diálogo entre el Médico de la Salsa (ese pelempempético personaje de la música popular cubana) y la actriz Ana Luisa Rubio.

 

El músico (¿o es médico?) dijo recientemente, en medio de un ridiculísimo discurso, que extrañaba a Cuba. La actriz, que acaba de ser víctima de una salvaje golpiza por parte de sus propios vecinos, le reprocha que ella no. Esa escena, también piñeriana, me dejó paralizado por un rato.

 

Hoy fui a buscar mi pasaporte. Cuento con desesperación los días que nos faltan para aterrizar en La Habana. Me parezco a esos gatos de los que sus dueños se deshacen y, por más lejos que los abandonen, siempre logran regresar a casa.


Yo también extraño a Cuba. Mucho. A veces demasiado. Pero en la mayoría de las ocasiones me siento en la piel de Ana Luisa y todo me duele.  Eso también parece una situación de Virgilio Piñera. Con o sin cintas amarillas, aunque seamos seres humanos o bestias.

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Véase la denuncia realizada por Ana Luisa Rubio

 

 

Depredadores urbanos

Fernando Dámaso Fernandez

23 de septiembre de 2013

 

Desde hace algún tiempo, preocupado y alarmado por el galopante deterioro de las edificaciones de la ciudad, he dedicado algún tiempo a recorrer algunos de sus municipios: Centro Habana, Cerro, Diez de Octubre y el barrio de El Vedado, en Plaza. Causa dolor y tristeza el estado ruinoso de los que otrora fueran magníficos exponentes de los diferentes tipos de arquitectura, pero más aún, las joyas demolidas, mutiladas, dañadas y transformadas para peor, tanto por las autoridades como por la población, en un alarde de ignorancia, irresponsabilidad, indiferencia y desinterés para con la riqueza urbana, violando todo lo establecido y regulado.

 

Aquí, como en otros casos, las leyes, decretos y disposiciones han sido papel mojado, ignorados por quienes tenían el deber de cumplirlos y hacerlos cumplir: las autoridades constituidas a los diferentes niveles, desde el municipio hasta la nación. El daño ya está hecho y es irreversible y, lo peor de todo es que aún no se le ha puesto coto, a pesar de los últimos intentos tardíos por hacerlo, más de carácter formal que real, que habitualmente son objeto de propaganda por la prensa oficialista.

 

Al igual que muchos ciudadanos, me pregunto: ¿Quién pagará por todos estos delitos cometidos contra el patrimonio de la ciudad? ¿Serán juzgados y sancionados alguna vez, además de los ejecutores directos (administradores, directores de empresas, etcétera), los máximos responsables, que fueron quienes ocuparon los diferentes cargos de dirección durante estos últimos cincuenta y cuatro años? Es correcto y justo sancionar a los ciudadanos que violan las leyes y regulaciones, en cuanto al ornato y las edificaciones, pero sería aún más correcto y justo, también sancionar a los que ordenaron o permitieron (aún sucede) las demoliciones, maltratos, mutilaciones y transformaciones de valiosas edificaciones y otras barbaridades por el estilo.

 

Cuando en un país, el gobierno de turno es el primero en no valorar ni respetar los principales componentes de la identidad nacional, entre ellos la arquitectura, es poco probable lograr que la mayoría de los ciudadanos lo hagan. ¡A río revuelto, ganancia de pescadores! Para exigir, hay que comenzar por dar el buen ejemplo.

 

 

Decenas de techos se vienen abajo

Jorge Olivera Castillo

23 de septiembre de 2013

 

En las últimas semanas se contabilizan nuevas montañas de escombros en La Habana. Al menos una veintena de derrumbes totales y parciales se añaden al desolador paisaje de una ciudad donde la mugre, los despojos de inmuebles en medio de las calles y el penetrante aroma de la orina seca, acentúan los ecos de la marginalidad.

 

Después de las fuertes precipitaciones de estos días, centenares de familias se exponen a una muerte súbita a causa de la desintegración de sus casas o a la difícil convivencia en algunos de los albergues que se encuentran en la periferia de la capital.

 

Los plazos de las soluciones pueden exceder las dos décadas. A propósito de esta realidad, un número importante de albergados terminan en las salas de psiquiatría, en el alcoholismo o asesinados por otro de sus compañeros de infortunio, a raíz de las trifulcas que ocurren regularmente en esos sitios, por los efectos de la miseria.

 

Los cubanos que se empeñan en obtener los recursos para la reparación de sus hogares, deben enfrentarse a una serie de mecanismos que imposibilitan la satisfactoria conclusión de sus proyectos. En una reciente crítica publicada en las páginas del diario Granma, un ciudadano expresaba su malestar por las dificultades para comprar los materiales en los locales que el Estado habilitó en diversos puntos de la ciudad.

 

Aparte de la inestabilidad en la entrada de los recursos, el afectado se queja del acaparamiento y las ventas por la izquierda, a precios excesivos. También alude el caso de la absurda regulación de no permitir la entrada a los camiones con chapa estatal a los llamados “rastros”. Las transportaciones deben realizarse en medios particulares, medida que encarece la operación de compra y venta.

 

De manera obligatoria, los solicitantes tienen que enfrentarse a las redes de corrupción que operan con total impunidad. De lo contrario, están condenados a un prolongado aplazamiento de sus planes. Es casi imposible resolver algún trámite, independientemente de sus características, en los lapsos que indica el sentido común. Para conseguirlo, es preciso convertirse en un eslabón de la larga cadena de ilegalidades.

 

A modo de conclusión, cito el último párrafo del agraviado: “Considero que estas son las cuestiones contra las que debemos luchar, no basta la voluntad y disposición de nuestras máximas autoridades para facilitar el desarrollo del país, si los encargados de implementar las nuevas medidas que se aprueban dificultan su desarrollo o simplemente no le dan seguimiento a su puesta en vigor, sobre todo en un tema tan sensible como la construcción y reparación de viviendas, un asunto complejo y necesario”.

 

Sin tantos rodeos, hay que convencerse de que la cuota mayor de responsabilidad en este desastre nacional, recae en el gobierno. Lo que se necesita para salir del atolladero, es precisamente voluntad de esa cúpula donde abundan ineptos, perdularios, mediocres, pelafustanes y manipuladores.  

 

oliverajorge75@yahoo.com

 

 

La arquitectura y la ciudad de hoy

Entrevista al arquitecto Juan García

Ernesto Oroza

 

 

Acto de repudio a las Damas de Blanco, La Habana

Indagación de la chusmería

Duanel Díaz Infante

14 de septiembre de 2013

 

El choteo, una de las claves de la idiosincracia del carácter cubano, estaba llamado a desaparecer con la nueva era revolucionaria. Entonces emergió la chusmería, inseparable del populismo revolucionario

 

Al fondo, una multitud combativa. En primer plano, cuatro mujeres que también gesticulan y vociferan. Qué no podemos saber, pero lo suponemos: gritan consignas revolucionarias e insultos de todo tipo. Esta foto de EFE capta insuperablemente cierto estilo, una manera de expresión que identificamos como característica de la Cuba de las últimas décadas. Como si, tras campear a sus anchas en los años críticos del “período especial”, triunfando en las canciones apolíticas de NG la Banda y la Charanga Habanera, la chusmería regresara a su origen revolucionario.

 

“Bollo pelúo pa’ Fidel”, coreaba, Belascoaín abajo, una marcha de mujeres en 1959, y podríamos pensar que aquellas son estas, intercambiarlas. Marcha revolucionaria y acto de repudio entregan, ciertamente, una clave fundamental del régimen castrista. Las calles eran, son, de los revolucionarios, y fue ahí, en territorio libre de formalidades “burguesas”, donde cundió eso que conocemos como chusmería.

 

Tradicionalmente la cifra del carácter nacional había sido puesta en el choteo. “Es la desgracia criolla”, afirmaba Ortiz en 1907, definiéndolo como la tendencia a considerar como “boberías” los altos ideales que en otras tierras inspiran a los hombres a luchar y esforzarse.

 

“Esta propensión a chotearse de todo, ha relajado los vínculos del respeto mutuo entre los ciudadanos y borrado las líneas de separación que en todos los países existen entre las diversas jerarquías sociales”, señalaba por su parte Mario Guiral Moreno en 1914. Para este el choteo era, como para Ortiz, “una cualidad innata de nuestro pueblo” (“Aspectos censurables del carácter cubano”, Cuba Contemporánea, febrero de 1914), pero su crítica a la tendencia niveladora del fenómeno transparentaba la repugnancia de los hombres de Cuba Contemporánea hacia el gobierno del general José Miguel Gómez, al que acusaban de haber aupado a las clases inferiores del país, sobre todo a los negros.[1]

 

Con relación a Ortiz y a Guiral Moreno, la novedad de la Indagación del choteo de Mañach no consiste tanto en reconocerle al choteo un lado positivo (eso estaba ya en el Manual del perfecto fulanista de José Antonio Ramos), como en atribuirlo a factores históricos o coyunturales antes que a los naturales o hereditarios. Para Mañach, el choteo corresponde al período de “improvisación nacional”, esas dos primeras décadas de vida independiente donde los ideales patrióticos naufragaron en el caciquismo, el peculado y la politiquería.

 

Más que una cualidad innata del pueblo cubano, el choteo sería entonces un fenómeno transitorio, y Mañach predice su mengua “con el advenimiento gradual de nuestra madurez, con la alteración paulatina de nuestro clima social”. A la altura de 1928, este reconocimiento refleja desde luego el optimismo de aquella generación que había tenido en la Protesta de los Trece su bautismo de fuego: “El choteo como libertinaje mental está a la defensiva”.

 

A solo días de la caída de Machado, desde la radio Mañach se ufanaba: “liquidamos una fase de improvisación”. En 1955, cuando se reimprime la Indagación..., señala en una nota que “el proceso revolucionario del 30 al 40, tan tenso, tan angustioso, tan cruento a veces, llegó a dramatizar al cubano, al extremo de llevarlo en ocasiones a excesos trágicos. Ya el choteo no es, ni con mucho, el fenómeno casi ubicuo que fue antaño…”

 

Era justo suponer, entonces, que desaparecería del todo con la revolución de 1959, por cuanto la misma encarnaba esos grandes ideales que el choteo criollo rebajaba sistemáticamente. Y así lo confirmaba el propio Mañach, cuando en su artículo “La revitalización de la fe en Cuba” (Bohemia, 15 de marzo de 1959), apuntaba: “Nos hablamos con no sé qué entrañable efusión, que no es ya la superficial efervescencia del embullo criollo; con una alegría que en nada se parece a las expresiones relajadas del choteo. Damos la sensación de que por fin hemos tomado en serio todo lo que antaño nos parecía solemne extravagancia”.

 

En este punto fundamental, el irreverente Virgilio Piñera coincidía con el atildado doctor Mañach; “Piñera teatral”, originalmente publicado en Lunes de Revolución, es, posiblemente, el documento más conocido de esa crisis general del choteo que trajo la revolución de 1959. El cubano era cómico y trágico a la vez, pero según Piñera la Revolución bien podía cambiar ese carácter, toda vez que “esa broma perpetua no es otra cosa que evasión ante una realidad, ante una circunstancia que no se puede afrontar. Frente a una frustración […] por más de cincuenta años nos hemos defendido con el chiste. Si no podíamos enfrentarnos con los expoliadores del patrimonio nacional, al menos los ridiculizábamos. […] Esta resistencia hizo que Fidel Castro encontrara intacto a su pueblo para la gran empresa de la Revolución”. Si la realidad no era ya insoportable, no había por qué evadirla; chotearla carecía de sentido.

 

En el periódico Revolución abundan las versiones de la misma idea. Semanas atrás de la publicación del artículo de Piñera, a raíz de una relectura de La crisis de la alta cultura en Cuba, Fausto Masó había reprochado al propio Mañach el “dar como característica principal del cubano el no tomar nada en serio”. Según el joven periodista, ahí había error: el cubano no respetaba porque “no había nada digno de respeto”, de modo que el choteo, en vez de negativo, resultaba positivo. Lo cual no estaba tan lejos de lo que había planteado el propio Mañach en 1928, pero en medio de la confusión generalizada de los nuevos tiempos, los disparates pasaban desapercibidos. Masó esgrime la memoria de la revolución del 30 y, desde luego, la evidencia de la revolución del 59, contra aquellos intelectuales que, como Mañach, “nunca creyeron en la capacidad del pueblo cubano” (“Mañach y la baja cultura”, Revolución, 2 de febrero de 1959).

 

En respuesta a las burlas al doctor Castro por parte de la prensa independiente, escribía Jaime Sarusky: “Desde que la Revolución está en el poder, ya los chistes no son como antes. En otras épocas, el humor iba de abajo hacia arriba. La agudeza del cubano humilde 'que se estaba comiendo un cable y que tenía que inventar para comer' fluía espontáneamente, francamente [...] Ahora los chistes salen desde temprano de los bares con aire acondicionado de los clubes elegantes. Y en cada barrio chic se chismea, se balbucea, se pierde el tiempo. Ahora los chistes nacen, se repiten y divulgan a partir de los barrios elegantes. Ahora la contrarrevolución se ha vuelto chistosa” (“Humor y contrarrevolución”, Revolución, 5 de mayo de 1960).

 

La idea era clara: el choteo había pasado del pueblo a sus enemigos; contar chistes no era ya una forma de resistencia, sino desperdiciar tiempo y energías que debían dedicarse exclusivamente a las ingentes empresas de la revolución.

 

La chusmería emerge

 

Y es justo entonces, cuando el tradicional choteo se va retirando de la escena histórica, que vemos emerger a la chusmería, inseparable del populismo revolucionario. Carlos Franqui recuerda un discurso de Castro conocido como el de los 143 coños: el Comandante se apartaba del micrófono para decir malas palabras, pero la gente lo oía. Esas palabras obscenas, inconcebibles en el discurso de un político tradicional, eran, desde luego, parte de su performance: irrespetando deliberadamente las formas, Castro decía “coño”, pero lo que significaba, lo que a su exaltada audiencia quería decir era: “soy uno de ustedes”.

 

Entre tantas consignas de la época, recordemos aquellas donde la alineación cubana con los países socialistas, absolutamente imprevisible unos años atrás, era celebrada en estilo de barrio: “Pim, pam, pum/ Mao Tse-tung”. Primero, “Fidel, Jruschov/ Estamos con los dos”; luego: “Nikita, mariquita/ lo que se da no se quita”. Y otra muy significativa, que acompañó en 1961 la creación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas: “La ORI, la ORI/ la ORI es la candela/ No le diga ORI/ dígale candela”.

 

Basta comparar esta conguita con el lema del Partido Auténtico para apreciar el cambio: “La cubanidad es amor” resulta fácilmente choteable —Papaíto Mayarí, la novela de Miguel de Marcos, abunda en ejemplos de ello. De “La cubanidad es amor” a “La ORI es la candela” hemos pasado del orden del choteo al orden de la chusmería. La diferencia no es meramente cuantitativa, sino cualitativa, de esencia. La chusmería no sería un grado del choteo, una exacerbación del mismo, sino más bien otra cosa, algo fundamentalmente nuevo.

 

Como si se tratara de dos especies: una “republicana”; la otra “revolucionaria”. Producto de los tiempos de generales y doctores, los “bombines de mármol” que decía Lorenzo García Vega, el choteo es parte de una economía social que incluye el registro elevado así como su rebajamiento. A la solemnidad de los discursos senatoriales, la formalidad de los elogios académicos, la pompa de los homenajes martianos, correspondía la trompetilla, esa otra costumbre republicana que también fue trastocada por la revolución de 1959.

 

Quintaesencia del choteo, la trompetilla es negativa, reactiva, se dirige siempre contra algo; la chusmería, en cambio, es más bien positiva: una cierta afirmación: “¡Somos socialistas pa’lante y pa’lante, y al que no le guste que tome purgante!”; “¡Pa’ lo que sea Fidel, pa’ lo que sea!”. La chusmería carece de objeto: no es transitiva, sino intransitiva. Antes que acción, es modo, manera. La chusmería no intenta rebajar nada, ella es cuando todo ha sido rebajado —todo menos una cosa: la Revolución.

 

Ese doble movimiento, por un lado antijerárquico, liberador, por el otro imperativo, autoritario, se encuentra en muchas estampas de aquellos primeros años. En su reportaje Cuba: ZDA, Lisandro Otero anotaba, por ejemplo: “Las puertas del Rector Nicola nunca se cierran. La corriente de estudiantes fluye a través de ellas. Las barreras se han alzado comunicando estratos. En toda Cuba se han abierto las puertas. La resultante, como puede verse en este tubo de ensayos de la Universidad de Oriente, es un estruendo de energías”. Pero he aquí que mientras se subvierten todas las jerarquías, se constituye una sola autoridad; ese mismo rector entrevistado por el reportero de Revolución afirma, categórico: “Si la autonomía universitaria choca con la Revolución habrá que limitar la autonomía o dejaré de ser rector”.

 

La apertura de las puertas, el levantamiento de las barreras, son inseparables de la entronización de Ella, la Diosa Revolución, como alfa y omega de todas las cosas. La Revolución se situaba, claramente, más allá de toda legalidad, en tanto no constituía ya una representación del pueblo sino una manifestación directa del mismo. Si la República, que tenía constitución y estatua, era sobre todo forma, la Revolución era puro contenido, como un río de lava para el que no existía límite, continente alguno. Las puertas se habían abierto, las de los colegios privados, las de los clubes exclusivos, las de las lujosas residencias de Cubanacán abandonadas por sus dueños, las de todas las casas del país: hasta allí llegaba ahora, literal y figuradamente, el pueblo.

 

Si el choteo, aun cuando expresaba esa tendencia a la familiaridad que los psicológicos sociales habían señalado tradicionalmente en el carácter cubano, no superaba la diferencia entre élite y masas, la chusmería refleja la “rebelión de las masas” que siguió a la revolución de 1959, cuando los estratos sociales que antes estaban más o menos separados se mezclaron en esa “nueva escuela” que sería “cuna de nueva raza”. La nivelación a la que, según los letrados republicanos, tendía espontáneamente el choteo fue decretada por un gobierno decidido a desplazar, y en última instancia a eliminar, la frontera entre la cultura de élite y la cultura popular. 

 

Aquí, desde luego, un señalado antecedente es la Revolución Francesa. Ante la acusación de estar manipulando al pueblo, Robespierre respondió: “Je suis peuple moi-même”. ¿Cómo podía estar engañando al pueblo, si él mismo era pueblo? La falta del artículo marca una diferencia importante: en la frase de Robespierre, “pueblo” no es un nombre, sino un atributo; el origen plebeyo se convertía, en el nuevo contexto revolucionario, en un valor. Si ser el pueblo, encarnar a ese multitudinario soberano que representó David en su célebre pintura del Juramento del Juego de Pelota es el deseo de la nueva política democrática, ser pueblo alienta los nuevos usos que la Revolución impone. Se sabe que la mayoría de los que tomaron la Bastilla usaban pantalones, y el término “sans-culottes” será reivindicado por ese sector más radical del Tercer Estado, frente al estilo ostentoso y decadente de la nobleza. “Les girondins son les gents comme il faut; nous sommes les sans-culottes et la canaille”, dijo el propio Robespierre.

 

“Viva el harapo señor, y la mesa sin mantel”. Cuando el gobierno quiere hacerse uno con las masas, expresándose mediante la palabra maximalista de las Declaraciones de La Habana, produce necesariamente chusmería, esa otra faceta del mismo “pueblo de Cuba” que las firmaba. La conversión del “doctor Castro” en “Fidel” refleja justamente esa correlación: Fidel es la voz del pueblo, es el pueblo, y a la vez es pueblo; no ya un doctor como los políticos republicanos, sino alguien cercano, a quien se llama por su nombre de pila. Y si el Comandante en Jefe es Fidel, no hay ya jerarquías que valgan: nadie será doctor, todos somos “dotores”. Mientras en asambleas y reuniones interminables el lenguaje hablado adquiere una cierta retórica, entre burocrática y parlamentaria, se va imponiendo una familiaridad sin límites: todos compañeros, todos compadres, todos aseres.

 

A propósito de la “declaración del carácter socialista de la revolución” recuerda Reinaldo Arenas en su autobiografía: “aquello, poco a poco se fue convirtiendo en una especie de conga, en un carnaval grotesco donde todos, mientras movían las nalgas, hacían los gestos más eróticos y groseros”. La estampa es, ciertamente, caricaturesca, mas no del todo falsa; en estos años cruciales, van siempre juntas Grandilocuencia y Vulgaridad, como  Auxilio y Socorro (los personajes de Severo Sarduy), o mejor, Cobra y Pup. “La ORI es la candela” sería el complemento necesario de la Segunda Declaración de la Habana (“porque esta gran humanidad ha dicho basta, y ha echado a andar…”) Ser pueblo, el único modo posible allí donde el pueblo mismo está en el poder: “Gusanito, no saques los pies, que te coge el comité”. 

 

Bullanga revolucionaria

 

Fueron, acaso, los escritores de la generación de Mariel quienes mejor captaron esta faceta de la revolución. Ya en un cuento como “La vieja Rosa” (1966), de Arenas, se la presenta como triunfo de la “chusmería”; en su largo monólogo la protagonista, una autoritaria mujer de origen humilde que a base de esfuerzo y astucia ha llegado a poseer tierras, usa la palabra tras descubrir en la reunión donde anuncian la intervención de las fincas de más de cinco caballerías, “encaramados en la tribuna […] las hijas de los Pupos, las putas, y toda la ripiera del barrio”. Las hijas de los Pupos, aquellas mismas que, en “Comienza el desfile” (1964), habían dado al protagonista la noticia del triunfo de los rebeldes. 

 

 También Carlos Victoria captó con agudeza el ascenso de las masas revolucionarias, la aparente inevitabilidad de ese evento que recordaba cataclismos naturales. Hacia el final de La ruta del mago, Abel se encuentra, por casualidad, en el banco de un parque con dos amigos suyos que atraviesan momentos críticos en sus respectivas vidas privadas. Entonces “unas voces, una algarabía retumbaban cada vez más cercanas, como si estuvieran a punto de irrumpir en el parque. En pocos minutos apareció el tumulto, con banderas, carteles, gritando consignas, vivas y abajos, pidiendo muerte para los enemigos, entonando estribillos, desgañitándose, chiflando, agitando las manos y los brazos. Hombres, mujeres, niños, copaban las aceras, marchaban apiñados, hombro con hombro, sin siquiera mirar al banco donde Arturo, Sofía, Abel y David se habían quedado inmóviles como la estatua, el farol, los arbustos. Los que pasaban portaban la alegría, alteraban el ritmo; mientras que los que estaban sentados en el banco venían a ser lo mismo que el paisaje, sin otra alternativa que dejarse invadir”.

 

La revolución es un torbellino, una ola de ruido y furia que todo lo arrastra. Su fuerza, en este momento primigenio, no radica tanto en los cuerpos represivos que se volverán omnipresentes en la narrativa de los setenta (CDR, PNR, DSE), como en esos cuerpos que marchan “hombro con hombro”, la avasalladora multitud que invade el espacio público, desplazando todos los conflictos privados por un único antagonismo: el que enfrenta el pueblo a sus enemigos. En esta fase de espontaneidad, anterior a la institucionalización de la década siguiente, esa frontera fundamental entre la polis revolucionaria y la nueva barbarie conformada por los “gusanos” se establece no mediante documentos formales, escritos, sino de manera eminentemente oral, a toda voz. Es a ese ruido ensordecedor, el “estruendo de energías” que celebraba Lisandro Otero en su reportaje de Revolución, a lo que Carlos Victoria llama, justamente, “bullanga”.  

 

Y resulta significativo que esta turba revolucionaria al final de La ruta del mago esté encabezada por la mulata Leonor, una mujer casada que ha desvirgado al protagonista adolescente en una de las escenas del comienzo de la novela. “Al frente de la multitud una mujer de nalgas y senos prominentes cantaba a toda voz el himno nacional; su uniforme viril de miliciana resaltaba su espléndida figura”. Como la Elena de la noveleta de Desnoes, la bella Leonor es representativa del hombre-masa, de esa marcha revolucionaria donde conga y consigna fueron inseparables. Aun cuando estas mujeres atractivas pero nada sofisticadas poco tienen que ver con la arquetípica femme fatale, ellas encarnan de algún modo la fatalidad del evento revolucionario, esa fuerza a la que ninguna razón podía oponerse; justamente su simplicidad, su inconsciencia, su imprevisión, las convierten en el vehículo por excelencia de la rebelión de las masas.

 

Ciertamente, son las mujeres las que mejor encarnan esta faceta de la época que empezó con el año 59. Si al comienzo del desfile estuvieron las hijas de los Pupos dando la buena nueva al adolescente protagonista del relato de Arenas, al final están las dos muchachas del tercer cuadro de Utopía que, en medio de una sesión de manicure, llegan a las manos por causa de una discrepancia sobre la autoría de La Traviata.

 

Magistral sátira de los programas educativos de los tiempos de la “Batalla de ideas” (2000-2005), este cortometraje de Arturo Infante viene a renovar la crítica de la Revolución como paradójico regreso a la barbarie, una crítica tan antigua como el propio anticastrismo. A pesar de la naturaleza elevada del tema en discusión, no hay modo incruento de resolver el conflicto, y la violencia sobreviene inevitablemente. Es lo que priva cuando el espacio de la política, que es el del diálogo civilizado, ha sido clausurado por el monólogo revolucionario: “pin, pon, fuera/ abajo la gusanera”.

 

Mas no aparecen ya en los hilarantes cuadros de Utopía aquellas consignas de los primeros tiempos, hoy olvidadas, desconocidas por las jóvenes generaciones. Yoyanka podría ser hija de Elena o de Leonor, pero su tiempo es el “período especial”, esa fase terminal de la era revolucionaria donde el fuego de los primeros años se ha apagado del todo. Extintos aquellos valores socialistas que reemplazaron a la educación formal burguesa, pareciera que sólo queda en Cuba la chusmería, libre de todo contenido revolucionario, como único legado de la revolución de 1959, su resto grotesco. Consumada la tabula rasa, el cubano no aparece ya como un ser ligero, vicioso o debilitado sino más bien como el paradójico engendro de un sueño de la razón, como un monstruo. Pero no el rebelde Calibán, sino la Pup de Cobra de Severo Sarduy: “No es más que tu desperdicio, tu residuo grosero, lo que de ti se desprende informe, tu excremento”.

 

[1] “Hemos tenido gobiernos representativos de las capas más bajas de la sociedad, en absurdos encumbramientos de esos elementos” (“El pesimismo cubano”, Cuba Contemporánea, diciembre de 1913). Contra José Miguel Gómez, José Sixto de Sola, otro de los directores de Cuba Contemporánea, reivindicaba el gobierno de Estrada Palma: “Durante esos cuatro años Cuba progresó en todos los órdenes de la actividad humana y en el camino de la civilización de manera maravillosa; pero ese gobierno estaba constituido por las clases superiores de Cuba, por los intelectuales, por las personas de arraigo y cultura. En aquella clase de república los bajos fondos seguían agitándose, pero conservando su lugar natural; la anarquía, es decir, el desgobierno de la muchedumbre ignara por medio de sus elementos más representativos, no llegaba; aquella ‘soberanía del pueblo’ se ejercitaba por medio de los mejores, no era la soberanía de los andrajosos, de los insolventes”.

 

 

La estructura económica cubana

desalienta la iniciativa

Armando H. Portela

1 de septiembre de 2013

 

Los cambios a los que Cuba ha estado sujeta por más de medio siglo han sido tan radicales y con frecuencia traumáticos que alcanzaron a modificar la población, los hábitos sociales, los paisajes, la economía y la concordia entre los cubanos, a tal punto que hoy es un empeño agónico organizar un juego de pelota entre abuelos por causa de una ofensa estúpida –hija legítima de la obcecación y el miedo– que dos azuzados peloteros cometieron hace casi quince años.

 

La isla ha dejado ir el talento, el conocimiento y la iniciativa de más de dos millones de habitantes, la mayoría educados y deseosos de triunfar; ha visto aparecer de la nada la segunda mayor ciudad de cubanos –Miami, la única próspera y habitable–; perdió un millón de hectáreas de cañaverales, un área comparable a la antigua provincia de Pinar del Río, inundó inútilmente valles para tener un agua que persiste en escasear. También encontró petróleo y llenó de feas torres, malos olores y pegajosos residuos una bellísima franja costera –de playas y acantilados, de bosques y plantas únicas en el mundo–, cuyo valor urbanizable excedía a todo el hidrocarburo extraído y empleado en alumbrar a duras penas las miserias de ciudades y pueblos que se desmoronan.

 

Y, como si no fuera suficiente, hoy habla de un brote de cólera con alucinante naturalidad, como si fuera un producto natural del verano, las lluvias y las moscas.

 

Durante los últimos años han cambiado también los pilares de la economía. La isla de azúcar, café y tabaco ya no existe, y no cambió precisamente para una isla de industria moderna y tecnología como machacosamente pedía Leví Marrero.

 

Todo se sostiene de la manera más precaria que es dable imaginar. Como los enfermos en coma, se sabe que está viva por la respiración tenue y el persistente chorro de dinero y mercancías que los cubanos mandan desde el exterior a sus parientes pobres, con lo que se han convertido en el verdadero motor de las reformas del gobierno. En veinte años y partiendo de cero, las remesas se han colocado en el tope de los ingresos del país, libres de gastos, de inversiones y preocupaciones.

 

En honor a la verdad, no todo ha ido cuesta abajo desde que hace veinte años la ex Unión Soviética se quitó de arriba la economía parásita (así la calificó Solzhenitsin con precisión roñosa) de la isla. Algunos sectores han florecido y ofrecen las únicas opciones de ingresos y de empleos apetecibles. El turismo es parte del precario sostén de la nación, la industria del níquel ha crecido hasta colocarse a la cabeza de los principales generadores de divisas, la extracción y refinación de petróleo han prosperado de la mano generosa del fallecido presidente venezolano Hugo Chavez y de la colaboración con empresas extranjeras, mientras que la generación de electricidad, después del exasperante bache de los años del “Período Especial” consiguió reanudar su lento y poco eficiente crecimiento.

 

Otra industria –la farmacéutica– que no se muestra en el mapa, también ha conseguido mejoras, aunque diste mucho de ser la piedra filosofal que puede cambiar el decorado en casa.

 

Un vistazo a las grandes inversiones comprometidas, aquellas que en cierto momento crearon un aura de esperanza, hace levantar las cejas hasta al más crédulo. La refinería de petróleo de Matanzas, el oleoducto, la planta de ferroníquel de Moa, la ampliación de la refinería de Cienfuegos o la reapertura de la de Santiago, todas dependientes de Venezuela, no inspiran ya la misma confianza que antes de enfermarse Chavez. El único de los grandes proyectos que parece saludable es el de la terminal de contenedores de Mariel, una inversión de $800 millones que más parece apuntar al futuro levantamiento del embargo comercial de Estados Unidos que a las necesidades del comercio actual de Cuba.

 

Tampoco hay un sector que lidere el crecimiento y permita mirar confiados hacia adelante. El turismo, la más mentada de las industrias actuales, debe reinvertir en sí misma la mayoría de los ingresos que genera, y la ganancia debe compartirse con los socios extranjeros.

 

Traducido al lenguaje del dinero, el turismo deja un dividendo inferior a los $50 per cápita anuales en Cuba.

 

El níquel, otro sector potente y favorecido por buenos precios, creció incluso en los años más oscuros del “Período Especial”, pero el gobierno tuvo que desmantelar recientemente la obsoleta planta de Nicaro, que aportaba el 15 por ciento de la producción nacional.

 

La prospección de petróleo en el noroeste de Cuba, que prometía hallar hasta 20,000 millones de barriles según burócratas de la isla, resultó un sonado fiasco y las transnacionales participantes, dejando los sueños a un lado, se marcharon juntas como de una mala fiesta.

 

Luego de una inversión inicial en Cienfuegos, que logró sacar del fondo a la refinación de petróleo, la industria ha quedado al 40 por ciento de lo que producía a fines de los años 80. Las mejoras previstas por ahora están en los planes solamente y algunas de ellas con pocas posibilidades reales de terminarse.

 

Acosada por una deplorable historia de crédito, incapaz de producir bienes que generen ganancias serias, atenazada por una anquilosada burocracia que desalienta la iniciativa y la productividad, inútil para producir alimentos y habituada a falsear la realidad como método de análisis, Cuba tiene pocas opciones para dar el salto al mundo moderno mientras persista en mantener el cepo a la libertad y al mercado, que son en definitiva las únicas vías para cortar la sangría de talentos, para sanar los paisajes, restablecer la economía y la concordia. Todo lo demás son espejismos.

 

 

El Vedado: de la modernidad a la barbarie

Juan Antonio Madrazo Luna

28 de agosto de 2013

 

La identidad del Vedado peligra desde hace mucho tiempo. Esta barriada de la antigua Habana Elegante dejó de ser un museo de arquitectura moderna. Por aquí entró a Cuba la modernidad, la cual fue siempre un acento de su identidad. No solo fue un barrio fundado por familias patricias, fue también un barrio de turismo y prosperidad.

 

Este barrio, que germinó del bosque, hoy envejece muy mal. Es un trozo de ciudad que ya no está preparada para asimilar grandes golpes, su paisaje ha sido saqueado, deteriorado y desdibujado, dejó de ser un sitio ostentoso, y hoy sus fachadas son apenas un juego de apariencias.

 

Recuerdo la patria de mi infancia como un lugar habitable, un asentamiento ecológico en cuya manera de vivir se respiraba dignidad. Haber nacido en el Sagrado Corazón y ser del Vedado impuso una etiqueta de distinción y elegancia, incluso para los más humildes.

 

Teresa, una guantanamera que nació en la Loma del Chivo, se impuso, desde muy joven, no regresar a su pueblo natal: “Llegué a este barrio en 1962 –testimonia-, y quedé deslumbrada por el Vedado, uno podía distinguir la personalidad propia que tenía este lugar, tenía su propio glamour, era un lugar donde se respiraba decencia. En aquel entonces, el toque de tambor, la brujería y los sacrificios de animales bajo la ceiba era algo ajeno a este lugar. Hoy esa identidad ha desaparecido y se impuso la cultura de la chancleta y el barracón”.

 

Con el nuevo contrato social impuesto por la inquisición revolucionaria, las costumbres y la cultura del Vedado, como estilo de vida propio de las elites habaneras, fue amputada por decreto y sustituida por la cultura de la barbarie.

 

El Hotel Trotcha, los edificios Govea y Alaska, o la casa jardín de los Loynaz, son algunos de los patrimonios locales perdidos. El edificio Alaska, que pudo ser salvado, fue dinamitado, y hoy ocupa su lugar el parqueo del Comité Provincial del Partido Comunista. Es posible que corra la misma suerte el edificio del Retiro Médico, ubicado en N, entre 23 y 25. Se han perdido salas cinematográficas, como el cine Gris, y plazas culturales, como la Casa de la Cultura Checa.

 

Según Hilda, una habanera nacida en el barrio de Cayo Hueso, hoy muchas mansiones del Vedado son ciudadelas: “Recuerdo que aquí no había muchos solares, entre ellos estaba el solar de los Chala, conocido actualmente como Blúmer Caliente, y el solar de Guillermina, donde la familia más conflictiva era la de Silvia, conocida como La Cochina, una blanca de cabellos y ojos oscuros que se fue del país en 1980. Pero se impusieron otros lugares, como La Mierdita, El Sopeña, el Hormiguero y el Pentágono. Se acabó la caballerosidad, el buen gusto y una ética de orgulloso sentimiento por este lugar”.

 

Lugares vinculados al eco de la buena cocina, como los restaurantes Varsovia, Sofía y El Jardín, así como cafeterías, La Cocinita, El Avioncito, La Piragua, La Fuente y Sol Mar, no existen ya. Otros restaurantes, como Rancho Luna, Los Andes, Vita Nuova, El Cochinito, Centro Vasco, Casa Potin, Las Bulerías, El Castillo de Jagua, La Roca, El Mandarín, Siete Mares, donde ya es muy difícil comer mariscos y pescados, o las pizzerías Cinecitta, Buona Sera y Milán. Todos son lugares grises, abandonados a su suerte.

 

Los pocos espacios en divisas han cancelado oportunidades para la libre diversión de la gente corriente. El Vedado Tennis, hoy círculo social José Antonio Echevarría, es una jungla en la cual la población flotante libera sus represiones e impone la guapería. El Club Sayonara es un triste almacén de viandas administrado por la Dirección Provincial de Gastronomía del Poder Popular del municipio. También desaparecieron los clubes El Escondite de Hernando y el Club Olokkú, transformado en una piloto para el consumo masivo de cervezas. El feeling se esfumó del Pico Blanco. El hospital infantil Pedro Borras y el de maternidad, Clodomira Acosta, esperan por ser dinamitados desde hace más de 20 años.

 

Mientras el Vedado continúa perdiéndose como el barrio Jardín que fue, se imponen nuevos lugares, como parte de la economía emergente: Dulcilandia, La Farándula y La Moraleja. El paseo de la Avenida de los Presidentes es el santuario de las tribus urbanas (emos, rockeros, mikis y repa). La cultura de parques también se derrumba, el Víctor Hugo (H y 21), o Medina y Menocal son hoy cementerios de animales, por las permanentes ofrendas a la ceiba de los orichas.

 

Desde hace mucho tiempo, el Vedado dejó de ser ese elegante caballero, intelectual, vestido de blanco con faja azul. De sus tradiciones, que constituían todo una cultura, solo nos queda el erotismo de La Rampa y el romanticismo del Malecón.

 

 

Onzas de bebé

Yoani Sánchez

4 de octubre de 2013

 

Le ha cosido al pantalón un doble forro en la zona más baja. Suficiente para colocar allí la leche en polvo que saca a escondidas de la fábrica. Hasta ahora nunca ha tenido problemas, pero de vez en cuando traen a un nuevo custodio y debe evitar por unos días llevarse algo a casa. Nunca le ha interesado profesionalmente el trabajo en ese Complejo Lácteo, pero no lo cambiaría por ningún otro. A esa plaza de empaquetador le debe los quince que pudo celebrarle a su hija, la placa que logró hacerle a la casa, la pequeña moto con la que se mueve por toda la ciudad. Tiene un empleo envidiado por muchos. Una ocupación que podría hacer alguien con sólo sexto grado, pero que codician universitarios, expertos y hasta científicos. Está en un centro laboral donde se puede robar.

 

El ingenio y la ilegalidad se conjugan a la hora de ganarse la vida. Mangueras enrolladas por debajo de la camisa en las que se transportan alcohol sacado de las destilerías. Torcedores de tabaco que calculan el tiempo en que la cámara de seguridad mira hacia otro lado para esconder un habano debajo de su mesa. Panaderos que agregan más levadura para que la masa se hinche desmesuradamente y poder revender la harina. Taxistas diestros en adulterar el taxímetro; dependientas que le roban a cada pomo de detergente líquido una porción del producto; campesinos que agregan a cada saco de frijoles su correspondiente porción de pequeñas piedras… para que pese más. Una creatividad volcada en el desfalco al Estado y al cliente, se extiende por toda la Isla.

 

Sin embargo, de todas las formas rebuscadas y astutas de “luchar”, que he conocido, hay una que destaca por sorprendente. La supe por una amiga que dio a luz un bebé bajo de peso en un hospital de maternidad en La Habana. Tanto el niño como la madre debían quedarse en la institución médica hasta tanto éste aumentara al menos una libra. El proceso era lento y la recién parida estaba desesperada por volver a casa. El baño no tenía agua, la comida era pésima y cada día su familia debía hacer un gran sacrificio por llevarle alimentos y ropa limpia. Para colmo, mi amiga veía como a otros bebés con poco peso les daban de alta rápidamente. Le comentó su desesperación a otra paciente y esta le respondió riendo: “¡Pero tú eres boba! ¡Tú no sabes que la enfermera vende las onzas!”. Aquella señora de bata blanca que recorría las salas cada mañana cobraba por escribir un peso mayor en la historia clínica. Vendía onzas inexistentes de bebé. ¡Vaya negocio!

 

Después de conocer esa historia ya nada me extraña, ni nada me sorprende, sobre las múltiples formas en que los cubanos “luchan” por sobrevivir.

  

 

Aún por escribir historia oficial de la corrupción

Arnaldo Ramos Lauzurique

2 de octubre de 2013

 

En noviembre de 2007, Osiris López, jefe de Asuntos Penales de la Fiscalía General de la República, declaró al semanario Trabajadores que la corrupción en Cuba era esencialmente administrativa y económica, agregando: “Por suerte, en las altas esferas del Estado no tenemos corrupción política…”. “No tenemos escándalos… relacionados con presidentes de bancos o ministros corruptos.”. “La corrupción se da en los niveles intermedios y empresariales”.

 

Seis años después, el 24 de septiembre de 2013, la Contraloría General de la República, en la figura de la Vicepresidenta del Consejo de Estado, Gladys Bejerano Portela, argumentaba que alrededor del 76 por ciento de los hechos de corrupción en el país ocurren a nivel de unidades de base.  

 

Como señaló Osiris López, en Cuba no trascienden los escándalos por corrupción en las altas esferas del Estado, pero eso se debe exclusivamente a que la prensa oficial no los reporta. No obstante, este tipo de escándalo ha sido abundante en los últimos años.

 

Por lo regular se omite poner en la picota los casos de los defenestrados por escándalos. Únicamente  se dan a conocer algunos, como el del dirigente del partido único Juan Carlos Robinson, condenado a 12 años de prisión, y muy pronto liberado; o como el del ministro Alejandro Roca Iglesias, que estuvo durante muchos años al frente de la industria alimentaria, y que fue condenado a 15 años de cárcel.

 

Salvo algunos casos, como estos últimos, solo se pueden destacar los de tres funcionarios del Consejo de Administración y una directora del Poder Popular, en Sancti Spíritus, destituidos y sometidos a proceso penal. El primer secretario del PCC en esa provincia, Miguel Acevo Cortiñas,  fue “liberado” meses después.

 

La lista incompleta de altos dirigentes y funcionarios partidistas y estatales defenestrados en los últimos años, aburre, por su extensión, pero por lo regular solo se acompaña del título de “liberados” de su cargo. Entre los que más destacan, están Carlos Lage Dávila, secretario del Consejo de Estado; Felipe Pérez Roque, ministro de Relaciones Exteriores y uno de los preferidos de Fidel Castro; Carlos Valenciaga, secretario personal e intérprete del pensamiento del máximo jefe; Fernando Remírez de Estenoz, encargado exterior de actividades inconfesables del régimen, a través del Partido Comunista de Cuba (PCC); el general de división Rogelio Acevedo González; el ministro de Educación Luis Ignacio Gómez Gutiérrez ; Yadira García Vera, que siempre ocupó altos cargos con el beneplácito del máximo jefe; Pedro Sáez Montejo, máximo dirigente partidista en la capital; Juan Contino Aslam; más un largo etcétera, entre los que se cuentan Marcos Portal León, Marta Lomas, Otto Rivero, Jorge Luis Sierra, Raúl de la Nuez y Fidel Figueroa de la Paz.

 

Eso por no relacionar a los muchos corruptos que no aparecen en ninguna lista oficial, como José Ramón Balaguer Cabrera o Lorenzo Somarriba, ministro de Salud Pública y director del hospital psiquiátrico de Mazorra, respectivamente, donde hubo más de 26 muertos ligados a hechos de corrupción, que ocasionó la condena de funcionarios y especialistas. Balaguer fue ascendido a jefe del Departamento de Asuntos Exteriores del PCC, y Somarriba a jefe de la misión médica en Haití.

 

Osiris López dijo que en el país no hay hechos de corrupción relacionados con presidentes de bancos, pero Francisco Soberón, presidente del Banco Central de Cuba, fue “liberado” sin que se explicaran las razones, al tiempo que se informaba que iba a dedicarse a escribir, pero aún no ha aparecido ningún escrito suyo.

 

Un artículo del periódico Juventud Rebelde, del 25 de septiembre, la emprende contra los “especuladores por cuenta propia”, y pide que se les aplique la Ley. Sin embargo, las mismas instituciones del régimen empujan a los trabajadores a las acciones ilegales. Recientemente, el semanario Trabajadores publicó una queja del personal de la Terminal de Contenedores de La Habana, porque les descuentan sus aumentos de estímulos ya ganados.

 

Se pretende hacer creer que los alarmantes niveles de corrupción tienen su origen en el deterioro de los valores morales que hemos sufrido en los últimos años, pero todo se originó en 1959, cuando fue violado oficialmente el respeto de propiedad, con medidas que comenzaron expropiando latifundios y grandes compañías nacionales y extranjeras, hasta llegar, en 1968, a la expropiación de barberías, bodegas y hasta carritos de fritas. Ahora el régimen pretende que se respete la propiedad de un Estado que nació ladrón.

 

Alcoholismo, corrupción y otros demonios

Miriam Celaya

12 de agosto de 2013

 

La sorpresiva divulgación en los medios oficiales de algo que ha ocurrido silenciosamente en ocasiones anteriores (envenenamiento por etanol), pudiera responder a varios factores relacionados entre sí: la conveniencia de cumplir la orientación gubernamental a la prensa acerca de dar cobertura informativa a la “lucha contra la corrupción”, el interés de ofrecer la imagen de un gobierno sensibilizado con lo que acontece en la sociedad, mostrar la presunta efectividad de las instituciones de la salud y del orden interior para enfrentar estas adversidades , aprovechar los hechos como escarmiento moralizante, entre otros motivos que seguramente se me escapan.

 

Por supuesto, noticias como éstas deben divulgarse siempre en la prensa, amén de segundas o terceras intenciones relacionadas con las coyunturas políticas y estratégicas del gobierno, solo que sería mucho más efectivo hurgar en la esencia del asunto y no solamente en su efecto externo e inmediato. Porque de lo que se trata aquí no es del simple caso de personas inescrupulosas que trafican sustancias tóxicas para el consumo de algunos grupos de individuos de los sectores menos favorecidos de la sociedad, sino de la conjunción de muchos males de la realidad cubana actual, expresados en una situación de la cual autoridades y medios oficiales son también parte y corresponsables.

 

Este suceso ocurrido en un barrio habanero nos coloca ante la punta de un iceberg de una crisis generalizada por el descalabro económico, el fracaso de la utopía, la ausencia de perspectivas, la desesperanza y la pérdida de valores. La descomposición general del sistema se refrenda en todas las esferas y niveles de la vida nacional, superando con creces la capacidad gubernamental para enfrentar la crisis. Es la metástasis de un “modelo” mortalmente enfermo, imposibilitado de curar la insalubridad moral de la nación.

 

Esta vez se combinaron la corrupción galopante, la extendida adicción al consumo de alcohol y el bajo poder adquisitivo de sectores muy humildes de la población, factores todos que favorecen el tráfico de diversas sustancias tóxicas, así como de otros productos de índole tanto o más macabra, como el conocido caso del tráfico de grasa humana sustraída del crematorio de Guanabacoa y comercializada como grasa comestible en el mercado ilegal, ocurrido pocos meses atrás, o de la venta de carne de animales robados de laboratorios y portadores de diversas enfermedades. Solo en las deterioradas condiciones de Cuba o en sociedades tan deformes como la nuestra se podrían producir hechos similares.

 

El comercio ilícito de alcohol está ampliamente extendido en la Isla. En la capital, casi la totalidad de los barrios populares cuentan con uno o varios expendedores de estas bebidas, procedentes tanto de alambiques clandestinos como del robo de las redes legales de almacenes y comercios. El gracejo criollo ha bautizado estos brebajes con diferentes nombres que traducen en la norma del lenguaje marginal los efectos de su ingestión: mofuco, risa e’tigre, el hombre y la tierra, chispa e’tren, y otros similares. Se trata de un tráfico y consumo que, si bien siempre han existido, se expandieron a partir de la crisis de la década de los 90’, cuando incluso la cartilla de racionamiento, incapaz de mantener los relativamente considerables subsidios de años anteriores, garantizaba una cuota de ron mensual para cada núcleo familiar.

 

El alcohol afecta la memoria

 

Por eso, pocos cubanos recuerdan aquellas reuniones semanales de los dirigentes del Partido y del Poder Popular, televisadas cada martes, a las que el ingenio popular bautizó como “Reunión de los Gordos” debido al rozagante aspecto de sus protagonistas en contraste con la población enflaquecida y hambrienta, en una de las cuales el entonces Primer Secretario del Comité Provincial del PCC, Jorge Lezcano, expresó cínicamente que “lo que no podía faltar a la población era el ron”. El consumo de alcohol fue, pues, una política oficial destinada a embotar el pensamiento de las masas: alcohol para olvidar las frustraciones en medio de las peores carencias que recuerda la historia cubana de la última centuria.

 

Con el paso de los años no han mejorado las expectativas sociales y se ha incrementado el consumo de alcohol, a la vez que ha disminuido notablemente la edad promedio de sus consumidores. En un país donde la vida ofrece más frustraciones que expectativas no es de extrañar que el alcoholismo haya alcanzado niveles francamente alarmantes.

 

Por ahora, el caso de los beodos de La Lisa ya ha salido de los medios y pronto será olvidado entre efluvios etílicos y otros imperativos. No sabemos si las víctimas sobrevivientes serán los cornudos y apaleados del momento, y como tales, inculpados por el delito de receptación. Tal vez los trabajadores que sustrajeron el alcohol metílico de un almacén propiedad del Estado y los encargados de la dirección y administración del mismo serán los chivos expiatorios más castigados en esta ocasión. Las responsabilidades serán depuradas solo hasta un nivel razonable. De cualquier manera, cada quien volverá a beber lo que pueda y la saga de ilegalidades continuará su marcha indetenible, mientras los máximos culpables de tanto desastre continuarán impunes.

 

 

Nuevos rescates culturales

Roberto Madrigal

26 de julio de 2013

 

Tal parece que tanto los intelectuales como la cúpula gubernamental cubana se han convertido a la arqueología. No sólo se dedican ya a rescatar a escritores y otros artistas a quienes ellos mismos se habían encargado de borrar del mapa cultural de la isla, sino que ahora también rescatan conceptos y abstracciones.

 

Miguel Barnet llama a que en el próximo congreso de la UNEAC se le dedique esfuerzo al rescate de “nuestros valores”, entre ellos la familia y la escuela. Ya en el reciente congreso de la Unión de Periodistas de Cuba se reafirmó el rescate del valor periodístico primordial que ha regido por los últimos cincuenta y tantos años, la lealtad a los lineamientos del gobierno. Padura, desde su enclave cultural de Mantilla, dedica todo un artículo, lleno de solemnidad, a explicarle al pueblo ignorante los avatares del deporte profesional y la necesidad de restaurarlo mesuradamente en la isla, criticando las decisiones políticas que llevaron a su erradicación, sin aclarar de quién o quiénes fueron esas decisiones. Junto a la familia y la escuela, el deporte profesional parece ser otro de nuestros valores perdidos. Otros no tan afamados intelectuales, que se mueven bastante fuera de la isla, conceden entrevistas y se expresan sobre su quehacer con abstracciones exquisitas, evitando la mención a la ideología y la política con asco lezamiano, casi como si hubieran nacido en un país escandinavo, pero sin que sus preocupaciones existenciales lleguen a niveles bergmanianos. Algunos hablan de la necesidad de abrir un diálogo nacional sobre embelesamientos nunca aclarados. Por supuesto, todos sabemos que hasta Raúl Castro hizo hace poco un llamado al rescate de la familia y la educación.

 

Entre los muchos dislates que nos dispensan obvian muchas interrogantes, convierten a las víctimas en victimarios y eluden las causas de la “pérdida”. Todos se quejan pero ninguno ataca ningún punto en concreto.

 

Yo quisiera que en algún momento mencionaran quiénes fueron los que desde hace muchos años crearon un proyecto social tan importante que implicaba exigir a las personas, y sobre todo a los jóvenes, que no tuvieran ningún tipo de relación con sus parientes que se marchaban de la isla y a los cuales había que llamar por sus nuevos nombres: traidores, contrarrevolucionarios, vendepatrias y gusanos. Los mismos que conminaban a la juventud a denunciar a sus padres si los escuchaban hablar mal de la Revolución, o a delatar a un amigo por expresar una opinión, a que vieran detrás de cada individuo un enemigo. No se atreven a señalar a quienes declararon el deporte profesional como un vicio del pasado que no tendría lugar en la nueva sociedad que muchos de estos nuevos herejes defendieron con vehemencia por tantos años.

 

En su lamento bolchevique no apuntan a quienes desmantelaron un sistema educacional apoyado en instituciones privadas, religiosas y públicas para convertirlo en un sistema único, estatizado y subordinado a los lineamientos ideológicos del nuevo partido comunista (muy diferente del viejo). Que se enorgullecieron de establecer un aparato docente en el cual desde la más temprana adolescencia los jóvenes se tenían que pasar, primero meses y luego el año escolar completo, en recintos rurales, alejados de sus familias, propiciando la promiscuidad y la falta de influencia de adultos responsables. Un sistema en el cual la influencia de los padres, los abuelos y los hermanos quedaba supeditada a la influencia ideológica de los que funcionaban como instrumentos del poder, sin que existiera alguna otra opción. Esa fue “la nueva escuela, la nueva casa, la cuna de nueva raza” que tan desentonada y ridículamente cantó Silvio. A nadie disgustaban entonces aquellas letras, pero sí desaprueban ahora el reguetón.

 

Si ese sistema, que nació bajo la sombra de juicios sumarios y enardecidos gritos de “paredón”, no es lo que estableció los cimientos para poner en marcha el deterioro moral, un sistema que además ha convertido a la mayor parte de la ciudadanía en meros sobrevivientes que no pueden hacer menos que comportarse como tales, con la miopía ética y social que caracteriza a quienes tienen que dedicar su vida a hacer lo que sea para llegar al día siguiente, entonces no me explico lo que puede ser la causa de los males que les atormentan.

 

Le preguntaría a estos alarmados, indignados y enardecidos trotamundos intelectuales y políticos que se han beneficiado todo este tiempo de este engendro, cómo piensan resolver todos estos problemas mientras intentan preservar el esqueleto del sistema. ¿Por decreto?

 

Su arrogancia y prepotencia les impiden ver que la cultura, la moral, la educación y el civismo no están nunca en crisis, sino que son el reflejo de la crisis del tejido social, que es el que sí se resquebraja.

 

 

El bungalow de los Diez Millones

Alberto Méndez Castelló

15 de julio de 2013

 

Aunque oficialmente se le diera partida de nacimiento en La Habana, con fecha 27 de octubre de 1969, la Zafra de los Diez Millones nació aquí, el 14 de julio de ese año. “En el central Antonio Guiteras se efectuó el acto de inicio de la Zafra de los Diez Millones. El comandante en jefe Fidel Castro pronunció el discurso de clausura”, nos dice Cronología de Puerto Padre, publicación del Instituto Cubano del Libro en Las Tunas.

 

Con su discurso del 27 de octubre, Fidel Castro declaró iniciada aquella locura, pero ya por entonces hombres, mujeres, niños y ancianos de esta región llevábamos más de tres meses cortando y alzando cañas.

 

Luego, el propio dictador cortaría caña en Puerto Padre, donde le acondicionaron expresamente un cañaveral que todavía algunos recuerdan como “el campo de Fidel.” Para que pernoctara esa noche, le fue construido un bungalow especial bajo los árboles, en un sitio de ambiente bucólico, junto al río Parada. Aunque destinado a otros usos, el bungalow existe todavía y no pocos le llaman “la casa de Fidel.”

 

“La Zafra del 70 tuvo muchas secuelas. Yo tenía la convicción, desde mucho antes, de que no se podían hacer los diez millones; había estado llevando todas las inversiones, tanto de los centrales como de la caña. (…) El nivel de locura, de desesperación era tremendo porque estaba, además, el compromiso de todos, aun de aquellos que no creíamos que esa meta era posible”. Así he leído en el artículo Zafra de los 10 millones: las lecciones sí van, publicado, el pasado 14 de junio, por el semanario 26, órgano del Comité Provincial del Partido Comunista en Las Tunas, citando a la arquitecta Selma Díaz, quien fuera directora de Planes Regionales en el departamento de Planificación Física del Ministerio de Obras Públicas.

 

A propósito de aquel disparate de pretender producir 10 millones de toneladas de azúcar, yendo contra los pronósticos de los especialistas, el semanario 26 no menciona a los responsables, ni cuantifica el derroche de los recursos humanos y materiales. Sólo dice: “Fue un error de voluntarismo que la realidad demostró crudamente”.

 

¿Error de voluntarismo? En la cosecha de caña que paralizó el quehacer material y espiritual de toda una nación para enyugarla a la fabricación de azúcar, no existió voluntarismo, sino el simple absolutismo demencial de Fidel Castro.

 

Y todavía, hace muy pocos días, su hermano y sucesor, el general Raúl Castro, se quejaba del comportamiento de los cubanos, reconociendo públicamente lo que venimos denunciando desde hace muchos años, o sea, que la moral y cívica son concepciones desterradas por la revolución de la sociedad cubana.

 

No es que ya no seamos capaces de producir azúcar. Es que somos incapaces de comportarnos con la educación, las buenas maneras y la dignidad de nuestros antiguos cortadores de cañas.

 

Los motivos que hacen de los cubanos seres vociferantes e inútiles productivamente, vienen desde lejos, de cinco decenios atrás, y ahora estallan por haberlos ocultado y disfrazado tan larga e indolentemente.

 

Olvidados de sus tenebrosos y ridículos fantasmas, como el de la Zafra de los Diez Millones, y sin patriarcas omnipresentes, los cubanos podrán recuperar las costumbres de sus ancestros. Fabricarán tanta azúcar como demande el mercado y humanamente puedan producir, sin que nadie tenga que derrochar el producto de su esfuerzo construyendo un bungalow para que sirva de hotel al dictador por una sola noche de su vida. 

 

 

Ladrón que roba a ladrón…

Augusto César San Martín Albistur

15 de julio de 2013

 

Por estos días, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) realizan reuniones con el objetivo de implementar una campaña contra la indisciplina social y las ilegalidades.

 

En la reunión del CDR del lugar donde resido las intervenciones se hicieron eco del último discurso del presidente Raúl Castro, en el que refiere la crisis de valores que adolece a la sociedad cubana.

 

Volcados todos a llevar a la práctica la última orden que dio el general, omiten las verdaderas causas del desorden y el deterioro de los valores morales.

 

El primer omiso fue el vecino Carlos Rafael Miranda Martínez, coordinador nacional de los CDR, promovido recientemente al Consejo de Estado. El funcionario exhortó a los reunidos del barrio a participar en la próxima jornada cederista de tres días para rescatar los valores, higienizar los lugares de residencia y eliminar las indisciplinas.

 

Otros participantes evocaron el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio como guía para eliminar las ilegalidades y rescatar los valores perdidos. Los dirigentes locales dispusieron el final de la “batalla revolucionaria”, en septiembre, mes que los CDR celebran su aniversario.

 

Estas reuniones son la manifestación de la hipocresía fanática, lo peor del deterioro moral de la sociedad cubana. ¿Podrán rescatarse los valores morales perdidos en una jornada de tres días? Ese “entusiasmo revolucionario” es también parte de la pérdida de la honradez que acaba de descubrir el general.

 

Se ve normal el robo al Estado, porque el pueblo se percató de que los gobernantes atesoran los bienes estatales y lucran de ellos. Con esta visión del Estado, se acomodó la máxima de “ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón”.

 

Se construye ilegalmente y se ocupan viviendas porque existe déficit habitacional y un deterioro constructivo en más del 70% de las viviendas de la capital.

 

Se incumplen los horarios laborales porque los salarios no incentivan la productividad y se requiere realizar otras actividades para completar la economía doméstica.

 

Se soborna, revende, acapara porque es parte de la supervivencia impuesta por el sistema socialista a los cubanos, por más de medio siglo.

 

El gobierno acaba de descubrir que los cubanos son altos consumidores de alcohol después de ofrecer el circo durante cincuenta años, pero con poco pan.

 

Se revela con asombro que el pueblo es mal educado y destructor de los bines sociales, después de imponer maestros sin educación en el sistema de enseñanza. Profesores sin vocación que abandonan las aulas durante la jornada, venden exámenes y promueven el culto al vocabulario obsceno.

 

Hace muchos años, los que el General-Presidente llama detractores de su revolución, advierten sobre la pérdida de valores en la sociedad cubana. Pero hizo falta un arrebato revolucionario para descubrir la destrucción social.

 

La solución para el rescate de los valores, mediante campañas y jornadas populares, es otra de las fanaticadas que culminará sin resultados.

 

La educación y el valor de la familia en la sociedad son dos de los principales factores sustituidos, durante todo este tiempo, por principios políticos decadentes. Rescatarlos llevará la misma meticulosidad y tiempo que tomó al gobierno en destruirlos.     

 

 

Crisis del transporte durante medio siglo

 

Los hermanos Castro pretenden hacer creer que los problemas de transporte comenzaron cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991; en esta edición del oficialista Noticiero ICAIC Latinoamericano se muestra cómo era la situación del transporte un par de años antes:

 

 

Las trampas de la nostalgia

Verónica Vega

14 de mayo de 2013

 

Que la nostalgia puede tendernos trampas edulcorando el pasado, es una idea que consideré por primera vez hace años, leyendo una novela de García Márquez.

 

Con los estrujones de la vida, lógicamente, mi propia percepción del pasado se fue haciendo más y más suspicaz e incluso en los momentos en que me arrastra una melodía asociada a un amor, a una época, a aquellas fantasías del futuro por culpa de un exceso de juventud, reacciono y trato de ubicar los recuerdos, desmembrar situaciones, perfilar con objetividad rostros y actitudes.

 

Nos educan con un sentido exagerado de la añoranza. No sólo en Cuba, con la idealización expresa de la revolución y el culto mítico a sus mártires, sino en general en todas partes.

 

Se explota el sentimentalismo a través de los medios, de las modas retro, y en la mayoría de las canciones románticas hay una dosis desmesurada de nostalgia.

 

Se nos enseña a vivir reteniendo, (con las manos, con los ojos, con la mente), cuando la vida es justamente lo contrario, un eterno proceso de transformación, comenzando por nuestra propia imagen. Se van los amigos, no sólo a “mejor vida”, tras la línea del horizonte, o del cementerio, sino porque cambian las circunstancias, los intereses y los caminos.

 

Se van muchas parejas, se van los padres, se van los hijos. Porque incluso si no abandonan la casa (como frecuentemente ocurre en Cuba por el gran drama que es la vivienda), mutan sus cuerpos y mentes y nuestra relación con ellos, cambia.

 

Los objetos, no importa cuánto nos agraden, se desgastan o se rompen. Los espacios alrededor se transmutan. Cambian las ideas, y “los tiempos”.

 

Entonces, ¿por qué vivir reaccionando contra premisas que son tan naturales? ¿Por qué no pensar, como Tagore:

 

“…La belleza nos es dulce porque el ritmo voluble de su danza es el de nuestras vidas.

La sabiduría nos es cara porque no tenemos tiempo de completarla.

En lo eterno todo está hecho y concluido, pero las flores de la ilusión terrena son eternamente frescas, gracias a la muerte.

Hermano, recuerda esto y alégrate”.

 

Un reajuste de enfoque

 

Digo todo esto especialmente a mí misma, pues la nostalgia se ha convertido en mi sombra. Últimamente me descubro evitando los lugares que recorrí con mi hermana menor que emigró hace años, o un amigo que tampoco vive en Cuba, o las inmediaciones del edificio donde vivía mi madre…

 

Pero rehúyo sobre todo, enfrentarme al deterioro total que exhiben los lugares que habitaron mis pasos y mis sueños: la playa “de los rusos”, en Alamar, la piscina donde iba con mis hermanas y nuestros hijos y es una acumulación de muros rotos y agua pestilente. Un cine irreconocible en la Habana Vieja donde vi algún filme inolvidable, edificios demolidos cuyo veloz reemplazo (un parque, una tienda, un quiosco) me parecen falsos, puestos por Fotoshop.

 

Me aterra encontrar el pasado como pisoteado por la burla del futuro (ahora presente) corroído por un peso interno que no preví y que salta de repente a mi rostro.

 

Sin embargo, hace unos días, este golpe visual me produjo un efecto inverso: sentí con total claridad que uno tiende a echar de menos aquello que le causó placer en algún momento, aislándolo en la memoria, de su evolución como hecho. Separándolo del “antes” y sobre todo del “después”. No viendo el proceso total, donde están las causas de la pérdida, no viendo cómo lo que añoramos fue sólo un detalle en un flujo incesante de acontecimientos.

 

Es lógico que una ciudad maltratada, testigo y cómplice de nuestra identidad, nos impacte. Más cuando su imagen se congeló en el tiempo en que nos sentíamos a punto de compartir su mutación a la belleza y la prosperidad. Pero, desmembrando cuidadosamente mis recuerdos, no encuentro sino salpicaduras de esplendor, como ahora mismo.

 

¿Qué echo de menos de Centro Habana, por ejemplo, donde viví en un antiguo hotel de vigas herrumbrosas, y paredes con pregnante olor a humedad? ¿Un edificio que parecía a punto de caerse en los ochenta y todavía está ahí, sostenido por una gravedad inexplicable?

 

En el Vedado, sí, tal vez Coppelia, la variedad de sabores y la consistencia del helado, el té con hielo en un mediodía tórrido en 23 y G… Tal vez pequeñas delicias que hoy, simplemente, han cambiado de sitio. Se han alternado los espacios recuperados de la destrucción, pero, en el fondo, hemos ganado más de lo que se percibe a simple vista.

 

Porque lo que entonces parecía a punto de ser, no era, simplemente. Fue un espejismo sostenido con la alianza soviética, fue sólo un impasse en la transformación real que no ha dejado de ocurrir, incluso en la aparente inercia.

 

Un proverbio hindú reza: “la mentira puede correr un año, la verdad la alcanza en un día”. Cuba es hoy más de lo que fue cuando sólo era una promesa. La idealización no nos ayuda a entender la existencia ni el funcionamiento del mundo. Nos pierde en una viscosa neblina mientras la dialéctica sigue en movimiento.

 

Creo que lo que extrañamos, más que nada, son nuestros propios sueños. Las construcciones que hicimos con nuestra sustancia mental, y en este sentido nuestra nostalgia no es diferente a la de un primermundista que siente tristeza al no reconocer (aunque sea por culpa de una ola de progreso), su barrio natal.

 

Un amigo contaba que un día, él iba con su padre y, deteniéndose frente al Parque Central, en la Habana, de pronto el padre se quedó como en suspenso, con la mirada perdida. Al preguntarle qué le pasaba, respondió: “es que acabo de ver… ¡si pudieras ver lo que he visto! Acabo de recordar cómo era todo esto antes” (del 59). Y en sus ojos, más que nostalgia, había dolor.

 

Los que creen haber ganado con la revolución reaccionarán enardecidos, y lo entiendo. También entiendo que si hubo un cambio entonces era porque la fermentación existía, oculta bajo el esplendor. Lo positivo ahora, ¿no será que la fermentación está ya en la superficie? Cómo esas pústulas que, una vez horadadas, sólo les queda drenar e ir sanando.

 

Ayer, en una película, la protagonista decía algo que me dejó pensativa. Algo como que uno tiene miedo del futuro porque de algún modo cree que nada va a cambiar. Que el final será como esto mismo. Pero sí cambia. Y si las cosas están aún mal, si no nos satisfacen, si seguimos con esta sensación de insuficiencia, de conflicto, significa que todavía no es el final.

La Cuba que se nos fue

Tania Quintero

18 de marzo de 2013

 

Las ruinas y el abandono de la ciudad donde naciste duelen. Pero más duele la falta de respeto y ética de sus habitantes. Antes de llegar el comandante y comenzar a destrozar, La Habana, como toda Cuba, se caracterizaba por la decencia y el buen hablar y vestir de los cubanos, al margen de su categoría social y económica.

 

Los pobres daban los buenos días y sabían comportarse cuando iban a una tienda, al médico o a ver un abogado. Los negros eran aún más cuidadosos a la hora de expresarse y relacionarse con el resto de su comunidad. Había personas descarriadas, chulos, marihuaneros y ladrones. También asesinos, cuyos crímenes quedaban reflejados en las páginas de la crónica roja de periódicos y revistas o en el programa de Joseíto Fernández, trasmitido todas las mañanas por una popular emisora y donde el intérprete de La Guantanamera, cantando, narraba los últimos sucesos sangrientos.

 

En las seis provincias que entonces conformaban la República de Cuba, existían barrios marginales. Había analfabetismo y prostitución. Parecía que Fidel Castro y su revolución le iban a dar un vuelco de 180 grados a la situación. Los cubanos pensábamos que el barbudo iba a eliminar lo malo y dejar lo bueno que había en la isla cuando llegó al poder. Después de la campaña de alfabetización en 1961 y de su interés por convertir el deporte, la educación, la salud y la biotecnología en vitrinas propagandísticas, las transformaciones positivas se estancaron. Todo empezó a dar marcha atrás.

 

Luego de 47 años dirigiendo los destinos de Cuba (1959-2006) como si fuese el mayordomo de una finca particular, Castro no fue capaz no ya de desarrollar la agricultura, la ganadería, la pesca, la industria y la economía en general, sino de hacer de los cubanos unos ciudadanos más cultos y refinados que antes de 1959.

 

Un ejemplo. De las escuelas públicas fueron suprimidas asignaturas que a primera vista podrían parecer secundarias, pero no lo eran: música, dibujo, caligrafía, trabajo manual, cocina, costura, economía doméstica, moral y cívica. Los guerrilleros no se distinguían por su nivel cultural, por sus reglas de urbanidad ni su sensibilidad humana. El día que decidieron politizar la educación y adoctrinar al alumnado, desde kindergarten a la universidad, comenzó a engendrarse una generación que sí, sabe leer y escribir, pero se expresa mal, con un vocabulario limitado y una dicción pésima.

 

Esto se percibe mejor cuando escuchas hablar a un argentino, peruano o colombiano y lo comparas con un cubano. Da igual que sea un funcionario estatal, un miembro del partido o un disidente. Descubres que los cubanos están cortados por la misma tijera. Tiene su explicación: son más de cinco décadas escuchando discursos y ‘teques’, leyendo la monótona prensa oficial, viendo los desactualizados telediarios. A la hora de hablar, es similar el tono desagradable de la voz y la gesticulación de unos y otros.

 

El Capitolio Nacional, en el corazón de la capital y actualmente muy fotografiado por turistas, fue testigo de grandes duelos políticos, protagonizados por oradores e intelectuales de renombre como Salvador García Agüero, negro y comunista, y Orestes Ferrara, italiano que luchó por la libertad de Cuba. Los dos han sido tirados al saco del olvido.

 

Imperdonable un país sin memoria. Hoy, a muy pocos jóvenes les interesa conocer su pasado. Lo de ellos es bailar reguetón, hacer el amor y tratar de irse del país.

 

Es lógico. Es el resultado de la mediocridad en la que llevan 54 años viviendo. A partir de 1959, los hombres de verde olivo no solamente fusilaron a decenas de ‘contrarrevolucionarios’, también ejecutaron la decencia. Impusieron la vulgaridad y la chabacanería. El lenguaje panfletario lo mismo es utilizado por una portavoz del castrismo que por una opositora de nuevo cuño. Representan la Cuba del presente, tan poco original y creativa. Tan alejada de aquella otra. La que para siempre se nos fue.

 

 

Azucarero

 Este vídeo de extrabajadores azucareros que hoy viven en la miseria, es una colaboración de Cabañas con Hablemos Press. Para más información, llámese a Alejandro al 53 53255950

Patria o Muerte (Documental, 2011)

(Parte I)

Patria o Muerte (Documental, 2011)

(Parte II)

Patria o Muerte (Documental, 2011)

(Parte III)

Cuando la miseria empuja a los trabajadores al hurto

Federico Rivas Molina

1 de septiembre de 2010

 

Con el argumento de que la Revolución proveería a las necesidades de todos, el castrismo eliminó del código penal la figura del hurto famélico. Hoy, en Cuba se ganan sueldos de miseria pero el robo de alimentos está fuertemente penado

 

Miguel era un trabajador que hacía cinco años se dempeñaba como cocinero en una empresa estatal. Se levantaba a las tres de la madrugada para realizar un viaje de más de 12 kilómetros y llegar temprano al trabajo. Cumplió con todas las orientaciones del sindicato, cotizaba y resultó vanguardia en dos ocasiones.

 

El salario que recibía no le alcanzaba para solventar sus necesidades económicas. No obstante, entre sus planes no estaba la opción de abandonar el empleo. Tiene una esposa y tres hijas menores que mantener. Unas veces más, otras menos, compensaba las carencias con lo que allí “resolvía” (**).

 

Miguel se llevaba parte de los alimentos del almuerzo de los otros trabajadores para sostener a los suyos. Aceite, pollo, pescado, huevo, calamar, vianda, granos, etc., la necesidad lo impulsaba a llevarse lo que fuera. Era su responsabilidad, asegurar la subsistencia inmediata de los familiares a su abrigo.

 

En ocasiones, muy discretamente, vendía en el barrio alguno de los productos que hurtaba. Con ese dinero cubría otros gastos. Sus hijas necesitan ropa interior y zapatos. Mercancías que sólo se venden en las tiendas recaudadoras de divisa. Moneda que él no recibe cuando le pagan su salario.

 

Alguien informó lo que Miguel hacía. Fue separado del centro y, por ser su primera vez, el tribunal lo sancionó a seis meses de privación de libertad por un delito de hurto. Los pasó internado, trabajando en un correccional de la agricultura. En la sentencia no se tuvo en cuenta los motivos que lo llevaron a cometer los robos. El sufrimiento de la pena tampoco impide que, desde su nuevo trabajo, continúe robándose alimentos para llevarlos a casa, cuando sale de pase.

 

Antes del triunfo de la revolución (1959), existía en la legislación penal cubana la figura del hurto famélico. Una circunstancia que, en ciertos casos, eximía al autor de responsabilidad penal y, en otros, disminuía la pena. Se apreciaba cuando una persona hambrienta o indigente se apodera de los objetos necesarios para su supervivencia y de las personas a su abrigo.

 

La justicia revolucionaria eliminó esta figura de derecho penal. Supuestamente el nuevo sistema, implantado el 1ro de enero de 1959, atendía las necesidades de todos por igual. Se había eliminado la vagancia, el desempleo, la mendicidad y los vicios. Causas esenciales de la miseria.

 

Visto así, era innecesaria esa figura en el Código Penal. Para el legislador socialista, nadie, en las nuevas condiciones creadas, cumplía con el requisito de estado de necesidad extrema que lo impulsara a cometer el delito de hurto. Este es un país, en el que todos los ciudadanos gozan de la oportunidad y el derecho al trabajo.

 

Es irónico que hoy sea precisamente la clase ‘proletaria’ cubana la que se encuentra en un estado de necesidad tal, que se ve obligada a hurtar los recursos del Estado para sobrevivir y mantener a su familia. Este, es uno de los problemas sociales que más afecta la economía nacional y que el gobierno enfrenta bajo el titulo de “lucha contra las ilegalidades”.

 

A la benévola justicia revolucionaria, le interesa más sancionar como efecto ejemplarizante, que perdonar un hecho delictivo cometido por necesidad. La revolución, 50 años después, demuestra ser incapaz de atender, por igual, las necesidades de la población. Aumentan la holgazanería, la indigencia y la corrupción. El 'pleno empleo' por sí sólo, es insuficiente para hacer desaparecer la miseria, el estado de necesidad y con ello la comisión del hurto famélico.

 

La historia de Miguel se repite en muchas familias cubanas. Se puede contar de diferentes formas y con otros personajes. La realidad es una: la situación económica que atraviesa el país. La mayoría de los trabajadores vinculados laboralmente con el Estado convierten el hurto en un medio de vida indispensable para subsistir.

 

(*) Laritza Diversent es cubana, Licenciada en Derecho y autora del blog Jurisconsulto de Cuba

 

(**) “Resolver” es un verbo clave para la vida cotidiana en Cuba. Es el arte de sobrevivir, de conseguir por otras vías aquellos suministros (alimentos, ropa, una casa, lo que sea) que no pueden obtenerse por las vías que son normales en otros países, el trabajo y el mercado. Resolver no es equivalente a comprar, ganar o adquirir. Es “buscarse la vida”, por los medios que sean. (N. del E.)

 

 

 

Buzos de Cuba

Buzos, leones y tanqueros (documental, 2006)

 

En el argot popular de la Cuba de las últimas dos décadas, se les llama “buzos” a los que recolectan botellas de plástico, cartones, desechos metálicos, comida y otros objetos vertidos en los tanques de basura. Este documental realizado en Cuba en el 2006 muestra la labor de algunos de ellos.

 

Parte I

Parte II

Parte III

La existencia de los “buzos” es una muestra de las paupérrimas condiciones de vida de una parte de la población cubana. La imagen de los “buzos” en plena faena puede ser recogida por la cámara de un turista, poniendo en entredicho la campaña propagandística de la tiranía castrista de que en Cuba nadie escarba en la basura, ya que todos tienen garantizadas unas dignas condiciones de vida.

 

Al Gobierno cubano siempre le ha preocupado que los extranjeros conozcan la realidad cubana; por ello, a los dos años de realizarse este documental emprendió una gran batida contra los “buzos”. En un artículo publicado el 10 de junio de 2008 en el diario Granma, portavoz del Partido Comunista de Cuba, el único partido legal en Cuba, se expresa:

 

“Esos ciudadanos habían convertido en un modo de vida la búsqueda en vertederos, contenedores de basura y en la vía pública”, para recoger “alimentos, botellas, plásticos, metales y otros objetos con ánimo de lucro o comercialización”. (…) “De los 355 ciudadanos llevados a un Centro Provincial de Clasificación, 290 fueron multados, 20 presentados a la comunidad donde residen, 45 remitidos a sus provincias de origen por vivir ilegalmente en la capital, 11 reincidentes sancionados a trabajo correccional sin internamiento, mientras que otros 59 multirreincidentes son procesados penalmente”. Este artículo de Granma (http://www.granma.cubaweb.cu/2008/06/10/nacional/artic07.html)

desapareció de su página Web.

 

Al día siguiente del artículo de Granma, se hizo referencia del mismo en la emisora colombiana Radio Caracol:

 

http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/detienen-a-350-personas-por-buscar-desechos/20080611/nota/612429.aspx

 

Más de 350 cubanos fueron detenidos o sancionados en La Habana por escarbar entre la basura en busca de desechos útiles, actividad ilegal en el país, informaron ayer medios de comunicación oficiales.

 

Los sorprendidos cuando se dedicaban “a la recolección ilegal de desechos sólidos” fueron castigados con “multas, presentaciones a la comunidad donde residen y sanciones a trabajo correccional sin internamiento”, precisaron los medios.

 

“Esos ciudadanos habían convertido en un modo de vida la búsqueda en vertederos, contenedores de basura y en la vía pública”, para recoger “alimentos, botellas, plásticos, metales y otros objetos con ánimo de lucro o comercialización”, explica el diario Granma. Los recolectores de basura, llamados “buzos”, actuaban “sin tener en cuenta que podrían ser portadores de epidemias y una fuente de delitos e ilegalidades, según establece el Código Penal”, agrega el citado periódico. La Habana, EFE

 

http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/detienen-a-350-personas-por-buscar-desechos/20080611/nota/612429.aspx

 

 

Las camas solas (documental, 2006)

Sandra Gómez

 

La Habana, mi amor (documental alemán, 2000)

La dirección del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano -tiene lugar en diciembre en La Habana- se negó a presentar este documental en el festival

 

 

La escasez, consustancial al castrismo

 

Además de por sus múltiples crímenes, el fracaso socioeconómico del castrismo se pone de manifiesto con las enormes carencias que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo en cuanto a alimentación, vivienda, agua potable, transporte y derechos humanos.

 

Aunque los hermanos Castro pretenden hacer creer que los problemas de su régimen comenzaron cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991 y, por ende, desaparecieron sus cuantiosas subvenciones a la economía cubana -sesenta y cinco mil millones de dólares-, es necesario señalar que  la escasez siempre ha sido consustancial al castrismo, como puede verse en varias ediciones del oficialista Noticiero ICAIC Latinoamericano hechos en la década del ochenta, que se muestran a continuación:

 

 

Industria, transporte, educación y salud

en la Cuba anterior a los hermanos Castro

 

 

Tiendas (almacenes) existentes

en la Cuba anterior a los hermanos Castro

 

En cuanto a almacenes, La Habana era el París de América Latina. Véase la historia de las tiendas El Encanto, contada por antiguos empleados y apoyada por imágenes de la época, que muestran la categoría tan alta de dichas tiendas existentes en varias ciudades de la Cuba republicana. A pesar de que mi familia era pobre, nunca se nos impidió la entrada en tienda u hotel alguno, como sí hizo Fidel Castro con la mayoría del pueblo cubano durante varios décadas.

 

El Encanto

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José Martí: El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste..!

 

Con la fe de las almas ausentes,

hoy sostengo con honda energía,

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡La mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde;

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquella

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella,

con más luz cuando más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos,

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol, con su lumbre,

la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si desecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía!...

 

Bonifacio Byrne (1861-1936)

Poeta cubano, nacido y fallecido en la ciudad de Matanzas, provincia de igual nombre, autor de Mi Bandera

José Martí Pérez:

Con todos, y para el bien de todos

José Martí en Tampa
José Martí en Tampa

Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir.

Escudo de Cuba

Cuando salí de Cuba

Luis Aguilé


Nunca podré morirme,
mi corazón no lo tengo aquí.
Alguien me está esperando,
me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo
porque la tierra vida le da,
pero llegará un día
en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta
te está azotando sin descansar
pero el sol de tus hijos
pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,
dejé mi vida dejé mi amor.
Cuando salí de Cuba,
dejé enterrado mi corazón.

La sociedad cerrada que impuso el castrismo se resquebraja ante continuas innovaciones de las comunicaciones digitales, que permiten a activistas cubanos socializar la información a escala local e internacional.


 

Por si acaso no regreso

Celia Cruz


Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

 

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

 

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

 

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores - Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

 

Aunque el tiempo haya pasado,

con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

 

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

 

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo -

por si acaso,

por si acaso no regreso.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

 

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

 

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

 

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

 

Si acaso no regreso,

y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

 

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

 

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

 

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

 

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

 

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan y nos la gangrenan a nuestro ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla; alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”.

Como expresó Oswaldo Payá Sardiñas en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002, los cubanos “no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad”.